Los Linyeras
Los Linyeras
Los Linyeras
Resumen Abstract
El artículo da cuenta de cómo durante las primeras The article explains how a positive view of romantic
cinco décadas del siglo veinte, circuló y se asentó con individualism embodied in the hobos circulated and
relativa fuerza, por distintos espacios sociales de la established in the first half of 20th century Argenti-
Argentina, pero particularmente en zonas dinámi- na. Tenant farmers in the Pampas, cultured travellers
cas con capacidad de producir y legitimar definicio- of early 20th century, anarchist culture –powerful
nes sociales, una noción positiva de individualismo in the 1910s and 1920s- and some expressions of the
romántico vitalista encarnada en la imagen simbó- cultural industry of the first Peronism will be
lica de un tipo de trashumante. Los arrendatarios analyzed. This ideal globetrotter will be constructed
rurales del mundo pampeano, los viajeros cultos de with empirical reference to the concrete social
principios de siglo XX, la cultura anarquista –pode- experience of migrants who, travelling on cargo
rosa en la Argentina de los años diez y veinte del si- trains, roamed as day laborers throughout the
glo XX– y, por último, expresiones de la industria harvest zones of the Pampas from late 19th century
cultural del primer peronismo, serán las zonas di- to the 1940s. They were called “linyeras” at first and
námicas que se analizarán. Este trotamundo ideal, “crotos” later.
será construido sobre la referencia empírica de la
Romantic individualism; linyeras; Argentina;
concreta experiencia social de trashumantes que,
symbolic identity; transformations
montados en los vagones de trenes cargueros, reco-
rrieron como trabajadores golondrinas principal-
mente las zonas de cosecha de la pampa húmeda
desde fines del siglo XIX hasta los primeros años
cuarentas y que fueron llamados linyeras primero y
crotos después.
LUCAS RUBINICH
Ante todo una afirmación que se intentará fundamentar a lo largo * Este trabajo es parte de uno mayor que,
a través de las representaciones de los
de estas notas: durante las primeras cinco décadas del siglo veinte
linyeras, se propone indagar formas
circuló y se asentó con relativa fuerza, por distintos espacios socia- diferentes de manifestación de una
les de la Argentina, pero particularmente en zonas dinámicas con cuestión central para la sociología: la
capacidad de producir y legitimar definiciones sociales, una noción relación entre las prácticas y represen-
taciones sociales, entre la externali-
positiva de individualismo romántico vitalista encarnada en la ima-
zación y la internalización, entre la es-
gen simbólica de un tipo de trotamundo. Trotamundo ideal cons- tructura y la agencia. Esta experiencia
truido sobre la referencia empírica de la concreta experiencia social posibilitó diversos encuentros con vie-
de trashumantes que, montados en los vagones de trenes cargueros, jas anotaciones y personas concretas a
las que debo agradecer. En principio a
recorrieron como trabajadores golondrinas principalmente las zonas
los ex chacareros e hijos de chacareros
de cosecha de la pampa húmeda desde fines del siglo XIX hasta los inmigrantes que fueron arrendatarios
primeros años cuarentas y que fueron llamados linyeras primero y en el Norte de la provincia de Buenos
crotos después. Aires y Sur de Santa Fe, que hoy tie-
nen alrededor de ochenta años o más,
En distintas zonas de la sociedad podían encontrarse simpatías con y que fueron entrevistados de manera
informal simplemente por ser amigos
esa imagen idealizada del trashumante, sin dudas con diferentes in-
de amigos, amigos de parientes o pa-
tensidades y sutiles variaciones en la argumentación, aunque con al- rientes. Entre 1985 y 1992 tuve largas
gunos significativos puntos en común, expresadas en prácticas coti- charlas con José Fernández, militante
dianas, en opiniones escritas, en objetos culturales, que la reivindi- libertario, trabajador rural autodidacta
que habitaba un rancho poblado de li-
caron. Este vagabundo ideal es imaginado y relatado ante todo como
bros en la localidad de Viña y que de-
un hombre digno, familiarizado con algunos bienes prestigiados de bía su acercamiento a las “ideas” a un
la cultura universal, que renuncia a los beneficios de una vida con- trashumante anarquista. Los compa-
fortable o a la posibilidad de obtenerlos a través de una disciplina de ñeros de la Biblioteca Archivo “Estu-
dios libertarios” (BAEL) de la Federa-
trabajo de la que escapa, inspirado por algún tipo de ideal que le hace,
ción Libertaria Argentina de Buenos
a la vez que rechazar los placeres mundanos y la simple ambición Aires proporcionaron un material
material, reivindicar la vida simple y austera acompañada de la creen- inhallable en otro lugar. A Diego
cia en la elevación del espíritu humano a través de la cultura. Bugallo, a Hernán y a Marina por su
comprensión, afecto y sabiduría des-
Dos tipos ideales del trashumante imaginario pueden construirse a interesada. A la señora viuda de Anto-
través de los retazos de testimonios, artículos periodísticos, cancio- nio Tormo por su amabilidad para res-
ponder preguntas que llevaban preten-
nes, obras de teatro, memorias, etc.: los dos jóvenes, los dos con idea-
siones de precisión.
les que pueden ser diferentes, pero que de alguna manera confrontan
con aspectos parciales o totales del mundo realmente existente. Lo
Lo que acá se sostiene es que hay por lo menos cuatro lugares socia-
les y culturales privilegiados de legitimación de esa imagen en dife-
rentes momentos dentro de esas cinco décadas. Estas cuatro lugares,
con diferentes características, se conforman como tales a partir de su
pertenencia a un espacio complejo de agentes sociales, grupos o ins-
tituciones que actúan como productores y difusores privilegiados de
visiones del mundo, de algún modo definiendo y habilitando, por
ejemplo, esta imagen a sectores amplios de la sociedad. a) La pobla-
ción inmigrante de ultramar que se asentó como arrendataria, en la
productiva zona de la pampa húmeda argentina (conocida por el pre-
dominio de esa población como pampa gringa) desde fines del siglo
XIX y que fueron conocidos como chacareros, tenían una estrecha
relación con los trabajadores golondrinas. Sus historias de viajeros
pobres que cruzan el océano, quizá también su propias experiencias
como golondrinas generaban un acercamiento concreto con los tras-
humantes, sobre todo con los paisanos. Que algunos de ellos fueran
cultos e idealistas contribuyó a que, además de la identificación por
similitud de experiencias de vida, se generasen relatos orales sobre
sus singulares rebeldías. b) En los últimos años del siglo XIX y la
primera década del XX viajeros y empresarios cultos, junto a funcio-
narios encargados de la justicia y de la policía, se detuvieron a mirar
con relativo asombro un tipo de vagabundo urbano que parecía no
coincidir con los prejuicios circulantes por su ámbito social. Dos ca-
racterísticas llamaban la atención: su tipo racial y sus modales. c) En
I.
“por los años veinte más o menos, llegó como linyera a la chacra, en
Manuel Ocampo, un muchacho paisano que hablaba muy bien y traía
varios libros. Los domingos cuando hacíamos tiro al blanco sobre unas
latas él se destacaba. No erraba un tiro. Se llamaba Josip. Después supi-
mos que se había convertido en el Mariscal Tito…”
En una primavera de 1966 o 1967, cuando tenía entre los once y doce
años, conocí a uno de los trotamundos de los que había oído en mis
pocos años hablar largamente. No era extraño que en una ciudad de
la pampa húmeda, con una alta productividad del suelo, donde los
inmigrantes que llegaron masivamente a partir de 1880 comenzaron
a sembrar y cosechar principalmente maíz, como chacareros arren-
datarios, hubiese una familiaridad con esos trotamundos. La genera-
ción de mi padre y de mis abuelos habían vivido como protagonistas
más o menos directos, las cosechas levantadas a mano en las que par-
ticipaban cientos y cientos de trabajadores golondrinas, en su mayo-
II.
‘‘Oh, dulce, resignado y filósofo atorrante! Tu eres una de las figuras
más profundas que he podido hallar en ese tremendo y aparatoso remo-
lino de superficialidades’’
Pero en los finales del siglo XIX surgirán voces con autoridad cultu-
ral y social que desde su especificidad también contribuirán a refor-
zar la evaluación positiva de este tipo ideal de trashumante, recu-
rriendo en este caso a una argumentación que trata de explicar a aque-
llos que han quedado en el lado más ostentoso de la no integración a
algunos de los lugares diferentes que ofrece este trabajoso camino
del progreso sudamericano. Hay múltiples formas de integración para
esta inmigración masiva, desde las más exitosas y correspondientes
a la realización del mito de la América, como puede resultar de un
arrendatario convertido en propietario en la pampa gringa o el pe-
queño comerciante que fue creciendo en pocos años al compás de
una sociedad que crecía, hasta el obrero hacinado en un conventillo
de Buenos Aires o Rosario que trabaja más de diez horas en una fá-
brica por la que circulan ideales de mejoramiento y de redención de
las clases subordinadas. De algún modo el chacarero que prospera o
el almacenero que acapara un sólido aunque pequeño capital, al igual
que el obrero hacinado en conventillos, están ocupando lugares obje-
tivos en una promesa de progreso que puede significar cosas diferen-
tes (enriquecimiento personal, simple mejoramiento de las condicio-
nes de vida o redención social), pero que sin embargo tienen en co-
Los americanos, que lo saben muy bien, tratan con alguna altanería al
nuevo, un emigrante que recién salido de Europa tiene generalmente
buen aspecto y lleva en sí ese sello de vigor de las antiguas razas, la deci-
sión de los aventureros y la inteligencia de las gentes emprendedoras.
Ese algo de nuevo de original, que le distingue a simple vista es motivo
de desdén para aquellos….
Pero no es de los recién llegados de los que tenemos que ocuparnos, sino
de aquellos que habiendo ido allá en condiciones más o menos favora-
bles de fortuna o de educación no han podido hallar puesto en una so-
ciedades donde la fuerza física es el mejor capital verdaderamente útil y
de más fácil empleo.
Hay aún otros tipos entre esta clase de inmigrantes oscuros; tales son
los descorazonados o desalentados del primer momento, los que renun-
cian a seguir el regimiento…
Cada uno de los personajes ha llegado a ese lugar lejano del mundo
central y hundido de la estructura social por situaciones singulares
que de alguna manera son una expresión práctica de su relación
inconforme con el mundo que se moderniza. El inglés “es de elevada
estatura. Su cuerpo tiene la esbeltez armoniosa de la raza”. Y si su
ropa es un tanto andrajosa y el hombre no está rasurado, el narrador
advierte que esa indumentaria deficiente es “paseada por nuestro
amigo con la dignidad de un Lord”. El alemán había trabajado en la
III.
Salud hermano linghera
Que avanzas con la esperanza
Hacia donde se alza el sol
Que es la aurora de la acracia
Desde las dos últimas décadas del siglo XIX y con fortaleza durante
las dos primeras del siglo XX se extendió por espacios significativos
del territorio argentino una verdadera cultura libertaria: algunos in-
telectuales relevantes, también obreros cultos, y singularmente ade-
más poetas y cantores populares, se convertían en apóstoles de “las
ideas”; toda una industria cultural cuyo exponente más poderoso es
el diario y la editorial La Protesta. Pero, en verdad, se extiende a cien-
tos de experiencias que con más o menos continuidad editaban li-
bros y folletos, periódicos, fundaban sindicatos, bibliotecas, compo-
nían e interpretaban himnos y canciones populares, promovían re-
presentaciones “filodramáticas”, lecturas grupales, proporcionándo-
le una identidad flexible, pero identidad al fin, a la naciente clase
obrera, como también a otras franjas de una sociedad que en los gran-
des centros urbanos y también en varias zonas de la pampa, se había
convertido en un mundo cultural sin dudas heterogéneo; en una
magnífica Babel moderna. En ese mundo complejo, prácticamente
apenas constituido como tal, las tradiciones libertarias dejaban, a la
No hay que andar con miedo de perder el pellejo, que al fin y al cabo mas
vale morir do un balaso quo morirse de hambre;…
Yo lo venero al errante
Que a manera de Valjean
Huye llevándose un pan
Para su propio sustento,
–Uno no sabe. Más vale seguro, lo que uno conoce, que lo bueno por
conocer.
En los últimos tramos del libro que organiza sus memorias continúa
la evaluación de ese período y culmina con un último párrafo en el
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