Persistencia Historica Del Derecho Romano PDF
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1. VALORACIÓN ACTUAL
1. Vid. una acertada exposición del problema por FUENTESECA, Crisis y pers-
pectivas en el estudio del Derecho romano, en RDN, 7 (195.5) 183 ss.
6 Jesús Burillo Loshuertos
por todos, pero descuidado por parte de bastantes cultivadores del dere-
cho moderno y de la teoría general del derecho, hasta el punto de q u e
en algunos países el Derecho romano ha desaparecido de las Facultades
de Jurisprudencia por traslado a las de Letras para ser cultivado junto
a la historia y la literatura romanas (2), perdiendo de vista que aunque el
Derecho romano no puede prescindir .del rigor histórico-crítico de las
ciencias de la Antigüedad, debe seguir sirviendo sin embargo para la for-
Oíación de los juristas prácticos, exigencias ambas no incompatibles, ya
que, en la consideración histórica del Derecho romano mantenida desde
el punto de vista del jurista se puede conseguir una visión de las institu-
ciones que permite desprenderse de las limitaciones del positivismo jurí-
dico, inútil más allá de la ley impuesta por el poder público, a la vez q u e
instruye para afrontar con dominio las inevitables tiansformaciones del
derecho actual (3).
El remedio propuesto por el mismo Koschaker no es más que un inefi-"
cíente paliativo que consistiría en "actualizar" la enseñanza romanística
reduciendo las lecciones de Derecho romano a exponer únicamente aque-
llos tópicos de derecho privado que pueden ser interesantes todavía por
su vigencia en los derechos actuales.
La segunda crisis a que hace referencia Fuenteseca fue una crisis de
método, hoy bastante superada. Consistió en la lucha entre dos tenden-
cias encabezada la una por Riccobono y la otra por Albertario, princi-
palmente. Ellos fueron los dos "campeones" del m u n d o romanístico ita-
liano durante un cierto tiempo. Su desinteresada rivalidad de maestros
alcanzó famosas cumbres episódicas. Después de la jubilación de Ricco-
bono queda sólo Albertario y, durante años, su principatus fue indiscu-
tido (4). Uno y otro tenían su parte de razón, pero la balanza se inclinó,
como era de esperar, en favor de la tendencia histórica-crítica. La actitud
de Riccobono sirvió de contrapeso a los excesos de la crítica, pero tam-
bién puso d e relieve q u e las posiciones radicalmente anticríticas carecían
de base suficiente. "Si no se resuelven todos los problemas de las fuentes
con atribuir a los compiladores toda una labor renovadora, perceptible a
través de la crítica de interpelaciones, tampoco se resuelven con señalar
una línea evolutiva de la jurisprudencia cuyos perfiles exactos se descono-
cen" (5). Kaser ha aclarado últimamente aún más estos problemas (6).
Quizá sea equívoco hablar de crisis del Derecho romano, como dice
Guarino (7), "pero si se quiere hablar de ella, debería decirse que tuvo
principio, precisamente, cuando descompuesta la organización política
romana, se pretendió en Europa continuar viviendo según el Derecho ro-
mano, que vino a quedar progresiva e inevitablemente contaminado. Hoy,
por consiguiente, que el usus modernus Fandectanun ha desaparecido, la
crisis del Derecho romano existe menos que nunca".
Ciertamente la crisis, al menos científica, del Derecho romano puede
negarse. "No cabe hablar de crisis del Derecho romano porque no se han
agotado sus esencias y posibilidades, ni tampoco de crisis de los estudios
romanísticos, porque éstos florecen actualmente en los más varios lugares
y latitudes", como expresa Iglesias (8). Lo que una ciencia precisa para
subsistir no es interés del gran público en sus resultados, sino el interés
intrínseco de sus problemas y el continuo renovarse de sus cultivadores,
condiciones que hoy nadie se atreverá a poner en duda respecto al Dere-
cho romano. Por lo tanto, si la decadencia del interés del hombre de la
calle o de los autores de derecho moderno hacia el Derecho romano de-
biera considerarse como síntoma de una crisis del mismo, es evidente que
el doblegarse a tales gustos por parte de los romanistas y ponerse a escri-
bir capítulos introductorios de carácter histórico a las monografías de de-
recho moderno, acabaría convirtiendo su actividad en algo ramplón, este-
reotipado e imposible de larga persistencia.
La ciencia del Derecho romano no puede ni debe estar sometida a las
limitaciones del oportunismo y ha de luchar por su autonomía y su liber-
tad para afrontar los problemas que se le presenten, porque la ciencia
sólo vive si renace pujante cada momento en los problemas, en los méto-
dos, en las soluciones; está mvierta, en cambio, si se repite en el confor-
mismo.
Si el Derecho romano fuera olvidado en el estudio del derecho mo-
derno, habría llegado el momento de hablar de crisis, pero no del Dere-
cho romano, sino de la conciencia jurídica moderna.
Los remedios propuestos para superar la actual crisis jurídica moderna
como el derecho comparado, la fundación de una ciencia universal del
derecho, la unificación jurídica, etc., son ineficaces. Un medio eficaz sería
el retorno a la raíz común, a la fuente de los ordenamientos modernos, al
Derecho romano, ya que en su estudio existe algo más importante que
una mera técnica jurídica, un instrumento de trabajo o una posible orien-
tación legislativa. La disciplina, el hábito mental que el jurista consigue
mediante el esfuerzo de ponerse en contacto con un mundo jurídicamente
pretación con fines pragmáticos, sino como trozos apreciables para re-
construir una realidad pretérita.
Coetánea al Humanismo fue la recepción del Derecho romano en
Alemania como derecho vigente, y como tal cultivado, no sin contamina-
ciones modernas lo que dio lugar al usus modernus Fandectarum, al "De-
recho romano actual".
Con el derecho natural racionalista del siglo de las luces, los estudios
de Derecho romano sufrieron un descalabro, y no fue olvidado gracias a
su vigencia en Alemania. Iniciado el XIX, la Escuela histórica, obediente
al impulso vivificador del genial jurista Savigny, provoca un floreciente
resurgimiento del Derecho romano sufrieron un descalabro, y no fue ol-
vidado gracias a su vigencia en Alemania. Iniciado el XIX, la Escuela
histórica, obediente al impulso vivificador del genial jurista Savigny, pro-
voca un floreciente resurgimiento del Derecho romano y retrasa un siglo
'la codificación produciendo estudios dogmáticos elaborando con inten-
sidad el Derecho romano común, por una parte, e históricos por otra.
El estudio del desarrollo orgánico del Derecho romano, así como las
elaboraciones dogmáticas dieron paso ya a finales del XIX a una nueva
ruta crítica iniciada por Alibrandi, y en el s. XX el Derecho romano ad-
quiere un carácter histórico y tiene lugar una ilustre floración de roma-
nistas cuyos trabajos enlazan la tendencia del Humanismo renacentista,
que por haber arraigado especialmente en las escuelas francesas recibe
el nombre de mos gallicus, con los modernos métodos de las ciencias de
la Antigüedad.
En las páginas siguientes intentamos exponer a grandes rasgos el De-
recho romano vivido en Roma y su vivificadora persistencia hasta nues-
tros días.
La expresión Derecho romano, abstracción paradigmática para indicar
más de ti'ece siglos de historia, puede entenderse diversamente. Puede
indicar el derecho formado en las distintas épocas de la historia de Roma
hasta la compilación justinianea, pero también puede indicar éste en el
desarrollo posterior que influenció la vida medieval y moderna, determi-
nando en gran medida el derecho de casi todas las naciones occidentales
hasta la formación de las codificaciones que siguieron el ejemplo del
Code Civil de Napoleón y en Alemania hasta el 1900. De ahí las expresio-
nes Derecho romano. Derecho justinianeo. Derecho común (14).
En el Derecho romano prejustinianeo conviene distinguir una perio-
dificación que separe épocas determinadas por cambios en el derecho de-
bidos a acontecimientos políticos y transformaciones económico-sociales.
El primer período es el llamado del derecho arcaico que abarca desde
21. Sobre lo expuesto aquí vid. d'Ons, Elementos de Derecho privado roma-
no (1960) 31. Un importante trabajo, base de más amplias investigaciones futu-
ras acerca de los problemas a que nos referimos es el de GUALANDI, Legislazione
imperiale e giurisprudenza, 1-2 (1963). En él se encuentra un índice, de 315 pá-
ginas que contiene los fragmentos de los juristas clásicos que citan constitucio-
nes imperiales, ordenadas según la Palingenesia de Lenel. En el vol. 2 examina
Gualandi varios problemas determinados por el vol. 1.
Persistencia histórica del Derecho romano 15
23. Sobre este problema a partir de Diocleciano vid. LUZZATO rec. en lura,
13 (1962) 326 ss., a AMELOTTI, Da Diocleciano a Constantino. Note in tema di
costituzioni imperiaU, en SDHI, 27 (1961) 241 ss. Este estudio de Amelotti con-
tinúa y completa otro suyo. Per l'interpretazione della legislazione privatistica
di Diocleciano (1960).
Persistencia histórica del Derecho romano 17
3. PERSISTENCIA D E L D E R E C H O R O M A N O E N LA ALTA
EDAD MEDIA
39. WIEACKER, Europa und das romische Recht. Verborgenheit und Fort-
dauer. en Vom rómischen Recht (1961) 288 ss.
40. KANTOROWICZ, Studies in the Glossators of Román Law (1938); KUTTNER,
Zur neuesten Glossatorenforschung, en SDHI, 6 (1940) 275 ss.; ULLMANN, The
Mediecal Idea of Law as represented by Lucas de Penna (1946); CALASSO, Intro-
duzione al Diritto comune (1951). Sobre la prerrecepción en Alemania vid. COING,
La prerecezione in Germania, en ASD, 3-4 (1959-1960). Cfr. asimismo GIBERT,
Historia general del Derecho españoi (1968) 21 s.
22 Jesús Burillo Loshuertos
relieve por SAVIGNI, Geschichte des rómischen Rechts im Mittelalter 2, 1-8 (1850-
1851). Vid., asimismo CONRAT, Geschichte der Quellen und Literatur des rómis-
chen Rechts im friiheren Mittelaltter, 1 (1891); yiNOGRADOFF, Román Laxo in Me-
dieval Europe 2 (1929). Respecto a España últimamente SÁNCHEZ ALBORNOZ, Per-
vivencia y crisis de la tradición jurídica romana en la España goda, separata de
Settimane di studio del Centro Italiano di Studi suU'Alato Medioevo. IX. II pas-
sagio dair antichitá al medioevo In Occidente (1962). Sánchez Albornoz dice:
«La tradición romana pervive en España desde la caída del Imperio Romano
hasta hoy. Durante la época goda es todavía mu3' vivaz y llena toda la vida
hispana. Su perduración constituye después fuerza galvanizadora de la cris-
tiandad española en su pugna multisecular contra el Islam. Escindida Hispania
en dos comunidades, una musulmana y cristiana la otra, mientras la primera
miró durante centurias hacia Oriente, los cristianos tuvieron a Roma como uno
de los polos de sus emocionados y vigorizantes recuerdos, y con caídas y re-
surrecciones, la romanidad ha estado siempre presente en la Península», (p. 127).
«En la ordenación jurídica civil, penal y procesal también triunfan las huellas
del Derecho romano, especialmente las del llamado Derecho romano vulgar;
mejor sería denominarlo postclásico. Son evidentes en las diversas leyes dicta-
das por los soberanos visigodos desde el Código de Eurico hasta el Liber ludi-
cíorum de Recesvinto» (p. 132). «Es incluso posible comprobar la supervivencia
de instituciones de abolengo romano después de la caída de la Monarquía visi-
goda» (p. 133). GiBERT, Historia general del Derecho español (1968) 21, escribe:
«El derecho romano y el derecho franco son los dos sones de la estructura jurí-
dica medieval». Y unos años antes, d'ORS, La territoriaUdad del Derecho de los
visigodos (1956) 106: «En realidad, aunque los visigodos conservaran algunas
instituciones propias, de carácter público y especialmente militar, recibieron sin
resistencia el derecho privado romano».
S't Jesús Burillo Loshuerlos
4. LA ESCUELA DE BOLONIA
Bulgarus os aurem
Martinus copia legum
Mens legum est Hugo
Jacobus id quod égo
pulo de Búlgaro y maestro del sintético Azo (m. 1230), surge la ilustre
figura de Acursio (1182-1260) discíjDulo de Azo, profesor en Bolonia, que
reelabora las glosas e interpretaciones de sus predecesores y contempo-
ráneos publicando la llamada Glossa ordinaria, Magna glossa o simple-
mente Glossa por antonomasia, a todo el Corpus en 1227, cuya autoridad
se equipara a la del texto y constituye el primer paso firme en la ciencia
jurídica italiana. El posterior mos italicus docendi consiste fundamental-
mente en un glosar la glosa, lo cual tuvo tal trascendencia que en Ale-
mania, después de la recepción, no tenían valor las partes no glosadas
del Corpus lo que se expresó a fines del s. XVII con la fase quos testas
non agnoscit glossa, nec agnoscit curia.
Colega de Acursio fue Odofredo (m. 1265) cuyas lecturae tienen más
interés histórico que jurídico.
Los glosadores fueron esencialmente exégetas del texto justiniano, es-
tudiado analíticamente bajo el aspectp práctico, escapándoseles la consi-
deración histórica (47), hasta el extremo de afirmar graecum est ergo non
legitiir. Las ocho operaciones de la exégesis se comprendían posteriormente
en un dístico:
5. LOS HUMANISTAS
Contra el bartolismo, que toma el texto romano como base de sus pro-
pias construcciones sin miramiento alguno por el carácter histórico de la
materia, se desarrolla a partir del Humanismo renacentista u n estudio del
Derecho romano de estilo distinto que, por haber arraigado especial-
mente en Jas escuelas francesas, recibe el nombre de mos gallictis en con-
traposición al mos italicus de los legistas seguidores de Bartolo. El H u m a -
nismo jurídico trata los textos romanos como piezas útiles para la recons-
trucción histórica del pasado romano, depurándolos de sus corrupciones
e integrándolos con otras piezas proporcionadas por la erudición de los
estudiosos de la Antigüedad (53).
Mientras en los comienzos del s. XIV el gran humanista Ciño de Pistola
puede incluirse todavía entre los comentaristas, aunque ya polemizó con-
tra el método jurídico entonces en boga, desde la mitad del s. XV toma
cuerpo la protesta de los humanistas frente a la fe en los textos de auto-
ridad, al método escolástico de enseñanza y al desprecio de las lenguas
clásicas por parte de la jurisprudencia. Encarnan esta actividad por vez
primera los no-jmistas, pero conocedores de las fuentes jurídicas romanas,
Lorenzo Valla y Angelo Poliziano en Italia (54), y algo después Antonio
de Nebrija en España (55). Lorenzo Valla puso al servicio de la jurispru-
dencia su vasta cultura filológica. Angelo Poliziano, colaciona en 1490, por
vez primera desde la época de los glosadores, la medio olvidada littera
Florentina, guardada celosamente por el gobierno como algo sacro, y con-
cibe el grandioso proyecto, fallido, d e una edición crítica del Corpus
luris. Antonio de Nebrija, publica entre otras muchas obras propias de u n
gramático, u n luris Civiliss Lexicón (1505) con la finalidad manifiesta d e
combatir errores lexicográficos tanto en el campo del derecho como en el
de las letras, diciendo él mismo que iba a tratar las cuestiones relativas al
derecho no como jurisperito sino como gramático.
53. Sobre las expresiones humanista (en italiano), studia humanitatis, hu-
manistisch, vid. RÜDIGER, Die Wiederentdeckvng der antiken Literatur im Zei-
talter.der Renaissance, en HUNGER y otros, Geschichte der TextüberUeferung der
antikéh und miUelatterlicherí Literatur, 1 (1961) 525 s. Cfr. también MAFFEI, Gli
inizi dell'umanesimo giuridico (1956).
54. KROLL, Historia de la filosofía clásica (1941) 106; 113.
55. ALSINA, apéndice a RIGHI, Historia de la filosofía clásica (1967) 244.
Persistencia histórica del Derecho romano 31
56. THIEME, Zasius und Freiburg, en WOLFF y otros, Aus der Geschichte der
Rechts -und Staatswissenschaften zu Freiburg i. B. (1957) 9 ss.
57. GÓMEZ PIÑAN, Antonio Agustín (1517-1586). Su significación en la ciencia
canónica, en AHDE, 5 (1928) 346-388. Gómez Piñán refiere unos artículos sobre
Antonio Agustín escritos por Pedro Sáinz Rodríguez en Revista de Filosofía y
Tjetras (Madrid 1914, 1915), de los que se limita a dar el título y lo mismo res-
pecto a MAYANS, Historia de la vida de Antonio Agustín, de la que Gómez Piñán
omite la fecha de publicación. Ni unos ni otra me han sido asequibles. DE ZU-
LUETA, Don Antonio Agustín (1939) es un librito de 48 páginas con gran acopio
de datos y lleno de sugerencias. Carecemos de un estudio crítico amplio sobre
esta eminente personalidad española.
152 Jesús Burillo Loshuertos
7. LA ESCUELA HISTÓRICA
63. GARCÍA GALLO, Manual de Historia del Derecho español, 1 (1959) 12.
61. KROLL, Historia de la filología clásica- (1941) 140 ss.; TOVAR, Lingüistica
y filología clásica. Su situación actual (1944) 23 ss.; RIGHI, Historia de la filolo-
gía clásica (1967) 143 ss.
6.5. RIGHI, Historia de la filología clásica (1967) 149; 173.
38 Jesús Burillo Loshunrtos
de accidentes pasajeros, sino como emanación del alma del pueblo, fra-
guados, para cada país y para cada época, en un lento proceso, bajo los
influjos de la raza, la historia, las condiciones económicas y las creencias
morales (73). Savigny enseña que el testimonio del pueblo es la fuente
auténtica de todo derecho, elemento integrante de su vida y de su cultura,
y por lo tanto, lo mismo que cualquier aspecto vital de los pueblos, está
sometido a movimiento y desarrollo siguiendo las leyes de su necesidad
íntima. Para Savigny el derecho crece con el pueblo, adquiere su confor-
mación simultáneamente con él y muere cuando el pueblo pierde sus pe-
culiaridades. Los juristas representan al pueblo en la función jurídica, ya
que la jurisprudencia es una creación del espíritu del pueblo y sólo puede
florecer mientras permanezca unida a la fuente originaria del derecho.
Quien primero emplea el término Volksgeist en la esfera jurídica es Thi-
baut, en 1814. Savigny entiende por pueblo no la realidad natural bioló-
gico-política de la nación histórica sino la individualidad ideal de una co-
munidad unida por experiencias culturales.
Savigny distingue entre el derecho surgido de una manera natural y
el derecho culto, elaborado, lo mismo que Herder había distinguido entre
una poesía natural y una poesía artística, y partiendo de la actuación con-
ijunta de este doble principio vital aclara todos los fenómenos posteriores.
Asigna a la legislación la tarea de suscribir el derecho consuetudinario
y decidir controversias y, por consiguiente, acepta la legislación que esta-
blece derecho ya vigente pero no la que lo muda y de ahí que juzgue
superfina una codificación mientias florezca la ciencia jurídica —la juris-
prudencia en el sentido romano de la palabra—, porque cree que el de-
recho no necesita las prescripciones expresas del poder público mientras
encuentre su desarrollo por caminos vivos, idea muy de acuerdo con el
tnodus operandi de la jurisprudencia romana (74). Para Savigny la base
la constituye el derecho "consuetudinario"; la ciencia jurídica y la legis-
lación son únicamente medios auxiliares u órganos; la codificación entierra
la tradición científica.
Por lo dicho se comprende que Savigny ve la solución de la insegu-
ridad jurídica en el empleo del método histórico, tal como lo desarrolla
en su monografía sobre la posesión. El XIX, siglo de las Ciencias histó-
ricas, señala a la historia la tarea de demostrar la continuidad del desarro-
llo del derecho, de purificarlo y protegerlo llegando a demostrarse que
muchas conquistas de épocas posteriores estaban cuajadas de sentido y
fundamentadas en el desarrollo de la vida popular, de tal manera que en
estas circunstancias se podría renunciar a un orden jurídico unitario.
8. LA P A N D E C T I S T I C A
9. HISTORICISMO CRITICO
97. BRUNS, Die Savigny-Stiftung, en ZSS, (1880) VI nota 1, dice que el Co-
legio de Abogados de Barcelona funda el 11 de julio de 1896 un Comité Savigny
relacionado con la Fundación Savigny erigida en 1863. El Comité catalán escribe
al curatorum de la Fundación en Berlín rogando se le considere como pertene-
ciente a la Fundación Savigny, aportando por vez primera 1.500 marcos al ca-
pital fundacional. El Colegio de Abogados aporta 1.000 reales, la Facultad de
Derecho 500, la Academia de Legislación y Jurisprudencia de 13arcelona 500, el
Colegio Notarial 500. El Comité de Barcelona solicita el 12 de septiembre de
1874 al curatorium de Berlín que se admitan en la Revista de la Fundación
Savigni trabajos en castellano. Según los estatutos se admitían únicamente en
latín, alemán, inglés, francés e italiano. Respondieron desde Berlín que la mo-
dificación de los estatutos era asunto complejo y con escasas posibilidades de
éxito. En 1880 no se había tenido ya más comunicación directa del Comité es-
pañol. Añade, no obstante, Bruns que, según informe del cónsul del Imperio
Alemán en Barcelona, el Comité de la Fundación Savigny trabaja ininterrumpi-
damente bajo la dirección del profesor Duran. Vid. una interesante biografía
de Bruns por DEGENKOLB, Karl George Bruns, sep. de Archiv für' die Civilistis-
che Praxis, 64 (1881).
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