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CRIMINOLOGIA

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UNIVERSIDAD ANDINA NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS


CARRERA ACADÉMICA DE DERECHO

INTRODUCCIÓN

Con el fin de aclarar la relación existente entre el lado físico y el lado moral del
individuo se realizaron numerosas investigaciones; que habrían sido inspiradas
al principio, con el convencimiento de que los trazos fisonómicos servían para
reconocer los caracteres psíquicos sobresalientes de las personas; es decir, el
modo de pensar y de sentir de cada individuo. Fruto de estas investigaciones
surgió la denominada fisionomística, cuyos principales exponentes fueron
Aristóteles, Sócrates, Galeno, entre otros; esta disciplina tuvo su apogeo en la
Edad media a través de las denominadas ciencias ocultas de la quiromancia,
podomancia, umbilicomancia y otras; las cuales pretendían reconocer el carácter
de las personas por las líneas de las manos, de los pies y hasta por el ombligo.

En el siglo XVIII, se desarrollaría la gran escuela de los fisionomistas, En él


se profundizó el concepto de la relación entre las partes de la cara: ojos, frente,
nariz, con otros caracteres individuales de la persona, poniendo en relieve la
importancia de la morfología, puesto que ésta pondría en relieve signos
reveladores de sentimientos individuales. Con posterioridad, en Italia surgiría la
denominada antropología criminal, en parte por la obra de Gaspar Virgilio, quien
en el año 1874 reconoció y afirmó la naturaleza morbosa del delito y la analogía
entre la criminalidad y la locura, por ser fenómenos desarrollados igualmente en
el campo de la degeneración; siendo el psiquiatra y médico legista italiano César
Lombroso, quien defiende en su teoría, la tendencia de los seres humanos a
reproducir los caracteres de remotos antepasados; según este planteamiento, se
concebía al tipo criminal como producto hereditario, ese legado ancestral
provocaría la presencia en el delincuente de propensiones del hombre primitivo
del que carecía el no delincuente.

La importancia de la teoría de Lombroso es más de carácter referencial e


histórico, porque marcó un hito precursor de la Criminología; pero hoy en día no
es posible pensar en la existencia de un delincuente natural o “nato”, por cuanto
el comportamiento humano se explica por una interrelación de factores.
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El intento de buscar un “tipo criminal” basándose en los estudios


constitucionalistas y biotipológicos fue importante para la criminología como
estudio del hombre y la criminalidad, pero no fue trascendental, puesto que los
delincuentes no pueden conformar un “tipo” que no sea el de los que no han
delinquido, aunque estudios como los de Kretschmer, Sheldon y otros, admitan
la evidencia de que los tipos anatómicos, con determinada morfología, influyen
en los caracteres somáticos propios, formándose tipos psíquicos y somato-
psíquicos, como veremos más adelante.

HERENCIA, BIOTIPOLOGIA Y SEXO COMO FACTOR DE CRIMINALIDAD

BIOLOGÍA Y GENÉTICA
La Medicina y la Biología han tenido mucha influencia en la Criminología; de
hecho, de acuerdo con el jurista colombiano Alfonso Reyes Echandia “las
corrientes positivistas buscaron ansiosamente la explicación del delito en
alteraciones orgánicas”. Por otra parte, la Genética es el estudio científico de
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cómo se transmiten los caracteres físicos, bioquímicos y de comportamiento de


padres a hijos.

En 1802, simultáneamente, De Lamarck y Reinhold considerados éstos como


“los Padres de la Biología” propusieron el término Biología para designar con él
según De Lille Borja “la ciencia que se ocupa de los seres vivos y de los
fenómenos que en ellos tiene lugar”.

Por ello se dice que la ciencia biológica trata de localizar e identificar en


alguna parte del cuerpo humano un factor patológico, disfunción o trastorno
orgánico que dé una explicación a la conducta delictiva. La localización que la
biología pretende establecer la lleva a cabo a través de una serie de
especialidades como la ciencia antropológica, biotipológica, endocrinóloga,
genética, neurofisiológica, bioquímica, etc.

Es importante destacar que esta visión es una de las más antiguas y sostiene
que la aparición de criminales es consecuencia de su constitución genética.
Aunque actualmente la pregunta se ha de responder no es tanto cuánto influye,
sino cómo lo hace. En dicho sentido diversos estudios sostienen que los genes
influyen en la motivación para la conducta criminal. Para demostrar su influencia
se han realizado diversos tipos de investigaciones centradas en los estudios de
familias, gemelos, de niños adoptados y el síndrome XYY.

Por otro lado las corrientes biológicas son las que mayor parecido tienen con
las ideas propuestas por Lombroso, ya que parten de que el delincuente es
distinto del no delincuente. Y es en este factor de diferenciación donde reside el
porqué del hecho criminal. Centra sus estudios en la búsqueda de un trastorno.
En 1961 se descubre una malformación cromosómica (XYY) y se cree haber
encontrado la causa de la criminalidad, sin dejar de tener en cuenta las
estructuras psicopatológicas de la criminalidad. A esto se le llama como el súper
hombre por su doble “Y”, así volvemos a Lombroso con su delincuente nato. No
se afirma que sea con seguridad la presencia de cromosomas criminales en
ciertos seres humanos, pero sí se puede afirmar sobre bases médicas y
estadísticas que determinadas personas nacen con ciertas enfermedades que
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entre otras características están las de violencia: esquizofrenia, autismo,


síndrome Down, entre otras. Lo referente a la influencia de la familia se verá en
el capítulo correspondiente al factor criminógeno familiar.

LA BIOTIPOLOGÍA CRIMINAL
Como se ha dicho con anterioridad, la biotipología criminal es la ciencia del
tipo humano, el cual es concebido como una unidad vital (biotipo), con varias
facetas: Morfología, fisiología y psicología; esta es una disciplina científica cuyas
precursoras fueron la fisonomía y la psicología; versa sobre el tipo humano
atendiendo al predominio de un órgano o función; su premisa es que existe una
correlación entre las características físicas del individuo y sus rasgos
psicológicos, entre el tipo somático o corporal y el tipo mental o temperamento.
La biotipología busca establecer correlaciones entre las formas corporales y el
temperamento, considerando que a determinada constitución somática
corresponden ciertos rasgos temperamentales y conductuales.

Escuelas Biotipológicas y constitucionales modernas son las siguientes:


A) La Escuela Francesa.

B) La Escuela Italiana.

C) La Escuela Alemana.

D) La Escuela Americana.

La Escuela francesa de Claudio Sigaud, la Escuela italiana iniciada por


De Giovanni y continuada por Viola, Barbara y Pende, realizaron estudios de
insuficiente valor que sólo tienen importancia histórica como se verá a
continuación; la orientación alemana de Kretschmer y del norteamericano
Sheldon son las más conocidas, pero han sido calificadas como una resultante
directa de la obra de Lombroso por la relación entre formas de cuerpo y
delincuencia; estas teorías no fueron fecundas pese al auge que tuvieron en la
primera mitad de nuestro siglo.

La Escuela Francesa.
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En la Escuela francesa destaca Claudio Sigaud (1862-1921), quien distinguía


cuatro “tipos” humanos según el sistema que predomine en los mismos
(respiratorio, digestivo, muscular y cerebral), sistemas que conectan a su vez,
con los cuatro medios principales (atmosférico, alimenticio, físico y social).

Cada “tipo” según Sigaud, tiene sus propias características: El tipo respiratorio
presenta tórax, cuello y nariz largos, senos de la cara desarrollados y particular
sensibilidad a los olores; el tipo digestivo presenta boca y maxilar inferior
grandes, ojos chicos y cuello corto, tórax ancho y abdomen desarrollados,
propios de individuos obesos; el tipo muscular presenta desarrollo armónico de
esqueleto y músculos; y el tipo cerebral, figura frágil y delicada, frente grande y
extremidades cortas.

La Escuela Italiana
Sobresalen en esta escuela: Pende, Viola y Barbara. Viola señala que la
constitución humana descansa en dos sistemas: el visceral y el de la vida de
relación (nervioso y muscular), de donde se extraen dos tipos: el brevilíneo y el
longilíneo.

En el tipo brevilíneo, el desarrollo del cuerpo es horizontal, el predominio del


sistema vegetativo produce individuos enérgicos y vitales. El tipo longilíneo
significa la prioridad de la vida de relación; por ello, son personas de mayor
estatura, tórax alargado y miembros largos, abúlicos y depresivos, con tendencia
a la introversión y a la fantasía.

Barbara, entiende que el tronco expresa la vida vegetativa, y las extremidades la


de relación; de donde resultarían dos tipos extremos y un tercero intermedio, con
sus correspondientes subtipos: el braquitipo (excedente, antagónico y
deficiente), el longitipo (con las mismas modalidades) y el normotipo
(macrosómico y microsómico).

Pende elabora su tipología considerando, también, factores endocrinológicos;


distingue el tipo longilíneo-esténico (individuos fuertes, delgados, con
hiperfunción de tiroides y suprarrenales), el longilíneo-asténico (débiles,
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delgados, de escaso desarrollo muscular e hipofunción de las suprarrenales), el


brevilíneo-asténico (fuertes, musculados, de reacciones lentas, con
hipotiroidismo y con hiperfunción de las suprarrenales) y el brevilíneo-asténico
(gordos, débiles, lentos de reacciones y con hipofunción de pituitaria y tiroides).

La Escuela Alemana
Ernest Kretschmer (1888-1964), es el máximo representante de esta escuela,
en su obra se propuso hallar las correlaciones entre la estructura somática y la
psíquica, es decir, comprobar si a determinados tipos somáticos corresponden
determinados tipos psíquicos y viceversa; decía que la afinidad entre la forma
corporal y el carácter solo puede demostrarse estadísticamente; y que si es
demostrable de esta manera basta para que tenga importancia biológico
criminal.

Kreschner elabora una doble clasificación tipológica, distingue, por una parte,
los tipos (constitucionales) leptosomático, el atlético, pícnico y displástico; y de
otra, el tipo esquizotímico, el ciclotímico, y el viscoso, estableciendo las
oportunas correlaciones e interdependencias.

El tipo leptosomático: cuerpo alargado y delgado, cabeza pequeña, nariz


puntiaguda (su representación gráfica es una línea vertical); el tipo atlético: gran
desarrollo del esqueleto y musculatura, tórax y cabeza grande (su
representación geométrica es una pirámide invertida); el tipo pícnico: Gran
desarrollo de las cavidades viscerales, abdomen prominente, cabeza redonda y
ancha, extremidades cortas y tendencia a la obesidad (representación circular);
y el tipo displástico: Que cuenta con características muy exageradas y son
individuos que no encajan en los tipos anteriores, con tres variantes o subtipos
(como el gigantismo, la obesidad o el infantilismo eunocoide).

Relacionando los tipos constitucionales anteriores con las correspondientes


características psicológicas, formula una segunda tipología: tipos
esquizotómicos, ciclotómicos y viscosos. Al tipo esquizotímico pertenecen los
individuos de constitución leptosómica y de temperamento introvertido; al tipo
ciclotómico le corresponde las personas extrovertidas, de constitución pícnica;
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aunque puedan oscilar de un extremo a otro, de la alegría a la tristeza; al tipo


viscoso le pertenecen los individuos de constitución atlética, que oscilan entre el
tipo leptosomático y el pícnico, por lo general pasivos, tranquilos.

En cuanto a las relaciones entre tipo y criminalidad, Kretschmer llega a la


conclusión de que los pícnicos arrojan los índices más bajos de delincuencia,
constituyéndose raras veces en delincuentes habituales; los leptosòmicos son
de difícil tratamiento y proclives a la reincidencia, siguiendo a los atléticos en
porcentajes de criminalidad; abundan entre estos los ladrones y estafadores; los
atléticos son violentos y representan los índices más altos de delincuencia.

A Kretschmer le corresponde el mérito histórico de haber iniciado las teorías


somatotípicas; pero su tesis se limita a resaltar la afinidad estadísticamente
comprobable entre constitución somática o corporal y rasgos caracterológicos-
temperamentales, sin pretensiones causales o etiológicas. Kretschmer rechazó
la hipótesis de un tipo somático delincuente.

A esta clasificación se le critica fundamentalmente, porque aun cuando


pueda demostrarse una limitada proporción en que se da una correspondencia
biológico-temperamental, los tipos no son útiles para describir a la mayoría de la
población normal, por lo que no es aceptable la existencia de una predestinación
constitucional.

La Escuela Americana.
En esta escuela deben destacarse los trabajos de William Sheldon y S.S.
Stevens; Sheldon mejoró considerablemente el soporte metodológico de las
teorías constitucionales, su enfoque e incluso su terminología tiene claras
connotaciones embriológicas. Elabora dos tipologías física y mental -rasgos
corporales y características temperamentales correspondientes-, según el
predominio del estrato en cuestión de los órganos o funciones que representa:
las vísceras digestivas (el endodermo), huesos, músculos, tendones, etc., del
sistema motor (el mesodermo), y el tejido nervioso, piel, etc., (el ectodermo).
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Endomorfo evidenciaría: vísceras digestivas pesadas y muy desarrolladas, con


estructura somática relativamente débil; bajo peso específico, tendencia a la
gordura, formas redondeadas, miembros cortos, piel con vello y suave.

Mesomorfo tendría un gran desarrollo de las estructuras somáticas (huesos,


músculo, tejido conjuntivo), alto peso específico, dureza, erecto, fuerte,
resistente, tronco grande, pecho consistente, de manos grandes.

Ectomorfo; presentaría un cuerpo frágil, alargado, delicado, con extremidades


largas y delgadas, músculos pobres, tórax chato, huesos poco consistentes y
finos, hombros caídos cara pequeña, nariz, afilada y pelo fino.

A cada tipo físico o corporal le corresponderían unos rasgos caracterológicos y


temperamentales propios de tres tipos respectivamente: el tipo viscerotónico, el
somatotónico y el cerebrotónico.

El tipo viscerotómico es endomorfo, cómodo, lento, glotón, sociable, cortés,


amable, tolerante, hogareño, extrovertido.

El somatotómico es mesomorfo, firme, aventurero, energético, atlético,


ambicioso, osado, valiente, agresivo, inestable, escrupuloso, estridente,
dinámico.

El cerebrotónico es ectomorfo, rígido, rápido, aprensivo, controlado, asocial,


desordenado, hipersensible, solitario, pleno de problemas de carácter funcional,
alergias, insomnios, sensible al ruido, introvertido, etc.

Para Sheldon hay predominio del componente mesomorfo en el grupo de


criminales en comparación con el resto de personas.

LA INSUFICIENCIA DE LA EXPLICACIÓN BIOLÓGICA DE LA


CRIMINALIDAD COMO TEORÍA
Como ya se ha explicado, en la actualidad se debe negar la existencia de un
“delincuente nato” o “predeterminado” por rasgos físicos o fisiológicos, sin excluir
la importancia que puedan tener los factores biológicos en la conducta desviada,
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no como un factor determinante o predisponente sino como coadyuvante en el


comportamiento desviado.

Tanto la antropología criminal como la biotipología buscaron encontrar un “tipo


criminal” basándose en los estudios de las formas corporales (tipo somático) y el
temperamento (tipo psíquico), a través de la observación y de la antropometría.
Actualmente, podemos sostener que una clasificación antropológica o de
“biotipos” humanos para explicar la criminalidad no es satisfactoria y es
desacertada, puesto que los individuos a menudo no se ajustan de manera clara
a una categoría específica, pudiendo exhibir rasgos de carácter propio de más
de un tipo de trastorno de la personalidad o pudiendo no pertenecer a ningún
tipo; los “tipos” no son útiles para describir a la mayoría de la población normal.
Con relación a ello, se debe señalar que gran parte de las investigaciones en las
que se basaron la antropología y biotipología criminal se realizaron en pequeños
grupos de personas, que representaban las esferas más humildes de la
sociedad, quienes son a su vez, los que en su mayoría nutren las cárceles; por
lo que fueron limitados los estudios que se llevaron a cabo respecto a las
correlaciones entre la constitución somática y los rasgos de la personalidad.

Si bien el resultado de las investigaciones realizadas por la antropología y


biotipología criminal parte de la observación y de la correlación de ciertos
hechos, tales resultados no significan una explicación criminológica del delito y
del delincuente; en primer lugar, los biotipos describen formas corporales que no
siempre son estáticas sino más bien dinámicas en función de la edad, nutrición,
salud, que varían con el desarrollo humano, lo que de hecho quita solidez a las
supuestas correlaciones entre constitución y temperamento; en segundo lugar,
se podría afirmar que estadísticamente los delincuentes pueden ser catalogados
en biotipos, ya que las personas que usualmente purgan condena en las cárceles
cuentan con biotipos similares, pero ello no explica una relación causal del
crimen, sino que la delincuencia surge, en su mayoría, en los sectores más
desfavorecidos de la sociedad; en tercer lugar, la explicación biotipológica de
carácter somático basado en las formas anatómicas, carecen de suficiente rigor
científico; así como hoy resultan absurdas las explicaciones del comportamiento
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moral del hombre por las formas externas del cráneo, así resulta sin suficiente
basamento científico explicar la criminalidad sobre formas corporales externas
del ser humano; sin embargo, no podemos dejar de reconocer que los “tipos
psicológicos” son en cierto modo temperamentos observables en la población.

El hecho de que se haya iniciado la investigación a través de la observación sólo


de delincuentes, por ser estos una minoría respecto de los que no delinquen, con
el propósito de encontrar rasgos o características que pareciesen diferenciarlos
de las demás personas, resulta erróneo porque se está concediendo un valor
exagerado a lo personal en el desarrollo del delito; la naturaleza del hombre y la
variedad de personalidades y caracteres que representan hace imposible todo
intento de clasificación ya que cada hombre es un ser único, y por lo tanto,
supone que cada delincuente es diferente de los demás; también porque esa
observación puede dejar de lado una amplia gama de comportamientos
delictivos que nada tienen que ver con alteraciones de la personalidad.

La Criminología no debe de preocuparse de dividir a las personas entre


delincuentes y no delincuentes para encasillar a los primeros conforme a
pretendidos rasgos diferenciales, pero tampoco puede darse el lujo de ignorar al
hombre que sigue siendo el protagonista del hecho social, ya sea reprochable
su conducta o no. La importancia que se le ha dado a la tipología ha sido
exagerada, esta teoría puede servir como guía o ayuda por medio de la
terminología establecida, pero ni directa ni aisladamente puede constituir la base
ni para decisiones absolutas ni de pronóstico. Su importancia para la
Criminología radica en su estímulo para ulteriores estudios sistemáticos de los
tipos de personalidades criminológicas, pero en base a ella no se puede
generalizar

LA CRIMINOLOGÍA Y EL SEXO.

El sexo posee una importante significación criminológica, hasta hoy el fenómeno


de la delincuencia femenina aparece como poco estudiado en la criminología
científica. La criminalidad femenina comparada con la masculinidad se sitúa muy
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por debajo de esta; la participación de la mujer en la suma total de crímenes


(criminalidad) es de un máximo 13%, de una sociedad dada.

Las estadísticas criminales en todas las latitudes y en todas las épocas coinciden
en que la participación de la mujer en el delito es escasa.

Quetelet, el creador de la estadística así lo afirmó, que la criminalidad de la mujer


era cinco veces menor que la de los hombres. En Venezuela sin embargo, en los
últimos años, por la creciente intervención de la mujer en la vida económica del
país, se ha incrementado la participación de la mujer en el área laboral; en el
área educativa la mujer tiene una presencia mayoritaria en nuestro país, vemos
como el 70% de la matrícula de los institutos de educación media, técnica y
superior está ocupado por la mujer. Esto también ha señalado un aumento de su
participación en la delincuencia y la masculinización de los delitos.

En el estudio de la criminalidad femenina, hay que tener presente que aún


cuando el hombre y la mujer sean iguales en cuanto a seres humanos, sus
esencias biológicas son distintas; y distintas sus manifestaciones a largo de la
vida. Desde la infancia comienzan a perfilarse en forma diferente los
comportamientos masculino y femenino, y es en la pubertad, con la aparición de
la función sexual cuando se dividen los caminos vitales que uno y otra habrán de
seguir.

Existe una corriente que sostiene que la diferencia estadística que sitúa a la
delincuencia femenina inferior a la masculina, se debe a ciertos factores:

Factores judiciales: las víctimas de delitos cometidos por mujeres no


reaccionan contra ellas, con la misma diligencia que suscita la delincuencia del
hombre. La policía no las persigue con igual empeño y rigor; en los tribunales es
absuelta con más facilidad, afirman.

Muchos sostienen que la cantidad de delitos cometidos por mujeres es más


elevada que las recogidas por las estadísticas, porque no se denuncia. Sostienen
que la mujer es gran instigadora, dada a la complicidad, al encubrimiento y al
ocultamiento de cosa provenientes del delito y que no es recogido por las
estadísticas. Pero la mayoría coincide en opinar que con todo lo que se pueda
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alegar, siempre la mujer delinque menos que el hombre, y que cuando lo hace,
causa un menor daño social

Antes de entrar en los factores biológicos, recordemos lo que enseña, la Ley


fundamental de los sexos, demostrando que el hombre y la mujer no son nunca
iguales. Las células femeninas y las masculinas son diferentes en sus dotaciones
cromosómicas. En la célula femenina todos los pares de cromosomas están
formados por dos elementos semejantes (XX), y la fórmula cromosómica
masculina es (XY).

Factores biológicos: los criminólogos de esta tendencia insisten en el menor vigor


físico de la mujer comparado al del hombre. Esto se traduce, en que la actividad
delictiva femenina no está orientada hacia los delitos violentos que requieren
fuerza, hacia la delincuencia muscular.

Lo fisiológico: la evolución fisiológica de la mujer se refleja en su delincuencia: la


pubertad, la menstruación, los embarazos, los partos y periodo post-parto, la pre
menopausia y la menopausia. Cada una de estas etapas presentan causas
provocadoras específicas: en la pubertad, se inicia un período de latencia
delictiva que se extiende hasta la menopausia.

Criminalidad específicamente femenina.

Existen delitos específicamente femeninos, delitos específicamente masculinos


y “neutros”, son los delitos que pueden cometer la una o el otro.

El delito de aborto: procurado, buscado, logrado por la mujer y el infanticidio: en


el que se revela el conflicto de la madre con el recién nacido.

El infanticidio y sus variedades: el puerperal que se asemeja a la enajenación


mental, ya que es cometido por la madre (recién parida), sin motivo lógico alguno
sólo bajo la acción de un estado patológico, como consecuencia del parto mismo.

Este tipo de delito nos recuerda el caso, en nuestro país, de la madre que dio a
luz en su casa y dio muerte a su hijo (infanticidio puerperal a consecuencia de
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tóxicos probablemente), y luego metió en un congelador, donde permaneció por


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cuatro meses, hasta que accidentalmente fue hallado y se procedió al


enjuiciamiento.

El infanticidio honoris causa, es el cometido por la mujer, para ocultar la deshonra


de quien concibió, soltera o casada. El infanticidio “honoris causa” por motivo de
horror a una concepción abominable (es el producto de una violación, de un
extraño o de su padre, son los casos que ha ocupado a Europa en el 2008, o de
un rapto).

Delitos que pueden ser cometidos por cualquiera -hombre o mujer- pero, que nos
interesa los que aparecen como más especialmente ligados a la delincuencia
femenina:

Delitos contra la propiedad:

Los hurtos: se sostuvo por algunos estudiosos que era más frecuente antes de
la menarquía, y durante la menstruación; los delitos en casa de familia por la
doméstica, por una visita, en almacenes, supermercados, también los que
realizan las prostitutas a sus clientes.

Las estafas y los fraudes junto con la apropiación indebida, son delitos que se
están denunciando (claro en niveles muy por debajo al cometido por los
hombres), pero lo que se ha denominado la masculinización del delito, debido al
tipo de preparación y de cargos que ocupa hoy la mujer. Entra en este tipo de
delitos (gerentes de empresas, directores, cajeras), el forjamiento de cheques.

Entre los delitos contra las personas: las lesiones y el homicidio, el medio
empleado con preferencia es el veneno y últimamente ha habido (pocos en
realidad, pero han causado honda conmoción y repudio), casos de conyugicidio,
donde la mujer aparece contratando a un tercero para eliminar al esposo con la
finalidad de venganza y de heredarlo, o para eliminar a la amante. Otro medio
usado últimamente para agredir o defenderse es el arma de fuego.

Otros delitos: los delitos del abandono de niños, y el delito de sevicia o de abuso
de los medios de corrección o de disciplina. Corrupción de menores; sustracción
de menores, la injuria y la calumnia, el falso testimonio, el encubrimiento, la
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instigación a delinquir, el adulterio.


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Delincuencia infanto-juvenil.

Por delincuencia juvenil debe entenderse, todos aquellos actos cometidos por
menores de 18 años, que cometido por un mayor (de 18 años), sería estimado
como delito.

El menor como ser en desarrollo, presenta características, problemas y


situaciones de índole especial, lo cual amerita la existencia de una singular
legislación que regule y dirija el estudio de su problemática.

El hombre en sus diferentes edades nos presenta interesantes aspectos. En este


tema, encontramos la fase etaria, puede ser un factor criminógeno, no el único,
y a la criminología le interesa además del estudio del sexo, masculino y femenino
-contenido del tema anterior- estudiar cronológicamente la fase etaria por la
cual atraviesa el hombre. El hombre desde su nacimiento hasta su muerte,
recorre una elipse vital, a través de una serie sucesiva de etapas que se ha
denominado, en interés del tema:

Infancia Pubertad

Adolescencia Adultez

Madurez y Vejez

Cada una de estas etapas, cumple en el hombre, ciertos períodos de años y en


cada una, muestras diversas facetas en ese proceso biológico, se nota, en el
tema de la personalidad en su proceso de formación, estructuración y
desarrollo.

En la etapa infantil, el hombre es ego centrista y tiene dificultad para distinguir


los planos objetivos del mundo circundante y subjetivo de su propio ser; la
pubertad, primera fase de la adolescencia, en la cual se producen las
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modificaciones propias del paso de la infancia a la edad adulta; la adolescencia


es la edad que sucede a la niñez y que transcurre, desde la pubertad hasta el
completo desarrollo del organismo. Es probablemente, el período de mayor
desequilibrio del hombre. Es el despertar a la sexualidad, que se le presenta
como una materialidad, su curiosidad a ese mundo de sensaciones, la falta de
capacidad de auto-crítica, su inestabilidad emocional (producto de su base
endocrina, de las hormonas). Todo este descontrol, que dura muchos años
(hasta los 25 años, según el comportamiento reflejado por las estadísticas, que
constantemente da a conocer la intensidad de la criminalidad para ambos sexos
entre los catorce y veinticinco años), revelan que en esta etapa, el hombre puede
tener un comportamiento disociador, es una etapa que se facilita, para el
comportamiento irregular, especialmente en lo que se refiere a la disciplina,
deserción escolar, rebeldía dentro del hogar, comete pequeños hurtos, consumo
de alcohol, drogas, pasando al tráfico.

Causa de los trastornos de la conducta juvenil- conducta criminal.

Factores biológicos, dependientes de la constitución orgánica y psíquica del niño


y los factores sociales, provenientes del medio en el cual se desarrolla y del cual
se nutre su personalidad.

Como causa de la delincuencia de niños y adolescentes se mencionan: el


alcoholismo, la adicción a las drogas, de ambos padres, antes de la concepción
y durante, y en caso de la madre durante el embarazo, se indica con frecuencia
como factores de anormalidades mentales y físicas (además de la desnutrición,
las taras provenientes de las enfermedades como rubiola, la sífilis, y otras
enfermedades venéreas, -se emplea para detectar esta tara el empleo de la
reacción de Wasserman-, citado por Cuello Calón). Se menciona también la
tuberculosis, una enfermedad que se creía controlada y/o extinguida, se dice que
es una nueva cepa resistente a los fármacos conocidos, y no sabemos con
seguridad la significación de otras enfermedades, en la disposición a la
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criminalidad del menor.


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El factor personal: congénito genético y el congénito no genético, patológicos


ambos. El primero podemos citar (examinado), cuando la información genética
está dañada por alteraciones del material genético dando origen al síndrome de
Down (trisonomía en el par 21), y los factores congénitos no genéticos –
patológicos- son aquellos que afectan inclusive al óvulo, al feto normal en el
curso del embarazo o en el momento del nacimiento; también el sufrimiento fetal
tanto en el embarazo como en el parto -la anoxia e hipoxia (anoxia, ausencia
total de oxígeno; hipoxia, disminución sensible del oxígeno que afecta al feto)-
que pueden producir retardo mental, en razón a la intensidad.

Factores posteriores al nacimiento: (englobado en los biológicos), la mala


nutrición y los maltratos físicos. La desnutrición es la manifestación de la pobreza
y hoy de la miseria en el mundo. (Más de mil trescientos millones de personas
están en pobreza crítica en el mundo, de los cuales el 70% son mujeres y niños).

Factores sociales o exógenos: en Venezuela, la constitución familiar es


deficiente, donde la figura del padre está casi siempre ausente, o es un
alcohólico o muy joven o es un padrote (padre biológico, de numerosos hijos de
distintas mujeres); la deserción escolar, el hacinamiento familiar en los ranchos,
viviendas sumamente precarias (techo de zinc); pobreza crítica; vivienda
estrecha e insalubre carecen de servicios, de cloacas, agua potable , energía
eléctrica, en las cuales viven padres e hijos en un solo ambiente, quizás
separado por cortinas (tela o sabanas)en el mejor de los casos (promiscuidad,
incesto, abusos deshonestos); el niño y/o joven, siente el abandono por parte de
la familia (la madre trabaja), y se lanzan a la calle; cuando no los abandonan,
ellos se van del hogar (vagabundeo), los llamados muchachos de la calle,
denominados así en Venezuela, pero los niños y jóvenes se encuentran en
condiciones parecidas en las calles en todas partes del mundo subdesarrollado,
tanto en América latina, como Filipinas.

El umbral delincuencial

Ahora bien, retomando la teoría de la “personalidad criminal”, tenemos que


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señalar que para la teoría del “paso al acto” (acting out) el crimen tiene una zona
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de tolerancia que denominan “umbral delincuencial” (término tomado de la


psicología de las sensaciones): el que una sensación sea percibida por un sujeto
no depende exclusivamente del estímulo externo, sino también de los llamados
umbrales absolutos inferior y superior; nuestro ojos, por ejemplo, no perciben ni
por debajo de las vibraciones rojas -infrarrojas- ni por encima de las vibraciones
violetas -ultravioletas-; igual ocurre con los oídos, los cuales no perciben sonidos
con menos de 16 ciclos/seg. ni por encima de 20.000 ciclos/seg… Pues bien,
desde el punto de vista criminológico el interés se ha puesto en el umbral inferior
(considerado más bajo en el delincuente que en el no delincuente) y sobre el
cual se ha montado la teoría del “umbral delincuencial”, el cual se mide por la
cantidad de estímulo criminógeno necesario para que un individuo concreto dé
el paso al acto delictivo.

El concepto de “umbral delincuencial” permitiría determinar la relación en que se


encuentran la situación externa y la personalidad del delincuente en el momento
del paso al acto. Se ha considerado como evidente la concurrencia de ambos
factores, puesto que, si el estímulo permanece constante, dependerá del umbral
individual el que un sujeto dé el paso al acto, en tanto que otro se mantenga en
la observancia de la ley; por el contrario, si el umbral permanece constante, será
la fuerza del estímulo la que decidirá el paso al acto.

Siendo así las cosas, desde el punto de vista de la Criminología Clínica, ésta se
ha preocupado por encontrar los factores de la personalidad que facilitan el paso
al acto al rebajar el umbral delincuencial; es decir, cuáles son los factores que
integran la denominada “personalidad criminal”.

A este propósito, se ha partido del supuesto de que el no delincuente posee


mecanismos inhibitorios suficientes ante el estímulo criminógeno, los cuales le
sirven de reductores o frenos que el impiden el paso al acto y lo mantienen dentro
de la ley. Estos frenos actuarían en dos momentos diferentes: al formarse la
decisión delictiva o al intentar la realización del delito; el primer caso representa
el común denominador de temor ante las consecuencias del delito y, el segundo,
se daría por la carencia de medios y/o cualidades para llevarlo a cabo.
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El delincuente, en cambio, es el negativo del cuadro anterior, o sea él carece en


mayor o menor grado de dichos reductores o frenos inhibitorios, por lo que su
umbral delincuencial es más bajo; así mismo, se supone en él unas ausencia de
temor a las consecuencias del delito que se ha denominada
“inintimidabilidad”, cualidad a la que puede juntarse la “nocividad”, condición que
se concreta cuando, además, posee los medios y cualidades para realizar el
delito.

El estado peligroso

Es obvio que para el Derecho Penal sólo entran en la categoría de los


“delincuentes” las personas que han sido condenadas por la perpetración de un
determinado delito. No obstante, a la Criminología no ha escapado la realidad de
que el reducido grupo de los condenados por la perpetración de delitos, en modo
alguno agota el mundo de los que viven del delito (hay quienes cometen delitos
con frecuencia, aunque tengan la habilidad de eludir temporal o definitivamente
la acción de la justicia penal). Es por esto que a la Criminología interesa el
estudio, tanto del sujeto que es “formalmente” delincuente (condenado por la
comisión de un delito), como el individuo que habiendo cometido un delito no ha
sido descubierto, y de aquel que, según todas las apariencias, está a punto de
delinquir (predelincuente). Los dos últimos, si se quiere, representarían un
peligro social mayor que el delincuente “formal”, porque, careciendo de
antecedentes pueden llevare a acabo sus acciones antisociales con mayor
libertad; por otra parte y en orden a la acción preventiva del Estado, por
conservar aún su fama y una serie de inhibiciones y valoraciones que en el
primero de ellos se suponen ya perdidas, ofrecen mayores posibilidades de
rescate.

Desde los comienzos de la Criminología se ha reflexionado sobre estos hechos.


Recuérdese que Enrico Ferri postuló que mejor que castigar es prevenir.

“Estado peligroso” es un concepto inicialmente propio de la psiquiatría (de uso


común en ella desde comienzos del siglo XIX). Desde 1878 Rafaelle Garofalo
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comenzó a usar dicho concepto en relación al delincuente (Pinatel, 1974), pero


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él habla primero de “temibilidad” (hoy denominada “capacidad criminal”), a la cual


definió como “la perversidad constante y activa de un delincuente o la cantidad
de mal que puede temerse del mismo”; es decir, la tensión interna delictiva, la
potencia delincuencial de un sujeto, lo que es capaz de dar de sí su personalidad
concreta en el campo delictivo; concepto que posteriormente se complementa
con el de “adaptabilidad social”, dejando así señalados el concepto criminológico
de “estado peligroso” y sus componentes.

Resumiendo, el “estado peligroso” tiene dos componentes:

La capacidad criminal o “potencial delictivo individual”, que depende de la


personalidad del sujeto (aplicación de la personalidad al delito).

Según algunos autores es entendida como la entrega de su cuerpo, que con


fines de lucro, realiza periódicamente una mujer a un número indeterminado de
hombres.

Tipos de prostitución atendiendo al sujeto que la ejerce:

La tradicional la ejercida por la mujer para el hombre, que es su cliente, en el


comercio carnal (a un número indeterminado de clientes).

La ejercida por el hombre, para la mujer, el “boom” del sexo pago para mujeres
solas (amas de casa, profesionales, viudas).

La prostitución ejercida por el hombre- travesti- también el homosexual para


clientes hombre.

La ejercida por el hombre muy joven para el hombre cliente, esta modalidad, en
la que los jóvenes, muy jóvenes conceden su vigor, realizando para su cliente el
acto viril y el cliente se comporta en su rol pasivo (de mujer).

Drogadicción
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La drogadicción es una enfermedad que consiste en la dependencia de


sustancias que afectan el sistema nervioso central y las funciones cerebrales,
produciendo alteraciones en el comportamiento, la percepción, el juicio y las
emociones. Los efectos de las drogas son diversos, dependiendo del tipo de
droga y la cantidad o frecuencia con la que se consume. Pueden producir
alucinaciones, intensificar o entorpecer los sentidos, provocar sensaciones de
euforia o desesperación. Algunas drogas pueden incluso llevar a la locura o la
muerte.

La dependencia producida por las drogas puede ser de dos tipos:

Dependencia física: El organismo se vuelve necesitado de las drogas, tal es así


que cuando se interrumpe el consumo sobrevienen fuertes trastornos
fisiológicos, lo que se conoce como síndrome de abstinencia.

Dependencia psíquica: Es el estado de euforia que se siente cuando se consume


droga, y que lleva a buscar nuevamente el consumo para evitar el malestar u
obtener placer. El individuo siente una imperiosa necesidad de consumir droga,
y experimenta un desplome emocional cuando no la consigue.

Deserción escolar:

Factor motivado por varios elementos tanto internos como externos, por ejemplo
externos: presiones económicas, influencia negativa de padres, amigos,
familiares, maestros, complejidad de las materias.

La deserción escolar es el último eslabón en la cadena del fracaso escolar. Antes


de esto posiblemente quedó repitiendo, con lo que se alargó su trayecto escolar.

Esto bajó su autoestima y comenzó a perder la esperanza en la educación. En


consecuencia, para comprender el punto final de la deserción, se debe analizar
más detenidamente el comienzo del problema de repetir. Ella es la mayor causa
de deserción escolar, un repitiente tiene alrededor de un 20% más de
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probabilidades de abandonar el sistema escolar.


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La deserción o abandono de los estudios afecta mayoritariamente a los sectores


pobres y a la población rural. Lo cual ocurre con frecuencia alrededor de los 10
años, edad en la cual los niños/as comienzan a trabajar; sin embargo, en
diversos centros educativos se aprecia mayor deserción en los primeros niveles.

La mendicidad:

La mendicidad es un “problema” que se encuentra en cualquier tipo de sociedad,


aunque para muchos se diga es la más perfecta, esta siempre tendrá alguna
personas que lastimosamente no tiene los medios suficientes para satisfacer sus
necesidades básicas.

Aunque seguramente si eres un poco “vivo” vas a estar pensando seguramente


en la cantidad de personas que van a pedir dinero en las calles a pesar de que
no lo necesiten para nada.

Este es uno de los problemas más grandes que ocurren en nuestro país ya que
ciertos personajes salen a las calles todos los días a pedir algunas monedas, y
si les hacemos alguna buena investigación son personas que poseen un buen
carro, y una vida en la que no necesitan hacer este tipo de cosas.

Se podría deducir de lo anterior que lo hacen por deporte, haciendo que


personas necesitadas de esa ayuda que pocos dan sea dada de mala gana en
ciertos casos, y prácticamente siempre con un sentimiento de culpa.

Por otro lado existen los reconocidos consumidores de psicoactivos o droga, los
cuales se podría decir que son unos maestros a la hora de pedir una limosna, su
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poder de la palabra y de molestar a la persona son increíbles, porque


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prácticamente siempre sus trucos les salen tal cual lo esperan consiguiendo la
moneda por la que tanto trabajaron.

Integrativismo

Pedro R. David es un sociólogo y criminólogo argentino a quien, como tal, le ha


preocupado la relación entre el Derecho y las ciencias sociales, específicamente
en referencia a la América Latina. Esta inquietud lo llevó a visitar las facultades
de Derecho de Sur y Centro América, donde encontró que la preparación de los
profesionales del Derecho está centrada en el Derecho codificado y que, en la
enseñanza de la sociología se ha abandonado el análisis de la vida jurídica,
cuestión ésta que considera de trascendental importancia en los tiempos que
vivimos para que el Derecho cumpla su función social. Todo esto - según afirma-
ha conducido en América Latina al divorcio de la realidad y el Derecho, con las
lamentables consecuencias de violencia y rebeldía que la caracterizan.

Su conclusión es que el énfasis que se ha puesto sobre el análisis de la norma


jurídica, sobre lo dado en la legislación, ha determinado el abandono del valor
jurídico y del hecho, que son condiciones de la realidad en la cual vive el
Derecho, necesarias para la elaboración de las síntesis de la estructura social y
de la regulación jurídica.

Ningún unilateralismo (centrado en la norma, en el valor o en el hecho) - enseña


David- es deseable, porque ello entraña una desarticulación que impide la
captación del Derecho en su unidad existencial, pues en la conducta plenaria del
hombre, la norma, el valor y el hecho se muestran siempre indisolublemente
unidos. Derecho no lo es tan sólo el del Código, sino también el que “vive” en la
conducta concreta: el que está en el proceso de socialización de las familiar, de
las escuelas y de la vida humana en general.
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Pero, esto no ocurre en América Latina, donde el sistema jurídico adolece de


fallas estructurales, pues en la elaboración de los códigos no se han tomado en
cuenta las condiciones de la realidad, que es la realidad de los códigos y la
realidad social histórica de la sociedad juntos (en América Latina, la inmensa
mayoría de las legislaciones son calcos impecables de otras doctrinas y
legislaciones extrañas, lo cual significa: otras culturas, otras historias, otras
estructuras socioeconómicas, otros hombres y otros grupos).

Es sobre la base de esta realidad que surge la perspectiva filosófico jurídica y


sociológica integrativista propuesta por el profesor Pedro David como orientación
dirigida a superar las consecuencias negativas de los unilateralismos, los cuales
conspiran contra la síntesis de la norma, el valor y el hecho o conducta; síntesis
creadora de la justicia, que es el Derecho auténtico. De modo, pues, que la
solución consiste -afirma- en visualizar la vida del Derecho (el fenómeno jurídico)
en una síntesis unificadora y viable del positivismo jurídico,

concepción valorativa del “Derecho natural” y la perspectiva fáctica de lo jurídico


conocida como “sociologismo jurídico

De aquí que Pedro David, en esta perspectiva (integrativismo), entienda que “el
derecho es siempre una conducta que expresa normas, que realiza valores, y
que en caso de desviación de esas normas y de esos valores, es y debe ser
penada con sanciones” (David 1979). El derecho adecuado no está en la
importación de fórmulas (en la normación jurídica), en el Derecho de los códigos,
sino fundamentalmente en aquel que es vivido por una sociedad (derecho
viviente). De no ser así, una gran parte de sus integrantes vive marginada de su
derecho, como ocurre en Argentina –su país- y Latinoamérica, en general; no
sólo porque se adopten normas foráneas, sino también por circunstancias
históricas internas que tienen que ver con las posibilidades que ciertos sectores
de un país tienen, o no, de realizar los valores y las normas que los códigos
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establecen; es decir, “un derecho necesita primero y principalmente interpretar


las normas de un país determinado, los valores de un país determinado, ser
expresión de una circunstancia histórica concreta, y sobre todo hacer justicia
social mayoritaria”; no justicia para minorías o para sectores que controlan el
poder.

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CONCLUSIONES.
La relación entre los cambios del cuerpo, las enfermedades corporales, las
enfermedades mentales y la criminalidad; se basan, en parte a los procesos
biológicos entre los que se distinguen ciertos factores que influyen en el
desarrollo anormal de una persona. La Criminología nace con el estudio de las
causas de la criminalidad, primeramente comienza con el biologismo que le
atribuyeron Darwin y Lombroso, posición que permaneció fuerte durante más de
cinco décadas, posteriormente pasó al psicologismo y a la psiquiatrización al
considerar al sujeto criminal como un sujeto trastornado, pasados los años, la
nueva corriente fue la del sociologismo, pero en la actualidad, la tendencia es
multifactorial, aunque se ha abandonado en mucho la perspectiva de nacimiento
de la Criminología. Por lo anterior, es necesario conocer de éstos distintos
enfoques para que el Criminólogo se oriente por alguno de éstos o considere a
todos para el entendimiento causal de la criminalidad, el caso que aquí ocupa es
el de la Genética, la Biología y la Endocrinología.

Cualquier referencia a factores biológicos ha sido calificada de lombrosiana e


inadmisible por ello es necesario en la actualidad buscar explicaciones
multifactoriales a la conducta delictiva. Es bien sabido que el comportamiento
humano, no está determinado por las condiciones biológicas, pero no podemos
rechazar los factores que son inherentes a todos los seres humanos.

Muchas han sido las teorías realizadas a lo largo de la historia que han
intentado averiguar el origen y las causas de la delincuencia. Los estudios
muestran que no nos podemos quedar con una sola teoría explicativa sino más
bien con un compendio de ellas; lo que llevaría a confeccionar un modelo
explicativo biopsicosocial de la conducta antisocial, dentro de la interacción
individuo-ambiente. Por tal razón cada uno de los acercamientos aquí descritos
para explicar la delincuencia se complementan entre sí para tener una imagen
más completa del fenómeno de la delincuencia, abordando los múltiples factores
involucrados en la génesis de la misma.

Es relevante mencionar que otros estudios han señalado la relación de factores


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sociales, culturales, históricos, económicos y políticos con la delincuencia y la


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criminalidad. Dentro de las aportaciones biológicas más destacadas están las de


Lombroso (delincuente nato), Garófalo (deficiencia psíquica o moral) y Goring o
Hooton (primera corriente biológica de la historia). Según las posturas
antibiológicas más radicales, si un delincuente sólo responde a un modelo
etiológico de carácter genético, sólo sería posible modificar su conducta
mediante procedimientos farmacológicos o quirúrgicos, o el aislamiento de éstos
durante largos periodos de tiempo

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BIBLIOGRAFIA

- SANCHEZ, Luis “Cesare Lombroso El Padre De La Criminología


Científica”, 2013. http://sanchezlm.wordpress.com/2013/02/27/cesare-
lombroso-el-padre-de-la-criminologia-cientifica/ Consulta: 21 Abril de
2014.
- SOLIS ESPINOZA, Alejandro: “Criminología: Panorama
contemporáneo”, Lima, 1988. Pág. 119.

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