Jaramillo
Jaramillo
Jaramillo
Y PROYECTO
NACIONAL
Ana Jaramillo
1
Introducción
2
En el quinto capítulo “Del anhelo a la volición” nos referimos a la necesidad de
una reforma universitaria que atienda a su misión protagónica para un proyecto
nacional. Para ello, como dice Ortega y Gasset, no basta con desearla, sino que hace
falta quererla de verdad, para revertir el aislamiento que todos han criticado de la
universidad con respecto a la sociedad.
3
LA FUNCIÓN DE LA UNIVERSIDAD EN LA HISTORIA ARGENTINA
Algunas de las críticas y definiciones que se hicieron acerca del papel que
deberían cumplir nuestras universidades públicas siguen siendo una expresión de
deseos.
1
José Vasconcelos: Discurso de Asunción como Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México
el 9 de junio de 1920.
2
Sarmiento, Domingo Faustino: Facundo, Centro Editor de América Latina, Bs.As, 1973.
4
“La Revolución de 1810 encontró en Córdoba un oído cerrado al mismo tiempo
que las provincias todas respondían a un tiempo al grito de ¡a las armas! ¡a la
libertad!”.
3
En Genovesi, Alfredo: La reforma universitaria, Ediciones Mariátegui, Lanús, 2003.
4
“Reformar la reforma” en revista Espacios de crítica y producción, Fac. Filosofía y Letras, UBA,
Bs.As., 1998.
5
F.O.R.J.A. y el Problema universitario, en Publicaciones de F.O.R.J.A., colección Folletos N 2
6
Ibidem
5
para servir a su felicidad y su grandeza, estamos viendo que la ciencia también está en
manos de malvados. Lo que nosotros queremos, en esta nueva Argentina, es que la
ciencia y la cultura sean del pueblo y que el pueblo esté formado por hombres que
amen a los hombres y que no preparen su destrucción y desgracia”7.
Continúa diciendo: “El hecho de que una institución sea autónoma o autárquica
no implica necesariamente que sea democrática, porque son términos que no guardan
relación. Como tampoco el carácter democrático se adquiere por la circunstancia de
que la elección se hace por y entre un círculo cerrado o entre una clase determinada, el
sistema lejos de ser democrático, resultará aristocrático, plutocrático, teocrático y en
términos generales, oligárquico. La universidad debe estar al servicio de las grandes
causas nacionales”8.
La revista Qué sucedió en siete días concluye su artículo sobre el debate por la
ley de 1956 que permitía que la iniciativa privada pudiera crear y desarrollar
universidades diciendo “…cualquiera que sea el sesgo que tome el proceso cultural en
marcha, no hay duda que el objetivo primero de las casas de cultura superior -privadas
o estatales- debe ser el redescubrimiento del país. Todas las tendencias, como se ha
visto, propenden a interpretar las necesidades nacionales (...) A los institutos
superiores les toca plantearse a la Argentina como problema que hay que resolver
sobre el terreno, sobre todo el terreno que figura en las cartas geográficas”11.
Ese mismo año, José Ingenieros sostiene refiriéndose a que los cambios sociales
suelen coincidir con variaciones del pensamiento colectivo, que para la Universidad
ningún problema vital debería serle indiferente, y debe ser una escuela de acción social,
adaptada a su medio y a su tiempo12. Para él cada sociedad, en cada época engendra
“sistemas de ideas generales” que influyen de manera homogénea sobre la conciencia
7
Puiggrós, Rodolfo: La Universidad del Pueblo, Editorial Crisis, Bs.As., 1974.
8
Ibidem.
9
Ver anexo
10
Revista Qué sucedió en siete días, Año 2, Nº 72, Bs. As,1956.
11
Ibidem.
12
Ingenieros, José: La universidad del porvenir, Inquietud, Bs.As, 1956
6
colectiva y son aplicados a la solución de los problemas que más vitalmente la
interesan”13.
13
ibidem
14
ibidem
15
ibidem
16
ibidem
17
ibidem
7
ocasiones anticiparse a ellas”. Sin embargo, “en lugar de ser factor consciente de
aceleración del cambio de las estructuras sociales, la universidad adoptó por lo
general una actitud pasiva, de mero espectador”18.
Tercero: Enlazar el trabajo teórico con las actividades en los distintos establecimientos
tales como YPF, las grandes industrias, los hospitales. Al respecto propender a la
formación de institutos afines y complementarios con criterio de integración de la
universidad; cooperar con la industria privada y renunciar al monopolio estatal de la
enseñanza para promover una profusa competencia.
18
Frondizi, Risieri: La universidad en un mundo de tensiones, Eudeba, Bs.As., 2005.
19
Ibidem.
8
como la manera de integrar nuestra cultura en la cultura universal al revés de lo que
actualmente ocurre, que los alumnos son educados en la idea de que nuestra historia y
nuestro arte son insignificantes y que lo único verdaderamente significativo se produce
en otros pueblos, de cuyas culturas debemos ser repetidores; dividir el país en regiones
universitarias adecuadas al desarrollo económico social integrándolas en un plan
nacional”20.
En 1958, Pedro Vallejos explicita las misiones que la universidad argentina debe
asumir: “Debe cumplir con los objetivos fundamentales tratando de aproximarse a la
concepción de la universidad ideal, o sea, a) formar hombres cultos, b) buenos
profesionales, c) hombres aptos para la investigación científica. Segundo: adecuarse a
las necesidades del país y estar plenamente identificada con el destino nacional en la
lucha contra el coloniaje y el sometimiento, enalteciendo la psicología del pueblo que
es el verdadero constructor de la historia. Tercero: debe formar del joven un hombre, y
del universitario, un argentino con auténtica sensibilidad nativa, para que actúe fuera
de los claustros o dentro de ellos con sentido social al servicio del pueblo y de la
Nación”. El análisis de Vallejos no difiere de lo que venimos planteando, ya que
considera que la crisis de la universidad se resolverá “cuando las universidades den
soluciones para los diversos problemas económico sociales de la Nación y abandonen
la enseñanza puramente teórica o formalista de sus disciplinas. (...) cuando ésta se
ponga a tono y esté firmemente dispuesta para servir a la Nación, cuando se deje de
enseñar ignorancias, como diría Jauretche” 21.
En 1963, Rolando García también sostenía “...No queremos una universidad que
sea símbolo de privilegio, instrumento refinado de explotación... Queremos una
universidad que sea el laboratorio donde los problemas que afectan al país se estudien
a conciencia en búsqueda desinteresada de solucionar”24.
20
Frigerio, Rogelio: “La universidad debe convertirse en la palanca del progreso nacional”, en revista
Qué sucedió en siete días, Nº 112, 1957.
21
Vallejos, Pedro: “Una Universidad para el País” en revista Qué sucedió en siete días, Nº 186, Junio
1958.
22
Agosti, Héctor: Nación y Cultura, CEDAL, Bs.As, 1982.
23
Citado en A.Ciria, H. Sanguinetti: Los reformistas, Ed. Jorge Alvarez, Bs.As.,1968
24
Ibidem.
9
Por otra parte, en las Pautas Programáticas del Frente Justicialista de
Liberación en 1973 se explicita que “El sistema educativo es el resultado de un sistema
político y socioeconómico, que a su vez se apoya en un conjunto de valores y creencias,
en una concepción del hombre, de la vida y del universo compartido por la sociedad.
No existe ni ha existido nunca una educación autónoma y neutra, aislada del contexto
social que la rodea e independiente de los objetivos políticos de la Nación o, en los
casos de flagrante colonialismo cultural, de las potencias dominantes. Aspiramos a una
universidad abierta, sin limitaciones fundadas en la condición socioeconómica de los
estudiantes, y que contribuya activa y eficazmente a las luchas por la liberación
nacional”.
“Una universidad popular es la que mira hacia adentro del país y hacia
Latinoamérica, no hacia modelos extranjeros, ya sean ingleses, franceses o rusos. Es la
universidad puesta al servicio de la realidad nacional. Lo que nosotros pretendemos es
que la ciencia, la técnica, la filosofía y el arte sean reinterpretados y puestos al servicio
del ser nacional”. La universidad debe cumplir su misión de manera situada: “La
universidad no puede ser un islote, tiene que estar comprometida con los objetivos
nacionales”. En este sentido, “hay que introducir la universidad de una manera viva en
la problemática argentina, porque la universidad que a partir de la Reforma del 18, se
autoenorgulleció de vincularse al pueblo no fue más que una aspiración. Si la
universidad se hubiera sumergido en el pueblo, y los estudiantes y docentes hubieran
comprendido cuál era su deber no hubiera sucedido que en 1930 y en 1945 el
estudiantado casi en masa, fuera partícipe en primera fila del derrocamiento de dos
gobiernos nacionales y populares. (...) Queremos que la conciencia del estudiante se
vaya formando en lo auténticamente nacional y popular, que la unión de la Universidad
con el Pueblo no sea una mera expresión de deseos, sino una realidad. (...) No podemos
decir que un país sea culto porque cuente con tres o cuatro sabios y hombres cultos,
mientras el resto es mudo y torpe rebaño de ignorantes”25.
25
Op.cit.
10
Podemos también reflexionar sobre las propuestas universales con otros ojos y
desde aquí, como sostenía Jauretche, para insistir en una verdadera reforma que permita
poner a la universidad a la altura de los tiempos y al servicio del pueblo y de la Nación.
11
LA REFORMA DE LA UNIVERSIDAD Y LA AGENDA SOCIAL
26
Popper, Karl: Conjeturas y refutaciones, Paidós, Barcelona, 1991.
12
historia y problemáticas de las universidades de América Latina y la necesidad de
realizar una reforma a fin de que contribuyan con el desarrollo.
Desde México, Emma Irene Perez Azcué28 dice: “Si la sociedad crea y sostiene
las instituciones educativas, ella tiene el derecho de exigir satisfacción a determinadas
necesidades, de acuerdo a los principios y circunstancias que conforman la
organización social”. Para la autora, la universidad debe definir las necesidades que le
competen y a su vez “determinar con más precisión el tipo de egresado que demanda la
sociedad”. Se trata de definir su intervención ya que “si bien es cierto que la sociedad
demanda soluciones concretas a sus diferentes problemas, también debemos reconocer
que no todas pertenecen a la universidad, sino que es ella, como institución, la que
determina cuáles corresponden a su ámbito y con cuáles de ellas colaborará para ofrecer
su servicio a la sociedad”. En el momento de analizar el perfil de los egresados señala
que esto puede realizarse desde dos perspectivas distintas: “como necesidades ya
existentes en el momento de elaborar un perfil del egresado, o, por el contrario, centrar
la atención en las necesidades que se producirán a futuro si continúan sin
modificaciones las condiciones presentes”.
Perez Azcué concluye que la universidad “no puede sino asumir tales retos
mediante procesos de reflexión, análisis y crítica para que a su vez, genere los
elementos idóneos para la solución de problemas concretos, que además estimulen y
refuercen su dinámica y, así, perpetuarse como institución nacional que facilita y
promueve el desarrollo nacional”.
También desde México, Noé Héctor Esquivel Estrada29 sostiene que “el objetivo
propio de la investigación es hacer avanzar el estado del conocimiento y dar respuesta
a las necesidades y problemas concretos de la sociedad. La universidad no puede vivir
al margen de las circunstancias históricas y sociales de nuestra época; a ella le
27
Ribiero, Darcy: La universidad necesaria, Galerna, Bs.As, 1970
28
Universidad Autónoma del Estado de México, CEU publicaciones, 1966.
29
Ibidem.
13
corresponde despertar, inculcar y/o crear conciencia de que el trabajo que realiza ha
de ser comunitario, justo, solidario y en beneficio de la sociedad; el bien común ha de
ser su interés prioritario”. Para poder cumplir con su misión, la investigación resulta
una tarea prioritaria. “Dentro de esta perspectiva, la misión del investigador debe
perfilarse hacia la búsqueda de conocimientos que contribuyan al desarrollo humano,
social y económico (material) de la sociedad (...) debe dar respuesta a los problemas y
necesidades de su entorno, sea éste planetario, nacional, regional o local”.
A fines de los años cincuenta, Arthur Davis ya nos advertía que “uno de los
rasgos prominentes de la ciencia social académica -especialmente de la sociología- es
una división cada vez más profunda entre la teoría social y el estudio de los problemas
sociales concretos” y “que la ciencia social de las universidades puede contribuir con
muy poco a la comprensión de los múltiples aspectos de nuestra crisis social o a la
superación de esa crisis”30. De allí se pregunta si no es malsano el divorcio entre la
ciencia social académica y la sociedad. Sostiene que los científicos sociales son
incapaces de brindar a sus conciudadanos una comprensión convincente y útil de la
realidad social contemporánea, y que la ciencia académica brinda más oscuridad que
claridad, “más conocimiento artificialmente dividido en departamentos acerca de un
pasado embalsamado que una comprensión unificada de la actualidad viviente”31.
Para el autor, la brecha entre la teoría social y los problemas sociales se perpetúa
por la vigencia del “canon de ortodoxia” de la teoría social académica que implica dos
premisas fundamentales: la ética de la neutralidad según la cual los científicos sociales,
en tanto científicos, deben tratar de no adoptar posiciones frente a los problemas
sociales más discutidos; y la ética de la ciencia no ideológica, según la cual, ideología y
ciencia son mutuamente excluyentes.
Para superar esa brecha, según Davis, “la ciencia debe estudiar el mundo tal
cual es y tal como deviene y no como lo imaginamos según nuestros deseos”. Ello
requiere una teoría orgánica del cambio social en la sociedad, más realista y útil para
servir mejor a los intereses de la sociedad y la ciencia. El estudio de los problemas
sociales de esa manera “lograría un enorme progreso mediante la integración teórica
más conciente de sus datos empíricos, no sólo para profundizar su comprensión de los
fenómenos, sino también para iluminar las posibilidades de control y acción
terapéutica”32.
30
Horowitz, Louis (comp.): Historia y elementos de la sociología del conocimiento, Eudeba, Bs.As.,
1969.
31
Ibidem.
32
Ibidem.
14
esos saberes se orienten a facilitar la decisión, la previsión y el control de situaciones
problemáticas.
Para ello, habrá que buscar la forma de superar la brecha que existe entre el
político que busca el cómo y el académico que busca el por qué, la división entre el
pragmatismo y el academicismo, entre el juicio intuitivo de la decisión y la lógica y el
juicio analítico de la universidad, ya que la decisión responsable requiere de ambas
lógicas y, aún así, nada garantiza la infalibilidad ni el yerro de la misma.
Ahora bien, ¿cómo puede ser entonces que la mayoría de las universidades se
organicen en torno a las disciplinas? ¿Cuál es el valor y el impacto sobre la realidad y el
proceso social del quehacer universitario, en tanto productor y distribuidor de saberes de
las “ciencias verticales” -como las llama Matus35-, si la práctica no reconoce fronteras
disciplinares, es multidimensional, global, y la realizan sujetos poco objetivos,
comprometidos con sus proyectos, apasionados con sus metas y creencias? ¿Cómo se
crea e instituye una ciencia horizontal como sostiene el autor?
33
Op. cit.
34
Albert, Hans: Razón crítica y práctica social, Paidós, Barcelona, 2002.
35
Matus, Carlos: Teoría del Juego Social, Ed. Altadir, Caracas, 1999.
15
Preparar y formar a los jóvenes para que sean protagonistas y decisores aquí y
ahora y no sólo analistas e intérpretes de la realidad y sus cambios, es el desafío que
encaramos. Acompañar a los jóvenes en su proceso de formación para decidir con
responsabilidad en la resolución de problemas, implica superar la lógica intuitiva de la
cual se valen generalmente los decisores así como dejar de formar exégetas del pasado,
que sólo utilicen la lógica analítica, para producir conocimientos que permitan evaluar,
planificar, decidir e intervenir en la construcción social de una sociedad alternativa,
invitando a nuestros ciudadanos a comprometer su acción individual con la acción
colectiva de construir una sociedad mejor en una comunidad histórica particular en
nuestra Argentina.
16
LA RESPONSABILIDAD DE LA MANIPULACIÓN SIMBÓLICA
36
Castoriadis, Cornelius: Sujeto y verdad, FCE, México, 2002.
17
La cuestión, el novum que nos produce el asombro, se impone como
problemática filosófica y como camino de un mundo que progresa de tentativa en
tentativa buscando una solución. Para Bloch 37, el proceso de identificación de una
ciencia que informe sobre el movimiento de la realidad objetiva, de sus tendencias y sus
latencias, es un intento inacabado, no es sólo una reproducción pasiva ni una producción
activa, comprende los dos aspectos del orden categorial, el intencional y el lógico. Por
lo cual, la respuesta totalizadora permanece en suspenso para una ontología de lo no-
todavía.
Así vemos que la mayor parte de los análisis intelectuales sobre nuestra realidad
actual nos hablan de la deslegitimación política (de los actores o de las instituciones), la
desestructuración social, la crisis de representatividad, la anomia social, la desaparición
de los actores sociales y la aparición de nuevos y desconocidos protagonistas, el
desempleo, la ausencia de seguridad social, la ausencia de planificación estratégica o
proyección de futuro, la desesperanza, la desconfianza y la sospecha, etc. etc., o sea de
la deconstrucción de un mundo, de su significatividad, sus valores y su estructuración
social. De un mundo que se puede añorar entendiendo que éste era un modelo o una
situación mejor que la actual. De un mundo que supimos comprender y conocer porque
37
Bloch, Ernest: Experimentum Mundi, Payot, Paris, 1981.
38
Op. cit.
18
ya pasó, pero que tenemos la dificultad de comprender y conocer en el proceso de
institucionalización.
Pocos son los análisis de las características propias de las prácticas instituyentes
o inéditas, de aquello que aparece tal como aparece en la vida cotidiana y en la
actualidad y no en función de paradigmas anteriores. Los nuevos escenarios sociales o
políticos se abordan desde lo que ya no son o desde lo que deberían ser, según otros
modelos de participación política democrática en otras latitudes y no desde una
hermenéutica situada y contemporánea que implique una nueva construcción axiológica
y una ética también situada.
La función que les atribuye Bobbio a los intelectuales implica que no manipulan
o trabajan con cosas sino con símbolos, visiones del mundo, ideas o imágenes. A su vez,
en la actualidad, son quienes junto con el periodismo -por su inmenso poder- se
encargan fundamentalmente de la construcción significativa y simbólica del mundo
social, del imaginario social.
Por otra parte hay que tener en cuenta que con la comunicación televisiva, el
campo de lo político se desplaza, como señala Thompson “de la plaza pública hacia el
hogar”40. Hay un cambio sustancial no sólo en la construcción de los discursos políticos
sino también en su recepción. De la política como práctica de debate y argumentación
se pasa a una situación de recepción anclada en el espacio de lo privado: la familia en el
39
Debord, Guy: La sociedad del espectáculo, La Marca, Bs. As., 1995.
40
Thompson, J.: “La transformación de la visibilidad” en Comunicación y Sociedad Nº 38, Universidad
de Guadalajara, julio-diciembre de 2000, México.
19
hogar. En este contexto, los medios potencian una percepción de la política ligada a la
satisfacción de demandas vinculadas a un estado de bienestar general, cotidiano, de
consumo. Este imaginario nos traslada a una ciudadanía que está más pendiente de los
atributos ejecutivos de la resolución de ciertos problemas puntuales, que de discusiones
y definiciones que hacen significativamente a la acción política, como la construcción
de un proyecto colectivo de Nación a mediano y largo plazo.
Pero tanto los medios como los intelectuales y académicos, suelen no asumir
dentro de sus funciones o intereses, su responsabilidad como actores que intervienen en
la construcción social, en la producción de herramientas y medios concretos de
transformación de la realidad, generando consensos o solucionando conflictos de
intereses o creando nuevas normativas necesarias para absorber cambios o
reglamentarlos, como continuamente realizan los políticos o los actores sociales en su
interacción. Para ello, habría que entender que la búsqueda por saber y comprender lo
que es, o cuál es el problema, debe ser una y la misma que la búsqueda por conocer
cómo se modifica o resuelve con la intervención o la práctica social.
La decisión y el compromiso que esto conlleva, con todos sus riesgos, no les
pertenece generalmente ni a los medios de comunicación ni a los académicos, quienes
se ocupan del saber disciplinario y temático. Se alejan de las decisiones de los
problemas de lo público. Construyen conciencia crítica en el sentido vulgar del término,
criticando lo que es y provocando la cultura del malestar como gran parte de la
intelectualidad en la sociedad, sin propuestas alternativas para el cambio.
Tampoco se someten a alguna de las dos éticas que muchas veces turban a los
políticos, conocida desde Weber como la ética de la responsabilidad o la ética de la
convicción, a la hora de significar y dar sentido al mundo social. Son pocas las veces
que desde los medios o desde la perspectiva de la especulación intelectual y académica
se hacen cargo del uso público de la palabra, la imagen o la razón, de su macropoder
ideológico de significar el mundo.
20
producción de significados intangibles a través de imágenes y símbolos como en la
producción social y política.
21
CONOCER PARA INTERVENIR EN LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL
“El filósofo social que vive en la región de sus conceptos, “resuelve” los problemas
poniendo a la vista la relación de las ideas, en lugar de ayudar a los hombres a
resolver los problemas en el terreno de lo concreto, suministrándoles hipótesis de las
que puedan servirse y a las que poner a prueba en proyectos de reforma.
...los conceptos no se expresan teniendo en cuenta lo que puedan valer en relación con
fenómenos históricos especiales. Son contestaciones generales a las que se supone un
significado universal que abarca y domina a todas las particulares. De nada nos sirven,
pues, en la investigación. La cierran.”
John Dewey41
Por esta razón decimos que la comunidad es nuestra currícula. Es en ese diálogo
con ella y los problemas que la aquejan, así como con los cambios producidos, que
podemos definir nuestra construcción de conocimiento o lo que definimos como la
agenda compartida de docencia e investigación anclada en la sociedad y orientada hacia
sus problemas, para poder ir al encuentro de las necesidades humanas43y producir las
respuestas que se requieren. Y esas respuestas no son sólo intelectuales, sino prácticas y
políticas. No se lograrán tampoco a partir de un supuesto e imaginario monopolio en la
producción del conocimiento, sino a partir de un diálogo entre y de los saberes
producidos por las diversas prácticas, y de una interacción concreta entre los actores de
la construcción social.
41
Dewey, John: La reconstrucción de la filosofía, Aguilar, Bs.As., 1959.
42
Martí, José: Ideario pedagógico, Ed. Pueblo y Educación, La Habana, 1990.
43
Jaramillo, Ana: La universidad frente a los problemas nacionales, Edunla, Bs. As, 2003.
22
involucrados en la vida social, académica, científica, laboral, industrial, gubernamental,
etc. Comprender la actualidad viviente y su compleja problemática para buscar su
resolución implicará el diálogo permanente.
Dialogar con otros saberes producidos por otros actores, e interactuar con otras
prácticas, será lo que nos permitirá producir nuevos conocimientos que reflejen y
comprendan mejor la actualidad y el cambio, que faciliten la intervención e interacción
con la realidad, y que coadyuven a la construcción de una sociedad más efectivamente
en la búsqueda de la equidad y el desarrollo. La validación o refutación de esos
conocimientos no será teórica sino histórica, no será sólo un problema de la universidad
sino de la sociedad toda. No será una paradoja lógica a descifrar, sino un problema
necesario y urgente que resolver.
Buscamos empalmar el saber con el acaecer, el quehacer con el qué decir, así
como conocer la innovación social que requiere de otras interpretaciones y otros saberes
producidos por la sociedad toda. Es necesario formar recursos humanos anclados en y
para las nuevas realidades de nuestra sociedad. Investigar, descubrir y escribir las
nuevas prácticas que aún permanecen ágrafas y, como nos sugiere la hermenéutica,
dejar que estas nuevas configuraciones hablen de nuevo para poder resignificar no sólo
el espacio, sino el nuevo entramado socioproductivo.
Para hacerlo, debemos producir el texto, más que interpretarlo. Debemos partir
de la gramática de la realidad y no de la lengua o de lo escrito como lo hacía el método
23
escolástico, donde su instrumental era el texto producido por otras culturas y
civilizaciones como sostiene Le Goff. Para producir nuevos conocimientos, debemos
interpretar la nueva realidad más que interpretar los textos escritos desde la razón
teológica.
Luego vienen las leyes de la demostración, la dialéctica por la cual hacen del
objeto del saber un problema que exponen, defienden e intentan resolver para convencer
al oyente.
Y cuando decimos “gramática social”, podemos entenderla también con las tres
divisiones clásicas de la gramática en tanto estudio de la lengua, o sea, la sintaxis, la
morfología y la semántica social.
Descubrir la sintaxis social implicará estudiar las formas en que se organizan las
distintas situaciones y hechos sociales nuevos, aún ágrafos, no escritos.
44
Le Goff, Jacques: Los intelectuales en la Edad Media, Gedisa, Barcelona, 2001.
24
Para analizar la semántica creemos que es imprescindible estudiar el significado
relevante de la realidad, los nuevos signos que nos da y nos desafían a encontrar su
significado y sus diversas combinaciones.
25
DEL ANHELO A LA VOLICIÓN O DEL DESEO AL QUERER
Una de las canciones folclóricas de nuestra América Latina recita “Ojalá que
llueva café en el campo”. Pues bien, sabemos que el café no llueve, que hay que
sembrarlo, cultivarlo y cosecharlo, así como esperar el tiempo preciso y oportuno para
realizar la cosecha. De eso se trata la cultura. De cultivar. Y ello implica la voluntad de
cumplimentar todos los pasos necesarios para llegar a realizar lo que queremos y
buscamos, ya que no existen realizaciones mágicas.
45
Mallea, Eduardo: Historia de una pasión argentina, Corregidor, Bs. As., 2002.
46
Ortega y Gasset: Misión de la Universidad, Alianza, 2002.
47
Op.cit.
48
Ibidem.
26
sino simplemente desear, “enjuagarse con su imagen la fantasía, embriagarse
voluptuosamente con el proyecto, perderse en vagos ardores, bullangas y
efervescencias”.49
Profundizando aún más, nos explica que muchas veces usamos como sinónimos
el desear y el querer, pero se diferencian en que el querer es siempre querer la realidad,
en cambio desear, significa lo que generalmente denominamos “mero deseo”, que
implica el darse cuenta de que lo que deseamos es “relativa o absolutamente
imposible”. En el niño esta diferencia entre lo que es posible o imposible es posterior a
su volición o deseo, por eso sostiene Ortega que desde que nacemos hasta que morimos
existe una lucha permanente entre nuestras voliciones y nuestros deseos, confundiendo
muchas veces nuestro mero desear con un querer o nuestro querer con un mero desear.
El deseo entonces es un querer fracasado pero que nutre la volición y la incita
permanentemente a continuar ensayando diversas posibilidades.
Coincide con Hegel en que todo lo importante que se ha hecho en la historia “se
ha hecho con pasión (...) fría”. Para Ortega, la simple pasión, frenesí o calentura, no
sirve para nada, es estéril. La pasión creadora, por el contrario, implica reflexión y
voluntad. Para el autor, esta pasión creadora es un querer resuelto, clarividente y total.
Es lo que en otro momento hemos también definido como “razón decidida”. Implica la
voluntad de realizar. Sin ella, coincidimos con Ortega en que cualquier reforma
universitaria o cualquier construcción o creación son imposibles, ya que toda reforma
implica creación de usos nuevos y, en el caso de la reforma universitaria, ésta debe
necesariamente anclar en la acertada y auténtica decisión sobre su misión y
compromiso. Ésta no puede ser otra que servir al pueblo y a la Nación.
49
Ibidem.
50
Ribeiro, Darcy: La Universidad nueva, un proyecto, Ciencia nueva, Bs.As, 1973
51
National Association of State Universities and Land Grant Colleges, The Engaged Institution,
Washington, 1999.
52
Op. cit.
27
LA UNIVERSIDAD AL SERVICIO DEL PUEBLO Y LA NACIÓN:
RAZÓN CRÍTICA MÁS RAZON DECIDIDA
53
Op. cit.
54
Croce, Benedetto: El carácter de la filosofía moderna, IMÁN, Bs.As, 1959
28
Poner en cuestión la positividad, saber que nuestra sociedad o nuestro mundo
podrían ser mejores y más justos y no dar por sentada la realidad como acabada, nos
obliga a investigar no sólo por qué las cosas son así y no de otra manera, sino cuáles son
los caminos, los fines, las herramientas, los obstáculos que hay que superar, y cuáles
son los recursos existentes para alcanzar y construir esa sociedad más justa.
Tanto para James como para Dewey “ser razonable” será reconocer en las cosas
su carácter de obstáculos y recursos para la acción. Por lo tanto, las ideas son
intenciones, planes y métodos que tienen carácter prospectivo para cambiar lo existente
ubicándose así en forma opuesta al racionalismo, que entiende al conocimiento como
actividad especular de lo existente. Para el pragmatismo la realidad está aún en
construcción, no es ni eterna ni completa, las ideas son hipótesis directrices donde
“significado” quiere decir “las respuestas futuras que un objeto exige de nosotros o a lo
que nos compromete”56.
Concluimos entonces que la razón decidida, que implica poner la idea en acción,
no se contradice con la razón crítica que interpreta y pone en cuestión la positividad.
Ambas posiciones concuerdan en que el conocimiento no es un reflejo especular de la
realidad que se asume como definitiva y completa. La razón crítica estará siempre
subsumida en la razón decidida.
55
Op. cit.
56
Ibidem.
29
investigación sobre la posibilidad de su modificación, donde el conocimiento cumple su
papel fundamental.
30
CONCLUSIONES
“La Universidad es parte del Pueblo Argentino. Nuestra intención es crear una
cultura nacional cuya semilla ya existe en el país, pero ha sido ahogada por sucesivos
gobiernos y autoridades universitarias dominadas por el liberalismo o por modelos que
no corresponden a nuestra realidad nacional. Se terminó con la vieja retórica de la
universidad libre pero sin pueblo y siempre a espaldas del pueblo argentino.”
Rodolfo Puiggrós57
Si, como dice Ortega y Gasset, queremos de verdad reformar la universidad para
ponerla al servicio del pueblo y de la Nación, no sólo hay que pensar el país para
cambiarlo. También reflexionar acerca de la universidad, ya que ésta se ha convertido,
para nuestro país, en un problema que amerita que tengamos propuestas para su
transformación y mejoramiento, a fin de poner a la universidad en consonancia con las
necesidades y aspiraciones de un proyecto nacional.
Las reformas se deberían hacer desde los mismos gobiernos de las universidades
para que éstas cumplan con sus funciones de acuerdo con su misión de servicio público;
para que la autonomía no sea un obstáculo para el estado democrático, sino un incentivo
para la creatividad.
Para ello, varias son las reformas que se deberían hacer y que podríamos
sintetizar:
57
Op. cit.
31
que lo ayude a entrar al mercado laboral en vez de haber perdido dos o tres años de
esfuerzo, y el Estado, dos o tres años de recursos invertidos.
11. Ser un efector no sólo académico, sino cultural para cada comunidad local, a
fin de elevar el nivel en cada región.
12. Asistir a la comunidad con cursos técnicos imprescindibles para las nuevas
necesidades y articular con el sector productivo en materia de formación profesional.
Ana Jaramillo
58
Frondizi, Risieri: La universidad en un mundo de tensiones, Eudeba, Bs. As., 2005.
32
BIBLIOGRAFÍA
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Vasconcelos, José: Discurso de asunción como Rector de la UNAM, 9 de junio de 1920
34
ANEXO
DECRETO 29.337
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INDICE
Introducción
Conclusiones........................................................................................................... Pág. 28
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