Ana Jaramillo - Resumen para Curso de Ingreso UNLa 2018
Ana Jaramillo - Resumen para Curso de Ingreso UNLa 2018
Ana Jaramillo - Resumen para Curso de Ingreso UNLa 2018
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Juan Domingo Perón: en 1949 suprime el arancelamiento universitario
argumentando que el Estado debe dar todo su apoyo a los jóvenes estudiantes que
quieran contribuir al bienestar y prosperidad de la Nación, eliminando todo
obstáculo que les impida o trabe el cumplimiento de esa vocación. En 1952 dijo:
queremos que la ciencia y la cultura sean del pueblo y que el pueblo esté
formado por hombres que amen a los hombres. La universidad debe estar al
servicio de las grandes causas nacionales. Cuando la enseñanza superior era un
monopolio reservado para las clases privilegiadas, no es extraño que las
universidades fuesen ajenas a los problemas de la Nación.
José Ingenieros: plantea que para la universidad ningún problema debería ser
indiferente. Debe ser una escuela de acción social, adaptada a su medio y a su
tiempo. Afirma que las sociedades engendran en cada época “sistemas de ideas
generales” que aplican para la resolución de sus problemas fundamentales.
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Rogelio Frigerio: reflexiona sobre cómo hemos llegado al desencuentro entre la
universidad y el país y por qué la universidad es un obstáculo para el desarrollo
técnico y su evolución. Propone cuatro estrategias para resolver ese
desencuentro:
Rolando García (1963): “No queremos una universidad que sea símbolo de
privilegio sino que sea el laboratorio donde los problemas que afectan al país se
estudian a conciencia en búsqueda desinteresada de solucionar”.
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Capítulo 2: “La reforma de la universidad y la agenda social”.
El brasileño Darcy Ribeiro plantea la necesidad de realizar una reforma para que las
universidades de América Latina puedan contribuir con el desarrollo de su sociedad en
todos los aspectos. Plantea Ribeiro que la precariedad de nuestro sistema educativo
se debe a que América Latina busca acompañar los ritmos de desarrollo del
mundo avanzado (queriendo imitar modelos universitarios como los de Inglaterra,
Francia y muchas otras) cuando en realidad sus universidades pertenecen a naciones
neocoloniales con sociedades muy diferentes y con otros problemas. Necesitamos dejar
de copiar modelos de otras naciones y empezar a repensar nosotros mismos
nuestra propia universidad: debe basarse en las características específicas de
nuestro ámbito sociocultural. Hasta que eso no ocurra, nuestras universidades van a
seguir siendo obstáculos para el desarrollo nacional.
La mexicana Emma Irene Perez Azcué plantea que “si la sociedad crea y sostiene las
instituciones educativas, tiene el derecho de exigir la satisfacción de determinadas
necesidades”. La universidad debe definir las necesidades y problemas que le
competen y, a su vez, determinar con más precisión qué tipo de egresado la
sociedad demanda. Tiene que asumir ese desafío mediante reflexión y análisis crítico y
generar así los elementos idóneos para resolver problemas concretos y así facilitar y
promover el desarrollo nacional.
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Arthur Davis, en los años ’50, advirtió respecto a la división cada vez mayor entre la
teoría social y el estudio de problemas sociales concretos y afirmó que la universidad
podía contribuir muy poco a la comprensión de los diversos aspectos de nuestra crisis
social y, menos aún, a su superación.
La brecha entre teoría social y los problemas sociales continúa debido a dos
premisas a las que la universidad se aferra:
Para superar esa brecha, Davis propone que la ciencia estudie el mundo tal cual es y tal
como va cambiando, y no como lo imaginamos según nuestros deseos. Solo así vamos a
poder servir mejor a los intereses de la sociedad y la ciencia.
El desafío que debemos encarar, entonces, es preparar y formar a los jóvenes para
que sean protagonistas y decisores aquí y ahora, y no solo analistas e intérpretes de
la realidad y sus cambios. Formarlos para decidir con responsabilidad en la
resolución de problemas y no solo limitarse a analizarlos. Las universidades deben
producir conocimientos que permitan evaluar, planificar, decidir e intervenir en la
construcción social de una sociedad alternativa, invitando a los ciudadanos a
comprometer su acción individual con la acción colectiva de construir una
sociedad mejor.
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Capítulo 4: “Conocer para intervenir en la construcción social”.
Dialogar con otros saberes producidos por otros actores e interactuar con otras prácticas
será lo que nos permitirá producir nuevos conocimientos que reflejen y comprendan
mejor la actualidad y el cambio, que faciliten la intervención e interacción con la
realidad en busca de mayor equidad y desarrollo.
Es por eso que la UNLa no busca verdades universales sino que su misión como
universidad pública se define en función de los problemas nacionales, regionales y
locales, cooperando con la sociedad y el Estado para lograrlo. Busca hacer su aporte
en la formación de recursos humanos, en la investigación y en sus tareas de
cooperación, asistencia técnica y servicio público. Es la sociedad la que sustenta y le
da sentido a la UNLa y es por eso que busca tener una agenda compartida con ella.
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Por eso, debe diagnosticar, analizar, descubrir, comprender, interpretar, proponer
soluciones y decidir sobre aquellos nuevos acontecimientos y cambios que se van
sucediendo.
Este capítulo sostiene que para lograr una verdadera reforma universitaria no basta
solo con “desearla” sino que hace falta quererla de verdad, para revertir de una vez
el tan criticado aislamiento de la universidad respecto a la sociedad.
El desafío del hacer tiene como prerrequisito la voluntad de querer realizar lo que
se desea. Es el compromiso con la transformación de una realidad que nos duele y
no con la cómoda crítica de la misma, de los errores de antaño o de los protagonistas de
hoy. Para realizar la reforma universitaria hay que quererla de verdad, haciendo todo
aquello necesario para lograrla.
Desear es muy similar a “soñar”, es “un querer fracasado”. Querer, en cambio, implica
la voluntad de realizar, con reflexión y “fría pasión” (la calentura desenfrenada no sirve
de nada) y con compromiso. Sin esa voluntad verdadera, cualquier reforma
universitaria será imposible. No basta solamente con elegir la comodidad del “ojalá
que pase”. Eso no lleva a ninguna parte.
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Capítulo 6: “La universidad al servicio del pueblo y la Nación: razón crítica más razón
decidida”.
Este capítulo sostiene que para poder poner a la universidad al servicio del pueblo y
de la Nación no solo hace falta razón crítica (que cuestiona la realidad) sino que
hace falta sumarle razón decidida (que es la que pone las ideas en acción).
La razón crítica es básicamente la que nos permite saber que nuestra sociedad (o
nuestro mundo) podría ser mejor y más justa y, por tanto, nos lleva a no aceptar la
realidad simplemente tal cual es, como si fuese algo estático y acabado (puesto que
entendemos que la realidad está en un continuo cambio, en constante construcción). Nos
obliga a investigar no solo por qué las cosas son así y no de otra manera, sino
cuáles son los caminos, los fines, las herramientas y obstáculos que hay que
superar, así como cuáles son los recursos existentes para alcanzar y construir esa
sociedad más justa.
Es ahí cuando entra el papel de la razón decidida, que implica poner la idea en
acción. Tanto la razón crítica como la razón decidida entienden que el hombre
construye la realidad.
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La universidad no solo debe estudiar el “por qué” de las cosas sino el cómo
transformarlas, participando en la elaboración de decisiones. Debe superarse la
brecha entre lo político y lo académico que sostiene que el académico busca los por
qué de la realidad y el político busca el cómo. Esa es la brecha que debe superarse, y
superarla debe ser el compromiso de la universidad que quiera servir al pueblo y a
la Nación. La universidad debe dedicarse tanto al “por qué” como al “cómo”, y para
ello es necesaria tanto la razón crítica como la razón decidida.