Redes Sociales
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Comunicación indirecta
Los adolescentes son maestros en mantenerse ocupados durante horas después de
la escuela y hasta mucho después de la hora de acostarse. Cuando no están
haciendo su tarea (y cuando la hacen) están en línea y en sus teléfonos, enviando
mensajes de texto, compartiendo, provocando, desplazando el cursor de arriba
hacia abajo, lo que sea. Por supuesto, antes de que todos tuvieran una cuenta de
Instagram, los adolescentes también se mantenían ocupados, pero era más
probable que hablaran por teléfono o en persona cuando salían al centro comercial.
Aunque pudo haber parecido una gran cantidad de reuniones sin sentido, lo que
estaban haciendo era experimentando, probando habilidades, teniendo éxito y
fracasando en cientos de pequeñas interacciones en tiempo real, que los niños de
hoy se están perdiendo. Por su parte, los adolescentes modernos están aprendiendo
a comunicarse mayormente mientras miran una pantalla, no a otra persona.
No hay duda de que los niños se están perdiendo habilidades sociales muy
críticas.
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“Como especie estamos muy en sintonía con la lectura de señales sociales”, dice la
Dra. Catherine Steiner-Adair, psicóloga clínica y autora de The Big Disconnect (La
Gran Desconexión). “No hay duda de que los niños se están perdiendo habilidades
sociales muy críticas. De alguna manera, enviar mensajes de texto y comunicarse
en línea no es como si creara una discapacidad de aprendizaje no verbal, sino que
coloca a todos en un contexto de discapacidad no verbal, donde el lenguaje
corporal, la expresión facial e incluso los tipos más pequeños de reacciones vocales
se vuelven invisibles”.
Pero cuando la amistad se lleva a cabo en línea y a través de textos, los niños lo
hacen en un contexto despojado de muchos de los aspectos más personales y a
veces intimidantes, de la comunicación. Es más fácil mantener la defensa en alto
cuando estás enviando mensajes de texto, por lo que hay menos en juego. No estás
escuchando o viendo el efecto que tus palabras están causando en la otra persona.
Debido a que la conversación no está sucediendo en tiempo real, cada parte puede
tomar más tiempo para considerar una respuesta. No es de extrañar que los niños
digan que llamar a alguien por teléfono es “demasiado intenso”; requiere una
comunicación más directa y si no está acostumbrado a eso, puede sentirse
atemorizado.
La Dra. Steiner-Adair concuerda con que las niñas corren un riesgo especial. “Las
niñas se socializan más para compararse con otras personas, en particular con
otras niñas, para desarrollar sus identidades, por lo que las hace más vulnerables a
la desventaja de todo esto”. Ella advierte que a menudo la falta de autoestima
sólida es la culpable. “Olvidamos que la agresión relacional proviene de la
inseguridad y de sentirse mal contigo mismo, y el deseo de derribar a otras
personas para sentirse mejor”.
Los adolescentes siempre han estado haciendo esto, pero con el advenimiento de
las redes sociales se enfrentan a más oportunidades y más trampas que nunca.
Cuando los niños se desplazan a través de sus muros en redes sociales y ven qué
bien parecen todos, solo aumenta la presión. Estamos acostumbrados a
preocuparnos por los ideales poco prácticos que los modelos de revistas retocados
digitalmente le dan a nuestros hijos, pero ¿qué sucede cuando el chico de al lado
también está retocado? Aún más confuso, ¿qué pasa cuando tu propio perfil no
representa realmente a la persona que sientes que eres en tu interior?
“La adolescencia y en particular el principio de la década de los veinte, son los años
en los que eres muy consciente de los contrastes entre quién pareces ser y quién
crees que eres”, dice el Dr. Wick. “Es similar al ‘síndrome impostor’ en psicología. A
medida que envejeces y adquieres más dominio, empiezas a darte cuenta de que en
realidad eres bueno en algunas cosas y luego sientes que esa brecha, con suerte, se
estrecha. ¡Pero imagine que su miedo más profundo y tenebroso es que no sea tan
bueno como parece, y luego imagine que necesita verse tan bien todo el tiempo! Es
agotador”.
“En los viejos tiempos, cuando un niño iba a romper contigo tenía que tener una
conversación contigo. O al menos tenía que llamar “, dice el Dr. Wick. “En estos
días, podría desaparecer de tu pantalla y podrías nunca llegar a tener la
conversación sobre… ¿Qué hice?”. Con frecuencia los niños quedan imaginándose
lo peor de sí mismos.