Richard Rohr
Richard Rohr
Richard Rohr
EL ENEAGRAMA
LOS NUEVE ROSTROS DEL ALMA
EDICEPi
MEXICO• SANTO DOMINGO VALENCIA
A nuestras madres
ELEANORE DREILING-ROHR
RENATE APFELGRUN-MAYR
Primera edición: Octubre 1995
La citas bíblicas han sido tomadas de la «Biblia San Jeronimo», Edicep 1994.
PRINTED IN SPAIN
I.S.B. N.: 84-7050-409-6
Depósito Legal: V-3425-1995
© by EDICEP C.B.
Almirante Cadarso, 11
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fotocopia.
Un mono vio, a través del diáfano cristal de una botella, una cereza y quiso robarla.
Extendió la mano por el cuello de la botella y con el puño abarcó el fruto, pero ahora ya
no podía sacar la mano. Entonces apareció el cazador que había puesto la trampa. Tanto
era impedido el mono por la botella que no podía echar a correr y, de ese modo, fue
capturado. «Al menos todavía tengo la cereza en la mano», pensaba. Pero en ese
mismo momento el cazador le dio una firme palmada en el codo; la mano se abrió y
salió de la botella. Así, ahora, el cazador tenía el fruto, la botella y el mono.
Del libro del Ainu-Daria (Sufismo)
Si ya ni cifras ni figuras
clave son de todas las criaturas;
si ya en el canto o en el beso,
mayor que el de los sabios se cifra su saber;
si el mundo a la vida libre acude,
y de vuelta al mundo torna;
si luz y sombra ya de nuevo
en claridad veraz se juntan;
y si en cuentos o en poemas
la verdad histórica se escucha;
entonces de una secreta palabra huye
en vuelo, entera, la errónea esencia.
Novalis
ÍNDICE
PARTE I
EL GIGANTE DORMIDO
PARTE II
Tipo UNO………………………………………………………………………………… . 61
Tipo DOS…………………………………………………………………………………. 82
Tipo TRES………………………………………………………………………………… 105
Tipo CUATRO ······:······································································ 126
Tipo CINCO…………………………………………………………………………….. 147
Tipo SEIS……………………………………………………………….………………… 168
Tipo SIETE……………………………………………………………….………………. 189
Tipo OCHO .................................................................................. 209
Tipo NUEVE ................................................................................. 229
PARTE III
DIMENSIONES PROFUNDAS
Índice onomástico..................................................................................
Índice bíblico..........................................................................................
Tablas recortables.................................................................................
PROLOGO
La historia de la concepción de esta obra es inusual. Hace cuatro años Richard Rohr, a quien entonces
visite en la comunidad familiar Nueva Jerusalén que él mismo dirigía, me introdujo en el conocimiento del
eneagrama, una doctrina ancestral, desconocida en occidente, para el conocimiento personal y la asesoría
espiritual a otras personas. El lo utilizaba entonces como un instrumento más en el ejercicio pastoral con su
comunidad. Entonces apenas existía literatura publicada sobre el eneagrama.
En el verano del año 1988 tuve la oportunidad de participar en un seminario sobre el eneagrama en
el nuevo centro de actividad de Richard Rohr, el Centro de Acción y Contemplación en Albuquerque / Nuevo
México. Entretanto, la situación en los Estados Unidos había cambiado por completo. Desde mediados de los
años ochenta ha aparecido una copiosa serie de libros acerca del eneagrama; hoy en día, numerosos psicólogos
y teólogos opinan que el eneagrama es un instrumento adecuado para asesorar a los seres humanos en su
evolución mental y espiritual.
Al regresar de los Estados Unidos, dudaba de si debía traducir uno de los libros ya aparecidos sobre el
tema, o si debía recopilar en una obra las grabaciones, registradas en el seminario de Albuquerque, de la propia
voz de Richard Rohr. Al final me decidí -diversas razones me impulsan a ello-- por esta segunda posibilidad.
Richard Rohr es conocido por el público de lengua alemana a través de sus obras «El hombre salvaje» y «der
nackte Gott», (que aparecerán muy pronto en lengua española). El estilo de sus conferencias, tan poco
sistemático y, a su vez, tan vivo, con frecuencia, incluso descuidado, comunica la doctrina del eneagrama, que
durante mucho tiempo se trasmitió sólo oralmente, modo más adecuado que una descripción con aspiraciones
estrictamente científicas.
Al mismo tiempo, he procurado tener en cuenta la literatura aparecida hasta la fecha; esto afecta
sobre todo a la segunda y la tercera parte de esta obra. En todo este tiempo pude acumular una serie de
experiencias sobre el eneagrama. No cabe duda de que también de ellas se hace eco esta obra, de modo que
el resultado es --expresémoslo así- una mescolanza. Aportaciones personales, cambios o añadidos los concerté,
por vía postal o telefónica, con el propio Richard Rohr, en una empresa que podríamos tildar de costosa pero
apasionante. Dicho sea de paso: esta obra es también el testimonio de la colaboración ecuménica entre un
franciscano norteamericano y un sacerdote luterano de Baviera. Tres sencillas reglas adoptadas en la redacción
de la obra permiten al lector discernir las aportaciones originales de Rohr de mis propios añadidos:1. Las
aportaciones en primera persona se refieren -si no hay otra referencia explicita- a Rohr. 2. Los parágrafos en
letra pequeña y las notas explicatorias son fundamentalmente de mi cosecha. 3. El capítulo tercero es de mi
autoría.
Durante la redacción de este libro llegó a mi conocimiento que en el ámbito lingüístico alemán existen
otros círculos de trabajo con el eneagrama. Algunos círculos jesuíticos en particular y cristianos en general
hacen uso del eneagrama en los ejercicios espirituales y en la formación de los maestros de ejercicios
espirituales y de los asesores pastorales. Principalmente al encuentro con Hildegard Ehrtmann, cuya
participación ha sido importante, le es deudor el resultado final de algunos impulsos esenciales.
Por último, también las reacciones y respuestas de los asistentes a un primer congreso sobre el
eneagrama, que tuvo lugar en Schloss Craheim / Baja Franconia del 31.3 al 2.4.1989, se dejan sentir en la obra:
Casi setenta participantes, entre ellos, una serie de sacerdotes y psícologos pusieron a prueba la teoría del
eneagrama. Por los informes escritos de respuesta al congreso, que pude tener en cuenta en la redacción
definitiva del libro, les estoy agradecido a Axel Denecke, Anton Dembinsky, Claus Fiedler, Werner
Küstenmacher, Albert Rau, Klaus Renn, Andreas Richter-Böhne, Andreas Schrappe, Diana Schurrmann, Uwe
Steinbach y Christian Wulf. El joven artista y estudiante de teología Reiner Schaufler ha elaborado collages para
cada uno de los nueve tipos del eneagrama, los cuales preceden a cada una de las descripciones respectivas.
Es merecedora de un especial agradecimiento la lectora de la editorial «Claudius Verlag», Marion
Küstenmacher, que ha sido acompañante de la creación delibro desde el principio, y que me ha animado
continuamente con su entusiasmo. Christian Sudermann ha sido un colaborador incansable en el suministro
de la bibliografía, en la elaboración de los diagramas y en la disposición de los capítulos. Es mi deseo que este
libro encuentre unos lectores dispuestos a emprender el camino, tan cautivador como laborioso, del
conocimiento propio y de la conversión. Soy consciente de que un modelo tipológico tan emocionante como
es el eneagrama corre el peligro de ser impropiamente utilizado, con el fin de circunscribir la propia identidad
y la de los demas, de la manera más banal, a un esquema determinado, no con objeto de superarse, sino con
el fin de atrofiarse en sus propias limitaciones. El auténtico conocimiento de uno mismo está ligado al trabajo
interior, que, por definici6n, es fatigoso y atormentador. La ejecución de los cambios auténticos es dolorosa y
similar a un parto. Hace falta valentía para emprender este camino. Son muchas las personas que sienten temor
ante la vía del conocimiento de sí mismo, ante la posibilidad de despeñarse en sus propios abismos. Los
cristianos saben -aunque a menudo sólo en teoría- que Jesucristo descendio a todos los abismos de la existencia
humana y que nos acompaña cada vez que acometemos con sinceridad la confrontación con nosotros mismos.
Puesto que Dios nos ama sin condiciones con nuestros abismos y nuestros puntos débiles, no hemos de
desviarnos de nuestra autenticidad. A la luz de ese amor, el dolor del conocimiento de uno mismo puede ser
el principio de nuestra curación y de nuestro devenir seres completos. Dios nos ama aunque no emprendamos
ese camino, pero, si así lo hacemos, nos sustraemos a nosotros mismos algunos de los frutos del amor divino.
Los maestros y los místicos de todas las tradiciones religiosas de oriente y occidente sabían que el verdadero
conocimiento personal es la premisa del «viaje interior». Santa Teresa de Jesús, la gran mística del cristianismo,
nos dice en su gran obra «Las moradas»:
«No es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros mismos, ni
sepamos quién somos. ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntase a uno quien es, y no se conociese,
ni supiese quién fue su padre, ni su madre, ni de que tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación
es mayor la que hay en nosotras, cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en
estos cuerpos, y asi a bulto, porque lo hemos oido y por que nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas.
Mas qué bienes puede haber de esta alma, o quién está dentro en esta alma, o el gran valor de ella, pocas
veces lo consideramos, y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura»11 .
El eneagrama no es un modelo psicológico originariamente cristiano; su origen se remonta a la
tradición oriental de los sufíes. Las iglesias cristianas de la actualidad están ocupadas en la cuestión de la
manera en la que hay que afrontar todas las corrientes espirituales orientales que bajo el nombre de New Age
están ganando cada vez más influencia sobre la conciencia del mundo occidental. No hay recetas universales
que nos sirvan para decidir qué elementos de la experiencia y del conocimiento no cristianos hay que
aprovechar o rechazar. La máxima de san Juan del «probad si los espíritus son de Dios» (1 Juan 4, 1) es
necesaria, pero no siempre fácil de cumplir: «Examinadlo todo y abrazad lo que es bueno» (1 Tesalonicenses
5, 21). En cualquier caso, san Pablo cree que su comunidad es capaz de decidir, de una manera crítica, lo que
puede apropiarse y lo que no. En principio, todo el mundo y todo lo que es bueno, verdadero y hermoso está
a disposición de los cristianos: «Pues todo es vuestro, sea Pablo, sea Apolo, sea Cefas, sea el mundo, sea la
vida, sea la muerte, sea el presente, sea el porvenir; todo es vuestro; vosotros de Cristo y Cristo de Dios» (1
Corintios 3, 21-22).
San Pablo y san Juan Evangelista retomaron en sus escritos concepciones e imágenes de la filosofía
griega de la religión de su época; por decirlo de alguna manera, «bautizaron» estos conceptos 2. San Juan
describe a Jesucristo como el «logos encarnado» (Juan 1). El concepto del logos nos habla de una razón
universal que está latente detrás de todo lo visible, y que reina sobre todas las cosas. El término logos describe
bastante bien lo que los esotéricos, hoy en día, denominan la «suma conciencia». San Juan no siente prejuicio
alguno al emplear un concepto con tantas connotaciones esotéricas, sino que lo reinterpreta y se sirve de él
para explicar a sus contemporáneos el Evangelio en el lenguaje que ellos entienden.
Llama la atención la semejanza del análisis de la vida interior humana en los místicos de todas las
grandes religiones, ya sean judíos, budistas zen, sufíes o cristianos. Por expresarlo de una manera sencilla, el
ser humano edifica en la primera mitad de su vida su «yo empírico», que puede entenderse coma la suma de
todas sus actitudes y sus mecanismos de comportamiento. La excesiva identificación con estos roles,
costumbres adquiridas y rasgos de carácter son el impedimento principal en la búsqueda humana del
verdadero «yo» (Dios, redención). Todas las vías del misticismo proporcionan métodos que sirven para
desenmascarar ese falso yo desprenderse de él, ya sea por el conocimiento, el ascetismo, las buenas obras o
la meditación. Un texto del místico alemán Johannes Tauler nos ayuda a comprender lo que estamos
exponiendo: «Cuando el ser humano se encuentra en el ejercicio del recogimiento interior, el yo humano no
posee nada de por sí. El yo se complacería en poseer algo y en saber algo y en querer algo. Hasta que este triple
«algo» muere en él, el ser humano pasa por tragos amargos. Esto no sucede sencillamente en el espacio de un
día, ni tampoco en breve tiempo, sino que uno se ha de esforzar en entrar y en acostumbrarse con laboriosa
aplicación. En este proceso, hay que aguantar; a continuación, ya al final, resulta fácil y deleitoso».
En el cristianismo la liberación del falso yo se entiende como un don de la gracia divina. Es motivo de
discusión, hasta qué punto el ser humano se puede preparar, disponer, abrir y adaptar a esa gracia divina. En
general, el dilema se ha resuelto de la siguiente manera: el ser humano debe actuar, como si todo dependiera
1
Santa Teresa de Jesús, Obras completas, Madrid 199011, 385 (Ed. Aguilar).
2
El concepto de «bautismo» lo entiendo de la siguiente manera: alguien o algo es liberado de su contexto originario, consagrado a Jesús y
puesto a su servicio. El cristianismo no tiene una lengua propia. Todos los intentos de crearla conducen a aquella horrible y a menudo
caricaturizada «lengua de Canaán » que a los que la desconocen les resulta repulsiva. El cristianismo no tiene un «material» propio. Por
ejemplo un cuadro no se convierte en «cristiano» por el hecho de que el pintor utilice otros colores, sino por lo que sabe representar con
esos colores. Del mismo modo, muchos conocimientos científicos o experiencias religiosas no son «en sí» cristianas o anticristianas; lo son
por la manera en la que podemos convivir con ellas.
I.
I
de él. Posteriormente, llegará a entender que fue el espíritu divino -y no él mismo-, el que le motivó y le
capacitó para la búsqueda, la lucha y la oración. Ya san Pablo formuló la paradoja irresoluble de la propia lucha
y de la gracia divina: «trabajad vuestra salvación con temor y con temblor; no solo como en mi presencia, sino
mucho más ahora en mi ausencia. Porque Dios es el que obra en vosotros tanto el querer coma el obrar según
su buena voluntad» (Filipenses 2, 12-13). En las religiones orientales se hace más hincapié en la participación
del ser humano en su redención, aunque el aspecto de la gracia en algunos aspectos del budismo, por ejemplo-
está también presente. No es sostenible, por tanto, la afirmación global de muchos cristianos de que las vías
espirituales de oriente no son otra cosa que redención personal. Lo cierto es que en el análisis de la situación
humana hay más puntos en común en las religiones que en la cuestión de la terapia. EI texto de Tauler muestra
que la práctica mística se asemeja mucho en corrientes espirituales diversas a pesar de la diferente concepción
de la gracia. Nosotros, los cristianos, solemos hablar de la gracia divina, aunque no sepamos dar una respuesta
a aquellos que nos preguntan cómo se puede experimentar esa gracia redentora que es capaz de cambiar
nuestras vidas. Hoy en día, son muchas las personas que afirman que las vías espirituales de oriente les han
ayudado a redescubrir su fe oculta, o a profundizar en la oración. No es aquí el lugar de exponer si la discusión
sobre esta tendencia es «legítima». Personalmente tengo el convencimiento de que los caminos que Dios anda
con los hombres· no siempre se corresponden con las normas y leyes de su «tripulación» en la tierra.
En nuestro siglo han sido sobre todo los descubrimientos de las disciplinas humanísticas aquellos que
algunos teólogos cristianos han llegado a aceptar, porque se ha podido demostrar que son instrumentos
adecuados para el conocimiento de los procesos del alma humana y de la sociedad en general. En el año 1927
el teólogo conservador noruego Ole Hallesby hizo suya la concepción hipocrática de los cuatro temperamentos,
y la hizo aprovechable para el ejercicio pastoral cristiano.3 En las últimas décadas, algunos sacerdotes cristianos
se han hecho eco de las «formas básicas del miedo» de Fritz Riemann, aunque este haya recurrido a la
astrología en su descripción cuatripartita de la tipología del miedo. A pesar de su origen no cristiano, estos
modelos se han mostrado como un instrumento adecuado para la actividad pastoral. Esta es la esperanza que
tengo para el eneagrama.
Al final de la Biblia el visionario san Juan describe la imagen de la nueva Jerusalén, la futura ciudad de
Dios. En esta descripción, los pueblos de la tierra llevan sus donaciones a la ciudad (Apocalipsis 21, 26). Esta
imagen nos dice que todo lo que es valioso en los pensamientos y en las experiencias de los pueblos y religiones
le pertenece al Dios único; por ello podemos aceptar con gratitud estos dones. La atención a los dones de los
demás nos preserva de considerar como una verdad absoluta nuestro conocimiento cristiano, y de querer
imponerlo a otros guiados por un comportamiento imperialista. Es mucho lo que podemos aprender de los
sabios orientales. Si estamos dispuestos a prestar atención a su sabiduría con sencillez y humildad en vez de
querer tener la razón desde el principio, posiblemente también ellos se mostrarán dispuestos a tomar más en
serio nuestro testimonio de Cristo.
Creo que el eneagrama puede sernos una ayuda en la búsqueda de una relación más profunda y
auténtica con Dios, ¡Y eso que no es una doctrina elaborada por cristianos! El que tenga vista podrá descubrir
en él, al mismo tiempo, su propio rostro, el rostro de Dios y -como en un icono- el rostro de Jesucristo. San
Pablo ha escrito: «Porque el Señor es el Espíritu; y en donde esta el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así,
todos nosotros, reflejando a cara descubierta la gloria del Señor, somos transformados por la claridad en
claridad en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor» (2 Corintios 3, 17-18).
Como un espejo del alma que es, podemos recurrir al eneagrama como a un instrumento al que,
llegado el día, podremos dejar de lado. El eneagrama no es la respuesta, sino una guía espiritual entre otras
muchas. Tengo la esperanza de que nadie elevará el eneagrama a una nueva doctrina absoluta de salvación.
Toda forma del reconocimiento de la propia identidad, ya sea «sólo» psicológica o «también» espiritual como
3
Ole Hallesby, Dein Typ isi-gefragt - Unsere Veranlagungen und was wir daraus ma- chen konnen, Wuppertal 1986
el eneagrama pertenece al campo de aquello que Dietrich Bonhoeffer en su ética ha denominado «lo
penúltimo». Nuestro (re)conocimiento sigue siendo, como afirmaba san Pablo, una «obra imperfecta», pero
hasta que Dios no acabe su obra con nosotros y con el mundo, es mejor empresa (re)conocer la «obra
imperfecta» y actuar que permanecer en la ceguera y en la invalidez absoluta.
Bibliografia
En el texto hemos citado por autores los siguientes libros sobre el eneagrama:
Maria Beesing, Robert Nogosek, Patrick O'Leary, The Enneagram: A Journey of Self Discovery, Denville 1984.
(Beesing/Nogosek/O'Leary).
Margaret Frings Keyes, Uses of Depression, Anxiety, and Anger in the Enneagram,
Barbara Metz, John Burch ill, The Enneagram and Prayer, Denville 1987.
(Metz/Burchill).
(Myers).
Robert Nogosek, Nine portraits of Jesus: Discovering Jesus through the Enneagram, Denville 1987. (Nogosek).
Helen Palmer, The Enneagram: Understanding Yourself and the Others in Your Life, San Francisco 1988. (Palmer).
Don Richard Riso, Personality Types: Using the Enneagram for Self-Discovery, Boston 1987. (Riso).
Jerome P. Wagner, A Descriptive, Reliability, an Validity Study of The Enneagram Personality Typology, Doctoral Dissertations,
Loyola University of Chicago 1981. (Wagner, no publicado, solo accesible mediante copia mecanografiada).