19 A Jornada de Oración Por Colombia
19 A Jornada de Oración Por Colombia
19 A Jornada de Oración Por Colombia
Monición
Hoy la Iglesia de Casanare ora por cada uno de los miembros que hace parte de
este inmenso Casanare, donde le suplicamos a Dios nos conceda la Paz que es
un don de Dios, el testamento del Resucitado que nos ofrece esta bendición como
fruto de su sacrificio pascual en el que se ha restaurado la alianza entre Dios y su
Pueblo.
Nos unimos en la oración, que es el diálogo cercano con el Señor que nos ama y
que nos invita a la conversión, al perdón, a la reconciliación, al encuentro fraterno
con la realidad de este mundo atormentado por el dolor pero lleno de esperanzas.
La Palabra de Dios nos invita a descubrir su misericordia y a trabajar por la unidad
y la reconciliación de todos los colombianos en particular por nuestra Diocesis de
Yopal en sus 20 años de presencia en cada uno de los municipios que tiene a su
cargo.
CANTO
Oremos:
Dios nuestro,
que con admirable providencia
gobiernas todas las cosas,
recibe con bondad las oraciones
que te dirigimos por la Paz de Colombia,
para que unidos en la misma esperanza,
encontremos caminos de reconciliación
y podamos gozar en la convivencia armoniosa
para la que fuimos creados por amor.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.
CANTO
2. LUCERNARIO
CANTO
Evangelio.
✠ Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús,
situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que
había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y
siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojo lo reconocieran. El les
dijo: «¿Qué comentaban por el camino?». Ellos se detuvieron, con el semblante
triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero en
Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!». «¿Qué cosa?», les preguntó.
Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta
poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo
nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a
muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel.
Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que
algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de
madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se
les había aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los
nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho.
Pero a él no lo vieron». Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, cómo
les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No será necesario que el
Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?» Y comenzando por
Moisés y continuando en todas las Escrituras lo que se refería a él. Cuando
llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se
acaba». El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y
pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los
discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y
se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino
y nos explicaba las Escrituras?». En ese mismo momento, se pusieron en camino
y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que
estaban con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se
apareció a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el
camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor
SILENCIO
Meditación
Reflexión
Los discípulos de Emaús, cuando caminaban con sus dudas y bajo la tentación del
desánimo, escucharon las palabras consoladoras de Jesús. Cristo les hizo ver
que, en muchas ocasiones, sus caminos no son los nuestros. Por eso, es
necesario vivir con una fe profunda y luminosa que nos lleve a la aceptación
amorosa de la voluntad de Dios en nuestra vida. Justamente en la Eucaristía
encontramos el consuelo y la fuerza para seguir luchando aún en medio de las
dificultades y contrariedades de la vida.
CANTO
4. BENDICIÓN EUCARÍSTICA.
Antes de recibir la bendición con Jesús Eucaristía, hagamos nuestra esta plegaria
sencilla que en otro tiempo se elevaba a Dios en el trisagio:
"Señor, Dios Rey Omnipotente, en tus manos están puestas todas las cosas;
si quieres salvar a tu pueblo, nadie puede resistir a tu voluntad. Tú hiciste el
cielo y la tierra y todo cuanto en ellos se contiene; Tú eres el dueño absoluto
de todas las cosas; ¿quién podrá pues resistir a tu Majestad? Por tanto,
Señor Dios de Abraham, ten misericordia de tu Pueblo porque nuestros
enemigos quieren perdernos y exterminar tu herencia. Así Señor, no
desprecies esta parte que redimiste con el precio de tu Sangre. Oye Señor
nuestras oraciones; se favorable a nuestra suerte y haz que nuestro llanto se
convierta en alegría, para que viviendo alabemos tu Santo Nombre y
continuemos alabándolo eternamente". (Esther 4,17 ss)
Canto
CANTEMOS AL AMOR
Oremos: