Resumen Analitico Y Diferencial Del Dolor Abdominal
Resumen Analitico Y Diferencial Del Dolor Abdominal
Resumen Analitico Y Diferencial Del Dolor Abdominal
El dolor referido es el dolor que se percibe lejos de su fuente (ver figura ¿En qué consiste
el dolor referido?). Ejemplos de dolor referido son el dolor inguinal causado por cálculos
renales y el dolor en el hombro causado por una irritación del diafragma debida a la
presencia de sangre o a una infección.
5. CANCER GASTRICO
Detección y diagnóstico
Vigilancia de las enfermedades premalignas: Los pacientes con determinadas
enfermedades o condiciones predisponentes pueden precisar un programa de vigilancia. Si
Usted tiene alguna de ellas, consulte con su médico para su caso en concreto.
Diagnóstico precoz: Consiste en realizar una prueba (por ejemplo, una gastroscopia) para
diagnosticar precozmente el tumor en personas que no tienen síntomas.
Países occidentales: Hasta el momento actual, ninguna exploración realizada de forma
rutinaria en personas sanas, sin síntomas, aumenta la supervivencia del cáncer gástrico.
Japón: El diagnóstico precoz sí se realiza porque el cáncer de estómago es muy frecuente
en este país.
Diagnóstico: Para diagnosticar un cáncer gástrico, se realizan una historia clínica, una
exploración física, unos análisis de sangre, unas pruebas radiológicas y, la mayoría de las
veces, una gastroscopia.
1. Historia clínica y exploración física: Como en cualquier enfermedad, la historia
clínica y la exploración física son las dos actuaciones médicas que se realizan en
primer lugar.
Prevención
Para que no se produzca la cirrosis se deben evitar sus causas más comunes como el consumo
excesivo de alcohol; en el caso de padecer una enfermedad hepática crónica, hay que acudir
periódicamente al médico para comprobar si se trata de una enfermedad tratable e impedir así
que se convierta en una cirrosis.
Tipos
Dependiendo de la causa, según la clasificación de la Clínica Mayo se pueden distinguir entre
varios tipos de cirrosis:
Cirrosis alcohólica: provocada por un consumo excesivo de alcohol, daña al hígado de forma
general.
Hepatopatía grasa no alcohólica: la acumulación de grasas en las células del hígado crea una
fibrosis.
Cirrosis vinculada a la hepatitis: la hepatitis B o C de un paciente acaba generando fibrosis en el
hígado.
Cirrosis criptogénica: se desconoce qué causa la fibrosis.
Cirrosis biliar primaria: un fallo del sistema inmunológico hace que este ataque a las células que
revisten las vías biliares del hígado.
Colangitis esclerosante primaria: las vías biliares se hinchan y presentan fibrosis, lo que hace que
queden obstruidas.
Cirrosis biliar secundaria: surge como consecuencia de la obstrucción de las vías biliares.
Diagnóstico
En primer lugar, el médico realiza una anamnesis para buscar signos de cirrosis. La decisión de
llevar a cabo este examen suele basarse en determinar que el paciente se encuentra en riesgo
de sufrir una cirrosis, por ejemplo, si presenta un problema de alcoholismo u obesidad.
Para estudiar el hígado se realizan otras pruebas como una ecografía, una elastografía por
resonancia magnética, una tomografía computarizada o una resonancia magnética.
Por último, para confirmar el diagnóstico, se realiza una biopsia para obtener una muestra de
tejido hepático, al que se le realiza un examen microscópico. Si se distinguen bandas
diseminadas de tejido fibroso que dividen al hígado en nódulos, significa que el paciente tiene
cirrosis.
Si el paciente tiene una cirrosis avanzada se puede determinar su probabilidad de supervivencia
a 90 días mediante el puntuaje MELD (modelo para el puntuaje de la enfermedad hepática en
etapa terminal). Este puntuaje se basa en el resultado de tres pruebas de sangre (índice
internacional normalizado, bilirrubina y creatinina) del que se extrae una puntuación del 6 al 40.
Una puntuación cercana al 6 indica que el paciente tiene una alta probabilidad de sobrevivir
pasado este tiempo, mientras que las puntuaciones más cercanas a 40 indican que corre mucho
más riesgo de no superar la enfermedad.
Tratamientos
No existe un tratamiento que sea capaz de eliminar por completo la cirrosis, pero se suelen llevar
a cabo intervenciones para aliviar los diversos síntomas:
Cambios en el estilo de vida: evitar el alcohol en casos de alcoholismo o tratar de perder peso
puede ayudar a que los síntomas no se agraven. También se recomienda una dieta nutritiva baja
en sodio.
Medicamentos: pueden retrasar el avance de algunos tipos de cirrosis o ayudar a aliviar síntomas
como el dolor o el cansancio.
Disminuir la presión sanguínea: esto se consigue mediante endoprótesis vasculares (unas
pequeñas prótesis cilíndricas que se colocan en las paredes arteriales), y puede ayudar a aliviar
problemas de retención de líquidos o sangrado venoso en el estómago y el esófago.
Mejorar el flujo de bilis: mediante un endoscopio se estiran las vías biliares para extraer los
cálculos biliares que obstruyan el paso de la bilis.
Trasplante de hígado: en los estados más avanzados de la enfermedad se puede plantear la
sustitución del hígado.
Referencias
Navarra, U. d. (07 de 06 de 2016). Obtenido de https://www.cun.es/enfermedades-
tratamientos/enfermedades/cirrosis-hepatica