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Hombre Que Calculaba

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EL HOMBRE QUE CALCULABA

“El hombre que calculaba” es el libro más famoso de Júlio César de Mello Souza más conocido

como Malba Tahan, quien escribió más de 50 títulos bajo este seudónimo, de un total de 103 libros

publicados. Brasileño, profesor de matemáticas, ha conseguido que desde la primera mitad del

siglo XX, varias generaciones de brasileros se introdujeran en la cultura Árabe gracias a la

influencia de sus libros.

Esta novela, narra como Beremís Samir es un hombre que tenía un don, especial de hacer

cálculos más rápidos que cualquier humano que existía en esos tiempos y que no se da cuenta hasta

que lo hacen libre después de trabajar de pastor de ovejas, en su camino se enfrenta a un sin número

de desafíos. En cada uno de los relatos, Samir demuestra su dominio sobre los números, pero esa

sabiduría va acompañada por una reflexión que tiene una razón ética, acompañada de justicia, que

hace solucionar el problema, y revelarse ante hombres ignorantes que hacen cuestiones

insignificantes. A continuación se presentan el desarrollo de algunas historias que vivió Beremís

Samir.

Bagdad, siglo XIII: el pastor Beremís Samir tiene la costumbre de contar los corderos, las hojas

de los árboles, los cocos, los rebaños, y así se convierte sin saberlo en un gran calculador. Un día

conoce a Salim, que impresionado por su habilidad para resolver los problemas matemáticos más

complejos, se ofrece a presentarle ante el jeque. Y en un largo periplo el sabio pastor irá

encontrándose con poetas, astrónomos, hombres poderosos, sabios, demostrando su conocimiento

de los secretos de los números y la sencilla sabiduría que le ha convertido en un hombre feliz. La

habilidad de Beremís llegaba hasta el extremo, de contar las palabras y las letras del que hablaba,

y calcular las que iba utilizando en su respuesta para que fueran exactamente el doble.

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El libro comienza narrando como un viajero que regresaba de una excursión desamarra con su

camello cuando en su camino se encontró con un hombre sentado en una piedra, pensativo

descansando de una fatigado viaje; al acercársele el hombre se levantó estrepitosamente gritando

“un millón cuatrocientos veintitrés mil setecientos cuarenta y cinco” y así varias veces el viajero

curioso se atrevió a preguntarle que significaban todos esos números; el hombre que calculaba le

mostró empatía por la delicada forma en que aquel forastero se acercó a cuestionarle el origen de

esos inmensos números por lo que accedió a contestarle dicha pregunta pero no sin antes contarle

la historia de su vida.

El hombre que calculaba le dio su nombre “Beremís Samir” era originario de Persa, y de

pequeño se dedicaba a cuidar ovejas, por lo que para evitar que se le extraviara una las contaba

varias veces y al día se había vuelto tan hábil con los números que lograba contar a todas de una

vez sin equivocares; al notar su habilidad se dedicó a contar hormigas, abejas. Su patrón al

enterarse de su magnífica habilidad le propuso trabajar en sus negocios contando los dátiles, y con

eso generando muchas ganancias, el patrón agradecido decidió otorgarle 4meses de vacaciones y

ahora se dirigía a Bagdad a visitar a unos familiares, pero él seguía ejercitando durante el viaje

contando árboles y haciendo uso de sus dotes matemáticos señalo una higuera cerca le dijo aquel

árbol tiene “doscientos ochenta y cuatro ramas. Sabiendo que cada rama tiene como promedio

trescientos cuarenta y seis hojas es fácil concluir que el árbol tiene un total de noventa y ocho mil

quinientos cuarenta y ocho hojas”.

El Bagdalí quedo impresionado por las habilidades que poseía el hombre que calculaba por lo

que le explico la infinidad de cosas que podría realizar y los puestos que podría ocupar en Bagdad

el hombre que calculaba se mostró interesado y emprendieron su viaje un solo camello.

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Luego, camino a Bagdad se encuentran con 3 hermanos los cuales se encontraban entablados

en una acalorada discusión y junto a ellos 35 camellos, Beremís inquietado fue a preguntar la razón

de dicha discusión, el problema era que su padre había muerto y les había heredado sus 35 camellos

al mayor le correspondía la mitad al segundo la tercera parte y al menor la novena parte;

lamentablemente todas las divisiones no eran exactas por ello la pelea hábilmente el hombre que

calculaba les propuso darle solución a su problema los hermanos accedieron, el hombre que

calculaba anexo a los 35 camellos el animal de su amigo al principio el amigo se notó inconforme

en dicha acción pero Beremís lo convenció de que no había por que desconfiar y decidió prestárselo

fue entonces cuando Beremís comenzó la repartición de los camellos.

Ahora, cuentan con 36 camellos como al mayor le tocaban 17 y algo y ahora le tocarían 18 no

podría quejarse al segundo le tocarían 11y pico y ahora recibiría 12 salía ganando y tampoco podría

quejarse, al tercero le corresponda 3 y algo más y con la división de Beremís le tocarían 4 tampoco

podría quejarse. Pero si sumamos 18+12+4 = 34 sobraba un camello que Beremís lo tomaría por

derecho por haberle dado solución a su problema y también tomaría el camellos que le presto su

amigo Bagdali, los hermanos asombrados aceptado la solución y así tanto Beremís como el Bagdali

podrían seguir su camino cada uno en su camello.

Tras días después del viaje, se encontraron con una persona tirada y casi moribunda, resultó

que él era un negociante rico de Bagdad, se llamaba Salem y los persas habían saqueado su

caravana y él era el único sobreviviente, él pregunto si de casualidad tenían algo de comer, Beremís

tenía 5 panes, mientras que el Bagdalí tenía 3, Salem propuso compartir los ocho panes y que

llegados a Bagdad le daría ocho monedas de oro, llegaron y cuando estaba Salem por pagarle 5

monedas al calculista y 3 al Bagdalí, El calculista le dijo que para él debían ser siete monedas y

para el Bagdalí sólo una, luego procedió a la explicación y era porque según él, cuando estaban en

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camino de Bagdad, los panes que sacaban los partían en tres, o sea que él tenía quince trozos de

pan, de los cuales comió ocho, y su compañero, tenía nueve trozos, de los cuales comió ocho, o

sea que el Bagdalí le dio sólo un pan y el calculista le dio siete panes, Salem estaba impresionado

e incluso le hizo la propuesta de ser el secretario del Visir, el calculista tomó la ocho monedas y le

dio cuatro al Bagdalí porque ese cálculo era matemáticamente exacto pero no para los ojos de

Dios.

Luego, nuestros amigos llegaron a una posada y se toparon con otro problema que podría

requerir la ayuda de nuestro calculista, el problema era que un comerciante de joyas, acordó con

el dueño de la posada que si vendía sus joyas a 100 dracmas, pagaría de hospedaje 20 dracmas, si

las vendía a 200, pagaría 35 dracmas, y el comerciante había vendido 140 dracmas, el mercader

decía que debía pagar 24 dracmas y medio, y el dueño de la posada decía que debía pagar 28

dracmas, entonces el calculista intervino y calculando dijo que se debía pagar 26 dracmas, y la

explicación fue la siguiente:, de 200 dracmas a 100 dracmas, hay 100 dracmas de diferencia, y de

35 dracmas a 20 dracmas hay 15 dracmas, lo que le corresponde a 40 dracmas es 6 dracmas, así

que por 140 dracmas debe pagar 26 dracmas, ya incluso el comerciante admirado le regaló un

anillo.

Posteriormente, entraron el calculista y el Bagdalí en la impresionante morada del visir, se

encontraron con el visir y su compañero, un poeta llamado Iezid, quienes le pusieron una prueba

al calculista, lo hicieron acercar a una ventana y que contase los camellos que eran una gran

cantidad, y que eran el regalo del visir para el padre de su novia, el calculista contó 257 camellos,

y el resultado era correcto, todos se preguntaron como lo hizo y él dijo que contó las patas y la

orejas de los camellos llegando a un total de 1541 y al dividirlo entre 6 da 257, el calculista

preguntó la edad de la novia y como ella tenía 16 años, tal vez lo mejor sería regalarle 256 camellos

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solamente, porque 256 era el cuadrado de 16 y sería mejor así, al visir le gustó la idea y se felicitó

así mismo por haberlo contratado para ser su secretario.

Paseando el calculista y el Bagdalí caminando por entre los comerciantes y al calculista le gustó

un turbante azul que costaba 4 dracmas, pero al ver el letrero de “LOS CUATRO CUATROS”

entró y resolvió un aparentemente difícil problema, y luego el comerciante le planteó un problema

que si lo resolvía, le regalaba el turbante, el problema era un préstamo que hizo a dos personas, (a

ambos les prestó 50 Dracmas), el primero le pago primero 20 luego 15 luego 15 y luego 5 dracmas,

este pagó 50 dracmas y su deuda acumulada también era de 50 dracmas, pero el segundo pagó 50

dracma pero su deuda acumulada era de 51 dracmas, el calculista dijo que la cuenta acumulada

podía salir de 75 80 99 100 260 800 o más y que nada tenía que ver, el comerciante luego le regaló

el turbante y se retiraron.

Caminaban el Bagdalí y el calculista con el turbante y hablando de las figuras geométricas,

cuando se encontraron con su amigo Salem, quien les mostró otro problema, a tres árabes les

habían dado de pago 7 vasos llenos de vino, 7 con la mitad de vivo y 7 vacíos y que tenían que

repartirse la misma cantidad de vasos y de vino, él dijo que la respuesta era fácil, el primero que

reciba 3 llenos, uno medio lleno, y tres vacíos, al segundo te tocaría 2 vasos llenos, 3 medio llenos,

y 2 vacíos, al tercero le tocaría 2 llenos, 2 medio llenos y 2 vacíos. Luego se retiraron y por un

malentendido con un dibujo que hizo Al-Hossein un ladrón se declaró culpable, porque él pensaba

que por el dibujo lo habían descubierto.

Ya en el hospedaje, Iezid fue a ver al calculista para pedirle que le enseñase matemática a su

hija, ya que si no lo hacía, su hija al cumplir 18 (ya tenía 17) le pasaría todo tipo de cosas malas a

menos que aprendiese matemática (según un adivino) el calculista aceptó pero el problema era que

tendría que enseñar a su discípula a través de un velo, o sea que no podría verla.

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Ya en la morada de Iezid, muestro calculista y el Bagdalí se toparon con el primo de este, no

estaba contento con el calculista, y le puso a contar 499 pájaros, de los cuales pidió que liberaran

a 3 para tener los 496 pájaros, esto lo hizo porque el 496 era un número perfecto, el primo de Iezid

(Tara - Tir) se retiró molesto por que sí pasó su prueba, y luego comenzó la primera Lección de

Beremís

Entraba Beremís, el Bagdalí y Iezid a la habitación de la hija de Iezid, Telassim, quien estaba a

través de un velo en el cual no se veía si la silueta, Beremís (El calculista) empezó a enseñarle y

comenzó hablándole de Platón y de la vida de ilustres personas matemáticas, luego se puso a

explicarle la ligación de las Matemáticas con cualquier otra ciencia, que la Matemática estaba

ligada hasta con la más simple idea ya sea en álgebra, geometría, Aritmética, mecánica y

astronomía, y así dio por concluida la primera clase de Matemática.

Luego cuando salió con el Bagdalí, se topó con Harim, era uno de los hermanos que en el

desierto se peleaban por la herencia de los camellos y que él solucionó, en ese momento lo llevó

donde su otro hermano (Hamed) y el problema se da en que Harim tenía 30 melones y envió a

venderlos 3 por un denario, y Hamed también tenía 30 y los envió a venderlos con la misma

persona que Harim pero a dos por un denario, y el problema era que esa persona los vendió a 5 por

dos denarios y al final de la venta debía tener 25 denarios pero sólo ganó 24. El calculista les

explicó que la pérdida fue en que los melones de Harim (de 3 por un denario) se acabarían primero

que los de Hamed que los segundos se venderían a menos precio y que allí se originaría la pérdida.

Ingresaron el calculista y el Bagdalí en el palacio del califa, ambos asombrados por el palacio

y por la conferencia que les esperaba, donde hablaron con el califa, varios doctores y ulemas con

los que conversó y en especial con el califa, quien quedó maravillado por las explicaciones que

Beremís daba a todos en dicha conferencia.

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Luego, en la sala donde estaba Beremís entraron músicos y dos bailarinas que eran gemelas y

aparentemente no tenían ninguna diferencia, el visir le dijo que no tenían ninguna diferencia y en

la ropa, Beremís le interrumpió y le dijo que había una, una de ellas tenía en el vestido 312 franjas

y la otra 309, el visir mandó a contar las franjas y así era, luego como que el visir trató de hacer

caer a Beremís diciéndole de que nada servía que sepa contar las franjas de un vestido o que sepa

repartir camellos o contarlos, a eso Beremís empezó a hablarle de para qué servía la Matemática y

el uso que él le daba, a eso el ambicioso visir se retiró dejando a Beremís.

Entraron Beremís y el Bagdalí a la habitación del Calígrafo y notaron extrema pobreza, además

de que allí encontraron una figura, era lo que llamaban un cuadrado mágico, Beremís relató de que

retrataba, cuadrado de 9 casillas, si se le suma sus lados o en diagonal, la suma será siempre la

misma, así también puede darse con cuadrados de 16 casillas, etc. Luego procedió a tomar un

tablero de ajedrez y relató la historia del ajedrez que es la siguiente.

Cuenta que un rey llamado Iadava en la guerra de su pueblo contra otro el entro en combate,

por sus grandes estrategias, su pueblo ganó la guerra, pero tuvo una importantísima pérdida para

él, su hijo, los días siguientes él muy apenado una y otra vez dibujaba las estrategias que usó para

la batalla con mucha nostalgia, cuando de repente llegó un joven brahmán que pedía una audiencia

con el rey, y este se la concedió, dicho joven trajo para el rey un nuevo juego, que era el ajedrez,

este juego, explicó el joven, era la representación de la batalla, cada pieza tenía un valor, como los

visires o elefantes de guerra (que serían remplazados por las torres), al rey le fascinó dicho juego

y quiso recompensar (por promesa lo que quisiera) al joven brahmán, al principio el joven no quiso

aceptar el premio pero luego dijo que le diesen granos de trigo pero que le den uno por el primer

cuadrado del tablero de ajedrez, dos por la segunda, cuatro por la tercera y así hasta llegar a la

casilla 36, al rey la parecía entupido pedir tan poco cuando podía haber pedido ser dueño de una

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provincia o tener un palacio pero cundo sus calculistas le dijeron la cantidad de trigo que era, él se

sorprendió, pues era un montaña que su país no podría producir ni en un siglo, pero luego no quiso

nada de recompensa, y fue nombrado como el primer ministro. El califa Al- Motasen quedó

asombrado oír la historia y ordenó que le diesen al calculista un manto de honor y 100 cequíes de

oro,

Ya Beremís y el Bagdalí en su posada, llegaba bastante gente para hacerle preguntas al

calculista entre ellos legó una persona llamada Aziz que estaba enardecido porque (según él) su

socio lo había engañado, el calculista lo calmó y le hizo ver que estaba en un error, Aziz se vio

arrepentido por juzgar mal a su socio y en agradecimiento los invitó a dar un paseo por la ciudad,

en el paseo fueron a dar a un café en el cual encontraron al Sheick El -Medah estaba contando unas

historias que en parte, iban dirigidas al calculista, este se sintió alagado y el Sheick El -Medah le

propuso un problema; dijo que tres hermanas, la mayor vendió 50 manzanas, la segunda vendió

30 y la tercera, todas al precio de 7 manzanas por un denario y la pregunta era como las tres

vendieron diferentes cantidades pero sacaron el mismo provecho, la explicación fue que la primera

sólo vendió 59 la segunda 28 y la tercera 7 y que las que sobraban las venderían al precio de 3 por

un denario, y así obtendrían 10 denarios cada una, todos quedaron asombrados, porque ningún

Ulema resolvió ese problema sin siquiera hacer largas cuentas, y él lo hizo en un instante, a la

salida en muestra de respeto, todos los alumbraron con sus lámparas.

Al día siguiente, llegó un egipcio que llevaba una carta para el calculista, él pensaba que eran

para que las comiencen antes, pero era porque el Sheick Iezid quería presentarle unos amigos al

calculista Beremís y sobre todo presentarle al príncipe Clazir, este se apresuró a ir con tres personas

como escolta, cuando llegaron, Beremís se puso a contar la historia de grandes matemáticos y de

en especial de un libro que era el Suba - Sultra hecho por Báskara Acharia quien también escribió

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Lilavati, y se puso a contar la historia de Lilavati, Báskara tenía una hija llamada Lilavati, la cual

al nacer le pronosticaron los astrólogo que se quedaría soltera de por vida, pero consultando le

dijeron que tenía que casarla con el primer pretendiente que encuentre, ya en una boda, es

costumbre que un cilindro con un pequeño orificio en una fosa de agua, al hundirse lentamente,

marque la hora, la inocente Lilavati, se acercó a el cilindro, y justo se le cayó una de las perlas que

obstruyeron el orificio del cilindro y en consecuencia, las horas pasaron y el novio y los invitados

estaban esperando a la novia, las horas pasaron y todos se fueros y que pudiesen fijar una nueva

fecha de boda, pero el novio nunca volvió y ella se quedó soltera para siempre, luego dijo que les

contaría uno de los varios problemas que venían en el libro Lilavati, les dijo que si una niña de 6

años es vendida por 32 niscas, ¿cuál será el precio de una jovencita de 20 años?

El príncipe Clazir elogió al calculista y le hizo la pregunta de un problema que estaba en el libro

Lilavati y que aún nadie lo pudo resolver, y le preguntó, habían tres marineros que les

recompensaron con monedas (monedas entre 200 y 300), las guardaron en un cofre y al día

siguientes se las darían, el primero se despertó en la noche (a escondidas), tomó el cofre y con

justicia dividió las monedas entre tres, la división era inexacta y sobraba una moneda que la tiró al

mar para que no hayan discusiones; al rato el segundo marinero se levantó, tomó el cofre, y dividió

las monedas entre tres, la división era inexacta y sobraba una moneda que la tiró al mar; y el tercero

también luego se levantó a escondidas, dividió las monedas entre tres, la división era inexacta y

sobraba una moneda que la tiró al mar, al día siguiente les repartieron las monedas y la división

era inexacta, el que repartió tomó la moneda que sobraba por derecho a repartir,; la pregunta es

¿cuantas monedas habían? y ¿cuantas les tocaron a cada marinero?. El calculista respondió

rápidamente que habían 241, el primer marinero tubo 103 monedas, el segundo tubo 76 monedas

y el tercero sólo 58, eso suman 237, más las 3 monedas que tiraron, y la moneda que se quedó el

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que repartió las suman las 241. El Príncipe asombrado le regaló una medalla de oro con finos

diamantes y un escrito simbólico.

Luego, Beremís al salir del lugar se dirigió donde su “alumna invisible” a darle las clases de

matemática, en esta ocasión le habló del origen de los números en Arabia, roma y en otras

civilizaciones, y la necesidad de los hombres de temer un forma de contar, o sea llevar un sistema

contable ya sea para contar las ovejas que tenga, hasta hacer complejos cálculos. Terminada la

clase, se dieron cuenta que el calculista no llevaba puesto su hermoso anillo que ganó en la posada

en día que llegaron, ¿Había extraviado su joya predilecta?

De cuanto sucediera en el transcurso de nuestra visita a la prisión de Bagdad. Cómo Beremís

resolvió el problema de la mitad de los años de vida de Sanadik. El instante de tiempo. La libertad

condicional. Beremís explica los fundamentos de una sentencia.

De lo que sucedió durante una honrosa visita que recibimos. Palabras del Príncipe Cluzir Schá.

Una invitación principesca. Beremís resuelve un nuevo problema. Las perlas del rajá. Un número

cabalístico. Queda determinada nuestra partida para la India.

Sobre el rencoroso Tara-Tir. El epitafio de Diofanto. El problema de Hierón. Beremiz se libra

de un enemigo peligroso. Una carta del capitán Hassan. Los cubos de 8 y 27. La pasión por el

cálculo. La muerte de Arquímedes.

Beremís es llamado nuevamente a palacio. Una extraña sorpresa. Difícil torneo de uno contra

siete. La restitución del misterioso anillo. Beremís es obsequiado con una alfombra de color azul.

Versos que conmueven a un corazón apasionado.

De nuestro encuentro con un teólogo famoso. El problema de la vida futura. Todo musulmán

debe conocer el Libro Sagrado. ¿Cuántas palabras hay en el Corán? ¿Cuántas letras? El nombre

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de Jesús es citado 19 veces. Un engaño de Beremís. Cómo un sabio historiador interroga a Beremís.

El geómetra que no podía mirar al cielo. La Matemática de Grecia. Elogio de Eratóstenes.

Prosigue el memorable torneo. El tercer sabio interroga a Beremís. La falsa inducción. Beremís

demuestra que un principio falso puede ser sugerido por ejemplos verdaderos.

En el que escuchamos una antigua leyenda persa. Lo material y lo espiritual. Los problemas

humanos y trascendentes. La multiplicación más famosa. El Sultán reprime con energía la

intolerancia de los jeques islamitas.

El Hombre que Calculaba narra una leyenda. El tigre sugiere la división de “tres” entre “tres”.

El chacal indica la división de “tres” entre “dos”. Cómo se calcula el cociente en la Matemática

del más fuerte. El jeque el gorro verde elogia a Beremís.

Dirigiéndose el último sabio al califa, felicitó a Beremís, pero también habló de los problemas

matemáticos que no tenían solución, Beremís dijo tales como el problema de la duplicación de un

cubo, o la trisección de un ángulo o la cuadratura del círculo, habló de personas que dedicaron su

vida a encontrar respuestas a estas incógnitas sin resultado alguno, explicó también por qué se dio

origen de estos problemas y para qué servirían.

Ya al final de la conferencia, el califa le pidió a Beremís que escogiera entre dinero, joyas,

palacio, ser visir o ser gobernador de alguna provincia; pero sólo él quería casarse con Telassim,

el califa le dijo que sería así si resolvía un problema que nadie en el mundo lo resolvió antes, trajo

5 esclavas, se suponía que do tenían ojos negros y dirían la verdad, y tres tenían los ojos azules

mentirían, la condición era que sólo podía hacerles tres preguntas y el reto era que tenía que

descubrir el color de ojos de cada una sin el menor error, Beremís las hizo y al final logró descubrir

el color de ojos que tenían cada una de ellas. Así que podría casarse con Telassim.

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Posteriormente, la Ciudad de Bagdad fue azotada por la invasión de los mongoles, Iezid y el

califa murieron, Bagdad se convirtió en un total caos, pero El Bagdalí, Telassim y Beremís

lograron huir del lugar Telassim era cristiana y logró convertí a Beremís al cristianismo, tuvieron

hijitos, para Beremís, el gran problema de la vida fue encontrar la felicidad; y así, sin números

termina la historia de un gran calculista “BEREMÏS”

El sabio cordobés narra una leyenda. Los tres novios de Dahizé. El problema de “los cinco

discos”. Cómo Beremís reprodujo el raciocinio de un novio inteligente. En el que Beremís es

interrogado por un astrónomo libanés. El problema de “la perla más ligera”. El astrónomo cita un

poema en alabanza a Beremís.

La ofrenda que el Califa Al-Motacén hizo al Hombre que Calculaba. Beremís rechaza oro,

cargos y palacios. Una petición de mano. El problema de “Los ojos negros y azules”. Beremís

determina mediante un raciocinio el color de los ojos de cinco esclavas “Sígueme –dijo Jesús-. Yo

soy el camino que debes pisar, la verdad en que debes creer, la vida que debes esperar. Yo soy el

camino sin peligro, la verdad sin error, la vida sin muerte”

En concordancia con las historias anteriores vividas, el viajante Bagdalí en un antiquísimo Irak,

habitado por califas, jeques y visires, nos narra en primera persona, como encuentra en el desierto

un inesperado compañero de viaje, Beremís Samir, un hombre sabio y tranquilo, que domina el

arte de contar historias y la ciencia de la matemática.

Entrelazando ambas, va dejando sus enseñanzas: Una gran cantidad de desafíos matemáticos

se le van presentando, que él resuelve con gran habilidad. Estos se presentan casi siempre en forma

de disputas entre varias personas a las que Beremís Samir, con su solución magistral deja

satisfechas.

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Estas pequeñas historias independientes en sí mismas, pero que forman parte del hilo conductor

de la narración, recuerdan de alguna manera al maravilloso libro de las Mil y Una Noches, también

ambientado en el mundo árabe, en las que nos relata distintos y fantásticos cuentos que, a su vez,

forman parte de. Las historias que nos cuenta Beremís Samir son muy entretenidas y curiosas,

tanto para los que gustan de las matemáticas, como para aquellos que prefieren mantenerse a

distancia de ellas.

Las cualidades y habilidades que poseía Beremís llegaban hasta el extremo, de contar las hojas

de un árbol, los pájaros de una bandada, las palabras y las letras del que hablaba, y calcular las que

iba utilizando en su respuesta para que fueran exactamente el doble. Esto, dejaba maravillado a

todos por las majestuosas demostraciones y el envidiable talento que poseía.

Beremís Samir, el hombre que calculaba, enfrenta un sinnúmero de desafíos en el marco de un

antiquísimo Irak, habitado por califas, jeques y visires. En cada uno de los relatos, Samir demuestra

su dominio sobre los números, pero esa sabiduría va acompañada por una reflexión que siempre

tiene una razón ética, de justicia, que hace desaparecer el problema y el desacuerdo entre los

hombres, que muchas veces se deben a cuestiones insignificantes. Y es que Samir es un hombre

sabio, un hombre de paz que no busca el poder sino la tranquilidad de vivir una vida plena y feliz.

De este libro se pueden sacar grandes reflexiones de vida tales como: el ingenio humano debe

consagrarse a la resolución de los grandes problemas de la vida, y aquel que razona con eficacia

es capaz de hallar los medios seguros para combatir cualquier epidemia.

Entre las reflexiones matemáticas tenemos: podemos calcular un número cualquiera empleando

solo 4/4, el teorema de Pitágoras nos ayuda a calcular la medida de la hipotenusa en un triángulo

rectángulo y los cuadros mágicos eran conocidos por los matemáticos chinos que vivieron cuarenta

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y cinco siglos, los números amigos son aquellos que al sumar los divisores de uno va a dar el otro

y al contrario, en las cuentas de pago, lo saldos de deudores nada tiene que ver con el total de la

cuenta.

También, nos hace ver la matemática desde otros puntos de vista, exponiéndola como la base

de todas las ciencias y todas las artes, y se funda únicamente en la verdad. La matemática enseña

al hombre a ser sencillo y modesto, no solo sirve para resolver problemas, calcular áreas y medir

volúmenes y además, ejercita singularmente la atención y de ese modo desenvuelve la voluntad e

inteligencia. A demás, el estudio de la matemática contribuye a la formación de la personalidad y

si los cálculos no estuvieran sujetos a dudas y contracciones, la matemática sería una ciencia simple

sin sentido y finalidad en la vida.

Por otra parte, enfatiza en las partes fundamentales de la matemática, como lo es el número,

pues este es la base de la razón y el entendimiento. Del número surge una noción de indiscutible

importancia: la noción de la medida. Al practicar el estudio de los números y las figuras los

doctores aprender a razonar.

Es muy posible que las investigaciones teóricas de hoy prevean, entre mil o dos mil años, de

preciosos recursos a la práctica. La teoría más interesante desaparecería entre las nebulosidades de

las nociones inútiles. El privilegio más grande el del matemático es la ligación íntima y misteriosa

entre él y su aspiración.

En cada capítulo del libro parecería que hay poco que aprender, o solo una enseñanza

matemática, de lógica, por el contrario deja mucho cuestiones de sabiduría, de moral, y sobre todo

y ante todo de sencillez.

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Beremís Samir: es el personaje principal en quien gira el entorno de la obra nacido en Persia,

se volvió poco a poco habilísimo en el arte de contar sin error, resuelve problemas y situaciones

complicadas de todos los estilos con un gran talento, simplicidad, precisión y en cada uno de estos

va acompañada por una reflexión que busca y encuentra una razón ética y de justicia.

Lo que nos muestra en los capítulos es que todo lo que tiene solución, hasta las más complicadas

situaciones que tengamos. Lo único que debemos hacer casi la mayoría de nosotros es que debemos

poner más empeño y dedicación a las cosas que tengamos a nuestro alrededor, para que así

podamos resolver sin mucha dificultad los problemas. También nos enseña que las matemáticas

contribuyen a la formación de la personalidad y que ejercita singularmente la atención y la

inteligencia.

En conclusión, este gran libro trata de ver la matemática en toso los lugares que nos rodean y

aprender cada vez mas de ella. Al hombre que calculaba, no le importaba el dinero si no estudiar

todos los problemas de la matemática. Del personaje principal, se observa un ejemplo de

perseverancia, dedicación y responsabilidad. Cada situación por más complicada que parezca se

puede resolver de la mano del razonamiento; todos los hombres podemos superar cualquier

situación con sencillez, bondad y sapiencia. En las escuelas, colegio o universidades, debemos

poner en práctica la lógica matemática, pues esta conduce nuestro pensamiento de manera correcta

y nos forma como personas; también, hay que verle el lado positivo y adquirir el gusto por la

matemática y potenciar las ramas de este arte, pues con ella, enriqueceremos nuestra personalidad,

siendo individuos competentes, eficaces, con alta capacidad intelectual, perseverantes y

responsables.

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