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Sistemas de Información Geográfica

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Sistemas

de
Información
Geográfica
Un libro libre de Víctor
Olaya
Introducción. ¿Qué es un
SIG?
Este capítulo presenta los conceptos fundamentales sobre Sistemas de
Información Geográfica (SIG), definiéndolos y presentando tanto sus
capacidades fundamentales como la forma en que estas pueden ser
aprovechadas. Asimismo, se presentan los SIG como sistemas complejos, y se
describe cada uno de sus componentes principales. El capítulo presenta una
visión global del ámbito de los SIG y de la ciencia asociada a los SIG como
disciplina independiente, al tiempo que muestra el contexto en el que el
desarrollo y utilización de estos se produce en la actualidad.

Introducción
La mayor parte de la de la información que manejamos en cualquier tipo de
disciplina está georreferenciada. Es decir, que se trata de información a la cual
puede asignarse una posición geográfica, y es por tanto información que viene
acompañada de otra información adicional relativa a su localización.
Si bien esto no es un hecho novedoso, la situación actual es más favorable que
nunca para el desarrollo de herramientas que permitan la utilización de toda
esa información al tiempo que se consideran los datos relativos a su posición
en el espacio. Esto es así no solo porque trabajamos con gran cantidad de
información referenciada geográficamente, sino porque somos cada día más
conscientes de la importancia que esa componente geográfica tiene. La
geografía ha pasado de ser un ámbito particular con cierta relación con otros
campos a ser un elemento fundamental incorporado a la mayor parte de las
disciplinas. Y no solo en el terreno científico, sino en el terreno mismo de la
vida diaria, donde toda esta información desempeña un papel de gran
importancia.
La utilización de cartografía ha dado un vuelco radical en el plazo de unas
décadas, permitiendo nuevas posibilidades y acercando la información
cartográfica como herramienta de primer orden a un público amplio y diverso.
La elaboración misma de cartografía ha pasado de ser terreno exclusivo de
profesionales del sector a ser una labor abierta donde las nuevas tecnologías,
especialmente las de corte colaborativo, han permitido que otro tipo de
usuarios desarrollen y compartan información cartográfica.
En este sentido, los SIG no son solo herramientas dentro de ese contexto de
gran importancia de la información geográfica, sino en gran medida
responsables de que esa situación sea tal, pues su contribución dentro del
panorama relativo a la geografía ha sido vital para impulsar esta y hacerla
llegar hasta su lugar actual. En una sociedad donde la información y la
tecnología son dos de los pilares fundamentales, los SIG son, sin lugar a
dudas, la tecnología estandarte para el manejo de información geográfica, y los
elementos básicos que canalizan la gestión de todo aquello que, de un modo u
otro, presente una componente geográfica susceptible de ser aprovechada.
Así, un SIG es fundamentalmente una herramienta para trabajar con
información georreferenciada, una definición en la que pueden entrar un gran
número de tecnologías y de otros elementos no tecnológicos, los cuales
veremos a lo largo de este libro.

Un pequeño ejemplo
Para comenzar a tener una idea correcta de lo que representa e implica un
SIG, veamos un sencillo ejemplo. Supongamos el caso de un organismo o
empresa cuyo trabajo incluye la gestión de una masa forestal. Este trabajo de
gestión implicará algunas actividades como las siguientes, en las cuales se
utiliza en mayor o menor medida información georreferenciada.
 Delimitación de las distintas zonas inventariables y unidades dasocráticas (montes,
cantones, rodales, etc.)

 Diseño de inventarios

 Realización de inventarios y gestión de sus datos para la obtención de resultados tales


como estimaciones de volúmenes maderables.

 Gestión de infraestructuras del monte tales como vías de comunicación, torres de


vigilancia contra incendios, etc.

En un contexto en el que no existen medios informáticos para la realización de


estas tareas, gran parte de ellas se desarrollarán con el apoyo de cartografía
clásica. Así, las zonas inventariables se delimitarán sobre un plano, y sobre
este mismo pueden medirse sus superficies con la ayuda de un planímetro. En
ese mismo plano se localizan las parcelas a muestrear en un inventario, y los
operarios encargados de llegar hasta esas parcelas y realizar las mediciones
pertinentes se ayudan de él para localizarlas y desplazarse sobre el terreno.
Los resultados del inventario se almacenan en estadillos, y las operaciones
correspondientes al análisis estadístico de estos se realizan de forma manual,
así como la comparación con inventarios anteriores que permiten estudiar la
evolución del monte.
La presencia de medios informáticos facilita estas tareas, mejorando por una
parte la gestión de los datos, y por otra las operaciones que pueden realizarse
sobre estos. Una sencilla hoja de cálculo, por ejemplo, es una herramienta
imprescindible para la gestión de los datos de un inventario, haciendo que todo
el trabajo con ellos resulte más eficiente y adecuado.
En lo relativo a la cartografía, la situación, aunque con un desarrollo (y
especialmente una implantación de usuarios) más reciente, no es muy distinta.
Ventajas similares a las que aporta una hoja de cálculo pueden encontrarse en
una aplicación que permitiera utilizar mapas y planos dentro de un ordenador,
con la consecuente ganancia en productividad, eficiencia y precisión. Esta
aplicación destinada al manejo de cartografía es el concepto básico de un
Sistema de Información Geográfica, y la idea fundamental a partir de la cual
comenzó el desarrollo de estos.
Con un SIG, la cartografía de esa masa forestal puede visualizarse y
almacenarse en un ordenador personal, y pueden realizarse sin dificultad y de
forma instantánea cálculos tales como mediciones de cada una de las
entidades. La creación de nueva información cartográfica se lleva a cabo ya en
el propio SIG, del mismo modo que la edición de cartografía ya existente.
Modificar el límite de una unidad dasocrática o el trazado de una vía, o crear la
cartografía correspondiente a las parcelas de inventario son tareas que, en
nuestro caso de ejemplo, se realizan hoy en día empleando un SIG.
Las ventajas que esto tiene son muchas, especialmente las relacionadas con
una mejor gestión del conjunto de distintos datos que se manejan, así como las
relativas a la sencillez con que pueden modificarse estos datos}.
Otras de las labores donde un SIG demuestra su utilidad es en el análisis. Los
datos geográficos pueden ser objeto de gran número de distintos análisis, y la
capacidad de cómputo de un ordenador es necesaria para muchos de ellos. La
herramienta idónea para implementar esos algoritmos y operaciones de
análisis espacial es el SIG, pues ya contiene los elementos necesarios para el
manejo de los datos de partida, es decir, aquellos que contienen la información
georreferenciada.
Y, por supuesto, un SIG conectado a un periférico de impresión permite
generar una versión analógica a partir de la información con la que se trabaja,
teniendo la capacidad de crear cartografía en papel cuando así se requiera.
En otras palabras, un SIG es una herramienta que brinda a las labores de uso
y manejo de información geográfica toda la potencia de un ordenador, pues ha
sido diseñada específicamente para trabajar con este tipo particular de
información.
No obstante, más allá de todas estas tareas antes mencionadas el concepto de
SIG ha evolucionado hasta convertir actualmente a estos en sistemas
complejos que buscan dar solución a todas las necesidades que se presentan
en situaciones similares a la del ejemplo comentado. Con la tecnología actual,
la incorporación de elementos propios de los SIG puede llegar mucho más allá,
y uno de los pilares más sólidos de los SIG en la actualidad es su capacidad de
mostrar que existe una componente espacial susceptible de ser gestionada con
la ayuda de un SIG en la práctica totalidad de contextos posibles.
Como sistema, un SIG puede gestionar la cartografía necesaria para la gestión
integral del monte, y hacerlo además de forma centralizada. De este modo, se
garantiza el rigor y la robustez de los datos base, ya que el SIG es el
encargado de canalizar la utilización de estos por parte de todos los usuarios.
Esto es de especial importancia en caso de que se editen los datos, ya que
esta edición también está centralizada, y un usuario ve reflejarse en su
cartografía de forma inmediata los cambios realizados por otro, teniendo
siempre a su disposición la versión más actual y, por tanto, más adecuada. A
esto puede añadirse la utilización de SIG móviles en dispositivos portátiles, que
permiten que el SIG se incorpore también a las fases de trabajo de campo. Esa
misma cartografía centralizada pueden utilizarla los operarios en campo a
través de sus dispositivos para desarrollar su trabajo, ayudándose además de
sistemas de navegación para la localización de las parcelas de un muestreo o
de cualquier otro punto de interés al que deban desplazarse.
Gracias a la tecnología SIG, la información espacial puede ser aprovechada en
mayor medida, y en muchos casos pasa de ser una información inherente a los
datos pero sin una verdadera aplicación, a ser un elemento sumamente
enriquecedor y clave para muchos análisis.
En nuestro ejemplo de gestión forestal, los propios datos del inventario, que
antes eran fundamentalmente datos sobre las propiedades de los distintos
árboles medidos (altura, diámetro, etc.), ahora ofrecen muchas más
posibilidades si se considera que cada uno de estos árboles ha sido medido en
una parcela dada, la cual lleva asociadas unas coordenadas concretas.
El trabajo que se desarrollaba en la hoja de cálculo con estos datos se puede
incorporar al SIG, el cual además de las funciones de análisis estadístico
incluye funciones de análisis espacial. De este modo, los resultados numéricos
que se obtenían de esos análisis (volúmenes totales estimados, alturas
medias, etc.) se amplían mediante resultados con mayor componente espacial,
como puede ser la creación de nueva cartografía referente a las variables
principales (mapas de densidad media de arbolado, altura dominante media,
etc.).
En resumen, el SIG en su concepción actual es una herramienta integradora
que busca abarcar en su ámbito todas las funcionalidades que se requieren
para el trabajo con variables y elementos espacialmente localizados,
incorporando para ello capacidades variadas que serán las que vayamos
viendo progresivamente a lo largo de esta obra.

¿Qué es un SIG?
Partiendo del ejemplo anterior, podemos dar una definición más precisa y
formal de lo que realmente es un SIG. Básicamente, un SIG ha de permitir la
realización las siguientes operaciones:
 Lectura, edición, almacenamiento y, en términos generales, gestión de datos espaciales.

 Análisis de dichos datos. Esto puede incluir desde consultas sencillas a la elaboración
de complejos modelos, y puede llevarse a cabo tanto sobre la componente espacial de
los datos (la localización de cada valor o elemento) como sobre la componente temática
(el valor o el elemento en sí).

 Generación de resultados tales como mapas, informes, gráficos, etc.


En función de cual de estos aspectos se valore como más importante,
encontramos distintas definiciones formales del concepto de un SIG. Una
definición clásica es la de [Tomlin1990Prentice], para quien un SIG es un
elemento que permite «analizar, presentar e interpretar hechos relativos a la
superficie terrestre». El mismo autor argumenta, no obstante, que «esta es una
definición muy amplia, y habitualmente se emplea otra más concreta. En
palabras habituales, un SIG es un conjunto de software y hardware diseñado
específicamente para la adquisición, mantenimiento y uso de datos
cartográficos».
En una línea similar, [Star1990Prentice] define un SIG como un «sistema de
información diseñado para trabajar con datos referenciados mediante
coordenadas espaciales o geográficas. En otras palabras, un SIG es tanto un
sistema de base de datos con capacidades específicas para datos
georreferenciados, como un conjunto de operaciones para trabajar con esos
datos. En cierto modo, un SIG es un mapa de orden superior».
Ambas definiciones recogen el concepto fundamental de los SIG en el
momento en que fueron escritas, pero la realidad hoy en día hace necesario
recoger otras ideas, y la definición actual de un SIG debe fundamentarse sobre
todo en el concepto de sistema como elemento integrador que engloba a un
conjunto de componentes interrelacionados.
Como apunta [Tomlin1990Prentice], software y hardware son dos elementos
primordiales del SIG, pero no son sin embargo los únicos. En el contexto
actual, otros componentes juegan un papel igual de importante en la idea
global de un SIG.
De igual modo, un SIG puede considerarse como un «mapa de orden superior»
entendiendo que se trata de una forma más potente y avanzada de hacer todo
aquello que, previamente a la aparición de los SIG, se llevaba a cabo mediante
el uso de mapas y cartografía en sentido clásico. Es decir, los SIG representan
un paso más allá de los mapas. No obstante, esta definición resulta en exceso
simplista, pues mapas y SIG no son conceptos equiparables en el contexto
actual de estos últimos.
Un mapa es una representación de un conjunto de datos espaciales y, aunque
esta representación resulta de enorme importancia, en el entorno de un SIG no
es sino un elemento más de una serie de componentes (tales como
el software y el hardware que antes mencionábamos). Más aún, un SIG
contiene no solo los datos y la representación, sino también las operaciones
que pueden hacerse sobre el mapa, que no son ajenas a este sino partes
igualmente de todo el sistema conformado por el SIG.
De la misma forma que los textos han pasado del papel al ordenador (antes
leíamos libros, ahora podemos leer libros impresos, libros digitales, páginas
Web, etc.), los mapas también han dado ese salto cualitativo con la aparición
de los SIG. Sin embargo, el SIG es mucho más que una nueva forma de
cartografía, y no invalida en absoluto formas anteriores. De hecho, una función
muy importante de los SIG es ayudar a crear mapas en papel, y estos se
siguen utilizando hoy en día en todos los ámbitos. Y junto con esta
funcionalidad, encontramos otras que hacen que en su conjunto un SIG sea
una herramienta integradora y completa para el trabajo con información
georreferenciada.
Debe entenderse, pues, un SIG, como un elemento complejo que engloba una
serie de otros elementos conectados, cada uno de los cuales desempeña una
función particular. Estos elementos son, como iremos viendo más adelante, los
datos, los procesos, la visualización, la tecnología y el factor organizativo.
Baste por el momento citarlos, ya que más adelante, y a lo largo de todo el
libro, se irán describiendo pormenorizadamente todos ellos.
Con lo anterior, una definición más precisa es decir que un SIG es un sistema
que integra tecnología informática, personas e información
geográfica[webGISCOM], y cuya principal función es capturar, analizar,
almacenar, editar y representar datos georreferenciados [Korte2001Autodesk].
En las siguientes secciones veremos por separado la forma en que un SIG
integra la tecnología informática, las personas y la información geográfica, así
como la forma en que los conceptos fundamentales en los que el propio SIG se
sustenta suponen una integración de distintas disciplinas.

SIG como integrador de información


Si bien un SIG tiene una inherente naturaleza integradora y esta puede
enfocarse desde muchos puntos de vista tal y como vemos en este apartado,
el elemento tal vez más relevante en este sentido es la propia información que
un SIG maneja y las características de esta. Conceptualmente, el verdadero
pilar de esa naturaleza integradora del SIG reside en la información geográfica
con la que se trabaja, que provee la amalgama adecuada para que un SIG sea
un sistema sólido y cohesionado, confiriéndole a su vez sus propias
características y su interés como herramienta polivalente.
Muchas disciplinas trabajan con información de distinta naturaleza. En ellas, no
siempre resulta sencillo buscar elementos en común para poder unir y
coordinar toda esa información bajo un único punto de vista conceptual. En
otras ocasiones, disciplinas que en la práctica presentan una interacción real
(puede decirse que, de un modo u otro, todas las disciplinas están
interrelacionadas) resultan difíciles de integrar desde el punto de vista teórico,
y no es sencillo ponerlas en un marco común de trabajo.
Por ejemplo, información de tipo sociológico como la tasa de analfabetismo e
información de carácter físico o biológico como puede ser la acidez del suelo,
no parecen sencillas de combinar para la realización de algún análisis común.
De existir alguna relación entre ellas (o de no existir, y pretender demostrar que
son variables independientes), es necesario buscar un punto de enlace entre
ambas informaciones para poder estudiar esta. Un nexo que las une es el
hecho de que están asociadas a una localización en el espacio, ya que una
serie de datos de tasa de analfabetismo corresponderán a una serie de
lugares, del mismo modo que lo harán los valores de acidez del suelo.
El hecho de que ambas informaciones tienen a su vez carácter geográfico va a
permitir combinarlas y obtener resultados a partir de un análisis común. Puesto
que, tal y como se mencionó al inicio de este capítulo, aproximadamente un
70% de toda la información está georreferenciada, esa georreferencia va a
representar en una gran mayoría de los casos un punto común para enmarcar
el análisis. El SIG es, en este contexto, el marco necesario en el que incorporar
esa información georreferenciada y trabajar con ella.

SIG como integrador de tecnologías


Puede pensarse que los SIG son meramente herramientas informáticas y que
la única tecnología que reside tras ellas es la propia tecnología informática. Sin
embargo, el papel integrador de los SIG hace que sean la herramienta elegida
para la gestión de resultados y elementos producidos por otras tecnologías,
muchas de las cuales se encuentran actualmente en pleno desarrollo.
La popularización de los SIG y su mayor presencia en una buena parte de los
ámbitos de trabajo actuales han traído como consecuencia una mayor
conciencia acerca de la importancia de la componente espacial de la
información, así como sobre las posibilidades que la utilización de esta ofrece.
Por ello, una gran parte de las tecnologías que han surgido en los últimos años
(y seguramente de las que surjan en los próximos) se centran en el
aprovechamiento de la información espacial, y están conectadas en mayor o
menor medida a un SIG para ampliar su alcance y sus capacidades. Por su
posición central en el conjunto de todas las tecnologías, los SIG cumplen
además un papel de unión entre ellas, conectándolas y permitiendo una
relación fluida alrededor de las funcionalidades y elementos base de un
Sistema de Información Geográfica.

SIG como integrador de personas


Ya sabemos que la información georrefenciada es muy numerosa y variada.
Esto significa que son muchos los tipos de personas que pueden emplearla y,
por tanto, que pueden emplear un SIG para el trabajo con ella. La presencia
del SIG como puerta de acceso a esa información es un punto común a todas
esas distintas personas, y un Sistema de Información Geográfica es también
un elemento integrador a nivel humano y profesional.
Dentro incluso de un mismo campo de aplicación, son varios los grupos de
personas que van a estar implicados en el desarrollo de una tarea dada con la
ayuda de un SIG. Desde la creación del dato geográfico hasta la obtención de
un resultado final son muchas las operaciones que se llevan a cabo, y estas las
desarrollan profesionales de distinta especialización y con herramientas
particularmente adaptadas a dichas operaciones. En nuestro ejemplo, y en la
etapa previa a la aparición de los SIG, las herramientas que emplea el
cartógrafo para generar un mapa son muy diferentes de las que emplea el
gestor para analizar dicho mapa, y estas a su vez distintas a las que pueden
emplearse para la elaboración de resultados.
Con la aparición de los SIG, todos los profesionales dentro de esa cadena que
va desde la creación del dato hasta las operaciones finales que se realizan
sobre estos tienen una herramienta común de trabajo, pues un SIG puede
utilizarse para desarrollar parcial o totalmente las tareas correspondientes a
cada uno de ellos. El SIG es empleado para crear cartografía, para almacenar,
gestionar y consultar esta, así como para realizar análisis más complejos en
base a ella y crear resultados.
Las funciones básicas que un SIG ha de cumplir, que ya vimos en el momento
de dar una definición de estos, cubren en realidad un rango amplio de trabajo,
y engloban las necesidades de usuarios que con anterioridad no tenían entre sí
un marco de trabajo común tan definido. Esto tiene como consecuencia que
existe una mejor coordinación entre ellos, pues es la propia herramienta quien
establece las características de la relaciones existentes, y estas no dependen
ya únicamente del propio ámbito de aplicación. No obstante, aparece una
mayor necesidad de organización, y como veremos más adelante, esta
organización es una de las partes básicas del sistema SIG y un elemento
necesario para su buen funcionamiento.

SIG como integrador de teorías y fundamentos. La


Ciencia de la Información Geográfica
La evolución conceptual que se ha producido en el ámbito de los SIG, pasando
como ya hemos visto de ser considerados simples programas informáticos a
sistemas completos con múltiples componentes, ha tenido lugar también en la
ciencia que los rodea. Los SIG no solo han contribuido al desarrollo de las
ciencias afines, sino que en muchos casos han modificado estas o han
contribuido a la formación de nuevas ramas. Conceptos básicos y hasta ese
momento sólidos, como por ejemplo la idea de lo que es y lo que significa un
mapa (una idea fundamental para el trabajo en muchas disciplinas), han sido
literalmente redefinidas desde la aparición de los SIG.
Desde un punto de vista muy simple, podemos entender un SIG como la unión
de dos ciencias: la geografía y la informática. Visto así, un SIG es una
herramienta informática para ayudar al trabajo en el ámbito geográfico. Esta
concepción tan simple dista, no obstante, mucho del concepto real de un SIG,
pues este incorpora elementos de muchas ciencias distintas como pueden ser
las siguientes[webGoodchildNCGIA]:
 Disciplinas relacionadas con la tecnología y el manejo de información. Se incluyen aquí
las ciencias de la información, la informática, el diseño de bases de datos o el
tratamiento digital de imágenes, entre otras. Muchas de estas, a su vez, derivan de otras
o toman importantes elementos de ellas. La estadística o la matemática son algunas de
esas ciencias fundamentales.

 Disciplinas dedicadas al estudio de la Tierra desde un punto de vista físico. La geología,


la geología, la oceanografía, la ecología, así como todo el conjunto de ciencias
medioambientales, forman parte de este grupo.

 Disciplinas dedicadas al estudio de la Tierra desde un punto de vista social y humano.


En este grupo se incluyen la antropología, la geografía o la sociología, entre otras. Las
ciencias de este grupo, así como las del anterior, son todas ellas potenciales usuarias de
los SIG.

 Disciplinas dedicadas al estudio del entendimiento humano, en particular en lo


concerniente a la interacción con máquinas. Las ciencias del conocimiento, la
psicología en general o las ramas que estudian y desarrollan la Inteligencia Artificial
también juegan su papel en el contexto actual de los SIG.

 Disciplinas que tradicionalmente han realizado una integración de conocimientos de


otros ámbitos distintos. La geografía como tal es la principal representante de este
grupo.

En el contexto presente, podemos entender la Ciencia de la Información


Geográfica como todo el conjunto de disciplinas y conocimientos que residen
tras los SIG, tanto en su desarrollo y creación como en su utilización y
aspectos prácticos. Esta ciencia se enmarcaría a su vez dentro de ese último
grupo de disciplinas integradoras, llevando más allá la idea de la geografía
como área de conocimiento que engloba elementos de muchos otros ámbitos.
El término geomática, formado a partir de los vocablos geografía e informática,
se emplea con frecuencia para hacer mención a todo ese grupo de ciencias
relacionadas con los SIG. No obstante, y como ya se ha comentado, no se
refiere exclusivamente a esas dos disciplinas, sino que simplemente toma
nombre de los dos bloques principales de conocimiento a partir de los cuales
se ha desarrollado la ciencia de los SIG.
Si los SIG deben ser entendidos a día de hoy como un sistema, la ciencia que
los define y en la que se fundamentan debe no solo describir y servir de
soporte a su elementos, sino también atender a una de las características
fundamentales de todo sistema: las interrelaciones existentes entre dichos
elementos. Por esta razón, disciplinas tales como las ciencias del conocimiento
juegan un papel importante en el ámbito de los SIG, pues son fundamentales
para estudiar las relaciones entre dos de sus componentes como son la
tecnología y el factor organizativo.
En este libro desarrollaremos elementos provenientes de distintas disciplinas,
centrándonos en aquellas ramas que tengan mayor relevancia desde el punto
de vista del usuario de SIG, y con independencia de cuál sea la funcionalidad
que este pueda buscar. Dejaremos de lado algunos aspectos sin duda
importantes pero que atañen a otros enfoques distintos (como pueden ser, por
ejemplo, el desarrollo de aplicaciones SIG o el diseño de entornos SIG
corporativos), aunque no debe perderse de vista el hecho de que estos
contenidos son también importantes dentro del sistema global de un SIG.

¿Qué no es un SIG?
Es obvio que, pese a que su propia denominación indica específicamente que
los SIG desarrollan su actividad con información geográfica y esta es necesaria
para el trabajo con ellos, existen otras tecnologías que también pueden hacer
uso directo de esa información y explotarla de formas alternativas. A medida
que se ha ido redefiniendo el concepto de SIG, muchos elementos han ido
entrando en el amplio paraguas actual del SIG, así como distintas disciplinas,
según hemos visto y veremos más adelante. No obstante, esas propias
disciplinas no han desaparecido como tales, y siguen existiendo de forma
autónoma. Y cada una de ellas dispone de sus propias herramientas, las
cuales pueden incluir también tecnologías o sistemas más complejos similares
a los SIG pero con un enfoque distinto.
La distinción entre estas y los SIG es notable, máxime a día de hoy, y es fácil
localizar sin confusión las parcelas conceptuales y prácticas que cada una
ocupa o las áreas en las que existe un cierto solape. Por esta razón, igual que
es necesario definir qué es un SIG, resulta obligado presentar aquellas
tecnologías que comparten caracteres comunes con el SIG (siendo el principal
de ellos la utilización de información georreferenciada), y que han seguido una
evolución paralela hasta el punto de diferenciación actual. Ahora que ya
sabemos lo que es un SIG, veamos qué otras herramientas similares, pese a
compartir elementos comunes, no entran en la definición de SIG que hemos
dado.
Dos son las principales soluciones que deben conocerse por su relación directa
con el ámbito SIG: Diseño Asistido por Ordenador (CAD) y AM/FM.
Las aplicaciones CAD (Figura 11) permiten el diseño informatizado de
elementos muy diversos, que pueden ir desde una pieza industrial o la
carrocería de un automóvil (tareas con poca relación con los SIG) a un edificio
(con mayor relación con los SIG). El uso de herramientas CAD en disciplinas
como la arquitectura para la creación de planos tiene cierta similitud con el uso
de un SIG, y ambas herramientas se han nutrido la una de la otra en cuanto a
sus funcionalidades. No obstante, siguen existiendo grandes diferencias que
hacen que cada aplicación responda a unas necesidades concretas pese a la
existencia de características comunes. De entre estas diferencias cabe
destacar las siguientes [ESRI2002GISCAD][Baguena1995Mapping]
 SIG y CAD han sido diseñados para propósitos diferentes. El del SIG es reflejar la
realidad, mientras que el del CAD es diseñar algo que no existe todavía. La creación es
el elemento fundamental en el CAD, mientras que el estudio de una realidad ya creada
constituye la base del SIG.

 El almacenamiento de datos es diferente debido al distinto enfoque. En los SIG se da


mayor peso a la gestión de los datos, mientras que en el CAD la parte visual es
preponderante, y el almacenamiento así lo refleja. Un dato SIG se almacena como un
dato geográfico complejo, mientras que en un CAD se almacena básicamente como un
«dibujo», pues es ese el enfoque fundamental de trabajo.

 El volumen de datos en un SIG es ordenes de magnitud mayor, y ello implica una


gestión de datos distinta y unas necesidades más elevadas en ese sentido. La escala de
trabajo también alcanza dimensiones mayores, ya que, mientras que con ambas
herramientas puede trabajarse en una extensión limitada, un CAD no esta pensado para
gestionar datos de una superficie como la de un país, un continente o el planeta entero.

 No todos los tipos de datos de un SIG se pueden incorporar en un CAD. Los datos
procedentes de la teledetección, por ejemplo, no forman parte del abanico de datos que
un CAD puede manejar.
Entorno de trabajo de una aplicación CAD.
(1)(1)
El CAD puede resultar suficiente para desarrollar algunas tareas propias de los
SIG, en particular las relacionadas con el diseño cartográfico. No obstante,
algunas circunstancias ponen de manifiesto las carencias de una herramienta
CAD para sustituir completamente a un SIG, al tener requerimientos para los
que esta no puede ofrecer una solución. Entre estos requerimientos cabe citar
los siguientes:
 Análisis, modelización, y gestión avanzada de datos espaciales.
 Trabajo con datos que cubren una gran superficie geográfica. Necesidad de utilizar
diversos sistemas de proyección.

 Edición de datos por usuarios de distinto perfil y de modo concurrente.

Por su parte, las siglas AM/FM(Automated Mapping/Facilities Management) de


uso poco habitual en nuestro idioma, hacen referencia a aplicaciones
diseñadas para la gestión de infraestructuras generalmente de carácter
público, tales como redes de alcantarillado, conducciones de gas o vías de
circulación, entre otras.
Las aplicaciones empleadas para estas tareas tienen dos bloques básicos: un
bloque gráfico de visualización y otro de gestión de datos. Este último
almacena los atributos asociados a los elementos gráficos, que son
principalmente de tipo lineal (tuberías, redes de alumbrado, etc.). Otro tipo de
elementos, tales como elementos poligonales, son difíciles de manejar en
estos sistemas, ya que su diseño obedece a las necesidades existentes en su
ámbito de utilización, y estas se sitúan mayoritariamente alrededor de las
infraestructuras lineales. Sin embargo, incluso con este tipo de elementos las
capacidades de una aplicación AM/FM no igualan a las de un SIG, ya que no
incorporan otro tipo de información como la relativa a la topología (que
describiremos con detalle en el capítulo Tipos_datos). Esto es así debido a que
el subsistema de análisis, fundamental en un SIG, no tiene presencia en estas
herramientas, y por tanto sus características no incluyen aquellos componentes
que sean necesarios exclusivamente para procesos de tipo analítico.
Puede decirse, por tanto, que este tipo de aplicaciones representa un
subconjunto de los SIG, pues sus funcionalidades principales son más
reducidas que las de estos, y su ámbito de aplicación es menos generalista. En
cierta medida, las aplicaciones AM/FM se asemejan también a las aplicaciones
CAD, poniendo un énfasis especial en la componente gráfica, aunque con una
mayor adaptación a la naturaleza geográfica de la información con la que se
trabaja.
Al contrario sin embargo de lo que sucede con las aplicaciones CAD, en la
actualidad las labores propias asociadas a los productos AM/FM se pueden
llevar a cabo en un SIG genérico, o bien en una adaptación de este que tenga
en consideración las características particulares del ámbito de trabajo. En este
sentido, la gestión de servicios no es una aplicación más específica que otras a
la hora de emplear un SIG, y este en la actualidad engloba de forma casi
completa las funcionalidades de una herramienta AM/FM.
%

Componentes de un SIG
Como ya hemos visto, en su concepción actual los SIG son sistemas complejos
que integran una serie de distintos elementos interrelacionados. El estudio de
todos y cada uno de estos elementos es el fundamento para el estudio global
de los Sistemas de Información Geográfica, y de ese modo se aborda a lo
largo de este libro, mostrando las propias características de cada elemento y
los conceptos necesarios para entender las relaciones entre ellos.
Una forma de entender el sistema SIG es como formado por una serie de
subsistemas, cada uno de ellos encargado de una serie de funciones
particulares. Es habitual citar tres subsistemas fundamentales:
 Subsistema de datos. Se encarga de las operaciones de entrada y salida de datos, y la
gestión de estos dentro del SIG. Permite a los otros subsistemas tener acceso a los datos
y realizar sus funciones en base a ellos.

 Subsistema de visualización y creación cartográfica. Crea representaciones a partir de


los datos (mapas, leyendas, etc.), permitiendo así la interacción con ellos. Entre otras,
incorpora también las funcionalidades de edición.

 Subsistema de análisis. Contiene métodos y procesos para el análisis de los datos


geográficos.

Para que un SIG pueda considerarse una herramienta útil y válida con carácter
general, debe incorporar estos tres subsistemas en cierta
medida[ESRI2003ESRI].
Otra forma distinta de ver el sistema SIG es atendiendo a los elementos
básicos que lo componen. Cinco son los elementos principales que se
contemplan tradicionalmente en este aspecto (Figura 22):
 Datos. Los datos son la materia prima necesaria para el trabajo en un SIG, y los que
contienen la información geográfica vital para la propia existencia de los SIG.

 Métodos. Un conjunto de formulaciones y metodologías a aplicar sobre los datos.


 Software. Es necesaria una aplicación informática que pueda trabajar con los datos e
implemente los métodos anteriores.

 Hardware. El equipo necesario para ejecutar el software.

 Personas. Las personas son las encargadas de diseñar y utilizar el software, siendo el
motor del sistema SIG.

Elementos que forman el sistema SIG


(2)(2)
Para el enfoque de esta obra, cada uno de los elementos anteriores tiene unas
características propias que deben estudiarse. No obstante, el hardware no es
un elemento especialmente particular en el caso de un SIG, y las aplicaciones
SIG que encontramos actualmente en el mercado en todas sus variedades
(que son las que el lector de este libro va a utilizar habitualmente) se ejecutan
en su mayoría sobre ordenadores personales sin requerimientos altamente
específicos. Más aún, la expansión de las tecnologías SIG ha alcanzado hoy
en día otros ámbitos como las plataformas móviles, haciendo de estas unas
tecnologías poco específicas en lo que a hardware se refiere. Por esta razón,
no es necesario tratar en detalle esta pieza del sistema SIG, siendo más
adecuado tratar el resto de elementos, más característicos e importantes para
el aprendizaje de los conceptos SIG y la descripción de estos.
Por su parte, las personas tienen importancia tanto de forma individual como
en su conjunto, siendo diferentes las necesidades que plantean como usuarios
y beneficiarios de un SIG. En la sociedad actual, las tecnologías y
planteamientos colaborativos han calado hondo en el ámbito SIG, y la
información geográfica es, por su propia naturaleza, propensa a ser compartida
y utilizada por diferentes personas con fines muy distintos. Es por ello que el
aspecto de mayor relevancia respecto a las personas como partes del sistema
SIG es el de sus relaciones y su organización, siendo además en este campo
donde se han producido en mayor medida los últimos avances, y donde ha
tenido lugar un cambio más profundo, no ya solo dentro de los SIG, sino
también en otras tecnologías de similar índole.
Puede entenderse esto como un nuevo subsistema: el subsistema de gestión,
que es responsable de gestionar la interacción de los restantes y definir y
controlar el marco en que esta tiene lugar.
Las personas a su vez dan forma a los distintos ámbitos de trabajo, definiendo
estos en función de sus necesidades. Puede tratarse el conjunto de campos de
especialización como un nuevo elemento del sistema SIG, en lugar de
incorporarlo dentro de otro.
Algunos autores proponen modificar el esquema clásico de cinco elementos
para reflejar más correctamente la nueva realidad de los SIG. Por ejemplo,
[webGISEvolve] propone un esquema como el mostrado en la figura 33.
Una división distinta del sistema SIG (según [webGISEvolve])
(3)(3)
La incorporación de la visualización es una diferencia notable con respecto al
esquema clásico. En realidad, y si volvemos a ese enfoque basado en
subsistemas, el subsistema de visualización resulta de enorme importancia en
un SIG, siendo pese a ello habitual que no sea tratado con la suficiente
profundidad en textos dedicados a los SIG desde un punto de vista genérico.
Precisamente por no ser considerado un elemento independiente, no se le
concede la necesaria atención como parte que debe estudiarse al tratar la
disciplina de los SIG.
Esto contrasta con el hecho de que, a pesar de que las capacidades de los SIG
son mucho más amplias que las relacionadas con la visualización, muchos
usuarios usan estas por encima de las restantes, desconociendo incluso en
muchos casos gran parte de las otras capacidades que un SIG puede
brindarles. Correcto o no, desde el punto de vista del usuario medio, las
capacidades de visualización están en primera línea del conjunto de
funcionalidades de un SIG.
Abordar el estudio de un SIG acudiendo al esquema clásico de cinco
elementos deja de lado la visualización, en cuanto que la engloba como una
funcionalidad derivada de dichos elementos en su conjunto pese a que esta
tiene unas características peculiares en el entorno de un SIG y una vital
importancia en la concepción actual de este. Es decir, el esquema de partes de
un SIG no resulta el más adecuado para estructurar el estudio de los SIG, al
menos en lo que respecta a la visualización como parte fundamental de estos.
El objetivo de este libro es tratar con suficiente detalle y rigor todos los
aspectos fundamentales de un SIG, incluyendo, por supuesto, la visualización
de datos geográficos. Para ello, es conveniente tratar también esta desde un
punto de vista teórico, detallando los fundamentos en los que se basa y que,
pese a ser de vital importancia para el uso de un SIG, son ignorados
frecuentemente.
Con todo lo anterior, resulta más conveniente para su estudio práctico adoptar
una evolución del esquema clásico de cinco elementos, y establecer unos
nuevos componentes, cada uno de los cuales actúa como un pilar conceptual
sobre es que ha de sustentarse es estudio de la disciplina de los SIG. Estos
componentes son cinco:
 Datos.

 Análisis. Métodos y procesos enfocados al análisis de los datos.

 Visualización. Métodos y fundamentos relacionados con la representación de los datos.

 Tecnología. Software y hardware SIG

 Factor organizativo. Engloba los elementos relativos a la coordinación entre personas,


datos y tecnología, o la comunicación entre ellos, entre otros aspectos.
A modo de introducción, se describen a continuación algunas ideas básicas de
cada uno de estos componentes. Salvo el factor organizativo, cuyos elementos
se explicarán a lo largo de toda esta obra, el resto de componentes se
detallarán individualmente, cada uno de ellos en una parte correspondiente del
libro.

Datos
Los datos son necesarios para hacer que el resto de componentes de un SIG
cobre sentido y puedan ejercer su papel en el sistema. La información
geográfica, la verdadera razón de ser los SIG, reside en los datos, y es por ello
que el conocimiento exhaustivo de los datos y su naturaleza resulta obligado
para una buena comprensión los propios SIG.
Son muchas las facetas de los datos que deben estudiarse, y todas ellas con
una gran importancia. Por un lado, es necesario conocer las características
fundamentales del dato geográfico que utilizamos en un SIG, es decir, su forma
y sus propiedades. De ellas dependen, por ejemplo, los procesos que
podremos o no realizar con los datos, y en general todo cuanto podemos
esperar de ellos.
Prescindiendo del hecho de que se trata de un dato geográfico, es relevante
conocer cómo los datos se gestionan y almacenan en un entorno digital,
aspectos de corte puramente informático que desarrolla la disciplina de la
gestión de bases de datos. Cuando las ideas fundamentales al respecto se
aplican al caso particular de los datos geográficos, surgen conceptos que
resultan básicos para un buen uso de un SIG, y que además van siendo cada
vez más relevantes a medida que los volúmenes de datos de que se dispone
van aumentando.
Al igual que aumenta el volumen de datos, lo hacen los orígenes de estos y las
formas en que la información geográfica puede recogerse. Un aspecto clave
para una utilización correcta de un SIG es saber integrar datos de distinta
procedencia, para lo cual es vital entender cómo esta afecta a las propias
características de dichos datos.
Otros elementos tales como la calidad de los datos, la cual cobra cada día más
importancia, serán tratados igualmente junto a los anteriores en una parte
específicamente dedicada a los datos, probablemente una de las más
importantes dentro de este libro.

Análisis
El análisis es una las funcionalidades básicas de los SIG, y una de las razones
fundamentales que llevaron al desarrollo de estos. Un ordenador es una
herramienta con enorme capacidad de cálculo, y esta puede aplicarse a los
datos espaciales para obtener resultados de muy diversa índole.
En mayor o menor medida, un SIG siempre incorpora una serie de
formulaciones que permiten la obtención de resultados y el análisis de los
datos espaciales. Estas formulaciones representan procesos que pueden ser
sumamente sencillos o enormemente complejos, y que pueden resultar de
aplicación en uno u otro campo, o incluso con carácter general. Su origen
puede ser muy variado, y no derivan necesariamente del ámbito puro de la
geografía, sino que pueden ir desde simples consultas o mediciones a
elaborados modelos que empleen datos de variables muy numerosas y arrojen
resultados complejos. La estadística, entre otras ciencias, puede aportar al
ámbito SIG muchas de sus ideas, y estas, adaptadas al marco de la
información georreferenciada, constituir en el SIG un nuevo conjunto de
procesos de análisis.
Las ventajas de la incorporación de todos estos procesos en una única
herramienta, el SIG, van desde la automatización de tareas a la aparición de
nuevos procesos que, aprovechando la gran capacidad de cómputo de la
plataforma en la que se ejecuta el SIG, producen resultados que no podrían ser
obtenidos de otro modo. Bien sea por la complejidad propia de los procesos o
por el nivel de precisión al que se trabaja, existen muchos procesos que
mediante el uso de cartografía clásica y sin el apoyo de medios informatizados
no pueden realizarse. El SIG abre un campo de actuación en el que la práctica
totalidad de ideas y formulaciones de análisis pueden plasmarse y aplicarse
con carácter práctico.

Visualización
Cualquier tipo de información puede ser representada de forma gráfica, lo cual
habitualmente facilita la interpretación de dicha información o parte de esta.
Gran parte de las características de la información (por ejemplo, la presencia
de patrones sistemáticos), son más fáciles de estudiar cuando se apoyan sobre
algún elemento visual, pues este añade un nuevo punto de vista.
En el caso particular de la información geográfica, la visualización no solo es
una forma más de trabajar con esa información, sino que resulta la forma
principal, no ya por ser la que en general hace más fácil e intuitivo el
tratamiento de esa información, sino porque es aquella a la que estamos más
acostumbrados. La información geográfica tiene una inherente naturaleza
visual, ya que el espacio en sí es entendido de forma gráfica por el ser
humano. Junto a esto, no debemos olvidar que la información geográfica se ha
almacenado de forma tradicional de modo también visual, a través de mapas.
Un mapa es en sí una representación visual de la información geográfica.
Al contrario que un mapa, que de por sí es de naturaleza gráfica, en un SIG
trabajamos con datos de tipo puramente numérico, ya que es así como el
ordenador puede manejarlos, y la información geográfica debe almacenarse de
este modo, como veremos con detalle en el capítulo Tipos_datos. Para poder
presentar una utilidad similar a la de un mapa en lo que a la presentación de la
información respecta, un SIG debe incluir capacidades que generen
representaciones visuales a partir de esos datos numéricos, aprovechando en
la medida de lo posible las propias capacidades del medio informático en que
se trabaja para hacer estas representaciones más potentes como transmisoras
de información.
Es deseable igualmente que el SIG sea capaz de generar cartografía clásica, y
que incorpore métodos para el diseño cartográfico y la creación de mapas
impresos, pues estos no pierden su vigencia pese a la existencia de los SIG.
La visualización de la información geográfica se rige por los mismos conceptos
y principios que se emplean para la confección de cartografía impresa, y estos
deben ser conocidos por el usuario de SIG, ya que una de las tareas de este
es el diseño cartográfico y las preparación de los elementos de visualización
para poder realizar su trabajo sobre las representaciones creadas. A los
conceptos tradicionales hay que sumar algunas ideas nuevas, ya que un SIG
es capaz de generar representaciones más avanzadas (por ejemplo,
representaciones tridimensionales). A esto hay que sumar la presencia de un
elemento característico y de gran importancia como es la elevada interactividad
que toda representación gráfica lleva asociada dentro de un SIG, y que
constituye una gran diferencia frente al carácter estático de la cartografía
clásica.
Por todo ello, la visualización debe considerarse como un componente
fundamental del sistema SIG en su concepción actual, y particularmente uno
con especial interés desde el punto de vista del usuario directo de tecnologías
SIG.

Tecnología
Incluimos en este elemento tanto el hardware sobre el que se ejecutan las
aplicaciones SIG, como dichas aplicaciones, es decir el software SIG. Ambos
forman un binomio tecnológico en el que encontramos diversas alternativas, y
que se enriquece diariamente con la rápida evolución del mercado tecnológico.
En lo que a hardware respecta, es el elemento físico del sistema SIG, y
conforma la plataforma sobre la que tiene lugar el trabajo con un SIG. La
utilización de un SIG hoy en día se puede llevar a cabo en ordenadores
personales o estaciones de trabajo, y ya sea de forma individual o en una
arquitectura cliente--servidor más compleja. Estas últimas han cobrado
importancia muy rápidamente en los últimos tiempos, especialmente en lo que
al acceso a datos se refiere. Veremos más adelante como esto también ha
tenido influencia en otros componentes del sistema SIG, principalmente en el
factor organizativo.
Además de la propia plataforma, el hardware incluye una serie de periféricos
para tareas más concretas. De uso habitual en el trabajo con SIG son los
periféricos para entrada de datos geográficos y la creación de cartografía. Las
tabletas digitalizadoras son la forma más habitual dentro del primer grupo (las
veremos con más detalle en el apartado heads-down), mientras que plotters e
impresoras son empleados para la creación cartográfica, requiriéndose
generalmente un mayor formato que para otros usos.
Más recientemente, la aparición de Sistemas de Navegación Global como el
GPS (que pueden a su vez considerarse como otro tipo de periféricos) ha
creado una parcela tecnológica con gran relación con los SIG, convirtiendo a
estos en herramientas ideales para la gestión de los datos de dichos sistemas.
Incluso, la combinación de SIG y GPS sobre un único elemento de hardware
ha dado lugar a herramientas como los navegadores GPS, que han supuesto
un hito no solo desde el punto de vista técnico, sino también desde un enfoque
social, pues acercan las tecnologías SIG a usuarios no expertos.
Por su parte, el software es el encargado de operar y manipular los datos. El
software SIG también ha sufrido una gran evolución, y bajo el paraguas de esa
denominación encontramos desde las aplicaciones clásicas que permiten
visualizar, gestionar y analizar los datos geográficos, hasta herramientas más
especializadas que se centran en alguno de estos campos, o bien
componentes que pueden incluso pasar a formar parte de otras aplicaciones
fuera del ámbito SIG, pero que puntualmente requieren algunas de sus
funcionalidades, especialmente las relacionadas con la visualización de
cartografía digital.

Factor organizativo
El sistema SIG requiere una organización y una correcta coordinación entre
sus distintos elementos. El factor organizativo ha ido progresivamente ganando
importancia dentro del entorno SIG, a medida que la evolución de estos ha ido
produciendo un sistema más complejo y un mayor número de intrarelaciones e
interrelaciones entre los distintos componentes que lo forman.
Especialmente importante es la relación entre las personas que forman parte
del sistema SIG, así como la relación de todos los elementos con los datos,
sobre los cuales actúan de un modo u otro. Ello ha propiciado la aparición de,
entre otros, elementos que pretenden estandarizar los datos y gestionar estos
adecuadamente.
Cuando los SIG se encontraban en sus etapas de desarrollo iniciales y eran
meras herramientas para visualizar datos y realizar análisis sobre ellos, cada
usuario tenia sus propios datos con los cuales trabajaba de forma
independiente del resto de usuarios, incluso si estos llevaban a cabo su trabajo
sobre una misma área geográfica y estudiando las mismas variables. Hoy en
día, la información no se concibe como un elemento privado de cada usuario,
sino como un activo que ha de gestionarse, y del que deriva toda una disciplina
completa.La aplicación de esta disciplina es la base de algunos de los avances
más importantes en la actualidad, teniendo implicaciones no ya solo técnicas
sino también sociales en el ámbito de los SIG.
Asimismo, las necesidad de gestión de los datos y la propia complejidad de un
SIG, provocan ambas que no exista un perfil único de persona involucrada en
el sistema SIG, sino varias en función de la actividad que desarrollen. Al
usuario clásico de SIG se unen las personas responsables de gestionar las
bases de datos, las encargadas de diseñar la arquitectura de un SIG cuando
este se establece para un uso conjunto por parte de toda una organización o
grupo de mayor entidad. Dentro de las personas que participan en un SIG, el
usuario directo es el eslabón último de una cadena que incluye igualmente a
otros profesionales con roles bien distintos.
Incluso atendiendo únicamente a los usuarios, también entre estos existen
diferentes perfiles, y las comunidades de usuarios no expertos juegan en la
actualidad un importante papel en el mundo del SIG. Esta situación, a su vez,
requiere elementos organizativos importantes. Con la popularización y bajo
coste de las unidades GPS y la aparición de la denominada Web 2.0, el SIG ha
llegado a usuarios no especializados, los cuales utilizan estas herramientas
para la creación y uso de su propia cartografía, dentro de lo que se conoce
como VGI (Volunteered Geographic Information) [goodchildVGI]. El
término Neogeografía, de reciente creación, hace referencia a este uso de los
SIG y otras herramientas asociadas por parte de grupos de usuarios no
especializados.
En definitiva, resulta necesario gestionar correctamente la complejidad del
sistema SIG, y esta gestión se ha convertido ya en un elemento fundamental
dentro del entorno SIG actual.

Resumen
En este capítulo hemos presentado los SIG como herramienta para el manejo
general de información geográfica, fundamental para trabajar hoy en día con
todo tipo de información georreferenciada. Un SIG es un sistema compuesto
por cinco piezas fundamentales: datos, tecnología, análisis, visualización y
factor organizativo. Cada una de ellas cumple un papel determinado dentro del
sistema SIG, el cual se caracteriza fundamentalmente por su naturaleza
integradora.
Existen otras herramientas y tecnologías que pueden en principio asemejarse a
los SIG, pero que realmente no comparten con estos su capacidad de integrar
bajo un marco común una serie completa de elementos y disciplinas, siendo
esta la verdadera propiedad que define a los SIG.
Todo el conjunto de conocimientos sobre los cuales se asientan los SIG
conforman la denominada Ciencia de la Información Geográfica. Bajo esta
denominación se recogen todos los temas a tratar en esta obra.

Introducción. ¿Con qué


trabajo en un SIG?
Los datos son el elemento clave de un SIG, pues sin ellos el resto de
componentes no tienen utilidad alguna. La preparación de un adecuado
conjunto de datos es base para poder llevar adelante con garantías todo
proyecto SIG. En este capítulo veremos las características fundamentales de
los datos y de la información espacial, presentando los conceptos básicos de
estos que deben tenerse siempre presentes a la hora de trabajar con un SIG

Introducción
De todos los subsistemas de SIG, el correspondiente a los datos es el pilar
fundamental que pone en marcha los restantes. Los datos son el combustible
que alimenta a los restantes subsistemas, y sin los cuales un SIG carece por
completo de sentido y utilidad.
El subsistema de datos es, a su vez, el más interrelacionado, y está conectado
de forma inseparable a todos los restantes. Mientras que, por ejemplo, la
visualización no es por completo imprescindible para el desarrollo de procesos
de análisis, no hay elemento del sistema SIG que pueda vivir si no es
alimentado por datos. Los datos son necesarios para la visualización, para el
análisis y para dar sentido a la tecnología y, en lo referente al factor
organizativo y a las personas, el rol de estas en el sistema SIG es en gran
medida gestionar esos datos y tratar de sacar de ellos el mayor provecho
posible, buscando y extrayendo el valor que estos puedan tener en un
determinado contexto de trabajo. Por tanto, los datos son fundamentales en un
SIG, y todo esfuerzo dedicado a su estudio y a su mejor manejo será siempre
positivo dentro de cualquier.trabajo con SIG.
La forma en que los datos se gestionan en un SIG es un elemento vital para
definir la propia naturaleza de este, así como sus prestaciones, limitaciones y
características generales. En este capítulo introductorio veremos la diferencia
entre los conceptos de datos e información, relacionados aunque distintos, y la
forma en que ambos se incorporan a un SIG. Esta concepción es importante,
pues fundamenta la arquitectura interna que puede adoptar un SIG y las
operaciones que se construyen sobre esta.

Datos vs Información
} Existe una importante diferencia entre los conceptos de datos e información.
Ambos términos aparecen con frecuencia y pueden confundirse, pese a que
representan cosas bien diferentes. Aun así, son conceptos muy unidos, y
resultan clave para entender los fundamentos de un SIG tal y como estos se
desarrollan a lo largo de este libro. Un SIG es un Sistema
de Información Geográfica, pero maneja datos geográficos, existiendo
diferencias entre estos conceptos.
Entendemos como dato al simple conjunto de valores o elementos que
utilizamos para representar algo. Por ejemplo, el código 502132N es un dato.
Este código por sí mismo no tiene un significado, y es necesario interpretarlo
para que surja ese significado. Al realizar esa interpretación, el dato
nos informa del significado que tiene, y es en ese momento cuando podemos
emplearlo para algún fin y llevar a cabo operaciones sobre él que tengan
sentido y resulten coherentes con el significado propio que contiene.
El dato anterior podemos interpretarlo como si fuera una referencia geográfica,
y cuyo significado sería entonces una latitud, en particular
50° 21′21′ 32′′32″ Norte. Si lo interpretamos como un código que hace
referencia a un documento de identificación de una persona, la información que
nos aporta es en ese caso completamente distinta. El dato sería el mismo,
formado por seis dígitos y una letra, pero la información que da es diferente, ya
que lo entendemos e interpretamos de manera distinta.
La información es, por tanto, el resultado de un dato y una interpretación, y el
trabajo con datos es en muchos casos un proceso enfocado a obtener de estos
toda la información posible. Un dato puede esconder más información que la
que a primera vista puede apreciarse, y es a través de la interpretación de los
datos como se obtiene esta.
En el capítulo Geomorfometria veremos cómo a partir de un Modelo Digital de
Elevaciones podemos calcular parámetros tales como la pendiente, extraer el
trazado de la red de drenaje o delimitar las subcuencas en que una cuenca
vertiente mayor puede dividirse. El dato en este caso lo constituyen los valores
que representan la elevación en los distintos puntos. La información que
contienen está formada por todo ese conjunto de elementos que podemos
obtener, desde la pendiente a los cursos de los ríos, pasando por todo aquello
que mediante la aplicación de procesos u operaciones de análisis podamos
extraer de esos datos.
Comprender el significado y las diferencias entre datos e información permiten
entender entre otras cosas que la relación entre los volúmenes de ambos no es
necesariamente constante. Por ejemplo, los datos 502132NORTE o
CINCUENTA VEINTIUNO TREINTAYDOS NORTE son mayores en volumen
que 502132N, pero recogen la misma información espacial que este
(suponiendo que los interpretamos como datos de latitud). Tenemos más
datos, pero no más información. Podemos establecer planteamientos basados
en este hecho que nos ayuden a almacenar nuestra información geográfica
con un volumen de datos mejor, lo cual resulta ventajoso. Veremos algunos de
estos planteamientos más adelante dentro de esta parte del libro.
Aspectos como estos son realmente mucho más complejos, y el estudio de la
relación entre datos e información y sus características no es en absoluto
sencilla. Existe una disciplina, la ciencia de la información dedicada a estudiar
los aspectos teóricos relativos a la información y la forma en que esta puede
contenerse en los datos. El lector interesado puede consultar
[Diener1989ASIS][Williams1997InfoScience] para saber más al respecto.
En este capítulo de introducción a esta parte dedicada a los datos, veremos
más acerca de la información que de los datos espaciales, pues la manera en
que concebimos esta condiciona la forma de los datos. Será en el capítulo
siguiente cuando tratemos ya los datos, abordando uno de los problemas
fundamentales: la creación del dato espacial.

Las componentes de la información


geográfica
Comprender la información geográfica es vital para poder capturar dicha
información e incorporarla a un SIG. En líneas generales, podemos dividir esta
en dos componentes principales, cada una de los cuales tiene su implicación
particular en los procesos posteriores de representación que más adelante
veremos.
 Componente espacial

 Componente temática

La componente espacial hace referencia a la posición dentro de un sistema de


referencia establecido. Esta componente es la que hace que la información
pueda calificarse como geográfica, ya que sin ella no se tiene una localización,
y por tanto el marco geográfico no existe. La componente espacial responde a
la pregunta ¿dónde?
Por su parte, la componente temática responde a la pregunta ¿qué? y va
invariablemente unida a la anterior. En la localización establecida por la
componente espacial, tiene lugar algún proceso o aparece algún fenómeno
dado. La naturaleza de dicho fenómeno y sus características particulares,
quedan establecidas por la componente temática.
Puede entenderse lo anterior como una variable fundamental (la componente
temática), que se sirve, sin embargo, de una variable soporte (la componente
espacial) para completar su significado.
Los tipos de división horizontal y vertical de la información que veremos más
adelante implican una separación en unidades, que en la práctica puede
implicar en un SIG que cada una de esas unidades quede almacenada en un
lugar o fichero distinto. En el caso de las componentes temática y espacial de
la información, son posibles distintos enfoques, ya que estas pueden
almacenarse de forma conjunta o bien por separado. El
capitulo Bases_datos trata estos enfoques, y en él veremos con detalle cómo
puede abordarse el almacenamiento de ambas componentes de la mejor forma
posible, así como la evolución que se ha seguido al respecto dentro del campo
de los SIG.
Mientras que la componente espacial va a ser generalmente un valor numérico,
pues son de esa naturaleza los sistemas de coordenadas que permiten
expresar una posición concreta en referencia a un marco dado, la componente
temática puede ser de distintos tipos:
 Numérica. A su vez, pueden señalarse los siguientes grupos:

o Nominal. El valor numérico no representa sino una identificación. Por ejemplo, el


número de un portal en una calle, o el numero del DNI de una persona. Este tipo de
variable, al igual que la de tipo alfanumérico, es de tipo cualitativo, frente a las restantes
que son de tipo cuantitativo.

o Ordinal. El valor numérico establece un orden. Por ejemplo, una capa en la que se
recoja el año de fundación de las distintas ciudades contenidas en ella.

o Intervalos. Las diferencias entre valores de la variable tienen un significado. Por


ejemplo, entre dos valores de elevación.

o Razones. Las razones entre valores de la variable tienen un significado. Por ejemplo,
podemos decir que una precipitación media de 1000mm es el doble que una de 500mm.
La pertenencia de una variable a un grupo u otro no solo depende de la propia
naturaleza de la misma, sino también del sistema en que se mida. Así, una temperatura
en grados centígrados no se encuentra dentro de este grupo (pero sí en el de intervalos),
ya que la razón entre dichas temperaturas no vale para decir, por ejemplo, que una zona
está al doble de temperatura que otra, mientras que si expresamos la variable
temperatura en grados Kelvin sí que podemos realizar tales afirmaciones. El valor
mínimo de la escala debe ser cero.

 Alfanumérica
El tipo de variable condiciona las operaciones que pueden realizarse con un
dato geográfico en función de cómo sea su componente temática. Por ejemplo,
carece sentido realizar operaciones aritméticas con variables de tipo ordinal o
nominal, mientras que es perfectamente lógico con los restantes tipos dentro
de la categoría numérica. También, como veremos en el capítulo El_Mapa,
influye en la forma de representarlo a la hora de elaborar cartografía.
Además de las componentes espacial y temática, Sinton [Sinton1978Addison]
añade la componente temporal y propone un esquema sistemático que permite
clasificar en grupos las distintas clases de información geográfica. Según este
esquema, cada una de estas componentes puede estar en uno de los
siguientes tres estados posibles: fija, controlada o medida. Al medir una de
estas componentes, es necesario controlar otra de ellas, y fijar la tercera, o
bien ignorarla y no tenerla en cuenta (este era el caso explicado hasta el
momento, en el cual no habíamos citado aún la componente temporal)
Por ejemplo, si registramos la temperatura a lo largo de un periodo de tiempo
para un punto concreto, la componente temporal está controlada (tomamos
mediciones de temperatura con un intervalo de tiempo establecido), la
componente temática (la propia temperatura) está medida, y la componente
espacial está fija (el termómetro que registra los valores se encuentra siempre
en un punto inmóvil)
En general, la información geográfica se recoge haciendo fija la componente
temporal, y midiendo o controlando las restantes en función del tipo de
información de que se trate.
Un concepto a tener en cuenta en relación con las componentes de la
información geográfica es la dimensión. Los elementos que registramos
pueden ir desde sencillos puntos (0D) hasta volúmenes tridimensionales (3D).
Un caso particular —y muy frecuente— lo encontramos cuando estudiamos la
forma tridimensional del terreno, pero tratando la elevación como variable
temática, no como una parte más de la componente espacial. En este caso,
tenemos una serie de valores de elevación (Z) localizados en el plano XY. Esto
no es realmente equivalente a utilizar una componente espacial tridimensional,
ya que no permite recoger en un mismo punto distintos valores (no puede, por
ejemplo, modelizarse la forma de una cueva o un objeto vertical), por lo que se
conoce como representación en 2.5 dimensiones (2.5D). La figura 11 muestra
esquemáticamente el concepto de dimensión de los datos dentro de un SIG.

Dimensión de los datos geográficos


(1)(1)
Por ultimo, un aspecto importante de toda variable estudiada es su continuidad.
Se entiende esta continuidad como la capacidad de la variable para tomar
todos los valores dentro de un rango definido. La temperatura, la presión o la
elevación son valores continuos, mientras que ninguna variable de tipo nominal
puede ser continua, ya que se encuentra limitada a un numero (finito) de
identificadores posibles. Por ejemplo, en el caso del número de un DNI, los
valores son siempre enteros, existe el valor 1 y el valor 2, pero no los infinitos
valores decimales entre ambos.
La continuidad de la variable temática se puede estudiar igualmente en
relación con la componente espacial. Así, existen variables que varían de
forma continua en el espacio, mientras que otras no lo hacen. Se emplea aquí
el concepto matemático de continuidad, es decir, que si trazáramos un perfil de
la variable a lo largo de un recorrido dado, la representación de dicho perfil
sería una curva que podría dibujarse sin levantar el lápiz del papel
Todas estas ideas referidas a las distintas variables (distintas informaciones
que pretendemos recoger de una zona de estudio dada) nos servirán para
detallar los diferentes enfoques de representación y almacenamiento que
veremos en el próximo capítulo, y escoger en cada caso el más apropiado.

División horizontal de la información


geográfica
Además de dividir la información geográfica en componentes, también
dividimos esta con criterios puramente espaciales, «cortándola» en unidades
menores que ocupen una región de amplitud más reducida. Este es un
procedimiento similar al que encontramos en un mapa impreso, ya que el
territorio de un país se encuentra cartografiado en diferentes hojas. Las
razones para esto son, por una parte, los posibles distintos orígenes que los
diferentes mapas pueden tener (cada región puede ser responsable de fabricar
los suyos) y, especialmente, el hecho de que, de no ser así, los mapas
tendrían un tamaño inmanejable. Si cartografíamos a escala 1:25000 todo un
país, es obvio que no podemos hacerlo en un único mapa, ya que este sería
enorme.
En el caso de trabajar en un SIG, no tenemos el problema del tamaño físico del
mapa, ya que no existe tal tamaño. Los datos no ocupan un espacio físico,
pero sí que requieren un volumen de almacenamiento, y este presenta el
mismo problema. Recoger a escala 1:25000 todo un país supone un volumen
de datos enorme, que es conveniente dividir para poder manejar con fluidez.
En ambos casos, ya sea dentro de un SIG o no, suele resultar necesario
emplear varios bloques de información (varias hojas) para cubrir un área de
trabajo. En esta circunstancia, las propias características de un SIG y su forma
de trabajo con los datos hacen que este proceso sea más sencillo y eficaz.
La principal cualidad de un SIG para integrar de forma transparente datos
correspondientes a zonas distintas y formar un mosaico único es la separación
que existe entre datos y visualización. Los datos son la base de la
visualización, pero en un SIG estos elementos conforman partes del sistema
bien diferenciadas. Esto quiere decir que los datos se emplean para crear un
resultado visual pero en sí mismos no contienen valores relativos a esa
visualización.
De este modo, es posible combinar los datos y después representarlos en su
conjunto. Un proceso así no puede realizarse con un mapa ya impreso, pues
este contiene ya elementos de visualización e incluso componentes
cartográficos tales como una flecha indicando el Norte, una leyenda o una
escala. Por ello, aunque puedan combinarse, realmente no se «funde» la
información de cada uno de los mapas para conformar uno único. Dicho de
otro modo, si tomamos cuatro hojas contiguas de una serie de mapas no
podemos formar un nuevo mapa que sea indistinguible de uno cuatro veces
más grande que haya sido impreso en un único pliego de papel.
En un SIG, sin embargo, sí que sucede así, y la visualización de cuatro o más
bloques de datos puede ser idéntica a la que obtendría si todos esos datos
constituyeran un único bloque. Empleando herramientas habituales en un SIG,
y si cada uno de esos bloques está almacenado en un fichero, resulta incluso
posible, unirlos todos y crear un solo fichero que los contenga.
Una de las razones principales que favorecen esta combinación de datos es el
hecho de que la escala nominal es en sí un elemento de representación. Como
vimos en el apartado Escala, la escala nominal relaciona el tamaño que tiene un
objeto en la representación con su tamaño real, y la forma en que se recoge la
información a la hora de realizar medidas de ese objeto viene condicionada por
dicha escala, de tal modo que el esfuerzo desarrollado en esas mediciones sea
coherente con la representación que se va a hacer posteriormente al crear el
mapa.
Los datos que manejamos en un SIG tiene una escala de detalle impuesta por
la precisión de las mediciones, pero no una escala nominal asignada, ya que
no tienen un tamaño fijo de representación en la pantalla del ordenador o el
periférico correspondiente, al contrario que un mapa impreso en el que los
distintos elementos ya se encuentran representados. Esto hace que combinar
cartografía clásica a distintas escalas sea complejo, ya que los mapas no
«casan» bien entre sí.
En el caso de un SIG, es el usuario el que decide la escala de representación,
y esta será la misma para todos los datos que se visualicen,
independientemente de las características de estos. En el contexto actual de
datos geográficos, es habitual encontrar situaciones en las que para una zona
de terreno disponemos de información a una escala, y para otra zona contigua
a esta la información disponible es a una escala distinta. Con el uso de un SIG,
sin embargo, es posible trabajar sin problemas con todo el conjunto, sin
preocuparse por la integración de sus distintas partes.
Lógicamente, no debe dejarse de lado nunca el rigor cartográfico y, como se
dijo en su momento, no olvidar que, aunque podamos representar cualquiera
de esos datos a la escala que deseemos, los datos en sí no son suficientes
para ello y tienen unas limitaciones impuestas por su escala inherente. Es
decir, que no es necesario preocuparse por la integración a la ahora de
visualizar y gestionar los datos, pero sí a la hora de analizarlos u obtener
resultados a partir de ellos. No obstante, el proceso de combinación es en
cualquier caso transparente para el usuario que visualiza esos datos en un
SIG, y la operación pasa de ser algo tedioso y complejo a algo prácticamente
inapreciable dentro del SIG, pues es este quien se encarga de ocultar toda esa
complejidad y simplemente generar las representaciones según los parámetros
requeridos en cada momento.
La figura 22 muestra un ejemplo de lo anterior en el que puede verse cómo
varias fotografías aéreas forman un mosaico que cubre una zona dada,
teniendo estas distinto nivel de detalle tal y como puede apreciarse.

Integración de datos en sentido horizontal. A pesar de que la escala de detalle es distinta


para las fotografías aéreas de la imagen, estas se combinan sin problema en un SIG,
representándose a una escala dada todas ellas de forma sencilla. Nótese la mayor definición
en la parte inferior de la imagen, que se forma con imágenes tomadas a una escala distinta a
la de las de la parte superior. Adviértase igualmente la distinta iluminación, ya que han sido
tomadas en fecha y horas distintas.
(2)(2)
División vertical de la información. Capas
Uno de los grandes éxitos de los SIG es su estructura de manejo de
información geográfica, que facilita todas las operaciones que se llevan a cabo
con esta. El concepto de capa, imprescindible para comprender todo SIG, es
una de las grandes virtudes inherentes a los Sistemas de Información
Geográfica, en cuanto que favorece la correcta estructuración de la información
y el trabajo con ella.
La división horizontal que ya hemos visto no es algo nuevo, y la gran mayoría
de los mapas clásicos cubren una porción relativamente pequeña de la
superficie terrestre. Combinando distintos mapas podemos formar uno mayor
que cubra una extensión más amplia, y aunque ya hemos visto que esto mismo
puede realizarse con un SIG y la tarea resulta así más sencilla, no resulta una
operación tan compleja y extraña en el caso de no trabajar en un entorno SIG.
Más difícil, sin embargo, es combinar distintos tipos de información, como por
ejemplo la contenida en un mapa topográfico y la existente en un mapa de
tipos de suelo y otro de vegetación potencial. Para una misma zona,
trabajaremos con varios mapas simultaneamente, y combinar estos para la
realización de operaciones en las que intervengan todos ellos(supongamos,
por ejemplo, calcular el área total de las zonas con un tipo de suelo dado
donde la vegetación corresponde a una clase concreta y se encuentran por
encima de 1000 metros) es difícil y generalmente también impreciso.
En el caso de un SIG, los distintos tipos de información se pueden combinar de
forma sencilla y limpia, y no aparecen los mismos problemas. Esto es así
debido a que la idea de capa permite dividir la información espacial referida a
una zona de estudio en varios niveles, de tal forma que, pese a coincidir sobre
un mismo emplazamiento, información sobre distintas variables se encuentra
recogida de forma independiente. Es decir, en función de la componente
temática se establecen distintos bloques de datos espaciales.
Para comprender mejor el concepto de capa, pensemos en un mapa
topográfico clásico. En él vamos a encontrar elementos como curvas de nivel,
carreteras, núcleos urbanos, o simbología relativa a edificios y puntos
singulares (iglesias, monumentos, etc.) Todos estos elementos en su conjunto
componen el mapa, y aparecen en una misma hoja como una unidad
coherente de información geográfica. No obstante, cada uno de los de estos
grupos de información recogidos —elevaciones, red viaria, núcleos urbanos,
puntos de interés arquitectónico— pueden recogerse de forma independiente,
y combinarse al componer el mapa según las necesidades del momento, o
bien combinarse de modo distinto o emplearse individualmente (Figura 33).

Concepto de capa de información geográfica dentro de un SIG


(3)(3)
La figura es lo suficientemente gráfica como para entender la razón de que a
este tipo de división la denominemos vertical, así como el propio nombre
de capa, ya que de ella resulta una serie de diferentes niveles que se pueden
superponer según el criterio particular de cada usuario de SIG.
Toda la información geográfica con que trabajemos en un SIG va a ser en
forma de capas. Cada una de estas capas puede abrirse de forma
independiente en un SIG y utilizarse por sí misma o en conjunto con otras en la
combinación que se desee.
Esta forma de proceder no es exclusiva de los SIG, y antes de la aparición de
estos ya existían experiencias previas en este sentido, combinándose capas de
información geográfica para la realización de análisis
(véase Evolucion_tecnicas). Es, sin embargo, con la aparición de los SIG cuando
esta metodología se aplica de forma regular y se establece sistemáticamente
dicha estructuración de la información geográfica.
Así, la visualización, el análisis, y todas las acciones que se realizan sobre la
información geográfica dentro de un SIG, se llevan a cabo sobre un conjunto
de capas, entendiéndose cada una de ellas como la unidad fundamental de
información sobre una zona dada y un tipo de información concreta.
Muy habitualmente las capas se conocen también como capas
temáticas o temas, términos bastante extendidos que hacen referencia al
mismo concepto.
La relevancia del concepto de capa como elemento fundamental de un SIG es
enorme, pues realmente constituye el marco básico sobre el que se van a
llevar a cabo gran parte de las operaciones. Algunas de las posibilidades que
brinda esta filosofía ya las conocemos. Por ejemplo, vimos en el apartado
dedicado a la generalización cartográfica cómo en un SIG podemos utilizar
diferentes «versiones» de los datos correspondientes a una zona concreta, y
representar una u otra de ellas en función de la escala de trabajo. Para un tipo
de información, por ejemplo los usos del suelo, estas versiones se
almacenarán como distintas capas. La capa es así la unidad fundamental no
solo en términos de un área dada, sino también de una escala concreta, y
permite una división de los datos óptima a todos los efectos.
Al igual que veíamos en el apartado anterior, las capas nos van a permitir la
combinación de datos a distinta escala, no ya en este caso datos contiguos,
sino datos correspondientes a un mismo área pero con variables distintas. Esto
es de gran utilidad en el trabajo habitual, ya que no todas las variables se
recogen con un mismo nivel de detalle, y el detalle con el que podemos
encontrar una capa de elevaciones va a ser generalmente mucho mayor que el
que cabe esperar para una capa de, digamos, litología.
En realidad, y en el lenguaje habitual de trabajo con SIG, la capa no define
únicamente una división vertical, sino también una horizontal. Es más sencillo
visualizar la idea de capa con un esquema como el de la figura 33, en el que
las distintas variables se «apilan» en capas de información superpuestas. Sin
embargo, las divisiones horizontales en un mosaico de datos también se
consideran como capas distintas en un SIG, pese a contener una misma
variable y un mismo tipo de información. Por tanto, y aunque la división vertical
sea la que verdaderamente define la idea de capa, cuando hablamos de una
capa de datos en un SIG nos referimos a un «trozo» de toda la información
disponible, que implica una sección en la dimensión vertical (la de las variables
existentes que pueden estudiarse) y un recorte en la horizontal (la de la
superficie geográfica).
Las capas pueden emplearse también para incorporar en cierta forma la
variable temporal si se considera que la dimensión vertical es el tiempo.
Aunque no es la manera más adecuada, y en la actualidad el manejo del
tiempo es uno de los principales problemas a resolver en el diseño de los SIG,
podemos trabajar con varias capas que representen una misma información y
una misma zona, pero en instantes distintos. Esto no es distinto a trabajar con
mapas clásicos correspondientes a diferentes instantes, salvo que en el caso
de capas cada elemento de la información se encuentra separado a su vez.
Por último, es importante el hecho de que la separación de la información en
capas evita la redundancia de datos, ya que cada capa contiene un tipo de
información concreto. En un mapa clásico se presentan siempre varias
variables, algunas de ellas presentes con carácter general, tales como
nombres de ciudades principales o vías más importantes de comunicación. Es
decir, que un mapa de usos de suelo o un mapa geológico van a contener
otras variables, que en ocasiones se añaden a este para enriquecerlo. Unas
curvas de nivel, por ejemplo, permitirán una mejor interpretación de esa
geología.
Al dividir toda la información en capas, podemos combinar curvas de nivel y
geología, añadir otros elementos, o bien representarlas de forma aislada, algo
que no resulta posible si los datos de los que disponemos ya vienen unidos
inseparablemente, como sucede en el caso de la cartografía impresa. La
división en capas ofrece un mayor número de posibilidades distintas de trabajo
y, como iremos viendo a lo largo de gran parte de este libro, también mayores
posibilidades de análisis y proceso.
En resumen, el trabajo con capas permite una estructura más organizada y una
mayor atomización de los datos, con las consecuentes ventajas en el
almacenamiento, manejo y funcionalidad que esto conlleva.

Resumen
Los datos son una de las piezas más importantes del sistema SIG.
Entendemos por dato un conjunto de valores o elementos que representan
algo. La interpretación correcta de esos datos los dota de significado y
produce información.
La información geográfica tiene dos componentes: una componente temática y
una componente geográfica. Estas van unidas y conforman una unidad única
de información geográfica, aunque pueden separarse y analizarse por
separado. Mientras que la componente geográfica tiene un carácter
fundamentalmente numérico, la componente temática puede incluir una o
varias variables y estas ser de naturaleza muy variada.
La información geográfica se divide horizontal y verticalmente. Las unidades
mediante que incorporamos esta información a un SIG se conocen
como capas, y son uno de los elementos primordiales en la estructura de
manejo de datos de todo SIG. El trabajo con capas más hace transparente la
gestión de la información geográfica en un SIG, permite una mejor integración
de distintos datos, y es la base para muchas operaciones, algunas de las
cuales iremos viendo en capítulos sucesivos.

Introducción. ¿Qué puedo


hacer con un SIG?
En este capítulo se presentan algunas nociones básicas sobre análisis espacial
y su significado. Con ellas, se podrá abordar posteriormente la presentación de
formulaciones específicas de diversa índole, que serán las piezas
fundamentales del estudio de datos espaciales dentro de un SIG.
Al acabar el capítulo se tendrá un concepto general de las distintas clases de
operaciones analíticas que serán desarrolladas en esta parte del libro. Para
estudiar este capítulo es necesario previamente conocer los diferentes tipos de
datos que se manejan en un SIG, de cara a poder entender la disposición de
estos a uno u otro tipo de análisis.
Introducción
El análisis de los datos geográficos es, junto con la generación cartográfica,
una de las tareas fundamentales sin las cuales el concepto de SIG no alcanza
su verdadero significado. La información que manejamos en un SIG es a su
vez una fuente de nueva información, y solo es a través de su análisis como
podemos obtener esta última y sacar partido de ella.
Los datos espaciales contienen mucha más información de la que a primera
vista nos muestran. Todo dato espacial es el resultado de un proceso
localizado espacialmente, el cual podemos conocer en mayor medida si
sabemos «leer» la información subyacente que dicho dato contiene. Los cursos
de los ríos informan sobre la estructura del terreno o la litología existente. Los
patrones en los que se disponen los nidos de una especie de ave dicen mucho
acerca del comportamiento de esta. Y así, muchos otros ejemplos que pueden
analizarse según alguna o varias de las formulaciones que veremos a lo largo
de esta parte del libro. Lo importante es conocer qué formas hay de convertir la
información espacial en información sobre un proceso dado, o cómo extraer
parámetros de utilidad a partir de datos espaciales relacionados con nuestro
área de estudio.
Ahora que ya conocemos cómo son los datos que podemos incorporar a un
SIG, es el momento de ver cómo los SIG constituyen herramientas de gran
potencia para estudiar dichos datos. El análisis de estos datos geográficos ha
cobrado una nueva dimensión desde la aparición de los SIG, surgiendo nuevos
planteamientos y mejorándose los ya existentes. A lo largo de toda su historia,
el análisis ha sido uno de los elementos más importantes de un SIG, y a día de
hoy existen formulaciones que cubren casi todo el abanico posible de
necesidades. Dados unos datos espaciales y un problema a resolver, es
probable que exista algún procedimiento que, si no nos da una solución como
tal a partir de dichos datos, pueda emplearlos para acercarnos a esta. El
objetivo de esta parte del libro es mostrar los más importantes de dichos
procedimientos, con el fin de dejar clara la potencialidad de los datos
espaciales en los más diversos contextos de estudio.

¿Qué es el análisis espacial?


De modo formal, podemos decir que el análisis espacial es el estudio
cuantitativo de aquellos fenómenos que se manifiestan en el espacio
[Anselin1989Syracuse]. Ello indica una importancia clave de la posición, la
superficie, la distancia y la interacción a través del propio espacio. Para que
estos conceptos cobren sentido, se necesita que toda la información esté
referenciada espacialmente.
En otros tipos de datos, el orden en que los elementos, indexados de una u
otra forma, se dispongan no es relevante, y una reestructuración de los mismos
no afecta necesariamente a los resultados. En el caso del dato espacial, este
supuesto no se cumple, y alterar la distribución espacial de los valores de
partida implica que los resultados de cualquier análisis espacial serán distintos.
Esto nos permite definir tal análisis espacial como el conjunto de técnicas y
modelos que hacen un uso explícito de la referencia espacial de cada dato
particular [Chorley1972Methuen].
Desde un punto de vista menos formal, podemos entender el análisis espacial
sencillamente como el conjunto de operaciones que desarrollamos en base a
los datos espaciales en el trabajo habitual con estos. En realidad,
prácticamente todo cuanto hacemos con los datos espaciales constituye
alguna forma de análisis. Pese a que, como ya sabemos, la aparición de los
SIG ha propiciado un fuerte desarrollo en este terreno, el análisis espacial no
es algo novedoso, y todos en algún momento hemos utilizado algún mapa
clásico y efectuado algún análisis sobre él.
Por ejemplo, hemos cogido un mapa de elevaciones y hemos buscado dónde
se sitúa el pico más alto, o bien hemos visto la elevación concreta a la que se
encuentra un elemento dado como, por ejemplo, una población. Igualmente,
hemos mirado en un mapa de carreteras intentando planificar una jornada
turística, viendo qué lugares de interés podemos visitar o cómo llegar desde
uno a otro de estos lugares haciéndolo por las mejores carreteras o de la forma
más rápida. Estas actividades habituales son ejemplos de análisis geográficos
que podemos igualmente realizar dentro de un SIG.
Cuando los datos espaciales que se recogen en ese mapa de elevaciones o
ese mapa de carreteras pasan al marco de un SIG, se incorporan igualmente a
un marco de análisis en el que además se contempla otra serie de
operaciones. Dentro de ese marco, se da por igual una formalización de los
métodos de análisis espacial, fundamentada sobre todo en la naturaleza
numérica y cuantitativa con la que se maneja todo dato espacial dentro de un
Sistema de Información Geográfica. Esta formalización es la que provee el
entorno adecuado para plantear todo tipo de análisis cuantitativos sobre los
datos espaciales.
No debe verse el análisis espacial como un conjunto de complejos algoritmos,
sino como una colección de procesos con los que explotar los datos
espaciales. Estas operaciones producen resultados de diversa clase, como
pueden ser los siguientes:
 Capas de datos geográficos, en cualquiera de los formatos posibles, y con cualquier tipo
de información.

 Tablas de datos.

 Escalares o vectores.

En ocasiones, los resultados expresan la misma variable que el dato de partida


(por ejemplo, el cálculo de una media), y en otros las variables de entrada y
salida son distintas (por ejemplo, si a partir de una capa de elevaciones
calculamos una de pendientes).
Asimismo, todo análisis espacial parte de un conjunto de datos espaciales,
pudiendo estos ser de un único tipo, o de varios distintos que se combinan en
un procedimiento concreto. Por ejemplo, en el caso de calcular la localización
del punto más alto el resultado es una sencilla coordenada, y tan solo se utiliza
la variable elevación. En el caso de la altura media de una ciudad, se utilizan
dos entradas. Por un lado, la elevación, y por otro el emplazamiento de la
ciudad. Aunque en ese mapa de carreteras que antes citábamos toda esa
información se contiene en una única hoja, en realidad son dos elementos
distintos combinados a la hora de representarlos. En términos más acordes con
un SIG, podemos decir que tenemos dos capas distintas que utilizamos como
entradas.

Razonamiento y consulta geográfica en un


SIG
Tanto si la información geográfica se encuentra dentro de un SIG como si no,
las distintas herramientas de análisis espacial permiten estudiar los datos
geográficos con el fin de obtener respuestas a cuestiones muy variadas. Estas
cuestiones son las que motivan el propio análisis espacial y el desarrollo de las
formulaciones correspondientes.
A lo largo de esta parte del libro veremos una amplia serie de dichas
formulaciones. Utilizando estas, obtenemos de los datos espaciales los valores
que sirven como respuesta a las cuestiones planteadas. Sin embargo, la mayor
importancia a la hora de plantear un análisis espacial apropiado no recae sobre
los algoritmos, sino sobre los planteamientos previos. Es decir, no sobre las
respuestas, sino sobre las preguntas que nos planteamos acerca de los datos
y los procesos espaciales. Por ello, es importante desarrollar un adecuado
razonamiento espacial y conocer bien el tipo de cuestiones que podemos
plantear y cómo formular estas.
Según [Nyerges1991CartoAndGIS], pueden distinguirse las siguientes categorías
de cuestiones geográficas:
 Relativas a posición y extensión

 Relativas a la forma y distribución

 Relativas a la asociación espacial

 Relativas a la interacción espacial

 Relativas a la variación espacial

Por su part, [Slater1982Heineman] cita la siguiente lista como compendió básico


de las cuestiones que pueden plantearse en el análisis espacial.
 ¿Dónde se encuentra?

 ¿Dónde tiene lugar?

 ¿Qué hay ahí?

 ¿Por qué esta ahí?

 ¿Por qué no está en otro lugar?

 ¿Qué podría haber ahí?

 ¿Podría estar en otro lugar?


 ¿Cuánto hay en ese lugar?

 ¿Hasta dónde se extiende?

 ¿Por qué tiene esa estructura particular?

 ¿Existe regularidad en esa estructura?

 ¿De qué naturaleza es esa regularidad?

 ¿Por qué el patrón de distribución espacial tiene que mostrar regularidad?

 ¿Dónde se encuentra en relación a otros de su misma clase?

 ¿Qué clase de distribución conforma?

 ¿Se encuentra en todo el mundo?

 ¿Es universal?

 ¿Donde están sus límites?

 ¿Cual es la naturaleza de esos límites?

 ¿Por qué esos límites acotan su distribución?

 ¿Qué otras cosas encontramos asociadas espacialmente a ese fenómeno?

 ¿Aparecen esas cosas asociadas espacialmente en otros lugares?

 ¿Por qué deben estar asociadas espacialmente?

 ¿Ha estado siempre allí?

 ¿Cuándo apareció por primera vez?

 ¿Cómo ha variado espacialmente a través del tiempo?

 ¿Qué factores han influido en su dispersión?

 ¿Por qué se ha dispersado de esa manera?

 ¿Qué factores geográficos han limitado su dispersión?

Con todo lo anterior, un SIG es una herramienta de primer orden tanto para
formular cuestiones geográficas como para resolverlas.
Por ejemplo, a través de la mera representación de los datos geográficos, un
SIG puede ayudar a identificar y definir los problemas a plantear, ya que la
exploración visual de los datos es un elemento clave en la formulación de
interrogantes geográficos. Esa misma representación puede ser también
empleada para dar respuesta a dichos interrogantes, ya que estas respuestas
quedan muchas veces patentes con el simple análisis visual. Considerando la
gran variedad de formas en que los datos espaciales pueden representarse
dentro de un SIG, ello hace que la visualización sea de por sí una componente
de los SIG de gran interés para el análisis.
Asimismo, mediante las capacidades de superposición de capas y la
visualización de dicha superposición se pueden tratar en un SIG las cuestiones
relativas a la asociación entre distintas variables espaciales, y las que
conciernen a la variación temporal de estas variables pueden estudiarse con
conjuntos de representaciones sucesivas a modo de «instantáneas». También
en esto las funcionalidades de visualización de la información espacial son
herramientas de indudable utilidad.
A lo anterior deben sumarse los distintos algoritmos de análisis geográfico, que
iremos viendo a lo largo de los próximos capítulos, y que aprovechan la
arquitectura particular de un SIG para explotar en profundidad la información
espacial.

Tipos de análisis espacial


A la hora de analizar los datos en busca de respuestas a cuestiones como las
anteriores, existen muchos enfoques distintos. La búsqueda de una respuesta
a una pregunta formulada sobre un dato espacial puede abordarse de distintas
maneras, y establecer una clasificación de estas o de las formas de proceder
en el análisis de datos espaciales es complejo.
Aunque dar una taxonomía del análisis espacial es difícil y la casuística es
excesivamente amplia, podemos establecer algunas divisiones principales.
Para cada una de ellas, veremos algunos ejemplos, con el objetivo de cubrir
distintos supuestos y, una vez más, mostrar en detalle qué tipo de operaciones
pueden realizarse a partir de datos espaciales. Estas divisiones no pretenden
ser un conjunto exhaustivo ni una clasificación formal, sino simplemente hacer
ver la variedad de análisis posibles y su complejidad.
Debe resaltarse que la implementación de estos distintos tipos de análisis, así
como la de las formulaciones más detalladas que iremos viendo en sucesivos
capítulos, varía de unos SIG a otros. Nuevamente, aquí se tratan como
elementos teóricos y su utilización práctica en un SIG dado puede ser de una
forma u otra. Lo importante, no obstante, es conocer ese elemento conceptual
y saber qué podemos obtener a partir de un determinado dato espacial, para
poder así estudiar un problema concreto y plantear una forma de resolución del
mismo.
Asimismo, hay que señalar que estos grupos no forman conjuntos disjuntos,
sino que se solapan en muchos aspectos. Muchas de las metodologías que
más adelante veremos comparten elementos de varios de estos conjuntos.
Las siguientes son algunas de las familias principales en las que englobar los
procedimientos de análisis:
 Consulta espacial. El tipo de análisis más simple es la consulta directa de la
información que contienen los datos espaciales. Es el tipo de análisis básico que usamos
cuando trabajamos con cartografía clásica, y nos proporciona información inmediata a
partir de una simple observación de los datos. La propiedad fundamental que
empleamos es la posición de cada elemento geográfico.

Este tipo de operaciones da respuestas a preguntas de tipo


¿Qué tipo de suelo encontramos en una coordenada (x,y)(x,y) dada?
¿Dónde se encuentra la localidad x?
Son, como puede verse, análisis que se pueden resolver simplemente «mirando» al
mapa que contiene la información de partida, y por ello constituyen la forma más
sencilla de análisis espacial.
Puesto que en la información geográfica dentro de un SIG todo elemento tiene
asociadas unas propiedades en forma de valores, también podemos consultar estos
valores. Así, podemos plantear consultas no necesariamente relacionadas con la
componente espacial, tales como
¿Cuáles son las diez ciudades españolas con mayor población?
¿Qué pueblos de España comienzan por la letra A?
Combinar este tipo de consultas con las puramente espaciales constituye un análisis
sencillo pero fundamental dentro de los posibles en un SIG, y representa una de las
utilidades más frecuentemente empleadas de estos en el trabajo diario.
 Análisis topológico. Las consultas hechas a las capas de datos espaciales pueden tener
relación no solo con su posición sino con la relación con otros elementos de la misma
capa. La existencia de topología (ver Topologia) puede emplearse para la realización de
consultas que respondan a cuestiones como, entre otras, las siguientes:
¿Cómo llegar desde mi posición actual hasta una coordenada concreta por la red viaria
existente?
¿Qué comunidades autónomas comparten límite con Madrid?
 Medición. La existencia de una referencia espacial para cada uno de los elementos con
los que trabajamos en el análisis dentro de un SIG hace que podamos cuantificar otra
serie de parámetros también espaciales. El más básico de estos parámetros es la
distancia, que puede ser una distancia simple entre dos puntos dados o bien una
distancia entre elementos complejos tales como polígonos o líneas, o combinaciones de
ellos.

Además de la distancia podemos medir otras propiedades tales como


Área
Perímetro
Longitud de un recorrido no lineal
Factores de forma
Dentro de este grupo incluimos parámetros más elaborados tales como pendientes, o
índices diversos que derivan todos ellos de medidas sencillas similares a las anteriores.
Estas medidas no tiene que ser necesariamente de tipo espacial, ya que conceptos como
la pendiente pueden medirse no solo sobre un espacio geográfico —variación
de zz sobre el plano xyxy— sino también sobre otras variables —variación de dicha
variable (temperatura, concentración de un nutriente, etc.) sobre el plano xyxy—.
Responden a preguntas muy variadas tales como
¿Qué superficie de zonas arboladas hay en mi término municipal?
¿Cuántos kilómetros comprende la red viaria española?
¿Tienen las distintas zonas de usos de suelo formas compactas o por el contrario son
principalmente alargadas y de tipo fusiforme?
 Combinación. Uno de los procedimientos más habituales y más característicos dentro
del uso de un SIG es la combinación o superposición de varias capas de información.
La propia estructura de la información geográfica en capas facilita notablemente estos
procedimientos y convierte a los SIG en plataformas ideales para llevar a cabo análisis
donde se combina información sobre diversas variables.
Antes de la existencia de los SIG, la combinación de capas implicaba la utilización de
mapas en soportes tales como transparencias o acetatos, una opción farragosa y muy
poco apta para el análisis de las combinaciones resultantes. Dentro de un SIG, existen
metodologías para integrar la información de varias capas en formas muy distintas, y las
nuevas capas resultantes pueden luego analizarse con sencillez independientemente de
su origen, como una capa más.
La estructura de las bases de datos geográficas es idónea para integrar toda la
información disponible acerca de una región geográfica concreta, y las distintas capas
que forman esta se pueden combinar de forma sencilla tanto para su análisis como para
su simple visualización.
 Transformaciones. Podemos englobar dentro de este grupo una amplia serie de
procedimientos que modifican los elementos de entrada de diversas formas.

Por ejemplo, uno de los procedimientos más frecuentes dentro de un SIG es la creación
de áreas de influencia. Este tipo de operaciones de análisis convierte los distintos
elementos geográficos en áreas que reflejan la influencia de dicho elemento en base a
parámetros tales como distancias o costes. Se tiene así una transformación geométrica,
ya que la forma del objeto se transforma en una nueva que indica la zona que se ve
afectada por dicho objeto.
Con ellas podemos responder a preguntas como
¿Qué puntos de la ciudad no tienen una farmacia a menos de un kilómetro de distancia?
¿Están los distintos comercios de un barrio demasiado juntos, de forma que
probablemente estén compitiendo por la clientela?
Si considero que para una escapada de fin de semana el turista medio recorre como
mucho 100 kilómetros, ¿qué municipios alrededor del mío son susceptibles de venir de
visita turística y por tanto debería promover en ellos los valores naturales de este?
Otros ejemplos de este tipo de modificaciones geométricas es la simplificación de
líneas, que trata de definir los mismos trazados de un conjunto de lineas reduciendo el
número de puntos empleados.
También se pueden realizar transformaciones de las geometrías en función no solo de su
componente espacial (sus coordenadas), sino utilizando igualmente los valores
asociados a estas. Un ejemplo de esto es la agrupación de geometrías que comparten
algún atributo común en entidades únicas. Dado un conjunto de polígonos con los
distintos términos municipales, para los cuales exista un atributo que indique la comarca
a la que pertenecen, se pueden agrupar estos para obtener polígonos únicos de cada
comarca.
Otras transformaciones son de tipo cartográfico, tales como la conversión entre sistemas
de coordenadas distintos, las reproyecciones, o la aplicación de transformaciones afines
en general. Estas son básicas para, por ejemplo, combinar datos referenciados según
distintos sistemas.
Un tipo de transformación importante es la relativa a los modelos de datos, pues estos,
como ya sabemos, son tan variados como los sistemas de coordenadas. Las
transformaciones entre formatos y paradigmas de almacenamiento son importantes para
un manejo óptimo de los datos geográficos, ya que ciertas operaciones se realizan de
manera más adecuada en unos formatos concretos. Igualmente, la combinación de capas
requiere en muchos casos que estas se encuentre en un mismo formato, al igual que
sucede con los sistemas de coordenadas. La conversión entre los modelos ráster y
vectorial, la interpolación o el cálculo de capas de densidad son ejemplos de análisis
que modifican la forma de representación de una realidad espacial concreta.
Por último, encontramos transformaciones basadas en los valores de las variables
estudiadas. Dentro de este grupo encontramos las reclasificaciones, que en el caso de
datos categóricos transforman la identificación de cada elemento en una clase dada, o
los cambios de escala u otras operaciones aritméticas tales como la normalización de
una variable en un rango dado, o la tipificación de una variable para asimilar su
distribución de valores a la de una curva normal. Estos últimos se efectúan sobre datos
de tipo continuo.
 Análisis de superficies. El análisis de superficies es uno de los más potentes de cuantos
encontramos en un SIG. Desde parámetros básicos como la pendiente o la orientación
hasta parámetros morfométricos muy específicos, pasando por todas las herramientas
del análisis hidrológico, la batería de operaciones disponibles es muy amplia. Aunque
este análisis de superficies se entiende como el de la superficie terrestre (es decir, el
relieve), gran parte de estas operaciones pueden aplicarse a cualquier otra superficie,
entendiendo esta en su sentido matemático. Así, la pendiente indica una tasa de
variación y puede aplicarse a capas con valores distintos de la elevación, tales como
temperaturas, densidades, etc.

 Estadística descriptiva. Los elementos de la estadística clásica tienen sus equivalentes


en los datos espaciales, y nos permiten calificar cuantitativamente los datos con los que
trabajamos. Se incluyen aquí descriptores de centralidad y dispersión, de dependencia
espacial o el estudio de patrones espaciales, entre otros muchos. Estos pueden a su vez
usarse para el contraste de hipótesis que contengan una cierta componente espacial.

Por ejemplo, estos estadísticos nos permiten dar respuesta a cuestiones del tipo
¿Es constante la media de altura a lo largo de toda la geografía de mi país?
¿Existe alguna tendencia de los individuos de una especie a congregarse, o por el
contrario se dispersan por todo el territorio disponible minimizando el contacto con
otros congéneres?
¿Existe alguna dirección predominante en los movimientos de individuos de una
especie o se desplazan erráticamente?
 Inferencia. Otro análisis estadístico de gran importancia en los SIG es el que permite
inferir comportamientos de las distintas variables y estudiar, por ejemplo, la forma en
que estas van a evolucionar a lo largo del tiempo.

El establecimiento de modelos de cambio y variación representa una de las


herramientas más actuales en el campo de los SIG, y un campo en abundante desarrollo.
 Toma de decisiones y optimización. La realización de actividades en el medio tiene
una obvia componente espacial. Son muchos los parámetros que influyen en ellas, y en
función de estos dichas actividades se desarrollarán de una forma u otra. La estructura
de la información geográfica en capas dentro de un SIG, favorable como ya vimos para
la superposición de capas, lo es igualmente para estudiar de forma combinada los
efectos de distintos factores.

El estudio de estos factores puede ser una herramienta clave para tomar decisiones
relativas a la actividad sobre la que ejercen su influencia. Así, los procedimientos de
análisis espacial nos sirven para responder a cuestiones como, por ejemplo,
¿Cuál es el mejor lugar para emplazar una nueva construcción en función de su impacto
sobre el medio?
¿Por qué trazado es más conveniente construir una nueva carretera?
¿Dónde situar un nuevo hospital para que el servicio en la comarca mejore lo máximo
posible?
Dentro de estos análisis, muchos de ellos tratan de maximizar o minimizar alguna
función objetivo dependiente de los factores implicados, que pueden ser tanto variables
recogidas en distintas capas como parámetros espaciales tales como distancias.
 Modelización. La creación de modelos espaciales dentro de un SIG es una tarea aún
pendiente de mucho desarrollo. No obstante, existe un gran número de modelos en los
más diversos campos, y la arquitectura de datos y procesos de los SIG es propicia para
la implementación de otros nuevos.

Modelos como los de tipo hidrológico son habituales en los SIG más populares, y la
estructura raster de los datos que se emplean generalmente en estos facilita en gran
medida el análisis y la implementación de modelos distribuidos. Otros modelos que
encuentran en los SIG una plataforma idónea para su implementación son los basados
en autómatas celulares, con aplicación en muchas áreas distintas.
Como ya se ha dicho, todos estos tipos de análisis no son independientes
entre sí, y la verdadera potencia de un SIG radica en la elaboración de
metodologías que combinen estos. Por ejemplo, la elaboración de áreas de
influencia considerando distancia a través de una red viaria, utilizando la
topología de esta, que incorpora el estudio de la topología de la red, la
medición de distancias sobre la misma, y la transformación de entidades
geográficas en función de lo anterior.
En esta breve exposición no se ha tratado de dar ejemplos particulares de
utilización de los SIG, ya que esto se hará en la última parte del libro. En su
lugar, se pretende dar a entender que los procedimientos que pueden
implementarse en un SIG son muy variados, y que en función del área de
interés en que trabajemos, haremos uso de unos o de otros. Pese a ello, es
interesante conocer al menos someramente el amplio abanico de técnicas
disponibles y el alcance de las mismas dentro de diversos sectores de
aplicación.

Resumen
En líneas generales, todo cuanto hacemos con la información geográfica
implica algún tipo de análisis. Desde una mera consulta a un modelo muy
complejo, este análisis explora dicha información y permite obtener resultados
que descubren otros tipos de información subyacente.
Existe una gran variedad de procesos de análisis espacial. Estos pueden tomar
datos espaciales de diversas clases y generar resultados también muy
diversos, por lo que su clasificación es compleja. Algunos de los más
característicos de cuantos podemos llevar a cabo dentro de un SIG son
aquellos que sacan partido de la forma en que este maneja las distintas capas
de información. Por ejemplo, la superposición de capas o el análisis combinado
de distintos factores como herramienta de apoyo en la toma de decisiones. La
creación de zonas de influencia es también uno de los análisis más habituales,
englobado dentro de un conjunto de procesos de transformación de datos
geográficos.
En este contexto, deben considerarse los SIG como herramientas que van a
permitir una mejor formulación de las cuestiones geográficas, y que del mismo
modo van a ayudar en la búsqueda de respuestas a estas.

Introducción. ¿Cómo son


las aplicaciones SIG?
Las aplicaciones informáticas que forman parte del ámbito SIG son muy
diversas, y su evolución es constante. En este capítulo presentaremos los tipos
principales de aplicaciones y la forma en que estas van desarrollándose dentro
de dicho ámbito SIG, y el papel que juegan en este.
Todos estos tipos de aplicaciones no son elementos aislados, sino que se
relacionan entre sí y dependen en muchos casos los unos de los otros para
cobrar sentido como herramientas útiles. El objetivo del capítulo es presentar
una visión global de esa realidad, mostrando los distintos elementos
tecnológicos que pueden encontrarse en un entorno SIG actual.

Introducción
Las aplicaciones SIG son el elemento de trabajo básico dentro de todos
aquellos que componen el concepto global de un SIG. Una aplicación SIG
materializa todas las ideas vistas hasta el momento dentro de este libro, y es la
herramienta fundamental para el trabajo con datos espaciales, lo cual
constituye la tarea primordial de un SIG.
Dentro de la lógica evolución de toda tecnología informática, los SIG se han
desarrollado de forma muy rápida y variada, adaptándose a una realidad, la de
la propia información geográfica, también en constante evolución en todas sus
vertientes. Por ello, la idea de aplicación SIG que podía encontrarse en un libro
equivalente a este hace 10 o 20 años es bien distinta de la que hoy tenemos.
De hecho, la concepción única de aquel entonces ya no es tal, y actualmente
son muchas las formas en las que las aplicaciones SIG pueden presentarse.
Junto con la concepción «clásica» del SIG, todavía presente, existen una serie
de otras tecnologías que han ido surgiendo paulatinamente, y que incorporan
ideas y conceptos como los que ya conocemos de capítulos anteriores. En esta
parte del libro se mostrarán todas ellas en detalle, definiendo así el panorama
global de las aplicaciones SIG y los usos y funciones principales de cada una
de dichas tecnologías.
Para comprender el papel que juegan las distintas formas de aplicaciones SIG
que encontramos hoy en día y que trataremos en los sucesivos capítulos, es
necesario analizar la forma en que han ido conformándose dentro del entorno
SIG, lo cual haremos en este capítulo.

La convergencia de las aplicaciones en el


ámbito SIG
Una de las tendencias principales a lo largo de la evolución de los SIG es a la
unión de otra serie de aplicaciones o elementos de estas, enriqueciéndose con
conceptos y funcionalidades que, o bien encuentran en un SIG su aplicación a
la información geográfica, o bien ya la tenían pero dentro de un marco aislado.
El SIG actúa como elemento de unión de todas estas tecnologías, y engloba
con carácter general a aquellas herramientas que de un modo u otro puedan
emplearse para el análisis y tratamiento de datos espaciales.
Con esta filosofía, el concepto de SIG ha crecido desde sus orígenes,
incorporando elementos propios de otras herramientas. Su crecimiento ha sido
mayor que el de otro tipo de aplicaciones, ya que ha jugado un papel central y
articulador, y en lugar de únicamente aportar conceptos a estas otras
aplicaciones, en su mayoría ha tomado prestado de ellas. Dentro de las
aplicaciones SIG actuales encontramos elementos que provienen, entre otros,
de los siguiente ámbitos.
 Análisis de imágenes

 Diseño asistido por ordenador (CAD)

 Bases de datos

 Herramientas de diseño gráfico

Muchos de estos elementos ya se han comentado de uno u otro modo en


secciones anteriores de este libro, ya que su importancia es más que notable.
Incluso dentro del propio ámbito SIG, las distintas aplicaciones han ido
convergiendo paulatinamente. Las dos formas principales de almacenar la
información geográfica, ráster y vectorial, conformaban originalmente también
la base para las distintas aplicaciones, con escaso solape entre estas. Es decir,
aquellas aplicaciones que podían manejar datos ráster y realizar operaciones
con ellos, apenas tenían capacidades vectoriales o estas estaban por completo
ausentes. Del mismo modo, las aplicaciones de corte vectorial no eran capaces
de trabajar con datos ráster o, en todo caso, con algunas imágenes que podían
representarse pero apenas analizarse.
Esta situación ha ido cambiando y, aunque en diferente forma, un SIG actual
es capaz de trabajar con ambos tipos de datos con un nivel suficiente de
funcionalidades. Poco a poco, todo el conjunto de tecnologías que han ido
apareciendo dentro del entorno SIG se han ido extendiendo a las distintas
aplicaciones, y aunque existen tipos bien definidos, estos no constituyen
bloques estancos.
Así, por ejemplo, capacidades como el acceso a servicios remotos han
evolucionado de forma similar a la gestión de datos ráster y vectoriales, en
cuanto que han dejado de ser tecnologías exclusivas de una serie de
aplicaciones para pasar a formar parte esencial del conjunto de estas. En el
caso particular de estos servicios remotos, implicaron el desarrollo de
servidores que eran mayoritariamente empleados desde aplicaciones Web.
Con posterioridad, las aplicaciones de escritorio, más cercanas al concepto
tradicional del SIG, han ido incorporando estas capacidades para ofrecer una
funcionalidad similar a la de esas aplicaciones Web. En la actualidad, la
integración de estos elementos va más allá, adaptando todas las restantes
funcionalidades de esas aplicaciones de escritorio, muchas de las cuales no
aparecen (todavía) en las aplicaciones Web, al trabajo con datos remotos.
De este modo, el trabajo actual con datos remotos se va integrando en los SIG
como un elemento más, del mismo modo que ha sucedido con los distintos
modelos de datos hasta alcanzar la situación actual en la que se conciben
como realidades distintas pero fundamentales y complementarias dentro de un
SIG.
Veremos todo lo relativo al uso de datos remotos dentro del
capítulo Servidores_y_clientes_remotos, también dentro de esta parte del libro.

La especialización de las aplicaciones SIG


Al mismo tiempo que las aplicaciones SIG iban incorporando funcionalidades e
ideas de distintos ámbitos, surgían tecnologías y productos paralelos
enfocados a un uso más concreto dentro de un determinado campo de
aplicación. El crecimiento de los SIG que se produce como consecuencia de
ese afán integrador da lugar a aplicaciones sólidas y completas, que resultan
sumamente versátiles al tiempo que complejas. Siendo ya una tecnología base
bien desarrollada, pueden comenzar a derivarse nuevas aplicaciones SIG que
se asienten sobre esa base pero que no tengan tal carácter genérico, sino que
concreten su campo de actuación y las tareas para las que están diseñados
principalmente.
Por una parte, encontramos aplicaciones destinadas al uso en una
determinada disciplina, en las que la aplicación conserva solo aquellas
capacidades que resulten de mayor interés para el objeto de esta. Las
aplicaciones de este grupo pierden el carácter genérico y versátil del SIG, y
normalmente integran tecnologías SIG dentro del marco de trabajo concreto de
la disciplina correspondiente, aprovechando que en esta existe información
geográfica susceptible de ser aprovechada mediante esas tecnologías SIG.
Por otra parte, encontramos modificaciones guiadas por los propios
componentes de la herramienta, asignando más peso a elementos particulares
del sistema SIG. De este modo surgen aplicaciones SIG dedicadas
fundamentalmente a la gestión de datos, otras que se centran especialmente
en el análisis, o bien aquellas en las que la visualización juega el papel
fundamental. Sin olvidar que un SIG es ante todo un sistema, aparecen
aplicaciones que concentran sus capacidades en un elemento de ese sistema.
En lugar de entenderse la tecnología SIG como una aplicación que engloba a
todo el sistema, se entiende ese sistema como un conjunto de aplicaciones
más especializadas, cada una de las cuales compone una pieza del mismo.
Esta especialización es de mayor interés para exponer en esta parte del libro
las distintas tecnologías que actualmente coexisten en el amplio mundo del
SIG, y su estructura parcialmente se basa en ese criterio. Las aplicaciones
particulares enfocadas a una determinada disciplina se mencionarán no aquí
sino en la última parte del libro, en la que se exponen usos prácticos del SIG
en determinados campos. Siempre que en estos campos existan aplicaciones
específicas con componente SIG, estas serán detalladas en el capítulo
correspondiente.

Tipos de aplicaciones
Con todo lo anterior, el panorama ante el que se encuentra hoy en día un
usuario de SIG es sumamente complejo. Existen muchas aplicaciones
distintas, y la dificultad de abordar su uso no es debida a su elevado número,
sino a la gran cantidad de enfoques diferentes y conceptos distintos sobre los
cuales estas se han desarrollado. En términos de tecnología, el mundo SIG es
rico y variado, y resulta imposible tener un conocimiento profundo de todos sus
representantes. En función de la actividad desarrollada, unas u otras
herramientas se demostrarán de más utilidad, pero no debe olvidarse que
todas ellas pueden resultar útiles en cierto modo, pues guardan el
denominador común del trabajo con datos geográficos e información
georreferenciada.
Podemos distinguir tres grupos principales: herramientas de escritorio,
repositorios de datos, y clientes y servidores que permiten en conjunto el
trabajo remoto con todo tipo de datos SIG. Las herramientas de escritorio son
la tecnología informática fundamental en el campo SIG. Los repositorios de
datos y los clientes y servidores han ido cobrando día a día más importancia
hasta convertirse en elementos fundamentales y muy representativos del
mundo SIG actual. Ya conocemos bastante acerca de las bases de datos,
porque debido a su relevancia las hemos desarrollado en capítulos anteriores
del libro. Los clientes, por su parte, pueden presentarse de diversas formas,
tanto como aplicaciones Web como integrados dentro de las herramientas de
escritorio, aunque los estudiaremos junto a los servidores, agrupando así las
tecnologías Web en un único bloque.
En los siguientes capítulos veremos las características de estos grupos, así
como la relación existente entre ellos. Los repositorios de datos no tienen un
capítulo propio dentro de esta parte, ya que hemos hablado de ellos en partes
anteriores al tratar las bases de datos, pues así parecía más conveniente dada
la importancia de estas y la necesidad de conocer algo más acerca de ellas
antes de abordar otros temas como, por ejemplo, las consultas.
Juntos a estos tipos de software, encontramos otros de tipo SIG derivados de
ellos, cuyo principal representante son las aplicaciones adaptadas a
dispositivos móviles. Por la importancia que están cobrando en la actualidad
estas últimas, detallaremos también sus características en un capítulo
adicional.
Todas estos elementos conforman el panorama global de la tecnología SIG,
con un conjunto de interrelaciones similar al definido esquemáticamente en la
figura 11. Tanto clientes Web como herramientas de escritorio (en caso de que
estas últimas tengan capacidades de cliente), acceden a los servidores para
obtener datos y servicios. Los servidores, a su vez, toman datos de los
repositorios de datos, al igual que pueden hacer las herramientas de escritorio
para el trabajo con datos locales, algo que los clientes Web no están pensados
para hacer.
Clases principales de software SIG y relaciones entre ellas
(1)(1)

La adaptación de las aplicaciones SIG. El


SIG como base genérica
Los SIG han crecido mucho desde su origen y, además de ampliar horizontes y
mejorar el trabajo con ellos, han añadido numerosas funcionalidades
adicionales. Como cabe esperar, un SIG actual no solo permite hacer las cosas
mejor, sino que también permite hacer más cosas. Como herramienta rica en
capacidades, un SIG puede entenderse como una aplicación preparada para
responder a todas las posibles necesidades dentro del campo del análisis
geográfico.
Sin embargo, la filosofía actual de las aplicaciones SIG es distinta a la
existente en los primeros desarrollos, y el objetivo principal de un SIG hoy en
día no es el de constituir una herramienta que contenga todas las
funcionalidades que puedan necesitarse, sino una base sobre la que estas
puedan construirse. Junto a las funciones básicas de edición, manejo de datos
y análisis, un SIG permite la adaptación de estas a las necesidades concretas
de cada trabajo, siendo así una herramienta versátil que puede tomar una u
otra forma en función de las circunstancias particulares de cada uso.
La adaptabilidad de SIG es una de sus principales virtudes, y es la que permite
que puedan desarrollarse útiles válidos para cada caso. Un SIG no es, por
tanto, una herramienta cerrada con un conjunto de elementos suficiente para
dar respuesta a todas las necesidades, y la obtención de una herramienta SIG
final para un determinado trabajo no es un proceso único sino un desarrollo en
dos etapas.
La primera de estas etapas implica el desarrollo del propio SIG como tal, y la
segunda concierne al desarrollo de elementos adicionales que completan la
herramienta según las necesidades propuestas, apoyándose sobre los
componentes fundamentales. Aunque muchos usuarios tendrán suficiente con
un SIG en su forma original, muchos otros necesitarán desarrollos adicionales,
o bien se beneficiarán de ellos al poder lograr sustanciales mejoras en
comparación con el empleo del SIG básico.
Debido a este esquema de trabajo, el usuario SIG ha de ser en ocasiones un
usuario técnico y cualificado, o bien ha de necesitar el concurso de alguien
capaz de desarrollar sobre un SIG herramientas adicionales. La figura del
programador SIG es importante dentro de un proyecto SIG, y hace que la
gestión de la tecnología tenga la misma relevancia que la gestión de los datos
o de cualquier otro de los restantes componentes globales de un SIG.
La idea de un SIG como herramienta base es especialmente patente en el
caso de las aplicaciones de escritorio, las cuales concentran una gran mayoría
del trabajo desarrollado dentro de un proyecto SIG, lo cual las hace
especialmente aptas a constituirse como herramientas básicas sobre las que
se desarrollan modificaciones destinadas a responder a las necesidades del
proyecto. No obstante, también otras aplicaciones SIG son susceptibles de
jugar ese mismo papel.
En el caso de las aplicaciones Web, estas se adaptan para crear accesos
particulares a unos datos concretos, de forma que pueden emplearse para dar
acceso a la información geográfica a través de Internet, y hacerlo de una forma
particular en cuanto a la apariencia y las funcionalidades ofrecidas. Los
servidores se prestan de igual modo a ser adaptados en la medida de lo
necesario.
Aunque la presencia de elementos para facilitar esa adaptabilidad (lenguajes
de programación integrados, arquitecturas escalables, etc.) es general, la
aparición de alternativas libres competitivas dentro del mercado del SIG ha
potenciado más aún el desarrollo de herramientas adaptadas, al permitirlo en
mayor grado.

Resumen
A partir de la concepción inicial de los SIG como aplicaciones bien definidas en
las cuales se reunían las funcionalidades principales de estos, se ha
desarrollado en la actualidad un amplio panorama de aplicaciones bien
diferenciadas, las cuales podemos dividir en tres grupos principales:
herramientas de escritorio, repositorios de datos y clientes y servidores.
Estos tipos de aplicaciones se encuentran interrelacionados y se apoyan unos
en otros para ofrecer todo el conjunto de capacidades actuales de los SIG.
Para llegar hasta este punto, los SIG han tomado elementos de otras
aplicaciones, congregándolos en un único software. Al mismo tiempo, se han
ido especializando en distintos ámbitos, dividiendo así el total de áreas de
posible trabajo de este tipo de tecnologías.
En la actualidad los SIG forman una base genérica sobre la cual se construyen
herramientas de análisis geográfico adaptadas a distintos fines.

Introducción. Los SIG


como herramientas de
visualización
La representación de la información geográfica es una parte fundamental en el
trabajo con SIG, y habitualmente durante una sesión de trabajo aparece la
necesidad de crear algún tipo de representación visual. Antes de entrar en los
siguiente capítulos de esta parte y detallar los conceptos de representación
que después emplearemos para visualizar la información geográfica, veremos
en este lo que esta representación implica dentro de un SIG. Estudiaremos los
SIG como herramientas que permiten visualizar la información geográfica,
analizando sus puntos débiles y sus aspectos más destacados, y veremos
cómo están concebidos de cara a satisfacer las diversas necesidades que
aparecen en este terreno.
Puesto que vamos a tratar las capacidades de los SIG para la visualización,
con especial atención a las de los SIG de escritorio, los conceptos del
capítulo SIGs_escritorio dedicado a éstos deben conocerse con detalle.
También es interesante recordar las ideas sobre Web mapping descritas en el
capítulo Servidores_y_clientes_remotos.

Introducción
Visualizar la información geográfica es una parte fundamental del trabajo con
un SIG. Aunque no es un aspecto imprescindible, y es posible incluso
encontrar SIG enfocados al análisis en los cuales no existe forma de visualizar
la información con la que se trabaja, la gran mayoría de soluciones,
especialmente las de escritorio, incluyen las funcionalidades de visualización
como elemento básico, y estas resultan imprescindibles para la inmensa
mayoría de usuarios.
Como ya vimos en el capítulo dedicado a las herramientas de escritorio, dos
son las tareas que un SIG debe permitir en lo que a visualización respecta:
crear representaciones dentro del entorno mismo del SIG y generar
representaciones autocontenidas que puedan imprimirse y den lugar a un
documento cartográfico en sentido clásico. La representación en pantalla
dentro del SIG puede guardar similitud con la idea clásica de mapa, o bien ser
distinta, aprovechando elementos que no son habituales en esos mapas y que
la tecnología del SIG sí que permite.
En ambos casos, no obstante, lo más relevante de cara a los conocimientos
que el usuario del SIG debe tener en cuanto a visualización es la capacidad de
convertir los datos en elementos visuales, con independencia de que estos
vayan a representarse y usarse en pantalla durante una sesión de trabajo, o
bien vayan a imprimirse en papel para su uso posterior en ese soporte. Este es
el objetivo de esta parte del libro: proporcionar las ideas fundamentales para
que el usuario de SIG logre las mejores representaciones visuales durante su
trabajo con el SIG. Para ello, lo primero es conocer qué nos ofrece un SIG
como herramienta de visualización y qué podemos esperar de él.

Particularidades del SIG como herramienta


de visualización
Como herramienta de visualización, el SIG tiene sus particularidades, las
cuales deben unirse a las propias de los modelos de almacenamiento que
empleamos para recoger la información geográfica a visualizar. Esto hace que
el trabajo de generar una representación visual de una determinada
información geográfica no sea igual en el caso de realizarse mediante un SIG
que cuando se lleva a cabo en base a la labor clásica del cartógrafo. Trabajar
en un SIG añade, entre otros elementos, el hecho de que la información se
encuentra almacenada según un modelo dado (ráster o vectorial). Si esta
distinción implica, como ya sabemos, notables diferencias a la hora de analizar
esa información u optimizar el acceso a los datos que la contienen, no es
menos cierto que también va a conllevar un enfoque distinto a la hora de
visualizar unos u otros tipo de datos.
Para el cartógrafo en su concepto clásico, esta distinción no existe.
Indirectamente, sí puede asumirse que existe algo similar, ya que el cartógrafo
ha de conocer la naturaleza de las variables que representa, y sabemos que
esta naturaleza se encuentra muy ligada al modelo a escoger para
representarla (por ejemplo, sabemos que variables continuas como la
elevación se analizan mejor si se almacenan según el modelo ráster, aunque
ello no implica que no puedan almacenarse de un modo distinto y ello no tenga
interés). No obstante, no existe una división formal explicita tal como sucede en
el caso del SIG.
Otra de las diferencias a la hora de representar la información geográfica en un
SIG deriva del propio objetivo que dicha representación tiene. La labor del
cartógrafo tiene como fin primordial el crear un elemento visual que transmita la
información geográfica. El cartógrafo, por lo general, no es un usuario de la
cartografía, sino un productor de esta para su uso por terceros. El usuario de
SIG, sin embargo, puede crear cartografía para otros pero, en la mayoría de
los casos, la crea para sí mismo para poder emplearla como una herramienta
más a la hora de desarrollar su trabajo con el SIG. Por esta razón, la
representación visual que se produce con un SIG puede tener un carácter
general y estar pensada para ser empleada en ámbitos diversos, pero también
puede tener una funcionalidad muy clara dentro de un campo de aplicación
dado, o incluso dentro exclusivamente de un proyecto concreto. Este hecho
puede relajar las exigencias que se presentan al generar una representación
cartográfica en un SIG, pero al mismo tiempo también ofrece la posibilidad de
enfocar el esfuerzo de visualización de forma más particular. Es decir, de
considerar el contexto de ese ámbito de utilización para lograr una
representación más eficaz dentro de ese entorno particular.
Por último, cuando pensamos en un mapa tradicional es difícil advertir que se
trata de un elemento visual creado a partir de otro no visual. Es decir, un mapa
es un elemento gráfico desarrollado a partir de unos ciertos datos. Los datos
en sí no pueden «verse», pero son los que posibilitan la creación del mapa.
Resulta más sencillo pensar que el cartógrafo simplemente plasma la realidad
del terreno (que podemos ver con nuestros propios ojos sin más que ir a la
zona representada por el mapa), que pensar que está convirtiendo datos en
elementos gráficos tales como líneas o puntos. Sin embargo, y aunque no
utilicemos un SIG, esos datos existen, ya que el cartógrafo pone sobre el papel
las medidas (datos numéricos) tomados por los técnicos en campo, ya sean
estas provenientes de algún sensor o el resultado de un levantamiento
topográfico, entre otros orígenes posibles.
El beneficiario de esos datos es el usuario del mapa, que recibe la
representación visual de éstos, y es esta visualización la que le transmite, en la
medida de lo posible y en función de su propia calidad como elemento de
comunicación, la información geográfica subyacente. El usuario de un SIG,
salvo que utilice una imagen (una fotografía aérea, un mapa escaneado o un
mapa ya preparado a través de un servicio de mapas), no recibe elemento
visual alguno, sino tan solo datos numéricos que son, eso sí, muy susceptibles
de ser visualizados.
En relación con esto, un SIG está pensado para satisfacer dos necesidades
fundamentales. Por una parte, la creación de cartografía a partir de los datos,
del mismo modo que el cartógrafo utiliza otro tipo de herramientas para
elaborar mapas a partir de los datos topográficos o temáticos de los que
dispone. Por otra, y para el usuario cuyo fin último no es la elaboración de
cartografía, visualizar de la mejor forma posible los datos con los que trabaja,
para que esta visualización aporte valor añadido a los datos de cara al
desarrollo de la labor de ese usuario. Ambos enfoques coexisten en un SIG y
están orientados en cualquier caso a extraer de los datos la mayor información
posible de forma visual.
En definitiva, debemos tener siempre presente que en un SIG la información
geográfica no es un elemento visual, ya que llega a nosotros convertida en
última instancia en algo puramente numérico, apto para ser procesado de un
modo u otro por el ordenador en el que ejecutamos el SIG. Somos nosotros, a
través del SIG, quienes la dotamos de un aspecto visual. En otras palabras, en
un mapa clásico la tarea del cartógrafo (que es quien prepara la información
geográfica) es hacer que sea lo más fácil posible de interpretar para el usuario
de ese mapa. En el SIG existe también alguien que prepara los datos (por
ejemplo, un técnico que comprueba la calidad de un MDE y lo almacena en un
formato dado), pero su objetivo es facilitar su interpretación y uso al ordenador
(o, más concretamente, al SIG). La visualización, por lo general, y salvo que en
esa preparación se añadan elementos adicionales que complementen al dato
en sí, queda en manos del usuario del dato. Es por esta razón que una parte
como esta resulta fundamental en un libro de SIG, ya que el usuario de SIG
necesita conocer cómo emplear el SIG para visualizar la información con la que
trabaja.

La visualización científica y los SIG


Aunque, como decimos, el SIG hace más obvio que un mapa es la expresión
visual de una serie de datos, la visualización de datos no es algo exclusivo de
los SIG como aplicaciones informáticas, y en absoluto se trata de algo nuevo
relacionado con los ordenadores y sus capacidades de representación. La
creación de gráficas y diagramas es una realidad desde mucho antes que
aparecieran los ordenadores, y estas son una herramienta fundamental en el
ámbito científico. Visualizar series de datos sencillos mediante la
representación de éstos ayuda a comprender su naturaleza y constituye un útil
de gran potencia a pesar de su aparente simplicidad.
Visualizando un dato cualquiera se obtiene una densidad de información
mucho mayor que si ese mismo dato se representa numérica o textualmente.
Asimismo, se estima que aproximadamente el 50% de las neuronas están
dedicadas a la visualización. Como reza la sabiduria popular, «una imagen vale
más que mil palabras», y esta es una verdad que cobra pleno sentido dentro
de campo de las ciencias.
Se puede pensar que una representación simple tal como un diagrama de
barras o uno de dispersión está muy alejado del tipo de representación
compleja que un mapa supone, y que, por tanto, también es muy distinta de la
representación que tiene lugar en un SIG. Analizándolo con un poco más de
detalle vemos, sin embargo, que la diferencia no es tal y existen muchas
similitudes y relaciones.
En primer lugar, estas representaciones pueden aplicarse a la componente
temática de los datos espaciales y permitir el análisis de esta. Prescindiendo
de la componente espacial, la componente temática es susceptible de ser
analizada mediante cualquiera de las herramientas habituales de la estadística
descriptiva, entre ellas las del análisis exploratorio de datos tales como las
gráficas y diagramas antes mencionados.
En segundo lugar, existen en la actualidad otras herramientas de visualización
de datos más avanzadas, producto del avance tecnológico de los últimos
tiempos, el mismo que ha propiciado el salto de la cartografía clásica a la
cartografía digital y al campo de los SIG. Si el volumen de información y sus
características ha variado sensiblemente en lo que al ámbito geográfico
respecta, otras áreas no han sido ajenas a transformaciones similares, lo cual
ha tenido como consecuencia el desarrollo de nuevas ideas para poder
visualizar esa información y poder aprovechar sobre ella las capacidades de
percepción y análisis visual de que disponemos. El desarrollo en este sentido
es tal que constituye en la actualidad una rama de la ciencia propia:
la visualización científica.
Los conceptos de la visualización científica pueden ser aprovechados por los
SIG, que aproximan de ese modo sus funcionalidades a las de las aplicaciones
de visualización genérica de datos. En algunos casos, las diferencias son
meramente formales y debidas a los enfoques tradicionales que se vienen
empleando en estos campos, pero la integración entre ambos es posible al
menos en lo que a sus conceptos y fundamentos respecta.
Consideremos por ejemplo, las representaciones de la figura 11. La de la
izquierda se ha producido a partir de datos obtenidos en un túnel de viento y
muestra las presiones ejercidas por el aire sobre un ciclista, así como las lineas
de flujo que se forman. La de la derecha representa la actividad cerebral en un
ratón tras un estímulo, y se ha creado en base a los datos proporcionados por
un tomógrafo. Salvando las diferencias en cuanto al campo de la ciencia del
que provienen, ambas representaciones guardan muchas semejanzas con, por
ejemplo, las obtenidas a partir de un MDE, en las que habitualmente se emplea
una paleta de colores similar para visualizar los valores de las distintas celdas.
Puedes ir al capítulo Creacion_capas_raster para encontrar un buen número de
ellas y comprobar por ti mismo esa similitud.

Dos ejemplos de visualización científica.


(1)(1)
Aunque puedan parecer algo muy alejado de lo que entendemos por SIG y del
trabajo que desarrollamos con uno de ellos, lo cierto es que representaciones
así podrían perfectamente formar parte de un proyecto SIG, al menos en
teoría. Si pensamos en la primera de ellas, la del ciclista, no es raro en la
actualidad que un SIG 3D permita cargar modelos tridimensionales tales como
edificios o árboles, por poner dos ejemplos (veremos esto con detalle algo más
adelante en esta misma parte del libro). De este modo, no es tan descabellado
pensar en disponer en un SIG de los datos de la forma de ese ciclista, datos
que, por otra parte, son de tipo espacial y encajan perfectamente en el tipo de
datos que un SIG maneja. De hecho, el modelo que ha servido para calcular
esos datos de presión podría aplicarse mediante las capacidades de
modelización de un SIG, y podría estudiarse un supuesto en el que se
conocieran los datos de viento de una determinada zona. Es decir, situar al
ciclista en una calle dada y con unas condiciones concretas y efectuar el
cálculo que nos llevaría a unos datos similares a los representados en la
imagen. Siendo posible realizar ese cálculo en un SIG, visualizar esos datos
resultantes a través de una representación como la mostrada es, sin embargo,
algo que no resulta aún posible en un SIG, y es necesario el concurso de una
aplicación especializada de visualización científica.
Así pues, las imágenes de la figura 11 no han sido creadas con un SIG, sino
con sendas aplicaciones de visualización científica de ese tipo. Estas
aplicaciones presentan funcionalidades distintas a las que tiene un SIG, siendo
habitualmente más avanzadas y con un mayor grado de interactividad.
Asimismo, están pensadas para la representación de datos
multidimensionales, algo que no sucede con los SIG [McCormick1987ACM]. La
diferencia principal estriba en que, mientras que la visualización en el SIG
complementa al análisis y a otras operaciones sobre los datos, en la
visualización científica esta es el análisis, y el objetivo único de la visualización
es facilitar el análisis visual de los datos. Este es el motivo por el que aparecen
funciones avanzadas de tipo interactivo que permiten al usuario «jugar» con los
datos, alterando su representación para hacer más explicita la información que
contienen.
Si estas funcionalidades avanzadas no aparecen en los SIG en la actualidad,
esto no obedece a una imposibilidad técnica o a que carezca de sentido
implementarlas, sino más bien al enfoque predominante en el diseño de los
SIG, que en lo que a visualización respecta se asemeja mucho aún a la
cartografía clásica. Aunque los SIG 3D van ganando terreno, la idea clásica de
visualización en un SIG hereda directamente del mapa tradicional, y se
constituye en muchos casos como una mera herramienta para crear este, sin
considerar que puede ser posible la creación de otro tipo de representaciones.
Las limitaciones en cuanto a visualización también se deben en parte a las
limitaciones en los datos, ya que un SIG no es de momento la herramienta
ideal para el manejo de datos multidimensionales, a pesar de que estos
abundan en el ámbito geográfico. Hemos estudiado mucho acerca de los datos
espaciales en este libro, y la mayor parte de cuanto hemos visto se basa en el
uso de geometrías planas o, en todo caso, tridimensionales, siendo extraño el
trabajo con otros datos, al menos en los SIG de uso genérico. Existen, por
ejemplo, modelos para mallas de datos multidimensionales, pero las capas
ráster tal y como las hemos estudiado son puramente bidimensionales.
Mientras haya carencias en los modelos de datos y en la concepción del dato
geográfico, es lógico entender que las capacidades de visualización de los SIG
también presenten deficiencias a la hora de trabajar ciertos tipos de datos
El uso combinado de aplicaciones para visualización científica y SIG es la
solución actual a determinados problemas de visualización que exceden las
capacidades habituales de estos últimos. En este sentido, se han producido
acercamientos entre ambos tipos de aplicaciones para tratar de conseguir que
esta combinación no se lleve a cabo tan solo mediante una mera compartición
de datos (uso de formatos comunes que permiten «pasar» los datos de una
aplicación a otra), sino que exista una verdadera integración que reduzca la
redundancia de funcionalidades y maximice las posibilidades. Por el momento,
la plena integración dista mucho de ser una realidad, por lo que debe recurrirse
a la utilización conjunta de una u otra manera. En [Rhyne1997CG] puede
encontrarse este tema desarrollado con más profundidad.
Aunque en los SIG faltan muchos de los elementos y de las capacidades de las
aplicaciones de visualización científica, algunas ideas de esta sí que aparecen
en ellos, y en su conjunto amplían la potencialidad del mapa como metáfora de
una realidad que se representa. La más básica de todas ellas es la
interactividad que permiten las herramientas de navegación. Aunque lejanas de
lo que podemos encontrar en aplicaciones de visualización científica
especializadas, ofrecen un respuesta por parte del mapa a las acciones de
quien lo utiliza. Frente al carácter pasivo del mapa impreso, las
representaciones dentro de un SIG son activas.
Otros elementos menos frecuentes son la incorporación de animaciones y la
visualización tridimensional. Sin ser equiparable a las capacidades de
representación multidimensional de un programa de visualización científica,
esta última supone, no obstante, un salto cualitativo enorme frente al carácter
bidimensional del mapa impreso. En el capítulo Visualizacion_SIG veremos más
acerca de las representaciones tridimensionales y las animaciones.
Este nuevo enfoque que se produce en el ámbito cartográfico al incorporar
parte de las ideas de la visualización científica se conoce
como geovisualización, y conforma una rama de esta última dedicada al caso
particular de visualizar la información geográfica. Una forma muy gráfica de ver
la diferencia entre el documento cartográfico clásico y la geovisualización que
se produce dentro de un SIG es mediante el denominado Cubo
cartográfico [MacEachren1994Pergamon] (Figura 22).

El cubo cartográfico.
(2)(2)
El cubo cartográfico contiene tres ejes, en los cuales se representan el grado
de interactividad, el objetivo principal de la representación y la audiencia a la
que esta se dirige. La cartografía clásica y la geovisualización se sitúan en
vértices opuestos, ya que presentan características distintas en estos tres
conceptos. El mapa clásico esta pensado para presentar una información de la
que ya se dispone, pero no es una herramienta para descubrir nueva
información. La geovisualización, por el contrario, con la posibilidad que ofrece
al usuario de «explorar» los datos, puede servir para extraer información que
no se conocía de antemano a la hora de crear la representación. La
interactividad es alta en la geovisualización y baja en el mapa clásico, como ya
hemos visto. Por último, la audiencia en la geovisualización es privada,
entendiéndose con esto no que existan restricciones para su acceso, sino que
en su mayoría son representaciones fugaces que cambian según el usuario
interactúa con el software, y por tanto lo normal es que solo sea ese usuario
quien las disfrute, no teniendo un carácter persistente como el mapa impreso.

Los SIG frente a las aplicaciones de diseño


Pese a que, como acabamos de ver, la visualización en un SIG va mucho más
allá del mapa tradicional, resulta indudable que la creación de este es una
tarea fundamental y que los SIG han de responder a esa necesidad como
herramientas primordiales para el cartógrafo y el diseñador. No obstante, como
ya se mencionó en GeneracionCartografia, las necesidades del cartógrafo van a
menudo más allá de los que un SIG puede ofrecer, siendo necesario recurrir a
programas de diseño del mismo modo que sucede con las aplicaciones de
visualización científica. Esto es así, principalmente, debido a que la labor del
cartógrafo contiene un elemento artístico (que es, a su vez, puramente visual)
que los SIG no están preparados para manejar. El SIG es una herramienta
demasiado «estricta» en este sentido, ya que realiza una representación de los
datos donde prima la exactitud y la corrección, sin dejar lugar para licencias
que, si bien mejorarán la calidad del mapa como medio de transmisión de
información, suponen un elemento fuera de la ortodoxia del SIG.
Así, un cartógrafo puede necesitar representar un punto o una línea
desplazada de su localización real o deformar algún elemento, y esto es algo
que, en general, un SIG no permite. En realidad, no es algo imposible de hacer
en un SIG, sino, por el contrario, algo sencillo. Bastaría modificar los datos para
adaptarlos a la visualización que queremos obtener. De este modo, no
obstante, estamos alterando el dato y creando uno nuevo incorrecto, lo cual
afectará a cualquier otro uso posterior que se haga de esté más allá de su
visualización. Es decir, el SIG no permite mantener la corrección de los datos y
al mismo añadir esas «incorrecciones» que forman parte de las herramientas
del cartógrafo a la hora de crear cartografía.
La solución es, como hemos dicho, hacer uso de aplicaciones de diseño que
no tienen en consideración el significado de los elementos gráficos y no
plantean restricciones como las anteriores. Esto puede llevarse a cabo
operando con el SIG para crear una primera representación que luego se edita
en un programa de diseño gráfico para retocar aquellos elementos que puedan
mejorarse mediante el buen hacer del cartógrafo experimentado. En particular,
el uso de software de ilustración vectorial es la opción más adecuada para la
elaboración de mapas. Este planteamiento supone, sin embargo, una
integración muy débil y que presenta numerosos inconvenientes, entre los
cuales cabe citar los siguientes:
 Incapacidad de la aplicación de diseño para analizar los datos. La representación
puede hacerse de forma completamente manual, creando cada uno de sus elementos y
definiendo sus características sin la ayuda de ninguna rutina, pero también puede
llevarse a cabo haciendo uso de alguna funcionalidad suplementaria. Por ejemplo, para
establecer los colores de los distintos polígonos de una capa puede usarse el valor de
uno sus atributos y establecer una rampa de colores en función de este. El SIG puede
hacer esto automáticamente, pero una aplicación de diseño, puesto que no puede
interpretar esos atributos y carece de esa funcionalidad, requerirá que el cartógrafo lleve
a cabo esa asignación de colores de modo manual.

 Dificultad de actualización. Al no estar la representación sincronizada con la base de


datos, las modificaciones en esta no le afectan, y es necesario rehacer los mapas cada
vez que los datos cambien, ya que esa actualización no se produce de forma automática.

 Nula o muy limitada capacidad de automatización de tareas. Un SIG puede


automatizar tareas tales como la subdivisión de un mapa en submapas menores (véase la
imagen ??????) o la producción de mapas sobre un conjunto de capas. Por ejemplo,
podemos «mostrarle» al SIG cómo queremos el diseño del mapa de una variable dada y
que él se encargue de generar los mapas de ese modo para otra serie de variables
recogidas en otras tantas capas en nuestra base de datos. Puesto que la aplicación de
diseño gráfico no puede por sí misma acceder a esa base de datos, esta automatización
no es posible en caso de crear cartografía con ella.
 Mayor posibilidad de introducir errores cartográficos. La permisividad de una
aplicación de diseño gráfico es un arma de doble filo. Por una lado, permite al
cartógrafo tomarse ciertas licencias cuando ello resulta necesario, pero también cuando
no es correcto hacerlo. La aplicación no entiende, por ejemplo, que la orientación del
mapa no debe variar si no lo hace también la rosa de los vientos o que el canevás (la
rejilla que acompaña al mapa) debe estar correctamente situado, y permite que se
introduzcan errores que en un SIG se encuentran completamente controlados.
Al contrario de lo que sucedía con las herramientas de visualización científica,
los SIG sí que van progresivamente incorporando la ideas de estas
aplicaciones de diseño gráfico, permitiendo cada vez más la labor artística del
cartógrafo y adaptándose a sus necesidades igual que se adaptan a las de
otros usuarios con requerimientos distintos de visualización. Aún así, este tipo
de capacidades deben considerarse como algo avanzado que pocos SIG
incorporan, ya que la mayoría de ellos se centran en la visualización dentro de
su propio entorno y solo permiten la elaboración de cartografía rudimentaria o,
al menos, lejos de los estándares de la producción cartográfica clásica.

Resumen
La visualización es parte vital de los SIG y por ello estos disponen de
abundantes funcionalidades para la representar la información geográfica.
Existen, no obstante, importantes diferencias entre la creación de una
representación dentro de un SIG y la labor tradicional del cartógrafo. Desde el
punto de vista conceptual, una diferencia fundamental es el hecho de que el
usuario de la información geográfica en un SIG no la recibe en un formato
visual, sino como meros datos numéricos, siendo él quien ha de procurarse
esa representación visual.
La visualización de datos es en la actualidad un apartado de gran importancia
no solo en el campo del SIG, sino en todo el ámbito científico en general. Las
aplicaciones existentes para la visualización de datos de diversa índole
superan en muchas ocasiones a los SIG en cuanto a sus capacidades,
especialmente en el manejo de datos multidimensionales y la interactividad
entre el usuario y la representación. El uso conjunto de estas aplicaciones y los
SIG amplia las posibilidades de estos, que por el momento no incluyen dichas
capacidades avanzadas entre sus funcionalidades.
Otras aplicaciones que complementan a los SIG en lo que a la producción de
cartografía respecta son las empleadas en el diseño gráfico. Las
funcionalidades de estas, no obstante, sí que están siendo incorporadas
progresivamente por los SIG, de tal modo que éstos cada vez van siendo
herramientas más completas que ofrecen todo lo necesario para la creación
profesional de cartografía.

Introducción. ¿Cómo se
organiza un SIG?
Trabajar con un SIG requiere una correcta organización a todos los niveles.
Ahora que conocemos qué podemos hacer con un SIG, es el momento de ver
cómo debemos plantearnos ese trabajo de forma óptima, dejando los aspectos
técnicos y centrándonos en aspectos funcionales, organizativos y humanos,
todos ellos igual de importantes que los anteriores ya vistos.
En este capítulo se presentan las ideas fundamentales relativas a la
organización de un SIG, su implantación y uso. Estas ideas serán básicas para
entender posteriormente los restantes capítulos de esta parte, en los que se
desarrollan por separado algunos conceptos relacionados y de gran
importancia en la escena actual de los SIG.

Introducción
Como sistema complejo, un SIG requiere una organización eficiente que
permita la correcta interacción de todos sus elementos y a todos los niveles.
Esta organización es tanto más necesaria cuanto más volumen adquiere el
sistema SIG, pues la propia complejidad de este puede conllevar la perdida de
eficiencia y un uso en el que no se aprovechan plenamente las capacidades
que el SIG ofrece como herramienta para el trabajo con datos geográficos. Una
organización ineficiente es con frecuencia el cuello de botella más importante
con el que un sistema SIG se encuentra y, paradójicamente, un aspecto con
frecuencia olvidado.
Los niveles de complejidad y volumen que encontramos actualmente en el
ámbito de los SIG son muy superiores a los que existían hace apenas unos
años, y requieren un enfoque distinto para poder lograr que todas las piezas
del SIG funcionen de forma armoniosa y sincronizada, sin problemas derivados
de una mala sincronización o de un incorrecto dimensionamiento del sistema.
De hecho, el cambio que veíamos en el capítulo Introduccion_fundamentos en la
definición del propio SIG, en el que se pasaba de una combinación
de hardware y software para manejo de datos localizados espacialmente a un
sistema complejo con más componentes, viene en gran medida
desencadenado por la creciente consideración de la organización como un
factor vital para el buen funcionamiento del SIG. Esa organización a la que
originalmente no se le concedía la relevancia actual debido a que las
circunstancias eran distintas, se ha demostrado en el contexto presente como
un elemento clave para la gestión del SIG, y sin duda alguna un elemento al
que ha de prestarse atención en cualquier utilización de un SIG más allá del
ámbito meramente personal.
Implantar un SIG (es decir, establecer un entorno SIG susceptible de ser
empleado productivamente) es una labor compleja. No basta con conseguir
un software SIG, instalarlo en un ordenador, conseguir un conjunto de datos y
ponerse a trabajar para dar respuestas a un problema dado en el que se
requiera algún tipo de análisis geográfico. Ni siquiera en el supuesto de un
contexto individual de trabajo —la expresión mínima que podemos encontrar, y
por tanto la más sencilla de gestionar— la implantación resulta tan sencilla, ya
que deben considerarse algunos aspectos antes de llevar a cabo cualquier
acción. En este capítulo, vamos a ver cuáles son los puntos más importantes
en los que debemos recalar a la hora de implantar un SIG, de forma que
garanticemos el buen funcionamiento de este y establezcamos las condiciones
adecuadas para poder trabajar con dicho SIG de forma óptima.
Las ideas de este capítulo son de interés no solo para los encargados de
implantar como tal el SIG y ponerlo en funcionamiento dentro de un
determinado entorno, sino para todo aquel usuario o persona implicada de
algún modo en ese entorno. De un modo u otro, resulta interesante conocer las
reglas que regulan el funcionamiento del sistema si se es en cierta medida
parte de él. Más aún, el trabajo con un SIG no solo incluye la utilización directa
de este, sino también un cierto planeamiento de ese trabajo y una serie de
tomas de decisiones previas. Estas consideraciones, que aparecen en la
realización de cualquier proyecto con independencia de su índole, afectan
también a los Sistemas de Información Geográfica, y será en este aspecto en
el que profundizaremos a lo largo de este capítulo.

La importancia de la organización
Hemos citado ya la importancia de la organización dentro de un SIG,
justificando así brevemente la conveniencia de estudiar la mejor forma posible
de llevar esta a cabo. Veamos con más detalle el porqué de dicha importancia
y las consecuencias directas que una adecuada implantación de un SIG tiene
en el funcionamiento de este y, especialmente, en su eficacia, rendimiento y en
la calidad del trabajo realizado con él. Las siguientes son las dos principales de
ellas:
 Mejor relación entre elementos del sistema. El sistema no lo componen únicamente
un conjunto de elementos, sino también una serie de relaciones dentro del sistema. Si
estas relaciones son fluidas y existe una sinergia entre las funciones que cada parte
cumple en el todo del sistema, el funcionamiento de este último sera mejor. En el
sistema representado por un SIG, algunos elementos como los datos son utilizados por
todos los restantes. El diseño de este elemento debe tener en cuenta esa circunstancia
para que no existan problemas al interactuar con otras partes del SIG, como pueden ser
las personas o el hardware y software empleado. El hardware debe dimensionarse para
tener capacidad suficiente a la hora de manejar los volúmenes de datos con los que se
trabaja, y el software debe ser capaz de poder acceder a los datos en el formato en que
estos se encuentren almacenados. Por su parte, los datos deben ser los adecuados para
satisfacer las necesidades de los usuarios que forman parte del sistema, para que estos, a
través de los procesos de análisis y otras operaciones disponibles, obtengan resultados
de interés de una forma óptima. Consideraciones similares pueden realizarse si se
consideran elementos distintos del sistema SIG y su interrelación particular.
 Mejor relación entre representantes de un mismo elemento del sistema. Los
elementos del sistema son a su vez conjuntos de otros elementos. La parte humana de
un SIG no es una única persona, del mismo modo que el software puede no ser una
única aplicación, sino varias de ellas para realizar distintas tareas sobre la información
geográfica. A medida que avanzamos en el desarrollo de los SIG, encontramos
escenarios más complejos en los que se multiplica la magnitud de los distintos factores
implicados (más gente, más datos, más potencia en el hardware empleado...),
requiriéndose a su vez una organización interna de esos mismos factores. A la hora de
planificar la implantación de un SIG, debemos tratar de homogeneizar internamente
cada uno de sus elementos, o al menos de incorporar mecanismos que garanticen una
correcta comunicación y coordinación a todos los niveles. Esto puede implicar, por
ejemplo, aplicar estrategias de trabajo coordinado para organizar el factor humano, o
emplear esquemas comunes para el almacenamiento de datos. Si cada uno de los datos
con que trabajamos presenta una estructura distinta, encontraremos el mismo problema
que si las distintas personas que van a trabajar en nuestro entorno SIG hablan distintos
idiomas y son incapaces de comunicarse. En esta situación, puede resultar complejo y
poco eficiente (o incluso ser por completo imposible) emplear varios grupos de datos de
forma conjunta, restando así capacidades y eficiencia al sistema.

Logrando lo anterior, el sistema SIG ofrece mejor funcionamiento, justificando


así plenamente el esfuerzo desarrollado para su correcta implementación y
organización, esfuerzo que, por otra parte, en ocasiones es notable y no debe
menospreciarse.

Organizando los distintos elementos de un


SIG
Ahora que ya sabemos por qué es importante una adecuada organización de
un SIG, veamos algunas ideas básicas sobre la forma de lograr esta. Para ello,
y puesto que la organización es un concepto íntimamente ligado a la estructura
del SIG como sistema, veremos por separado cómo plantear esa organización
para los principales elementos de este, los cuales ya conocemos bien de
capítulos anteriores. Descubriremos así que la implantación de un SIG es
mucho más que simplemente elegir una aplicación y utilizarla, y que una
implantación que no cubra todos los aspectos fundamentales que a
continuación detallaremos es muy probable que presente problemas y falle a la
hora de ofrecer respuestas a las necesidades a las que un SIG correctamente
planificado puede responder.

Datos
Ya sabemos que sin datos no podemos trabajar en un SIG, por lo que la
implantación de este implica necesariamente la implantación de un conjunto de
datos a partir de los cuales poder efectuar las operaciones propias del SIG.
Esto conlleva el diseño y creación de una base de datos contra la que
posteriormente trabajarán las distintas aplicaciones, bien sea para leer esos
datos, modificarlos, o añadir nuevos datos.
A la hora de planificar el diseño y creación de la base de datos, se deben
considerar todas las actividades que a lo largo de su vida van a desarrollarse
sobre ella. En función de esto, se establecen las distintas etapas a seguir, que
en una primera aproximación pueden ser las siguientes:
 Recopilación de datos. Los datos a incluir en nuestro SIG pueden obtenerse de
procedencias muy diversas, ya sea adquiriéndolos de proveedores privados, de
organismos oficiales o de cualquier otra entidad que disponga de los datos que van a ser
necesarios. La elaboración de una lista de datos necesarios ha de realizarse
considerando los futuros análisis que tendrán lugar sobre ellos, con objeto de saber qué
datos hemos de obtener (es decir, qué variables del medio van a ser necesarias), pero
también algunas características más detalladas de esos datos. Por ejemplo, si los
usuarios de nuestro SIG van a hacer estudios a distintas escalas, es de interés contar con
un mismo dato en esas escalas de trabajo, para así facilitar el manejo de datos y
optimizar las operaciones. Si los datos que pueden obtenerse por las vías habituales no
son suficientes, será necesario, siempre que ello sea viable dentro del contexto de la
implantación, elaborar aquellos que no hayan podido obtenerse. La creación de estos
datos debe encaminarse a obtener un producto acorde con el resto de datos de que
disponemos, para que puedan integrarse de la forma más sencilla posible y disminuyan
el trabajo a realizar. En ocasiones, la creación de nuevos datos no implica
obligatoriamente el desarrollo de trabajo de campo o la aplicación de técnicas como las
que vimos en el capítulo Fuentes_datos (por ejemplo, la digitalización). Puede ser
interesante elaborar nuevas capas de datos a partir de las ya disponibles, mediante
procesos de análisis u operaciones como las que ya hemos visto en una parte anterior
del libro. Aunque estos procesos pueden ser llevados a cabo por los usuarios en el
momento de necesitar un determinado dato, crear previamente ese dato y ofrecerlo junto
a los demás puede ser interesante por varias razones. En primer lugar, si son varios los
usuarios que en un momento concreto van a necesitar ese dato, evitaremos la repetición
innecesaria del proceso, con la consiguiente ganancia de tiempo. En segundo lugar, un
usuario puede no estar capacitado o no disponer de la experiencia necesaria para crear
correctamente ese dato, especialmente si el proceso a seguir es complejo o proclive a la
aparición de errores. El hecho de que un usuario necesite un dato no implica que
conozca la forma de elaborarlo a partir de otros datos primarios.
 Preparación de los datos. Obtener los datos es solo la mitad del trabajo. Si creamos
nuestra base de datos con los datos que hemos adquirido tal y como han sido
suministrados, es probable que el trabajo posterior sea difícil y complejo. Salvo que
todos los datos provengan de un único proveedor, vamos a tener datos con una gran
heterogeneidad, la cual no favorece en absoluto el trabajo fluido con ellos. Incluso si
todos los datos tienen un origen común, es necesario prepararlos para el uso particular
que esperamos se realice en nuestro SIG, teniendo en cuenta aspectos que no han sido
considerados por el proveedor. Los siguientes son algunos de los apartados a los que
debe prestarse atención para la preparación de datos:

o Extensión geográfica. Algunos datos pueden cubrir una región mucho mayor que la
que se espera vaya a ser necesaria en el desarrollo de proyectos dentro de nuestro SIG.
En tal caso, «recortar» la extensión disminuye el volumen de datos y facilita su manejo.

o Formato. El formato debe ser el adecuado para que las aplicaciones puedan leer los
datos, lo cual no siempre sucede. Cada proveedor de datos suele tener unas pautas a la
hora de distribuir sus datos, y esto puede no coincidir con las capacidades de lectura de
datos del software que vamos a utilizar. En tal caso, es necesaria una conversión de
formato para que los usuarios no encuentren dificultades en ese sentido.

o Modelo de datos. La forma en que esta recogida la información geográfica define en


gran medida lo que podemos hacer con ella una vez la incorporemos al SIG, como
vimos en el capítulo Tipos_datos. Si, por ejemplo, sabemos que una gran parte del
trabajo en nuestro SIG va a implicar el análisis de Modelos Digitales de Elevaciones,
este se lleva a cabo mayoritariamente sobre capas ráster, tal y como explicamos en el
capítulo Geomorfometria. Si disponemos de una capa de elevaciones recogida como un
conjunto de curvas de nivel (es decir, una capa vectorial), resulta conveniente
transformar esta y que exista en el conjunto de datos del SIG un MDE ráster, mucho
más acorde con lo que los usuarios van a requerir.
o Sistema de coordenadas. Si los datos tienen distintos sistemas de coordenadas, será
necesario transformarlos a un sistema común, preferentemente a aquel que vaya a ser
utilizado con más frecuencia para la generación de resultados.

En resumen, el objetivo principal que debemos perseguir al configurar el


conjunto de datos que van a formar parte de un SIG es lograr que la utilización
de estos sea lo más sencilla y fluida posible. Un conjunto de datos rico y
variado, bien estructurado y cuyo empleo no dé lugar a problemas o haga
aparecer necesidades adicionales, simplificará más tarde el trabajo con el SIG
y será una garantía del éxito de su implementación.

Personas
Si a lo largo de este libro hemos mencionado en repetidas ocasiones que los
datos son el elemento imprescindible del sistema SIG, a la hora de
implementar y organizar este son las personas quienes juegan el papel
principal. El desarrollo del sistema SIG debe realizarse a partir de los usuarios,
ya que la influencia que tienen en los restantes elementos es muy superior a la
de estos otros. Los usuarios son quienes operan directamente con las
aplicaciones y quienes además han de tomar decisiones a lo largo de un
proyecto SIG, por lo que es necesario escuchar sus necesidades y sus
opiniones antes de implantar un SIG, con el fin de proporcionarles el mejor
entorno posible.
Las consideraciones acerca de los restantes elementos, tales como datos
o software, deben matizarse «escuchando» lo que los usuarios pueden decir al
respecto. El éxito en la implantación de un SIG pasa por tener en cuenta de
forma conjunta los requerimientos del mayor número de usuarios posible,
considerando incluso el perfil de futuros usuarios que puedan incorporarse más
adelante.
Resulta erróneo, por ejemplo, adquirir un determinado software basándose
exclusivamente en las propias características de este, y sin consultar a los
futuros usuarios si poseen alguna experiencia previa con él o con otro similar.
No siempre la mejor herramienta desde el punto de vista técnico garantiza
unos mejores resultados al usarla, ya que existen otros factores que afectan a
la productividad y la calidad de los trabajos que se desarrollen posteriormente
sobre esa herramienta.
Una sencilla encuesta a los usuarios es una herramienta muy valiosa para
aportar información en este sentido y decantar la elección de la herramienta en
uno u otro sentido. Igualmente, nos permitirá saber algo más sobre el nivel
medio de los usuarios, sus preferencias o el tipo de trabajo que desarrollan
mayoritariamente.
Se admite generalmente que el éxito en la implantación de un SIG pasa por un
modelo de implantación que dé preponderancia a los usuarios como factores a
considerar. No obstante, este enfoque no es siempre sencillo y no siempre está
exento de riesgos. Definir las necesidades de los usuarios es uno de los
aspectos vitales para la implementación de un SIG, pero también uno de los
más difíciles [Campbell1992IJGIS]. En ocasiones, por ejemplo, el usuario no
necesariamente sabe qué es lo que necesita o qué le conviene. Un problema
muy habitual en el mundo del SIG es el desconocimiento por parte de los
usuarios de las verdaderas capacidades que el SIG tiene y puede ofrecerles.
Estos usuarios son capaces de utilizar un SIG, pero el aprovechamiento que
hacen de este no es óptimo, ya que ignoran una gran parte de su potencia. El
hecho de que las aplicaciones SIG sean complejas y dispongan de
funcionalidades numerosas contribuye a este hecho.
En este sentido, es importante considerar el papel de los usuarios también con
posterioridad a la implantación del SIG, es decir, una vez que se ha tomado
una decisión acerca de otros elementos como software o datos, y estos ya se
encuentran operativos. En lo que al software respecta, esto incluye el
desarrollo de acciones tales como seminarios o presentaciones, que divulguen
las capacidades del SIG entre los usuarios y les hagan conscientes de lo que
pueden lograr con este.
Otro de los aspectos importantes en el elemento formado por los usuarios son
las relaciones entre estos. Citábamos como una de las ventajas de una buena
organización el hecho de que existe un mejor conexión no solo entre los
distintos elementos del SIG, sino también en cada uno de dichos elementos,
entre sus distintos representantes. Esto es especialmente relevante en el caso
de los usuarios, ya que la comunicación fluida entre ellos puede evitar muchos
problemas y aumentar sensiblemente la productividad y la calidad del trabajo.
Los usuarios con mayor experiencia pueden solucionar problemas a usuarios
menos experimentados, aconsejarles en el desarrollo de su trabajo o instruirles
en las capacidades del software. La creación de comunidades de usuarios
activas es una buena señal de una implantación exitosa de un SIG, y estas
comunidades pueden incluso trascender el ámbito de una implantación
particular de un SIG, extendiéndose hasta cubrir a todos los usuarios de una
determinada aplicación, o a todos los involucrados en un área de conocimiento
dada en la que se utilice un SIG.
Por último, es importante para definir las necesidades de los usuarios saber
clasificar a estos y conocer su papel en el SIG. Un usuario puede tener
funciones muy distintas, ya que consideramos como tal a toda persona
involucrada en el sistema SIG, no exclusivamente a aquellas que directamente
realizan el trabajo más típico tal como el análisis de datos y la obtención de
cartografía a partir de ese análisis. Para ver esto, podemos acudir a un ejemplo
sencillo.
Volvamos al caso presentado en el primer capítulo de este libro, relativo a la
gestión de una masa forestal, y analicemos qué tipos de usuarios podemos
encontrar y el papel que cada uno de ellos desarrolla en el SIG.
En un extremo encontramos a las personas encargadas de la toma de
decisiones, tales como los gestores y miembros de la administración
responsable de la masa forestal. Estas personas no han de tener
necesariamente unos amplios conocimientos de SIG, sino tan solo ser capaces
de entender los resultados que se generan con este. En función de ellos,
tomarán decisiones aplicando su experiencia al respecto, que en este área sí
que debe ser elevada. En una posición similar encontramos a los operarios
encargados del trabajo de campo y agentes forestales que trabajan
directamente sobre la masa, y que, en términos del SIG, realizan
fundamentalmente una labor de recogida de datos. Deben conocer bien el
entorno forestal y las técnicas de muestreo y toma de datos, pero no es un
requisito imprescindible que cuenten con experiencia en SIG. Si la recogida se
realiza empleando alguna tecnología a tal efecto, o incluso algún tipo de SIG
sobre una plataforma móvil, deberán tener nociones básicas de manejo, pero
eso no constituye un conocimiento amplio de los SIG y sus capacidades.
En el extremo contrario a los anteriores encontramos a aquellos usuarios que
se encargan de las cuestiones más técnicas del SIG y de corte más
informático. Entre ellos están los administradores de las bases de datos, los
programadores o los técnicos encargados de la digitalización de cartografía.
Estos deben tener un amplio conocimiento del software que usan, pero no es
necesario que sean expertos en el ámbito de aplicación en el que se
encuentran. Así, los técnicos que digitalicen cartografía deben tener suficientes
conocimientos cartográficos y de manejo de la herramienta, pero pueden
desarrollar su trabajo sin conocer en profundidad aquello que están
digitalizando (por ejemplo, parcelas de inventario o unidades de gestión del
monte).
Entre estos dos extremos encontramos un diverso abanico de usuarios que
emplearán de un modo u otro el SIG, y que aplicarán en distinta medida sus
pocos o muchos conocimientos del ámbito de la gestión forestal, estando
especializados de forma distinta en ambos campos. Podemos ver cómo todos
estos tipos de usuarios se caracterizan, pues, atendiendo principalmente a sus
capacidades dentro de dos ámbitos distintos: el de los SIG y el ámbito propio
de aplicación de este (en este caso, el de la gestión forestal). En función de
esto, [Eason1994Belhaven] define cuatro bloques principales de usuarios:
 Técnicos informáticos. Con alta especialización en SIG pero escasa en el ámbito de
aplicación.

 Profesionales ocasionales. Gestores y usuarios finales, con conocimientos limitados de


SIG y alta especialización en el ámbito concreto de aplicación.

 Público. Los clientes del servicio que ofrece la organización en que se implanta un SIG,
los cuales normalmente no presentan una gran especialización en ninguno de los dos
bloques mencionados.

 Especialistas en la aplicación. Expertos que conocen con detalle el SIG y también el


campo de aplicación de este. Se incluyen aquí los analistas SIG y los cartógrafos, para
cuyo trabajo se requiere un alto conocimiento de todos los elementos implicados.

Un resumen distinto de estas ideas acerca de los usuarios de un SIG lo


encontrarás en la tabla 11, donde puedes ver una definición de las principales
labores que estos y los perfiles correspondientes a estas.
Actor Tareas Actores específicos
Generan nuevos datos Grupos de
espaciales.Son los dueños investigación dentro de
Proveedores de
de los datos del la institución.Otras
datos
sistema.Proveen entidades interesadas
información espacial. en el mismo espacio.
Mantenimiento y
estandarización de datos
espaciales.Mantenimiento
Administradores Especialistas en SIG y
de los procesos que
de datos programación.
aseguran eficienciay
estandarización para
manejar y entregar datos.
Acceso y recombinación de
datos espaciales.Generación
de nueva información Profesionales en GIS y
Usuarios de geográfica.y de bases de geografía.Analistas de
datos datos.Adición de información
conocimientos, hechos, espacial.Planificadores
interpretacionesy análisis al
sistema.
Clientes y De diversa naturaleza,
Uso de la información y de
usuarios de interesados en los
los datos geográficos
datos fenómenos
fuera de la generados a partir del SIG
espaciales.
institución. institucional.
Labores principales desempeñadas por los usuarios de un SIG (adaptado de
[Keating2003URISA])
(1)(1)
Con todo lo anterior, tenemos ya un marco en el que trabajar a la hora de
implantar un SIG, tratando de no dejar fuera de este a ningún grupo de
usuarios y adaptándolo a las distintas formas de utilizarlo que estos presentan.

Software
Puede pensarse en un principio que el software es el único factor a tener en
cuenta al realizar la implantación de un SIG, pues es la cara visible de ese GIS
de cara al usuario y al trabajo que este realiza. Sabemos ya, sin embargo, que
esa visión simplificada en la que la elección de un software es la única decisión
relevante a tomar es errónea, pero incluso en ese caso, el problema al que nos
enfrentaríamos no sería sencillo. El mercado está lleno de aplicaciones SIG de
muy diversas características que no hacen precisamente fácil elegir la más
adecuada a nuestras necesidades concretas. Más aún, lo más probable es que
ninguna de esas aplicaciones, pese a la amplia variedad existente, pueda
cubrir dichas necesidades, y nos veamos obligados a combinar varias de ellas.
Si el entorno de trabajo hacia el que enfocamos la implantación de nuestro SIG
es amplio, la gama de necesidades que vamos a encontrar resultará más
extensa, siendo todavía más complejo elegir el software que necesitamos.
Conocer con detalle el panorama actual del mercado de aplicaciones SIG es
complejo, pero tener una visión global de sus principales representantes puede
ser sencillo y muy útil no solo para elegir una aplicación concreta, sino también
para saber qué podemos esperar al tratar de escoger una herramienta. El del
SIG es un escenario cambiante donde aparecen muchas novedades
continuamente, y donde los enfoques cambian a veces de forma notable.
Aun conociendo qué aplicaciones SIG existen en el mercado y sus
características, la elección de una que responda a nuestras exigencias puede
no ser posible. En ocasiones, no existiendo una alternativa satisfactoria, puede
ser necesario desarrollar elementos adicionales a medida de las necesidades
existentes, e incluso, en un caso más extremo, el desarrollo completo de una
aplicación SIG. Como vimos en el capítulo Introduccion_tecnologia, los SIG en la
actualidad se conciben como elementos base muy extensibles, siendo sencillo
extenderlos desarrollando únicamente las capacidades que necesitamos, y
haciendo uso de forma transparente de todas las funcionalidades que ya
contienen.
En lo que respecta a la procedencia del software, encontramos una situación
parecida a la existente con los datos. Adquirir software es la solución más
inmediata y generalmente asequible, aunque en circunstancias particulares es
necesario producir el software necesario que responda a unos requisitos más
específicos. El desarrollo de este software puede contratarse como un servicio
externo, o bien dentro del organismo de trabajo en el que nos
encontremos[Grinshaw1994Longman].
En caso de optar por simplemente utilizar un producto existente en el mercado,
[Heywood1998Longman] cita algunas cuestiones que deben plantearse antes de
elegir un software SIG, entre las que figuran las siguientes:
 ¿Qué funcionalidades tiene?

 ¿Cumplen esas funcionalidades los requerimientos de mi organismo/equipo de trabajo?

 ¿Necesito realmente todas esas funciones?

 ¿Dispone de un entorno amigable?

 ¿Dispone de funcionalidades adicionales para usuarios avanzados?

 ¿Puede intercambiar datos con otras aplicaciones usadas en mi organismo/equipo de


trabajo?

 ¿Qué documentación existe?

 ¿Es posible obtener formación?

 ¿Cuánto cuesta?

 ¿Puede esperarse que el fabricante siga desarrollando y apoyando este software?

 ¿Qué sistema operativo necesita para ejecutarse?

Como ya se ha mencionado, estas cuestiones deben relativizarse en función


de otros criterios tratados en este mismo apartado. Los usuarios
del software condicionan, por ejemplo, lo que entendemos por «entorno
amigable», ya que usuarios expertos pueden encontrar muy amigable una linea
de comandos, mientras que otros menos familiarizados con este tipo de
interfaces pueden ser incapaces de trabajar con ella. En este caso, es incluso
probable que el usuario experto sea mucho más productivo en esa interfaz de
linea de comandos que en otra distinta, con lo cual cabe reflexionar acerca de
este apartado y tener claro que un mismo software puede ser interpretado de
formas distintas según las circunstancias.
Asimismo, si consideramos la posibilidad de desarrollo de elementos
adicionales mencionada anteriormente, es importante tener en cuenta el
aspecto relativo a la forma de licenciamiento del software, bien sea
como software libre o bien como software privativo. Esto condicionará en gran
medida las posibilidades de modificación y extensión que la aplicación base
escogida nos ofrezca, y por tanto también la idoneidad de una u otra decisión
al respecto.
Hardware
Sin dejar de ser relevante, el hardware plantea menos problemas que otros
elementos a la hora de implementar un SIG. Pese a ser un elemento
fundamental, las actuales capacidades de los ordenadores y el cada vez menor
coste de la tecnología han hecho más sencilla la elección de equipos
adecuados dentro de un presupuesto dado.
El hardware es, además, el elemento en el que las particularidades del SIG
tienen menos influencia, al menos en lo que a los ordenadores como tales
respecta. Los requisitos de un SIG en este aspecto no son muy distintos de lo
que cabe esperar en muchas otras aplicaciones de distinta índole hoy en día.
Estudios como [Anon1996GISWORLD] muestran que las características de los
equipos empleados para el trabajo con SIG dentro de un organismo o grupo de
trabajo dependen principalmente del tamaño de la comunidad de usuarios. Es
decir, que por encima de otras consideraciones tales como qué hacen esos
usuarios o cómo lo hacen, el factor más relevante es cuántos usuarios existen.
Esto parece lógico si se piensa que un mayor número de usuarios va a implicar
una mayor cantidad de datos y muy posiblemente unas mayores necesidades
de proceso, circunstancias que favorecen el empleo de estaciones de trabajo
de mayor potencia, en lugar de o junto a los habituales ordenadores
personales.
La parte más específica dentro de un SIG en lo referente a hardware la
encontramos en los periféricos. Como ya vimos en el capítulo Fuentes_datos,
algunas tareas tales como la creación de datos requieren equipos especiales
como por ejemplo tabletas digitalizadoras. Mientras que un puesto de trabajo
para un usuario que realice un trabajo de análisis de datos es sencillo de
instalar y requiere, en términos de hardware, poco más que un equipo
estándar, una estación fotogramétrica digital tienen unos requisitos más
específicos. En casos particulares como este, la oferta suele ser mucho más
reducida y, con frecuencia, los proveedores de software y hardware son el
mismo y no ofrecen ambos productos por separado, sino formando parte de
paquetes ya definidos.
Otro aspecto particular del hardware SIG aparece en la generación de salidas.
La creación de mapas impresos, generalmente de gran tamaño, exige el
empleo de medios de impresión de gran formato, menos comunes y con un
coste mayor que el de impresoras y plotters comunes.

Distintos niveles de organización.


Organización de un proyecto SIG
Cuando hablamos de organización de un SIG, entendemos que este concepto
se aplica, como venimos viendo, a los elementos que componen el sistema,
tratando de mejorar la labor de cada uno de ellos y las relaciones con los
restantes. Esto afecta al SIG como sistema complejo, desde el momento de su
implantación (es decir, desde que se crea y se pone en uso dentro de un
contexto dado), y durante una serie de trabajos o acciones desarrolladas a lo
largo de su vida. Esta organización se desarrolla sobre el total de lo que vamos
a encontrar en el SIG durante esa vida, es decir, teniendo en cuenta toda la
gente que va a operar con el SIG o todos los datos que es posible que se
almacenen, entre otras consideraciones. Se debe pensar, igualmente, en todos
los distintos proyectos que van a llevarse a cabo, cada uno de los cuales
planteará unas necesidades específicas y condicionará así el diseño global del
SIG.
No obstante, existe también una necesidad organizativa que afecta a cada uno
de esos proyectos, y que guarda gran importancia si deseamos concluir estos
de forma exitosa. Los proyectos SIG no son distintos de otro tipo de proyectos
tales como el desarrollo de un software, la construcción de un edificio o la
creación de una empresa, y necesitan un análisis previo, unos planteamientos
de partida y una serie de procedimientos estructurados para ir completando
con garantías las distintas etapas del proyecto. En el caso de un proyecto SIG,
estas etapas vienen caracterizadas por el empleo de información geográfica y
el planteamiento de un problema también con una componente geográfica, a
resolver mediante una serie de procesos de análisis y operaciones tales como
las que hemos ido viendo en capítulos anteriores.
La ingeniería de proyectos provee un nutrido conjunto de técnicas para la
elaboración de estos, las cuales son de aplicación en los más diversos
contextos, incluido el de los SIG. Herramientas como el análisis DAFO para la
realización de estudios de idoneidad, o los diagramas de Gantt para controlar
el desarrollo del proyecto a lo largo del tiempo, son solo algunas de las más
populares para cubrir las necesidades de planificación de un proyecto de
características cualesquiera. No es el objetivo de este texto el detallar estas
metodologías, que quedan todas ellas fuera de su alcance temático. El lector
interesado puede encontrar una interesante introducción a la gestión de
proyectos en [Jaque2007Proyectos].
Es de interés, no obstante, mencionar la multidisciplinaridad de los proyectos
SIG como una característica básica a la que debe prestarse atención. Los
distintos tipos de usuarios que vamos a encontrar dentro de un proyecto SIG
conforman un panorama muy variado, con unas funciones que, en ocasiones, y
especialmente en proyectos de menores dimensiones, no se reparten
adecuadamente, recayendo algunas de ellas en usuarios no especializados.
Aislar adecuadamente las responsabilidades y conocimientos necesarios para
jugar cada papel dentro de un proyecto SIG es importante de cara a lograr que
todas las partes de ese proyecto se completan de manera óptima.

Resumen
Implantar un SIG es una tarea compleja de la que depende posteriormente el
éxito de dicho SIG. Organizar y coordinar adecuadamente todos los elementos
de un SIG es una labor básica para llevar a cabo una correcta implantación.
Hemos visto en este capítulo cómo considerar cada uno de esos elementos
tanto por sí mismos como en relación con los restantes, y de qué forma
plantearse lo que cada uno de ellos representa antes de tomar decisiones de
cara a la implantación de SIG. Entre ellos, los usuarios suponen el elemento de
mayor importancia, alrededor del cual debe centrarse el proceso de
implantación.
Es necesario igualmente organizar los proyectos SIG y tener en cuenta las
particularidades de estos como proyectos, para así poder aplicar las técnicas
habituales de gestión de proyectos de forma más específica. La característica
particulares que define a un proyecto SIG en comparación con otro tipo de
proyectos es su alta multidisciplinaridad.

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