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Pemis Modulo 4

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1

INTRODUCCIÓN

La educación es una “actividad creadora, que busca llevar el ser humano a realizar sus
potencialidades físicas, intelectuales, morales y espirituales”
(K. Ranner )

Bienvenidos al apasionante mundo de la formacion cristiana para docentes


pedagógos de la misericordia.Obviamente cuando se piensa en educación
teológica-cristiana, nuestra mente lo asocia a institutos religiosos a
facultades teológicas y/o programas de formación para el ejercicio directo o
indirecto de la religión pero, ya se daran cuenta que la educación teológica
trabaja sobre la base y en la formación de un perfil de ser
humano,capacitado para dar respuestas consecuentes y acordes con las
necesidades del medio religioso, cultural y social de la época y en contexto.

Frente a esa tarea surgen interrogantes metodológicos de ¿cómo lograr ese


cometido en la actual sociedad globalizada, posmodernista y privatizante?.
La busqueda de respuestas nos lleva a la necesidad de una opción
hermeneútica, o sea a decidirnos por una manera específica de leer tanto la
realidad objetiva del momento presente, como la de transmitir los contenidos
esenciales para la educación en particular.

De acuerdo y consonancia con los procesos de enseñanza y aprendizaje en la


diversidad, es una urgencia de docentes y estudiantes con capacidades
pedagógicas que no sólo sean coherentes con los hallazgos de las ciencias
de la educación, sino que además sean consecuentes con el objeto que se
estudia: la revelación de Dios en Cristo y los testimonios de su interpretación
y transmisión en la historia. (SILVA SOLER, 2010)

Por tanto,el desarrollo de este módulo denominado “hermeneutica” hace


referencia a la capacidad que tiene el ser humano para interpretar,
epistemologicamente la hermenéutica del griego ἑρμηνευτικὴ τέχνη
hermeneutiké tejne, 'arte de explicar, traducir o interpretar' en distintos
contextos exige un conjunto de reglas y métodos que se deben utilizar para
realizar esa dicha interpretación. Este módulo pretende ofrecer un
sinnúmero de símbolos que piden una interpretación por parte del intérprete
y que con seguridad serán enriquecidos por cada uno de manera cretiva e
innovadora.

2
La formacion teologica para docentes trata de Dios y de las criaturas en relación
con Él. Por consiguiente, a los creyentes les resulta necesario acudir a la
visión teológica que necesariamente implica interpretar para completar las
metas últimas de la educación. La creencia en una proyección ultraterrena de
la vida humana y en la intervención de un Ser Supremo sobre las
actuaciones del hombre puede influir en la interpretación misma del proceso
educativo, según la doctrina religiosa de que se trate.

En consecuencia hemos de afirmar con Gottler que: “el pedagógo católico deberá
admitir como fuentes y factores de su especulación no sólo la experiencia y
la razón y las ciencias que se fundan en éstas, sino la revelación y la fe”
(1965).

Queremos ser puntiales en afirmar que existe una conexión


esencial entre los tres aspectos en el desarrollo de este
módulo a saber: la dimensión hermenéutica, el hecho
educativo, la acción educativa como hecho salvífico y la
misión educativa de la Iglesia. Porque sólo y arbitrariamente
para un mejor análisis podemos separar estos aspectos que
coexisten en el hecho educativo, teologico - espiritual.
Siguiendo una ilacion del tema notaremos que algunas afirmaciones se van
repitiendo a lo largo del desarrollo temático, pues van siendo encaradas
desde distintos puntos de vista, procurando avanzar y profundizar
concéntricamente sobre el tema.

En conclusión la educación liberadora en la escuela


confesional católica debe percibir que sólo cuando:
“hayamos tratado de la trascendencia del hombre, de su
responsabilidad y libertad, de su referencia al misterio
incomprensible, de su historicidad y necesaria inserción
en el mundo, de su sociabilidad, es cuándo podremos
entender lo que significa ser persona” (RAHNER, 1989).

Porque no hay educación en el vacío, siempre será desde


una plataforma cultural y contextual. El mundo está
cambiando rápida y radicalmente y también su cultura
encontrándonos hoy dentro de un nuevo orden mundial
en pleno proceso de globalización.

Manos a la obra docentes.

3
CONTENIDOS

INTRODUCCION …………………………………………………………………………3

CAPÍTULO 1:El hombre un ser en permanente relación con la trascendencia.


…………………………………...................................................................................5
El contexto en el que educamos……………………………………………………… 5
El hecho educativo……………………………………………………………………….8

CAPÍTULO 2: Un Dios que se autor revela…..…………………………………….18


El hecho educativo, lugar teológico…………………………………………….……...18
Planteamiento previo sobre teología…………………………………………………..18
El hecho educativo como aprendizaje permanente………………………………….20
El hecho educativo como liberación integral………………………………………….22
El hecho educativo omo construcción de una nueva civilización…………………..26

CAPÍTULO 3: La educación escenario teológico donde acontece Dios Uno y


Trino ……. …………..………………………………………………………………….32
La acción educativa como hecho salvífico …………………………………………...33
El Hijo pedagogo del Reino …………………………………………………………….38
El Espíritu Santo ………………………………………………………………………...44

CAPÍTULO 4: Misión educadora de la iglesia …………………………………….51


Iglesia pueblo de Dios en marcha ……………………………………………………..53
La iglesia discípula madre – maestra …………………………………………………55
Comunidad eclesial y educación liberadora ………………………………………….55
Iglesia que educa evangelizando………………………………………………………58
Iglesia evangelizadora de la cultura……………………………………………………60
Evangeliza educando, educa evangelizando………………………………………....61
La educación en el corazón de la Iglesia……………………………………………...63
El laico educador, testigo y profeta eclesial ………………………………………….67

CONCLUSIÓN
REFERENCIAS

4
DIMENSIÓN HERMENÉUTICA

¿Desde dónde vamos a educar, cuáles serán nuestras claves de lectura? El


hecho educativo es un que-hacer y co-hacer de una comunidad de fe, que
haciendo una lectura y permanente relectura de los acontecimientos, asume
un compromiso transformador de la realidad. Por lo tanto es difícil decir qué
es primero, ¿el contexto en que educamos, el hecho educativo mismo que
emprendemos, o la comunidad de fe que asume tal proceso educativo como
lugar teológico privilegiado? En realidad son elementos que coexisten e
interactúan, pues tienen una unidad esencial.

1.1 El contexto en el que educamos

Cada época, cada situación histórica, representa una realidad


compleja que apareja límites y posibilidades. Muchas veces
tendemos a percibir nuestro contexto con una lente que nos
oculta la realidad, las lecturas superficiales generalmente sólo
nos muestran de nuestro tiempo las dificultades, pero siempre la
realidad está preñada de oportunidades, posibilidades nuevas a
explorar y actualizar.

Hablar de nuestra realidad hoy es hablar de


"globalización", pero este fenómeno es tan complejo
que las categorías de análisis que poseemos son
insuficientes. La globalización no puede ser
encuadrada ni en las categorías de Weber ni en las
de Marx de análisis de la realidad, este estar sin
herramientas de comprensión señala la complejidad y
agrega inseguridad a quienes pretendemos "ver,
juzgar y actuar" de un modo crítico en el mundo actual.

5
A continuación planteamos someramente algunos rasgos de este contexto socio
político económico y cultural:

Son de todos nosotros conocidos los efectos de la mundialización de la economía,


el empobrecimiento creciente y la sistemática exclusión de cada vez mayor
cantidad, de personas de una existencia humana digna y con sentido. La
revolución de la comunicación y la información crea nuevos vínculos entre los
pueblos, suscitando la conciencia de pertenecer a una humanidad que está
arriesgando lo mismo. Esas nuevas tecnologías ahondan divisiones dentro
de la sociedad y entre las sociedades, entre quienes tienen a su alcance y
pueden utilizarlas y quienes su pobreza se las hace inaccesibles.

Los países fuertemente endeudados se encaran con la presión de los programas


de ajuste estructural para poder pagar los intereses, perjudican severamente
a los pobres reduciendo los gastos en educación, salud y bienestar público.
Se calcula que en 1999 la deuda de América Latina alcance 706 mil millones
de dólares. Sólo por el concepto de servicio de su deuda externa, la región
pagó entre 1982 y 1996 la cantidad de 739 mil millones de dólares, es decir,
una cifra superior a la deuda total acumulada.

La sociedad moderna, con su política de mercado libre, somete al hombre a la


competitividad, crea la necesidad de individuos capaces para asumir el
modelo económico del país, lo importante es "hacer', es una mentalidad
exclusivamente productiva. Se concibe al hombre como simple instrumento,
en los planes cotidianos como en los macros, y no como lo que es: fin de
todo lo que acontece.

Se le niega al hombre su derecho a desplegarse con


libertad en su entorno propio y compartido, no se
respeta su unicidad ni la diversidad humana. Las
transnacionales y los medios de comunicación están
moldeando el gusto de los consumidores, y están
creando una cultura global homogénea.Está haciendo
falta la afirmación vital de que somos únicos y distintos
y por lo tanto la tolerancia es una exigencia en la
relación de personas y pueblos sometidos a la
violencia.

La familia se siente incapaz de asumir sus roles, pareciera que la escuela debiera
asumir la responsabilidad total de la formación de los niños y jóvenes. Los
niños víctimas de la violencia son cada vez más, y sin embargo constituyen
el potencial más valioso de nuestros pueblos.

6
La UNESCO afirma que el objetivo último del desarrollo es mejorar la condición
humana: "La pobreza, el desempleo, el hambre, la ignorancia, la
enfermedad, la miseria y la exclusión social son males absolutos. Peor aún,
se ven reforzados por actitudes y hábitos culturales estrechos que conducen
al egoísmo, a los prejuicios, a las tensiones sociales y conflictos violentos.
Estos son obstáculos que inhiben el progreso. Ha llegado la hora de
eliminarlos". Los mismos países que hablan de políticas de ajuste afirman
que la educación es el eje del desarrollo humano, ¿qué responsabilidad se le
está hoy asignando a la educación?

Tenemos necesidad de una concepción alternativa de la realidad desde la


educación y de una educación cristiana alternativa. Necesitamos tener el coraje
de sentimos libres para hacer algo. (UNESCO).

La educación ha tenido en estos últimos tiempos visitas


redentoras de los avances de la investigación educacional más
reciente como son: la interdisciplinariedad, teorías de sistemas,
transversalidad, aportes de las corrientes constructivistas,
proyectos institucionales, currículos diversificados, conexión
teoría práctica, trabajo en equipo, relaciones con la comunidad, redes
institucionales. Se amplían programas y nuevas formas de educación
permanente y a distancia; constatamos diversidad de ofertas y medios para
satisfacer la demanda de educación, pero es un hecho innegable que la
desvalorización práctica de la educación persiste en nuestros países; la
situación del maestro, económicamente maltratado socialmente
desvalorizado y profesionalmente frustrado es una
muestra.

La globalización es una transformación de las fuerzas


productivas que mueven a la sociedad, basada en una
nueva forma de conocimiento. Algo ya se ha
mencionado, estamos ante una nueva forma de
comunicación basada en una nueva tecnología. Esto
ha llevado a una nueva escala de relaciones sociales,
no se trata ya de la escala local o nacional, sino de una
mundial.
Se ha hecho famosa la expresión "aldea global" para referimos a nuestra sociedad
globalizada, intercomunicada e interdependiente. Estamos conectados, esta
es nuestra nueva realidad. Asistimos por primera vez en la historia a una
multiculturalidad increíble que podemos ver (por medios tecnológicos o
7
directamente ya que los viajes son cada vez más frecuentes y accesibles), a
la vez que a la imposición, por los medios de comunicación - valoración, de
una hegemonía cultural más fuerte, al ser más sutil, que la impuesta en otro
tiempo por la colonización.
Por otra parte es necesario insistir en que la globalización no es un fenómeno
meramente económico. Globalización y neoliberalismo no son términos
intercambiables. La globalización es un fenómeno de toda la sociedad. El
neoliberalismo es una forma de administrar económicamente la globalización,
no es el único posible, ni es inevitable.

También se ha mencionado al describir la realidad, cuánto se


han profundizado las diferencias sociales, al punto de que son
de uso corriente en nuestro vocabulario los términos "incluidos"
y "excluidos". En un mundo globalizado, en esta aldea global, ya
no hay ricos y pobres, poderosos y débiles, simplemente hay
quienes consumen, pueden y en definitiva existen y, quienes no
tienen ni pueden nada, no cuentan, son desechables, no existen
y, más aún es bueno que no existan.
El sistema fabrica excluidos y se cuida muy bien de señalarlos como indeseables y
peligrosos para los que tienen el privilegio de estar incluidos, privilegio que
deben cuidar y, por lo tanto, defender.

1.2 EL HECHO EDUCATIVO

8
Cuando hablamos de "hecho educativo" lo hacemos en un sentido muy amplio que
asume, incluyéndolas, otras expresiones tales como "proceso educativo",
"relación educativa", "acto educativo", "intencionalidad educativa", "triángulo
educativo", entre otros. No obstante esta amplitud del término que usaremos,
es importante partir señalando cuál es nuestro imaginario al tratar el tema.

Quizá sea innecesario decirlo, pero para evitar


sobreentendidos digamos que el concepto de aprendizaje y
hecho educativo que estamos manejando comprende todo el
ámbito de la Educación. Partimos de una visión de fe y por
tanto de una concepción antropológica cristiana que va a
marcar una orientación persona lista de la educación y del
aprendizaje.

Nosotros partiendo de la revelación y de la filosofía personalista y de la antropo-


teología del Concilio Vaticano II, proponemos la siguiente caracterización del
Hombre:

HOMBRE = VARÓN - MUJER = PERSONA

 No definible porque no es objeto.

 Creatura, hijo del Amor de Dios y de su voluntad


creadora.

 Realidad única, singular, de ahí la eminente dignidad de


toda persona.

 En cambio, en proceso abierto siempre, hasta la muerte- resurrección.

 Inabarcable en ninguna categoría - Inagotable

 Auto-trascendente, abierto a lo otro distinto de sí y al Otro por excelencia.


Capaz de entrar en diálogo de amor con Dios.

 Relacional, no es sino en relación con otros, con el medio, con la historia.

 Libre, autónomo, capaz de autodeterminación y auto- creación.

 En situación, encarnado en un aquí y un ahora que son límite y oportunidad a la


vez. En tensión permanente entre lo que es y lo que quiere y se propone ser.

9
 Apelable, sensible a las interpelaciones y capaz de respuesta - Disponible,

 Homo sapiens - Homo demens. Racionalidad y locura, sabiduría y exaltación...

 Con voluntad de sentido, en búsqueda permanente de encontrar y dotar de


sentido su vida, su historia, su mundo.

 Palabra y presencia. Capaz de simbolizar, nombrar, describir, expresar y


comunicarse. Pero no sólo comunica su palabra, su mera presencia lo hace.

 Capaz de valorar, apreciar, discernir, juzgar y responder por sus opciones.

 Capaz de amar, hasta dar la vida.

Resumiendo todo lo anterior podemos afirmar que:

LA PERSONA = MISTERIO

Partimos de una antropología profundamente optimista, el hombre creado por Dios


es capaz de Dios, lo dice míticamente el Génesis: el soplo divino en su rostro
lo pone de cara a la trascendencia. Este hombre creado a imagen y
semejanza de Dios, visto por su creador como muy bueno", en tanto que libre
se va haciendo a sí mismo en opciones y compromisos en las coordenadas
espacio temporales que le tocan.

El hombre es la única creatura capaz de hacerse, de


construirse a sí mismo en su praxis; se humaniza o
deshumaniza. Esta autoconstrucción implica que su relación
con toda la realidad, también con Dios, está atravesada por la
libertad y el ensayo; la relación dialogal del hombre con Dios
tiene altibajos, progresos y retrocesos, acercamientos y
alejamientos, como lo muestra la historia del pueblo elegido.
Pero esto es buena noticia, nos habla de que el hombre es
verdadero interlocutor de Dios y no mero títere.

Hacer teología es partir del presupuesto existencial de que Dios y el hombre se


comunican verdaderamente, se conocen y se aman como personas y por lo
tanto toda la relación está atravesada por la libertad y por el misterio. La

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afirmación de la libertad humana es irrenunciable, decir sí a Dios, creer y
hacer la experiencia de la libertad es una misma cosa; al mismo tiempo la
libertad se define en la acción, está orientada a la acción.

Esta libertad está ligada a nuestra antropología básica: somos


deseo. El destino del hombre es ser carencia, apertura,
capacidad de acogida. La vida, nos dice el relato de la
creación, nos viene de fuera, de la respiración de Dios,
somos de " condición deseante". Este deseo es bueno
procede del proyecto de Dios de crear alteridad; es posible
porque hay alteridad, pluralidad, porque somos
inacabados. Dios nuestro Padre, educa el deseo del
hombre asediado por los ídolos, por fascinaciones diversas
y lo va llevando a discernir, a través de los profetas, su rostro.

Cultivar el deseo es una gran tarea educativa, es suscitar inquietud que mueve a la
superación, a las grandes cosas; es importante cultivar el deseo para una
capacidad de opción, de vivir en libertad. El niño, el joven tan expuesto a la
fascinación y por lo mismo tan manipulado, necesita renovar la fuente de sus
deseos y que los ayudemos a formular su verdadero deseo. Más aún la
sensibilidad ante la propia conciencia -el fondo de nosotros mismos- mantiene
siempre abierta la comunicación de nuestra libertad con la de Dios.

Aceptamos como personas libres y llenas de deseos supone aceptamos llamados a


discernir y a optar permanentemente desde referentes claros de valor.

Es necesario aclarar que si definimos a Dios y a la persona humana como


misterio, no en el sentido de algo oculto, sino como plenitud, como
inagotable fuente de novedad, sorpresa, maravilla, entonces nuestra teología
toda y la educativa en particular, deberá respetar esto y ser abierta, capaz de
reformulación, dispuesta siempre a abandonar una verdad más pequeña por
una más rica y grande.

De otro modo, afirmar que la persona humana es misterio en el


sentido de algo fascinante, inefable e inagotable, y que lo es
porque el Espíritu Santo habita en ella, nos implica como
educadores estar dispuestos a "entrar descalzos" en esta tierra
sagrada de los niños y los jóvenes que educamos, como Moisés tuvo que
descalzarse para pisar el suelo sagrado desde el cual Dios lo llamaba.
Desarrollaremos esta idea más adelante.

11
Si partimos admitiendo la definición de aprendizaje como la
modificación relativamente estable de la conducta a
partir de una experiencia nueva, en una concepción
personalista cristiana el aprendizaje será significativo
(es decir relevante, con sentido, en la doble
comprensión del término: 1. Cargado de contenido,
significante, y 2. orientado, con un norte), en tanto
implique un cambio no meramente conductual, sino en
y de la persona.

De lo anterior resulta que para nosotros aprendizaje significativo, sería sinónimo de


humanización, de personalización, de realización plena de la vocación
humana; de algún modo aprendizaje sería, conversión, pasaje de modos
menos humanos a modos más humanos de ser, vivir y relacionarse (en tanto
el hombre es un ser esencialmente relacional).

Otra consideración previa, cuando pensamos en el hecho educativo lo concebimos


como un proceso intencional y deliberado (vale decir consciente, libre y
voluntario), por el cual se provoca, induce, suscita esa experiencia nueva
capaz de modificar, significativamente la persona, Implica una praxis, es decir
una relación dialéctica entre reflexión - acción, que supone a la vez un
continuo aprendizaje conversión para quien educa.

El proceso educativo del que hablamos consiste y


exige una interacción personal educador -
estudiante, en el cual nos educamos
mutuamente, es decir nos hacemos,
mutuamente personas, nos humanizamos.
Lo desarrollaremos más adelante, pero
desde ya es bueno decirlo: no educamos sin
involucrarnos, sin encuentro de personas, de
varones y mujeres enteros, es decir de
cuerpos, de conciencias, de voluntades
libres, de inteligencias y de afectos.

En este Módulo nos proponemos señalar el horizonte hermenéutico, vale decir


¿Desde dónde vamos a leer el hecho educativo?. En primer lugar lo
leemos desde la encarnación. El educador cristiano, inmerso en una realidad
concreta, parte para su misión de una teología y espiritualidad de
encarnación, Y esto ni más ni menos porque ser cristianos es seguir las
huellas de Jesucristo: "Siendo Él de condición divina, no retuvo ávidamente el
ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de

12
siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo como tal" (Filp.2,
6-7).

Por la encarnación el Hijo de Dios entra en la historia y la convierte en historia de


salvación. El Hijo asume lo que hay de debilidad y pobreza en lo humano para
hacer visible la misericordia de Dios, su predilección, desde el reverso de la
historia, Es nuestro seguimiento y, más aún, nuestra identificación progresiva
con el Hijo del Dios vivo que nos van a llevar a vivir en profundidad el
compromiso bautismal.La kénosis es el paradigma de la educación, es la
forma en que Dios entra en la historia y empieza a educar al hombre. "la
Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn. 1, 14).

Dios se hace semejante, cercanía, supera toda separación, entiende y obra desde
dentro del hombre, asumiendo su realidad lo conoce, lo ama, lo sirve. Del
mismo modo quien pretende educar asume el misterio del hombre, su
fragilidad y su grandeza, sus límites y sus posibilidades, sus abismos y sus
cumbres, para acompañarlo en un proceso de hacerse semejante a Dios. La
educación desde la clave de la encarnación propenderá a desarrollar en la
persona su dignidad de origen en comunión con otros seres, ayudará a hacer
emerger lo más humano, personal y socialmente, para acrecentar la
comunión interhumana y formar una sociedad solidaria y reconciliada.

Por el misterio de la encarnación reconocemos el mundo y


la historia como lugar teológico, donde vamos
encontrando a Dios en cada acontecimiento, en cada
rostro, en cada cultura, en el aula, en el niño y en el
joven que educamos. El Hijo de Dios se anonadó a sí
mismo para divinizarnos, y claramente optó por los
pobres y excluidos de su tiempo. La educación hoy
entre nosotros los cristianos, tiene un desde dónde
definido, el mismo que eligió Jesús.

Es desde los pobres y excluidos de hoy donde se nos pide cambiar la historia,
desde ellos y con ellos, no a la manera mesiánica de otros tiempos. Por aquí
anda la dimensión profética de la educación de nuestros días. Para nosotros
no hay desechables, sólo hay seres humanos. Pero quizá sean estos también
tiempos sapienciales. El hecho educativo a partir de la encarnación y del
asumir esta nuestra compleja realidad, deberá realizarse desde la clave
profética en tensión con la clave sapiencial. El educador deberá tener la
sabiduría para saber cuándo gritar y cuándo callar, cómo educar desde los
pobres y con ellos en un tiempo de trabajo silencioso y muchas veces invisible
a los ojos del mundo, pero sin arrear banderas.

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Otro aspecto a enumerar en estas consideraciones
hermenéuticas es la historicidad del hecho
educativo: se trata de un hecho que tiene lugar
en un tiempo y un espacio concretos. Nos
hacemos mutuamente personas en la historia
y es en ella que educamos, en el "aquí y
ahora" que nos toca vivir.

Pero por otra parte es importante señalar que este


aquí y ahora no son coordenadas estáticas,
aquellas famosas formas a priori kantianas. 'Proponemos concebirlas como
categorías dinámicas y en términos de participación en su gestación. Ese
trata de un aquí y un ahora que nos hace pero que también hacemos, que nos
determina pero que también responsablemente determinamos con nuestra
praxis.

El hecho educativo lo entendemos como una praxis liberadora (Medellín) y


transformadora de la persona y de la realidad. No hay educación sin
transformación, lo veíamos antes al definir el aprendizaje como proceso de
humanización.

Esta praxis educativa supondrá una reflexión y acción,


y así dialéctica mente, que lleve a establecer nuevas
formas de relación entre "saber" y "poder'. El saber es
un empoderamiento, es potenciar, dar posibilidades.
Pero este empoderamiento que otorga el saber no
puede estar exento de un orden axiológico. A la
inversa sólo puede acceder al saber hoy quién tiene
poder, de ahí la importancia del desde dónde que
enunciamos antes (desde los pobres y excluidos).

La praxis transformadora de la educación exige hoy también un reposicionamiento


de sujetos e instituciones y de las relaciones entre ambos. La fuerza del
Espíritu nos urge a un compromiso educativo serio y radical. La realidad y la
vocación nos llaman a estar presentes, de modo activo y significativo, en la
construcción de una historia diferente.

De ahí que otra clave de lectura del hecho educativo sea una reflexión pedagógica
crítica. No es tiempo de meras buenas intenciones, sino de profesionalismo.

14
El educador cristiano debe ser un profesional que asuma y arriesgue
permanentemente de modo crítico las nuevas pedagogías. El trabajo y la
reflexión en equipo le permitirán explorar, confrontar, crear, innovar y
arriesgar responsablemente en este campo.

¿Y ahora qué?

ACTIVIDAD 1

MAPA CONCEPTUAL

Objetivo: Identificar los principales aspectos relacionados con la transcendencia – hecho


educativo y persona como misterio-, retomando el documento de apoyo paginas 2 a 14
y otras fuentes de investigacion.

Instrucciones: Después de leer la primera parte del documento elabora un mapa mental
en el que se dé cuenta de la relación transcendencia – hecho educativo y persona como
misterio, en búsqueda del pedagogo de la misericordia. El mapa puede ser, mapa mental,
esquema simple, prezi u otro que dé cuenta de sus aprendizajes significativos.

Criterios de valoración: Se tendrá como criterio de valoración, la estructura, la


presentación y el juego de relaciones entre los conceptos.

Como recomendación el uso de citación o referencias bibliográficas deben ser bajo normas
APA, así mismo, recordar citar siempre que se haga referencia a un autor o concepto
especial.

Tiempo estimado: 2 horas.

Evidencia: El documento deberá ser enviado a su tutura por la via señalada para esta
actividad.

15
¿Síntesis del contenido del tema?

Estimad@ Pedagog@ de la Misericordia, desarrolla la


herramienta que encuentras a continuación.
Es una forma de motivarte a nuevos aprendizajes.
Hazlo con atención e intención, sacarás mucho provecho y
habrás aprehendido una nueva herramienta didáctica para
compartir con tus estudiantes.

¡ Adelante!
16
GUÍA S. Q. A.

REFLEXIÓN PERSONAL

¿QUÉ SÉ? ¿QUÉ QUIERO SABER? ¿QUÉ APRENDÍ?

Saberes Previos Mis metas de aprendizaje Resultados

17
2. EL HECHO EDUCATIVO, LUGAR TEOLÓGICO

Desde la teología de la creación, y más aún desde la teología de la encarnación,


todo lugar humano es lugar de Dios, lugar donde se manifiesta y nos revela
su proyecto salvífico de amor. La gloria de Dios es que el hombre viva, o el
hombre viviente es la gloria de Dios, se ha traducido más o menos así este
hermoso descubrimiento de san Ireneo. Sin lugar a dudas, entonces, el hecho
educativo como proceso de humanización o plenificación del hombre es un
lugar privilegiado desde donde Dios se nos revela hoy.

2.1 Planteamiento previo sobre teología

Antes de entrar a los distintos aspectos del hecho


educativo tal como nos interpela a los cristianos, nos
detendremos un momento a recordar qué es la
teología, cómo, y desde dónde ser realistas. En
términos muy simples y generales podemos partir de
que la Teología es una palabra humana sobre Dios,
pero esta palabra humana tiene su origen en la
revelación de Dios al hombre.

Es Dios mismo quien se da a conocer, quien desde su libertad le sale al cruce al


hombre y se mete en su historia para manifestársele y para educarlo, para
regalársele. La teología de las religiones reveladas, tiene al hombre como
sujeto, es decir: son los hombres los que afirman algo de Dios, son ellos los
intérpretes de la revelación. De ahí el gran riesgo, la necesidad de estar
atentos en el discernimiento. El verdadero teólogo es el lector de los signos
de los tiempos, es el hombre de la historia. El falso teólogo ideologiza la
realidad.

La teología es producto de un hombre (de un pueblo) socialmente situado, de modo


tal que si cambia el lugar social del teólogo, cambiará necesariamente su
horizonte hermenéutica, el lugar desde dónde hace la lectura de la realidad.
Por eso es más correcto hablar de "teologías", en plural, que de teología en

18
singular. Hacemos teología desde el pueblo de Dios y como "ministerio"
dentro del pueblo y a su servicio.

Sólo puede hacer teología quien ama, por aquello de "quién no ama no conoce a
Dios, porque Dios es amor'. Sólo es posible hacer teología desde la humildad,
desde la creaturalidad, desde la fe y la adhesión y con el auxilio de la gracia.
San Buenaventura decía: "No crea nadie que le basta la lectura sin la unción,
la especulación sin la devoción, la investigación sin la admiración, la
circunspección sin el regocijo, la pericia sin la piedad, la ciencia sin la caridad,
la inteligencia sin la humildad, el estudio sin la gracia divina..." En el mundo de
la teología tocamos el ámbito del misterio insondable de Dios y del hombre en
relación.

Obviamente hablar de teología implica hablar de fe viva, de búsqueda, de


encuentros, desencuentros y de persistencia en la búsqueda del amado como
lo vemos en los místicos, el "¿Dónde te fuiste amado y me dejaste...? de San
Juan de la Cruz, por ejemplo.

El verdadero teólogo es aquél, varón o la mujer, dispuesto a dejarse transformar


constantemente por la Palabra del Señor, a cuyo servicio se entrega
incondicionalmente.

Por otra parte, el quehacer teológico asume la "paciencia


histórica" del caminar de Dios hecho hombre,
asumiendo la contingencia y la ambigüedad, para
hacer historia con nosotros. La teología científica, en
tanto, reflexión crítica acerca de los signos, de las
huellas de Dios y su reino entre nosotros, y de
aquello que lo obstaculiza, implicaría una
comprensión progresiva, capaz de renovarse a lo
largo de la historia y de asumir caminos y
compromisos inéditos.

Hacer teología implica asumir el compromiso de emitir juicios teológicos sobre la


realidad. El juicio teológico busca el sentido profundo de la realidad, como
manifestación de la voluntad de Dios, basándose en la reflexión crítica de la fe
y de la praxis del, pueblo creyente a la luz de las gestas de Dios que camina
con su pueblo desde el Antiguo Testamento,

19
2.2. El hecho educativo como aprendizaje permanente

El aprendizaje supone siempre ruptura y novedad o nueva construcción, vale decir


que aprender implica siempre desaprender. De otra manera lo dijimos antes,
se trata de pasar (no casualmente) de formas menos humanas a formas más
humanas de comportamiento y de vida.

Pero lo importante en esta aldea global y en esta sociedad del conocimiento en la


que estamos metidos, será aprender a aprender, y, por ende a desaprender,
toda la vida y en todas las dimensiones de la vida. Educar en este ejercicio es
humanizar y humanizarse. La historia de salvación nos muestra a Dios como
el maestro que no descansa, que no duerme sobre los aprendizajes de su
pueblo, siempre le enseña y le exige más.

Le entrega y enseña la Ley cuando el pueblo la necesita, y lo desafía cuando se


instala en ella, exigiéndole superarla: "el sábado es para el hombre y no el
hombre para el sábado"; "habéis oído... pero yo les digo...", "les doy un
mandamiento nuevo..." Sólo una estrecha y vetusta concepción de Dios nos
dice de Él que es inmutable, ese es el concepto griego y no semita de la
divinidad, nuestro Dios es vivo y trino, es relación de amor entre personas, y
toda relación amorosa es dinámica y creativa, jamás estática.

La educación supone un proceso permanente, dinámico, nunca


concluido, siempre abierto a un plus. La persona humana,
creada a la imagen del Dios Trino, no tiene límites a su
crecimiento y a su cambio, está creada para perfeccionarse
en comunión con los otros desde su concepción a su
muerte, en todas las dimensiones: biológica, psicológica,
social, trascendente.

Nuestra concepción del aprendizaje supone también conflicto y superación del


mismo a través de un crecimiento o maduración.Si construir supone de-
construir, si aprender supone desaprender, lo que me anima a desaprender
es el conflicto. Sin conflicto, entonces, no hay aprendizaje, no hay
construcción, no hay humanización. La historia es conflicto, es tensión
permanente entre fuerzas que tienden a lo viejo y fuerzas de cambio, entre
fuerzas opuestas y multidireccionales. EI hecho educativo es un fenómeno
histórico y social, que se desarrolla en medio de las crisis, y que no podría
darse fuera de ellas, no sería un hecho, sino una mera abstracción.

Nuestra sociedad nos coloca permanentemente en situaciones de conflicto a


resolver, pero a la vez no nos prepara para asumirlo. Es papel de la

20
educación el desmitificar el conflicto, quitarle la peligrosidad, la amenaza de
desintegración que conlleva, y mostrarlo como motor de crecimiento.

Será nuestro papel acompañar al niño o al joven a enfrentar la ansiedad que


produce el conflicto, a enseñarle a convivir con las tensiones y, más aún, a
desearlas y mantenerlas para de ese modo asumir compromisos mayores.
Por ejemplo, construirse éticamente supone asumir la tensión entre la
dimensión histórica y la axiológica, ambas irrenunciables. En la experiencia
dolorosa, pero no paralizante ni desestructurante, de la distancia entre mi
realidad y mi utopía, es que me comprometo y avanzo en un proyecto de vida
humanizante.

Es en el conflicto entre lo que en conciencia (Gaudium Spes, 16) percibo como


bueno o como malo, como justo o como injusto, o en el conflicto entre
opciones que comportan siempre valores, a veces buenos y deseables, pero
incompatibles simultáneamente, donde aprendo a tomar decisiones, a
construir.

Un auténtico aprendizaje es el que llamamos significativo, ya lo mencionamos,


ahora ahondamos más. El hombre de hoy vive enfermo y muere de ausencia
de sentido. Esta enfermedad quizá existió siempre, pero obviamente se ha
hecho endémica en este siglo.

Una auténtica educación será aquella que conduzca al hombre de hoy, varón
y mujer, a descubrir el sentido de su vida y un sentido para vivir y para morir.

La búsqueda de sentido se convierte en camino de salvación para la persona y


para la sociedad. Sin sentido no vivimos una existencia humana, mal
sobrevivimos. Sin sentido no nos construimos éticamente, a lo más
pasaremos por la vida como cumplidores de normas ajenas. Sin sentido no
alcanzamos la vocación humana: nos realizamos, no nos humanizamos, no
podemos siquiera intentar ser felices.

Es necesario descubrir el y los sentidos que validen nuestra existencia. De este


modo seremos capaces de dotar de sentido todas y cada una de nuestras
opciones y pasiones (de pathos, aquello que no elegimos y por tanto
padecemos), las pequeñas y las grandes dificultades, los fracasos y los
nuevos intentos, tomar decisiones libres y comprometidas, luchar y arriesgar,
vivir la propia vida y no mal vivir una existencia vacía e impuesta.

En algún momento de la vida la persona debe realizar una opción fundamental y


fundante, se trata de una elección axiológica decisiva y unificante, en tomo a
la cual se organizarán a lo largo de su vida las nuevas opciones, que

21
reforzarán o minarán la opción fundamental. La opción fundamental imprime
dirección y valor a la vida, refleja el sentido de ella y a la vez le confiere
sentido.

La educación hoy, quizá más que nunca, tiene el desafío de contribuir eficazmente
a generar sentido para el joven. Un sentido que haga de la vida algo digno de
ser vivido, un sentido que le recuerde la maravilla y la gratuidad de la vida, un
sentido que lo ponga de frente a la responsabilidad de estar vivo, de ser
consciente, y libre, de ser una creatura amada de Dios.

Finalmente en este punto enunciaremos una idea que ha


estado implícita todo el tiempo ya la que volveremos
después: el aprendizaje supone, exige, una pedagogía
de la esperanza. No hay cambio, no hay novedad, no
hay posibilidad de generar sentido, sin un horizonte
que apenas entrevemos, pero hacia el cual apuntamos
y caminamos. Sólo puede ser educador un varón o
una mujer porfiadamente esperanzados y capaces de
suscitar esperanza en sus educandos.

Una pedagogía de la esperanza será paciente y exigente a la vez, tierna y


misericordiosa como la de Jesús, e iracunda y subversiva como la de los
profetas, caminará lentamente junto a los cojos de este tiempo, pero no dejará
de invitarlos y animarlos a volar, a soñar y a "disoñar" una nueva realidad.

2. 3. El hecho educativo como liberación integral

Educar es liberar, "la verdad los hará libres". Y es maravilloso que cuando Pilato
quiere provocar a Jesús preguntándole "¿qué es la verdad?", Jesús calla. La
verdad hay que buscarla y buscarla juntos, Jesús percibe que la pregunta de
Pilato no es auténtica, que él no está dispuesto a buscar la verdad, quiere
sólo una receta hecha para desechar, valga la redundancia.

Para la búsqueda de la verdad liberadora, a nivel educativo hace


falta incentivar y posibilitar la interioridad, los espacios de
silencio, ya la vez posibilitar la actitud dialogal con grupos
naturales donde la confianza mutua de lugar a la apertura y
permita el contraste de ideas para comprender mejor la
realidad. (VIRTUAL, 2016)

El objetivo de la liberación es la construcción del hombre nuevo


en un mundo también nuevo, la construcción de la fraternidad evangélica, la
22
instauración de un sistema más justo en las relaciones humanas, la verdadera
paz será el fruto de estas nuevas relaciones.

Cada vez que celebramos la Eucaristía proclamamos a Jesucristo como Señor y


liberador de la historia, y, como comunidad, nos comprometemos a rechazar
como anti-reino todo tipo de opresión que impida al hombre la realización de
su personal y comunitaria vocación humana.

Cada vez que participamos de un proyecto educativo, que entramos al aula, que
compartimos espacios con niños y jóvenes, cada vez que buscamos
alternativas con nuestros colegas educadores, hacemos realidad ese
compromiso en nuestra praxis liberadora.

La educación libera nuestras posibilidades escondidas, desvela aquello que estaba


oculto, abre, ilumina, deja ser al ser que somos auténtica mente y que, sin esa
experiencia educativa mediadora, permanecería desconocida, larvada,
abortada. De ahí que la verdadera educación sea siempre liberadora.

La creatura humana es un ser complejo, multidimensional, promesa, si hablamos


de educación integral es por que nos interesa todo ese misterio humano de
posibilidades inéditas, porque nos interesa desatar, permitir ser a todo el ser.
La encarnación implica redención, valoración, de toda la persona, de ahí que
la educación desde la perspectiva de la encarnación necesariamente deba
tender a la liberación integral.

El hecho educativo es liberador en tanto que subvierte el concepto de poder que


domina, excluye, segrega y discrimina para recoger el sentido auténtico del
poder como potencialidad que permite querer, hacer, en definitiva ser. Se
trata de una educación liberadora que redefine el poder y lo recoloca en los
protagonistas.

Continuando en la misma línea, el hecho educativo es liberador en tanto sea


constructor de verdadera equidad. Redescubrir a Dios como Padre nos lleva a
un intenso sentido de fraternidad y a un radical compromiso evangélico por la
justicia.

El término equidad en nuestro tiempo tiene connotaciones ambiguas. Cuando


nosotros lo utilizamos no pensamos en la demagógica "igualdad de
oportunidades" que difícilmente es posible, pensamos más bien en una
discriminación positiva, garantía de la igualdad real que corresponde a la
eminente dignidad de los hijos e hijas de Dios.

23
Construir la equidad supone asegurar el respeto, pero previamente el
reconocimiento y la aceptación de la existencia y, más aún, del derecho a la
existencia, de sexos diferentes, culturas y pueblos diferentes, capacidades y
ritmos diferentes. Este reconocimiento de la alteridad, de la otredad, es la
única plataforma posible para la equidad que no sea ni homogeneización ni
manipulación opresora.

En la práctica educativa esto lleva en un primer sentido a


derrumbar mitos de superioridad de un sexo, una
cultura, una etnia, así como el de la homogeneidad en
el aula que simplemente es desconocimiento de las
realidades personales y concretas.

En un segundo sentido, lleva a un respeto de las


diferencias como elemento de riqueza y crecimiento
personal y social; a un análisis de las causas
profundas de todas las formas de discriminación y exclusión; a una apuesta al
diálogo, a la libertad de ser y expresarse y a la integración -comunión.

El hecho educativo nunca es un hecho privado, aislado, individual. El hecho


educativo es por su propia naturaleza un hecho comunitario, el educador
siempre tiene detrás y consigo, una comunidad educante, una sociedad, una
Iglesia, un pueblo todo, que lo sostiene, acompaña, anima y exige. De ahí
tantas veces nacen las dificultades de responder a ese pueblo, a esa Iglesia,
a esa comunidad concreta. De ahí las tensiones y conflictos con los cuales
convive el educador y lo desafían siempre más.

Dios para entrar en relación de amor con el hombre elige un pueblo, a él se va


manifestando, a él lo educa a lo largo de la historia,
toda la pedagogía de Dios nos muestra siempre la
relación humana como espacio de libertad u opresión,
de humanización o deshumanización.

San Pablo decía ya que nos salvamos en racimo, sin


embargo es hoy cuando tomamos conciencia cada
vez mayor de la estructura interpersonal, dialogal, de
la persona humana, cuyo verdadero ser se realiza en
el encuentro con los demás. Es quizá esta sociedad
globalizada e interdependiente, y, simultáneamente
esta sociedad en que la soledad induce a distintas
formas de evasión, la que nos hace patente esta
relacionalidad intrínsecamente humana.

24
El hecho educativo es, entonces, siempre un fenómeno comunitario, pero es
también un hecho mutuo. Ya hemos mencionado la idea de que nos
hacemos mutuamente personas en la historia, en términos educativos
hablamos de coeducación.

La pedagogía de Jesús es evidentemente dialogal, de encuentro. Jesús educa


encontrándose con la gente, haciéndose presente, dejándose ver y tocar
involucrándose. No hay auténtica educación sin ese involucramiento, sin ese
ser interpelados a la vez que interpelantes, sin ese tocar al otro distinto de
nosotros y sin dejamos tocar.

El hecho educativo supone aceptar la mutua vulnerabilidad, supone


simultáneamente recepción y confrontación.

En primer lugar es necesaria la actitud receptiva: hacer espacio al otro en nosotros


para que en ese espacio de libertad y aceptación incondicional pueda ser
quien es, pueda descubrirse como único, como frágil, como pleno de
posibilidades a explorar e inventar. Pero también educar exige confrontación:
no educa quien no se muestra tal como es, aunque no sea la imagen
esperada por el otro, quien no hace visible sus convicciones, pues para que el
otro pueda encontrarse a sí mismo, su sentido de vida para crecer, sus
propias convicciones por las que será capaz de vivir y luchar, es necesario el
conflicto, la confrontación que provoca la alteridad de una presencia madura.

Concebimos también el hecho educativo como servicio, y en esto también


siguiendo al Maestro: "Yo estoy entre ustedes como quien sirve". Del mismo
modo el educador cristiano vive su misión como ministerio de servicio, servicio
fraterno y solidario, servicio a quien más lo necesita, servicio que dignifica,
que confiere valor, estima, a quien lo recibe y que humaniza a ambos en la
relación.

Precisamente en una sociedad que privilegia el consumo, la usurpación, la


competencia salvaje, nosotros reivindicamos el hecho educativo como
servicio, vale decir como un nuevo orden de relacionamiento, signo visible y
creíble del Reino, de ese Reino que se mueve en la tensión permanente del
"ya, pero todavía no".

Hoy las nuevas generaciones descreen de la palabra como simple sonido o


garabato gráfico, creen sin embargo en los testimonios concretos de entrega
sencilla, en las actitudes de sobriedad y gratuidad del compartir llano.

Por otra parte entendemos el servicio como expresión del amor, "quién no ama a
su hermano a quién ve, no puede amar a Dios a quién no ve". El servicio es

25
parte del dar, más aún, del darse, que es el rasgo distintivo del auténtico amor
que es siempre pródigo y fecundo.

2.4 El hecho educativo como construcción de una nueva civilización

El hecho educativo, ya fue señalado en el capítulo anterior, supone una praxis


transformadora de la realidad, El término praxis hace referencia a la relación
dialéctica entre reflexión y acción, la teoría y la acción son inseparables, una
lleva a la otra y una alimenta a Ia otra, es decir se retroalimentan.

De ahí la importancia de que el educador tenga iniciativa, sea constructor del


currículo, esté capacitándose siempre para la reflexión crítica y para la
búsqueda en común con sus colegas. Esa reflexión a partir de su propia
acción educativa y de la de su equipo de referencia cercano, lo animará a dar
nuevos pasos, a arriesgar un poco más en las futuras acciones, que, una vez
ejecutadas son materia de nueva reflexión crítica y así sucesivamente en una
relación que crece dialécticamente.

Es importante señalar que la acción educativa no es exclusiva de las instituciones


de Educación, si bien ellas se definen a sí mismas por un objetivo educativo.
La educación es una acción ejercida por la sociedad toda, la familia, la
sociedad civil, los medios de comunicación, el Estado, ejercen mayor o menor
influencia y lo hacen de modo más o menos intencional cabiéndoles distinto
grado de responsabilidad, pero todas ellas realizan una acción educativa.

Los profesionales de la educación deben tener clara conciencia de esta realidad


para mantener la sana tensión entre la responsabilidad y la gratuidad. En el
cambio, en la transformación de la realidad, en la construcción del hombre
nuevo y del Reino, nos cabe una responsabilidad irrenunciable. Pero,
simultáneamente debemos conservar la, humildad y la serenidad de quien
sabe que sólo es parte de una gran comunidad " educadora que lo trasciende
y que, además la historia está movida por el Espíritu.

No asumir la tremenda responsabilidad que nos cabe en este momento, sería caer
en la tentación de la omisión, de abstención, en definitiva desertar de nuestra
misión.

Muchas veces nos creemos todopoderosos y arremetemos, desconociendo la


fuerza vital, la responsabilidad y el valor de la contribución de toda la sociedad
en el hecho educativo, nos conduciría por una parte a la frustración, pero
además nos convertiría en franco tiradores aislados. No sería la acción
adecuada, ni axiológica ni estratégicamente.
26
La propuesta evangélica va por el lado de la
comunión y la participación en la gestión de la
nueva sociedad que soñamos. La tarea
educativa es responsabilidad de la familia, de
los maestros, de la sociedad; así considerada,
los educadores tenemos que asumir una
responsabilidad no sólo con la vida del niño,
sino con la vida, con la calidad de vida y la
continuidad del mundo que les ofrecemos.

No podemos quedamos sólo como críticos del mundo, negando o rechazando, o


como quien informa asépticamente de él, sino asumir la responsabilidad de
hacer acogedor este mundo, casa para todos.

Visto así, trabajar por la justicia y la paz tiene que formar parte de la cultura escolar
y tenerse en cuenta en la organización de las experiencias de aprendizaje, en
su amplio espectro del saber ser, saber pensar, saber convivir, saber hacer.
Supone revisar actitudes, estereotipos, prejuicios, racismos, comportamientos,
no sólo a nivel interpersonal, sino social, nacional, y hacerlos con la verdad,
yendo a la raíz de los problemas, sin negar el conflicto, ni el dolor y confiar en
la capacidad de las personas para buscar soluciones justas y consensos.
Para ello una formación actualizada y una búsqueda disciplinada, trabajar con
otros en la creatividad. El trabajo en colaboración es fundamental, muy poco
podemos hacer solos.

La realidad tiene sus desgastes y sus oportunidades, el educador tiene que saber
descubrir este rostro para suscitar responsabilidad social y compromiso con
esperanza. Tenemos que ser educadores de esperanza y para ello re-
encenderla en nosotros, mantenerla viva. Sin esperanza no podríamos
acompañar a los jóvenes que van perdiendo ilusión o son tentados por la
salida violenta.

Por eso también queremos destacar el hecho educativo como constructor de


nuevas formas de utopía. Sin utopías no hay educación, el educador necesita
de un horizonte axiológico que oriente y sustente su praxis en el día a día.

Pero no alcanza con ser conscientemente y porfiadamente utópicos, se trata


además de enseñar a ser utópicos, enseñar a amar la utopía como única
forma de construir las utopías posibles y necesarias para vivir humanamente;
la utopía forma parte de la esencia del cristianismo, la historia humana es
siempre un camino hacia la realización del proyecto de amor de Dios, que
Jesús llamó el Reino. La originalidad de Jesús es que anuncia ese Reino de

27
amor y de gracia, de justicia y misericordia, como actualidad: "ya está
presente entre ustedes", y simultáneamente como futuro: el reino es regalo de
Dios, hay que esperarlo y gestarlo, hay que pedirlo "venga a nosotros tu
Reino", hay que anunciarlo y hacerlo visible: "vayan y anuncien que el Reino
de Dios está cerca". Se trata de la tensión dialéctica ya citada del "ya, pero
todavía no".

En tiempos de Jesús quienes quisieron dar muerte a la utopía matándolo, se


encontraron sorpresivamente con la respuesta de Dios, con su Palabra
definitiva sobre la vida y la muerte y sobre el destino del hombre: la
resurrección, "Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha
constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado"
(Pedro en el primer discurso). La resurrección del crucificado abre un
horizonte nuevo y abre una nueva clave hermenéutica para leer la historia.

Herederos de la utopía levantada para siempre por el propio Dios, los educadores
cristianos estamos llamados a ser testigos existenciales de la resurrección,
,del hombre nuevo y del mundo nuevo, y, basados en esta fe, nos
comprometemos a ser signos proféticos, lámparas encendidas de esperanza
aún en medio de las tinieblas más oscuras.

La utopía, al decir de Eduardo Galeano, sirve para caminar, la utopía no es un lujo


accesorio, es la que mueve y anima la acción para que sea acción humana y
no mero tropismo o impulso inconsciente. Extrañamente la utopía parece
tener el poder de bilocación: anida en el corazón del hombre, pero este se da
cuenta que no le pertenece, no es creación suya, porque siempre lo
trasciende y lo llama desde lejos a un plus inédito y superior; la utopía tironea
al hombre desde dentro y desde lo alto.

Sin utopía la vida no es sino un ensayo para la muerte y el hecho educativo no es


sino una alevosa mentira (alevosa, no piadosa). La utopía no es solamente
como decíamos antes inherente a la esencia del cristianismo, lo es a la
esencia humana, desde la impronta de ser imagen y semejanza de Dios. El
mayor robo que le podemos hacer a las nuevas generaciones es robarles el
derecho a la utopía, de ahí la urgencia de la educación de reivindicar este
derecho humano por excelencia.

Y hablando de esas nuevas formas de utopía que debemos rescatar a través del
hecho educativo, quizá una de las que hemos venido oyendo hablar más en
los últimos tiempos sea la de la globalización de la solidaridad. Estamos en un
planeta globalizado, pero simultáneamente estamos en un planeta
vergonzosamente dividido por un muro mayor que el que ha sido derribado

28
hace diez años, se trata ahora de un muro invisible pero no menos terrible: la
brecha cada día mayor entre incluidos y excluidos. Frente a esta realidad, que
nos desafía ética mente a los cristianos, no podemos permanecer
indiferentes, se tratará entonces de globalizar no ya la pobreza o la exclusión,
sino la solidaridad.

La solidaridad puede constituirse en semilla y fermento de transformación social, se


ha dicho que el tercer milenio será humano si es solidario. La solidaridad hoy
implica una sensibilidad y percepción atenta de la situación de los excluidos y
un sintonizar con sus anhelos de liberación integral. La solidaridad es la
caridad de siempre encarnada en el hoy histórico, asumiendo todos sus
desafíos y responsabilidades. Es la caridad que, fiel al seguimiento de Jesús y
a las exigencias de nuestro tiempo, adquiere nuevas expresiones y
dimensiones.

Es histórica, porque descubre a Dios en la marcha del pueblo y en los


acontecimientos; es social y comunitaria, porque el sujeto de la solidaridad
que urge hoy son las comunidades y los pueblos; asume una responsabilidad
ética y una proyección política, porque está dispuesta a asumir nuevas
alternativas; se vive como opción evangélica por los empobrecidos.

La experiencia de la solidaridad para el cristiano, es expresión de la intensa


vivencia de comunión, que nace de lo que llamamos el "cuerpo místico de
Cristo". En la Escritura no encontramos el término "solidaridad", pero cuanto
ella significa se encuentra el término "koinonía", ésta era vivida y expresada
por las primeras comunidades en el tener un sólo corazón, una sola alma y en
el compartir todos los bienes con alegría, glorificando a Dios y dándole
gracias.

El hecho educativo supone la construcción de esta


solidaridad que es la expresión histórica del
mandamiento nuevo: "Ámense unos a otros, como Yo
los he amado a ustedes"; "En esto reconocerán que
sois discípulos míos: si os amáis los unos a los otros"

La solidaridad es una línea de fuerza se vive con sentido de unidad y compartir, en


un mundo de competición, de lucha por el éxito personal. La comunidad es
consciente que ésta es una práctica con sabor a Evangelio y al mismo tiempo
es la única manera de educar.

Hemos hablado ya del Misterio de la Encarnación y de su repercusión en el hecho


educativo, volveremos luego a trabajar en tomo a la espiritualidad del
educador y allí partiremos de una espiritualidad de encarnación, pero aquí y

29
ahora, en este capítulo es necesario señalar que la consecuencia directa de la
encarnación: el hecho educativo es simultáneamente acción de Dios y acción
del hombre.

La concepción cristiana cree en la libertad del hombre, regalo de Dios, y a la vez en


que Dios interviene y mueve la historia. Ésta no le es indiferente a Dios, la ha
tomado en sus manos para llevarla a plenitud, pero sin ahorramos el
discernimiento de los signos de los tiempos, el esfuerzo y la lucha, a fin de
que su obra sea nuestra obra.

"La voluntad de Dios al encarnarse es la de que el


hombre viva, y viva en abundancia (Jn 10.10), es
expresión sublime de su amor a su creatura y a su
sueño para con ella. Esta voluntad de amor y
plenitud para el hombre no lo convierte en un títere
suyo, vacío de inteligencia y voluntad creadora, por
el contrario, lo pone en camino hacia una meta y le
da la fuerza necesaria para alcanzarla.

El hombre, precisamente al reconocerse profundamente amado por Dios,


emprende su vida cargada de sentido y la juega a favor del proyecto de vida
abundante para todos. En eso consiste, ni más ni menos, el hecho educativo,
en hacer posible para todos, una vida más humana, plena y abundante,
conforme a la dignidad de hijos e hijas de Dios y de hermanos y hermanas de
Jesucristo quien no retuvo para sí la condición divina a fin de encarnarse y ser
uno de nosotros, uno con nosotros.

El hecho educativo es así vivido por nosotros en corresponsabilidad con Dios, La


educación consiste en asumir juntos, educandos y educadores, el reto de la
deificación de la humanidad, educar equivale a asumir juntos, y con Dios, el
misterio de nuestras relaciones.

Al Educar, nos humanizamos y humanizamos, aceleramos el Reino.

Ese Reino que es don y tarea, es regalo de Dios,

pero es también tarea nuestra.

30
Antes de continuar con la lectura del tema “la acción educativa como hecho
salvífico”, es importante volver a realizar el ejercicio de activación cognitiva
para automotivar el aprendizaje.
¡Felicidades y adelant

TEMA:…………………………………………………………………………………………

REFLEXIÓN PERSONAL :…………………………………………………………………

GUÍA S. Q. A.

S Q A
¿QUÉ SÉ? ¿QUÉ QUIERO SABER? ¿QUÉ APRENDÍ?

Saberes Previos Mis metas de aprendizaje Resultados

31
3.1. Dios Uno y Trino paradigma de humanización en los procesos de
educación liberadora.
La formación integral del ser humano es la mejor de las finalidades de la
educación. De ahí sigue la importancia de la interdisciplinariedad para
responder de manera eficiente a tan valiosa finalidad. El hombre solo
puede sentirse realizado si ha logrado solucionar sus inquietudes de vida
en todas sus dimensiones. No obstante, a la hora de la verdad, con suma
frecuencia encontramos que nuestra acción educativa, como estudiantes y
licenciados en Teología, no hace presente nuestra formación disciplinar
(teológica) y mucho menos tiene en cuenta el acontecer salvífico de Dios
que se lleva a cabo también en la escuela.
Pareciera que Dios no pasara por nuestro quehacer educativo. No somos
conscientes de su acción-permanente, ni captamos o sentimos su
presencia. Por tanto, nuestro quehacer educativo no logra ser comprendido
como un verdadero lugar teológico, como si Dios solo estuviera presente
en momentos y lugares privilegiados distintos al proceso de aprendizaje.
Por tanto, el presente capítulo busca responder a la siguiente pregunta: ¿En qué
sentido el acto educativo es un lugar teológico? El Dios de Jesucristo no
sólo se revela y se hace presente en la historia humana, en los procesos
políticos y sociales en los que hay empobrecidos y marginados; hoy
también lo podemos ver en los procesos educativos.
Estos son generadores de espacios teológicos y muestran que no sólo se puede
hacer teología desde de la realidad dramática del pobre; también la
educación es un elemento que posibilita la reflexión teológica tan válido
como los otros lugares donde acontece Dios trino. Dios atraviesa todas las
experiencias del ser humano y de manera silenciosa va recreando y
actuando. Captar su acción creadora exige una atención especial para
tomar conciencia, reconocer y acoger su oferta de salvación, que espera
una respuesta libre de adhesión a su voluntad. (DELAGADO SANCHEZ,
2011)
Es así como en la historia humana, por la pedagogía del amor de Dios, se ha
convertido en historia de salvación. En el kronos histórico donde se da el
kairós, el tiempo de Dios, que es plenitud de amor y de gracia.

32
3.2 La acción educativa como hecho salvífico

El Padre
La pedagogía de Dios Padre, fuente y modelo de una
pedagogía del amor, consiste en la salvación de la
persona, que es el fin de la revelación. El Padre salva por
puro amor y su amor es salvación.
Esto queda consignado en la Sagrada Escritura. Ella nos
presenta a “Dios como padre misericordioso, un maestro,
un sabio que toma a su cargo a la persona (individuo o
comunidad) en las condiciones en que se encuentra, la
libera de los vínculos del mal, la atrae hacia sí con lazos de amor, la hace crecer
progresiva y pacientemente hacia la madurez del hijo libre, fiel y obediente a su
Palabra”(Cf. Congregación para el Clero, Directorio general para la catequesis,
No. 139) ; pero esta madurez que se alcanza en Cristo y mediante el Espíritu
Santo culmina en la participación de la vida de Dios y de su misterio, fin último
de toda la creación.
Toda la escritura nos presenta la red de relaciones de Dios con el mundo, la
historia y la humanidad a través de tres grandes intuiciones: la alianza, la
liberación redención, y la promesa. A través de estas distintas formas de
relación Dios siempre busca lo mismo: llevamos a ser imagen y semejanza
suya.
La teología de la alianza representa la convicción de que Dios quiere hacemos
partícipes de su felicidad trinitaria. Según las vicisitudes de la aventura
humana Dios va actuando de diferentes maneras: nos crea como parte de
un cosmos bueno, al fracasar este intento Dios reinventa la alianza
eligiéndose un pueblo, suscitando en él profetas y hombres justos a
quienes confía su palabra. Finalmente, Dios entrega a su propio Hijo.
La teología de la liberación - redención en la Biblia es la consecuencia histórica
del compromiso asumido por Dios en la Alianza, Dios se implica
históricamente tomando partido frente a los opresores de su pueblo, a la
vez que educando a este. Los profetas son pedagogos de la memoria, de
la fidelidad y de la conversión del pueblo. Finalmente Jesús será el último y
el mayor de los pedagogos enviados por Dios, siendo El mismo Hijo de
Dios.
La teología de la promesa tiene como función cultivar la esperanza en la espera
de la recapitulación de todo lo creado y de la historia en una nueva
creación y en una nueva ciudad (la Jerusalén celeste). Aquí los pobres, los
humildes, los justos, el pequeño resto, de donde saldrán María, José; Juan
el Bautista y su familia, cultivan una ética de la esperanza hasta que llega
el Mesías. Aun así las imágenes y los sueños producidos en esta larga
33
espera se ven algo defraudados por Jesús, siendo unos pocos quienes
reconocen en Ella nueva alianza, el gran retorno al proyecto inicial de Dios.
Estas intuiciones teológicas a la vez dan lugar a actitudes pedagógicas, a saber:
La educación como alianza recoge el interés de Dios por su creación,
cuidándola y ayudándola a crecer y a madurar en la comprensión de su
designio amoroso. Aprendemos de la pedagogía de Dios a tomar en cuenta
los reclamos de nuestros educandos, a interactuar con ellos creativamente,
generando novedad, tal como lo hace Dios escuchando a Adán, a Moisés,
a Job, a los profetas.
La educación como liberación nos mueve a los
educadores a imitar a Dios que acompaña a
su pueblo por el desierto y por el error.
Dejar, reprender y sanar son las diversas
formas que toma el caminar fiel de Dios con
su pueblo, de esta pedagogía recogemos la
paciencia histórica y la voluntad de educar
en libertad y en responsabilidad.

La educación como promesa nos muestra un Dios maestro que cree en su


alumno y lo empuja hacia un futuro a forjar juntos. Aparece la dinámica del
Reino que es la del "ya pero todavía no", por una parte se nos encomienda
construir la casa común del hombre, con ideas y manos humanas, pero por
otra parte se nos enseña a estar abiertos para recibirla como regalo. Se
trata nuevamente de una pedagogía interactiva e inter-creativa de la
alianza, pero dentro de un proyecto de futuro nuevo.

La pedagogía de la alianza enfoca la relación divino -humana bajo el punto de


vista de la "tradición" que supone fidelidad y memoria. La pedagogía de la
promesa, en cambio abre el camino de la utopía. La fe cristiana tiene una
parte de riesgo creador donde la libertad y la imaginación de la humanidad
se unen a la libertad y a la imaginación de Dios. A esto llamamos la
experiencia del Espíritu animando la historia.

Lo que la Iglesia llama la recapitulación de la humanidad en Jesucristo, pasa


necesariamente por la escuela de la humildad, del pequeño resto, escuela
surgida de la prueba y de la humillación de un pueblo despojado. De ahí la
importancia de nuestra opción por los pobres, pues un signo de la
presencia del Reino es que "la Buena Noticia es anunciada a los pobres".
(En el desarrollo de este punto acerca del Padre hemos seguido un artículo
de Simón Pedro Arnol) Este Dios Padre revela los rasgos de la pedagogía
del amor:

34
En primer lugar se trata de una pedagogía de
acompañamiento. Dios nunca deja sola su creación
librada a su suerte, el hombre, varón y mujer, son su
creación por excelencia y no está dispuesto a perderla,
por eso Dios acompaña amorosamente a su pueblo y lo
hace de distintas formas, y a través de distintas
mediaciones, como verdadero padre que sabe cómo y
cuándo aparece.

Dios acompaña a su pueblo por el desierto, asume los riesgos de las


incomprensiones y dudas, de los yerros y del pecado. La pedagogía divina
tiene su fundamento en la fidelidad de Dios, en su compromiso irrevocable
con el bien del hombre.

El educador hoy también debe ser capaz de ductilidad en la relación educativa,


debe dejar hacer, educar en la libertad y la espera paciente, pero también
en la responsabilidad de actores libres y mutuamente comprometidos.
Educar acompañando significa "estar ahí", disponibilidad, atención, actitud
de escucha atenta, animar; se trata de alcanzar un delicado equilibrio entre
dejar ser, sin desinteresarse y sostener sin oprimir ni manipular.

La pedagogía del amor de Dios implica una relación profunda con su pueblo y
con cada uno de sus elegidos. No es una relación anónima, a Dios le
gustan los nombres propios y sabe usarlos, llamando a cada uno por su
nombre, reconociendo y dejándose reconocer.

A lo largo de la revelación apreciamos el acercamiento de


Dios al hombre. El profeta es el hombre de Dios que
habiendo sido elegido personalmente, le confía una
misión particular. Este hombre de Dios se moverá entre
una relación profunda con Dios y una pertenencia a un
pueblo a quien conoce y ama. Nuestro Dios se muestra
cercano y celoso de sus elegidos, su relación es
personal y profunda, absorbente muchas veces.

Pero la máxima expresión de ese acercamiento e involucramiento de Dios con el


hombre se da en la Encarnación. Allí la cercanía se hace identificación,
Dios se hace hombre para comprenderlo y para hacerse entender. Con el
envío de su Hijo esa pedagogía del "tuteo" de Dios con el hombre llegará a
su culmen.

35
A nivel educativo las relaciones no son secundarias, circunstanciales,
funcionales. Son parte constituyente del hecho, educativo mismo. Ya lo
decía Pablo VI, sólo educan los testigos, un maestro educa en la medida
que es testigo comprometido.

En el mundo de las comunicaciones frecuentemente se muere de soledad, como


dice un escritor latinoamericano, Galeano, mientras media humanidad se
muere de hambre de pan, otra media se muere de hambre de abrazos. En
esta situación el hecho educativo puede rescatar al niño o al joven de la
soledad y del sin sentido, en la medida en que el educador sea capaz de
relaciones profundas.

La pedagogía divina siempre está a favor de la vida, de una vida nueva y


abundante. El amor de Dios por el hombre se manifiesta en el cuidado de
la vida amenazada, en el rescate y en la salvación. Este término que no es
muy comprendido hoy, porque fue abusado en el pasado, hace referencia
en términos más comprensibles hoy que Dios siempre apuesta a la
construcción de una vida nueva y lo hace situándose en diálogo de persona
a persona. Innumerables ejemplos de este rasgo podemos encontrar en el
Antiguo y Nuevo Testamento. Cada vez que Dios llama a alguien o se mete
en su historia, lo hace con la finalidad de proponerle una vida nueva. y más
humana para él y/o para su pueblo,

Así fue llamado Abraham, .luego Moisés, y más tarde


cada profeta, todos fueron sacados de su vida
estrecha e invitados a la construcción de una nueva
vida de horizontes más amplios, al propio Job, luego
de su tragedia y de su enfrentamiento con Dios, le es
concedida una nueva vida en salud y abundancia.

Del Nuevo Testamento sólo mencionaremos algunos de los muchos ejemplos: el


llamado a Mateo, el recaudador de impuestos: el cambio generado en
Zaqueo, el usurero, cuando es visitado en su casa por Jesús; el paralítico
al que se invita a tomar su camilla y andar; la mujer adúltera a quien se le
perdona e invita a una nueva vida. Si, Dios se expresa siempre liberando y
dilatando, ensanchando los corazones, las visiones, las vidas de quienes
aparecen a su lado.

Este modo de actuar de Dios, esta su pedagogía para con el hombre, es la que
nos inspira a los educadores en nuestro ministerio: la educación debe
propiciar, como ya lo vimos, una liberación integral.

36
La educación no puede ser instrucción o mero comercio de información,
la auténtica educación promueve el cambio de vida de condiciones
menos humanas a más humanas, es siempre invitación a la
expansión, a la creación, a la esperanza de un futuro aún inédito,
tantas veces desconocido, pero seguro que más pleno y más
conforme a la dignidad humana.

Solemos preguntamos entre los educadores, cómo hacemos cargo de


toda vida y en todas las vidas que se confían a la educación, en
nuestros pueblos donde la vida está amenazada desde distintos
frentes,

Esta responsabilidad tiene que cultivarse desde los primeros años del
niño, acompañando su proceso de desarrollo, para que reconozca,
asuma y defienda la vida como el don de Dios por excelencia y
aprenda a concretizar esta misión, en solidaridad humana, respeto
y cuidado exigente de la creación y en hacer habitable nuestro
mundo para las generaciones futuras.

Esta llamada se relaciona con la formación integral, con el hacer crecer


los gérmenes de vida, con la búsqueda de relaciones humanizantes
con el medio ambiente, el construir la paz y la justicia social. La
organización del currículo tiene que recoger esta responsabilidad
para con la construcción y desarrollo de una nueva vida más
dignamente humana.

En la pedagogía amorosa del Padre encontramos otro rasgo, la


manifiesta tensión entre responsabilidad y gratuidad. Dios siempre
es el que toma la iniciativa de comunicarse con el hombre y de
plantearle una nueva posibilidad más humana de existencia, en
este sentido Dios siempre se está regalando, entregando
gratuitamente al hombre. Pero, por otra parte en su diálogo con él le
plantea responsabilidades, exigencias de una vida nueva, ya lo
vimos al hablar de la teología de la alianza.

A la vez que Dios se comunica y revela su voluntad salvífica, permanece


de algún modo oculto, no se deja tomar y manipular por el hombre.
En este sentido le enseña que su amor es incondicional pero
gratuito, Dios sigue siendo otro, el Otro.

Sería interesante reflexionar este rasgo, trasladándolo al hecho


educativo. Sólo dejaremos ahora una pista: el educador tiene que
moverse en el delicado equilibrio entre establecer relaciones

37
profundas y confiables, por una parte, y, por otra, mantener una distancia
que permita a cada uno seguir siendo quien es, respetando la libertad y
gratuidad de la relación humana. Otra tensión importante en la pedagogía
del Padre es entre realización y promesa.

Cada vez que Dios se acerca al hombre lo hace con un signo visible, hay una
realización, una "prueba" de su presencia. Pero nunca termina ahí la
comunicación, siempre lanza a su pueblo hacia el futuro con una promesa.
Es la dinámica que ya hemos mencionado antes del "ya pero todavía no".

Esta dinámica aparece muy clara cuando Jesús habla del Reino,
pero la encontramos ya en el Antiguo Testamento, cuando
Dios libera por medio de Moisés a su pueblo esclavo en
Egipto realiza un signo grandioso, los judíos lo celebrarán
cada año, haciendo memoria de la hazaña de su Dios. Pero
la salida de Egipto era sólo el comienzo de la gran aventura,
habrá que esperar cuarenta años antes de alcanzar la
promesa de la tierra prometida, y una vez allí emprender otra
nueva gesta.

Cuando los profetas interpretan la situación dolorosa del pueblo como palabra de
Dios dirigida a ellos, tampoco se quedan en esa revelación, sino que los
profetas son portavoces de Dios que siempre les anuncia algo por venir.

Del mismo modo en la educación se produce siempre algo nuevo, aparece una
nueva luz que permite comprender mejor la realidad, hay una realización
visible inmediata. Pero, no podemos engañamos y adormecemos allí, ni los
educadores ni los educandos, tenemos que aprender juntos a esperar y a
mirar más lejos.

También en este sentido Dios nos enseña que la última palabra es la suya, que
el tiene un sueño para nosotros y que ese sueño es mayor que el más
ambiciosos de los nuestros. De ahí que el cristiano se debe comprometer
históricamente, se debe insertar en las luchas de su pueblo y
acompañarlas, pero no conformándose con ningún proyecto social y
político. Su mirada siempre debe ser crítica y su espíritu estar dispuesto a
ser movido por el Espíritu de Dios que siempre sueña una utopía mayor.
Educar en la utopía será para nosotros educar en la espera de una
promesa siempre por cumplirse.

38
3.3. El Hijo pedagogo del Reino

Jesús es el prometido y esperado de los tiempos, el mismo


Dios que se fue acercando y hablando al hombre por
distintas mediaciones, "llegada la hora" envía a su
propio Hijo, su propia Palabra, Dios verdadero como
rezamos en el Credo.

En Él la pedagogía divina alcanza su punto culminante a través de la kénosis y


la Encarnación. El himno a los Filipenses canta desde las primeras
comunidades cristianas este descubrimiento. La kénosis es la forma en que
Dios entra en la historia propiamente humana, haciéndose uno más, Dios
se hace hombre para deificar al hombre.

Jesús no sólo fue original como maestro (Cf. Lc 2,11; Mc 14,14; y Mt 26,18); fue
formado en la escuela del hogar de Nazaret, fue un conocedor de su
mundo social; su sabiduría le provenía de una profunda experiencia de
Dios como Padre, Abba. Como verdadero maestro trajo una novedad:
enseñó a sus discípulos una nueva doctrina, con autoridad, con su vida y
con su ejemplo. Aquéllos continuaron la pedagogía que recibieron en la
experiencia directa que tuvieron con el Maestro.

Dicha pedagogía fue consignada después por ellos en los evangelios, donde
encontramos los rasgos fundamentales de la pedagogía de Jesús: acogida
del otro, en especial, del pobre, del pequeño, del pecador como persona
amada y buscada por Dios; el anuncio del Reino; “un estilo de amor tierno
que libera del mal y promueve la vida; la invitación a vivir firmes en la fe en
Dios, alegres en la esperanza y comprometidos en el amor al prójimo; el
empleo de recursos propios de la comunicación interpersonal, como la
palabra, el silencio, la metáfora, la imagen, entre otros” (Cf. Congregación
para el Clero, Directorio general para la catequesis, No. 140).

La pedagogía de Jesús es una pedagogía centrada en la


persona humana de manera integral. En nuestro
tiempo, la pedagogía se centra más en el concepto
que en la persona humana, se caracteriza por el
encuentro profundo que modifica al otro, que lo
hace nuevo, pero es también propio de la
pedagogía de Jesús el dejarse encontrar, abordar
por la gente.

39
Veamos algunos ejemplos de esas peculiares relaciones que establece Jesús en
sus encuentros, el encuentro con los discípulos relatado por el Evangelio
según san Juan es profundamente iluminador:

Jesús pregunta: "¿Qué quieren?" - "Maestro, ¿”Dónde vives?", -"Vengan y lo


verán". Jesús tiene la iniciativa en el diálogo iniciando una cadena de
relaciones interpersonales y de encuentros, en los que descubren los
discípulos no sólo un rostro nuevo de Dios, sino el Corazón de Dios en
Jesús, hecho compasión, misericordia, ternura. Todos los signos de
salvación tienen esta característica, se dan en esta dimensión de
encuentro, de relación interpersonal.

Profesor: ¿quién eres?, eso es lo que pregunta el niño, no


cuánto sabes. Necesita encontrarse con la persona del
educador. Como seres humanos vivimos en la, fe,
necesitamos creer en los demás y recuperar
constantemente la experiencia de creer y de confiar; más
aún ahora los niños y los jóvenes, heridos de distintas
maneras por las incoherencias de la sociedad, por la
socialización de la mentira, por las fragilidad de las
promesas, por la teorización de la vida, necesitan creer en maestros
confiables. El maestro debe manifestar su opción y desde dónde la vive.
Decir educar es dar cuenta de la propia opción: "ven y lo verás".

"Hemos encontrado al Mesías": El texto de Juan 1, 35-51 repite la palabra


"encuentro" varias veces, y tiene efecto multiplicador, pasando la
experiencia vivida de uno a otro; expresa el mutuo reconocimiento, el dar
un nombre, personalizar la relación.

El hecho educativo es una relación personal, un encuentro humano, que facilita


el auto descubrimiento, que saca del anonimato y de la aparente
insignificancia a las personas, Jn.1, 47-50 Y les hace vislumbrar "cosas
mayores".

Desde la persona de Jesús y en el terreno educativo necesitamos construir


identidad personal- humano- cristiana, y esto en medio de una situación en
la que el fin justifica los medios, en medio del cinismo, la resignación o la
pusilanimidad, el miedo a soltarse, a crear, a hacer nuevas propuestas; es
urgente proponer la educación como proceso humano integrador.
Necesitamos trabajar la resiliencia o capacidad de enfrentar los conflictos
sin herimos, preservar la suficiente salud del yo, del espíritu, en situaciones
difíciles de crisis, de estrés, sin buscar culpables. Necesitamos construir

40
presente, futuro en conjunto, sin que el núcleo de nuestra identidad se
destruya. La identidad debe hacerse densa para hacer frente a la violencia
de todo tipo.

Desde Jesús, que vive con lucidez, responsabilidad y a


fondo su misión, tenemos que ir aprendiendo a
despertar en cada vida un proyecto de esperanza,
que se sepa traducir en esperanzas históricas, en el
ámbito personal, social, cultural etc. Para ello buscar
el apoyo de otros.

Otro encuentro, el encuentro de Jesús con el Joven rico, Mc. 10, 17-22, es toda
una metodología que lleva al joven a un encuentro consigo mismo, lo
remite a su conocimiento previo sobre la ley; lo confronta acerca de su
experiencia de lo bueno y le manifiesta su amor.

No hay reto al crecimiento sin amor, "estamos en la vida desde lo que sentimos,
no desde lo que pensamos de ella". Es importante movilizar esa dimensión
de ternura y de "sentir con", de empatía. Desde allí se asume un
conocimiento propio, se da la aceptación de "limitaciones y posibilidades";
desde esta dimensión se experimenta el miedo y la alegría, valoramos lo
que somos (salmo 8). Hay toda una veta para humanizar el mundo de la
tecnología desde el componente afectivo; éste es prerrequisito del
comportamiento ético. Hace falta un movimiento afectivo fuerte para que
sea posible la paz, la justicia.

Tenemos que revisar la cultura de la escuela, los mensajes cotidianos, el


currículo oculto. El texto nos dice también lo que es el aprendizaje mismo:
que el joven quiera, sienta, piense, que dude, que pregunte, que sepa que
lo que está aprendiendo tiene relación con su vida. Es importante saber por
qué y hacia qué. El trabajo en actitudes se cuida en Primaria, pero no se ha
hecho el mismo esfuerzo en Secundaria y, por otra parte, hay más
insistencia y cuidado en niñas y no en niños. La atención a la subjetividad
es un ingrediente básico en la educación.

En la pedagogía de Jesús otro rasgo sobresaliente es su "palabración" al decir


de Paulo Freire, una palabra- acción, una palabra performativa que hace lo
que dice, que libera. Decía el pedagogo brasileño refiriéndose a la
pedagogía de Jesús: Verbo encarnado, Verdad El mismo, la palabra que
emanaba de Él no podía ser una palabra que, una vez dicha, se podía decir
que 'fue', sino una palabra que siempre seguía siendo"

41
Veamos el encuentro de Jesús con el ciego de Betsaida, es un
hecho educativo liberador muy sugerente. Fijémonos en
los gestos: "tomando al ciego de la mano, le sacó fuera
del pueblo, habiéndole puesto saliva en los ojos, le
impuso las manos y le preguntaba ¿ves algo? (Mc. 8, 22-
23).

La concreción es otro aspecto muy importante, los educadores


tenemos el riesgo de hacer de la educación una teoría, algo a enseñar
verbalmente, desvinculada de la práctica. Necesitamos revisar
permanentemente nuestra práctica pedagógica.

Jesús nos enseña a mirar el mundo y acogerlo desde su Corazón, con sus
sentimientos. No hay otra manera de ser educadores humano-cristianos,
sino desde la vivencia de una relación personal con Jesús. Esto hace de la
educación una evangelización.

Los valores se aprenden viviéndolos. La habilidad para hacerlos presentes en


todo el proceso educativo, en la propuesta pedagógica y en la gestión
institucional, les dará concreción, realismo y responderá a la necesidad de
coherencia que tiene la juventud.

En otros casos Jesús dice "vete en paz, tu fe te ha salvado",


o "tus pecados te son perdonados" y esto obra la
curación inmediata del que había acudido a él con su
tragedia que lo paralizaba, que lo deshumanizaba. En
todos los casos la palabra del Señor es eficaz, incluso
cuando luego de darle varios plazos a la higuera estéril
acaba por maldecirla.

Digamos también que la pedagogía de Jesús es pedagogía


de resurrección. La educación es resurrección, se
orienta hacia la vida y la vida en abundancia. Ayuda a recrear las personas:
" Joven levántate", "Toma tu camilla y a nda".

Educar, entre otras cosas, supone ayudar a asumir el conflicto básico entre
"muerte y vida y brindar experiencias que permitan asumir la dimensión
pascual de la vida. La vida es crecimiento, superación de estadios
anteriores, integración de estos en nuevas estructuras más complejas,
pero hay que saber morir a lo viejo para nacer a lo nuevo, hay que bajarse
de la camilla para empezar a caminar.

42
Mateo dejó la mesa de recaudador de impuestos para seguir a Jesús, otros
dejaron sus barcas, otros sus hábitos de hombre viejo. A Nicodemo se lo
invita a nacer de nuevo. En este morir a lo viejo para resucitar una vida
más amplia, consiste la educación liberadora.

La acción educadora busca hacer crecer la semilla de la paz


sembrada en el mundo por Jesús y con Jesús
Resucitado, suscitando relaciones lúcidas y sanas con
la propia intimidad personal, relaciones de igualdad, de
amor, de no dominación, de servicio con los demás y
relaciones de justicia y no violencia con la sociedad y la
naturaleza. Hay que morir las viejas actitudes para
nacer a las nuevas.

Esta pedagogía crea ambientes y relaciones que hace posible descubrir la


dimensión gozosa de la vida. Sus estructuras generan espacios de
gratuidad, hacen posible el silencio, la oración, la celebración. Se da un
acompañamiento desde la cercanía cálida y fraterna que genera seguridad,
confianza en sí mismo y apertura a los demás.

El educador es testigo de la resurrección en momentos de prueba de nuestros


pueblos. Sólo puede ser testigo de resurrección quien hace seguimiento,
discipulado, quien camina con Jesús, por eso el educador tiene una
relación personal con su Dios la privilegia. Es un contemplativo y aprende
día a día a mirar la realidad con los ojos y los sentimientos de Dios. Como
Jesús, busca caminos de comunicación, de diálogo, de cercanía, se
comunica profundamente y desde una vivencia profunda de fe; participa en
los sentimientos del otro y sabe acompañar humildemente desde la
realidad de los otros. Vive su vocación como envío y mediación, como
ministerio.

La experiencia del Dios Vivo en el corazón de la acción educativa se expresa en


acciones creadoras de vida, de novedad, de crecimiento.

La comunidad educativa que vive el espíritu de la resurrección, aprende día a


día a superar los conflictos y se siente enviada a anunciar a Jesús. Vive la
educación como camino y espacio para manifestar el amor de Dios.
Reconoce que tiene en su vocación educadora un potencial maravilloso.

Toda la palabra y la acción de Jesús se relacionan con la utopía de Díos a la que


llama Reino, éste es anunciado con palabras y gestos, el Reino es la razón
de vivir y de obrar de Jesús. Se trata de un modo nuevo de relaciones,
donde los ciegos ven, los sordos oyen, los paralíticos caminan y la Buena

43
Noticia de un Dios cercano y misericordioso se anuncia a los pobres. Se
trata de un estilo nuevo de vivir y de amar donde son bienaventurados
aquellos que el mundo viejo despreciaba.

La "Escuela" es un pequeño espacio donde el Reino se hace presente, y por eso


relaciona el proyecto institucional con el Reino, y con él se confronta
permanentemente, busca que el tiempo sea gozosamente productivo, sin
descuidar la gratuidad de las relaciones y actividades.

La escuela puede ser el laboratorio del Reino donde con audacia seamos
capaces, en tiempos difíciles, de realizar opciones valientes. Concebida así
la escuela, además de espacio - laboratorio, es también tiempo de gracia,
kairós.

La palabra del Señor aceptada, acogida y guardada en el corazón, al estilo de


María, pone en camino, libera del miedo, con ella se aprende a
desaprender y a reaprender, abre al cambio y alimenta la esperanza.

El Reino que Dios anunció por medio de su hijo y que hoy seguimos anunciando
y haciendo porfiadamente, privilegia lo nuevo dentro de lo simple, dentro de
nuestra cotidianidad, allí María, primera bienaventurada, ocupa un lugar
especial.

3. 4. El Espíritu Santo

La pedagogía del Espíritu,pedagogía vivificadora. El Espíritu


tiene como misión santificar, vivificar, dar vida, guiar a la
verdad, hacer posible la comunión, lograr la unidad en
medio de la diversidad. El trípode de la “pedagogía
divina” se completa con la acción del Espíritu, que por
ser una acción santificadora, dinámica y de vida, da
lugar a una pedagogía vivificante de la acción educativa.
Así, nuestro quehacer educativo es dinamizado e
inspirado por el Espíritu mismo de Dios. El Padre es
siempre creativo con su presencia y nos sorprende cada
día. Si la encarnación fue el camino de Dios hacia el
hombre, desde la resurrección, el Espíritu es el camino
de regreso del hombre a Dios. Contemplemos entonces
como el acto educativo, es acto salvífico fundamentado
en el amor que libera, da plenitud y vivifica.

44
Nuestra fe es trinitaria, de ahí que cuando procuramos explicitar la pedagogía
divina no podemos olvidar que quien sigue hoy enseñándonos a enseñar
es el Espíritu Santo.

Jesús antes de partir al Padre nos revela rasgos muy peculiares del otro
paráclito que ha de venir. El Evangelio según San Juan es pródigo en
expresiones para presentar al Espíritu y sus funciones en la comunidad que
nacerá de la muerte y resurrección de Jesús.

"Yo pediré al Padre y les dará otro Paráclito para que


esté con vosotros para siempre... no los dejaré
huérfanos" (Jn. 14, 16, 18) Este es el primer
rasgo del Espíritu, defensor, abogado, "goel" de
Dios a favor del hombre. Dios es fiel, Dios se
compromete para siempre con el hombre y no lo
deja jamás huérfano, sin defensor, por eso en
ese revelar y dar se va revelando y dando
siempre de un modo nuevo.

Si la Encarnación era el abajamiento al nivel del hombre, el anonadamiento para


hablar, comer, llorar y amar como hombre, esta entrega del Espíritu es el
camino de regreso del hombre a Dios que comienza con la resurrección y
la ascensión del Señor. Dios no sólo es fiel, es ingenioso en su fidelidad,
es creativo en su entrega, nos sorprende siempre más.

Esto es una pista interesante para nuestro quehacer educativo: educar es


ponerse del lado del débil, ser su paráclito, ser una presencia significante
que no elude responsabilidades y riegos, que los asume valientemente,
aun exponiendo la propia vida. Pero también con creatividad y con
inteligencia, capaz de sorprender y sorprenderse en la permanente
búsqueda de teorías y prácticas audaces y eficaces.

“Mucho tengo todavía para decirles, pero ahora no pueden con ello. Cuando
venga el Espíritu de la verdad, él les enseñará y los llevará a la verdad
completa" (Jn.16, 12-13).

El Espíritu, nos lo dice Jesús en esta despedida y por lo tanto en este su


testamento, es quien enseña, quien permite conocer verdaderamente lo
que ahora nos resulta incomprensible. El Espíritu es el revelador, el que
corre los velos de nuestra inteligencia y de nuestro corazón, es el
verdadero maestro que completará las enseñanzas del Maestro, y
enseñará desde el interior del hombre, porque como se dice más adelante

45
describiendo el primer Pentecostés "el amor de Dios ha
sido derramado en los corazones".

Esto es sumamente iluminador, nosotros los educadores


somos auxiliares de Dios en esto de educar, pero Él se
revela en el corazón del hombre y de la comunidad no
sólo por nuestra boca y nuestros gestos. Esto es una
gran lección de humildad, pero también un gran consuelo
y alivio, que nos habla de aquella tensión que ya
mencionamos entre responsabilidad y gratuidad.

El Espíritu es la base donde se sustenta el verdadero aprendizaje. Dios no nos


deja solos, Dios no deja de educar a su pueblo, Dios por medio de su
Espíritu sigue moviendo, animando, la historia con nosotros algunas veces
y a pesar de nosotros otras, con nuestros aciertos y con nuestros errores
Dios construye el Reino.

Quizá por esta razón el Resucitado sopla el Espíritu sobre la comunidad reunida,
temerosa, encerrada, y le regala la Paz. La presencia de Dios, del
Resucitado, del Espíritu derramado, siempre va asociada a la experiencia
de la Paz.

Esta paz no es ausencia de conflictos, los judíos seguían siendo una amenaza
para estos atemorizados discípulos de un hombre recientemente
asesinado. La paz no es ausencia, es presencia, presencia plena de Dios y
por lo tanto vivificante.

Cuando nos proponemos educar para la paz no estamos sólo pensando en la


ausencia de guerras, ni en la paz de los sepulcros, no pensamos en una
paz etérea, sino en una paz con espesor, densa, plena. Educar para la paz
es educar para la vida, para la posibilidad de una vida abundante y para
todos

El Espíritu mueve los corazones, anima, alienta, desinstala,


hace trascender y avanzar. El Espíritu es esencialmente
dinamismo.

El Espíritu Santo clave de libertad, porque es libre y liberador,


de este rasgo se ocupará en especial San Pablo.

Este Espíritu de la verdad no es patrimonio de nadie más que


de Dios, y tiene la libertad de Dios porque Él es una persona divina. De ahí
que cada descubrimiento científico, cada intuición política, filosófica o

46
teológica que contribuye a la humanización del hombre es obra y expresión
del Espíritu.

El Espíritu sopla cuando quiere y donde quiere, nada lo


sujeta, nada lo amordaza, es como el viento que se
cuela por todas partes, como el agua que se derrama,
como el aceite que penetra, como la luz que no puede
esconderse. Todas las imágenes que tenemos del
Espíritu nos hablan del poder y de la libertad de esta
persona de la Trinidad.

No hay educación sino es en libertad y para la libertad auténtica de los hijos e


hijas de Dios. La afirmación de la libertad humana es irrenunciable. Y es
valiosa esta certeza que tenemos los cristianos, pero que a veces
traicionamos, de que Dios y la libertad no se oponen, sino que se suponen.

Nietzsche tuvo que declarar la muerte de Dios para que el hombre se lanzara a
alcanzar su posibilidad y destino de superhombre. Sartre tuvo que postular
su ateísmo, tuvo que sacar a Dios del medio para darle al hombre una
libertad y una responsabilidad absoluta Nosotros en cambio afirmamos la
libertad humana desde la presencia y el amor de Dios que quiso al hombre
a su imagen y semejanza, que siempre le salió al encuentro al hombre para
liberarlo y proponerle elegir la vida.

Decir "Sí" a Dios, acoger en, nosotros su Espíritu, y hacer la experiencia de la


libertad es una misma cosa, al mismo tiempo la libertad se define en la
acción y está orientada a la acción. Elegir a Dios, aceptar su invitación, es
elegir la libertad y abrimos a un diálogo de libertades.

Antes hemos hablado de la necesidad de utopías para educar, y, ligado a esto,


la necesidad de un horizonte de esperanza, pues bien, quien alimenta la
utopía de generación en generación y de cultura en cultura abriendo
siempre a un plus, es el Espíritu.

El Espíritu Santo es el gran soñador, el que desde el principio aleteaba sobre las
aguas soñando un cosmos, una tierra, vida y vid humana. El Espíritu
alentó los sueños pobres de un pueblo y los fue trocando por sueños más
altos. El Espíritu desciende en el bautismo de Jesús en el Jordán y anuncia
la locura de que allí está el Hijo amado de Dios. El Espíritu mueve a los
discípulos después de la resurrección a anunciar algo increíble por toda la
tierra.

47
El Espíritu, en fin, hace al hombre aspirar a un cielo nuevo y una tierra nueva. El
Espíritu es el gran pedagogo de la utopía, el que nos enseña a soñar
sueños grandes y desbarata nuestras pequeñas o mediocres ambiciones,
por eso el verdadero educador es siempre el Espíritu y nosotros sus
auxiliares. Pero, ¿cómo hace esto el Espíritu? Convirtiendo los hechos en
signos.

Enseñando al hombre a leer tales signos de los tiempos, de la historia. Donde


sólo vemos escombros, el Espíritu nos hace ver lo nuevo que puede
construirse allí, donde sólo parece haber oscuridad, el Espíritu enciende una
luz de esperanza, donde sólo percibimos error y fragilidad, Él deja entrever
que esa realidad también está preñada de verdad y es portadora de
fortaleza... No hay muerte sin vida, no hay cruz sin Pascua, nos lo recuerda
continuamente el Espíritu, porque frecuentemente lo olvidamos.

En esta hora difícil de los pueblos del Tercer Mundo y del mundo todo, en esta
hora crucial de la educación, dejémonos mover, alentar, enseñar y defender
por el Espíritu, para ello pidámosle la capacidad de leer los signos en su
clave, que es la de Dios.

48
Antes de continuar con el 4° eje temático “Misión Educacora de la Iglesia”,
es necesario desarrollar el ejercicio de conceptualización con base en
esta herramienta

¡Empieza a trabajar!

PAUTA PARA LA ELABORACIÓN DE UN CONCEPTO NUEVO

1. Nombre del concepto

2. Sinónimos del concepto:

3. Atributos del concepto:

4. Ejemplos del concepto:

5. No ejemplos del concepto:

6. Ejercicios para evaluar el concepto:

7.Enuncie uno o varios principios


teóricos que fundamentan el
concepto:
8. Mi definición del concepto:

9. Recomendación:

A continuación encuentras la explicación a cada paso


Lee atentamente

49
1. Escriba el nombre del concepto.
2. Proponga sinónimos para el concepto.

Una definición es un contexto determinado, proporciona a su vez, los atributos de


criterio del concepto nuevo expresado en otras palabras. Si el concepto es
presidente se podría igualar el significado del concepto a cualquier cosa que
signifique “Jefe de Estado”, “Mandatario”, “Jefe de la República”, etc.

3. Definición dentro del contexto del autor


Se espera que usted escriba con sus propias palabras lo que significa el concepto
que está trabajando, respetando el contexto en el que el autor lo usa.

4. Proponga atributos.
Atributos son las características comunes o propiedades observables de los
objetos, acontecimientos o ideas. A partir de la lectura, establece un juego de
relación entre sus saberes previos y la nueva información que permita señalar los
atributos o propiedades que su juicio caracterizan el concepto.

5. Dé un ejemplo de lo que es y lo no es según el concepto

Los conceptos permiten ser incluidos según sus atributos dentro de la categoría.
El concepto “negro” permite clasificar las cosas en “negro” y “no negro”. Con el
concepto fruta podemos clasificar en “fruta” y “no fruta”. La identificación del
atributo es fundamental para incluir o excluir un elemento en una clase. Los
elementos que se incluyen son los “ejemplos” y las que se incluyen son los “no
ejemplos” ambos constituyen el contexto para la formación de conceptos.

6. Proponga un ejercicio para evaluar el concepto


¿Qué ejercicio propondría para identificar que un grupo de estudiantes maneja
este concepto? Usted puede plantear preguntas, diseñar un estudio de caso,
pedir una aplicación, etc.

7. Justificación de la utilidad del concepto


Aplique por qué considera, que este concepto tiene aplicabilidad a su contexto
profesional. Por ejemplo, qué problema le ayuda a solucionar?

50
La acción liberadora y educadora de Dios comunidad se sigue encarnando en la
historia humana a través de diversas mediaciones. Estas van expresando
con diversa densidad la única acción salvífica del amor de Dios para con el
hombre. Ello constituye el centro de la teología de los signos de los tiempos
y del tema patrístico de los vestigios del logos esparcidos por el mundo.

4.1. La Iglesia sacramento de Cristo.

La Iglesia ha sido convocada por Dios Padre, a través


de su Hijo y con la animación del Espíritu Santo,
para que continúe la misión evangelizadora y
educadora de Jesús.

La Constitución Dogmática Lumen Gentium cuando la


Iglesia trata de definir su identidad la inicia
comprendiéndose como misterio-sacramento
destacando que la Iglesia es en Cristo como un
sacramento o sea, signo e instrumento de la íntima
unión con Dios y de la unidad del género
Humano"(LG 1).

Ciertamente el concepto de Misterio en la Escritura y la patrística tiene diversas


connotaciones, Misterio Sacramento es el proyecto da Dios manifestado en
la historia (Cor. 4, 1; Rom. 6, 25; Col. 1, 25; Ef. 3, 4-8) Y plenamente
realizado en Cristo. Puede significar los diversos hechos significativos de la
vida y acción de Cristo o designar las fases de la realización del plan de
Dios: el tiempo de la promesa-alianza y del profetismo, el tiempo de Jesús,
el tiempo de la Iglesia como tiempo de la acción del Resucitado y del
Espíritu, el tiempo de la realización de la utopía del Reino de Dios (la
escatológica).

Se le aplica a la Iglesia como sacramento fundamental en cuanto asociada al


misterio de Cristo, del Espíritu o a la Trinidad, y a los acontecimientos

51
salvíficos celebrados en la liturgia, y en este sentido se le atribuye
fundamentalmente a los siete sacramentos de la Iglesia, a través de los
cuales concretiza, para las diversas situaciones de la vida humana, su
condición de ser sacramento de Cristo historizando el plan de salvación y
comunicando la gracia divina.

Pero también se aplica a las verdades cristianas reveladas que en cuanto tal son
conocidas pero inaccesibles a la razón humana aún en su condición de
manifestadas.

La nota característica del misterio es por una parte el proyecto de amor de Dios a
todos los hombres, manifestado, de un modo exclusivo y único, en la
persona de Cristo: su encarnación, sus elecciones por los pobres y
desplazados, su palabra y su plena realización en el misterio de su Pascual.

Por otra parte es ese proyecto (utopía) en cuanto


revelado y realizándose históricamente a través de
gestos, palabras, personas (principalmente por los
apóstoles y profetas) e instituciones (Cor. 4, 1;
Rom. 6, 25; Col. 1, 25; Ef. 3, 4-8) y concretizado en
la Iglesia sacramento universal de salvación.

La Iglesia es Misterio y Sacramento en cuanto que toda


su realidad humano y divina, temporal y espiritual,
se ordena a ser signo e instrumento del Reino
implantándose en nuestra historia por su presencia
y acción

En síntesis la Iglesia Misterio y Sacramento se da por cuanto está referido al plan


eterno del Padre respecto a la salvación universal, a la acción de Cristo y del
Espíritu y a la proclamación realización del Reino de Dios - histórica y
escatológica del cual la Iglesia es "germen y principio en la tierra"(LG.5),
pero que no se identifica o agota con ella.

La dimensión visible e histórica (Personas, hechos, palabras, organización) son


mediaciones del Misterio oculto en Dios y dado a conocer al hombre por
Cristo. Son las formas vinculantes que Dios va eligiendo para actualizar la
manifestación de su designio de amor, en analogía a la naturaleza humana
Jesús en la Encarnación. El Misterio de la Iglesia es su ser Cuerpo
organizado, Pueblo de Dios. Desde este aspecto lo sacramental es una
dimensión que permea toda la realidad eclesial. Todo está en vistas a

52
mostrar el Misterio de comunión del Hombre con Dios y de los hombres
entre sí.

En definitiva la Iglesia es sacramento en cuanto que en ella, como dirá Leonardo


Boff, "se cruzan todos los misterios. Ella constituye el espacio donde dichos
misterios son concienciados, vividos, celebrados y anunciados a los
hombres”1.

Así pues su ser y su acción se identifican con el ser


sacramento, signo e instrumento de comunión con
Dios y de los hombres entre sí. Ella ha sido
convocada por Cristo para ser continuadora de su
acción evangelizadora y esta es una concreción
histórica de su sacramentalidad por cuanto que, a
semejanza de Cristo en quien "todos los aspectos de
su Misterio (...) forman parte de su actividad
evangelizadora" 2, su ser y su misión se identifican
con su tarea de evangelizar:

"Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación


propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella
existe para evangelizar; es decir, para predicar y
enseñan, ser canal del don de la gracia, reconciliar a
los pecadores con Dios...

Predicar y enseñar son dos aspectos que expresan dicha sacramentalidad con
tanta densidad como su misión de santificar o de conducir la historia hacia la
plena realización en Cristo. Es la forma histórica de su ser profecía y
realización. Porque la palabra anuncio es palabra viva y eficaz que convoca,
concita, Página: 53
EN 14 congrega: crea nuevas relaciones, es instrumento y realización de
nuevas comuniones. Enseñar en la Iglesia es proclamar no solo verdades
sobre el misterio Dios sino incorporarlo en el ser y actuar como cristianos.

4.2 Iglesia Pueblo de Dios en marcha.

La Iglesia también se descubre como Pueblo de Dios. Y es y se reconoce (sabe)


Pueblo de Dios por El elegido y lo ha refundado con el nuevo Pacto en la
Pascua de Cristo. Como pueblo mesiánico tiene” por Cabeza a Cristo", por
suerte "la dignidad y la libertad de los hijos de Dios", "como fin la dilatación
del Reino de Dios, incoado por el mismo Dios en la tierra". Como pequeña

53
grey (“es el germen firmísimo de unidad, de esperanza y de salvación para
todo el género humano” y ha sido “constituido por Cristo en orden a la
comunión de vida, de caridad y de verdad. Es empleado por El como
instrumento de la redención universal y enviado a todo el mundo como luz
del mundo y sal de la tierra (Cf. Mat. 5, 13-16" (LG. 9).

Todos los que siguen a Cristo están involucrados en esta identidad y misión.
Todos los bautizados participan del sacerdocio común (LG 10), del don
profético de Cristo y de los dones y carismas que origina el Espíritu Santo
para la edificación de la Iglesia (LG.12.). Todos reciben la misma vocación a
la Santidad vivida según la propia condición (LG.)

Al mismo tiempo en este Pueblo, el Espíritu, hace que


existen diversos ministerios y servicios ordenados
al crecimiento de la Iglesia y a la transformación
del mundo. Y la distinción se da en cuanto a la
función y no respecto a la dignidad y a la acción
común de los fieles. Cada uno participa de
manera peculiar de la misma dignidad de Hijos de
Dios y de la misión de la Iglesia (LG 32).

Para la reflexión teológica desde América Latina esta dimensión de Pueblo de


Dios elegido por Cristo y animado por el Espíritu Santo, Sacramento de la
Trinidad es vivenciado como "Pueblo familia de Dios"(P.238), que responde
a una necesidad básica del hombre latinoamericano de sentirse y ser familia.

Esta característica se realiza significativamente (sacramentaliza) en las distintas


mediaciones históricas: la familia como "Iglesia Doméstica"(P. 589, 601,
639)4 "las comunidades de base" (D.P.640-642) donde se hace posible - a
nivel de experiencia humana- una intensa vivencia de la realidad de la
Iglesia (P. 239; 261). Las parroquias (comunión de comunidades) lugar en
que los hombres no sólo se "sienten" sino que se "hacen" -real, profunda y
ontológicamente- "Familia de Dios" (D.P.240, 644ss). La Iglesia local porción
del Pueblo de Dios, presidida por el obispo, en quien se encuentra y opera
verdaderamente la Iglesia de Cristo. (D.P.645).

Desde ella, animada por el Espíritu Santo, se vive la filiación en Cristo (P.240), la
fraternidad (P. 241) Y la comunión y participación en el ser y actuar (P. 243),
la riqueza de diversidad en la unidad (P. 244), la ministerialidad de los
carismas que están al servicio de la unidad de la Iglesia y para que todos
tengan vida (P.249).

54
Así histórica, sociológica y teológicamente analizado este pueblo surge como
Comunión de comunidades o como el conjunto de diversas comunidades –
comunión que se reúnen en el nombre del Resucitado y son asiduas a la
escucha de las "enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, a la fracción
del pan y a las oraciones y dan testimonio, con gran poder, de la
Resurrección de Jesús (Hch) 2, 42; 4,32-35).

Este pueblo de Dios es convocado para llevar a término la utopía de la


construcción del Reino de Dios cuya manifestación definitiva será la "la
comunión de todos los hombres en Cristo" y que en lo concreto de la historia
se hace esfuerzo constante por anunciar, enseñar congregar, unir, discernir
la presencia de Cristo entre su Pueblo y fundamentalmente en su pueblo
sufrido y sufriente.

4.3 La Iglesia discípula madre-maestra.

Esa asamblea (EKLESIA) que se congrega convocada por


el Resucitado está atenta a vivir su condición de
discípula a través de un proceso constante de
acogida de la buena Nueva por la cual se reúnen en
nombre de Cristo para buscar juntos el reino,
construirlo y vivirlo. Ella misma necesita estar
evangelizada y comienza por evangelizarse a sí
misma porque tiene "necesidad de escuchar sin cesar
lo que debe creer, las razones para esperar y el
mandamiento nuevo del amor" (EN 15).

Pero hay una condición de Madre y Maestra que la Iglesia lleva en si mismo como
parte integrante de su misión que se especifica en "engendrar hijos, y
educarlos y regirlos, guiando con materno cuidado los individuos y los
pueblos"(M et M. 1) 5. Toda la acción educativa de la Iglesia, y
fundamentalmente su enseñanza social, se inserta en este dinamismo de
madre que se preocupa por sus hijos sobre todos del más débil y de maestra
que educa a sus hijos y a los pueblos.

El compromiso educativo es un dinamismo que tiene su fuente en la misión de


evangelizar y transformar que tiene la Iglesia y en el hecho de que el hombre
es camino necesario para la Iglesia. El hombre, en cuanto sujeto situado en
un contexto y protagonista de su futuro, es el camino necesario que la Iglesia
debe recorrer. En este proceso de reflexión y nueva conciencia sobre la
educación y en particular eclesial en América Latina se van desarrollando

55
nuevas perspectivas que enriquecen la Teoría y la praxis educativa de la
Iglesia.

4.4. Comunidad eclesial y educación liberadora.

Medellín N°6 partiendo de una búsqueda de una nueva y más intensa presencia
de la Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del
Concilio Vaticano 1/, (Introd.8) "fija muy especialmente su atención en la
Educación, como factor básico y decisivo en el desarrollo del Continente 7

El horizonte de referencia desde el que se sitúa su lectura de la realidad educativa


es el vector que orienta el compromiso de la Iglesia con su pueblo: las
contradicciones que surgen de la dialéctica opresión - desarrollo integral-
liberación.

Desde este lugar teológico propone una "visión de la educación más conforme
con el desarrollo integral que se propugna para el continente y a esta se la
llama educación liberadora". La educación un medio clave para liberar a los
pueblos de toda servidumbre y hacerlos ascender de condiciones menos
humanas a más humanas y es también un medio de construcción de la
persona en Cristo.

Es comprendida desde dos contextos: de la misión de la Iglesia y del concepto de


liberación como proceso de "crecimiento humano que nos acerca a
reproducir la imagen del Hijo, como anticipo de la plena redención de Cristo".
(Ed.9) La meta del desarrollo del hombre, según el designio de Dios, es que
alcancemos todos "la estatura del hombre perfecto". La educación al ser
liberadora es ya anticipo de la plena redención de Cristo.

La educación liberadora tiene una relación de continuidad en el proceso de plena


humanización y esta tiene como meta y fin el Cristo Pascual, imagen del
Dios invisible.

También en Medellín, influenciado por la concepción de desarrollo de Populorum


Progressio, N° 8 la educación sólo forma parte de la misión eclesial en la
medida en que es educación cristiana o sea explícitamente orientada a
Cristo.

La educación liberadora es situada en la misión de la Iglesia desde dos


perspectivas. Como educación cristiana, a la que tiene derecho todo
bautizado, a fin alcanzar la maduración en la fe. Como Iglesia servidora de
todos los hombres colabora en su camino para el desarrollo integral de la

56
persona desde la tarea de promoción humana. Es liberadora por cuanto se
dan una serie de condiciones que hace de la Educación liberadora una
mediación necesaria para que América Latina pueda redimirse de las
injustas servidumbres y desarrollarse integralmente.

Convierte al educando en sujeto de su propio desarrollo.

Es creadora y personalizadora por cuanto concientiza sobre la dignidad


humana promueve la libre autodeterminación y el sentido comunitario.

Abierta al diálogo.

Capaz de valorar y rescatar lo local y nacional en el contexto de lo


continental.

Capacitar para el cambio permanente y orgánico.

Esa misión de la Iglesia es actuada en diversos medios e instituciones educativas.


La segunda Conferencia del Episcopado lo deja muy claro en el documento
Medellín que señala algunas características para que las escuelas y sus
comunidades educativas desarrollen una educación eclesial liberadora.

Educación liberadora:

1. La escuela y los centros educativos no agotan la misión


educativa de la Iglesia y ésta no se identifica con ninguno de
los instrumentos concretos

2. La democratización de la Escuela católica que se expresa entre


otras cosas por la inclusión y la participación de los padres en las actividades
y organización de los centros docentes, de los alumnos, desarrollando su
protagonismo personal o desde movimientos de jóvenes.

57
3. Ser una verdadera comunidad abierta e integrada a la comunidad local, nacional
y continental .

4. Desarrollar la participación desde la comunidad


educativa .

5. Dinámica, renovadora y vivencial.

6. Abierta al diálogo (pluralista).

7. La escuela como punto de partida de un


desarrollo más orgánico y abarcativo de la
sociedad.
8. Defensora de los derechos de los padres a la libre elección de la escuela para
sus hijos. (Cf. DM N°s 11 al 19).
Pero también se la considera como acción organizada, proyectada e inserta en la
dinámica pastoral de la Iglesia local. La pastoral educativa integrada a la
pastoral orgánica de la Iglesia local ha sido una de las grandes visiones de
Medellín.
En efecto, al centrar la reflexión teológico- pastoral desde la consideración de la
naturaleza de la Iglesia en cuanto misterio de comunión, se ha posibilitado la
comprensión orgánica de su misión evangelizadora que pasa a ser una acción
eficaz y complementariamente desarrollada desde múltiples funciones,
ministerios y carismas pero al servicio de la comunión y actuando en forma
solidaria.
El misterio de comunión y la misión de la Iglesia se concretiza para un tiempo y un
lugar, a través de la Pastoral. La pastoral de la Iglesia que ha de "ser
necesariamente global, orgánica y articulada" y que designa como Pastoral de
conjunto" es toda esa obra salvífica común exigida por la misión de la Iglesia
en su aspecto global", actuada en distintas pastorales específicas y entre sí
subsidiarias y coordinadas.
La dimensión y dinamismo sacra mental del Pueblo de Dios
misterio de comunión se actúa en su Pastoral orgánica y
de conjunto y en ella se especifica la misión educativa
de la Iglesia como Pastoral educativa.
De esta forma la dimensión pastoral de la Iglesia asume una
forma específica que es la pastoral educativa que en
cuanto tal realiza toda la misión de la Iglesia a través de
una comunidad cristiana que asume la mediación de la
educación liberadora como vehículo de promoción y
evangelización de la persona, la comunidad y la cultura
local.

58
4.5. Iglesia que educa evangelizando
En Puebla se plantea los nuevos desafíos que emergen para la evangelización en
el presente y el futuro de América Latina.
Esta Iglesia signo sacramento, Pueblo y familia de Dios es también definida como
"escuela de forjadores de historia" porque es "lugar donde se aprende a vivir la fe,
para impulsar eficazmente con Cristo la historia de nuestros pueblos hacia el
Reino.
En continuidad con Medellín asume y completa la noción educación
liberadora definiéndola como evangelizadora. Y la considera
parte integrante de la evangelización, en ella se continúa la
misión de Cristo, aun cuando no la reconoce como parte
esencial, sino ligado a su contenido integral.
La tarea educativa busca como finalidad inmediata la promoción de
la cultura que humaniza. Y personaliza al hombre. En este
sentido Puebla maneja los términos de educación y
evangelización sin lograr una reversibilidad explícita. Sin lugar
a duda para Puebla es claro que la Iglesia educa
evangelizando, por cuanto que evangelizando, llamando a la conversión
construye en humanidad.
La evangelización es educativa. Pero también se puede plantear que, en cuanto
que la acción educativa es definida como educación evangelizadora la Iglesia
evangeliza educando. La educación liberadora evangelizadora abre al hambre
a la plena participación en el Misterio de Cristo Resucitado.
Pero no toda educación es evangelizadora. Por ello Puebla señala características
que identifican la Educación liberadora evangelizadora. Para ser
evangelizadora debe:

 Humanizar y personalizar al hombre. Esta condición que


posibilita crear en el hombre el lugar donde pueda
revelarse y ser escuchada la Buena Noticia.
 Ejercer una función crítica y ser educación para la
participación y la justicia. Convertir al educando en sujeto
del desarrollo personal y comunitario, y ser educación para
el servicio.

59
Criterios de identidad según el Documento de Puebla:
 Al pertenecer a la misión evangelizadora de la Iglesia debe anunciar
explícitamente a Cristo Liberador. (DP.1 031).
 Ha de mirar la situación histórica y concreta del hombre y buscar formar sujetos
fuertes y coherentes para vivir las exigencias de su
bautismo.(DP. 1032)
 Entre sus objetivos prioritarios está el formar agentes para el
cambio permanente y orgánico. (DP. 1033).
 Que respete el derecho inalienable de todo hombre a una
educación que responda al propio fin, carácter y sexo.
(DP.1034).
 Reconocer a la familia como primera responsable de la
educación. (DP.1036).
 Ha de ser libre para que toda persona y comunidad ejerza el
derecho a la verdad (DP.1037)
 Por lo cual el estado garantizará una participación equitativa de los servidos no
estatales en el presupuesto educativo que posibilite la elección libre de los
padres. (DP. 1038).
 La comunidad educativa hace que el colegio se transforme en "verdaderos
agentes de evangelización (DP.1 023).
Es de notar que Puebla no realiza un análisis de la escuela como factor mediador
de desarrollo y evangelización. Solo reafirma su importancia (DP.1 040) "es
un lugar de evangelización y comunión,"( DP. 112) siempre que se la
transforme en:
 Instancia de asimilación crítica, sistemática e integradora de la cultura.
 Lugar de diálogo fe y ciencias.
 Ambiente privilegiado de desarrollo de la fe.
 Alternativa válida para el pluralismo educacional.
Concluyendo Puebla concibe la acción de educación
evangelizadora como parte de su misión integral. La
incorpora dentro de su ser signo e instrumento mediación
del Misterio de Cristo en la medida que crea el "lugar"
teológico donde se escucha y revela la Buena Noticia: el
designio salvífico de Padre en Cristo y su Iglesia.

60
4.6. Iglesia evangelizadora de la cultura

En Santo Domingo N° 1O, la Iglesia se mira a sí misma


desde el desafío de impulsar "con nuevo ardor la
una Nueva Evangelización, que se proyecte en un
mayor compromiso por la promoción integral del
hombre e impregne con la luz del Evangelio las
culturas de los pueblos latinoamericanos" (S.D.1)

La síntesis teológica de la evangelización en Santo


Domingo está visualizada desde dos procesos
complementarios: la inculturación del Evangelio y la
evangelización de la cultura.

El evangelio y sus diversas representaciones históricas- eclesiales para llegar al


hombre necesariamente tiene que .asumir el criterio de la encarnación.
Solo de este modo puede llegar a ser pertinente y significativo para el
hombre de hoy.

Pero al mismo tiempo para transformar la vida personal y social el evangelio ha


de ser generador de nuevos símbolos, una nueva cultura.

En Puebla se reafirma la continuidad con Medellín y Puebla y se avanza en


algunos aspectos muy promisorios.

a. Un primer avance es la caracterización de Evangelizadora. La educación


cristiana para ser tal ha de ser evangelizadora de la vida y cultura de las
personas y los pueblos.

b. Un segundo aspecto es que la "educación cristiana es indispensable en la


Nueva Evangelización" (S.D. 263). y ello en razón de que la inculturación
del evangelio en la propia cultura es proceso dinámico que dura toda la
vida de las personas y de los pueblos.

c. El tercer avance está en la afirmación de que su fundamento está en una


"verdadera antropología cristiana" que se concretiza en un proyecto
educativo que educa hacia "un proyecto de hombre en el que viva
Jesucristo" (S.D. 265).

d. Pero probablemente el aspecto innovador más relevante está en la


consideración de que "la educación es la mediación metodológica para la
evangelización de la cultura" (N° 271).

61
Exigencias básicas

 Una educación cristiana que se posiciona como educación desde y para


la vida.

 Desde y para la dignidad de la persona y la verdadera solidaridad.

 Para el compromiso ciudadano cívico social, proyectado desde la


enseñanza social de la Iglesia.

e. Por último la consideración del docente como sujeto eclesial que evangeliza,
que catequiza y educa cristianamente (S.D. 265).

La educación cristiana en cuanto acción de la Iglesia orientada a evangelizar la


cultura participa de su dinamismo sacramental: "Por ella se escucha en el
hombre las "palabras de vida eterna" (Jn. 6.68), se realiza en cada quien la
"nueva creatura"(1I Cor.5, 17) Y se lleva a cabo el proyecto del Padre de
"recapitular en Cristo todas las cosas"(Cfr. Ef. 1, 10) (8.0. y 264).

4.7 “Evangeliza educando y educa evangelizando”


(Mario Pereson)

Es necesario completar esta visión de la labor educativa


de la Iglesia con los documentos emanados de la
Congregación para la Educación Católica y algunos
aportes de las Iglesias particulares.

Hay algunas constantes fundamentales en esta reflexión


que tiene como novedad básica el centrarla en la
identidad y misión de la escuela católica. No es la
educación en abstracto sino el análisis de una de
sus mediaciones - la escuela- lo que aparecen en el
centro del análisis.

Se la considera como medio de evangelización da comunidad eclesial. La


escuela entra de lleno, en la misión salvífica de la Iglesia (E.C. 9). Es uno
de los medios privilegiados para la formación integral (E.C.8), que posibilita
que la humanidad alcance su plenitud en Cristo y viva conscientemente
como hijo de Dios (E.C.7) y como tal presta un servicio insustituible a la
sociedad y a la Iglesia, desarrolla una tarea urgente e insustituible de la

62
Iglesia en su carácter de servidora del mundo y en su carácter de
evangelizadora de la comunidad eclesial y humana.

Educa desde un proyecto centrado en Cristo. El proyecto educativo de la


escuela católica para ser tal tiene su centro y fundamento en Cristo
(E.C.33, 34) con una referencia explícita al Evangelio (E.C.9,35). Es
elaborado de forma participativa por una comunidad cristiana (60-61) para
evangelizar a la comunidad. Los primeros destinatarios del proyecto
educativo son los miembros de la comunidad educativa eclesial local y los
destinatarios inmediatos de su acción.

Se propone lograr la síntesis entre fe y cultura, fe y vida (38-52). La educación


busca la comunicación crítica y sistemática de la cultura para la formación
integral de la persona. Supone dos objetivos complementarios: lograr una
síntesis entre fe cultura y entre fe vida.

Es definida como el lugar de encuentro de la comunidad educativa cristiana. En


primer lugar está llamada a convertirse en un lugar de encuentro de
aquellos que siguen a Cristo y comparten los valores de fe. La fe nace y
crece en el seno de esa comunidad. La adhesión a Cristo se asimila a
través del contacto con personas que lo vivencian en sus relaciones
interpersonales y de servicio.

La dimensión comunitaria se alimenta y confronta con la palabra de Cristo en


sus diversas manifestaciones (bíblica, magisterial, litúrgica, testimonial)
(54) y del contacto con Él obtiene la fuerza para desarrollar su acción
liberadora del hombre creando un clima propicio para facilitar a la persona
el descubrimiento de su propia dignidad, de su vocación de hijo y hermano.

Es comunidad de servicio y como tal al compartir el saber no lo


hace como forma de asumir poder, el saber también es
poder, sino para desarrollar su vocación de servidora del
hombre y la humanidad.

Es una escuela comprometida con la justicia. Es escuela, que


como la comunidad eclesial, escucha los clamores de
justicia de los pueblos. Pero no sólo escucha sino que se
compromete con la justicia en el mundo y trata de hacerla
operativa en la vida de cada día en sus propias
estructuras.

Entre los rasgos más característicos de la comunidad es que realmente se dé


cómo comunión de personas que se fortalecen en vivir auténticamente el

63
compromiso cristiano (EC. 60) que reclama libre adhesión y participativa en
comunión de intenciones y convicciones y fomente formas estructurales de
corresponsabilidad colaboración orientada por el principio de
subsidiaridad.

Reafirma la especial responsabilidad de los padres: una activa colaboración,


expresada en la ayuda al esfuerzo educativo y el control mediante las
estructuras de participación: para que la escuela mantenga su identidad
cristiana.

En síntesis la Iglesia - Sacramento de Comunión y Pueblo de


Dios- que orgánicamente actúa su misión encuentra en la
Escuela católica un medio privilegiado de promoción y
evangelización de la persona y de los pueblos. Ello se
realiza a través de una comunidad eclesial que anima un
proyecto educativo orientado a Cristo y que se transforma
en la mediación operativa de su caridad pastoral de
servicio y de compromiso por el hombre. En dicha
comunidad eclesial, se expresa el compromiso por la
justicia, el bien común, la dignidad de la persona y como forma de seguir a
Cristo y construir el Reino.

4.8. La educación en el corazón de la iglesia

La reflexión teológica educativa pastoral continúa y el último documento de la


Congregación para la educación católica (La escuela católica
en los umbrales del tercer milenio) nos propone nuevos incentivos para
profundizar. Centra su atención sobre la naturaleza y características de la escuela
que quiere definirse y presentarse como católica y que son importantes para la
eficacia de la labor educativa en la Iglesia y en la sociedad.(T.M.I 4) (CATOLICA,
1997)

Resaltamos aquellas que nos parecen básicas para el proceso de comprensión


teológico - pastoral de la escuela. Escuela lugar de educación integral. Una
primera afirmación es la escuela como "lugar de educación integral de la
persona humana, a través de un claro proyecto educativo que tiene su
fundamento en Cristo". La configura como escuela para la persona y de las
personas (E.CTM.9). La persona está en el centro del magisterio de Jesús
y es comprendida desde su dimensión teológica: encuentra en Cristo su
plena realización y unidad porque en su Misterio se esclarece el misterio
del hombre. Educación y evangelización pasan por el hombre. La Iglesia

64
experta en humanidad se especializa en educar desde los valores
evangélicos que constituyen el núcleo de su identidad. (T.M.I.N° 10)

Está en el corazón de la Iglesia. Una de las afirmaciones eclesiológica con


mayor impacto es sin lugar a duda la de la identidad eclesial de la escuela
católica. Es una caracterización estructural de la escuela católica. Su
eclesialidad es constitutiva por cuanto comparte al mismo tiempo la misión
evangelizadora y de educación integral. Evangeliza educando y educa
evangelizando. Los rasgos específicos de escuela católica hace que se
estructura como sujeto eclesial, lugar de auténtica y específica acción
pastoral. La eclesialidad está en el corazón de la escuela y este carácter
impregna y anima cada momento de su acción educativa.

La comunidad educativa un lugar de experiencia de Iglesia. La escuela es un


lugar de experiencia eclesial cuya matriz es la comunidad Cristiana. La
escuela está llamada a ser una comunidad eclesial. Es experiencia de
Iglesia siempre y cuando actúe en el ámbito de una pastoral orgánica de la
comunidad cristiana. Ciertamente la comunidad educativa en un mundo
plural como el nuestro y desde una percepción de la escuela en estado de
misión, no se identifica con comunidad eclesial pero sí que la comunidad
eclesial que allí anima el proyecto y la misión institucional es el alma, el
fermento.

La Iglesia tiene en la comunidad educativa una expresión a la medida humana


de su ser y su misión. Y uno de los factores que más lo significan es el
clima y el estilo de relaciones internas y externas. La Iglesia- comunión-
que expresa la comunión trinitaria- se expresa como comunidad educativa
cristiana, educadora y evangelizadora. El clima y el estilo de relaciones
significan y posibilitan la comprensión de la Iglesia comunión, posibilita
visualizar en el signo actual la proyección de la Iglesia signo del reino,
sacramento de comunión de los hombres con Dios y de los hombres entre
sí.

Expresa la riqueza eclesial de vocaciones y


carismas.La comunidad educativa conformada
por las diversas vocaciones y carismas ofrece
una imagen más viva de la Iglesia . De la
diversidad de carisma y de forma de vivir el
seguimiento y la entrega surge una imagen
más significativa de la identidad y misión de la
Iglesia comunidad de personas con diversas vocaciones, servicios y
carismas al servicio de la misma Iglesia y del mundo.

65
Promotora del protagonismo de la familia.El proyecto educativo que es obra de
la comunidad educativa requiere un lugar para la familia. Los padres son
los primeros responsables de la educación de sus hijos por ello son
llamados naturalmente a ocupar en el centro educativo un papel de
especial importancia y reclama una estructuración que posibilite su aporte
responsable.

Un proyecto que es al mismo tiempo educativo y evangelizador. El proyecto


educativo escolar en cuanto orientado a Cristo y portador de una visión del
mundo, la historia y la cultura se transforma en la
expresión instrumento de la síntesis fe cultura. De
esa forma el conocimiento llega a ser sabiduría y
visión de la vida evitando separación o división entre
momentos de aprendizaje y de educación, de
conocimiento y sabiduría. Y en este proyecto
educativo cristiano todas las disciplinas contribuyen,
desde su saber propio y específico a la formación
integral de la persona. El proceso educativo
(humanización) está integrado como proceso de
evangelización, y este pasa necesariamente por las
mediaciones educativas pertinentemente
seleccionadas por una comunidad de fe y para una
comunidad humana determinada.

Expresión de la pasión y amor educativo de Cristo y su


Iglesia. La escuela católica es Escuela para todos y
que prioriza al más débil. La atención a los sectores
menos favorecidos no sólo es un dato histórico sino
una decisión de amor preferencial que tiene sus
raíces en el Evangelio. Es expresión de la identidad
eclesial que vivencia, en una original síntesis de
pasión y amor educativo, el amor de Cristo por los
pobres, los pequeños.

Esta característica de ser escuela de inclusión que privilegia a los más pobres es
una opción de fidelidad evangélica tiene dos exigencias básicas para con la
sociedad. El reconocimiento jurídico y financiero a los proyectos educativos
públicos alternativos. La discriminación legal o presupuestaria de los
estados limita y condiciona esta característica de propuesta pública abierta
a la decisión democrática de los padres. El subsidio es una condición
básica para que los padres puedan ejercer el derecho de elegir libremente
la educación que desean.

66
El docente, imagen del Maestro. El docente desarrolla un papel fundamental. En
cuanto que son educadores competentes, convencidos, coherentes,
maestros de saber y de vida son imagen analógica del único Maestro.En
cuanto miembros del Pueblo de Dios viven una específica vocación
cristiana y participan de manera propia en la misión de la Iglesia.

Como miembros de la Comunidad eclesial, que actúa como núcleo animador y


fermento significativo en la comunidad educativa, son responsables de
crear, como personas y comunidad, un peculiar estilo cristiano de relación
interpersonal y teológica.

Al mismo tiempo en su tarea de educador tiene un fuerte impacto moral frente a


los educandos. Ello los hace testigos eficaces de la fe eclesial y de los
valores del Reino que proclama con su sabiduría y su estilo de relaciones
cordiales que establecen entre sí y con los educandos.

La escuela un compromiso profético de la Iglesia. La


Escuela un compromiso insustituible y una opción
profética. Este es el corolario de toda la reflexión
que realiza el documento . Sin lugar a duda la
educación como mediación metodológica de la
evangelización de la cultura (Puebla) tiene muchas
formas instrumentales pero una de ellas es a través
de la evangelización de la cultura escolar que surge
como proyección de la cultura nacional a través de un currículum
evangelizador.

Es asunción crítica de los vectores culturales actuales a través de una lectura


pedagógica de los signos de los tiempos y proyección esperanzadora de
una utopía realizable que se impone como compromiso educativo y
valórico, capaz de propiciar perspectivas de profundo significado, al ubicar
los planteamientos Por que el hombre es el camino de Cristo la escuela
como iglesia chica lo asume como su propio camino pedagógicos no tanto
en el campo de las metodologías - el cómo- cuanto en el de los fines, del
porqué, de la utopía.

Y fundamentalmente es profética porque el hombre es el camino de Cristo que la


escuela como "Iglesia chica" asume como su propio camino. El
compromiso personal y el empleo de los medios llegan a ser opción
profética. Es misión profética de la Iglesia delegada en la institución
educativa a la comunidad cristiana que anima la tarea de educar
cristianamente.

67
4.9 El laico educador: testigo y profeta eclesial. (Sede), 2016)

La misión educadora y evangelizadora tiene en los laicos educadores sus


agentes específicos. Es cierto que no son exclusivos, no agotan
significativamente la acción pastoral educativa de la Iglesia que encuentra
en las comunidades donde se integran sacerdotes,
religiosos y laicos una expresión más significativa
de la comunidad eclesial y las diversas formas
vocacionales y ministeriales. Sin embargo la
educación es uno de los campos- específicos del
compromiso transformador, liberador y,
evangelizador, del laico docente.

El laico en la misión de la Iglesia. En primer lugar los


diversos documentos eclesiales nos presentan al
laico como vocación o llamado específico para el
seguimiento de Cristo y realizar una tarea
evangelizadora indispensable (S.D.94). Es
miembro pleno de la Iglesia Pueblo Familia de
Dios. Como miembro de Cristo, por el bautismo, participa de la fundamental
y común dignidad expresada en la filiación en Cristo, en el llamado a la
santidad. También él participa de la triple función sacerdotal, real y
profética de Cristo.

El llamado al apostolado es propio de su identidad eclesial y es participación en


la misma misión salvífica de la Iglesia que ejerce en la cotidianidad de la
construcción del mundo. El laico construye la Iglesia y el Reino
construyendo el mundo. El laico educador la realiza a través del
compromiso temporal (DP 787) desarrollo de la sociedad (823),
evangelizando la cultura.

Sin que sea contradictorio con lo anterior puede expresarse


también hacia la construcción interna de la Iglesia en el
ejercicio de diversos ministerios, servicios y funciones. Pero
su primordial ministerialidad radica en la transformación
temporal del mundo y de la historia.

Ellos son la voz y la presencia eclesial en los lugares específicamente laicales


(L.E.C. 9), su experiencia y preparación específica los hace especialmente
aptos para que todo el Pueblo de Dios pueda verificar evangélicamente los
signos de los tiempos (L.E.C.10). Esto es posible desde su vocación

68
específica en la Iglesia y de su profesionalidad que lo hace especialista de
un determinado campo de la realidad y desde esa aporta a la relectura
eclesial de la misma.

El laico docente. Ciertamente hay muchas formas y estados para que el laico
realice su vocación y misión propias. La docencia es una de ellas. Si bien la
profesión docente no agota su identidad eclesial laical, su vocación
educativa es una mediación específica de su realización y misión eclesial.

Su identidad de laico educador está signada por algunos rasgos comunes que
surgen de dos aspectos fundamentales y complementarios: su ser cristiano
y su ser profesional.

Teológicamente hacemos una síntesis desde la doble vertiente de testigo-profeta


y de la ministerialidad educativa. Y ello como aspectos complementarios de
su ser y actuar.

Laico educador testigo y profeta.En primer lugar el laico educador está llamado a
ser profeta testigo de Cristo, de la Iglesia y del Reino, del hombre
evangélico. El laico educador participa como bautizado de la triple función
de Cristo y de la Iglesia.

a. Imagen de Cristo.

En primer lugar viviendo con coherencia su identidad


educativa son imagen del Maestro para lo que se le
exige ser educadores competentes, convencidos,
coherentes, maestros de saber y de vida (E.C.U.M.
14). El primer valor que desarrolla desde su ser
personal y su quehacer profesional es su ser testigo
Jesús maestro y pastor. Su rol es el de asumir la
dimensión pastoral de Cristo desde su dimensión de
enseñar educando.

b. Testigo de una nueva humanidad

El bautizado por el hecho de ser bautizado ha sido hecho Nueva Creatura, ha


sido hecho Hombre Nuevo. Esta dimensión existencialmente se ha de ir
incorporando en el desarrollo histórico a través de múltiple facetas. El
cristiano docente teológicamente lo vivencia desde su ser discípulo

69
maestro. Por ello él será por una parte el hombre que representa al hombre
evangélico: al hombre de fe, al hombre comunitario, al hombre ético, al
hombre que desde las bienaventuranzas asume el riesgo de construir
proféticamente el futuro. Educa desde el hoy, afianzado en la roca de los
valores del evangelio y vislumbrando en su siembra los Cielos Nuevos y la
Tierra Nueva que impregna su utopía educativa.

c. Del hombre evangélico

En su seriedad profesional y en la concreción de su


proyecto personal de vida se expresa su
identificación con los valores evangélicos. En la
lucha por la verdad, la justicia y la libertad, y
particularmente en su servicio a todos los
alumnos la comunidad local y en especial los
educandos verán reflejada la imagen del hombre
evangélico. Y no es tanto por lo que diga cuanto
por lo que actúa. Ser, decir y hacer, si se actúan
en forma coherente en la persona del educador,
expresarán el modelo válido y creíble del ideal del hombre que se propone
realizar y que tiene su máxima expresión en Cristo el hombre nuevo por
excelencia. En su ser y actuar estará transparente el ideal de humanidad a
la que se adhiere y orienta el modelo de humanismo del educador católico
y que coloca al hombre en:

 La más alta dignidad de Hijo de Dios, dignidad que asume e incluye el


reconocimiento y defensa de los derechos humanos.

 La más alta libertad: liberado por Cristo.

 El más alto destino: posesión definitiva y total del mismo amor de Dios.

 La más estrecha relación de solidaridad humano: el amor fraterno y la


comunión eclesial.

 El más alto desarrollo: constituido señor del mundo.

 La meta y modelo más pleno: Cristo, perfecto hombre fuente inagotable de


superación personal y colectiva.

70
Desde el espíritu de las bienaventuranzas, desde el amor educativo servicial
será más fácil trascender su figura para prefigurar el hombre del reino
definitivo. El ideal de humanidad que propone será percibido como
significativo porque puede ser contemplado no "sólo como razonable sino
vivido, cercano y realizado. Cuanto más viva el educador el modelo de
hombre que presenta como ideal tanto más será este creíble y asequible"
(LC.T.E.32)

d. Del hombre comunitario constructor de comunión

El educador es un ser de impacto social porque es un ser comunitario y que


actúa desde la comunidad. Siempre actuará como miembros de la
comunidad eclesial que actúa como núcleo animador y fermento
significativo en la comunidad educativa. Desde ella todo laico educador es
responsable de crear, como personas y comunidad, un peculiar estilo
cristiano de relaciones interpersonales (E.C.U.T.M.19).

Esta capacidad de establecer relaciones auténticamente personales, es


condición para desarrollar una acción significativa y eficaz. El clima y estilo
de relaciones personales significativas que se establecen en la comunidad
educativa es un factor de educación integral imprescindible no sólo por su
contenido sociológico sino fundamentalmente por ser contexto teológico
(E.C.U.T.M.18). Y ello le posibilitará crear relaciones de cercanía
auténticamente liberadora. Siendo capaz de armonizar cercanía sin
opresión y distancia sin abandono o indiferencia propiciará un proceso de
autonomía responsable que posibilitará al educando ser progresivamente
sujeto autónomo de su propio desarrollo (E.L.T.E. 33).

El estilo de vida que lo hace testigo de un proyecto de vida centrado en Cristo


(S.D. 265) lo hacer valorar el fuerte impacto moral que tiene frente a sus
alumnos. En él se vivencia una forma concreta de realizar la vocación
humana y cristiana y una forma específica de asumir la diversas relaciones
con Dios con el Mundo y con el otro. Desde su compromiso ético, educativo
y ciudadano posibilitará una apertura a la comprensión ética de la vida y
sus desafíos.

e. Hombre de Iglesia

En su quehacer y presencia educativa se hacen testigos eficaces de la fe


eclesial y de los valores del Reino.

En efecto en primer lugar el educador tiene una identidad definida en la


comunidad eclesial con un papel que ha de ser reconocido en la Iglesia. Es

71
sujeto eclesial que evangeliza, que catequiza y educa cristianamente
(SD.265). Su protagonismo eclesial se verifica en su protagonismo
evangelizador y este se expresa en su papel de educador de las personas
y la comunidad. Tiene un lugar en el ser (pertenencia) y actuar eclesial:
está llamado a participar de su misión evangelizadora en el campo de la
educación (DP. 1042)

En segundo lugar por ese ser expresión eclesial en nuestro mundo secularizada,
plural e indiferente en muchas circunstancias él será la única voz (L C. E.
58) y única presencia eclesial (LCA 8) en el mundo de la escuela.

En tercer lugar de alguna manera recibe el envío de la comunidad local para


desarrollar el ministerio de la educación liberadora evangelizadora por
cuanto está en el contexto de un mandato de la Iglesia a la institución
educativa (DP.1035). Este aspecto es muy importante en el concepto de
catolicidad: deriva del reconocimiento de la Iglesia local a través de su
autoridad competente.

La Iglesia local se actúa en la comunidad educativa por cuanto que está ha


recibido una delegación específica con la consiguiente incorporación a la
misión apostólica de la Iglesia (LC.T.E. 46).

La escuela se constituye en lugar de encuentro de la comunidad educativa


cristiana que educa a la vivencia de la fe y la comunión (E.C 53)-. En el
clima y estilo de relaciones interpersonales que lleva adelante, personal y
comunitariamente, en la relación educativa, se encarna la mediación
localizada de la Iglesia familia y de la sociedad fraterna que sustenta la
concepción antropológica de la comunidad educativa cristiana. La
comunidad educativa en la escuela está llamada a constituirse en
"comunidad eclesial de fe, y el educador católico lo tiene como ministerio:
ser servidor de la comunidad educando para la comunidad (LC.T. E 41).

Otro aspecto de su dimensión comunitaria es la connotación social de su


vocación y misión. El forma al hombre para la inserción y el compromiso
social a fin de que sea capaz de ordenar las estructuras conforme a los
valores evangélicos solidaridad, fraternidad, bien común, paz (LC.T. E 19)-.

Y en todo ello vive su tarea prioritaria que es ordenar la realidad para que esté al
servicio de la construcción del Reino desde la construcción temporal (D.P.
787, 789). La dimensión más desafiante para el laico educador es la de
hacer crecer el Reino desde el desarrollo educativo. En su tarea de
animador, guía, motivador del desarrollo pleno de las personas el docente
está orientando la historia, los acontecimientos y las realidades a su plena

72
manifestación significativa: el Reino de Dios. Y es certeza de fe que, aun
cuando el Reino de Dios no se identifica con ningún acontecimiento,
persona," o institución, tampoco con la Iglesia, se expresa
significativamente en todos los signos de vida que en la vida de la
comunidad local se verifican.

Por todo ello el laico docente no sólo es profeta en su mensaje sino que su
misma vida es anuncio. Su persona es profecía en analogía con la vida de
Jesús en quien el Reino de Dios está actuándose.

f. Testigo constructor de esperanza

En cuanto educador de la persona integralmente concebida, el laico docente es


hombre de esperanza y constructor de esperanza.

El educador tiene como característica básica mirar lo que tiene como realidad
para comprender los que es el utópico posible de cada persona y de la
comunidad a fin de que su tarea sea significativa.

El realismo esperanzado es uno de los rasgos característicos para vivir su propia


identidad. Frente a los desafíos y dificultades existentes reclaman al mismo
tiempo ser admitidas con sincero realismo y asumidas con el sano
optimismo y denodado esfuerzo surgido desde la esperanza cristiana que
incorpora la participación en el misterio de la Cruz (LC.T. E 26). El laico
católico es una esperanza para la Iglesia. (LC.T. E 81)

g. Ministerialidad del laico educador

Otro de los aspectos en que se ha desarrollado la reflexión de fe es la dimensión


ministerial del docente laico. Aquí señalaremos algunos aspectos que
complementan lo ya expresado anteriormente.

El laico educador es miembro de una comunidad de servidores: participa y actúa


las tres funciones de Cristo, profética, sacerdotal y real.

Se verifica en la transformación de las realidades temporales y en la


construcción del mundo y la sociedad. El carácter ministerial de su
identidad eclesial se redefine y fortalece por su profesionalidad: es cristiano
laico educador de palabra y de obra.

h. Laico educador en formación permanente

Hoy más que nunca la situación de cambio acelerado, de innovación


permanente, de globalización y de profesionalización de su función social
presentan al laico educador cristianos el desafío constante de una

73
formación seria inicial y permanente. En el plano profesional y religioso
(E.C. 60ss)

Objetivo: vivir su vocación y su misión eclesial en forma consciente y su


profesionalidad de un modo pertinente al compromiso social y eclesial que
supone (idoneidad).

 Síntesis fe - vida; fe – cultura.

 Santidad personal en la tarea educativa.

 Desarrollo de la fe adulta.

 Desarrollo de la pedagogía religiosa.

 Actitud constante de revisión y conversión.

74
Actividad: Trabajo es individual para ser entregarlo oportunamente

HERRAMIENTA No.1 ARMA TU HISTORIA

ACTIVIDAD

UTILIDAD PARA EL Con esta técnica el estudiante logra describir paso a


paso las partes de un tema de estudio. Vaemos como la
APRENDIZAJE secuencia de un hecho histórico o un proceso de
aprendizaje es muy fácil de aprenderlo con esta
actividad.

 El estudiante o el equipo de trabajo lee y


analiza un tema.

 Selecciona las ideas principales encontradas


VEAMOS EL en el texto.
PROCESO
 Elabora cuatro escenas, cuyos párrrafos
estarán escritos con sus propias palabras.

 Cada escenas estará enumerada y tendrá un


orden lógico.

 A cada escena escrita la deberá acompañar un


gráfico, (lámina o recorte) que represente lo
más reprensentativo o significativo del escrito.

 Divida en cuatro partes una hoja de papelógrafo


(una para cada escena).

 En la parte superior se ubica el gráfico o la


lámina y en la parte inferior, como pie de foto,
se escribe la parte de la historia
correspondiente.

75
Conclusión

La teología y la educación, por dónde se inicia el diálogo, la libertad es el tema de


intersección entre estas dos ciencias. Educar es caminar hacia la madurez,
crecer como persona, como ciudadano maduro y solidario. El ser humano
que cree en el Dios de Jesucristo tiende a la madurez, al crecimiento como
persona humana, a vivir una libertad liberada de las ataduras del egoísmo.
Recordemos: ¿quién es el cristiano? Es, antes que nada, un ser relacional.
Si utilizamos el concepto aristotélico de sustancia, podemos decir que a la
sustancia le son adicionados accidentes.

El cristiano es aquel que se relaciona con el totalmente Otro, ahí se descubre,


percibe que es destinado a la salvación, a vivir plenamente en gracia; y eso,
se da en la historia. La pregunta hodierna sería: ¿Cuáles son los
acontecimientos simbólicos? ¿Cuáles son las señales en las cuales una
persona, un joven, un adolescente, puede percibir el Dios de Jesucristo? El
Dios que nos lleva a un compromiso ético, solidario, a una libertad liberada,
a actos libres que encaminan a la Orientación Fundamental? La “realidad” de
la Educación Liberadora es lo que llamamos “situación” en Teología; no
estamos en tiempos de grandes discursos. Nos encontramos delante de una
generación donde el universo simbólico se caracteriza por un gran consumo
de signos e imágenes. Algunos autores denominan este acontecimiento
como un ambiente de profunda semiotización.

Debemos entonces, a la luz de Jesucristo, dialogar con las señales actuales: el


lenguaje digital, lo corporal, la música, la poesía de esta generación. Es
necesario que caminemos más allá de las fronteras de los edificios de las
Iglesias; es urgente que inventemos un nuevo medio de ser Iglesia en las
escuelas confesionales cristianas y/o católicas. En un mundo secularizado,
no debemos restringir las situaciones que pueden llevar a la experiencia de
la fe únicamente a la proclamación de la Palabra y al culto litúrgico. No
podemos experimentar a Dios de repente en la liturgia de la Iglesia, si no lo
vemos en ningún lugar fuera de ella, en nuestras experiencias cotidianas con
los hombres y mujeres y con el mundo.

Percibimos que en la experiencia de Dios, a través de símbolos que le son


propios, está la salida para la desesperanza de nuestros jóvenes y
adolescentes, hijos de la televisión y del lenguaje digital. Es siempre bueno
recordarle a los educadores, en estos agotadores tiempos de magisterio,
que Jesús de Nazareth reveló la Resurrección donde la muerte parecía
triunfar. “La cuestión decisiva consiste en saber lo que muere y lo que
resucita en el mundo de la Educación Cristiana en el Tercer Milenio.”He aquí

76
la necesaria articulación de la teología y la educación, donde la primera tiene
como responsabilidad: ayudar a percibir las señales del Dios de Jesucristo
que apuntan en la construcción de un ser humano solidario.

Siempre que lo haga desde la escuela y desde todo espacio educativo


desempeñará su papel. El diálogo entre la Teología y la Educación se hace
urgente.

De la misma forma en que Jesús, al conversar con la Samaritana le revela la


propia identidad (Jn 4), la teología se hace necesaria en el universo
educacional confesional para colaborar, sin imponer, en la construcción de
una Educación integralmente Liberadora, ayudando al “tejido” de la identidad
del universo escolar confesional cristiano y/o católico.

Tal diálogo se enlazará a partir de lo que une las dos ciencias: la libertad humana.
La libertad anunciada por Dios en su Hijo Jesucristo. La Teología puede
indicar a la Educación a cómo llevar al educando a realizar actos libres
dirigidos para la solidaridad, liberados de las ataduras del egoísmo; a la
construcción de la libertad profunda que es la toma de decisión en relación a
sí mismo y a Dios.

La Educación Liberadora desea formar ciudadanos fraternos, solidarios y


responsables, en fin, personas humanas. La Teología percibe que la
Revelación de un Dios personal ayuda al ser humano a se auto-reconocer
como persona, sujeto de la propia historia y responsable por la historia del
otro/a.

Rediseñado por:
Hnas. Sandra Mireya Puetate y
Martha Doris Pulgarin Gañan
1° Semestre 2016

77
Referencias

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NECESARIO. Pequeña Enciclopedia de Doctrina Social de la Iglesia, 2
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Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina. Puebla.
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