Rain Camargo - La Cocina Española de Siempre Mas de 300 Recetas
Rain Camargo - La Cocina Española de Siempre Mas de 300 Recetas
Rain Camargo - La Cocina Española de Siempre Mas de 300 Recetas
LA COCINA ESPAÑOLA
DE SIEMPRE
Este libro es únicamente de texto, es decir, no tiene fotos. ¿Por qué? Pues
porque la mayor parte de los actuales lectores eléctricos son en blanco y negro, y
las fotos de cocina, so pena de perder las texturas y todo aquello que pueda dar
idea del conjunto, tienen que ser en color (y ello sin mencionar las múltiples
sorpresas que te puede deparar esto de la edición electrónica al visualizarlo en un
lector u otro). Las fotos, por tanto, en esta clase de libros no pintan nada. Además,
si se piensa bien, tampoco son necesarias. ¿No puede usted ver, con los ojos de la
mente, lo que el texto describe? Si tal sucede, el texto es malo. ¡Ah!, pero ¿qué
sucede si el texto no es malo? Pues que únicamente con letras puede dibujarse lo
que las fotos dirían.
Por otra parte, el autor es fotógrafo (aparte de cocinero), y de sobra sabe que
esto de la fotografía es todo mentira. A cualquiera se puede engañar con los
manejos e infinitos recursos del photoshop..., así que, como digo, en esta ocasión
prescindo de imágenes y otros fuegos fatuos y lo dejo como simple narración, que
los caracteres, las letras, también son dibujos.
Piénselo otra vez: es con una buena sopa de letras con lo que en las obras
literarias se componen escenarios tan atractivos como un barco de tres palos, un
bosque encantado, una urbe de la más remota antigüedad..., e incluso con lo que se
dibujan –y con toda suerte de pinceladas y fantásticos detalles– personajes tan
dispares y seductores como Phileas Fogg, don Quijote de la Mancha, la bella
durmiente...
La comprensión del texto, del discurso de quien narra –mal que les pese a
quienes sólo tienen ojos para las ilustraciones en esta época de la imagen–, es lo que
más ideas induce, y, en nuestro caso, en el de este libro, más hambre da. Haga
usted también la prueba.
EXORDIOS
2 / No es tan importante saber cocinar como conocer cuáles son las mejores
materias primas, y la forma de conseguirlas, que no es fácil.
3 / Hasta los treinta años tenemos la cara que Dios nos ha dado, y a partir de
ese momento, la que nos merecemos.
ALIÑOS
SALSAS
ALIÑOS
Aliño anaranjado
Se fríen unos ajos medio picados en la sartén, y cuando tienen algo de color
se separa la sartén del fuego y se añade pimentón, al que le da una vuelta para que
se fría sin que llegue a quemarse. Con esto se pueden aliñar verduras hervidas (es
típico para el repollo, pero asimismo para judías verdes, acelgas...) o patatas
guisadas y muchas cosas más.
Aliño de pimentón y laurel
Otro aliño típico de este país, tan universal como el anterior, es el que se
consigue añadiendo pimentón al rehogo previo a los guisos (esta especia debe
freírse antes de añadir el caldo y con la cazuela separada del fuego, pues el
pimentón es muy delicado y se quema con facilidad, y si llega a quemarse,
amarga), y luego, a la hora de cocer, una o dos hojas de laurel al caldo. Esto, que
tan sencillo es, procura un sabor inigualable a la comida, muy lejos de todos los
avecremes y otras cosas raras a que tan aficionadas son las personas (y los que
escriben las recetas) en este principio del nuevo milenio.
Aliño universal español
En una sartén con algo de aceite se fríen cuatro o cinco dientes de ajos más o
menos picados y buena cantidad de pan duro, y se deja que este chupe casi toda la
grasa; si es necesario se añade más. Cuando está frito se añade bastante perejil
picado, se le da una vuelta para que se fría un poco (el perejil se quema en
seguida), y el contenido se echa en un mortero. Se machaca bastante (que es muy
fácil y rápido), y la pasta granujienta que se consigue se utiliza como aliño para
muchas cosas. Para patatas en salsa verde, por ejemplo, o pollo a la cazuela, o
cuando se guisa un redondo...
Esta mezcla es típica de nuestro país, pues con muy pequeñas variaciones
(en Granada hacen lo mismo, aunque añaden algunas almendras con el pan y el
ajo) se usa en casi todas las comarcas, y es precisamente lo que caracterizaba la
comida española de los años 50 o 60 (o 70) del pasado siglo; y antes, claro. Hoy,
curiosamente, ha caído en desuso.
SALSAS
Al-i-oli
Almodrote y almogrote
Besamel
Boloñesa
Española
Mayonesa
Mermelada de tomate
Mojo canario
Salsa agridulce
Salsa ajoblanco
Salsa blanca
Salsa de berenjenas
Salsa de mostaza
Salsa de pimienta
Salsa de queso
Salsa de yogur
Salsa rosa
Vinagreta
Vizcaína
Al-i-oli
Según la cantidad de leche que se utilice quedará más o menos clara. Para
algunas cosas no importa que quede de esta forma, pero para otras, como las
croquetas, sí, la necesitaremos más espesa, puesto que con una besamel muy
líquida no se pueden hacer. Ver las proporciones de la besamel para croquetas en
su receta.
Boloñesa
Se fríe lentamente una cebolla con ajo, picados, y algo de zanahoria también,
y si se añade un pimiento verde en trozos, mejor. Cuando la cebolla está hecha
(medio transparente) se añade cuarto de kilo de carne de vaca picada y se rehoga.
Cuando se ha hecho un poco se añaden dos vasos de leche y salsa de tomate, poca,
y se revuelve el conjunto. Se deja que se haga, que cueza un rato destapado y
despacio, y cuando el líquido se ha evaporado más o menos, lo que sucede al cabo
de tres cuartos o una hora (la carne debe hacerse), se añade más salsa de tomate, se
separa del fuego, se revuelve una vez más bien revuelto y asunto concluido. Para
luego mezclarla con la pasta no debe quedar demasiado pastosa, lo que se
consigue añadiendo, una vez acabada, un poco más de leche o salsa de tomate
hasta que tenga el punto que deseemos.
Española
2/ Se fríe una cebolla, bastante zanahoria, ajo y perejil, todo picado, y cuando
está blando se pasa por el pasapurés, o la minipímer, y la masa resultante se añade
al caldo.
3/ En la misma sartén se fríe harina hasta que tome color, que asimismo se
añade al caldo.
1/ A mano.
Esto se tiene cociendo destapado una hora a fuego muy lento, de forma que
evapore bastante líquido, que quede pastoso, y revolviendo de vez en cuando
porque el azúcar tiene tendencia a agarrarse al fondo; cuando se enfría queda aún
mucho más pastoso. Luego se envasa en un tarro y se mantiene indefinidamente en
la nevera.
La mermelada de tomate está muy buena para untar pan, pero también sirve
para aliñar ensaladas (para esta aplicación conviene diluirla en un poco de agua,
pues es demasiado pastosa) o añadírsela al yogur en vez de azúcar.
Si en vez de una hora al fuego se mantiene sólo media, resulta mucho más
manejable, y en el cacharro en el que se haga no se agarrará el azúcar de manera
tan brutal –que luego cuesta limpiarlo–, aunque el sabor a caramelo es muy bueno
y no se puede conseguir de otra manera.
Mojo canario
Hay una variedad, el mojo «picón», que en vez de verde es rojo y pica y se
utiliza con los mismos fines. Es una mezcla (hecha en el mortero) de varios dientes
de ajo, alguna pimienta de cayena, pimentón del bueno, comino (se le puede
añadir un poco de orégano), sal gorda y vinagre, un par de cucharaditas. Cuando
todo tiene aspecto de masa se añade aceite de oliva y se acaba de mezclar y poner a
punto de grosor. Queda bastante churretoso, y en Canarias se utiliza para casi
todo: es la salsa universal.
Salsa agridulce
Se deja cocer a fuego muy lento para que evapore líquido y se concentre el
contenido. Mientras hierve, de vez en cuando, se machaca un poco con una
cuchara.
Si se quiere se puede añadir más aceite hasta dejarlo a gusto de cada cual, y
si lo que se añade es agua, para aclararlo, lo que estamos haciendo es ajoblanco, que
es exactamente lo aquí descrito, pero añadido de tanta agua que llega a tener la
consistencia de leche. El ajoblanco se describe en su sitio.
Salsa blanca
Deriva de la española, sólo que es más ligera, aunque se puede hacer todo lo
fuerte que se quiera. Cebolla y zanahoria sofritas en aceite con algo de ajo
(también, para algunas preparaciones, se puede agregar un pimiento), a lo que se
añade un poco de harina y, tras revolver bien, salsa de tomate (o un tomate pelado
y picado), vino blanco y sal; luego, un poco de agua (mejor caldo) para que aquello
cueza en condiciones. Se deja cocer hasta que se haya hecho una masa ligera, como
una hora o dos a fuego lento, y revolviendo de vez en cuando porque si no se
agarra la harina; si se prescinde de ella, no hay peligro de que se agarre, de forma
que yo recomendaría que no se utilizara.
Esta salsa es muy fácil de hacer y se utiliza para multitud de cosas. Por
ejemplo, para cocer albóndigas, tanto si son de carne como de pescado, o las patatas
a la importancia...
Salsa de berenjenas
No es más que una salsa blanca normal y corriente (verlo antes) a la que se
le añaden, al final, cuando se ha separado del fuego, un par de cucharaditas de
mostaza, y se revuelve todo el conjunto.
Salsa de pimienta
En una cazuela se sofríe algo de cebolla y mucho puerro, todo muy picado.
Cuando ya está casi deshecho se añade leche evaporada (200 cl), un poco de
pimienta, sal y medio vasito de agua. Se deja cocer unos 20 minutos y se pasa por
la minipímer.
Esta salsa, que tendrá bastante cuerpo, se usa para acompañar cualquier
pastel o pudin de verduras.
Salsa de queso
Si se tiene salsa de tomate hecha hay cosas inmediatas. Por ejemplo, huevos
con tomate, que para cenar son fundamentales.
Salsa para mejillones
Es la típica salsa roja que ponen en los bares con los mejillones.
Hay que tener preparado y colado el caldo que sueltan los mejillones al
cocer.
En un cazo se rehoga cebolla, ajo y guindilla. Una vez todo rehogado se echa
una cucharada de harina y un poco de pimentón, y se revuelve sin dejarle que se
queme. Se añade caldo de los mejillones y algo de vino blanco, y se hace cocer 10
minutos. Que quede bastante líquida.
Esta es una salsa buenísima, pero tiene el inconveniente de que resulta difícil
acertar con su sabor. Por lo tanto, detallaré cantidades y procedimiento.
Si se quiere que resulte mejor y más fluida para mezclarla con pasta,
macarrones, espaguetis, etc., se puede añadir al final algo de nata o, mejor, leche
evaporada, y mezclarlo todo con la minipímer.
Salsa rosa
Se fríe bastante cebolla acompañada por unas cortezas de tocino, algo de pan
duro (los muy puristas, de centeno) y varios dientes de ajo. Al cabo de un rato se
añaden dos tomates pelados y picados y la carne de una docena de ñoras
(pimientos choriceros secos) que habrán estado previamente a remojo durante
doce horas; se raspa la carne con una cucharilla y se añade al guiso. Se espolvorea
con azúcar y sal y un poco de harina y se añaden varias almendras y avellanas
tostadas y machacadas en el mortero. Se deja cocer durante un cuarto de hora a
fuego mediano, que evapore algo de líquido, y se pasa por un chino para dejarla
más fluida. Se deja reposar para que coja cuerpo (es mejor hacerla el día anterior) y
se utiliza para lo que se quiera, aunque su más conocida aplicación es escalfar en
ella tajadas de bacalao.
ARROCES
Arroz a banda
Arroz blanco
Arroz negro
Paellas variadas
Paella de ajo
Paella de cocido
Arroz a banda
Se pone a cocer medio kilo de reig, y si no hay, merluza o mero; doce almejas negras;
cabuts (algo parecido al salmonete pero con mucha cabeza y de color de rosa, con mucha
espina –que debe de ser cuco, o cabracho); ajos, laurel y unos granos de pimienta negra.
Una vez cocido se saca el pescado del caldo.
En una cazuela se fríe el arroz con bastante aceite y un poco de pimentón, y por cada
taza de arroz, dos del caldo colado. Cuando está seco se pone fuego en una hojalata y se
coloca encima del arroz hasta que se dore.
El pescado se sirve con patatas en trocitos y cebolla cocida en el caldo que haya
sobrado del pescado. Se adereza en la mesa.
Es muy curiosa esta forma de hacer arroz, sin sartén y sin refrito de ajos
previo.
En un cacharro de barro ancho se echa vaso y medio de arroz (de 250 cc; es
para cuatro), un corazón de alcachofa limpio y partido en cuatro, algo de costilla
de cerdo, unas salchichas (mejor de las pequeñas), unos garbanzos ya cocidos, una
morcilla pequeña, azafrán, una patata cortada en lonchas y agua. Tres vasos y
medio o algo más, o sea, más del doble que de arroz. Se añade un poco de sal y el
contenido se mueve en el cacharro con cuchara de palo para que se asiente.
Suele suceder, cuando se hace arroz blanco para acompañar, que sobre. En
tal caso no hay ningún problema, porque este arroz, colocado en un cacharro
barnizado –una sartén o una cazuela de las que no se pegan–, se puede recalentar
añadiéndole un poco de agua, poniéndole a fuego mínimo y dejándole allí un
cuarto de hora. Al cabo de ese tiempo habrá absorbido el agua y estará caliente y
suelto como el día anterior. Eso sí, no se le ocurra hacerlo con aceite, porque se
freirá y se pondrá como una piedra.
Arroz blanco con tomate y mayonesa
Para que quede bueno debe hacerse con almejas de cierta calidad. Si se
utilizan las baratas (que suelen llamarse arroceras) el resultado final sabe poco;
además, si las almejas son buenas no hay que echar muchas.
En cacharro ancho tipo sartén se fríen algunos ajos picados. Una vez que
tienen color se añade una taza de arroz y una patata cortada en dados gordos.
Cuando todo está medio frito se añade también un poco de pimentón, y fuera del
fuego se le da una vuelta procurando que se fría y no se queme. A continuación se
agrega agua, a razón de tres veces la cantidad de arroz, y una hoja de laurel, y se
deja que se establezca la ebullición.
Una cebolla, tres o cuatro ajos, un pimiento verde, varios tomates maduros
(para hacer un pisto previo). 350 gramos de arroz (parece poco, pero es buena
medida para doce). Un sobre de especias para paella y perejil picado.
Se cuecen los mejillones en poca agua. Cuando están cocidos (dos minutos)
se apartan y dejan enfriar, y en ese caldo y más agua (hasta un litro, más o menos)
se cuece el pulpo durante media hora, a fuego lento y tapado. Una vez cocido (y
cuando haya enfriado un poco) se corta en trozos, y el caldo se cuela y se reserva.
Al cabo, que habrá perdido mucha agua, se añaden los mejillones en trozos,
y moviendo la paella por las asas se procura que se integren un poco. Se
espolvorea perejil picado por encima y se deja otros cinco minutos al fuego. Luego
se prueba el arroz, y si está hecho se aparta y se mantiene tapado con un trapo
durante diez minutos.
Arroz con salchichas
Sobre esta base se sofríe el arroz, redondo, por supuesto. Se añade el agua
como de costumbre, y cuando comienza a cocer, una latita de guisantes y otra de
aceitunas sin hueso y más o menos rotas. También un poco de zumo de limón.
Se sofríe mucho tiempo cebolla, pimiento verde y ajo, todo más o menos
picado, y también 3 o 4 corazones de alcachofas bien limpios y cortados en trozos
(y los rabos pelados y en trozos). Para que aquello cueza como Dios manda se
añade al rato un poco de vino ajerezado.
La cebolla, pimiento y ajo deben estar una hora o más; a las alcachofas les
basta con tres cuartos, luego actuar en consecuencia. Hay que tener en cuenta que
aún les falta cocer con los calamares (al rehogarlos), y luego 25 minutos más con el
arroz; se trata de que los trozos de alcachofa queden muy blanditos.
Por otro lado se cuece un kilo de mejillones, se hace caldo y se cuela. Se tiran
las cáscaras y se reservan los mejillones.
Este arroz, típico de los restaurantes chinos, no es sino arroz blanco bien
suelto (ya hecho), al que se añaden tiritas de jamón de York, tiritas de tortilla
francesa y guisantes muy escurridos. Se remueve todo, con cuidado de no
destrozarlo, mientras se recalienta.
Paellas variadas
Cuando aquello está hecho, pero ya sin líquido, se añade el arroz necesario,
se le da unas vueltas para que se impregne de lo anterior, y se añade caldo (o agua)
en proporción de uno a tres, no de uno a dos como en las paellas normales; esto es
debido a que el pan sigue chupando líquido.
Se deja que se haga como una paella normal, quizá un poco más de tiempo,
dado que tiene más agua, y se deja reposar un rato. El pan queda encima, y el
arroz, que sabe a sopa de ajo, debajo.
Paella de cocido
Nada más fácil, pero para ello hay que tener sobras de cocido.
En una saltera se fríen ajos como para hacer arroz blanco. Una vez algo fritos
se añade el arroz, y una vez frito este, agua y caldo del cocido a partes iguales, pero
no el doble de la cantidad de arroz sino algo más, puesto que lo que vamos a echar
también absorbe agua. Se añaden los garbanzos que tengamos (si están muy
deshechos, no; en tal caso se añadirán al final), y se deja que aquello cueza a fuego
lento un cuarto de hora. Al cabo se colocan encima del guiso los restos de cocido
que utilicemos, como trozos o hilachas de carne, trozos de chorizo o morcilla, algo
de bola...; en fin, lo que se quiera aprovechar. También las verduras de que se
disponga, como repollo sobrante, algún trozo de patata o zanahoria, etc.
Se mantiene en el fuego (lento) otros cinco minutos (hasta que el arroz esté
hecho), y se deja reposar un rato.
Cerdo
Cordero y cabrito
Pollo y gallina
Vaca
CERDO
Carrilleras de cerdo
Salchichas
Carrilleras de cerdo
Esta es una parte de los animales que resulta exquisita, pues lo mismo
sucede con las de ternera.
Guiso de riñones
Se deja cocer todo (en cazuela, de media hora a tres cuartos) y queda hecho.
Eso sí, que repose.
Fritura de riñones
Hay que partir cada riñón por la mitad y lavarlo escrupulosamente en agua
hirviendo, algo salada. Pueden ser de ternera, carnero o cerdo.
Luego se cortan en rebanaditas, y se fríen con manteca de cerdo (aunque quizá sea
mejor con aceite) a fuego vivo.
Riñones a la plancha
Se parten por la mitad a lo largo y se les quita la mayor parte de la grasa que
los recubre, aunque no toda, y se ponen a remojo en agua con vinagre. Se lavan
luego y, en una sartén muy caliente (sin aceite ni nada), se ponen por el lado de la
grasa, de forma que se hagan allí como 5 minutos. Deben soltar bastante grasa, y
chisporrotear.
A continuación se pasan a otra sartén, esta aún más caliente, poniéndolos del
otro lado, por la carne, para que se hagan rápido, un par de minutos, de forma que
se torren un poco por fuera. Se añade sal gorda y se les puede dar una vuelta.
Morros
Los morros hay que cocerlos previamente, pero en algunos sitios (como en
Salamanca) los venden ya limpios, cocidos, troceados y envasados al vacío.
Entonces sólo queda darles forma, es decir, guisarlos de alguna manera.
Criadillas
Son difíciles de encontrar, puesto que sólo se crían y matan cerdas, pero si se
consiguen unas, que son un manjar exquisito, lo que se hace con ellas es limpiarlas,
cortarlas en filetes finos, pasar estos filetes por huevo batido y pan rallado, y
freírlos en aceite hasta que estén dorados.
Hígado que parece jabalí
Se deja reposar, y al día siguiente se observa que podría pasar por jabalí con
patatas; alguien que no esté acostumbrado al hígado se lo cree.
El guiso solo, sin las patatas pero añadido por unas migas de chorizo al
calentarlo, se puede comer con arroz blanco. Y asimismo está bueno si se come uno
los trozos de hígado guisados, con poca salsa y algo de compota de reineta, mezcla
que se hace en el plato. En todos estos casos puede uno hacerse la ilusión de que
está comiendo algo de caza.
Lomo de cerdo
Si queda mucha leche en la cazuela –leche que tiene todas las esencias–, se
deja hervir muy despacio (con el lomo ya fuera) el tiempo necesario para que
reduzca líquido por evaporación, esto es, se haga una salsa más o menos pastosa o
consistente.
Este lomo, una vez cortado en rodajas, se sirve con su salsa en salsera, pero
también, como acompañamiento, puede llevar puré de patata espeso o patatas
fritas, y no digamos ya una buena piparrada hecha en una sartén con aceite, una
cebolla, varios ajos y pimientos rojos, todo picado, y al cabo un par de tomates
pelados y medio picados. Se deja que este pisto se reduzca a fuego lento (tarda lo
mismo que el lomo, un par de horas) hasta que quede seco y aceitoso.
Salchichas
Para ello se cortan trozos de calabaza y se ponen a sofreír en una sartén con
un poco de aceite y otro poco de cebolla picada, poca.
Se deja media hora a fuego lento y al cabo se añade bastante ajo en trocitos.
Esto se tiene otra media hora, y entonces se añade un poco de pimentón, sal,
pimienta, orégano y vinagre. Se deja que siga cociendo, y al fin se le añaden unas
salchichas partidas en trozos, que se hagan con el guiso durante un buen rato.
Asadurilla de cordero
Choto al ajillo
Estofado de cordero
Cordero asado
Menestra de cordero
Por último se añade agua y una hoja de laurel y se deja cocer hasta que esté
en su punto. En olla a presión rápida tarda unos tres cuartos de hora.
Al final, una vez abierta la olla, se pueden echar unas patatas y dejar que se
hagan en el caldo.
Paletilla de cordero guisada en olla a presión
Una paletilla de este animal (la mejor pieza para asar), previamente salada y
colocada en una fuente, se riega con medio vaso de aceite. A su lado se colocan una
cabeza de ajos rota y machacada. Se mete en horno ya caliente a unos 190-200º y se
mantiene en él hasta que se tueste un poco, unos diez minutos por cada lado (hay
que darle una vuelta). Cuando se vea la piel un poco tostada se baja el horno a
170º, se añade un vaso de agua, al menos, y algo de vino blanco. Se riega con esa
salsa, se le da la vuelta y se mantiene durante una hora más, u hora y media, y
durante ese tiempo se le da una vuelta cada cuarto de hora y se riega con la salsa.
A la hora de comer se rocía con un poco de vinagre (y la bandeja también) y se le
pega un último calentón fuerte, sobre todo por encima: si es suficientemente fuerte,
se torrará la piel.
Estos tiempos rigen para lechazos; para corderos normales hay que
doblarlos: una buena paletilla de cordero tarda unas tres horas y media en estar
hecha del todo (a unos 160º C, y teniendo en cuenta que todos los hornos son
distintos), y hay que regarla con su salsa y darle la vuelta cada media hora.
Asimismo se puede hacer con la riñonada, que es buenísima, aumentando o
disminuyendo el tiempo. Para asar cabrito se utiliza el mismo procedimiento,
aunque hay que experimentar para establecer los tiempos adecuados.
Estofado de cordero
Los trozos de carne se fríen a fuego vivo en aceite, y cuando están más o
menos dorados se sacan y apartan. En el mismo aceite se fríe cebolla picada, ajo
picado y zanahoria y un nabo en trozos. Cuando está un poco hecho se añaden los
trozos del cordero, el caldo del hueso (si no, agua), sal, un pelín de tomillo (pero
poco, que casi no se note, y lo mismo se puede decir del picante: media guindillita
sin semillas) y un chorro de vinagre. Cuando lleva media hora cociendo se añaden
dos patatas medianas peladas y enteras, y se deja que se haga todo otra media
hora. A continuación se deja enfriar, y cuando está frío, para que repose se mete en
la nevera hasta el día siguiente, que es cuando se come.
Se trocea más o menos una pierna de cordero (como para ragú, aunque
conservando los huesos en trozos) y se coloca en una fuente. Se riega de aceite de
oliva, cebolla, ajos y perejil picados, una zanahoria en rodajas y lo que se tenga a
mano: un nabo, por ejemplo. Se salpimenta en abundancia, y si se quiere se añade
un poco de jengibre y algo de canela. Se revuelve para que coja el adobo y se deja
toda la noche en la nevera.
Mientras tanto, en otro cacharro, se fríe una cebolla picada. Se añade ajo
picado y se deja hacer. Cuando está hecho se añaden setas en trozos (si no se
tienen, champiñones), se sala y se rehoga todo. Se echa un poquitín de caldo y otro
poco de vino... (los champiñones sueltan mucha agua). Se deja cocer todo media
hora, destapado, para que pierda agua, y se aparta a que repose. Debe quedar algo
pastoso.
Para comérselo se mezcla una cosa con otra, el cordero guisado con las setas.
Menestra de cordero
Los trozos de cordero se ponen en una ensaladera con aceite, una cebolla
muy picada, ajo muy picado, mucho perejil picado, con rabos y todo (que es lo que
sustituye al coriandro o cilantro si no se tiene), cilantro muy picado, media
cucharadita de jengibre en polvo, media de canela en polvo, unas tiras de azafrán y
pimienta y sal a discreción. Se unta la carne bien y se deja que se adobe una noche
en la nevera.
El producto resultante se sirve con arroz blanco –al que se añade por encima
un poco de canela en el plato– y almendras fritas en aceite con sal, salpicadas
igualmente por encima.
FANTASÍAS CARNÍVORAS:
Albóndigas de carne
Chilindrón
Filetes rusos
Ropa vieja
Albóndigas de carne
Se hace una salsa blanca con mucha cebolla y zanahoria, ajo y pimiento
verde, y mientras cuece se confecciona una masa con carne picada (de vaca o
cerdo, o ambas mezcladas), tres huevos, bastante pan mojado en leche, mucho ajo
y perejil frito y algo de salsa de tomate; por último, el pan rallado que necesiten
para darle consistencia a la masa y que resulte manejable. Se toman porciones que
se modelan en bolas más o menos grandes (esto va en gustos), se pasan por harina
y se fríen en sartén.
Una vez fritas (no freír demasiado) se van echando en la salsa, en donde
deberán cocer una hora, más o menos. Al igual que las albóndigas de pescado, se
pueden congelar indefinidamente.
Carne al flan
Cuarto de kilo de vaca y otro cuarto de kilo de lomo de cerdo. Se pica mucho
y se le añaden cuatro huevos crudos enteros, guisantes, aceitunas sin hueso y un
vasito de vinagre y dos de jerez. Se amasa y se añade pan rallado hasta que quede
un poco dura la masa. Se unta un molde con aceite y se mete dentro sin que se
llene, porque crece. Se mete en el horno hasta que se haga (unos tres cuartos de
hora).
Chilindrón
Cocinar al chilindrón significa cocer en el agua que sueltan los tomates y los
pimientos, aunque más los tomates. Esto se hace por la parte de Aragón, la Rioja y
Navarra, y se aplica a corderos y pollos, sobre todo.
Se cocina en una sartén grande. En aceite se fríen mucho los ajos, y una vez
que han tomado color se echa el cordero en trozos y se rehoga despacio. Se pica la
cebolla, o cebollas, y la loncha de jamón; se añade al conjunto y se sigue rehogando
a fuego lento. Mientras, se pelan los tomates y se pican.
Debe cocer tres horas, por término medio, pero puede ser más o menos.
Durante las dos primeras conviene moverlo de vez en cuando para que se haga por
un igual, y durante la última hay que vigilarlo más estrechamente, porque al irse
quedando cada vez más seco tiene tendencia a agarrarse al fondo, pero como se
hace en una sartén no hay inconveniente en rascar con una cuchara de palo e ir
sacando lo que se pegue, que, lejos de estropear nada, le da muy buen sabor. Al
final debe quedar con aspecto de fritada (o sea, el caldo ha desaparecido casi por
completo), y la carne como mantequilla. Hay que echar sal y azúcar, por el tomate,
hasta que tenga buen sabor. Si no acabara de estar, se le puede añadir algo de agua
y dejarlo hasta que acabe de hacerse.
Filetes rusos
Se hace con carne picada de vaca (o de vaca y cerdo mezcladas, pero cerdo
poco), que en una ensaladera se mezcla con unos huevos batidos –depende de la
cantidad de carne–, mucho ajo y perejil muy picado y pan rallado, un poco, para
darle cierta consistencia. Se moldean trozos planos de esta masa, se pasan por
harina y se fríen en aceite. Se pueden servir con patatas fritas.
Paté de pollo y jamón
Se deja enfriar porque se come frío y así reposa, que es como está bueno.
Una vez frío se desmolda, y para comerlo se corta en lonchas finas.
Ropa vieja
En una sartén se fríe un ajo picado y cuando está frito se saca, y en el aceite
que quede se fríen varias rebanadas de pan duro (cuántas, depende del número de
comensales, aunque conviene freír alguna más). Una vez fritas se apartan. En ese
aceite (ya quedará muy poco) se echa salsa de tomate, y cuando hierva se coloca
encima toda la carne que tengamos y se deja que se caliente a fuego medio.
Cuando hierve (como un minuto o dos) se añaden tres o cuatro huevos por encima
(según salen de la cáscara, sin batir), se espolvorea sal gorda y se deja que se hagan
a fuego lento (cinco minutos), momento en el que se revuelven un poco (sólo un
poco, cuidado) para lograr por encima un artístico dibujo blanco y amarillo (la
yema y la clara). A continuación se incrustan en el guiso las rodajas de pan frito y
se saca a la mesa en la misma sartén. Éxito asegurado.
Si sobra algo en la sartén de marras, lo que hay que hacer es meter esta, la
sartén, en el horno (frío, o sea, sin haberlo usado previamente) o en cualquier lugar
que no estorbe. Por la noche, unas ocho horas después del evento –en definitiva,
para cenar– se recupera y se pone a fuego muy lento hasta que aquello
semiborbotee, que una vez templado se puede comer. Además, no hace falta pan,
porque con las rodajas fritas que han sobrado del mediodía –y que están allí, en la
sartén, embebidas de todas las esencias, la del tomate, la del huevo, ¡la del ajo...!;
imagínese, nueve horas macerando– vas que te matas.
POLLO Y GALLINA
Pollo al ajillo
Modernamente se llevan a cabo con los pollos toda clase de fantasías, cuales
son rellenarles de frutas, por ejemplo, pero doy fe de que como mejor queda un
buen pollo de corral (o una gallina) es como se dice a continuación. El paladar lo
reconoce al instante.
Esto se puede hacer con un pollo normal, y queda muy bien, pero queda
mucho mejor si el pollo es de los de corral.
Pollo al ajillo
En una sartén (o una cazuela) se fríen los trozos de pollo con aceite a fuego
más o menos vivo, de forma que se torren por fuera. Una vez conseguido (unos
diez minutos) se baja el fuego al mínimo y se añaden varios dientes de ajo (diez o
doce, o más) picados en trozos gordos, y se deja que se siga friendo con la cazuela
tapada durante otra media hora por lo menos. Cada diez minutos conviene
revolver y dar la vuelta al guiso. Al cabo del tiempo que se ha dicho estará frito y a
punto, luego conviene comenzar con ello una hora antes de comer.
También se puede adobar con aceite y mucho ajo y perejil picados la noche
anterior y dejarlo en la nevera, para que coja el adobo, durante toda la noche. Al
día siguiente se fríe todo durante media hora, pero teniendo cuidado de que el
fuego no esté demasiado fuerte, pues el perejil, si se quema mucho, da demasiado
sabor.
Pollo agridulce (a la soja)
Rabo
Ragú
Cuando pasa la hora se abre la olla, se saca el trozo de carne, que habrá
disminuido sustancialmente de tamaño, y se coloca en un plato para que repose. Si
se intenta cortar recién hecha se desmigaja y se hace trizas; no se recomienda. A lo
que hay en la olla se le mete la minipímer tal cual (mucho mejor es pasarlo por el
pasapurés, pero luego hay que limpiarlo) y se hace un puré fantástico, que será la
salsa.
Una vez reposada la carne (una hora al fresco, por lo menos) se corta en
lonchas con un cuchillo afilado (los eléctricos también sirven), se colocan las
lonchas en una fuente de horno y se les añade la salsa por encima. Entonces se
mete un rato en el horno para que gratine la parte superior (la salsa), que es una
cosa de lujo. Si se deja para el día siguiente –y se gratina al día siguiente, justo
antes de comérsela– mucho mejor, y si no se gratina y se come tal cual, no sucede
nada.
Freír carne
Lo primero que se debe hacer es calentar la carne hasta que alcance una
temperatura de 35º, más o menos, es decir, la del cuerpo, lo que se consigue
sacándola de la nevera con tiempo y arrimándola a cualquier fuente de calor,
brasas, sartén tibia, la placa vitrocerámica apagada pero aún templada, etc. No se
debe hacer allí, ni mucho menos. Es únicamente para que el trozo de carne esté a la
temperatura indicada. Como estos trozos son gordos, y suelen estar en la nevera,
este paso es fundamental.
El rabo suele venir cortado, por lo que no hay que prepararlo. En la olla a
presión se fríe bastante cebolla, zanahoria, ajo, uno o dos pimientos y un tomate.
Cuando está frito se añade el rabo en trozos, un poco de vinagre, vino tinto –o
coñac– y agua para que aquello cueza con líquido. Se cierra la olla y se tiene una
hora (en olla ultrarrápida). Tras abrir la olla se deja reposar hasta el día siguiente,
que es cuando se come.
Se puede comer con arroz blanco, patatas fritas o cocidas, etc., y su salsa, por
supuesto.
Ragú
Si se hace en cazuela hay que dejarlo cocer cerca de tres horas, que la vaca es
dura, y si es en olla, tres cuartos de hora.
Tal cual se mete en el horno a 170-190º (horno medio) y sólo por abajo, y se
tiene allí media hora. Pasado ese tiempo se le añaden varios cacillos de caldo de
carne, de gallina, por ejemplo, que hay que tener previamente preparado (no de
agua), se le da la vuelta y se tiene otra media hora. Luego, cada media hora, se
repite la operación, darle la vuelta a la carne y volver a regarla con la salsa, que la
tendrá en abundancia, y si no la tuviera, porque el horno seca mucho lo que se
cocine en él, se añade más caldo y algo de vino. Si es novilla tarda tres horas o algo
más en estar a punto, y si es ternera blanca con dos horas suele tener suficiente.
Resulta más fina la ternera, pero es más cara y tiene menos sabor, aunque los
sibaritas la prefieren.
DE ALUBIAS
DE GARBANZOS
OTROS
Sobre el bicarbonato y la grasa
Y sobre la grasa también hay que decir algo: los cocidos deben ser
escrupulosamente desgrasados, puesto que esta sustancia es la responsable de las
malas digestiones. Como los cocidos (de garbanzos, alubias, etc.) deben reposar –
esto es, dejarlos enfriar y luego mantenerlos al menos una noche en la nevera–, al
sacar la cazuela en la que han cocido las carnes observará que una sospechosa capa
de grasa cubre todo. Hágase el favor de quitarla con una cuchara y tirarla; si no, lo
lamentará.
Cocidos, potajes o guisos en los que intervengan las legumbres, hay miles.
Los ingleses toman las alubias con azúcar, y los franceses pretenden haber
inventando el pot-pourri (popurrí, que se dice en español), que, literalmente
traducido, significa olla podrida, expresión que conocemos en la península ibérica
desde tiempo inmemorial. En África trasiegan garbanzos, judías y lentejas a
destajo, estas últimas incluso fritas –en vez de cocidas–, y en América del Sur
guisan toda clase de ajíacos, pucheros, mofangos y pabellones. ¿Qué no harán, sin que
nosotros lo sepamos, en Oceanía?
Dado que este país es pródigo en huertas –debido al sol, claro es–, la cocina
española se caracteriza por la variedad de tales preparaciones. Las alubias con
cabrito o marisco, la olla ferroviaria, la escudella de los catalanes, las judías del
Barco y tierras aledañas, las alubias pochas (antes de secarse, recién recolectadas)
del norte, el pote de los gallegos y el puchero de las siete carnes de los canarios... De
tal forma podríamos seguir indefinidamente, aunque, en mi opinión, donde esté
una fabada bien traída...
DE ALUBIAS
Alubias mixtas
Caldo de alubias
Cocido montañés
Fabada monumental
Pote asturiano
A COCIDOS
Alubias con bacalao
Una vez espumadas las alubias se añade la cebolla, el puerro y los ajos
picados; el bacalao, un trozo de jamón con tocino, el pimentón y la zanahoria; si
esta es muy grande, en dos trozos.
Se dejan cocer durante una hora u hora y media, y como si las alubias son
buenas ya estarán casi hechas, se puede añadir un poco de patata para que cueza
durante otra media hora. Al acabar se añaden una o dos cucharadas de salsa de
tomate y se mueve la cazuela cogiéndola por las asas.
Las alubias, remojadas y con bicarbonato –que es mejor que sean jóvenes
(pochas), o verdinas, pues son más adecuadas para este uso–, se ponen a cocer con
algo de zanahoria y un trozo de patata en mitad del agua del remojo y otra mitad
del caldo de mejillones que acabamos de hacer. Las pochas se hacen en seguida, en
media hora o tres cuartos, pero si son alubias normales se dejan hasta que se
hagan, cosa de dos horas o algo más; depende, pero eso ya se ve.
Mientras las alubias cuecen se fríe en sartén una cebolla picada, y puerro y
ajo, si se quiere, y cuando está hecho se añade salsa de tomate y se deja que cueza
un rato para que se mezcle todo. Se añaden entonces una cantidad proporcionada
de cabezas y cáscaras de langostinos (hay que pelarlos en crudo antes, pero se
pelan muy fácilmente), reservando los cuerpos enteros aparte. Se añade algo de
agua y se deja cocer tapado un rato, media hora o más, de forma que el líquido se
reduzca un poco. Al acabar se pasa el contenido por el chino apretando bien las
cabezas y las cáscaras, cuya sustancia se escurre dentro de la sartén. Con esto
hemos conseguido una salsa rojiza que debe oler inconfundiblemente a marisco.
Cuando ya parezca que las alubias están hechas se añade la salsa de los
langostinos y se deja que cueza el conjunto un cuarto de hora, y cuando este
tiempo pase se añaden los cuerpos de los langostinos partidos en dos. Por último,
cuando los langostinos hayan cocido uno o dos minutos en el guiso (estarán hechos
de sobra, y si no, se ponen duros), se agregan los mejillones ya cocidos, limpios y
algo troceados. Se mueve la cazuela cogiéndola por las asas para que aquello se
asiente y, tras un último minuto de calor, se deja reposar.
Se puede comer de inmediato, pero este guiso está mucho mejor al día
siguiente, luego es preferible hacerlo el día anterior al que se vaya a comer.
Alubias con morcilla de Villarcayo
Se hacen como todas, con una cebolla picada, tres dientes de ajo picados, dos
zanahorias enteras y un chorro de aceite de oliva; al final, cuando ya están casi
cocidas, se añade algo de patata y se deja que se haga en el caldo, y cuando se
retiren de la lumbre para dejarlas reposar, la sal necesaria (poca) y un par de
cucharadas de salsa de tomate
Alubias en plan tradicional
Para cuatro: 400 g de alubias que se ponen una noche a remojo con un pelín
de bicarbonato; 200 g de chorizo (mitad de peso que las alubias); cebolla picada
(200 g); un trozo de puerro; un par de ajos picados; una punta de pimentón; un
chorro de aceite, poco.
Si las alubias son muy buenas, muy recientes, en una hora están hechas (en
cazuela), y si no, se dejan hasta que estén casi a punto de deshacerse, cosa de dos
horas o dos y media.
Con esto tan sencillo, y tan barato, comen cuatro unas alubias superiores.
Alubias mixtas
Se hacen unas alubias blancas (durante dos horas y media o lo que necesiten
para que queden muy blandas) con una morcilla de Burgos (de arroz, y bien
pinchada para que no reviente), que llevan cebolla, puerro, ajo y pimiento rojo,
todo picado, una zanahoria entera y, cuando lleven dos horas, una patata.
300 g de fabes remojadas que cuecen durante dos horas o algo más con
cebolla, puerro, ajo y un poco de pimiento verde, todo muy picado, amén de aceite
y un pelín de pimentón. Durante la última media hora se les puede añadir una
patata pequeña.
Igual que se hace con el cocido de garbanzos, del que se extrae un caldo
superior, puede hacerse cuando se guisan alubias (y también con las lentejas). Se
procura que la salsa quede bastante líquida (añadiéndole durante la cocción más
agua de la necesaria), para luego, al acabar, sacar con un cacillo el caldo necesario y
tomárselo en un tazón con unos tropiezos en el fondo (unas alubias, un trozo de
zanahoria, unas briznas de chorizo, etc.). De esta forma, además, las alubias
cocerán mejor y engordará la salsa cuando reposen, que es lo que debe suceder.
Cocido montañés
El día anterior se cuecen las carnes en la olla a presión durante una hora con
bastante agua; la morcilla, no. Al cabo se abre y se deja enfriar. Cuando esté frío se
mete en la nevera y se mantiene en ella toda la noche.
Se ponen las alubias a cocer en el agua del remojo y una cazuela grande, y
cuando hierven se espuman. Una vez espumadas se asustan..., esto es, se le añaden
un par de vasos de agua fría, y cuando se ha establecido el hervor se añaden la
cebolla y los ajos, muy picados, aceite de oliva y bastante berza muy picada, y, para
completar el líquido, suficiente caldo del de las carnes, que ya estará desgrasado.
Esto se tiene cociendo dos horas y deben quedar más bien caldosas, porque a
continuación se añaden patatas en trozos y la morcilla, y se deja otra media hora.
Al cabo de ello se prueba, y si las alubias están hechas se añaden las carnes para
que cuezan otro cuarto de hora con todo ello.
Se sacan las carnes y se trocean en una fuente, y las alubias con berza y
patatas se sirven en una sopera.
En una se ponen a cocer las fabes, con el agua del remojo, y cuando hierve se
espuma. Una vez espumadas se añade la cebolla y el ajo, todo muy picado, un
poco de aceite, unas hebras de azafrán requemado en la plancha y machacado en el
mortero, y uno de los chorizos.
En la otra cazuela se colocan las carnes con bastante agua, y se deja que
hiervan, tapadas, de forma lenta y continua durante dos horas y media. Entonces
se puede añadir una patata entera, y dejarla que se haga durante media hora más.
Se apagan los fuegos y se deja que aquello se enfríe, y cuando las cazuelas
están frías se meten en la nevera.
...
Al día siguiente, una o dos horas antes de empezar a comer, se recuperan las
cazuelas de la nevera, y la que tenga la carne se desgrasa escrupulosamente con
una cuchara de la capa de sebo que hay encima. (En la cazuela de las fabes esto no
se hace.) Se colocan las dos a fuego muy lento, y cuando están calientes se va
añadiendo a cacillos el caldo de la cazuela que tiene la carne (ya desgrasado) sobre
el de las fabes, que estará muy espeso, procurando no aclararlo demasiado;
asimismo se añade algo del caldo de la morcilla. Se sigue calentando, y se continúa
con esta operación hasta dejar a las fabes con una salsa con buen grosor y color y
mejor sabor.
Se cuecen las alubias, ya sean de una u otra clase, con suficiente ajo y cebolla
y un par de andaricas (nécoras) hasta que estén hechas, y aparte se elaboran unas
almejas a la marinera (verlo en su sitio). Las nécoras, una vez cocidas, se apartan,
se rompen y se limpian bien, y toda la carne que se pueda sacar se añade a la
alubias.
Las mejores alubias, las más finas y digestivas, son con diferencia las fabes.
Sea como sea, la experiencia demuestra que existe una relación directa (lo
que también sucede con las personas) entre el brillo de la piel y su edad, pues
conforme pasa el tiempo se van tornando mates; es decir, que si adquiere alubias
de las que se venden a granel, tiene que observar el brillo de su piel: las más
brillantes serán las de mejor calidad. Puede detenerse en cierta medida el
envejecimiento manteniéndolas (sin hacer, tal y como las venden) en el congelador
durante meses, hasta que se utilicen.
Las pochas, es decir, las alubias recién recolectadas, que aún no están secas,
se cuecen de maravilla sin ponerlas en remojo, y se hacen en seguida, media hora o
cosa así. Asimismo pueden congelarse para evitar que se ajen con el paso del
tiempo, y una vez descongeladas, utilizarse normalmente.
Pote asturiano
Se ponen a remojo unos 200 g de fabes durante una noche; se añade un pelín
de bicarbonato.
Se deja cocer a fuego muy lento y tapado durante dos horas o algo más, al
cabo de las cuales estará todo perfectamente hecho. Entonces se añaden patatas en
trozos medianos (más bien pequeños) y se deja que cuezan en ese guiso otra media
hora.
Cuando esté frío, en la medida en que se pueda se retira la capa de grasa que
habrá por encima y se recalienta. Cuando esté caliente se sacan las carnes, se
limpian y se trocean, y, o bien se sirven aparte, o bien se añaden al guiso.
DE GARBANZOS
*Alboronía madrileña
Cocido gitano
Cocido lebaniego
Cocido madrileño
Cocido maragato
La bola
Esto lo hacen en Marruecos por la parte de Larache. Para ello se refríen ajos
y carne de ragú. Se le añade cebolla picada, un poco de hierbabuena, perejil,
bastantes piñones y agua, y se tiene cociendo dos o tres horas, más o menos, hasta
que esté la carne hecha. Media hora antes de comer se le echan unos puñados de
arroz. Los moros dicen que esto deriva del cocido medieval que hacían (en la
península), y que no les dio tiempo a acabar de elaborar. Como se ve, no se parece
en nada al cocido español.
Cocido gallego (o de cura)
Como el madrileño, pero la gallina debe ser robada. (Lo decía Cela en uno
de sus libros.)
Cocido lebaniego
Mientras se hacen todas estas cosas, con bastante agua y en una cazuela se
pone a cocer repollo picado (cantidad a voluntad), un par de patatas medianas
peladas y enteras, una morcilla (la mejor es la asturiana) y dos chorizos de los
buenos, y cuando todo ello lleve cociendo tres cuartos de hora, un trozo grande de
calabaza pelado. Se tiene un cuarto de hora más, y si el repollo está cocido se
destapa y se deja enfriar; si no, se saca la calabaza, la patata y la morcilla –para
evitar que se desintegren–, y se continúa. También deberá quedar con bastante
líquido, puesto que es el tercer caldo.
Se deja que se enfríen estas tres preparaciones y, una vez frías, se meten en
la nevera para que reposen durante toda la noche.
…
En una cazuela grande se echan dos cacillos de caldo (o más, eso ya se ve) de
cada una de las preparaciones (caldo de la carne, de los garbanzos y del repollo),
de forma que haya bastante líquido. A ello se añaden tantos cacillos de garbanzos
como comensales, y trozos de carne y demás tropiezos carnívoros (rodaja de
chorizo, de morcilla, trozo de jamón, de carne, de gallina limpia, etc.) en cantidad
similar. Todo ello se calienta, y cuando hierva se baja el fuego al mínimo y se
siguen añadiendo trozos, uno por comensal, de la verdura que se haya hecho,
zanahoria, nabo, calabaza, patata, etc. En fin, lo que se tenga.
Una vez tomado el caldo se apartan los cuencos, y en cada plato, con la
espumadera para que aquello esté bien escurrido, se colocan suficientes garbanzos
humeantes, y alrededor y artísticamente un trozo de carne, un poco de gallina, una
rodaja de chorizo, otra de morcilla, un trozo de patata, zanahoria, calabaza y nabo,
un poco de bola, etc., lo que se tenga en la cazuela. Y en el borde del plato, algo de
repollo rehogado y escurrido. ¡Que aproveche!
También pueden colocarse los garbanzos secos, es decir, sin caldo –aunque
humeantes–, en pirámide en una fuente, y alrededor de ellos las carnes en trozos:
la vaca, la gallina, el jamón y el chorizo..., amén de las patatas, zanahorias y nabo,
todo artísticamente dispuesto y bien limpio de huesos y pieles. Esta forma de
servirlo es más fina, pero tiene el inconveniente de que mientras se toma el caldo se
enfría lo que hay en la fuente, y el cocido debe tomarse muy caliente.
Se toma una cazuela de suficiente cabida (una cazuela grande, más plana
que alta, y con tapa) y se echan cuatro litros de agua. Se hace cocer y se añade
medio kilo de carne de vaca, huesos variados, un trozo de jamón, media gallina,
tocino de cerdo y lo que se desee, rabo, manos de cerdo, etc. Cuando cuece se
espuma mucho, y una vez espumado se añade una cebolla y bastante ajo, todo
muy picado. Se tapa, se pone el fuego al mínimo y se mantiene cociendo hora y
media.
…
Por último, si lo que quiere es no complicarse la vida, haga lo siguiente:
Una forma de hacer garbanzos para gente mayor, y que siga sabiendo más o
menos a cocido de verdad, es la siguiente:
Se hace, durante tres cuartos de hora, un caldo en la olla con agua y cuarto
de kilo de carne de cocido. Se enfría la olla, se abre y se añade un cuarto de pollo,
tras lo que se cuece otro cuarto de hora en la olla.
Este caldo se deja enfriar, y al día siguiente, tras quitarle la grasa, se saca el
pollo y la carne, ya cocidos, y en lo que queda (el caldo) se cuece medio kilo de
garbanzos remojados (con bicarbonato) y escurridos, tres o cuatro zanahorias, un
nabo y una patata gorda, todo entero –aparte de cebolla y ajo picados– durante
veinticinco minutos; todo esto en la olla rápida. Al resultado se le añaden las
carnes en trozos, y observarán ustedes que todo ello se parece bastante al cocido
madrileño, de aspecto y sabor.
Garbanzos con acelgas
En una cazuela se ponen a cocer los garbanzos con el agua del remojo, y
cuando hierven se espuman. Una vez establecido el hervor se añaden zanahorias
en discos, nabos en trozos, una cebolla y varios dientes de ajo, todo picado, y
muchas acelgas (todo, lo blanco y lo verde) bien lavadas y picadas. También se
añade un buen chorro de aceite de oliva.
Cuando llevan dos horas cociendo a fuego lento –con la cazuela tapada y
que se vea que aquello tiene bastante agua–, se añade una patata entera y se deja
otra hora. Al cabo de dos horas y media (o tres) debe estar hecho perfectamente, lo
que se nota en que los garbanzos siguen enteros pero resultan como mantequilla. A
continuación se añaden dos o tres cucharadas de salsa de tomate y se deja reposar
hasta el día siguiente, en que se recalienta (a fuego lento para que no se agarre,
aunque como queda con bastante líquido no se suele agarrar) y se come.
Garbanzos con albóndigas de merluza
Una mezcla buenísima consiste en hacer unos garbanzos con acelgas como
se hacen siempre, y mientras se guisan hacer una porrusalda como se dice en la
receta correspondiente.
En la olla a presión se hacen garbanzos con mucha agua (para que haga
caldo) y una cebolla, ajos y un puerro, todo muy picado. Además se añaden unas
zanahorias enteras y unas patatas, y algo de nabo si se tiene; también una hoja de
laurel y un poco de aceite de oliva. Deben quedar blandos pero enteros, luego si los
garbanzos son buenos y se hacen con bicarbonato, con 20 o 25 minutos tienen de
sobra.
Se separa la verdura, pues para la mezcla final sólo se echan los garbanzos
que se necesiten, caldo de ellos y una zanahoria cortada en rodajas. El resto se
aprovecha para otras cosas, pues quedará más zanahoria, patata, nabo, caldo y
garbanzos, con lo que se puede hacer un potaje superior.
Esto pasa por ser típico de Asturias, aunque en Cádiz y otros lugares hacen
cosas muy parecidas.
La bola, pelota o relleno, que de todas estas formas se llama.
Una de los elementos típicos del cocido madrileño (y de casi todos los
cocidos, como el lebaniego o la fabada, en la que se llama pantruque) es la bola o
pelota, que es como una albóndiga más o menos gigante que se suele cocer un poco
en el mismo cocido.
Una vez frita se pone a cocer un rato con el cocido, lo que debe hacerse al día
siguiente, cuando se esté recalentando. A la hora de servirla se divide en tantos
trozos como comensales quieran (a algunas personas les disgusta y la miran con
prevención) y se sirve con los garbanzos y la carne.
Potaje de garbanzos con espinacas y bacalao
Igual que los garbanzos con acelgas, pero con espinacas en vez de acelgas, y
media hora de antes de acabar se le añaden unos hilos de bacalao. Algunos dicen
que muchos –y que algún trozo entero no le va mal–, pero otros dicen que muy
pocos (hilos), que casi no se note. También se les suele añadir buena cantidad de
huevos duros (cocidos aparte) en trozos.
OTROS COCIDOS
Botillo berciano
Lentejas
Olla ferroviaria
Potajes en general
Pote gallego
Taza de caldo español
Se cuecen luego con un polvo de sal y una cucharada sopera de azúcar, una cebolla
cortada en filetes y un puñado de habichuelas (alubias) blancas y finas.
Cuando las castañas estén bien blandas se toma una cantidad pequeña y se pasa por
tamiz, añadiendo esa especie de puré al potaje.
Se agregan luego los chorizos, que conviene sean grasientos y estén fritos y cortados
a la mitad. Deben hervir con las castañas media hora lo menos.
No puede llevar patata ni tomate ni pimiento (ni pimentón, por tanto), que
son plantas americanas, pero sí nabos en trozos, por ejemplo, que le dan un sabor
buenísimo, y cosas como castañas, si se quiere, que existían en la época que digo y
se usaban en estos cocidos primitivos. Unas bellotas muy peladas de la cáscara
dura le darían un aire definitivo.
Se comienza haciendo una sopa de ajo. En una cazuela se fríen unos ajos en
aceite, se añade pan y se moja todo para que cueza. Se añade también algo de
cerdo sin pimentón y desmigado, y un hueso de lacón con un trozo de carne.
Se deja cocer este potaje alrededor de tres cuartos de hora o una hora, y si
pareciera ir a quedarse seco se va añadiendo agua a discreción, pero sin pasarse
para que no quede aguado.
Existen dos clases de lentejas: las que llaman castellanas, más grandes y con
piel más acusada, y las que llaman francesas, más pequeñas y finas. Las dos se
guisan de la misma manera –y las dos están buenas–, pero resultan más digestivas
las denominadas francesas. Al contrario que las alubias, es preferible hacerlas en
olla a presión durante diez minutos, y no precisan de bicarbonato.
Estas son las lentejas de pueblo de toda la vida, y a quien no le salgan bien,
exquisitas, superiores, siguiendo las más que sencillas instrucciones de líneas
arriba, es que es un inútil total.
Las llamadas castellanas se hacen igual (en olla o en cazuela), pero hay que
tenerlas más tiempo, quizás el doble, lo que se puede aprovechar para guisarlas
con carne de cerdo (rabo, por ejemplo, o costilla), puesto que tarda lo mismo en
hacerse.
Olla de Ares (que está en el Maestrazgo)
Cuando los garbanzos estén casi hechos (de dos horas a dos y media) se
añade una morcilla (asturiana no sería muy típico, pero le da muy buen sabor; si
no, de arroz) y bastante verdura. Por ejemplo, unas judías verdes, zanahorias
peladas enteras, nabo, apio, unas patatas medianas y enteras (peladas, claro), y se
dejan hasta que se hagan: una media hora más. Luego se sacan las carnes, y
mientras se deja reposar se limpian de pieles y huesos, se trocean más o menos y se
añaden al puchero en trozos. La morcilla, en rodajas, también.
Como todos los cocidos, unas horas de reposo (no digamos una noche)
mejoran el potaje sustancialmente.
Hay que recordar (una vez más) que si se guisa la carne el día anterior, y se
mantiene una noche en la nevera, a la mañana siguiente podremos retirar con
facilidad el exceso de grasa sin variar un ápice el sabor o las propiedades
alimenticias.
La olla ferroviaria auténtica debería hacerse de una sola vez, es decir, con
fuego de carbón (el carbón de las locomotoras), en un solo cacharro (el que
precisamente se conoce como olla ferroviaria, que se puede conseguir en muchas
ferreterías) y añadiendo los ingredientes conforme a sus particulares tiempos de
cocción, pero me parece que el método descrito es más acorde para las cocinas
modernas.
Potajes en general
Potaje improvisado
En una cazuela se fríe un poco de cada cosa: puerro, cebolla, ajo, pimiento
verde..., y sobre ello setas (cultivadas; una bandeja), y luego se añade algo de
berenjena, una patata en cuadritos y cuatro guisantes desgranados.
Todo ello se aliña con sidra, clavo, sal, pimienta, un poco de grasa sobrante
de fabada con fuerte olor a morcilla asturiana, caldo de gallina y una cucharada de
tomate frito, y se deja cocer durante media hora.
Puede probarlo, si quiere, pero no más que probarlo, y luego láncelo por la
ventana del patio, que los gatos son muy agradecidos. A continuación, baje al bar a
ver qué hay de menú.
Se cuecen carnes, lacón, unto (la grasa que envuelve el riñón, pero si no hay
se puede echar un poco de tocino, a ser posible ahumado), chorizo, algo de carne
de vaca y otro poco de cerdo (costilla, por ejemplo, o morro).
El caldo gallego es muy parecido, pero tiene más verdura y no tanta carne.
Taza de caldo español
A carne de cocido (de vaca) se le añade otro tanto de conejo, perdiz, cordero
o cerdo (mejor liebre y perdiz, para que sea más típico), aparte de cebolla, ajos y
pimientos, todo picado. Se rehoga en crudo con bastante aceite y se sazona con
pimienta, laurel y azafrán, vino blanco (un vasito) y sal. Luego se pone a cocer con
agua, y cuando han transcurrido tres horas...
(la carne del cocido tarda bastante más en hacerse que el conejo y la perdiz,
luego es mejor sacar estos últimos después de refreírlos y volver a introducirlos en
la cazuela cuando la vaca ya lleve una hora o algo más)
... se le añaden bastantes patatas en trozos grandes, tras lo cual se deja que
siga cociendo todo hasta que esté a punto; otra hora, o algo menos.
ENSALADAS Y ENSALADILLAS
De arroz
De pimientos de colores
De pollo y manzana
De pollo y mayonesa
De queso de cabra
De remolacha
De tomate y cebolla
Ensaladilla rusa
Española
Periñaca
Pipirrana
De arroz
A arroz blanco con queso de cabra (revuelto en caliente, es decir, una vez
hecho el arroz, para que el queso se deshaga uniformemente) se le añaden
manzanas en láminas, bastantes nueces y pasas sin pepitas, huevos duros en
trozos, aceitunas sin hueso y un poco de lechuga, mejor morada, o rara, muy
picada. También se puede añadir fruta en general, como cerezas sin hueso,
albaricoques pelados y en trozos, etc., pero que no estén muy maduros porque se
deshacen en seguida debido a los efluvios de la salsa acompañante.
Todo ello se riega con una extraña mezcla que no es sino una vinagreta con
mostaza, pimienta y azúcar; a saber: tres cucharadas de vinagre en donde se
disuelve una cucharada de azúcar; se añade sal y pimienta y una cucharada de
mostaza; una vez todo mezclado se añaden nueve cucharadas de aceite.
Pechuga cocida en agua (el caldo se guarda para otros usos) y rota en trozos,
más manzana verde y ácida, pelada y en trozos, más queso gruyère en tiras y
lechuga picada. Se revuelve bien y se aliña con salsa rosa.
De pollo y mayonesa
Pechuga cocida en agua (el caldo se guarda para otros usos) y desmigada
con los dedos limpios. Se mezcla con mayonesa fuerte (con vinagre) de forma que
quede hecho una pasta, se sirve en platitos y se devora. También se puede untar en
pan, mejor tostado.
De queso de cabra
Tomate en trozos (sin el agua), un poco de cebolla picada, dos huevos duros
troceados y la clara de un tercero, aceitunas sin hueso y queso de cabra mantecoso,
también en trozos, se revuelven en una ensaladera sin destrozarlo demasiado, y a
continuación se aliña con la siguiente mezcla: la yema sobrante de un huevo duro
batida en el vaso de la minipímer con suficiente aceite de oliva, vinagre y sal.
También se puede arreglar con el llamado aliño anaranjado.
Otra parecida
Como aliño se utiliza queso de cabra batido con aceite, es decir, almodrote
light.
Ensalada de pan con tomate
El resultado, una vez frío, se corta en trozos y se mezcla con muchas cosas.
Patatas cocidas, huevos duros, zanahorias cocidas, todo ello en trozos... Guisantes,
repollo rehogado, arroz blanco, piñones, queso, nueces, etc.
Se pica tomate en un cuenco, se le añade sal y se deja un rato para que suelte
el agua. Este agua se tira o se añade a algún guiso que esté reseco y tengamos a
mano (con precaución, puesto que, como tiene sal, puede salar demasiado aquello
a lo que se lo echemos).
Lechuga lavada (mejor las hojas verdes por eso de la clorofila) con tomate en
trozos y cebolla en plumas. Si se quiere ilustrar se le pueden añadir aceitunas,
huevos duros en trozos, espárragos, bonito de lata... Se aliña con el aliño más
clásico de los que existen, esto es, vinagre, sal y aceite.
Limón de la Peña de Francia
En las fiestas de esta zona (la sierra de la Peña de Francia, que está en
Salamanca) se come con el «escabeche», que es caballa (sarda) en escabeche, en
bocata, amén de vino..., y luego se hace el encierro de los toros, aunque suelen ser
vaquillas.
Margarita (coliflor, patata y mayonesa)
Se sirve fría y con más mayonesa para que cada cual... (A la mayonesa se le
puede echar un poco de picantillo.)
Queso de cabra con mermelada de tomate
Para cada comensal se coloca lo dicho sobre unos cuantos berros, y todo ello
se riega con mermelada de tomate, sin pasarse de cantidad. Como los berros son
bastante amargos, y la mermelada muy dulce, pues...
Para freír el queso, se coloca encima de una gran rodaja de pan de pueblo
previamente frita por un lado. Al darle la vuelta para freírla por el otro, se coloca
encima la rodaja de queso, que debe coincidir más o menos con el pan, y así se
hace de sobra y no se pega a la sartén.
Las rodajas de pan ya fritas, con el queso medio derretido encima, se ponen
en un plato, se riegan (o se untan) con mermelada de tomate, y por encima se
echan berros de forma que aquello quede como un prado, más o menos; si uno está
de humor puede hasta pinchar los berros artísticamente en la mermelada
simulando un prado, y entonces el resultado se llamaría pradera verde, como hacen
los chinos. Deben hacerse rodajas grandes, no pinchitos, porque se tarda lo mismo,
se manipulan muchísimo mejor y lucen el doble.
Pasta de aguacates con almejas crudas (un cebiche)
Las almejas, innecesario es decirlo, deben ser de las buenas, o sea, de las
caras, puesto que si se hace con almejas normales el resultado final sabe poco.
También se puede hacer con ostras, en cuyo caso el conjunto final se coloca en unos
cuenquitos que se puedan tener entre mucho hielo. (Para comer esto último hay
que tener cerca una persona agraciada, mejor de las de los anuncios, y vestida de
fiesta.)
Periñaca
Cueza un par de patatas con la piel, pélelas una vez cocidas, pártalas en
trozos y añada trozos de tomate crudo, de pimiento verde, cebolla (mejor roja) en
plumas, todo crudo, más aceitunas y huevos duros en trozos. Luego se riega con
vinagreta, se le da un par de vueltas y listo. También se puede añadir bonito de
lata.
Piña rellena o de fantasía
Una vez bien mezclado todo se rellenan ambas mitades de la piña con esta
masa, que quedará con bastante copete, y encima, para adornar, se pinchan de
punta hojas de endibia y, artísticamente, se colocan aceitunas y pepinillos más o
menos picados.
Pipirrana
Echar a rodar la fantasía... Dejar que la imaginación, con ayuda de los jugos
gástricos...
Sí, ya lo decíamos, y es que el jolgorio que se traen los citados jugos gástricos
persiguiendo a las desbocadas corrientes eléctricas que vulgarmente conocemos
como fantasías...
Menestra a lo bestia
Merluzada
Pollo pollo
Un banquete español
MENESTRA A LO BESTIA
Harina.
Se reboza todo con harina y huevo batido: los huevos cocidos partidos por la
mitad; la coliflor en trozos y las alcachofas cortadas por la mitad; con trozos de
hojas de lechuga o acelga se hacen bolas, que se rebozan y fríen. Los puerros y las
pencas de las acelgas en trozos. Unos espárragos también, en trozos. Y las patatas.
Todo ello se adorna, para sacarlo a la mesa y en el último momento, con los
huevos y los espárragos rebozados y los sesos en trocitos.
MERLUZADA
Esto debe hacerse con una merluza de verdad, de unos tres o cuatro kilos, y
entera, porque se aprovecha absolutamente todo; es decir, se come uno el pez
entero, no se desperdicia nada. Una merluza de este tamaño da para seis u ocho
personas.
Si se tiene un pollo de campo, de esos que sólo han comido ortigas, hierba,
gusanos y maíz, un pollo virgen de piensos compuestos, unos de esos pollos que
son más bien medio gallo y han tardado nueve meses en crecer, se puede hacer la
siguiente operación. La cosa es peliaguda, pero vale la pena; organiza uno un
banquete de los que ya no se ven.
A los tres días (o a los dos) se le despieza en trozos, las patas, los muslos, las
pechugas, el caparazón en dos trozos, las alas y el cuello.
1.1/ En la olla a presión se ponen las alas, las garras, la cabeza (si se tiene), la
molleja y un trozo de cuello; además un trozo de hueso de rodilla de vaca, un trozo
de hueso de jamón de Jabugo o términos adyacentes, un puerro, una zanahoria, un
nabo y una cebolla, todo entero. Todo esto se cuece en dos litros de agua durante
tres cuartos de hora, se deja enfriar y se guarda en la nevera, el caldo por un lado y
todo lo demás en un plato. Los huesos, los de vaca y jamón, se tiran o se dan al
perro.
1.2/ Los higadillos (hígado, cresta, riñones y corazón) se cuecen en una
cazuela con un poco de agua durante veinte minutos o media hora y, una vez
cocido, se echan, con caldo y todo, en un cuenco de cristal que, una vez frío, se
mete asimismo en la nevera.
1.3/ En una cazuela grande, que quepa todo, se refríen por turnos –hasta que
se doren y sin quitarles la piel– las patas y los muslos, las pechugas, los
caparazones y el cuello sobrante. Se sacan una vez refritos y se apartan en una
fuente.
Una vez la cebolla ha tomado un poco de color se colocan encima los trozos
de pollo ya fritos y se añade algo de pimentón y la pasta del mortero –revolviendo
bien durante un rato– y a continuación se añade cuarto de litro de vino blanco y
caldo del que teníamos preparado hasta que cubra todo el guiso, o casi. Se le da
fuego a la cazuela, y luego, cuando esté establecido el hervor, se baja y se deja
hirviendo suavemente y tapado un par de horas, o algo más si al cabo de este
tiempo no está hecho.
Una vez guisado se deja enfriar, y cuando esté frío se mete la cazuela en la
nevera para que repose, nada de comérselo el mismo día.
2.1/ LA SOPA
Lo primero es desgrasar el caldo. Como sale de la nevera, toda la grasa
estará en la superficie. Se quita con una cuchara y se guarda para usos posteriores;
sólo se deja un poquitín.
2.2/ EL REVUELTO
2.3/ EL POLLO
Se calienta la cazuela con el guiso del pollo. Una vez caliente se sacan las
piezas de pollo, las pechugas se cortan por la mitad y los caparazones también. Los
trozos se colocan artísticamente en una fuente y se riegan por encima, sin pasarse,
con la salsa, que estará llena de trozos de cebolla y zanahoria; en una salsera,
además, se saca más salsa para que cada uno se lo ponga a gusto en la mesa. Este
es el tercer plato y la culminación de la comida, y la fuente que lo contenga, y la
salsera adjunta, deben ser, por supuesto, de la misma vajilla que todo lo anterior.
UN BANQUETE ESPAÑOL
Estos son los platos clásicos de la cocina española de los últimos siglos, y si a
ello le añadimos un postre como
1 Gazpacho
2 Tortilla de patata
garbanzos, vaca, cerdo, gallina, cebolla, ajo, nabo, zanahoria, repollo y patata
Como son muchos platos, hay que calcular la mitad, o menos, de lo normal
para cada uno, y con esto creo que está dicho lo más importante. ¡Que aproveche!
(Se podría añadir la sopa de ajo. Lo que ocurre es que sus ingredientes –ajo,
pan, aceite, jamón, chorizo, huevo, etc.–, ya han sido utilizados, y sopa hay una, el
gazpacho. Sin embargo, es también uno de los platos nacionales, sin la menor
duda. Una alternativa sería: de entrante, dos chupitos de sopa, una fría y la otra
caliente: gazpacho y sopa de ajo.)
... y si usted se ha quedado con hambre y nota, después de la siesta, así como
un gusanillo, nada más fácil de remediar. Abundando en la materia que nos ocupa
–la historia–, puede prepararse un tentempié compuesto por un chocolatito
acompañado por los inevitables churros, que pocas cosas hay más españolas.
HUEVOS
Huevos cocidos
Huevos crudos
Huevos duros
Huevos encapotados
Huevos rotos
Miles de revueltos...
Tortilla dulce
Tortilla primavera
Tortilla psicodélica
Tortillas en torre
Huevo guisado («La bandera nacional»)
En una sartén que no se pegue, con el fuego a tope, se ponen unas cuantas
patatas previamente fritas, como para tortilla pero pastosas, con un poco de aceite
del mejor. Cuando empiecen a refreírse se echa encima una cama de salsa de
tomate (de la buena), de forma que ocupe el centro de la sartén, y encima, un
huevo. Se baja el fuego, se salpimenta y se deja que se haga cinco minutos. A
continuación se coloca en un plato y se come.
Los huevos se pueden cocer de dos maneras: con cáscara, en cuyo caso se
conocen como «duros», pochés y otras varias maneras –dependiendo del tiempo
durante el que se cuezan–, y sin cáscara, y entonces no se dice «cocer», sino que se
dice «escalfar». Además, si se cuecen sin cáscara, si se escalfan, no es preciso
hacerlo en agua, sino que se pueden cocer con ventaja en salsa de tomate, o en sopa
de ajo...
Huevos con tomate
En un cacharro que se pueda poner al fuego (una sartén, por ejemplo, pero
también un plato de barro resistente al calor) se echa salsa de tomate de la buena y
se calienta. (Se puede desmigar un mínimo de chorizo por encima, y revolver.)
Cuando borbotea se añade un huevo (o dos) y se deja que se escalfe a fuego lento.
Encima del huevo se puede echar sal, poca, y queso rallado. Si el queso es francés,
y rallado en casa, eche mucho. También un polvo de pimienta.
Esta es una receta que, de la forma más sencilla, resuelve una cena en cinco
minutos, o ni eso, porque no hay que estar allí mirando. Estas cosas, en realidad,
no se deben tocar: se pone todo al fuego y se deja que se haga solo, que andar
enredando suele resultar contraproducente.
Huevos crudos
Los huevos se pueden comer crudos, y hay mucha gente que lo hace. Se les
practica un agujero en cada extremo (con una aguja) y se chupa por uno de los
lados hasta agotar la sustancia. Eso sí, mucho cuidado con la salmonella.
Huevos de codorniz (y otros)
Otros huevos que tienen muy buena fama son los de oca, pero son mayores
y más grasientos que los de gallina, por lo que no conviene abusar. Los de
avestruz, que también están en el mercado, equivalen (cada uno) a dos docenas de
los normales. Si usted busca en donde hay que buscar puede encontrar huevos de
perdiz, y si se empeña –pero esto ya es en África– puede conseguirlos hasta de
cocodrilo.
Huevos duros
Esto se presta para merienda de niños, por ejemplo. Se separan las claras y
las yemas de una o dos docenas de huevos, depende de cómo quiera uno el huevo
de grande. Las yemas se mezclan y se meten en una vejiga, se cierra y se tiene
cociendo en agua un cuarto de hora. Se saca, se enfría, se quita la vejiga, y esta
yema (parece una yema de huevo duro gigante) se coloca en otra vejiga aún mayor
en donde se meten también todas las claras mezcladas. Se vuelve a repetir la
operación, y al enfriar y quitar la vejiga tiene uno un huevo duro de tamaño
respetable.
Huevos encapotados
Esto, con ser algo laborioso, es una de las mejores cosas del Universo. Los
huevos encapotados son huevos fritos envueltos –con muchísimo cuidado– en
besamel, envoltorio que se empana y reboza y vuelve a freír.
Para ello se fríen huevos, los necesarios, que se ponen a escurrir en papel del
que absorbe la grasa. Se deben freír lo justo, o un poco menos, porque, aunque
envueltos en besamel y rebozados, volverán a pasar por la lumbre.
Estos aparatosos objetos, una vez fríos, se pasan (con una paleta y
muchísimo cuidado de no romperlo todo, ya digo) por pan rallado, huevo batido y
otra vez pan rallado, y se vuelven a freír justo antes de comérselos. Deben quedar
bien hechos por fuera.
Cuando aquello está hecho se estrella encima un huevo (o dos) y se deja que
se cuaje revolviendo. La sartén debe estar caliente, y en cuanto esté hecho, a la
mesa.
Para freír huevos en condiciones hace falta una sartén de las que no se pegan
y aceite de oliva. Se calienta el aceite, y cuando empieza a humear se echan los
huevos, que previamente se habrán colocado en una taza (para no quemarse). Hay
que echarles aceite por encima con la espumadera por si la salmonella... La
«puntilla» en las claras sale mejor si el aceite está muy caliente. Y si los huevos son
«de pueblo» (pero de verdad, que hay mucho rollo por ahí), entonces resultan
buenísimos.
El acompañamiento clásico de los huevos fritos son las patatas recién fritas,
y hay quien añade también un poco de chorizo o jamón igualmente fritos.
Huevos pasados por agua
Revuelto de higadillos
Se coge la miga de una hogaza (cuanto mejor sea este pan, mejor, y si está un
poco duro, mucho mejor para que se desmigue más fácil) y se mezcla con 3 huevos
batidos, o más, con algo de azúcar. Se deja que la miga absorba el huevo (debe
tener bastante; si hay que echar más huevos, se echan), y luego se hace una tortilla
como las de patatas, de la misma manera y que quede bien hecha, no blanda. Mejor
a fuego lento para que no se torre por fuera y se haga por dentro.
A veces sucede que la tortilla no absorbe la leche, lo que se suele deber a que
tiene poco huevo o está demasiado hecha, o ambas cosas. Para que no suceda tal
fenómeno, se puede hacer de otra manera:
Se hace una tortilla como las de patata, que aquí se llama primavera, pero en
realidad se conoce como paisana.
Tortilla psicodélica
3/ Se escalfa un huevo.
(para freír las patatas hacer una tortilla –freírlas como Dios manda, quiero
decir–, se hace lo siguiente: se fríe primero la cebolla en el aceite ya caliente, y
cuando coja un poco de color se añaden las patatas, que, cuidado, deberán haber
sido partidas en lascas, y no en cuadraditos, como hacen algunos aficionados)
Las tortillas, para que estén buenas, deben llevar bastante huevo, más de lo
que parece. Una buena medida para la de patata puede ser esta: no más de 100 g
de patata, una vez peladas –y un poco de cebolla–, por cada huevo que vaya a
echar.
Una forma muy fácil de hacer tortilla, pero para ello es necesario tener
paciencia, consiste en lo siguiente:
Se baten dos huevos, se les añade lo que se tenga a mano –arroz blanco,
pisto, patatas fritas, pudin de pescado, queso manchego rallado...; en fin, ya digo,
lo que se tenga, porque las tortillas se pueden hacer de cualquier cosa– y se deja
reposar.
En una sartén adecuada –barnizada y del tamaño justo– se echan unas gotas
de aceite, se pone el fuego al mínimo y se añade el huevo batido y demás. Esto se
deja diez minutos, por lo menos, a fuego lentísimo..., tras los que en la sartén se
construye una tortilla de verdad. No se le da la vuelta –es decir, no hace falta–, e
interesa echar queso rallado por encima para que se haga todo junto.
Las tortillas están mejor poco hechas y se deben comer acto seguido, aunque
todos hemos comido mucha fría –e incluso bastante revenida– en bares y cafeterías
y otros lugares.
Tortillas en torre
Son tortillas redondas y no muy grandes (de dos huevos cada una), una de
patatas, otra de judías verdes y otra de pimientos rojos (o de lo que a cada uno se le
ocurra), apiladas en una fuente ancha y con besamel hirviente (con mucho queso)
chorreando por encima y cubriéndolo todo. Se corta como un pudin.
PASTAS Y ENTRANTES
Almendras fritas
*Canelones
Croquetas
Dátiles fritos
Empanada
Empanadillas
Emparedados
Fideuá
Frisuelos
Lasaña de calabaza
Macarrones y espaguetis
Manzana en rodajas
Morcilla de arroz
*Pizza
Hay que preparar una besamel y un relleno. El relleno puede ser de varias
clases, como carne o pescado picados, etc., pero siempre mezclado con salsa de
tomate. Por ejemplo, se sofríe una cebolla con un poco de ajo y zanahoria, también
un poco de pimiento, y cuando todo está más o menos hecho se añade algo de
carne picada procedente de las sobras de un cocido, o chorizo desmigado, o ambas
cosas añadidas de un poco de foie-gras del bueno... En fin, sírvase a su gusto. Se le
da una vuelta en la sartén (si es carne picada cruda habrás que guisarla más, hasta
que se haga) y se añade salsa de tomate. Se revuelve todo de forma que se haga
una masa y ya tenemos confeccionado el relleno.
Para hacer besamel para croquetas, que tiene que quedar algo gorda para
poder manejarla luego, se utilizan estas cantidades:
Esta besamel con tropiezos se deja enfriar, y una vez fría, que quedará
pastosa, se va tomando con una cuchara en porciones del tamaño y forma
deseados...
(más o menos gorda, como un cilindro, como bolas, etc.; esto es a gusto de
cada cual, y para evitar que al hacerlas la masa se te pegue a los dedos, hay que
mojárselos continuamente bajo el grifo)
También se pueden pasar dos veces, primero por huevo, luego por pan,
luego otra vez por huevo, y de nuevo por pan. Y también de otras maneras:
pasarlas por huevo batido y a continuación por harina, luego por huevo y después
por pan... En fin, se pueden hacer de muchas maneras, pero yo creo que como
mejor quedan es de la primera de las enumeradas.
Rellenos hay de muchas clases. Por ejemplo, una masa de tomate frito,
huevos duros machacados, bonito de lata escurrido o trozos de carne sobrante, o
jamón de York picado, o pechuga de pollo cocida y picada, o mucho chorizo
desmigado, o todo junto, etc., salen buenas. Lo que hay que echar siempre es salsa
de tomate, o por lo menos eso parece. (También se puede intentar con bonito u
otros pescados y mariscos muy poco o nada cocidos, porque ya se cuecen en la
empanada, e incluso mezclados con besamel, pero esto sería otra historia que cada
cual debe experimentar.)
Se mete en el horno, a 170º C., durante una hora, más o menos. El horno
debe tener calor por arriba y por abajo.
Como se pone más o menos dorada, se sabe que está hecha cuando a uno le
gusta el color que ha tomado. Esta masa se pone de color y aspecto de adobe,
terroso, y está buenísima. Parece entre pan y hojaldre, y conviene no pasarse de
tiempo, pues si se pone muy dura, luego resulta más difícil de comer; esto sólo lo
enseña la práctica, de forma que experimente.
Otra masa de empanada
Elabore una masa como las que se describen en las empanadas, alísela con el
rodillo y vaya cortando porciones circulares (con el borde de un vaso, por ejemplo),
que, rellenas de alguno de los rellenos que igualmente se han expuesto, y cerradas
volviéndolas para darles forma, se colocan en fila en la bandeja de horno,
convenientemente engrasada, y se hornean hasta que estén a punto, cosa de veinte
minutos. También se pueden freír, pero quedan peor que al horno.
Emparedados
Da igual pan viejo o del día, pero que no esté muy duro porque se destroza
al cortarle. Se cortan rodajas más bien finas y se pasan un poco por leche. Se ponen
de dos en dos con jamón de York en medio, o queso, o chorizo, o lo que a cada uno
se le ocurra. También se puede poner una capita fina de besamel, aparte del jamón,
queso o lo que se utilice. ¿Y si se rellenan untándolas con salsa de tomate y
picadillo de chorizo? ¿Y con foie-gras...?
Se cierran bien, apretando, y se rebozan con huevo batido con algo de leche.
Se fríen con bastante aceite y se comen fríos o calientes, da igual, que de cualquier
forma están buenos.
Fideuá
Es como una paella, pero en vez de arroz se utilizan unos fideos gordos que
hay para esto. El procedimiento es el mismo, y puede verse en arroces, luego hay
que tener los ingredientes preparados, sobre todo los caldos, que son los que le dan
carácter. Las mejores suelen ser de pescado y marisco.
Frisuelos
Los frisuelos, crêpes, filloas, etc., son todos la misma cosa. Una masa que se
fríe en una sartén y sirve para comérsela sola, para untarla con multitud de
ingredientes o arrollarla o doblarla una vez untada y dejarla hecha una especie de
bocata.
Una alternativa es fabricar una masa de freír con miel, harina y un poco de
pimienta, canela y sal, todo ello aclarado en el agua necesaria. Esta masa es la que
se usa para rebozar el pescado con miel (v. en bacalao con miel).
Estas tortas, que se pueden hacer de la forma que se prefiera (al freírlas),
sustituyen con ventaja a la lasaña que ya viene hecha y venden en las tiendas.
Lasaña de calabaza
2/ Chorizo del bueno, picado y sin piel, bien frito con varios ajos picados.
Cuando la cosa tiene color, antes de que se queme, se aparta.
También: eche la mitad de esta mezcla en la fuente que se vaya a servir, que
se debe poder meter en el horno, y encima queso rallado. Encima la otra mitad de
los macarrones, y encima más queso. Métalo al horno a gratinar hasta que quede
como sea su gusto, más o menos abrasado por encima.
Lo mismo se puede hacer sólo con chorizo, ajo y pan, que era lo único que
debían de llevar los pastores en el macuto, para lo cual se procede de la siguiente
manera.
Córtese una rebanada de pan del mismo tamaño, y úntese por un lado de
queso de cabra y por el otro con aceite de oliva.
Dese una vuelta al pincho y fríase ahora, también a fuego muy lento (y con
unas gotas de aceite), por el lado de la manzana.
Son medias lonchas de jamón de York enrolladas con pimiento verde frito en
medio. Se fríen los pimientos despacio (o se asan en el horno) hasta que estén
blandos. Se dejan enfriar y se les quita la piel.
Patatas al ajopollo
Patatas a la importancia
Patatas a la riojana
Patatas a lo pobre
Patatas cocidas
Patatas fritas
Patatas rellenas
Patatas rellenas en forma de bolas
Hay muchas clases de patatas, pero para resumir digo que estas se reducen a
dos: blancas y rojas. Las blancas son las de siempre, las que hay en todas partes, y
las rojas son más rojizas por fuera y de mejor calidad. No se deshacen al freír, o al
cocer, o se deshacen mucho menos... Lástima que no se puedan conseguir sino en
contadas ocasiones.
De las patatas, como de todo, se podrían decir casi infinitas cosas, así que
ahí van unas cuantas. Es labor propia de cada cual idear novedades.
Papas con mojo
Una vez cocidas, un cuarto de hora o algo más, dependiendo del tamaño, se
escurre el agua y se deja que se acaben de hacer al vapor de la cazuela, para lo que
se vuelve a colocar el cacharro en la lumbre durante otros cinco minutos, aunque a
fuego mínimo o simplemente con la cazuela tapada.
Se fríen en una sartén varios ajos picados, pan duro, almendras machacadas
y bastante perejil picado. Cuando está todo frito se pasa al mortero y se hace una
masa.
De esta forma tan sencilla se hacen unas patatas guisadas que están
superiores.
Se hace una salsa blanca con aceite, una cebolla gorda que se deja sofreír,
ajo, un tomate y caldo de carne. Cuando la salsa está como una besamel muy clara
(si no se deshace se puede meter la minipímer, aunque las salsas con barcos
tampoco quedan mal) se introducen en ella las patatas rebozadas y semifritas, y se
deja que se acaben de hacer durante un cuarto de hora o algo más. A la salsa se la
debe poner fuertecilla, con sal y un poco de pimienta, pero sin pasarse. En Palencia
esta salsa lleva pimiento y tomate, o sea, que la dejan con bastante color.
Patatas a la riojana
Se pueden cocer con piel o peladas. Si se cuecen con piel conviene lavarlas
bastante para que no suelten tierra en el agua.
Para averiguar si están cocidas basta con pincharlas con una aguja, con un
cuchillo o con un tenedor. Se nota perfectamente cuando están hechas.
Patatas con ajo
Las patatas se pelan y cortan en dados de un cm de lado. Se les echa poca sal
y se fríen a fuego lento veinte minutos con un diente de ajo entero y sin pelar.
Pasado este tiempo se pone el fuego fuerte y se las dora dos o tres minutos; deben
quedar bien doradas por fuera. En el entretanto se hace una besamel normal, más
bien clara. A esta besamel se le añade romero machacado (de frasco, pero si se
puede coger en el campo, mejor), queso rallado (bastante), un poco de pimienta y
sal. Debe saber a queso y romero.
Se echan las patatas doradas, que deben estar recién salidas de la sartén, en
una fuente de horno. Por encima se añade la besamel, y el conjunto se mete un rato
en el horno a gratinar con una cubierta de pimienta, romero, queso y pan rallado
espolvoreados. Si la cubierta es gorda y se dora bien, queda aún mejor: se puede
hacer hasta una foto.
Patatas con chorizo
Se sofríe cebolla, ajo y un poco de pimiento rojo, todo más o menos picado.
Cuando se ha hecho algo se añade costilla de cerdo adobada y se le da un par de
vueltas. Una vez medio frita se añade un poco de vinagre (o de vino), se hace cocer
y se echa agua, que lo cubra. Esto se deja que se haga durante una hora u hora y
media, por lo que si se usa la olla a presión debería tenerse veinte o veinticinco
minutos.
Se añaden patatas en trozos para que se guisen en esa salsa con costilla (si
hace falta más agua, se añade), y se dejan cocer media hora por lo menos, pues
interesa que suelten algo de fécula para que engorde la salsa. Si hay que dejarlas
más, no importa: la cuestión es que la salsa quede gorda.
Se puede añadir sal al final, pues las patatas son muy sosas, aunque la
costilla suele tener suficiente.
Patatas con gallina
El caldo, del que debe salir buena cantidad –luego hay que echar suficiente
agua–, se guarda escrupulosamente y se desgrasa una vez frío. La gallina se limpia
de huesos y pieles y se deja en trozos más o menos grandes: si queda muy
desmenuzada da igual, aunque no hay que pasarse.
Se hacen unas patatas guisadas como siempre (aceite, cebolla y ajo picados,
zanahoria en rodajas), se rehogan las patatas y, una vez rehogadas, se añade el
caldo de la gallina desgrasado, y si hace falta más líquido, agua, y luego toda la
carne de la gallina. Se revuelve para que se asiente.
Se pone el fuego fuerte, y una vez que hierve se baja y se deja que cuezan
despacio unos veinte o veinticinco minutos.
Patatas con lirios (bacaladillas)
Se limpian los lirios quitándoles la cabeza, las tripas y la espina, y con eso
durante un cuarto de hora se hace un caldo suficiente para cocer las patatas. Se
cuela ese caldo y se aparta.
Lo mismo se puede hacer con otros pescados; por ejemplo, con cabezas y
espinas de merluza, de rape, etc.
Patatas en salsa verde
En una cazuela, y con bastante aceite, se fríe lentamente una cebolla picada y
dos o tres zanahorias gordas peladas y cortadas en rodajas.
Si, además, se añade un poco de tomillo y otro poco de orégano, saben a las
que hacen en el reino de León.
Patatas fritas
Cuando se quieran comer, porque las patatas fritas se deben comer recién
acabadas, se recupera la sartén y, tal cual, se pone al fuego a todo meter; en cinco
minutos estarán perfectamente doradas. Se sacan, se escurren, se salan y a la mesa.
Si se ha utilizado la freidora se saca la cesta con las patatas, se pone el aparato al
máximo y, cuando el aceite está caliente, se sumergen durante dos o tres minutos
hasta que se doren por fuera. Luego se deja que se escurran antes de salarlas.
De esta forma (fuerte, suave, fuerte) quedan blandas por dentro y doradas
por fuera (que es como le gustan a todo el mundo) y se tarda una media hora –
aunque no hay que estar mirando, ni mucho menos. Sin embargo, también se
pueden hacer en treinta segundos (lo hacen en las cafeterías), lo que se consigue
cortándolas muy finas (patatas paja) y friéndolas en aceite muy caliente durante
esos treinta segundos. Vamos, se puede hacer, aunque el resultado es
completamente diferente.
Patatas guisadas con mano de cerdo
Lo mismo que las patatas guisadas en salsa verde (ajo, perejil, etc.), pero
añadiéndoles judías verdes, acelgas picadas o alguna otra verdura que cueza
rápido, porque si no, las patatas se deshacen. También se pueden cocer las
verduras aparte y, al final, mezclarlo todo, incluido el caldo, o utilizarle en vez de
agua para cocer las patatas.
Patatas meneás de la sierra de la Peña de Francia
Esto, si se quiere, se come con torreznos de verdad (tocino muy frito, pero
que sea del bueno; nada de bacon). A estos torreznos, en la sierra de la Peña de
Francia los llaman «chichos».
Patatas rellenas
Con todo lo que haya sobrado al vaciar las patatas se puede hacer puré –
cociéndolo un rato y metiendo la minipímer al resultado final–, que está
buenísimo.
Patatas rellenas en forma de bolas
Se hace puré de patata muy espeso, para lo que se cuecen patatas en trozos y
luego se tira el agua de cocerlas; al fin se machacan con un tenedor.
Cuando se tiene esta masa se prueba a hacer bolas, y si está muy líquida y
no se deja, se añade pan rallado y se mezcla con ella hasta que esté manejable.
A continuación se fríen a fuego medio hasta que estén doradas. Están mejor
calientes, recién fritas, pero frías (las sobrantes) también están muy buenas.
PESCADOS
Albóndigas de merluza
Almejas a la marinera
Asar pescado
Bacalao al ajoarriero
Bocartes y sardinas
Bonito frito
Cefalópodos encebollados
Cefalópodos en su tinta
Cefalópodos enteros fritos
Cefalópodos rellenos
Hamburguesas de pescado
Huevas de pescado
Marisco
Merluza a la plancha
Merluza cocida
Merluza rebozada
Pudin de merluza
Pulpo
Rape rebozado
Salmonetes al horno
Sepia
Zarzuela de pescado
Albóndigas de pescado (de sarda)
Mientras el pescado se enfría se hace una salsa en una cazuela (para cocer las
albóndigas) con cebolla, zanahoria, pimiento, ajo y perejil; es decir, la de siempre.
Cuando todo está medio rehogado se le añade vino blanco y un poco de salsa de
tomate para que dé color. Luego, el caldo del pescado (lo necesario, y si no se tiene,
agua) y se deja cocer con moderación para que espese.
Una cola de merluza de medio kilo: se cuece un poco en medio litro de agua
y se aparta para que se enfríe.
Se hace una salsa: se sofríe una cebolla picada, y cuando está se añade una
cucharada de harina, que se deja que se fría y coja algo de color. Se añade el caldo
de cocer la merluza (el medio litro colado), una hoja de laurel y un poco de
azafrán, y se deja cocer un cuarto de hora o algo más. Luego se le mete la
minipímer y se licua.
Otra salsa: se hace un pisto con zanahoria (tampoco hay que hacer mucho),
y una vez que ha cocido un poco se le añade el aceite, con la harina requemada que
pueda quedar en el fondo, que se ha usado para freír las albóndigas. Esto queda
muy bien de aspecto y sabor, aunque si el aceite es mucho se puede retirar un poco
para que aquello no nade en él.
Se prepara en una sartén una salsa blanca con mucho ajo y perejil y algo de
picante, y una vez ligada y bien cocida se sumergen en ella buena cantidad de
almejas crudas, que se mantienen borboteando unos minutos hasta que estén todas
abiertas y hayan soltado su característica agua, la cual, al mezclarse con la salsa...
Al cabo de este tiempo se añaden tres huevos, enteros, batidos o como usted
tenga por costumbre hacer los revueltos, y se deja que aquello se cuaje como tal. A
este guiso también se le pueden añadir varias rebanadas de pan duro frito en aceite
de oliva. Se incrustan encima del revuelto, una vez hecho, en plan artístico.
Es mejor comerlo recién hecho, aunque las sobras se pueden recalentar por
la noche con más salsa de tomate.
Bacalao al pil pil
Caliéntese aceite (ni que decir tiene que de oliva) en una sartén. En él se
doran bastantes ajos en láminas, y al final unas guindillitas rojas y secas cortadas
en rodajas. Todo ello se aparta. A continuación, en el mismo aceite, se van friendo,
muy poco y a fuego muy lento, los trozos de bacalao, que una vez un poco –insisto,
muy poco– fritos, se colocan en una fuente de fantasía que se pueda poner al
fuego, la fuente en que se va a servir todo, por lo que es conveniente colocarlos
simétricamente.
Se retira de la sartén la mayor parte del aceite, y lo que quede se bate con un
colador. Se bate poco a poco y muy lentamente, y se irá observando que aquello,
paulatinamente –aunque si el aceite es bueno la cosa es rápida– empieza a ligar,
esto es, a enturbiarse, a hacerse como una mayonesa ligerita, que, si se le sigue
dando caña, acaba por tener aspecto de salsa espesa y gelatinosa de color blanco
tirando a amarillento. Cuando esta salsa ha ligado (el aceite con la gelatina de la
piel del bacalao) se sigue añadiendo el aceite que se retiró, y se continúa batiendo
hasta tener una buena cantidad de salsa blancuzca.
Esta salsa, una vez algo reposada, se vierte sobre los trozos de bacalao, que
ya estarán en la fuente de que hablamos, y por encima se colocan con arte los ajos y
las guindillas. Se mueve todo un poco (fuera del fuego) para que acabe de
asentarse, y se deja reposar; si es hasta el día siguiente, mucho mejor.
Hay que hacer previamente un pisto con cebolla, ajo, pimiento y tomate;
verlo en pisto pisto.
Una vez reposado, de un día para otro, se recalienta en una cazuela que no
se pegue la cantidad que se vaya a usar, esto es, lo necesario para que los trozos de
bacalao estén sumergidos hasta la mitad en el guiso. El bacalao debe estar limpio
de espinas y previamente desalado. Cuando el pisto hierve un poco se colocan los
trozos y se deja que se hagan, a fuego lento, unos tres o cuatro minutos por cada
lado –no más, porque, tal y como se ha repetido, el pescado tiende a quedarse
estropajoso si se hace en exceso–, y se come inmediatamente.
Cocidos un poco los trozos de bacalao sin espinas, se escurrirán bien y se envolverán
en una masa de harina y miel alcarreña sazonada con sal, pimienta y canela y liquidada con
un poco de agua. Se tendrá bien caliente el aceite en la sartén, y se freirán en él los trozos
hasta tostarlos un poco. (Condesa de Pardo Bazán, La cocina española antigua.)
Con pequeños trozos de bacalao se hacen unas migas (no tan pequeñas
como migas) muy limpias y blancas.
Para que luzca, el resultado se coloca en un plato amplio, tipo fuente, y una
vez templado se puede comer.
Bacalao relleno al horno
Con habas tiernas y guisantes cocidos se pone a freír tomate, bastante jamón
en trocitos y cuatro huevos duros, también en trozos.
Todo esto, una vez frito, se pone en medio del bacalao y se cose en forma de
merluza.
Las sardinas se suelen hacen a la brasa enteras, tal cual, pero también se
pueden limpiar, abrir, desespinar, pasar por harina los filetes resultantes y freírlos
hasta que queden dorados, como los bocartes.
Una buena rueda de bonito, como de tres dedos de gorda, se fríe tal cual en
una sartén con bastante aceite de oliva muy caliente y durante un cierto tiempo (de
tres a cuatro minutos) por cada lado. Debe quedar algo torrada por fuera, y jugosa
por dentro. Es decir, el aceite (como un dedo) debe estar muy caliente y
chisporrotear. Más torrado aún, aunque por dentro quede más seco, también está
bueno.
Las recetas de bonito sirven para el atún, el pez espada, el emperador, etc.;
es decir, los túnidos.
Bonito en bote (conserva)
El bonito se limpia en crudo (se limpia por completo de pieles y espinas) sin
cocerlo previamente, y los trozos –lo más grandes posible– que se sacan, se untan
de sal gorda por ambas partes, bien untados, y se dejan reposar durante una hora.
Al cabo de este tiempo se limpian de sal con un trapo y se utilizan –y todas las
migas– para rellenar los botes tal y como se ha descrito antes. Una vez los botes
con las tajadas de pescado (crudo), y las migas, se acaban de rellenar con una
mezcla de tres partes de aceite y una de vinagre (se hace en una jarra grande y se
revuelve), y se deja que aquello se asiente durante un rato. Cuando el nivel de
aceite y vinagre desciende se vuelven a rellenar hasta arriba, se tapan los botes y se
cuecen durante tres horas, al cabo de las cuales la conserva estará hecha. De esta
forma, como se ve, se evita uno la primera cocción, y el resultado es prácticamente
igual.
Esta conserva, si se ha hecho bien el vacío dentro de los botes, dura durante
años, y cada año que pasa mejora su contenido, aunque como está tan bueno es
raro encontrar un bote que tenga más de uno o dos años.
A este respecto se puede hacer mención de una ayuda: hay botes en cuya
tapa se puede observar una especie de botón en la misma chapa. El botón tiende a
quedar hacia fuera, es decir, levantado, aunque si se aprieta con el dedo se puede
hundir, y al retirarlo (el dedo) recupera su posición original. Pues bien, como una
vez hervidos dentro se ha hecho el vacío (premisa fundamental para que el
contenido no se estropee), al acabar el proceso de cocción el botón estará hundido,
y si se aprieta no sucederá nada, permanecerá hundido. Si tras hervir los botes,
usted observa que alguno de los botones se puede hundir con el dedo, eso
significará que dentro de ese bote no se ha hecho el vacío, y lo que tiene dentro se
estropeará en breve. Se puede volver a hervir tras haberlo cerrado correctamente,
pero si de nuevo sucede lo mismo, ese bote (o la tapa) es defectuoso, en cuyo caso
se desecha.
Para que tal operación procure menos trabajo conviene utilizar instrumentos
grandes: una cazuela de unos 50 cm de diámetro y un quemador de paellas con
dos aros de fuego, que la cubre por completo. Si se hace con instrumentos más
pequeños (domésticos) se tarda y se trabaja mucho más, aunque también se puede
llevar a cabo. En todo caso, se puede hacer una prueba previa en pequeña escala
con dos o tres kg de bonito y media docena de botes, que sí caben en una cazuela
doméstica grande.
Cefalópodos
Son como patatas guisadas con cachón, con los restos del cachón, la cabeza,
las huevas, etc. Hay que tener en cuenta que para guisar, y muchas veces para
comer, lo mejor de los pescados suele ser precisamente eso, la cabeza, las huevas,
etc. Hay mucha gente, sobre todo entre los pescadores, que no come otra cosa.
El cachón debe ser recién sacado del agua, y lo suyo es tenerle un par de días
en el congelador para que se ponga a tono; esto le amansa mucho. Conviene que
esté muy limpio antes de pasarle por el congelador.
En una cazuela se refríe cebolla, ajo, un pimiento rojo gordo cortado en tiras,
una zanahoria, y cuando todo está algo refrito se añaden unas cuantas patatas en
trozos gordos, perejil, agua, caldo, salsa de tomate, un tomate pelado, en fin..., y el
cachón en trozos, y se tiene hirviendo despacio media hora, sobre poco más o
menos, no más para que el cachón no endurezca. Si se quiere se puede echar un
poco de tinta, que en el cachón no es líquida sino granulosa y espesa, pero yo creo
que para este guiso es mejor no echarla; así, el cachón queda rosadito por fuera y
blanco por dentro, justo como si fuera langosta, y no es broma. Claro, que esto se
debe únicamente a que el pescado fresco es el no va más. Cuando en la actual
época de piensos compuestos, por imponderables del devenir diario –aunque a
veces sea por casualidad– pillas algo auténtico, sueles llevarte una sorpresa.
Cefalópodos encebollados
Se fríen dos cebollas en la olla y dos o tres ajos picados, amén de un par de
pimientos en trozos. Cuando todo está medio frito se echan los cefalópodos
picados y se rehogan cinco minutos; se ponen de color rojizo. Se añaden tres o
cuatro cucharadas de salsa de tomate y un vaso de vino blanco, se cierra la olla y se
deja cocer durante diez minutos. Es en olla rápida. Hay que dejarlo reposar, como
a casi todo, y tener cuidado con el tiempo de cocción para que no queden gomosos.
Cefalópodos en su tinta
Se puede hacer con calamares, cachón, potas, etc., y si se quiere que estén
buenos de verdad deben ser de guadañeta, esto es, pescados a mano, y no de
arrastre, ni mucho menos congelados.
En una cazuela se hace un pisto tal y como se dice en pisto pisto. Mientras
se va cociendo se limpian los cefalópodos y se trocean aprovechando todo lo que se
pueda. Los cuerpos, por supuesto, y las patas, pero también las huevas, si tuvieran.
La tinta se separa y se aparta. Una vez los trozos limpios se echan al pisto hirviente
y se revuelve todo. Los trozos de pescado, que eran blancos, se irán poniendo
rojizos. Se añade un chorro de vino blanco y un poquitín de picante, que casi no se
note, y se tiene cociendo lentamente media hora; se puede añadir también un poco
de agua, según cómo se vea aquello de seco. El punto bueno es cuando los trozos
de pescado están hechos, pero tiesos; de veinte minutos a media hora; si se tienen
demasiado tiempo se vuelven como chicle y quedan peor. Entonces se añade la
tinta bien repartida, se revuelve todo (el guiso se volverá de color negro), y se
cuece otros cinco minutos.
Hay gente que las tira, pero son lo mejor de los pescados, el caviar. Se cortan
en trozos, se rebozan en harina, se pasan por huevo y se fríen un poco en aceite no
demasiado caliente, tal y como se hace con la merluza rebozada, lo justo para que
quede el huevo hecho, porque son muy delicadas y sutiles.
También sirven para hacer un revuelto, pero se debe echar primero el huevo,
ya que si se echan las huevas directamente en una sartén, se hacen visto y no visto
y pierden casi todo su fantástico sabor. Este manjar se usa también para preparar
unas alubias mixtas, por ejemplo.
Todos los pescados tienen huevas (en ocasiones, no siempre), y puedo dar fe
de que las mejores son las de sarda (caballa, verdel) y las de cachón (la sepia de la
costa norte).
Cuando se limpian los cachones, o los calamares, puede uno encontrarse con
la sorpresa de que estén llenos de nubes de huevas, es decir, calamarcitos
transparentes de un diámetro de unos tres o cuatro mm. Semejante manjar, que ya
digo que mucha gente tira a la basura, huele a mar mucho más fuerte que las
cotizadísimas ostras, y si uno se toma la molestia de hacer con él un revuelto al
baño de maría y muy poco cuajado...
Marisco
En una cazuela con bastante aceite se sofríen dos cebollas gordas picadas
con pimientos verdes y ajos machacados.
Se limpia el bonito (la mejor parte para este plato es la ventresca, aunque
también se puede hacer con rodajas; hay que limpiarlo cuidadosamente y no dejar
ni una espina ni una piel) y se corta en dados gordos. Las sobras (pieles, espinas, lo
que haya) se meten en la olla exprés con agua y se pone a toda máquina; así se hace
un poco de caldo, que en diez minutos está. Se cuela el caldo.
Una sustancial mejora consiste en hacer el caldo del que se hace mención al
principio con lo dicho más una cabeza de rape, que, a poder ser, tenga bastante
carne. Una vez todo cocido se deja templar y se saca la carne aprovechable, la cual
se añade al final sobre la cazuela, cuando ya esté acabado el plato.
Marmita de verdad (como se hacía en Santander antiguamente).
Se echa por encima bastante aceite del bueno, uno o dos pimientos verdes
rotos y sal y un poco de azúcar (por el tomate). No se añade agua.
Se prepara un pisto como se dice en pisto pisto. Debe cocer bastante, así
que, si queda muy seco, conviene añadirle un poco de agua y un pelín de aceite
crudo para que esté más jugoso.
Si en vez de servirlos viudos, una vez cocidos se mezclan con la salsa que se
suele utilizar para ello (esta), entonces se llaman en salsa. En muchos bares los
ponen preferentemente así.
Y si una vez cocidos se les quita una valva, se les sumerge en una masa
espesa de huevo batido y pan rallado, y se fríen en una sartén con bastante aceite,
se conocen como fritos, tigres y de otras mil maneras.
Merluza a la plancha
Los filetes de merluza, bien limpios, se pueden hacer en una sartén dándoles
vuelta y vuelta; no necesitan casi nada de tiempo. También se pueden hacer así
rodajas más o menos gordas, en vez de filetes limpios.
Se pone un cacharro con agua suficiente para que quepa holgada y se arrima
al fuego. La cola de merluza se pone a cocer (en agua fría) sin nada, ni sal, y mucho
menos aceite, perejil o cualquier otra cosa; nada. Se mantiene al fuego hasta que el
agua hierva, en cuyo momento se baja este y se deja borboteando dos o tres
minutos, depende del tamaño. Es el momento de levantar un poco de piel y
comprobar cómo está por dentro, que debe ser blanco y jugoso. Se puede probar
para cerciorarse de que se ha cocido, pero con cuidado de no hacer un destrozo;
esto no se debe ni notar.
La mejor salsa es la mayonesa, que se hace con aceite de oliva, sal, vinagre y
limón –mitad y mitad, o sobre todo vinagre–, y huevo, como es lógico. Debe
resultar una mayonesa muy espesa, lo que se consigue añadiendo aceite hasta que
coja un punto en el que al dar la vuelta al cacharro, la salsa no se mueva. (No es
que no escurra; es que ni se mueve.)
Sofreír bastante (más de lo que parece) cebolla, puerro y ajo, todo muy
picado, durante hora y media, y luego añadir por encima una capa de rodajas
delgadas de patata (espolvorear perejil picado) y sofreír todo otra hora y media
hora, que las patatas se puedan atravesar con la aguja. También tardan más de lo
que parece.
Se deja que se haga el pescado unos 10 minutos a fuego lento (depende del
grosor de los filetes), y luego otros 5 o 10 minutos apagado, para que se acabe de
hacer.
Tras tanto manejo el sofrito queda muy requemado, pero muy bueno.
Merluza rebozada (o a la romana)
Se debe usar merluza fresca, y los filetes adecuados para rebozar, mejor
gordos, los sacan en la pescadería.
Esto se suele comer recién hecho, pero como en ocasiones sobra, se deja
enfriar, y por la noche, o al día siguiente, está casi mejor. (Ya lo dice el refrán a
propósito de este pez que llaman de las tres efes: para que la merluza esté buena
debe ser fresca, frita y fría.)
Merluza rellena al horno
Se abre una cola de merluza y se quita la espina, que suele ser mejor que lo
hagan en la pescadería. Se parte en dos trozos.
Se mete en el horno hasta que se haga, lo que depende del tamaño, pero que
puede ser media hora o más.
Pescado al horno (dorada, lubina, etc.)
El pez, que debe ser grande, de dos o tres kilos mínimo, se limpia de
intestinos y se lava al chorro.
Todo el pescado al horno se hace igual, luego esto se puede aplicar a lo que
se desee. Jargos, rodaballo, etc., pero, eso sí, siempre pescado de la mar.
Sale una especie de pastel con forma de flan de superficie muy irregular y
rugosa que se puede partir en gajos, y entre ellos se colocan rajas de tomate crudo,
adornándose el borde del plato con lechuga picada; esto es a voluntad. Se unta por
encima de mayonesa, y se saca a la mesa con más mayonesa para que cada uno se
lo ponga a su gusto. Se puede acompañar con patatas y huevos cocidos, todo en
trozos, alrededor del pudin y mezclado con la lechuga.
Pulpo
Una vez frío se prepara como se desee; a la gallega, por ejemplo, cortándole
en trozos y aliñándole con aceite de oliva y pimentón, o en vinagreta, frío, para lo
que se corta en trozos y se mezcla con una vinagreta poderosa. También se puede
hacer arroz con pulpo, cortándole igualmente en trozos y confeccionando un arroz
con el caldo de cocerle –que se habrá guardado previamente–, o mitad caldo y
mitad agua, o con patatas, de la misma manera. Primero se rehogan unas patatas
con mucho ajo y cebolla y pimiento picado, añadiendo al final algo de tomate. Para
acabar se añade caldo de cocer el pulpo y bastantes trozos de este, y se deja que se
haga todo un rato hasta que las patatas estén a gusto del consumidor, unos veinte
minutos.
Pulpo, salpicón a la gallega
Una vez cocido entero el pulpo (mejor si son pequeños, pues resultan más
adecuados para esta receta; en la olla a presión se hacen en 8 o 10 minutos; si son
mayores, de 15 a 20), y enfriado, se limpia de pieles, ventosas y demás, que salen
solas, y queda la carne limpia, blanca y rosácea. Queda un pulpito completamente
limpio.
Esto es relativamente fácil de hacer. Lo único que hay que tener en cuenta es
que el rape es un pescado muy delicado, y, por lo tanto, no es lo mismo cocerlo
bien que cocerlo poco o cocerlo demasiado, porque se trata de cocerlo, como se va
a ver.
Una vez cocido se quita el papel y luego la cuerda (entonces parecerá una
cola de langosta; de ahí su nombre), se deja reposar durante un rato y se corta en
lonchas de un dedo de gordas. Se vuelve a armar colocando las rodajas en una
fuente sobre una cama de lechugas variadas (verdes, moradas...) y se come con
mayonesa, y si se quiere se pueden adornar los bordes de la fuente con patatas y
huevos cocidos, todo troceado.
Rape, medallones de la cola
Los medallones de rape, que deben ser gordos, de dos dedos o dedo y
medio, se pasan por harina y se fríen un poco, muy poco, y se apartan. En ese
aceite se hace la salsa.
Hay que hacer una salsa de marisco con algo de pisto triturado (o cebolla y
tomate, y también, si se tiene, algo de aliño universal con bastantes almendras,
que le da un sabor magnífico), el caldo de los mejillones y luego el de los
langostinos. Se deja cocer tapada bastante rato para que quede más o menos fluida,
y cuando está y se quiera comer, se escalfan en ella las rodajas de rape, echando al
mismo tiempo los cuerpos de los langostinos en trozos y añadiendo los mejillones
picados.
Queda mejor si se hace poco rato (unos minutos borboteando por cada lado
a fuego lento), justo hasta que el rape esté hecho. Si se deja demasiado tiempo
pierde gracia, y si se deja mucho se pone estropajoso.
Se fríe por tandas. Se pasa por harina y huevo batido, y de ahí a la sartén con
el fuego medio uno o dos minutos. Luego se le da la vuelta, se baja el fuego y se
deja otros dos minutos, o tres. Después se hace otra tanda.
Salmonetes al horno
Limpios ya los salmonetes, grandes, se arreglan en una besuguera. Se les echa unas
gotas de limón. Se cubren con pan rallado, ajo y perejil picados, piñones y bastante aceite
crudo. Se meten en el horno.
Esto es cocina valenciana. Literal de una de mis bisabuelas, que era de tal
parte y escribió algunas recetas de su puño y letra. Esta debe de datar de 1930 o
por ahí.
Sepia
Hay que conseguir bastante pescado, puesto que este guiso no lleva arroz ni
patatas ni nada que rellene; es todo pescado. Una mezcla de ellos puede ser:
merluza (o pescadilla), rape (cabeza y un trozo, o uno pequeño), congrio de la
parte abierta, algún salmonete (etc., con lo que se quiere decir un cuco, o un
cabracho, si uno está de humor para desespinarle, o algo de palangre...; en todo
caso, pescado bueno, nada de congelados); bastantes calamares y mejillones, amén
de algo de marisco, unos langostinos, o gambas, almejas, etc. El pulpo le va
perfectamente a este plato, pero hay que cocerlo aparte pues tarda en hacerse
bastante más tiempo que el resto.
En una saltera se fríe una cebolla y varios ajos, todo más o menos picado, un
pimiento y una hoja de laurel, y cuando esté hecho se añade bastante tomate
pelado y en trozos; también se puede añadir algo de perejil picado. (Esta forma de
empezar es la misma que para una paella de pescado.) Se deja que se haga una
especie de pisto, conseguido lo cual se rehogan en él los calamares troceados y
limpios durante diez minutos. Luego se añade vino blanco, el aliño y el caldo que
tenemos preparado, el pulpo troceado, el marisco (gambas o lo que sea), los
salmonetes troceados (si los usamos) sin espina ni cabeza –es decir, sólo la carne–,
y todo cuanto haya crudo. Se deja que aquello hierva y pierda bastante agua (no
del todo), y cuando parezca que está (se hace en seguida, y si se tiene mucho
tiempo se pone estropajoso) se añade el pescado que tengamos ya cocido y los
mejillones. Se revuelve, se le da una vuelta y se deja otros cinco minutos. Se puede
adornar con rodajas de pan frito.
Los restos (si sobra caldo, por ejemplo, o trozos de pescado) se pueden usar
para hacer una sopa o un arroz con pescado.
DULCES Y POSTRES
Albaricoques en almíbar
Bombones
*Cajeta de celaya
Castañas
Flan
Galletas
Huevo frito de pega
Leche frita
Macedonia de frutas
*Macedonia africana
*Mandasi
Tarta de limón
Turrón
Para 100 g de arroz redondo, medio litro de leche, 50 g de azúcar, sal, canela
y corteza de limón.
Se hace una pasta en un cazo a fuego lentísimo con una tableta de chocolate
negro, una cucharada de miel, un poco de agua y coñac, y se añaden almendras
machacadas en el mortero. Una vez hecha se deja enfriar. Cuando esté más o
menos manejable se moldean bolitas que se hacen correr por más almendra
machacada, o cacao en polvo, etc., recubrimiento que impide que se peguen a los
dedos. En vez de almendras machacadas se pueden usar cacahuetes machacados
en el mortero, o mitad y mitad. Y en vez de bolas se pueden hacer cilindros, trozos
informes, etc., a gusto del consumidor.
Otro: se hace la masa de chocolate con un poco de agua, muy poca, y cuando
está fundido se le añade la décima parte del chocolate que se haya usado (por
ejemplo, si son cien g de chocolate, hay que añadir diez g) de aceite de oliva del
bueno, del crudo. A esta masa se le añade sal y pimienta y se moldea a gusto de
cada cual. En bolas, que se pueden recubrir de cacao en polvo, por ejemplo; como
un rulo, dándole forma con papel vegetal, y se corta en rodajas cuando esté frío,
etc.
Si uno quiere una cosa fantástica se hace la masa como se ha dicho (con
aceite de oliva, sal y pimienta) y se le añade todo lo que a uno se le ocurra y vaya
bien con el sabor de chocolate. Por ejemplo, finísimas tiritas de piel de mandarina,
trocitos de caramelo, almendras machacadas, trozos de piñones, albahaca muy
picada, canela en polvo, jengibre, azafrán tostado y deshecho, menta, coñac,
mermelada de tomate, pimienta, nueces... La masa se envuelve como un rulo en
papel vegetal, y cuando esté fría se corta en rodajas o en trozos con un cuchillo, o
también, se coloca a cucharaditas sobre una hoja de papel vegetal y se mete en la
nevera.
Cajeta de celaya
A la hora de comerlas hay que pelarlas, pero eso lo hace cada uno en la
mesa. Una vez cocidas, sobre todo si están calientes y son de buena calidad, se
pelan bastante bien.
Para asarlas hace falta chimenea o estufa con buenas brasas –pero sin fuego–
y chapa de hierro con agujeros. Las castañas (a las que se hace un corte con un
cuchillo y se colocan sobre la chapa de hierro con agujeros, y esta sobre las brasas)
tardan muy poco en asarse, de forma que conviene no quitarles la vista de encima
y mover la chapa de vez en cuando para que se hagan por todas partes. Lo mismo
se puede hacer en una sartén con poco fuego y acordándose de moverlas de vez en
cuando. En media hora de fuego lento quedan muy bien asadas.
Compota (de peras o manzanas, o ambas mezcladas)
Se baten tres huevos. Se añade un bote de leche condensada (de 390 g), más
dos veces el bote lleno de leche normal, cuatro cucharadas pequeñas de azúcar y
canela o vainilla.
Se cuece medio litro de leche añadida con limón, azúcar y un palo de canela
durante un rato; hasta que huela.
A otro medio litro de leche (en frío) se le añaden ocho yemas de huevo
batidas y ochenta gramos de maicena.
Hay quien le añade compuestos alcohólicos (como vino, jerez, licores, etc.),
pero si se hace hay que tener cuidado de que sean de la mejor calidad.
Para adornarlo se pueden hacer, por encima, dibujos artísticos con yogur de
colores, echados con una cucharilla, de forma que al final parezca un cuadro.
Macedonia africana
Hay que hacerlo con fruta madura. Se pelan y pican en trozos dos mangos y
dos papayas. También un plátano maduro en ruedas.
Este mandasi es de plátano, pero se puede hacer de otras cosas. Por ejemplo,
de pera, para lo que se sustituyen los plátanos por peras de agua peladas y
troceadas. El mandasi, en principio, es una especie de pan africano. El aquí descrito
es aún mejor.
Manzanas asadas (y peras)
Las mejores manzanas para asar son las reinetas, que se colocan en una
fuente que pueda ir al horno. Sobre cada una se espolvorea algo de azúcar, y en el
fondo de la fuente se añade un poco de agua.
Lo mismo se hace con peras, aunque tardan algo más que las manzanas.
Queso con membrillo
Se hace una masa de bizcocho tal que así: tres huevos batidos, un yogur
normal, tres medidas del yogur de harina, una medida de aceite de oliva y dos
medidas de azúcar.
Se mezcla todo bien, y una vez mezclado se pelan tres peras, mejor de las
verdes de agua (conferencia) y no de las amarillas, y se pican en trozos pequeños
que se echan dentro de la masa, que se vuelve a revolver.
Se mete en la nevera y, una vez frío (no helado), está buenísimo en rodajas,
como se hace con los bizcochos.
Como se ve, se van poniendo capas: capa de galletas un poco remojadas con
algo, encima capa de mermelada, chocolate fundido, leche condensada... Se
pueden hacer cuantas diabluras y capas se quiera, pero con cuatro o cinco ya
queda bien. Se remata con capa de chocolate negro fundido, con la que se cubre la
tarta.
Se hace gelatina de limón (la venden en las tiendas) como indiquen las
instrucciones, con la mitad del agua que estas dicen, y cuando está hecha se añade
una cuarta parte más de agua, fría.
Cuando se enfría resulta que es turrón de nieve, es decir, turrón blanco, que
una vez reposado se puede cortar en láminas, o trozos, con un cuchillo. Sabe
mucho a almendra.
A yogur hecho en casa (leche búlgara) se le puede añadir azúcar, pero aún es
mejor si se mezcla con compota de pera o manzana, o fresas, o mermelada de
tomate o trozos de fruta en general. Como cena es definitivo.
Purés y cremas
Sopas calientes
Sopas frías
PURÉS y CREMAS
Crema de calabacín
Crema de calabaza
*Humus
Purés
Crema de calabacín
Se hace con agua, una patata, un calabacín, media cebolla, medio puerro, un
diente de ajo (todo pelado y más o menos picado), dos zanahorias en rodajas y un
poco de aceite; sin sal. Se hace cocer media hora en una cazuela. Al cabo se tritura
con la minipímer y se deja enfriar, puesto que está mejor frío, aunque hay quien lo
prefiere caliente.
Crema de calabaza
Al final se puede añadir queso de cabra, queso fuerte, con sabor, y se deja
que se deshaga en la masa al cocer, revolviendo para que no se agarre.
El humus es una especie de puré, o paté, que se hace, sobre todo, con
garbanzos; pertenece a la cocina árabe y, aparte de ser de muy fácil confección, le
gusta a todo el mundo.
Se toman los garbanzos de uno de esos botes de cristal que venden en los
supermercados y vienen ya cocidos, y se lavan en un colador para quitarles todos
los conservantes y demás compuestos exóticos. (Si se utilizan garbanzos cocidos en
la olla a presión queda mucho mejor.)
Se cuecen patatas cortadas en discos finos durante diez minutos, y una vez
cocidas y bien escurridas se pasan por el pasapurés. La masa resultante se aclara
con un poco de leche y otro poco de aceite de oliva, amén de sal, y se revuelve
mucho el conjunto con cuchara de palo hasta dejarlo de la textura deseada, aunque
para acompañar a la carne, por ejemplo, debe quedar bastante pastoso. Se puede
sazonar, asimismo, con pimienta y un poco de nuez moscada, que le dan muy
buen sabor. Los franceses le echan mantequilla, pero eso los franceses.
Purés
Porrusalda
Sopa castellana
Sopa de ajo
Sopa de cebolla
Sopa de rape
Caldo verde portugués
Ya digo: queda como una sopa más bien espesa que clara, y, como todo, es
preferible dejarlo reposar y luego volver a calentarlo antes de comer.
Sopa castellana
Es lo mismo que la sopa de ajo, pero algo más historiado. En bastante aceite
de oliva se fríen varios dientes de ajo (mejor picados), uno por persona, con chorizo
y jamón picado. Cuando están fritos se añade un poco de pimentón y se le da una
vuelta (el pimentón se quema en seguida y comunica sabor a la sopa, o sea que
esto hay que hacerlo rápido y con cuchara de palo). A continuación se añade
bastante pan duro en trozos, y cuando este ha absorbido la grasa se echa agua
(mejor, caldo) y se deja cocer todo junto un cuarto de hora. Al cabo de ello se añade
un huevo por persona y se revuelve para conseguir tiras de color blanco y amarillo
(la clara y la yema).
Se fríen en aceite varios ajos y pan duro en trozos. Una vez todo frito se
añade pimentón, se le da una vuelta para que se fría un poco, y a continuación
agua o, mejor, caldo de algún tipo, de verduras o carne. Se deja cocer un rato, se
añade una cucharada de salsa de tomate y queda hecha. Si se quiere, se puede
echar un huevo y revolverle en el líquido hirviente.
También, de otra forma: se hace todo igual pero sin echar pan, y una vez
hecho se fríen rebanadas, se colocan en el fondo de la sopera y, sobre ellas, se vierte
el líquido hirviente. Así es como se hacía antiguamente.
Los restos de todos estos manejos, caso de que sobre algo, sirven para
mezclarlos con otros restos de arroz blanco –si se tienen–, en cuyo caso el resultado
es un arroz medio caldoso de vago aspecto mediterráneo e inmejorable aroma.
Sopa de cebolla
Otra forma: se pican dos cebollas gordas y se sofríen con aceite. Una vez
hechas se añade una cucharada de harina y se revuelve para que se fría. A
continuación se añade bastante caldo y se hace cocer durante una hora u hora y
media. Una vez todo cocido, que la cebolla se habrá deshecho casi por completo, se
añaden unos huevos duros picados, pimienta y un poco de coñac, y se deja cocer
otros cinco minutos. El resultado final deberá tener bastante cuerpo.
Se pone todo lo que no sirve de una merluza (cabeza, espinas, pieles, etc.) a
cocer en un litro de agua fría, más un trozo de congrio de la parte cerrada, rape del
que no sirve para otra cosa (la cabeza), dos cucos, etc., y mejillones y almejas. (Se
puede usar casi cualquier tipo de pescado, y si no se sabe cuál, es mejor dejarse
asesorar en la pescadería; esto es sólo un ejemplo.) Una cebolla entera y pelada y
dos huevos. Cuando el agua lleva unos minutos hirviendo se saca el pescado a un
plato (la merluza, el rape, los cucos) y se deja templar; los mejillones y las almejas
se dejan en el líquido hasta que se abran, los huevos un cuarto de hora y el congrio
y la cebolla media hora más. Al cabo se saca el trozo de congrio y la cebolla. El
caldo se cuela y se le añaden dos o tres cucharadas de salsa de tomate y algo de
aceite.
En una sartén se fríen almendras, ajos y perejil picados y pan duro. Todo
frito se echa al mortero y se hace una pasta.
Ajoblanco
Gazpacho
Gazpacho de fresas
Porra antequerana
Salmorejo
*Vichyssoise
1/ Añadirle una manzana ácida, pelada y pasada por el túrmix con todo lo
demás, o fresas, peras, melocotones, melón, sandía, etc. Se puede experimentar con
frutas y averiguar cuál es el aroma que más agrada a cada uno. En todo caso, la
fruta, con estar buena, le cambia bastante el sabor y es posible que haya a quien no
le guste.
3/ Hacer caldo con una punta de jamón, y una vez frío quitarle
escrupulosamente la grasa con una cuchara. A continuación, añadir algo del caldo
desgrasado al gazpacho y revolver. Este caldo debe tener un sabor fuerte, es decir,
que debe estar concentrado.
Si se tiene gazpacho hecho, se puede hacer una cena completa muy fácil:
Esto es definitivo para cenar. Si quiere usted dormir bien, tome de eso.
Gazpacho de fresas
Otros gazpachos por el estilo se pueden hacer con cerezas (aunque hay que
deshuesarlas una por una), con sandía, etc., que hoy están muy de moda estas
cosas.
Porra antequerana
Hay quien utiliza los mismos elementos que para el gazpacho, lo dicho más
cebolla, pepino y pimiento –o sólo alguno de ellos–, pero eso sería un salmorejo sui
géneris.
Igual que sucede con el gazpacho, se le pueden añadir otras cosas, y de esta
forma hacer salmorejo de fresas (añadiéndoselas), de cerezas, etc.
Se pica una cebolla y se pone a freír en una cazuela con bastante aceite, muy
despacio, que no coja color. Cuando está medio frita (cinco o diez minutos) se le
añade lo blanco y un poco de lo verde de tres o cuatro puerros gordos y picados en
rodajas finas, y, encima, dos o tres patatas cortadas en discos finísimos. Esto se deja
otros cinco minutos y debe rehogarse todo junto a fuego lento.
Se echa en un cacharro un litro de yogur, sobre poco más o menos, del hecho
en casa, yogur medio líquido. Se pelan dos pepinos, se limpian de pepitas y se
salan. Se deja que escurra el agua y se pican. Se hace una infusión cargada de
menta, y las hojas, medio rotas y aplastadas, se añaden. Se junta el pepino, el yogur
y las hojas de menta y, con la minipímer, se hace una pasta. Si queda muy gorda se
aclara con la infusión de menta, porque debe quedar de la densidad de la leche,
aproximadamente; quizá no tan clara. Todo esto se deja enfriar y se mete en la
nevera. A la hora de servirlo se le añade bastante cebolla cruda muy picada.
También se puede hacer con pepino, yogur, un diente de ajo muy picado y
suficiente aceite de oliva, y la menta, en vez de en infusión, se añade tan picada
como el ajo. Si no se tiene menta se puede echar un poco de orégano y tomillo de
frasco, a partes iguales. Dependiendo de las cantidades puede quedar pastoso, en
cuyo caso la masa resultante no se aclara, sino que se unta en pan tostado.
VERDURAS
Acelgas
Alcachofas
Alcachofas, pudin
Arreglar verduras
Berenjenas rebozadas
Berenjenas rellenas
Berza
Calabacines
Calabaza
Coles de Bruselas
Coliflor o brécol
Champiñones
Cocer verduras
Escalibada
Espárragos
Espinacas
Guisantes
Habas
Judías verdes
Menestras
Menestra andaluza
Nabos
Panachés
Pimientos
Pisto castellano
Pisto de restaurante
Pudin de verduras
Puerros
Remolacha
Repollo
Setas
Setas a la manchega
Tomates rellenos
Acelgas
Si luego se hace un escabeche..., para lo que en una sartén se fríen unos ajos
y unas hojas de laurel, todo en trozos. Cuando están fritos se aparta la sartén del
fuego, se añade medio vaso de agua (saltará, o sea que conviene tener una tapa a
mano) y medio de vinagre, se revuelve y se vuelve a poner al fuego para que
reduzca líquido. Una vez reducido, que así y todo quedará como una salsa
bastante fluida, se vierte por encima de las acelgas rebozadas, y lo que se tiene
entonces son acelgas al escabeche.
Alcachofas
Al cabo se abre y se levanta y aparta el cesto, que tendrá los tallos y las hojas
ya cocidas. Los corazones de las alcachofas (y los tallos, que una vez cocidos son
tan buenos como ellas) se colocan sin romperlos en la cazuela de la salsa de cebolla
y se añaden los avíos de la olla, los ajos aplastados y algo del caldo. Se calientan
cuando se quieran comer, y se sirven enteros y con la salsa por encima.
Con la masa verde que sale de la hojas cocidas también se puede hacer un
pudin.
Alcachofas, bote de cristal lleno de (lo que se puede hacer con un...)
Estas alcachofas también se pueden rehogar tal cual, una vez lavadas, en
aceite con un poco de ajo (y jamón, chorizo, etc.).
Alcachofas, pudin
Se hace un sofrito, muy hecho, de cebolla, puerro, zanahoria y ajo, todo muy
picado, que se haga una masa, y se le añade un poco de carne picada y un pelín de
chorizo desmigado, muy poco.
Una vez hecha, y fuera del fuego, se añade un huevo batido y un poco de
leche y se mezcla bien. Si se quiere más compacta se le puede añadir pan rallado.
Aparte se baten dos o tres huevos con un poco de leche y se mezclan con la
masa de alcachofas, lo verde que se saca de las hojas, y otro poco de carne picada y
refrita en la sartén.
El más común arreglo consiste en freír con aceite unos ajos picados en una
sartén (o una cazuela), y cuando estos han tomado color, añadir las verduras
cocidas y darles una vuelta para que cojan el sabor del ajo y el aceite. Al mismo
tiempo se rehogan las zanahorias en rodajas y las patatas y nabos en trozos, caso
de que los hayamos cocido con la verdura.
Cuando se vea que aquello está muy blando (a veces se medio deshacen, y es
cuando mejor quedan), se añade por encima queso rallado (también una capa de
besamel, si se tiene hecha) y se da un último gratinado.
Berenjenas con tomate
Se hace salsa de tomate como se dice antes, aunque con algunos ajos fritos
con la cebolla, y si se añade un pimiento verde roto, mejor. Cuando la salsa se ha
reducido un poco y aquello huele como tiene que oler, entre salsa de tomate y pisto
–es decir, una hora después, por término medio–, se añaden un par de berenjenas
partidas en cubos más bien grandes, con piel y todo. Las berenjenas se hacen muy
rápido, como los calabacines, luego un cuarto de hora después –o menos– está
hecho el guiso.
La berza se puede preparar igual que el repollo, luego véanse más adelante
las recetas de esta verdura. Sin embargo, su principal uso es como
acompañamiento de algunos cocidos, como el montañés o el pote asturiano.
Con berza se puede hacer un pudin que se acompaña con una crema de
puerros. Para ello se cuece berza picada con algunas zanahorias en trozos. Cuando
las zanahorias está hechas se reservan en un plato. La berza hay que cocerla
bastante, unos tres cuartos de hora o más, puesto que los tallos son duros. Cuando
está cocida se escurre todo lo que se pueda.
Mientras tanto, y en una sartén, se fríen 200 grs. de carne de cerdo picada
con un poco de ajo y algo de aceite. Esto se tiene media hora a fuego lento, que se
haga bastante pero sin que llegue a torrarse.
Las zanahorias, más o menos picadas, se usan para adornar por encima las
rodajas o gajos en que se puede dividir este pastel, que se sirve con la crema por
encima o poniéndola aparte para que cada cual...
Calabacines
Con los calabacines sucede lo mismo que con la calabaza: que sirven para
todo. Son un ingrediente fundamental del pisto de restaurante (con calabacín), y se
pueden rellenar y asar en el horno como las berenjenas (verlo en berenjenas
rellenas), aparte de aplicarle los mismos guisos que a la calabaza. Amén de ello se
puede citar el célebre puré de calabacín, que aparece en estas páginas.
Calabaza
La calabaza sirve para todo. Con ella se pueden hacer sopas, cocidos, asados,
fritos, guisos, y como ejemplo véase la siguiente receta.
Calabaza frita con salchichas
Cuando las tenemos cocidas hacemos lo mismo que queda dicho para las
verduras en general, todo el rollo del jamón y el huevo duro, o simplemente
rehogarlas con aceite y ajo o utilizarlas para añadir a una menestra, etc.
Coliflor o brécol
Una vez los ramos cocidos, se rebozan en huevo y se fríen a fuego lento –
que es como mejor están–, o bien se saltean con aceite y ajo. También se pueden
colocar en una fuente de horno, añadir besamel de forma que los cubra, encima
queso rallado, y meterlo todo en el horno a gratinar.
Se fríe, a fuego lento y en una cazuela, bastante cebolla más o menos picada,
y algún ajo también. Mientras se hace se limpian los champiñones y se cortan en
trozos.
Esta sería una forma de guisarlos, pero también se pueden asar en el horno
de la siguiente manera.
Champiñones rellenos al horno
Se separan los pies, y las cazoletas se rellenan con una farsa hecha en sartén
con aceite, cebolla, puerro, ajo, todo muy picado, una o dos albóndigas en trocitos,
los rabos de los champis picados, algo de tomate y de salsa de las albóndigas...
Al cabo se sacan y se dejan templar, pues para mí que están mejor reposados
durante una o dos horas; es decir, que lo suyo es hacerlo a las doce de la mañana
para que a las dos estén en su punto.
Los espárragos blancos y crudos, que deben ser gruesos, se pelan con el
pelazanahorias de tres cuartos hacia abajo; la yema no se pela. Hay que
despellejarlos más de lo que parece, pues si no, una vez cocidos, siguen teniendo
una piel dura. Se ponen en la olla rápida con agua, algo de sal y un poco de azúcar,
y se mantienen cociendo durante 20 minutos; si se hacen en cazuela deberán estar
durante hora y media. Para comprobar su estado se pinchan con una aguja.
Una vez cocidos se dejan enfriar y se comen tal cual, bocado exquisito, o
acompañados de mayonesa o vinagreta. También se prestan para hacer un revuelto
con huevos.
Espinacas (lo mismo que las acelgas)
Espinacas con egussi (propio de África)
En una cazuela se fríe una cebolla y tres o cuatro ajos, todo más o menos
picado, y cuando está un poco hecho se añaden dos o tres tomates pelados y
picados. Se sigue friendo. Se añade sal y azúcar y al final jengibre en polvo, y
pimienta, si se quiere.
Cuando esta salsa de tomate especiada está más o menos hecha (un cuarto
de hora), se le añade una taza de caldo de las espinacas y el egussi, y se deja cocer
otro cuarto de hora. A continuación las espinacas, ya medio cocidas, y se deja todo
el condumio un nuevo cuarto de hora, más o menos.
Esto mismo se puede hacer con acelgas en vez de espinacas, pero hay que
picarlas y cocerlas más, sobre todo las pencas.
Guisantes
Los guisantes, una vez desgranados, se cuecen (con un poco de sal) en la olla
a presión durante 10 minutos. En cazuela, por lo tanto, habría que tenerlos de
media hora a tres cuartos, más o menos.
Solos están buenos, pero están mejor si se arreglan de alguna manera. Por
ejemplo, se hace un refrito de cebolla, ajo y zanahoria, y cuando aquello está medio
sofrito se añade un poco de patata y nabo que haya cocido con los guisantes;
también un huevo duro en trozos. Luego se añaden los guisantes cocidos, pero
cuidando de no revolver demasiado pues son muy delicados; se rompen de
mirarlos. Asimismo se pueden rehogar con algo de jamón o chorizo desmigados
que hayan pasado por la sartén.
Para estofarlos se fríe cebolla, ajo y zanahoria (todo más o menos picado), y
se añaden los guisantes y un poco de agua. Se deja cocer el conjunto (tapado y a
fuego muy lento) hasta que los guisantes estén tiernos, que será alrededor de tres
cuartos de hora después.
Habas
Las habas, una vez cocidas, se pueden aliñar tal y como se dice en sofrito
para aliñar verduras, y lo clásico es añadir bastante jamón picado al refrito, lo que
constituye las famosas habas con jamón.
Judías verdes
Se lavan, se les quita el extremo duro, se pican en trozos más o menos largos
y se mantienen cociendo diez minutos en olla a presión o cuarenta minutos en
cazuela.
Las judías verdes cocidas se pueden comer calientes, una vez arregladas, o
frías en ensalada, con mayonesa o vinagreta. Un arreglo característico de esta
verdura son las
Judías verdes a la extremeña
Se ponen a cocer las judías con trozos de patatas, y al mismo tiempo, en una
sartén grande, se fríen bastantes tiras de pimiento rojo con un poco de cebolla y un
par de ajos picados.
Se deja que se haga este refrito (una media hora) y al final se añade
pimentón, que no se queme, y en seguida trozos de las patatas cocidas. Por último
se añaden las judías y un poco de caldo, se mueve todo y se deja que se evapore
algo el líquido.
Menestra
Las menestras son todas muy parecidas y vienen a consistir en una mezcla
de diversas verduras cocidas, con o sin previo arreglo.
Se hace un pisto en cazuela de barro (se fríe, por este orden, cebolla, ajo,
pimiento y tomate, todo picado, y el tomate, pelado), y cuando está un poco hecho
se añaden bastantes espárragos verdes cocidos, limpios y cortados en trozos;
también, si se quiere, pencas de acelgas, judías verdes, guisantes, algunas coles de
Bruselas, etc., todo ello previamente cocido. En definitiva, se trata de hacer una
menestra.
Se deja que las verduras se hagan un poco en el guiso, para lo que se añade
algo de caldo (el mejor es el confeccionado con gallina y algún hueso, y hay que
tenerlo previamente preparado, aunque puede ser mitad de gallina y mitad de las
verduras que hayamos cocido), y cuando ha evaporado y está semiseco se añade
suficiente chorizo desmigado; también le va bien un poco de jamón picado, o
lomo... Se le da un par de vueltas para que suelte la grasa y dé color a cuanto
contiene la cazuela, y al final se añaden unos huevos para que se escalfen sobre la
superficie. En cinco minutos estarán hechos, y ya se puede (y se debe) comer.
Menestra con carne
Hay que tener algo de carne guisada; si es rabillo con algo de salsa, mejor,
pero se puede usar ragú normal, o gallina guisada...
Luego se echa la carne, unos trozos, que no hay que echar mucha, y un poco
de su caldo, y por último las verduras que se tengan ya cocidas, judías verdes,
acelgas, hojas de puerro, nabo, habas, guisantes..., en fin, y se le da una vuelta para
que se asiente todo. Se puede adornar con huevos duros en trozos.
Menestra sobre refrito de verduras y tocino
En una sartén, y con aceite, se hace un sofrito de cebolla, puerro y ajo, al que
se añade un poco de tocino partido en trocitos. Se deja que se haga bastante, y una
vez bien sofrito se añaden las verduras cocidas de que se disponga, acelgas, judías
verdes, repollo, zanahorias, patatas, etc. Se les da una vuelta para que cojan el
aceite del guiso y se puede comer.
Nabos
Los nabos tienen en este país una infundada mala fama debido a razones
históricas, pero resultan unas raíces muy buenas a mitad de camino entre las
patatas y las zanahorias.
Se pueden guisar solos como las patatas (o mezclados con ellas), o utilizarlos
como acompañamiento en multitud de platos: cocidos de legumbres, menestras de
verduras, guisos de patatas, etc. Al caldo del cocido le dan muy buen sabor.
Panachés
Resulta algo laborioso, pues hay que cocer y luego rebozar y freír todo, pero
el resultado es magnífico y pocas personas se resisten a tal banquete.
Los pimientos fritos sirven para adornar toda clase de platos, en especial los
de carne, o comérselos sin más.
En una sartén con algo de aceite se colocan los pimientos (rojos, verdes o
mezclados; incluso los amarillos) cortados en tiras gordas y anchas y sin rabo ni
semillas; también se añaden unos ajos sin pelar. Se pone el fuego al mínimo, se
tapan y se dejan que se hagan media hora. Se les da la vuelta y se dejan otra media
hora... Al cabo de este tiempo estarán blandos y perfectamente fritos, y el
contenido de la sartén, que habrá disminuido sustancialmente de tamaño, se coloca
en una fuente de cristal (aceite y ajos incluidos) y se va utilizando según nuestra
conveniencia.
Se sofríe una cebolla gorda (o dos, que este pisto es todo cebolla), más o
menos picada con tres o cuatro dientes de ajo gordos y picados. Se añade un
pimiento verde picado. Todo esto con bastante aceite. Se deja hacer durante media
hora a fuego lento.
Al acabar hay un pisto que es casi todo cebolla y calabacín, pisto castellano,
producto medio medicinal y al que conviene dejar reposar un rato. Al recalentarlo
se pueden añadir un par de huevos que se revuelven, que esto le da bastante
cuerpo.
En una sartén grande se echa aceite. Se fríe cebolla picada, bastante, y luego
pimiento verde, también bastante, con ajos rotos. Cuando todo ello está ya algo
hecho, se le echan tomates pelados en trozos (pueden ser tomates enteros de lata, y
así no hay que pelarlos), que sueltan mucha agua, y se deja cocer el conjunto,
destapado y a fuego lento. Al echar el tomate se echa también la sal, no demasiada,
y un poco de azúcar.
Una vez el flanero montado de forma que quede aire entre las cosas, o sea,
que no estén muy aplastadas, se echa una mezcla de cuatro huevos batidos y
media taza de leche con pan remojado, bastante. Esta masa debe rellenar del todo
el flanero, debe mojar el contenido de arriba abajo, porque es el cemento del pudin.
Se mete el flanero en la olla a presión al baño de maría y se mantiene en ella
durante media hora o algo más. Se abre, se saca, se deja enfriar y se desmolda.
Aparece una especie de flan hecho de verduras, y si las capas se han hecho bien,
aquello parece un objeto de lo más artístico.
Para comérselo se puede regar con salsa de tomate, y sacar más en una
salsera para que cada cuál se sirva a su gusto, o también con la crema de puerros
descrita anteriormente. Se sirve como todos los púdines, cortándolo en gajos.
Puerros
Las hojas verdes de los puerros, una vez lavadas de la tierra que puedan
traer, no tienen nada que envidiar a acelgas y judías verdes, y lejos de tirarlas, que
es lo que hace mucha gente, deben cocerse picadas con el resto de la verdura, a la
que dan un sabor buenísimo.
Con remolacha cocida se pueden hacer unas buenas ensaladas (v. ensalada
de remolacha), y también se utiliza en la ensalada margarita.
Repollo
También se puede cocer, sólo y bien picado, en una cazuela con agua y sal,
un chorizo de sabor fuerte y varias patatas. Tarda en cocer, pero eso ya se va
viendo; debe quedar bastante blando, incluso las partes más duras, como el
troncho. Cuando está cocido se escurre (el caldo se puede guardar para otra cosa) y
se rehoga en aceite en el que previamente se hayan frito muchos ajos y, al final,
algo de pimentón (con cuidado de que no se queme). Se añaden las patatas y el
chorizo, todo troceado, y se revuelve.
El repollo así preparado está muy bueno mezclado con muchas acelgas
hechas de la misma forma (cocidas). A todo ello se le pueden añadir zanahorias y
nabos en trozos, cocido todo junto.
Se fríe, a fuego lento y en una cazuela, bastante cebolla más o menos picada,
y algún ajo también. Mientras tanto se limpian las setas y se cortan en trozos.
Un guiso clásico que se hace con setas es el revuelto, que se puede ver en el
capítulo de los huevos.
Setas a la manchega
Entonces se añaden setas (300 g, una bandejita) en trozos grandes a las que
se sazona de sal, pimienta y vino blanco, y se deja que se sigan haciendo un rato
con el fuego a mitad.
A este guiso se le puede añadir luego de todo, como habas, guisantes, trozos
de patatas..., pero ya cocido. Se le da un par de vueltas con el fuego fuerte para que
se impregnen bien del aceite y se refrían, aunque cuidando de no deshacerlos, y al
final se estrellan encima dos o tres huevos y se revuelve.
En cazuela o sartén, con aceite se pone a sofreír cebolla, puerro y ajo, todo
picado. Se añaden trozos pequeños de zanahoria y dados de patata, y se deja que
se vayan haciendo a fuego lento durante bastante rato (una hora, por ejemplo). A
esto se le pueden ir añadiendo migas de chorizo, jamón, tocino, etc., a gusto del
consumidor. Si se quedara muy seco, se puede bautizar con un poco de agua o vino
blanco. Al mismo tiempo, y aparte, se cuecen unos huevos (doce minutos).
Una vez hecha esta base, se echan encima las verduras cocidas, y se revuelve
todo para que se impregnen del guiso, y para rematarlo, los huevos duros en
trozos. La verdura así tratada mejora muchísimo, aunque este es un arreglo que
linda ya con la menestra.
Tomates en rodajas, rebozados y fritos
Se colocan en una fuente de horno con la mezcla hacia arriba, y se asan (con
fuego sólo por debajo) hasta que estén blandos. El tiempo depende del punto de
maduración de estos; entre una hora y hora y media, porque, aunque enteros,
tienen que quedar muy blandos. Según salen del horno se pueden comer.
Otra forma: se toman tomates grandes (sin pelar) y se vacían, por donde
está el rabo y dejando una pared suficiente, con la cucharilla de vaciar patatas. Es
muy fácil y se vacían muy bien. Se les echa un poco de sal y se ponen boca abajo
para que suelten agua. Luego se rellenan de lo que se quiera (ropa vieja de gallina,
por ejemplo, o boloñesa, salsa de queso, etc.) y se colocan en la fuente de horno.
Con fuego por debajo y a 160º tardan más o menos una hora en hacerse, aunque
depende de cómo estén de blandos.
Quedan muy bien si en la boca del tomate, una vez relleno, se le añade un
poco de tomillo, que les da un sabor buenísimo.
Este libro ha sido escrito para quienes comen con los ojos, que es una
manera muy sana de hacerlo, y para quienes lo hacen con los pies (deseando que
dejen de hacerlo), que son abundantes; para quienes tienen hambre –que también
puede ser de lectura–, y para quienes de improviso necesitan un dato olvidado. En
este libro, por supuesto, no vienen todos los datos, y mucho menos los modernos,
pero sí algunos: los que a quien lo escribió (entre sesión y sesión) le parecieron más
importantes.
Además, y como ya dije: ¿no es cierto que todos llevamos pintado en la cara
cuanto hemos comido a lo largo de la vida?