El Error Como Aprendizaje
El Error Como Aprendizaje
El Error Como Aprendizaje
Corregir los errores aumenta la capacidad e iniciativa para observar, indagar y rectificar.
Se trata de aprovecharlos para avanzar en la adquisición de conocimientos, pues «no
hay verdad sin error rectificado».
Hoy día prevalece una didáctica operatoria o constructivista donde el estudiante ocupa el
lugar privilegiado en la enseñanza-aprendizaje; el error es ponderado porque se
considera que el equivocarse es una oportunidad para el aprendizaje. Con el error, se
dice, el estudiante se da cuenta que ante el aprendizaje no puede ni debe adquirir
actitudes superficiales, y por lo tanto, ofrece una coyuntura para la autocrítica y para
inferir la necesidad de aprender de los errores y fracasos: cuando un estudiante se
equivoca, se le hace ver su error y se le invita a corregirlo. Es innegable que con ello
aumenta su capacidad de curiosidad e iniciativa para observar, indagar y rectificar. En
este sentido Víctor García Hoz, en el Sistema de la obra bien hecha, afirma que
cuando el estudiante hace mal las cosas, es oportunidad para educarlo.
Las dos hipótesis tienen sus defensores. Para Skinner, es necesario proponer todas las
pequeñas etapas para el aprendizaje del estudiante. Las cuestiones son simples y el
estudiante, conociendo lo que debe hacer, triunfará en cada ocasión y, entusiasmado por
su éxito, continuará conquistando el estudio. Según él, es necesario espaciar
progresivamente los refuerzos en un lapso de tiempo para que el estudiante continúe
aprendiendo; este aprendizaje generará alegría y, así, los refuerzos requeridos serán
cada vez más espaciados.
Para los otros teóricos, en particular para los psicólogos cognoscitivistas que
consideran a la persona humana como un gran centro de procesamiento de
información , el error es parte del mismo proceso de autoinformación. El error es un
hecho normal en el complejo proceso de la resolución de un problema y es,
eventualmente, síntoma de un disfuncionamiento cognitivo, o también, simplemente, de
un estado en donde se procesa una conceptualización.
El docente debe permitir la identificación del lugar donde se encuentran los obstáculos
del proceso de aprendizaje. El docente que forma, puede y debe investigar los orígenes
del error para encontrar las correcciones posibles. El resultado es la calidad de la
retroinformación ofrecida al estudiante para su desarrollo por parte de su maestro
(feedback), esto determina el logro del aprendizaje.
A partir de los errores, los estudiantes y docentes efectúan diagnósticos y pilotean las
actividades de aprendizaje en los diferentes espacios educativos. De ahí la
trascendencia de atender educativamente al error y la necesidad de reconocer que la
situación de enseñanza-aprendizaje es ante todo una situación particular de
comunicación, que articula tres componentes: un «docente» que tiene la intención de
enseñar, unos «estudiantes» que no todo el tiempo desean aprender y un «contenido
educativo» por enseñar. Esta situación es concebida por el docente como un medio para
persuadir sobre el logro de un aprendizaje en el estudiante.
Si admitimos que la educación es una acción que toma en cuenta la producción de los
efectos del aprendizaje, se puede visualizar y comparar la situación de enseñanza-
aprendizaje como una «situación de producción». Imaginemos que, en un sistema
restringido a la situación de enseñanza-aprendizaje, el producto a transformar sean los
estudiantes. Al entrar al sistema se transforman porque han aprendido. En el sistema,
ellos se capacitan intelectualmente sobre la base de un material real o simbólico y con
ello adquieren nuevas capacidades o competencias.
Entre otras cosas, la educación es una acción que tiene como objetivo hacer que una
persona pase de un estado «N» a un estado «N+1». La pregunta es: ¿cuál es la
verdadera importancia de corregir el error? En primer lugar razonar, que para los
psicólogos es hacer inferencias. Y hacer inferencias es pensar de una cierta manera: es
producir una información nueva a partir de la información existente. El razonamiento por
sí solo se integraría a ciertas actividades mentales como la comprensión, la inducción, el
pensamiento analógico, el aprendizaje, la deducción, etcétera.
En la vida corriente, muchos razonamientos son prácticos y las reglas de decisión que
permiten acercarse a una conclusión no obedecen forzosamente a los criterios de la
lógica clásica. Para la construcción de los razonamientos, y por ende para la obtención
de conclusiones, la lógica clásica admite la validez de algunas inferencias. Pero las
personas en ciertas situaciones, parecieran desconocer las reglas de la lógica clásica y
funcionan según otras «reglas».
Los errores cometidos por los sujetos pueden ser advertidos siguiendo los pasos de la
lógica clásica y nos previenen de las implicaciones en las interpretaciones porque, en la
mayoría de los casos, los razonamientos se construyen a partir de elementos concretos,
de factores familiares o reconocidos en los cuales ya existe una implicación de
representación. Esto nos constata una vez más que las estrategias de razonamiento
construidas sobre lo concreto nos conducen de manera natural a lo abstracto, y esto es
lo más pertinente para la mayoría de las personas. Pero justamente por no seguir esta
lógica clásica se cometen errores.
Otra fuente de error es la memoria, reconocida como un sistema por el cual una persona
regresa al «banco de información» en su cerebro y recupera enseguida lo que le genera
una necesidad (Lieury, 1993). Señala Piaget: «La memoria humana es habitualmente
definida como la capacidad de reactivar, parcialmente o totalmente, de forma verídica o
errónea, los acontecimientos del pasado» (1970).
Sin embargo, «(...) su función no es solamente reactivar el pasado, sino también detectar
la novedad y permitir el aprendizaje» (Tiberghien, 1991).
En concreto, la memoria ayuda a enriquecer un concepto a partir de elementos ya
aprendidos y recordados de manera correcta, y a modificar un esquema a partir de la
reflexión de errores capturados en un aprendizaje inicial (que generan un nuevo
concepto o crean un nuevo esquema).
Serie de equivocaciones
Verdad en juego
Consideremos que la educatividad cognitiva tiene como objetivo mejorar los modos de
razonamiento con la finalidad de facilitar la transferencia de habilidades cognitivas en
situaciones de enseñanza-aprendizaje.
Aún estamos lejos de saber cómo superar los errores, pero ésa es justamente una de las
razones por las que psicólogos de la cognición estudian las variables que influyen en la
transferencia para la resolución de un problema: espacio del problema, espacio de la
tarea, representaciones, anticipación, planificación, efectos del contenido y todo aquello
que concierne a la comprensión del problema.
Por todo lo que está en juego en materia de aprendizaje, a los profesores nos deben
interesar los errores de nuestros estudiantes: ellos indican los procesos conceptuales a
obtener. Los mismos modelos constructivistas, desarrollados fuertemente en estos
últimos años, se han preocupado, contrariamente al pasado, en no dejar de lado el error
y en conferirle un papel más positivo.
Debemos reconocerlo como una figura determinante de todo aprendizaje (Serres, 1991).
Aprender es tomar el riesgo de equivocarse siempre. Existe un «saber del error» como lo
afirma Jean-Pierre Jaffré, porque al error más bien se le orienta y se le guía, por lo que
lo fundamental entre un estudiante novicio y un enseñante experto de su disciplina, es
generar un intercambio de paradigmas. Lo esencial para nuestro propósito, es que los
intercambios de paradigmas nos describen la victoria de la verdad sobre el error.
Es aquí donde se presenta la dificultad de los profesores para comprender los errores de
sus estudiantes. Unos y otros no piensan con el mismo cuadro de referencia, no
emplean la misma lógica ni usan los mismos conceptos.
Obstáculos y errores
Con todo lo anterior, Gastón Bachelard, hace más de cincuenta años, explicaba: «se
conoce con base en un conocimiento anterior, destruyendo los conocimientos mal
hechos y quitando todo aquello que obstaculice».
En esencia, los «esquemas» son los medios de que se vale alguien para enfrentar
diferentes situaciones y para alcanzar distintos objetivos (Piaget, 1975).
7. Errores que tienen su origen en otra disciplina y que no establecen las diferencias, es
decir, las transferencias son mal hechas.
Es innegable que en esta tipología están presentes los obstáculos epistemológicos, que
son dificultades internas del propio contenido; los obstáculos psicológicos, que están
vinculados a las características cognitivas de los estudiantes, y los obstáculos didácticos
de los dispositivos y modelos de enseñanza. Estos tres tipos de errores constituyen la
triada de la situación del proceso de enseñanza-aprendizaje.