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Hábitos Higiénicos

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HÁBITOS HIGIÉNICOS

INDISPENSABLES
Los buenos hábitos de higiene son
esenciales para mantener la buena
salud. Puede parecer una tontería, pero
así es: la higiene previene de muchas
enfermedades causadas por virus y
bacterias, aunque lo cierto es que no
siempre se toman las medidas
necesarias. ¿Cumples con los hábitos
de higiene diaria recomendados?
Veamos si es así.
Una buena higiene
Una buena higiene no solo mejora nuestra salud física, sino que también nos hace
sentir mejor psicológicamente. Esto puede parecer una locura, pero así es: las
personas con pelo sucio, mal olor corporal, ropa en mal estado, dientes faltantes y
otros signos de mala higiene, a medida son discriminados. Estos son algunos de los
hábitos de higiene más básicos:

1. Lavado de manos y uñas


Las manos son uno de los vehículos
más importantes de transmisión de
infecciones, por lo que tenemos que
poner mucha atención en que las tengan
siempre limpias. Han de aprender a
lavarse correctamente con agua y jabón
sobre todo antes de manipular alimentos
y comer, después de tocar animales,
antes y después de ir al baño y, por
supuesto, cada vez que estén sucias.
Para los padres es recomendable
empezar este hábito y rutina entre los 12
y 18 meses, ayudándolos para que poco
a poco lo puedan hacer ellos de forma
autónoma y de esta manera favorecer la higiene de las manos.
Cómo lavarte las manos
 En general, lo mejor es lavarse las manos con agua y jabón. Toma estas
medidas:
 Mójate las manos con agua corriente (fría o tibia).
 Aplica jabón líquido, sólido o en polvo en la mano (formando un hueco).
 Enjabónate bien.
 Refriégate las manos vigorosamente, palma con palma, durante, al menos,
20 segundos. Recuerda refregar todas las superficies, incluso la parte
posterior de las manos, las muñecas, los espacios entre los dedos y debajo
de las uñas.
 Enjuágate bien.
 Sécate las manos con una toalla limpia.
 Usa la toalla para cerrar el grifo.
Cuándo lavarte las manos

El contacto con otras personas, superficies y objetos a lo largo del día hace que se
acumulen gérmenes en las manos. Puedes contagiarte estos gérmenes al tocarte
los ojos, la nariz o la boca, o puedes contagiar a los demás. Si bien es imposible
que las manos estén libres de gérmenes, lavarse las manos con frecuencia puede
ayudar a limitar la transferencia de bacterias, virus y otros microbios.

2. Ducha o baño diario


Si hacemos de la hora del baño algo divertido, no nos
será difícil establecer una rutina. A medida que van
creciendo tenemos que enseñarles cómo lavarse bien
cada parte de su cuerpo para que vayan adquiriendo
autonomía. Es preferible que el baño sea por la noche
y a la misma hora, antes de la cena.

Para empezar, deberíamos decir que la importancia de


bañarse es una cuestión de salud. ¿Por qué? Está
comprobado que a través del baño removemos no solo
la suciedad, sino también la transpiración y el
componente graso exudado, propio de la piel, que se
acumula tapando los poros y dificultando en gran
medida la liberación de toxinas.

Del mismo modo, es a través del baño que removemos la gran cantidad de bacterias
a la que estamos expuestos en lo cotidiano y que quedan adheridas a nuestra piel.

Así también podríamos decir que es un antiguo conocido el efecto que el vapor del
agua caliente ejerce sobre la mucosa, generando un efecto descongestivo sano y
sencillo.
3. Cabello
No es necesario lavarse el pelo cada día, pero sí
llevarlo aseado. Para ello, hemos de enseñar a los
niños a cepillarse cada día el pelo y, si lo tienen
largo,x a peinárselo. Cuando tengan edad de
empezar a lavárselo solos, han de aprender a
enjabonarlo y sobre todo aclararlo
adecuadamente para que no les queden restos de
jabón. Aunque hay que fomentar su autonomía,
tendremos que estar pendientes durante algún
tiempo y supervisar que se han lavado el pelo de
forma adecuada.
La limpieza debe realizarse mediante un suave
masaje con las yemas de los dedos, evitando el
uso de las uñas que podrían producir lesiones en
el cuero cabelludo. El aclarado se realizará con agua abundante y hasta eliminar en
su totalidad los restos de jabón.

Tras el lavado, es importante peinarse minuciosamente para facilitar la eliminación


de los cabellos que, de forma natural, se pierden cada día.

4. Dientes|
Cepillarse los dientes después de cada
comida es un hábito fundamental que los
niños han de aprender desde edades
tempranas para prevenir caries, mal
aliento y posibles enfermedades. Sobre
los 18 meses podemos ir enseñándoles
solo con el cepillo para que vayan
tomando contacto y a partir de los 3 años
pueden utilizar pasta de dientes especial para niños. Tendremos que estar encima
para que no se olviden de cepillarse los dientes y supervisar que lo hagan
correctamente, siendo el más importante el cepillado de antes de dormir, ya que es
por la noche cuando la proliferación de bacterias es más activa. Los dentistas
aconsejan que el proceso dure alrededor de 10 minutos. Estos son los pasos para
un cepillado correcto:

 Mueve el cepillo hacia atrás y hacia adelante en movimientos cortos,


recorriendo bien la línea de la encía.
 Utiliza el mismo movimiento para cepillar las superficies externas, internas y
de masticación de los dientes.
 Usa un movimiento para cepillar la lengua, las mejillas interiores y el techo
de la boca.
 Cepilla diente por diente en movimientos circulares suaves.
 Usa el hilo dental para limpiar el espacio que hay entre los dientes.

5. La nariz
Los catarros, alergias y resfriados
producen mucosidad, y su exceso puede
obstruir las fosas nasales y dificultar la
respiración. Para eliminar el moco, hemos
de enseñar a los niños a sonarse la nariz,
llevando siempre pañuelos limpios y
evitando tocarse la nariz con las manos
sucias.

La mucosa nasal realiza una función


purificadora del aire inspirado, filtrando y
reteniendo las partículas extrañas que éste
contiene. A la vez, durante la inspiración,
la nariz proporciona al aire la temperatura y humedad adecuadas antes de llegar a
los pulmones. Para mantener esta función de filtrado y acondicionamiento del aire
inspirado es necesario eliminar de las fosas nasales el exceso de mucosidad. La
limpieza de la nariz debe hacerse utilizando un pañuelo limpio y tapando
alternativamente una ventana nasal y luego la otra, y sin expulsar el aire con
excesiva fuerza o brusquedad.

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