Aprendizajes de Pérez Bonalde para Incorporar A Estilema
Aprendizajes de Pérez Bonalde para Incorporar A Estilema
Aprendizajes de Pérez Bonalde para Incorporar A Estilema
Lo primero que aprendí, y fue un aprendizaje intuitivo producto más de la pereza que de la
astucia, es que es importante entender bien qué pasa y cómo pasa en un espacio social complejo. Mi
noción hasta ahora solamente planteada de un modo anecdótico y pueril de Vida social ahora me ha
hecho más y más sentido. Pero no como un concepto teórico sino como una noción operativa. La
sentencia “entender los procesos vivos que se dan en un espacio” ahora cobra un sentido real en mi
mente. Curiosamente también me hizo más que claro que es inviable abarcar todos esos procesos
vivos. Aunque son relaciones finitas que construyen el entramado de acciones e interacciones que
constituyen el sistema social del lugar pues igual es una totalidad inasible. El resultado es que se
tiene que delimitar cuál es el ámbito finito de ese entramado que se va a abordar. Yo elegí a los que
he denominado “cambistas” quienes son los individuos que compran, venden y cambian, no he
conseguido realmente un nombre propio y no puedo optar por tratarlos de “bachaqueros” o de
buhoneros. De hecho tengo mis dudas de que en la situación actual de la economía y la circulación
de mercancías podamos seguir hablando de bachaqueros por lo menos en este espacio. Descartar el
qué, que todavía me falta, para en lugar de eso tener un dónde y un quiénes me fue de ayuda para
profundizar rápidamente mi trabajo, digamos que desde que nada más muevo en la Plaza y la
Washington todo se ha vuelto más fácil.
Ahora en el trabajo como tal al definir que solamente te vas a ocupar de una cosa, en este
caso es un quiénes, se eliminan preocupaciones y se ahorran esfuerzos. Por ejemplo, el acto de
“andar por Pérez Bonalde”, para mí no existió desde el tercer día que opté por darle prioridad a
observar en terreno a los cambistas. El descartar otros procesos que se dan en otros sitios también
implicó elegir qué espacios tenía sentido ocupar y también implicó dejar de atender ciertos sitios.
Me di cuenta que la idea de ir dando tumbos por ahí sin tener claro qué estás haciendo no es muy
bueno ni muy útil ni muy bien considerado con el tiempo de uno mismo. Por otro lado, al hacer
esto la densidad de signos se reduce considerablemente ya que estás en un ámbito finito de sentido
todavía más fino y especifico. Esa sensación de que bajó la neblina ha sido increíblemente sabrosa.
Se disfruta mucho ver cómo lo que en principio resultaba una situación de ahogo y agobio se fue
volviendo una agudización de los sentidos.
El avance más logrado ha sido acceder a dos cambistas quienes también me presentaron a
más cambistas. También tengo el hecho de que quiero ver si las muchachas con las que estoy
haciendo el trabajo logran retener a los cambistas y viceversa. Me dolerá un poco que ellos las
retengan más y mejor que lo que ellas a ellos. Por el momento entiendo que los accesos han sido
más fortuitos que buscados, que la casualidad es un factor demasiado determinante y pocas
mencionado en su justa medida en los cursos de trabajo. Lo fortuito, lo casual, está sometido a las
tensiones que constituyen ese sistema social. Los comportamientos anormales que desorganizan ese
sistema social producen efectos que exponen al sistema en mayor medida. Los sistemas sociales no
son convencionalmente explícitos sino que son consecuencia de la acción de actores y la
interrelación e interacción de estas acciones en un espacio determinado. El resultado es que todos
los actores están en una conexión en mayor o menor medida y más cuando pertenecen a un mismo
grupo de personas.
La sentencia “somos un mal necesario” se me presentó como una sentencia útil para
esclarecer por completo mi duda sobre si tenían plena conciencia, aunque suene obvio siempre es
importante ver y entender cómo se define a sí mismo el actor, de la legalidad de su accionar.
También de la legitimidad y la utilidad social. Sus existencias se muestran como útiles y legítimas
aunque no legales y esto último los lleva a estar constantemente en tensiones evitables e
innecesarias que los ahogan. Las tensiones con los cuerpos formales del Estado, en este caso la
Policía, aparece en su discurso como muy común. Desde luego que hay que mantener una distancia
prudente de cómo significan eso y cómo voy a reconstruir eso. Sería un error garrafal, y me alegro
de tener orientaciones para campo tan interesantes y enriquecedoras como las que da Larrique sin
saber de nuestros tejemanejes y quehaceres, no abrir los puntos de vista a los de los otros grupos
que están en ese sistema, que conviven en ese ecosistema. Hasta ahora no he tenido que explorar
hacia afuera porque mi intención era poder explorar hacia adentro de los cambistas. El juego se
pondrá más enredado es a partir de este saltar entre ellos y los otros con los que comparten el
espacio.
En este punto el sujeto más problemático a trabajar e indagar son los policías. Tengo la
intención de hacer indagaciones conversacionales indirectas con ellos, de ser posible que sea otra
persona la que converse con ellos. Por lo demás hay otros puestos, hay otros lados de la Plaza, hay
otras calles. Puesto en orden podemos ver y manejarnos en un sentido práctico de trabajo en el que
puedo descartar moverme más aunque también necesito que la información se maximice desde más
áreas de Pérez Bonalde. Profundizar es descubrir más dudas que responder pocas preguntas, que lo
segundo es lo que más pasa en materia de respuestas. Y realmente el trabajo exploratorio, que
todavía es lo que estamos y estoy haciendo, no da abasto para pensar en responder sino para
sentarme a poner en orden. Ya por lo menos sé que la existencia de ellos como factor social es
determinante en la vida cotidiana de los usuarios de Catia. Entre ellos hay signos y códigos que
permiten el trabajo efectivo y también hay mecanismos de lucha y protección ante las situaciones
apremiantes aunque a la hora de la chiquita sea un “cada quien salva su propio pellejo”.
La estructura social aunque compleja es frágil, sutil y hecha sobre la suma inmensa de una
maraña de hilos finos que construyen y constituyen su entramado. El orden social es la
reproducción de todos los procesos conscientes e inconscientes que hacen que una estructura social
sea “normal”, “convencional”, “habitual”, a los actores que viven inmersos en ella. Así el actor que
vive inmerso en ese sistema social normal (que está convencionalmente estructurado y
normalizado) reproduce todo lo que provoca que el orden social sea estable, pero basta con una
afección interna o externa para que el sistema se vea sacudido, afectado y en una situación límite. Y
hay que entender esto bien, el sociólogo cuando entra a un sistema social de relaciones
normalmente construidas en la que en su haber hay expectativas y normas y hábitos pues sacude a
ese sistema y hace que se puedan producir efectos sociales y reacciones impredecibles de los
miembros activos de ese sistema social.
La etnometodología nos acerca a ser sensibles a estos procesos inmediatos de la vida social
que no podemos dejar de detenernos a mirar y que son básicos y por lo tanto indebidamente
olvidados. La etnometodología al mirar estas pequeñas convenciones que constituyen y construyen
el entramado que resulta ser el orden social, la estructura social, el sistema social, también resulta la
conciencia de las fragilidades de estos. El mero y simple acto de decir la palabra inadecuada en el
momento inadecuado puede producir una afección en un sistema social, un gesto que sea
malinterpretado por un grupo al que queremos acercarnos puede producir que ese grupo nos
rechace y reaccione contra nosotros. Esto lo podemos ver en muchos niveles de la vida social, en
ambientes abiertos como en ambientes cerrados, en grupos de amigos como en un salón de clases.
La fragilidad de la armonía del sistema social es increíblemente notoria. Solamente se requiere de
una ruptura para que el sistema social se sacuda y queden en decisiones rápidas de los agentes que
componen y estructuran y constituyen ese sistema social decidir qué hacer con y cómo recuperar el
orden o, en casos extremos, suspender ese sistema social.
Así pues tenemos que entender que la sociedad está construida sobre la repetición y la
reproducción y que entender los procesos que se repiten y que se reproducen es entrar en los
entresijos de ese sistema social. Por otro lado tenemos que estar abiertos al escenario de que los
distintos grupos de personas igualadas que están en un sitio en el que hay un sistema social también
pueden tener entre ellos un sistema propio de menor escala y en ese grupo haber otros todavía más
pequeños a lo interno de uno más grande. Un ejemplo interesante lo encontramos en la imagen
clásica de la empresa: hay un sistema social general que es la empresa pero entre los empleados, los
directivos, y otros componentes hay también ordenamientos, signos, símbolos, interacciones y
acciones propias que hacen que adentro de ese sistema general sean sistemas propios y
diferenciados y diferenciables de los otros que en ese sistema general conviven. En este punto,
volviendo a Pérez Bonalde, tenemos que los vendedores de café y cigarro tienen entre ellos una
serie de códigos, signos y símbolos, estrategias y acciones e interacciones diferenciadas de los que
compran, venden y cambian productos alimenticios. Pero entre ellos hay interrelación y códigos y,
ya conocen el resto de mi parafernalia. Mirar al sistema social que se construye y constituye en la
Plaza de Pérez Bonalde, cosa que escapa completamente de mi alcance, es mirar a una serie de
actores que están en constante contacto, interacción e intercambio. Pero, además, al estar mirando
un proceso que está ceñido por la irregularidad, la informalidad y la ilegalidad resulta todavía más
importante entender a esos sub-sistemas que están en relación con otros. Entender un sistema
social es entenderlo desde su componente general, o macro, a sus componentes específicos, micros,
y ambos están parados en los mismos tópicos arriba descritos.
II
Curiosamente en una perspectiva diferente tenemos los paradigmas más olvidados por la
formación en los programas de mi escuela de ciencias sociales pero que no puedo dejar de
mencionar por la fuerza que dan en sus orientaciones: la ecología y la etología. Primeramente
tenemos que entender que la ecología es una rama de la biología que puede arrastrarse hacia el
mundo de la ciencia social por no ser más que el estudio de las criaturas en relación con su medio, y
las otras criaturas. La etología es en sí misma simplemente le estudio del comportamiento de los
animales, y en este caso de las personas observadas. La etología nos lleva a una concepción
particular del trabajo de la ciencia social que podemos tratar de naturalista, plana y burdamente
descriptiva. Pero creer que la etología animal es una ciencia tan plana es un error y producto de un
menosprecio de la complejidad de los procesos agenciales que caracterizan a los animales, lo mismo
pasa con las personas. Por otro lado a la Ecología es difícil concebirla sin una dosis fuerte de
Etología. La premisa es que hay comportamientos que podemos entenderlos adentro de los marcos
propios de significación de lo observado pero que a su vez tenemos que entender esas acciones en
un marco complejo que genera efectos sobre la acción: el ecosistema.
Me detendré un momento en los cambistas quienes han sido los observados con mayor
énfasis, aunque todavía hay mucha superficialidad en este esfuerzo y mucha bruma y muchas dudas.
La observación etológica es la observación básica naturalista que solamente puede incurrir en una
descriptiva de su comportamiento, de qué gritan, de cómo cambian, de cómo compran, de cómo
venden, de cómo hablan, de cómo interactúan entre ellos, de cómo interactúan con otros grupos e
individuos que conviven en ese espacio. La observación ecológica de los cambistas se mueve más
hacia cómo conviven con su espacio, cómo lo ocupan, pero también en cómo es ese espacio, si es
estrecho, si es amplio, si es abierto, si es cerrado, si es oculto, si es abierto. En esto tenemos que
entender que la observación no profundiza en los niveles que sí logra la observación sistémica. ¿Por
qué? Porque es un nivel de descripción no dialógica, es un nivel de descripción en la que los actores
no dan información sobre su composición y por lo tanto no revelan el orden interno del grupo que
se hace más explicito en la medida que dan sentido de su comportamiento. Acá se me puede
afirmar que es posible acceder a esto sin ellos, con la observación pura, y supongo que hay un grado
de verdad en eso pero lo curioso es que hay niveles que solamente son accesibles en la medida de
que profundizas con ellos y con el entendimiento del sistema social. Me dejo llevar por el hecho de
que he sido orientado a observar gracias a personas que me han dado información en la Plaza,
incluidos cambistas, de cosas que no hubiese visto porque no se han presentado. Si prolongo mi
estadía posiblemente se prolonguen los acontecimientos etológicos y se agudice mi comprensión
ecológica pero el sistema social en sí no se me hace posible de presentar sin las orientaciones de los
agentes que lo componen y lo viven y lo hacen.
Con esto me paro en una posición sociológica clásica que es la de la existencia de un orden
social no más allá de los actores sino como consecuencia de los actores que lo construyen y lo
constituyen. Esto quiere decir que los ordenamientos internos de la acción y la interacción de un
grupo solamente se pueden entender de un modo más fino y refinado en la medida que es desde el
grupo que te dan orientaciones de cómo significan e interpretan esto. Esto hace que el enfoque
etológico y el ecológico necesiten de otros que den un acercamiento más concreto con los
componentes del medio. La denominada sensibilidad etnográfica. Esto da a apertura a todo un
juego de construcciones que no siguen las ordenaciones convencionales de los manuales sino que
siguen más bien las orientaciones formales de las anotaciones del investigador. Con esto no es
comportarse como si fuera una investigación de cierto tipo sino porque es una investigación de
cierto tipo tienes que ejecutar estas técnicas. En cierto sentido la mayor dificultad ante la
investigación es de tipo creativa, hay que ser realmente inventivos para poder saber bien qué actuar
y cómo actuar. En esa tensión del qué y el cómo es que nos estamos moviendo. Por ejemplo, yo
todavía no construyo un tema realmente hecho en el esfuerzo en Pérez Bonalde pero en la medida
que voy aumentando la densidad de mi descripción y se agudiza la comprensión de las relaciones
que se dan pues entonces se facilita para mí el ir considerando temas pero porque están ahí, no
temas que me hubiese gustado que estuviesen ahí.