Ficha 8, Imperio Asirio
Ficha 8, Imperio Asirio
Ficha 8, Imperio Asirio
Los asirios nos han dejado una importante lista real que recoge los nombres de
los reyes desde los orígenes más o menos legendarios hasta la época neoasiria
(siglo VIII a.C.). Según esta lista, encabezada por el mítico Tudiya, que habría
que remontar a finales del milenio III a.C., los primeros 17 reyes de
Asiria vivían en tiendas, lo cual significa que el Estado asirio habría tenido un
origen tribal y nómada. De las dos secuencias siguientes de reyes, una recoge
los monarcas efectivos de Assur, mientras que la otra sería una lista
legitimadora de la ascensión al trono del usurpador Shamshi-Adad I,
primer gran rey del país. Parece, en efecto, que toda esta primera parte de la
lista busca legitimar esta ascensión, pues los orígenes tribales casan bien con
el propio Shamshi-Adad, pero tienen poco que ver con lo que nos dicen las
fuentes arqueológicas sobre los comienzos del Estado asirio, que nos hablan de
una región fuertemente urbanizada y de economía agrícola y comercial.
Shamshi-Adad I
Tukulti-Ninurta actuó en tres frentes. En los Zagros y el alto Tigris, justo por
encima de la campiña asiria, intervino con fines defensivos y económicos (se
trataba de una región rica en madera, necesaria para la construcción, y en
cobre y caballos, base del armamento y del ejército. Por el oeste, la situación
fue de equilibrio forzoso, pues ni los hititas ni los asirios consiguieron controlar
unilateralmente la región situada entre el alto Éufrates y el alto Tigris,
temiéndose unos a otros, recíprocamente. De modo que los contrastes se
produjeron sobre todo en el terreno económico y comercial. Por último, por el
frente babilónico la balanza se decantó claramente en favor de Tukulti-Ninurta.
En efecto, ante un avance territorial del rey babilonio Kashtiliash IV, violando
un tratado suscrito en tiempos de Adad-nirari I, Tukulti-Ninurta intervino, venció
y capturó en batalla al rey babilonio, a quien llevó prisionero a Assur, y tras
conquistar la propia Babilonia, derribó sus murallas y templos, y desterró al
dios Marduk y a parte de la población, sometiendo toda la Baja Mesopotamia
hasta el golfo Pérsico.
De este modo, el soberano asirio pudo proclamarse Rey del país de Assur, Rey
del universo, Rey de las cuatro regiones, Rey de reyes, Rey del país de
Karduniash (Babilonia) y Rey de Sumer y de Akkad. Tras su victoria babilónica,
Tukulti-Ninurta se dedicó esencialmente a la actividad edilicia. Restauró
templos y palacios en Assur y, sobre todo, construyó en Kar-Tukulti-Ninurta la
primera capital artificial de la historia asiria, situada cerca de Assur, en la otra
orilla del Tigris. Tal vez se deba este hecho a conflictos entre el rey y las
familias nobles de Assur, descontentas del talante autoritario y personalista de
aquél. Las tensiones internas, las presiones de pueblos exteriores como los
elamitas, el esfuerzo económico y laboral que supuso la construcción de la
nueva capital y la reacción babilónica, que no se hizo esperar, provocaron un
levantamiento contra el rey que acabó con su vida. Babilonia se independizó, y
los sucesores de Tukulli-Ninurta, reyes mediocres, consiguieron mantener de
momento el resto del Imperio gracias, más que a sus capacidades personales,
a la grave crisis que se cernía en general sobre el Próximo Oriente.
Crisis y Recuperación, Tiglat-Pileser I