Excarcelacion y Domiciliaria Lázaro Baez
Excarcelacion y Domiciliaria Lázaro Baez
Excarcelacion y Domiciliaria Lázaro Baez
SOLICITA
EXCARCELACION. OFRECE CAUCION JURATORIA. PLANTEA
SUBSIDIARIAMENTE. MOTIVA
I - OBJETO
[1]
Son varios los motivos que hacen a la procedencia tanto
formal cuanto sustantiva de esta solicitud y serán sucintamente expuestos ut
infra. Amén de ello, considera esta defensa que tanto el plazo transcurrido y
la situación extraordinaria de salubridad que es de público y notorio excitan
particularmente esta vía.
Para el improbable caso en que VVEE decidieran no hacer
lugar a este planteo, habré de dejar expresa reserva de recurrir al Superior,
por ser la cuestión -cercenamiento cautelar de la libertad ambulatoria con
probado riesgo para la salud del imputado- expresamente recurrible, y por
provocar ello un agravio de imposible reparación ulterior - con el riesgo
concreto que sobre ello existe actualmente -; al mismo tiempo, dejaré reserva
de recurrir en casación por errónea interpretación de normas procesales,
además de la propia de caso federal, por afectación a derechos y garantías de
raigambre constitucional.
II - FUNDAMENTOS
[2]
situación cautelar que objetiva y subjetivamente violenta el claro texto legal,
nuestra Constitución Nacional y tratos internacionales en materia de DDHH
que la componen, lo cierto es que restan tan solo unos días para llegar a la
infamante cifra de 4 años de prisión preventiva de mi cliente en el marco
de los presentes actuados - esto es, la causa Nº3017/2013 y sus conexas -.
Los aspectos atinentes a las falsedades objetivas en las
cuales se fundara la detención inicial, el día 5 de abril de 2016, ya han sido
denunciados2 y jamás fueron atendidos por las diversas instancias
intervinientes, pero entiende esta defensa, ha llegado el momento de
enmendar, aunque fuera parcialmente, los graves daños producidos
desde aquel entonces. Es por este motivo que, breuitatis causae habré de
remitirme a los correspondientes incidentes.
Luego de ello, las distintas defensas técnicas que se
sucedieran en este expediente -y sus conexos- han asistido a "justificativos"
de lo más variados y ocurrentes, muchos de ellos no solo de dudosa
legitimidad sustantiva y/o procesal sino incluso directamente contrarios a los
precedentes de nuestra Corte Suprema y de la propia Corte Interamericana de
Derechos Humanos en la materia.
Así, se han ponderado en distintas ocasiones "la
disponibilidad de dinero"; "el testimonio en autos del periodista Daniel
Santoro3 brindado el día 6 de abril"; "amenaza de pena alta y de efectivo
cumplimiento4"; "aceitados contactos (SIC) que le habrían permitido
2
Vgr. "inexistencia" de un "plan de vuelo" que parecieron conocer todos los medios de
comunicación e incluso las fuerzas de seguridad que realizaran la detención, pero no el Dr.
Casanello.
3
Hoy en día procesado y pronto a ser elevado a juicio por extorsión y su intromisión en distintos
expedientes judiciales, a los fines de direccionarlos con una clara intencionalidad política y de lucro
Cfr. FMP 88/2019
4
Contra lo resuelto en fallo plenario "Díaz Bessone"
[3]
sortear controles aeroportuarios", "sospechas de lazos internacionales
(SIC)".
Por supuesto que es por VVEE conocido que fue en el
marco de este expediente - como desprendimiento conexo de la causa
Nº3017/2013 - que vio la luz la infame - por cualquier penalista decente y
formado en derecho rechazada- y mal llamada "Doctrina Irurzun" que
permitió dar por tierra con cualquier interpretación constitucional y lógica de
los presupuestos de riesgos procesales que nuestra dogmática y
jurisprudencia ha venido desarrollando, para cristalizar una evidente
persecución político judicial contra todo imputado que pudiera tener algún
tipo de relación con la gestión del gobierno nacional entre los años 2003 y
2015. Esta defensa comparte, junto con amplios sectores de la academia y
del ejercicio de justicia, el aparente fin de tal dislate jurídico y la vuelta a un
Estado de Derecho Republicano, conteste con nuestra Constitución Nacional
que puede apreciarse en múltiples fallos que serán oportunamente reseñados
en el presente.
Se ha hecho referencia oportuna también -a los fines de
denegar distintas excarcelaciones- a las manifestaciones de testigos que han
dicho sentirse intimidados por el entorno de Lázaro Báez, como Leonardo
Fariña y/o Federico Elaskar. En este sentido, bien saben VVEE que el
primero de ellos ha variado sus declaraciones en todos los sentidos posibles
en el marco de este expediente, en función del gobierno de turno y de las
facilidades5 y premios6 que le fueran otorgados, presuntamente a cambio de
5
Ver, a modo de ejemplo, la libertad ordenada por e TOF 1 de La Plata, luego del apartamiento
irregular (y con evidente intervención del Poder Ejecutivo Nacional a través del Ministro de Justicia
Germán Garavano) del Juez Rozansky
6
Pagos realizados por el Programa de Protección de Testigos e Imputados, luego de la entrevista
personal que este tuviera con el Dr. Garavano, que incluyeron el pago de la prepaga más onerosa del
país (Vgr OSDE) y de un alquiler suntuario, contrario a lo que se observa para cualquier otro
participante del referido programa.
[4]
sus testimonios. y que el segundo de ellos ha reconocido expresamente jamás
haber conocido a mi cliente ni sufrido amenazas de su parte7.
Gran parte de los argumentos que durante cuatro años
pretendieron mantener a mi asistido privado de su libertad, sin condena firme
- siquiera sin condena -, han demostrado provenir, las más de las veces y con
graves elementos de prueba, de sectores y actividades que ninguna relación
tienen con la vigencia del Estado de Derecho y los principios y garantías que
la justicia y los operadores judiciales deben promover y asegurar respecto de
sus ciudadanos.
También saben VVEE que se han utilizado argumentos
relativos a supuestos entorpecimientos relativos con expedientes como el
14.172/2016 caratulados "Corizzo, Gabriel Edgardo Fabián s/falso
testimonio", en un ejercicio eminentemente falaz, desde el plano
hermenéutico toda vez que, sin ingresar en el fondo de la cuestión 8, el hecho
en investigado en tales actuados habría tenido lugar estando Lázaro Báez
privado de su libertad, motivo por el cual, amén de rechazar dicha acusación
y en un ejercicio plenamente hipotético, de forma alguna podría redundar
ello en un aumento fundado del riesgo procesal peligro de entorpecimiento si
tuviera lugar su libertad. Es simplemente, lógica.9
7
En este sentido, no es posible olvidar las declaraciones del Sr. Luis Barrionuevo en el programa
Animales Sueltos, https://www.youtube.com/watch?v=p40tvY16gDM.
8
más sosteniendo enfáticamente la completa ajenidad de mi cliente respecto del mismo
9
No haré mención a la reciente presentación de un colega en el marco del expediente en trámite
ante VVEE Nº3017/2013 pues entiendo que no corresponde, que no ha sido la vía adecuada para
articular dicha presentación y que, al final de cuentas, la misma no se relaciona con mi cliente.
[5]
años, excepcionalmente prorrogable por otro año más. En este sentido, la
"complejidad" o "volumen" de una investigación - conformada por un
universo de conexidades - jamás puede ser utilizada por la judicatura en
contra de un imputado como excusa que le permita violar el propio texto
de la norma y, con ello, violar el derecho constitucional que posee todo
ciudadano a la libertad ambulatoria, incluso durante un proceso penal.
10
arts. XXVI de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre –en adelante
DADDH–; 11.1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos –en adelante DUDH–; 7 y 8.2.
de la Convención Americana de Derechos Humanos –en adelante CADH–; y 9 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos –en adelante PIDCP–
[6]
autoridad competente durante el procedimiento penal. Sobre esa base, la
jurisprudencia ha aceptado, por principio, que la detención cautelar que
los Códigos procesales prevén no repugna en sí misma el texto
constitucional (CSJN, 305:1022, entre muchos otros).
Ello no significa, claro está, que la prisión procesal pueda
ser utilizada, como ha sido en este caso, como una medida de aplicación
automática, pues, como afirma Maier, “… el hecho de reconocer que el
principio de inocencia no impide la regulación y aplicación de medidas de
coerción durante el procedimiento –antes de la sentencia de condena firme
que impone una pena-, según el texto de la ley fundamental o el sentido
histórico-cultural de la garantía, no significa afirmar que la autorización
para aplicar la fuerza pública durante el procedimiento, conculcando los
derechos de que gozan quienes intervienen en él, en especial, los del
imputado, sea irrestricta o carezca de límites. Al contrario, la afirmación de
que el imputado no puede ser sometido a una pena y, por tanto, no puede
ser tratado como un culpable hasta que no se dicte la sentencia firme de
condena, constituye el principio rector para expresar los límites de las
medidas de coerción personal contra él...”11.
Refiere en consecuencia Bovino: “... Por ende, resulta
completamente ilegítimo detener preventivamente a una persona con fines
retributivos o preventivos (especiales o generales) propios de la pena (del
derecho penal material), o considerando criterios tales como la
peligrosidad del imputado, la repercusión social del hecho o la necesidad
de impedir que el imputado cometa nuevos delitos. Tales criterios no están
11
MAIER, Julio, "Derecho procesal penal", tomo I: "Fundamentos". Editores del Puerto, Buenos
Aires, 1996, p. 512). Lo cierto es que la prisión preventiva, las más de las veces, conculca estas
garantías sin remedio (PASTOR, Daniel, "Escolios a la ley de limitación temporal del
encarcelamiento preventivo", en Nueva Doctrina Penal, 1996/A. Editores del Puerto, Buenos Aires,
1996, p. 286
[7]
dirigidos a realizar la finalidad procesal del encarcelamiento preventivo y,
por ello, su consideración resulta ilegítima para decidir acerca de la
necesidad de la detención preventiva...”12.
De esta manera, coincide la doctrina, la detención cautelar es
–en el mejor de los casos– sólo justificable con una finalidad procesal, lo
que, por otra parte, surge no sólo de la adecuada interpretación del principio
de inocencia, sino que también se extrae del contenido literal de normas de
jerarquía constitucional contenidas en los instrumentos internacionales de
Derechos Humanos, así: “… Su libertad podrá estar condicionada a
garantías que aseguren su comparecencia en el juicio” (art. 7.5 de la
CADH); “… su libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren
la comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en cualquier otro
momento de las diligencias procesales y, en su caso, para la ejecución del
fallo” (art. 9.3 del PIDCP).
De allí entonces que Bovino pueda decir que: “… hoy en día
se afirma de modo unánime que la coerción procesal sólo tiende a proteger
la realización de fines procesales, que, se agrega, pueden ser puestos en
peligro de dos maneras diferentes: a) cuando el imputado obstaculiza la
averiguación de la verdad –entorpecimientos de la investigación objeto del
proceso–; y b) cuando el imputado se fuga e impide la aplicación del
derecho penal material –peligro de fuga–...”13.
En autos "Estévez" (Fallos 320:2105), nuestra Corte
Suprema ha sostenido que “… la sola referencia a la pena establecida por el
12
MAIER, Julio, "Derecho procesal penal", tomo I: "Fundamentos". Editores del Puerto, Buenos
Aires, 1996, p. 512). Lo cierto es que la prisión preventiva, las más de las veces, conculca estas
garantías sin remedio (PASTOR, Daniel, "Escolios a la ley de limitación temporal del
encarcelamiento preventivo", en Nueva Doctrina Penal, 1996/A. Editores del Puerto, Buenos Aires,
1996, p. 286
13
BOVINO, Alberto, op. cit., p. 445
[8]
delito por el que ha sido acusado y la condena anterior que registra, sin que
se precise cuáles son las circunstancias concretas de la causa que
permitieran presumir, fundadamente, que el mismo intentará eludir la
acción de la justicia, no constituye fundamento válido de una decisión de los
jueces que sólo trasunta la voluntad de denegar el beneficio solicitado...” [.
En esta línea, la Cámara Nacional de Casación Penal, hizo
propios los argumentos del Fiscal de Casación –Dr. Romero Victorica–, y
señaló que “... para que resistan el embate constitucional los presupuestos
procesales que habilitan el dictado de una medida cautelar no deben ser
presunciones iuris et de iure que ante su simple comprobación obliguen al
Tribunal a imponer la privación de la libertad sin alternativas, teniendo por
ciertos el peligro de fuga o de entorpecimiento de la investigación (daño
jurídico) porque estos son hechos futuros acerca de los cuales se conjetura
respecto de una persona que goza en su favor del estado de inocencia... El
único criterio que puede justificar la privación de la libertad es la
posibilidad concreta que el imputado intente obstaculizar la realización de
los fines del derecho penal...”14.
Y este criterio ha sido ratificado y resulta jurisprudencia
obligatoria para los Estados parte por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Este órgano de tratado sostuvo, por unanimidad, que “... en el
principio de presunción de inocencia subyace el propósito de las garantías
judiciales, al afirmar la idea de que una persona es inocente hasta que su
culpabilidad sea demostrada. De lo dispuesto en el artículo 8.2. de la
Convención se deriva la obligación estatal de no restringir la libertad del
detenido más allá de los límites necesarios para asegurar que no impedirá
el desarrollo eficiente de las investigaciones y que no eludirá la acción de
14
Cámara Nacional de Casación Penal, Sala IV, c. Nº 4958, "Palleros, Diego Emilio s/ recurso de
casación", rta. 9/12/2003
[9]
la justicia, pues la prisión preventiva es una medida cautelar, no punitiva.
Este concepto está expresado en numerosos instrumentos del derecho
internacional de los derechos humanos y, entre otros, en el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que dispone que la prisión
preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla
general (art. 9.3). En caso contrario se estaría cometiendo una injusticia al
privar de libertad a personas cuya responsabilidad criminal no ha sido
establecida. Sería lo mismo que anticipar una pena a la sentencia, lo cual
está en contra de principios generales del derecho universalmente
reconocidos...”15.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos dictó el
13/3/2008 "Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las
Personas Privadas de Libertad en las Américas", cuyo Principio III.2,
dispone: “La privación preventiva de la libertad, como medida cautelar y no
punitiva, deberá además obedecer a los principios de legalidad, presunción
de inocencia, necesidad y proporcionalidad, en la medida estrictamente
necesaria en una sociedad democrática, que sólo podrá proceder de
acuerdo con los límites estrictamente necesarios para asegurar que no se
impedirá el desarrollo eficiente de las investigaciones ni se eludirá la acción
de la justicia…”
Al mismo tiempo, ha sostenido en clara analogía al caso que
nos compete que: “... en ningún caso la ley podrá disponer que algún tipo
de delito quede excluido del régimen establecido para el cese de prisión
preventiva o que determinados delitos reciban un tratamiento distinto
15
Caso "Suarez Rosero". Sentencia del 12 de noviembre de 1997. La CIDH ratificó su criterio en
numerosos pronunciamientos posteriores: “Tibi”, del 7/9/2004, párr. 180; “Palamara Iribarne”, del
22/11/2005, párr. 198; “López Álvarez”, del 1/2/2006, párr. 69; “Yvon Neptune”, del 6/5/2008, párr.
98; “Bayarri”, del 30/10/2008, párr. 74 y “Usón Ramírez”, del 20/11/2009, párr. 144.
[10]
respecto de los otros en materia de libertad durante el proceso, sin base en
criterios objetivos y legítimos de discriminación, por la sola circunstancia
de responder a estándares como ‘alarma social’, ‘repercusión social’,
‘peligrosidad’ o algún otro. Esos juicios se fundamentan en criterios
materiales, desvirtúan la naturaleza cautelar de la prisión preventiva al
convertirla en una verdadera pena anticipada, pues el predicamento de que
todos los culpables reciban pena presupone, precisamente, la previa
declaración de su culpabilidad...” 16
No cabe duda alguna entonces que los pronunciamientos
referidos constituyen el piso mínimo que no puede jamás ser perforado
por un estado parte, y resultan por ello de aplicación obligatoria por
VVEE.
Por cierto que nuestra CSJN ha consagrado la regla que
debiera despejar toda duda que pudiera suscitarse respecto del modo de
interpretación de este plexo de garantías al sostener dijo que “... es función
del legislador diseñar el proceso penal de tal manera que estén aseguradas
del mejor modo posible las garantías individuales y que la más mínima
duda de menoscabo a las garantías sea disipada con la solución más
favorable a la protección del derecho respectivo...”17.
Y también, en este sentido "... justifica adoptar la solución
que mejor se adecue a los principios y garantías de la Constitución
Nacional y favorezca la progresividad de los derechos humanos...." 18.
[11]
a la hora de imponer una pena anticipada como es la privación preventiva de
la libertad a sus ciudadanos - inocentes -, lo cierto es que establecen un piso
mínimo que no puede ser perforado sin incurrir en responsabilidad
internacional del Estado Argentino, donde resulta en el caso especialmente
atendible la regla de proporcionalidad19 exigida en materia de prisiones
preventivas por el sistema interamericano de DDHH. Particularmente
respecto de la limitación a su duración, para que la prisión preventiva no
resulte más gravosa que la pena que se espera –expresada como
prohibición de exceso–.
Y es que más allá de sostener enfáticamente esta defensa la
inexistencia de riesgos procesales actuales que permitirían justificar
continuar prorrogando el encierro cautelar de Lázaro Báez, el límite
temporal a la duración de la prisión preventiva, con independencia de
que aún subsistieran los hipotéticos riesgos procesales que le habrían
dado sustento, supone una garantía independiente, que pone tope a la
facultad estatal de aplicar encierro sin condena20.
19
Cfr. “Suárez Rosero”, del 12/11/97, párr. 77; “Canese”, del 31/8/04, párr. 129; “Tibi”, del 7/9/04,
párrs. 98 y 106; “Palamara Iribarne”, del 22/11/05, párrs. 197 y 215; “Yvon Neptune”, del 6/5/08,
párrs. 97 y 107; “Bayarri”, del 30/10/08, párr. 69. También en “López Álvarez”, del 1/2/06
La CIDH lo afirma en el punto III.2 de los “Principios y Buenas Prácticas sobre las Personas
Privadas de Libertad en las Américas” ya referidos en esta presentación.
20
El art. 7.5 CADH y 9.3 PIDCP, aluden al derecho a ser juzgado en un plazo razonable o a ser
puesto en libertad.
[12]
cautelares menos restrictivas pero, en todo caso, se deberá disponer la
libertad. Ello, independientemente de que aún subsista el riesgo procesal,
es decir, aun cuando las circunstancias del caso indiquen como probable
que, una vez en libertad, el imputado intentará eludir la acción de la justicia
o entorpecer la investigación, la medida cautelar privativa de la libertad
debe cesar. Porque la necesidad de establecer un plazo razonable responde,
precisamente, a la necesidad de establecer un límite más allá del cual la
prisión preventiva no puede continuar, en aquellos casos en los que aún
subsisten las condiciones que fundaron la medida cautelar. De no ser así,
la prisión preventiva debe cesar, no ya por su razonabilidad temporal sino
por su falta de fundamento...”.
[13]
por primera instancia, también en este expediente CFP 3017/2013, más en su
desprendimiento, CFP 9630/2016 que ahora se encuentra ante VVEE.
Ello no sólo resulta más que un circunloquio carente de toda
logicidad, que evidencia un interés espurio, sino que intenta hacer parecer
que la circunstancia de prisión preventiva actual sería "novedosa" o
"reciente", motivo por el cual, no estaría vencido el plazo contenido en el art.
1 de la Ley 24.390, el que manifiestamente, se encuentra incumplido en lo
que hace a una aplicación justa y razonable de la ley y de las garantías que
limitan el accionar del Estado en materia de encarcelamiento preventivo
sobre inocentes.
Desde ya que ello no supera el más mínimo análisis de
legalidad o logicidad e, incluso, podría ser calificado como un claro fraude a
la ley.
Motivo por el cual, en esta oportunidad, y con la esperanza
de asistir a un nuevo momento en nuestro país, y en particular en nuestro
sistema de justicia, se habrá de solicitar a VVEE, un ejercicio de
razonabilidad en el análisis del caso, comprendiendo así que nos
encontramos frente a un plazo manifiestamente vencido, siendo la inmediata
excarcelación conforme la normativa nacional e internacionalmente aplicable
al caso, la única solución fundada en derecho posible.
La necesidad de restablecer nuevamente la vigencia del
Estado de Derecho, que tan vapuleado se ha visto en estos años, ofrece
hoy una oportunidad que no sólo merece mi asistido, sino también, la
Justicia Argentina en su conjunto.
[14]
La mayor o menor fortuna no puede ser un indicador de
peligro procesal, ya que al fundar la decisión bajo estos parámetros se corre
el riesgo de construir una categoría de sujetos para quienes la mayor fortuna
se convierte en una presunción iure et de iure de elusión, vulnerándose el
principio de igualdad.
Es que ”… Frente a tal escenario, la adopción de otras
medidas menos lesivas se encuentran al alcance de la instrucción para
contrarrestar sus riesgos, debiendo repararse en que la eventual fuga
valorada a partir de los medios económicos con que cuenta el imputado,
resulta adecuadamente reducida con la medida dictada poco tiempo después
del inicio de los actuados…”21.
Es decir: frente la “amenaza” de la situación económica del
imputado, el propio Estado ha reconocido, por medio de sus representantes
del Poder Judicial en el precedente señalado, que es posible de ser
neutralizada por medios menos gravosos que la privación de la libertad de la
persona.
En este sentido, luego de años de embargos, inhibiciones e
incluso decomisos anticipados de dudosa validez constitucional, intentar
insistir con argumentos de esta índole resulta absolutamente alejado de la
realidad objetiva y completamente inaplicable al caso concreto.
Por otra parte, si la realidad económica de mi asistido
implicara algún impedimento, podrán para ello establecer VVEE la caución
que consideren pertinente.
21
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, Sala II, C., S.C.
s/excarcelación”, rta. 22/06/2012
[15]
II.c - El marco jurídico actualmente vigente. Las medidas
alternativas y menos gravosas a la detención preventiva en un instituto
carcelario. La vigencia parcial del Código Procesal Penal Federal.
Como bien conocen VVEE, con fecha 13 de noviembre de
2019, la Comisión Bicameral de Monitoreo e Implementación del Código
Procesal Penal Federal ha resuelto “… implementar los artículos 19, 21, 22,
31, 34, 54, 80, 81, 210, 221 y 222 del CODIGO PROCESAL PENAL
FEDERAL…” para el trámite de todas las causas radicadas por ante los
Tribunales con competencia en materia penal de todas las jurisdicciones
federales del territorio nacional.
La mentada Comisión ha sido creada en el ámbito del
Honorable Congreso de la Nación con el fin de evaluar, controlar y proponer
durante el período que demande la implementación previsto en el Código
Procesal Penal Federal los respectivos proyectos de ley de adecuación de la
legislación vigente a los términos de ese cuerpo normativo como así también
toda otra modificación y adecuación legislativa necesaria para su mejor
implementación y se encuentra conformada tanto por Diputados como por
Senadores.
De manera que la resolución citada, publicada en el Boletín
Oficial de la República Argentina, no es otra cosa que una Ley que viene,
precisamente, a modificar las reglas a las que debe ceñirse la privación de
libertad de una persona sometida a proceso con fines cautelares.
Acerca de las implicancias de la implementación Legislativa
operada, corresponde señalar que:
La implementación de las normas del CPPF que fuera
dispuesta por la Comisión Bicameral de Monitoreo e Implementación del
Código Procesal Penal Federal se traduce en una sustancial modificación
[16]
de las pautas con las que debe evaluarse la legitimidad de la utilización
de la prisión preventiva.
Más particularmente, tal implementación importa una severa
restricción al ya restrictivo criterio con el que debe analizarse la aplicación
del instituto acentuando fuertemente su excepcionalidad y despejando
toda duda acerca de que su utilización solo resulta válida en tanto se
corrobore como insoslayablemente necesaria y por un plazo limitado.
Asimismo, las normas implementadas reducen la
discrecionalidad de los Jueces en torno a la constatación de los llamados
“riesgos procesales” ciñendo el análisis a pautas detalladas y concretas que
no dejan margen alguno para su “creatividad”.
Nótese que la propia norma establece que tal restricción sólo
sería viable, en principio, cuando ninguna de las 8 medidas de coerción que
la anteceden “… fueren suficientes para asegurar los fines indicados…”.
De manera que esta norma viene a echar por tierra toda
posibilidad de mantener el encierro pretendidamente cautelar sin antes
descartar, una a una, las medidas de coerción alternativas a la prisión
preventiva; es decir, se trata ahora de que para privar de libertad a una
persona sometida a proceso debe fundamentarse una necesidad calificada,
precisamente, por la circunstancia de poder demostrar que ninguna de las
restantes medidas de coerción incluso de forma combinada resultaría
suficiente.
[17]
Esta referencia debe apreciarse en el marco general que
ofrece el nuevo Código, de corte netamente acusatorio, empero resulta
evidente que la regulación de las medidas de coerción, en tanto tales, está
destinada a regir todos los casos en los que durante el trámite de una
causa se haya solicitado y/o dispuesto asegurar la comparecencia del
imputado o evitar el entorpecimiento de la investigación.
Es que si aquellas resultan ser las reglas que los Jueces
deben tener en cuenta para analizar el pedido cautelar de los acusadores no
podría ser válido que, al mismo tiempo, fueran diversas las reglas para el
caso de ser el juez quien estimare correspondiente efectuar el análisis
cautelar en cuestión.
Al mismo tiempo, no es menos cierto que el Sr. Fiscal
deberá responder la vista a conferírsele a partir de esta presentación y, al
hacerlo, es insoslayable que debe ajustar su dictamen a la modificación
legislativa señalada precedentemente.
El profesor Daniel Pastor, al analizar el CPPN, ley 27.063,
destaca como un aspecto positivo la regulación de las medidas cautelares o
coercitivas, que proceden sólo ante previsión expresa, de modo excepcional,
subsidiario, en caso de motivos fundados, con pleno respeto por los derechos
fundamentales del acusado y únicamente por orden judicial emitida a pedido
de parte (art. 176). De este modo, el autor destaca que el CPPN de 2014, “…
siguiendo la tendencia en la materia, se toma en serio el carácter
subsidiario de la coerción procesal y, superando la rigidez del modelo
derogado, permite un excelente abanico gradual de medidas combinables
que, para asegurar los fines del proceso, son preferentes a la utilización de
la privación de la libertad locomotiva (art. 177, incs. a e i). Esta bienvenida
innovación de la nueva ley dispone como anteúltimo recurso el arresto del
[18]
imputado en su propio domicilio (art. 177, inc. j) y sólo ´…en caso de que
las medidas anteriores no fueren suficientes para asegurar los fines
indicados´ corresponderá, como ultima ratio, la imposición de la prisión
preventiva (arts. 177, inc. k, y 185).”22
En ese marco de excepcionalidad calificada es que deben
comprenderse las normas que siguen.
Por su parte, la norma del art. 221 expresa: “… Para decidir
acerca del peligro de fuga se deberán tener en cuenta, entre otras, las
siguientes pautas:
a. Arraigo, determinado por el domicilio, residencia
habitual, asiento de la familia y de sus negocios o trabajo, y las facilidades
para abandonar el país o permanecer oculto;
b. Las circunstancias y naturaleza del hecho, la pena que se
espera como resultado del procedimiento, la imposibilidad de condenación
condicional, la constatación de detenciones previas, y la posibilidad de
declaración de reincidencia por delitos dolosos;
c. El comportamiento del imputado durante el
procedimiento en cuestión, otro anterior o que se encuentre en trámite; en
particular, si incurrió en rebeldía o si ocultó o proporcionó falsa
información sobre su identidad o domicilio, en la medida en que cualquiera
de estas circunstancias permitan presumir que no se someterá a la
persecución penal…”
El art. 222, por otro lado, agrega: “… Para decidir acerca
del peligro de entorpecimiento para la averiguación de la verdad, se deberá
tener en cuenta la existencia de indicios que justifiquen la grave sospecha
de que el imputado:
22
Daniel Pastor, Lineamientos del nuevo Código Procesal Penal de la Nación, Hammurabi, Buenos
Aires, 2015, págs. 91 y ss.
[19]
a. Destruirá, modificará, ocultará, suprimirá o falsificará
elementos de prueba;
b. Intentará asegurar el provecho del delito o la continuidad
de su ejecución;
c. Hostigará o amenazará a la víctima o a testigos;
d. Influirá para que testigos o peritos informen falsamente o
se comporten de manera desleal o reticente;
e. Inducirá o determinará a otros a realizar tales
comportamientos, aunque no los realizaren…”.
[20]
Como sabemos, el 10 de junio de 2015 la ley 27.147
modificó ese artículo y agregó en su inciso sexto un nuevo supuesto de
extinción de la acción penal: “Por conciliación o reparación integral del
perjuicio, de conformidad con lo previsto en las leyes procesales
correspondientes”.
Los jueces de la CNCCC analizaron varias veces la
operatividad de dicha disposición a la luz del DNU 257/15 (B.O.
29/12/2015) que suspendió la entrada en vigor del Código Procesal Penal
aprobado por ley 27.063.
En el precedente “Verde Alba”24, los jueces de la misma
CNCCC afirmaron que el art. 59.6 CP sí era operativo, al igual que distintos
tribunales orales que también se expidieron a favor de la operatividad25.
Para la jueza Patricia Llerena, las disposiciones son
operativas, tal como ya se había expedido con anterioridad como jueza de
tribunal oral en fallos del TOCC n° 1526 y TOCC n° 2627.
24
CNCCC, “Verde Alba, Brian Antoni s/recurso de casación”, Sala 2, CCC
25872/2015/TO1/CNC1, reg. n° 339/2017, rta. 22/05/2017.
25
TO15, “Sanabria, Jorge. M. s/lesiones leves dolosas”, CCC4939/2015/TO1, rta. 5/5/2016;
TO15, “Ruiz, Damián Martín”, CCC4906/2014/TO1, rta. 11/02/2016; TO15 “Volpi, Jorge”,
CCC36052/2013/TO1, rta. 11/02/2016; TO2, “Trujillo, Diego”, CCC48462/2014/TO1, rta.
29/11/17; TO5, “Paradiso, Jorge”, CCC 57029/2013/TO1, rta. 23/10/17; TO30, “Seta, María
Cristina”, CCC4777, rta. 5/6/17; TO1, “González, Carlos”, CCC41258/2012/TO1, rta.
30/11/2015; TO7, “Fernández, Juan Pablo”, CCC635/2014/TO1, rta. 26/11/2015.
26
TOCC n° 15, causa n° 1982/2015, caratulada “Sanabria, Jorge Miguel”, rta. 05/05/16, jueces
Martin, Decaría y Llerena.
27
TOCC n° 26, causa n° 26772/2016, caratulada “Aramela, Jorge Dimas”. Rta. 11/10/16, jueces
Martin, Yungano y Llerena.
[21]
En el mismo sentido, esto es en relación a la operatividad,
los jueces Daniel Morin28, Eugenio Sarrabayrouse29, Alberto Huarte Petite30 y
Pablo Jantus31 por las razones expresadas en los precedentes referenciados a
los cuales nos remitimos en honor a la brevedad y damos aquí por
reproducidos.
Por lo demás y, si por alguna duda quedara, no puede
discutirse que las normas implementadas son fuente de derecho y, en
tanto tales, resultan de aplicación preferente porque se presentan más
respetuosas del principio de inocencia y del principio pro-homine.
Es que el imputado tiene, valga la redundancia, derecho a
que se le aplique “la mejor ley”. Al respecto, se ha dicho que ello ha de
entenderse como “… la pretensión de que se aplique al caso individual una
legislación que, si bien rige formalmente en una jurisdicción diversa de la
que se sitúan físicamente quienes deberían llevarla a cabo en el caso,
también integra la región a la cual se refiere el ámbito de protección de la
norma supranacional y ha reglamentado con mucha mayor felicidad y
eficiencia los límites que protegen al ciudadano…”32.
En cuanto nos ocupa, no solamente se trata de aplicar al caso
las normas ya sancionadas y aplicadas en dos de las provincias que
conforman el Estado, sino que, además, como si ello no fuera suficiente,
28
CNCCC, Verde Alba, CCC 25872/2015/TO1/CNC1, reg. n° 399/2017, del 22/5/2017;
CNCCC, Introzzi, CCC 20711/2017/TO1/CNC1, reg. n° 1591/2018, del 7/12/2018; CNCCC,
Cuevas Contreras, CCC 19151/2015/TO1/CNC1, reg. ST n° 1150/2015, del 21/12/2015, y;
CNCCC, Almada y Roveda Pirozzi, CCC 30665/2016/TO1/CNC1, reg. n° 1204/2017, del
22/10/2017.
29
Cfr. “Verde Alba”, ya citado.
30
Ya había adoptado este criterio como integrante del Tribunal Oral en lo Criminal y
Correccional nº 1, entre otras en “González”9, cuyos argumentos fueron reeditados en su condición
de juez de la CNCCC en “Navarro”, CCC 6508/2017/TO1/CNC1, reg. n° 1153/2018, del 18/9/2018.
31
Cfr. “Navarro”, ya citado.
32
RUSCONI, M.., Derecho Penal, Parte General, 3ed., Buenos Aires, Ad-Hoc, p.276.
[22]
ahora contamos con una nueva ley que vino a zanjar toda posible discusión
acerca de la operatividad de las normas del CPPF en relación con la
imposición de la prisión preventiva.
Aquello fue tomado en cuenta en la propia resolución de la
Comisión que ahora fuera sancionada como ley. Son esclarecedoras las
referencias que allí se formularon: “… desde el comienzo de esa
implementación se han verificado numerosos planteos judiciales en diversas
jurisdicciones del país, tendientes a la aplicación a los procesos en trámite
bajo la Ley N° 23.984 de diversos institutos previstos en el Código Procesal
Penal Federal, que permiten un mayor resguardo de las garantías
constitucionales que protegen los derechos de los justiciables en el marco
del proceso penal…” y que, para atender aquellos justos reclamos, resultaba
pertinente que la Comisión “… inicie un proceso de implementación
normativa, a fin de evitar que se configuren estas situaciones de desigualdad
durante el proceso de progresividad territorial…”.
Si se quiere, aún más expresamente: “… ante la necesidad
de brindar criterios concretos y uniformes para todos los tribunales del
Poder Judicial de la Nación que eviten situaciones de desigualdad ante la
ley, y pautas claras y previsibles para los ciudadanos y justiciables, resulta
imperativo disponer la implementación para todo el territorio nacional de
los artículos 210, 221 y 22 del Código Procesal Penal Federal…”.
[23]
que neutralicen aquellos peligros -cfr. art 210 CPPF-" no puede jamás
resultar suficiente para denegar la presente, máxime siendo todas las partes
intervinientes en este expediente conscientes de la gravedad institucional
que importa pretender mantener la prisión preventiva de un ciudadano
por ya prácticamente 4 años, sin que exista ninguna sentencia
condenatoria en su contra.
[24]
acceso a la salud, tanto en el ámbito federal como provincial, de
conformidad con lo dispuesto en el Pacto y las Reglas Mínimas de las
Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas de Mandela).
El Estado parte también debe considerar una aplicación más amplia de las
penas sustitutivas de la prisión, como la vigilancia por medios
electrónicos, la libertad condicional y los servicios a la comunidad…”33.
También la CIDH recuerda que el uso racional de las
medidas cautelares no privativas de la libertad, de acuerdo con criterios
de legalidad, necesidad y proporcionalidad, no riñe con los derechos de
las víctimas, ni constituye una forma de impunidad.
Afirmar lo contrario, como se ha leído en más de una
oportunidad a lo largo de este expediente, supone un desconocimiento de la
naturaleza y propósitos de la detención preventiva en una sociedad
democrática.
Por ello, se recomienda al Estado de Argentina reorientar sus
políticas públicas, incorporando el uso excepcional de la prisión
preventiva como un eje de las políticas criminales y de seguridad
ciudadana y evitar respuestas de endurecimiento de los sistemas penales que
repercutan en la restricción de la libertad durante el proceso penal ante
demandas de seguridad ciudadana.
[25]
evitar la desintegración y estigmatización comunitaria, disminuir las tasas de
reincidencia, y hacer más eficiente la utilización de recursos públicos.
[26]
Como conocen VVEE, los tres poderes del Estado han
tomado múltiples medidas a los efectos de evitar la concentración de
ciudadanos en todas las dependencias nacional, provinciales y/o municipales,
así como también ha sido ordenado un cese en todas las actividades
educativas, de cualquier grado, se han cerrado centros culturales, cines y
prohibido la asistencia a espectáculos deportivos.
Dichas circunstancias, han sido expresadas en el día de ayer
en los anuncios realizados por el Poder Ejecutivo Nacional, solicitando a la
población en general la mínima circulación de personas así como la
suspensión de actividades que conllevan la reunión de varias personas en un
mismo espacio (actividades culturales, deportivas, sociales en general). Todo
ello forma parte de las recomendaciones elaboradas por la propia
Organización Mundial de la Salud36 la cual ha llegado a calificar a este brote
viral como una pandemia.
En el ámbito del Poder Judicial, en el día de ayer, la CSJN
ha llegado incluso a ordenar una Feria Judicial Extraordinaria 37, en principio,
hasta el 31 de marzo del corriente, así como también se han suspendido
debates, licenciado personal y constituido guardias mínimas, una vez más,
para disminuir el riesgo de contagio.
Por otro lado, en la órbita del Servicio Penitenciario Federal,
se está elaborado un registro de todos los reclusos que podrían ser parte de
las poblaciones de riesgo38, se han limitado los traslados de reclusos, se
restringe el ingreso incluso de personal del Poder Judicial, se han reducido al
36
https://www.paho.org/es/documentos/prepare-su-lugar-trabajo-para-covid-19
37
Acordada 4/2020
38
https://www.infobae.com/sociedad/2020/03/15/haran-un-listado-de-los-presos-en-situacion-de-
riesgo-por-el-coronavirus-para-evaluar-si-deben-salir-de-prision/
[27]
mínimo las visitas y se ordenó la compra de material sanitario que, dentro de
las cárceles, brilla por su ausencia39.
Como ya fue referido ut supra la superpoblación carcelaria
llega hoy en día al 120% 40, el hacinamiento es una realidad innegable por
cualquier operador judicial: existen en el sistema federal 24.000 plazas y
45.700 internos: uno de ellos es mi cliente, quien ha tenido múltiples
internaciones extra-muros, así como en el HPC.
El propio Complejo Penitenciario de Ezeiza, dónde se está
detenido Lázaro Báez se encuentra actualmente analizando episodios de
contagio, en un gravísimo panorama que ha sido suficientemente
expuesto por la propia Cámara Federal de Casación Penal 41 y donde es
posible que se tomen determinaciones concretas respecto de posibilidad de
ingreso al Penal y la realización de encuentros periódicos con los internos,
circunstancia que en éste caso, generaría otra grave afectación al derecho
constitucional de defensa y al principio de igualdad de armas.
Corresponde recordar a VS, que Lázaro Báez, como consta
en su legajo de salud, padece múltiples patologías, que hacen a su
particular vulnerabilidad respecto de esta grave pandemia.
La propia Procuración General de la Suprema Corte de
Justicia de la Provincia de Buenos Aires mediante Resolución PGNº158/20
ha recomendado a los Defensores y Fiscales a: "...Instruir a los defensores
oficiales que procedan a la inmediata evaluación de la pertinencia, de
acuerdo a las particularidades fácticas y normativas de cada supuesto, del
39
https://www.lacapitalmdp.com/el-servicio-penitenciario-toma-medidas-en-las-carceles-por-el-
coronavirus/
40
https://www.clarin.com/sociedad/podria-pasar-coronavirus-llega-hacinadas-carceles-
bonaerenses_0_fpIS1v8h.html
41
Acordada 3/20, CFCP, https://www.cij.gov.ar/nota-36943-Informe-de-la-C-mara-Federal-de-
Casaci-n-Penal-.html
[28]
requerimiento de medidas de prisión con detención domiciliaria, así como
de morigeración de la prisión preventiva o sus alternativas respecto de sus
defendidos privados de la libertad que, de acuerdo a los criterios
epidemiológicos vigentes y las razones de salud pública involucradas,
requieran una protección individualizada por considerarse población en
mayor riesgo ante el COVID-19...
... Instruir a los agentes fiscales que, en oportunidad de
expedirse sobre requerimientos de medidas de prisión con detención
domiciliaria, así como de morigeración de la prisión preventiva o sus
alternativas respecto de las personas privadas de la libertad, evalúen
prioritariamente, de conformidad a los criterios epidemiológicos vigentes y
las razones de salud pública involucradas, los casos de quienes requieren
una protección individualizada por considerarse población en mayor riesgo
ante el COVID-19, de acuerdo a las particularidades fácticas y normativas
de cada supuesto."
En este sentido, Lázaro Báez es un adulto mayor de 64
años de edad, que padece hipertensión arterial, arritmia cardíaca y
diabetes tipo 2 todas ellas patologías especialmente riesgosas, ante un
posible contagio de COVID-1942, al tiempo que se encuentra recluido en un
módulo con muchos internos de nacionalidad extranjera, los que poseen
familias que los visitan, entre otros riesgos concretos que se encuentra
atravesando – mientras debe preparar su defensa en una causa de
complejidad y magnitud como la que nos ocupa, junto con muchas otras en
simultáneo, agregando la instancia de alegatos en Nº3017/2013 y el trámite
simultáneo en Nº5048/2016 ante el TOF Nº2 -.
42
https://www.bbc.com/mundo/noticias-51860309
[29]
En este sentido, la edad de mi cliente, las patologías
comprobadas en el expediente de marras, la situación de encierro en un
establecimiento carcelario objetivamente hacinado y superpoblado lo hacen
especialmente vulnerable a un contagio y gravísimas complicaciones que
ponen en serio riesgo su integridad física y su vida.
[30]
las posibilidades de desarrollo de la personalidad del individuo, por impedir
su desplazamiento locomotivo, y con ello las exigencias de la vida
comunitaria actual, sino, también, las posibilidades del ejercicio de la
defensa eficaz dentro del proceso, al restringirse sensiblemente el ejercicio
del DERECHO MATERIAL DE DEFENSA que le compete al imputado.
Citando a Ferrajoli: “…el imputado debe comparecer libre
ante los jueces, no sólo porque así se asegura la dignidad del ciudadano
presunto inocente, sino también –es decir, sobre todo– por necesidades
procesales: para que quede situado en pie de igualdad con la acusación;
para que después del interrogatorio y antes del juicio pueda organizar
eficazmente sus defensas; para que el acusador no pueda hacer trampas,
construyendo acusaciones y manipulando las pruebas a sus espaldas...”43.
Aquello también pone de relieve otra faceta de la dimensión
práctica, en relación con el ejercicio del derecho de defensa: el imputado que
llega a juicio habiendo cumplido prisión preventiva, reduce sus posibilidades
de obtener una sentencia absolutoria, en tanto el Estado, a través de una
sanción materialmente idéntica a la pena, ya lo ha obligado a su
cumplimiento. Ello determina, las más de las veces, una débil aplicación de
los principios que la Constitución establece –vbg.: del in dubio pro reo–, que
encuentran un contrapeso práctico –no jurídico–, fundado en la
incontrastable realidad de que el imputado ha estado en prisión antes de la
sentencia. También muchas veces, es esa realidad y no la prueba producida
en el debate la que determina una condena. En definitiva, es innegable que
resulta más complejo para los tribunales de juicio determinar una absolución,
si tienen en cuenta que el imputado ha cumplido una prisión preventiva que
43
FERRAJOLI, Luigi, "Derecho y Razón". Ed. Trotta, Madrid, 1995, p. 559
[31]
compromete toda la actuación de los órganos jurisdiccionales que se han
encontrado a cargo de la instrucción.
Si el fin primordial de la detención preventiva es la
averiguación de la verdad histórica, fuerza es reconocer que la prisión
preventiva, al debilitar en los sentidos expuestos el ejercicio de la defensa
del imputado, condiciona ese fin primordial, mejorando las posibilidades
del Estado en la contienda, es decir, contra reo. Sobre aquello explica
Ferrajoli: “... representa, sin duda, la medida de defensa social más eficaz:
primero se lo castiga y después se procesa o, mejor, se castiga
procesando...”.44
Dicho criterio ha sido sostenido por diversos
antecedentes jurisprudenciales, entre los que encontramos por ejemplo, al
titular del Juzgado Federal N°9, quien oportunamente sostuvo en el marco de
la causa N°5218/2016 frente a un pedido de detención preventiva de diversos
imputados que “…Ello, sin mencionar que la complejidad de las maniobras
que resultan objeto de investigación, impedirían un adecuado ejercicio del
derecho de defensa, en caso de ordenarse las detenciones pretendidas por el
titular de la vindicta pública…”.
Finalmente, el propio magistrado que estuviera
a cargo del Juzgado Federal N°11, en el marco de la causa N°
N°5475/2015/4, con fecha 24 de junio de 2015, al disponer la prisión
domiciliaria de un imputado – quien se encontrara prófugo previamente -,
entendió que “...No obstante ello, es dable inferir también que coadyuvará
al ejercicio de sus garantías de defensa el poder disponer de un acceso más
inmediato a documentación, comunicaciones y otros menesteres propios
sobre quien pesa una investigación de la envergadura reseñada…”, en este
44
FERRAJOLI, Luigi, "Derecho y Razón". Ed. Trotta, Madrid, 1995, p. 775 y ss
[32]
sentido, es posible sostener que quienes se encuentran actualmente privados
de su libertad, se encuentran en una situación más gravosa a la hora de
ejercer eficazmente su derecho de defensa, algo que se debe tener presente
a la hora tomar medidas cautelares que afecten concretamente este derecho y
que pudiera ser asegurado mediante la libertad o incluso, la aplicación de
medidas menos gravosas.
[33]
II.g - La posibilidad e incorporar a Lázaro Báez al
"Programa de Personas bajo Vigilancia Electrónica"
[34]
Social, actualmente dependiente de la Subsecretaría de Relaciones con el
Poder Judicial y Asuntos Penitenciarios de la Secretaría de Justicia del
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, conforme las prescripciones de
los artículos 10 del Código Penal y 32 y 33 de la Ley N° 24.660 de
Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad, además de los ya referidos
artículos del Código Procesal Penal Federal.
[35]
presente causa ha sido elevada a la instancia plenaria, por lo que la fase
principalmente investigativa ya ha culminado. Así lo han entendido tanto el
fiscal de la instrucción, con fecha 15 de julio de 2019 (cfr. fs. 8068), como el
juez instructor (cfr. fs. 8373). La circunstancia apuntada permite aseverar
que, más allá de las posibilidades de producir prueba adicional conforme lo
facultado por el artículo 357 del código procesal, el cúmulo convictivo y de
cargo principal ya ha sido reunido y meritado en el requerimiento fiscal de
elevación a juicio (cfr. art. 347 C.P.P.N.); por lo que la posible capacidad de
influencia por parte de De Vido para obstaculizar la adquisición de más
probanzas se halla seriamente desdibujada.
Máxime cuando el representante del Ministerio Público
Fiscal considera que las circunstancias del caso son insuficientes para
denegar la soltura anticipada. En este orden de ideas viene al caso recordar
lo sostenido por la C.S.J.N. en el fallo “ACOSTA, Jorge Eduardo”, en
cuanto a que “…no debe entenderse que la situación de hecho que dio lugar
a la decisión que impuso la prisión preventiva no pueda volver a valorarse
en cuanto a la decisión de su permanencia una vez transcurrido el plazo
ordinario, puesto que esto implicaría la presunción juris et de jure de que
éstas no varían conforme a diferentes circunstancias sobrevinientes de orden
personal, temporal y procesal.” Y agregaba la Corte: “Que toda decisión
judicial debe estar fundada en las condiciones y circunstancias de hecho
coetáneas a ella y no en las que existieron en el momento de la decisión
primigenia…” (Fallos: 335:533, rta. el 8-5-2012, considerandos 25 y 26,
con el énfasis aquí agregado). III. Que, tal como ya lo he remarcado, tiene
dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación que: “…esta Corte ha
señalado que "las restricciones de los derechos individuales impuestas
durante el proceso y antes de la sentencia definitiva, son de interpretación y
[36]
aplicación restrictiva, cuidando de no desnaturalizar la garantía del art. 18
de la Constitución Nacional según la cual todas las personas gozan de
estado de inocencia hasta tanto una sentencia final y dictada con autoridad
de cosa juzgada no lo destruya declarando su responsabilidad penal" (del
voto del Dr. Bossert in re “ESTÉVEZ, José Luis”, rto. el 3-10-1997,
considerando 9, con el resaltado aquí agregado).
IV. Que, teniendo en cuenta el estado procesal en que se
encuentra la presente causa, ha de destacarse que no existen indicios
suficientes para presumir que la única forma de evitar que DE VIDO pueda
entorpecer el curso de la pesquisa o la realización del juicio a su respecto
sea su encierro preventivo, pudiendo, a entender del suscripto debe hacerse
lugar a su excarcelación, bajo caución juratoria y con la promesa de
someterse al procedimiento y de no obstaculizar la investigación;
debiéndose labrar el acta compromisoria correspondiente en la Secretaría
del Tribunal (artículos 280, 316, 317 -estos dos a contrario sensu y 319 del
Código Procesal Penal y arts. 210 –inc. “k”-, 221 y 222 del Código
Procesal Penal Federal, todos ellos a contrario sensu y art. 210 –inc. a - del
Código Procesal Penal Federal). En consecuencia, debe ordenarse que la
libertad de Julio Miguel DE VIDO se haga efectiva desde el día de la fecha.
Que, asimismo, como lo sostuvo el Sr. Fiscal, coincido en que corresponderá
disponer su comparecencia, en forma mensual, en los términos del art. 210
–inc. “c” - del Código Procesal Penal Federal."
[37]
9608/2018/TO1/62/CFC30 entendió que "(...) En razón de ello, y de
conformidad a lo dictaminado por la Fiscal General, el tribunal de la
instancia previa entendió que correspondía no hacer lugar al pedio de
excarcelación, bajo ningún tipo de caución, de Julio De Vido por existir
sospecha razonable de que, en caso de recuperar su libertad, el imputado
podrá evadir la acción de la justicia u obstaculizar la investigación. Para
decidir de la forma expuesta, refirió -de manera genérica- que ninguna de
las medidas de coerción fijadas en el art. 210, incisos “a” a “j”, resultan
suficientes para garantizar la sujeción efectiva del imputado al proceso.
Se expidió específicamente respecto de aquélla prevista en
el último inciso (literal “k”), “(p)ues siendo ésta la de mayor restricción a
la libertad ambulatoria, dicha medida se encuentra supeditada a las
condiciones del art. 10 del Código Penal y 32 de la ley 24.660, cuyos
recaudos no han sido invocados ni tampoco el Tribunal advierte que se
encuentren verificados a primera vista […]” (cfr. fs. 130). II. Liminarmente,
es menester rememorar que, como hubimos de señalar en anteriores
pronunciamientos, el remedio interpuesto es formalmente admisible, a pesar
de no tratarse de un recurso contra una de las decisiones enumeradas en el
art. 457 del C.P.P.N., en virtud de la arbitrariedad invocada por la parte
recurrente, que tiene efectos que no podrían ser reparados en la sentencia
final. Ello implica que, prima facie, se encuentra involucrada una cuestión
de naturaleza federal, lo que impone su tratamiento en los términos de la
doctrina sentada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación in re “Di
Nunzio, Beatriz Herminia” (Fallos: 328:1108), que ha erigido a esta
Cámara como tribunal intermedio y la ha declarado “(f)acultada para
conocer previamente en todas las cuestiones de naturaleza federal que
intenten someterse a su revisión final, con prescindencia de obstáculos
[38]
formales” (ver también de esta Sala I causa nº CFP 9608/2018/258/CFC22
“Thomas, Oscar Alfredo s/recurso de casación”, del 16/05/2019, reg.
793/19 y, en lo pertinente y aplicable, causa nº FMP 11866/2018/4/1/CFC2
“Cruz, Jorge Enrique s/recurso de casación”, del 14/11/2019, reg. 2013/19).
(...) Debemos recordar que en el decisorio de la Cámara
Federal de Apelaciones de fecha 15 de abril de 2019 (incidente CFP
9608/2018/251), que fue invocado por la parte recurrente durante la
audiencia de informes llevada a cabo el pasado 5 de noviembre -incidente
9608/2018/174-, dio respuesta oportuna al planteo que la defensa reedita en
esta ocasión. En la aludida resolución explicó que “(E)n primer lugar la
observación yerra al sostener que el pronunciamiento legislativo hubiese
alcanzado a otros procesos distintos de éste. Recuérdese que la Cámara
parlamentaria resolvió el desafuero tras evaluar la situación judicial de su
integrante en dos expedientes. Uno de ellos, es cierto, independiente del que
ahora nos ocupa tiene su trámite ante el Juzgado N° 9 del fuero -causa nro.
5218/16-. Pero el otro, número 10.456/14 del tribunal del a quo, lejos está
de ser extraño a este proceso. Por el contrario, este se instituyó en la causa
génesis de esta investigación.
La decisión de la Cámara de Diputados no ha sido, como se
invoca, en otro expediente sino justamente en este mismo y cuya vinculación
jurídica -más allá de los números empleados para su identificación interna-,
ha sido declamada desde un inicio (ver, entre otros, CFP 9608/18/22, rta. el
15/8/18, CFP 9608/18/28, rta. el 11/9/18, entre otros)” (el resaltado nos
pertenece). Por lo expuesto, no es posible sostener que la decisión
legislativa de desaforar a Julio Miguel De Vido se haya adoptado en un
proceso diferente, ya que, tal como se expresó renglones más arriba, la
presente es un desprendimiento de la causa 10.456/14. En este sentido, no
[39]
debemos soslayar que, más allá de los reparos que pudieran tener las partes
a ese respecto, el decreto de fecha 21 de agosto de 2018 del expediente
principal refleja que ambas causas tienen estrecha vinculación, en estos
términos: “Ahora bien, a partir de los elementos de prueba que fueron
incorporad[o]s en el marco de la presente causa se desprende la existencia
de un sistema de recaudación ilegal en el ámbito del Ministerio de
Planificación Federal Nacional entre los años 2013 y 2105, vinculados a las
cuestiones energéticas, obra pública civil y transporte.-
Esta circunstancia impone profundizar la investigación
respecto a estos sistemas, por lo que a los fines de no entorpecer el trámite
de la presente causa, en miras a una mejor y más pronta administración de
justicia, y razones de economía procesal se habrá de formar nuevas causas.-
Los expedientes tramitaran acumulados jurídicamente a la presente donde
se investiga a las personas que integraban la asociación ilícita que se
dedicaba a recibir el dinero ilegal; a la c. nº 3.710/14 en la que se
investigan los subsidios otorgados a las empresas de colectivos entre los
años 2013 y 2014; a la c. nº 10.456/14, en la que se investiga la compra de
gas licuado entre los años 2008 y 2015; a la c. nº 2.902/14 en la que se
investiga la compra de gasoil entre los años 2008 y 2015 (art. 42, inc. (s) 1,
2, 3 y 4 del C.P.P.N.).” y también en las resoluciones de la Sala I de la
Cámara Federal de Apelaciones en los incidentes 9608/2018/22 (del
6/08/18) y 9608/2018/28 (del 11/09/18), cuando se consignó expresamente
que “Resulta un elemento objetivo y dirimente a tener en consideración
para analizar el planteo que, conforme lo señala el a quo, la presente causa
se formó como un desprendimiento conexo de las actuaciones Nro.
10.456/14” y “La conexidad, por ende, se encontraba suficientemente
respaldada, y el curso posterior de la instrucción no revela lo contrario: no
[40]
solo se produjeron las detenciones de empresarios de la construcción […],
sino también de diversos funcionarios que […] también se encuentran
abarcados por la investigación que se desarrolla en la causa CFP
10456/2014”, respectivamente, lo cual fue replicado en el marco del
Incidente CFP 9608/2018/14/CFC1."
[41]
Bicameral de Monitoreo e Implementación del Código Procesal Penal
Federal (ley 27.150, art. 2º).
Luego, mediante el decreto Nº 118/2019 del 7 de febrero de
2019 se aprobó el texto ordenado del Código Procesal sancionado por la ley
27.063, con las incorporaciones dispuestas por la ley 27.272 y las
modificaciones introducidas por la ley 27.482, con la denominación
“Código Procesal Penal Federal”.
A continuación, la Comisión Bicameral de Monitoreo e
Implementación, en fecha 26 de marzo de 2019, estableció como fecha de
inicio para la puesta en funcionamiento en la jurisdicción de la Cámara
Federal de Apelaciones de Salta, el 10 de junio de 2019. A su vez, con el
dictado de la resolución Nº 2/2019 de fecha 13 de noviembre de 2019,
dispuso que se implementen las diversas normas del aludido digesto para
todos los tribunales con competencia en materia penal de todas las
jurisdicciones federales del territorio nacional.
Entre las normas señaladas en dicha resolución, se
encuentran las de los artículos 221 y 222, que regulan lo referido al
resguardo de la libertad del imputado en el marco del proceso penal,
puntualmente en relación con la zona de colisión entre el principio de
inocencia y la necesidad de conculcar el peligro de fuga o entorpecimiento.
Al respecto, se consideró que se trata de un ámbito en el
cual la implementación de determinadas normas del nuevo C.P.P.F. resulta
impostergable, ante la necesidad de brindar criterios concretos y uniformes
para todos los tribunales del Poder Judicial de la Nación que eviten
situaciones de desigualdad ante la ley, así como pautas claras y previsibles
para los ciudadanos y justiciables.
[42]
En tal sentido, se sostuvo que “(e)ste HONORABLE
CONGRESO DE LA NACIÓN, en oportunidad de la sanción del catálogo de
derechos y garantías con los que ha encabezado el sistema procesal fijado
por el Código Procesal Penal Federal -titulado "Principios y garantías
procesales"-, fijó pautas concretas para regular las restricciones a la
libertad durante el proceso en sus artículos 17 y 16, permitiendo tal
restricción en caso de que exista peligro de fuga o de entorpecimiento.
A su vez, y a fin de regular de forma precisa y concreta
frente a qué circunstancias fácticas verificadas en el proceso se podría
presumir ese riesgo, efectuó luego una descripción precisa y circunstanciada
de estos supuestos en los artículos 221 y 222 de ese Código Procesal Penal
Federal. Adicionalmente se fijó en el artículo 210 un minucioso y detallado
catálogo de medidas de coerción personal a las que se puede recurrir para
el aseguramiento del proceso ante los supuestos descriptos en los artículos
221 y 222 citados, estableciendo normativamente un grado de progresividad
y jerarquía de estas medidas que el juzgador debe contemplar en todos los
casos.
Que la inmediata vigencia de las normas que fijan en qué
supuestos concretos la ley autoriza a presumir el peligro de fuga y/o de
entorpecimiento -artículos 221 y 222- y de aquella que fija el catálogo de
medidas de coerción a las que puede recurrirse frente a tales supuestos y el
grado de progresividad y jerarquía existente entre ellas -artículo 210-,
evitará situaciones de desigualdad entre los justiciables en las jurisdicciones
en las que se aplica el Código Procesal Penal Federal y aquellas en las que
aún no se haya implementado integralmente.
Que la aplicación de estas pautas a los procesos en trámite
bajo la ley 23.984 no encuentra impedimento, pues no afecta en modo
[43]
alguno el sistema y orden de los pasos procesales fijados por esa ley para
arribar al dictado de una decisión definitiva, ni altera los roles funcionales
que esa ley le asigna a cada uno de los órganos en el proceso”.
Concretamente, el mencionado artículo 221 del C.P.P.F.
establece: “(P)ara decidir acerca del peligro de fuga se deberán tener en
cuenta, entre otras, las siguientes pautas: a. Arraigo, determinado por el
domicilio, residencia habitual, asiento de la familia y de sus negocios o
trabajo, y las facilidades para abandonar el país o permanecer oculto; b.
Las circunstancias y naturaleza del hecho, la pena que se espera como
resultado del procedimiento, la imposibilidad de condenación condicional,
la constatación de detenciones previas, y la posibilidad de declaración de
reincidencia por delitos dolosos; c. El comportamiento del imputado
durante el procedimiento en cuestión, otro anterior o que se encuentre en
trámite; en particular, si incurrió en rebeldía o si ocultó o proporcionó falsa
información sobre su identidad o domicilio, en la medida en que cualquiera
de estas circunstancias permitan presumir que no se someterá a la
persecución penal.”
Por su parte, el artículo 222 del mismo digesto prescribe:
“(P)ara decidir acerca del peligro de entorpecimiento para la averiguación
de la verdad, se deberá tener en cuenta la existencia de indicios que
justifiquen la grave sospecha de que el imputado: a. Destruirá, modificará,
ocultará, suprimirá o falsificará elementos de prueba; b. Intentará asegurar
el provecho del delito o la continuidad de su ejecución; c. Hostigará o
amenazará a la víctima o a testigos; d. Influirá para que testigos o peritos
informen falsamente o se comporten de manera desleal o reticente; e.
Inducirá o determinará a otros a realizar tales comportamientos, aunque no
los realizaren.” V.
[44]
Ahora bien, en el caso concreto, corresponde recordar que
los hechos por los cuales Julio Miguel De Vido fue requerido a juicio fueron
subsumidos en las figuras de asociación ilícita, en calidad de organizador,
cohecho pasivo -siete (7) hechos-, en calidad de coautor y admisión de
dádivas -un (1) hecho-, todos ellos en concurso real (arts. 210, segundo
párrafo, 256, 45 y 55 del C.P.).
A fin de evaluar su situación vale la pena recordar que el
“principio de principios” en materia de encarcelamiento preventivo, es sin
duda, el principio de inocencia. Según la formulación tradicional, se
impone una exigencia normativa que requiere que toda persona sea
considerada inocente hasta tanto no se obtenga el pronunciamiento de una
sentencia condenatoria firme que destruya el estado jurídico de inocencia
que el ordenamiento legal reconoce a todos los habitantes de esta
República.
De tal suerte, la prisión preventiva no puede tener fines
que no sean procesales, ni carácter punitivo a la par que no debe
establecerse como una regla general en el proceso -principio de
excepcionalidad- (arts. 16, 17 y 209 del C.P.P.F., 18 de la Constitución
Nacional, 7.2 y 3 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
9.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 9 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y regla 6.1 de las Reglas
Mínimas de las Naciones Unidas -Reglas de Tokio-).
Estas pautas son las que deben prevalecer durante la
sustanciación de un proceso en función de garantizar la plena eficacia del
principio de inocencia (ver en tal sentido caso “Suárez Rosero” de la
C.I.D.H., párr. 77). En esa línea, cabe traer a colación que “las autoridades
nacionales deben ofrecer los fundamentos suficientes que permitan conocer
[45]
los motivos por los cuales se mantiene la restricción de la libertad, la cual,
para que sea compatible con el artículo 7.3 de la Convención Americana,
debe estar fundada en la necesidad de asegurar que el detenido no impedirá
el desarrollo eficiente de las investigaciones ni eludirá la acción de la
justicia” (C.I.D.H., Caso Bayarri vs. Argentina, parr. 74).
De otra parte, cabe agregar que por el principio de mínima
intervención no basta acreditar que una determinada medida cautelar
resulta idónea para asegurar la realización de la ley sustantiva, sino que
ella tampoco es sustituible por otro modo de intervención estatal menos
intenso. Este principio es el que consagra la norma contenida en el art. 210
del novel código procesal penal como parte de un cambio de paradigma en
el sistema de enjuiciamiento, y es por ello que debe en esta instancia
examinarse si el Tribunal de mérito ha efectuado un adecuado análisis de
los riesgos procesales a la luz de la nueva normativa procesal aludida y de
las circunstancias fácticas verificadas al momento de su dictado.
[46]
Respecto de la concreta verificación y descarte de
medidas menos gravosas a los fines de neutralizar peligros procesales y
continuando con el fallo previamente citado de la CFCP:
(...)De otra parte, en cuanto al examen jurídico de la
cuestión sometida a estudio, se advierte que la resolución no cuenta con un
análisis adecuado de las razones por las que se decidieron por la medida
cautelar más severa que es la última ratio (art. 210 inciso “K” C.P.P.F.) ni
por qué resultaban insuficientes para asegurar los fines del proceso las
menos intensas detalladas en los incisos anteriores.
Entendemos que la norma citada exige analizar si se
verifican indicios claros, objetivos y ciertos que funden las presunciones de
fuga y entorpecimiento probatorio y que tales riesgos no puedan ser
neutralizados con una contracautela menos intensa que la prisión
preventiva, por lo que no alcanza con una mera afirmación genérica y/o
dogmática que refiera que ninguna de las restantes medidas menos gravosas
contempladas por el 210 C.P.P.F. puede mitigar los riesgos procesales
existentes, sino que debe, fundadamente y con apoyo en las constancias del
caso, explicarse dicho razonamiento, en función del deber de motivación
que ordena el art. 123 C.P.P.N. y el sentido de la prisión preventiva como
ultima ratio.
La inobservancia de aquella regla descalifica a la
resolución como acto jurisdiccional válido conforme la doctrina de
arbitrariedad de sentencias elaborada por la C.S.J.N. (Fallos: 308:1041 y
341:242, entre muchos otros). Por otra parte, no debe soslayarse que toda
decisión que imponga una medida restrictiva de la libertad debe basarse en
los principios de idoneidad, razonabilidad, proporcionalidad y
necesariedad.
[47]
VI. Por último, corresponde hacer una mención sobre la
interpretación efectuada por el Tribunal en función de la improcedencia del
arresto domiciliario en cuanto afirmó que “(n)inguna de las medidas de
coerción fijadas en el art. 210, incisos “a” a “j”, resultan suficientes para
garantizar la sujeción efectiva del imputado al proceso, incluso aquella
prevista en el último inciso, pues siendo ésta la de mayor restricción a la
libertad ambulatoria, dicha medida se encuentra supeditada a las
condiciones del art. 10 del Código Penal y 32 de la ley 24.660, cuyos
recaudos no han sido invocados ni tampoco el Tribunal advierte que se
encuentren verificados a primera vista […]”.
Sobre el punto, entendemos que la sujeción de la medida
prevista en el inc. “j” del art. 210 del C.P.P.F. a los presupuestos fácticos del
art. 10, C.P. y 32 de la Ley 24.660 que efectúa el Tribunal no contempla la
diferente naturaleza de ambas previsiones ni la télesis del catálogo de
medidas de coerción menos intensas que prevé la nueva normativa, que,
como ya hubimos de referir más arriba, responde a un cambio de paradigma
en materia de apreciación de la libertad como regla durante la
sustanciación del proceso.
En consecuencia, la correcta inteligencia de la norma en
trato es asignarle el sentido eminentemente procesal que posee, por lo que,
no obstante no se verifiquen los supuestos previstos en los arts. 10 del C.P.
ni 32 de la Ley 24.660, si luego de ponderarse íntegramente los riesgos
procesales es posible sostener que el arresto domiciliario resulta suficiente
para que aquéllos puedan ser neutralizados, la adopción de esa medida
debe ser tomada en consideración.
En definitiva, habremos de concluir que el Tribunal efectuó
una errónea interpretación de la ley sustantiva en este punto, circunstancia
[48]
que deberá ser tomada en cuenta a la hora de reexaminar la cuestión
conforme se ordenará.
Finalmente, visto el sentido en que expediremos nuestro
voto y atendiendo a la doctrina de la C.S.J.N. por la que los jueces no están
obligados a tratar todas las cuestiones planteadas por las partes, sino sólo
aquéllas que resulten pertinentes y conducentes para la solución del caso
(Fallos: 295:970, 300:522, 306:2174, 310:2012, 310:1835, 326:2135,
327:525, 327:3157, 329:1951 y 329:3373 entre muchos otros), es que no se
abordarán las restantes planteos introducidos por la parte.
Dicho lo anterior, a fin de no privar de instancia al
recurrente, habremos de proponer al acuerdo: HACER LUGAR al recurso
de casación interpuesto por la defensa de Julio Miguel De Vido, ANULAR la
decisión recurrida (art. 471 del C.P.P.N.) y devolver las actuaciones al
tribunal de origen para que dicte un nuevo pronunciamiento de conformidad
con los lineamientos aquí sentados, con la premura que el caso amerita. Sin
costas en la instancia (arts. 530 y 531 del C.P.P.N.)."
Finalmente, ha sido este mismo Tribunal el que con fecha
11/12/2018 y sin las circunstancias excepcionales que aquí se han expuesto -
esto es, inexistencia de riesgos verificados, plazos límites incumplidos de
manera manifiesta y una pandemia que pone en riesgo tanto a imputado
como a defensora en el marco de un cercenamiento del ejercicio eficaz del
derecho de defensa - ha expuesto en el marco de la causa NºCFP
1302/2012/TO1/21: "...Que, encontrándonos en el momento de resolver en
relación a la solicitud excarcelatoria de Amado Boudou, habremos de
adelantar que, acompañamos al Sr. Fiscal General y consideramos,
corresponde excarcelar al nombrado. En nuestro Estado de Derecho rige el
principio de permanencia en libertad durante la sustanciación de todo
[49]
proceso penal (art. 14, 18 y 75 inc. 22 CN), incluyendo, claro está, las
etapas recursivas. Por lo tanto, el encarcelamiento sin condena firme solo
puede aplicarse excepcionalmente, y cuando se considere que existe en el
caso concreto peligro de fuga o entorpecimiento de la investigación.
Asimismo, en el plano constitucional resulta obligada la
referencia a las disposiciones de los tratados de derechos humanos, de la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(CorteIDH) y de los informes de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (ComisiónIDH).
Hoy ya no es nuevo mencionar que por imperativo
constitucional (art. 75 inc. 22 CN), y conforme lo señalado por nuestra
Corte Federal desde el caso Giroldi, la jerarquía constitucional de los
instrumentos internacionales protectores de derechos humanos ha sido
establecida por voluntad expresa del Constituyente “en las condiciones de
su vigencia”, esto es, tal como dicha convención rige en el ámbito
internacional y considerando su efectiva aplicación jurisprudencial por los
tribunales internacionales competentes para su interpretación y aplicación
(CSJN casos “Bramajo”, “Simón”, y “Mazzeo”).
La prisión preventiva debe tener un carácter cautelar, no
punitivo (CorteIDH Suarez Rosero), y al ser de las medidas más severas que
se le puede aplicar a una persona acusada de un delito, se encuentra
limitada por los principios de legalidad, presunción de inocencia, necesidad
y proporcionalidad, todos ellos indispensables en una sociedad democrática.
Excepcionalmente la privación de libertad puede tolerarse
si se cumple con una serie de exigencias que han sido enumeradas en la
jurisprudencia internacional: 1) Merito Sustantivo, es decir, tener probado
con un grado de probabilidad que el hecho existió, que ese hecho es delito y
[50]
que el imputado participó en su comisión; 2) Fines legítimos, son los
tendientes asegurar que el imputado no impedirá el desarrollo del
procedimiento ni eludirá la acción de la justicia; 3) necesariedad, en el
sentido de indispensable, no existiendo una medida menos gravosa; 4)
proporcionalidad, es decir, que su dictado se adecue a los riesgos que
pretenden evitarse, no pudiendo ser más gravosa que la propia pena, en
cuanto a tiempo y condiciones de detención. Además, cualquier restricción a
la libertad que no contenga una motivación suficiente que permita evaluar si
se ajusta a las condiciones señaladas será arbitraria y violatoria de la
Convención (CIDH López Álvarez vs. Honduras, Chaparro Álvarez y Lapo
Iñiguez vs Ecuador, e informe CIDH Peirano Basso vs Uruguay).
Coincidentemente nuestra CSJN en “Loyo Fraire”,
mediante mayoría que adhirió al dictamen del Procurador General de la
Nación, sostuvo que la justificación de la prisión preventiva no puede
asentarse en la gravedad del delito imputado, porque eso sería violatorio de
la CADH y la interpretación que de ella se hizo (criterio expuesto en
Bayarri de la CorteIDH), y adhirió a las exigencias enumeradas
anteriormente...
... Por último, a la luz de nuestra realidad carcelaria, evitar
el uso abusivo de la prisión preventiva debe ser un principio rector de la
magistratura. En relación a ello, el Comité de Derechos Humanos de
Naciones Unidas en su período 98° de sesiones, se refirió a nuestro país en
sus observaciones generales, llamando la atención sobre la gran cantidad
de presos preventivos e instando a adoptar medidas más efectivas para
reducirla.
Antes de continuar con el análisis en cuestión, es importante
aclarar que, en el caso de la Dra. Adriana Palliotti, el temperamento aquí
[51]
sostenido no resulta aislado, siendo coincidente con aquel que fuera
adoptado en diferentes juicios llevados a cabo en otras oportunidades,
ocasión en la que, los imputados que atravesaron el proceso en libertad,
pese al dictado de la sentencia de condena a su respecto, permanecieron en
idéntico estado durante el transcurso de la etapa recursiva (cfr. v. situación
de Raquel Ali Ahmed y de Norberto Girbone en causa nro. 1817 caratulada
“GIRBONE Héctor Salvador y otros”, de Susana Serafina Marchese, Juan
Carlos Lavia y Francisco Vicente de Luca en la causa nro. 1931 caratulada
“LAVIA, Juan Carlos y otros por el delito de infracción al artículo 146, etc.
del Código Penal.”, como así también, en el supuesto de Carmen
Clementina Saunier en la causa nro. 1964 y su acumulada nro. 2117
caratuladas “LÓPEZ, Enrique Andrés y otra s/ el delito de ocultamiento y
retención de un menor de diez años, supresión del estado civil de un menor
de diez años y falsedad ideológica” y “DIB Juan s/ inf. art 139 y 149 del
CP”, respectivamente, en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 5)...
... En definitiva, no habiendo peligro procesal de imposible
neutralización mediante otras medidas menos lesivas puesto que existen
medidas de sometimiento al proceso que nuestra normativa procesal
habilita; no existiendo circunstancias concretas para presumir el peligro de
fuga de Amado Boudou, y siendo que el Ministerio Público Fiscal se ha
expedido en sentido excarcelatorio, entendemos que sostener la prisión
preventiva no resulta ajustado a derecho. Por ello, siguiendo los
lineamientos convencionales y constitucionales vinculados con las medidas
de restricción de la libertad, corresponde, asegurar los fines del proceso por
medio de medidas menos lesivas, tal como las que serán detalladas a
continuación..."
[52]
V - PLANTEA SUBSIDIARIAMENTE
[53]
Así lo han entendido decenas de magistrados a cargo de las
restantes investigaciones en curso, y así lo entiende la ley que al caso debe
aplicarse.
Confía ésta defensa en que realmente ha llegado el momento
de restablecer la vigencia de los derechos y garantías que tan denostados han
sido durante estos últimos años, recobrando la centralidad un criterio
razonable y ecuánime que entienda las graves circunstancias que actualmente
atraviesa mi asistido y los riesgos a los que se encuentra sometido dentro del
circuito carcelario, a la vez que los riesgos que se ciernen concretamente
sobre quien ejerce su defensa, y las posibilidades concretas de desarrollar
esta tarea de manera eficaz conforme la Constitución.
Tiene dicho el art. 18 de la Constitución Nacional que "...
Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda
especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y
limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y
toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá
de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice."
[54]
VI - RESERVAS
VII - PETITORIO
[55]
2 - haga lugar a la excarcelación solicitada, bajo la
caución juratoria y en su defecto por la caución que
estime pertinente, prudente y/o necesaria, teniéndose en
cuenta todos los recaudos ofrecidos por esta defensa,
3 - se me tenga como garante personal de la sujeción
de Lázaro Antonio Báez al presente proceso y sus
conexos;
4 - se ordene la inmediata libertad de mi defendido;
5 - subsidiariamente, se haga lugar a la solicitud de
morigeración del encarcelamiento preventivo requerido -
en particular, teniendo en cuenta la pandemia
declarada a nivel nacional e internacional y el criterio
de población de riesgo que pesa sobre mi asistido -;
6 - se tengan presentes las reservas formuladas.
Proveer de conformidad,
SERÁ JUSTICIA.
[56]