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Caballero Sin Librillo

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CABALLERO SIN CABALLO

PERSONAJES
NARRADOR.
HOMBRE, con sombreo, botas y lazo.
MUJER 1, Rosa López.
VIEJO, con bastón y sombrero roto.
LOCA.
MUJER 2, Carmen María, delgada, viuda.

Librería del pueblo. Tres o cuatro mesas con sus respectivas sillas. Noche.
Desolación.
Sucedió en aquellas tierras
en noche de luna llena.
Una luna gigantesca atraviesa el escenario.
Tras el rastro de librillo
llegó con su mala estrella.
Entra el hombre, sigilosos, con sombrero, botas y lazo. Su silueta se dibuja al fondo
del escenario.
De la niebla de los páramos,
sin el consuelo de nadie,
a su pie no dio descanso
hasta los profundos valles.
El hombre realiza una especie de danza, como enlazando un fantasma.
Con el rostro maltratado
por las arenas del viento,
con todo el cuerpo marcado
por un oscuro lamento.

Solo la delgada sombra


a su paso acompañaba.
El ala de su sombrero
el rostro desdibujaba.
El hombre concluye la danza, recoge el lazo y se acomoda el sombrero.
En librería de la señora López
pidió un librillo de lecturas llenas
para aliviar la triste mente
y, de paso, su alma en pena.
Mientras la mujer limpia y ordena, el hombre entra a la librería y se quita el
sombrero. Rastros de barro en las botas.

HOMBRE:
Buenas noches tenga usted
y discúlpeme la hora,
pues usted sabe que a pie
en llegar uno demora.
MUJER 1:
No se preocupe por eso.
Abrimos toda la noche.
El día para el trabajo,
el resto para hacer de la lectura un derroche.

HOMBRE (sentándose):
Yo no vengo a derrochar,
vengo de capa caída.
Se me perdió mi librillo.
casi toda el alma mía.
MUJER 1:
Que dolor tenerlo todo
y después quedar sin nada.
¿El librillo era tal vez
todo lo que más amaba?

HOMBRE.
Mis negocios y familia
ciertos hombres acabaron.
Mi librillo se salvo
porque nunca lo encontraron.
La mujer trae libros y pergaminos a la mesa del hombre. Música. Entra el viejo con
bastón y sombrero, todo tembloroso.
VIEJO:
Mire, doña Rosa López,
que no he podido dormir,
vengo por un libro para el insomnio.
porque me voy a morir.

MUJER 1:
De morir no diga nada,
que le quedan muchos años.
Llévese usted este librillo
y repárese los daños.

VIEJO (recibiendo el libro):


Los daños que el cuerpo arrastra
No se pueden reparar.
Los daños que el alma afligen
No me dejan descansar.

Me dijo una calavera


en mitad del cementerio:
“Yo aquí muerta de la risa,
¿por qué usted todo serio?”.

¿Saben qué le respondí,


doña Rosa y caballero?
Que me daba mucho miedo
perder el cuero y los pelos.

MUJER 1:
El cuero sí le hace falta.
Los pelos un poco menos.
De paso así economiza
la visita al peluquero.

VIEJO:
De inmediato me despidió
porque me tengo que ir.
Si mañana no aparezco,
Es que ya yo me morí.
Sale golpeando el suelo con el bastón.
MUJER 1:
Viejo terco, don Antonio,
siempre con el mismo cuento.
HOMBRE:
La vida para los viejos
nada mas un lamento.
Descalza, como extraviada, como perseguida, toda despeinada, entra una mujer
loca a la librería de Rosa López. Baila sola, abrazándose. El colorido de sus cabellos y la
extravagancia de sus trapos corroboran su locura.
LOCA:
Me enamore como loca
de un libro en la estación.
Lo busco para de nuevo leerlo
porque supe su narración.

Es gordo, de terciopelo dorado


con letras puntiagudas.
Que bonitas son temas,
Glorias de héroes y todas aventuras.

MUJER 1:
Pues aquí no lo tenemos,
ni siquiera lo hemos visto.
¿Y cómo piensa leerlo
cuando ya lo tenga listo?

LOCA:
Cuando lo atrape en mis ojos,
lo voy a leer a versos.
Suplicara por su vida,
Solo le valdrán los rezos.
HOMBRES:
Ay, mujer que lectura tan dulce.
Ojala no sea un embuste.

MUJER 1:
Con las ganas de leer que esta tiene,
Ojalá se le asuste.

LOCA:
Cuando a versos lo atropelle
va a pensar que llego al cielo.
Avísenme por si acaso
de sus cuentos ven un verso.
Se acerca al hombre, como si lo confundiera con su enamorado, pero luego sale
bailando, perdida en el territorio de sus sueños.
HOMBRE:
De mujeres como esas
líbrame de aquí hasta enero,
porque a causa de sus versos
uno pierde hasta el sombrero.

MUJER 1:
Ayer vimos un libro
todo hermoso y una estrella
le coronaba la portada,
mira que cosa mas bella.
HOMBRE:
Dígame si era blanca
esa estrella de la portada.
¿era negro el ejemplar
o de un color diferente?

MUJER 1:
Tan negro como el carbón,
y su estrella relucía
ante todos los presentes
en la flor del mediodía.

HOMBRE:
Pues aquel es mi librillo.
¿Dónde dice que lo vieron?

MUJER 1(señalando):
Mas o menos por allí.
Eso dicen los que vieron.

HOMBRE:
¿Y que queda por allí
si es que se puede saber?
Me termino este poema
y por allí voy a ver.

MUJER 1 (melosa):
¿Qué que queda por allí?
El rio con su tormento
y el monte todo enredado.
No vaya en este momento.

Se ve agotado, buen hombre.


Duerme esta noche y descanse.
Seguro que con el día
Librillo dará para al alcance.

HOMBRE:
Dormir he haría mucho bien.
Me voy a leer unos versos
ya que estoy a solo un pelo
de encontrar las páginas del librillo.

MUJER 1:
Entre tanto yo le cuento
una de las penas mías.
Entre las risas y el humo,
nadie me ve las heridas.
Entra la Mujer 2 y golpea una mesa con su mano, interrumpiendo el embeleso de la
otra mujer.
MUJER 2:
Mi querida Rosa López,
vengo por un libro que despierte la mente
porque a Juanito le duele
desde hace horas el corazón y la mente.
MUJER 1:
De toda clase de libros, mujer,
aquí se alivian dolores,
desdichas y hasta disgustos,
sin sabores y rencores.

Siéntese, Carmen María,


siéntese hágame el favor,
ya le alcanzo ese remedio
para calmar el dolor.

HOMBRE(a Mujer 2):


Léase un verso conmigo,
hermosísima señora,
léase un verso con mi nombre
ya que estoy en mala hora.

Siéntese, Carmen María,


al frente o aquí a mi lado.
No voy a disimularlo:
sus hojas me han deslumbrado. (mirando asombrado el libro)

MUJER 1 (seria):
Le presento al caballero
que ha perdido libraco.

HOMBRE:
¿Hay en su portada una estrella?
MUJER 2:
Es de todas la mas bella.

HOMBRE:
¿Es todo negro la portada?

MUJER 2:
De negro es todo su traje.

HOMBRE:
Venga a mi mesa, señora,
Y lea con más razón,
para celebrar la dicha,
un verso de ese libro.

MUJER 2:
Lo haría de mil amores,
verso no se rechaza,
pero el dolor de mi hijo
me hace correr a la casa.

Soy viuda desde los veinte


Aunque parece que tengo más vida.
El hijo que en casa me espera
es la razón de mi vida.

Su librillo está archivado


desde que al pueblo llego.
Se encariñó con mano
que de sus hojas pasó.

HOMBRE:
Quiero conocer las hojas
y no me diga que no,
quiero seguir esa mano
que a mi librillo encanto.

MUJER 2:
¿Quiere usted acompañarme?
Mi corazón lo agradece
porque a esta hora de la noche
el temor nace y se crece.

HOMBRE:
Voy a traer mi librillo
y vuelvo con el doctor,
para aliviarle a su hijo
ese terrible dolor.

MUJER 1:
Cuidado con los espantos
que chapotean en el rio,
cuidado porque en el monte
más de uno se ha perdido.
MUJER 2 (con el libro en la mano):
Con permiso, Concha López.
Gracias por el libro grandote.
Si me espera, le cancelo
en la visita siguiente.

MUJER 1 (celosa):
Ojala no se le olvide
con la emoción del relato
y que vuelva con la plata
antes que se acabe el año.

HOMBRE (pagando):
Nada de eso, mi señora,
pago por los libros de estrellas,
y vámonos a encontrar
aquella estrella tan bella.

MUJER 2:
Que caballero es usted
incluso culto libro,
tan bello, tan delicado
como las flores de mayo.
El hombre recoge el sombrero de la mesa y brinda una venida a la Mujer 1.
HOMBRE:
Por los datos librillo,
siempre estaré agradecido,
y este lugar abandono
un poco menos herido.
Si el corazón no me falla,
por los Dios elegido,
puedo decir que encontré
el resto de mi destino.
Sale con la Mujer 2. En las sombras del fondo del escenario.
MUJER 1:
Esta es la historia de Rosa
López Garzón Ahumada.
Tan cerca estuve del lector hombre
y otra vez quede sin nada.

No creo que por esta noche


llegue más almas de lecturas sedientas.
Voy a cerrar este lugar.
Ya después hare las cuentas.

Voy a dormir bien profundo,


para olvidar la jornada.
Soñare con un buen libro
y con su lectura adornada.
Se cubre desde la cabeza con un pañolón negro y sale.
NARRADOR:
Sucedió en aquellas tierras
en noche de luna llena.
El hombre encontró el libro que soñaba
y alivio para sus penas.
Pero la librería de Rosa López
de noche allí sigue Abierta.
Por causa del saber o la destreza,
deténgase allí un momento.

Puede que la luna llena


y el relato de aventuras y poemas
a su vida traigan dichas
y vuelva usted a nacer.

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