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1-La Revolucion Francesa 1789-1799

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LA REVOLUCIÓN FRANCESA (1789-1799)

Por María Martín

Introducción

Gracias a las revoluciones políticas que terminarán con el absolutismo,


la antigua sociedad estamental se transformará en una sociedad de
clases. Las nuevas formas de gobierno se basarán en la voluntad
popular, la igualdad ante la ley y la libertad del individuo.

La nueva teoría política liberal elaborada por Locke en Inglaterra, será la


base teórica sobre la que se desarrollarán los movimientos
revolucionarios americano y francés. Aunque la Revolución Francesa ha
sido vista por muchos historiadores como el modelo de Revolución
Liberal, otros muchos no están de acuerdo con esta afirmación.

En Francia, como en el resto de Europa, se había mantenido durante


muchos siglos el feudalismo, sistema con profundas desigualdades
económicas, sociales y culturales. La monarquía francesa, a pesar de su
poder, se enfrentaba a unas nuevas fuerzas económicas que reclamaban
su espacio político, y a unas obsoletas clases privilegiadas que no
querían ni renunciar a su poder ni compartirlo. La monarquía absoluta
francesa además, debía enfrentarse al déficit económico al que le habían
llevado las continuas guerras por mantener su supremacía.

París era una ciudad inmensa en la que la miseria de las capas más
humildes de su población contrastaba con el lujo exagerado de la Corte.
La vida social francesa era caótica. Se esperaba del poderoso Estado, en
las manos del monarca, que ahogaba a la sociedad con impuestos, que
reorganizara de nuevo un país en crisis social y económica.

El antiguo Estado absolutista acabó por hundirse y sobre sus cenizas


creció la Revolución. La Revolución Francesa que pretende asumir las
ideas de la Ilustración, habrá de reinventarse cada día, afrontando
nuevos problemas y crisis en una década llena de esperanza y de
incertidumbre. El idealismo de los dirigentes de la Revolución contagió
con fuerza a las clases populares, que en muchas ocasiones
responderán con exaltación incontrolada.

La Revolución se iniciará con medidas radicales, pero basadas en la


esperanza. Se exige una nueva constitución política para Francia y se
rompen las diferencias entre nobles, burgueses y plebeyos. El pueblo
llano pasa a ser la nación y se define como el soberano. Muchos bienes
de la Iglesia son puestos al servicio de este pueblo llano. Los bienes de
la nobleza deben legitimarse por su productividad, por el beneficio que
producen, y de esa forma poder ser vendidos o comprados. Muchos
serán confiscados y cambiarán de manos. Se afirmará el derecho del
hombre a la igualdad, a la educación, a la propiedad, a la cultura.

El caos político y social es el que determinará la toma de decisiones


drásticas y radicales y este hecho cambiará la realidad social e histórica
de Europa. Por primera vez, los no privilegiados tendrán acceso a la
acción política y la determinarán. Se alterará tanto la vida europea y
mundial que el propio movimiento de la Ilustración deberá
transformarse y la Revolución creará poderes nuevos, los Estados
contemporáneos.

Francia en el Siglo XVIII

El predominio francés del siglo XVII había sido sustituido en el XVIII por
la supremacía inglesa que tanto económica, como social, como
culturalmente salpicaba a todo el Continente.

Francia permanecía anclada en los modelos tradicionales de gobierno. La


muerte de Luis XIV (el rey Sol) dejaba un país agotado, con serios
conflictos internos. La regencia del duque de Orleans estuvo marcada
por la relajación de las costumbres y diversas crisis financieras y
religiosas, resurgiendo los Consejos constituidos por la alta aristocracia.

Cuando en 1723 toma Luis XV el poder, se abre un período llamado “de


los primeros ministros”, el duque de Borbón (1723-1726) y el cardenal
Fleury (1726-1743). Durante este periodo, marcado por la tradición, se
intentarán restablecer las finanzas, sanear la economía, aumentar el
comercio. Son años de prosperidad, pero también de rivalidad colonial
con Inglaterra.
Tras la muerte del cardenal Fleury, Luis XV decide gobernar
personalmente, apoyándose en varios ministros y consejeros de su
entorno cortesano. Influido también por el movimiento de la Ilustración
buscará ser un Absolutista Ilustrado, aplicando algunas reformas sobre
el viejo orden estamental. Intentará terminar con las donaciones
voluntarias de los estamentos privilegiados (“dones gratuitos”)
sustituyéndolos por otros obligatorios (el “vigésimo”), pero el
Parlamento y el Clero se opondrán y deberá retirarlo.

Sus principales reformas serán en el ejército (permitiendo la entrada a


jóvenes nobles de escasos recursos) y en la justicia (estableciendo su
gratuidad). Además reducirá las funciones del Parlamento a asuntos
judiciales. Abolirá la compañía de Jesús y la expulsará del territorio
francés.

La crisis económica iniciada por Luis XIV y continuada por Luis XV,
proseguirá con Luis XVI (1774-1792) que se mostrará incapaz de
resolver el déficit financiero.

La Crisis del Antiguo Régimen en Francia

A finales del siglo XVIII Francia mantenía el Antiguo Régimen: el rey


Luis XVI seguía siendo un monarca absoluto y la sociedad era
estamental y estaba dividida entre los privilegiados (nobleza y clero) y
los no privilegiados (pueblo llano o tercer estado).

En este periodo Francia es uno de los estados más poblados de Europa.


De sus veinticuatro millones de habitantes, un 2.5% eran nobles, un 2%
clérigos y el resto, un 95%, constituían el tercer estado. La nobleza se
hallaba constituida en alta nobleza (ingresos por tributos señoriales,
pensiones reales y cargos cortesanos), nobleza rural (derechos de
señorío) y nobleza de toga (de origen burgués y altos cargos
administrativos). En cuanto al clero, existe un fuerte desnivel entre alto
clero (de origen noble y grandes ingresos de rentas eclesiásticas) y bajo
clero (de origen plebeyo y reducido a las congregaciones). La nobleza
dispone de los puestos claves en la administración, en los cuadros del
Ejército y en la dirección del Estado. El Clero monopoliza la enseñanza,
la beneficencia y se ocupa de la censura de las publicaciones. Ambos
estamentos privilegiados, nobleza y clero, poseen la mayor parte de la
propiedad. De los veintidós millones de personas pertenecientes al
pueblo llano, la mayoría son campesinos y analfabetos. Entre los
campesinos también hay fuertes desniveles: propietarios libres
(minoría), enfiteutas y censitarios (obligados aún por formas feudales),
y braceros (50% de la población) que carecen de propiedad y están
expuestos al hambre y el paro. En la ciudad, existe un artesanado
regulado por los gremios, corporaciones en desaparición, poco a poco
serán sustituidos por el proletariado industrial. Por último, existe una
burguesía en alza, que tiene capacidad económica, pero no tiene
posibilidades de ascenso social.

La base de la economía era fundamentalmente agraria. La economía


rural era esencialmente campesina, con una producción agraria basada
en el hogar y orientada esencialmente a la subsistencia. Pero, al mismo
tiempo, la Francia rural era el centro de gran parte de los productos
manufacturados, la industria textil en especial, que dependía del trabajo
a tiempo parcial de las mujeres en las zonas rurales.

Las comunidades rurales consumían gran parte de lo que producían por


lo que las pequeñas y grandes ciudades sufrían problemas crónicos por
la falta de suministro de alimentos y por la limitada demanda rural de
sus mercancías y servicios.

Además en Francia existía el problema añadido de la Hacienda: gasto


público excesivo y más gastos que recaudación. El gobierno se había
hipotecado por su política exterior agresiva y por una corte que vivía con
opulencia. Este gasto público excesivo trae el déficit crónico que
intentará paliarse con impuestos y contribuciones territoriales. Como la
nobleza y el clero están exentos de casi todos los impuestos, la mayor
carga contributiva recae sobre el tercer estado.

La presión fiscal llegó a alcanzar el 70%y aumentarla más ya no era


posible. Se pensó como solución imponer impuestos a los estamentos
privilegiados, hasta entonces exentos de ellos.

La Administración es muy complicada, no existe dirección central, sino


autonomías locales. Se compran y se venden los cargos.

Así pues y dadas las circunstancias, tres tipos de causas provocarán la


Revolución: económicas (malas cosechas, alza de precios, descontento
popular, crisis financiera), sociales (anhelos de la burguesía por el poder
político) e ideológicas (ideas de la Ilustración).
La influencia de la Ilustración

La Ilustración fue el movimiento cultural, político y filosófico que tuvo


lugar en Europa y América en el s. XVIII, caracterizado por una
confianza ilimitada en el poder de la razón para resolver los problemas
del hombre.

El principal objetivo de los ilustrados era iluminar todas las esferas de la


vida y de la sociedad a través de la razón, que se concebía como una
capacidad natural y esencial de todos los hombres. Las consecuencias
de esta primacía de la razón deberían ser el progreso continuado del
hombre, así como la búsqueda de la felicidad, la confianza en el
progreso y la defensa de la educación. La Ilustración considera que la
tarea fundamental del hombre es el conocimiento y el dominio de la
naturaleza. Los ilustrados defenderán el empirismo y aplicarán a la
política los mismos principios que aplicarán a la ciencia.

La filosofía ilustrada tuvo gran repercusión en los más diversos campos


de la cultura: en el pensamiento político, en el arte Rococó, en las
revoluciones burguesas y en el desarrollo de las ciencias.

La Ilustración cuestionará el sistema absolutista. Sus ideas se difundirán


entre la burguesía, pero también entre la nobleza. Fue en Francia donde
este movimiento tuvo mayor difusión social.

Los primeros grandes representantes eran admiradores del sistema


británico: Montesquieu y Voltaire. Pero quienes lograrán una mayor
repercusión serán los impulsores de la Enciclopedia: Diderot (1) y
D’Alembert, cuyas pretensiones se orientaban no tanto a la formulación
de una doctrina teórica, como a la sistematización del conocimiento, con
el fin de hacerlo accesible al mayor número de personas. Las grandes
aportaciones de la Enciclopedia serán una mejora de la educación y la
creación de nuevas materias científicas y técnicas.

En cada país se dieron importantes movimientos ilustrados, fruto de los


diferentes contextos políticos y sociales. Al final del siglo hubo una
vuelta a la tradición, encarnada en valores sentimentales y
espiritualistas, representada sobre todo por Rousseau, que desafiaba las
opiniones reformistas de los ilustrados. Sus críticas a la educación
autoritaria, su exaltación de la naturaleza, su defensa de una nueva
religiosidad, su creencia en la bondad del ser humano (corrompido por
la civilización), sus críticas a la propiedad (como fuente de injusticia) y
su defensa del poder político resultado del pacto de los hombres,
tendrán eco en el pensamiento posterior.

Influenciada por la Ilustración, buena parte de la nobleza se opondrá


también al absolutismo, e intentarán aprovechar la debilidad del
monarca para recuperar el poder político. Aspiran a limitar las
atribuciones de la Corona con una monarquía tipo inglesa.

Buena parte de la burguesía veía con malestar que su poder económico


no se correspondía con su poder político, que con su esfuerzo e
impuestos mantenían un sistema contrario a sus intereses. Pretenden
entonces, que el sistema político absolutista evolucione y tienda hacia el
modelo inspirado en el parlamentarismo británico, hacia un gobierno
representativo basado en la libertad y la igualdad.

Los ilustrados son también muy críticos con los privilegios de la Iglesia.
Luchan por apartar a la Iglesia de la vida política y de la enseñanza.

A finales del siglo XVIII las ideas de la Ilustración fructificarán en


América con la Independencia de las Trece Colonias británicas, y en
Europa con la Revolución Francesa.

Los Clubes Políticos

En el siglo XVIII, las mujeres de la nobleza y la alta burguesía,


organizaban en los salones de sus mansiones, hoteles y palacios,
tertulias culturales, donde se discutía sobre las ciencias, las letras y las
artes, las nuevas ideas y la política.

También surgen nuevos espacios sociales y culturales con los que las
salonniéres tendrán que competir: los cafés, los musées y los lycées,
estos dos últimos funcionan a modo de club privado, y son espacios
mayoritariamente masculinos.

“Probablemente no carezca de sentido incluir a los salones entre las


instituciones educativas del siglo XVIII, aunque sólo sea porque reunían
a hombres inteligentes y contribuían a la difusión de las nuevas ideas”
(Ogg, 1987). Más adelante los salones dejarían las cuestiones literarias
y filosóficas a un lado, para centrarse más en la política. La principal
ventaja de los salones era que las opiniones se limitaban a la palabra
hablada y sin censura. Más tarde, numerosos clubes de pensamiento
son los focos de una parte de la agitación intelectual que llevará a la
Revolución Francesa.

En 1970 el Club Bretón, procedente de la francmasonería, se transforma


en la Sociedad de Amigos de la Constitución, que acabará derivando en
el Club de los Jacobinos.

Marat militará junto a Danton, Desmoulins y Herbert en el Club de los


Cordeliers, que proviene de la Sociedad de los Amigos de los Derechos
del Hombre, y Lemosin lo hará en la Sociedad Popular. En numerosas
regiones francesas proliferarán clubes populares y clubes femeninos.

Los enemigos de la Revolución también copiarán el modelo y se crearán


el Club de los Amigos de la Constitución Monárquica, el Club de los
Mínimos y las Sociedades Filantrópicas, como armas de la lucha
contrarrevolucionaria.

El 9 de Thermidor (27 de julio de 1794), con el fin de Robespierre y el


Terror, los clubes políticos entrarán en declive, aunque resurgirán de
nuevo con fuerza en tipos de la Revolución de 1848.

Francia en vísperas de la Revolución

Luis XVI, desde que asume la corona en 1774, debe hacer frente al
problema de la hacienda, por lo que intentará encontrar la solución
nombrando ministros de tendencia liberal, como Turgot (opositor del
partido cortesano de María Antonieta y de los Parlamentos
representantes de la nobleza) o Necker.

Turgot pretende solucionar el déficit cambiando el sistema económico,


haciendo pagar impuestos a los que más tienen, aunque no desea
cambiar el sistema político.

Los estamentos privilegiados no están dispuestos a renunciar a sus


privilegios y provocan la destitución de Turgot en 1775, siendo
sustituido por Necker que deberá afrontar el pago de los gastos
generados por la intervención francesa en la guerra de independencia
americana. Pedirá más préstamos, lo que hará crecer aún más la deuda.

En esta situación, Necker sabe que la única solución para reducir el


déficit es con un aumento de los impuestos y, para ello, deberán ser los
estamentos privilegiados los que asuman el pago. Para poder hacer
presión hace públicos los presupuestos del estado, donde queda
demostrado que la Corte gasta el 10% del presupuesto del estado
francés, además mostraban el volumen de la deuda y como una parte
muy importante de los ingresos se destinaba a amortizar dicha deuda.

La respuesta de los privilegiados es la caída de Necker en 1783,


empeorando aún más la situación para la monarquía porque, entre otras
cosas, el problema de la hacienda sigue sin solución.

Los soldados que habían combatido en la guerra americana,


considerados por el pueblo francés como héroes defensores de la
libertad, se organizan alrededor del partido patriota que, con Lafayette
(2) al frente, defiende la idea del cambio de la monarquía absoluta hacia
la monarquía parlamentaria. En este partido se reúnen miembros de la
realeza (Felipe de Orleans), burgueses (Mirebau), clérigos (Tayllerand)
(3) y abades (Sièyes)(4).

Tras la destitución de Necker, es nombrado Calonne como administrador


general de finanzas, que reanudará el programa de Turgot, pero de
nuevo sus propuestas serán rechazadas por el partido cortesano de
María Antonieta.

En 1786 el gobierno, que continua con sus graves problemas, comete el


error de firmar un tratado comercial con Inglaterra. Dicho tratado
permitía que los productos franceses e ingleses se pudieran vender
libremente en los dos países sin pagar aranceles. La industria inglesa
está mucho más desarrollada en este periodo que la francesa por lo que,
la desaparición de los aranceles, hace que sus productos, mucho más
competitivos, desplacen a los franceses.

En 1787 Calonne convocó a la Asamblea de los Notables, que no se


había reunido desde principios del siglo XVII, con la intención de rebajar
los privilegios fiscales de la nobleza y aumentar su contribución.

Destituido Calonne, Loménie de Brienne obtuvo de la Asamblea la


concesión de un emprésito de 67 millones, pero ésta, antes de
disolverse, reclamó la reunión de los Estados Generales. La nobleza, que
pretendía así hacer frente al rey, abrió el camino de la Revolución.

En 1788 la industria francesa entra en crisis y, al no recibir ni los


ingresos de los aranceles ni los generados por los productores
industriales franceses, los ingresos de la hacienda disminuyen. Además
es un año de mala cosecha, lo que genera una nueva crisis de
subsistencia, que genera motines y revueltas.

Consecuencia de todo ello, el Estado se declara en quiebra. Con la


bancarrota nacional, Necker es de nuevo nombrado ministro. Pero la
oposición de los privilegiados que siguen oponiéndose a la reforma
fiscal, obliga al monarca a convocar los Estados Generales (Parlamento
del Antiguo Régimen francés), que hacía más de un siglo que no habían
sido convocados.

Factores desencadenantes de la Revolución

La Revolución Francesa supondrá una nueva etapa en la Historia de la


Humanidad, por la supresión del sistema señorial, la proclamación de la
libertad y la igualdad, y el establecimiento de un estado constitucional y
parlamentario.

Respecto a los factores que desencadenaron la Revolución Francesa, ha


existido un debate historiográfico. Por una lado está la interpretación
tradicional, con dos ópticas, la conservadora que considera el
descontento del tercer estado, junto con la conspiración contra el
Antiguo Régimen, la influencia de las logias masónicas y las ideas de la
Ilustración, como causantes del inicio de la Revolución. La óptica más
liberal, defiende las causas ideológicas y la abolición de los privilegios y
la desigualdad, como factores determinantes. Por otro lado, la escuela
marxista, apuesta por la influencia de los intereses de clase como el
factor que consuma la revolución burguesa. Tras la segunda guerra
mundial, surgirá un proceso revisionista que considera la Revolución
Francesa como un proceso más amplio que incluye la Independencia de
Estados Unidos y otros movimientos europeos.

Hoy día, debemos considerar que la Revolución Francesa se dio por un


conjunto más amplio de factores políticos, económicos, sociales y
demográficos. Así pues, debemos tener en cuenta que, tanto la
circunstancia de que existía una estructura tradicional arcaica
enfrentada a una burguesía en auge que reclamaba su lugar en la
sociedad, como la influencia de las teorías ilustradas y racionalistas que
exigían un cambio político, como el descontento del estado llano
presionado por los impuestos, unidos al factor demográfico con un
rejuvenecimiento de la población, los problemas económicos causados
por las malas cosechas, así como el cambio paulatino de mentalidad, en
resumen, el desajuste entre las necesidades sociales, políticas y
económicas, y el anquilosamiento de los gobernantes, serán los factores
fundamentales para que se den las circunstancias que llevan a la
revolución.

Del Absolutismo a la Monarquía Constitucional (1789-1791)

Tras la convocatoria de los Estados Generales, se inicia algo parecido a


un proceso electoral, mediante el cual todos los franceses tienen
derecho a presentar por escrito sus quejas ante el Parlamento para ser
discutidas, son los llamados Cuadernos de quejas. El partido patriota
desarrollará una intensa actividad propagandística y el abad Sièyes
publicará un opúsculo titulado “¿Qué es el estado llano?” reivindicando
para el tercer estado derechos políticos, aunque sin poner en entredicho
a la monarquía, pues pretenden imitar el modelo inglés:

«Sin la clase privilegiada las plazas superiores estarían infinitamente


mejor desempeñadas y deberían ser naturalmente el premio y la
recompensa de los talentos y servicios reconocidos. El hecho de que los
privilegiados hayan llegado a usurpar los puestos lucrativos y
honoríficos es al mismo tiempo una iniquidad odiosa para la totalidad de
los ciudadanos y una traición a la cosa pública. ¿Quién se atrevería a
decir que el estado llano no tiene en sí todo lo que es preciso para
formar una nación completa? (…) Así ¿Qué es el estado llano? –Todo
pero un todo trabajado y oprimido. ¿Qué sería el estado llano sin la
clase privilegiada? –Todo pero un todo libre y floreciente (…) ¿No es
igualmente cierto que la clase noble goza de privilegios, dispensas e
incluso de derechos separados de los derechos del gran cuerpo
ciudadano? Ella escapa al orden y la ley comunes (…) Piénsese que la
antigua relación entre las clases de la sociedad ha cambiado por los dos
lados a la vez; el tercer estado que había sido reducido a la nada ha
vuelto a conquistar mediante su industria una parte de lo que la injuria
del más fuerte le había arrebatado (…) (El Estado llano) … no debe
ignorar que es hoy día la realidad nacional (…) Durante este largo
cambio la nobleza ha cesado de ser esta monstruosa realidad feudal que
podía oprimir impunemente (…) y que vanamente pretende todavía
atemorizar a una nación entera. Yo pido que se preste atención a la
diferencia enorme que existe entre la asamblea del estado llano y la de
las otras dos clases. La primera representa 25 millones de hombres y
delibera sobre los intereses de la nación. Las otras dos no reciben
poderes más que de unos 200.000 individuos, y no tiene más
preocupación que sus privilegios. El estado llano –se nos dirá – no
puede por sí solo formar los estados generales ¡tanto mejor! Así
compondrá una asamblea nacional» (Sièyes: "¿Qué es el estado llano?")

El partido patriota, apoyado por el ministro Necker, conseguirá un


pequeño cambio que permitirá doblar el número de representantes del
tercer estado, así los representantes del parlamento lo serán del tercer
estado, de la nobleza y del clero. Esta modificación no interesaba a los
privilegiados.

Estados Generales y Asamblea Nacional

El tercer estado no sólo aspira como el resto del Parlamento a arreglar


la Hacienda, sino también a establecer un régimen de mayor libertad e
igualdad. El parlamento debía reunirse en Versalles. Tradicionalmente
los representantes de los tres estamentos sólo se reunían el primer día,
y después debían discutir los problemas por separado, para después
volverse a reunir para votar. El partido patriota no está dispuesto a
aceptar este funcionamiento tradicional de los estados generales y, una
vez convocados y reunidos, el 5 de mayo de 1789, exigen que las
discusiones sean comunes y surge además, la cuestión del voto: el Rey
quiere voto por órdenes (estilo tradicional), pero el partido patriota, que
representa fundamentalmente a la burguesía, quiere que las votaciones
sean nominales, es decir, un voto por representante y no por
estamento.

A partir de ese momento los hechos se precipitan. Tras la primera


reunión, expuestas las exigencias de los representantes del tercer
estado, los otros dos estamentos no aceptan y abandonan la reunión.
Los representantes del tercer estado no están dispuestos a disolverse y
el rey ordena el cierre del edificio el 17 de junio. Éstos se trasladarán
entonces al gimnasio (juego de pelota), donde jurarán no disolverse
hasta que Francia tenga una constitución.

«Habiendo sido convocada la Asamblea Nacional para elaborar la


constitución del reino, regenerar el orden público y mantener los
verdaderos principios de la monarquía, nada podrá impedir que continúe
sus deliberaciones en cualquier emplazamiento en el que se vea
obligada a establecerse, y por último, en cualquier sitio donde se reúnan
sus miembros, éstos constituirán la Asamblea Nacional.

Queda decidido que todos los miembros de esta Asamblea pronunciarán


ahora el solemne juramento de no separarse nunca, y de reunirse cada
vez que las circunstancias lo exijan, hasta que se haya elaborado la
constitución del reino y consolidado en una base firme, y que una vez
efectuado el mencionado juramento, cada uno de los miembros
ratificará esta inquebrantable resolución con su firma». (Gazette
nationale ou le Moniteur universal nº10, 24 de junio de 1789. Charles
Panckoucke, editor de la Enciclopedia, era el propietario de este
periódico, que vinculaba la Gazette pre-revolucionaria al Moniteur
patriótico. Su reedición en la década de 1840 resulta una inestimable
fuente para los debates parlamentarios.)

Los estados generales se transforman así en Asamblea Nacional. Al estar


sólo reunidos en el Juego de Pelota miembros del tercer estado, se
generarán movilizaciones populares.

Asamblea Constituyente (1789-1791)

Ante la posibilidad de insurrección popular, el rey claudica e invita a los


representantes de la nobleza y el clero a aceptar las condiciones del
tercer estado y a participar (9 de julio de 1789). La Asamblea Nacional
se transforma en Asamblea Constituyente, todos están de acuerdo en
que la función del Parlamento será dotar de una Constitución al Estado
francés, que organice la monarquía de otro modo.

La Asamblea Constituyente está compuesta por los siguientes grupos y


tendencias (sus nombres se deben al lugar que ocupaban dentro del
Parlamento): Derecha, compuesto por aristócratas y monárquicos
opuestos a la Revolución; Centro con los constitucionalistas de
Lafayette; Izquierda, el triunvirato, los defensores teóricos de la
Revolución; y Extrema Izquierda, con los demócratas de Robespierre (5)
y la Sociedad de Amigos de los Derechos de los Hombres, de Marat.

«La Asamblea deberá abordar la urgente necesidad de llevar a cabo


importantes reformas en tres áreas fundamentales: la reforma fiscal
para poner en práctica su compromiso respecto al principio de una
contribución proporcional y uniforme; la reforma administrativa para
establecer la práctica de la soberanía popular en el seno de las
estructuras institucionales reformadas; y medidas para resolver las
ambigüedades relativas al feudalismo dentro de la legislación de
Agosto».(6)

Aunque el monarca cede a la presión, por otra parte prepara un ejército


para disolver el Parlamento. Destituye a Necker y tropas fieles al rey se
van concentrando en Versalles y París.

Se enciende el debate político en París y se produce la más famosa de


las Jornadas Revolucionarias (7). El temor del pueblo a la conspiración
aristocrática, se suma a la crisis provocada por la escasez de grano que
vive París. El 14 de julio, los manifestantes y la milicia parisina
confluyen ante la fortaleza prisión de La Bastilla (8), símbolo del
despotismo real, por un grupo de jóvenes dispuestos a armarse frente a
la amenaza exterior y liberar a los presos. Ante la multitud los guardias
cometen el error de abrir fuego, matando a muchos revolucionarios,
pero éstos, tras cuatro horas de resistencia, lograrán entrar y matarán a
todos los guardias. Un día después, el rey daba la orden de retirada de
los ejércitos que rodeaban París.

Había comenzado la Revolución. Según G. Lefebvre, en Francia se


producen tres revoluciones simultáneas: la del Parlamento, la de la
ciudad de París y la de los campesinos, cada una de ellas por diferentes
motivos.

En el campo hay revoluciones de campesinos motivadas por temor a una


posible reacción de los nobles, circulando el rumor de que los nobles se
preparaban para reinstaurar duramente su autoridad. Los campesinos se
rebelan contra el poder señorial (La Grande Peur) asaltando mansiones
y reclamando la supresión de cargas feudales.

En las ciudades, los ayuntamientos franceses se organizaban en


comunas, ayuntamientos revolucionarios, se auto-otorgan capacidad
legislativa, rompen la estructura centralista monárquica y, en París,
arman un ejército formado por los más radicales.

Se desata el Gran Pánico, y los aristócratas emigran al extranjero. El


Rey y su familia huyen de Versalles a las Tullerías.
Todos estos cambios en el campo y las ciudades, radicalizan la actuación
de la Asamblea Constituyente, que en agosto aprobará dos leyes
fundamentales: la ley de abolición del régimen feudal (el 4 de agosto),
que suprime los diezmos y privilegios fiscales, así como los derechos
señoriales sobre las personas; y la Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano (el 26 de agosto).

La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano

De ella surgirá el lema de la revolución francesa: libertad (personal),


igualdad (jurídica) y fraternidad (resistencia a la opresión). Se establece
así el reconocimiento de la propiedad (inviolable y sagrada), el derecho
a la resistencia a la opresión, la seguridad y la igualdad jurídica (9).
Libertad, igualdad y soberanía nacional, son las bases de la Monarquía
Constitucional.

«Los representantes del pueblo francés, reunidos en Asamblea Nacional,


(…) han resuelto exponer en una declaración solemne los derechos
naturales, inalienables y sagrados del hombre (…); para que las
reclamaciones de los ciudadanos, fundadas desde ahora sobre principios
simples e incontestables, tiendan siempre al mantenimiento de la
Constitución y a la libertad de todos. En consecuencia, la Asamblea
Nacional reconoce y declara, en presencia y bajo los auspicios del Ser
Supremo, los siguientes derechos del hombre y del ciudadano:

1. Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las


distinciones sociales no pueden fundarse más que sobre la utilidad
común.

2. El objeto de toda asociación política es la conservación de los


derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Estos derechos son la
libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.

3. El principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación.


Ningún cuerpo ni individuo puede ejercer autoridad que no emane
expresamente de ella. (…)

6. La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos


tienen derecho a contribuir personalmente, o por medio de sus
representantes, a su formación. La ley debe ser idéntica para todos,
tanto para proteger como para castigar… (…)
11. La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno
de los más preciosos derechos del hombre… (…)

13. Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de la


administración es indispensable una contribución común. Esta
contribución debe ser repartida por igual entre todos los ciudadanos, en
razón de sus facultades. (…)

17. Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede


ser privado de ella, si no es en los casos en que la necesidad pública,
legalmente comprobada, lo exija evidentemente, y bajo la condición de
una indemnización justa y previa» (Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano, 1789)

El rey es reacio a ratificarla, pero ante la presión del pueblo, que marcha
hacia el palacio del monarca con las mujeres y los niños al frente (5-6
de octubre de 1789), se ve obligado a aceptarla.

La Constitución Civil del Clero

La Asamblea se enfrenta a dos problemas: el religioso y el financiero,


ambos intentarán solucionarse nacionalizando los bienes de la Iglesia,
propietaria de gran parte de las tierras, para ser vendidos después. Esta
decisión disgustará al Vaticano.

El Estado emitirá asignados (títulos de deuda garantizados por los


bienes de la Iglesia), pero serán demasiados y perderán valor, lo que
desatará una fuerte inflación y, en consecuencia, la inestabilidad social.

Tras octubre de 1789 la situación será algo más calmada, pero la


nacionalización de los bienes de la Iglesia genera un problema, los
eclesiásticos necesitan un medio de subsistencia, por lo que la Iglesia
pasa a depender económicamente del Estado. Se emprende entonces
una reforma que se concretará en la Constitución Civil del Clero, el 12
de julio de 1790, por la que los miembros del clero francés se convierten
en una clase de funcionarios del Estado. El clero tendrá un carácter más
nacional y dependerá menos del Papa. Se suprimen los conventos y las
órdenes religiosas y se aprueba la elegibilidad de obispos y sacerdotes.
El clero se divide entre juramentado y refractario, según juren o no la
Constitución.
Ante la amenaza del Vaticano de excomulgar a todo aquel que jure la
Constitución, la mayor parte del clero apoyará a los partidarios del
absolutismo, por lo que muchos emigrarán para ayudar en la
preparación de la contrarrevolución.

La situación de Luis XVI es insostenible. Las monarquías extranjeras que


cercan Francia (España, Austria, Prusia y Rusia) quieren intervenir.

La Constitución de 1791

Luis XVI monarca absoluto que realmente se creía designado por Dios,
que no se equivocaba nunca, ve como ahora se pretende limitar su
poder. Así que, cuando estaba a punto de aprobarse la Constitución,
intentará huir con su familia, siendo descubierto en la frontera de Suiza,
en Varennes, donde será detenido y obligado a volver a París.

El 17 de Julio se producen nuevas revueltas que piden el


destronamiento de Luis XVI. Lafayette decreta la ley marcial y se
produce la "Matanza del Campo de Marte"(10).

El 3 de Septiembre de 1791 se aprueba la primera Constitución liberal


francesa, impulsada por el partido patriota que aspira a transformar el
estado francés en una monarquía parlamentaria igual a la inglesa.
Establece la división de poderes: ejecutivo (el Rey), judicial
(independiente) y legislativo (asamblea de diputados elegidos en
sufragio restringido (11). Se abole el Absolutismo y se instaura la
Monarquía Constitucional, favorable a los intereses de la burguesía.

Pero esta Constitución que transforma el Estado francés en Monarquía


Parlamentaria, que se fundamenta en la división de poderes, ha
establecido un poder legislativo muy importante (el Parlamento) y un
poder ejecutivo (el gobierno) mucho más débil y dependiente del
Parlamento.

En la Asamblea Constituyente hay liberales de diferentes tendencias,


entre los más radicales están Marat (12), Danton y Hebert, que
consideran que los liberales moderados habían elaborado una
constitución donde el monarca tiene aún mucho peso político, el
monarca y el parlamento comparten la soberanía, el monarca es la
cabeza del Estado, designa al gobierno, se encarga de las relaciones
exteriores y tiene derecho a vetar las leyes con las que no esté de
acuerdo. El poder de la monarquía es considerable y Luis XVI es un
problema, los revolucionarios no podían confiar en un rey que había
intentado huir para impulsar una contrarrevolución en el exterior.

Aprobada la Constitución de 1791, la Asamblea Constituyente deja de


tener sentido y pasa a constituirse como Asamblea Legislativa.

La Asamblea Legislativa (1791-1792)

La nueva Asamblea Legislativa está formada por “hombres nuevos”, de


acuerdo con la resolución excluyente, propuesta por Robespierre a la
Asamblea Nacional, que inhabilitaba para su reelección a quienes habían
participado en la elaboración de la Constitución.

La Asamblea Legislativa está compuesta por 263 diputados de derecha


(cistercienses defensores de la monarquía constitucional), contrarios a
grandes cambios en el orden social; 136 de izquierda (jacobinos y
girondinos partidarios de la revolución y la república) que apostaban por
grandes reformas sociales; así como 300 moderados de centro, que se
inclinaban por uno u otro sector dependiendo de la situación.

En este periodo comienzan los problemas con los revolucionarios, la


situación en Francia se complica, ya que desde la Revolución no existe
una autoridad clara, la situación es de inestabilidad absoluta. El nuevo
régimen tiene muchos enemigos: los nobles, que desean recuperar sus
privilegios e impulsan la contrarrevolución desde el exterior, el clero,
que alienta a los contrarrevolucionarios, y la familia real, que conspiraba
para derribar al gobierno revolucionario.

Aunque la Asamblea Legislativa reformará la justicia y abolirá la tortura,


otros grupos estarán también descontentos por su deseo de llevar las
reformas aún más lejos. Entre estos revolucionarios radicales destacan
los jacobinos, que tienen su principal apoyo en los sans-culottes (13),
milicias populares de París que exigen la proclamación de una república.

La tensión social causada por las dificultades económicas, alimentadas


por la mala cosecha (se encarece el precio del pan) y la presión
económica (fracaso en la emisión de los asignados), dificulta la misión
de la Asamblea.
Las monarquías europeas se sentían amenazadas por las ideas
revolucionarias y reformadoras que se imponían en Francia, y temían
que el ejemplo se extendiera a sus países.

En esta coyuntura estalla la guerra, deseada por el Rey y los sectores


contrarrevolucionarios. En la Declaración de Pillnitz el emperador de
Austria y el rey de Prusia, invitan a otros reyes a unirse a ellos para
restaurar el orden. Francia declarará la guerra a Austria.

Este conflicto bélico influirá en los acontecimientos que tienen lugar


dentro de Francia. Por un lado, Luis XVI, los nobles y el clero esperan
que el gobierno revolucionario sea derrotado, lo que permitiría volver al
Antiguo Régimen. Por otro lado, ciertos revolucionarios apoyan la
guerra, pues piensan que esta servirá para extender la revolución fuera
de Francia.

Al producirse las primeras derrotas, el pueblo de París acusa al rey de


connivencia con los extranjeros. El manifiesto del duque de Brunswick,
amenazando al pueblo de París si el rey o su familia sufren algún daño,
complica la situación.

«(…) impondrán una venganza ejemplar e inolvidable entregando la


ciudad de París para su ejecución militar y total destrucción, y los
rebeldes culpables de asesinatos serán ejecutados tal como se
merecen» (Moniteur universal, nº216, 3 de agosto de 1792, vol. 13, pp.
305-306.)

Ante la amenaza los revolucionarios se convencerán de que Luis es


cómplice de las derrotas sufridas, en respuesta a ello se crea la Comuna
de París para organizar la insurrección y un ejército de 20.000 sans-
culottes a partir de la recién democratizada Guardia Nacional. El 10 de
Agosto de 1792 la multitud ataca el palacio real, las Tullerías. La
“Marsellesa” (14) se convertirá en el himno de la Revolución.

¡Adelante hijos de la patria!

El glorioso día ha llegado.

Contra nosotros se alza

El sangriento estandarte de la tiranía.


¿No oís rugir por la campiña

Esa turba de feroces soldados?

A nuestro regazo se acercan

¡para degollar a nuestros hijos y esposas!

¡A las armas, ciudadanos,

Formad en batallón!

Marchad, marchad,

Que la sangre impura riegue los surcos de nuestra tierra.

(Mason, Singing the French Revolution, pp. 93-103)

El rey se refugia en la Asamblea Legislativa, pero ésta lo destituye y


encarcela. La revuelta popular fuerza a disolver la Asamblea el 20 de
Septiembre y a nombrar una nueva Asamblea, llamada Convención,
elegida por sufragio universal masculino, que abolirá la monarquía y
establecerá un nuevo régimen: la Primera República.

Al mismo tiempo tendrá lugar la "Victoria de Valmy" contra los ejércitos


extranjeros. Los absolutistas comienzan a perder batallas porque,
mientras sus soldados van a la guerra para cobrar un sueldo, los
soldados revolucionarios franceses pelean por sus ideales.

Convención y República (1792-1795)

La Convención Nacional es más democrática y popular. Elegida por


sufragio universal, la forman 749 diputados repartidos en tres partidos:
los girondinos (republicanos moderados), pertenecen a la alta burguesía
y defienden la legalidad constitucional; la Montaña (jacobinos de
Robespierre), defienden los principios revolucionarios y representan a la
burguesía media y a las clases populares; y la Llanura (girondinos y
montañeses), que aglutina a republicanos y burgueses más moderados.

Convención Girondina (1792-1793)

En este primer momento la Convención está controlada por los


girondinos más liberales, partidarios del libre mercado que no desean
que el Estado intervenga en la economía, defienden la descentralización
del Estado francés.

A esta convención girondina se le presentan varios asuntos a resolver.


Por un lado el procesamiento del rey. Los girondinos intentan evitar su
muerte, pero los montañeses creen que es una medida de salud pública.
Luis XVI será juzgado y condenado por los delitos de tiranía y traición.
Por sólo un voto de diferencia, se decidirá su ejecución en la guillotina,
que se llevará a cabo el 21 de Enero de 1793. Se produce el
distanciamiento definitivo entre Gironda y Montaña.

Por otro lado, la guerra continúa. Tras la victoria de Valmy, el ejército


revolucionario se apodera de Bélgica, Niza, Saboya y la orilla izquierda
del Rhin. Las monarquías europeas reaccionan formando la coalición
anti-francesa, encabezada por Inglaterra que entrará en la guerra tras la
condena a muerte de Luis XVI, al igual que España y los príncipes
alemanes e italianos (1 de Febrero de 1793).

Además, las levas necesarias para frenar el contraataque de la


Coalición, se reclutarán 300.000 hombres, producirán levantamientos
campesinos, sobre todo los de la región de La Vendée (15), que se
sublevan a favor del rey, la nobleza y el clero.

El 4 de abril Dumouriez (16), tras la derrota de Neerwinden, traicionará


a la Revolución y se pasará a los austriacos, junto a los que planeará
marchar sobre París para restablecer la monarquía.

En 1793 Francia se encuentra en guerra fuera y dentro de sus fronteras.


Los girondinos perderán la mayoría por su equivocada política
económica, la depreciación de los asignados y las crisis de
avituallamiento.

El 6 de Abril, se formará el Comité de Salud Pública, cuya mayoría


estará formada por diputados de la Montaña con Robespierre y Danton
al frente, que además cuenta con el apoyo del pueblo.

El 18 de Mayo los girondinos crean el Comité de los Doce, para controlar


a la Comuna.

La República Jacobina (1793-1794)


El 2 de Junio los sans-culottes cercan armados la Asamblea. La
Convención decreta la prisión de los girondinos y del Comité de los doce.

Los montañeses intentarán atraerse a la burguesía moderada,


protegiendo la propiedad privada, y a las clases populares, sobre todo a
los campesinos. Permiten la venta de los bienes de los nobles
emigrados, dividen y reparten los bienes comunales, y suprimen las
indemnizaciones por derechos señoriales.

El gobierno de la montaña en la Convención, a lo largo de


aproximadamente un año, marcó el período del auge revolucionario, el
momento en que la joven república se hizo democrática y social, y se
ligó a los sectores sociales más pobres; pero ese momento será también
el de máxima radicalización.

Redactarán una Constitución más democrática y radical: derecho al


trabajo, a la asistencia social y a la enseñanza gratuita. El sufragio
censitario se sustituye por el universal.

El 10 de Julio se forma el nuevo gobierno revolucionario, mientras La


Vendée va ganando terreno. El 13 de Julio, Marat (17), uno de los
políticos más populares e influyentes de la Revolución, será asesinado y
comenzará una situación extrema con oleadas de asesinatos.

Robespierre optará por ejercer una dictadura, la Dictadura del Terror. Se


establecen medidas de excepción, se suprimen las libertades y se
aprueba el intervencionismo del Estado. En Septiembre se forma un
ejército revolucionario.

El 4 y 5 de Septiembre los sans-culottes se manifiestan ante la


Convención enfurecidos por la muerte de Marat y la crisis de
subsistencia. El gobierno fija un precio máximo para el grano y los
artículos de primera necesidad. Asimismo, se regulan los salarios.

El 17 de Septiembre detienen a los sospechosos contrarrevolucionarios.

El 10 de Octubre comienza el Terror. Se suprime la Constitución, la


división de poderes y los derechos individuales. Se crea un tribunal
revolucionario sumarísimo y comienza la persecución de los
contrarrevolucionarios. Son guillotinadas unas 35.000 personas. María
Antonieta será guillotinada el 16 de Octubre.
Robespierre considera que el Terror es necesario como instrumento para
conseguir el fin último de la Revolución, la libertad.

«Si en la paz la fuerza del gobierno popular es la virtud, en la revolución


lo es la virtud y el terror al mismo tiempo: virtud sin la cual el terror
resulta funesto; terror sin el cual la virtud es ineficaz. El terror no es
otra cosa que la justicia inmediata, severa, inflexible: es pues, una
emanación de la virtud; no es tanto un principio particular, cuanto una
consecuencia del principio general de la democracia aplicado a la
necesidad más urgente de la patria.

Se ha dicho que el Terror era instrumento del gobierno despótico. ¿Se


parece el vuestro al despotismo? El déspota gobierna mediante el terror
a sus embrutecidos súbditos. Tiene razón como déspota: Amansad
mediante el terror a los enemigos de la libertad, y actuaréis
razonablemente como fundadores de la República. El gobierno de la
Revolución es el despotismo de la libertad contra la tiranía …

¿Hasta cuándo el furor de los déspotas será considerado justicia, y la


Justicia popular barbarie o rebelión?» (Discurso de Robespierre a la
Convención, en P. Onnouse y otros, Documents D’Histoire vivante.)

Se emprende también una campaña de descristianización. Se cierran las


Iglesias y se suprime el culto católico sustituyéndolo por el culto a la
razón, Notre Dame de París pasa a ser el Templo de la Razón. Los
santos son sustituidos por mártires de la Revolución. El calendario
tradicional se cambia por otro revolucionario, con nombres climáticos y
de actividades agrícolas.

Mientras tanto, las victorias en el exterior contra la coalición, evitan la


invasión de Francia.

En marzo de 1794 se produce el ajusticiamiento del radical Hebert y del


moderado Danton. Asimismo, se disuelve el ejército revolucionario.
“Antes de 1792 los girondinos habían culpado a Luis (XVI) de los
reveses militares, pero ahora ¿a quién podían acusar? Consiguieron
encontrar una cabeza de turco, los sans-culottes y sus aliados
jacobinos, a quienes tildaron de “anarquistas” y “niveladores” (McPhee,
2002).
El 27 de Julio de 1794 (9 de Termidor del Año II), la Convención,
aterrorizada por los excesos de Robespierre, da un golpe de estado que
acaba con el Terror. Ordena su ejecución junto a San Just y veinte más
de sus partidarios (Reacción Termidoriana).

Convención Termidoriana (1794-1795)

Tras el golpe de estado que acaba con Robespierre, el grupo triunfador


proviene de la Llanura, poder de la burguesía moderada, posición
intermedia entre Gironda y Montaña.

Mientras en el exterior se obtienen victorias en Alemania, Holanda y


España, en el interior se libera a los presos y se permite el regreso de
los emigrados.

En 1795 se redacta una nueva Constitución en función de los intereses


de la burguesía, «para los termidorianos quedaba claro que sólo
aquellos que tuvieran una participación adecuada podían acceder al
gobierno, es decir, los hombres adinerados, educados, de mediana edad
y casados» (McPhee, 2002). Esta nueva Constitución reconocerá el
derecho a la propiedad y a la igualdad civil, pero rechazará la igualdad
total por utópica.

Se aprueba en plebiscito la Constitución. Se disuelve la Convención. Se


separan los poderes: judicial, independiente; legislativo, con dos
cámaras elegidas por sufragio restringido, el Consejo de los Quinientos
(sólo un tercio de sus miembros sería elegido cada vez) y el Consejo de
los Ancianos (hombres mayores de 40 años casados o viudos); y
ejecutivo, que recae sobre un Directorio compuesto por cinco miembros
renovables uno por año, elegidos por el Consejo de Ancianos entre los
miembros del Consejo de los Quinientos.

El Directorio (1795-1799)

El Directorio pretende ser una república conservadora (opuesta a


aristocracia y jacobismo), pero evoluciona hacia el autoritarismo
apoyándose en el ejército (18). Se disuelve la Comuna y se prohíbe la
Marsellesa. Se producirá el llamado Terror Blanco, política de depuración
y proscripción de jacobinos y desheredados, con la matanza masiva de
montañeses.
La abolición del precio máximo, hará subir la inflación y los precios. En
mayo de 1795 se producirán los Motines del hambre, que serán
sofocados drásticamente.

El 5 de octubre de 1995 se producirá una marcha de monárquicos a las


Tullerías que fracasará gracias a la intervención de un joven general:
Napoleón Bonaparte.

El Directorio continuará la obra de la Convención Termidoriana, pero


reforzando el poder ejecutivo y apoyándose cada vez más en el Ejército.

Las últimas iniciativas revolucionarias fracasarán frente al nuevo Estado


burgués. En Mayo de 1796 se produce la Conjura de los Iguales, Babeuf
intentará un golpe de estado que buscará instaurar un nuevo régimen
de corte radical, pero su acción será sofocada y el 27 de mayo Babeuf
será guillotinado.

Francia prosigue su guerra contra Austria e Inglaterra. Napoleón (19)


destaca por sus victorias en las campañas de Italia y Egipto cuando se
gesta la Segunda Coalición. En la campaña de Italia, Francia se rodea de
“repúblicas hermanas” que le proporcionan grandes beneficios
económicos.

En Francia, mientras tanto, se sucederán los golpes de estado


(Fructidor, Floreal)(20) y nuevos intentos monárquicos (resurgir de la
rebelión en La Vendée). Este periodo se caracterizará por las fuertes
tensiones debidas al resurgimiento religioso y la desorganización de la
Iglesia de Francia, por las numerosas deserciones en el ejército, por la
abstención política y por la violenta venganza.

Sièyes rodeado de un grupo de revisionistas constitucionales moderados


y con Napoleón al frente, tomará el poder por las armas el 9 de
noviembre de 1799 (el 18 de Brumario), dando comienzo una nueva
etapa: El Consulado.

Conclusión

El término Antiguo Régimen sirve para caracterizar un conjunto de


situaciones que abarcan aspectos jurídicos, políticos, sociales… muy
diversos, y que son propios de las sociedades europeas del siglo XVIII.
En la segunda mitad del siglo XVIII, el ordenamiento político-social de
Europa, salvo en el caso inglés, sigue manteniendo los privilegios y
ventajas sociales de los cuerpos o estamentos privilegiados (nobleza y
clero). Este sistema, feudal en sus orígenes, se basa en la alianza entre
monarquía y clases privilegiadas, ya que, a cambio de someterse al
poder real absolutista, verán reconocidos su estatus social y político.

Este orden social, que identifica nacimiento con función social, servirá
de base a la hegemonía política y jurídica que la clase privilegiada
impone al Tercer estado. La desigualdad y los privilegios de unos pocos
sobre la mayoría, constituirán los signos más llamativos de un orden de
cosas que criticará la Ilustración.

Ahora bien, desde hacia varios siglos, pero sobre todo en el XVIII,
nuevas fuerzas sociales y económicas han ido sustituyendo esa base: la
clase burguesa y un nuevo modo de producción (el capitalismo). En el
último tercio del siglo XVIII la burguesía es el sector más preparado del
Tercer estado, y el más cualificado para emprender los cambios.

Al no haber correspondencia entre la importancia económica de la


burguesía con la realidad social y política, que conserva los privilegios de
nobleza y clero, la situación desembocará en acciones de ruptura
violenta protagonizadas por la burguesía, que pretende la sustitución del
antiguo orden, el Antiguo Régimen, por otro acorde con su posición, el
Liberalismo burgués.

Dentro de las múltiples revoluciones y levantamientos que se producen


durante el siglo XVIII, será la revolución Francesa de 1789 la
fundamental. Dará como resultado un cambio completo en las
estructuras sociales de Francia. Su enorme repercusión alterará la
historia.

«Nacida de la abundancia y de la miseria, de la riqueza de una


burguesía productiva privada de poder político, de la miseria de un
campesinado agobiado por la reacción feudal, de un artesanado
empobrecido y desclasado por una economía protoindustrial y por la
crisis general, la Revolución sufre desde sus comienzos la presión de la
tensión entre libertad e igualdad» (Aróstegui, J., & otros.(2001). "El
Mundo Contemporáneo. Historia y Problemas". Barcelona, Crítica.)
Será una revolución burguesa y liberal que pretende la libertad frente al
poder despótico de una monarquía autocrática, pero también una
igualdad civil.

Desde la toma de la Bastilla en 1789, los sucesivos gobiernos


revolucionarios tratarán de reorganizar todos y cada uno de los aspectos
de la vida basados en los principios fundamentales de la Revolución, al
mismo tiempo que los oponentes al cambio, dentro y fuera de Francia,
forzarán a los gobiernos revolucionarios a tomar medidas para preservar
la Revolución, que culminarán con el Terror (1793-1794).

Tanto los que ostentaron el poder en aquel momento, como los que les
fueron sustituyendo (Asamblea Nacional, Convención Nacional,
Directorio), intentarán alcanzar la estabilidad. Al final, la subida al poder
de Napoleón (1799) supondrá el inicio de esa buscada estabilidad.

«Una revolución que comenzó en 1789 con ilimitadas esperanzas en una


era dorada de libertad política y cambio social había terminado en 1799
con un golpe militar (…) el pueblo francés tuvo que soportar una década
de inestabilidad política, de guerra civil y de conflicto armado con el
resto de Europa». (McPhee, P. (2002) "La Revolución Francesa 1789-
1799)" (6ª ed.) Madrid, Siglo XXI)

La Revolución Francesa fue el más importante movimiento de toda la


época revolucionaria. Sustituyó el Antiguo Régimen por la sociedad
moderna y en su última fase se hará tan radical, que todos los
movimientos revolucionarios posteriores la tendrán como antecedente.

La década de la Revolución Francesa fue importante por elaborar y


proclamar ideas políticas fundamentales (Declaración de los Derechos
del Hombre y el Ciudadano, 1789, y la Constitución Jacobina, 1793).

Por primera vez un país se transforma siguiendo pautas republicanas y


democráticas, cuyos resultados ni siquiera será capaz de invertir la
restauración monárquica de 1814. La idea de que sólo son legítimas las
formas de gobierno basadas en la soberanía popular, se extenderá por
toda Europa.

Napoleón se convertirá en la amenaza para los aristócratas de Europa.


Todas las antiguas barreras de los privilegios, las exenciones de
impuestos, los localismos, los exclusivismos de clase, han desaparecido.
La nueva Francia coloca en los cargos a hombres capaces sin tener en
cuenta sus orígenes.

«El principio de la igualdad ciudadana demostró que no sólo tenía el


atractivo de la justicia, sino también que era políticamente útil, y los
recursos de Francia fueron lanzados contra Europa con una fuerza que
nada pudo detener, durante muchos años» (Palmer, R. & Colton, J.
(1980). "Historia Contemporánea". Madrid, Akal.)

Los campesinos que eran dueños de sus tierras fueron los beneficiarios
más directos de la Revolución. Tras la abolición de los tributos feudales
y del diezmo eclesiástico, ambos pagados en especie, los granjeros se
verán en una posición inmejorable para concentrarse en el uso de las
tierras, para conseguir cultivos más productivos. La abolición del señorío
favorecerá el cambio en las relaciones sociales rurales. Los nobles
pierden la autoridad social que estaba basada en su título, ahora debe
basarse en su estima personal y en su poder económico. Incluso los
nobles que consiguieron que sus propiedades sobrevivieran tras la
Revolución, hubieron de cambiar sus relaciones con los demás.

Pero aunque la Revolución lucho por la igualdad civil, la posición


vulnerable de la mayoría de la población, en especial de las mujeres, no
se verá sustancialmente mejorada.

«Los jornaleros tendrían que esperar casi dos siglos y vivir otras
revoluciones –políticas, industriales y, sobre todo, culturales- para que
las desigualdades se redujesen significativamente y para que la libertad
tuviese auténtico sentido». (Denise, Maurice and Robert Bréant,
"Menucount" (1989)

_________________________________________________________

(1)Denis Diderot (1751-1780) publicará la Enciclopedia, empresa de la


intelectualidad ilustrada. Compendio del conocimiento científico, técnico
e histórico, con una actitud crítica respecto a la sociedad e instituciones
de la época, y que aglutina es espíritu escéptico, racional y científico de
los ilustrados. Considera la razón fundamento de la filosofía, la ciencia,
la organización social y de la realización de los hombres. En ella
colaboraron todos los filósofos franceses de la época: Voltaire,
Montesquieu, Rousseau, D’Alembert, Buffon, Turgot, Quesnay y otros.
(2)El marqués de La Fayette (1757-1834) fue el primer héroe de la
Revolución. Militar victorioso en la guerra de Independencia americana y
jefe de la guardia nacional, caerá en desgracia tras la represión del
Campo de Marte (1791) y su defensa de Luis XVI, viéndose obligado a
huir de Francia.

(3)Tayllerand está considerado como el primer gran político


contemporáneo, siendo uno de los principales precursores de la
Revolución Francesa, apoyará el golpe de Estado militar de Napoleón
que acabará con el Directorio, y conseguirá más tarde ser ministro de
Luis XVIII.

(4)Autor de “¿Qué es el estado llano?” (1789)

(5)Maximilien de Robespierre (1758-1794). Despuntó en la Asamblea


por su oratoria y por sus posiciones firmes. Denunció la conspiración
aristocrática en el interior del país y atacó duramente la intervención en
la guerra. Se ganó el sobrenombre de “el incorruptible”. Más tarde será
miembro del Comité de Salud Pública, e impondrá el conocido Gobierno
del Terror.

(6)McPhee, P (2002). "La Revolución Francesa, 1789-1799".Barcelona,


Crítica.

(7)Las manifestaciones populares que jalonaron la historia de la


Revolución, reciben el nombre de "Jornadas Revolucionarias"

(8)La Bastilla era una prisión política del Estado francés, símbolo de la
arbitrariedad del Antiguo Régimen, donde se encerraba a aquellos que
cometían delitos de opinión, permaneciendo en ella mientras el rey no
ordenase su liberación, o el reo muriera.

(9)A pesar de ello contiene muchas contradicciones, la igualdad es sólo


civil, existe libertad de prensa y opinión, pero no de asociación. Es un
texto de carácter universal aún vigente.

(10)El día 17 de julio el Club de los Cordeleros organizó una


manifestación desprovista de armas en el Campo de Marte para exigir la
abdicación de Luis XVI. Lafayette, comandante de la Guardia Nacional,
recibe la orden de dispersar a los manifestantes, por lo que ordena izar
la bandera roja en señal de que las tropas abrirían fuego si la
muchedumbre no se dispersa, a continuación los ciudadanos
responsables de su Guardia Nacional dispararán a los manifestantes
matando cerca de cincuenta.

(11) Sólo pueden votar aquellos que tienen un mínimo de fortuna, es


decir, los ricos.

(12)Jean-Paul Marat (1743-1793) había creado en 1789 su periódico


“L’ami du peuple”, desde cuya tribuna denunciará la conspiración
aristocrática y a los enemigos de la Revolución (Necker, La Fayette).
Participará en la jornada del 10 de agosto de 1792, y será uno de los
responsables de las matanzas de septiembre, además de propiciar la
votación que condenará a muerte al rey.

(13) El sans-culotte era el revolucionario parisino por excelencia: había


participado en las grandes jornadas revolucionarias, como la toma de la
Bastilla, y, por eso, se le representaba con una pica. Procedía del pueblo
bajo urbano y se le distinguía por su atuendo, que le daba el nombre: a
diferencia de sus enemigos, los aristócratas, no llevaban calzón corto
(“sans-culotte “ significa “sin calzón”), sino un pantalón tejido de baja
calidad, camisa, chaleco y gorro rojo, que acabó convirtiéndose en el
uniforme revolucionario.

(14)En esta época se había hecho famoso el “Chant de guerre pour


l’armée du Rhin”, compuesta por el monárquico Rouget de Lisle para las
tropas del rey, esta canción se extenderá hacia el sur y los patriotas
republicanos de Marsella y Montpellier la harán suya y la llevarán a París
en el mes de agosto.

(15)En 1793 estallaron en el Oeste de Francia los primeros movimientos


armados contrarrevolucionarios. Por un lado, los chuanes, que actuaron
como pequeñas guerrillas al norte del Loira, por Bretaña y Normandia.
Por otra la insurrección de La Vendée, que estalló el 3 de marzo como
reacción al anuncio del reclutamiento forzoso de cerca de 100.000
hombres, formando un ejército que experimentaría una gran expansión.
La Convención no tardó en concentrar sus fuerzas en el Oeste, y entre
los días 15 y 17 de octubre, el ejército vendeano fue derrotado en
Cholet, marcando el punto de inflexión en la guerra de La Vendée. El 23
de diciembre de 1793, en la Batalla de Savenay, la rebelión será
definitivamente aplastada. “En un principio, la Vendée no fue ni
contrarrevolucionaria ni antirrevolucionaria: la revolución, tan ansiada al
inicio, no había traído consigo más que problemas. La posterior
participación de los nobles y del clero refractario le dio un matiz
contrarrevolucionario(..)” (McPhee, 2002, pág. 135)

(16) Charles-François de Périer, más conocido como Dumouriez (1739-


1823), se inscribirá en el Club de los Jacobinos en 1790, y en 1792 es
ya ministro de Asuntos Exteriores. Como jefe de los ejércitos del Norte
participa en las batallas de Valmy y Jemappes y conquista Bélgica.

(17)Será asesinado por Charlotte Corday, partidaria de los girondinos


para quien Marat personificaba los excesos de la Revolución.

(18) El ejército, al igual que las demás instituciones francesas,


experimentó un cambio sustancial durante la Revolución. Tradicional
coto de la aristocracia, vio como jóvenes militares de procedencia
popular ascendían en una carrera fulgurante hasta lo más alto. Ellos
serán quienes más tarde protagonicen la gloria del Imperio Napoleónico.

(19)La Revolución Francesa y sus guerras ofrecieron a Napoleón y otros


jóvenes soldados la oportunidad de ascender rápidamente

(20)El 26 de junio en la batalla de Floreal se terminará por fin con la


amenaza de las tropas austríacas en suelo francés.

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