Dialogismo18 PDF
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Dialogismo y semiótica
de cuentos míticos mayas
ISBN 978-607-30-0964-5
ÍNDICE
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
PRIMERA PARTE
DIALOGISMO Y LITERATURA ORAL
1. Perspectivas teóricas . . . . . . . . . . . . . . . . 19
La perspectiva teórica y metodológica . . . . . . . . . . 20
Tradición oral y literatura . . . . . . . . . . . . . . . 22
Tradición y memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
5. Mitología y literatura . . . . . . . . . . . . . . . 73
Folclore y literatura en Jakobson .
. . . . . . . . . . . . 74
Mitopoética en Bajtín . . . . . . . . . . . . . . . . 76
Mitología y literatura en Lotman . . . . . . . . . . . . 79
Cultura como sistema . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
Símbolo y mitología . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
Literatura artística . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
SEGUNDA PARTE
CUENTOS MÍTICOS MAYAS
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
Anexo de relatos
Bibliografía
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203
PREFACIO
10
INTRODUCCIÓN
11
12
El corpus narrativo
Buena parte de los relatos que aquí se presentan y analizan fue reco-
pilada hace ya mucho tiempo, a mediados de la década de los ochenta
del siglo pasado, durante mi estudio etnográfico del pueblo ch’ol en
el norte de Chiapas, principalmente en los municipios de Tumbalá y
Salto de Agua. La selección de los relatos analizados responde en bue-
na medida a la relación que sus contenidos guardan con los temas
teóricos de mi interés.
El estudio también incluye relatos publicados por otros investigado-
res, como los del capítulo sobre identidad en la narrativa, y también
hay relatos recogidos entre otros grupos mayas de Chiapas, así como
algunos que he llamado “anónimos”, por desconocer a su narrador.
Su inclusión obedece a la oportunidad que ofrecen para comparar y
ampliar mi propio corpus de la narrativa ch’ol.
Una colección de esta narrativa la he dispuesto en un anexo al final
del libro, con el objetivo de simplificar las referencias en el proceso de
análisis que se efectúa en los diferentes capítulos, pero también porque
en sí misma posee un valor cultural que merece destacar con luz propia.
El volumen se encuentra organizado en dos partes principales, la
primera dedicada a la presentación de las perspectivas teóricas que
fundamentan el estudio de la narrativa en cuestión, la identificación de
los conceptos centrales que se emplearán como herramientas de aná-
lisis, y las perspectivas metodológicas de la investigación etnográfica.
La segunda parte está dedicada al análisis de los cuentos mayas,
en buena medida recopilaciones etnográficas que efectué durante mis
estudios entre los ch’oles de Chiapas. Sin embargo, cada capítulo con-
tiene asimismo una discusión importante de conceptos teóricos especí-
ficos que se emplean en el análisis de cada caso.
13
14
15
19
1
Véase las contribuciones de Lenkersdorf (1996), León Portilla (1997), Ligorred
Perramón (1990, 2000), López-Austin (1996), Lumholtz (1945), Montemayor (1993,
1996), Preuss (1982), entre otros, para el caso mexicano.
20
2
Me refiero a la obra del filósofo, de su círculo intelectual y de los aportes de los
bajtinistas contemporáneos. Así, el término bajtiniano se refiere a: “a set of concepts
derived from the writings of members of the Bakhtin circle.. I refer to these concepts
as categories in the sense of primary ideas which constitute a discursive network that
coordinates subordinate ideas in a hierarchial system”. Barry Rutland, “Bakhtinian
Categories and the Discourse of Postmodernism”, en Thomson (2011: 123).
21
3
Véase la comparación que plantéa Volóshinov (1997: 115) entre el enunciado y
el entimema.
4
Sobre esta discusión, ver Alejos García 2001.
22
Tradición y memoria
23
24
25
Dialogismo y enunciado
Sentences mean only as utterances
that are specific exchanges within
discourses realized through genres
(Rutland 2011: 123)
27
1
Véase una discusión crítica de los conceptos de dialogismo y enunciado de Bajtín
en Jacorzynski (2015: 61-73).
2
Véase el capítulo “El problema de los géneros discursivos” en Bajtín (1982: 248-
293) y Volóshinov (1997: 115).
28
29
30
3
Esta misma concepción la subraya Carlos Reynoso (2003) en su discusión del dia-
logismo bajtiniano: “en la análítica de Bajtín los contenidos connotativos de un signo
no están dados de una vez y para siempre … el signo se dinamiza y se constituye en
terreno de la lucha de clases” (citado en Machuca Ramírez 1995: 110).
31
La palabra carnavalesca
4
Una reseña de este concepto de carnaval en Jacorzynski (2015: 70 ss.). Véase un
tratamiento de la teoría del carnaval de Bajtín en el último capítulo de este volumen.
32
La relación Bajtín-Lotman
5
Véase Reid (1990), Navarro (2005).
33
6
Así lo muestra Reid (1990) en su estudio sobre el tema.
34
7
Véase el capítulo “El problema del texto en la lingüística, la filología y otras
ciencias humanas. Ensayo de análisis filosófico”, en Bajtín (1982).
35
36
El dialogismo bajtiniano
1
Una versión preliminar fue presentada como ponencia en el Foro Académico “Tu
y yo en diálogo con Mijaíl Bajtín”, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en abril
de 2016.
37
se establecen entre las réplicas de un diálogo real, por ser mucho más
abarcadoras, heterogéneas y complejas” (Bajtín 1982: 317). Es intere-
sante, en este sentido, la observación de De Michiel (1997) acerca de
la lectura semiótica efectuada por Lotman del concepto de diálogo en
Bajtín:
2
Véase Clifford y Marcus (1986), Geertz (1989), Taylor (2001), Tedlock y Mann-
heim (1995), Rabinow (1992), Reynoso (2003). Para la antropología en México, Ale-
jos García (2006), Coronado y Hodge (1998), García Rodríguez (2012), Jacorzynski
(2015), Sánchez Jiménez (2014) y Machuca Ramírez (1995:110), en especial el co-
mentario de este último sobre la influencia de Bajtín como un precursor de la “antro-
pología dialogal”, inspirador de autores como Geertz, Tedlock, Clifford y Tyler.
38
39
Existe una idea unilateral y por eso incorrecta, pero muy viable, acerca
de que para una mejor comprensión de la cultura ajena hay que de al-
guna manera trasladarse a ella y, olvidando la propia, ver el mundo con
los ojos de la cultura ajena. Esta idea, como ya se dijo, es unilateral. Por
supuesto, la compenetración con la cultura ajena, la posibilidad de ver
el mundo a través de ella es el momento necesario en el proceso de su
comprensión, pero si la comprensión se redujese a este único momento,
hubiera sido un simple doblete sin poder comportar nada enriquece-
dor. Una comprensión creativa no se niega a sí misma, a su lugar en
el tiempo, a su cultura, y no olvida nada. Algo muy importante para
la comprensión es la extraposición del que comprende en el tiempo, en la
cultura […]
En la cultura, la extraposición viene a ser el instrumento más pode-
roso de la comprensión. La cultura ajena se manifiesta más completa y
profundamente sólo a los ojos de otra cultura (pero aún no en toda su
plenitud, porque aparecerán otras culturas que verán y comprenderán
aún más). Un sentido descubre sus profundidades al encontrarse y al
tocarse con otro sentido, un sentido ajeno: entre ellos se establece una
suerte de diálogo que supera el carácter cerrado y unilateral de estos
sentidos, de estas culturas […] en un encuentro dialógico, las dos cul-
turas no se funden ni se mezclan, cada una conserva su unidad y su
totalidad abierta, pero ambas se enriquecen mutuamente (Bajtín 1982:
351-2).
40
41
4
Véase otras referencias a las coincidencias entre Bajtín y Wittgenstein en Jacor-
zynski (2015).
42
43
6
Asimismo, Machuca Ramírez identifica una coincidencia entre el pensamiento
de Bajtín y antropólogos posmodernos como Geertz, quienes “reestablecen un tipo de
densidad y textura de la cultura concebida como ‘urdimbre’, y materia de la etnogra-
fía, de la misma naturaleza que el texto literario” (1995: 113).
44
ejerce a través del discurso. Sólo así podrá realizarse como obra dialó-
gica en el sentido bajtiniano: reconociéndose como interlocutor entre
los sujetos de su descripción, la comunidad científica y la sociedad
global.
La etnografía del discurso social es una manera de hacer etnografía
que propuse hace más de 30 años, en mi estudio de los ch’oles de la
sierra Norte de Chiapas (1984-1988)7. Fue un trabajo incipiente, pero
que marcaba una línea teórico-metodológica novedosa y con propues-
tas sugerentes y críticas para la investigación. Era ésta una propuesta
contemporánea y cercana a la antropología dialógica y la etnografía
posmoderna de la escuela norteamericana, representadas en las an-
tologías de Clifford y Marcus (1986), Reynoso (2003) y Tedlock y
Mannheim (1995), aunque, como hemos visto, con diferencias impor-
tantes, particularmente respecto al entendimiento del concepto dialó-
gico. Un dialogismo entendido solamente como una perspectiva que
permite incorporar en el análisis la “multiplicidad de voces” es una
perspectiva estrecha, que ignora que en Bajtín la polifonía es asimismo
heteroglósica8. Una obra posterior que también muestra la influen-
cia de Bajtín en la antropología y la lingüística en Francia (Monod
y Erikson, 2000) desarrolla el concepto dialógico como herramienta
analítica para la etnolingüística americanista, subrayando los aspectos
dialógicos codificados en la lengua, así como la interdiscursividad del
acto narrativo.
En el marco de mi tesis de maestría (1988) puse en práctica una “et-
nografía del discurso”, como un método específico para la investiga-
ción de campo y para el análisis del material etnográfico. La propuesta
se inspiraba principalmente en nociones de antropología filosófica de
Bajtín, buscando adecuarlas al campo de la investigación etnográfica.
En especial, la categoría de género discursivo fue un eje que permitió
una aproximación a la cultura en términos de conformaciones discur-
sivas que organizan la vida social y dan estabilidad de sentido a los
actos comunicativos. Esto me llevó a la identificación de un género
7
Véase Alejos García (1988b, 1994, 1997).
8
Muestras de una lectura del dialogismo de Bajtín como polifonía o “diálogo” la
encuentro en García Rodríguez (2012: 53), Jacorzynski (2015: 71-72, 97) y en Sán-
chez Jiménez (2014: 163): “… Bajtín, quien acuñó el dialogismo para el análisis de las
múltiples voces que crean un acontecimiento”.
45
9
Sobre este tema, véase la reflexión de Malcuzynski (2006).
46
10
Sobre este tema, véase Alejos García (1996, 2006) y García Rodríguez (2012).
47
48
Reflexiones
11
Véase Alejos García (2006), Bajtín (1997), Bubnova (2006), García Rodríguez
(2012), Machuca Ramírez (1995), Taylor (2001).
49
50
1
Una versión preliminar fue presentada como ponencia en el Primer Congreso
Internacional Poéticas de la oralidad, Morelia, Michoacán, 5 de junio de 2014.
2
Véase el capítulo “Sobre el contenido y la estructura del concepto de ‘literatura
artística’, de Lotman (1996: 162 ss.).
51
3
“… el hecho de que un texto sea escrito por un autor maya (es decir, que el
autor ‘real’ asuma una identidad étnica y cultural determinada) no significa que dicha
producción estética proponga una reorganización o una reflexión sobre las configura-
ciones culturales y simbólicas propias de su etnia” (Ibid.: 149).
52
53
54
4
“La oralitura es una tradición literaria no escrita que los pueblos han desarrolla-
do y que entre las culturas indígenas se mantiene viva en la actualidad. Esta tradición
heredada ha permitido a los creadores elaborar y formular pensamientos sublimes en
estructuras semánticas y gramaticales complejas, es una forma de escritura no mate-
rializada en un soporte físico. La existencia de modelos orales en el proceso de crea-
ción literaria en lenguas indígenas constituye una experiencia única en el panorama
literario mexicano. Como sistema de creación literaria, la oralidad se apoya de la es-
crituralidad que está ligada al dominio instrumental de una idea. Antes de la escritura
gráfica, es la exploración de los límites entre escritura y oralidad […].
La literatura mexicana abarca lo oral y lo escrito, las lenguas indígenas mantienen
la tradición literaria oral, o sea la oralitura, así como la escritura de sus lenguas y el
español para crear literatura. Nuestro país, al contar con más de 60 lenguas, tiene,
por lo tanto, más de sesenta tradiciones literarias, tanto orales como escritas” (http://
www.culturaspopulareseindigenas.gob.mx/cp/index.php?option=com_content&view=
article&id=116:oralitura&catid=60:mexico-multilingue).
5
Véase la caracterización de Melétinski del cuento maravilloso como “una forma
artísitico-literaria en toda su especificidad”, en Bubnova (1987: 117).
6
Véase al respecto Alejos García (2001); Bubnova (1987: 103).
55
a inicios del siglo xx, así como la importancia que esta corriente dio
a la estética de la oralidad y su presencia en la literatura escrita7. Por
su parte, Lévi-Strauss también empleó el término “literatura oral” al
referirse a la narrativa oral indígena, reconociendo en Propp a un pre-
cursor de esos estudios (Lévi-Strauss 1973: 114)8.
También siguiendo las consideraciones pioneras de Propp, Jakobson
dedicó cierta atención a la naturaleza artística de las creaciones ver-
bales folclóricas, estableciendo criterios para definir sus relaciones y
distinciones respecto de la literatura escrita. El autor reconoció las in-
fluencias recíprocas entre folclore y literatura, pero vio la necesidad de
distinguir una de otra. Una diferencia esencial, dice, es la relación es-
pecífica del folclore hacia la lengua en términos de la tradición, mien-
tras que la literatura lo hace respecto del habla, como improvisación.
El autor también enfatizó las diferencias en el nivel funcional, advir-
tiendo sobre la tendencia de aplicar las tipologías literarias a las for-
mas folclóricas, considerando que la tipología de estas últimas debería
efectuarse independientemente de las primeras, debiendo definirse en
relación a la comunidad específica que los crea (1973: 69).
7
Sobre este tema, véase Jakobson (1973).
8
Ver también Lévi-Strauss (1979: 128-130).
56
57
10
“In reference to an institution, to a system of specialized, ethnocentric, and cul-
turally imperialistic values …. [But] orality does not mean illiteracy” (la traducción
es mía).
11
Ver supra.
58
59
the men and women who tell these literatures, the storytellers, do so in the context
of performative traditions in which the past exists in a dialectical relationship with
the present, each of these constantly evolving as it is reevaluated and reinterpreted in
the light of the other. Third, in these performances storytellers exercise and embody
a form of discursive agency that we can analyze in their unique articulations of these
texts. Fourth and finally, that the men and women who write indigenous literature as
tellings of stories do so in order to destabilize the prestige of the written word and call
readers’ attention to the vibrant realities of this other non-Western literary tradition”
(Worley 2013).
14
“ ‘Literature’ refers, roughly, to that body of discourses or texts which, within
any society, is considered worthy of dissemination, transmission, and preservation
in essentially constant form. In our society, we typically associate literature with the
written medium; however, works originally composed in writing can of course be
preformed orally, as when parents read aloud to children, or when poets give public
‘readings’. A further question, however, is the appropriateness of the term ‘oral lit-
erature’ —a phrase which for some people probably still constitutes an oxymoron:
how can something consist of litterae and yet be oral? Still, the term has been widely
used for literature which is composed, transmitted and performed orally; well-known
examples are the Iliad and Odyssey in their original forms, and the much longer epics
of ancient India” (La traducción es mía).
60
Estética de la oralidad
15
“I wish to add my voice to those of Tedlock, Hymes, and others who have
emphasized that Native American oral narratives must be taken seriously as litera-
ture” (Bright 1984: 86). Un estudio reciente dedicado a la literatura oral de los mayas
yucatecos concuerda con esta opinión: “First and foremost, I argue that the binary
orality/literacy generally and arbitrarily excludes oral literatures from literary studies
and that oral literature must been included in contemporary analyses of indigenous
literary production. Second, that the men and women who tell these literatures, the
storytellers, do so in the context of performative traditions in which the past exists
in a dialectical relationship with the present, each of these constantly evolving as it is
reevaluated and reinterpreted in the light of the other. Third, in these performances
storytellers exercise and embody a form of discursive agency that we can analyze in
their unique articulations of these texts. Fourth and finally, that the men and women
who write indigenous literature as tellings of stories do so in order to destabilize the
prestige of the written word and call readers’ attention to the vibrant realities of this
other non-Western literary tradition” (Worley 2013)
16
Es más, la semiótica de Lotman no solamente incluye como texto lo oral y lo
escrito, sino cualquier mensaje significativo al interior de la cultura que haya sido
codificado como mínimo dos veces (1996).
61
62
63
64
Cuestionando el canon
65
El folklore, excluido de los límites del arte por la teoría del clasicismo,
se convirtió en una norma estética ideal para la Ilustración y para los
Prerrománticos […] Así, no solo los textos artísticos participan en el
desarrollo artístico. El arte, siendo parte de la cultura, necesita del no-
arte para su desarrollo, justo como la cultura [necesita] de la no-cultura
(Ibid.: 166).
17
Véase el capítulo “El arte canónico como paradoja informacional” en Lotman
(1996: 182-189).
66
18
Véase Houston (1996), Tedlock (2010), entre otros.
67
19
“The time has come to take a further step and proclaim that literature existed
in the Americas before Europeans got here —not only oral literature but visible lite
rature. So far, there is very little in print that would bring such a claim to life. Much
decipherment has taken place but very little in the way of translation. Part of the
problem is that decipherment is guided by linguistic rather than literary goals”.
68
69
20
Véase Espino Relucé (2010), García 2003), Lienhard (2003), Houston (1996).
21
Véase Ligorred perramon (2000), Ortega Arango (2013), Worley (2013).
22
Véase Burns (2013), Ortega Arango (2013), Tedlock (2010), Worley (2013),
23
“The [Mayan] men and women who write indigenous literature as tellings of
stories do so in order to destabilize the prestige of the written word and call readers’
attention to the vibrant realities of this other non-Western literary tradition”. La tra-
ducción es mía.
24
Como he mencionado, Lotman (1996) ha abierto una importante discusión acer-
ca de la función subversiva del arte que es relevante para nuestros planteamientos.
70
71
1
Véase en especial el capítulo “Literatura y mitología” en Lotman (1996: 190-
213).
73
2
Véase la entrada “la literatura y los mitos”, en Melétinski et al. (2002: 247-263).
74
75
Mitopoética en Bajtín
76
3
Véase la discusión acerca de la cronotopía de la palabra en el último capítulo
de este libro.
4
(Bajtín 1989: 98-99). Véase la discusión al respecto en el capítulo precedente.
77
[E]l lenguaje ajeno puesto entre comillas entonativas tiene una gran an-
tigüedad: la encontramos en fases muy tempranas de la literatura …
la palabra novelesca ha tenido una larga prehistoria, que se pierde en la
profundidad de los siglos y milenios. Se ha formado y madurado en
los géneros orales familiares -poco estudiados- de lenguaje popular ha-
blado, así como en algunos géneros folclóricos y literarios inferiores”
(Ibid.: 420).
5
Esta idea la vamos a encontrar presente en el posterior trabajo de Lotman en
relación a la función canónica y anticanónica del arte en la cultura (ver infra).
78
Casi todas las categorías del pensamiento humano acerca del mundo y
del hombre … tienen un carácter estético, estética es también la eterna
tendencia del pensamiento a imaginar las palabras y datos que vienen
dados con anterioridad y existen en alguna parte, tendencia que ha
creado el pensamiento mitológico y, en medida considerable, también el
metafísico (Bajtín, 1989: 35-36).
6
Yuri Lotman representa una escuela de pensamiento ruso conocida como la se-
miótica de Tartu, en la que participan otros destacados estudiosos. Esta semiótica se
desarrolla en un momento de intensa creación teórica en la Unión Soviética del siglo
xx. Podemos decir que la semiótica “lotmaniana” es parte de la formidable contribu-
ción rusa para la fundación de disciplinas científicas y humanistas en Europa, especial-
mente en los campos de la lingüística, la literatura y los estudios culturales.
79
80
81
Símbolo y mitología
82
Los textos de tradición oral son aquellos que han sido codificados
por la cultura como portadores de la memoria colectiva. En la na-
rrativa oral las palabras están cargadas de significados, de símbolos,
que viven y se recrean en el acto mismo de la narración. El símbolo
aparece como un tipo especial de texto, un condensador de memoria
colectiva, un texto que recuerda profundidades temporales diferentes,
con fronteras cerradas respecto al entorno, y que cumple con la fun-
ción arcaica de recordar y traer al presente textos culturales antiguos,
adaptándolos a los nuevos contextos y cambios en la cultura. El sím-
bolo mantiene una independencia respecto de sus contextos actuales.
En tal sentido, el símbolo muta, al transformarse y transformar al
contexto cultural, acumula y organiza la experiencia colectiva. En tan-
to que condensador semiótico, el símbolo es multivocal, recuerda sig-
nificados que ha adquirido con el tiempo, y es así un transportador de
textos culturales (Id.). Otro señalamiento importante de Lotman sobre
el texto simbólico es que en aquellas culturas orientadas a la norma, a
la repetición, y no al registro de lo novedoso, la escritura no es nece-
saria, de tal manera que los símbolos funcionan como elementos para
traer al presente, o proyectar al futuro, aquellas normas que deben
repetirse, reiterarse. La cultura oral está orientada al futuro, la cultura
escrita lo está hacia el pasado (1998: 83-84). De allí que el autor afir-
me que la memoria oral se encuentra saturada de símbolos.
Así pues, los cuentos folclóricos transportan símbolos mitológicos,
pero en el proceso de su conversión del mito al cuento Lotman identi-
fica una transformación fundamental. Planteando estas ideas en forma
necesariamente hipotética, nuestro autor considera que en la cultura
arcaica, con predominio de un pensamiento mitológico, el mito era
el aspecto narrativo de una totalidad semiótica que incluía al ritual,
la vida cotidiana y diversos aspectos contextuales. El mito se encon-
traba subordinado a un tiempo cíclico, en donde los acontecimientos
no tenían un orden lineal, sino que se repetían de acuerdo a un orden
dado de antemano7. “La narración de tipo mitológico no se construye
7
Véase la interpretación de Melétinski en relación al “modelo del mundo” que
instaura el mito, al orden social y cósmico que no admite el caos y el desorden, así
83
Literatura artística
como en la función del rito de “conservación del orden mediante acciones periódica-
mente reproducidas” en Bubnova (1987: 112-113).
84
8
Al respecto, véase Lotman (1996: 166, 174).
85
9
Véase los señalamientos de Melétinski sobre el mito en la literatura del siglo xx
en Bubnova (1987: 118ss).
86
Todos los textos míticos que conocemos llegan a nosotros como trans-
formaciones: traducciones de la conciencia mitológica al lenguaje verbal
lineal (Lotman 1998: 29).
Como hemos visto, existe una amplia literatura en torno a las re-
laciones históricas, temáticas y estructurales entre el mito y el cuen-
to como géneros de tradición oral. Destaca sin duda la contribución
del sabio ruso Vladimir Propp, quien al formular una teoría sobre
la estructura del cuento maravilloso, y sobre las raíces históricas del
cuento, sentó las bases para el estudio científico y para las posteriores
investigaciones. Su influencia en el estudio mitológico de Lévi-Strauss
es buena muestra de ello, y la polémica desatada entre ambos estudio-
sos es en sí misma un aporte de mucho interés para el estudio de los
vínculos entre el mito y el cuento tradicional1. De hecho, Lévi-Strauss
reconoce la primacía y genialidad del aporte de Propp, así como su
conocimiento “indirecto” de su obra a través de su comunicación con
Roman Jakobson. Es importante recoger el reconocimiento que Lé-
vi-Strauss publica en su Antropología estructural acerca de las ideas
“proféticas” del sabio ruso, que según él se “anticiparon” a su propia
obra2:
La notion de «situation iniciale», la comparaison d’une matrice mytho-
logique aux règles de la composition musicale … la nécessité d’une
lecture simultanément «horizontale» et «verticale» …, l’utilisation
constante de la notion de groupe de substitutions et de transformation
1
Véase la discusión en el célebre capítulo “La structure en la forme” de Lévi-
Strauss (1973: 139-173).
2
Marco estas referencias entrecomilladas, porque considero que más que una
“anticipación” de ideas propias, o un conocimiento “indirecto”, en este pasaje Lévi-
Strauss reconoce implícitamente que estos conceptos fundamentales de Propp le fue-
ron comunicados a través de Jakobson, y que construyó su teoría estructural basado
en los mismos, por lo que se trataría de un plagio de ideas, aunque la academia tienda
a considerarlo como una “traducción de un sistema a otro, o una transferencia”.
89
3
“Le conte de fées, ramené à sa base morphologique, est asimilable à un mythe”.
90
La mujer-perra
91
Hubo una vez un hombre que vivía muy contento con su mujer, hasta
que un día ella enfermó y murió. A partir de entonces su vida se tornó
triste y difícil.
En una ocasión, este hombre salió al monte a buscar algo de comer
y al regresar a su casa encontró que alguien le había preparado la co-
mida. Intrigado, quiso averiguar quién le estaba ayudando, por lo que
un día regresó a su casa más temprano que de costumbre, pero al llegar
encontró la comida ya lista.
Decidido a conocer el secreto en torno a la preparación de su comi-
da, en vez de ir a trabajar a la milpa, el hombre se escondió en un lugar
cercano para observar lo que ocurría en su casa. Desde allí vio que
dentro de su casa estaba una mujer sentada frente a la piedra de moler,
amasando el maíz para hacer sus tortillas.
4
Véase el texto en ch’ol y la traducción en el Anexo.
92
93
6
Sobre esta categoría analítica véase Lotman (1998: 97 ss.).
94
Por otro lado, la perra como un personaje central del relato nos
llama a varias reflexiones. En la familia campesina los perros son un
elemento fundamental de la vida doméstica, participando en diversas
tareas, todas de mucha importancia. Al interior del hogar, estos tienen
la función de actuar como fieles guardianes, especialmente durante la
noche. Otra tarea importante es la del acompañamiento, de la mujer
y los hijos en el hogar, y de los hombres durante el trabajo agrícola,
alertando en todo momento de los peligros del monte. A ello se suma
su necesaria participación en actividades de cacería. No es extraño
que en la mitología maya, el perro ocupe un lugar importante, como
lo revela el que sea éste el encargado de acompañar al difunto en su
camino al otro mundo7, o el encargado de sancionar ciertas desviacio-
nes morales8. En el relato que nos ocupa, la estrecha relación entre el
perro y el ser humano se pone de manifiesto en la declaración de ser
por el amor hacia el amo que la perra se transformaba en mujer, y
cumplir de esa manera la tarea alimenticia fundamental.
Otro aspecto mitológico importante, que se encuentra como otro
sobreentendido cultural es justamente el de la “transformación” de
una en la otra. En la antropología mesoamericana, esta noción cul-
tural se conoce como nagualismo, y consiste en la idea según la cual,
humanidad y naturaleza se encuentran íntimamente ligadas, y algunos
individuos poseen una doble, o incluso múltiple faceta de su identidad,
que les permite ser humanos, animales o meteoros a voluntad9. En este
caso existe cierta ambigüedad en el relato, pues si bien se dice que la
7
Véase Ruz Lullier (1991: 37).
8
En la narrativa tradicional guatemalteca, es un perro conocido como El Cadejo,
quien puede proteger, pero también dañar a borrachos y mujeriegos. Véase Lara Fi-
gueroa (1990: 71 ss.).
9
Entre los pueblos mesoamericanos contemporáneos, con frecuencia el nagualismo
se encuentra asociado al demonio, el mal, la brujería y otras ideas cristianas.
95
96
97
1
Este capítulo fue elaborado a partir de una ponencia presentada en el Cuarto
Congreso Internacional de Mayistas, celebrado en Antigua Guatemala en agosto de
1998.
99
2
Cabe aclara que se trata de categorías abstractas, que en su aplicación concreta
permiten variaciones de número y género, pudiendo incluir planos distintos de “no-
sotras” y de “otras”.
100
3
La obra literaria es justamente un ejemplo de cómo la identidad —en este caso
de los personajes de la obra— se construye en el proceso estético de la interacción del
autor y el personaje, en el incesante juego de percepciones interna y externa, en fin, en
la fundante relación de yo con el otro.
101
4
Esto no significa que las relaciones entre uno y otro sean equitativas o armónicas,
ya que éstas se encuentran marcadas por relaciones de poder, que hacen de la identi-
dad un espacio de dominación y alienación.
102
103
cultural moderna del país, con vidas y obras literarias muy distintas,
pero ambos relacionados dialógicamente por su interés en la identidad
de los mayas y de su contraparte “ladina”. El primero es un clásico de
la antropología norteamericana en Guatemala, autor de estudios
etnológicos sobre los pueblos jacalteco y q’anjob’al, habitantes de las
montañas Cuchumatanes, así como de una teoría sobre los cambios
históricos de la cultura maya (La Farge 1947, 1973). El otro fue
un escritor maya guatemalteco, autor de una importante, aunque
poco conocida obra literaria, la cual destaca por su extraordinario
tratamiento de la identidad indígena (De Lión 1996)5.
De Lión y La Farge se encuentran distanciados en el tiempo por
cerca de medio siglo, pero, en realidad, sus obras literarias representan
una distancia tan grande y añeja como la existente entre nosotros y
los otros, entre los guatemaltecos y los occidentales, entre sur y norte.
Así, aunque en la etnología de uno y la novela del otro se aborda en
profundidad la cuestión de la identidad indígena, en gran medida vista
desde la mitología y la religión, cada quien lo hace desde perspectivas
ideológicas y culturales contrastantes. En ambas obras encontramos una
heroína mítica, representada por una Virgen católica, como un referente
central de la identidad étnica, pero cada una radicalmente distinta
de la otra, con tonalidades valorativas y axiológicas contrapuestas,
antagónicas. Desde su propia perspectiva, cada autor busca poner en
evidencia los complejos procesos que ocurren al interior de la cultura
indígena, pero también intentan revelar el carácter de las relaciones
interétnicas en Guatemala.
El santoral católico como símbolo de identidad étnica es un aspecto
ampliamente trabajado por la antropología sobre los mayas. En
general, la religión ha sido un tema de especial interés, contando con
múltiples investigaciones y documentación, desde la época antigua, el
período colonial y la vida contemporánea. Mitos, rituales, deidades,
rezos, creencias, sincretismo, etc. han sido por mucho tiempo temas
obligados de las investigaciones etnográficas, y en general, de los
estudios sobre los mayas. Como ya he señalado, un rasgo característico
de la mirada antropológica tradicional ha sido la delimitación del
campo de la identidad en un conjunto de rasgos distintivos de una etnia,
5
Véase Bubnova (2002).
104
6
Véase Mijaíl Bajtín (1982), en especial el capítulo “Autor y héroe en la actividad
estética”, de donde he retomado las ideas centrales sobre el fenómeno identitario.
7
En adelante, las citas textuales a la etnografía de La Farge son mis propias tra-
ducciones.
105
8
La Farge reconoce haber enfrentado diversas dificultades para “asegurar” los
relatos, es decir obtenerlos, no siendo posible un registro “palabra por palabra”, de-
bido a las presiones ejercidas por individuos de la comunidad hacia sus informantes,
por “contar esas cosas” (1947: 47-50). Son interesantes las referencias dispersas en
el texto sobre el ambiente de temor y de sospecha generado por su presencia y por la
insistencia de su interrogatorio sobre asuntos religiosos. Por cierto, esta información
del contexto etnográfico me parece muy interesante, porque aporta a la comprensión
de los datos culturales reportados por el investigador.
9
El autor señala varios problemas respecto de la claridad en los textos recopila-
dos, debido al procedimiento de registro, así como a las dificultades de traducción
intercultural q’anjob’al-español-inglés. En tal sentido, reconoce en su habilidad li-
teraria una ayuda importante para superar las carencias y aspectos oscuros de los
textos recopilados. Afirma La Farge que en sus traducciones trató de acercarse a
lo que debió ser el texto en q’anjob’al, buscando escribir las historias “como ellas
existen en las mentes de los indios”. Observa que el “sabor” del idioma q’anjob’al se
hace presente incluso en el español local, como “una parte importante de la calidad
literaria” (1947: 49 ss.).
10
El tema se encuentra ampliamente tratado en los relatos mitológicos contenidos
en el Popol Vuh (1982).
106
La Virgen pasó por un lugar llamado Pet y pidió al Señor Cerro que le
permitiera asentarse allí, pero éste no se lo concedió, pues le disgustaría
el llanto de sus hijos. Entonces ella fue a Paiconop (Pueblo Antiguo) e
hizo la misma solicitud al Señor Cerro del lugar y éste sí aceptó. Allí
le construyeron su iglesia, “su casa” y tuvo a sus hijos. Ella entró al
baño de vapor [temascal], pero cuando salió, los lacandones se habían
llevado a [varios de] sus hijos a un Cerro de cuatro ojos, donde también
vivía un águila, la que tomó a los cautivos y los dio a sus crías como
alimento.
Al ver esto, la Virgen huyó. Ya no se encontraba allí al amanecer. La
gente del pueblo fue en su búsqueda, la encontraron en el bosque y la
regresaron a la iglesia, pero ella volvió al bosque. De nuevo la regresa-
ron y de nuevo se escapó, pero esta vez la encontraron cubierta por una
enorme canasta; había un hombre de conocimiento que dijo a la gente:
“es aquí que se hará el pueblo”, por lo que botaron unos grandes árbo-
les y allí permanecieron.
107
11
Cf. Recinos (1957: 39ss.).
108
Por otro lado, es interesante observar el papel que juegan los lacan-
dones en esta narrativa, en su ubicación topológica de la oscuridad,
del mundo natural y de la vida anterior al asentamiento en el pueblo y
de la agricultura, todo lo cual se confirma con su destrucción causada
por el surgimiento de la luz del sol. En tal sentido, es relevante la re-
lación de los lacandones con el águila, que aparece como una aliada,
al capturar a los hijos de la Virgen para darlos como alimento a sus
crías12.
La comunidad
109
14
Véase la discusión acerca de la relación entre el autor, el héroe y el oyente en
Volóshinov (1997: 131 ss).
110
15
Asimismo, La Farge señala que en este pasaje, los lacandones “se refieren a la
Virgen como una ic ‘mujer’ en vez del honorífico cal, porque esta gente no estaba
bautizada y no tenía respeto” (1947: 62, nota 45). La observación es interesante, pues
marca justamente esa valoración de la comunidad q’anjob’al hacia los lacandones y
hacia su virgen. Sobre el tema de la intersubjetividad entre los pueblos mayas, véase
Lenkersdorf (1996).
16
Es interesante que el nombre de dos de los Señores contenga la raiz k’u, que en
la cultura maya tiene una semántica muy densa, vinculada precisamente a lo divino,
al “alma” de los seres del mundo. En efecto, el k’ul o ch’ul como “alma” es un tema
omnipresente en la mitología y en el pensamiento contemporáneo de los mayas. Al
respecto, véase Pitarch (1996).
111
...Y el capitán hecho águila de los indios llegó a querer matar al Ade-
lantado Tunadiú, y no pudo matarlo porque lo defendía una niña muy
blanca... y luego venían muchos pájaros sin pies, y estos pájaros tenían
rodeada a esta niña, y querían los indios matar a la niña y estos pájaros
sin pies la defendían y les quitaban la vista...
Títulos de la casa Ixquin-Nehaib (Recinos 1957: 87 ss.)
17
Sobre el tema del principio de intercambio entre los mayas, véase Alejos García
(2017).
112
113
un otro metido muy dentro del alma del nosotros indio. Pero no es en
realidad nuestra Virgen, dice el autor, sino que es mujer blanca, “ladi-
na”, representa al mundo que los mayas en sus propias lenguas deno-
minan kaxlan: ella es impostora, alguien que llena de ilusiones a sus
fieles aldeanos, prometiéndoles “todos los milagritos que quisieran”,
pero recordándoles su lugar de “inditos”, el ser “de buen corazón”
(1996: 72), es decir, gente tonta y sumisa, engañada por la Iglesia.
Para De Lión, esa Virgen en realidad “no es nuestra madre. Ella es
una mujer ladina cualquiera; pero puesta aquí para darnos carita18,
una ladina del pueblo, qué se entiende” (Ibid.: 82).
La identidad de la Virgen se encuentra en el centro mismo de la
novela, pero ésta se despliega en una perturbadora ambivalencia entre
la figura de madera y la de una mujer “de carne y hueso”, ambas re-
lacionadas intensamente con el nosotros aldeano y con los personajes
ladinos. Por un lado, ella es la Virgen blanca, Santa Concepción, la
patrona del pueblo, pero, por otro, es también la Concha, la prostituta.
De allí esa frase lapidaria introductoria: “La Virgen de Concepción era
una puta”.
La Concha, en su doble manifestación de virgen y prostituta, es una
heroína con quien el autor y los demás personajes de la novela estable-
cen las relaciones más intensas y conflictivas. Es la imagen adorada y
erotizada de la Iglesia, la causante de la masacre interna ocurrida entre
los aldeanos, pero es también la mujer que se parece a la Virgen, con
quien todos los hombres aldeanos se acuestan, aquella que “los hacía
soñar como si de verdad estuvieran sobre la auténtica Virgen”:
recordarás que durante mucho tiempo la visitaste a solas... que ya en tu
casa la soñabas desnudita en tu cama... que la probabas y no pensando
en si era virgen o madre o puta sino mujer blanca, ladina, mujer de otro
lado, de la otra raza a la que vos te querías integrar (Ibid.: 65).
18
Es decir, para presumir de su belleza y poder.
114
les pidió perdón a todos, les dijo ... que seguía siendo virgen, que gracias
porque la perdonaban, que gracias por no hacerle nada a su momentáneo
marido, que sí, que déjenlo, que no tuvo la culpa, que había sido ella
quien se le había insinuado y que ni modo, él era hombre (Ibid.: 71 ss.).
Reflexiones
115
116
117
118
119
1
Una primera versión fue presentada como ponencia al VIII Congreso Internacio-
nal de Mayistas, celebrado en la ciudad de México en agosto de 2010.
121
Memoria en Lotman
2
Semiosfera es un concepto de orden general, aplicable a cualquier unidad de
sentido, desde el individuo hasta el universo mismo.
122
nes internas entre sus partes, que son por principio heterogéneas. Este
dialogismo inherente del sistema comporta un aspecto paradógico, ya
señalado por Bajtín, según el cual, para que exista la comunicación es
necesario un plano de igualdad y otro de diferencia:
123
124
125
126
127
Considero que consignas como las de “acabar con los ladinos” y “que
las tierras queden libres como estaban antes” conforman un enuncia-
do cultural, un texto de memoria colectiva, de extraordinario con-
tenido simbólico. Así, podemos preguntarnos qué significa para los
ch’oles estar “solos”, y que las tierras sean “libres”. Traducido a nues-
tro lenguaje, podemos considerar este enunciado como un concepto
vernáculo de autonomía, de libertad, y ubicarlo en el núcleo cultural
128
129
130
131
133
An abi wajali, an abi juntikil winik, an abi i chol kabäl woli abi ti jilel
ti bäte’el.
Che’ jini, —bajlumon kix to— che’ abi. Che’ jini, woli’ abi i nich’tan
aja’ mero bajlum bäyi.
Che’ jini, tsa’ abi i pejkan a jini winik: —¿A wom aja’ che’ bajlume-
tiki?— che’ abi tsi’ suben.
—Komku, che’ abi, kome kabäl woli ti jilel k chol.
Che’ jini, -uts’at, che’ abi, konla ti ch’en, che’ abi aja’ mero bajlum
bäy.
Che’ jini, tsa’ abi majliyob ya’ abi an kabäl i pächälel ajñel bajlumi.
—Wäle yajkan baki bä mi a läp’, che’en.
Che’ jini, tsa’ abi ujti i läp’ aja’ i pächäleli tsa’ lok’iyob majlel i
chijtañob aja’ bäte’el.
—Wäle, che’ abi, wä mi kajel a pijtan ilali, che’ abi aja’ mero ba-
jlum bäy.
Che’ jini, tsa’ abi kaji i pijtan ya’ ti i bijlel ajñel bä tilel ñaxan abi
tsa’ tili jini xñoxob puro te’ abi woli i k’uchob ñumel.
Mach abi tsa’ i chuku. Che’ jini, tsa’ abi tili che’ bajche’ yambä
xñox wen säsäktakob abi i jol -Jim bäli, che’ bäli-, che’ abi woliyob ti
t’an tilel yambä puro che’ abi bajche’ bajch’ojomob yilal an takob abi
i lanza yilal woli i k’ele. Ma’anik abi tsa’ cha’ mejli i tsänsan.
Che’ jini, ya’ abi tilel yambä che’ bajche’ bajch’ojomob ke tsinla ba’
la’ abi woli i wejluñob ñopä tilel woli i k’el i machit.
Che’ jini, tsa’ abi lu ñumi i lu k’ele bajche’ tak yilal ajñel bä tieli.
Che’ jini, tsa’ cha’ tili i pejkan aja’ mero bajlum bäyi: -Tsä’äch a
tsänsa, che’ abi tsi’ sube.
—Ma’anik, che’ abi, ma’anik mi mejlel lak tsänsan, bäbäkenix mi’
tilelob an chix che’ bä bajche’ kome yorolel mi kuchob tilel yilal, che’
abi.
—An mi tilel yambä puro xñoxob bäbäkenix yik’ot mi tilel che’ ba-
134
Traducciones
2
Bajch’ojomob, “bachajontecos”, habitantes tzeltales de Bachajón, Chiapas.
135
jabalíes lo aterró e hizo huir, pues los vio como una gente feroz que
hacía sonar sus machetes, rompiendo la maleza a su paso.
El hombre-jaguar regresó para reunirse con el jaguar y le contó
acerca de sus experiencias y de su incapacidad para cazar a los ani-
males. Entonces, el jaguar le explicó cómo debe verse a los animales
del monte para poder atraparlos, y enseguida fue y en presencia del
hombre dio muerte al armadillo, tepezcuintle, venado y jabalí. De esta
manera, el jaguar le enseñó lo que es la vida en la selva.
Después, el jaguar lo convidó a comer en la cueva todos los ani-
males que había cazado. Pasaron ocho días comiendo la carne cruda,
pero el hombre casi se muere de disentería. Sin embargo, logró recu-
perase y sanar.
Con esto, el jaguar dio por concluida la experiencia y pidió al hom-
bre la piel, pues estaba visto que éste no podría llevar una vida de
jaguar.
Con tristeza, el hombre entregó la piel, abandonó la cueva y regresó
con su gente, contándoles cómo fue que se convirtió en jaguar y cono-
ció a los animales del monte.
Había un tiempo en que, de que un hombre que tenía, este, una mil-
pa, siempre llegaban muchos animales a comer, y todo. Y de allí, el
hombre que decía —y si fuera yo tigre, tal vez lo comería yo a todos
estos animales que venían, porque llegaba mucho tepezcuintle, llega-
ban mucho, este armadillo, venado, este, puerco de monte, y todo.
Y en esos días, pues, como había un tigre y lo estaba escuchando,
porque quería ser tigre también aquel hombre, y de ahí, —así que
querías hacer como tigre— que decía el tigre, y de ahí, este, —sí—,
dice —es que todo me está acabando mi milpa los animales. -Bueno,
está bien, dice. —Sabes que, vamos allí en esa cuerva, que dice, allí sí
hay muchas pieles de tigre, puedes usarlo, dice. Y salieron, se fueron,
ya, a ver, y como el tigre, pues ya lo conoce todo, y de allí, ya lo sacó,
un paquete de pieles, ahí, —escógelo cual te gusta— dice. Como hay
muchas pieles, tigres grandes, chicos, —yo me agarro este grande, que
dice el hombre. Y ya, lo vistió bien, y de allí salió el hombre, como ya
era hecho un tigre, ya y se fue.
136
137
de matar, vamos a comer juntitos, que decía, juntito, así crudo. Y que
empieza a comer, y comer, y lo termina el armadillo y el venado, lo
llevan en una cueva, y allí lo comen, y comen, y en ese día, pues que
el hombre tigre, pues, que no aguantaba, porque no comía, pues, carne
cruda, y que agarra un disentería, yyyyyy, allí enfermo y enfermo, ya,
uuuuuuu. Llevaba ocho días allí en la cueva, estaba metido allí, y
ya, estaba pa’ morir. Y después sanó. Y de allí que decía, —ora, que
ha pasado, dice el tigre, —pos no, pos ora ya me sané un poco, dice.
Bueno, aquí termina tu misión, que decía el tigre, tu camisa la que te
di, pues ya me la devuelves otra vez, porque me necesita, que decía el
tigre. —Ah, sí, porque no aguantas, dice, no aguantarás, si seguirás
comiendo también carne cruda, morirás, que decía.
Bueno, y el hombre se quedó triste porque le devolvió su camisa, y
así, salió, y el tigre allí se quedó, y regresó en su casa el hombre. Ocho
días se fue, en la cuerva, ocho días se estuvo allí en la cueva. Y llegó
en su casa a contarle como pasó, y así fue, que contaba a sus hijos de
que, ya era un tigre, como eran los animales de monte, que parecían
mucho a los hombres.
El relato
138
139
Problemas de traducción
3
Véase Volóshinov (1997: 114-116).
140
Wentojlel
Existe entre los ch’oles con quienes trabajé un término genérico para
referirse a la narrativa de tradición oral, wentojlel, un término gené-
rico que, desde nuestra perspectiva de clasificación, engloba diversos
“géneros” como serían los mitos, la leyenda, el cuento y la anécdota.
A su interior, encontramos otros dos términos que distinguen la narra-
tiva tradicional de acuerdo a su distancia en el tiempo: wajalix bä t’an,
que refiere a aquella narrativa tradicional del pasado, y on o t’an, que
remite a la narrativa relativa a la antigüedad más remota. Elegí la pri-
mera para titular al libro de la narrativa ch’ol (1988), aunque algunos
relatos corresponden claramente a una época arcaica.
En la introducción de aquel libro traté de encontrar algún rasgo co-
mún de esta variedad de relatos, guiado por la noción de los parecidos
de familia y de los juegos del lenguaje de Wittgenstein, encontrando
“una estructura básica de significación, una axiología que fundamenta
la conducta de los protagonistas y los demás personajes, y que cons-
tituye el hilo conductor de los acontecimientos, de los argumentos, y
de la trama general del relato” (Ibid.: 14). Este leitmotiv común lo
identifiqué como un principio ético, y como una consigna de “vencer”,
es decir, de superar una situación adversa, lo cual incluye superar un
peligro o vencer a un enemigo. En esa perspectiva, el cuento del hom-
bre-jaguar tendría como héroe al hombre (otro rasgo común de estos
relatos), enfrentado con la amenaza de los depredadores de la milpa, y
quien acepta la invitación del jaguar para superar esta adversidad. En
este caso, la adversidad no es superada debido a la imposibilidad del
protagonista de adoptar la perspectiva del jaguar.
De acuerdo a mi propuesta clasificatoria de esta narrativa, Hombre-
jaguar está considerado en el apartado “mitológico”, atendiendo a sus
contenidos temáticos. Por un lado, el que su tema central consiste en
uno de los grandes e insuperables problemas de la vida, y que en términos
de Leví-Strauss (1983) sólo pueden tener una respuesta o resolución
en el plano mitológico: los depredadores de la milpa, que amenazan
la existencia humana; por otro, y vinculado a lo anterior, se encuentra
una interesante reflexión acerca del jaguar como símbolo de poder, y
la aspiración del hombre de “ser jaguar” presente en la idea según la
cual los hombres poderosos tienen como animal compañero al jaguar.
141
Perspectivas
142
6
Ver la antología de estudios etnográficos publicados en Alejos García 2012.
143
144
7
Véase una interesante interpretación del juego de perspectivas y aspectos alimen-
ticios de este relato en Millán (2017).
8
Esta y las demás citas a textos publicados en inglés son mis propias traducciones.
9
“Typically, in normal conditions, humans see humans as humans, animals as an-
imals and spirits (if they see them) as spirits; however animals (predators) and spirits
see humans as animals (as prey) to the same extent that animals (as prey) see humans
145
as spirits or as animals (predators). By the same token, animals and spirits see them-
selves as humans: they perceive themselves as (or become) anthropomorphic beings
when they are in their own houses or villages and they experience their own habits
and characteristics in the form of culture - they see their food as human food (jaguars
see blood as manioc beer, vultures see the maggots in rotting meat as grilled fish, etc.),
they see their bodily attributes (fur, feathers, claws, beaks etc.) as body decorations
or cultural instruments, they see their social system as organized in the same way as
human institutions are (with chiefs, shamans, ceremonies, exogamous moieties, etc.).
This ‘to see as’ refers literally to percepts and not analogically to concepts, although in
some cases the emphasis is placed more on the categorical rather than on the sensory
aspect of the phenomenon” (Ibid.: 470)
10
“The idea that the manifest form of each species is a mere envelope (a ‘clothing’)
which conceals an internal human form, usually only visible to the eyes of the particu-
lar species or to certain trans-specific beings such as shamans. This internal form is the
‘soul’ or ‘spirit’ of the animal: an intentionality or subjectivity formally identical to
human consciousness, materializable, let us say, in a human bodily schema concealed
behind an animal mask”.
146
11
“The animal clothes that shamans use to travel the cosmos are not fantasies but
instruments: they are akin to diving equipment, or space suits, and not to carnival
masks. The intention when donning a wet suit is to be able to function like a fish, to
breathe underwater, not to conceal oneself under a strange covering … my impression
is that in Amerindian narratives which take as a theme animal ‘clothing’ the interest
lies more in what these clothes do rather than what they hide”.
12
Véase el capítulo precedente. Respecto a la relación del héroe con el jaguar en
el pensamiento mitológico ch’ol, es interesante la recreación literaria del Anexo (6).
147
13
Véase el relato La mujer-jaguar en el Anexo (4).
148
149
14
Estos instrumentos incluyen tanto las pieles como vestimentas, las garras, los colmi-
llos, pero también las diversas drogas psicotrópicas, que en palabras del autor permiten
a la mente indígena tener estas “alucinaciones”. El autor considera al uso de la piel de
animal como un “disfraz”, que permite al shamán “obrar como ayuda, protector o agre-
sor” (Ibid.: 52), aunque difiere con Viveiros, quien no las considera meras alucinaciones.
150
151
ellas, del rapto de mujeres para “cohabitar” con ellas (Ibid.: 123)15.
No deja de ser interesante que también entre los ch’oles se reconozca
al felino como un pariente, a quien se refieren coloquialmente como
“nuestro tío”, y que en uno de los relatos se trate el tema de un jaguar
que pide a una muchacha para “casarse con él” (Alejos García 1988:
41-43).
Para concluir, no queda sino reconocer los parecidos de familia que
encontramos en las narrativas mitológicas de las poblaciones selváti-
cas americanas respecto a la figura del jaguar, y cómo la convivencia
cercana con este felino ha llevado hacia un conocimiento profundo de
su naturaleza y de su “humanidad”, al grado de reconocerlo como un
antepasado, un pariente y un “jefe”. La aspiración a “ser jaguar” y a
ver el mundo desde la perspectiva del jaguar requieren de un esfuerzo
de comprensión de parte del antropólogo que reclama justamente un
cambio de perspectiva ontológica.
15
Véase también (Ibid.: 64-65).
152
El folklore en general está saturado del tiempo; todas sus imágenes son
profundamente cronotópicas. El tiempo en el folklore, la plenitud del
tiempo en el folklore, el futuro folklórico, los indicios folklóricos de la
medición del tiempo humano, son problemas muy importantes y vitales
(Bajtín 1982: 245).
1
Una versión preliminar fue presentada como ponencia en el Segundo Congreso
Internacional “Poéticas de la oralidad” en Morelia, Michoacán en noviembre de 2017.
153
2
Véase el relato (1) del Anexo.
3
Véase como ejemplo la antología publicada por Garza (2015).
154
4
Véase el relato (2) en el Anexo.
155
El cronotopo en Bajtín
5
Véase el Anexo.
156
6
“According to Bakhtin. the chronotope means the inseparable relationship be-
tween time and space in human life, and its use in Mathematics can be seen as a
methaphor for the extreme inseparability of time and space – time as the fourth di-
mension of space. Under this perspective he verifies that the chronotope is a formal
constitutive dimension of narratives that defines the directions of plots in literature,
which can therefore be inferred as coming from people’s lives. One possible inter-
pretation deriving from this thought, found in Holquist (1994), is the idea that the
chronotope becomes a methodological contribution to understand the bond between
the intratextual and the extratextual, the connection between the text and its time”
(Fortes y Viera 2015: 132).
157
158
7
Véase en particular el apartado “Tiempo y espacio en las novelas de Goethe” en
Bajtín (1982: 216-247).
159
Saber ver el tiempo, saber leer el tiempo en la totalidad espacial del mun-
do y, por otra parte percibir de qué manera el espacio se llena no como
un fondo inmóvil, como algo dado de una vez y para siempre, sino como
una totalidad en el proceso de generación, como un acontecimiento: se
trata de saber leer los indicios del transcurso del tiempo en todo, co-
menzando por la naturaleza y terminado por las costumbres e ideas de
los hombres … Una de las cumbres de la visión del tiempo histórico fue
alcanzada, en la literatura universal, por Goethe (Bajtín 1982: 216-217).
El cronotopo en literatura
8
Véase los capítulos “Las formas del tiempo y del cronotopo en la novela” (Baj
tín 1989), y “La novela de educación y su importancia en la historia del realismo”
(Bajtín 1982). Para una evaluación de las aplicaciones recientes en el campo de la
literatura y la psicología véase Fortes y Vieira (2015) y Tarvi (2015).
9
Lo cual por cierto nos recuerda la trama del cuento maravilloso europeo.
10
Cabe recordar su importancia en la esfera mitológica.
160
161
162
Todas las cosas, desde la idea más abstracta hasta un guijarro en la ori-
lla del arroyo, llevan en sí un sello del tiempo. Están saturadas de tiem-
po y en el tiempo cobran su forma y su sentido. Por eso en el mundo
de Goethe todo sucede muy intensamente: allí no hay lugares muertos,
inmóviles, congelados, no existe un fondo invariable, no hay decorado
163
11
“In Bakhtin scholarship, there is general agreement about the polysemic nature
of the concept of the chronotope, and about its ability to establish its presence on
the different levels of a literary text … It is my belief … that a fairly coherent phil-
osophical position lies hidden behind it. It may be found in the observation that all
definitions and aspects of chronotopicality seem to circle around the human faculty
of imagination ….
With the concept of the chronotope, Bakhtin intends to reveal nothing less than the
heart of literary aesthetics. For this purpose, he advances the notion of imagination,
considering it to be the cornerstone of aesthetic experience. A chronotope only beco-
mes a chronotope when it shows something, when it brings to mind an image that
can be observed by the mind’s eye. It would be fair to say that, in Bakhtin’s view, a
chronotope is the elementary unit of literary imagination” (Keunen 2010: 35).
164
165
12
“La tortuga es un aliado de los Chacs. Pero a diferencia del sapo uo, está ausente
durante las secas. Sus ojos se llenan de lágrimas, llora por la aflicción de los hombres,
y se dice que sus lágrimas atraen la lluvia. En pago, el pío milpero cuando prende
fuego a lo que será su milpa, primero grita a la tortuga para advertirle que se ponga
a salvo” (Thompson (1979: 316), citado en Pérez Suárez (1998: 294)). Pérez Suárez
también identifica una relación simbólica de la tortuga con el sacrifico humano al inte-
rior de la cueva en la iconografía de dos códices mixtecos del periodo posclásico (Id.)
13
Véase Redfield y Villa Rojas (1964: 207-208) para una explicación sobre las
ideas mitológicas relacionadas con la tortuga y el cenote entre los mayas de Yucatán.
166
toria espacial del héroe y a la atemporalidad del viaje. Así pues, sería
interesante considerar “motivos folclóricos” como el camino, el encuen-
tro, el viaje, a los que alude Bajtín en su estudio de la novela europea
en sus similitudes y diferencias respecto de la narrativa mesoamericana.
Por otro lado, en un plano de mayor generalidad, ese sinfín de
relatos presentes en la narrativa mitológica maya que nos habla del
enigmático mundo de los dioses, de entidades sobrehumanas, de los
difuntos, y en general de un mundo otro, paralelo, que coexiste con
nuestro mundo, constituye todo un género narrativo particular, los
relatos sobre los dos mundos, que podríamos caracterizar justamente
por esas dos distinciones cronotópicas y sus interrelaciones. Este am-
plio género narrativo podría incluir innumerables historias sobre los
enigmáticos encuentros entre los humanos con seres sobrenaturales y
sobrehumanos.
Al respecto, Keunen (2010) opina que los cronotopos mitológicos
organizan principios fundamentales que a su vez estructuran una vi-
sión del mundo14. Considera que los lectores/escuchas adquieren una
memoria del género gracias a la presencia de los cronotopos en la
narrativa, pero, además, los cronotopos motivacionales actúan como
“esquemas para la acción” que regulan la conducta humana mediante
situaciones estereotípicas:
14
“Keunen demonstrates how myths about gods and the creation of the world,
whose subject matter is rather disconnected from the contingency of human experi-
ence, give narrative shape to a number of timeless principles. He consequently arrives
at the conclusion that such mythical stories display a highly specific world construc-
tion or chronotope” (Bemong y Borghart 2010: 11).
167
Reflexiones
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169
CONCLUSIONES
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172
En una ocasión, una mujer que iba a dejar flores en el panteón, vio
aparecer a un hombre con el rostro muy extraño.
—¿Qué haces aquí?—, preguntó el hombre.
La mujer no contestaba.
—¿Qué haces aquí?—, interrogó nuevamente el hombre.
La mujer, entre tanto, sólo sentía morirse de miedo; cuando el hom-
bre se dio cuenta, dijo:
—No tengas miedo, no soy un animal, soy gente como ustedes; sola-
mente que mi rostro es muy pálido pero porque vengo de otro mundo.
Cuando la mujer escuchó lo que el hombre dijo, comenzó a pre-
guntarle muchas cosas: preguntó cómo es el lugar de donde venía el
hombre; también le preguntó cómo era la costumbre; le preguntó si
aún sembraban maíz. El hombre dijo:
—¡Ah, sí! Cosechamos maíz y frijol, todo cosechamos —respon-
dió—. De donde vengo hace mucho frío y cae mucha helada. Y nues-
tra costumbre es igual que aquí.
—Entonces, ¿es igual nuestra costumbre? Replicó la mujer.
—Es igual—, respondió el hombre.
Cuando terminaron de platicar, la mujer regresó a su casa; al llegar
le contó a su esposo cómo fue que encontró al hombre dentro del
panteón.
—Mira, tú, encontré un hombre dentro del panteón; me preguntó
qué andaba yo haciendo en el panteón, pero no le hablé; me interrogó
otra vez pero tampoco le contesté; me causó mucho miedo porque el
color de ese hombre era muy pálido y me dijo: “no tengas miedo, yo
1
Narración tojolabal-español de Francisco Cruz Sántiz, de la Colonia Plan de Aya-
la “Jotaná”, las Margaritas, Chiapas. El relato obtuvo el segundo lugar en el concurso
“Fray Bartolomé de las Casas 1989”, y fue publicado en Cuentos y relatos indígenas,
México, UNAM, 1994, vol. 4, pp. 153-159.
175
no soy animal, soy persona como ustedes, sólo que mi rostro es muy
pálido porque vengo de otro mundo”.
El esposo de la mujer dijo:
—Vamos, ¿vamos a verlo dónde se quedó?
—Vamos; ahí se quedó en el panteón—, respondió la mujer.
Cuando llegaron al panteón:
—¿En dónde se quedó? Preguntó el esposo de la mujer.
—Ven, iremos a verlo en donde se quedó parado, contestó ella.
Cuando llegaron al lugar en donde se había quedado parado el
hombre sólo encontraron, debajo de un gran árbol, puros huesos. Ahí
dijo la mujer:
—De aquel hombre que encontré, sólo quedan puros huesos, así le
dijo a su esposo.
—¡Ah!, así que éste es el hombre—, replicó el esposo.
De pronto, vieron que cerca de ellos estaba una gran cueva y de un
momento a otro se dieron cuenta que ya se encontraban en el mundo
de los muertos; no sintieron cómo fue que bajaron a la cueva y ya
nunca más regresaron a casa.
Así fue y termina este cuento de hace ya muchísimo tiempo.
176
2. EL HOMBRE Y LA TORTUGA
(COLECTIVO)1
There was a certain man who treated the tortoise well as did no other.
He watched over him as none had before. If he burned the bush to
make milpa, it was only after he had made sure that in that piece
of bush no tortoise remained. On every occasion he was the tortoise
friend. One day this man fell by an accident into the cenote, and went
to stand before the old couple under the bower, who seized him and
began the usual preparations that the devils might feast upon his flesh.
For this they burned four almudes of chile, and divided it into piles,
one at each corner of the table around which, after a strange ceremo-
ny, they are wont to dance. When all was ready, they went to fetch the
devils. But when these came, and saw who their victim was, they or-
dered his immediate release; because of the loving care he had always
shown tortoises, he was not one deserving of any punishmet. The old
couple released the man, who ascended through the conical hole till
he emerged on the Surface of the water, and from there he made his
way to the land. Arrived at his home, what was his surprise to find
his Friends and relatives celebrating his year’s end, (Note 2: The rezo
held one year after a person’s death) when to him it seemed but three
days since he had disappeared in the cenote.
1
Relato maya yucateco, publicado por Redfield y Villa Rojas (1964: 333) bajo
el título “From a Narration in Which Several Joined” (“De una narración en la que
participaron varias personas”).
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3. HOMBRE-JAGUAR. WINIK-BAJLUM
(NICOLÁS MORENO)1
An abi wajali, an abi juntikil winik, an abi i chol kabäl woli abi ti
jilel ti bäte’el.
Che’ jini, —bajlumon kix to— che’ abi. Che’ jini, woli’ abi i nich’tan
aja’ mero bajlum bäyi.
Che’ jini, tsa’ abi i pejkan a jini winik: —¿A wom aja’ che’ bajlume-
tiki?— che’ abi tsi’ suben.
—Komku, che’ abi, kome kabäl woli ti jilel k chol.
Che’ jini, —uts’at, che’ abi, konla ti ch’en, che’ abi aja’ mero bajlum bäy.
Che’ jini, tsa’ abi majliyob ya’ abi an kabäl i pächälel ajñel bajlumi.
—Wäle yajkan baki bä mi a läp’, che’en.
Che’ jini, tsa’ abi ujti i läp’ aja’ i pächäleli tsa’ lok’iyob majlel i
chijtañob aja’ bäte’el.
—Wäle, che’ abi, wä mi kajel a pijtan ilali, che’ abi aja’ mero bajlum bäy.
Che’ jini, tsa’ abi kaji i pijtan ya’ ti i bijlel ajñel bä tilel ñaxan abi
tsa’ tili jini xñoxob puro te’ abi woli i k’uchob ñumel.
Mach abi tsa’ i chuku. Che’ jini, tsa’ abi tili che’ bajche’ yambä
xñox wen säsäktakob abi i jol —Jim bäli, che’ bäli—, che’ abi woliyob
ti t’an tilel yambä puro che’ abi bajche’ bajch’ojomob yilal an takob
abi i lanza yilal woli i k’ele. Ma’anik abi tsa’ cha’ mejli i tsänsan.
Che’ jini, ya’ abi tilel yambä che’ bajche’ bajch’ojomob ke tsinla ba’
la’ abi woli i wejluñob ñopä tilel woli i k’el i machit.
Che’ jini, tsa’ abi lu ñumi i lu k’ele bajche’ tak yilal ajñel bä tieli.
Che’ jini, tsa’ cha’ tili i pejkan aja’ mero bajlum bäyi: —Tsä’äch a
tsänsa, che’ abi tsi’ sube.
—Ma’anik, che’ abi, ma’anik mi mejlel lak tsänsan, bäbäkenix mi’ til-
elob an chix che’ bä bajche’ kome yorolel mi kuchob tilel yilal, che’ abi.
1
Relato ch’ol de tumbalá, Chiapas, narrado por Nicolás Moreno del poblado Jo-
loñel, Tumbalá, Chiapas, en enero de 1986, publicado bajo el mismo título en Alejos
García (1988: 31-34)
179
—An mi tilel yambä puro xñoxob bäbäkenix yik’ot mi tilel che’ ba-
jche’ añob bä i lanza yik’ot mi tilel che’ bä bajche’ xtsätsob bäbäk’enix
i machitob ma’anix mi mejlel lak tsänsan.
—Weno, che’ abi ajñel mero bajlum bäyi, wäle k’ele bajche’ mi’ i
kajel k chuk junkojt.
Che’ jini, tsa’ abi i ñaxan chuku jini wech.
Che’ jini, tsa’ abi i tsänsa te’lal, che’ jini, tsa’ abi i tsänsa jini me’. I
yujtibal tsa’ abi i tsänsa jini mate’ chitam.
—Weno, che’ abi. Tsa’ix ujti a lu k’el bajche’ tak yilal aja’ bä te’li.
Wäle bajche’ mi kajel a mel, che’ abi aja’ mero bajlum bäyi, kome
ajñel a pächäleli yom i we’el.
Mukix kaje j k’ux aja’, che’ abi: —cha’ kon, muk’äch kajel j k’ux
wäle ja’el, che’ abi ajñel winik—bajlumi.
Che’ jini, tsa’ abi kaji i k’ux ajñel tsi’ we’eläli. Che’ jini, tsa’ abi
kaji ti ch’ich’ ta’ aja’ winiki. Chämelix abi yom che’ jach abi säts’äl
ya’ ti i mal ch’en. Che’ jini, jin to abi tsa’ ts’äktäyi bajche’ tsa’ ak’enti
i pächälel tsa’ cha’ sujti lok’el ya’ ti i mal jini ch’en.
2
Bajch’ojomob, “bachajontecos”, habitantes tzeltales de Bachajón, Chiapas.
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4. LA MUJER-JAGUAR
(ANÓNIMO)1
1
Relato ch’ol exhibido en el museo etnográfico del poblado Frontera Corozal,
Chiapas, con el título de “Cuentos de comadres”. Lo recopilé en diciembre de 2008
durante una visita al poblado.
183
5. EL SOL Y LA LUNA
(MARGARITA DÍAZ)1
Cuentan que hace muchísimo tiempo, existió una mujer con dos hi-
jos varones, uno llamado yäskun “el hermano mayor”, que odiaba a
yijts’in “el hermano menor” y deseaba su muerte. Ante esa amenaza
constante, yijts’in decidió dar un severo castigo a su maligno herma-
no e ideó la manera de hacerlo. Un día, éste pidió a su hermano mayor
que subiera a un árbol para obtener la miel silvestre que se hallaba en
lo alto y que él no podía alcanzar. Pero como yäskun subió a comer
la miel y a su hermano menor tan sólo le tiraba la cera a la cabeza,
éste fabricó con la misma un animalito llamado baj2, que cobró vida
y devoró las raíces del árbol, el cual al caer hizo trizas a yäskun. De
sus pedazos surgieron los animales silvestres comestibles. Al volver a
casa, yijts’in contó a su madre lo ocurrido y le pidió que preparara
comida para alimentar a los animales cuando llegaran. Pero la madre
no cumplió con lo pedido y los animales se dispersaron definitivamen-
te en la selva. Cuentan que al final, luego de otras hazañas, yijts’in
ascendió al cielo junto a su madre, convirtiéndose en el sol y la luna
respectivamente.
1
La narradora de este relato ch’ol fue Margarita Díaz, del pueblo de Tumbalá,
Chiapas. El relato lo publiqué en mi tesis de maestría (Alejos García 1988: 140)
2
Baj es un roedor conocido con el nombre de “tuza”, sobre el cual existen muchos
relatos fabulosos en la literatura oral ch’ol.
Por otro lado, existe en los relatos ch’oles un elemento de magia que acompaña
al proceso de inversión del mal al bien y en el cual se enfatiza la superioridad de la
astucia, de la inteligencia, sobre la fuerza y el exceso de poder. En este caso, ambos
atributos, la magia y la astucia, se concretizan en la figura del baj.
185
6. LA CREACIÓN
(AUGUSTO GEBHARDT)1
1
El registro de ambos relatos lo realicé en noviembre de 1988 en el ejido El Limar
en el municipio de Salto de Agua. Augusto nació en el poblado Potoja’ del mismo mu-
nicipio, descendiente de padre alemán y madre ch’ol. Su interés por la cultura materna
viene desde niño, y más adelante por su experiencia de trabajo como informante del
etnólogo Klaus Helfrich en la década de los sesentas del siglo pasado. Su narrativa
presenta mitos de la creación ch’oles, traducidos para un auditorio hispanohablante,
en una modalidad de recreación literaria oral.
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fuera un fiel perro. El que había quedado afuera, al ver salir a su com-
pañero con el tigre se llenó de odio y envidia y sin dar tiempo a nada
se lanzó sobre su hermano y lo mató. El tigre no intervino en defensa
de su amo porque el fratricida, aunque de corazón malo, era creación
directa de Ch’ujutat y no podía atraparlo. Sólo se limita a verlo, a ver
cómo era muerto su amo y a la vez, cargado y llevado por una vereda
y tirado en una laguna. Allí queda, el amo del tigre, flotando sobre la
laguna.
Tiempo después, vienen tres zopilotes, bajan y se posan sobre el ca-
dáver, discuten dónde debían comenzar el apetitoso banquete, pero en
este momento interviene el tigre, que no se había separado de la orilla
de la laguna, sino que había quedado echado, siempre vigilando, y les
dice: “no coman de eso, que es creación directa de Ch’ujutat”. Los
pajarracos inmediatamente obedecieron y emprendieron el vuelo. Pero
al tomar impulso con sus patas, el cadáver fue echado hacia la orilla y
así el tigre logra rescatar a su amo. Lo saca con mucho cuidado de la
laguna y lo pone en un lugar plano, lo más cómodamente que pudo,
y así el tigre comienza a lamer y lamer a su mano. Este comienza a
mover los ojos, las manos, los pies y se incorpora.
Desde ese momento son inseparables hombre y tigre. El hombre
llama Wäy a su tigre y el tigre a su vez, lo llama Xün Ok. Y así,
Xún Ok y Wäy siguen sobre la tierra, siempre estudiando, siempre
aprendiendo, siempre descubriendo. Llega Xün Ok a la edad xinte’, o
`media vida’, y es cuando descubre que necesita un compañero, y ese
compañero no debe ser un hombre, sino una compañera, una mujer.
Esta era una prueba por la que debía pasar Xün Ok, esto espera-
ba Ch’ujutat que hiciera Xün Ok. Y así, él va en busca de la mujer,
siempre estudiando, buscando, con la esperanza de encontrarla. Ya se
acerca al lugar donde está ella, allí está con Ch’ujutat, y su hijo, ya
que Ch’ujutat tiene un hijo. Pero al llegar cerca del lugar se encontró
con que éste estaba resguardado por una enorme serpiente, que no era
otra cosa más que Xiba’, el demonio. De pronto comprendió Xün Ok
que ésta era una prueba más y que debía pasarla. De pronto, y con la
ayuda de su tigre y sin más pensarlo, se lanza sobre él y lo vence. Una
vez vencido el demonio, entra al lugar de Ixik. Pero él no dice nada a
Ch’ujutat. Él, cuando es interrogado dice que ha llegado de pura ca-
sualidad. Eso también era una prueba por la que debía pasar Xün Ok.
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“Si, es por eso que lo traje, además lo traje para que te acompañe,
pero no te preocupes que no te va a hacer competencia en tu trabajo,
él trae otra misión”.
“No, qué bien, enséñamelo”.
194
el niño de él. Empezó, comió, tuvo que comer y al día siguiente lo lle-
vó, y allí agarró una vara de Chib, una palma, una palmita que tiene
el tallo mucho muy duro, cortó una y con eso empezó a flagelarlo, a
matarlo, y mató al hermanito; su segundo intento.
195
Y así, ya que estaban formadas las tuzas de cera, les dio vida y las
metió bajo, al tronco del árbol, aquel grande donde estaba el herma-
no, y entonces allí las tuzas empezaron a roer las raíces del árbol, y en
un momento dado, ah, tronó el árbol, se iba a caer. Askun le reclama:
“qué pasa, no me estás tumbando el árbol?”. “¨Yo, cómo, yo qué pue-
do hacer?, no, yo nada”.
Pero hacían mucho ruido las tuzas, entonces agarró un pedazo de
madera y empezó a golpear, a golpear para que no oyera el hermano
lo que estaba sucediendo. Y a un momento dado, se va el árbol, se
desploma y cae. Allí Askun se hace pedazos, quedó convertido en pe-
dacitos.
Inmediatamente, sin perder tiempo, el niño corrió y empezó a for-
mar animales, todos los animales que hay sobre la tierra, todos los
animales empezó a formar, con los pedazos de la carne. Del corazón
de Askun formó el colibrí, y de los dientes hizo el pájaro de pico blan-
co. De la sangre formó un pájaro al que le llaman Tikab. Entonces, ya
que tenía todos los animales se fue a su casa. A la mamá le sorprendió
que siempre llegaba Askun primero y ahora la cosa era al revés. “¿Y
tu hermano?” “No, pues mi hermano, dice viene arriando animales,
porque encontramos muchos animales para que tu seas inmensamente
rica”. Y así empiezan a llegar pues, venados, perros, gatos, los anima-
les domésticos empiezan a llegar.
Pero Xiba’, que siempre andaba buscando el mal, en forma de un
perro negro se acerca.... Ah, todavía le dice [Ijts’in]: “la condición
para que queden estos animales aquí en la casa es que debes estar
muy alegre, cantar, estar muy alegre, porque si te pones triste se van
los animales y no vamos a tener nada, así que a estar alegre”. No,
y la mamá qué alegre, recibiendo, ya todos los animales domésticos
había recibido, cuando se viene el Xiba’ en forma de un perro negro
y le dice: “no es cierto, todos los animales que están llegando son la
carne de tu hijo que destruyó Ijts’in, de Askun, que lo destruyó en esta
y en esta forma. Entonces la mamá empieza a dar de gritos al tiempo
que el venado entraba con su cola hermosísima, mucho muy larga, y
se dio la regresada, al ver que lloraba la mamá. Todavía Ijts’in quiso
asirlo de la cola, pero se reventó la cola y así con el conejo y con todos
los animales, y se fueron, no pudo entonces, se echó a perder todo el
trabajo. La intención de Ijts’in no era destruir a su hermano sino que
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An abi wajali,
an abi juntikil winik
an abi i yijñam.
Jump’ejl bä k’in
tsa’ chämi i yijñam.
Che’ jini, wen ch’ijiyem abi
a jini winiki.
1
Este relato me fue contado en versión bilingüe por Nicolás Moreno del poblado
de Joloñel, en Tumbalá, Chiapas, y publicado bajo el título “El viudo”, en Alejos
García (1988: 65-67).
199
Hubo una vez un hombre que vivía muy contento con su mujer,
hasta que un día ella enfermó y murió. A partir de entonces su vida se
tornó triste y difícil.
En una ocasión, este hombre salió al monte a buscar algo de comer
y al regresar a su casa encontró que alguien le había preparado la
comida. Intrigado, quiso averiguar quién le estaba ayudando, por lo
que un día regresó a su casa más temprano que de costumbre, pero al
llegar encontró la comida ya lista.
Decidido a conocer el secreto en torno a la preparación de su co-
mida, en vez de ir a trabajar a la milpa, el hombre se escondió en un
lugar cercano para observar lo que ocurría en su casa. Desde allí vio
que dentro de su casa estaba una mujer sentada frente a la piedra de
moler, amasando el maíz para hacer sus tortillas.
Muy contento, el hombre salió corriendo hacia la casa para abrazar
a la mujer, pero al verlo llegar, ella se avergonzó de ser descubierta y
ante el asombro del otro, se transformó en su perra, pues era esta la
que por cariño a su amo se volvía mujer para ayudarlo.
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