Guia Auditiva
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PRIMERA PARTE
1. Características generales de
la discapacidad auditiva
¿Qué es la discapacidad auditiva?
La discapacidad auditiva se define como la dificultad que presentan algunas personas para
participar en actividades propias de la vida cotidiana, que surge como consecuencia de la
interacción entre una dificultad específica para percibir a través de la audición los sonidos
del ambiente y dependiendo del grado de pérdida auditiva, los sonidos del lenguaje oral,
y las barreras1 presentes en el contexto en el que se desenvuelve la persona.
Respecto de las barreras, éstas son de distinto tipo, entre las más frecuentes se pueden
encontrar:
La cercanía o distancia de las fuentes auditivas. Si los sonidos son débiles o distantes,
se presentará dificultad para su discriminación.
La interferencia de sonidos de distinto tipo. Cuando los lugares presentan mucho ruido
ambiental se tendrán dificultades para captar los mensajes.
Las dificultades asociadas al lenguaje oral o escrito. Si una persona posee una pérdida
auditiva severa o profunda y sólo se usa como forma de comunicación el lenguaje oral
y/o no se la mira al hablar se estará dificultando su comprensión generalizada de lo que
ocurre en el contexto.
Ahora bien, es preciso señalar que en los últimos años, ha cobrado fuerza una mirada
diferente de la discapacidad auditiva, que se desprende de una perspectiva socio antropológica
de la sordera. Esta mirada, se centra en la Persona Sorda, como persona que se mueve
visualmente en el mundo, que desarrolla como lengua natural la Lengua de Señas y que
forma parte de una cultura.
1Las “barreras”, se refieren a los impedimentos que el contexto fisico o social le pone al individuo que dificultan su
acceso y/o participación en actividades consideradas “normales” para cualquier persona de su edad y cultura.
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DISCAPACIDAD AUDITIVA
Para comprender de mejor forma esta definición, haga usted el siguiente ejercicio:
Tape sus oídos con las manos o utilice para ello tapones especiales con el objetivo de
reducir su audición al mínimo posible. Mantenga esta situación por unos minutos analizando
cuál es su experiencia interna. ¿Qué siente? ¿Cómo se siente? Imagine que esta condición
de no poder oír es permanente y no modificable…
En un plano más personal, es muy posible que usted esperase que la gente con la cual se
relaciona tomara algunas medidas especiales a la hora de comunicarse, tales como hablarle
en voz más alta, o modularle marcadamente sus palabras, de modo que usted pudiese leer
sus labios, etc. Finalmente, quizá le ocurra que en situaciones grupales, usted esperaría
ser ubicado en lugares cercanos a las personas que le hablan para facilitar la comunicación.
Tomando un ejemplo:
En la actualidad en Chile, cuando la Presidenta se dirige al país por cadena nacional, las
personas con discapacidad auditiva que conocen lengua de señas, pueden acceder al mismo
tiempo que el resto de las personas a dicho mensaje.
Esta experiencia tal vez le permita comprender, que con algunas consideraciones mínimas
de parte del entorno, la vida de una persona, con dificultades auditivas, puede resultar
bastante más fácil, constatando así el carácter social y cultural de la discapacidad.
Imagine las tremendas consecuencias que esta constatación tiene para el ámbito educativo.
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DISCAPACIDAD AUDITIVA
¿Tienen todas las personas con discapacidad auditiva el mismo grado de dificultad
para escuchar?
Existen diferentes grados de pérdida auditiva y no todas las personas tienen la misma
dificultad para escuchar. En la mayoría de las ocasiones cuando se habla de persona sorda
o con discapacidad auditiva gran parte de las personas se han hecho una idea equivocada
y piensan que esta discapacidad no presenta matices, Es decir, se desconoce que existen
diversos grados de pérdida auditiva y que a su vez, estos grados de audición tienen diversas
repercusiones en el lenguaje y la comunicación.
Por ejemplo, existen muchos niños y niñas que presentan pérdidas auditivas leves, teniendo
mayor posibilidad de adquirir y/o desarrollar el lenguaje oral, sin embargo, es probable que
requieran, de todas formas ciertos apoyos que faciliten su proceso de comunicación y
comprensión. También se debe considerar que, una pérdida auditiva profunda, impide
escuchar casi todos los sonidos del ambiente, excepto aquellos que presenten intensidades
muy altas. En cambio, en pérdidas auditivas menores, se escucha una gran gama de sonidos.
De cualquier forma, no hay que olvidar que además de las dificultades para discriminar los
sonidos ambientales, el principal problema radica en las dificultades que se relacionan con
la producción, desarrollo y comprensión del lenguaje oral, por lo tanto, el desafío debe
centrarse en las estrategias que se usarán para comunicar de la mejor manera posible en
el ámbito educativo, favoreciendo así el máximo desarrollo y aprendizaje de los niños y
niñas con dificultad auditiva.
Ser sordo no implica necesariamente la mudez. Por esto, sería bueno, excluir el término
o calificación de “sordomudo” como forma de referirse a las personas que sólo presentan
una dificultad auditiva; este término estigmatiza negativamente amplificando las dificultades
más allá de lo real, pudiendo por ejemplo disminuir las expectativas acerca de las posibilidades
de desarrollo o aprendizaje que se depositan sobre dichas personas.
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DISCAPACIDAD AUDITIVA
Tener una dificultad auditiva no implica tener restricciones para comunicarse. Una cosa es
el proceso de comunicación y otra el medio y el canal empleados para hacerlo. Lo que una
persona con dificultades auditivas puede tener son restricciones para la utilización del
lenguaje oral como medio exclusivo de comunicación, sin embargo, las posibilidades de
comunicar mediante otros medios están intactas. Por este motivo, las personas sordas
desarrollan medios diferentes para comunicarse, como la lengua de señas.
¿Es la lengua de señas la única forma de comunicación que tienen las personas
con déficit auditivo?
El desarrollo de lenguaje oral o lengua de señas depende del grado de pérdida auditiva.
No obstante, las personas sordas comparten como característica común, la necesidad de
contar con información por vía visual para comunicarse. Desde esta perspectiva, mientras
mayor es el grado de la pérdida (severa-profunda), mayor es la posibilidad de desarrollo
de la lengua de señas. Por el contrario, si la pérdida auditiva es menor (leve o moderada),
existe una mayor posibilidad de desarrollo de la lengua oral. De hecho, algunas personas
desarrollan ambas lenguas.
Por lo general, tiende a pensarse que la lengua de señas es universal, sin embargo, esta
creencia no es correcta. La lengua de señas, como toda lengua, responde a la necesidad
comunicativa de sus hablantes en un contexto social, cultural y regional especifico. Tal
como existen diferencias entre el castellano, inglés, francés, chino, etc en su forma oral,
también estás diferencias se aprecian en lengua de señas en cuanto a su configuración
espacial, puntos de articulación, predominancia manual, entre otras. Si una persona sorda
proveniente de Francia se encuentra con una persona sorda en Chile, es probable que
compartan algunas señas comunes y la forma de comunicación viso_gestual, no obstante,
sus lenguas de señas son diferentes, y al igual que las personas oyentes, requerirán de
alternativas de comunicación distinta o intérpretes de una lengua a otra.
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DISCAPACIDAD AUDITIVA
A diferencia del párvulo oyente, el niño o niña sordo no recibe a través de la audición toda
la información acerca de lo que ocurre en su ambiente más inmediato (puerta que se abre,
objeto que cae, timbre…), por lo que necesita estar constantemente monitoreando su
entorno por medio de la visión. Esto, muchas veces se confunde con problemas de atención,
ya que suelen interrumpir su actividad para controlar de manera visual lo que sucede en
el aula. No obstante ello, los/as estudiantes con dificultades auditivas presentan problemas
de atención con una frecuencia similar a la de cualquier niño o niña.
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DISCAPACIDAD AUDITIVA
Existen distintas formas para evaluar cuánto oye una persona. Entre éstas están la
impedanciometría, la medición a través de potenciales evocados y el examen denominado
audiometría, que es el método más frecuente para medir la audición. Sea cual sea el método
escogido, la unidad de medida que se utiliza para determinar cuánto oye una persona es
el “decibel” o simplemente el “dB”. Para hacerse una idea de lo que indican los decibeles,
se verán algunos sonidos expresados en dB.
La observación del siguiente cuadro puede ayudar a relacionar las posibilidades de desarrollo
de lenguaje con el grado de pérdida auditiva que presenta una persona:
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