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Seminario Chacarera

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INSTITUTO SUPERIOR DEL PROFESORADO Nº 2 “JOAQUÍN V.

GONZÁLEZ”

Chacarera

Asignatura: Seminario de análisis e investigación comunicacional

Docente: Döbler, Juan

Alumno: Rodriguez Alexis


Introducción: ..........................................................................................................................
........... 2
Capítulo 1:
Sobre la música argentina ............................................................................................... 3
Capítulo 2:
Especie folklórica argentina: la payada ........................................................................... 7
Aspecto musical ............................................................................................................. 7
Aspecto poético .............................................................................................................. 8
Aspecto escenográfico/vestimenta ................................................................................. 11
Aspecto del contrapunto ................................................................................................. 12
La payada en la actualidad ............................................................................................. 14
Conclusión....................................................................................................................... 17
Bibliografía .................................................................................................................................... 18
Introducción

Este trabajo es el resultado de una investigación bibliográfica a base a obras de reconocidos


autores argentinos. En él, el lector tendrá una breve reseña sobre la música de raíz folclórica
argentina, para luego adentrarse al mundo musical de la chacarera, describiendo las características
de la misma -antecedentes, ámbito geográfico y nombre, danza, paso básico, figuras, variantes
coreográficas, forma musical, instrumentos, textos. Una vez finalizado el desarrollo de los temas
abordados, el lector encontrará una conclusión a modo de cierre que retoma de forma breve toda
la información planteada.
Capitulo 1

Sobre la música argentina


Capítulo 2

Antecedentes

La chacarera, junto a una veintena de danzas criollas de ritmo vivo y de intención


pantomímico-galante, es como lo ha investigado y documentado Carlos Vega- descendiente de
tardía de un importante ciclo radiado desde Lima, Perú. El proceso de su, formación, a partir de los
modelos europeos como gallarda, corrente, canario, zarabanda, fandango y otras, está descripto
detalladamente en el trabajo del investigador.

Coincide con esa tesis Alicia Quereihac, que la describe como: “danza picaresca, que deriva
de las danzas pantomímicas de asunto amatorio, como gallarda, el canario y la zarabanda y se
difundieron desde el Perú”.

Numerosos testimonios dan cuenta de la expansión de estos bailes en toda América,


desde California y Nicaragua hasta Chile y Argentina. Se los menciona, por lo menos desde
principios del Siglo XVIII, con el nombre genérico de danzas del país. Luego, en un lento proceso de
recreación, adoptaron modos particulares en cada comarca. Letrilla, refranes, alguna figura
característica o imitativa, la evocación de algún personaje (humano o animal), o una celebración
determinada, asi como el uso de accesorios, pañuelos, sombreros, ponchos, castañetas. Ya a
inicios del S.XIX algunas de ellas se conocen con nombre propio: zamacueca, gato-mis mis,
pajarito.

Hasta 1810/20 mantienen su vigencia en los salones de las clases altas y en los ambientes
populares.

Por 1840/50 ya no se las ve en los salones y si en las fiestas del pueblo. Después entran en
franco abandono. Perviven en los ambientes rurales, matizan los espectáculos de circo.

Por 1870/80 morían en todo el país, y hasta la ciudad promotora genera esta opinión: “las
limeñas ya no quieren bailar sino a la europea…en los bailes apenas se toca una zamacueca”.

Entre 1895 y 1914 hay un renacimiento al calor de centros criollos, formados en Buenos
Aires, Montevideo y alguna ciudad del interior, para recordar, revivir y practicar danzas, músicas y
estilos poéticos. Algún autor ha señalado la decisiva influencia del Martin Fierro en este reverdecer
tradicionalista. Pero ahora la danza se ve como espectáculo y se habla, se compone y se edita
nueva música criolla.

Es en este periodo que florece también el llamado nacionalismo musical. Compositores de


conservatorio que vuelven sus ojos a los motivos folclóricos. Óperas, zarzuelas y obras de teatro
los incluyen. Este movimiento se prolonga medio siglo, pero es claro que esas obras no son las
danzas del pueblo.

1914, año-bisagra para el mundo europeocéntrico, clausura el siglo XIX. En Argentina el


fenómeno inmigratorio y complejos procesos socioeconómicos cambian la escena.
En este marco, la primera noticia, de la que hay registro cierto sobre una de estas danzas
con el nombre de CHACARERA, es la que da Florencio Sal en sus memorias, citándola en Tucumán
en 1850.

En tanto Carlos Vega, revisando los programas de los circos porteños de la década de
1840, encuentra que tocaban “muchos bailes criollos” pero en ninguno hay chacareras.

En 1880 se la baila al sur del rio Salado, Pcia de Bs. As. En 1883 Ventura Linch la menciona
en Dolores (Bs. As.) y dice que es danza local. Y el francés Paillard la ve bailar en una pulpería de
Tapalqué en 1885.

Quizás la primera edición de una chacarera sea la que Luis Bonfiglio incluyo en su
publicación “Recuerdos Patrios”, en 1889.

Joaquín V. González la cita en La Rioja en las fiestas de cosecha y trilla. En los primeros
años del S. XX hay menciones esporádicas en las provincias del noroeste, en Cuyo, en Córdoba y
en Buenos Aires.

Aun en el citado momento de renacimiento tradicionalista es difícil de encontrar


chacareras. Con mucha más frecuencia se dan gatos, zamacuecas, vidalitas, milongas, tristes,
pericón, cielito, huella, zamba, firmeza. Entre las pocas referencias encontramos el testimonio de
Luis López Delgado, que recuerda haber bailado una chacarera en el “centro criollo”. La Frontera
en Bueno Aires en 1910.

Dos santiagueños son los impulsores de la etapa siguiente. Andrés Chazarreta, que
exhuma y recopila, desde la memoria de viejos cantores y bailarines, para llevar al escenario de los
teatros una compañía de “arte nativo”. Y Manuel Gómez Carrillo, que registra y edita música y
canciones casi perdidas en Jujuy, Tucumán y Santiago.

En 1917 la Universidad de Tucumán le encargó a Gómez Carrillo la redacción de un plan de


trabajo para la recolección, pautación y difusión de la música criolla de transmisión oral del norte
argentino. La tarea la llevó a cabo y Don Manuel recogió más de 200 canciones y especies diversas.
De ellas publicó algo más de 40 en dos álbumes, c. 1920. También cumplió su propósito de
difusión con una serie de conferencias-recitales. Públicos de Tucumán, Santiago del Estero, Mar
del Plata y Buenos Aires escucharon por primera vez esos “tesoros de la música popular…para
salvarlos del olvido”, como decía el disertante. Críticos de arte, medios periodísticos y músicos
académicos se hicieron eco de la labor de Gómez Carrillo. Especial importancia tuvo la
presentación hecha en 1920 en el Instituto Popular de Conferencias de Bs. As. En los años
siguientes impulsó su incorporación al repertorio del piano, conjunto de cámara, orquestas y
coros.

El propósito central del Gómez Carrillo, como lo decía en sus presentaciones y puede
leerse en su correspondencia, era contribuir a fundar la gran música nacional, es decir las
elaboradas formas académicas, a partir de ese sustrato folclórico. Lo intentó en obras tales como
Alma Quichua, para violín y piano y luego para orquesta, en la que utiliza la vidala Que linda sois,
que recompiló en Loreto, Santiago del Estero. Repitiendo la experiencia en Impresiones de mi
Tierra, Suite de Danzas Regionales, Rapsodia Santiagueña y otras.

En 1911, cuando Andrés Chazarreta prepara su primera presentación, casi nadie conoce tal
repertorio. Hay quienes dicen que no tendrá éxito con esas antiguallas pobres y superadas. El
periódico El Liberal, de Santiago, las refiere como gatos, chacareras y escondidos que bailaron
nuestros mayores. Y La Mañana dice que será novedosísimo.

En Tucumán no le alquilan un teatro por ser esos bailes “un resabio de barbarie”. Y el
propio Chazarreta basa su entusiasmo en rescatar estos “bailes de antaño, porque el tiempo va
esfumándolos con una apatía incomprensible”.

Sin embargo, aunque débil, esa supervivencia se extendía a números sectores rurales de la
Provincia. Así lo demuestra la célebre Colección de Folklore llevada a cabo en todas las Escuelas
Láinez por iniciativa del Consejo Nacional de Educación en 1921. En esa valiosísima información,
que solo para Santiago del Estero recogió la respuesta de 435 informantes, podemos ver que se
menciona la práctica de danzas en un buen número. Y en casi todos estos casos se cita la
chacarera, junto a otro puñado de especies.

A esos músicos populares que ya tenían como marginales en sus repertorios las viejas
danzas del país, acudió Chazarreta. Vale recordar algunos nombres: Domingo Aguirre, y Baltazar
Gallardo, ambos arpistas. Segundo Juárez, violinista, Eusebio More, violinista y cantor, Pedro
Contreras, guitarrista. Ellos fueron los puntales de una orquesta que se presentó con dos arpas,
tres violines, dos mandolinas, tres guitarras y un cajoneador, además de dos cantores y algunas
parejas de baile. En 1911 se presenta la compañía en Santiago, Tucumán y Jujuy, con relativo
éxito. En el programa campean dos chacareras: Mañana de Mañanita y La Centenario. También en
ese año Chazarreta edita Mañana de Mañanita, chacarera santiagueña, la primera de su autoría.

Tuvo que esperar diez años para mostrarle al país sus canciones y bailes, hasta 1939
realiza 10 giras por todo el país, graba 250 discos, edita 11 álbumes con 230 temas (41 de ellos
chacareras) y en 1941 funda la Academia de Danzas. Durante todo este tiempo se va abriendo
camino en algunas provincias una tarea que sigue esas huellas. Recopiladores y nuevos autores,
pero también muchos intérpretes, solistas y conjuntos que van encontrando espacios para
mostrar su arte. Los teatros, la radiofonía, en menor medida el disco y un circuito de nuevos
centros tradicionalistas y peña.

Desde 1950 y por casi veinte años hay un nuevo impulso. Se multiplicaron los escenarios,
festivales, grabaciones, academias, publicaciones y numerosos intérpretes, especialmente
conjuntos, cubrieron toda la geografía nacional. Luego, otras dos décadas de receso y una nueva
promoción de autores e intérpretes en los finales del siglo.

Este es el proceso cumplido por las danzas del país. Vigencia, olvido y renacer pero ya no
como expresiones populares sino como un género entre la múltiple música universal que
escuchamos y que nos llega desde el escenario profesional.
En todo ese contexto, la chacarera ocupa, como se ha dicho antes, un lugar de preferencia.
Esta aceptación avala que el Atlas de la Cultura Tradicional Argentina diga: “La Chacarera es uno
de los pocos bailes criollos de la generación más antigua que tienen plena vigencia en la
actualidad”.
Ámbito geográfico

Durante casi dos siglos las principales danzaas criollas se practicaron en todo el país y en
buena parte de sudamerica. “La división de Argentina en zonas coreográficas y la atribución de
danzas determinadas a cada una, poco tiene que ver con lo que se puede decir sobre geografía y
danzas”, afirma Vega, continuando: “En America mas bien es posible alguna distinción entre litoral
Pacifico y Atlantico, además del arco del Caribe, lo que no quiere decir que ambas bandas
permanecioeron incomunicadas”.

Para Argentina es clara una corriente Lima- Santiago de Chile- Pcias. del Noroeste- Cuyo y
otra Rio de Janeiro- Montevideo- Buenos Aires. Y concluye el autor citado: “hubo y hay en la
Argentina danzas orientales y danzas occidentales. Con algunas excepeciones nuestras danzas
picarescas son occidentales y las animadas, señoriales y enlazadas, son orientales

La chacarera integra el grupo occidental y la vemos, ya con su nombre propio y caracteres


coreográficos y musicales, desde mediados del S.XIX en todo el noroeste y en Pcia. De Bs. As. Esta
vigencia (en provincia, no ciudad) se debe a que fue un territorio permeablea los envios
occidentales, “al extremo- vuelve a decir Vega- que, por momentos, pierde su filiación oriental, es
ambidextra”.

Sin embargo Isabel Aretz distingue, para el nucleo de danzas criollas, tres grupos “bien
definidos que podemos ubicar geográficamente asi: Norteño, Cuyano y Mediterraneo (Litoral,
Pampa y Cordoba)”

En palabras de Alberto Abecasis: “Si bien todo lo dicho es válido hasta principio del S. XX,
durante su transcurso se producen procesos culturales muy dinámicos, que influyen
marcadamente en el campo estudiado. Entre ellos señalo: La ciudad de Buenos Aires, en su
condición de urbe europeizada, acelera la importación de modas y barre, en un abanico, toda la
zona pampeana y urbana en general. Las danzas criollas se refugian en el arco noroeste y
especialmente en las comunidades rurales y en los pueblos. Por otra parte Lima ya no influye en el
corredor norte desde mucho antes”.

Continua: “La multiplicación de músicos y cantores y bailarines profesionales o cuasi-


profesionales, que actúan en giras por todo el país. Por mediación se generalizan repertorios y las
más variadas especies arraigan en lugares distantes. Es conocido y profusamente documentado el
aprendizaje del Pericón, a partir de las representaciones del Circo de los Podestá, que recorrió con
éxito las ciudades del interior”.

“Este movimiento de recitales, espectáculos teatrales y grandes festivales, ha producido


también una contracorriente, el encasillamiento en cuadros regionales, atribuyendo exclusividad
de origen a diversas especies”, sostiene Abecasis y agrega “así el Carnavalito y el Bailecito son de
Jujuy; la Cueca y la Tonada de Cuyo; la Chacarera de Santiago del Estero y la Jota Criolla de
Cordoba”. Se suma también la influencia de buenos autores e interpretes locales, que generan un
circulo de discípulos y un movimiento de practicas casi cotidianas, asi como numerosos auditores,
reteniendo o reforzando la vigencia de una o varias especies en un lugar determinado.

La aparición de la radio y luego la televisión, junto con las grabaciones distribuidas


masivamente.

El vigoroso movimiento de Peñas y Academias de Danzas Nativas en todo el territorio, que


tuvo su auge en las décadas de 1950 y 1960.

Pero más allá de estos antecedentes, el maestro Vega ha resumido: “La nacionalidad de
una danza no puede fundarse en un supuesto origen lugareño…sino en la sensación de propiedad
que produce en quienes la aprehenden con hondura y la vivifican con devoción”.

Y si nos atenemos a ello, los santiagueños acumulan pergaminos suficientes para sentirse
la tierra de las chacareras.
Nombre

En cuanto al nombre de chacarera, hay diversidad de opiniones.

“Nació a la vida cuando en los campos de nuetras dilatadas llanuras se formaron las
primeras chacras…y al hecho de dedicar un baile en honor de las mozas campesinas debe su
nombre”, dice Lazaro Flury, “y precisamente en el sur de Buenos Aires, cuna del gaucho “surero”
es donde tuvo su origen”.

Haydeé Perez del Cerro y Raquel Nelly repiten el criterio, pero agregan: “otros dicen que
su nombre deriva de las coplas que suelen acompañarla…no se la practica en los salones por
considerarse baile de pueblo o de campo…alegre y ruidosa”.

Reconociendo el origen en las danzas españolas, Ana S. Cabrera dice “…la “cháquera”
levantina se transformo en nuestra hermosa chacarera”.

Domingo A. Bravo, destacado quichuista, analiza que el vocablo chacarera esta compuesto
por la base Chájra, del runasimi, lengua del Tahuantisuyo, que significa predio cultivado, y el sufijo
castellanos ero-era, que indica ocupación habitual o persona que trabaja ese predio. Registra la
misma significación en el quichua peruano chahra y en el ecuatoriano chagra, en el quichua-
santiagueño también tiene acepción de planta de maíz y por extensión maizal. Con este
antecedente opina que la danza nació como homenaje a las “bellas chacareras”.

Afirma que ese nombre hibrido quichua-castellano es santiagueño, ya que el bilingüismo


es un mismo vocablo no se da en oras regiones. Dentro de Santiago identifica el área agrícola
regada por el río Dulce, la zona Salavina-Atamisqui.

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