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Introducción
Antes de adentrarnos a la crítica de la teoría y la práctica determinada por Carr y kemiss,
en su texto “Teoría Critica de la Enseñanza”, como preámbulo del mismo se puede
identificar cinco condiciones formales que debe admitir cualquier enfoque de la teoría
educativa, descritos en los 4 capítulos que preceden al que vamos a analizar:
1. Un rechazo a las nociones positivistas de racionalidad objetiva y verdad, negando
que el conocimiento tiene solo un valor instrumental.
2. El reconocimiento de la necesidad de utilizar las categorías interpretativas de los
profesores.
3. La identificación de las interpretaciones ideológicamente distorsionadas, abriendo
vías que permitan su superación.
4. Estudiar el marco social con el objetivo de identificar situaciones injustas,
ofreciendo explicaciones teóricas que hagan a los docentes más conscientes de
cómo superarlas.
5. Capacidad para ayudar a los docentes, en transformar su práctica, es decir, una
investigación educativa que no sea sobre la educación sino para la educación.
La Teoría Crítica surge de la llamada Escuela de Frankfurt como oponente a las posturas
positivistas de interpretación de la ciencia, plantea que el proceso educativo debe permitir
lograr nuevas explicaciones a las verdades alcanzadas en las ciencias, que hasta ahora se
mantienen alejada de la realidad, al no contemplar su historicidad, ofreciéndose éstas en la
escuela, como verdades acabadas.
Es por esta razón que el presente trabajo, tendrá como objetivo analizar la teoría crítica y
algunos de sus componentes principales. A su vez, a cómo la teoría crítica generó la idea de
una ciencia social crítica y un enfoque de la relación entre lo teórico y lo práctico que
difiere mucho de lo propuesto tanto por las ciencias sociales positivistas como por las
interpretativas.
La Teoría Crítica
Los autores determinan que existen tres posiciones paradigmáticas de la teoría crítica, uno
de ellos es el paradigma crítico, que considera la unidad dialéctica de lo teórico y lo
práctico. La teoría crítica nace como una detracción al positivismo transformado en
cientificismo. Es decir, como en contra de la racionalidad instrumental y técnicas
preconizadas por el positivismo, que exigen la necesidad de una racionalidad substantiva
que incluya los juicios, los valores y los intereses de la humanidad. Es decir debemos ir más
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Wilfred Carr, Stephen Kemmis (1986); Teoría crítica de la enseñanza. La investigación-acción en la
formación del profesorado. Martínez Roca, Barcelona. Cap. 5 pp. 140-166.
allá en el sentido subjetivo de las cosas y no tener un análisis netamente objetivo, que
distorsiona los resultados obtenidos por la investigación.
Por lo tanto, en la teoría crítica es fundamental explicar la relación entre teoría y práctica,
que menciona Habermas, porque ella misma surge del análisis de esta relación, y es por ello
que la concepción teoría y práctica es el criterio que utiliza el paradigma crítico,
especialmente para diferenciar los distintos topicos de la investigación. La ciencia social
crítica, será pues aquella que yendo más allá de la crítica, aborde la práctica, esto es una
forma de "ilustración" de una acción social transformada. Esto requiere una integración de
la teoría y la práctica en momentos reflexivos y prácticos de un proceso dialéctico de
reflexión, ilustración y lucha política, llevado a cabo por los grupos con el objetivo de su
propia emancipación. (Carr y Kemmis (1988) p.157).
Esto implica desde luego el desarrollo de modelos educativos en todos los niveles, que
entiendan el aprendizaje como un proceso de interacción entre los docentes y dicentes, que
incentive la reflexión sobre sus ideas y aprensiones, obtenidas de sus experiencias, para así
poder cambiarlos, si fuera necesario; tomando en consideración que estos responden a una
experiencia y una historia, marcados por sus condiciones personales y por ende únicas.
Cierre
Adicional podemos resumir que los autores del texto proponen cinco características que la
educación debe cumplir para ser crítica: Poseer visión dialéctica de la realidad; desarrollo
sistémico de las categorías interpretativas de los docentes; utilizar la crítica ideológica para
superar las interpretaciones distorsionadas de los individuos; identificar las situaciones
sociopolíticas que impiden conseguir los fines racionales de la enseñanza educativa,
construyendo teorías que ayuden a superar esas situaciones y; crear comunidades
autorreflexivas que garanticen la unión de la teoría con la práctica.