LIBRO - Conquista e Invasion en Futawillimapu - Historia Mapuche Huilliche - Alejandro Cárcamo Mansilla
LIBRO - Conquista e Invasion en Futawillimapu - Historia Mapuche Huilliche - Alejandro Cárcamo Mansilla
LIBRO - Conquista e Invasion en Futawillimapu - Historia Mapuche Huilliche - Alejandro Cárcamo Mansilla
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Se permite, se fomenta la libre difusión y uso de este libro y las ideas contenidas en el,
bajo cualquier medio.
Documento liberado en Chile, Cuarentena de abril de 2020.
Martel Ediciones
alejandrocama@gmail.com
Portada: Fotografía de mapuche en el cepo, siglo XIX
Editorial Melipulli
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El establecimiento de un nuevo poder
colonial en las fütawillimapu (1750-1830)
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Discursos y prácticas de resistencia.
Fines del siglo XIX y principios del XX
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ANEXO
6
escucharlas, interpretar la historia y ganar en esa pelea de
ideas contra fascistas que escriben atrocidades contra
nosotros y un compañero las leerá con ánimo para sentirse
tanto más convencido como respaldado por una historia,
pero sin la acción no son nada.
7
Quiero terminar agradeciendo a todos mis amigos, mis
paisanos, mi familia, principalmente a mi familia y a los del
Kolectivo La Pobla que, si no fuera por tanta conversa y
cosas hechas juntos, estas palabras que siguen no serían nada
más que humo. Quizás nunca las hubiera escrito sino tuviera
éste pasado.
8
Esta obra no es sino otra reapropiación de los
conocimientos y métodos del mundo occidental para
escarbar en el pasado reciente del pueblo mapuche,
para encender su newen y engrandecer su kimun.
El editor
Conquista e invasión a la sociedad
mapuche-williche.
ubicado, entre los océanos Pacífico y Atlántico, desde el sur de Buenos Aires y
abarcando toda la norpatagonía argentina, zona denominada Puelmapu, y, por
el Gnulumapu o lado chileno, desde el río Biobío (algunos ubican este límite
más al norte) hasta la isla de Chiloé.
6
Territorio que abarca, dentro el Gnulumapu, desde el río Toltén hasta la isla
de Chiloé. Se debe tomar en consideración que los conceptos de Wallmapu,
Gnulumapu, Puelmapu o Fütawillimapu nacen (al parecer) en el siglo XX y
son conceptos que, en la actualidad, poseen una fuerte carga política para los
mapuche que luchan por su autonomía. El concepto Fütawillimapu o
Butawillimapu se puede encontrar en el memorial mapuche-williche de 1936,
ver Eugenio Alcamán, Memoriales mapuche-williches, territorios indígenas y
propiedad particular (1793-1936) ( Osorno: CONADI, 2010) 154-166.
14
piensan los mapuche"?, por otra parte, ¿por qué viven, cómo
resistieron todo esto, cómo es que lograron sobrevivir hasta
nuestros días y adaptarse para seguir resistiendo7 los que
fueron sometidos a la invisibilización, al no reconocimiento
como cultura, como pueblo, qué fue que les permitió no ser
asimilados y continuar sin olvidarse de sí mismos?8
7
Aquí nos referimos al concepto de "adaptación en resistencia" de Stern, ver
Steve Stern, "Nuevas aproximaciones al estudio de la conciencia y las
rebeliones campesinas: las implicancias de la experiencia andina", Resistencia,
rebelión y conciencia campesina en los Andes. Siglos XVIII al XX, ed. Stern,
Steve (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1990) 13-41.
8
Aquí tácitamente tocamos el tema de la identidad. Desde este trabajo no se
buscará una clasificación de lo mapuche o una categorización para establecer
quién es o quién no es mapuche, siguiendo a José A. Marimán, diremos que
“los mapuche son los que ellos creen que son…antes que lo que definen los
cientista sociales que los estudian.” (Jose A. Marimán, Autodeterminación:
Ideas políticas mapuche en el albor del siglo XXI (Santiago: LOM Ediciones,
2012) 101. Destacado en el original), mapuche es quien se idéntica y/o es
identificado como tal. Para entender este acto poco “científico” (más bien
poco moderno) diremos, como Lacan, que la identidad se construye cuando el
yo se reconoce a través de la representación ante un "espejo”, en donde el
sujeto asume una imagen, es decir, se conoce en una exterioridad que reconoce
que no es propia, a la vez que se comienza a reconocer en otros, que sin ellos
no puede construir una identidad, la identidad es una enajenación permanente
del(os) otro(s), la identidad es el efecto de una expropiación, a la vez es un
andar permanente, es “ser otro y pasar al otro” (Michel De Certeau, La
invención de lo cotidiano. 1, Artes de hacer (México: Universidad
Iberoamericana, 2000) 122). Desde aquí, podemos decir que no existe la
identidad como esencia, se construye culturalmente entre la expropiación de la
alteridad a través de procesos históricos individuales y colectivos, que van
formando una personalidad heterogénea, a su vez esta enajenación
permanente, esa expropiación de la identidad, provoca un malestar en la
cultura (Sigmund Freud. El malestar en la cultura (1930[1929]) Sin más
datos) que también es permanente, que nos permite aun más reforzar la idea
que la identidad no existe en sí como esencia, desde aquí, cada práctica
cultural, cada acción, pierde su esencialismo y pasa a ser una actuación
simbólica, en acción simulada (Néstor García Canclini, Culturas Híbridas.
15
Entender qué pasó cuando fue conquistado y colonizado
el Fütawillimapu9 nos permite ver que es lo que ocurría a
fines del siglo XIX cuando el mapuche-williche comenzó a
10
Los memoriales son discursos de resistencia elaborados desde fines del siglo
XIX hasta nuestra actualidad por los lonkos de las comunidades mapuche-
williche. Para conocerlos, ver Eugenio Alcamán, Memoriales mapuche-
williches, territorios indígenas y propiedad particular (1793-1936),(Osorno:
CONADI, 2010).
11
Sobre la construcción de la idea de “raza”, como uno de los principales
elementos de la “colonialidad”, ver los siguientes escritos de Quijano: Aníbal
Quijano, "Colonialidad y Modernidad-Racionalidad", Los conquistados. 1492
y la población indígena de las Américas, ed. Heraclio Bonilla, (Tercer Mundo
Editores-FLACSO sede Ecuador-Ediciones Libri Mundi 1992) 437-447;
Aníbal Quijano, "Colonialidad del Poder y Clasificación Social", Journal of
world-system research VI.2 (2000): 342-386; Aníbal Quijano, "Notas sobre
“raza” y democracia en los países andinos", Revista Venezolana de Economía
y Ciencias Sociales 9.1 (2003): 53-59.
17
jurisdicción del estado chileno. Nuestra actualidad nos ciega
junto a los mitos nacionales, pensando al mapuche como el
primer defensor de un país que no existía.
Hubo un tiempo que no fue así y que permite entender,
con los ojos de hoy, el porqué de nuestro ahora.
16
Bengoa 287
17
Para contextualizar este período, ver el trabajo de Guillaume Boccara, Los
vencedores. Historia del pueblo mapuche en la época colonial (San Pedro de
Atacama, Santiago: Universidad Católica del Norte, Instituto de
Investigaciones Arqueológicas y Museo, Ocho Libros Editores, 2009).
21
Osorno e indios amigos se trasladan hacia Chiloé, lugar
donde el español continuó gobernando, añorando, estos
sobrevivientes, la reconquista del territorio recuperado por
los mapuche18.
La historia williche, luego de la rebelión y en
comparación con los mapuche de más al norte de su posición
geográfica, es algo diferente. La refundación de la ciudad de
Valdivia a mediados del siglo XVII y el no haber expulsado
a los españoles de Chiloé, transforma a esta zona en una con
particularidades bien definidas y diferentes a las de la zona
entre el Biobío y norte de Valdivia, ya que mientras las
relaciones entre mapuches de más al norte y españoles se
encontraban reguladas por los acuerdos fronterizas que se
habían suscrito entre ambos pueblos en diferentes koyag o
parlamentos, los williche no establecieron ninguna relación
pacífica con los españoles hasta bien entrado el siglo XVIII,
además que esta sociedad del Fütawillimapu estaba rodeada
por dos fronteras hispanas, por el norte Valdivia y por el sur
Chiloé.
Desde la Gran Rebelión, entre los ríos Bueno y Maipué,
no existió ninguna misión ni fuerte español, ni tampoco al
norte del Bueno hasta el Toltén , salvo el presidio de Valdivia
que miraba hacia el mar. Ximena Urbina señala:
26
Urbina 238.
25
XVIII, aun así, faltaba comunicar la zona austral del imperio,
esto se veía impedido por la presencia de los independientes
mapuche, y la presencia de los mapuche-williche frenaba la
comunicación entre Valdivia y Chiloé, imposibilitando una
coordinación entre ambas ciudades en caso de invasión,
aislando ambas ciudades entre sí y dejándolas vulnerables.
Las ciudades australes coloniales debían arreglar sus
problemas, y los del imperio, de forma solitaria. El mapuche
williche se encontraba, entonces, y desde una perspectiva
ajena al mapuche, en medio del problema. El hispano-
criollo necesitaba recuperar el contacto con ellos, pero la
frontera se encontraba cerrada por el mapuche. El contacto
de los valdivianos con los williche cercanos a la plaza fue
casi nulo hasta la década de los cuarenta del siglo XVIII.
Será recién a mediados del siglo XVIII cuando nuevamente
esta frontera comenzará a recuperar su dinamismo.
Debemos tener en cuenta que las fronteras no son
estáticas, más bien son espacios dinámicos, son espacios de
intercambio de todo tipo, principalmente cultural, en donde
culturas, en este caso muy diferentes, convergen en un
espacio que se transforma debido a esta intercambio. Lo
potente que llegue a ser ésta dinámica determina el grado de
cambio de las sociedades que habitan el territorio. Si
hablamos que antes de 1750 prácticamente no hay contacto,
la independencia en el desarrollo de ambos culturas será
mayor que en la segunda mitad del siglo XVIII, en donde las
relaciones en el Fütawillimapu entre Valdivia y los mapuche-
williche será mayor que en la época anterior, no así entre
estos últimos y Chiloé, ya que, al parecer, los mapuche-
williche no olvidan las malocas chilotas y estos no olvidan
las ruinas de Osorno, así lo demuestran los pocos trabajos
26
que existen sobre historia mapuche-williche, principalmente
los de Alcamán y el libro de Urbina sobre el tema.
El objetivo inmediato de la intromisión en territorio
mapuche-williche es el de establecer una vía terrestre de
comunicación entre Chiloé y Valdivia. Existirán, desde la
segunda mitad del siglo XVIII, dos variantes para el logro de
este objetivo. La primera, propuesto por Chiloé, consiste en
la conquista violenta del mapuche. la segundo, propuesta
desde Valdivia, pacífica y asimilacionista, consiste en el
establecimiento de poblaciones pequeñas que convivan con
el mapuche, lo ayuden a “civilizarse” y “someterse” y
protejan el camino que se busca construir.
Valdivia no era una ciudad destinada para la conquista
del Fütawillimapu, más bien, vivía sumida en sí misma 27; era
una defensa a las expediciones que podían realizar los
enemigos del imperio. Desde su reconstrucción obedecía a
la misión de proteger el límite sur del imperio de
expediciones holandesas e inglesas; la preocupación de
valdivianos, y también chilotes, era una posible invasión, por
tanto, Valdivia miraba hacia el mar, sin relacionarse con el
territorio williche hasta mediados del siglo XVIII, para la
construcción del camino.
La reapertura de las relaciones no era tarea fácil, los
hispano-criollos comenzaron a saber cómo funcionaba la
estructura social mapuche y conocieron la falta de una
autoridad central que aglutinara a las familias
independientes, pero la experiencia en la frontera del Biobío
les permitía formular una propuesta para su ingreso en estas
tierras; una política pacífica llena de “agasajos” permitió el
27
Vergara, Marcareño y Foerster.
27
ingreso español a las tierras williche cercanas a la plaza
fuerte, “los agasajos a los indios pasaron a ser el recurso más
importante para conseguir el acercamiento”28. Los agasajos
iban acompañados de peticiones de ayuda mutua y amistad.
Esta política pacífica será ejecutada por religiosos y por
agentes de una nueva institución ya probada en otras partes
del imperio (Comisario de Naciones, Lengua General,
Capitán y Teniente de Amigos).
Desde la plaza fuerte, las buenas relaciones que se van
estableciendo entre valdivianos y mapuche-williche del Calle
Calle, permite un intercambio comercial positivo para ambas
partes, del que los williche de la franja norte del río Bueno
también quieren participar, por lo que buscan la amistad con
Valdivia, avanzando las relaciones de hispano-criollos con
mapuche-williche hasta el río Bueno. Según Urbina,
29
desarrolla la política de ”agasajos”, la que demuestra buenos
resultados y es apoyado por las autoridades del virreinato,
además de que nos habla de un acercamiento horizontal en
vez de un intento de imposición vertical. Sobre esto,
Alcamán plantea que
30
Alcamán "La rebelión..." sin página.
30
Con la aceptación de la amistad del hispano-criollo, estos
buscaban, a través de sus agentes indigenistas, construir
misiones dentro del Fütawillimapu. Dentro de la sociedad
hispano-criolla la construcción de misiones era una
oportunidad para que en el futuro se consolidaran variados
intereses de las diferentes partes que conformaban esta
sociedad31.
La política de invasión pacífica desde Valdivia debía
admitir la propia dinámica cultural williche, es decir, se
apropiaba de elementos culturales mapuche para hacer que
estos sirvan para la intromisión en el Fütawillimapu. El
hispano-criollo entraba pidiendo permiso a los caciques para
pasar por sus territorios, ocupando la costumbre williche
para ello, al tiempo que se informaban sobre la comunidad
visitada. Las propias diferencias entre parcialidades
mapuche-williche eran aprovechadas como oportunidades
para proseguir, paso a paso, en la invasión del
Fütawillimapu. Aún así, las autoridades españolas lograron
establecerse solo hasta la orilla norte del río Bueno32, ya que
las parcialidades del sur del río se resistían al contacto con el
europeo, estos no olvidaban las constantes malocas sufridas
a manos del hispano-criollo, pero, a pesar de su resistencia,
31
“cada nueva misión era una posibilidad aprovechada con sumo cuidado. En
ella confluían varios intereses: los religiosos en la conversión, las autoridades
militares en abrir camino y “sujetar” a los indios, los capitanes amigos en
asegurar la paz, y al final, los vecinos en la adquisición de tierras, el ganado,
la agricultura, y con ello el comercio. Todo mediante “palabras suaves”,
regalos y ofertas de apoyo bélico en los repetidos conflictos entre huilliches y
juncos, pehuenches o puelches. El proceso se cumplía paso a paso, pero se
tenía cuidado de actuar a requerimiento de los indios, sin presionarlos, aunque
aprovechando cada circunstancia favorable” (Urbina 221).
32
Ver Molina y Correa Las tierras huilliches.
31
“los huilliches de la banda sur del rio Bueno admitían que
los del norte pudieran comerciar con los españoles y permitir
misiones en sus tierras, siempre que esto no comprometiera o
pusiera en riesgo la independencia de la banda sur”33, es
decir, los de la banda sur del río Bueno admitían los
beneficios que entregaba el comercio con el español, pero no
permitían que el contacto con el español comprometiera la
autonomía de la que gozaban dentro de sus territorios. El
contacto genera información precisa para continuar la
invasión u ocupación pacífica. Según Urbina,
36
Alcamán "La rebelión..." 33-34.
34
palacio del gobernador de Chiloé, claro está, estos españoles
debían aún respetar la costumbre mapuche de pedir permiso
para el paso por sus tierras. El gobernador de Valdivia aún
no se atreve a tomar posesión de las ruinas de Osorno por el
temor de una posible sublevación de las comunidades al
verse transgredida su autonomía. Aún así, los valdivianos
han logrado ingresar al territorio. Catiguala o Catrihuala,
Apo Ülmen o cacique principal de la zona sur del río Bueno,
viaja en 1790 hacia Chiloé, persuadido por las autoridades
valdivianas, para demostrar su amistad; en Chiloé es tratado
como un cacique gobernador, respetado como tal es
agasajado y vuelve a sus tierras confiado en haber entablado
una buena amistad con las autoridades de Chiloé y de tener
solidas relaciones de apoyo con Valdivia,
37
Urbina 292.
35
Resistencia: conquista y colonización del Fütawillimapu.
38
Alcamán "Los mapuche..." sin página.
36
reconoce el español la posesión de un territorio al williche, y
dando inicio a un nuevo período en la historia de éste pueblo,
donde pierden gran parte de su capacidad de resistir a través
de un levantamiento o revuelta contra el conquistador.
Desde aquí se abrirá un proceso en el que la vivencia del
mapuche y su libertad de movimiento se verán cada vez más
restringida, iniciándose un proceso de dominación y
asimilación desde la sociedad conquistadora, que intentará
disciplinar al mapuche a los lineamientos de la sociedad
hispana-criolla, que en el período republicano intentará de
alguna manera “chilenizar” al mapuche, esto es, convertirlo
en un peón dentro de la división social de la sociedad
conquistadora.
La resistencia mapuche-williche de 1792, tuvo como
campo de acción la frontera que se había establecido en el
río Bueno, pero la campaña represiva desde Valdivia buscó
el sometimiento total a través de la acción militar de todo el
Fütawillimapu central39, por lo que la tropa de Tomás de
Figueroa atravesó el río Bueno no solo a buscar a los
culpables del inicio de la rebelión, sino que a todo aquel que
no se declare cristiano y posea un arma en su poder, por
tanto, se declara la guerra en contra de toda la población del
Fütawillimapu, buscando el debilitamiento moral y físico de
un pueblo completo. El levantamiento había sido organizado
por las parcialidades de Quilacahuín, Ranco y Río Bueno,
pero eso ya poco importaba, muchos williche morirán
defendiendo sus parcialidades o simplemente por encontrarse
39
Del río Bueno al río Maipué. Los mapuche-williche del norte de Valdivia,
principalmente los de Panguipulli, mantendrán parte de su autonomía hasta la
entrada del ejército chileno al territorio mapuche autónomo y la toma de
Villarrica en 1883.
37
escapando del español, otros morirán debido al hambre y el
desamparo provocado por la guerra; la población masculina
mapuche se verá seriamente disminuida. Esta acción
punitiva comenzará casi al instante de saberse del
levantamiento en Valdivia y finalizó en enero de 1793.
La resistencia a la acción hispano-criolla consistió en la
presentación de caciques declarando inocencia, pero
Figueroa hizo caso omiso a estas declaraciones y los
“castigó”40, las acciones militares de resistencia de los
mapuche-williche fueron irregulares y desordenadas,
optando la mayoría de la población mapuche-williche por
escapar de las armas españolas. Los mapuche-williche
estaban desconcertados y muchos huían luego de los ataques.
La dispersión de los mapuche permitió a las armas españolas
alcanzar las ruinas de la ciudad de Osorno.
Al momento de la toma de la antigua ciudad la
represión hispana cambia de tono e invita a los caciques a
asistir a un koyag o parlamento a celebrarse en Negrete con
la intención de establecer la paz, pero los lonkos o se
encuentran aún resistiendo o se encuentran huyendo junto a
sus parcialidades hacia la zona de la cordillera de la Costa o
hacia la cordillera de Los Andes. Es por esto que los
españoles deciden llamar a un koyag a celebrarse a orillas
del río de Las Canoas (actual río Rahue), en las cercanías de
las ruinas de Osorno. Algunos de los puntos establecidos
fueron:
40
Urbina 302.
38
juntas de estos; en cuya inmediación están las ruinas de
Osorno, hasta la cordillera, para qe.cedían desde ahora
para siempre a fabor del Rey nro.Señor cualesquiera
acción o Derecho que ellos o sus subcesores podian
tener a dichos terrenos, sin que para esto sea necesario
otro documento. 3º Que estarán pronto a las ordenes
del Comandante de el Comandante de este
departamento y siempre serán amigos de los Españoles,
y los socorrerán en cuanto pudiesen. 4º Que si algun
Yndio Ynsultase a los Españoles le entregaran para su
justo castigo; como tambien avisaran al Comandante, si
algun Español les hace algun agrabio…5º Que daran
paso franco, y auciliaran con embarcaciones y guias los
correos del Rey (…) 1º Que con gusto admitían Padres
Misioneros (…) 6º Que todos los solteros se casaran en
adelante por la Yglesia y cumpliran las obligaciones
cristianas41.
48
Aunque en la actualidad en Chile existe una ley indígena y se haya
ratificado el Convenio 169 de la OIT, esto no significa que el estado chileno
no continúe aplicando políticas colonialistas o de “colonialismo interno”, un
ejemplo de esto son los programas asistencialistas y asimilacionistas como el
Programa Orígenes o los PDTI (Programa de Desarrollo Territorial Indígena)
de INDAP (Instituto de Desarrollo Agropecuario) que buscan llevar
“progreso” a las comunidades indígenas a través de la implementación de
formas capitalistas de producción, las que ni siquiera toman en cuenta las
propias formas de producción indígenas. Tampoco es correcto pensar que los
pueblos indígenas dentro de la jurisdicción del estado chileno no se adapten a
estos procesos para continuar resistiendo a los intentos asimilacionistas, ya
que la creación de “comunidades indígenas” de acuerdo a las normas
establecidas por la “ley indígena”, normas impuestas por el estado chileno,
han logrado recuperar parte del territorio perdido y, de alguna manera,
promover el respeto a sus culturas.
49
No debemos considerar esto como una señal de sumisión, más bien,
debemos leer a contrapelo y darnos cuenta que estos son signos de adaptación
en resistencia del mapuche-williche. Es bueno tomar en consideración que el
mapuche-williche, luego del tratado de Las Canoas y la colonización del
Fütawillimapu, deberá adaptarse a su nueva condición de pueblo colonizado
que le impone la sociedad hispano–criolla, vale decir, debe adaptarse a su
condición de grupo subalterno para continuar resistiendo y mantener su
condición de ser parte del pueblo mapuche.
44
naturales, Cannillanca y Antillanca, para aquella entrega
de aquel terreno habían forzado o biolentados quienes
respondieron en los mismos términos, que no, que lo
hacían porque conocían que aquel terreno que tantos
años habían poseído era legítimamente de su padre, de
dicho don Juan que por no haber comprecido nunca
hasta la estacion presente no se le habían entregado, que
en seguida el mismo señor preguntó a los demás indios
si alguno tenía que demandar queja alguna contra esta
estrega que se hiba a hacer y que resoltare perjuicioso
de tercero, respondieron todos los demás macetones y
gilmenes50 que nada tenían que pedir contra esa entrega
de otras tierras; que antes si alegaban que se le diera
posesión a sus legitimos dueños; y en entonces dicho
procedió al deslinde del terreno…el mismo que poseían
dichos indios yntegrantes y se les entregan y aseguran al
referido Dn. Juan, con todas sus entradas y salidas,
costumbre, y…libres de todo…tributo y otra obligación,
que postal se les aseguran y entregan y desde ahora para
siempre jamás se desisten y aparten de la ación y
propiedad dominio, título con fara y señorio; a quien
dichas tenían, renunciando y traspasando todos sus
poderíos en el mencionado Dn. Juan, para que como
suyas las posea, banda, cambien enajene, a quien le
paresca…como dicho pues lo hace con todo su voluntad
y ser de justicia, sometiendo a las justicias y jueces de
la República, para que el cumplimiento de lo otorgado
los efectúen competen y apremien por todo el rigor de
50
Ulmen es una persona respetada o con cierta autoridad dentro de la
comunidad, la que puede ser acaudalada, respetada por la edad o por el
conocimiento que posea esta persona.
45
derecho en cuya virtud el referido Sr. y Comisario Gral.
tomaron de la mano al expresado Dn. Juan lo pasearon
por las tierras, arrancando yerbas, tirando piedras, y
cuando las tres voces de posesión, posesión, posesión
en señal con todo dominio y señorío de dichas tierras y
abia de poseer y para que en todo tiempo constelo firmo
dicho señor…51
47
oportunidad de establecer nuevas relaciones de poder en el
Fütawillimapu a favor de ellos. De esta manera, las
relaciones horizontales entre las sociedades hispano-criolla y
mapuche-williche definitivamente finalizarán formalmente al
ser firmado el mismo tratado que establecerá un territorio
reconocido en papel para los mapuche del Fütawillimapu.
Esto no quiere decir que en las prácticas sea abandonada
inmediatamente esta horizontalidad. El tratado entre ambos
pueblos establece una supuesta supremacía sobre las
instituciones mapuche por parte del hispano-criollo. La
república, en un principio, respetará el tratado, por tanto,
buscará el sometimiento del mapuche-williche a las
instituciones del estado chileno, tal como establece el tratado
entre las antiguas instituciones coloniales y las mapuche-
williche.
Aún así, se debe tomar en consideración el contexto de
guerra y posterior represión del mapuche derrotado, el que
verá como beneficio la firma de la paz. El mapuche buscará
respetar y hacer respetar el acuerdo y legalizará el territorio
reconocido a través de la entrega por parte del estado chileno
de los Títulos de Comisario. Esto nos habla de un proceso
de adaptación a la nueva realidad como pueblo colonizado
que vive el mapuche-williche más que a un proceso de
sumisión. Esto explica el porqué desde esta época hasta la
actualidad los mapuche-williche, principalmente los más
beneficiados por el tratado de Las Canoas y por los Títulos
de Comisario, busquen su reconocimiento, lo que no quita
importancia a las luchas efectuadas por comunidades no
“beneficiadas” por el tratado, recalcando el contexto de
guerra. El abandono de estas tierras obedece a una
imposición de un consenso favorable al hispano-criollo.
48
Esto no quiere decir que estas comunidades no sean
mapuche, el papel legal no da la pertenencia a un pueblo, o
que tengan menor importancia frente a las del lado oeste de
la ciudad de Osorno, mas bien, estas comunidades se vieron
más desvalidas frente a la posterior colonización germana y
a la invisibilización y asimilación forzosa por parte del
estado chileno de éstas.
La sujeción a las instituciones coloniales, y
posteriormente republicanas, dará inicio a un proceso de
adaptación en resistencia por parte del mapuche-williche, el
que se manifestará en una lucha constante por el
reconocimiento como pueblo diferente, aunque colonizado
por la sociedad hispano-criolla. Esta lucha estará enmarcada
en la búsqueda de un diálogo horizontal entre ambas
sociedades, a pesar de su paulatina transformación en grupo
subalterno de la sociedad conquistadora y colonizadora del
Fütawillimapu, más bien, de cómo esta sociedad hispano-
criolla verá al mapuche-williche como subalterno y buscará
naturalizar esta visión, como si "siempre hubiera sido así".
49
50
Aproximaciones a la subalternización
mapuche-williche:
Discursos y prácticas de resistencia.
52
Este trabajo se basa en dos anteriores presentaciones realizadas por el autor:
la primera es la ponencia “Aproximaciones a la subalternización mapuche-
williche: discursos de adaptación en resistencia. Fines del siglo XIX y
principios del XX”, presentada en el V Congreso Internacional de Estudiantes
de Postgrado, Universidad Austral de Chile, Valdivia – Chile, 2013; la
segunda ponencia es “La toma de terrenos como manifestación contra el poder
en el Fütawillimapu. Década del 1930”, presentada en el XI Seminario
Argentino Chileno y IV Seminario Cono Sur de Ciencias Sociales,
Humanidades y Relaciones Internacionales, Mendoza – Argentina, 2012.
51
Introducción
53
A lo que llamamos memoriales son a documentos construidos por lonkos
mapuche-williche, en los que se presentaban protestas y exigencias a las
autoridades centrales del estado chileno, entregados en la misma capital de
Chile, Santiago, antes que a las autoridades locales que se encontraban
administrando el antiguo territorio mapuche-williche, el Fütawillimapu.
52
subalternidad, o sea dejarlos sin voz; hasta llegar a la
construcción de un discurso regional en el memorial de 1936
y la toma de terreno como práctica de resistencia que
buscaba la recuperación del territorio54.
55
Sobre la construcción de discursos ocultos por grupos dominados, ver Scott
(2000).
56
No entendamos subalternización como el proceso en que un grupo social se
vuelve subalterno, como si se dejaran dominar y nada más, sino que como el
proceso en el que grupos que comienzan a ser subordinados usan
ingeniosamente los códigos del grupo que busca o se declara dominante, vale
decir, este proceso de subalternización, de dejarlos sin voz de parte de los
dominadores, se contrapone con la búsqueda de hacer esa voz presente en ese
mismo proceso por parte de los subalternos.
54
grupos subalternos también nos permiten demostrar sus
grados de adaptación en resistencia, a su vez que estas
prácticas nos visualizan cómo ciertas formas culturales son
adaptadas o hechas desaparecer, resignificando
permanentemente su cultura, para poder mantener cierta
autonomía frente a los intentos de las estrategias de poder
que buscan controlarlos. La mezcla entre estos discursos y
prácticas nos hablan de ciertas hegemonías que van
construyendo los grupos subalternos en tenor de que deben
hacer y que no deben hacer; qué ocultar y cómo mostrarse en
el espacio público dominado por grupos que intentan ser
dominantes57. Estas “hegemonías” construidas en el espacio
de la subalternidad, demuestran su eficacia en lograr cerrarse
o abrirse al mundo donde ellos no dominan y deben saber, de
alguna manera, negociar en estos espacios públicos donde
estrategias de poder que intentan asimilarlos se demuestran
con potencia.
57
En este trabajo, cuando hablamos de discursos hacemos referencias a
prácticas discursivas, o sea, las prácticas con las que los sujetos establecen qué
decir y qué no decir, estableciendo verdades o, más bien, normalidades,
mientras que cuando hablamos de prácticas hacemos referencia a prácticas no
discursivas, es decir, son las mismas relaciones de poder que pueden sufrir,
hacer, crear o descubrir los sujetos, estableciendo que se puede hacer y que no.
Ambas tienen que ver con la red de relaciones de poder que cruzan al y los
sujetos, normalizándolos como tales, regulándolos, pero no tiene que ver con
alguna estructura o determinación en sí dentro de la sociedad, no es
uniformidad completa, homogeneidad, más bien estos dispositivos están
sujetos a la creatividad de quienes son sujetados a estos, lo que establece cierta
heterogeneidad en el uso de los discursos y las prácticas a pesar de la aparente
uniformidad homogeneizadora. Cuando hablamos de discursos y prácticas de
resistencia, nos referimos a prácticas discursivas y no discursivas que buscan
subvertir o cambiar las relaciones de poder a favor de los grupos subalternos,
vale decir, atentan directamente contra la o las estrategias de poder de grupos
que buscan ser dominantes.
55
Pero existen espacios dominados por los subalternos.
Es en estos espacios donde juega el propio control social
alejado del espacio público al que buscan permear, son
espacios ocultos al poder, más bien, a las estrategias de
poder de los dominantes y son ocultos simplemente porque
los grupos dominantes no los ven o no quieren verlas.
Tácticas y estrategias de resistencia se van configurando
dentro de estos espacios ocultos al poder para enfrentarse al
espacio público dominado, configurando y reconfigurando
las relaciones de poder permanentemente.
El estudio de la subalternidad58 nos permite visualizar
cómo en espacios construidos como propios de la
subalternidad y en espacios dominados logran articularse
prácticas y discursos de resistencia que van configurando
una historia propia desde lo subalterno, vale decir, los
mapuche-williche de fines del siglo XIX y principios del XX
buscarán construir la propia historia de su subalternidad, en
una relación no asimétrica, sino que horizontal con la otra(s)
sociedad(es) que configuran la heterogeneidad cultural que
existe en este período y en el presente en el Fütawillimapu59.
El enfoque subalterno, construido por el Grupo de Estudios
Subalternos de la India, nos permitirá enfrentar las nociones
58
Para conocer un primer acercamiento a la idea de historia de los grupos
subalternos, ver Gramsci (2000), especialmente el Cuaderno 25 “Al margen de
la historia. (Historia de los grupos sociales subalternos).”
59
Luego de la conquista del Fütawillimapu y la firma del Tratado de las
Canoas, en 1793, no sólo llegarán hispano-criollos al territorio, sino que, con
la posterior conquista de este territorio por parte del estado chileno entre 1820-
1825, el estado chileno buscará “blanquearlo”, desde una perspectiva racista, a
través de la promoción de la llegada de inmigrantes europeos, principalmente
germanos, proceso que comenzará a vivirse en el territorio desde mediados del
siglo XIX. A su vez, llegarán chilotes y otros colonos pobres, así como otros
grupos considerados como subalternos por los grupos dominantes.
56
de los grupos dominadores con las nociones que van
surgiendo de la construcción de la historia de los grupos
subalternos60.
Hemos hablado más arriba sobre los discursos ocultos
que construyen los grupos subalternos, frente a los discursos
públicos construidos y representados en el espacio público
dominado por grupos que busquen ser dominantes. Es aquí
donde se nos abre un problema teórico interesante al estudiar
el discurso de los mapuche-williche entre fines del siglo XIX
y principios del XX, ya que, al parecer, esta ideas de Scott
(2000) no aplican en este contexto. Comencemos
advirtiendo que los discursos, ocultos en Scott, son los
construidos por los grupos dominados, construcciones
discursivas que se alejan de la hegemonía que intentan
construir los grupos dominantes, erigiendo un discurso
propio desde los grupos dominados, oculto al discurso
público de las élites en el sentido de que, como aclaran los
estudios subalternos, no son tomados en cuenta en el espacio
público reconocido como propio por los grupos dominantes;
los que también construyen un discurso propio en
contradicción a los grupos dominados. Estos discursos de
los dominados demuestran cierta capacidad de resistencia
frente a los intentos por dominarlos. Bajo esta perspectiva
tenemos que tener en cuenta que en sociedades asimétricas
60
Para conocer más sobre el Grupo de Estudios Subalternos de la India y sus
contribuciones, ver Guha (2002); y Spivak, (1998 y 1997). Para conocer
sobre los estudios subalternos desde la perspectiva Latinoamericana, ver
Mallon (2001); Baverley y Achúgar (2002); Herrera (2009); para ver
investigaciones sobre casos de subalternización en Latinoamérica,
especialmente en contexto de historia cultural indígena, ver Salomón (2011).
Sobre un excelente trabajo sobre el pensamiento construido por los estudios
subalternos, ver la compilación realizada por Rodríguez (2011).
57
es muy difícil que desde las culturas dominantes se entienda
el discurso de las culturas que intenta mantener sometidas a
través de la aplicación de estrategias de poder, ya que estas,
para sobrevivir de la dominación, deben enfrentarlas a través
de prácticas y discursos, tácticas y estrategias, de resistencia;
en este contexto, los dominados ocultan o matizan sus
discursos en “lo público”. Por lo tanto, aunque las culturas
dominantes, con estrategia de poder, inviten a dialogar a las
culturas sometidas, estas idearán estrategias de resistencia
que oculten sus pensamientos o, en caso contrario, les
gritaran a la cara lo que piensan, les gritarán el discurso
“oculto” que han construido, y esto sería un claro gesto de
rebeldía y subversión que las élites intentarán suprimir.
El problema está en que los discursos mapuche-williche
en un contexto histórico de supuesta dominación y reciente
pérdida de autonomía, buscan ser públicos o no se ocultan al
grupo que intenta ser dominador. Por ejemplo, tenemos en
un texto de Philippi (1901) sobre su viaje a Valdivia en 1852,
en donde un mapuche que se atreve a decirle a uno de los
dueños de la tierra, el que le consultaba sobre por qué
trabajaba para otros y no para él, no de forma oculta sino que
en su cara, que no trabajará para él porque estafa y no paga
lo que debe, el mapuche le dice a este “dueño” de tierras que
tiene la capacidad para elegir con quién trabajar o a quién
vender su fuerza de trabajo, lo que es tomado como normal
por los asistentes a una “tomadura”61, hasta la construcción
de los memoriales (Alcamán, 2010) y cartas (algunas
61
Forma laboral propia de la sociedad austral chilena del siglo XIX, en donde
se mescla la precariedad de los hacendados de no poder contratar un personal
fijo, las formas laborales propias de una hacienda y las formas laborales
propias de la cultura mapuche, la minga.
58
aparecidos en Pavez, 2008) presentados a las autoridades
locales y centrales, hechas no sólo por lonkos, sino también
por mapuche que, no siendo autoridades en sus
comunidades, también hacen públicos sus peticiones cuando
son afectados por despojos. Aquí, el problema es si son los
discursos mapuche-williche siempre públicos o si los
mapuche-williche construyen un discurso oculto paralelo al
discurso público. Para descubrir la construcción discursiva
mapuche, debemos conocer las prácticas de resistencia de los
mapuche-williche; vale decir, debemos identificar la
significación de las formas en las que actúan los mapuche
del Fütawillimapu en un contexto donde ahora su territorio
es resignificado por otro grupo social que la ha conquistado
y colonizado.
El lenguaje y las acciones de los subalternos, incluidas
las cotidianas, son la base para descubrir los discursos y
prácticas de resistencia62. Hablar de prácticas de resistencia
nos obliga a leer “a contrapelo” las supuestas falsas
conciencias o sumisiones de los oprimidos. Partamos
diciendo que los grupos subalternos se forman una idea
bastante clara sobre la sumisión, sino fuera así, no actuarían
como subalternos. Los que actúan abiertamente en contra
del aparato opresor, como en una rebelión, ponen en riesgo
su subsistencia, estos deben esperar momentos adecuados en
donde las relaciones de poder, para ser cambiadas a favor de
los oprimidos, necesiten de un tiempo de rebelión. Esto no
quita importancia a las acciones consideradas como
“espontáneas”. Es por eso que en esos momentos de “paz
62
Sobre las prácticas cotidianas de resistencia y la manifestación de estas
prácticas en acciones como la toma o invasión de terrenos, ver Burgwal
(1999).
59
social” no debemos mirarlas desde la óptica del opresor que
mira desde afuera el fenómeno y se jacta o lamenta de que
los oprimidos no se rebelan, advirtiendo la sumisión del
oprimido y su supuesta vinculación positiva con el sistema
que lo reprime, criticando su actuar y creando ideas para
dirigirlo; apareciendo “vanguardias” buscando dirigir el
destino de los oprimidos hacia su supuesta salvación, sin
tomarlo en cuenta en su discurso más que como un infante.
Más bien, este fenómeno debe mirarse desde dentro para
descubrir cómo se intenta evitar el conflicto directo y
“maquillar” el propio comportamiento en público (además
de como se construyen autónomamente soluciones a sus
propios problemas como subalternos), al tiempo que estas
prácticas de resistencia van demostrando un sujeto social y
político activo y en constante juego con las relaciones de
poder imperantes, un subalterno que busca superar la
condición de subalternidad al que lo intentan relegar como si
fuera una posición “natural”.
Así, no sólo interesan los discursos públicos elaborados
por los mapuche-williche, sino que esto debe ser
complementado con el análisis de las prácticas de resistencia
que se manifiestan en el espacio público tanto de las
agrupaciones mapuche-williche y como en los espacios
públicos hispano-criollos63. Son en estos lugares en donde
se manifiesta la colectividad y, por tanto, en donde se
observan las prácticas de resistencia frente a los intentos de
orden y control, disciplinamiento y normalización64 de la
63
No está de más decir que el mapuche-williche, en sus memoriales, no
diferencia a través de las nociones de “urbano” y “rural” propias de la cultura
occidental.
64
Sobre los espacios públicos pero cerrados en donde se manifiesta más los
60
sociedad hispano-criolla que se piensa a sí misma como
dominante.
Al tener en consideración que estamos hablando de una
sociedad que ha sido conquistada, no sólo territorialmente
sino que también en los seres que habitan estos territorios65,
debemos tener en consideración que estas prácticas de
resistencia no aparecen de la nada, no son reacciones frente a
intentos del poder, es por esto que es necesario utilizar el
concepto de “adaptación en resistencia” (Stern, 1990) para
explicar cómo una sociedad conquistada se adapta para
continuar resistiendo y mantener ciertas garantías frente a la
sociedad hispano-criolla chilena, así, el mapuche que
veremos no será considerado como una sociedad
“tradicional” o “pre-capitalista” que es introducida
forzosamente a la “modernidad”66, sino que más bien, se
buscará revisar este proceso de “adaptación en resistencia”
teniendo en cuenta que los mapuche-williche son
“iniciadores continuos”, en vez de “reaccionarios”, de
relaciones políticas, y que, por tanto, la toma de decisiones
de esta sociedad estará enmarcada en mantener o ampliar sus
posibilidades dentro del contexto histórico que se les
presenta de ya no ser un pueblo autónomo, sino que un
dispositivos disciplinarios, ver Foucault (2002).
65
Incluyendo en esto a la subalternización a la que son sometidas sus
cosmovisiones.
66
Esta es la visión evolucionista de Hobsbawn con sus “rebeldes primitivos” o
Grez con sus sujetos “pre-políticos”, donde estos sujetos son considerados
como una etapa inferior en donde la espontaneidad, la heterogeneidad y la
poca o nula organización o falta de liderazgo vanguardista son sus
características. En este trabajo no nos guiaremos ciegamente con las ideas de
Gramsci, a pesar de ocupar su concepto de subalternidad, más bien, este
trabajo estará más emparentado a las ideas de Guha y el grupo de estudios
subalternos indio.
61
pueblo en proceso de subalternización67 que juega un rol
político activo, elaborando estrategias de resistencia que les
permitan como grupo social, con limitantes en sus decisiones
sobre el rumbo de su sociedad y territorio, configurar y
reconfigurar las relaciones de poder intracomunitarias y
entre comunidades y la sociedad hispano-criolla chilena para
desarticular en parte esas limitantes o adaptar-adaptarse a
aquellas68.
67
No olvidemos que aquí el concepto de subalternización juega en dos
significados, por un lado, el de los dominantes que al subalternizar buscan
acallar las voces de los subalternos, simplemente no tomándolas en cuenta y/o
hablando en su nombre y, por otro lado, el de los subalternos que, en este
mismo proceso, buscan mostrarse presentes y hacerse escuchar para acabar
con esa misma condición de subalternidad.
68
Siguendo esta lógica de adaptación y subalternización, en cartas aparecidas
en Pavez (2010:796-802) escritas en el Fütawillinapu a fines del siglo XIX, se
evidencia la utilización de las siguientes palabras para ser tomado su discurso
como aceptable por las “autoridades chilenas”: “Excm Señor”, “V.E.”, “mis
titulos iniscritos en el Conserbador”, “nuestras propriedades”, “Chilenos
Araucanos”, “primera raza chilena”, entre otras. Eso sí, estas no tienen el
mismo significado que le dan los grupos dominantes a los que van dirigidas,
más bien, en una transcripción de significaciones mapuche-williche en los
hispano criollos, así, cuando se habla de “tierras” no se está hablando de la
propiedad privada individual, más bien, del terreno en donde vive la familia de
quien escribe la carta, del espacio comunitario, o, cuando se usan expresiones
como primeros chilenos araucanos, lo que se busca no es decir que el
mapuche-williche se asimila a la “chilenidad”, más bien se busca ocupar la
idea de que la “chilenidad” se basa en que los “primeros chilenos” fueron los
“araucanos”, en el sentido de que la “raza” chilena tiene su base en lo
araucano dentro del mito nacionalista chileno, por tanto, el mapuche-williche,
al ocupar estas expresiones, busca la consideración del otro como un igual,
antes que ser considerado como un “cholo” o “indio”. Es más, podemos ver
en estas expresiones la utilización ingeniosa de los códigos del otro sin
engañarse ellos mismos, casi como si fuera un tipo de “humor negro”, hecho
esto sólo para que sean escuchadas sus demandas, vale decir, utilizan el hecho
de que los grupos dominantes “chilenos” vean al mapuche-williche como
subalterno para, desde esta condición, hacer escuchar su voz, acabar con la
62
2. Subalternización mapuche-williche: discursos y
prácticas de resistencia
entendía que éstos existían en la provincia de Malleco y Cautín con uno que
otro grupo pequeño en la de Valdivia y casi ninguno en la de Llanquihue. Sin
embargo, uno de los problemas que se presentan hoy a los agricultores de
Osorno es la amenaza de los llamados indígenas que se establecen en sus
tierras, según refiere nuestro corresponsal en esa ciudad (…) Universalmente
se reconoce en aquellas regiones que esto no es más que una forma de despojo
audaz amparado por la complicación de las leyes, por la falta de constitución
de la propiedad austral y por la explotación de sujetos inescrupulosos hace de
estos profesionales del araucanismo, de estos indígenas de profesión. Es
seguro que tales individuos no se atrevieran a asumir esas actitudes sino
estimulados y amparados por los que le fabrican títulos y preparan su defensa
(…) Nuestro corresponsal en Osorno, junto con dar cuenta de estos hechos,
habla de medidas tomadas por la autoridad local para mantener por lo menos
la tranquilidad pública, el orden y el respeto a las leyes (…) Por algún tiempo
no habíamos vuelto a oír hablar de estos casos, antes muy frecuentes. Pero la
comunidad de Osorno a que hemos aludido revela que están volviendo a
repetirse y han tomado aún cierto desarrollo peligroso”, “La Profesión de
Indígena”, La Prensa, Osorno, de El Mercurio, 3 de enero de 1929, en
Carrillanca (2010:35). El intento invisibilizador, la búsqueda de transformar
en subalterno al mapuche-williche, es evidente, a pesar de que el mapuche-
williche, como el mismo artículo lo manifiesta, nunca había aceptado esa
posición de subalterno, ni menos había dejado de oponerse, con hechos “antes
frecuentes”, ahora “volviendo a repetirse”.
65
mapuche-williche74. El estado entregó plenas facultades a las
autoridades locales para reprimir, someter y descabezar el
movimiento mapuche-williche, este movimiento ha colocado
en jaque a las autoridades y particulares de la zona, los que
no pueden entender cómo un grupo subalterno busca romper
con esa condición, con esa dominación impuesta.
Los williche no olvidan los antiguos tratados firmados75, y el
clima de violencia los hace levantar la voz a través de la
escritura de memoriales de protesta, recordando la firma y
ratificación principalmente del Tratado de Las Canoas y los
74
“El Ministerio del Interior imparte terminantes instrucciones a las
autoridades de su dependencia.
En la gobernación de Osorno se ha recibido la transcripción de la siguiente
circular del Ministerio del Interior: CIRCULAR Nº 52. Santiago, 29 de agosto
de 1932. Con esta fecha el señor Ministro del Interior dicta la siguiente
Circular: ha podido observar este Ministerio que por parte de algunos
funcionarios no se ha comprendido (…) A fin de poner término a tales hechos
que importen una usurpación de derechos y una alevosa transgresión al orden
público y a la seguridad individual, derechos ampliamente garantizados por
nuestra Carta Fundamental, sírvase US. tener presente que de acuerdo con lo
dispuesto en la Ley de Régimen Interior y en uso de las facultades y deberes
de esa ley le confiere, US debe mantener la más activa vigilancia para la
conservación del orden público, sin consultar a ninguna autoridad y sin
prejuicio de arrestar a los delincuentes y de dar cuenta a la justicia ordinaria
cuando se trate de delitos contra la propiedad privada, como sería, por
ejemplo, la intromisión violenta de un individuo o grupo de personas (…) Por
lo tanto, ante la situación que comienza a manifestarse con asaltos
repetitivos… debe proceder sin complicaciones, reprimiendo con la fuerza
pública todos estos actos atentadores de los derechos arriba señalados y
ordenará, además una amplia investigación a fin de dar a los cabecillas de
estos movimientos…”, “Enérgicamente se reprimirá todo ataque a la
propiedad ajena”, La Prensa, Osorno, 8 de septiembre de 1932, en Carrillanca
(2010:64).
75
El Tratado de Las Canoas, aunque escrito por el hispano-criollo, es
resignificado por los mapuche-williche según sus intereses.
66
Títulos de Comisarios76. En la década del ‘1930, las ideas de
las comunidades y organizaciones mapuche-williche
comienzan a cohesionarse, dándole unidad a un movimiento
que desde fines del siglo XIX venía perfeccionando sus
formas de adaptarse y resistir. Uno de las principales
características de este movimiento es que los representantes
de la sociedad mapuche-williche son los Apo Ülmen y lonko
de las comunidades, es decir, se mantienen la antigua
organización que poseía la sociedad mapuche-williche77. La
lucha es tanto hacia afuera, en contra de las relaciones de
poder que lo subordinan, y hacia adentro, a favor del
fortalecimiento de la sociedad mapuche-williche, esta
característica de la resistencia williche de fines del siglo XIX
y XX podía verse en todo el Fütawillimapu, es decir, desde
el río Toltén hasta la Isla Grande de Chiloé. Esta proceso de
unificación de la resistencia williche de entre fines del XIX y
principios del XX permitió que en diciembre de 1935 todas
las comunidades del Fütawillimapu, con la representación de
gran parte de sus autoridades tradicionales, se reunieran en
Quilacahuín78 para redactar un memorial79, con intención de
76
El Tratado de Las Canoas, firmado por mapuche-williche e hispano-criollos
en 1793, establecía un territorio para el williche, el que va desde la ciudad de
Osorno hacia el Oeste, mientras que hacia el Este se establece como propiedad
hispana. El estado chileno ratificará este tratado y entregará los Títulos de
Comisario para “legalizar” la propiedad mapuche-williche, según como lo
manifiestan los propios mapuche-williche.
77
Para conocer sobre la organización interna de las comunidades,
principalmente de Panguipulli durante el parlamento de Coz-Coz de 1907, ver
Díaz (2005).
78
En 1932, el lonko de Quilacahuín decide solicitar a la misión cristiana
ubicada en la zona que se retire entregando todas las tierras que la misión
había proclamado como propias, esta solicitud se debía a que los misioneros
habían despojado de tierras ha parte de la comunidad, proclamando esa tierra
67
presentarlo al presidente de la república de Chile, éste es
enviado a fines del 35 y publicado en 1936. En este
memorial, argumentan que los derechos del mapuche están
consagrados en la “historia chilena”80, además, dicen que los
70
Conclusión
71
y la búsqueda de legitimidad de ciertas prácticas que son
consideradas ilegales o impropias por los grupos dominantes
locales y nacionales, considerados como “contraconductas”
en palabras de Foucault (2006), tales como la toma de
terrenos que atentaban contra su propiedad privada.
El mapuche-williche logro adaptar su propia autonomía
a los nuevos tiempos que comenzaba a vivir como pueblo
colonizado, influenciando en las relaciones de poder que
buscaban asimilarlos a la sociedad que los conquistó,
respondiendo y actuando desde su cultura y adaptando la
otra cultura que buscaba dominarlos a sus intereses, vale
decir, desde esa experiencia de pueblo colonizado buscan
revertir esa misma situación.
El mapuche-williche debió convivir con un espacio
público en donde no era aceptado ni menos deseado, solo
marginado, principalmente por diferente, sometido y
relevado a una “posición inferior”, desigual, tratado como
“indio” dentro de una estructura social racista, siempre
tratado como subalterno de esta sociedad, o incluso tratados
como “chilenos” según los intereses de los grupos
dominantes.
El mapuche-williche en la ciudad, junto a otros sujetos
subalternos marginados en la ciudad, será el que sufrirá con
mayor fuerza las estrategias de poder que buscaban hacerlo
desaparecer como sujeto diferente, silenciándolo durante este
tiempo, ya que no aparece denunciada su condición ni en
memoriales ni en cartas, así como la condición de la mujer
mapuche-williche, aunque no haciéndolos desaparecer como
nos muestra la actualidad, en donde gran parte de los
mapuche-williche viven en las ciudades, cuestión interesante
a investigar, principalmente a través de su discurso público
72
poético y en otras expresiones artísticas, de mujeres
mapuche-williche y de mapuche-williche que viven la
marginalidad en la ciudad.
Aún así, los mapuche-williche lograron no sólo
adaptarse, sino que adoptar la nueva realidad que se les
presentaba, incluso articulando un memorial de carácter
regional y colocando en jaque en la década del 1930’ a las
élites locales que se impusieron en su territorio, el
Fütawillimapu. Estas primeras aproximaciones al tema de la
subalternización en contexto mapuche-williche ya nos
revelan que, a pesar de haber pasado cien años de conquista,
el mapuche-williche no olvidaba ni perdía su cultura, más
bien, nos revelan a sujetos activos en juego con las
relaciones de poder, buscándolas cambiar a su favor.
73
.
74
Dispositivos de poder y
subalternidad
en las Fütawillimapu del siglo XIX.
75
Introducción
82
Siegfried Jäger, “Discurso y conocimiento: aspectos teóricos y
metodológicos de la crítica del discurso y del análisis de dispositivos”, en
Ruth Wodak y Michael Meyer (ed.), Métodos de análisis crítico del discurso,
Barcelona, Gedisa, 2001, 61-100.
76
que se colonizará subalternizando no sólo a los seres, sino
que también sus cosmovisiones.
El tratado no es inocente, está escrito en un contexto de
guerra en donde el mapuche-williche llevó la peor parte
como bando militar derrotado. En este tratado está inscrita
la estrategia de poder de la sociedad hispano-criolla, en la
que, pensándose como conquistadores del territorio, obligan
a aceptar las misiones, las haciendas y la administración
estatal. Será en estas instituciones en las que este trabajo se
enfocará para demostrar que estas tres son dispositivos partes
de una red que es la estrategia de poder de la sociedad
hispano-criolla.
Para observar la posición de sujeto subalterno de la
sociedad mapuche-williche y su vinculación con estos
dispositivos se utilizará la idea de “adaptación en
resistencia” de Stern83, concepto que en este trabajo busca
demostrar que los grupos dominados o subalternos son
sujetos siempre activos y nunca reaccionarios a las
estrategias de poder de los que intentan ser dominadores,
adaptándose a las nuevas condiciones en las que no pueden
intervenir, resistiendo y negociando para mantener o ampliar
sus garantías frente a los grupos dominantes, lo que les
permite mantener sus formas culturales frente a la
asimilación que intentan ejercer los grupos dominantes, vale
decir, cómo se adaptan para continuar resistiendo a esa
dominación que busca ser hegemónica.
83
Steve Stern, “Nuevas aproximaciones al estudio de la consciencia y las
rebeliones campesinas: las implicancias de la experiencia andina”, en Steve
Stern (comp.), Resistencia, rebelión y consciencia campesina en los Andes.
Siglos XVIII al XX, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1990, 13-41.
77
I. El cura, la misión y la escuela.
78
subalternizándolo. Lo que se quiere decir es que no
podemos ver a los sujetos sometidos dentro de estos
dispositivos y pensar que esto es lo que son84, existe un
afuera de estos dispositivos que también marcan a los
sujetos, además de que estos espacios no son propios de los
sujetos, menos sus rígidas estructuras, por lo que es difícil
que se sientan a gusto dentro de ellos, a pesar de las
supuestas recompensas que recibirán en ellas.
La misión es un punto de poder en medio de
comunidades mapuche-williche, lo que está por fuera no
domina a este espacio impuesto, pero los sujetos a los que
busca someter si viven en ellos. La siguiente observación de
Treutler, viajero germano que recorre el Fütawillimapu a
mediados del siglo XIX, nos ilustrará lo que ocurría con la
labor de la misión y la escuela en donde se establecían:
84
Es mucho más peligroso aún llegar a pensar que por haber misiones el
mapuche-williche es cristiano, por haber haciendas es campesino pobre y/o
que por haber estados está sometido a sus leyes.
79
hubiera creído cristianos85.
85
Paul Treutler, Andanzas de un alemán en Chile: 1851-1863, Santiago,
Editorial El Pacífico, 1958, 445.
86
En el Fütawillimapu, se fundaron misiones en Rahue, Quilacahuín, San Juan
de La Costa, Dallipulli, Valdivia, Trumag (Trumao), San José de la Mariquina,
Quinchilca, Coyunco y Río Bueno.
87
Para ver cartas y memoriales dirigidos a autoridades chilenas, ver,
respectivamente, Jorge Pavéz, Cartas Mapuche: Siglo XIX, Santiago,
CoLibris y Ocho Libros, 2008 y Eugenio Alcamán, Memoriales Mapuche-
williches, territorios indígenas y propiedad particular (1793-1936), Osorno,
CONADI, 2011.
80
sea, ser considerado un matrimonio cristiano, cuestión
acordada en el Tratado de Las Canoas, debían servir ambos
como subordinados en las misiones hasta que vuelvan a
aprender los mandamientos de la iglesia, por tanto, a trabajar
bajo las ordenes de los curas misioneros. La acción misional
buscaba enseñarle su nueva posición social al mapuche
dentro de la estructura hispano-criolla mientras estos
mapuche cumplían con lo acordado. Es difícil imaginar una
especie de acarreo a través de la violencia física por parte de
los misioneros para obligar a los mapuche a respetar el
acuerdo, aunque no es tampoco posible negarlo, pero la
posible voluntariedad del mapuche nos habla de dos cosas.
La primera es que el mapuche y el cura misionero veían un
cumplimiento de un acuerdo en el hecho de “legalizar”
frente a la sociedad hispano-criolla una relacional marital de
pareja única, por tanto, más que un sometimiento es una
práctica de horizontalidad en la palabra prestada entre
pueblos. Lo segundo, y aquí recalco el hecho de que
Treutler habla de que el mapuche-williche difícilmente
podría haber sido considerado un cristiano, es que a pesar de
lo tedioso de la labor realizada en y a la misión y de las
enseñanzas del cristianismo por parte de los curas, el
mapuche iba a cumplir una misión propia más que a
someterse a la sociedad hispano-criolla, ya que la cultura no
era abandonada al volver a la comunidad de origen. Estas
dos cuestiones complementan la idea de que el mapuche se
adapta a una realidad como pueblo colonizado en donde
comienza a aprender a usar los códigos del otro. Los
códigos propios son subalternos a los ojos del hispano-
criollo dentro de este dispositivo, pero fuera de ellos el
mapuche conserva su cultura, conserva la suficiente
81
autonomía como para comenzar a aprehender, a adaptar los
códigos del otro, es el comienzo de la subalternización del
mapuche-williche; no existe una hegemonía hispano-criolla,
sino que sólo un intento de hegemonía dentro de la misión.
Si Treutler nos habla de niños mapuche en las escuelas,
los que son sometidos a los códigos hispano-criollos,
entonces nos habla de una generación nacida dentro del
proceso de subalternización, los que al salir de la escuela, a
pesar de las relaciones de poder que cruzan en ellos cuando
están dentro de la escuela, continúan siendo mapuche. El
mismo hecho de que la mayoría de los niños en estas
escuelas sean mapuche nos habla de una experiencia
conjunta que los hace subalternos dentro de este dispositivo,
pero entre ellos continúan siendo mapuche a pesar de las
recompensas y castigos entregados, continúan sintiéndose y
son tratados como mapuche; los códigos del otro son
aprendidos por el mapuche, mientras que los códigos del
mapuche son invisibilisados y relegados a un supuesto
salvajismo por parte de los hispano-criollos. Esta nueva
generación aprenderá a ocupar los códigos del otro para sí,
porque este mismo otro es el que se los enseña sin que éste
lo considere, a los mapuche-williche, no más que como un
receptor vacio a llenar con lo propio.
Ahora bien, ¿cuántos en sí eran los mapuche-williche en
las escuelas y quiénes y cómo los “educaban”?.
Primero, eran misioneros franciscanos, hasta 1848, y
luego capuchinos italianos los que se encargarán del
proyecto educacional en las misiones en territorio mapuche-
williche, todos vinculados a la idea de que para civilizar a los
“infieles” se debía enseñar la doctrina cristiana en su propio
idioma, además de enseñarles el castellano, su lectura y
82
escritura.
El proyecto buscaba “civilizar” en la conversión al
cristianismo católico principalmente a los hijos de lonkos,
buscando así que estos, cuando se transformen en líderes
dentro de sus comunidades, tuvieran buena disposición
frente a los requerimientos de misioneros y las autoridades
hispano-criollas coloniales, primero, del estado nacional
chileno, después, ya que este delegará también en las
misiones la educación de los considerados indígenas. Al
estar dirigida la educación misional principalmente a los
hijos de lonkos se buscaba crear una élite españolizada no
sólo lingüísticamente, sino que en todo lo que tenía que ver
con la cosmovisión española, se deseaba que ellos estén
encargados de mediar entre el mundo mapuche-williche y el
hispano-criollos a favor de los últimos, además de servir
como vigilantes y controladores de sus hermanos desde los
ojos del hispano-criollo. Se buscaba, más que sólo
88
asimilarlos, coaptarlos a través de este tipo de educación
misional basado en el encierro. Obviamente los discursos
que predominaban dentro de este dispositivo eran los de la
sociedad hispano-criolla frente a una sociedad considerada
inferior, ya que este discurso “integrador del otro” desde los
misioneros oculta esa pretensión de superioridad que busca
dar un espacio dentro del considerado propio para que ese
otro sea aceptado bajo los términos del propio que “integra”.
Ahora bien, sobre la enseñanza misional durante el siglo
XIX por parte del estado chileno en el Fütawillimapu, según
88
María Poblete, “Prácticas educativas misionales franciascanas, creación de
escuelas en territorio mapuche y significación de la educación entre los
mapuche huilliche del siglo XVIII y XIX”, en Espacio Regional, vol. 2, nº 6,
Osorno, Universidad de Los Lagos, 2009, 28.
83
Poblete,
93
Muchas de las palabras que se repiten en estas cartas del siglo XIX y
memoriales de principios del XIX y comienzos del XX son propiedad, primera
raza chilena, su excelencia, terreno/tierra, entre otros, pero son sólo usados
para ser considerado su discurso más que usadas con el mismo significado que
86
Lo que demuestra el hecho de que no existe asimilación a
favor de la sociedad hispano-criolla en el hecho de
aprehender los códigos del otro, sino que más bien una
adaptación desde la cual continuar resistiendo. El hecho que
marcará esta adaptación en resistencia será la petición de
escuelas a comienzos del siglo XX. El mapuche-williche
llegará a exigir escuelas administradas por ellos mismos en
el memorial de 193694.
93
Este control no existe sobre la población del Fütawillimapu,
por ello es que el particular se ve obligado a inventar una
nueva forma de captación de mano de obra, la tomadura será
la manera en que él pueda sacar ganancia de la producción
sin necesidad de ocupar el poco circulante que existe. El
particular buscaba abaratar los costos que le ocasionaba la
contratación de personal para las faenas. Con la captación
de trabajadores de la forma ya mencionada, también
existieron formas más “modernas”, como el pago por la
labor realizada, la que se hacía casi siempre en insumos, o en
insumos y algo de dinero, aún así, estas relaciones se daban
más cerca de las villas de la zona.
El mapuche-williche en las misiones, en las haciendas y
en las ciudades trabajará bajo un patrón, pero aún posee la
capacidad de retorno a su comunidad, salvo los mapuche-
williche que se han quedado a vivir en estos lugares o por la
violencia de los despojos, perdiendo toda capacidad de
retorno, o por no poseer el apoyo de otra familia para
instalarse en otro lugar del territorio102
102
Desde aquí se hace interesante preguntar para futuras investigaciones, ya
que no es el fin de esta, sobre la mujer u otros subordinados de la sociedad
mapuche-williche y su acercamiento al concepto de ciudad occidental, ya que
esta ciudad permitía a la mujer sin marido y con hijos, una posición mal vista
en la sociedad hispano-criolla, desarrollar de mejor manera actividades
comerciales que eran consideradas como propias de las mujeres, como
cocinar, lavar, etc. ¿Habrá una percepción parecida de las mujeres mapuche y
las mujeres hispano-criollas frente a una estructura patriarcal a pesar de las
diferencias en las formas de organización social de ambas sociedades?,
¿habrán existido mujeres mapuche que decidieran abandonar sus comunidades
y trasladarse a la ciudad por algún motivo de sobrevivencia o esta habrá
preferido el apoyo de otras mujeres de la familia mapuche?, más aún, ¿cuál
eran las visión las mujeres mapuche-williche sobre la organización patriarcal
de su sociedad, qué sentido le daba a su realidad?¿cómo resiste a esa visión
patriarcal?
94
Por tanto, a fines del siglo XIX tenemos dos formas de
ver el trabajo en un Fütawillimapu que aún no es
efectivamente controlado, donde existen haciendas, pero,
principalmente, tierras ocupadas por hecho antes que por un
papel legal certificado y hecho respetar por alguna
institución que se imponga en el territorio. Al parecer, las
relaciones dentro del Fütawillimapu son intervenidas por
nuevos actores, pero estos nuevos actores se incluyen dentro
de cómo se relaciona el mapuche-williche antes que
simplemente imponer su concepción de mundo, el mapuche-
williche aún mantiene y aplica en los territorios que controla
su propia visión de mundo, no la abandona.
Así, aquí más que una adaptación en resistencia
mapuche-williche, existe una adaptación desde la sociedad
hispano-criolla hacia la mapuche-williche en lo relativo al
trabajo. Mientras que con respecto a la tierra-territorio, se
comienzan a configurar las luchas por ella que marcaran lo
que ocurrirá entre fines del siglo XIX y principios del XX,
repercutiendo hasta nuestra actualidad, en donde la lucha por
el espacio, y el cómo se entiende, estará entre las que causará
mayores confrontaciones, enmarcándose en el proceso de
subalternización, donde buscaran acallar cada vez más al
mapuche-williche.
El mapuche-williche comprenderá la importancia del
papel legalizado dentro de la sociedad hispano-criolla, del
título de dominio, como lo fueron los Títulos de Comisario,
y el juego legal que implica este papel, será por esto que
reclamarán su legitimidad.
Los Títulos de Comisario fueron entregados por el
estado chileno a principios del siglo XIX a comunidades
principalmente al Oeste de la ciudad de Osorno, reconocido
95
como territorio williche por el Tratado de Las Canoas. Pero
será en el blanqueamiento de estos títulos, por parte de
principalmente germanos llegados en la segunda mitad del
XIX, los que establecerán en el papel las haciendas que
nacerán en el mapa del Fütawillimapu. Los mapuche-
williche, en cartas y memoriales, reclamarán por la
usurpación a la que estaban sometidos, pero el estado chileno
jugará a favor de los grandes hacendados, a través de la
promulgación de las leyes de propiedad austral, las que
buscarán organizar la propiedad privada en la zona, lo que
aumentará las tensiones entre los mapuche-williche y los
particulares y el estado por la posesión de la tierra-territorio.
Aún así, el hacendado no podrá establecer durante el siglo
XIX una disciplina laboral sobre las comunidades mapuche-
williche, principalmente por este poco control estatal y de
ellos mismo por sobre la sociedad mapuche-williche.
96
III. El estado nacional chileno, sus leyes y la
administración hispano-criolla del Fütawillimapu.
103
Para ejemplificar de mejor manera el clima que se vivía en la zona, ver
Hernán Delgado, Eduardo Gallardo y Joel Lespai (Jorge muñoz y Raúl Núñez,
editores), Amotinados, abigeos y usurpadores. Una mirada regional acerca
97
especie de mito de Far West, donde la ley del más fuerte
impera, la verdad es que los grupos dominantes locales no
podrán imponerse por sobre el resto de grupos subalternos en
el Fütawillimapu por su debilitamiento al que lo ha sometido
el estado chileno, al menos hasta mediados del siglo XIX, es
desde aquí que podríamos decir que las relaciones de poder
se diluyen entre la conquista estatal hasta mediados del XIX,
en donde este mismo estado comenzará a reconfigurarlas a
su favor, por una parte, a través de una política de
“blanqueamiento racial”, que consistirá en la instalación de
colonos germanos en la zona ubicada al Este de Osorno con
plenas garantías estatales, los que en poco tiempo se
transformaran en un grupo elitista en el Fütawillimapu, y,
por otra parte, con la normalización del territorio, es decir,
con la imposición de un tipo de organización territorial
propia de la sociedad que crea el estado, basado en la
propiedad privada, de la tierra y de otros medios de
producción, concentrada en pocas manos, es desde aquí que
nacen las leyes de propiedad austral. Como se habrá notado,
en este apartado se intentará mostrar como el estado intenta
hacer control efectivo del Fütawillimapu, buscando su
transformación en territorio propio.
El estado chileno de principios del siglo XIX se
encuentra en plena construcción, es más, se encontrará
buscando concentrar su poder en Santiago por sobre el Chile
histórico durante todo el siglo XIX, por tanto no posee la real
capacidad de influir fuertemente e imponer su autoridad en
el Futawillimapu, no posee efectivamente el monopolio de la
fuerza por sobre la mayoría del territorio que considera como
de las formas de violencia en Osorno (1821-1931), Osorno, Universidad de
Los Lagos, 2007.
98
propio. La policía local, uno de los principales mecanismos
de control del estado, solo podía sobrevivir gracias al apoyo
prestado por estos particulares de la zona, incluso aún en
1922 el diario El Osorno da cuenta de ésta situación104. Aún
así, el estado chileno de la segunda mitad del siglo XIX ya
puede comenzar a mirar hacia el sur y buscar establecer su
“soberanía” fuera de sus límites históricos, ya que la
situación de estabilidad política y económica en la que se
encuentra esta zona dará pié a la expansión territorial y el
establecimiento de su soberanía bajo el territorio que, siente,
le pertenece a su jurisdicción.
Aunque el estado no posee un gran poder representativo
o identitario por sobre los habitantes del Fütawillimapu105,
intentará ejercer su fuerza coercitiva. Esta se visualizará, por
ejemplo, a una generación después de la guerra de
independencia en la sociedad valdiviana, es decir, a
mediados del siglo XIX, ya que esta sociedad comenzará a
romper las normas de la sociedad patriarcal tradicional,
iniciando un proceso en que las mujeres ocuparán espacios
tradicionalmente masculinos. El estado combatirá esta
actitud de las mujeres proclamándose como representante de
la tradición patriarcal, donde desde el poder judicial crecerán
104
Ver El Osorno (Osorno), 15 de enero 1922, en ese día este periódico se
encarga de anunciar la necesidad de los particulares de la zona por mejorar las
condiciones de infraestructura de la policía local.
105
Y de todos los habitantes de la zona que va desde el Toltén hasta el
Estrecho de Magallanes, llamada también zona austral de Chile. Un ejemplo
de esto, en el texto ya citado de Philippi sobre su viaje de mediados del XIX a
Valdivia, nos cuenta que hasta los propios grupos que se piensan como
dominantes en la zona, al viajar a Chile tradicional o histórico, ocupaban la
expresión “voy para Chile”, demostrando su poca identificación con la
“chilenidad”.
99
las penas contra las mujeres transgresoras y desde el poder
ejecutivo local se ordenará la ciudad para combatir los
nuevos espacios ganados por las mujeres106. Aún así, sólo
son luces del intento de imponerse por sobre la sociedad que
ahora habita el Fütawillimapu, vale decir, no sólo de
imponerse por sobre los mapuche-williche, sino que por
sobre todos los grupos subalternos y las élites locales del
Fütawillimapu de mediados del siglo XIX.
El estado, luego de la derrota sufrida por los mapuches
en el norte después del Füta Malón de 1881107 y la toma de
posesión de Villarica en 1883, comenzará a radicar al
mapuche y a entregar los llamados Títulos de Merced, al
tiempo que comienza a preocuparse por la constitución de la
propiedad austral, buscando convertirse en el verdadero
mecanismo de control sobre todo el territorio que considera
de su jurisdicción, el objetivo era incluir definitivamente la
zona austral a su ley, re-territorializándolo. En este contexto,
los mapuche-williche, por intermediación de misioneros,
interpelarán a las autoridades para que la Comisión
Radicadora, institución creada con la finalidad de entregar
títulos de propiedad a comunidades indígenas del
Ngulumapu, intervinieran también en el Fütawillimapu, ya
que, en sus inicios, sólo lo hacía en la Araucanía. Podríamos
pensar que esto se debe a una idea de los grupos dominantes
de que el Fütawillimapu, ya en parte pensado como
106
Un estudio de este hecho histórico de transgresión femenina del espacio
patriarcal valdiviano en Jorge Muñoz, “Espacios y discursos de la violencia en
una sociedad fracturada: Valdivia frente al Chile tradicional (1840-1857)”, en
Espacio Regional, vol. 1, año 3, Osorno, Universidad de Los Lagos, 2006,
103-110.
107
Para conocer más sobre este füta malón, ver Jorge Bengoa, Historia del
Pueblo Mapuche. Siglo XIX y XX, Santiago, Lom Editores, 2000, 287-326.
100
cristianizado, estaba completamente incluido en la sociedad
chilena, pero las exigencias de algunos de estos mapuche
obligan a la Comisión a revisar el caso del Fütawillimapu.
La Comisión dio cuenta que la población mapuche-
williche se encontraba concentrada principalmente en la
zona de San Juan de la Costa y Panguipulli, mientras que en
el resto del Futawillimapu, las familias se encontraban
dispersas en el territorio108. Existían leyes que protegían la
propiedad comunitaria indígena, pero estas leyes de
protección no fueron respetadas por los terratenientes de la
zona, argumentando que ellos, al comprar terrenos indígenas,
compraban a chilenos y no al mapuche-williche. La
Comisión no entregó títulos sino que a pocas comunidades
del Fütawillimapu, debido a la apropiación “legal” que
particulares habían hecho del territorio, además, mientras
finalizaba la radicación, se iniciaba un proceso de
subdivisión de las comunidades, buscando asimilar al
mapuche a la “sociedad chilena”, división que permitiría la
introducción de las leyes liberales a las comunidades, al
unísono, el estado comenzará a aplicar en el territorio la Ley
de Propiedad Austral. Con la derrota y conquista definitiva
de todo el territorio mapuche por los estados chileno y
argentino, en la década de 1880’, se inicia un nuevo período
en todo el Wallmapu, en donde comenzaran a ser despojados
de su antigua libertad de movimiento, sumado a esto la
llegada de más colonos a la zona tiene como equivalente el
encierro de los mapuches en pequeñas reducciones,
reducciones que desesperadamente resisten al despojo y la
desaparición total109.
108
Millanguir, op. cit., 150.
109
Sobre el caso argentino de sometimiento e incorporación del mapuche-
101
Volviendo al tema de la intervención estatal sobre el
territorio del Fütawillimapu, existirá un hecho de violencia
que desencadenará una intervención estatal mayor en la
zona, este hecho ocurrirá en 1910 en la zona de Loncoche,
los que incitarán el inicio del proceso de legislación sobre la
propiedad particular austral110, el hecho será un intento de
lanzamiento que terminó en matanza. En principio, las
noticias locales hablaron de una sublevación de colonos,
114
El Liberal (Osorno), 3 de Marzo 1910“Sucesos de Loncoche”.
104
problema de los colonos pobres. Esta ley será aplicada
definitivamente en la zona a fines de la década del 1920’ y
obligará a todos los particulares a legalizar y reglamentar
nuevamente sus predios, por lo que deberán demostrar la
posesión sobre las tierras que, dicen, apoyados en papeles
otorgados en notarías, les pertenecen. Es desde aquí que el
clima de violencia aumentará, ya que se necesita de la
posesión efectiva del predio, los particulares harán todo lo
posible por despojar a mapuche y colonos pobres y estos
comenzarán procesos de toma de terrenos o de resistencia de
los ya propios por hecho.
Los particulares de la zona, crearán la Sociedad
Agrícola y Ganadera de Osorno (SAGO), para defender sus
intereses frente a lo que consideran un atentado en contra de
su propiedad115. Aún así, existieron algunos mapuche-
williche que ocupaban terrenos que no estaban poseídos por
particulares en el papel y que poseían medios para el
financiamiento del trámite, los que se acogieron, como
colonos chilenos, a ésta ley, otorgándoseles títulos sobre los
115
Millanguir nos relata de la siguiente manera lo sucedido: “En general, la
ley de propiedad austral “blanqueó” los títulos de tierras obtenidos
fraudulentamente y las ocupaciones de hecho realizadas por latifundistas sobre
tierras indígenas y aquellas consideradas fiscales… reconociendo a estos
últimos las posesiones producto de despojos. Tampoco se pronunciaba sobre
los mapuche no radicados (que en la provincia de Valdivia y Osorno eran
miles) y las tierras que aún mantenían como herencia de sus antepasados. Si
existía en esta ley alguna posibilidad de hacer valer los títulos de comisarios,
ésta se dificultó debido a lo engorroso de los trámites y el alto costo
económico que significaba. Otra dificultad consistía en la forma de petición de
los títulos. Esta debía realizarse teniendo posesión material de las tierras. Así,
la ley de Propiedad Austral solo sirvió para consolidar el latifundio”,
Millanguir, op. cit., 215.
105
terrenos ocupados 116.
Recapitulando, la administración del poder en el ámbito
local, luego de la guerra de independencia, estaba totalmente
deteriorada, despreciada y abandonada por las autoridades de
la zona central de Chile, es en este escenario en que en el
Fütawillimapu surgen numerosas formas de transgresión
social desde los ojos de las élites, por este motivo, las
autoridades locales no podían aplicar normas efectivas
contra las transgresiones que violaban las normas que
deseaba instalar el estado y la administración local, pero esto
no les impidió a las autoridades locales preocuparse y
criticar el actuar de los mapuche-williche y otros grupos
subalternos de la zona, es por eso que en una carta del
Intendente al Gobernador de La Unión, en septiembre de
1840, indicándole la necesidad de vigilar y controlar la
población, le dice:
116
Almonacid, op. cit., 90-91.
117
“Carta del Intendente al Gobernador de La Unión”, Valdivia, 9 de
septiembre 1840, en Jorge Muñoz, Contaminación de Creencias.
Trabajadores en tránsito y el mercado laboral urbano de Osorno, Chile
(1880-1891), Osorno, Universidad de Los Lagos, 2010, 7.
106
decir, la población sin trabajo y la población que no necesita
de los grupos dominantes para sobrevivir, como los colonos
espontáneos y las comunidades mapuche-williche, aunque,
claro está, en el discurso más que a través de las prácticas.
Los grupos dominantes necesitan de la población para que
sean trabajados sus campos, pero no logró controlar ni
castigar efectivamente a la población para hacer que esta se
hiciera participe del proyecto de sociedad que intentaba
imponer la élite local sobre el Fütawillimapu. A su vez,
vemos que los subalternos, incluido al mapuche, no
necesitaban de los grupos dominantes durante el siglo XIX,
principalmente los subalternos que ocupaban terrenos y los
mapuche-williche viviendo en sus tierras.
Estos discursos de la élite local pueden ser observadas
en un período anterior a la escritura de la carta del Intendente
de Valdivia en el Reglamento de Policía de 1829 de la ciudad
de Valdivia, la que es creada por la asamblea de la ciudad
durante el gobierno de Freire y su proyecto de una nación
federal. El reglamento persigue a quién no se hiciera parte
del proyecto de sociedad de la élite valdiviana, estableciendo
castigos por faltas a la moral que intentan establecer los
grupos dominantes de la ciudad, por lo que este reglamento
denota una preocupación por establecer un control social
sobre la “población”118, pero, como hemos anunciado
muchas veces, este control no es efectivo. Las condiciones
que permitieron que las autoridades no pudieran combatir
efectivamente la transgresión a las normas que se intentaban
imponer, que, por ende, deriva en la no aplicación efectiva
118
Ver Marcelo Neira y Víctor Aguilef, “Para la historia del sistema policial en
Chile: Reglamento de Policia de Valdivia de 1829”, en Espacio Regional, vol.
2, nº 8, Osorno, Universidad de Los Lagos, 2011, 133-146.
107
del monopolio de la fuerza y orden público por parte de la
administración pública, fueron, según Roswitha Hipp119, la
falta de personal policial o militar, la facilidad de los reos
para escapar de la cárcel y, también, las no pocas veces en
que los individuos salían en libertad bajo el pago de fianza,
fianza otorgada por el sólo motivo de que la administración
municipal no podía mantener a los presos debido a lo que
significaba éste gasto para unas complicadas arcas
municipales. A esto debemos agregar el limitado mercado
laboral, debido a que la mayoría de los empleos de la zona
eran de temporada, limitado mercado laboral que permitía
que gran parte de la población sea relegada a la miseria
extrema sino actuaba tomando un predio para su
supervivencia o robando en ciudades y campos, no existía
respeto al derecho de propiedad privada propuesto desde los
grupos dominantes. Debemos advertir que ese derecho de
propiedad no era generalizada en la zona, las disputas por
tierras eran frecuentes y cubrían a todo los grupos sociales
del Fütawillimapu del siglo XIX, era transversal a todas
ellas, las disputas eran no solo entre terratenientes y
mapuche-williche, sino que incluso entre las mismas
comunidades williche y colonos pobres, entre agricultores
pequeños e incluso entre los mismos terratenientes, llegando
incluso a la contratación de sicarios y bandidos por parte de
los terratenientes para usarlos contra otros terratenientes120.
El sistema de administración local además se encontraba
119
Roswitha Hipp, “Marginalidad Social en Osorno. Siglo XIX”, Boletín, nº
7, Osorno, Museo y Archivo Histórico Municipal de Osorno, 2005, en
http://historietas.bligoo.com/content/view/255574/MARGINALIDAD-
SOCIAL-EN-OSORNO-SIGLO-XIX.html#.UlEO19J6QrU.
120
Eduardo Gallardo, “Bandidaje Rural en Osorno, 1917-1927”, en Delgado,
et. al., op cit., 59.
108
corrompido, lo demuestra el hecho relatado anteriormente en
donde notarios actuaban como garantes del despojo de
tierras. Por tanto, la administración local se encontraba
corrompida y sumamente unida a grupos que intentaban ser
dominantes y sobre grupos subalternos marginalizados e
ingobernables, además de que la situación de
empobrecimiento era general. El estado no hizo más que
apoyar y adherirse a los planteamientos de los grupos
dominantes locales. Aplicaron las leyes que constituyeron la
propiedad particular austral a favor de los terratenientes e
intentaron dividir las comunidades, ambas acciones en
desmedro del mapuche, estableciendo su poder por sobre las
élites locales, trastocando las relaciones de poder a su favor.
De esta manera, el mapuche-williche verá en la
administración local no un aliado, sino que un enemigo,
además de darse cuenta que es el gobierno de Santiago el
que establece las normas a seguir dentro del Fütawillimapu
conquistado. A través de los discursos entregados en las
escuelas misionales entenderá la idea de nación chilena y
sabrá como ocuparla a su favor para establecer un dialogo
con las autoridades centrales del estado chileno. Ocupando
los códigos de la sociedad conquistadora, el mapuche-
williche creó un discurso dirigido a las autoridades centrales
y en contra de las locales. Volvemos a enfatizar en el hecho
de que los mapuche-williche son agentes activos y no
pasivos o reaccionarios frente a la realidad que busca
imponer la sociedad conquistadora del Fütawillimapu, es
desde aquí que el mapuche-williche jugará sus cartas y
apostará por ampliar sus libertades de acción frente a esa
sociedad que conquistó y colonizó su territorio. Desde una
posición subalterna, demostrará sus intereses a través de
109
memoriales que buscan romper el silencio al que lo buscan
someter los grupos dominantes, desde la subalternidad se
mostrará presente a través del mismo lenguaje de los
dominantes, buscando romper esa misma subalternidad;
estos memoriales serán escritos desde fines del siglo XIX y
durante todo el siglo XX121.
111
sometido, ya que, al colocarse estas viseras en los ojos, el
otro conquistador sólo ve desde su propia perspectiva lo que
quiere ver del otro y no puede ver lo que pasa con el otro. El
hispano-criollo nunca se pregunta en que piensa el mapuche-
williche, sólo piensa en su asimilación-destrucción.
Es a esto último a lo que se adapta el mapuche-williche.
Él comienza a notar como es visto por la sociedad que se
instala invasivamente en su territorio y poco a poco
comienza a reconocer los códigos del otro para comenzar a
resistirlos, expropiando los códigos hispano-criollos para
usarlos en contra de la misma y desde aquí mostrarse
resistente activo, antes que reaccionario, ya que será la
adaptación de sus propios códigos en los del hispano-criollo
los que mostraran que él mantiene sus propias visiones del
proceso vivido, antes que asimilarse a estos códigos.
Partamos diciendo que la sociedad mapuche-williche
mantiene la visión de verse como igual antes que como
inferior a pesar de saberse sometido a nuevas relaciones de
poder que se tejen en el Fütawillimapu durante el siglo XIX.
En la práctica, así como en los futuros memoriales que
construirán, se podrá ver el cómo mantiene las ideas
pactadas entre ambas sociedades en el Tratado de Las
Canoas, vale decir, en donde el mapuche-williche entrega
parte del Fütawillimapu a cambio del reconocimiento de que
este territorio es propio. Desde mediados del siglo XVIII ya
existía un reconocimiento por parte de las autoridades
hispano-criollas de que este territorio les pertenecía a los
mapuche-williche y la firma del Tratado de Las Canoas, así
como los Títulos de Comisarios, son los documentos que
acreditan desde el hispano-criollo este reconocimiento. De
alguna manera, existe un diálogo imposible si sólo tomamos
112
en cuenta la posición hispano-criolla, pero tampoco existe un
sometimiento del mapuche al buscar ese diálogo con el otro,
todo lo contrario, existe una búsqueda de mantener ese
diálogo horizontal entre ambas partes.
Ahora bien, es un diálogo imposible ya que por una
parte sólo se habla desde el hispano-criollo, además de
juzgarse a sí mismo como superior al otro, por tanto, el
mapuche-williche, en su resistencia a los intentos por
hacerlos desaparecer (asimilación-destrucción), se adapta al
otro sólo ocupando sus códigos aprendidos en esta relación
con el otro (a través de su experiencia con la misión y su
escuela, la aparición de haciendas y una nueva concepción
de trabajo y la aparición del estado chileno como
administrador de su territorio). La subalternización no es
sólo el proceso de silenciar al considerado sin voz, el
subalterno, sino que también el proceso en que el subalterno
se adapta a la subalternidad y busca desde esa posición
romper con la dominación. Por tanto, la subalternización no
es la naturalización de un sujeto subalterno, sino que esa
adaptación que resiste y hace imposible una hegemonía total,
es la verbalización de la voz del excluido dentro del espacio
del que se ha apropiado el que busca esa hegemonía, en este
caso la sociedad hispano-criolla.
El proceso de adaptación en resistencia que hemos
observado durante el siglo XIX por parte del mapuche del
Fütawillimapu, nos muestra que en este proceso de larga
duración el mapuche-williche, antes que reaccionario a los
intentos de estas nuevas relaciones de poder que se instalan
en su territorio conquistado y colonizado fue siempre un
agente activo, su misma historia y la historia de la relación
con el otro nos explica este hecho. Es necesario decir que en
113
cualquier tipo de análisis de este tipo se debe tomar en
consideración la visión del mapuche-williche antes de sólo
mirar desde la visión estatal o desde la visión de la sociedad
conquistadora de los territorios mapuche para así colocar en
relevancia la propia historia cultural de esta sociedad y no
pensar sólo en las consecuencias de la derrota y en lo
negativo de la “integración” (forzosa y fóbica). Se puede
hacer una historia desde el mapuche que coloque en realce
los aspectos que permitieron que hasta la actualidad diga “yo
soy” y desde aquí formular la posibilidad de una
descolonización de su territorio en un sentido decolonial y
emancipador.
Ahora bien, el análisis anterior nos coloca en evidencia
que no existió una asimilación del mapuche-williche, más
sólo un intento de esta como estrategia de poder fallida.
Principalmente en lo que tiene que ver con la visión del
territorio, en donde el mapuche, no abandona su propia
visión de este y sólo ocupa la visión de “tierra” de la
sociedad hispano-criolla, auspiciándose en el Tratado de Las
canoas y los diferentes títulos otorgados como
reconocimiento por el otro hispano-criollo. La adaptación en
el mapuche-williche del siglo XIX no es más que un
conocimiento del otro y una expropiación de las visiones que
tiene este y su reformulación en beneficio del mismo
mapuche-williche.
Entonces, el mapuche-williche, ¿qué resiste? Se resiste
a la visión hispano-criolla hacia el mapuche-williche. El
mapuche-williche elaborará discursos, incluso desde sus
propios discursos anteriores a la conquista, y los enfrentará a
los discursos de los que lo intentan dominar.
La lucha constante del mapuche-williche por demostrar
114
su discurso de verdad como válida frente al discurso de
verdad de los otros, principalmente de los que buscan
dominarlo, hace que esa lucha se vuelva una contraconducta
en la sociedad que lo intenta dominar, por lo que las
conductas, de quienes buscan ejercer poder como grupos
dominantes de la sociedad del Fütawillimapu conquistado, se
van a problematizar a través de la búsqueda de
transformación del conquistado, así la cultura mapuche-
williche se transforma en una contraconducta a la que
derrotar. Por tanto, las conductas que se buscan imponer son
reacciones desde los grupos dominantes, una voluntad de
control, desde la que se crean estrategias para lograr la
dominación a través de dispositivos desde donde ejercen
poder. Pero al transformar en problema al otro le entrega
acceso a su propio espacio público, ya que, aunque lo intenta
hacer desaparecer, lo que hace es pensarlo como algo
negativo, algo fóbico, en su propio lugar, así, le permite al
otro negado integrarse, aunque negativamente, en su espacio.
Al intentar hacerlo desaparecer deja que el mapuche-williche
entre en lo que considera su espacio sin tener en cuenta que
este es un sujeto vivo, no un objeto a transformar. El
subalterno, aunque negado y desplazado, siempre está
presente, y desde esa presencia busca romper con esa
condición. Al parecer el hispano-criollo tampoco tomo en
cuenta, en su intento asimilador-destructor del otro, que el
mapuche-williche se encontraba viviendo en donde el
siempre había estado, en donde siempre se había sentido en
casa, en su territorio.
Esta problematización que transforma en
contraconductas la cultura del otro, los verá obligados a
enfrentarse no sólo a la resistencia a la estrategia de
115
dominación en el espacio del mapuche-williche como
subalterno, sino que también se verá enfrentado a la
resistencia de los que pretende dominar en su propio espacio,
el espacio público hispano-criollo. La adaptación en
resistencia permite visualizar a los subalternos, en este caso
el mapuche-williche, la estrategia de poder, por lo que
pueden desde aquí crear su propia estrategia de resistencia y
combatir no sólo desde sus propios espacios, sino que
incluso enfrentarse en el propio espacio público de ellos,
ahora cobra importancia la idea de subalternización
entendida como proceso de resistencia de los subalternizados
en contra del silencio al que buscan someterlo.
Aunque no escritas en el Fütawillimapu, cobran
relevancia las palabras alguna vez dichas por Kallfükura a un
mayor del ejército argentino: “mañana o pasado nos
engañaran si nos engañan los engañados han de ser ellos”123.
123
Juan Kallfükura, “Carta al mayor Francisco Iturra”, Salinas Grandes, 6 de
mayo 1856. Archivo Histórico de las Misiones Salesianas de la Patagonia,
Bahía Blanca, en Pavéz, op.cit., 269.
116
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123
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137