Libro Penal 2015 Diego
Libro Penal 2015 Diego
Libro Penal 2015 Diego
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No hay Pena Sin Necesidad
Sin Necesidad
Sin Merecimiento
Sin Merecimiento
1
Nullum Poena
Sine Necesitass
Sine Merescere
No hay Pena
Sin Necesidad
Sin Merecimiento
sine Merescere
merecimiento
3
A Dios;
4
“El hombre no posee el poder de crear vida.
No posee tampoco, por consiguiente, el
derecho a destruirla”
Mahatma Gandhi
5
6
ÍNDICE
Prólogo....…………………………………………………8
(Ius Puniendi)………………………….…………………13
El Principio De Proporcionalidad De
Las Penas………………………………………24
Nociones De La Pena………………………..51
7
Objeciones A La Teoría De La Prevención Especial 70
La Punibilidad 114
Epílogo 167
Bibliografía 170
Hemerografía 173
8
Prólogo
9
pese a estar íntimamente entrelazados,
difieren entre sí, estoy refiriéndome a
punibilidad, penalidad y pena.
10
que haya adoptado en relación a la
organización de la comunidad, en general. Por
ello, la política criminal del Estado se halla
encuadrada y condicionada por su política
social general. El ejercicio de la actividad
punitiva por parte del Estado, comporta una
grave afectación de derechos fundamentales
de la persona. En relación con la pena, el art.
1 C.P., se refiere a la "privación i restricción de
derechos". Debido a la naturaleza de la
intervención penal, siempre ha existido la
preocupación de establecer límites al poder
estatal. Este esfuerzo se ha orientado a la
búsqueda de la justificación de la pena, y a la
determinación de un criterio suficientemente
claro que permita discernir las acciones que
deben ser prohibidas, para la fijación de las
condiciones cuya preexistencia permita la
imposición de la sanción; y la especificación
de los casos en que la actividad punitiva es
oportuna, necesaria y positiva. Esta compleja
11
problemática, que afecta los fundamentos
mismos del derecho penal, ha tratado de ser
resuelta mediante es estudio de la punibilidad.
12
Límites a la potestad
sancionadora estatal
(Ius Puniendi)
13
denominados limitativos al derecho de
castigar, mediante los cuales se logra
introducir una “barrera”, ante posibles
arbitrariedades. 1Resulta evidente que en los
momentos actuales la búsqueda de
alternativas a la cárcel se encuentra entre los
objetivos pendientes del derecho penal,
aspecto que explora este capítulo
1
Fontán Balastra, Carlos. Tratado de Derecho Penal. Parte
General. Tomo III 2da Ed. Abeledo – Penot. Buenos Aires.
14
penal se fundamenta en la necesaria tutela de
los bienes jurídicos como juicio de valor que
cada ordenamiento protege y tiene en la pena
el mecanismo oportuno y adecuado, como
consecuencia jurídica de posible aplicación
para aquel que ha infringido las normas
establecidas. El derecho de castigar del
Estado o ius puniendi, como doctrinalmente se
le conoce, es la facultad que se le ha otorgado
al Estado para imponer una pena o una
medida de seguridad, ha adquirido rango
constitucional y se integra por un sistema de
principios, denominados limitativos al derecho
de castigar, mediante los cuales se logra
introducir una “barrera”, ante posibles
arbitrariedades. La facultad estatal de castigar
se materializa en dos sentidos: primero, en la
posibilidad de legislar que se encarga al
Parlamento, mediante la cual se traduce la
voluntad del Estado de recoger en tipos
penales aquellas conductas más intolerables
15
que recaen sobre bienes jurídicos relevantes,
que resultan imprescindibles proteger con
mayor severidad, dibujándose en la ley penal
el tipo y la pena tipo; de ahí se deriva su
segundo sentido, encargar esta aplicación al
órgano jurisdiccional. La doctrina ha
desarrollado como principios que hoy
alcanzan rango constitucional, los de
legalidad, culpabilidad, humanidad,
proporcionalidad, intervención mínima,
igualdad, resocialización, presunción de
inocencia y otros que se erigen como escudos
protectores del individuo frente al poder
estatal.2
El principio de intervención
mínima
Según el principio de subsidiariedad —
también denominado (a partir de Muñoz
2
Instituto Peruano de Ciencias Penales. (1995) Derecho
Penal. Parte General. Grijley. Lima
16
Conde) “principio de intervención mínima”—,
derivado directamente del de necesidad, el
derecho penal ha de ser la “última ratio”, el
último recurso al que hay que acudir a falta de
otros menos lesivos, pues si la protección de
la sociedad y los ciudadanos puede
conseguirse en ciertos casos con medios
menos lesivos y graves que los penales, no es
preciso ni se deben utilizar éstos. Incluso
aunque haya que proteger bienes jurídicos,
donde basten los medios del derecho civil, del
derecho público o incluso medios
extrajurídicos, ha de retraerse el derecho
penal, pues su intervención —con la dureza
de sus medios— sería innecesaria y, por
tanto, injustificable. También debe haber
subsidiariedad dentro de las propias
sanciones penales, no imponiendo sanciones
graves si basta con otras menos duras
17
“En estrecha conexión con tal principio está el
llamado ‘carácter fragmentario del derecho
penal’, según el cual el derecho penal no ha
de proteger todos los bienes jurídicos ni penar
todas las conductas lesivas de los mismos,
sino sólo los ataques más graves a los bienes
jurídicos más importantes...”Corresponden a
otras ramas del derecho los ataques menos
graves, “de ahí que se diga que el derecho
penal tiene carácter ‘subsidiario’ frente a las
demás ramas del ordenamiento jurídico”. Al
referirse a la vigencia del principio de
subsidiariedad, Jakobs afirma: “Se suelen
considerar legítimas las normas jurídico-
penales sólo cuando su función no la pueden
asumir otros instrumentos de regulación del
contrato social, sea mediante disuasión
policial o asistencia jurídico-pública o
responsabilidad civil o autoprotección de la
víctima, así como mediante instituciones de
control social u otras...”Y añade que “el
18
principio de subsidiariedad constituye la
variante penal del principio constitucional de
proporcionalidad, en virtud del cual no está
permitida la intervención penal si el efecto se
puede alcanzar mediante otras medidas
menos drásticas. Como hemos afirmado, la
presencia de un bien jurídico merecedor de
tutela penal constituye un presupuesto para
legitimar la facultad del Estado de instituir
delitos y penas, pero en consecuencia con el
principio de subsidiariedad, se exige además
que la intervención del derecho penal, resulte
necesaria, que se hayan agotado todas las
posibilidades de buscar otras soluciones
menos lesivas. “Se habla así del principio de
intervención mínima, que debe entenderse en
un doble sentido: se ha de castigar tan sólo
aquellos hechos que necesiten ser penados, y
para la sanción de tales hechos se deben
preferir penas que, sin dejar de ser adecuadas
y eficaces, resulten menos onerosas.” La
19
aplicación consecuente del principio de
intervención mínima, como tendencia general
ha de conducir a la reducción del sistema
penal, lo que no significa que en determinadas
circunstancias en que aparezcan nuevas
áreas que requieran de la intervención
punitiva del Estado no se tipifiquen otras
figuras delictivas o se agraven las penas
previstas para determinados delitos, como
ocurrió en España con la introducción de
elementos de los denominados delitos
informáticos y en Cuba con la agravación de
las sanciones para los delitos relacionados
con el tráfico de drogas. “De lo que se trata,
en definitiva, es de garantizar la legitimidad y
eficacia de la intervención punitiva, o lo que es
lo mismo, que ésta se lleve a cabo cuando
sea absolutamente necesaria para la
protección de los ciudadanos.” El proceso
despenalizador que caracterizó las últimas
décadas del pasado siglo, evidenció el grado
20
de aceptación que ha tenido en muchos
países la aplicación consecuente de este
principio, al prescindir del derecho penal ante
determinadas conductas que históricamente
habían sido consideradas como delictivas,
como son el caso del adulterio en la
legislación española, y del maltrato de obra y
la conducción de vehículo motor sin poseer
licencia de conducción, en Cuba, a partir de la
vigencia del Código Penal de 1987. Roxin
valora la despenalización en un doble sentido,
por la vía del no castigo en un estado social
de derecho de una conducta que atentase
sólo contra la moral, la religión o que
condujere exclusivamente a la autopuesta en
peligro, en la cual puede producirse una
anulación sin sustitución de aquellos
preceptos penales que no son necesarios
para el mantenimiento de la paz social, pues
entre las funciones que se le asignan al
derecho penal, no se encuentra la inhibición
21
de semejantes formas de conducta, sino que
éste debe impedir el perjuicio ajeno y tutelar
las condiciones de la existencia social. Y a
través del principio de subsidiariedad se abre
una segunda vía en el ámbito de la
despenalización, que significa que sólo
debería conminarse bajo sanción penal una
conducta socialmente lesiva, allí donde la
superación de la perturbación social no se
puede alcanzar con otros medios extrapenales
de menor injerencia, como ocurre con las
sanciones administrativas del orden público,
que por regla general en la actualidad son
sancionables con simples multas. En la
medida en que se avance en las reformas
penales y se disminuya los límites mínimos de
las penas privativas de libertad se incrementa
la posibilidad de aplicar sanciones
alternativas, en correspondencia con la
política penal que se aplique en cada país, la
que lamentablemente no siempre mantiene el
22
grado de estabilidad y coherencia requeridas
para aportar resultados concretos en la
estrategia de lucha contra la criminalidad a
mediano y largo plazo, debido a que con
frecuencia por circunstancias coyunturales y
hasta de oportunismo político se producen
retrocesos en las estrategias aprobadas que
en nada contribuyen al éxito de dichas
reformas. Esta situación de constantes
avances y retrocesos en la tarea de consolidar
una política penal, en la que sin dejar de
proteger los bienes jurídicos prevalezca la
tendencia reduccionista en la aplicación del
derecho penal, por diversas razones
generalmente coyunturales y al servicio de los
intereses de las nuevas fórmulas del mercado,
continúa siendo una aspiración de numerosos
tratadistas, que ven con preocupación la
tendencia imperante en numerosos países a
una criminalización excesiva de determinadas
conductas y a un irreflexivo aumento de las
23
consecuencias jurídicas derivadas del delito. 3
Al respecto, Morillas Cuevas coincide con
Silva Sánchez en destacar cómo se constata
“la existencia de una tendencia claramente
dominante hacia la introducción de nuevos
tipos penales, así como a una agravación de
los existentes, que puede enclavarse en el
marco general de la restricción o la
reinterpretación de las garantías clásicas del
derecho penal sustantivo y del derecho
procesal penal; creación de nuevos bienes
jurídico-penales, ampliación de los espacios
de riesgos jurídico-penalmente relevantes,
flexibilización de las reglas de imputación y
relativización de los principios político-
criminales de garantía que proyectan una
clara tendencia hacia un desorbitado
expansionismo que se manifiesta en diversos
3
Muñoz Conde, Francisco y Mercedes García A.(1998)
Derecho Penal Parte General. 3ra Ed. Tirant lo Blanch.
Valencia
24
niveles de preocupación garantista y
científica”
El principio de proporcionalidad de
las penas
La exigencia del principio de proporcionalidad
tiene entre sus antecedentes lo proclamado
en la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano de 1789, donde se señala
que la ley no debe establecer más penas que
las estrictamente necesarias y que éstas
deben ser proporcionales al delito. En la obra
cumbre de Beccaria encontramos entre otras
concepciones en relación con la
proporcionalidad de las penas, la de que debe
haber una proporción entre los delitos y las
penas, y al respecto precisa que si se destina
una pena igual a dos delitos que ofenden
desigualmente la sociedad, los hombres no
encontrarán un obstáculo más fuerte para
cometer el mayor cuando éste les acarree
25
mayores ventajas; y concluye afirmando que
uno de los mayores frenos del delito no es la
crueldad de las penas, sino su infalibilidad. 4
De las concepciones de Beccaria sobre la
proporcionalidad, se aprecian dos vertientes:
que la pena ha de ser necesaria, que se
materializa en la idea de que la pena no ha de
ir más allá de lo que es necesario para cumplir
un fin, y por otra parte, la pena ha de ser
infalible, referida a la necesidad de que en la
fase de ejecución hay que garantizar su
cumplimiento efectivo. Hay coincidencia en la
doctrina en el hecho de que el principio de
proporcionalidad de las penas, o de
prohibición de exceso, se fue introduciendo
como tal paulatinamente en los códigos
penales a partir de la revolución francesa de
1789, pero no fue sino hasta finalizada la
segunda guerra mundial y las declaraciones
4
MACHICADO, J., Concepto del Delito, La Paz, Bolivia:
Apuntes Jurídicos, 2010.
26
internacionales que le sucedieron, como la
Declaración Universal de los Derechos
Humanos, adoptada por la Asamblea General
de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de
1948, cuando se materializan en regulaciones
bien precisas la eliminación de las torturas y
de las penas y tratos crueles, inhumanos o
degradantes. El principio de proporcionalidad
de las penas exige, por una parte, que la pena
sea proporcional al delito, y por la otra, la
exigencia de que la me duda de la
proporcionalidad se establezca con base en la
importancia social del hecho, teniendo en
cuenta su trascendencia para la propia
sociedad que se pretende proteger con la
norma.28 En la Constitución española, si bien
no aparece de forma explícita reflejado el
principio de proporcionalidad,
mayoritariamente la doctrina le confiere rango
constitucional sobre la base de lo regulado en
los artículos 1.1, que proclama como valores
27
superiores del ordenamiento jurídico español
la libertad, la justicia y la igualdad; el 15, que
proscribe la tortura y las penas inhumanas o
degradantes;29 el 17.2, que precisa que la
detención preventiva no podrá durar más del
tiempo estrictamente necesario para la
realización de las averiguaciones tendentes al
esclarecimiento de los hechos y en el inciso
cuarto del propio artículo 17, que le asigna a
la prisión provisional un límite máximo de
duración, establecido por la ley. Otros
preceptos de esta Constitución, como el
artículo 9.3, que ratifica la interdicción de la
arbitrariedad de los poderes públicos, y el 10.1
que afianza la dignidad de la persona, el
respeto a la ley y a los derechos de los
demás, como fundamentos del orden político y
de la paz social, aparecen también muy
relacionados con la consagración del principio
de proporcionalidad en la ley fundamental. Por
la sentencia 65 del Tribunal Constitucional
28
Español de 22 de mayo de 1986, se ha
precisado que el juicio de proporcionalidad
corresponde, en principio, al legislador, pero
que ello no impide que la proporcionalidad
debe ser tenida en cuenta por el juez en el
momento de la individualización de la pena, ni
excluye que pueda plantearse la cuestión de
inconstitucionalidad allí donde la ley señale
penas desorbitadas.30 En lo relacionado con
la consideración de las penas como despropor
cionadas, en correspondencia con lo
postulado en el artículo 15 de la Constitución
española, tanto el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, como el Tribunal
Constitucional Español, han afirmado que sólo
ha de estimarse que una pena
desproporcionada vulnera este precepto
constitucional en la medida en que conlleve
sufrimientos físicos o psíquicos intolerables o
provoque una humillación superior y distinta a
la que supone toda condena. Acerca del
29
principio de proporcionalidad de las penas, en
Cuba a partir de la Ley No. 62 de 1987, se
presentó una situación favorable para los
operadores del sistema de justicia penal, con
marcos penales más flexibles y la posibilidad
de apreciar facultativamente la reincidencia y
la multirreincidencia, entre otras importantes
regulaciones, que favorecieron un incremento
significativo de la utilización de las sanciones
subsidiarias de la privación de libertad.
Modificaciones posteriores agravaron las
penas de determinadas figuras delictivas y
también se incrementaron las disposiciones
que favorecen y amplían las posibilidades de
adecuación de la sanción por parte de los
tribunales, incluyendo aquellas que
especialmente permiten disminuir el límite
mínimo del denominado marco penal legal
normal, que facilitan la aplicación del principio
de proporcionalidad, entre las que podemos
destacar las siguientes: — Los tribunales
30
pueden rebajar facultativamente hasta en dos
tercios los límites mínimos de las sanciones
establecidas para los delitos, cuando los
mismos se cometen en grado de tentativa. —
El artículo 17 que prevé en su apartado 1 que
en el caso de las personas mayores de 16
años y menores de 18 años de edad, los
límites mínimos y máximos de las sanciones
pueden ser reducidos hasta la mitad, y con
respecto a los mayores de 18 y hasta 20 años
de edad, la rebaja puede ser hasta en un
tercio. En ambos casos predominará el
propósito de reeducarlos, adiestrarlos en una
profesión u oficio e inculcarles el respeto al
orden legal.5
5
FONTÁN BALASTRA. Óp. Cit. Pág. 103
31
Aportes de la Corriente Abolicionista
de las Penas Privativas de Libertad
32
aún con las tendencias crecientes a la
privatización de las prisiones y la falta de
recursos estatales de los países
subdesarrollados para hacerle frente al
enorme costo social que significa el
mantenimiento del sistema carcelario, ha
llevado a algunos a afirmar que ha llegado la
hora de derribar los muros de las prisiones y
que la verdadera reforma penitenciaria sería la
abolición de las penas privativas de libertad.
La realidad de hoy, a pesar de todos los
esfuerzos e instrumentos internacionales y
nacionales de protección de los derechos
humanos de los reclusos, es bien diferente, y
aun en países desarrollados como España, se
ha llegado a afirmar que cuando en ese país
se envía a alguien a la cárcel se le está
condenando a algo más que a una pena
privativa de libertad: lo precario de las
instalaciones, el hacinamiento, la falta de
personal especializado, la incidencia del sida,
33
la violencia generada por las mafias
carcelarias, las dificultades de los internos
para incorporarse a la actividad laboral, etc.,
convierten con demasiada frecuencia a las
privativas de libertad en esas penas
inhumanas o degradantes que proscribe el
artículo 15 de la Constitución española.
34
entre los que es necesario ajustar para
disminuir el gasto público. La difícil situación
presupuestaria que han tenido que enfrentar
las administraciones penitenciarias, unida a
cierta sobrevaloración de las privatizaciones
como solución para los males de la sociedad,
trajo como consecuencia que algunos vieran
en éstas una alternativa, dada la situación
existente, en lugar de buscar otras soluciones
por la vía impositiva y de la eficiencia de las
administraciones penitenciarias para resolver
la situación, y como una consecuencia
también del desaliento ante los fracasos del
modelo resocializador, en su intento de
convertirse en el cimiento sobre el que se
asienten las estructuras de los sistemas
penales y penitenciarios. El surgimiento de
este fenómeno, ha dicho Bernardo del Rosal
Blasco, tiene desde su punto de vista un
motivo o causa común, y es la total
desconfianza en que el aparato del Estado
35
vaya a ser alguna vez capaz de resolver los
problemas, o mejor, la agudización en las
últimas décadas de los problemas a los que
tradicionalmente se han venido enfrentando la
policía, la administración de justicia o la
administración penitenciaria y, por el contrario,
la confianza en que la gestión o las iniciativas
privadas ofrezcan soluciones allí donde la
burocracia estatal ha demostrado su total
ineficacia.6 A pesar de que para la gran
mayoría de los estudiosos del derecho
36
privada con intereses distintos a los fines de
resocialización. Al referirse a la tendencia
existente a favorecer la privatización de las
cárceles, la que en los últimos años se ha
extendido a numerosos países y ha
comenzado a tomar fuerza en Europa,
Zaffaroni ha destacado como “ante el fracaso
de las ideologías de la resocialización y de
todo el conjunto de teorías preventivas
especiales positivas, resulta que en la realidad
la prisión se convierte en un mero local de
depósito de seres humanos deteriorados, lo
que se asume discursivamente con el
argumento de la superioridad de su
administración por empresas privadas de
mayor eficiencia que la administración
estatal”. Abunda a continuación que se trata
de una tendencia genocida, que en definitiva
se va a afiliar a la prevención especial
negativa, a la idea de la prisión como pena de
muerte eventual. En realidad, esta tendencia a
37
situar en manos privadas, ya no sólo los
talleres donde trabajan los reclusos o
determinadas actividades relacionadas con los
servicios de lavandería y mantenimiento de
las instituciones penitenciarias, sino también
las actividades propias de la administración de
las cárceles, el orden interior y el tratamiento a
los reclusos, ha sido objeto de reiteradas
críticas por parte de todos aquellos que
hemos abordado el estudio de estos temas
con realismo y sentido común, considerándola
como la más absoluta e intolerable dejación
del Estado, en materia que hasta ahora había
sido considerada como un deber ineludible de
la administración pública.
38
en un retorno al afianzamiento de los fines
retributivos de la pena privativa de libertad,
que de hecho convertiría a las prisiones en un
simple lugar de castigo. En los últimos años
ha surgido la tendencia a trazarnos objetivos
más modestos, a no pedirles a las
instituciones penitenciarias lo que ya sabemos
que no nos pueden dar.
39
conveniencia de mantener la privación de
libertad para los delitos más graves,
esgrimirlos como pena-choque para algunos
supuestos de pequeña y mediana criminalidad
y sustituirla en todos los demás supuestos.
Como es sabido, los mecanismos de
sustitución más frecuentes en la actualidad
son —entre otros— el perdón judicial, la
probation, la prohibición de ejercer
determinadas actividades, el arresto de fin de
semana, las penas pecuniarias bajo la
fisonomía de días-multa o de cuotas, o la
prestación de servicios en beneficio de la
comunidad. Resulta evidente que en la
búsqueda de alternativas a la cárcel, está el
futuro del derecho penal, en lo que
coincidimos con José Manuel Arroyo Gutiérrez
cuando enfatiza en la posibilidad de distinguir
entre aquellas soluciones de corto alcance, de
considerar las simples penas alternativas a la
prisión, de otras de mucha mayor perspectiva,
40
como la posibilidad de introducir un conjunto
de sanciones alternativas dentro del derecho
penal, tanto sustantivo como procesal y, lo
que va aún más allá, la posibilidad de
introducir alternativas que eviten el ingreso de
determinados conflictos al sistema penal
mismo, saliendo de esta forma del estrecho
marco que hace distinción entre penas
principales y penas accesorias.7
7
Maurach/Zipf: Derecho penal, Parte general, t. I, Astrea,
Bs.As. 1994, pp. 5-6.
41
los reiterados retrocesos que han
caracterizado, como si fuera parte de su
“contenido esencial”, a las reformas penales
que se han realizado hasta el presente.
42
internamiento y sin internamiento, aplicables
en los casos en que el tribunal, apreciando la
índole del delito, sus circunstancias y las
características individuales del sancionado,
determine que existen razones fundadas para
estimar que su reeducación se puede obtener
por medio del trabajo. En nuestro criterio,
debemos situar el año 1988 como el momento
en que en Cuba se incorpora al movimiento de
reformas que en materia de alternativas a la
privación de libertad, se venía aplicando en
Europa desde los inicios de la segunda mitad
del siglo xx y más tardíamente en nuestro
entorno geográfico latinoamericano, porque
aunque desde la vigencia del código de 1979,
ya se había incorporado a nuestra legislación
penal8
43
acción de la sociedad civil y la toma de
conciencia de los encargados de aprobar las
leyes y de los operadores del sistema penal,
se expresará en la búsqueda de nuevas
alternativas a la prisión y lo que es más
importante, la acción de todos para que esas
alternativas no fracasen y provoquen con ello
los reiterados retrocesos que han
caracterizado, como si fuera parte de su
“contenido esencial”, a las reformas penales
que se han realizado hasta el presente.En
este marco, junto a los esfuerzos por
humanizar las prisiones, en cumplimiento del
principio de intervención mínima y acercarlas
lo más posible a las condiciones del mundo
exterior, ha adquirido vital importancia la
búsqueda de alternativas viables y eficaces
que resulten de utilidad como instrumento
reduccionista de la cárcel como pena. En
Cuba, el legislador de 1987 al ampliar las
posibilidades de individualización de la pena al
44
caso concreto y sobre la base de la
experiencia anterior, añadió a la sanción de
limitación de libertad, existente en el código de
1979, dos nuevas sanciones subsidiarias de la
privación de libertad, que no exceda de tres
años, las de trabajo correccional con
internamiento y sin internamiento, aplicables
en los casos en que el tribunal, apreciando la
índole del delito, sus circunstancias y las
características individuales del sancionado,
determine que existen razones fundadas para
estimar que su reeducación se puede obtener
por medio del trabajo. Esta última innovación
cubana no es contemplada por nuestro
ordenamiento jurídico Peruano.
45
las conductas que se consideran delitos y las
penas a aplicar a los que incurran en ellas,
debe ser sometido a limitaciones, para evitar
excesos, tanto por mandato de la
Constitución, como de otras leyes del
ordenamiento jurídico, a través de un sistema
de principios reguladores del actuar de los
legisladores, en su labor de instituir delitos y
penas y de los jueces y tribunales, en su
función de aplicarlas a los comisores de
delitos.
46
El legislador al seleccionar las conductas
humanas que reciben protección del derecho
penal debe limitarse al mínimo indispensable
para garantizar los derechos de los
ciudadanos, por lo que la potestad punitiva del
Estado ha de quedar limitada a proteger sólo
aquellos bienes jurídicos que teniendo
relevancia constitucional, afecten las
libertades de los demás y en uso de esta
facultad deberá procurar que la determinación
de las penas esté en correspondencia con los
valores constitucionalmente protegidos,
procurando el mayor uso posible de medidas
alternativas a la privación de libertad.
47
tampoco en el futuro. El día que la humanidad
se decida a adoptar formas de organización
de la sociedad que garanticen una distribución
más justa y equitativa de las riquezas, que
conduzca a un modelo de sociedad más justo
y solidario, con un alto grado de satisfacción
de las necesidades materiales y espirituales
de sus ciudadanos, se requerirá entonces de
una menor aplicación de la represión penal
para garantizar las relaciones normales de
convivencia y la protección de los valores
fundamentales de rango constitucional.
48
que caracterizó las reformas penales
efectuadas en las últimas décadas del pasado
siglo.9
9
Jescheck/Weigend: Tratado de derecho penal, parte
general, 5° ed., 2002, pp. 11-12.
49
determinación del tipo de pena a aplicar y su
cuantía.
50
El futuro nos debe conducir a que las cárceles
queden reservadas sólo para los casos más
intolerables de violaciones de las reglas de
convivencia mutuamente aceptadas por la
sociedad y a una aplicación creciente de
penas alternativas de todo tipo, con amplia
participación de la comunidad, para las
restantes violaciones de las normas penales,
las que deberán mantener su tendencia a una
disminución progresiva, lo que requiere de
que todos los países trabajen por hacer
realidad la consigna enarbolada por los más
diversos movimientos sociales de que un
mundo mejor es posible
Nociones de la Pena
51
sobre cuál es la naturaleza de ese mal o por
qué o para qué se impone. La respuesta a
estas cuestiones es uno de los problemas
más discutidos de la Ciencia del Derecho
penal y la polémica desborda incluso los
límites jurídicos, para convertirse en un tema
de interés general para otras ciencias,
Sociología y Filosofía principalmente. 10
52
personas en una comunidad. Sin la pena la
convivencia humana en la sociedad actual
sería imposible. Su justificación no es, por
consiguiente, una cuestión religiosa ni
filosófica, sino una amarga necesidad.
53
El principal medio de que dispone el Estado
como reacción frente al delito es la pena en el
sentido de "restricción de derechos del
responsable". El orden jurídico prevé además
las denominadas "medidas de seguridad"
destinadas a paliar situaciones respecto de las
cuales el uso de las penas no resulta
plausible. De manera que el sistema de
reacciones penales se integra con dos clases
de instrumentos; penas y medidas de
seguridad. Desde la antigüedad se discuten
acerca del fin de la pena.
Fundamentalmente tres concepciones que en
sus más variadas combinaciones continúan
hoy caracterizando la discusión, así, para
explicar estos remedios incluidos en la
legislación penal se ofrecen estas diversas
teorías que parten de puntos de vista
retributivos o preventivos, puros o mixtos que
se encargan de fundamentar de diverso modo
y de explicar los presupuestos que
54
condicionan el ejercicio del "ius puniendi" y la
finalidad perseguida por el Estado con la
incriminación penal.
55
que merece este hecho; bien como una
necesidad lógica, negación del delito y
afirmación del Derecho; como la concibió
HEGEL.12
56
sentido de la pena es independiente de su
efecto social, se "suelta" de él. El primer punto
de vista es:
57
decisivamente en relación a la ulterior
evolución del Derecho penal y, debido a que
no existen aún alternativas consolidadas,
actualmente conservan relativa vigencia. En la
jurisprudencia la teoría de la retribución ha
tenido un importante papel hasta hace poco
tiempo.14
Esta concepción recibe su característica de
"absoluta" debido a que ve el sentido de la
pena no en la prosecución de alguna finalidad
social útil, sino que sostiene que dicho sentido
radica en que la culpabilidad del autor sea
compensada mediante la imposición de un
mal penal, o sea que agota todo el fin de la
pena en la retribución misma, explicada por
Kant como un imperativo categórico
emergente de la idea de justicia y
fundamentada dialécticamente por Hegel
como la negación de la negación del Derecho.
Así, niega una concepción del castigo que se
14
Ibídem
58
fundamente en razones de utilidad social que
ilícitamente convierta al hombre en un "medio"
instrumental en beneficio de la sociedad ya
que tanto para Binding como para todos los
defensores de la teoría de la retribución, las
concepciones preventivas resultan
incompatibles con la dignidad humana porque
sólo cabe motivar con el castigo a los
animales, respecto de los seres humanos la
única motivación admisible es la que surge de
la propia norma, concebida como una orden –
no matarás- que precede a la descripción
legal –al que matare a otro...se le impondrá
una pena de..., cuya existencia es
independiente de la sanción.15
15
http://www.redalyc.org/pdf/2932/293222926005.pdf
59
pensamiento que reconoce como antecedente
la Ley del Talión. Ella niega o aniquila al
delito, restableciendo el derecho lesionado, ha
de imponerse por el delito aunque resulte
innecesaria para el bien de la sociedad,
aunque no se logre un efecto intimidatorio ni
exista riesgo alguno de reincidencia debe
igualmente aplicarse. Esto no significa que las
teorías retribucioncitas no asignen función
alguna a la pena: por una u otra vía le
atribuyen la función de realización de justicia.
La opinión más generalizada afirma que la
pena presupone la reprochabilidad del
comportamiento sometido a ella y expresa esa
reprochabilidad.
Es concebida por ésta teoría como reacción
por lo sucedido y desvinculada del porvenir ya
que su fin es reparar el delito y no evitar
delitos futuros. Esto explica la sólida
interconexión establecida entre las teorías del
delito y la pena:
60
a) El fin de la pena es restablecer el orden
alterado por el delito.
61
d) La medida de la pena depende de la
gravedad del hecho realizado y el grado de
culpabilidad del autor, estableciéndose así un
criterio de proporcionalidad entre el delito y la
pena.16
http://www.ejournal.unam.mx/bmd/bolmex119/BMD00001
1901.pdf
62
- Fundamenta el "para que" del castigo pero
no explica ¿cuándo? el Estado debe hacerlo.
63
La retribución como pago del mal con el mal.
La racionalización de la venganza
64
vulnerable debido a que la pena no borra el
mal causado por el delito sino que en realidad
añade un segundo mal, "el criterio talionario
no permite recuperar el ojo de la víctima
quitando un ojo al autor".
65
sistema que ofrezca presupuestos de
incriminación (teoría del delito) diferentes a los
enunciados como consecuencia de la
concepción retributiva, da más fuerza a la
sensación de que el abandono de dichas
teorías produciría inseguridad jurídica.17
66
delito. Para explicar su utilidad, en relación a
la prevención de la criminalidad, se busca
apoyo científico.
67
bien a través de su corrección o intimidación,
bien a través de su aseguramiento,
apartándolo de la vida social en libertad. Su
principal representante fue otro gran penalista
alemán, FRANZ VON LISZT, quien consideró
al delincuente como el objeto central del
Derecho penal ya la pena como una
institución que se dirige a su corrección,
intimidación o aseguramiento. También la
llamada "Escuela correccionalista" española
de finales del siglo XIX y principios del XX
preconizó una teoría preventiva especial de la
pena. Famosa es la frase de la penitenciarista
española Concepción ARENAL "odia el delito,
compadece al delincuente", y el título del libro
del penalista salmantino Pedro DORADO
MONTERO: «El Derecho protector de los
criminales» (1915), que sintetizan
perfectamente las aspiraciones
resocializadoras de la teoría preventiva
especial. Por lo demás, las tesis preventivas
68
están ya claramente formuladas en la famosa
frase atribuida a PLATÓN: "nadie que sea
prudente castiga porque se ha pecado, sino
para que no se peque"
69
prevenir nuevos delitos del autor. Esta
concepción, influenciada por el determinismo,
no admite la libertad de voluntad, niega que la
culpabilidad pueda ser fundamento y medida
de la pena.
a. Corrigiendo al corregible:
resocializacion
b. Intimidando al intimidable
70
c. Haciendo inofensivos a quienes no son
corregibles ni intimidables.
71
fundamentar la aplicación y ejecución de
penas.
72
precisión que podría ampliar
incontroladamente el poder del Estado en el
campo del Derecho Penal. Incluso debería
perseguirse un tratamiento hasta que se dé la
definitiva corrección, aún a riesgo de que la
duración sea indefinida.
73
*delitos graves: en ciertos casos no hay
peligro de repetición
74
pena se prolonga hasta que el tratamiento
tenga éxito, el condenado queda a merced de
la intervención estatal).
75
investigación empírica para construir las
categorías de autor que debían servir de base
al sistema.18
18
Zaffaroni/Aliaga/Slokar: ob.cit., 2000, p. 125.
76
concepciones no se fijan en los efectos que la
pena puede surtir sobre el autor mismo, de
manera que, "prevención general", significa
también evitación de los delitos mediante la
producción de efectos sobre la generalidad.
19
BACIGALUPO, Op Cit.
77
actúa no sólo con la conminación general de
penas, sino que adquiere mayor efectividad
con su imposición y ejecución. La
conminación penal debe intimidar y la
ejecución penal debe confirmar la seriedad de
la amenaza. Según Fouerbach; La ejecución
de la pena tiene lugar "para que...la amenaza
de la ley sea una verdadera amenaza".
78
Teoría de la prevención general positiva:
a otra pregunta: ¿bajo qué condiciones es legítima la aplicación de la pena?” (2004, p. 31). Para
Binder, “la pregunta es, entonces, ¿cuándo el Estado puede ser violento? Ésa es la formulación
más clara de la interrogación sobre el fundamento de la pena y el verdadero contenido de una
‘teoría de la pena’, si es que ella puede ser construida (aunque el nombre ‘teoría’ de la pena es
impropio porque un conjunto de violencia del Estado?” (Binder: Introducción al derecho penal,
Ad-Hoc, Bs. As. 2004, p. 47).
79
al derecho o como afirmación de la conciencia
social de la norma.21
21
INSTITUTO PERUANO DE CIENCIAS PENALES, Op Cit.
80
son los comportamientos esperados y cuáles
los indeseables.
En cuanto al límite del "ius puniendi"
81
- Es muy difícil verificar cual es el efecto
preventivo general de la pena. La idea de que
la intensidad de la amenaza es proporcional al
efecto preventivo resulta, al menos, dudosa.
82
sean manejados como instrumentos para
prevenir las intenciones de otros.
22
Mir Puig: ob.cit., 2004, p. 132, num. 62.
83
Estas teorías unificadoras aparecen en la
historia del Derecho penal como una solución
de compromiso en la lucha de Escuelas que
dividió a los penalistas en dos bandos
irreconciliables: los partidarios de la
retribución y los partidarios de la prevención,
general o especial. Pero como toda solución
de compromiso desemboca en un
eclecticismo que, queriendo contentar a todos,
no satisface totalmente a nadie. Retribución y
prevención son dos polos opuestos de una
misma realidad que no pueden subordinarse
el uno al otro, sino coordinarse mutuamente.
La retribución mira al pasado, al delito
cometido; la prevención, al futuro, a evitar que
se vuelva delinquir. Reconducir ambas
visiones de la pena a una unidad es una
especie de "cuadratura del círculo" de difícil
solución. Las teorías de la unión, en sus
distintas variantes tienen, sin embargo el
mérito de haber superado el excesivo
84
parcialismo que late tanto en las teorías
absolutas como en las relativas. Ninguna de
estas dos teorías puede comprender el
fenómeno de la pena en su totalidad, porque
sólo fijan su atención en partes de ese
fenómeno. Cualquier teoría que pretenda
comprender el fenómeno penal deberá
enfrentarse con él, por consiguiente, desde un
punto de vista totalizador, sin perjuicio de
descomponerlo después, diferenciando sus
distintos aspectos.23
23
Ibídem
85
demostrado ROXIN, la retribución no es el
único efecto de la pena, sino uno más de sus
diversos caracteres que incluso no se agota
en sí mismo, sino que, al demostrar la
superioridad de la norma jurídica sobre la
voluntad del delincuente que la infringió, tiene
un saludable efecto preventivo general en la
comunidad. Se habla en este sentido de
prevención general positiva que más que la
intimidación general, persigue el reforzamiento
de la confianza social en el Derecho.
86
idea de prevención general negativa, pues se
intimida a los miembros de la comunidad, para
que se abstengan de realizar la conducta
prohibida. Pero si, a pesar de esa amenaza e
intimidación general, se llega a cometer el
hecho prohibido, entonces a su autor debe
aplicársele la pena prevista para ese hecho,
predominando en la aplicación de la pena la
idea de retribución o de prevención general
positiva, aunque no se excluyan aspectos
preventivos especiales.24
24
Ibídem
87
como por ejemplo los trabajos forzados o la
esterilización o castración, o que pretenden
más su "inocuización", cuando no lisa y
llanamente su eliminación o exterminio (pena
de muerte), o mediatizando la concesión de
determinados beneficios, como permisos de
salida, libertad condicional, etc., con criterios
muy especiales, más propios de la "subcultura
penitenciaria" que de una auténtica
resocialización (prevención especial negativa).
Sólo la integración armónica, progresiva y
racional de las distintas fases del fenómeno
penal puede eliminar estos peligros.
88
pugna. Parten del supuesto realista de que no
es posible adoptar una fundamentación desde
las formar puras precedentemente señaladas
porque ellas ofrecen varios flancos a la crítica.
Surgen así teorías pluridimensionales de la
pena que suponen una combinación de fines
preventivos y retributivos e intentan configurar
un sistema que recoja los efectos más
positivos d cada una de las concepciones
puras hasta aquí analizadas.25
25
Bacigalupo, Enrique, “Alternativas a la pena privativa de
libertad en el derecho
penal europeo”, Revista del Poder Judicial, No. 43-44,
Madrid, 1996.
89
contemporáneo. Algunos autores señalan que
su existencia pone en evidencia una crisis
cuya manifestación más evidente es la
ausencia de respuestas doctrinarias y
legislativas armónicas para justificar el "ius
puniendi" estatal, "con todas las
consecuencias de inseguridad que de allí se
derivan".
Comúnmente las teorías mixtas le asignan al
Derecho Penal la función de protección a la
sociedad, sin embargo, tal función no reviste
iguales características en todas las teorías.
Pueden reconocerse dos grupos de
fundamentaciones:
90
b. Las que sostienen que fundamento de
la pena es la defensa de la sociedad, y a la
retribución corresponde únicamente la
función de límite máximo de las exigencias
de la prevención, impidiendo que
conduzcan a una pena superior a la
merecida por el hecho cometido.
91
Se sostiene que el criterio unificador se
concreta en la afirmación de que cada
concepción tiene influencia diversa según el
momento en que se la considere. De modo
que el criterio preventivo general es el que
más gravita a nivel legislativo, es decir cuando
se sanciona la norma que prevé sanción para
todo aquel que realice determinado
comportamiento. Los puntos de vista
retributivos pasarían a primer plano durante el
proceso y especialmente en la
individualización judicial de la pena, ya que al
sentencia debe establecerse considerando
preferentemente la gravedad del hecho
cometido y la culpabilidad del autor. Pasarían
a segundo plano consideraciones preventivas
especiales vinculadas a la personalidad del
autor u al pronóstico de reincidencia,
limitándose la influencia de la prevención
general a una función residual, relacionada
92
con evitar la imposición de una pena tan
reducida que suponga efectos
contraproducentes para el control social.26
93
no satisface totalmente a nadie. Retribución y
prevención son dos polos opuestos de una
misma realidad que no pueden subordinarse
el uno al otro, sino coordinarse mutuamente.
La retribución mira al pasado, al delito
cometido; la prevención, al futuro, a evitar que
se vuelva delinquir. Reconducir ambas
visiones de la pena a una unidad es una
especie de "cuadratura del círculo" de difícil
solución. Las teorías de la unión, en sus
distintas variantes tienen, sin embargo el
mérito de haber superado el excesivo
parcialismo que late tanto en las teorías
absolutas como en las relativas. Ninguna de
estas dos teorías puede comprender el
fenómeno de la pena en su totalidad, porque
sólo fijan su atención en partes de ese
fenómeno. Cualquier teoría que pretenda
comprender el fenómeno penal deberá
enfrentarse con él, por consiguiente, desde un
punto de vista totalizador, sin perjuicio de
94
descomponerlo después, diferenciando sus
distintos aspectos.
Precisamente en esto fracasan también las
teorías de la unión. Para estas teorías lo
fundamental sigue siendo la pura retribución
del delito culpablemente cometido y sólo
dentro de este marco retributivo y, por vía de
excepción, admiten que con el castigo se
busquen fines preventivos. Pero, como ha
demostrado ROXIN, la retribución no es el
único efecto de la pena, sino uno más de sus
diversos caracteres que incluso no se agota
en sí mismo, sino que, al demostrar la
superioridad de la norma jurídica sobre la
voluntad del delincuente que la infringió, tiene
un saludable efecto preventivo general en la
comunidad. Se habla en este sentido de
prevención general positiva que más que la
intimidación general, persigue el reforzamiento
de la confianza social en el Derecho.
95
No se puede hablar, por tanto, de una función
única, ni mucho menos asignar a la pena un
fin exclusivo. La pena es, más bien, un
fenómeno pluridimensional que cumple
diferentes funciones en cada uno de los
momentos en que, aparece en el momento de
la amenaza penal, es decir, cuando el
legislador prohíbe una conducta
amenazándola con una pena, es decisiva la
idea de prevención general negativa, pues se
intimida a los miembros de la comunidad, para
que se abstengan de realizar la conducta
prohibida. Pero si, a pesar de esa amenaza e
intimidación general, se llega a cometer el
hecho prohibido, entonces a su autor debe
aplicársele la pena prevista para ese hecho,
predominando en la aplicación de la pena la
idea de retribución o de prevención general
positiva, aunque no se excluyan aspectos
preventivos especiales.
96
27
27
Mir Puig, Santiago, Derecho penal. Parte general, Editorial
Reppertor, Barcelona, 2002.
28
Código Penal Peruano.
97
objeto la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del internado ala sociedad"
arts. I del título preliminar. Mientras que en el
nuevo Código penal de 1991, en el artículo IX
del Titulo Preeliminar señala que la pena tiene
fines de prevención, protección y
resocialización.
En el plano práctico, conduce a un "derecho
penal" en que las personas devienen en
objeto de manipulación en las manos de un
Estado todopoderoso. Para evitar este grave
peligro, no basta, como lo creía Maúrtua,
contar con un sistema penitenciario
organizado con la perfección necesaria. La
experiencia de los últimos años en el mundo
demuestra lo contrario. De allí que en países
como Suecia, donde se han realizado serios
esfuerzos para aplicar los métodos de
tratamiento más avanzados, exista una fuerte
corriente dirigida a reforzar un sistema penal
basado en el reconocimiento de la capacidad
98
de culpabilidad y de responsabilidad de las
personas.
99
penitenciarios intentar conseguir la
resocialización de los internos.29
Trabajo penitenciario
100
El trabajo que realizan los internos
procesados tiene carácter voluntario.
Las normas y directivas emitidas por el INPE
regulan la planificación, organización,
métodos, horarios, medidas preventivas de
ingreso y seguridad del trabajo penitenciario.
Las modalidades de trabajo penitenciario se
desarrollan a través de actividades
profesionales, técnicas, artesanales,
productivas, artísticas y de servicios
auxiliares.
Las actividades que se desarrollan en los
establecimientos penitenciarios a nivel
nacional son:
El trabajo penitenciario es proporcionado por
la Administración Penitenciaria, a través de la
Implementación de los talleres laborales de
los establecimientos penitenciarios en donde
se vienen ejecutando pequeños proyectos de
inversión.
101
- Los propios medios del interno o de sus
familiares.
- Entidades públicas y/o privadas a través
de la administración penitenciaria.
Talleres
Agricultura, confección de carteras, taller de
cosmetología, cornoplastía, filigrama,
artesanía, juguetería, serigrafía, talabartería,
tejido en yute, cestería, manualidades,
lavandería, ad - honorem y otros.
Principales actividades
En los Establecimientos Penitenciarios a nivel
nacional se promueve la Educación del interno
en cumplimiento al código de Ejecución Penal
102
para la formación profesional o capacitación
ocupacional. El interno analfabeto participa
obligatoriamente en los programas de
alfabetización y educación primaria de
adultos. Se mantiene el derecho del interno de
disponer de libros, periódicos y revistas
permitiendo vinculación con el exterior.
El servicio educativo se presta a través de
Centros de Educación Ocupacional, Primaria y
Secundaria de adultos, programas de
alfabetización y educación a distancia en
concordancia con los dispositivos vigentes en
la materia de Educación.
- El interno que no tenga profesión u oficio
conocido esta obligado al aprendizaje técnico,
de acuerdo a la aptitud, interés y vocación.
- La Administración Penitenciaria promueve la
educación artística, la formación moral cívica y
las prácticas deportivas.
103
- La Administración Penitenciaria da
facilidades al interno para que estudie por
correspondencia, radio y/o televisión.
La Redención de la pena por la educación, es
un beneficio Penitenciario que permite reducir
el tiempo de pena al interno que desempeña
una actividad educativa, bajo el control de la
Administración Penitenciaria. Este beneficio
fomenta el interés del interno por la
educación, en consecuencia la educación
cumple un rol despenalizador dentro de la
ejecución Penal.
104
educativas para que puedan desempeñarse
laboralmente en el Medio Libre.
3. Mejorar la metodología y técnicas de
aprendizaje de los profesores de los
Establecimientos Penitenciarios con
asesoramiento y apoyo del Ministerio de
Educación.
4. Sistematizar y uniformizar todas las
acciones educativas que se desarrollan en
todos los centros de Educación Ocupacional
(CEOS) del país.
5. Gestionar la ampliación de servicios
Educativos para los internos de los
Establecimientos Penitenciarios dándoles
formación Primaria y Secundaria de Adultos.
Educación penitenciaria
105
administración penitenciaria, en este caso el
INPE, proveerá lo necesario para el desarrollo
de las acciones de prevención, promoción y
recuperación de la salud de la población
penal.
106
programación y promoción de acciones
sociales.
- Promover la restitución, mantenimiento y
refuerzo del binomio interno - familia a través
de procesos individuales, grupales o
familiares.
Contribuir al mejoramiento de la calidad de
vida del binomio interno-familia mediante el
desempeño de roles, niveles de autoridad,
escala de valores y comunicación.
- Brindar educación social, con la finalidad de
prevenir y disminuir los índices de reincidencia
en el delito, a través de programas sociales,
educativos, recreativos, culturales y otros
acorde a las características de cada población
penitenciaria.
- Brindar atención asistencial a los hijos
menores de 03 años de las internas, a fin de
garantizar el normal desarrollo de su
personalidad.
107
- Promover redes de soporte interinstitucional
que coadyuven en el tratamiento del binomio
interno-familia, así como para canalizar
acciones de apoyo al interno de escasos
recursos económicos.
- Participar en los equipos multidisciplinarios
de los programas de PCT y PROCETSS, de
acuerdo a las normas y procedimientos de la
política de salud.
- Realizar gestiones, coordinaciones y visitas
hospitalarias para la atención de los casos de
salud, si la situación así lo amerita.
- Participar conjuntamente con los miembros
de los equipos multidisciplinarios en los
programas preventivos promocionales.
- Adecuar el quehacer profesional a los
diferentes regímenes de vida penitenciaria,
mediante estrategias y metodologías de
intervención.
- Promover la participación en las terapias
grupales con temas específicos.
108
- Derivar a las diferentes áreas de tratamiento
los casos de internos que requieran atención
especializada.
- Participar como integrante de las
comisiones de trabajo convocadas por la
superioridad.
- Integrar la junta de clasificación en los
Establecimientos Transitorios de Procesados
y en los Establecimientos Penitenciarios.
- Administrar los recursos humanos y
materiales e institucionales.
- Desarrollar acciones de tratamiento en las
áreas de penas limitativas de derecho, post
penitenciaria y sentenciados en el medio libre;
a fin de propiciar su reinserción familiar y
social.
- Promocionar la labor post penitenciaria para
despertar en los distintos sectores sociales su
compromiso frente a los liberados.
- Potenciar el sistema de apoyo a los
liberados para evitar la reincidencia.
109
- Coordinar con ONGs, congregaciones
religiosas, agentes pastorales e instituciones
públicas y privadas la canalización de apoyo
para los internos de escasos recursos
económicos.
- Gerenciar las decisiones técnico-social y
políticas, mediante la planificación y ejecución
de normas, directivas, proyectos y convenios.
110
Penitenciarios es asumida por el personal
penitenciario en ambientes organizados fuera
de los Establecimientos Penitenciarios en las
regiones donde se cuenta con la
infraestructura adecuada. En Lima, la Oficina
de Asistencia Post penitenciaria se encuentra
ubicada en el Distrito de Surquillo y de la
Provincia Constitucional del Callao en Ciudad
Satélite Santa Rosa.
En las Direcciones Regionales de Arequipa,
Cusco, Puno, Chiclayo, Huancayo existen
oficinas encargadas de atender a los liberados
en cada provincia donde existe un
Establecimiento Penitenciario.
Con el objeto de atenuar en lo posible estos
factores negativos que inciden sobre la vida
del liberado y de sus familiares, la ciencia
penitenciaria aconseja reforzar los lazos que
lo unen a su familia y amistades creando una
serie de relaciones para que no se produzca
ese aislamiento y apoyarlo para que esté en
111
condiciones de reincorporarse plenamente a
la sociedad para el cumplimiento de esta labor
se tiene el apoyo de las Juntas Post
Penitenciarias que funcionan en las regiones
penitenciarias y estarán integradas por un
equipo interdisciplinario con participación de
diversos representantes de las instituciones
sociales.
112
necesaria del mal (delito) cometido. También
las ideas de venganza y de "castigo" se basan
en una concepción retribucionista de la pena.
Por otra parte las teorías relativas se refieren
al fin que se persigue con la pena.
Las teorías de la prevención general ven el fin
de la pena en la intimidación de la generalidad
de los ciudadanos, para que se aparten de la
comisión de delitos., que consideraba la pena
como una «coacción psicológica» que se
ejercía en todos los ciudadanos para que
omitieran la comisión de delitos. Las teorías
de la prevención especial ven el fin de la pena
en apartar al que ya ha delinquido de la
comisión de futuros delitos, bien a través de
su corrección o intimidación, bien a través de
su aseguramiento, apartándolo de la vida
social en libertad; y la teoría de la pena Mixta
o de la Unión puede ser resumida de la
siguiente manera; la pena sirve a finalidades
de prevención especial y general. Es limitada
113
en su monto mediante la medida de la
culpabilidad, pero puede no alcanzar esta
medida, en tanto esto sea necesario para las
necesidades de prevención especial y no se
opongan a ello requisitos mínimos de
prevención general. Nuestro último código
penal peruano en el momento histórico de su
creación era de carácter minimalista y
conservador, sin embargo con el paso de los
años y las constantes fracturas que ha sufrido
nuestra realidad nacional, han marcado una
especie de sentimiento de odio, repulsión y
venganza de los ciudadanos hacia los
delincuentes, desfiguración que empezó con
la época del terrorismo, ante tal situación es el
Estado que decide endurecer la norma penal y
poco a poco fue adoptando cada vez más una
postura retribucionista, maximalista,
convirtiéndose lamentablemente hoy en día en
un derecho penal duro, en desmedro del
delincuente, si bien es cierto, existen medidas
114
de resocialización a cargo del INPE estas no
llegan a cumplir su rol debido a la falta de
recursos que impiden su debida
implementación en su totalidad, vemos como
en nuestro país, lamentablemente hoy en día
la pena no cumple sus fines.30
La Punibilidad
En el primer capítulo se dió una definición
doctrinal de delito como hecho humano típico,
antijurídico, culpable y punible. Cuando un
hecho es típico, injusto y culpable no resta, en
principio, sino aplicar una pena. La referencia
a la punibilidad, se presenta así como una
exigencia lógica en la idea misma de delito,
pues un delito sin punibilidad, un delito no
punible, carece de sentido. De forma distinta,
un delito sin pena es perfectamente posible en
30
Pérez Pinzón: introducción al derecho penal, 3° ed. Forum
Pacis, Ibague, 1996, p. 90.
115
el marco de cualquier legislación. En efecto,
en ocasiones, la realización del injusto típico,
antijurídico y culpable, aun siendo punible, no
será castigada. Para ello, resultará
imprescindible que así se exprese y
concretamente se determine. Los vocablos
punible y punibilidad hacen referencia a la
pena como consecuencia jurídica necesaria
para la noción de delito, ya que, sin duda,
puede darse un delito sin pena, pero es
absurdo que se hable de delito, como hecho
jurídico abstractamente considerado, sin
consecuencia jurídica prevista por la norma.
La punibilidad se identifica con la posibilidad
legal de pena. Aparece como una nota
conceptual del delito. Pero, en la medida que
el delito es prefecto con la mera afirmación
abstracta de su punibilidad, al margen de su
concreta y real punición, no constituye un
elemento necesario de su estructura. El delito
existirá, siendo abstractamente punible,
116
aunque en el supuesto concreto no resulte
penado por concurrencia de una excusa
absolutoria o por incumplimiento de alguna de
las condiciones objetivas de punibilidad, allí
donde las mismas resulten legalmente
exigidas. También constituyen supuestos de
ausencia de pena alguna de las causas de
extinción de la responsabilidad criminal En
general los sistemas clásicos no permiten a
los Tribunales considerar libremente la
oportunidad de imponer la pena en función de
criterios de conveniencia. De forma distinta,
los casos en los que un hecho típico,
antijurídico, culpable y punible no van a ser
castigados se encuentran tasados por la ley.
117
característica del delito sino el resultado de la
existencia de una conducta típica, antijurídica
y culpable que cumple determinadas
condiciones.
La voz "punibilidad" tiene dos sentidos:
- Puede significar merecimiento de pena, en
este sentido todo delito es punible
También puede significar posibilidad de
aplicar penas; en este sentido no a cualquier
delito se le puede aplicar pena. La afirmación
de que el deleito es punible, en el sentido
primer sentido, surge de la afirmación de que
es delito, pero la coercibilidad a que da lugar
el delito no siempre opera, porque hay una
problemática que le es propia y que
ocasionalmente impide su operatividad (en el
segundo sentido).31
31
Zaffarroni, Eugenio R.; Plagia, Alejandro y Slokar,
Alejandro, Derecho penal. Parte general, Editorial Ediar,
Buenos Aires, 2002
118
Por ser típica,
Una conducta es
Digna de pena antijurídica y culpable
punible
(delito).
119
¿Cuál es la solución correcta? Entendemos,
con casi toda la doctrina nacional, que la
punibilidad no es un carácter del delito, sino
32
un resultado de su existencia.
La voz “punibilidad” tiene dos sentidos
que debemos distinguir claramente:
a) punibilidad puede significar
merecimiento de pena, ser digno de pena: es
este sentido (toda conducta típica, antijurídica
y culpable) por el hecho de serlo, es punible;
b) punibilidad puede significar
posibilidad de aplicar pena: en este sentido no
a cualquier delito se le puede aplicar pena, es
decir, no a todo delito se le puede dar lo que
tiene merecido. La punibilidad en el sentido a)
no siempre puede satisfacerse en el sentido
b). Ello no obedece a que falte ningún carácter
del delito, sino a una cuestión que tiene lugar
y opera dentro de la misma teoría de la
coerción penal. La afirmación de que el delito
32
Ibídem
120
es punible (sentido a) surge de la afirmación
de que es delito, pero la coercibilidad a que da
lugar el delito no siempre opera, porque hay
una problemática que le es propia y que
ocasionalmente impide su operatividad
(sentido b). 33
121
Por lo tanto Para llegar a la diferencia entre
estas instituciones, debemos tomar como
punto de partida lo que cada una de ellas
significa.
34
Código Penal Peruano
122
Las causas de justificación se relacionan con
el carácter jurídico concedido a situaciones y
conductas en las que se ven enrolados
sujetos penales que no lo han querido ni
provocado, sino impuestas por las
circunstancias. En estos casos a la Legitima
Defensa, el Estado de Necesidad y a la
Obediencia Debida la ley le concede al acto
del sujeto trasgresor, el viso de legitimidad,
excluyendo así la condición de delito de la
acción cometida por aquel. De manera que
constituye este el eje esencial de la diferencia
entre las causas de justificación y las excusas
absolutorias.
123
delictiva en el sentido jurídico, ya que el
agente comisor tiene anulada su capacidad
volitiva. Por su parte, las excusas absolutorias
no excluyen al delito; nada la relaciona con los
elementos que la conforman, su límite de
efectividad está reducido a la exclusión de la
pena por la infracción socialmente peligrosa
cometida, atendiendo al grado de peligrosidad
o nocividad intrínseco, porque estas no
constituyen una mera facultad del arbitrio
judicial, la condición para su apreciación es su
propia previsión en el orden penal y
comprensible es que no se admitan para
delitos de extrema gravedad, así pues son
especiales condiciones que la ley fija;
prescinden de ser penadas bien por su escasa
entidad, por la intrascendencia social o por la
personalidad mismas del autor.35
35
Orts Berenguer, Manual De Derecho Penal. Parte General
Royecto De Reforma Y Modernización Normativa
Caj/Fiu-Usaid 2004
124
Si analizamos las afirmaciones del Luis
Jiménez De Asúa en cuento a este tema
conoceremos que en las causas de
justificación no hay delito, el hecho es
perfectamente lícito y permitido, en las causas
de inimputabilidad no hay delincuentes, el
agente comisor es inimputable y no obra
ningún reparo a su culpabilidad, mientras que
en las excusas absolutorias, no hay pena y el
hecho es antijurídico e ilícito.
125
causas de inimputabilidad, es que aun
existiendo el delito no hay delincuente.
126
Existen casos en que, pese a la existencia de
una conducta típica, antijurídica y culpable,
el derecho penal niega la aplicación de la
pena, como ocurre cuando no se dan las
condiciones objetivas de punibilidad requerida
por el tipo o cuando media una excusa
absolutoria en que se considera que,
consagrando la impunidad, se pueden
preservar intereses que son prevalecientes
con respecto a los que representa el ius
puniendi o cuando el delito se plantea como
imperseguible por defecto o falta de acción
penal procesal.36
36
ORTS BERENGUER, Op Cit
127
Excusas Absolutorias en nuestro
ordenamiento Jurídico
128
sea quien decida por sí la dejación de los
actos propios de la consumación delictiva,
exigiéndose en el caso segundo que esta
espontaneidad tenga una manifestación
palpable consistente en la destrucción de los
medios o la denuncia de los actos ilícitos.
129
estas circunstancias y evita las consecuencias
del acto, además de demostrar la posible
reeducación del agente comisor en el seno de
la sociedad sin necesidad de aplicarle una
sanción.
130
consecuencias, se da legalmente el estímulo
para evitar el resultado de estas conductas.
131
enunciado en el Artículo 155 apartado 3 del
Código Penal y 327 de la Ley de
Procedimiento Penal donde se aclara que
siempre que los testigos que hayan declarado
en la fase preparatoria comparezcan a
declarar sobre los mismos hechos en el juicio
solo habrá lugar a mandar a proceder contra
ellos; como presuntos autores del delito de
Perjurio, cuando la declaración falsa sea
hecha en dicho juicio.
132
apela a la vergüenza como condición humana
en el favorecimiento de la justicia.
133
La excusa en este artículo se debe a las
relaciones de familia, los lazos de sangre, el
afecto que ata entrañablemente a los hombres
entre sí, al mismo tiempo que el respeto a la
opinión pública que en cierto modo justifica al
infractor que favorece a los que aman o
respetan, lleva al Estado a otorgar el perdón,
pues si la familia es un vínculo de sangre que
la naturaleza misma impone a los hombres, la
amistad es una consanguinidad del espíritu de
la sociedad y que los hombres necesitan para
subsistir, y en cuanto a que no se favorezcan
a los que se aprovechen de los efectos del
delito se debe a que lejos de proteger los
lazos de efectividad que unen a la familia lo
que se protegería sería el interés mezquino y
el ánimo de lucro que mueven al sujeto a
realizar dichos actos.
134
su apartado segundo exonera de pena a las
personas que según la ley de Procedimiento
Penal en su artículo 117 no están obligadas a
denunciar y son los ascendientes,
descendientes del acusado, su cónyuge,
parientes hasta el cuarto grado de
consanguinidad y segundo de afinidad, el
abogado del acusado solo respecto a los
hechos investigados que este le halla confiado
en su calidad de defensor, además de
aquellas personas que conforme a la Ley de
Procedimiento Penal pueden excusarse de la
obligación de declarar, enunciadas en el
artículo 170 de esta Ley, así también los que
relaciona el artículo 168 de la Ley de
Procedimiento Penal como exentos a declarar
como testigos las personas privadas del uso
de la razón y los funcionarios públicos tanto
civiles como militares de cualquier clase que
sea sobre hechos que no puedan revelar sin
135
violar el secreto que por razón de sus cargos
están obligados a guardar.
136
del testigo para que decida si puede contestar
o no la pregunta.
137
disposiciones inmigratorias, entre en el
territorio en busca de asilo. Ello guarda
relación con lo refrendado en nuestra
Constitución en su artículo 13, en la que se
enuncia que la República de Cuba concede
asilo a los perseguidos en virtud de la lucha
por los derechos democráticos, contra el
fascismo, el imperialismo, el colonialismo, el
neocolonialismo y contra la discriminación
racial, por los derechos de los trabajadores,
campesinos, estudiantes, por sus actividades
políticas, científicas, artísticas y literarias
progresistas, por el Socialismo y la paz, pone
de manifiesto el respaldo de nuestro país a los
principios más sagrados de todos los
revolucionarios, el antiimperialismo y el
Internacionalismo, y es una forma de apoyo
de nuestra patria hacia aquellas personas que
de cualquier parte del mundo luchan contra la
explotación y la dominación y la aspiración de
138
una paz digna, verdadera para todos los
estados.
139
consecuencias verdaderamente dañosas ni
perjuicios ni lucros.
140
que obró en defensa de un interés social
justificado, todo ello siempre ante terceras
personas.
141
y que existe sobre ellos un derecho recíproco
de todos y que en este tipo de delito hay
ausencia de alarma social cuando se comete
por una persona en perjuicio de su pariente.
La razón de esta excusa absolutoria debe
encontrarse en el interés de la sociedad en
evitar que los vínculos familiares se
quebranten como consecuencia de la
represión penal contra uno de sus miembros
por acciones que tienen como sujeto pasivo a
algunos de los familiares relacionados en el
precepto.
142
Debemos tener entonces por sentado,
después de este análisis, que por cualquier
excusa legal absolutoria prevista en nuestro
Código el sujeto queda liberado de la
imposición de pena, aunque sea responsable
del acto ilícito, debido a determinadas
circunstancias a que se contrae el artículo
infringido, y sin que estas sean ninguna de las
eximentes expresadas en la parte general.
143
bienes de ajena pertenencia, sin embargo en
el apartado tercero se exige como requisito de
procedibilidad que son necesarios para que se
inicie la actividad jurisdiccional y en definitiva
enjuiciar y declarar la obligación establecida
por el Estado en relación con la observancia
de la norma, pues la falta de este elemento
impide que el Tribunal inicie y desarrolle su
actividad, que sólo procederá sin media
denuncia del perjudicado, y a continuación se
enuncia si el perjudicado desiste de su
denuncia por escrito o en forma expresa antes
del juicio o verbalmente y dejando constancia
en acta durante su celebración, se archivará
las actuaciones. Siendo estos una excusa
legal absolutoria por desistimiento del
perjudicado, liberándose de pena al culpable.
144
pertenencia ya sean de limitados o de
considerable valor, en el que solo procederá si
media denuncia del perjudicado, no obstante
quedará liberado y eximido de sanción en
virtud del archivo de las actuaciones, si el
perjudicado desiste de su denuncia contra el
acusado, bien por escrito o en forma expresa
ante del juicio o verbalmente y dejando
constancia en acta durante su celebración, es
por tanto otro caso de excusa legal
absolutoria.
145
imposición de pena, siempre que el
desistimiento del perjudicado sea antes de
que se celebre el acto del juicio Oral, bien por
escrito o en forma expresa, en tal sentido
nuestra legislación permite que el propietario
de cualquier bien personal goce de garantías
suficientes para confiarlo a otra persona,
aunque exista el riesgo de que esta se apropie
o consienta que otro se apropie de dicho bien,
amparándolo para que en ese supuesto y a
tenor de la legislación civil, se pueda exigir la
devolución del bien apropiado ilegalmente por
el culpable.
146
obligaciones derivadas de dicha Resolución
se archivarán las actuaciones, para ello solo
será eximido de imponérsele una sanción
penal, si concurre al acto del Juicio Oral con la
debida constancia de haber satisfecho las
obligaciones a que lo condena la Resolución
dictada por autoridad o funcionario
competente relativa a contravenciones.
147
En este rubor se han incluido elementos de la
mayor heterogeneidad, como por ejemplo, se
han considerado como condiciones objetivas
de punibilidad la declaración de quiebra
(artículo 177) y el "aviso bancario,
comunicación del tenedor o cualquier otra
forma documentada de interpelación" (artículo
302, inciso 1 del Código Penal).37
37
Código Penal Peruano
148
conocimiento (dolo) o por la posibilidad de
conocimiento (culpa); en tanto que otras son
requisitos de perseguibilidad, es decir,
condiciones procesales de operatividad de la
coerción penal
38
Edmund Mezger: Derecho Penal, Tomo 1, Editorial
Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1958
149
El maestro Jiménez de Asúa, dando cuenta
del inicio de esta institución, explicaba que
aquéllas “... surgen como excepción del
parágrafo 59 del Código Penal Alemán",
correspondiendo su tratamiento orgánico
como institución autónoma al profesor Ernst
Von Beling en el año 1906 (197 6: 417).
Actualmente el Código Penal Italiano de 1930,
en su Art. 44, tiene consagrada dicha
institución, no así nuestro Código Penal de
1924, ni los sucesivos proyectos
modificatorios que se han venido publicando a
partir del año pasado; situación que obliga a
un tratamiento exclusivamente dogmático sin
referencia a la parte general de nuestro
Código. Stratenwerth nos dice que la
culpabilidad jurídico-penalmente captable no
justifica por sí sola la pena y que en todos los
casos deberá agregarse todavía la necesidad
150
práctica de hacer uso de la pena para la
protección del orden social (1982: 72).39
151
punibilidad son causas de restricción de pena
que se exigen en determinados casos por
razones de política criminal, estatuidas
expresamente por el legislador, es que no
pertenecen al tipo de injusto y son externas a
él. Es por ello que actualmente es inatendible
la afirmación que en 1 931 diera Jiménez de
Asúa en el sentido que aquéllas no existen
pues son elementos normativos o
modalidades del tipo cuya ausencia destruye
la tipicidad; posición que por lo demás el
Maestro español varió radicalmente en 1970
al publicar el Tomo VII de su monumental
Tratado de Derecho Penal. Las condiciones
objetivas de punibilidad son otros de los
presupuestos de la punibilidad, de tal suerte
que no es preciso que sean abarcadas por la
culpabilidad y su producción es indiferente al
40
lugar y tiempo de la acción. La vigente
40
Domingo García Rada: Manual de Derecho Procesal Penal.
6a. Edición, Editorial Sesator, Lima, 1980.
152
doctrina alemana distingue dos grandes
grupos de casos: las condiciones de
punibilidad propias y las impropias. Las
primeras son puras causas de restricción de
pena: al injusto y culpabilidad se niega la
sanción en la medida en que no se adiciona
otra circunstancia que afecte al hecho,
otorgándole una mayor significación en su
relación con su entorno. Las segundas, sobre
las que existen serias objeciones y cuya
conceptuación debe abordarse
tentativamente, se dividen en dos sub-grupos:
a) causas de agravamiento encubiertas, que si
bien pertenecen al tipo de injusto, para
apartarlas de las exigencias de culpabilidad se
consignan como tal; y, b) circunstancias de
hecho enmascaradas que fundamentan la
pena.41
153
las trata dentro de los elementos del delito y
menciona que "constituyen hechos externos
desvinculados de la acción típica, pero
necesarios para que pueda aplicarse la pena"
(1966: 18). Peña anota que la condición
objetiva de punibilidad es una consecuencia
del delito y no un elemento constitutivo del
mismo, y -siguiendo a Etcheberry- la define
como "determinados acontecimientos ajenos a
la acción misma del hecho, y por lo común no
dependientes de su voluntad, pero que tocan
a ese hecho de la relevancia jurídica que la
ley considera indispensable para que se
justifique la sanción" (1977: 208- 209).
Aclarando el problema anotado entre ambos
autores nacionales, es decir entre elemento y
consecuencia del delito, diremos siguiendo a
Stratenwerth que la punibilidad de un
comportamiento depende de las exigencias de
la legalidad de la amenaza penal, de la
limitación al comportamiento reprochable y del
154
principio que sólo es justificable la pena en
cuanto aparece político-criminalmente como
ineludible, punto último donde se encuentran
las condiciones de punibilidad; 42 que estos tres
grandes rubros articulan los presupuestos de
la punibilidad y que ordenados sistemá-
ticamente en sí constituyen la estructura del
delito. El profesor Zaffaroni expresa, por su
parte, que la punibilidad no pertenece a la
esfera del delito y que, en rigor, las
condiciones objetivas de punibilidad son
elementos del tipo objetivo que, como tales,
deben ser abarcados por el conocimiento
(dolo) o por la posibilidad de conocimiento
(culpa); en su Manual de Derecho Penal trata
esta institución denominándola "condiciones
de operatividad de la coerción penal" ( 1980:
557 y ss.) Sobre el particular ya nos hemos
pronunciado párrafos atrás, debiendo agregar
que un concepto descriptivo-normativo del
42
Ibídem
155
delito referido a nuestro Código Penal, como
lo resalta Hurtado Pozo, obliga a hacer
mención a la punibilidad (1978: 199-200).
43
Jiménez de Asúa resalta que el estar penado
es una característica específica del delito,
pues aquél no se completa aunque esté
perfecto el tipo si es que no se configura la
condición extrínseca a él exigida por la ley en
determinados casos ( 1970: VII: 49).
Analizando nuestro ordenamiento penal y
correlacionándola con la parte especial de
esta institución, tenemos las siguientes
condiciones objetivas de punibilidad: a)
Artículo 5 inc. 2o. del C.P.: delitos cometidos
por peruanos en el extranjero. b) Artículo 212
del C.P.: exigencia de divorcio por razón de
adulterio en el delito de adulterio. e) Artículo
252: exigencia de la declaración de quiebra en
el delito de quiebra fraudulenta. d) Artículo
43
Luis del Valle Randich: Derecho Procesal Penal -
. Imprenta Liurimsa, Lima, 1 966
156
157: castigo de la incitación al suicidio cuando
se consume o intente. e) Artículo 310:
necesidad de que la conspiración sea
descubierta antes de ponerse en ejecución. f)
Artículo 311: exigencia que la rebelión o
sedición lleguen a tener efecto para la
punibilidad agravada de la seducción de
tropas. Bramont, al igual que Soler (1983, 11:
199), da cuenta en contraposición a lo
afirmado por Peña, que las exigencias de los
artículos 212 y 252 del C.P. son meros
presupuestos procesales. Sobre este punto
nos pronunciaremos más adelante.
CONDICIONES DE PROCEDIBILIDAD
157
(1966: 18). Peña anota que la condición
objetiva de punibilidad es una consecuencia
del delito y no un elemento constitutivo del
mismo, y -siguiendo a Etcheberry- la define
como "determinados acontecimientos ajenos a
la acción misma del hecho, y por lo común no
dependientes de su voluntad, pero que tocan
a ese hecho de la relevancia jurídica que la
ley considera indispensable para que se
justifique la sanción" (1977: 208- 209).
Aclarando el problema anotado entre ambos
autores nacionales, es decir entre elemento y
consecuencia del delito, diremos siguiendo a
Stratenwerth que la punibilidad de un
comportamiento depende de las exigencias de
la legalidad de la amenaza penal, de la
limitación al comportamiento reprochable y del
principio que sólo es justificable la pena en
cuanto aparece político-criminalmente como
ineludible, punto último donde se encuentran
las condiciones de punibilidad; que estos tres
158
grandes rubros articulan los presupuestos de
la punibilidad y que ordenados sistema-
ticamente en sí constituyen la estructura del
delito.44 El profesor Zaffaroni expresa, por su
parte, que la punibilidad no pertenece a la
esfera del delito y que, en rigor, las
condiciones objetivas de punibilidad son
elementos del tipo objetivo que, como tales,
deben ser abarcados por el conocimiento
(dolo) o por la posibilidad de conocimiento
(culpa); en su Manual de Derecho Penal trata
esta institución denominándola "condiciones
de operatividad de la coerción penal" ( 1980:
557 y ss.) Sobre el particular ya nos hemos
pronunciado párrafos atrás, debiendo agregar
que un concepto descriptivo-normativo del
delito referido a nuestro Código Penal, como
lo resalta Hurtado Pozo, obliga a hacer
mención a la punibilidad (1978: 199-200).
44
Günter Stratenwerth: Derecho Penal - Parte General, Tomo
1, Editorial EDERSA, Madrid, 1982.
159
Jiménez de Asúa resalta que el estar penado
es una característica específica del delito,
pues aquél no se completa aunque esté
perfecto el tipo si es que no se configura la
condición extrínseca a él exigida por la ley en
determinados casos ( 1970: VII: 49).
Analizando nuestro ordenamiento penal y
correlacionándola con la parte especial de
esta institución, tenemos las siguientes
condiciones objetivas de punibilidad: a)
Artículo 5 inc. 2o. del C.P.: delitos cometidos
por peruanos en el extranjero. b) Artículo 212
del C.P.: exigencia de divorcio por razón de
adulterio en el delito de adulterio. e) Artículo
252: exigencia de la declaración de quiebra en
el delito de quiebra fraudulenta. d) Artículo
157: castigo de la incitación al suicidio cuando
se consume o intente. e) Artículo 310:
necesidad de que la conspiración sea
descubierta antes de ponerse en ejecución. f)
Artículo 311: exigencia que la rebelión o
160
sedición lleguen a tener efecto para la
punibilidad agravada de la seducción de
tropas. Bramont, al igual que Soler (1983, 11:
199), da cuenta en contraposición a lo
afirmado por Peña, que las exigencias de los
artículos 212 y 252 del C.P. son meros
presupuestos procesales. Sobre este punto
nos pronunciaremos más adelante.45
45
José Hurtado Pozo: Manual de Derecho Penal - Parte
General, Editorial Sesator, Lima, 1978.
161
punibilidad y las condiciones de
perseguibilidad o procedibilidad. La premisa
para abordar las condiciones de procedibilidad
es el estudio de lo que Osear Bulow denominó
"presupuestos procesales". El profesor
Alzamora Valdez define los presupuestos
procesales como "aquéllos que se requieren
para que exista válidamente la relación
procesal, que son: la competencia del Juez, la
capacidad de las partes y el cumplimiento de
los requisitos de forma y presentación de la
demanda" (197 4: 236). Ahora bien; como tal,
comprende la totalidad de las condiciones de
las cuales depende que un proceso puede
obtener una sentencia sobre el fondo respecto
a un determinado objeto del mismo; y,
siguiendo a Schmidt, aquéllos resultan, en
parte, en relación a los sujetos procesales, y,
en parte, de las relaciones del objeto del
proceso con el procedimiento concreto cuya
admisibilidad como camino para la sentencia
162
se pone en cuestión (1957: 82-83). La
distinción, por tanto, es muy marcada entre
condición objetiva de punibilidad y
presupuesto procesal. La primera pertenece a
los presupuestos de la punibilidad y la
segunda son circunstancias que se oponen a
la instauración de una relación procesal
válida. Cuando falta una condición objetiva
procede la absolución y cuando falta un
presupuesto procesal el proceso se detiene
(Jescheck, 11, 1981: 767). El artículo 40, 2do.
pf., del C.P.P., mod. por el D-Leg. 126, hace
mención expresa a la cuestión previa y
precisa que ésta procede cuando la acción
penal se ejerce no concurriendo un requisito
de procedibilidad; siendo así, dentro de
nuestro ordenamiento procesal penal este
medio de defensa incide en el presupuesto
procesal relativo a la forma y presentación de
la denuncia, a las condiciones de
admisibilidad del acusador y a la forma del
163
planteamiento de la denuncia. Como expone
Schmidt "se trata de establecer si una acción
conforme a las condiciones de admisibilidad,
abre la vía para una sentencia" (1957: 91). El
profesor García Rada, citando a Leone
precisa que las condiciones de procedibilidad
son "aquéllas causas que condicionan el
ejercicio de la acción penal y sin cuya
presencia no es posible promover o proseguir
la acción penal". (1980: 29). Bajo ese orden
de ideas, Maggiore nos dice que "son aquéllos
sucesos que sobrevienen al hecho y que sin
influir en la punibilidad o existencia del delito,
constituyen un obstáculo para comenzar o
proseguir la acción penal (1972, 1: 282).
Siguiendo esos conceptos el propio García
Rada se contra- 360 dice al afirmar que la
realidad de la condición de procedibilidad fluye
de los requisitos del delito, por cuanto -como
ya se dejó sentado- aquél incide en la validez
de un proceso penal y no en la punibilidad de
164
una conducta. De igual manera incurren en
error, de un lado, Urtecho Benites al afirmar
que "extraprocesalmente la cuestión previa
está contemplada como objetiva de penalidad
en las normas de la parte especial del Código
Penal, o en otra ley especial" (1978: 145); y,
de otro lado, Del Valle al sostener que "la
cuestión previa se plantea cuando al hecho le
falta un elemento objetivo de punibilidad"
46
(1966: 1 03). En efecto; la cuestión previa
como institución procesal no cabe describirla
en tipos determinados del Código Penal,
además no se puede identificar o confundir
condiciones de perseguibilidad y de
punibilidad. Las primeras son: "condiciones
para la iniciación del proceso" (Bramont, 1964:
38); y, las segundas, circunstancias ajenas o
exteriores al delito, independientes de- la
voluntad del agente, que determinan la
46
Jorge Clariá Olmedo: Tratado de Derecho Procesal Penal,
Tomo 1, Edición, Editorial EDIAR, Buenos Aires, 1960.
165
punibilidad del mismo (Cuello CaIón, 1961:
522). Tratándose de concretos presupuestos
procesales para la iniciación de la acción
penal, tanto el Código Penal como el Código
de Procedimientos Penales, regulan las
siguientes: a) Querella Penal: tratándose de
los denominados 'delitos privados' (art. 20 del
C.P.P., art. 18 inc. 20, del C.P.). Como
ejemplos tenemos: determinados casos de
delitos culposos (art. 168 C.P.), delitos contra
el honor personal (art. 195 C.P., art.302
C.P.P.) determinados delitos contra el honor
sexual (art. 205 C.P.), delitos de adulterio (art.
212 C.P.), delitos de amenaza (art. 224 C.P.),
delitos de someter a una persona a situación
análoga a la servidumbre (art. 225 C.P.),
delitos de violación de domicilio (art. 230
C.P.), delitos de violación del secreto de
correspondencia (art. 235 C.P.) y delitos de
violación del secreto de empleo y profesión
(art. 363 C.P.). En las leyes especiales
166
tenemos los delitos de autor (Ley 13714) y
delitos de abandono de familia (art. 40 de la
Ley 13906). b) Autorización para proceder:
fijada en determinados delitos contra el honor
sexual. Se requiere ratificación de la denuncia
ante el Juez para el procedimiento del autor
con intervención del Ministerio Público (art.
313 del C.P.P.). 361 e) Ante Juicio
Constitucional tratándose de Parlamentarios,
Ministros, Miembros de la Corte Suprema y
del Tribunal de Garantías Constitucionales
(arts. 183 y 184 Const.), así como Fiscales
Supremos (art. 15 del D-Leg. 52). d) Delitos
de función cometidos por Fiscales, Jueces y
Vocales: art. 66 incs. 2 y 4 del D-Leg. 52. La
Ley establece un trámite especial.47
47
Eberhard Schmidt: Derecho Procesal Penal. Editorial
Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1957.
167
Epílogo
Haciendo una retroalimentación de todo lo
antes desarrollado, deseo finalizar el presente
libro no sin antes realizar un pequeño
paréntesis, para referirme al problema actual,
el cual no es tan propio y exclusivo de nuestra
realidad nacional, sino que es compartido por
una amplia lista de países que a su vez
padecen de este problema, me refiero a la
inseguridad ciudadana y las políticas
gubernamentales que en poco o nada
contribuyen hacia una pronta y gradual
reducción de la misma.
168
Para hablar en específico de lo que compete a
nuestra realidad nacional, siendo una
comunidad jurídica no podemos tomar una
postura omisiva respecto de este problema, ya
que se está lamentablemente se está
adoptando una suerte de resentimiento y
rencor hacia aquellos que actúan típica y
antijurídicamente, además de culpable; por lo
tanto al adoptar esta suerte de rencor se está
yendo en contra de uno de los pilares en los
cuales fue sustentada la reforma que dio lugar
a nuestro último Código Penal, y que mereció
el aplauso de la comunidad jurídica
internacional, me estoy refiriendo a uno de los
preceptos tal vez más filántropos del Derecho
Penal, “ Odia al Delito, no al Delincuente “.
169
el paréntesis para referirme específicamente
al tema de punibilidad, el cual como ya lo
hemos visto antes, es considerado el cuarto
elemento, el cual no configura la comisión o
no de un delito, sino es aquel elemento que
nos va a decir si el hecho antíjurídico , típico y
culpable cometido, es merecedor de una pena
o necesita aplicársele una pena, de ahí es que
parte el título del presente libro,” Nullum
Poena, Sine Necesitass, Sine Merescere “,
tratando de unificar todas las definiciones
pertenecientes a la dogmática penal y que se
refieren de este tema. La punibilidad, que
muchas veces es confundido con pena o
punición y de igual manera se opaca el
razonamiento respecto a las Causas
Justificantes, la Inimputabilidad y la institución
referida a la Punibilidad, me estoy refiriendo a
las Excusas Absolutorias. Tales dudas claro,
han sido desarrolladas con anterioridad por
medio de presente libro.
170
Bibliografía
BACIGALUPO, Enrique (2004) “Derecho
Penal – Parte General”. Perú.
171
Fontán Balastra, Carlos. Tratado de Derecho
Penal. Parte General. Tomo III 2da Ed.
Abeledo – Penot. Buenos Aires.
172
Maurach/Zipf: Derecho penal, Parte general, t.
I, Astrea, Bs.As. 1994.
173
Hemerografía
Bacigalupo, Enrique, “Alternativas a la pena
privativa de libertad en el derecho penal
europeo”, Revista del Poder Judicial, No. 43-
44, Madrid, 1996.
174
Páginas Electrónicas
http://www.redalyc.org/pdf/2932/29322292600
5.pdf
http://www.ejournal.unam.mx/bmd/bolmex119/
BMD000011901.pdf
175
176