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Ovni

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El término objeto volador no identificado, más conocido por el acrónimo ovni,2nota

1 se refiere a la observación de un objeto volador, real o aparente, que no puede


ser identificado por el observador y cuyo origen sigue siendo desconocido después
de una investigación.

El acrónimo fue creado para reemplazar al de «platillo volante», ya que a


diferencia de este un ovni no tiene por qué ser necesariamente un objeto
tecnológico o tripulado (puede ser también una estrella, un meteorito o un avión
desconocido), y ha llegado a trascender más allá de las simples observaciones
aéreas. Aunque autores como Erich von Däniken o Jacques Vallée han apuntado que los
antiguos carros de los dioses o las apariciones y raptos en bosques y pantanos
podían ser el equivalente a los relatos ovni actuales, el fenómeno comenzó en 1947,
íntimamente vinculado a los medios de comunicación.

Su interés para los gobiernos ha ido decreciendo al encontrarse explicación a la


mayoría de los casos y no apreciarse nada especialmente raro ni misterioso en los
no aclarados. Sin embargo, la tendencia parece opuesta en la literatura
especializada en estos temas, que ha ido creciendo en número de cabeceras y tirada,
para pasar a recoger también supuestos contactos telepáticos, pretendidos
secuestros y declaraciones sobre experimentos genéticos realizados por los
tripulantes de dichos objetos. Todas estas afirmaciones extraordinarias tienen en
común la ausencia de pruebas extraordinarias que las demuestren. Pese a la total
ausencia de las mismas, la hipótesis extraterrestre sigue siendo tema de debate.
Contexto histórico
Autores como Luis Alfonso Gámez, Ricardo Campo1 o Neil deGrasse Tyson3 han
insistido en la gran importancia de los antecedentes históricos que rodeaban el
nacimiento y la popularización del término «ovni».

El astrónomo británico Percival Lowell, defensor de vivir cerca de otras


civilizaciones extraterrestres con gran inteligencia.
A finales del siglo xix y principios del xx, Percival Lowell había publicado varias
obras sobre Marte en las que postulaba que las líneas oscuras divisadas por
Giovanni Schiaparelli en la superficie marciana constituían una red de canales
creados por una civilización inteligente, para traer agua desde los polos al
ecuador del «planeta rojo».1Pese a que las observaciones de Lowell se revelarían
erróneas, el público en general consideró la existencia de vida extraterrestre
inteligente y cercana a la Tierra como un hecho probado científicamente.nota 2

En 1944, la Luftwaffe había conseguido hacer operativo el Heinkel He 178. El motor


de este avión sorprendió por su sencillez al no necesitar bielas, pistones,
cigüeñal, aceite y los demás elementos utilizados hasta el momento.4También su
velocidad, cercana a los 700 km/h, dejaba bastante atrás a los mejores aparatos de
la época, caso del Supermarine Spitfire. Como tercera virtud se puede destacar su
maniobrabilidad. Además, el aparato en sí ya era sorprendente para personas poco
introducidas en el mundo aeronáutico por no tener hélices que lo impulsaran.
Aparatos como este y tantos otros que le siguieron comenzaron a implantar en el
ciudadano corriente la idea de que se investigaba sobre nuevos modelos aéreos,
bastante diferentes de los anteriores y con unas prestaciones muy superiores.

Un efecto más contundente si cabe para la opinión pública, lo causó el V2. Este
misil balístico dejaba muy atrás a lo que podían presentar naciones como la Unión
Soviética o Estados Unidos. El V2 era capaz de mover una carga útil de casi una
tonelada, a varios cientos de kilómetros y a velocidades que superaban con mucho la
del sonido.nota 3 Este portento de la ingeniería abrió nuevamente la mentalidad del
público en general e hizo ver como posible que un ingenio de origen inteligente
causara imágenes que antes se hubieran tomado por espejismos, resplandores,
relámpagos o cualquier otra explicación natural.
El 16 de julio de 1945 tuvo lugar en Álamo Gordo la Prueba Trinity, con la que
culminaba el Proyecto Manhattan. Dicha prueba, junto a la utilización posterior de
una bomba de uranio y otra de plutonio, demostró que se podía conseguir gran
cantidad de energía con poca masa. Pero, al mismo tiempo, se descubría un nuevo
tipo de arma con una capacidad destructiva incomparable, lo cual supuso un salto
cualitativo en el tipo de guerra que podría librarse. Igualmente se dio el
pistoletazo de salida para una carrera de armamentos entre los Estados Unidos y la
Unión Soviética, junto a una carrera de información para conocer cada bando el
nivel alcanzado por su oponente.5

La información sobre la Unión Soviética constituyó todo un problema para Estados


Unidos. John Lewis Gaddis6 indica que inicialmente no se sabía el estado real
alcanzado por la tecnología soviética. Fue bastante avanzada la Guerra Fría cuando
se comprobó que la tecnología soviética estaba por detrás de la estadounidense. Sin
embargo había dos campos donde sí llevaban cierta ventaja: uno era el balístico y
el otro fue la capacidad de guardar sus secretos. El régimen de Iósif Stalin y el
de sus sucesores era una dictadura férrea, con un control considerable de la
información producida y difundida, por lo que las apariencias resultaban más
fáciles de guardar. Unido a esto, las inmensas proporciones del país le concedían
una profundidad estratégica sin igual, lo que hacía imposible observar todo su
territorio desde ningún punto de su frontera, aunque solo fuese indirectamente y
por muy alto que se alzara el observador. Así los soviéticos podían amenazar con
misiles que no tenían y esgrimir divisiones con las que no contaban, o al menos en
determinados momentos, lo cual constituía una fuente de rumores. La recién creada
Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Casa Blanca necesitaban información
sobre lo que sucedía en la Unión Soviética. Para conseguirla propusieron tratados,
desarrollaron ingenios, financiaron los proyectos más variopintos... todo para
conseguir fotografías o mediciones atmosféricas que pudieran indicar los avances de
la otra superpotencia en campos como el de los misiles intercontinentales, los
bombarderos estratégicos o las pruebas nucleares atmosféricas. Pero la incógnita de
hasta donde había conseguido llegar la tecnología soviética perduró durante
bastantes años, al menos hasta la llegada de los satélites espías.

Ante las prestaciones ofrecidas por el motor de reacción y el misil balístico, las
potencias vencedoras se disputaron a los técnicos implicados en los programas
alemanes para desarrollar los suyos propios. Sin embargo, por una serie de
decisiones, los Estados Unidos mantuvieron relegado a von Braun durante un tiempo,
mientras los dirigentes soviéticos sacaron del Gulag a Serguéi Koroliov para que
retomase los programas de misiles abandonados años atrás. Al poco tiempo, los
segundos iban más adelantados que los primeros en misiles y cohetes. Carl Sagan,
quien participó en el programa Apolo, indica que dicha ventaja fue inicial.7 Tanto
los dirigentes de la URSS como de los Estados Unidos quedaron sorprendidos al ver
el interés del público por los temas espaciales cuando los soviéticos decidieron
utilizar su misil balístico para poner en órbita el Sputnik 1. Incluso los éxitos
soviéticos crearon cierto pánico en la población estadounidense al sentirse
vulnerables y en inferioridad tecnológica frente a su enemigo. El mismo Sagan veía
con envidia años después las pocas preguntas que les hacían los políticos para
darles lo que pidieran para temas espaciales.8 El astrobiólogo transcribe el
interrogatorio mantenido en 1958 entre Daniel J. Flood, presidente de la
subcomisión para asignaciones de la defensa y representante del partido demócrata
por Pensilvania, y Richard E. Horner, secretario de la asesoría para la Fuerza
Aérea de los Estados Unidos. Ante la petición de una partida considerable de fondos
para la investigación espacial, la subcomisión realizó tres preguntas a Horner y,
tras responderlas, Flood declaró:

Deberíamos darle todo el dinero, todo el hardware y todo el personal que precisen,
sin importar lo que otras personas puedan opinar o querer, y pedirles que se suban
a una colina y que lo hagan sin contemplaciones.
Terminología
Búmeran de madera a cuya forma se parecían los objetos declarados por Kenneth
Arnold.
El primer nombre dado a luces o formas en el cielo desconocidas para el espectador
fue el de «platillo volante» o «platillo volador», del inglés flying saucer. El
término «platillo volador» se popularizó en 1947 debido a un error periodístico. El
24 de junio, el piloto civil estadounidense Kenneth Arnold —mientras volaba sobre
la cordillera de las Cascadas (en el estado de Washington)— vio una formación de
nueve objetos con forma de búmeran que volaban a una velocidad (estimada por él)
superior a los 1500 km/h.1

A finales de la Segunda Guerra Mundial se veía como posible la existencia de


prototipos rápidos y muy manejables, desarrollados por otros países y nunca vistos
hasta el momento. Ante la posibilidad de haber divisado una escuadrilla de dichos
prototipos, Arnold se dirigió a la oficina del FBI para informar, pero la encontró
cerrada. Por lo tanto acudió a un periodista llamado Bill Bequette para narrarle su
observación. El piloto explicó la formación indicando que los nueve objetos tenían
forma de búmeran y describió sus movimientos como el efectuado por las piedras
cuando rebotan sobre una superficie líquida, en concreto sus palabras pueden
traducirse por «un platillo lanzado a través del agua». Bequette confundió la forma
en la que se movían los objetos con la forma de los objetos. El error de Bequette
ha sido recogido multitud de veces:

Dijeron que yo había dicho que eran “como platillos”, cuando lo que yo dije fue que
“volaban al estilo de un platillo”», declaró Arnold al célebre locutor Edward R.
Murrow en una entrevista para la CBS, transmitida el 7 de abril de 1950
Sagan (1997, p. 100)
Mientras la explicación original se ha olvidado, el término «platillo volador» se
ha convertido en una palabra habitual. El aspecto y comportamiento de los platillos
voladores de Kenneth Arnold era bastante diferente de lo que solo unos años después
se caracterizaría rígidamente en la comprensión pública del término: algo como un
frisbee muy grande y con gran capacidad de maniobra.
Sagan (1997, p. 100)
Debido a esta confusión de un periodista nació el chascarrillo:.1

Muy probablemente, a partir de entonces, todas las razas alienígenas y


extraterrestres que han visitado la Tierra han tenido que rediseñar sus naves
interplanetarias para adaptarse al error de un periodista de un diario local de
Estados Unidos del año 47.
Ricardo Campos1
Pese al error, las declaraciones sobre ingenios aeronáuticos no identificados con
forma de platillo aumentaron considerablemente.

Historia
No existe acuerdo respecto al momento en que comenzó la historia de los ovnis. Para
Ted Wilding-White, J. J. Benítez, Erich von Däniken o Jacques Vallée los
avistamientos de objetos sin identificar se remontan tanto como historia tiene la
Humanidad. Para autores como Ricardo Campo, Luis Alfonso Gámez1 o Carl Sagan es un
mito contemporáneo que comienza a finales de los años cuarenta.

Ovnis en la Edad Antigua, Media y Moderna


Artículo principal: Hipótesis de los antiguos astronautas
Véanse también: Fenómeno celeste en Núremberg de 1561 y Fenómeno celeste en Basilea
de 1566.
Los avistamientos de platillos volantes comenzaron cuando la ingeniería había
logrado ya un nivel suficiente como para desarrollar motores de reacción, misiles
con alcances estratosféricos e ingenios nucleares. Lo que, para escritores como
Luis Alfonso Gámez, sugiere un origen humano producto de aquella época. La idea de
estar ante un mito de la era espacial.1
Pintura mural en Val Camonica (Italia), que según los ufólogos representa dos
astronautas.

El Pushpaka vimana volando en el cielo.


A esta relación causa-efecto se han opuesto autores como Erik von Däniken,9 Juan
José Benítez10 o Jacques Vallée11 quienes sostienen que, desde el pasado más
remoto, el ser humano trató de adaptar lo que veía a su intelecto, relacionando los
distintos avistamientos con objetos conocidos, cercanos a él. El primero planteó
que muchas de estas referencias antiguas serían registros de observaciones reales
de supuestas naves alienígenas, que habrían recibido distintas denominaciones en
documentos antiguos: «vehículo de los dioses», «vimana», «carro pushpaka» y «marut»
(todas ellas en el Ramayana hinduista, del siglo iii a. C..); y también «bórax
resplandeciente», «carro de fuego», «disco solar», «escudo que vuela», «escudo
yacente», «esfera transparente», «espada voladora», «flecha ígnea», «luz cósmica»,
«nube con ángeles», «nube de fuego», «perla luminosa», «serpiente de las nubes».

Asimismo señala que, si estos vehículos aéreos estuvieran tripulados, se produciría


igualmente el contacto con los eventuales seres extraterrestres, quienes
transmitirían a los observadores enseñanzas diversas. Según estas teorías, el
origen de muchas de las civilizaciones del pasado (Egipto, Babilonia, etc.) sería
extraterrestre, o al menos, las tecnologías para realizar sus obras serían de
origen o inspiración extraterrestre.[cita requerida]

Es necesario reseñar que personas expertas en Egipto y Asiria, como la egiptóloga


de la Universidad Complutense de Madrid Mara Castillo Mallén, advierten que los
autores como von Däniken no son egiptólogos ni asiriólogos, tampoco son arqueólogos
y algunos no son licenciados; por lo tanto, afirmaciones como las anteriores deben
ser tenidas como meras especulaciones. No existen dudas sobre la procedencia del
pueblo egipcio ni los muchos que poblaron Mesopotamia, ni se aprecia un salto
tecnológico en algún momento comprendido entre la construcción de las primeras
mastabas hasta los templos del Imperio Nuevo que hagan suponer una transferencia
tecnológica, ni se ha encontrado ningún registro de contactos con civilizaciones
extraterrestres.nota 4Otros autores, como Luis Alfonso Gámez o Benjamin Radford,
mantienen que las conjeturas de Däniken y otros contienen, además de una gran
ignorancia sobre la historia antigua, una postura insultante y hasta racista contra
esos pueblos, al no dudar de que los romanos pudiesen construir el Coliseo y los
griegos el Templo de Artemisa, pero sí hacerlo cuando los ejecutores fueron otros
humanos no europeos.12

Benítez propuso en su libro Los astronautas de Yavé que una serie de


extraterrestres entrenaron a Moisés en el monte Sinaí en distintas técnicas, se
ocuparon de ofrecerle asesoramiento, cuidaron y alimentaron a los padres de la
Virgen María, se aparecieron a San José, los Reyes Magos o fueron los encargados de
realizar la Anunciación.10 Como en el caso de Däniken, el autor español no aporta
ninguna prueba documental o arqueológica de dichos supuestos.

Por su parte, Vallée mantenía que ha existido una vieja tradición de seres
fantásticos como las ninfas, sílfides, duendes o hadas, que cometían raptos de
personas para llevarlas a lugares que los relatos denominaban Magonia, pero también
Ávalon y otras geografías míticas.11 Según el autor francés, esos cuentos eran la
forma que tenían aquellas personas para explicar encuentros cercanos, raptos y
abducciones llevados a cabo por seres extraterrestres. Como en el caso de las
conjeturas vertidas por Däniken, esta hipótesis no deja de ser una explicación ad
hoc e innecesaria, pues existe otra mucho más sencilla. Las nubes, las hadas o los
carros de fuego podrían ser metáforas empleadas en los relatos religiosos, sin
ninguna evidencia de que dichos relatos deban ser interpretados más que de una
forma mítica. Así pues, dichas narraciones no constituyen una prueba empírica para
saber si ocurrieron los hechos así o no, es decir, sostener que se trata de naves
extraterrestres podría ser un argumento ad ignorantiam.

Durante la Edad Media aumentaron, si cabe, los problemas para realizar registros
escritos de sucesos cotidianos. Esto fue debido al ligero crecimiento del índice de
analfabetismo y a los cortes periódicos que los musulmanes practicaban al
suministro de papiro con destino a Europa, por lo que solo quedaban los pergaminos
como soporte para escribir, de mejor calidad, pero mucho más escasos. Para Ted
Wilding-White los avistamientos no se pudieron recoger hasta la publicación de los
primeros periódicos. Antes, prosigue Wilding-White, las narraciones de sucesos
aéreos desconocidos solo podían ser preservadas para lecturas posteriores por
personas que supieran y pudieran escribirlas.13 En Europa Occidental esta facultad
quedaba reservada a los monjes en los monasterios, por lo que se reducía mucho el
espacio observable. El autor recoge siete casos acaecidos entre el 1 de enero de
1254 y el 13 de noviembre de 1833.

Ovnis contemporáneos

Dirigible misterioso, titular en The San Francisco Call. 23 de noviembre de 1896.


A finales del siglo xix se produjo la denominada oleada de aeronaves de 1896-1897,
también referidas como dirigibles misteriosos o dirigibles fantasma, aludiéndose a
la visión de una clase de objetos voladores no identificados reportados a partir de
una serie de informes periodísticos originados en el oeste de Estados Unidos y que
se extendieron hacia el este del país desde finales de 1896 hasta principios de
1897. Se consideran la antesala y los predecesores culturales de los modernos
avistamientos de ovnis.1415

Las acuciantes necesidades de información vividas por la CIA en particular y el


gobierno estadounidense en general sobre lo que sucedía en el interior de la Unión
Soviética llevaron a desarrollar multitud de globos aerostáticos con el objetivo de
captar indicios sobre los progresos soviéticos.16 Muchos fueron lanzados desde
distintos lugares con la esperanza de que cruzaran el país enemigo para ser
rescatados después con algún resultado. Uno de dichos intentos era el Proyecto
Mogul que analizaba el aire para buscar evidencias de pruebas nucleares soviéticas.
El Mogul estaba catalogado como secreto y actualmente se tiene por el responsable
de lo que sucedió en el pueblo de Nuevo México,17 incrementado también por la
próspera industria turística local.18 La posibilidad de tener guardado y en secreto
un acontecimiento como ese, la evidencia de haber sido visitados por una
inteligencia extraterrestre, es considerado de todo punto imposible por autores
como Ricardo Campo, pues empequeñecería lo realizado por Colón o por el Proyecto
Manhattan del que ya tenían noticias los soviéticos antes de su culminación.1El
español esgrime que ni la fabricación de las armas nucleares pudo mantenerse bajo
secreto, pese a existir un acuerdo previo de silencio, mucho menos ocultar durante
décadas un descubrimiento de capital importancia para toda la Humanidad como es la
prueba irrefutable de otro tipo de vida inteligente.

Documento sobre avistamiento de un OVNI ocurrido el 16 de diciembre de 1977, en el


estado de Bahía, Brasil.
Tras estos sucesos, la lista de avistamientos continuó aumentando hasta que su
número fue considerado preocupante por la administración Truman, que ordenó las
primeras investigaciones que desembocarían en el posterior Proyecto Libro Azul.
Sagan indica que, cuando él fue asesor científico del proyecto, encontró un
ambiente de malestar y desidia en las Fuerzas Aéreas, tanto es así que la primera
denominación fue «Proyecto Fastidio« o «Project Grudge» en inglés.19

Otro suceso que terminaría repercutiendo en el tema ovni se produjo a principios de


los cincuenta, cuando Donald Keyhoe, exoficial de la USAF y participante en el
Proyecto Libro Azul, comenzó a ser oído junto a su mensaje de advertencia sobre lo
intrínsecamente peligroso de las armas nucleares y el cuidado que debía tenerse con
las mismas. A partir de aquellos avisos comenzaron a surgir otros que decían haber
contactado con extraterrestres, quienes les transmitían el mismo mensaje.1

En 1961 Betty y Barney Hill afirmaron que la noche del 19 al 20 de septiembre


habían sido abducidos por un platillo volante. El matrimonio no se puso de acuerdo
en varios detalles, pero los dos coincidían en que al final los dejaron bajar,
habiéndoles borrado los recuerdos de lo sucedido. Pese a que el especialista que
los trató definió el caso como una especie de sueño, testimonios como el de los
Hill comenzaron a reproducirse tiempo después en varios lugares del mundo,
aumentando progresivamente las acciones realizadas a los abducidos, siempre según
los testimonios de los propios abducidos. Así se han declarado casos en que los
extraterrestres les realizaban exploraciones internas, implantes de dispositivos
intracutáneos e incluso inseminaciones. Resulta necesario puntualizar que para
psicólogas como Susan Clancy, de la Universidad de Harvard, dichas acciones
pertenecen a la esfera del sueño, la fantasía o el fraude, pero «Las abducciones no
suceden en el mundo real».20Confirma las palabras de la psicóloga el hecho de que
ninguno de los supuestos abducidos haya podido aportar pruebas fehacientes de lo
sucedido, los implantes nunca se han encontrado, las marcas en el cuerpo son
compatibles con muchas otras lesiones cotidianas y jamás se ha traído objeto alguno
que poder analizar, ni aparecen publicados, comenta Sagan,21 artículos en revistas
científicas sobre nuevos materiales desconocidos hasta el momento.

Esta deriva en el tema ovni hacia unos encuentros cada vez más cercanos es, para
Luis Alfonso Gámez, el ejemplo de que el mito ovni se ha destruido a sí mismo,
«porque ya no le queda más por inventar».1

Investigación
Artículo principal: Ufología

Broma de Patrick Marechal de un ovni fabricado por él en Valonia (Bélgica)


siguiendo las descripciones de la Oleada belga.
El gobierno de Harry Truman emprendió una investigación para saber si el espacio
aéreo estadounidense estaba siendo violado con cierta periodicidad por prototipos o
ejemplares de pre-serie fabricados por otras naciones, especialmente la Unión
Soviética. La primera de dichas investigaciones oficiales comenzó en 1947 bajo el
nombre de Proyecto Signo, en 1949 se rebautizó como Proyecto Fastidionota 5 y en
1952 como Proyecto Libro Azul, que seguiría investigando casos hasta 1969, para
comenzar después el Proyecto Libro Blanco.22

Sería tras el Proyecto Libro Azul cuando comenzó la Ufología con tal nombre. Uno de
los asesores participantes en aquellas investigaciones fue Joseph Allen Hynek. A
este astrónomo se le debe la clasificación en tipos de encuentros, mal traducido
por «fases» en películas como Encuentros en la tercersa fase, también la decisión
de cambiar el término «platillo volante» por el más genérico «objeto volador no
identificado», traducido del inglés «unidentified flying object» (UFO),23 término
que persiste hasta nuestros días y da nombre a la disciplina que estudia los casos
de ovnis, la ufología.nota 6

Los objetivos de dichos programas eran tres:

Esclarecer si el espacio aéreo estadounidense estaba siendo violado.


Saber si los platillos volantes podían constituir un peligro para Estados Unidos.
Obtener, en la medida de lo posible, algún conocimiento o ventaja tecnológica.
En 1969, el último de dichos programas, el Proyecto Libro Azul, fue cerrado
habiendo reunido decenas de miles de expedientes y con la conclusión clara de que
los ovnis no suponían un peligro para la seguridad nacional.

Líneas de investigación
En las investigaciones financiadas por las distintas administraciones participaron
algunos de los más conocidos expertos, bien como directores o como asesores, entre
ellos los cuatro que han marcado las cuatro líneas de la literatura ufológica:nota
7

Donald Keyhoe: ingeniero aeronáutico y postulador de la hipótesis según la cual las


Fuerzas Aéreas estadounidenses tenían pruebas de la llegada de seres
extraterrestres.
Josef Allen Hynek: astrónomo y más moderado en los planteamientos que Keyhoe,
también terminó afirmando que se ocultaban pruebas sobre la existencia de visitas
extraterrestres.
Carl Sagan: astrofísico y defensor de la vida extraterrestre, pero escéptico de que
la Tierra haya sido visitada en el presente o en algún momento del pasado.
Donald Menzel: astrónomo y aún más escéptico que Sagan, autor de la frase «en
primer lugar esos objetos si están identificados, sabemos lo que son, en segundo
lugar en muchos casos no son volantes y, por último, en la mayoría de los casos ni
siquiera son objetos».
Clasificación de los ovnis según su observación
Durante las investigaciones del Proyecto Libro Azul, Hynek propuso dos clases de
observaciones con tres tipos cada una:

Encuentros lejanos
Estos son los realizados a más de 150 metros de distancia (500 pies) y Hynek
propuso tres tipos:25

Discos redondos: objetos vistos por el día con formas generalmente redondas, en
cualquier caso distintos a las de aparatos convencionales.
Ecos de radar: detecciones realizadas por radares primarios que no se identifican a
sí mismas.
Luces nocturnas: luces de distintos colores que no se pueden asociar a las luces
anticolisión de aeronaves convencionales.
Encuentros cercanos
Son los realizados a menos de 500 pies (150 metros) y se dividirían en tres tipos:

Primer tipo: es cuando se divisa un objeto no identificado volando o en el suelo,


en este último supuesto lo avistado no sería un ovni, pero se decidió incluirlo si
se le suponía la capacidad de volar. Es el que más casos reúne según Hynek.26
Segundo tipo: para Hynek se da cuando el objeto deja cualquier tipo de huella, como
vegetación quemada o marcas en la tierra.27
Tercer tipo: aparece cuando se observa a un tripulante. Es la más escasamente
reportada.nota 8
Posteriormente otros escritores como Fabio Zerpa las ampliaron a seis:

Cuarta fase: el testigo ingresa en la nave, como en los casos de abducción.


Quinta fase: contactos telepáticos, de mente a mente.
Sexta fase: señales radiales o radioastronómicas.nota 9
Clasificación de los ovnis por su forma

Diversas formas de ovnis.


Para Hynek los avistamientos lejanos contemplarían tres configuraciones diferentes:
luces nocturnas, ecos de radar y discos diurnos.25 Para otros las formas
presentadas por los ovnis son muy variadas; tanto es así que Ballester Olmos
califica de inútil cualquier clasificación, porque todos los «casos positivos», los
que no se pueden explicar, son únicos.18 No existe una tipología clara ni un patrón
que se repita. Para complicar más la situación, muchas de las descripciones se
obtuvieron mediante declaraciones únicas y por consiguiente resultaron imposibles
de verificar. Pese a todo se han apuntado ciertas formas, más o menos
coincidentes.29
Resultados

Controlador aéreo del USS Theodore Roosevelt.


En 1969 la USAF había reunido unos 40 000 informes Wilding-White que daban como
resultado:30

El 27 % de los expedientes ovni resultaron ser estrellas, planetas y otros objetos


astronómicos.
Otro 2 7% de los expedientes se debieron a globos y aviones.
Un 23 % fue producido por meteoritos, satélites artificiales y otros objetos
cercanos a la Tierra.
Hubo un 23 % que quedó sin explicación, pero se hicieron suposiciones sobre la
mayoría de dichos casos y se afirmó que podían haberse resuelto si los observadores
hubiesen dado más datos.
Con el tiempo, varias fuerzas aéreas y organismos independientes han realizado
investigaciones similares, como la presentada por Ballester Olmos.31 Las
conclusiones han sido análogas, llegando también a unos porcentajes parecidos, es
decir, y agrupados por número de casos causados, en primer lugar estarían las
observaciones provocadas por objetos fuera de la órbita terrestre, en segundo lugar
aparecerían los producidos por objetos de fabricación humana, después vendrían las
causadas por objetos ubicados cerca de la órbita terrestres, en cuarto lugar
estaría un porcentaje provocado por fenómenos que no son objetos (espejismos,
reflejos, fenómenos atmosféricos...) y una pequeña cantidad de la que no se logró
determinar su procedencia. Pero Ballester Olmos, tras investigar los informes
desclasificados por el Ejército del Aire español redujo los casos sin explicación a
un 7 %, nueve informes en total.31

Poco después de concluir el Proyecto Libro Azul, también en 1969, se publicaron las
conclusiones de un informe solicitado el año anterior con el fin de conocer las
posibilidades de realizar un estudio posterior más amplio que aportase nuevos
conocimientos científicos. Dicho trabajo se denominó Informe Condon, por ser
encargado al físico Edward Condon.nota 10Sus conclusiones fueron:1

Los informes ovni no presentan ningún desafío para la ciencia contemporánea por no
encontrarse en ellos ningún fenómeno desconocido de la Naturaleza.
Estas observaciones y testimonios no constituyen ninguna prueba de presencias
extraterrestres.
Los ovnis no suponen un peligro para la seguridad de los Estados Unidos.
No se recomendaban más investigaciones en el campo de la física, mecánica o
aeronáutica; pero los ovnis, mantenía el informe, sí podían ser un objeto de
estudio interesante para ciencias sociales como la psicología o la sociología.
Pese a las conclusiones arrojadas por el Proyecto Libro Azul y el Informe Condon,
la literatura sobre los objetos volantes no identificados ha seguido produciéndose
sin descanso. Autores como Fernando Frías indican que dicha literatura carece de
rigor,1 en muchos casos, pues no se realizan confirmaciones de las declaraciones
dadas por los testigos y en varias ocasiones son afirmaciones falsas.nota 11

Interpretación
Hipótesis extraterrestre
Artículo principal: Hipótesis extraterrestre
La idea de que los ovnis son naves extraterrestres se planteó ya con el Incidente
de Roswell y ha sido un explicación recurrente desde aquel momento. Los escépticos
suelen emplear un principio básico de la ciencia según el cual «para poder afirmar
la existencia de fenómenos extraordinarios se requieren pruebas concluyentes».
Hacen hincapié en que no se han aportado pruebas fiables que respalden la hipótesis
de que el fenómeno ovni mantiene relación con naves extraterrestres. El doctor Neil
DeGrasse Tyson afirma contundentemente que si se ve algo en el cielo desconocido
para nosotros no se debe concluir cualquier cosa, sino «dejar de hablar».3
Personal del Proyecto Libro Azul.
La ausencia total de pruebas ha sido una constante cuando se trata de indicar un
origen extraterrestre. Participantes en el Proyecto Libro Azul, como Donald Keyhoe,
manifestaron muy pronto que las pruebas debían existir, pero las fuerzas aéreas
estadounidenses las retenían. La hipótesis del encubrimiento o teoría conspirativa
ha sido esgrimida por los defensores de la procedencia extraterrestre cuando se
solicitan evidencias. Los escépticos continúan afirmando que la carga de la prueba
le corresponde a quien hace la afirmación.1Si las fuerzas armadas ocultan las que
poseen les correspondería a los defensores del vínculo extraterrestre-ovni aportar
otras. La razón por la cual los defensores de dicho vínculo nunca reúnen ni enseñan
sus evidencias la dio supuestamente Gray Barker. Barker informó en 1956 al público
en general sobre la existencia de unos individuos, a los que denominó «hombres de
negro» por la indumentaria que lucían —MIB por sus siglas en inglés man in black—,
que amenazaban a periodistas como Albert K. Bender con funestas consecuencias en el
caso de continuar revelando secretos sobre la procedencia de los ovnis.32

Respecto a la capacidad de los MIB para neutralizar cualquier prueba definitiva


sobre el origen de los ovnis se alegan experiencias con sistemas muy cerrados y
reticentes a la entrega de información. Así, la Historia demuestra que de la Unión
Soviética se obtuvo información pese a que su régimen llegó a quemar vivos a los
traidores. En el caso del Proyecto Manhattan los soviéticos lograron obtener datos
precisos para saber lo que se probaba y los resultados obtenidos en Álamo Gordo.1
Incluso de Corea del Norte se han obtenido pruebas verificables y contrastables
sobre los movimientos de prisioneros para investigar con ellos armas biológicas.

Nube lenticular reportada como ovni debido a su peculiar forma.


Científicos como Edward Gondon, Donald Menzel o Carl Sagan han afirmado que, cuando
los informes de ovnis se estudian en profundidad, la mayoría de los casos logra ser
identificado con certeza en porcentajes parecidos a los arrojados por el Proyecto
Libro Azul, es decir, fraudes, alucinaciones, malas interpretaciones y sobre todo
pareidolias de fenómenos conocidos (cometas, fenómenos atmosféricos, satélites,
basura espacial, aviones, prototipos de naves terrestres, nube lenticular, etc.). A
lo que los defensores de la conexión ovni-extraterrestre mantienen que lo
importante radica en ese pequeño porcentaje de no identificados. Es la llamada
falacia del residuo.nota 12Esta postura es respondida por los escépticos afirmando
que la falacia residual no prueba nada porque la existencia de un pequeño
porcentaje inexplicado es común a cualquier disciplina con un número considerable
de casos. Así, en criminología siempre quedan algunos asesinatos sin aclarar y lo
mismo en los accidentes de tráfico, siempre existe un pequeño porcentaje que no
puede ser explicado, lo que no prueba la existencia de vampiros, zombis o seres
demoníacos.1

Pese a los argumentos en contra, la ufología ha formulado varias conjeturas o


hipótesis sobre la procedencia del pequeño índice de casos sin resolver:

Hipótesis intraterrestre: es la que afirma que la Tierra es casi hueca y en su


interior habita una civilización mucho más avanzada que la humana.
Hipótesis interdimensional: postula que los ovnis provendrían de otras dimensiones
dentro de otros planos de nuestro Universo, o en dimensiones no pertenecientes a
nuestro universo, es decir del multiverso. Sus tripulantes serían seres
pertenecientes a esas dimensiones.
Hipótesis intertemporal: defiende que el origen de los ovnis estaría en tiempos
pasados o futuros y que, por tanto, sus tripulantes serían seres (humanos o no
humanos) pertenecientes a estos lugares y otros tiempos. Indicándose que estos
seres poseerían los medios para poder viajar en el espacio-tiempo.
Hipótesis de los proyectos secretos: es la que defiende que una gran parte de las
observaciones no explicadas corresponden a nuevos prototipos aeronáuticos con
tecnología furtiva, motores con mínimas emisiones de luz y calor, toberas
orientables, hipervelocidad y otros adelantos que no los hacen fácilmente
identificables, ni siquiera por pilotos y radaristas civiles. Aparatos como el SR-
71 fueron totalmente secretos, pese al gran número de corporaciones y personas que
trabajaron en él, hasta que el Gobierno estadounidense decidió revelar su
existencia bajo dos palabras «Proyecto Aurora», en información recogida por Juan
Antonio Guerrero.33 Según Luis Alfonso Gámez y otros autores,1 en este caso los
ufólogos y los medios donde suelen escribir hacen la veces de «tontos útiles». Así
contribuyen a expulsar las miradas de otro tipo de prensa sobre los hechos,
reduciendo las noticias de nuevos prototipos y sus capacidades a un círculo pequeño
y poco acreditado. Semejanzas similares se han entablado entre varias observaciones
que posteriormente han encajado con la forma del Lockheed F-117 Nighthawk o el
Northrop Grumman B-2 Spirit.
Carl Gustav Jung: fundamentación psíquica
Artículo principal: Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo
La idea de la necesidad del misterio parece algo consustancial al ser humano.1El
hecho de recibir una explicación plausible sobre lo que se ve puede restar espacio
a la fantasía.34 Así varios autores no utilizan la denominación «fenómeno» sino
«mito» y en otros casos «síndrome». El término «síndrome ovni» fue utilizado por
autores como Jiménez del Oso para indicar que los observadores de luces sin
identificar están afectados por varias variables además del emisor de las luces.35
Por su parte, Julio Arcas indica que los avistamientos ovni son relatos orales en
su mayoría, forman parte de la tradición oral del siglo xx para los occidentales.36

Carl Gustav Jung.


Mucho antes de los autores antes citados, el psiquiatra Carl Gustav Jung postuló
una teoría para explicar por qué parece más deseable que los ovnis sean naves
extraterrestres que no cualquier otro fenómeno conocido. Jung publicó en 1958 su
obra Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo. Dicha obra ahonda en el
rumor mundial sobre los «platillos volantes». En el prólogo de la edición
angloestadounidense, Jung alude a un artículo de 1954 escrito para el semanario
suizo Die Weltwoche en el que mostraba su escepticismo. En 1958 la prensa mundial
descubrió dicha entrevista divulgándose la noticia a nivel internacional, pero de
manera distorsionada, citándosele como creyente en los ovnis. A pesar de dirigir
una rectificación a la agencia United Press, la versión auténtica de su opinión se
ignoró. Finaliza aludiendo a que «este notable hecho merece el interés del
psicólogo. ¿Por qué la existencia de platillos volantes parece más deseable que su
no existencia?».37

En dicho comunicado a United Press International aclara sin embargo que no puede
afirmar nada sobre la cuestión de la realidad o irrealidad física de los ovnis,
pues no posee pruebas suficientes ni a favor ni en contra. Debido a ello se ocupa
solamente del aspecto psicológico del fenómeno, sobre el cual se dispone de mucho
material.

He formulado mi posición ante la cuestión de la realidad de los ovnis con la frase:


«La gente ve algo, pero no sabemos qué es». Esta formulación deja abierta la
cuestión del «ver»: se puede ver algo material, pero también se puede ver algo
psíquico. Las dos cosas son realidades, pero de tipos diferentes.38
Para escritores como Patrick Harpur, el ensayo de Jung sigue siendo uno de los más
agudos análisis de apariciones aéreas.39 Fue «dedicado a Walter Niehus, arquitecto,
como muestra de agradecimiento por haberme inducido a escribir este librito».40 En
el prólogo comienza aludiendo a la conclusión a la que llegó en el artículo de 1954
ya citado: «Se ve algo, pero no se sabe qué. Incluso resulta casi imposible hacerse
una idea correcta de estos objetos, pues no se comportan como cuerpos sino con la
ingravidez de los pensamientos. No ha habido hasta ahora ninguna prueba indudable
de la existencia física de los ovnis excepto en los casos en que se ha producido un
eco en el radar».41
Jung añade que desde entonces y «durante más de un decenio la realidad física de
los ovnis ha seguido siendo un asunto sumamente problemático». Y que «cuanto más se
prolongaba la incertidumbre, tanto más probable se fue haciendo que en ese
fenómeno, evidentemente complicado, incidiera también, además de una posible base
física, un importante componente psíquico. Esto no tiene nada de asombroso al
tratarse de un fenómeno aparentemente físico que se caracteriza, por una parte, por
su frecuencia, y por otra, por lo extraño y desconocido, incluso por lo
contradictorio de su naturaleza física. Un objeto semejante provoca como ninguna
otra cosa la fantasía consciente y la inconsciente, produciéndose suposiciones
especulativas y narraciones fantasiosas con el fondo mitológico propio de estas
excitantes observaciones».42

Así, Jung establece tres modos de ver el fenómeno:43

Un proceso real objetivo, físico, o percepción primaria, genera una fantasía o mito
concomitante.
Una fantasía primaria inconsciente, un arquetipo, invade la consciencia con
ilusiones y visiones.
Se produce una coincidencia sincronística acausal y plena de sentido, especialmente
en fenómenos vinculados a procesos psíquicos arquetípicos.
Finalizaba el prólogo indicando que carece de medios para aportar algo útil a la
realidad física del fenómeno, ocupándose casi exclusivamente del aspecto
psíquico.44 Aun así reconoce «que por desgracia hay buenas razones por las que no
puede darse por concluido el asunto de manera tan sencilla».45 Bien es cierto que
las proyecciones psíquicas de carácter mitológico no son causadas por el fenómeno
ovni al haber existido siempre, con o sin ovnis. El mito se fundamenta en lo
inconsciente colectivo y su proyección siempre ha tenido lugar. Así, la proyección
como ovni, junto con su contexto psicológico, el rumor, es un fenómeno propio de
nuestra época, característico de ella.

Es seguramente significativo de nuestra época que el arquetipo, en contraposición a


las formas anteriores, adopte una forma neutra, incluso técnica, para eludir el
escándalo de la personificación mitológica. Lo que tiene apariencia técnica llega
al hombre moderno sin dificultad.46

Fenómeno celeste en Núremberg de 1561. Hans Glaser, 1566. Biblioteca Central de


Zúrich. Incluido en Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo.
Aún resta abordar el carácter real del fenómeno, ante lo cual Jung plantea tres
posibilidades:47

La hipótesis de ausencia de gravedad o antigravitación que conlleva el fenómeno lo


deja en manos de la física.
El fenómeno ovni como materialización psíquica, es decir, que la psique llegue a
materializar el fenómeno ovni, lo considera aún menos probable.
Podría tratarse de un fenómeno sincronístico: la situación de la humanidad, por un
lado, y el fenómeno de los ovnis como realidad material real pero desconocida, por
otro, no se hallan en ninguna relación causal mutua cognoscible pero parecen
coincidir en su sentido. Es decir, se proyectan contenidos de lo inconsciente sobre
dichos fenómenos celestes reales pero indeterminados, dotándoles de un significado
que no merecen en absoluto.
El ensayo de Jung representó un punto de inflexión que hizo énfasis en la
característica fundamental del fenómeno ovni: su carácter mercurial, es decir, su
capacidad aparente de ser tanto físico como psíquico, objetivo y subjetivo, externo
e interno, temporal y atemporal, espacial y aespacial, real (deja huellas, ecos en
el radar) y mitológico o hecho de la materia de los sueños. El enfoque unilateral
de una u otra de sus características da lugar, ya sea a una hipótesis
extraterrestre focalizada en la realidad exterior en detrimento de la subjetividad
del observador y su dependencia del mito técnico moderno desde el que deconstruye
la realidad, ya a un escepticismo radical justificadamente compensatorio que niega
el fenómeno pero que lo hace desde un paradigma científico racionalista
incompatible con la volatilidad mercurial anteriormente mencionada, al fin y al
cabo para Jung entre psique y materia existe un continuum, mientras que para la
ciencia la psique es un mero epifenómeno evolutivo de la materia biológica:
Dado que psique y materia está englobadas en un solo mundo, mantienen entre sí un
contacto permanente y, finalmente, se basan en factores trascendentales
irrepresentables, existe no sólo la posibilidad, sino incluso cierta probabilidad
de que materia y psique sean dos aspectos diferentes de una misma cosa. Los
fenómenos de sincronicidad apuntan, a mi parecer, en esta dirección, ya que sin una
relación causal lo no psíquico se puede comportar como psíquico y viceversa.48
Los ovnis serían más bien de naturaleza psicoide,4950 es decir, tienen por base una
realidad que integra y supera los opuestos anteriormente mencionados de materia y
psique o unus mundus.51

El paréntesis introducido por Jung será el precedente más directo de las hipótesis
psicosociológicas (y en parte de las paraufológicas), las cuales surgirían años
después para tratar de explicar el fenómeno ovni acudiendo a confusiones o errores
de interpretación moldeados por la psicología del testigo y el ambiente sociológico
del momento.52.nota 13

Hipótesis psicosocial

Portada de Amazing Stories, junio de 1932.


En 1977, el ufólogo francés Michel Monnerie publicó el libro Et si les ovnis
n'existaient pas? donde planteaba que el fenómeno ovni es un mito surgido en la era
espacial y con una base absolutamente psicosocial. Los testigos interpretan
erróneamente y transforman imaginativamente fenómenos convencionales por medio de
condicionamientos culturales y autosugestión. Pasaríamos por tanto del énfasis en
el objeto externo en detrimento de la psicología del testigo, propio de la
hipótesis extraterrestre, al otro lado de la balanza, experiencias subjetivas
plenamente psíquicas sin agente externo.53

La hipótesis psicosocial o psicosociológica se puede definir como:


Se trata de una corriente que se ha alejado del estudio convencional del caso ovni
y la supuesta materialidad del objeto observado para poner atención en el testigo,
en la sociedad en la que la información se produce y en la cultura en la que el
mito extraterrestre se ha desarrollado. Se considera a sí misma como una ufología
crítica, centrada no ya en el «objeto» ovni, sino en el objeto sociocultural que el
ovni representa.54
Esta negativa de la realidad objetiva de los ovnis atrajo la atención de los
investigadores más racionalistas que ya cuestionaban la hipótesis extraterrestre,
entre ellos Bertrand Méheust, quien mostró que la imaginería ovni desarrollada a
partir de 1947 ya figuraba representada desde hacía décadas en la literatura de
ciencia ficción, ampliando posteriormente dicho paralelismo al folclore, los mitos
y las leyendas ancestrales.5556

Gradualmente fue conformándose la denominada «nueva ufología» a partir de


representantes provenientes de la escuela paraufológica iniciada por Jacques
Vallée, que aun presentando a su vez fundamentos sociológicos terminaría
desarrollando su propia hipótesis homónima.[cita requerida]

Sin embargo, la crítica principal hacia los nuevos escépticos ha corrido pareja a
la de sus antecesores: la inabarcabilidad del carácter absurdo y genuínamente
anómalo del fenómeno ovni ha terminado por gestar un nuevo reduccionismo polarizado
exclusivamente en los procesos psicosociales. La interpretación mítica,
antropológica y cultural resulta inevitable pero no implica per se un negativismo
de toda aquella casuística inexplicada y aun a falta de demostración.57
Como aproximación contemporánea a la teoría psicosocial, aunque con paralelismos a
la siguiente hipótesis paraufológica, resalta la «teoría de la distorsión» del
periodista e investigador gaditano José Antonio Caravaca, la cual no defiende que
el fenómeno ovni tenga un origen puramente psicológico, sociológico o alucinatorio,
sino que es producido/provocado por la interacción/comunicación de un agente
externo desconocido, inteligente e independiente al ser humano, con los eventuales
testigos que describen experiencias con ovnis. Para lograr sus objetivos, dicho
agente conecta con la psique de los observadores para extraer, del inconsciente
individual y privativo de los mismos, material intelectual (que se encuentra en los
hobbies, cultura, cine, literatura, etc.), con el propósito de fabricar/proyectar
una experiencia de visitación alienígena ficticia.58

Hipótesis paraufológica
Véase también: Hipótesis interdimensional

Jacques Vallée (derecha) y J. Allen Hynek.


De la actual polarización entre la hipótesis extraterrestre, defensora del fenómeno
físico, y la hipótesis psicosocial, defensora de un igualmente exclusivo fundamento
psicosociológico, emerge la hipótesis paraufológica o interdimensional. Esta
corriente tuvo sus inicios en la obra anteriormente expuesta del psiquiatra Carl
Gustav Jung, siendo desarrollada posteriormente por autores como Jacques Vallée,
John A. Keel y Jerome Clark, entre otros.[cita requerida]

Tal y como la define el investigador Moisés Garrido «esta hipótesis descarta la


naturaleza material de los ovnis, centrándose en su contenido simbólico y en sus
aspectos subjetivos, psíquicos y parafísicos. Propone, a su vez, la existencia de
agentes o entidades interdimensionales (ultraterrestres) que manipulan nuestra
realidad, deconstruyen nuestras creencias heredadas culturalmente y provocan
estados modificados de conciencia en los testigos, algunos de los cuales
desarrollan ciertas facultades psi y experimentan un despertar de la conciencia».59
60

En 1969 sería publicada la obra señera y fundacional Pasaporte a Magonia, trabajo


principal del considerado por muchos[¿quién?] como el mejor ufólogo del mundo
Jacques Vallée.61 Dicha obra supuso un cambio radical en la interpretación del
fenómeno ovni. El autor francés vincula en ella los ovnis con las hadas, los elfos
y las apariciones de la Virgen, es decir, tras manifestaciones históricas
aparentemente discordantes y divergentes se vislumbraría un mismo y unívoco
fenómeno camaleónico (por ejemplo, el paralelismo entre los raptos de las hadas de
las leyendas feericas europeas y las modernas abducciones extraterrestres), cuya
motivación última apuntaría a algún tipo de manipulación, sistema de control o
influencia sobre nuestro psiquismo, creencias y patrones socioculturales.62

Un año después saldría a la luz una segunda obra, Operación Caballo de Troya, del
ufólogo John A. Keel, en la que planteaba que los ovnis no provienen de otros
planetas sino de otras dimensiones, serían el disfraz de un fenómeno oculto
inteligente, manifestaciones que aparentan una presunta realidad mimetizándose en
función de la época y el contexto cultural en el que se expresan, cual caballos de
Troya.63

La presente hipótesis replantearía y relativizaría nuestra actual concepción de lo


que es la realidad. Precisamente el fenómeno ovni operaría desde una realidad
extraordinariamente compleja y ambigua, mercurial, imposible de definir desde la
simple materialidad y, consecuentemente, de aprehender desde el método científico
al uso. Es este carácter cuasionírico el que lleva a hacer entrar en escena el
papel que juega el psiquismo humano, el fenómeno no puede ser estudiado ni
explicado desde una perspectiva unilateral, ya sea física (excluye los ingredientes
psíquicos, psicopatológicos, parafísicos, mitológicos y folclóricos), ya psíquica
(obvia su aparentemente imposible manifestación material), el fenómeno ovni no
tiene una existencia separada del observador, la psique se vislumbra materializada,
y viceversa, la materia acontece psiquizada.64

Dentro del amplio abanico de determinantes psíquicos del fenómeno ovni, la


hipótesis paraufológica enfatiza y, a su vez, evidencia la existencia concomitante
de facultades y fenómenos paranormales en una significativa muestra estadística de
los testigos afectados. Esta vinculación entre el fenómeno y lo paranormal conlleva
el planteamiento de hipótesis acerca de la posible función mediadora ejercida por
la mente del testigo entre la experiencia ovni y la presencia de dicha
fenomenología antes, durante y después del encuentro, de una conexión de su psique
inconsciente con otros planos de la realidad, con una interdimensionalidad que no
es análoga a nuestro universo tridimensional.65

Representación artística del multiverso.


La paraufología apelaría por tanto, a fin de no caer en la unilateralidad de las
hipótesis que la preceden, a la necesidad de contemplar otros niveles de la
realidad, planos de existencia o universos múltiples, con el fin de ensamblar
adecuadamente la variada y complejísima fenomenología ovni (comportamiento absurdo,
transgresión espacio-temporal, naturaleza psicoide, componente parafísica). Con
ello también confrontaría la pregunta central propia de la hipótesis
extraterrestre, a saber, la presunta realidad material del fenómeno. Serán nuestras
facultades psíquicas, a modo de puentes, las que nos permitan conectar con dicha
interdimensionalidad y abrir la puerta a la manifestación bidireccional del
fenómeno, aunque ello dé lugar a su vez a un replanteamiento de la verdadera
naturaleza de nuestra psique, cuya interpretación neurocientífica actual se
posiciona distante de tales hipótesis. Jacques Vallée realizó una síntesis en su
obra de 1988 Dimensiones:66

Creo más bien que el fenómeno ovni es una indicación de la existencia de otras
dimensiones más allá del espacio-tiempo. Puede que los ovnis no procedan del
espacio sino de un multiverso que nos rodea y cuya inquietante realidad hemos
persistido en refutar a pesar de las pruebas que tenemos desde hace siglos. Una
teoría semejante es necesaria para explicar al mismo tiempo los casos modernos y
las crónicas de Magonia, las abducciones y la compenente psíquica.

Representación del Anima mundi en Robert Fludd.


Cabe destacar finalmente como autor relevante y contemporáneo a Patrick Harpur y su
obra Realidad daimónica. En ella redirige la atención al núcleo central del
análisis del fenómeno ovni: cuál es la verdadera naturaleza de lo que denominamos
realidad. Para Harpur la realidad literal es solo un tipo de realidad derivado de
una realidad suprema o daimónica que es metafórica e imaginativa más que literal y
empírica. Nuestra realidad literal es menos real que la realidad daimónica, es el
producto del literalismo, que en realidad es una manera de ver el mundo, una
perspectiva sobre el mundo. Este reino intermedio de la realidad daimónica lo
equipara al de la realidad psíquica de lo inconsciente colectivo de Jung, al Mundus
Imaginalis de Henry Corbin,6768 a la Imaginación en William Blake o al Anima mundi
neoplatónico. El Alma del Mundo mediaría entre el Uno, u origen trascendente de
todas las cosas, y el mundo material y sensorial. Son los dáimones (ovnis y
fenómenos paranormales) los pobladores del Anima mundi, los mediadores entre ambos
extremos de la realidad y los que conectarían a dioses y hombres.69

Todo lo daimónico es un intermedio entre dios y mortal. Interpretando y


transmitiendo los deseos de los hombres a los dioses y los deseos de los dioses a
los hombres, permanece entre ambos y llena el vacío (...). Un dios no tiene
contacto con los hombres; sólo a través de lo daimónico se dan el trato y la
conversación entre hombres y dioses, ya sea en estado de vigilia o durante el
sueño. Y el hombre experto en semejante relación es un hombre daimónico...

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