Estado Social de Derecho Javier Tobo PDF
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DE JUSTICIA EN COLOMBIA1
I. INTRODUCCIÓN
A partir del 7 de julio de 19913 los colombianos tenemos vigente una Cons-
titución política que ha transformado profundamente nuestras instituciones,
convirtiendo el medio jurídico nacional en una especie de “ laboratorio cons-
titucional” , en el que desde esa fecha se vienen haciendo hallazgos, innova-
ciones, adecuaciones y, debe reconocerse, transplantes de instituciones que
han tenido origen en sistemas jurídicos foráneos.
Con apenas tres años de vigencia, la carta fundamental ha permitido a sus
intérpretes establecer los lineamientos dentro de los cuales el “ nuevo país” 4
actuará para el logro de los fines señalados al Estado. En el futuro el com-
portamiento de gobernantes y gobernados deberá adecuarse a la naturaleza del
Estado social de derecho, proclamado por el artículo 1 de la Constitución, lo
que implica, para los encargados de velar por la integridad y supremacía de
1 Ponencia presentada en el Quinto Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional realizado
entre los días 3 y 6 de octubre de 1994, en Querétaro, México.
2 Magistrado Auxiliar de la Corte Constitucional. Profesor de pregrado en las universidades Externado
de Colombia y Santo Tomás; de posgrado en derecho público en la Universidad Externado de Colombia.
Profesor de la Especialización en derecho constitucional y en derecho administrativo de la Universidad
Libre.
3 Corte Constitucional, Sentencia C553 de octubre 8 de 1992. Magistrado Ponente doctor Jaime Sanín
Greiffenstein. En ella se estableció que si bien las tareas de la Asamblea Nacional Constituyente concluyeron
el 4 de julio de 1991, el texto final fue promulgado el 7 de julio de 1991 y sólo a partir de esta fecha
comenzaron a tener vigencia sus normas.
4 Este concepto debe entenderse como el resultado de la reforma constitucional de 1991. El “ nuevo
país” significa lo opuesto a los vicios existentes merced a la Constitución derogada.
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5 Cappelleti, Mauro, Le pouvoir des juges; Press Universitaire d’aixMarseille, 1990, p. 35.
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Creonte. !Oh Tú!, tú que bajas la frente hacia tierra, ¿confirmas o niegas haber
hecho lo que éste dice?.
Antígona. Lo confirmo, y no niego absolutamente nada.
Creonte. ¿Conocías la prohibición que yo había promulgado? Contesta cla-
ramente.
Antígona. La conocía. ¿Podía ignorarla? Fue públicamente proclamada.
Creonte. ¿Y has osado, a pesar de ello, desobedecer mis órdenes?
Antígona. Sí, porque no es Zeus quien ha promulgado para mí esa prohibi-
ción, ni tampoco Diké, compañera de los dioses subterráneos, la que ha pro-
mulgado semejantes leyes a los hombres; y no he creído que tus decretos, como
mortal que eres, puedan tener primacía sobre las leyes no escritas, inmutables
de los dioses. No son de hoy ni de ayer esas leyes; existen desde siempre y
nadie a que tiempos se remontan. No tenía, pues, por qué yo, que no temo la
voluntad de ningún hombre, temer que los dioses me castigasen por haber in-
fringido tus órdenes. Sabía muy bien, aún antes de tu decreto, que tenía que
morir, y ¿Cómo ignorarlo? Pero si debo morir antes de tiempo, declaro que a
mis ojos esto tiene una ventaja. ¿Quién es el que, teniendo que vivir como yo
en medio de innumerables angustias, no considera más ventajoso morir? Por
tanto, la suerte que me espera y tú me reservas no me causa ninguna pena. En
cambio, hubiera sido inmenso mi pesar si hubiese tolerado que el cuerpo del
hijo de mi madre, después de su muerte, quedase sin sepultura. Lo demás me
es indiferente. Si, a pesar de todo, te parece que he obrado como una insensata,
bueno será que sepas que es quizá un loco quien me trata de loca.13
13 Sofocles, Dramas y tragedias, Barcelona España, Editorial Obras Maestras, 1969, p. 112.
14 Loewenstein, Karl, Teoría de la Constitución, Barcelona, Ariel, 1986, p. 151.
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Toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces, en todo
momento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma
o por quien actúe a su nombre, la protección inmediata de sus derechos cons-
titucionales fundamentales, cuando quiera que estos resulten vulnerados o ame-
nazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública.
La protección consistirá en una orden para que aquél respecto de quien se
solicita la tutela, actúe o se abstenga de hacerlo. El fallo, que será de inmediato
cumplimiento, podrá impugnarse ante el juez competente y, en todo caso, éste
lo remitirá a la Corte Constitucional para su eventual revisión.
Esta acción sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de
defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para
evitar un perjuicio irremediable.
En ningún caso podrán transcurrir más de diez días entre la solicitud de tutela
y su resolución.
La ley establecerá los casos en los que la acción de tutela procede contra
particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta
afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el soli-
citante se halle en estado de subordinación o indefensión.
Los defectos calificados como vía de hecho son aquellos que tienen una dimen-
sión superlativa y que, en esa misma medida, agravian el ordenamiento jurídico.
Los errores ordinarios, aun graves, de los jueces in iudicando o in procedendo,
no franquean las puertas de este tipo de control que, por lo visto, se reserva
para los que en grado absoluto y protuberante se apartan de los dictados del
derecho y de sus principios y que, por lo tanto, en la forma o en su contenido
traslucen un comportamiento arbitrario y puramente voluntarista por parte del
juez que los profiere.23
24 Cfr. Corte Constitucional. Sentencia T251 de 1993. Magistrado Ponente doctor Eduardo Cifuentes
Muñoz.
25 García Torres, Jesús y Jiménez Blanco, Antonio, Derechos fundamentales y relaciones entre
particulares, Madrid, Civitas, 1986, p. 26.
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considera que frente a los demás, la persona afectada tiene la vía de los tri-
bunales ordinarios, principalmente a través de la acción penal, toda vez que
en la práctica la totalidad de las conductas atentatorias contra el ejercicio de
los derechos fundamentales se encuentran tipificadas en el Código Penal.26
El artículo 86, inciso quinto, de la Constitución colombiana, estableció tres
hipótesis dentro de las cuales un particular puede amenazar o vulnerar los
derechos fundamentales de la persona. Los tres casos están referidos a parti-
culares: 1. Encargados de la prestación de un servicio público; 2. Cuya con-
ducta afecte grave y directamente el interés colectivo; y 3. Respecto de quienes
la persona afectada se halle en estado de subordinación e indefensión.
La Carta dejó al legislador la tarea de señalar los casos en los cuales la
acción de tutela se puede ejercer contra acciones u omisiones de particulares,
situaciones que se encuentran señaladas en el artículo 42 del decreto 2591 de
1991 referidas a particulares encargados de la prestación de los servicios pú-
blicos domiciliarios, de educación y de salud; a particulares que controlen o
sean beneficiarios de la situación que motive la acción, siempre y cuando el
solicitante se encuentre en estado de subordinación o indefensión; a particu-
lares que pretendan ejercer la trata de seres humanos; a personas que recauden
y almacenen información; a medios de comunicación; a particulares que actúen
en ejercicio de funciones públicas, y para proteger a las personas de particu-
lares respecto de los cuales se encuentren en situación de subordinación o
indefensión.
La norma constitucional permite la protección de los derechos fundamen-
tales de las personas, cuando éstos resulten amenazados o vulnerados por otros
particulares, ya sean personas naturales o jurídicas. Sin embargo, la Consti-
tución señaló únicamente tres hipótesis, toda vez que la acción de tutela contra
particulares es excepcional, es decir que no procede en todas las relaciones
entre particulares, pues permitirlo significaría la homologación de las compe-
tencias que tienen las jurisdicciones ordinarias.
El constituyente dejó al legislador la atribución de señalar los casos espe-
cíficos en los cuales la acción puede ser ejercida contra particulares, lo cual
no significa que éste se encuentre facultado para señalar los derechos que
pueden ser objeto de amenaza o vulneración. La Corte Constitucional se ha
referido a esta materia en la siguiente forma:
... al legislador le corresponde señalar los casos, esto es, las situaciones o las
circunstancias en los que procede la tutela contra particulares. Por ende, no era
26 Cfr., Cascajo Castro, José L. y Gimeno Sendra, Vicente, El Recurso de Amparo, Madrid, Tecnos,
1992, p. 124.
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Puede notarse que esta especial forma de la acción de tutela tiene funda-
mento conceptual en el Estado social de derecho, que procura amparar real y
eficazmente a las personas, dejando en segundo plano la consideración de
saber si los atentados contra sus derechos fundamentales provienen del poder
público o de los particulares.
El verdadero origen de la tutela contra particulares está en las desigualdades
que existen entre los hombres. El constituyente y el legislador no hacen más que
reconocer tal desigualdad para crear instrumentos que permitan solucionar pa-
cíficamente los conflictos entre personas que no son sino componentes de una
estructura social desequilibrada.
VIII. CONCLUSIÓN
27 Corte Constitucional. Sentencia C134 de 1994. Magistrado Ponente doctor Vladimiro Naranjo Mesa.
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28 Corte Constitucional. Sentencia T002 de 1992. Magistrado Ponente doctor Alejandro Martínez
Caballero.