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DE INVESTIGACIÓN
LINGÜÍSTICA
Vol. 22 – 2019
LA PERSPECTIVA PRAGMÁTICA
EN EL ESPAÑOL
Dirección:
José Miguel Hernández Terrés (Universidad de Murcia)
Miguel Ángel Puche Lorenzo (Universidad de Murcia)
Secretaría:
David Prieto García-Seco (Universidad de Murcia)
Consejo Editorial:
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Ramón Trujillo (Universidad de La Laguna), Hernán Urrutia Cárdenas (Universidad del País Vasco)
Agustín Vera Luján (UNED), Gerd Wotjak (Universidad de Leipzig. Alemania)
Política editorial:
La Revista de Investigación Lingüística se dedica al estudio de la Lingüística y la Lengua española
en todas sus variedades, desde cualquier modelo teórico o planteamiento metodológico oportunos
para el enfoque que sugiera el autor. Estos aspectos podrán ser abarcados desde una perspectiva sincró-
nica así como diacrónica.
La revista pretende actuar como medio de difusión de los últimos enfoques teóricos y metodo-
lógicos desarrollados en estos campos. Esta publicación está dirigida a investigadores y profesionales
interesados en los avances de la lingüística hispánica.
La Revista de Investigación Lingüística es una publicación editada por el Servicio de Publicacio-
nes de la Universidad de Murcia, que desde el año 2004 tiene una periodicidad anual. Cada número
consta de una sección monográfica, dedicada a un tema específico, y de una sección general, abierta a
cualquier tema relacionado con la lengua española o la lingüística general.
Los editores invitan a participar con trabajos inéditos a todos los investigadores interesados en
profundizar en estas disciplinas.
Dirección científica:
Revista de Investigación Lingüística, Departamento de Lengua Española y Lingüística General. Facul-
tad de Letras, Universidad de Murcia, C/ Santo Cristo, 1, 30071 – MURCIA.
La Revista de Investigación Lingüística cuenta también con una edición electrónica en sistema OJS,
disponible en la dirección: www.um.es/ril.
ISSN: 1139-1146
Depósito Legal: MU-646-1988
Imprime: 42lineasdigital - 42lineasdigital@gmail.com
ÍNDICE
Monográfico....................................................................................................................... 17
Presentación
Elvira Manero Richard y Herminia Provencio Garrigós ............................ 19
Miscelánea........................................................................................................................... 221
9
Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el
español de México
Erik Daniel Franco Trujillo............................................................................... 241
Reseñas................................................................................................................................. 493
10
Mónica Castillo Lluch y Elena Diez del Corral Areta (eds.) (2019): Rees-
cribiendo la historia de la lengua española a partir de la edición de documen-
tos, Berna, Peter Lang, 470 pp.
María Gutiérrez Campelo.............................................................................. 498
11
SUMMARY
Monograph.......................................................................................................................... 17
Introduction
Elvira Manero Richard y Herminia Provencio Garrigós ............................ 19
Speech Acts and Discursive Units in Plan Curricular del Instituto Cervantes
Agustín Vera Luján e Inmaculada Martínez Martínez................................ 199
Miscellany............................................................................................................................ 221
13
The linguistic invention in literature and cinema in the 20th and 21st cen-
turies
Leticia Gándara Fernández.............................................................................. 275
The suffix -ing in Spanish and Catalan: contrastive analysis from a lexico
graphical perspective
Marta Prat Sabater............................................................................................. 369
Reviews................................................................................................................................. 493
14
Mónica Castillo Lluch y Elena Diez del Corral Areta (eds.) (2019): Rees-
cribiendo la historia de la lengua española a partir de la edición de documen-
tos, Berna, Peter Lang, 470 pp.
María Gutiérrez Campelo.............................................................................. 498
15
MONOGRÁFICO
Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia
PRESENTACIÓN
Fruto del convencimiento, en el ámbito de la lingüística científica, de que no
se puede lograr un conocimiento completo de nuestra lengua sin comprender cómo
se presenta y funciona en contextos y discursos reales, la pragmática del español ha
experimentado, en los últimos tiempos, un indudable desarrollo.
El volumen monográfico que presentamos en estas páginas es precisamente
resultado de ese interés por entender y explicar en profundidad el modo en que los
hablantes han utilizado y utilizan el español, y quiere seguir contribuyendo a la des-
cripción pragmática de nuestra lengua. En la base de los siete trabajos de este número
está el estudio del español desde una orientación pragmática y, por tanto, la concep-
ción de la pragmática, de acuerdo con la propuesta de Verschueren (1999), como una
perspectiva en el análisis lingüístico, complementaria a las explicaciones ofrecidas en
otros planos y disciplinas. Del mismo modo, la actualidad, calidad y profundidad es
común a todas las contribuciones. En este monográfico hemos querido reunir temas
relevantes, abordados sincrónica o diacrónicamente, en este ámbito de estudio, y a in-
vestigadores que asumen diferentes enfoques pragmáticos. Por ello, creemos que estas
colaboraciones constituyen una atinada representación de los estudios que se interesan
por el uso efectivo del español en contexto.
Desde el punto de vista sincrónico, contamos con las colaboraciones de Agus-
tín Vera Luján e Inmaculada Martínez Martínez (UNED y CIESE-Comillas, res-
pectivamente), Teresa Rodríguez Ramalle (Universidad Complutense de Madrid)
y Leonor Ruiz Gurillo (Universidad de Alicante). En el ámbito de la pragmática
diacrónica se enmarcan las contribuciones de Jorge Fernández Jaén y José Luis Ci-
fuentes Honrubia (ambos de la Universidad de Alicante). Finalmente, combinando
la investigación sincrónica y diacrónica se presentan los trabajos de Catalina Fuentes
Rodríguez (Universidad de Sevilla) y Ester Brenes Peña (Universidad de Córdoba).
Una parte importante de estos artículos analiza, desde un punto de vista prag-
mático-discursivo, unidades del español caracterizadas (o que podrían ser caracteri-
zadas) también siguiendo patrones semánticos, entonativos, formales o sintácticos.
Así, se describen y explican empíricamente verbos, sustantivos, conjunciones, sintag-
mas preposicionales, locuciones o construcciones en relación con categorías, funcio-
nes, procesos, estrategias, hechos, aspectos, valores y significados pragmáticos (entre
otros, ironía, evidencialidad, atenuación, modalidad, subjetiv(iz)ación, pragmatiza-
ción, escalaridad, implicaturas, restricciones de aparición y frecuencias combinato-
rias, así como funciones macrosintácticas, informativas o argumentativas).
Rodríguez Ramalle se interesa por esta intersección en español (lengua con evi-
dencialidad no morfológica) partiendo del comportamiento de dos tipos de eviden-
ciales con procesos de interpretación y efectos diversos: las partículas por lo visto y al
parecer, y las locuciones consecutivas ilativas así que, conque y de manera/modo que.
Tal como explica la autora, mientras que las primeras se encuentran en el ámbito de la
evidencialidad léxica en español, en las segundas la lectura evidencial surge en ciertos
contextos. Rodríguez Ramalle parte entonces de la premisa de que estos evidenciales
también «se van a comportar de manera diferente en relación con la lectura irónica».
El análisis se basa, desde un punto de vista metodológico, tanto en los datos ofre-
cidos por los corpus CREA y CORPES XXI como en ejemplos tomados de la biblio-
grafía sobre el tema y casos recogidos o construidos por la autora; por lo que respecta
al marco teórico, Rodríguez Ramalle fundamenta su investigación, de un lado, en la
distinción realizada por el grupo GRIALE —de amplia trayectoria en el estudio de la
ironía— entre marcas e indicadores irónicos (según se trate de elementos que solo cola-
boran en la interpretación irónica, o que indican ironía por sí mismos); y, de otro, en el
enfoque de Speas (2010), que explica la evidencialidad a partir de las interacciones entre
tres tipos de situaciones: la situación de discurso o de enunciación (momento de habla),
la situación que se evalúa («aquella que incluye la situación que nos comunican […]
los datos actuales que posee el hablante») y la situación de referencia (en la evidencia
transmitida, un discurso anterior; en la evidencia inferida, todo lo que nos lleva a rea-
lizar inferencias). Con este último planteamiento teórico, Rodríguez Ramalle subraya
que la evidencialidad y la ironía comparten su dependencia situacional, que la ironía se
deriva de un contraste entre dos situaciones (la de referencia y la evaluada) y que es la
propia representación formal de la evidencialidad (concretamente, de la evidencialidad
indirecta, que es la expresada por las locuciones estudiadas) la que permite ese contraste
situacional y, por tanto, la interpretación irónica.
En relación con ese hecho, y a partir de un análisis riguroso de los datos maneja-
dos, la autora muestra —con diferentes contextos de aparición de las locuciones con-
secutivas ilativas y las partículas evidenciales— en cuál de estos dos elementos recae di-
rectamente la lectura irónica del fragmento en el que aparece, y en cuál no, y, de ahí, los
clasifica de acuerdo con la citada distinción entre marcas e indicadores irónicos. Así,
según Rodríguez Ramalle, se comprueba que estas dos categorías evidenciales difieren
tanto en su comportamiento evidencial como en su contribución a la comprensión de
la ironía. Compartimos lo dicho por ella al final de su trabajo: se trata, sin duda, de
unas conclusiones que habrá que tener en cuenta para ulteriores investigaciones.
El artículo «Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y
cognitiva», escrito por Jorge Fernández Jaén, analiza desde una perspectiva diacróni-
ca los rasgos sintácticos y semánticos de los verbos pronominales llamarse y apellidarse
estrategias que dirigen a dichos exponentes. Para hacer realidad este desiderátum,
inician el análisis del PCIC recordando cómo entiende este documento la pragmá-
tica y cuáles son las consideraciones que incluye sobre el funcionamiento ilocutivo
del E/LE en los inventarios de Funciones, Tácticas y estrategias pragmáticas y Saberes
y comportamientos socioculturales. La pesquisa en el PCIC se apoya e ilustra con la
búsqueda de las posibilidades estructurales de manifestación de las unidades discur-
sivas que expresan los actos directivos de disculpa, de petición (pedir un favor, pedir
objetos, pedir ayuda), de rechazo y de queja.
El examen de los actos ilocutivos practicado al Plan Curricular por Vera Luján
y Martínez propicia que puedan formular sin ambages unas conclusiones sobre el
tratamiento que reciben las unidades discursivas gramaticalizadas y no gramaticali-
zadas en la mencionada obra.
Concluimos la presentación de este monográfico mostrando nuestro más sin-
cero agradecimiento (palabras que utilizamos sin ningún desgaste expresivo) a los
autores de los artículos, por su participación; a los evaluadores externos, por la ela-
boración de los informes, y al equipo editorial de la Revista de Investigación Lin-
güística, por aceptar la propuesta de este monográfico sobre pragmática del español.
BIBLIOGRAFÍA
Attardo, Salvatore and Victor Raskin (1991): «Script theory revis(it)ed: Joke
similarity and joke representation model», Humor, 4(3-4), pp. 293-347.
Ruiz Gurillo, Leonor (2012): La lingüística del humor en español, Madrid, Arco/
Libros.
Ruiz Gurillo, Leonor (2016): «Metapragmatics of humor: Variability, negotia-
bility and adaptability in humorous monologues», in Leonor Ruiz Gurillo
(ed.), Metapragmatics of humor: Current Research Trends, Amsterdam, John
Benjamins, pp. 81-104.
Speas, Peggy (2010): «Evidentials as generalized functional heads», in Anna Ma-
ria Di Sciullo y Virginia Hill (eds.), Edges, Heads, and Projections. Interface
properties, Amsterdam, John Benjamins, pp. 127-150.
Verschueren, Jef (1999): Understanding Pragmatics, London, Arnold.
Resumen: Este artículo pretende realizar Abstract: This article intends to make a
una aportación al estudio de la evolución de contribution to the study of the evolution
los operadores discursivos, centrándonos, of discursive operators. For this, we focus on
para ello, en el análisis de las expresiones me- the analysis of metalinguistic expressions, no
talingüísticas no digamos, no te digo nada, y digamos, no te digo nada, and no te digo más.
no te digo más. Estas tres construcciones, que These three constructions have acquired a
tienen como base la negación del verbo de- procedural content related to the argumenta-
cir, han adquirido en las últimas décadas un tive dimension that has led to changes of va-
contenido procedimental relacionado con la rious kinds. Our study involves an approach
dimensión argumentativa que ha conllevado to the identification of the discursive func-
modificaciones de diversa índole en su fun- tions performed by each of them, as well as
cionamiento. Nuestro estudio alberga una the stage of fixation reached. The conclu-
aproximación a la identificación de las fun- sions obtained show us that they are units in
ciones discursivas desempeñadas por cada the process of grammaticalization that have
una de ellas y del estadio de fijación alcan- arisen to respond to the expressive needs of
zado. Las conclusiones obtenidas nos mues- the interlocutors.
tran que son unidades en pleno proceso de Keywords: operators, grammaticalization,
gramaticalización que han surgido para dar argumentation, macrosyntax
respuesta a las necesidades expresivas de los
interlocutores.
Palabras clave: operadores discursivos, grama-
ticalización, argumentación, macrosintaxis.
*
Este trabajo ha sido realizado dentro del proyecto FFI 2017-82898P, «De construcciones pe-
riféricas a operadores discursivos: un estudio macrosintáctico del español actual», financiado por el
MINECO y fondos FEDER.
1. INTRODUCCIÓN
remos a la identificación de las funciones discursivas actualizadas por ellas, así como
a la determinación del grado de gramaticalización alcanzado en cada caso. El objetivo
último es contribuir a la descripción macrosintáctica del español actual.
Para alcanzar las metas propuestas, el artículo se estructura en cinco apartados.
Tras la introducción, el apartado segundo alberga una reflexión teórica sobre la gé-
nesis y evolución de los conectores y operadores discursivos. En el punto tercero se
describen las funciones discursivas desempeñadas por cada unidad. El cuarto está
dedicado a la exposición del estadio de gramaticalización alcanzado por cada una de
ellas. El último epígrafe resume las conclusiones arrojadas por el estudio realizado y
señala aquellas cuestiones que quedan aún por dilucidar.
Metodológicamente, seguimos las indicaciones de la Lingüística pragmática,
en la formulación de Fuentes Rodríguez (2017[2000])1. Como material empírico,
utilizamos principalmente tres corpus en línea recopilados por la Real Academia
Española: el Corpus Diacrónico del Español (CORDE)2, el Corpus de Referencia
del Español Actual (CREA)3 y el Corpus del Español del Siglo XXI (CORPES)4. A
ellos añadimos también el corpus EsTenTen5, que alberga 17.5 billones de palabras
de textos procedentes de Internet.
2. ¿GRAMATICALIZACIÓN, DESGRAMATICALIZACIÓN
O PRAGMATICALIZACIÓN? REFLEXIONES EN TORNO
A LA GÉNESIS DE LOS CONECTORES Y OPERADORES
DISCURSIVOS
reccionalidad, base y rasgos propios de este proceso evolutivo. En sus inicios, estos
estudios se centraron en el ámbito de la microsintaxis. Partiendo de una definición
de la gramaticalización como «the attribution of a grammatical character to a pre-
viously autonomous word» (Meillet, 1912: 131), se abordaban aquellos procesos
evolutivos que generaban auxiliares, clíticos, afijos flexivos o formantes adverbiales.
En todos ellos se constataba la evolución de un término lingüístico hacia un elemen-
to gramatical o morfológico más abstracto, posiblemente más reducido fonológica-
mente y con un menor significado referencial (Traugott, 1995).
El problema surge cuando se produce el salto desde la micro a la macrosintaxis
y comienzan a analizarse los marcadores del discurso desde esta perspectiva6. Su in-
cidencia en el nivel extraproposicional conlleva la adquisición de unas característi-
cas formales muy distintas a las propias de las unidades microestructurales. Frente a
los casos anteriormente analizados, las formas verbales, nominales o adverbiales que
evolucionan hacia conectores extraoracionales adquieren una mayor libertad sintác-
tica y distribucional, además de un mayor alcance estructural, dado que su ámbito o
radio de acción pasaba de la oración al enunciado e incluso al texto. En consecuen-
cia, se constata la existencia de procesos evolutivos de direccionalidad inversa: si la
transición contemplada en los trabajos iniciales suponía un «descenso de nivel de
lengua», en el sentido de que se iniciaba en el léxico o el discurso y concluía en la
sintaxis o la morfología, en el caso de conectores nos topábamos con un «ascenso
de nivel de lengua», ya que en estos casos «las formas prescinden o se liberan de
sus antiguas restricciones semánticas y distribucionales y pasan a operar en un nivel
superior» (Company, 2004: 30).
Además, en esta recategorización o reanálisis (Langacker, 1977) que implica la
evolución de una construcción sintáctica libre hacia un elemento de la periferia del
enunciado vinculado con las coordenadas macroestructurales, juega un papel esen-
cial el proceso de cambio semántico denominado como subjetivización (Finegan,
1995; Traugott, 1995) o intersubjetivización (López-Couso, 2010) que permite
la transformación del contenido semántico concreto, designativo y objetivo en un
contenido procedimental ligado a las creencias y valores del emisor7. Gracias a este
proceso, los conectores adquieren tanto significados relacionados con «la perspec-
tiva, actitud y punto de vista del hablante respecto a las entidades objeto de la comu-
nicación y respecto del evento», esto es, significados subjetivos, como significados
6
Para una visión general de la controversia generada por el análisis de la génesis y desarrollo de
los marcadores del discurso, véase Pons Rodríguez (2010) o Garachana (2015).
7
Como bien matizan Loureda y Pons (2015), esta evolución no supone un debilitamiento se-
mántico del significado denotativo primigenio, sino una transformación del mismo en un contenido
instruccional.
Es más, dentro del campo de los marcadores del discurso también existen di-
ferencian entre las cadenas evolutivas presentadas por los conectores y operadores.
De hecho, si tenemos en cuenta que, como explicaremos con más detalle en el próxi-
mo apartado, los operadores poseen unas características formales, sintácticas y dis-
(1) Pero el maestro José Ortega y Gasset nos sugiere algo más sensato: “No diga-
mos pues que el hombre es, sino que vive.” (CORPES. Samperio, G.: «¿Saber o
ser?». El Financiero. Ciudad de México: elfinanciero.com.mx, 2002-04-12)
(2) Tan pésima ha sido siempre la educación y la cultura, tan manipuladas las ideas,
tan fomentado el espíritu individualista, clasista y competitivo, que cada uno tiene
conciencia de sí y quiere para sí el sillón de la opresión, para aplastar a los que, como
él, ahora están bajo las patas del mando. De los opresores de siempre, no digamos.
Lo suyo está muy claro desde el primer momento. Oprimir y dividir. (CREA. Ca-
yetano, M.: Autonomías, ocio, educación y cultura. Madrid: Zero, 1980)
(3) Déjame solo. Quiero estar solo. No me molestes. Yo te veo de lejecitos.
Tú igual, me ves de lejecitos. Yo no te digo nada y tú como si nada. (CORPES.
Salcedo, H.: «La ley del ranchero». La ley del ranchero. México D. F.: Ediciones
El Milagro, Centro Cultural y Turístico de Tijuana, 2005)
(4) Este tal Prometeo desequilibró la “physis”, no te digo nada. Y puesto que en
adelante los alimentos podrían ser cocidos, con su acto incitó al carnivorismo.
(CREA. «LA TIERRA nos enseña más cosas sobre nosotros que todos los li-
bros del mundo.». La Vanguardia. Barcelona: T.I.S.A, 1994)
(5) No te obsesiones por acertar cuando tomes tus decisiones, porque ese sería el
peor error. Sigue tu estrella, Juliano. O aún mejor, ponte delante y ve tirando de
ella. No te digo más porque nadie puede hacer nada por los que ama, salvos seguir
9
Tal como se expone en el Diccionario de conectores y operadores del español, estas características
no han de estar presentes en todos los operadores. Existen operadores que se integran entonativamente
en el enunciado, como, por ejemplo, el operador argumentativo hasta, mientras que otros siempre
optan por la posición antepuesta, como los intensificadores verdaderamente o asombrosamente. El es-
tudio de estas unidades nos muestra la necesidad de «hablar de prototipicidad de las características de
esta categoría, más que de una serie de condiciones inamovibles que se cumple en toda ella» (Fuentes,
2009: 16).
10
Véase, por ejemplo, los trabajos de C. Fuentes Rodríguez (2016a, 2016b) sobre los marcadores
de límite escalar.
11
Para un estudio más pormenorizado del concepto de escala argumentativa, puede consultarse
Anscombre y Ducrot (1983), Ducrot (1988), Ruiz Gurillo y Pons Bordería (1995) o Portolés Lázaro
(1998, 2004).
Gráfico 1. Número de ocurrencias de las construcciones analizadas con funcionamiento extraproposicional. Fuente:
CORDE, CREA y CORPES XXI
Estos datos, como decimos, han de tomarse con cautela, sobre todo teniendo
en cuenta que los operadores, al igual que el resto de marcadores del discurso, «sur-
gen en la interacción dialógica real del hablante y oyente», interacción que no suele
reproducirse en los textos escritos (Company, 2004: 445). Sin embargo, dadas las
diferencias cuantitativas existentes entre los distintos periodos temporales, sí parece
evidente la vinculación de su funcionamiento en el nivel macroestructural con la
lengua más actual. Las distintas funciones discursivas actualizadas por cada unidad
se detallan en los puntos siguientes.
(7) Asustados. Jodidos. El tricornio les acojona. Y no digamos nosotros. Nos temen
más que a la peste. (CREA. Zaragoza, C.: Y Dios en la última playa. Barcelona:
Planeta, 1982)
(8) Dentro de la variedad de ejercicios al que recurren los realizadores destaca el uso
de la fotografía. La pintura, la escultura y, no digamos, el casi olvidado dibujo,
ceden incluso ante la compleja expresión electrovideográfica. (CORPES. Bilbao
Fullaondo, J.: «Complejo camino en Gure Artea». El País. Madrid: elpais.com,
2002.)
(9) Apenas duda nadie hoy que por encima del 10 por 100 de votos sólo van a estar
tres opciones: Centro, PSOE y Alianza Popular. Que el comunismo, y no di-
gamos la extrema derecha y la extrema izquierda, son claramente minoritarios.
(CREA. Álvarez Álvarez, J. L.: España desde el centro. Madrid: Espasa Calpe,
1978)
(10) Los padres, los hermanos, los amigos, los maestros y, no digamos, los sacerdotes
y los catequistas, son miembros vivos de la comunidad eclesial y agentes privi-
legiados de pastoral vocacional. EsTenTen mercaba.org 02-02-2018
(11) En todo caso, ampliada al ámbito de la seguridad internacional, por mor de la
paranoia que, tras el 11-S ve en cualquier inmigrante (no digamos si es árabe o
parece musulmán) un terrorista en potencia. (CORPES. De Lucas, Javier: «La
integración de los inmigrantes: la integración política, condición del modelo
de integración». De Lucas, J.; Díez Bueso, L.: La integración de los inmigran-
tes. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2006)
(12) Seguro que ni un mal turrón por Navidad debía de enviarles. Y luego, ya ve, ha
permitido sin el menor escrúpulo que usted vendiera sus joyas y, en general, las
pasara canutas por un amor no correspondido. Y con respecto a Ivet, no diga-
mos. Menudo padre le ha tocado a la pobre chica. Así ha salido ella. (CORPES.
Mendoza, E.: La aventura del tocador de señoras. Barcelona: Seix Barral, 2001)
(13) En el terreno del arte, el mercantilismo también ha entrado en su radio de ac-
ción: la pintura, la escultura, la arquitectura y en tantas otras. La música, no
digamos, es otro de los prototipos más significativos: Las canciones de los Beat-
les, de los Rollings Stong, de Madonna, de Julio Iglesias... se oyen en cualquier
lugar del mundo. (CORPES. Romera Castillo, J.: «I. Sesiones plenarias: Sobre
teatro (musical) y globalización en España». Tendencias escénicas al inicio del
siglo XXI. Madrid: Visor Libros, 2006)
14
Si bien estas dos unidades coinciden en indicar una posición elevada en la escala argumenta-
tiva, ni más ni menos aporta un contenido de precisión que no está presente en no digamos (Fuentes
Rodríguez, 2009: 227).
15
Nada más y nada menos se diferencia de no digamos en su tendencia a aparecer calificando a
cantidades (Fuentes Rodríguez, 2009: 223)
mos que sería conveniente reflexionar sobre esta cuestión con un mayor detenimien-
to, cotejando estos datos con los obtenidos del estudio diacrónico de otros operado-
res discursivos para poder discernir si existe algún tipo de tendencia en este sentido.
(14) LA GENERALA. Como siempre. Que nada más que llego aquí me dan ganas
de vivir. Y de reír, no te digo nada. Al entrar con el coche oficial por Despeña-
perros ya estoy riendo, acordándome de esto y de lo otro. Qué alegría de todo:
de estar con vosotros, de esta escuela que veo… (CREA. Martín Recuerda, J.:
Caballos desbocaos. Madrid: Cátedra, 1981)
(15) […] y prefiero no seguir, porque cuando pienso en eso veo las dificultades que
tiene organizar el cielo, por ejemplo agrupar con su primer marido a una mujer
que enviudó y volvió a casarse, no creo que el segundo lo acepte de buen grado,
y no te digo nada de los hermanastros, ahora pienso mucho en esas cosas, y
también en la forma que tendrá el alma […] (CORPES. Bueno Álvarez, J. A.:
El último viaje de Eliseo Guzmán. Madrid: Alfaguara, 2001)
(16) No nos engañemos, Mario, las cosas salen de dentro y tú, desde que te conocí, tu-
viste gustos proletarios, porque no me digas que al demonio se le ocurre ir al Ins-
tituto en bicicleta. Dime la verdad, ¿te correspondía eso a ti? Desengáñate, Mario,
cariño, la bici no es para los de tu clase, que cada vez que te veía se me abrían las
carnes, créeme, y no te digo nada cuando pusiste la sillita en la barra para el niño, te
hubiese matado, que me hiciste llorar y todo. ¡Qué sofocón, cielo santo! (COR-
DE. 1966. Delibes, M. Cinco horas con Mario. Destino (Barcelona), 1996)
(17) Han perdido 20 escaños y un_millón_y_medio de votos, y ahí los tienes, mi-
rando para otro lado y diciendo que son la segunda fuerza política, como si el
descalabro no fuera con ellos. Y a nivel regional, no te digo nada, el González
poniendo paños calientes y la senadora en Madrid, buscándose el futuro junto
al líder. (EsTenTen, vegamediapress.com)
(18) Lo que te aseguro es que no soy maricón. Y que conste que no tengo nada en
contra de los maricones, al contrario que tú, que usas la palabra como insulto.
Suerte que no eres homófoba ni machista, que si llegas a serlo, no te digo nada.
(EsTenTen. Periodistadigital.com)
se trata de un plural de modestia, que evita presentar al hablante como una persona
impositiva, o de un plural pseudoinclusivo, que consigue aunar las figuras del emi-
sor y del receptor en la misma esfera (Grande Alija, 2010). No te digo nada, por el
contrario, resalta la figura del hablante como enunciador y posee un valor dialógico
conferido por la apelación directa al receptor.
Por otra parte, hemos detectado fragmentos en los que no te digo nada no esta-
blece una gradación o escalaridad relacionada con la organización argumentativa, ya
que no hay una comparación entre la fuerza que poseen diversos argumentos. Una
ilustración de ello puede ser el ejemplo reproducido a continuación. En él, el emisor
expresa su opinión acerca de la mayor consideración que posee el profesor univer-
sitario en Turquía en comparación con España. Y, para apoyar su tesis, selecciona
un argumento (tienen hasta dos secretarias) precedido por la construcción metalin-
güística analizada. Con el empleo de no te digo nada el hablante manifiesta que este
argumento es suficiente para probar la conclusión defendida. No indica escalaridad,
ya que no hay ninguna gradación al respecto ni se relaciona con otros argumentos
que queden situados en una posición inferior. En este empleo, la presencia de la
negación, junto con el verbo de enunciación, aluden a que no es necesario añadir
ningún otro dato o argumento que pruebe lo dicho: con el indicado es ya suficiente.
(21) Yo creo que aunque él todavía no lo sepa está ya medio maduro, pero si terminas
de convencerle, Pedro, sabré ser generoso contigo. De otras cosas quizá, pero de
tacaño no puede acusarme nadie. No te digo más. O igual sí... (CORPES. Bas, J.:
La cuenta atrás. Barcelona: Destino, 2004)
(22) Ya sabes que el abad de lo que canta yanta. Yo canto todo lo que sea preciso para
un yantar moderado y sin gula. Y no te digo más, que con lo dicho basta para
que sepas la opinión de un capellán de tropa que sabe cumplir sus deberes...
(CORDE. Pérez Galdós, B.: Aita Tettauen. Imprenta Viuda e hijos de Tello
(Madrid), 1905)
(25) Y peor fue aún cuando, agotados los escasos restos de la despensa -pasé varios
días a espaguetis hervidos, con una chorrada de aceite, no te digo más-, no le
quedara otra solución que echarse a la calle de noche para rebuscar en los cu-
bos de basura de los McDonald’s, habiendo de pelearse en alguna ocasión con
drogatas y gentes por el estilo que sobrevivían de la misma forma. (CORPES.
Borau, J. L.: «Peña de dos». Camisa de once varas. Madrid: Alfaguara, 2003)
4. FIJACIÓN FORMAL
(26) Ay, hace ya tanto tiempo. Además, en los últimos años Julián ya paraba poco
por aquí, ¿sabe usted? Había hecho un amigo en el colegio, un niño de muy
buena familia, los Aldaya, no le digo nada. (CORPES. Ruiz Zafón, C.: La som-
bra del viento. Barcelona: Planeta, 2003)
(27) A mí también me lo parece. Si algún día tengo una niña, igual la llamo así, no le
digo más. (CORPES. Grandes, A.: Los aires difíciles. Barcelona: Tusquets, 2002)
(28) La lista de nuevos estrellados me desconcierta este año más que nunca. (…)
Sitios apenas conocidos pero que al equipo de inspectores que preside Benito
Lamas les han parecido dignos de pasar por encima de tantos otros. Ese afán
de sorpresa que no es nada positivo. Y no les digo nada de los 8 nominados, o
lo que es lo mismo, con posibilidades para lograr una estrella el año que vie-
ne. Una categoría absurda que no contenta a nadie. (CORPES. Maribona, C.:
«Michelin 2013: que no nos vendan la burra». www.abcblogs.abc.es/gastro-
nomia: abcblogs.abc.es/gastronomia, 2012-11-23)
16
No digo nada posee, en los corpus analizados, 10 ocurrencias como operador. No digo más solo
adopta esta función en un fragmento.
tre ellas como no digamos nada o no digamos más17, variantes que ya van más allá de
la simple alternancia de persona y que, en consecuencia, sí revelan la escasa fijación
formal de las unidades analizadas:
(32) No se puede ignorar los sólidos fundamentos sobre los que se levantan estas
autorizadas opiniones, que se reforzarán si la tendencia inicial continúa, y, no
digamos nada, si se intensifica. (CREA. «Luis María Cazorla Prieto». El País.
Madrid: Diario El País, S.A., 1996-09-25)
(33) En el tercio final de la obra las reivindicaciones se radicalizan, y cuando el mons-
truo parece invencible y la comedia a punto de despeñarse hacia el melodrama,
Yagüe y García Araus rematan la jugada con una pirueta briosa y esperanzada,
y, no digamos más, espartaquista. (CORPES. Ordóñez, M.: «Femme Fatale &
El ángel reclamador». Babelia. Madrid: elpais.com/babelia, 2007-05-26)
5. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
Aijmer, Karin (1994): «I Think- an English modal particle», en Toril Swan y Olaf
J. Westvik (eds.), Modality in Germanic Languages. Historical and Comparati-
ve Perspectives, Berlin, Mouton de Gruyter, pp. 1-47.
Anscombre, Jean Claude y Oswald Ducrot (1983): L’argumentation dans la
langue, Lieja, Mardaga.
Brenes Peña, Ester (2017): «Lo que yo te diga: funciones discursivas y proceso
de gramaticalización», Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación, 71,
pp. 63-82.
Castillo Lluch, Mónica (2008): «La formación de los marcadores discursivos
vaya, venga, anda y vamos», en Concepción Company y José G. Moreno de
Alba (coords.), Actas del VII Congreso Internacional de Historia de la Lengua
Española, Madrid, Arco Libros, vol. 2, pp. 1739-1752.
Company, Concepción (2004): «¿Gramaticalización o desgramaticalización?
Reanálisis y subjetivización de verbos como marcadores discursivos en la histo-
ria del español», Revista de Filología Española, 84 (1), pp. 29-66.
Dostie, Gaétane (2004): Pragmaticalisation et marqueurs discursifs. Analyse
sémantique et traitement lexicographique, Bruxelles, De Boeck/Duculot.
Ducrot, Oswald (1980): Les échelles argumentatives, Paris, Minuit.
Fuentes de datos
CORDE: Corpus Diacrónico del Español. Real Academia Española. En línea: <ht-
tps://www.rae.es/recursos/banco-de-datos/corde>
CREA: Corpus de Referencia del Español Actual. Real Academia Española. En línea:
<https://www.rae.es/recursos/banco-de-datos/crea>
CORPES: Corpus del Español del Siglo XXI. Real Academia Española. En línea:
<https://www.rae.es/recursos/banco-de-datos/corpes-xxi>
EsTenTen: Corpus de textos españoles publicados en Internet. En línea <www.sket-
chengine.eu/estenten-spanish-corpus/>
Resumen: En este trabajo analizamos la Abstract: This paper focuses on the diachro-
combinatoria de minimizadores con los nic evolution of constructions with minimi-
verbos de estima y valoración preciar, valer, zers and verbs of estimate and valuation, such
darse e importar a lo largo de la historia del as preciar, valer, darse and importar, from the
español a partir de los datos proporcionados data provided by the corpus of the RAE.
por los corpus de la RAE. Estudiaremos la These constructions are analyzed in relation
relación de tales construcciones con el de- to the so-called Jespersen cycle. More specifi-
nominado ciclo de Jespersen. Analizaremos cally, the minimizers are considered an exam-
también los minimizadores como ejemplo de ple of subjectification, since there is an in-
subjetivación al producirse una pragmatiza- creasing pragmatization of the meaning due
ción creciente del significado debido a la im- to the scalar implication that the minimizers
plicatura escalar que estos suponen. Daremos suppose. The main functional characteristics
cuenta también de las principales caracterís- of the minimizers in the constructions consi-
ticas funcionales de los minimizadores en las dered will also be taken into account.
construcciones consideradas. Keywords: minimizers, Jespersen’s cycle, sub-
Palabras clave: minimizadores, ciclo de Jes- jectification.
persen, subjetivación.
1. INTRODUCCIÓN
*
El presente trabajo se inscribe dentro del proyecto de investigación FFI2017-85441-R, finan-
ciado por el Ministerio de Economía y Competitividad.
Jespersen, que explica cómo el empobrecimiento fónico del elemento negativo im-
plica la aparición de un refuerzo. La consecuencia más extrema de este proceso es la
sustitución de la negación original por parte del refuerzo. Esta situación es la que
puede observarse en el francés hablado en la actualidad, ya que el minimizador pas se
ha apropiado del territorio del adverbio negativo ne, pasando a significar la negación
misma (je ne dis pas > je dis pas ‘no digo’).
En este trabajo pretendemos dar cuenta del funcionamiento de los minimi-
zadores con los verbos de estima y valoración preciar, darse, valer e importar. Estos
verbos resultan particularmente relevantes por su amplia frecuencia de uso con mi-
nimizadores. No obstante, también llaman la atención por la posibilidad de cons-
truirse con minimizadores reforzando la negación preverbal o sin negación prever-
bal: no vale un pimiento, me importa un pimiento. En nuestro estudio analizaremos
tales construcciones de verbos de estima y valoración con minimizador a lo largo de
la historia del español hasta nuestros días. Para ello, partiremos de los datos ofreci-
dos al respecto por los corpus de la RAE (CORDE, CREA, CDH y CORPES),
que constituirán la base de nuestro estudio.
El esquema de trabajo que hemos diseñado es el siguiente: en primer lugar
presentaremos los minimizadores como términos de polaridad negativa y dare-
mos cuenta de su funcionamiento escalar. A continuación introduciremos el fun-
cionamiento de los minimizadores dentro del ciclo de Jespersen. Posteriormen-
te, presentaremos los datos combinatorios de los minimizadores con los verbos
estudiados según se construyan con inductor negativo preverbal o no. Tratare-
mos también la posibilidad de algunos minimizadores de poder funcionar como
elementos de negación preverbal. Continuaremos dando cuenta de los distintos
tipos de minimizadores combinados con cada verbo estudiado, su frecuencia de
uso, y sus principales características funcionales. Finalizaremos con las conclusio-
nes a las que hemos llegado.
2. LOS MINIMIZADORES
5
Recuérdese, por ejemplo, que en la Edad Media la economía era de trueque, y que los minimi-
zadores usados en la época configuran un dibujo de los elementos de menos valor.
6
Hay que recordar que pas es originalmente un minimizador, proveniente del latín passum, ‘paso’.
7
Por ejemplo, ya en latín tardío parece que se usaban los minimizadores como refuerzo de la ne-
gación (Rueda 1997: 266; Grieve-Smith (2009: 9-13). En Van der Auwera (2009), Willis et al. (2013),
y Llop Naya (2017: 260-263) se recogen y sintetizan gran cantidad de lenguas y diversos ejemplos de
elementos implicados en el ciclo de Jespersen.
8
En palabras de Jespersen (1975: 408): «Muchas veces el adverbio negativo va acentuado débil-
mente, porque alguna otra palabra de la frase lleva el acento principal. Pero cuando el elemento negativo
se ha convertido en una mera sílaba proclítica e incluso en un sonido único, se siente como demasiado dé-
bil y tiene que reforzarse mediante alguna palabra adicional, y entonces ésta puede llegar a sentirse como
la propia negación, que entonces puede verse sometida a la misma evolución de la palabra original».
las lenguas pueden utilizar palabras que signifiquen cosas pequeñas o de poco valor
que podrán llegar a contagiarse del valor negativo. A este proceso aparentemente pe-
riódico y regular de las dinámicas constatadas Dahl (1979: 88) le dio el nombre de
ciclo de Jespersen9, y ha sido considerado habitualmente uno de los ejemplos clásicos
de gramaticalización.
Jespersen (1966: 7) presenta una organización del proceso en tres fases, que
ejemplificamos brevemente en francés:
12
Por ejemplo, Kiparsky y Condoravdi (2006) señalan que el debilitamiento fonético es un fenó-
meno demasiado general para explicar las propiedades específicas del esquema de cambio que el ciclo
de Jespersen supone. Y en Muller (1991: 207-218) se pueden encontrar argumentos frente al papel de
la reducción fonológica en el proceso.
13
Zeijlstra (2016: 287) propone que el debilitamiento fonológico no provoca el cambio mor-
fosintáctico, sino que es el resultado del mismo. Además, el debilitamiento fonológico no conduce
necesariamente al desarrollo de una nueva negación (De Clerq 2016: 53).
14
El propio Jespersen también comentó como factores facilitadores de renovación la voluntad de
marcar un cierto énfasis y contraste (1966: 4-5).
hacen referencia al todo respecto del cual el minimizador indica la parte). Entre los
minimizadores partitivos podemos encontrar algunos que pueden aparecer dentro
de una estructura pseudopartitiva explícita, como por ejemplo gota (gota de sangre),
grano (grano de mijo), etc. Hay también otros minimizadores partitivos que ya en
latín indicaban una cantidad mínima en relación con una medida estandarizada y
no necesitan hacer explícito el todo del que forman parte, como por ejemplo el caso
ejemplificado anteriormente en francés con pas, ‘paso’, o en español paso o paja, si
bien puede ser difícil diferenciar este subgrupo de los valorativos.
Los minimizadores valorativos provienen de nombres que denotan realidades
de valor ínfimo o dimensiones muy pequeñas. Normalmente aparecen introducidos
por determinantes indefinidos y sin modificadores asociados. Rueda (1997: 268)
constata que este tipo de minimizadores se usan primordialmente con verbos de
estimación y aprecio: valer, importar, preciar, dársele a uno algo, etc. Dentro del con-
junto de minimizadores valorativos, tanto Rueda (1997: 270-293) como Coterillo
(2007: 357) hacen distintas clasificaciones, siendo especialmente relevantes elemen-
tos del mundo vegetal (bledo, pepino, pimiento, etc.), monedas (pepión, cornado, real,
etc.), etc. Todos estos términos son muy interesantes porque ponen de manifiesto
los esquemas valorativos de cada momento histórico.
Pero en el repertorio de minimizadores, como ya señalaba la RAE, también de-
bemos incluir un tercer grupo que son los de tipo vulgar o tabú15. Este grupo de mini-
mizadores16 se pueden considerar elementos con una naturaleza escalar que permite
asociarlos a un valor cuantificativo mínimo. Evidentemente la escala evaluativa es de
naturaleza metafórica, en tanto que esos elementos vulgares son valorados negativa-
mente debido al desprecio que comportan. Ya señalaba Mohren (1980: 8) que la uti-
lización de minimizadores es en el fondo un procedimiento de comparación: el ele-
mento comparado (el sujeto de la construcción) es puesto en relación (es comparado)
con un minimizador (el comparante). Tenemos, pues, la posibilidad de varias compa-
raciones: la comparación implícita propia de la metáfora, y la comparación implícita
propia de la escala evaluativa. Evidentemente la comparación con el minimizador
15
San Segundo (2017: 14) incluye los vulgares dentro de los valorativos (insignificantes, vulgares
y monedas). No obstante, debido al funcionamiento peculiar de estos minimizadores, hemos preferido
diferenciarlos, aun dejando constancia de la vinculación con los valorativos al tratarse de elementos
normalmente despreciables, por vulgares o tabú.
16
Parece especialmente relevante el hecho de que este grupo tenga un especial incremento en el
uso y el número de los mismos en el español contemporáneo, o, mejor, en los corpus del español con-
temporáneo, no sé si por una hipotética manera de compensar la pérdida de elementos valorativos o,
simplemente, debido al tipo de textos utilizados para elaborar los corpus. En cualquier caso, podemos
citar ejemplos como los siguientes: chingada, pincho, huevo, carajo, coño, cipote, pijo, guañano, cojón,
joraca, culo, mierda, cuesco, etc.
Sin embargo, este no es el caso del español, pues los minimizadores vulgares
del español no se distinguen formalmente del resto de minimizadores partitivos o
valorativos, al necesitar del determinante un/una, y, al igual que ocurre con muchos
otros minimizadores, pueden aparecer sin inductor negativo preverbal con verbos
de estima y valoración. Por otro lado, frente al uso infrecuente en inglés que señala
Hoeksema (2009: 22), en español son tan frecuentes como cualquier otro minimi-
zador muy habitual (por ejemplo, carajo o mierda)18.
17
Sirva de ejemplo el siguiente listado de Postal (2004: 159): beans, crap, dick, diddley, did-
dley-poo, diddley-squat, fuch-all, jack, jack-shit, jack-squat, piss-all, poo, shit, shit-all, squat.
18
En cuanto a la restricción señalada por Schwenter (2006: 330) para el inglés, según la cual no
combinan bien con todos los verbos (?I don’t sleep jack), parece que el español es menos restrictivo en
ese sentido (no duermo una mierda últimamente).
19
Ya señalaba Rueda (1997: 268) que los minimizadores son utilizados primordialmente con los
verbos vinculados a las nociones de estimación y aprecio.
Siglo XV 15 0 15
Siglo XVI 57 0 57
Siglo XVII 51 0 51
Siglo XVIII 15 2 17
Siglo XIX 65 3 68
Siglo XX 94 9 103
Siglo XXI 90 38 128
433 52 485
En el caso del verbo importar con minimizador, comprobamos que es muy ha-
bitual y, curiosamente, son mucho más habituales los usos negativos con minimiza-
dor que los usos negativos con negación y minimizador:
1651-1700 1 0 1
1701-1750 0 1 1
1751-1800 10 13 23
1801-1825 2 1 3
1826-1850 6 2 8
1851-1875 5 8 13
1876-1900 23 26 49
1901-1925 9 18 27
1926-1950 19 39 58
1951-1975 26 101 127
1976-1985 19 82 101
1986-1995 21 183 204
1996-2005 81 415 496
2006- 60 506 566
294 1395 1689
nar como negación de lo referido. Asensio (1998: 207) incorpora como expresiones
de rechazo el esquema [Y] un/una + sustantivo: ¡Una mierda!, ¡una leche!, ¡y un
carajo!, ¡y un huevo!, etc.
Incluso podemos encontrar ejemplos de dichas construcciones encabezando
como negación una oración de forma inmediatamente anterior al verbo:
¡Y un huevo voy a hablar con ese baboso, ni aunque me dé el mejor trabajo del
mundo...! 2015 Laforet, Silvia: Dónde puedo alquilar una primavera.
Tenemos, pues, una construcción con un fuerte valor expresivo y enfático, de-
bido a la exclamación y al valor coloquial-vulgar de la construcción, de forma que al
ir antepuesta al verbo (voy a hablar) funciona como negación del mismo.
Asensio (1998: 207) señala como posible origen para estas construcciones la
expresión y un jamón, usada irónicamente con el sentido de ‘sí, de acuerdo, y además
un jamón’. No me parece correcta esa posibilidad, pues el primer ejemplo que hemos
acreditado de y un jamón usado negativamente es de 1927, con ejemplos habituales
desde entonces:
¿Y que toda vida les han de servir de esclavos
los arrendatarios? ¡Un cuerno!
¡que pasen unos días, y veremos si la riqueza no se les vuelve jabón en las manos!
(1858 Díaz Castro, Eugenio: Manuela. Novela de costumbres colombianas)
sino que me favorezca Su Majestad para entender por descanso lo que es des-
canso, y por honra lo que es honra, y por deleite lo que es deleite, y no todo a él
revés, y ¡una higa para todos los demonios!, que ellos me temerán a mí. (1562-
1566 Santa Teresa de Jesús: Libro de la vida)
Al cabo de este cartel estaban muchas veces replicada aquella palabra escanda-
losa de Lutero, «Trotz, trotz», que en lengua tudesca es palabra de menospre-
cio, como acá si dijésemos «Una higa para ellos». (1604-1618 Sandoval, Fray
Prudencio de: Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V)
Por tanto, parece que podemos concluir que el uso de minimizadores, espe-
cialmente vulgares, antepuestos al verbo como expresión enfática de la negación es
independiente de las fases del ciclo de Jespersen, pues
a) Es algo atestiguado desde el siglo XVI, mucho antes de que se acreditara
en el siglo XVIII la fase de marcar la negación exclusivamente con el minimizador
como elemento postverbal.
b) La alternancia en el empleo de minimizadores postverbales con elementos
de negación preverbales y minimizadores postverbales exclusivos como marcas de
negación se da únicamente con verbos de estima y valoración, sin embargo, el uso de
minimizadores, especialmente vulgares o tabú, como elementos de negación ante-
puestos al verbo tiene un espectro combinatorio verbal mucho más amplio:
“Nos vemos mañana”, le había dicho ella. “Un carajo nos vemos”, dictaminó
Borgovo en silencio. (2014 Birmajer, Marcelo: Las nieves del tiempo)
Quizás podríamos concluir con la idea de Poletto (2016: 837) de que si bien el
ciclo de Jespersen parece ser un desarrollo universal posible de marcadores de nega-
ción, puede ser desencadenado por un conjunto complejo de propiedades no siem-
pre presentes en las lenguas románicas, ni en la misma medida, de forma que cada
lengua tiene propiedades independientes que han acelerado, ralentizado o bloquea-
do el ciclo, algo también esbozado por Larrivée (2011) al preferir una amplia con-
cepción de «vías de cambio» mejor que un ciclo. En definitiva, según palabras de
Van der Auwera (2010: 101), el proceso es lo suficientemente complejo como para
justificar el poder hablar de ‘ciclos’ más que de ‘ciclo’. Así pues, debemos diferenciar
los siguientes procesos: a) el uso de minimizadores como refuerzo de la negación es
algo que se da desde los orígenes del idioma, y viene plasmado en un espectro muy
Curiosamente, Llop Naya (2017: 101) constata este mismo hecho para el ca-
talán, y comenta que entre los hablantes más jóvenes de catalán existe la tendencia
a construir frases con sentido negativo con el verbo importar mediante el uso ex-
clusivo y único de la primera persona del singular del presente de indicativo, sin el
operador no: m’importa, significando ‘no m’importa’.
De alguna forma, parece como si importar tuviera la tendencia a identificar su
significado con el valor negativo, lo cual explicaría la proporción extraordinaria de
usos con minimizador sin inductor negativo. Esta valoración negativa de importar
puede verse corroborada por las siguientes pruebas (Asensio 1998: 216-218):
a) Existe la construcción ¿y [a x] qué [le/te…] importa? Se trata de una cons-
trucción interrogativa marcada en la que el hablante presupone que el sujeto no es
de interés (no importa) para el dativo. Dicha construcción puede enfatizarse aún
más con términos vulgares y malsonantes intercalados tras el interrogativo: ¿y a ti
qué cojones/coño… te importa? En ocasiones el verbo importar puede desaparecer de
la construcción, o ser sustituido por un verbo de lengua (contar, decir, etc.) o algunas
otras variaciones, pero en estos casos, más que indicar negación, la construcción se-
ñala indiferencia (consecuencia de no importar algo, evidentemente):
El verbo valer también tiene ejemplos desde la Edad Media, pero su empleo
llega con amplia documentación hasta nuestros días. A partir del siglo XVIII encon-
tramos ejemplos de combinación con minimizador como única marca de negación:
Los usos con el verbo darse también llegan hasta nuestros días, ahora bien, su
frecuencia de empleo será menor que la dada con valer y, especialmente, importar.
A partir del siglo XVIII encontramos ejemplos con minimizador como única marca
de negación:
El verbo importar es, con mucho, el más frecuente. De igual forma, presenta
desde el siglo XVIII ejemplos de combinación con minimizador como única marca
de negación, siendo esta su característica más destacada, pues la combinación actual
es mayoritaria en este sentido, frente a la construcción con minimizador como re-
fuerzo de la negación preverbal, lo que parece otorgar al verbo importar, tal y como
hemos señalado anteriormente, una cierta especialización en contenidos negativos:
Del contraste de minimizadores con los cuatro verbos estudiados, parecen des-
prenderse algunas conclusiones:
Ya hemos comentado anteriormente la comparación que subyace al empleo de
los minimizadores. Este hecho es especialmente relevante en el caso de los verbos
de estima y valoración, pues puede ocurrir que haya una comparación explícita y no
escalar:
no hay puta que valga un maravedí, ni dé de comer a un gato, (1528, Delicado, Fran-
cisco: La Lozana Andaluza)
Estamos de acuerdo en parte con Rueda (1997: 296) cuando señala que los mi-
nimizadores en español no son como pas o point en francés, ni han adquirido el valor
negativo como nadie o nada, pues los minimizadores en español (salvo ejemplos como
los últimos nadie, nada, etc., recogidos) no han evolucionado funcionalmente como
en francés. Sin embargo, no estamos de acuerdo cuando afirma que los minimizadores
en español no han perdido su contenido semántico convirtiéndose en instrumentos
gramaticales al servicio de la negación. En primer lugar, debemos considerar que los
minimizadores en español no hay que considerarlos individualmente, sino dentro de
la construcción en que se insertan, y ahí debemos hacer una división entre las cons-
trucciones con verbos de estima y valoración, en las que el minimizador puede ser
el elemento exclusivo de la negación, y en algunos casos (como con importar) es la
construcción más representativa, y construcciones con otras clases verbales, en las que
el minimizador necesita obligadamente la presencia del inductor negativo preverbal.
Por otro lado, y salvo los casos de comparación explícita comentados previamente, el
minimizador ha perdido su valor semántico y funciona exclusivamente como refuerzo
de la negación. Ello viene acreditado por diversas razones: en las construcciones con
minimizador e inductor negativo preverbal, por la implicatura escalar representada,
que pone de manifiesto su comportamiento como término de polaridad negativa, de
forma que en lugar de señalar un contenido específico da lugar a un contenido inde-
terminado, y la negación de un cuantificador indeterminado dará lugar a una cantidad
nula. Es cierto que en ciertas construcciones con el verbo valer combinado con un mi-
nimizador referido a monedas, verduras, etc., podría haber dudas en el significado de la
construcción, pues existiría la posibilidad de que el sustantivo minimizador estuviera
considerado en su valor propio, y no por la implicatura escalar implicada. No obstante,
en construcciones como no entiendo un pimiento, no veo un pijo o no me importa un
comino, el minimizador no está considerado en su significado como sustantivo inde-
pendiente, sino que hay que entenderlo dentro de la escala pragmática implicada, espe-
cialmente porque un pimiento no es objeto de entendimiento, un pijo no es figura de la
percepción visual en el ejemplo tratado, y un comino no tiene relevancia para ser objeto
de importancia. Las construcciones con valer, darse y, especialmente, importar con mi-
nimizador y sin inductor negativo preverbal, surgen en el XVIII por evolución de las
construcciones con negación preverbal, al amparo del denominado ciclo de Jespersen,
pero considerando la construcción en su conjunto, y no el minimizador aislado. En
estos casos, hay un contenido negativo, contenido negativo que no viene dado por el
valor semántico independiente del sustantivo minimizador, sino por el desarrollo de
la implicatura escalar pragmática previa en el marco del ciclo de Jespersen. Así, me im-
porta un comino supone una forma marcada y enfática de negación de la importancia
del sujeto, con mayor énfasis que la expresión con inductor negativo preverbal, dado
el carácter habitual y frecuente de esta forma última de expresión de la negación. Este
paso en el ciclo de Jespersen, en español, no se ha centrado en un minimizador, sino en
la construcción con minimizador, donde el papel del verbo de estima y valoración es
fundamental, pues otras clases de verbos no permiten este funcionamiento.
El uso de minimizadores antepuestos al verbo como expresión enfática de la ne-
gación no lo entendemos como una fase más en el desarrollo del ciclo de Jespersen,
pues se trata de un uso que ha aparecido de forma independiente a las construcciones
con minimizador. Ello queda acreditado temporalmente, pues se muestra a partir del
siglo XVI, cuando el uso de minimizador sin inductor negativo preverbal es a partir del
siglo XVIII, y queda también acreditado porque no está limitado a los verbos de estima
y valoración, que son los que permiten la combinación con minimizador sin inductor
negativo preverbal, sino que se da con un conjunto mucho más amplio de verbos.
El verbo importar es, con diferencia, el verbo más frecuente en su combinatoria
con minimizadores, pues supone cerca de un 350 % más de usos que los dados con el
verbo valer, a pesar de que este último tiene ejemplos desde la Edad Media e importar
surge a partir del XVII. Del verbo preciar solo hemos encontrado usos en la Edad Media
y, por tanto, la comparación no es correcta. El verbo darse tiene un desarrollo temporal
parecido a importar, pero es mucho más frecuente este último, más de un 1000 %.
Es especialmente relevante la combinatoria del verbo importar con elementos
tabú o vulgares. Representan el conjunto más diverso y numeroso de elementos. Frente
a ello, el verbo valer tiene una mayor diversidad combinatoria con frutas, verduras y
legumbres y, especialmente, con monedas. En los casos de preciar y dar, la mayor diver-
sidad combinatoria de elementos es con frutas, verduras y legumbres. Evidentemente
la combinatoria que hemos reproducido es simplemente representativa, pues viene
dada por los corpus de la RAE consultados, pero es obvio que pueden ser otros los
minimizadores posibles en la combinación, sea con los cuatro verbos objeto de estudio
(Martinell & Illamola 2017) o con otros (Rueda 1997; Coterillo 2007).
Los elementos más frecuentes en la combinatoria de cada verbo siguen la ten-
dencia general señalada. Así, suelen ser verduras, frutas y legumbres, con los cuatro
verbos21 (bledo, comino, rábano, pimiento, pepino –importar-, ardite, higa –dar-,
higo, pepino, comino, pimiento -valer-, higo –preciar-), elementos vulgares o tabú
con importar y valer (carajo y mierda), monedas con valer (cuarto, real, duro) y dar
(cuarto), y elementos insignificantes con importar (pito), dar (clavo) y valer (pito).
21
Martinell & Illamola (2017) analizan también la distribución geográfica de bledo, comino,
rábano, pepino y pimiento.
Señalaba Mohren (1980: 16) que la presencia del minimizador con ausencia de
artículo es especialmente extraña en francés. Algo similar ocurre en español, pues son
pocos los casos en los que sucede y siempre con el focalizador ni (mierda, culo, pizca,
ji, pum, guay, porra). Ello no quiere decir que no sea posible la presencia de minimi-
zadores escuetos en español, especialmente desde la Edad Media hasta el siglo XVI
(Coterillo 2007: 353), pero combinados con otros verbos y no con los que estamos
analizando. Parece, pues, que ni modifica la tendencia de la construcción con mi-
nimizador a combinarse con minimizador introducido por artículo indeterminado,
que es lo habitual (salvo unos pocos ejemplos que hemos señalado). Podríamos con-
siderar a este respecto también que hemos encontrado ejemplos de construcciones
con verbo de estima y valoración combinado con ni y un minimizador con artículo
determinado, incluso construcciones oracionales seguidas a ni, tratándose en todos
los casos de elementos despreciables que, en la construcción estimativa, son compara-
dos de forma implícita en una escala evaluativa con valor mínimo:
estoi seguro / De que el papel no vale, ni la tinta / Que gasta aquél, que, como
tal le pinta. (1774 Isla, José Francisco de: El Cicerón)
que la niña no valía ni para darle por el culo no / es que no valía para nada
(2010 PRESEGAL: COM_M21_041)
y Fray Diego no vale ni para asustar a un enemigo. (2003 Peña Tovar, Luz:
Yajicuení. Hijos del Tigre de Espesura)
Eres una mierda. No vales ni para matar a un chaval. (2003 Vallejo, Alfonso:
Culpable)
no les importan ni la belleza ni los colores de las flores; (1962 Isaza de Jaramillo
Meza, Blanca: Itinerario breve)
En sus últimos años ya no le importaba ni la caja del tesoro; (1967 Benet, Juan:
Volverás a Región)
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Resumen: El propósito de este artículo es uno mismo y la fuerza ilocutiva del lenguaje.
presentar una caracterización sintáctica y se- Palabras clave: verbos de habla, reflexividad,
mántica de los verbos llamarse y apellidarse conceptualización cognitiva, contexto puente.
efectuada desde los presupuestos de la lin-
güística cognitivo-funcional. Nuestro obje- Abstract: This article has as its purpose to
tivo es poner de manifiesto cómo funcionan offer a syntactic and semantic profile of the
estos verbos en español, cuáles son sus pecu- verbs llamarse and apellidarse carried out
liaridades conceptuales (peculiaridades muy from the postulates of cognitive-functional
notables en el contexto de las lenguas euro- linguistics. It i sour intention to: (a) show
peas) y cuáles son las posibles razones -histó- how these verbs work in Spanish; (b) iden-
ricas y lingüísticas- por las que estas formas tify their conceptual peculiarities (which are
verbales pronominales y no otras se utilizan quite remarkable within the context of Euro-
en español para expresar el nombre propio pean languages); and (c) explain the possible
y el apellido. El trabajo ofrece reflexiones -historical and linguistic- reasons why these
originales acerca de estos verbos e hipótesis pronominal verbs, and not others, are used
novedosas sobre la relación entre los verbos to express the Christian name and the surna-
de habla, la reflexividad, la representación de me in Spanish. This work provides original
*
Son muchos los lingüistas con los que he discutido los contenidos de este trabajo; vaya mi
gratitud a todos ellos por sus pertinentes comentarios. Vaya también mi gratitud a los evaluadores anó-
nimos del artículo por sus comentarios y propuestas de mejora. Muy especialmente, quiero expresar mi
agradecimiento a los doctores José Luis Cifuentes Honrubia y Antonio Lillo Buades por los valiosos
apuntes que me han hecho a propósito de este estudio. El Dr. Cifuentes me ha hecho sugerencias
conceptuales y terminológicas (fundamentalmente sobre el concepto de atributo y su aplicación a los
nombres propios) muy útiles, que me han animado a perseverar en el estudio de mis hipótesis. Por su
parte, el Dr. Lillo me ha proporcionado valiosos datos sobre el inglés, y me informó de la existencia en
rumano de una manera reflexiva de expresar el nombre propio. Naturalmente, cualquier imprecisión
que haya en el texto es de mi exclusiva responsabilidad. Por otro lado, el trabajo que aquí se presenta
es solo el primer paso en una investigación más amplia en la que estoy trabajando, por lo que ciertos
aspectos del análisis no se abordan con detalle. Muy particularmente, en un desarrollo más amplio de
la investigación ofreceré análisis de corpus cuantitativos y reflexiones basadas en la consulta de fuentes
lexicográficas de carácter diacrónico. Lo que aquí presento es, pues, la línea maestra de mi trabajo y mis
conclusiones cualitativas.
insights about these two verbs along with and the illocutionary force of language.
new hypotheses on the relationship between Keywords: speech verbs, reflexivity, cogniti-
speech verbs, reflexivity, self-representation ve conceptualization, bridge context.
1. PLANTEAMIENTO E HIPÓTESIS
a) Estos verbos han llegado a funcionar como verbos de presentación del nombre
y los apellidos desde su uso literal como verbos de habla. En consecuencia, su
forma reflexiva indicaba, al menos en su origen evolutivo, que el sujeto se auto-
nombraba. En este sentido, este ejercicio de autonominación actuaría como un
acto de habla con fuerza ilocutiva.
b) Si asumimos como premisa que el nombre y el apellido funcionan en estos casos
como atributo, hemos de asumir también que llamarse y apellidarse se compor-
tan en el español actual como verbos pseudo-copulativos. Se habría producido,
así, un proceso de gramaticalización que habría transformado los verbos de habla
llamar y apellidar (verbos transitivos) en pseudo-cópulas.
c) Debe haber algún tipo de motivación para que la lengua española haya desta-
cado este mecanismo para la expresión del nombre y el apellido frente a otras
posibilidades de configuración. Entiendo, pues, que la evolución de llamarse y
apellidarse no es aleatoria.
En este artículo presentaré algunas reflexiones sobre todas estas ideas y anali-
zaré algunos ejemplos concretos que creo que las apuntalan. La estructura del tra-
bajo es la siguiente. En el apartado 2 hablaré de las principales formas de expresar el
nombre propio en las lenguas, y explicaré por qué la variante española es sintáctica
y semánticamente llamativa. En el apartado 3 analizaré los verbos llamarse y apelli-
darse tomándolos como verbos pseudo-copulativos, con objeto de comprobar si su
A) Mi nombre es Pedro.
B) Me llaman / dicen Pedro.
C) (Yo) me llamo Pedro.
1
Deseo expresar mi agradecimiento a diversos colegas y estudiantes extranjeros por la ayuda que
me han prestado en este trabajo al explicarme cómo se introduce el nombre propio en determinadas
lenguas. La información que me han proporcionado me ha resultado enormemente útil.
2
Estos esquemas, y otros que también son posibles, se relacionan con lo que se conoce como
predicados de denominación o usos denominativos del nombre propio (cfr. Fernández Leborans,
1999: 99-101 y 110-111, quien basa sus consideraciones, fundamentalmente, en el trabajo de Kleiber
(1981)). Tal y como explica Fernández Leborans, Kleiber sostiene que el nombre propio es un predica-
do de denominación porque se puede descomponer analíticamente en la fórmula ´ser llamado nombre
propio`. Kleiber utiliza esta fórmula para diferenciar los nombres propios de los comunes. Así, puede
decirse que ´Jaime es el x (el individuo) que se llama / es llamado Jaime`, pero no se puede decir algo
como ´submarino es el x que se llama / es llamado submarino`; para que la estructura con un nombre
común fuera aceptable, habría que poner un artículo: ´el submarino es el x que se llama / es llamado
submarino`. Asimismo, dos oraciones como este instrumento se llama bisturí y este médico se llama Raúl
son claramente distintas, debido al tipo de sustantivo -común o propio- que aparece; en la primera,
hallamos un uso metalingüístico, en la medida en que llamarse se emplea para especificar un tipo de
instrumento, mientras que la segunda aporta un valor informativo, ya que ofrece un dato -el nombre
del médico- que procede de la información extralingüística (Fernández Leborans, 1999: 99-100). En
este trabajo, centraré mi atención en los usos de esta segunda clase.
inconcretos, por lo tanto, los que dan nombre al hablante, representado por el pro-
nombre personal átono me.
Esta forma de introducir el nombre es interesante desde un punto de vista sin-
táctico, puesto que se relaciona con otras construcciones -con las que está emparen-
tada- que son muy peculiares, hasta el punto de que no existe un acuerdo definitivo
acerca de cómo interpretarlas: me refiero a oraciones como llaman listo a Carlos.
Así, para la Real Academia Española (2009: 2870), en una oración como llaman
listo a Carlos, a Carlos es objeto directo y listo un complemento predicativo orienta-
do a ese objeto directo, mientras que con decir, el predicativo se orientaría también
hacia a Carlos, que en este caso funcionaría como complemento indirecto (le dicen
listo a Carlos). Sin embargo, para otros autores, como por ejemplo Gómez Torrego
(2007: 274), el sintagma que expresa la cualidad en estos casos (listo) no es comple-
mento predicativo, sino atributo. La confusión, en cualquier caso, es perfectamente
comprensible, ya que ese tipo de construcciones muestra una gran hibridación for-
mal. Por un lado, los verbos llamar y decir conservan completamente su significa-
do léxico -de habla- en ejemplos como los presentados, lo que los mantiene en la
categoría de los verbos plenos y predicativos4. Por otro lado, sin embargo, también
es cierto que los sintagmas que expresan la cualidad admiten, como explica Gómez
Torrego y asume explícitamente la gramática de la Real Academia, la sustitución por
el pronombre neutro lo (se lo llaman, se lo dicen), algo que, como es sabido (cfr. Real
Academia Española, 2009), solo puede hacerse con los atributos que acompañan
a los verbos copulativos ser, estar y parecer (Carlos es listo > lo es, Carlos está listo >
lo está, Carlos parece listo > lo parece)5. En definitiva, nos encontramos ante unas
construcciones que ponen de manifiesto la ausencia de fronteras nítidas entre las
funciones sintácticas de predicativo y atributo, categorías que mantienen entre sí
relaciones difusas en términos de prototipicidad (cfr. Cifuentes Honrubia, 2012).
Finalmente, el esquema C mantiene la naturaleza activa propia de un esquema
hacer, pero introduciendo una diferencia fundamental: en este caso el flujo de ener-
gía parte del sujeto y se dirige reflexivamente hacia el propio sujeto. La conceptuali-
zación evocada resulta, pues, sorprendente, ya que es el propio sujeto sintáctico, que
puede ser explícito o implícito, quien se autoadjudica su propio nombre. Llamar-
4
Como explicaré más adelante, la pérdida de significado léxico es una de las principales propie-
dades de cualquier verbo, copulativo o pseudo-copulativo, que lleve atributo.
5
En efecto, ni siquiera los atributos con verbos pseudo-copulativos (verbos que, como comentaré
más tarde, sí han experimentado un proceso de desemantización o vaciamiento léxico que no caracteriza
a los verbos plenos) permiten la sustitución por el neutro lo (cfr. Morimoto y Pavón Lucero, 2007; Real
Academia Española, 2009; Van Gorp, 2014). De este modo, una oración pseudo-copulativa como el
médico se quedó contento con la operación no podría transformarse en algo como *el médico se lo quedó con
la operación (cfr. Real Academia Española, 2009: 2836). Volveré sobre este punto más adelante.
10
Morera (2017: 37) ofrece una reflexión que es muy oportuna en este contexto. Este investi-
gador nos recuerda que los hijos reciben el nombre con el bautismo, ritual en el que los padres, que
actúan como hacedores de nombres, eligen el nombre para su hijo. En consecuencia, no parece extraño
que en este texto se seleccione el esquema estativo con ser para aludir al nombre propio, que es, a fin
de cuentas, el nombre que viene dado desde la más tierna infancia. Los hipocorísticos, sin embargo, se
forjan posteriormente, en procesos en los que el propio nombrado puede participar.
Los verbos copulativos son aquellos verbos que sirven para enlazar una cuali-
dad atributiva con el sujeto oracional, de quien se predica esa cualidad (cf. Porroche
Ballesteros, 1988; Real Academia Española, 2009; Cifuentes Honrubia, 2012). En
el caso de la lengua española, disponemos de los verbos ser y estar, especializados
en codificar formulaciones concretas de la atribución11. Una de las principales pro-
piedades de los verbos copulativos es su escaso contenido léxico; dado que lo que
importa en las oraciones copulativas es la cualidad que se atribuye al sujeto oracional
y no el verbo que se encarga de establecer esa atribución, el verbo carece casi por
completo de significado, y se limita a vincular sujeto y atributo aportando única-
mente los rasgos gramaticales (persona, número, tiempo, modo y aspecto), siendo
en la construcción resultante el atributo el elemento más destacado (cfr. Porroche
Ballesteros, 1988: 19-21; Real Academia Española, 2009). Por este motivo, en unas
oraciones como Rosario es simpática o Sebastián está contento, son los atributos sim-
pática y contento, referidos respectivamente a los sujetos Rosario y Sebastián, las fun-
ciones más importantes de la construcción sintáctica.
Sin embargo, la lengua española dispone de más verbos aparte de ser y estar
para expresar atribución; en efecto, el español cuenta con numerosos verbos pseu-
do-copulativos12. Los verbos pseudo-copulativos son unidades verbales que se for-
man siempre a partir de ciertos verbos plenos o predicativos que han perdido parte
de su contenido semántico para acabar convirtiéndose en términos desemantizados
que establecen una relación atributiva entre una cualidad y su base de atribución, el
sujeto oracional (cfr. Morimoto y Pavón Lucero, 2007; Real Academia Española,
2009: 2835-2838; Cifuentes Honrubia, 2012; Van Gorp, 2014). Los verbos pseu-
do-copulativos o semicopulativos son el producto de procesos de gramaticalización,
11
Sobre el uso de ser y estar y sus diferentes maneras de presentar la atribución, pueden consul-
tarse, entre muchas otras obras de referencia, el libro de Porroche Ballesteros (1988) y la gramática de
la Real Academia Española (2009). Para un acercamiento cognitivo, es especialmente recomendable el
trabajo de Delbecque (2000).
12
La Real Academia Española (2009) los llama semicopulativos. En este trabajo usaremos ambas
denominaciones, que en última instancia son sinónimas.
Como se puede apreciar, en los ejemplos reunidos en (2) los verbos llevar, mos-
trarse y seguir conservan por completo su significado y su comportamiento sintáctico
habitual. En (2a) llevar expresa un significado de movimiento y posee un objeto di-
recto (el libro) y un complemento de régimen (a la biblioteca). En el ejemplo de (2b)
el sujeto el policía realiza literalmente la acción de mostrarse ante unos espectadores;
en este caso, pues, mostrarse posee un uso reflexivo, en el que el pronombre se funcio-
na como objeto directo. Finalmente, la oración de (2c) ofrece un uso pleno de seguir,
en el que el sujeto los patitos sigue a través del espacio al objeto directo a su madre.
En los ejemplos de (3), sin embargo, la situación es muy diferente. En los tres
casos los verbos han perdido casi por completo su contenido semántico, de tal ma-
nera que, por estar casi vacíos, se limitan a asociar una cualidad con su sujeto. De este
modo, en (3a) se señala que Raúl se encuentra en el estado cojo desde hace cuatro
días. (3b), por su parte, presenta al verbo mostrarse en un contexto en el que ya no
es transitivo, sino que funciona como una pseudo-cópula que transfiere al sujeto el
policía la cualidad de simpático. Por último, los patitos de (3c) se encuentran en el
estado hambrientos, tal y como se infiere gracias al verbo semicopulativo seguir.
Como se deduce de estos ejemplos, los verbos pseudo-copulativos nunca se des-
emantizan por completo, sino que conservan siempre algo de su significado original,
lo que explica, precisamente, los matices que estos verbos aportan a la atribución (cfr.
Morimoto y Pavón Lucero, 2007; Real Academia Española, 2009: 2835-2838; Van
Gorp, 2014). De esta manera, los valores aspectuales y modales que poseen los verbos
pseudo-copulativos son el producto de la permanencia de algunos matices del signi-
ficado léxico de partida que no terminan de desaparecer, fenómeno que se denomina
persistencia léxica (cfr. Hopper, 1991; Van Gorp, 2014). Veamos un caso concreto.
El fenómeno de la persistencia léxica explica, por ejemplo, que el verbo pseudo-copu-
lativo caer en oraciones como Juan Manuel cayó enfermo ofrezca un matiz aspectual
de resultado, de carácter negativo por lo general (cfr.Real Academia Española, 2009:
2836; Van Gorp, 2014: 449-474). En el desarrollo diacrónico de este verbo, por tan-
to, la noción de movimiento hacia abajo persiste en cierta medida, de manera que el
atributo de la pseudo-cópula adquiere la idea de un estado que es consecuencia de un
evento previo o, como precisa Van Gorp, de una transición; así, de igual manera que
en Juan Manuel cayó a un pozo la ubicación resultante surge del movimiento descen-
dente de la caída, en Juan Manuel cayó enfermo -oración que carece ya de movimiento
alguno- el estado enfermo es el resultado de algún tipo de situación que conduce a él.
Existen en español numerosos verbos pseudo-copulativos, que se pueden clasi-
ficar atendiendo a diversos criterios gramaticales y semánticos13. Morimoto y Pavón
Lucero (2007) proponen una clasificación en virtud de la cual hay varios verbos
pseudo-copulativos. En una primera instancia, tenemos dos grandes clasificacio-
nes: los pseudo-copulativos aspectuales y los no aspectuales, divididos en razón de
si expresan o no algún matiz aspectual. Los aspectuales, a su vez, se subdividen en
estativos y en eventivos, también llamados verbos de cambio. Los estativos, como
continuar o permanecer en ejemplos como el novio continúa nervioso por la boda o la
colección de monedas permanece incompleta, muestran un estado (nervioso e incomple-
ta) que se mantiene intacto en el tiempo; el novio estaba nervioso y sigue estándolo,
de igual manera que la colección de monedas se encuentra incompleta por tiempo
indefinido. A diferencia de los estativos, los verbos de cambio introducen un estado
del sujeto que es nuevo. Pertenecen a este tipo verbos como hacerse, ponerse o que-
darse, tal y como ejemplifican oraciones como estas: Antonio se hizo millonario, la
herida se puso negra y los compradores se quedaron encantados con el coche. En las tres
construcciones se comprende que los sujetos sintácticos alcanzaron unos estados
(millonario, negra y encantados) que no tenían antes.
Por lo que respecta a los verbos pseudo-copulativos no aspectuales, Morimo-
to y Pavón Lucero los subdividen en modales, de percepción y presentación y de
constatación. Los primeros «aportan a la construcción un matiz semántico de ate-
nuación del valor de verdad de la atribución» (Morimoto y Pavón Lucero, 2007:
23). Pertenecen a esta clase verbos como parecer14 y presentarse, caracterizados por
no dar necesariamente por cierta la vinculación atributiva entre sujeto y atributo
(Morimoto y Pavón Lucero, 2007: 56-61). Esta circunstancia explica que en frases
como este dentista parece económico o la fiesta se presenta divertida no se pueda saber
13
En Van Gorp (2014: 75-77) puede encontrarse una síntesis de las principales clasificaciones
que se han propuesto.
14
Nótese que para Morimoto y Pavón Lucero, igual que para otros muchos lingüistas, parecer no
es un verbo copulativo, como ser o estar, sino pseudo-copulativo.
con absoluta seguridad si los atributos económico y divertida se pueden asociar obje-
tivamente a sus sujetos; así, un dentista puede parecer económico y no serlo, de igual
manera que una fiesta que se presenta divertida puede acabar siendo muy aburrida15.
Los verbos pseudo-copulativos de percepción y presentación son aquellos que
derivan de verbos vinculados a la percepción sensorial o a la manifestación explíci-
ta de propiedades del sujeto; pertenecen a este subtipo los verbos verse y mostrarse
cuando aparecen en oraciones como la cocina se ve muy limpia o el director del banco
se mostró comprensivo. Por último, Morimoto y Pavón Lucero incluyen en la catego-
ría de los pseudo-copulativos de constatación el verbo resultar. Este verbo es inte-
resante porque, en realidad, pertenece a dos categorías diferentes. En efecto, Mori-
moto y Pavón Lucero lo ubican tanto en la clase de los verbos de cambio como en la
clase de los de constatación, puesto que resultar posee un funcionamiento doble. Por
un lado, puede señalar cambio de estado en contextos como el motor resultó dañado
tras la explosión (el motor ha pasado de no estar dañado a estarlo), y, por otro, puede
indicar constatación de una cualidad del sujeto en casos como este programa infor-
mático resulta muy eficiente. Desde un punto de vista semántico (cfr. Morimoto y
Pavón Lucero, 2007: 65-67), el resultar de constatación evidencia la actuación de un
‘filtro cognitivo’ que hace que la adjudicación de la cualidad atribuida se efectúe tras
una determinada evaluación; de este modo, solo se puede concluir que un programa
informático resulta eficiente cuando dicho programa se ha utilizado (y, por tanto, se
ha evaluado de algún modo) durante un cierto tiempo.
La Real Academia Española ha ofrecido en su última gramática (2009: 2835-
2864) una clasificación de los verbos pseudo-copulativos o semicopulativos que es,
en general, menos analítica que la defendida por Morimoto y Pavón Lucero. De
acuerdo con la gramática académica, hay tres tipos de verbos semicopulativos: ver-
bos de cambio, verbos de permanencia, persistencia o continuidad y verbos de ma-
nifestación o presencia. Esta clasificación es, en esencia y dejando de lado ciertos
aspectos teóricos, parecida a la de Morimoto y Pavón Lucero y, desde luego, compa-
tible con ella. Así, los verbos de cambio (devenir, ponerse, volverse, etc.) introducen
de modo general atributos que expresan un cambio de estado. Los semicopulativos
de permanencia, persistencia o continuidad, como continuar, permanecer o seguir,
verbalizan atribuciones que no experimentan cambios, atribuciones en las que se
mantiene «un estado de cosas» (Real Academia Española, 2009: 2855). Finalmen-
te, los semicopulativos de manifestación o presencia (aparecer, encontrarse, hallarse,
15
Morimoto y Pavón Lucero utilizan una prueba sintáctica para establecer si un verbo pseu-
do-copulativo es modal o no que resulta muy esclarecedora: la inserción de una oración adversativa.
De este modo, una oración coordinada como el dentista parece económico, pero no lo es es perfectamente
válida, lo que prueba con claridad que parecer es modal.
revelarse, etc.) se combinan con atributos que expresan estados que pueden captarse
por medio de los sentidos (Real Academia Española, 2009: 2859-2860).
A pesar de la diversidad de verbos pseudo-copulativos que acabo de presen-
tar, lo cierto es que todos los verbos que se pueden considerar pseudo-copulativos
comparten unos rasgos fundamentales. Van Gorp (2014: 73-75) considera que las
principales propiedades de este tipo de verbos son las siguientes:
Por último, puede defenderse que llamarse y apellidarse están muy deseman-
tizados, pero no por completo; sigue quedando algo de su naturaleza elocutiva en
su diseño pseudo-copulativo. Podríamos decir, recuperando el concepto de la per-
sistencia léxica (cfr. Hopper, 1991; Van Gorp, 2014), que incluso gramaticalizados
como pseudo-copulativos estos verbos mantienen nociones que parten de los verbos
de habla llamar y apellidar, de los que surgen. Por ejemplo, sus atributos naturales,
los nombres propios y los apellidos, son palabras que hacen referencia a nociones
abstractas que se comunican preferentemente por medio de la palabra. Además, el
esquema B de conceptualización del nombre (me llaman Juan), con el que sin duda
pueden relacionarse llamarse y apellidarse, muestra una conceptualización de carác-
ter claramente locutivo16.
Si se acepta la hipótesis de que llamarse y apellidarse son verbos pseudo-co-
pulativos, debe determinarse también qué tipo de pseudo-copulativos son. En mi
opinión, estos dos verbos funcionan como pseudo-copulativos eventivos o de cam-
bio de estado. Esta interpretación implica, automáticamente, que el nombre propio
representa un estado, pero un estado nuevo que no se poseía antes y que, además,
resulta intrínsecamente mudable (o potencialmente mudable). Esta interpretación
puede parecer, a priori, un tanto contraintuitiva, puesto que, con frecuencia, cuando
se piensa en un atributo nominal17 se piensa en sustantivos comunes (jefe, protagonis-
ta, viajero, dibujante, etc.), no en sustantivos propios. Sin embargo, no hay ninguna
razón para excluir a los nombres propios de esta función sintáctica. De hecho, exis-
ten numerosas evidencias lingüísticas de que los nombres propios poseen propieda-
des -en ocasiones propiedades que solo se perciben históricamente- que los habilitan
para la codificación de estados susceptibles de actuar como atributos18.
En primer lugar, debe tenerse en cuenta que en las lenguas antiguas o en ciertos
estadios originarios del desarrollo de una lengua, puede resultar difícil establecer con
precisión la línea divisoria entre nombre propio y nombre común (cfr. Choza, 2017:
16
Más clara resulta aún la vinculación entre atribución y verbalización en las estructuras, antes
mencionadas, en las que aparecen al mismo tiempo un verbo de habla, un objeto directo y un atributo
(llamó listo a Claudio).
17
Recordemos que en castellano estos atributos se utilizan con el verbo ser (cfr. Porroche Balles-
teros, 1988; Morimoto y Pavón Lucero, 2007; Real Academia Española, 2009).
18
Puede encontrarse un detallado análisis de las características del nombre propio y de sus ras-
gos semánticos y gramaticales en Fernández Leborans (1999). Como señala esta autora, ha sido algo
habitual en la tradición gramatical interpretar el nombre propio como un tipo de palabra que no tiene
contenido semántico y que únicamente se emplea a modo de etiqueta que ayuda a hacer referencia a
personas u objetos únicos y perfectamente reconocibles en el mundo real (Fernández Leborans, 1999:
87-88). Sin embargo, como también explica esta investigadora en diversas partes de su trabajo, no han
faltado los lingüistas que han defendido, con argumentos diversos, que el nombre propio puede activar
nociones predicativas.
99-103). El antropólogo Jacinto Choza analiza, por ejemplo, los nombres, marcada-
mente religiosos, Eva y Adán, y explica que Eva significaba en su origen ´mujer-es-
posa-madre`, mientras que Adán significaba ´varón-padre` (Choza, 2017: 99-103).
Lo interesante, como destaca este investigador, es que esos significados se vinculan,
en realidad, con una serie de acciones que, de alguna manera, les eran consustancia-
les en un determinado momento histórico. Eva es ´mujer` o ´esposa` porque rea-
liza, en su contexto original, acciones como llorar o cuidar de la vida, mientras que
Adán es el ´padre` y ´varón` porque construye el hogar, deja embarazada a la mujer
y ostenta el mando. En suma, Eva y Adán eran, en un primer momento, nombres
comunes que hacían referencia a las acciones que, de modo convencional, hombres
y mujeres tenían asignadas (Choza, 2017: 102).
Los antropónimos o nombres de persona no son, sin embargo, los únicos que
pueden derivar de acciones o eventos estativos. Piénsese en el teónimo Yahvé. De
acuerdo con algunos especialistas (cfr. Sádaba, 2006: 81), este vocablo podría ser el
futuro del verbo ser en hebreo; de este modo, Yahvé significaría etimológicamente
´el que será`. Tal y como explica el filósofo Javier Sádaba, el Dios cristiano les estaría
diciendo de esta manera a los hombres que en el futuro tendrían su ayuda. Sádaba,
no obstante, lleva la conexión entre el ser y su nombre más lejos, y recuerda que es ha-
bitual en muchas lenguas que haya interrelaciones entre ambos conceptos. A modo
de ejemplo, señala que en euskera el equivalente al verbo ser es izan, mientras que
nombre se dice izen (Sádaba, 2006: 81)19. En este mismo sentido, Ullmann (1968:
52-53) considera que los nombres propios surgen en ocasiones a partir de un cierto
simbolismo fonético que vincula el sonido con el significado; uno de los ejemplos
que cita Ullmann procede del escritor Jules Romains, quien bautizó en una de sus
obras una calle como rue Réaumur partiendo de la conexión entre el lugar (la calle)
y el sonido (en francés rumeur) realizado por los carruajes que pasaban por esa calle.
En segundo lugar, puede asumirse que, si el nombre propio es un estado pasaje-
ro (puesto que aparece con verbos pseudo-copulativos de cambio), los seres humanos
pueden cambiar de nombre por razones diversas. Gray (1939: 264) ya explicó un
19
Un fenómeno interesante relacionado con la conexión entre el ser y el nombre se encuentra en
samoano. Como explica Bernárdez (2016: 140-142), en esta lengua no existen diferencias morfológi-
cas entre sustantivos y verbos, de manera que una palabra como alofa puede significar ´amor` y ´amar`;
será siempre el contexto sintáctico el elemento que determine su valor exacto. Lo relevante es que esta
peculiaridad de la gramática samoana se relaciona con una cierta visión de la realidad de la sociedad en
que el samoano se habla. En esta cosmovisión, todo es siempre dinámico y cambiante, por lo que una
distinción clara entre sustantivos y verbos no es operativa. En lugar de eso, los hablantes de samoano
usan palabras como alofa, que son, en sentido estricto, «una sola cosa, un estado, visto de dos maneras»
(Bernárdez, 2016: 141). Las cosas no llegan a ser, en la mente de los samoanos, entidades cerradas, sino
que existen siempre en el cambio y la transformación.
20
Sobre este asunto puede consultarse también el libro de Morera (2017).
21
No obstante, como señala Turner (2014: 65-66) también es normal en muchas sociedades in-
tentar preservar una identidad estable, fijada por diversos procedimientos. De acuerdo con Turner, los
nombres propios también se pueden emplear para señalar que el yo se mantiene siempre más o menos
inmutable. También ayudarían a mantener la estabilidad de la identidad del sujeto ciertos rituales cul-
turales, como las fiestas de cumpleaños, cuya estructura repetitiva año tras año (tarta, regalos, velas…)
serviría para estabilizar la identidad.
Antonio Damasio (2018), por ejemplo, considera que lo que interpretamos como
la identidad personal -lo que Damasio llama ser autobiográfico- no es más que el re-
sultado final de un proceso neurológico. Así, el sujeto biológico parte de un proto-
ser, caracterizado por poseer una combinación de conexiones neurológicas que da
como resultado un ser vivo sin conciencia de sí mismo. De ese protoser se pasa al
ser central, en el que las conexiones neurológicas son ya lo suficientemente avanza-
das como para que el sujeto sea consciente de su propia existencia. Finalmente, el
ser autobiográfico se consuma en los individuos que tienen no solo conciencia de sí
mismos, sino también memoria de su propio ser. El neurocientífico Francisco Mora
(2008: 225-234) también ha reflexionado sobre estas nociones, y afirma que es una
equivocación concebir la identidad y el yo como conceptos estáticos; el individuo va
transformándose continuamente, guiado por los procesos cerebrales.
Si el nombre propio es un estado potencialmente pasajero, y llamarse y
apellidarse son verbos pseudo-copulativos de cambio, cabe preguntarse cómo se
produce el cambio que conduce a la imposición del nombre. Para entender este
proceso, debemos acudir a la fuerza pragmática del lenguaje, materializada en los
actos de habla. Como se sabe (cfr. Escandell Vidal, 1996, capítulos 3 y 4), en la
teoría pragmática de los actos de habla se postula que al hablar los emisores no
solo pronuncian frases, sino que también realizan acciones. Esto se debe a que las
palabras implican una fuerza pragmática que tiene la capacidad de modificar la
realidad inmediata. La idea de que el lenguaje crea la realidad o le da forma goza
de mucha tradición en lingüística y filosofía. Umberto Eco (1999: 19) señaló que
incluso Dios, en el Génesis, crea el mundo con un acto de habla; así, solo tras decir
«haya luz», hubo luz, de igual modo que únicamente tras «llamar» a los fenó-
menos naturales (día, noche, cielo…), tales fenómenos comenzaron a existir. Nos
recuerda Eco, en definitiva, que el lenguaje es generador de realidades22.
En este mismo sentido, Gray (1939, capítulo IX) desarrolló la idea de que
los nombres tienen poder, poder que pueden ejercer sobre la persona que los co-
noce23. Como explica este autor, en muchas sociedades se asume que al hablar de
algo, bueno o malo, se le está trayendo a la realidad; esto explica, por ejemplo, que
con frecuencia se empleen términos sustitutorios para evitar nombrar a entidades
22
Pueden encontrarse numerosas reflexiones sobre esta misma idea en Morera (2017). Por ejem-
plo, este investigador señala que el origen del mundo no se configuró con el uso del lenguaje solo en el
modelo cristiano. En la religión de los mayas, tal y como muestra el Popol Vuh, los objetos del mundo
surgieron gracias al empleo de la palabra (Morera, 2017: 37). Sucede también, señala Morera, que en
algunas culturas los nombres de las cosas los conceden los seres humanos, no las divinidades; es el caso
de la China antigua, en la que el privilegio de dotar de nombre a las realidades era exclusivo del empe-
rador (Morera, 2017: 36-37).
23
Gray habla en su trabajo constantemente de «the power of the Name».
negativas, como el demonio (Gray, 1939: 264). En este mismo sentido, se consi-
dera en muchas lenguas que los nombres de los dioses deben ser secretos, para que
solo los muy iniciados en su culto puedan nombrarlos; de este modo, el resto de
hablantes deben emplear epítetos descriptivos para hacer referencia al dios al que
veneran24 (Gray, 1939: 263).
Como hemos visto, el nombre propio ofrece muchas capacidades semánticas
que le habilitan para ejercer de atributo oracional. Hemos observado también que
el nombre propio puede ser pronunciado, lo que constituye en sí mismo un acto
creador. Con estos elementos, ya puede describirse el proceso diacrónico en virtud
del cual los verbos transitivos llamar y apellidar han llegado a ser pseudo-copula-
tivos de cambio. El proceso que voy a describir se basa en otro proceso muy seme-
jante que han experimentado otros verbos pseudo-copulativos, concretamente los
de percepción y presentación. En efecto, como han establecido Morimoto y Pavón
Lucero (2007: 61-65), un verbo como ver, por ejemplo, solamente ha podido llegar
a ser pseudo-copulativo tras un proceso que ha pasado por tres fases. En la primera
fase, el verbo se emplea de modo transitivo, junto a un complemento predicativo
que incide sobre el objeto directo (Veo contenta a Begoña). En una segunda fase, el
esquema transitivo se mantiene, pero se vuelve reflexivo, de modo que es el sujeto
oracional quien se aplica a sí mismo el complemento predicativo tras verse en algún
lugar (Begoña se ve guapa en el espejo). Finalmente, la forma reflexiva se convierte
en una pseudo-cópula tras consumarse el proceso de desemantización (Begoña se ve
feliz en su nuevo trabajo).
En mi opinión, este mismo proceso puede adaptarse al caso concreto de lla-
marse y apellidarse. Tal adaptación queda reflejada en las siguientes fases evolutivas:
4. CONSIDERACIONES DIACRÓNICAS
y ´llamar` (Corominas y Pascual, 1980, Volumen III: 721-722), mientras que ape-
llidar tiene su origen en apelar, procedente a su vez del verbo latino appellare, que
significaba ´dirigir la palabra`, ´apelar`, ´llamar (a alguien)` (Corominas y Pascual,
1980, Volumen I: 296-297). De ambos verbos, solo llamar sigue funcionando en la
actualidad como verbo de habla, puesto que apellidar ya no se emplea en castellano
como verbo de habla transitivo. Si se examinan los documentos del CORDE, se ob-
serva de inmediato que en las primeras etapas de la lengua española llamar y apelli-
dar se utilizaban muy activamente como verbos de habla, lo que es coherente con las
predicciones del planteamiento de este trabajo. A continuación, ofrezco, a modo de
ejemplo, dos textos que muestran el uso, ya desaparecido, de apellidar como verbo
de habla; como se puede apreciar, en ambos casos el verbo mantiene su valor etimo-
lógico de ´apelar` y ´llamar a alguien`:
(5) E tomó gran poder & no se quiso detener; & apellidó toda su tierra y fue-
se contra aquellos dos Reyes (Anónimo, Libro del cavallero Cifar, España,
1300-1305, CORDE)
(6) EN el año del Señor de nuevecientos y diez años el rey Almançor, aquel que
el conde Fernán Gonçales había vencido, passó en África y apellidó todos
los moros y turcos, rogándoles que quisiesen pasar en España por le ayudar
y vengar la injuria que el conde Fernán Gonçales le había dado (Anónimo,
La crónica del nomble cavallero el conde Fernán Gonçales, con la muerte de
los siete infantes de Lara, España, 1500, CORDE)
(7) «¿Como? ¿No eres christiano?» «No señor», dixe yo. Dixo el: «Por Dios,
mal te conozco, e por buena fe puedes decir que has nombre Esclabor el no
conocido». Y assi como el rey me llamo estonces, assi me dixeron despues
(Anónimo, La demanda del Sancto Grial, España, 1470, CORDE)
(8) Por ella soy temido de hombres y querido de mujeres, sino de ti. Por ella le
dieron Centurio por nombre a mi abuelo y Centurio se llamó mi padre y
Centurio me llamo yo (Fernando de Rojas, La Celestina. Tragicomedia de
Calisto y Melibea, España, 1499-1502, CORDE)
En estos dos textos puede verse el verbo llamar asociado al proceso de tener un
nombre. En (7) el narrador explica la razón de su nombre, y hace referencia al rey
que lo llamó de ese modo. Nótese que el nombre procede del acto de habla del rey,
que es quien lo llama así y, por tanto, quien cambia su estado; de hecho, en el texto
se aprecia perfectamente ese cambio de estado, pues se explica el motivo por el que el
rey eligió ese nombre, se dice que le llamó y se puntualiza, usando el esquema B, que
«assi me dixeron despues». El fragmento de (8) también explica el origen del nom-
bre del personaje que habla, y se dice que dieron ese nombre al abuelo, de quien pasó
a padre y nieto. Es interesante observar que, tanto en este ejemplo como en el ante-
rior, se conceptualiza el nombre como un ´objeto`, como algo que se tiene («has
nombre», se dice en (7)) o que se da; de este modo, por medio de una metáfora
ontológica (cfr. Lakoff y Johnson, 1986: 63-70), el nombre, que es algo abstracto, se
concibe como un objeto tangible, lo que permite referirse a él de un modo sencillo
y fácil de comunicar. Queda claro, en definitiva, que el nombre propio es un estado
que se alcanza de alguna manera -incluso como si fuera un objeto que se recibe- y
que cambia para siempre al individuo.
Sin embargo, para validar empíricamente las hipótesis de este trabajo, es ne-
cesario documentar usos en los que los verbos se encuentren en construcciones
reflexivas y en los que aparezca algún sintagma que funcione como complemento
predicativo del sujeto o que introduzca de alguna manera un estado del sujeto. Estas
construcciones, propias de la fase 3, son la antesala necesaria a la generación de las
pseudo-cópulas llamarse y apellidarse. Pues bien, como se muestra a continuación,
es relativamente fácil hallar en el CORDE textos que confirman la existencia de este
tipo de estructuras. Ofrezco a continuación varios ejemplos con llamarse:
(9) ¿Et por qué suyo me llamo / et non me quiere acorrer? ( Juan Torres, Poe-
sías [Cancionero de Palacio], España, 1430-1440, CORDE)
(10) […] por el preçio e quantia de quatroçientos e trese florines, contando a
çient blancas de Castilla por cada florin, que de vos otorgo aver tomado e
En todos estos ejemplos aparece el verbo llamarse en primera persona del sin-
gular acompañado de un sintagma con valor de predicativo que expresa el estado
que el sujeto se está adjudicando reflexivamente. En (9) el sujeto se considera a sí
mismo suyo, es decir, se tiene por un abnegado servidor de la mujer de la que está
enamorado. El texto de (10) muestra a un sujeto que se da por contento e por bien
pagado con una determinada transacción comercial; cabe destacar que en este texto
el complemento predicativo que introduce el nuevo estado -la satisfacción tras un
acuerdo económicamente beneficioso- adopta la forma de un sintagma preposicio-
nal26. En el caso del ejemplo (11), nos encontramos con una advertencia acerca de la
posibilidad de que alguien se adjudique a sí mismo el estatus de Papa -de Roma- sin
haber sido legítimamente elegido. Este ejemplo ilustra muy bien el uso de llamarse
como verbo con fuerza pragmática que puede designar un cambio de estado muy
importante en el mundo real: el de pasar por Papa, sin serlo. Finalmente, en (12) y
(13) el sujeto se declara servidor y socialista, respectivamente. De nuevo, observamos
que el verbo indica que es el propio sujeto quien realiza la declaración que establece
ese estado, declaración que, en el caso del ejemplo (13), está reforzada por las expre-
siones modales en verdad y filosóficamente. Se trata, además, de un estado codificado,
como ya ocurría con el posesivo suyo o con el término papa, con complementos pre-
dicativos de carácter nominal.
26
El complemento predicativo preposicional es muy común en la lengua española. Sobre este
tipo de predicativo, se puede consultar la gramática de la Real Academia (2009: 2864-2895) y el traba-
jo de Cifuentes Honrubia (2012).
Todos estos textos muestran el empleo de llamarse propio de la fase 3 del pro-
ceso evolutivo; los predicativos que aparecen, por tanto, introducen un estado que
el sujeto se atribuye de modo reflexivo de acuerdo con dos requisitos: el uso de la
fuerza pragmática del lenguaje y la conciencia de estar realizando una acción verbal.
Estas circunstancias explican que los sintagmas que expresan el estado deban ser in-
terpretados todavía como predicativos y no como atributos, ya que el verbo llamarse
conserva buena parte de su valor locutivo. El hecho de que nos encontremos con
complementos predicativos establecidos voluntariamente por el propio hablante
permite, tal y como establece la teoría de Vera Luján (2003), que en estas oracio-
nes pueda aparecer potencialmente la estructura a sí mismo; por ejemplo, alguien
puede llamarse suyo, papa o socialista a sí mismo, en la medida en que llamarse está
estableciendo el proceso por el cual el conceptualizador desea establecer su propio
estado. Desde esta configuración puede pasarse ya, una vez consumado el proceso
de desemantización, a la fase 4, en la que el elemento estativo adopta la forma de un
nombre propio, convertido en un atributo sintáctico.
El verbo apellidarse también se documenta en estructuras como las que acabo
de analizar. A continuación, pueden verse tres ejemplos:
(14) Echad la barba en remojo / Pues la mía veis pelar. Ignorancia / Ignoran-
cia me apellido / Pues troqué el bien necesario / Por otro ligero y vario
(Anónimo, Relación de la sortija que se hizo en 31 de marzo de 1590 [Actos
públicos en Madrid], España, 1590, CORDE)
(15) Por mi poder monarca me apellido / del monte todo; haciendo mi ardi-
miento / que se juren en su circunferencia / juntos hombres y fieras la obe-
diencia (Vicente García de la Huerta, Endimión, poema heroico [poesías],
España, 1755, CORDE)
(16) La sociedad ultrajada, tal vez dice ya con indignación y escarnio: «ese que
se apellida el heredero de la casa del duque de la Azucena, no es más que
un huérfano miserable» (Wenceslao Ayguals de Izco, La Bruja de Madrid,
España, 1850, CORDE)
de causa por mi poder hace referencia a la capacidad que tiene el sujeto para transfor-
marse a sí mismo en dicho monarca.
Por último, el ejemplo de (16) muestra, con gran claridad, un uso de apellidarse
en el que, como ocurre también con llamarse en casos como el del ejemplo (11), un
individuo pretende, o puede pretender, atribuirse un estado con beneficios jurídicos
o económicos. Así, mientras que en (11) se hablaba de la posibilidad de que alguien
intentara investirse de un modo fraudulento como papa, en este ejemplo se habla de
una persona que desea hacerse pasar por el heredero de un ducado. Este ejemplo es
especialmente valioso por varias razones. En primer lugar, ilustra con precisión cómo
apellidarse se ha utilizado en español como verbo capaz de instaurar un estado nuevo
a partir de un acto de habla realizado por el interesado; en efecto, es el sujeto quien
se autoproclama27 heredero, sin serlo. Por otro lado, el ejemplo exhibe los dos estados
enfrentados: por una parte, está el estado autoadjudicado -ser el heredero- y, por otra,
está el estado real – ser un huérfano miserable-. Como se puede apreciar, apellidarse
muestra aquí un cambio de estado propiciado por el sujeto y orientado hacia él mismo,
pero un cambio de estado, en términos de Morimoto y Pavón Lucero (2007), modal,
ya que no llega a tener efecto: el sujeto solo parece el heredero, pero no lo es.
Estos ejemplos que he analizado demuestran también que, a pesar de que
apellidarse está especializado en introducir el apellido (al menos en el español
de hoy), se ha utilizado en determinados momentos a lo largo del tiempo con el
valor original de verbo de habla que introduce pragmáticamente un cambio de
estado. De hecho, este comportamiento de apellidarse se puede explicar por me-
dio del concepto de poligénesis semántica (Geeraerts, 1997: 62-68), fenómeno
27
Creo que es necesario reparar en la existencia en español del verbo autoproclamarse, por cuanto
que es un verbo que, hasta cierto punto, demuestra la validez de las hipótesis defendidas en este artí-
culo. Como resulta obvio, autoproclamarse es la forma prefijada (por auto-) y reflexiva de proclamar,
verbo vinculado etimológicamente con llamar, pues ambos derivan del latín clamare (Corominas y
Pascual, 1980, Volumen III: 721-722). Así, autoproclamarse significa literalmente, atendiendo a su
origen etimológico y a su morfología, ´llamarse a uno mismo`. Lo interesante es que autoproclamarse
se utiliza en español sobre todo para hacer referencia a personas que se adjudican a sí mismas puestos
laborales o cargos públicos de un modo unilateral. El verbo autoproclamarse estaría especializado, por
tanto, en codificar eventos de la fase 3 de nuestro continuo. Naturalmente, en una oración como Juan
se autoproclamó jefe de la empresa, jefe de la empresa desempeña la función de complemento predicativo,
tal y como explica la Real Academia de la Lengua (2009: 2877-2878), para quien el verbo proclamar,
en general, se comporta como un verbo de elección. Proclamar y su forma autorreflexiva también se
pueden relacionar con los verbos que la Academia llama de denominación, entre los que se encuentra,
aparte de llamar, nombrar (Real Academia Española, 2009: 2877-2878), todos ellos verbos que, junto
a un predicativo, pueden denotar la adjudicación de un nuevo estado. Obsérvese el texto que cita a
propósito de nombrar la Academia (Real Academia Española, 2009: 2878): «Ya ves que ahora me han
nombrado gobernador» (Pozas, R., Juan).
5. CONCLUSIONES
zones por las que el español ha destacado de manera predominante estas formas
reflexivas para expresar el nombre propio cuando hay alternativas construccio-
nales -algunas muy extendidas en las lenguas- igualmente válidas. Como hemos
visto, la lengua española ha privilegiado los verbos de habla llamar y apellidar
por su fuerza pragmática y por la posibilidad que ofrecen de introducir estados
del sujeto novedosos. De esa predicación locutiva y reflexiva que pone de ma-
nifiesto un cambio de estado (codificado sintácticamente con un complemento
predicativo) se ha llegado evolutivamente a unas formas verbales desemantizadas
y de morfología reflexiva que, convertidas en pseudo-cópulas, se han constitui-
do como una configuración específicamente adaptada para hacer referencia al
nombre propio. Este proceso puede haberse visto influido, además, por diversos
acontecimientos culturales que, durante la Edad Media, modificaron la visión de
cómo debe concebirse el individuo en un contexto religioso nuevo. Finalmente,
este trabajo, de modo general, aporta nuevas evidencias sobre la necesidad epis-
temológica de estudiar el lenguaje humano de un modo cognitivo, puesto que, si
no se toman en consideración factores como el significado de las palabras y de las
conceptualizaciones o las motivaciones extralingüísticas que pueden intervenir
en el uso de la gramática, resulta muy difícil llegar a comprender el funciona-
miento global de cualquier lengua.
BIBLIOGRAFÍA
Villaverde Maza, Noemí (2017): Una antropóloga en la Luna. Las historias más
sorprendentes de la especie humana, Madrid, Oberon.
Corpus
CORDE = Real Academia Española: Banco de datos (CORDE) [en línea].
Corpus diacrónico del español. <http://www.rae.es> [16/09/2019].
CREA = Real Academia Española: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus
de referencia del español actual. <http://www.rae.es> [20/09/2019].
*
Este trabajo se ha realizado en el marco del Proyecto I+D+I. FFI 2017-82898P «De construc-
ciones periféricas a operadores discursivos: un estudio macrosintáctico del español actual», cofinan-
ciado por el Ministerio de Economía y Competitividad y fondos FEDER.
1. INTRODUCCIÓN
2. LA ATENUACIÓN
Las palabras más repetidas para caracterizar la atenuación son mitigación (Ca-
ffi, 1999, 2007) o minimización.
2
Necesitaría precisarse en qué sentido se habla de «categorías pragmáticas».
Este proceso «starts and ends in discourse» (idem), los términos léxicos se
usan con funciones ilocutivas o discursivas. Claridge y Arnovick (2010) proponen
el término discursisation cuando un elemento pragmático desarrolla funciones dis-
cursivas nuevas, usando su multifuncionalidad, algo reconocido por otros autores
(Brinton, 2010; Fuentes Rodríguez, 1996).
En las estructuras que estudiamos en este trabajo se produce una desemanti-
zación, al menos en uno de los empleos, como propugna Heine (2003: 579), y una
generalización del contenido. Este pasa de lo designativo a lo procedimental, como
hemos defendido para otras unidades (Fuentes Rodríguez, 2016). En todos ellos
se cumple el layering y también el proceso de intersubjetivización (López Couso,
2010), entendido como una referencia al campo del hablante (Fuentes Rodríguez,
2016)6. Como Cifuentes Honrubia (2003: 14) afirma, obtenemos un contenido
más abstracto: «un aspecto común en todas las definiciones dadas sobre grama-
ticalización es la adquisición por parte de una unidad lingüística de un contenido
gramatical o más abstracto, o bien el paso de una unidad de contenido gramatical a
otro más gramatical».
Traugott (2003: 645) lo liga al contexto: «(…) the process whereby lexical
material in highly constrained pragmatic and morphosyntactic context is assigned
grammatical function, and once grammatical, is assigned increasingly grammatical,
operator-like function». Algunos autores han defendido un proceso de gramatica-
lización en el que se impliquen razones o funciones pragmáticas, que pasan, así, a
la gramática. Garachana (1999: 156-7) propone el proceso siguiente para encima:
sintagma preposicional > adverbio > conector aditivo > interjección impropia.
En Fuentes Rodríguez (2016) proponemos para para colmo un cambio como
el que reinvidican Traugott (1995) o Company (2003): adverbios o sintagmas pre-
posicionales que pasan a desarrollar una función como marcador discursivo, sea este
conector u operador (Fuentes Rodríguez, 2003). El proceso sufrido es una fijación
sintáctica, generalmente una extraproposicionalidad sintáctica (Dik, 1997; Fuentes
Rodríguez, 2007), un salto a la macrosintaxis (Berrendonner, 1990, 2003; Blanche
Benveniste, 2002; Fuentes Rodríguez, 2017b), y semánticamente un debilitamiento
de contenido que lo lleva a lo procedimental, al desarrollo de contenidos macroes-
tructurales, dependientes del entorno. Los que separan gramática y pragmática los
6
Consúltese también Traugott (1995), Stein-Wright (1995) o Nuyts (2001).
3.1. En lo posible
3.1.1. Esta estructura aparece como una construcción fijada, no admite inserción de
elementos: *en lo muy posible, *en lo más posible. Es un sintagma en origen que actúa
como grupo, con una función y significado únicos. Cumple, así, uno de los pasos de
la gramaticalización. Tenemos que preguntarnos si su contenido deriva del de sus
miembros o ha sufrido un proceso de debilitamiento o generalización.
La base léxica es el adjetivo posible, con lo que deriva al campo de la modali-
dad epistémica. Con ella el hablante presenta los hechos de manera que no puede
asertar su verdad o falsedad. Generalmente esto ocurre con entornos de futuro o
modalmente marcados. Sin embargo, tenemos que decir que la construcción que
estudiamos aquí no parece relacionarse de forma prototípica con el concepto de po-
sibilidad. Si comparamos las siguientes realizaciones podremos ver las diferencias:
7
Y por ello consideran marcadores discursivos a conjunciones como y o pero cuando relacionan
enunciados o intervenciones. ¿Su categoría ha cambiado? Se identifica, así, la gramática con la sintaxis
de la oración, una limitación que, como hemos indicado en otros lugares, no suscribimos (Fuentes
Rodríguez, 2017b).
8
Cfr., al respecto, también Buenafuentes (2007).
Indica acción futura que no se afirma como verdadera o falsa. En este caso posible-
mente se combina con subjuntivo o futuro, aunque parece más natural con el primero:
Con ese contenido de «si puedo» son más aceptables las formas si es posible, a ser
posible. En el caso siguiente posiblemente se combina con una perífrasis de obligación:
Como percibimos, hay algunas diferencias entre las dos formas citadas.
Posiblemente es un operador de posibilidad epistémico. En lo posible en algunos
contextos se comporta como un operador atenuativo de la modalidad deóntica.
Posiblemente conmuta con quizás. En lo posible con «en lo que pueda(s)» o «si
puedes». Establece una limitación a la realización del hecho designado o a la fuer-
za ilocutiva. En este último caso tiene como efecto una atenuación de los efectos
impositivos.
(4) Pero me gustaría que lo festejemos, que nos riamos de esto y, en lo posible,
de todo lo que está a mano para hacernos reír. Yo también te quiero, guacha.
(CORPES, Herrera, Marcos: Ropa de fuego, 2001).
(7) Esto ocurrió en 1827, pero fue sólo hacia 1850 en que el abuelo de mi
abuela, Don Lorenzo Barrios, mayordomo de la imagen, comienza a restaurar
el culto a la virgen y las costumbres de los guanches respecto a ella. La llamó
“fiesta de los naturales”. El viejo santuario se adecenta y restaura en lo posible.
Es en ese momento cuando comienzan a llegar los peregrinos que desde 1863
se hacen masivos. (CORPES, Marrero, Marisol: Las brujas modernas vuelan
en la red, 2001).
(8) Las especies se presentan en orden alfabético, según el orden y/o familia,
género y especie. Incluyen, en lo posible, todas las especies exóticas detectadas
en el país. Sin embargo, algunos cuadros están incompletos, especialmente
(9) Durante algunos días, los cuatro o cinco previos a la fecha convenida con
el conocido, Yuyo Galves se abstuvo en lo posible de ver vis a vis a sus amigos.
(CORPES, Ehrenhaus, Andrés: La seriedad. Barcelona: Mondadori, 2001).
mecanismo cortés, aunque no en todos los casos. Se trata de una reducción de la impo-
sición, pero no a través de una estrategia interactiva o una referencia a la voluntad del
receptor (si no te importa, por favor) sino por rebajar las posibilidades de realización
de un hecho. No se apunta a la libertad del oyente; tiene en cuenta las limitaciones ex-
ternas que pueden impedirle realizar una acción. Las diferencias en la fuerza ilocutiva
del acto directivo dependen de la forma verbal con la que se combina: con imperativos
en (10), futuros hipotéticos prospectivos (11) o perífrasis de obligación en (12, 13):
(10) BETINA: En lo posible sea breve, por el tiempo, recuerde que le dije que...
(CORPES, Robino, Alejandro: Risas grabadas. www.celcit.org.ar: celcit.org.
ar, 2013-04-23).
(11) Se podría organizar para los mismos, programas sencillos, con objeti-
vos concretos de acuerdo a las necesidades e intereses de la comunidad. Las
emisiones podrían dirigirse a los artesanos individualmente, o a grupos for-
mados en cada localidad, que podrían reunirse con regularidad para analizar
y discutir los mensajes recibidos y en lo posible emprender alguna acción en
relación a ellos. En este caso los programas, podrían organizarse con instruc-
tores en régimen de tutorías. (CORPES, Miranda de Alvarenga, Alejandra
Estelbina: Las artesanías tradicionales del Paraguay. Análisis cualitativo
y descripción socioeducativa de sus productores. Asunción: Ministerio de
Educación y Cultura, 2001).
(12) Yo no podía poner la mano en el fuego por Fonseca, pero habría jurado
ante cualquier tribunal de metodología profesional que era el mejor guía de los
posibles para meterse en el berenjenal en el que se estaba metiendo Almudena.
Lo que había que hacer era poner siempre entre paréntesis las informaciones
que diera, contrastarlas en lo posible y no jugársela. (CORPES, M. Reverte,
Jorge: Gálvez en la frontera. Madrid: Santillana, 2001).
(13) La sobreexcitación nerviosa es perjudicial a la digestión y debe evitarse en
lo posible. Los adelgazamientos rápidos, tan en boga hoy en día, son peligrosos,
ya que exponen al estallido de una tuberculosis o de un trastorno digestivo
(CORPES, Goldemberg, I.: El nombre del padre. Lima: Alfaguara, 2001).
Aparte de estos casos de modalidad exhortativa, los más frecuentes, hemos en-
contrado alguna ocurrencia con actos valorativos o desiderativos como el siguiente:
(20)Escoger leche y derivados bajos en grasa, en lo posible sin grasa.(COR-
PES,“Cómo seleccionar sus alimentos». Revista de Nutrición XXI. Santiago de
Chile: Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad
de Chile, 2002).
(21) -Vamos, trae tinta china y un pincel. En lo posible, de pelo de marta.
(CORPES, Maronna, Jorge; Pescetti, Luis María: Copyright: plagios literarios
y poder político al desnudo. Barcelona: Plaza & Janés, 2001).
Del primer valor, limitativo, podemos citar (24) aunque mantiene cierto valor
de recomendación:
(25) Nunca la pensé mucho. Todo fue llegando de a poco y, con el tiempo,
se fue armando de la manera que está hoy. En lo posible trato de poner cosas
que tengan un significado que vaya más allá de lo puramente estético, pero
claro, eso no se puede dar con todo. Además, es el tiempo y lo que uno vive lo
que también hace que los momentos se identifiquen con los objetos y así éstos
adquieran una importancia especial. (CORPES, Maldonado, Ari: «Puertas
adentro». ED. Santiago de Chile: ed.cl, 2012-06).
(26) Prevención
– Limpiar la vivienda y cambiar la ubicación de los objetos pesados (…)
- En lo posible, eliminar los reservorios del parásito que ocasiona el mal: perros,
gatos, cerdos y murciélagos. (CREA, El Salvador Hoy, 06/04/1997)
(27) A todos nos vendría bien una cura de minúsculas para rebajar humos
retóricos. En lo posible nos tendríamos que atener a la norma estricta de que
sólo van con mayúscula los nombres propios de personas o de entes persona-
lizados. Las excepciones, con permiso por escrito. (CREA, A. de Miguel: La
perversión del lenguaje, 1994)
3.1.4. Como podemos ver, se acerca al operador discursivo por su distribución, fija-
ción formal y contenido procedimental (función discursiva de atenuación). La limi-
tación es el contenido base, que se desarrolla en el plano dictal, como complemento
verbal, o en el modal, afectando a la fuerza ilocutiva. En ambos se presenta una op-
ción al oyente y a veces se percibe cierto contenido cercano a lo deseable. Así sucede
en el uso como complemento verbal.
(30) El esperaba que fuera sólo eso, un paréntesis, en lo posible no muy largo, el
tiempo suficiente para que ella se diera cuenta que era él quien podía darle lo
que ella necesitaba. (CORPES, Arcos Levi, René: Después de todo. Santiago
de Chile: Planeta, 2001)
Esta limitación actúa como una opción que implica que la modalidad exhortati-
va no se realice con toda su fuerza. Es una limitación que adquiere una función atenua-
tiva, como una opción al mandato. Las funciones discursivas de en lo posible son, pues:
a) Limitación del contenido dictal —con presente y pasado. No tiene conteni-
do cortés o descortés y actúa como complemento del verbo. Liga el hecho realizado
a las posibilidades contextuales de realización. Puede ser sustituible por en lo que
pueda(s) o si es posible. El primero establece cierto contenido cualitativo que se pier-
de en el segmento en lo posible.
b) Atenuación de la fuerza ilocutiva: generalmente de la modalidad exhorta-
tiva. Aparece entre pausas. Se combina con futuro, con perífrasis de obligación o
proyectivas. Su contenido es rebajar la fuerza modal y pasar de la obligación o im-
posición a la recomendación. El hablante acepta que el oyente no tenga opciones o
que el contexto no le permita realizar lo propuesto. En este sentido es cortés. En este
empleo es un operador, ya que ha desarrollado un contenido procedimental.
9
El CORPES recoge los datos de CREA en los años 2000-2004. Por el volumen de datos y
porque nuestro objetivo era conocer la situación actual, hemos incorporado este otro corpus. De ahí
que lo hayamos limitado a los 4 últimos años del mismo.
10
Aparece el número total y entre paréntesis los valores 1/ 2.
11
Aunque en la página de CREA aparecen 141 casos en posición intercalada, hay tres casos
repetidos, que no hemos computado.
(31) Si logramos salvar, vigorizar y dar impulso a este grupo de ciudades, po-
dremos resistir mucho mejor la hecatombe urbanística que se nos avecina, po-
dremos también salvar en la medida de lo posible y lo compatible con el progreso y
el desarrollo económico la estructura orgánica del pasado y buena parte de un de-
pósito cultural que debemos a todo trance preservar si tenemos espíritu clarivi-
dente, pues a la vez que el mundo avanza a galope tendido hacia la uniformidad
e igualitarismo de las sociedades industriales, también se despierta, conforme
aumenta la disponibilidad de ocio en las masas de una afluent society, el deseo
de encontrar mundos diferentes e insospechados. (CORDE, Chueca Goitia,
Fernando: Breve historia del urbanismo, 1968).
(32) Vigilé de cerca ese proceso y no me separé de Iglesias sino lo indispen-
sable: era mi oportunidad más segura de filtrarme en el mundo prohibido y
Aún hay algún caso en que la construcción se coordina con otros complemen-
tos directamente relacionados con el verbo nuclear, lo que refuerza la hipótesis del
funcionamiento oracional, microsintáctico. Así, en (33) se muestra como comple-
mento circunstancial unida a otro, «en nombre de la patria»:
(33) Y ahora juzgad de la protesta de los imbéciles ante nuestra idea de pe-
dir, en nombre de la patria y en la medida de lo posible, profesores extranje-
ros. (CORDE, Tamayo, Franz: Creación de la pedagogía nacional. 1910).
tenidos, posible y medida, siguen manteniéndose con su valor originario. Por tanto,
estamos ante un complemento del verbo, aunque, como iremos viendo, su conteni-
do se va fosilizando y adopta un valor procedimental.
(38) El léxico archivo debe, en la medida de lo posible, registrar todo vocablo lo-
cal. (CORDE, Casares, Julio: Introducción a la Lexicografía moderna, 1950).
Este valor no anda tan lejos del prospectivo, ya que en realidad aquí no se afir-
ma, sino que se plantean recomendaciones sobre acciones futuras. Véase el siguiente
caso, en el que el contenido prospectivo está en el semantismo del verbo remediar y
en la construcción final (para remediar), que implica una actuación con el propósito
de modificar una situación:
La diferencia con los usos modales es que aparece sin pausas y su incidencia
inmediata es el verbo remediar.
Podemos hablar, pues, de un operador discursivo por su grado de fijación for-
mal, por su fijación funcional (la extraproposicionalidad) y semántica: el contenido
procedimental que desarrolla. En este último aspecto tenemos que hacer algunas
aclaraciones. En la medida de lo posible aparece entre pausas en cualquiera de sus
funciones, como hemos ido viendo, aunque sea más frecuente en el uso modal. En
ambos puede aparecer así cuando se focaliza la información.
En un contexto de futuro, en la medida de lo posible refuerza el contenido de
planificación (instrucciones), que admite cambios:
(45) Entonces pasa a ser responsabilidad del director el descubrir qué es lo que
la gente quiere saber y facilitarles las respuestas y la información en la medida
de lo posible. (Ob. cit., págs. 163 y 164). (CORDE, Carrasco Belinchón, Julián:
Manual de organización y métodos. I. Funciones directivas, 1966).
Limitación 1 13
Modal 6 22
En la medida
8/108 11/100 36/80 49/62
de lo posible
(50) De ahí la presión desesperada que ejerce Hitler sobre Polonia para rom-
per, en la medida de sus posibilidades, el cerco que se va formando en torno a
la amenaza nazi. (CORDE, Anónimo, Nota internacional. Lo que va de ayer
a hoy, 1934).
12
De los 7 casos, 6 son prospectivos. No hay ningún caso en posición inicial.
13
Podría pensarse, como ha sugerido un evaluador, que la construcción libre, en la medida de
sus posibilidades, apunta a una persona concreta (Hitler, en este caso). Puede depender de los aspectos
ligados a él y a su realidad concreta. Si lo sustituimos por en la medida de lo posible, el contenido es más
general, más abstracto. Este es uno de los rasgos diferenciadores del operador discursivo fijado, que
elabora un contenido procedimental constante, aplicable a todos los contextos (vid. Fuentes Rodrí-
guez, 2019).
Podría parecer, tras la lectura de esta tabla, que predomina la referencia al ha-
blante (mis, nuestras posibilidades) pero, aunque tus presente pocas ocurrencias y
vuestras ninguna, en sus posibilidades se incluye la referencia a una tercera persona y
a ustedes, plural formal referido al oyente.
Los resultados parciales de ambas formas nos permiten establecer alguna com-
paración en cuanto a su grado de presencia, el uso predominante o su fijación en el
sistema. La tabla 7 muestra el predominio de en lo posible sobre en la medida de lo
posible, incluso en etapas anteriores. En todos los corpus, la función intercalada es
la preferida.
En la
medida de lo 0 0 0 7 (0/7) 35 (7/28) 42
posible
16
14
En todo el corpus CREA su presencia es 37/802.
15
En todo el corpus CREA los datos son 22/357.
16
Valor 1/ 2.
Esta conclusión se ve apoyada por los datos. Como en CORPES hemos selec-
cionado un fragmento más pequeño de tiempo (de 2013 a 2016 inclusive), podemos
confrontarlo con los últimos años del CREA: de 2000 a 2004. Podríamos establecer
la siguiente secuencia: CREA 1975-1999, CREA 2000-2004 y CORPES 2013-
2016, que nos permitirá ver el progreso en el tiempo del desarrollo del operador. Los
datos se muestran en la tabla 10.
En la medida
263 (14/249) 116 (8/108) 111 (11/100)
de lo posible
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
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la sintaxis discursiva», Rilce. Revista de Filología Hispánica, 19, 1, pp. 61-85.
*
La investigación que subyace a este artículo ha sido financiada por el proyecto Variación grama-
tical del español: microparámetros en las interficies sintaxis-semántica-discurso (FFI-2017-87140-C4-
3-P) financiado por el Gobierno de España. Deseo agradecer los comentarios de los revisores anóni-
mos. Cualquier error que persista es solo a mí achacable.
1. INTRODUCCIÓN
las diversas fuentes de la información aparece como un recurso productivo. Algunos de estos estudios
son los siguientes: Bermúdez (2003 y 2005), Demonte y Fernández Soriano (2005), Cornillie (2007
y 2009), Escandell (2010), Rodríguez Ramalle (2007), entre otros. Destacan también los trabajos de-
dicados al estudio de categorías específicas vinculadas con la evidencialidad en español: los verbos
auxiliares (Cornillie 2007), ciertos adverbios oracionales (Rodríguez Ramalle, 2007; Squartini, 2008
y 2012), determinadas partículas discursivas (Kotwica, 2013; Albelda y Kotwica, 2014), el futuro y el
condicional (Squartini, 2008, 2012; Escandell, 2010), ciertas conjunciones y locuciones consecutivas
(Bermúdez, 2003 y 2005; Rodríguez Ramalle, 2014 y 2013; Demonte y Fernández Soriano, 2013a,
2013b, 2014; Sainz 2018), ciertos predicados estativos (Ramírez de Gelbes, 2013) o incluso el verbo
copulativo estar frente al copulativo ser (Escandell, 2018).
dencial, veremos que la ironía se establece a partir del contraste entre situaciones
discursivas codificadas en la evidencialidad (Speas, 2010).
había visto un oso y, por último, la situación evaluada se corresponde con el hecho
real que se ha transmitido: ‘La amiga viendo el oso’. En este caso, la situación de refe-
rencia es otro discurso que incluye la mayor parte de los elementos que aparecen en
la situación previa. En español, la oración que se podría aproximar a esta descripción
sería Oye, que María ha visto un oso por aquí cerca, con un uso de la conjunción que
analizado como evidencial indirecto que reproduce un discurso transmitido, valor
estudiado por Demonte y Fernández Soriano (2013a, 2013b, 2014) y Rodríguez
Ramalle (2014 y 2013).
No voy a entrar aquí en el porqué de estas relaciones y no otras. La razón que
da Speas (2010) estriba en conexiones intrínsecas de la lengua y en la semejanza
entre tiempo y evidencialidad. Tan solo quiero apuntar a que, al igual que en el caso
del tiempo, la evidencialidad también ha sido analizada como un núcleo funcional
que, en consecuencia, ocupa su lugar en la periferia izquierda de la oración. Para esta
investigación, me interesa recalcar la idea de que la evidencialidad se puede derivar
de las relaciones entre situaciones discursivas, pues los valores que desarrolla un evi-
dencial pueden asimismo explicarse de la interacción entre tales situaciones. Esto
es lo que parece ocurrir precisamente con la interpretación irónica en el caso de las
locuciones consecutivas ilativas.
En las lenguas con marcas evidenciales morfológicas, estas pueden presentar
valores añadidos más allá de la expresión de las diversas fuentes de la información.
Así, la evidencia indirecta (transmitida o inferida) se puede documentar para expre-
sar actitudes diversas hacia la información que se comunica, desagrado e incluso un
punto de vista irónico hacia lo dicho. Esto se observa en nganasan, también deno-
minada lengua tauguí, samoyedo-tauguí o avam, y que pertenece al grupo samoyedo
de la familia de lenguas urálicas, según recoge Aikhenvald (2004: 183 y 266), como
vemos en este ejemplo de (1).
1. D´esi i-bahu
Padre ser-evidencia transmitida
‘Él dice que es su padre’ (lo dice, pero luego la abandona y la deja sola en casa).
(Aikhenvald, 2004: 183).
3. Pero mi hija, sí, quiere estudiar y quiere terminar su carrera y seguir… hacer un
futuro, según ella. Bueno, cuando termine la carrera estará en el paro, como
todo el mundo, claro
irónica con la ayuda de una serie de indicadores o marcas de diferente naturaleza. Las
situaciones son, en realidad, primitivos que están en la base de la evidencialidad, según
demuestra Speas (2010), por lo que la lectura irónica de determinados evidenciales
se justifica dentro del propio sistema evidencial, a partir de su configuración interna.
locuciones como índices de esa evidencia indirecta (entre otros muchos, Fuentes y
Alcaide, 1996; Martín Zorraquino y Portolés, 1999; Marcos Sánchez, 2002; Gon-
zález Ramos, 2005 y 2016).
Según el Diccionario de Partículas Discursivas del español (DPDE, Briz, Pons
y Portolés, 2008), al parecer «indica que el hablante no es testigo directo de la infor-
mación transmitida y que la ha adquirido por fuentes externas a él mismo. Manifies-
ta, por tanto, que es una información objetiva y, a su vez, que no es responsable de su
verdad» (artículo redactado por Marta Albelda). Por su parte, por lo visto «presenta
el miembro del discurso en el que aparece como un hecho conocido a través de una
fuente indirecta, por lo que el hablante no se hace responsable o atenúa lo dicho»
(artículo redactado por Leonor Ruiz Gurillo). Fijémonos en los siguientes datos:
7. Por otra parte, un palestino y un israelí murieron ayer en dos incidentes separa-
dos que se registraron en carreteras de Cisjordania. Un joven identificado como
Jamal Naha, de la aldea de Naalín, murió por disparos de soldados israelíes en una
carretera al oeste de Ramala, al parecer mientras realizaba una maniobra que los
militares interpretaron como sospechosa, informaron fuentes de la ANP. [RAE:
Banco de datos (CREA) <http://www.rae.es> Faro de Vigo, 21/06/2001]
8. Aparte de todo esto, este señor, que muy oportunamente aprovecha el artículo
para hacer propaganda de un libro suyo que, por lo visto, está a punto de salir a
la venta, no está muy bien informado, porque precisamente el nº 4 de la calle
del Príncipe no está afectado por la obra de remodelación de la calle Dr. Cada-
val, aunque sería necesario. [RAE: Banco de datos (CREA) <http://www.rae.
es> Faro de Vigo, 05/04/2001]
En estos ejemplos, tanto al parecer como por lo visto orientan al oyente a inter-
pretar que los enunciados en los que se insertan contienen informaciones no vistas
de primera mano por el hablante. Estos usos se pueden dar tanto en el ámbito perio-
dístico, donde son muy abundantes, como fuera de él. Pero, al mismo tiempo, el he-
cho mismo de distanciarse de la afirmación que uno realiza por no ser testigo directo
permite al hablante poner en duda la información. El contenido evidencial puede
llegar a desarrollar en estos casos un valor de conjetura o probabilidad; es un buen
ejemplo de cómo eludir responsabilidades, al distanciarse de la información trans-
mitida. Esta lectura se observa en (9), donde la presencia del condicional acentúa
tanto el distanciamiento del hablante como, en consecuencia, el grado de certeza2:
2
La relación entre evidencialidad y epistemicidad es un tema de debate en los trabajos espe-
cializados. Pueden consultarse, como una buena muestra de las diferencias y semejanzas entre estos
conceptos, los estudios de Aikhenvald (2004) y Cornillie (2007, 2009).
9. La política de déficit cero [...] ha pasado factura también en el área de las becas y
de la estabilidad de los jóvenes científicos, que todavía no han visto realizada la
promesa de ser asimilados al régimen de la Seguridad Social. Una situación que,
al parecer, se solucionaría en los próximos meses tras aprobarse el nuevo borrador
de Proyecto de real decreto del Estatuto del Becario de Investigación y de Tercer
Ciclo, presentado ayer por el director general de Universidades. [RAE: Banco de
datos (CREA) <http://www.rae.es> El País, 20/06/2003]
10. Contexto: Un grupo de personas visitan a unos amigos y están delante de unos
cuadros colgados en la pared de una habitación.
‘¿Así que pintas?’ -le preguntó Carlos Menem, mirando los cuadros que colga-
ban de la pared. [RAE: Banco de datos (CREA) <http://www.rae.es> Olga
Wornat, 2001. Menem-Bolocco, S.]
11. Miguén ustedés -decía el francés- mi espectaculó es algó magavillosó porqué
con el bailé se puedé expresar todó: los sentimientós, los deseós, las ambicio-
nés, todó puedé expresarsé con la musicá, todó bailandó.
Zamacois, viendo los apuros del empresario para sacarse de encima a aquel pe-
sado, terció en la conversación.
–¿De manera que usted dice que todo puede expresarse con el baile?
–Sí, señog, todó. [RAE: Banco de datos (CREA) <http://www.rae.es> Carlos
Fisas, Historias de la Historia]
12. Mafalda: ¡Así que otra vez sacaste mala nota por no hacer bien los deberes!
¡Cómo es posible que seas tan pichiruchi, Manolito!
Manolito: ¿Pichiruchi yo? ¿Quién pichiruchi? ¿Yo pichiruchi? [Calendario
Koliren, 2014, Quino]
Según acabamos de ver en la sección 3.1., al parecer y por lo visto se utilizan para
distanciarse del enunciado al que acompañan. El hablante no es conocedor directo
de su afirmación, sino que ha tenido acceso a ella de manera indirecta, por lo que no
puede estar seguro de la veracidad de los hechos que transmite. Es en este momento
cuando utiliza las partículas mencionadas. Fijémonos ahora en estos ejemplos, en los
que al parecer y por lo visto permiten llegar a una lectura irónica.
15. Curiosa palabra, esta de “tetrabrick”. “Tetra” “cuatro”. “Brick” “ladrillo”. ¿No
falla algo? El recipiente tiene seis caras. ¿Acaso en inglés “brick” significa “cara”
en el sentido geométrico? El “Collins” no lo registra. Habrá que consultar la
“Enciclopedia Británica”. El caso es que el tan común tetrabrick está siendo la
causa de la crisis de la exportación de nuestro vino a países que los habían con-
sumido muchísimo. Sobre todo, países del Norte de Europa. Aunque se trata
de óptimos caldos, tales países por lo visto más que conservar sólo deben querer
descorchar -es un decir- y beber. No imagino un vino importante guardado y
hasta exhibido en bodega o vinoteca, si no es en botella. [RAE: Banco de datos
(CREA <http://www.rae.es> ABC, 03/11/2004]
por parte del periodista, lo que le permite situarse en un plano neutro ante el
juicio irónico que realiza.
También se documentan en español ejemplos con lectura irónica a partir de co-
nocimientos de una situación que se repite. Examinemos los siguientes datos cons-
truidos a partir de situaciones reales:
18. a. Al parecer uno se tiene que romper la cabeza para que el ayuntamiento arre-
gle los socavones.
b. Por lo visto tiene que haber una desgracia para que se tomen las medidas
adecuadas.
(Rodríguez Ramalle, 2013:182).
Lo que tenemos aquí son ejemplos de evidencias inferidas a partir de unos co-
nocimientos que forman parte de la idea general que tiene una comunidad acerca
de lo que ocurre en las calles (malas aceras, suciedad, abandono de algunas zonas).
Las partículas discursivas actúan de llamada de atención para que los interlocuto-
res presten atención a la exageración (se tiene uno que matar, tiene que pasar una
desgracia) y llegar a entender el matiz irónico que incorporan estos enunciados. Las
partículas discursivas serían marcas de ironía, pues la carga irónica recaería directa-
mente en esas otras expresiones.
Suele ser habitual que las marcas evidenciales morfológicas desarrollen valores
especiales: sorpresa, desagrado e ironía (ejemplo de 1). En este apartado demostraré
que estas lecturas, documentadas en los usos evidenciales de la conjunción que en es-
pañol (ejemplos de 2), también aparecen en las locuciones consecutivas ilativas como
expresión de la evidencialidad indirecta. La interpretación irónica –en algunos casos
en solitario, en otros con un matiz también de desagrado y enfado– no es algo extra-
ño en los usos de las locuciones consecutivas que introducen enunciados apoyados en
las evidencias inferida y transmitida. Es lo que podemos encontrar en conversaciones
coloquiales con cualquiera de estas locuciones, aunque, en el corpus CREA y COR-
PES XXI, es más habitual con conque y así que, tal vez por su carácter más coloquial:
19. El propósito de Fraga era pescar, pescar y pescar, por lo que nada más poner
el pie en el hostal de San Marcos -”el hostal que yo hice”, como recordó en un
mitin el domingo anterior a las elecciones reunió a sus amigos del alma para
suplicarles que de política nada.
Hecho esto, hizo llamar a alguno de los responsables de la campaña electoral que
no había acudido a saludarle para pedirle explicaciones por el tamaño descalabro
de Alianza Popular en una provincia en la que lo daban todo por hecho.
“¿Conque El Bierzo estaba ganado?”, inquirió Fraga a Emiliano Alonso S. Lom-
bas, presidente de la Diputación. [RAE: Banco de datos (CREA) <http://
www.rae.es> El País, 21/06/1977]
20. –Conque un lobo, ¿eh? Pues vamos a ver si como ruge es –dijo y se dirigió al es-
tacionamiento seguido por el par de seudocazadores. [CORPUS XXI, Gabriel
Trujillo Muñoz, 2001, Un hombre es un hombre. Cahorros]
21. Contexto: Como respuesta a alguien que previamente había dicho al hablante
que esa mañana no hacía frío.
¡Así que no hacía frío! Casi me quedo helado.
22. Contexto: El jefe sabe que su empleado no ha ido a trabajar esa mañana por-
que, según le ha dicho, estaba enfermo. Sin embargo, esa misma tarde lo ve
paseando con su familia.
¡Conque estaba enfermo!
situación evaluada y a partir de la situación del discurso, que la reproduce. Esto quiere
decir que, en la evidencia transmitida, al decir ¿Conque estaba enfermo?, se repite lo que
ha sido dicho previamente en la situación de referencia. Para obtener la lectura irónica,
sabemos que tenemos que partir de un contraste. Según este modelo, el contraste u
oposición se produce entre situaciones. De este modo, la ironía aparece cuando surge
un contraste entre la situación de referencia («no puedo ir a trabajar porque estoy
enfermo»), accesible y recuperada en la situación del discurso, y la situación evaluada.
La misma explicación se puede aplicar al ejemplo de (21), pues el contraste
de nuevo aparece entre situaciones: la evaluada y la de referencia. En este caso, la
situación evaluada se corresponde con el momento en que el hablante sale a la calle
y comprueba la realidad, mientras que la de referencia contiene el discurso previo en
el que se ha comunicado que no hacía frío. En el momento en que la locución es la
responsable de actualizar esa situación de referencia al introducir un nuevo enuncia-
do que contiene la información previa, dicho elemento resulta básico tanto para la
organización del nuevo discurso como para la expresión de contenidos más allá de
la propia expresión de la evidencialidad. Sin la locución, el enunciado que introduce
en la conversación un contenido previo necesitaría alguna otra expresión introduc-
toria que pueda además llegar a transmitir el valor irónico3.
El contraste entre situaciones puede conllevar la falsedad del enunciado in-
troducido por la locución. En los ejemplos revisados, del (19) al (22), el hablante
expresa algo que es verdadero de acuerdo con los conocimientos que posee, con la
situación de referencia, pero es evidente que resulta falso a partir de la situación eva-
luada, aquella en la que tiene lugar la conversación. La ironía supone en los ejemplos
revisados la violación del requisito de cualidad, pues se establecen unas condiciones
de verdad que luego resultan invertidas: se quiere expresar lo contrario de lo que se
dice. Con otras palabras, el enunciado introducido por las locuciones consecutivas
no es falso por la situación de referencia previa, sino por la situación evaluada.
Según los datos vistos, las locuciones consecutivas ilativas son de este modo in-
dicadores lingüísticos de ironía, puesto que la estructura formal de la evidencialidad
permite que exista un contraste entre dos situaciones discursivas. Tales situaciones,
tal y como he mostrado, se pueden oponer en la expresión de la evidencia indirecta,
que es precisamente la que se puede expresar en español a través del uso de así que,
conque, etc., según he confirmado con los datos revisados. Es, por tanto, el propio sis-
tema evidencial y su representación formal el que nos permite dar cuenta de la ironía.
3
La negación, como recurso lingüístico que puede convertirse en un indicador de ironía (véase
lo dicho en la sección 2), puede servir como sustituta parcial de la locución: ¿No me ha dicho usted que
estaba enfermo?, ¿No hacía frío, eh?, unida a otros recursos tales como la interrogación. Sin embargo, la
referencia a la fuente de la información desaparece en estos casos.
Hasta aquí he intentado mostrar que las locuciones consecutivas ilativas son
relevantes para la interpretación irónica, puesto que introducen el punto de contras-
te esperado. En los ejemplos descritos no existen otras marcas relevantes que actúen
como indicadores de ironía. Pero ¿existen datos en los que sí encontramos rasgos
lingüísticos que desencadenen la lectura irónica? Fijémonos en este nuevo ejemplo.
23. Dicen que la sangre del mártir cumplió el rito: se licuó. Aunque ayer más que
nunca el milagro de este santo era dogma, cuestión de fe. Nadie, creyente o
escéptico, pudo comprobar si la gotita de sangre del mártir se mecía o no en su
lecho de cristal. Como siempre, la culpa la tuvo “la manzana de Eva”. O lo que
es lo mismo, el castigo terrenal. Lo divino cumplió: la sangre de San Pantaleón,
coagulada durante todo el año, se licuó para celebrar el martirio y muerte del
“más” que beato. Fue lo terrenal lo que falló. Y nada más material, más terreno,
que el tornillo que sujetaba el relicario.
El fervor del año pasado deterioró la “cápsula” y “por medidas de seguridad este
año no se podrá tocar el relicario”, decía, a media voz, el padre Eugenio Ayape
desde el altar del Monasterio de La Encarnación.
Así que a falta de sangre, buenos son huesos. La fe se alimenta de estas cosas.
No. La fe son estas cosas: un trozo de la canilla del santo dentro de un fras-
quito de cristal que pasa de boca a boca. Los especialistas en el tema aseguran
que se trata de un cachito de alguno de los huesos largos del santo. Aunque
por el tamaño, se podría estar besando el metacarpiano o la rabadilla de San
Pantaleón. [RAE: Banco de datos (CREA) <http://www.rae.es> El Mundo,
28/07/1994]
5. CONCLUSIONES
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Resumen: En este artículo se analiza la habi- Abstract: The main aim of this paper is to
lidad metapragmática del humor en español. analyze the metapragmatic ability of humor
Considerando que se trata de un hecho prag- in Spanish. Taking into account that it is
mático (Ruiz Gurillo, 2006) como la metá- a pragmatic phenomenon (Ruiz Gurillo,
fora o la ironía, se profundiza en las habili- 2006), such as metaphor or irony, this re-
dades metapragmáticas que favorecen tanto search delves into the metapragmatic abilities
su creación como su comprensión (Ruiz Gu- that promote not only its creation but also its
rillo, 2016). De este modo, el punto de vista comprehension (Ruiz Gurillo, 2016). There-
del hablante/escritor ha de complementarse fore, the speaker/writer’s perspective may
necesariamente con el del oyente/lector. Con be complemented with the listener/rea-
el fin de ilustrar tales aspectos teóricos, se ex- der’s point of view. In order to illustrate the-
pondrán algunas de las habilidades metaprag- se theoretical aspects, we will analyze some of
máticas que pone en marcha tanto el cómico the metapragmatic abilities that both come-
a la hora de producir monólogos humorís- dians in monologues and speakers in conver-
ticos como el hablante de la conversación sation carry out while using humor. Firstly, a
espontánea. El análisis de un género propia- humorous genre, i.e. the monologue, will be
mente humorístico, el monólogo, de carácter described as a planned, public and interac-
planificado, público e interaccional se com- tional discourse. Secondly, a non-humorous
pleta con el de un género no humorístico, la genre, i.e. the spontaneous conversation, will
conversación espontánea, que es de carácter be presented as an unplanned, private and
no planificado, privado y principalmente in- interactive discourse. In sum, this research
teractivo. Ello permite ilustrar algunos de los illustrates some contexts in which humor is
contextos en los que se usa y se infiere humor used and inferenced in Spanish.
en español. Keywords: humor, metapragmatics, adapta-
Palabras clave: humor, metapragmática, bility, monologue, conversation
adaptabilidad, monólogo, conversación
*
Este artículo ha sido posible gracias a los Proyectos de Investigación FFI2015-64540-C2-1-P
Género, humor e identidad: desarrollo, consolidación y aplicabilidad de mecanismos lingüísticos en
español (MINECO-FEDER, UE) y PROMETEO/2016/052 Humor de género: observatorio de la
identidad de mujeres y hombres a través del humor (Generalitat Valenciana), así como a la Red Temá-
tica en Estudios de Análisis del Discurso (FFI2017-90738-REDT (MINECO-AEI, UE).
1. INTRODUCCIÓN
co, emplea ciertas marcas humorísticas y atenúa su grado de cooperación. Todo ello
conlleva un esfuerzo cognitivo mayor por parte del oyente/lector para comprender
las inferencias que quiere transmitir. De hecho, la inferencia de que el discurso se
inscribe en el modo humorístico es clave para la adecuada comprensión del humor.
Considerando tales aspectos, el humor se aborda, en primer lugar, como habi-
lidad metapragmática (epígrafe 2). Un repaso de los aspectos implicados en la varia-
bilidad, negociabilidad y adaptabilidad constituirá la base sobre la que se analizarán
los procesos implicados en dos géneros diferenciados: uno propiamente humorís-
tico, el monólogo (epígrafe 3), y otro no humorístico donde el humor es opcional,
aunque esperable (epígrafe 4), la conversación espontánea.
2.1. La variabilidad
cuatro tipos de comunicación non bona fide que se situarían en la zona difusa donde no se cumple
estrictamente el principio de cooperación.
2.2. La negociabilidad
que las diversas partes implicadas tanto en la comunicación oral como en la escrita
o tecnológica son importantes. Para dar cabida a este hecho se ha desarrollado el
concepto de humor interaccional (Chovanec y Tsakona, 2018). En el caso de la con-
versación espontánea que analizaremos se trata, evidentemente, de una interacción.
Por lo que afecta al monólogo humorístico, y como hemos venido defendiendo en
diversos trabajos (Ruiz Gurillo, 2013a, 2019a), ciertos monólogos constituyen un
diálogo con el público.
2.3. La adaptabilidad
al hecho del humor interaccional3. A su vez, este concepto se adapta a cada uno de
los géneros estudiados, dependiendo, como veremos, de su grado de publicidad y,
sobre todo, de su grado de planificación.
3. EL MONÓLOGO HUMORÍSTICO
indicadores humorísticos. Además, la secuencia puede servir para reforzar el statu quo,
reforzar los estereotipos, mostrar solidaridad con un grupo social concreto o subvertir
lo establecido (Ruiz Gurillo, 2019a; Ruiz Gurillo y Linares Bernabéu, en prensa).
Tomemos una secuencia de un monólogo de Eva Hache. La cómica ha hablado
previamente de su exnovio hippie y explica que la mejor manera de superar la ruptu-
ra es encontrar otro novio mayor que ella:
(1)
EVA HACHE: mira↓ cuando cortas con un hombre así↓ con un perroflauta
de mierda de estos/ lo mejor lo mejor es para compensar echarte un novio de
verdad↓ un tío que te cuide y que te saque/ que te saque a comer↓ que te saque
a bailar↓ que te saque veinte años
PÚBLICO: RISAS
EVA HACHE: hay también que tener un poquito de alerta en estos casos por-
que este tipo de hombres al principio dan mucha garantía pero con el tiempo
empiezan a comportarse de un forma digamos extraña/ no sé cómo deciros↓es
como si de prontoo se le notaran los años que tiene
PÚBLICO: RISAS
EVA HACHE: ¿mm? antes no salíais de la cama y ahora tampoco pero la col-
cha no se ha movido del sitio
PÚBLICO: RISAS
EVA HACHE: que de pronto un día te dice ¿por qué no vamos a mi casa a ver
una película?/ y vas ¿y te puedes creer que acabas viendo la película?
PÚBLICO: RISAS
EVA HACHE: te llevas otro disgusto pero hay que reconocer que es muy fácil
acabar una relación ¿mm? sin dramas sin discusiones→ un buen susto aah
PÚBLICO: RISAS
EVA HACHE: y a otra cosa
PÚBLICO: RISAS
Como vemos en (1), Eva Hache consigue sus propósitos empleando los gan-
chos humorísticos adecuados y apoyándose en ciertas marcas e indicadores humo-
rísticos. Así, en su primera intervención (discontinua) destaca la polisemia de sacar,
que se emplea con las valencias sacar [a alguien] [a hacer algo] y sacar [a alguien]
[tiempo]. Para hacerlo, Eva Hache gestiona a la perfección su dicción y los diver-
sos recursos que ello implica, como la entonación, la pausa previa a la resolución
donde opta por el segundo significado de sacar. También en la cuarta intervención
(discontinua) vemos cómo gestiona el gancho a través del discurso representado, en
4. LA CONVERSACIÓN ESPONTÁNEA
responde de ningún modo, estamos ante humor fallido (Bell, 2009, Alvarado, 2013,
2016). Si se responde, puede mantenerse el Principio de Interrupción Mínima (Eis-
terhold, Attardo y Boxer, 2006), es decir, interrumpir el modo serio únicamente
durante una o dos intervenciones, o puede continuarse el humor, dando como re-
sultado una secuencia con 4, 5, 6, 7 o incluso muchas más intervenciones humorísti-
cas. Como hemos observado (Ruiz Gurillo, 2019a), el humor continuado (Attardo,
2019) es uno de los fenómenos mejor representados en el corpus de conversaciones
coloquiales del grupo Val.Es.Co.4
Este carácter interaccional y de negociabilidad se manifiesta en el concepto
de secuencia que manejamos para la conversación. La secuencia humorística es una
estructura conversacional compuesta por diversos intercambios o diálogos que se
estructura en torno a un mismo tema. Debido al carácter no planificado de este gé-
nero, el humor aparece como una estrategia más empleada por los hablantes. Resul-
ta habitual que alguno de los participantes produzca una intervención humorística
que luego es continuada (o no) por el resto de participantes. Cuando el humor se
continúa (Attardo, 2019), se genera una secuencia irónico-humorística en la que
destaca el modo humorístico (Raskin, 1985; Shilikhina, 2017; Ruiz Gurillo, 2019b).
Por su parte, los participantes que emplean el humor como estrategia lo adap-
tan a la estructura conversacional, con el objeto primordial de conseguir la risa de su
interlocutor o fomentar el modo humorístico, pero también con el fin de emplear el
humor como un gran aliado social. De esta manera, el humor permite en la conver-
sación afianzar los lazos de solidaridad entre los participantes, expresar autohumor,
atacar al interlocutor o facilitar un medio de defensa ante los ataques, entre otros as-
pectos (Lampert y Ervin-Tripp, 1998 y 2006; Hay, 2000; Coates, 2003; Yus, 2016).
En (2) dos hablantes mujeres de menos de 25 años comentan acerca de uno de
sus compañeros. Como señala MJ, es mucho mayor que ellas y quiere ligar con todas
las chicas. La secuencia de carácter narrativo se sitúa en el modo humorístico, pues
las dos participantes colaboran con intervenciones humorísticas, lo que ocasiona
que el humor se continúe a lo largo de ocho intervenciones:
(2)
MJ: es muy pesao// además de verdad§
M: § es un plasta
4
Este corpus, que se puede consultar en (http://www.valesco.es/?q=corpus) está compuesto
por conversaciones coloquiales que cumplen con los rasgos establecidos por el grupo Val.Es.Co. para
garantizar la coloquialidad de las muestras, como la toma de turno no predeterminada, la retroali-
mentación, el dinamismo conversacional, el tema no especializado o la relación de igualdad entre los
participantes.
MJ: es MUY↑/ muy muy pesao/ a(d)emás/ ¡es que no te deja hablar!/// te tiene
que contar todas sus historietas amorosas→ cuando es que se las inventa/ el otro
día/ estaba en la cafetería↓ estábamos// yy me parece que eraa/ cuando acabá-
bamos un examen↓ o no sé qué/ y él estaba en la cafetería/ total quee/ nada//
nos sentamos con él y tal↑// y estábamos allí y se acerca una chica ¿no?/// y
hablando hablando oigo como dice laa- laa- la chica esta a él↑/ eres/ don FAN-
TASIman [(RISAS=]
M: [(RISAS)]
MJ: = total/ que la chica se va/ y él se queda/ pero con los ojos to’s abiertos→ se viene
para allá y dice/ ¿sabéis lo que me acaban de decir?§
M: § (RISAS)
MJ: y yo→ ¿qué?/ dice que soy don fantasiman/ dice ¡que tengo mucha fantasía! §
M: §(RISAS)
MJ: pero/ pobrecillo/ to(do) deprimido y digo ¡madre mía!/
digo es que es verdad§
M: § sí§
MJ: § ¡una fantasía!/ a una amiga mía↑ diciéndole/ noo↓ es
quee/// tú no sabes lo que es estar conmigoo [ee]
M: [sí]/ a mí también me lo sueltaa
MJ: espera↓ espera/ en una chimeneaa→ desNUdos→// junto al calor/ del hogar→ pero
bueno↓ ¡ASÍ!/ y mi amiga decía pero bueno§
M: §pero TÍO
MJ: pero este tío/ ¡pero será guarro!/ ¿¡a mí qué me dice!?/ si yo paso de él como de la
mierda↓ tanto es quee/ no§
M: § a mí me viene y me dice↑/ María/ tú tienes ALgo/
que solamente un hombree/como yo/ puede sacar de ti y tú↑/ ¡noo! si yo soy una
puta mierda↓ o seaa→ no hay nada que buscar dentro/ tú tranquilo/ no te esfuer-
ces5//// no sé- no- yo sé que tienes mucho dentro/ y solamente YO/ sabría cómo
sacarlo/ y tú/ °(bah) °// ¡VENga moDEsto! baja que sube Xavi↓ ° (baja un
poco)° §
MJ: § ¡madre mía!/ entonces ¿sale con una tía ahora?
M: ay ¡no sée!
(Conversación [180.B.1], secuencia 143)
5
Entre risas.
el hecho de estar ante un registro no planificado influye sobre el tipo de humor que
encontramos. En la mayor parte de las secuencias humorísticas conversacionales el
humor no se planifica, sino que surge sobre la marcha. Vemos en (2) que MJ empie-
za a contar una historia sobre un compañero mayor que ella, historia que comparte
con M. Según el relato, una chica se le acercó al mencionado compañero y le llamó
fantasiman. La secuencia de historia se desarrolla en modo humorístico, pues M
acepta la historia, al tiempo que colabora en el humor, principalmente con risas.
Ello demuestra que reconoce y aprecia el humor (Alvarado, 2013 y 2016). Algunas
intervenciones más tarde, M también aporta su experiencia sobre ese compañero
mayor que ellas en edad y sobre cómo intenta ligar con todas.
Evidentemente el blanco de la burla de toda la secuencia es el chico del que se
habla. La conversación es de carácter privado, ya que las participantes comparten sus
experiencias sobre aquel del que se burlan.
La negociabilidad se observa en determinados rasgos interactivos. Así, el di-
namismo entre las participantes, esto es, el intercambio de los papeles de hablante y
oyente facilita que sean ambas las que cooperen para construir la historia. Funciona
muy bien la retroalimentación entre ambas, pues tras la primera parte donde es MJ
la que aporta sus datos, M comienza a hablar de su experiencia. También facilitan la
interacción el hecho de encontrarse cara a cara y aquí y ahora.
Todos estos aspectos se negocian en contexto, ya que encontramos una inter-
vención de M solapada en parte con la de MJ y con la que ha intentado iniciar su
comentario (“sí a mí también me lo sueltaa”). MJ, en cambio, le pide más tiempo
para concluir su relato (“espera↓ espera”) y tras ello permite que M cuente su expe-
riencia. En este caso, M comienza contando lo que le ocurrió, pero luego construye
una historia fantástica (Kotthoff, 2011) donde habla de lo que previsiblemente le
podría haber dicho en esa situación.
Por lo tanto, observamos cómo las hablantes construyen su relato humorístico
de manera cooperativa, gracias al grado de formalidad bajo, a la relación de igualdad
entre ellas (dos mujeres de menos de 25 años), a su experiencia común compar-
tida (son amigas), el tema no especializado que abordan, y amparadas por rasgos
interactivos como el dinamismo conversacional, la retroalimentación, el hecho de
encontrarse cara a cara y que la interacción se dé aquí y ahora. El humor es, en este
caso, una estrategia de afiliación (Coates, 2003) que sirve para afianzar la solidari-
dad entre ellas y el afrontamiento de los problemas. De hecho, permite compartir
una experiencia presumiblemente desagradable con un hombre mayor que ellas y
transformarla, gracias al modo humorístico, en algo divertido.
Con todo ello, el humor se adapta al contexto de la conversación, por lo que
observamos un humor no planificado y espontáneo. A veces se encuentran ciertas
5. Conclusiones
como actuación (Ruiz Gurillo, 2016; Attardo y Raskin, 2017) habrá de recibir nue-
vas aproximaciones en un futuro no muy lejano.
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1. INTRODUCCIÓN
lingüística, ofreciendo de esta forma una imagen real de la complejidad del funcio-
namiento de los actos de habla.
En su etapa inicial, los intereses de la Pragmática estuvieron presididos por el
objetivo prioritario de caracterizar conceptualmente los actos de habla. Estos se defi-
nieron globalmente como acciones lingüísticas (Austin, 1962; Searle, 1980), se puso
de manifiesto la pluralidad de factores o condiciones que intervienen en su funcio-
namiento (Searle, 1975b; 1980) y se establecieron sus tipos fundamentales (Austin,
1962; Searle, 1975a). El desarrollo de los estudios del discurso ha permitido, entre
otras cuestiones, avanzar grandemente en la identificación y el análisis de la variedad
de exponentes lingüísticos capaces de dar expresión lingüística a estos elementos.
Los aspectos pragmático-ilocutivos de la comunicación reciben en el Plan cu-
rricular del Instituto Cervantes1 (PCIC en adelante) una atención que está en conso-
nancia con la orientación comunicativa de dicho documento. En él estas cuestiones
encuentran reflejo, además de en el inventario de Funciones, en el de Tácticas y estra-
tegias pragmáticas, especialmente en su apartado de Conducta interaccional. Como
se señala en el mismo PCIC, con toda justicia, la sistematización de tales tácticas y
estrategias constituye una de las novedosas aportaciones más destacables del docu-
mento curricular.
Puede resultar de utilidad, sin embargo, analizar en detalle el contenido y orga-
nización de semejante inventario, y su relación con el inventario de Funciones, para
comprobar el grado de exhaustividad y coherencia con que se incorpora en el mismo
un tratamiento de las distintas unidades discursivas. Este hecho parece importante en
la medida en que las unidades discursivas constituyen la vertiente formal o significan-
te de las intenciones ilocutivas a que obedece la comunicación lingüística en español.
A estos efectos, nuestro trabajo está estructurado en dos partes. La primera, en
el apartado 2, se dedicará a poner de manifiesto la necesidad de una jerarquía de uni-
dades discursivas adecuada descriptiva y explicativamente, y a destacar las propieda-
des estructurales de funcionamiento más importantes de las mismas. La segunda, en
el apartado 3, abordará el análisis del PCIC, con el fin de describir el tratamiento
que las cuestiones revisadas en la primera parte reciben en el mismo. Los resultados
de nuestro análisis nos llevarán a realizar algunas sugerencias sobre modificaciones
que podrían ser introducidas en el documento curricular a este respecto, las cuales
formarán parte de las conclusiones del trabajo.
1
Además de la edición en papel (Instituto Cervantes, 2006) en 3 volúmenes, por la
que citaremos, puede consultarse la versión digital del documento en https://cvc.cervantes.
es/ensenanza/biblioteca_ele/plan_curricular/https://cvc.cervantes.es/ensenanza/bibliote-
ca_ele/plan_curricular/
Una de las formas en que la Pragmática pone de relieve en nuestros días la com-
plejidad real del funcionamiento de los actos ilocutivos tiene que ver con la ya muy
generalizada asunción de la idea de que el estudio de aquellos no puede realizarse
al margen de una teoría del discurso: se debe ofrecer un inventario y jerarquización
adecuados de unidades discursivas.
Como ya hemos señalado en la Introducción, las aproximaciones primeras, o
fundacionales, a los hechos pragmático-ilocutivos (Austin, 1962; Searle, 1980) se
centraban en la caracterización abstracta, o conceptual, de los actos de habla, tan-
to en forma directa como indirecta (Searle, 1975b). Debido a este hecho, aquellas
aproximaciones prestaban una atención prácticamente exclusiva a lo que podemos
denominar actos de habla prototípicos2, los actos simples, del tipo de (1). Posterior-
mente, el desarrollo de los estudios del discurso ha hecho posible abordar en formas
muy satisfactorias la complejidad real del funcionamiento ilocutivo del discurso, en
el que los actos de habla pueden tener también manifestaciones del tipo de (2) o (3);
es decir, pueden llegar a constituirse como secuencias de elementos que manifiestan
una complejidad mayor, a pesar de la cual funcionan incuestionablemente como
otros tantos actos unitarios de habla.
Entre nosotros, el término más comúnmente utilizado por los estudiosos del
discurso oral es intervención3, y tal unidad es caracterizada en diferentes formas. Para
Portolés (1996) se trata de todo lo dicho por un hablante cada vez que toma la pala-
bra, y en el grupo de investigación Val.Es.Co. se proponen para dicha unidad propie-
dades como las mencionadas, junto a otros rasgos singularizadores. Así, Briz (2000)
la define como cada una de las emisiones de un hablante, que es emitida de forma
continua o discontinua y que responde a una estrategia única de acción e intención,
añadiendo, así, a propiedades meramente enmarcadoras o delimitadoras en el orden
formal, otras que subrayan su función comunicativa.
Desde un punto de vista estructural, las intervenciones están constituidas por
las unidades menores que han recibido, también, diferentes denominaciones, según
los modelos: Sinclair y Coulthard (1975) las identifican como acts; Schiffrin (1987)
las denomina discours units; Berrendonner (1990) se refiere a ellas como clauses;
Roulet (1985) como actes de langage, a los que con posterioridad (Roulet, 1991)
llamará actes de discourse. Para C. Rossari (1996) son unidades atómicas, y en Briz
(2000) se denominan actos o enunciados. Haciendo abstracción de otras diferencias,
se trata de las menores unidades del discurso desde el punto de vista comunicati-
vo-ilocutivo (Briz, 2000). El mismo modelo de Val.Es.Co postula la existencia de
otras unidades aún menores, subactos, constituyentes inmediatos de los actos y que
consisten en unidades informativas o argumentativas mínimas, virtualmente posi-
bles dentro de aquellos.
Remitimos las consideraciones que seguirán al marco metodológico del mo-
delo de análisis del discurso del grupo Val.Es.Co. Elegimos este entre los distintos
modelos mencionados por tratarse de un modelo considerablemente difundido, al-
tamente coherente en el plano explicativo, y con una capacidad descriptiva probada
en el análisis de corpus conversacionales. Desde los postulados explicativos de tal
perspectiva metodológica, las tres expresiones de nuestros ejemplos (1)-(3) habrían
de ser descritas como ejemplos de intervenciones con una misma finalidad ilocutiva,
de naturaleza imperativa, y de distinta conformación por lo que se refiere a los ni-
veles y unidades involucrados en la manifestación discursiva de tal fuerza ilocutiva:
3
Una propuesta diferente es la de Cortés (2002), para quien resulta necesario acomodar meto-
dológicamente el hecho de que las comúnmente denominadas intervenciones pueden albergar conte-
nidos complejos no jerarquizados diferentes. Este hecho le lleva a proponer que las intervenciones se
consideren constituidas por las unidades menores que denomina enunciados, también unidades discur-
sivas intermedias. Se daría así un tratamiento en esta propuesta de Cortés diferente a los anteriores, en
los que semejante hecho se trataría descriptivamente como una combinación de intervenciones (cada
una caracterizada por un contenido o tópico discursivo determinado), como resultado del postulado
metodológico que permitiría que una unidad de un determinado nivel pudiera estar constituida por
otra del mismo tipo.
chas veces. Edmondson (1981), Edmondson y House (1981), House y Kasper (1981), o
Blum-Kulka y Olshtain (1984) denominan a estas relaciones que nosotros hemos identi-
ficado como de nuclearidad y marginalidad: funciones núcleo y adjunto, respectivamen-
te; la distinción en Roulet (1981: 64) entre actos principales y actos subordinados se basa
en esta misma caracterización sintáctica última, como es también el caso de la distinción
(Roulet, 1981: 63) entre elemento director y elemento subordinado. El elemento que des-
empeña la función de elemento marginal o no nuclear en la intervención ha recibido
también con frecuencia la denominación de acto de apoyo (Trosborg, 1995), aunque la
misma tenga un fundamento no sintáctico sino más bien interaccional.
La confluencia de los estudios del discurso con los estudios pragmáticos ha
puesto de manifiesto también que la naturaleza semántico-ilocutiva de tales constitu-
yentes no es siempre aleatoria, sino que está sujeta en ocasiones a restricciones, según
la naturaleza ilocutiva de los actos nucleares de las intervenciones correspondientes.
Por mencionar solo algunas de las investigaciones realizadas en este sentido,
que habrían estudiado, fundamentalmente las secuencias ilocutivas del tipo de (3),
Blum-Kulka et alii (1989) y con posterioridad, entre otros, Trosborg (1995) han
abordado las características potenciales que presentarían, por lo que a su estructura
se refiere, las intervenciones ilocutivas de petición, que resumimos esquemáticamente
en (4). Las categorías identifican aquí el contenido semántico-funcional del elemen-
to no nuclear de la intervención, que acompañaría a un acto de petición nuclear:
(4)
Categorías Ejemplos
Preparadores Del acto de habla Tengo que pedirte un favor. ¿Me dejas tu coche?
(PR)
disponibilidad De verificación ¿Necesitas tu coche? Tengo que pedírtelo.
(5)
Categorías Ejemplos
Preparadores ¿Recuerdas nuestro acuerdo? ¿Y tu trabajo?
Desarmadores No quiero ser antipático, pero ¿y tu trabajo?
Suministradores de evidencias Tu trabajo no está en la lista de entregados.
Sustanciación El plazo acabó ayer ¿Y tu trabajo?
Agravamiento ¿Y tu trabajo? Ya no hay remedio. Es demasiado tarde para
ofensa arreglar este fallo.
Repetición acción No has entregado el trabajo. No es la primera vez, ¿verdad?
Falta de conside- ¿Y tu trabajo? No muestras la menor consideración hacia los
ración consejos que te doy.
Imposibilidad de
¿Y tu trabajo? No te he visto en todo el trimestre en clase.
disculpa
Intensificadores
de la ofensa Voy a tener que estudiar los temas de nuevo. ¿Y quién quiere
Molestia general
preparar dos veces este rollo?
Rotura de contrato
¿Y tu trabajo? Te dije que lo entregaras ayer.
o promesa
Incumplimiento ¿Y tu trabajo? Te permito entregarlo fuera de plazo y me fallas
de expectativas de nuevo.
Invocación a con- ¿Y tu trabajo? ¿Te parece que está bien volver a incumplir tu
ciencia o moral palabra?, porque me habías prometido entregarlo esta semana.
Venezuela como secuencias potenciales de tres tipos de actos: alertadores, exhortaciones y evaluaciones.
(6)
Categoría Ejemplo
Opinión Lo felicito sinceramente pero no sé si podré ir.
Explicación/Razón No puedo ir. Tengo un compromiso ese día.
Buena disposición Con gusto lo acompañaría, pero no puedo ir.
Gratitud Muchísimas gracias, pero no puedo ir.
Promesa No puedo ir. La próxima vez no faltaré.
(7)
Categoría Ejemplo
Explicación de la causa que originó la violación Se me ha perdido tu pluma. Lo siento.
Expresión de la responsabilidad del hablante Lo siento mucho. Es culpa mía.
Oferta de reparación Se me ha perdido tu pluma. Te compraré otra igual.
Promesa de no repetición de la ofensa Lo siento. No volverá a .-suceder.
Como puede comprobarse fácilmente por los ejemplos aducidos, los tipos de
actos ilocutivos tomados en consideración en los trabajos mencionados se corres-
ponden, fundamentalmente, con intervenciones cuya estructura es la representada
en (3i); es decir, con intervenciones cuyos constituyentes inmediatos son unidades
del tipo denominado Acto. Ello no quiere decir que no sean posibles intervenciones
estructuradas por unidades de diferente naturaleza, con un contenido similar al ya
señalado para las secuencias de actos. Así, por ejemplo, en secuencias como (8)-(9)
encontraríamos la manifestación de otras tantas intervenciones de petición, queja,
rechazo y disculpa, respectivamente, cuya estructura obedecería al esquema ilocu-
Se caracterizan, así, los actos ilocutivos como esquemas de acción que pueden
materializarse de manera diferente en las lenguas concretas7.
Los estudios de pragmática y de teoría del discurso han señalado cómo la ope-
ratividad de muchos de estos constituyentes de las intervenciones está, aunque no
exclusivamente, ligada con la cortesía comunicativa, al servicio de dos tipos de es-
trategias que dependen, en todo caso, del contenido ilocutivo de los actos de habla
(Haverkate, 1994). En primer lugar, la estrategia de potenciar la cortesía de enun-
ciados de contenido inherentemente positivo o neutro, mediante unos mecanismos
que se denominan de intensificación. En segundo lugar, la estrategia de atenuar la
amenaza potencial para la imagen del receptor de los enunciados de fuerza ilocutiva
inherentemente negativa, a través de los denominados mecanismos de atenuación.
Numerosos estudios han subrayado la condición esencialmente retórica de los
mecanismos de intensificación y atenuación (Leech, 1983; Albelda, 2005: 15; Briz
y Albelda, 2013, entre otros) y han analizado en profundidad las formas lingüísti-
cas utilizables para ello. Entre nosotros, se realiza un análisis de los recursos para la
intensificación en Briz (2001), Albelda (2005) y Portolés (1996), entre otros; y con
respecto a la atenuación, en Briz (2001, 2003 y 2007), entre otros8.
Las investigaciones que se vienen realizando por parte de una Pragmática co-
herentemente integrada en modelos lingüístico-discursivos ponen de manifiesto,
por tanto, que la caracterización de la competencia pragmática de los hablantes de
una lengua es una tarea de considerable complejidad. No solo supone identificar
7
En este sentido, Márquez Reiter (2000) ha estudiado las diferencias existentes entre las peticio-
nes en inglés y en el español de Uruguay. Resultados similares son los de Tello Rueda (2006); Cordella
(1990) ha analizado estos actos en el español de Chile y el inglés de Australia. Estos estudios ponen de
manifiesto la diferente frecuencia en el uso de distintas categorías según las comunidades estudiadas.
8
Un resumen de las principales estrategias utilizadas por ambos mecanismos se encontrará en
Vera y Blanco (2014).
las estrategias formales, sintácticas y semánticas mediante las cuales una determina-
da comunidad comunicativa acostumbra a formular los distintos actos ilocutivos9.
También deben señalarse la frecuencia de empleo de las mismas, en el marco de unos
parámetros de variabilidad sociolingüística, o sociopragmática, igualmente comple-
jos y de los que no poseemos hasta la fecha toda la información necesaria en muchos
casos.
9
Wierzbicka (1985) ha señalado la necesidad de huir de planteamientos etnocentristas a la hora
de caracterizar el funcionamiento de los actos ilocutivos.
10
En los inventarios señalados, no se recoge información sistemática relativa a las distintas varie-
dades pragmáticas posibles en español sobre las cuales mencionábamos distintos estudios en la primera
parte del trabajo. Se señala que las variedades diatópicas no son incluidas en el documento curricular
por no existir aún información detallada exhaustiva sobre buena parte de estas cuestiones.
se presenta por vez primera a los profesionales de la didáctica del español como
lengua extranjera un repertorio de tácticas y estrategias pragmáticas, sistemati-
zado de forma taxonómica y organizado de acuerdo con los niveles comunes de
referencia establecidos en el Marco común europeo de referencia (PCIC, 2006:
252).
11
De manera ocasional, o menos sistemática, la caracterización en detalle de la competencia
pragmático-ilocutiva de los usuarios/aprendientes de español se ilustra mediante el recurso a los in-
ventarios denominados Referentes culturales, Saberes y comportamientos socioculturales y Habilidades
y actitudes interculturales. A través de ellos se pone en relación las grandes dimensiones culturales y
aspectos clásicos de la pragmática ilocutiva como las mismas funciones utilizadas, la forma lingüística
concreta de sus exponentes y los mecanismos de cortesía.
tienen que ver con la cortesía verbal, y que se ocupa de «los recursos lingüísticos
de que dispone el usuario de la lengua y las tácticas y estrategias pragmáticas que
utiliza para atenuar o intensificar los efectos de un acto de habla en el interlocutor»
(PCIC, 2006: 255).
Para determinar el grado de incorporación en el PCIC de unos exhaustivos y
coherentes planteamientos sobre la variedad y jerarquía de unidades discursivas, nos
centraremos en el tratamiento que podemos encontrar en el documento curricular
de cuatro actos directivos: los de disculpa, los de petición (en concreto, los represen-
tados por las funciones denominadas pedir un favor, pedir objetos y pedir ayuda12),
los de queja y los de rechazo.
El tratamiento en el PCIC de los actos de habla de disculpa muestra una clara
falta de exhaustividad a la hora de recoger todas las posibilidades estructurales de
manifestación de las unidades discursivas capaces de expresar en español dicho acto
ilocutivo. El inventario relativo a este acto recoge en la función 5.10, «disculparse»,
exponentes que responden al esquema discursivo de (1i); es decir, a intervenciones
de estructura simple o no secuencial. Tal posibilidad se da a partir de los niveles A1
y A2, en los que encontramos ejemplos como: A1 (Perdón) y A2 (Lo siento mucho/
muchísimo, perdona/e y Siento + infinitivo: siento llegar tarde). Exponentes de ma-
yor complejidad sintáctico-discursiva solo se introducen en el PCIC a partir del ni-
vel B1. En este caso, con la estructura que representábamos en (3.i), y con elementos
marginales tan solo de la categoría (6) como Explicación de la causa…: Lo siento, de
verdad, (es que...)..., Disculpa/e, (es que...)... y Perdóname / Perdóneme, (es que...)…,
en B1; Tienes que perdonarme, pero (es que)... en C1.
El tratamiento en el PCIC de las intervenciones de disculpa constituidas se-
cuencialmente por más de un Acto no ofrece, en resumen, a los usuarios del docu-
mento en cuestión exponentes representativos de tres de las cuatro categorías pro-
puestas por Olshtain y Cohen (1983).
(13)
UTILIZACIÓN CATEGORÍA
SÍ Causa
NO Responsabilidad
NO Reparación
NO No repetición
12
En adelante, respectivamente PF, PO y PA.
(14)
UTILIZACIÓN
CATEGORÍA PF PO PA
Preparador Sí Sí Sí
Desarmador Sí Sí Sí
Camelador No Sí Sí
Justificación Sí Sí Sí
Promesa o Compensación No No No
Advertencia No No No
(15)
CATEGORÍA UTILIZACIÓN
Opinión Sí
Explicación Sí
Buena disposición Sí
CATEGORÍA UTILIZACIÓN
Gratitud Sí
Promesa Sí
El último tipo de acto ilocutivo cuyo análisis nos planteábamos es la queja, que es
el acto ilocutivo que presenta una menor atención a la variedad estructural y a los dife-
rentes tipos categoriales señalados en (5). En el PCIC se considera que «en las quejas
pueden confluir en realidad varias funciones («expresar enfado e indignación»,
«reprochar», «narrar» —la circunstancia que es objeto de queja—, «expresar
decepción», «dar una opinión», etc.), por lo que cabe remitirse a estas» (2006: 207).
Si analizamos dichas funciones, tan solo en los inventarios 3.17, «expresar enfa-
do e indignación» y en 4.21, «reprochar», encontramos casos que puedan ser con-
siderados cercanos al contenido ilocutivo de reproche. En todos ellos, se trata de ma-
nifestaciones del tipo estructural de intervención (1i). Así, en efecto, hallamos para la
función 3.17 en A1 exponentes del tipo, por ejemplo, de No soporto que me interrum-
pan cuando estoy trabajando, o en C2 otros como Me llena de rabia que no hagamos
nada por salir de esta situación tan injusta, y para la 4.21 otros como Me parece mal que
nunca me hagas regalos en B1, o Me ha sentado fatal cómo me has tratado en B2.
Así pues, el PCIC recoge un inventario de exponentes numeroso y altamente
variado por lo que se refiere a alternativas de expresión representativas de los diferentes
niveles gramaticales (morfológico, morfosintáctico, léxico y fónico). Sin embargo, la
presencia de exponentes que materializan unidades discursivas no gramaticalizadas es
más irregular. Sobre todo los exponentes representativos de las estructuras como (2i)
están claramente infrarrepresentados en el documento curricular; en clara correspon-
dencia, también la representación de la variedad de categorías posibles resulta frag-
mentaria en el caso de los elementos marginales de las secuencias de constituyentes.
La valoración que suscita el análisis de los inventarios de funciones del PCIC
no varía sustancialmente si abordamos en detalle el contenido del inventario de
Tácticas y estrategias pragmáticas. Su papel general en el documento curricular es el
de añadir a la información sobre las funciones una sistematización sobre aquellas
en dos planos: el primero, correspondiente a la estrategia o funcionalidad discursi-
vo-comunicativa a que obedece determinado recurso funcional; el segundo, el de la
táctica, o tipo de estructura lingüística que se utiliza para ello.
Nos centramos especialmente en las funcionalidades retóricas de intensifica-
ción y atenuación de la fuerza ilocutiva que pueden desempeñar las unidades dis-
cursivas. Comprobamos que el inventario de tácticas y estrategias de intensificación
exponentes como Es posible que esté equivocado, pero yo creo que esto debe hacerse así
servirían para «expresar incertidumbre, ignorancia o incompetencia ante lo dicho
por el interlocutor» (2006: 306).
El resto de tácticas mencionadas no siempre van acompañadas de una des-
cripción explícita, y se caracterizan fundamentalmente mediante ejemplos. Los re-
paradores se dan como táctica inventariada en el nivel B1, donde no se encuentra
ninguna otra aclaración sobre su contenido o función (en las excusas, como Lo sien-
to, perdóneme; en las justificaciones, como No fui a la reunión porque estaba fuera);
también en B2, donde se apunta a su papel de concesión que serviría para mitigar
el desacuerdo (Bueno, vale, pero). En C2 desarmadores y cameladores aparecen en el
inventario exclusivamente a través de la ejemplificación que suponen los exponentes
inventariados: en el primer caso, Ya sé que no te gusta nada que usen tu coche, pero es
que se me ha estropeado el mío. En el segundo, Tú, que sabes tanto de todo, ¿por qué no
me ayudas a hacer este trabajo de Biología?
No es clara, en primer lugar, la necesidad de distinguir como un tipo específico
de estrategia la denominada atenuación dialógica. Esta refleja unos mecanismos de
atenuación que no se distinguen de los que presentarían reparadores como los que
concurren en bueno, vale, pero…; una secuencia que, además de poder ser empleada
también en un diálogo, admitiría igualmente la función de expresar acuerdo parcial,
como preludio a un movimiento contraargumentativo, que según vimos más arriba
caracterizaría a un tipo de atenuadores dialógicos.
No parece tampoco que el inventario de categorías atenuadoras propuesto en el
PCIC posea el grado de detalle deseable. Siendo estas categorías otras tantas estrate-
gias que deben ser de la máxima utilidad a profesores y estudiantes de ELE, parecería
deseable que su conceptualización fuera más detallada de la que se ofrece en el PCIC.
Las escasas categorías mencionadas de tácticas de atenuación y el grado de generalidad
con que son establecidas contrastan con las particularidades de detalle que es posible
observar en el funcionamiento de los constituyentes de las intervenciones complejas.
Como tuvimos ocasión de señalar ya líneas más arriba, estas dan lugar a estructuras
muchas veces muy diferentes, en razón del contenido o la función discursiva particular
de los constituyentes. Describir estos hechos con mayor concreción sería, sin duda, de
gran utilidad para los usuarios de un documento curricular como el que analizamos.
4. CONCLUSIONES
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1. INTRODUCCIÓN
Gaya, 1988: 117-119; Alarcos, 1991: 150-60; Alarcos, 1994: 41-42; Hualde, 2005:
71, 77; Gil Fernández, 2007: 448; RAE y ASALE, 2011: 332, 340; Hidalgo y Quilis
Merín, 2012: 153-154), sino de combinaciones de las vocales medias entre sí o con
la abierta, incluso de cualquiera de estas con cerrada tónica, casos en los que, según
explica la gramática, cada vocal constituye núcleo de sílabas distintas, es decir, que
conforman hiato (Navarro Tomás, 2004[1918]: 66; Alcina y Blecua, 1975: 416;
Gili Gaya, 1988: 117; Alarcos, 1994: 42-43; Quilis, 1999: 183-184; Hualde, 2005:
77; Gil Fernández, 2007: 448; RAE y ASALE, 2011: 332, 335, 337; Hidalgo y Qui-
lis Merín, 2012: 154).
En su Manual de pronunciación española, Navarro Tomás (2004: 150) formu-
la un principio fundamental de la reducción de las vocales a grupos silábicos según el
que «dos vocales, cualesquiera que sean, son siempre susceptibles de reducirse a
una sola sílaba», lo que explica que las combinaciones tautosilábicas no se limitan
a los casos de diptongo, en los que al menos una de las vocales implicadas es cerrada
átona, sino que también se dan entre las cerradas tónicas, las medias y la abierta.
Estos últimos casos de tautosilabismo se clasifican como sinéresis (en interior de
palabra) y sinalefa (entre palabras) y son normales en el habla española (Navarro
Tomás, 2004: 68).
En su tratado de fonología, Alarcos (1991: 151-152) observa que las vocales
constituyentes de hiato frecuentemente se articulan en una sílaba, como si se tratase
de diptongos. Del mismo modo, en su compendio gramatical para la Real Acade-
mia2 (Alarcos 1994: 43, 47-48), insiste en la frecuencia con que estas articulaciones
se llevan a cabo en el habla cotidiana al igual que en la versificación.
Alcina y Blecua (1975: 416-419) también describen esta tendencia que da lugar a
una superioridad estadística del antihiatismo frente a la separación en sílabas distintas
de vocales que, desde el punto de vista gramatical, se espera que se articulen en hiato.
Monroy Casas (2005: 74) analiza instrumentalmente que, en estos casos, se
asemeja la duración de grupos vocálicos y la de núcleos silábicos conformados por
una sola vocal. Por su parte, Gili Gaya (1988: 117) observa que esta tendencia se
da en nuestra lengua desde tiempo remoto, mientras que Quilis (1999: 189-190)
explica dos causas complementarias de economía y debilidad de límite silábico entre
vocales en esta manera de combinar sonidos vocálicos en la articulación.
Ya en el siglo en curso, Hualde (2005: 86) destaca que el antihiatismo es ca-
racterístico de todas las lenguas romances, según se reitera en Chitoran y Hualde
(2007: 40), a la par que Gil Fernández (2007: 449) señala su globalidad en el mundo
hispanohablante.
2
Se trata del volumen que inauguró la Colección Nebrija y Bello, según informa el sitio web de
la Real Academia (www.rae.es).
Las Academias (2011: 339) establecen que esta tendencia a articular en una mis-
ma sílaba secuencias de vocales cuyo «resultado esperable […] es un hiato» es muy
marcada en español. Hidalgo y Quilis Merín (2012: 155, 246-247) también la regis-
tran.
De acuerdo con la lógica histórica expresada por don Ramón Menéndez Pidal
(1904)3, el antihiatismo no es exclusivo del español porque ya constituía un rasgo
característico del latín (Humphreys, 1878: 88, 95; Allen, 1978: 78; Hualde, 2005:
86; Lehmann, 2005: 127, 142, 145-146; Rivera, 2006: 2; Adams, 2007: 71; Chi-
toran y Hualde, 2007: 40; Campos Vargas, 2010: 132-134), aunque ha planteado
dificultades de comprensión a los estudiosos de dicha lengua desde el medievo has-
ta nuestros días, según se expresa en variados estudios (Humphreys, 1878: 84-85,
97; Correa, 1973: 94-95; Allen, 1978: 78-82; Luque Moreno, 2001: 17; Burghini,
2012: 180-183). En cualquier caso, la conciencia académica de que, en latín, la ar-
ticulación de vocales en una misma sílaba mediante sinalefa y sinéresis era natural y
común a la prosa y al verso4 (Sturtevant y Kent, 1915: 129, 136-137) se remonta al
menos a comienzos del siglo XX (Riggsby, 1991: 328).
En el caso de nuestra lengua, la conciencia académica del antihiatismo quedó
reflejada ya en la gramática de Nebrija (1492) y, caso más significativo para esta
argumentación, en la primera Ortografía de la Real Academia (1741: 238-241),
que lo describe como un procedimiento natural en nuestro idioma para evitar
disonancia. En su primera gramática, tres décadas más tarde, en cambio, la Real
Academia solo alude al fenómeno mediante mención de la sinalefa como figura
de dicción (1771: 229).
Entre la primera publicación normativa de la Real Academia, en el siglo XVIII,
y el manual fonético de Navarro Tomás en el XX, contamos con el juicio de proso-
distas decimonónicos como Andrés Bello (1835) desde América o Mariano José
Sicilia (1832) y Eduardo Benot5 (1892) desde Europa.
Sicilia (1832: 214, 218-219) afirma que sinéresis y sinalefa se dan «de una
misma manera en la prosa y el verso», identificando ambos mecanismos de unión
silábica con la práctica oral de nuestra lengua, en la que se recurre a ellos para «evi-
tar aquel efecto desagradable, tanto para el que habla como para el que oye» que
produce el hiato.
3
«Claro es que un fenómeno que se encuentra a la vez en todos o en muchos de esos idiomas,
provendrá del latín hablado comúnmente antes de la completa disgregación dialectal del Imperio»
(Menéndez Pidal 1904: 3).
4
Tal como observó en el caso del español, entre otros autores que nombraremos a lo largo de las
siguientes páginas, el propio Alarcos (1994).
5
Académico de número de la Real Academia desde 1889 hasta su fallecimiento en 1907.
atiende a la economía verbal como una de las causas del antihiatismo, dado que la
articulación hiante de secuencias vocálicas requiere mayor empleo de aire y tensión
muscular.
En definitiva, encontramos dos valoraciones opuestas sobre el antihiatismo y
una posición intermedia, en lo que a punto de vista normativo se refiere. Por un
lado, la que mantenían la ortografía de la Real Academia Española en el s. XVIII,
prosodistas decimonónicos como Sicilia, Bello y Benot, y Navarro Tomás en el s.
XX, que veían en la articulación antihiática la norma; la Real Academia, Sicilia, Be-
llo y Benot censuran, de hecho, la dicción hiante, salvo en las excepciones en las que
esta fuese adecuada a la expresión; mientras que Navarro Tomás destaca la libertad
expresiva del hablante en el empleo del hiato aunque observa mayor propiedad en
el antihiatismo.
Por otro lado, la valoración adoptada por Alarcos a finales del s. XX y sostenida
en el siglo en curso por las Academias, que, de manera inversa, censura el antihiatis-
mo, asociándolo a descuido en la expresión, hablantes con menor nivel educativo
y registros de habla informales, a la vez que, paradójicamente, a expresión culta y
formal en áreas del continente americano, sin detenerse a precisar cuáles ni explicar
cómo es posible que un rasgo característico de habla inculta en unos lugares sea ca-
racterístico del habla culta en otros, en una misma lengua.
En una posición intermedia entre los extremos resumidos en los párrafos ante-
riores, Alcina y Blecua (1975) describen la normalidad y generalidad de la articula-
ción antihiática aunque la valoran más propia de registros informales y de hablantes
menos instruidos.
En estas páginas partimos de la elevada consideración que merece la autoridad
normativa de las Academias en el estudio de la gramática del español, norma que se
define a través de la ponderada observación del uso lingüístico respaldado por su re-
flejo en el acervo literario, tal como se expresa desde estas mismas instituciones (Sal-
vador Caja, 2003; RAE y ASALE, 2010; Bosque, 2013); encontramos de máximo
interés para el conocimiento de nuestra lengua, además, que la labor filológica de las
Academias se guíe desde el s. XIX por un espíritu de ajuste a la realidad (Sarmiento,
1986: 217-218), así como el carácter práctico con el que se ha venido elaborando la
Gramática en sus últimas ediciones (Bosque, 2013).
Por todo ello desconcierta el giro que se da en su valoración de las manifesta-
ciones antihiáticas entre el tratado inaugural de la Real Academia Española (1741)
y las recientes publicaciones de la Asociación de Academias de la Lengua Española
(2005, 2011), dado que, en lo referente a antihiatismo, su postura en la Ortografía
del s. XVIII parece corresponderse mejor con la realidad lingüística que su valora-
ción en el Diccionario panhispánico del siglo en curso.
8
Ha habido propuestas de sistematización gráfica mediante señalización de hiatos, como las de
Fernando de Herrera (Blecua, 1977: 20-23,75-77) y Benot (1892: 277-279, 280-286). El hecho de
señalar hiatos en lugar de sinalefas y sinéresis, por motivos de economía material y visual, es también
representativo del carácter excepcional de las realizaciones hiantes frente al general de las antihiáticas.
9
Esta identificación que Alarcos establece entre verso y habla contradice su propia posición nor-
mativa acerca del antihiatismo.
es preceptiva en el registro literario, empleado también por autores cultos. Esta apa-
rente contradicción de uso nos ha llevado a investigar si en efecto hay o no presencia
de antihiatismo en hablantes cultos de español.
El volumen de Fonética y fonología de la Nueva gramática de las Academias
(2011) viene acompañado de un DVD titulado Las voces del español: tiempo y espa-
cio, que, entre diverso material fónico de inestimable valor para el estudio del habla
española, incluye grabaciones efectuadas a veinte informadores, procedentes cada
uno de las capitales respectivas de veinte estados hispanohablantes, todos cuidado-
samente seleccionados y con titulación universitaria (Poch, 2012: 20).
El análisis fonético de muestras de habla espontánea extraídas de estos veinte
informantes ha encontrado que el antihiatismo es común a todos ellos, en una pro-
porción significativamente superior al mantenimiento de hiatos en todos los casos10,
oscilando entre 54,7 % en el discurso del informante cubano y 85,71 % en el del
informante ecuatoriano (Alcoholado, 2017: 198-199), lo que asocia antihiatismo
a hablantes cultos de español, de toda procedencia, en lo que a habla espontánea se
refiere.
En lo que respecta al discurso planificado, el mismo estudio (Alcoholado,
2017: 210-217) explora un corpus menor y reducido al español peninsular, a partir
de grabaciones de personalidades relevantes en el ámbito intelectual, entre las que
procede destacar aquí a los filólogos y académicos de número don Ramón Menén-
dez Pidal (con una proporción de 71,92 % de antihiatismo en su discurso), don
José Manuel Blecua Perdices (80 %), don Darío Villanueva Prieto (78,04 %) y doña
Aurora Egido Martínez (70,37 %), lo que no solo asocia la tendencia antihiática del
español a hablantes cultos y a registro formal sino también a la Real Academia Espa-
ñola, institución que, hasta el momento de redactar estas páginas, han dirigido tres
de los informantes recién mencionados. El juicio normativo de las Academias en lo
referente al antihiatismo, expuesto en la sección 2 de este artículo, resulta paradójico
ante la mayoritaria articulación antihiática de académicos de número en situaciones
de discurso formal11.
Sería necesario el análisis de corpus más amplios, con mayor número de infor-
mantes nativos de distintas procedencias para cada registro, para continuar corro-
borando la superioridad estadística del antihiatismo en la expresión de hablantes
10
Como dato anecdótico, en el estudio citado, contrariamente a la afirmación geográfica de las
Academias (2005) referida en la nota 9, la proporción de antihiatismo en el informante mexicano
(62,79 %) es significativamente inferior a la de, por ejemplo, el informante español (75,92 %).
11
La muestra de Menéndez Pidal corresponde a una lectura sobre el futuro de la lengua española
recogida en el Archivo de la Palabra; las de Blecua, Egido y Villanueva proceden de sus respectivos
discursos de toma de posesión de silla en la Real Academia (Alcoholado, 2017: 212-213).
cultos, pero los datos obtenidos del análisis de Alcoholado (2017) sugieren que la
pronunciación antihiática es común a hablantes cultos en el mundo hispanohablan-
te en diferentes registros, sin que parezca justificado afirmar que en unos países se
da en hablantes cultos y en otros no, como encontramos en Alarcos (1994) y las
Academias (2005).
En resumen, el antihiatismo no parece estar restringido a un registro de habla
concreto ni limitarse a unas variantes diatópicas ni separar a hablantes según su gra-
do de instrucción, sino que se muestra, por el contrario, como un rasgo de pronun-
ciación propio de hablantes cultos en todo registro y lugar.
12
Las páginas del volumen consultado, disponible en la Biblioteca Nacional, carecen de nume-
ración.
4. R ECAPITULACIÓN
incluir en la norma (RAE y ASALE, 2013: xv), sino que se trata de un uso presente
desde los orígenes mismos del español, que sencillamente lo heredó del latín. Tam-
poco es su caso el de un uso arcaico que haya desaparecido total o parcialmente del
hábito lingüístico de los hablantes, sino que se mantiene vivo tanto en el habla como
en la expresión literaria.
La valoración normativa de las Academias (2005, 2011) sobre el antihiatismo
y su descripción del fenómeno, vistas en contraste con el conjunto de su labor, pro-
vocan una impresión de tarea incompleta. Regresiva, incluso, si se tiene en cuenta
que la primera publicación de la Real Academia (1741), pese a su finalidad ortográ-
fica, ofrece un juicio de la sinalefa en consonancia con el de ortólogos decimonóni-
cos como Sicilia (1832), Bello (1835) y Benot (1892) y con el de Navarro Tomás
(2004[1918]) en el siglo XX, a la vez que consecuente con el carácter preceptivo del
antihiatismo en la versificación en lengua española, correspondiente con la realidad
oral de la misma, tal como señalan desde el estudio de la métrica los decimonóni-
cos ya mencionados, junto con Navarro Tomás, Henríquez Ureña (1998[1934]),
Balbín (1968), Spang (1983), Quilis (1984), Domínguez Caparrós (2001) y Torre
(2013). Por el contrario, en el siglo en curso, las Academias (2005 y 2011) ofrecen
un juicio alejado de la realidad lingüística y opuesto al canon literario.
Este desajuste entre juicio normativo, por un lado, y realidad oral, precepto
literario y herencia romance, por el otro, contrasta con el espíritu realista y práctico
de las Academias. Sería de interés, por tanto, que las instituciones que representan
la máxima autoridad normativa considerasen una revisión de su descripción y valo-
ración de la tendencia antihiática del español, teniendo en cuenta su función pre-
ceptiva en el verso y la prosa, su presencia en el discurso de hablantes cultos de toda
procedencia y su valor característico como rasgo hereditario romance que pervive
en las distintas variantes de nuestra lengua.
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Resumen: En este trabajo presento un pri- Abstract: This paper presents the descrip-
mer acercamiento a la descripción de 169 tion of 169 rhyming cases of word play in
juegos verbales con rimas que he podido do- Mexican Spanish. After adequately charac-
cumentar en el español mexicano. Tras carac- terizing the notion of word play, I point out
terizar la noción de juego verbal, considero the relevance of considering these discursive
estas prácticas discursivas desde su dimen- practices from their dimension as speech acts.
sión como actos de habla. Posteriormente, Subsequently, I offer a descriptive analy-
realizo un análisis centrado en determinar sis that determines the number of syllables,
el número de sílabas, el patrón rítmico y la the rhythmic pattern and the motivation of
motivación de estos juegos verbales con el ob- these cases of rhyming word play, in order to
jetivo de ofrecer algunas generalidades sobre offer some general aspects of their linguistic
su comportamiento lingüístico. behavior.
Palabras clave: juego verbal, acto de habla, Keywords: word play, speech act, rhythmic
patrón rítmico, motivación, cómputo silábi- pattern, motivation, syllabic analysis
co
0. INTRODUCCIÓN
*
Mi más sincero agradecimiento para Paola Encarnación, Juan Carlos Calvillo y Niktelol Pala-
cios por sus valiosas observaciones y comentarios para llevar a buen término esta investigación.
filan sus horizontes comunicativos, sin importar el lugar que ocupen en el espectro
de estilos, niveles o registros que se vislumbran en una concepción diasistémica de
las lenguas (Coseriu, 1981).
A pesar de la irrefutable condición sociohistórica, dialógica y dinámica de
nuestros intercambios verbales, buena parte de los modelos teóricos que dominan la
lingüística contemporánea se justifican en una perspectiva inmanente y autoconte-
nida de los sistemas lingüísticos humanos que, a pesar de sus alcances, han provoca-
do que se pase por alto o se desatienda el análisis de diversos fenómenos que también
forman parte de la realidad concreta de las lenguas.
En vista de ello, me adhiero a la concepción coseriana de que la competencia
lingüística debe entenderse como un saber hablar (Coseriu, 1992 [1988]) en el que
cabe distinguir entre la facultad del lenguaje como hecho biológico y el hablar como
proceso histórico cuyo desarrollo se funda y se transmite en la sociedad a manera de
tradiciones verbales (Lara, 2009; 2012; 2014).
Estas tradiciones se reflejan en un saber hablar que se materializa en prácticas
discursivas sustentadas en el eje del discurso repetido (Coseriu, 1977); de modo que
la historicidad de la lengua se manifiesta en usos lingüísticos, más o menos con-
vencionalizados, que dotan de validez y sentido a los comportamientos verbales
de los individuos en situaciones comunicativas concretas (Oesterreicher, 1997).
De acuerdo con Lara (2009), cabe reconocer, al menos, dos grandes tradiciones
en las que nos desenvolvemos en el ir y venir de nuestras interacciones lingüísticas
como miembros de una comunidad: las tradiciones verbales cultas y las tradiciones
verbales populares.
Las tradiciones cultas «Obedecen a la valoración que hace una sociedad de las
funciones de la lengua que traman su vida política, jurídica, cultural y científica»
(Lara, 2012: 53); en este sentido, se trata de usos de la lengua que, en el caso del
español, se reciben y cultivan a través de la lectura y de la educación escolar.
Las tradiciones populares, en cambio, se gestan en la actividad dialógica de las
conversaciones que se establecen entre los miembros de una sociedad en el ámbito
cotidiano. Estos modos de expresión se distinguen por su espontaneidad y un arrai-
go cultural que estimula el fortalecimiento de vínculos sociales y rasgos identitarios.
De acuerdo con Lara, estas tradiciones verbales populares «se comunican mediante
ciertas técnicas discursivas para el diálogo, para la lírica, para el teatro, para el cine,
para el caló, para el albur» (2012: 55).
Teniendo como marco estos supuestos teóricos, en este trabajo presento un
análisis descriptivo del cómputo silábico, patrón rítmico y motivación de una serie
de juegos verbales con rimas en el español de México, partiendo de su consideración
como actos de habla (Austin, 1962; Searle, 1969).
1. ANTECEDENTES
1
Verena Thaler (2016) recopila más de una decena de funciones que este tipo de juegos pueden
tener, por ejemplo: alcanzar un efecto humorístico, demostrar creatividad y habilidad lingüísticas, pro-
vocar el involucramiento emocional del o los interlocutores, atraer la atención del oyente, ridiculizar o
avergonzar a alguien, condensar información, establecer lazos de solidaridad, expresar cortesía, salva-
guardar la imagen social del hablante, entre otros.
(1)
a. ¿Qué milanesas hace tiempo que no bisteces? / ¿Qué milagro hace tiempo que
no te veía?
En (1c) se aprecia una vez más un proceso de sustitución entre los elementos
chingar por Shangai y su madre por Sumatra debido a una similitud estructural en-
tre ambas expresiones. Además, desde el punto de vista del contenido, Shangai y
Sumatra comparten el hecho de ser dos topónimos orientales, de un municipio chi-
no en el caso de Shangai y una isla situada en Indonesia para el caso de Sumatra. De
igual modo, llama la atención que, desde un punto de vista pragmático, A Shangai
a Sumatra tiene una función eufemística y por ende atenuadora, dado el significado
de Mandar a alguien a chingar a su madre: Ningunearlo, deshacerse de él, cortarlo
(DEM, 2010: s.v. madre).
Si bien en los ejemplos de (1) el juego funciona, sobre todo, en el plano de la
expresión del signo, existe una gran diversidad de técnicas discursivas para su for-
mación. Prueba de ello es el interés de algunos investigadores por detectar y des-
cribir algunos mecanismos y técnicas recurrentes en la creación de juegos verbales.
Lope Blanch (1980) reconoce un esquema general que consiste en el alargamiento
(2)
a. ¿Qué ondita con el pandita?
b. Is barniz, cara de lombriz.
c. El mero mero petatero
Tanto Lope Blanch (1980), como Quesada (1999) y Lara (2012) reconocen la
presencia de fórmulas rimadas como un mecanismo productivo en la construcción
de juegos verbales. La rima, como elemento integrante de producciones lingüísticas
fuera del ámbito poético, ha sido abordada en función de su papel en la estructura
métrica de los refranes (Anscombre, 1999) y de la influencia que ejerce, junto a otros
componentes rítmicos como el acento, la pausa y el número de sílabas métricas, en el
proceso de fijación de paremias (Frenk, 1961; Bizzarri, 2004; Oddo, 2015) y locu-
ciones (Pla, 2017). Como ya había sido advertido por Morawsky (1927), las fórmu-
las rimadas del español pueden ser de tipo asonante, consonante o aliterada. De los
tres tipos reconocidos por Morawsky, en este trabajo solamente analizaré aquellas
expresiones compuestas por rimas consonantes como las que aparecen en (2).
La muestra que recopilé se compone de 169 juegos con rimas consonantes que
obtuve de diversas fuentes como obras lexicográficas, páginas de internet, blogs, tra-
bajos de investigación previos, entre otras. En la tabla 1 aparece el número de datos
que tomé según las fuentes consultadas:
Número de
Fuente Tipo de fuente
datos
Documentación para el proyecto del Diccionario del español de
Varias 61
México2 (2019) (en adelante DDEM19)
Boyer, J. (2013). Forma y función de los juegos fónicos en el habla
juvenil de Puebla. [Tesis de maestría]. Canada: Faculté des arts Tesis de maestría 30
et sciences, Université de Montréal. (en adelante JB13)
http://expresionateloquequieras.blogspot.mx/2010/02/fra-
Blog 26
ses-nacas.html (2010) (en adelante FN10)
Guzmán, L. (en proceso de elaboración). Juegos verbales de
afirmación y negación en el español de la Ciudad de México: un
Tesis de licenciatura 15
estudio lexicológico. [Tesis de licenciatura]. México: Escuela
Nacional de Antropología e Historia. (en adelante LG)
Revista Chilango: Frases que dicen que decimos los chilangos
Revista electrónica 11
al saludar (2015) (en adelante RC15)
https://masdemx.com/2016/11/refranes-dichos-mexica-
nos-de-barrio-barriales-calle/ (2016) (en adelante RDM- Página de internet 5
BBC16)
Artículo de
Lope Blanch (1980) (en adelante LB80) 3
investigación
2
El equipo lexicográfico del proyecto del Diccionario del español de México (DEM) cuenta
con una vasta documentación sobre el vocabulario utilizado en el español mexicano a partir de 1921.
Parte de esta documentación es una base de datos sobre tradiciones verbales populares que se ha ido
conformando como parte del trabajo lexicográfico que se ha venido elaborando desde 1973. En estos
momentos nos encontramos clasificando esta base de datos de juegos verbales con el cuidado que ame-
rita para en el futuro próximo ofrecer un catálogo en el que se especifiquen los principales mecanismos
formales y semánticos de estos juegos. Una parte de estos datos proviene de usos que se han registrado
a partir de lo que hemos escuchado en la radio y la televisión mexicanas, así como usos que nos han
hecho llegar informantes o usuarios del DEM.
Número de
Fuente Tipo de fuente
datos
Útil y muy ameno vocabulario para entender a los mexicanos
Obra lexicográfica 1
(2011) (en adelante UVM11)
https://www.chilango.com/chilangonol/lugares-comunes
Revista electrónica 1
(2017) (en adelante CHLC17)
Total 169
Estos 169 juegos verbales fueron tomados de las fuentes que aparecen en la
tabla 1. En todas las fuentes consideradas para conformar esta muestra, los juegos
aparecen enlistados junto a otros que recurren a diversas técnicas discursivas como
las señalados por Lope Blanch (1980) o Lara (2012); no obstante, ninguna de estas
fuentes presenta un análisis descriptivo de su estructura rítmica.
Como he venido mencionando, la selección de los datos la determiné con base
en el criterio de que se observara la presencia de rimas consonantes en la estructura
de estas expresiones lingüísticas. Si bien tomé esta decisión operativa para componer
mi corpus de trabajo, me parece importante señalar que estos 169 juegos constitu-
yen o se forman a partir de lo que autores como Zuluaga (1980), Corpas (1996) y
Solano (2012), dentro del universo de las unidades fraseológicas (UF), denominan
enunciados fraseológicos. En este trabajo, me adscribo a la clasificación de Sola-
no (2012) quien distingue cuatro grandes tipos de UF3 y a diferencia de Zuluaga
(1980) y Corpas (1996) coloca las paremias fuera de los enunciados fraseológicos4.
3
La tipología de Solano (2012) distingue entre: a) Sintagmas fraseológicos: colocaciones y locu-
ciones, b) Enunciados fraseológicos: rutinarios, pragmáticos, discursivos y proverbiales, c) Esquemas
sintácticos, d) Paremias: refranes, proverbios, frases proverbiales, dialogismos, adagios, apotegmas,
máximas.
4
De acuerdo con Anscombre (2000) las paremias se caracterizan por ser enunciados autónomos,
genéricos, sentenciosos, que presentan un bimembrismo semántico y una estructura métrica. Si bien
algunas de estas propiedades también se exhiben en los datos que he venido presentado, me parece que
es claro que ninguno de los juegos que recopilé para este trabajo enuncian un juicio o una sentencia y
muchos de ellos tampoco tienen una estructura bimembre. Basten como ejemplos los siguientes refra-
nes cuyas características difieren de los ejemplos de (3), (4) y (5):
a. A cada capillita le llega su fiestecita: Este refrán suele utilizarse para decir que es importante
tener paciencia ya que tarde que temprano las cosas llegarán.
b. Te casaste, te fregaste: Este refrán se utiliza para señalar que asumir un compromiso, como el
matrimonio, implica obligaciones y responsabilidades que en ocasiones pueden ser desagradables o
molestas.
c. Bueno es el vino, cuando es del fino: Este refrán se utiliza cuando se quieren destacar los benefi-
cios de alguna cosa cuando es de buena calidad.
i. Por un lado, encuentro juegos que toman como núcleo un enunciado fraseoló-
gico en el que su carácter lúdico parte de la yuxtaposición o sustitución de una o
más unidades léxicas parónimas que, gracias a su similitud formal, permiten que
el significado de la expresión original resulte recuperable para el oyente. Cabe se-
ñalar que los grados de similitud entre las unidades parónimas son variables. A la
par de la sustitución o yuxtaposición de formas parónimas, también se observa la
inserción de otros elementos léxicos que permiten el alargamiento del juego. En
los siguientes ejemplos resalto en negritas aquellas palabras en las que se presenta
la yuxtaposición o sustitución de unidades léxicas parónimas:
(3)
a. ¿Qué pasotes con tamaños zapatotes? (RC15): Se trata de una expresión lú-
dica que se ha formado a partir de la estructura del saludo ¿Qué pasó?
b. Iguanas ranas (RC15): Es un parónimo de igual en la expresión igual yo
con el sentido de ‘yo también’.
c. Peralvillo un segundillo (FN10): donde el topónimo Peralvillo5 se usa como
elemento sustitutivo de la palabra pérame en la expresión espérame un segundo.
(4)
a. ¡Changos morados, chapulines colorados! (DDEM19): En el español de Mé-
xico es común encontrar el uso de la interjección ¡Changos! para manifestar
sorpresa ante alguna cosa o acontecimiento inesperado o repentino. Este juego
verbal toma como base dicha interjección.
5
Peralvillo es el nombre de un barrio de la Ciudad de México de gran tradición histórica ubicado
en la colonia Morelos que forma parte de la alcaldía Cuauhtémoc.
(5)
a. Como dijo Mickey Mouse, cada quien para su house (RC15): Se expresa al
momento que es hora de irse, despedirse o decir adiós.
b. ¿Coges, fajas o te bajas? (DDEM19): Funciona como una invitación para
realizar el acto sexual.
c. Ya comí, ya bebí, ya no me hallo aquí (DDEM19): Se utiliza para despedirse
en alguna comida o cena.
En la tabla 2 aparecen los 169 juegos verbales que componen mi base de datos
agrupados a partir de las características estructurales recién descritas:
6
Es importante recordar que, como el resto de los dialectos americanos del español, el español
de México es una variante seseante, por lo que la pronunciación de las letras ⟨s⟩ y ⟨z⟩, así como la ⟨c⟩
antes de las vocales /i/ o /e/, se pronuncian como /s/. Esta característica del español de México es la
que permite que se cumpla la rima consonante en este ejemplo.
Tabla 2. Clasificación de los juegos verbales con rimas a partir de sus propiedades estructurales
Una vez presentadas las decisiones metodológicas y las fuentes a partir de las
cuales recopilé mi muestra de datos, en los siguientes apartados profundizo en estos
169 juegos verbales con rimas a partir de los siguientes ejes de análisis: el tipo de
acto de habla en el que suelen usarse, el número de sílabas y patrón rítmico que los
constituye y su motivación lingüística.
3. ACTOS DE HABLA
Tipo de acto
Características Subclasificación
de habla
(6) Asertivos:
a. Sincho, relincho, me monto y te poncho (DDEM19): ‘Sí’ [Asertivo8].
b. Nelson dijo Wilson cuando Johnson le pidió la llave Stilson (Chilangonario):
‘Nel9 o no’ [Asertivo].
7
En este conjunto de datos no encontré ningún caso de actos de habla compromisivos.
8
He decidido etiquetar con la marca asertivo todos aquellos juegos que son variantes de los ad-
verbios sí y no: Simona la bluserona (LG); Simocho, poncho (FN10); nones, camarones ( JB13); nel
pastel, coronel (DDEM19).
9
El DEM registra el vocablo nel como variante de uso popular para el adverbio no: nel adv (Po-
(7) Directivos:
a. Presta pa’ la orquesta ( JB13): ‘Dámelo’ [Ordenar].
b. Buzo10, caperuzo (DDEM19): ‘Ponte listo o alerta’ [Aconsejar a alguien].
c. ¿Ontoy, rentoy? ( JB13): ‘¿En dónde estoy?’ [Preguntar algo].
(8) Expresivos:
a. Me late cacahuate (FN10): ‘Estar de acuerdo con algo’ [Responder o refor-
zar lo que el interlocutor ha dicho].
b. ¿Qué epazotes con los ejotes? (FN10): ‘¿Qué pasó, cómo estás?’ [Saludar]
c. Chifosca mosca (Chingonario): ‘Chingada madre’ [Expresar enojo, admira-
ción o sorpresa ante algo].
d. Soy la pura verdura (RDMBBC16): ‘Soy la pura verga’11 [Expresar un auto-
halago].
(9)
a. La interjección ¡Qué onda! registrada en el DEM (2010: s.v. onda) como
un modo de saludar de carácter informal se toma como base para el juego ¿Qué
hongo, jorongo, tepetongo, morongo? (FN10).
pular) No: “Dijeron que iban a venir, pero nel, jalaron para otro lado” (DEM, 2010, s.v. nel).
10
El DEM documenta el adjetivo buzo con el siguiente significado: adj (Popular) Que es listo o
hábil, que está alerta: “¡Ponte buzo, que ahí viene la policía!” (DEM, 2010, s.v. buzo).
11
En el español de México, la palabra verga, además del significado de ‘pene’, también se utiliza
para decir que alguien es muy bueno, muy listo, muy astuto. En el DEM se registra la locución Ser,
sentirse, etc alguien (muy) verga con el significado de ‘Ser o sentirse muy bueno, listo, mejor que los
demás’ (DEM, 2010, s.v. verga).
b. La expresión ¡Qué transa? que se usa como variante de ‘¡Qué tal?’ o ‘¡Cómo
te va?’ funciona como base para el juego con rimas ¿Qué transa hay en tu pan-
za12? (FN10).
Tipo de
Número
acto de Subclasificación
de casos
habla
Responder o reforzar lo que ha sido dicho por el interlocutor: 36 casos
Saludar: 17 casos
Despedirse: 14 casos
Manifestar sorpresa, admiración o enojo ante algo: 9 casos
Autohalagarse: 4 casos
Expresivo 91 Insultar: 2 casos
Burlarse: 3 casos
Señalar que algo representa poca dificultad o esfuerzo: 2 casos
Quejarse: 2 caso
Prevenir a alguien: 1 caso
Ofrecer algo: 1 caso
Aconsejar, tranquilizar o hacerle una propuesta a alguien: 31 casos
Preguntar algo: 5 casos
Directivo 43
Ordenar: 5 casos
Invitar: 2 casos
Asertivo de información: 16 casos
Asertivo 35 Asertivo sí/no: 18 casos
Asertivo de opinión: 1 caso
Total 169
La tabla 4 muestra que los actos de habla expresivos son los que más aparecen
en mi muestra de trabajo. Desde la perspectiva de las funciones del signo lingüístico,
tal y como las entiende Bühler (1934), llama la atención que sea la función sintomá-
tica la que más presencia tiene en este conjunto de datos. De toda esta serie de actos
expresivos, los más recurrentes son los que se utilizan para responder o reforzar lo
que ha sido dicho por el interlocutor (36 casos); los que se usan para saludar (17 ca-
sos) o despedirse (14 casos) y, también, los que se enuncian para manifestar sorpresa,
admiración o enojo ante algún suceso o situación (9 casos). Una posible explicación
de la recurrencia de estos subtipos de actos de habla expresivos es que se trata de ex-
12
Otro ejemplo más del seseo característico del español mexicano.
punto de vista tradicional, cuentan con una organización rítmica en la que es posible
observar la presencia de un numero de sílabas preciso, una distribución regular de
los acentos y el uso de rimas (Pardo y Pardo, 2010).
De manera que, contrario a la idea de que un verso aislado solo puede ser
considerado como tal si forma parte de una estrofa, como unidad superior (Quilis,
2007 [1984), retomo la postura de Pardo (2004), quien apunta la pertinencia de
considerar un verso aislado, un verso solo y un verso-poema como unidad rítmica;
concepción que abre el espectro para abordar las cualidades rítmicas de estructuras
lingüísticas como los refranes (Domínguez, 1985; Anscombre, 2012; Oddo, 2015),
las locuciones (Pla, 2017) y, en este caso, los juegos verbales.
Partiendo de este punto de vista, el primer acercamiento que tuve hacia los da-
tos fue clasificarlos según su número de sílabas para establecer si se trataba de versos
simples o compuestos13.
La tabla 5 muestra el número de juegos verbales que constan de versos simples
y compuestos:
En (10) presento tres ejemplos de juegos verbales en verso simple y en (11) tres
ejemplos de juegos verbales en verso compuesto14:
(10)
a. Chido one, tehuacán (FN10).
chi-do-uán-te-hua-cán.
[Verso simple que consta de siete sílabas].
b. ¡Qué Pachuca por Toluca? (DDEM19).
qué-pa-chu-ca-por-to-lu-ca.
[Verso simple que consta de ocho sílabas].
13
De acuerdo con Quilis (2007 [1984]: 54-55), los versos pueden ser simples cuando constan de
un solo verso de entre una y once sílabas métricas o compuestos (o con pausa interna) cuando constan
de doce o más sílabas. Los versos compuestos se dividen en dos o más versos simples separados por
una cesura lo que, desde la perspectiva de la métrica, obliga a tratarlos como versos independientes; de
manera que la cesura impide la sinalefa y obliga a reiniciar el conteo.
14
En negritas resalto las sílabas acentuadas, con subrayado marco las sinalefas y con la barra
indico la cesura en los casos de juegos verbales compuestos.
(11)
a. Como dijo el gran queso, al rato regreso (Chilangonario).
co-mo-di-joel-gran-que-so / al-ra-to-re-gre-so.
[Verso compuesto que consta de trece sílabas].
b. Bambi es un venado y Tambor su valedor (DDEM19).
bam-bies-un-ve-na-do / y-tam-bor-su-va-le-dor.
[Verso compuesto que consta de catorce sílabas].
c. Me extraña que siendo araña no se sepa ya esa maña (DDEM19).
meex-tra-ña-que-sien-doa-ra-ña / no-se-se-pa-yae-sa-ma-ña.
[Verso compuesto que consta de dieciséis sílabas].
Como he venido señalando, los juegos verbales que tomé en cuenta para este
estudio están compuestos por rimas consonantes. Dado que la mayoría de estos da-
tos presenta una estructura de verso simple, estos juegos se caracterizan por presen-
tar rima interna15. Como se muestra en (12), la rima interna de estos juegos verbales
en verso simple se caracteriza por repetir los fonemas o las sílabas rimantes de algu-
nas de las palabras que los conforman:
(12)
a. Te conozco, Orozco (FN10).
b. A otra cosa mariposa (DDEM19).
c. Soy la neta del planeta (DDEM19).
d. Aja aja la baraja (DDEM19).
(13)
a. ¿Qué Honduras con las verduras / que andan bajas las temperaturas?
(RC15).
b. Chido, Liro, Ramiro / y el vampiro, Clodomiro (FN10).
c. Vaya, vaya Tacubaya, / si no conoce mejor no vaya (DDEM19).
15
Tal y como señalan Baher (1970: 73) y Domínguez (1985: 134), la rima interna es aquella que
se da en el interior del verso.
Número de sílabas
Número de casos Porcentaje
métricas
4 4 2,99 %
5 28 20,9 %
6 22 16,42 %
Juegos verbales en
verso simple 7 21 15,67 %
8 47 35,06 %
9 6 4,48 %
10 3 2,24 %
11 3 2,24 %
Total: 134 100 %
La tabla 6 muestra que los juegos verbales de cinco, seis, siete y ocho sílabas
métricas son los únicos que superan la veintena de casos y conforman el 88,05 %
de los juegos verbales en verso simple. Quilis señala que los versos de arte menor, es
decir, los que tienen entre dos y ocho sílabas métricas, son sumamente frecuentes
en la versificación española por su agilidad; gracias a la cual son «muy aptos para
composiciones poéticas ligeras» (Quilis, 2007 [1984]: 55). De igual modo, llama la
atención el predominio de juegos con ocho sílabas métricas, lo que confirma la pre-
dilección por este metro tanto en la tradición literaria hispánica, como en el modo
de distribución de los elementos en el plano discursivo. Navarro Tomás señala que
«Un rasgo significativo consiste en el hecho de que el metro octosílabo, tan antiguo,
popular y permanente en español, coincida precisamente con la medida del grupo
fónico más frecuente en la ordinaria elocución enunciativa de la lengua» (1973: 8).
En relación con lo anterior, Domínguez agrega que el verso octosílabo es el
más usado en la literatura hispánica, gracias a que «Se adapta a cualquier asunto
y mantiene un extraordinario vigor, especialmente en la poesía popular» (1985:
102).
La tabla 7 indica el número de juegos verbales en verso compuesto a partir de
sus sílabas métricas:
(14)
a. Este osito de peluche ya se va para su estuche (FN10).
es-teo-si-to-de-pe-lu-che / ya-se-va-pa-ra-sues-tu-che.
[octosílabo + octosílabo].
b. Cámara pivote y rin, Mickey, Pluto y Tribilín (DDEM19).
cá-ma-ra-pi-vo-tey-rin / mic-key-plu-toy-tri-bi-lín
[octosílabo + octosílabo].
i. El ritmo trocaico compuesto por una sílaba tónica y otra átona como en:
(15)
a. Escupe, Lupe (DDEM19).
es-cu-pe-lu-pe.
[Pentasílabo trocaico con acentos en la segunda y cuarta sílabas].
b. ¿Cómo ves, Inés? (LG).
có-mo-ves-i-nés.
[Hexasílabo trocaico con acentos en primera, tercera y quinta].
ii. El ritmo dactílico compuesto por una sílaba tónica y dos átonas como en:
(16)
a. Hola crayola (DDEM19).
ho-la-cra-yo-la.
[Pentasílabo dactílico].
b. Ya vas, Barrabás (LG).
ya-vas-ba-rra-bás.
[Hexasílabo dactílico).
iii. A estos dos ritmos básicos, Navarro Tomás agrega un tercero que es una com-
binación trocaica y dactílica a la que denomina ritmo mixto:
(17)
a. Ya estás peinado pa’trás (LG).
yaes-tás-pei-na-do-pa-tras.
[Octosílabo mixto con acentos en la segunda, cuarta y séptima sílabas].
6 eneasílabos 0 0 6 casos
16
No aplica
17
Los dos endecasílabos restantes, a partir de la clasificación de Navarro Tomás (1975[1959]:
51-54), corresponden a un endecasílabo heroico con acentos en la segunda, sexta y décima sílabas y un
endecasílabo galaico antiguo con acentos en la quinta y décima sílabas.
18
El 1,49 % faltante para el 100 % corresponde a los dos endecasílabos de la nota 17.
19
De acuerdo con Quilis (2007 [1984]: 27), el vocabulario de la lengua española consta de un
17,68 % de palabras agudas, 79,50 % de palabras graves y 2,76 % de palabras esdrújulas.
(25) Octosílabos trocaicos con acentos en primera, tercera, quinta y séptima sílabas
y en primera, tercera y séptima sílabas:
a. No te azotes que hay chayotes (DDEM19).
no-tea-zo-tes-quehay-cha-yo-tes.
b. Leve, nueve, llueve nieve (LB13).
le-ve-nue-ve-llue-ve-nie-ve.
c. Achis, piachis, los mariachis (DDEM19).
a-chis-pia-chis-los-ma-ria-chis.
5. MOTIVACIÓN
observado por Engler (1964) y Guiraud (1975 [1955]), de que, en principio, cabe
hacer la distinción entre motivación ontológica o referencial, que resulta del nexo
entre una expresión lingüística y la cosa designada, y motivación intralingüística o
endoglótica que depende de las características propias que cada sistema lingüístico
emplea para la comunicación.
Es precisamente esta motivación intralingüística la que me interesa abordar en
este apartado, ya que como he venido señalando, los hablantes de cada lengua somos
herederos de una forma histórica que nos permite generar una infinidad de unidades y
expresiones lingüísticas siempre y cuando se ajusten a las posibilidades combinatorias
y estructurales que la constituyen (Taylor, 2006). De modo que, si bien la relación en-
tre significante y significado resulta arbitraria como señalaba Saussure, se trata de una
arbitrariedad relativa o controlada, ya que cualquier expresión lingüística se encuen-
tra limitada y motivada por las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas distintivas y
significativas que subyacen a su enunciación. Esta motivación intralingüística puede
advertirse en cualquier nivel de análisis lingüístico20. De ahí que, del diálogo entre
arbitrariedad y motivación, toda unidad lingüística deba acoplarse a ciertos patrones
combinatorios que legitimen su pertinencia y pertenencia a una lengua.
Tomando estas observaciones como base, considero que en el conjunto de da-
tos que he venido presentado hay juegos en los que la motivación actúa solamente en
el plano de la expresión mediante la técnica discursiva de la rima consonante como
los ejemplos de (30):
(30)
a. Me canso, ganso (DDEM19).
b. Me extraña araña ( JB13).
c. Nones camarones ( JB13).
d. Okey, maguey (LG).
e. Seacabuchi, pie de tuchi (DDEM19).
f. Al rato, vato ( JB13).
20
Fonético, fonológico, morfológico, sintáctico, semántico, etcétera.
(31)
a. ¿Qué pasión hay en tu corazón? (FN10).
b. Ahí la vemos y planchemos (Chilangonario).
c. Ya comí, ya bebí, ya no me hallo aquí (DDEM19).
En (31a) además de que se puede recuperar la intención del hablante para salu-
dar mediante la yuxtaposición entre ¿Qué pasó? y ¿Qué pasión?, así como de la rima
entre el vocablo pasión y corazón, el juego en su totalidad tiene un significado com-
posicional en el que se destaca el papel del corazón como el centro de las pasiones y
emociones humanas.
En (31b), además de la rima entre vemos y planchemos, se produce una ambi-
güedad fónica entre la expresión ahí la vemos que se utiliza en el español mexicano
como una fórmula para despedirse y lavemos como la conjugación de la primera
persona de presente de subjuntivo del verbo lavar, lo que permite la lectura compo-
sicional entre dos actividades características del quehacer doméstico como lo son el
lavado y el planchado.
En (31c) a la par de la rima entre comí, bebí y aquí, se trata de un dicho con
significado composicional que se utiliza para despedirse de algún lugar después de
comer y beber.
En la tabla 10 aparece el número de juegos verbales de mi muestra que emplean
mecanismos que apelan solamente al plano de la expresión del signo lingüístico y
aquellos en los que intervienen tanto del plano de la expresión como del plano del
contenido.
Tabla 10. Plano del signo lingüístico en la que operan los juegos verbales
La tabla 10 muestra que hay más de casos en los que el juego verbal actúa so-
lamente en el plano de la expresión del signo lingüístico mediante el empleo de la
técnica discursiva de la rima consonante, no obstante, también hay un buen número
de casos en los que el juego apela a ambas caras del signo a través de otras técnicas
discursivas.
Para finalizar con este apartado, presento algunos ejemplos de las técnicas
discursivas que observo en el subconjunto de los datos en los que el juego verbal
(32)
a. verga por verdura en el juego ¡Soy la pura verdura! (RDMBBC16), cuyo
sentido es señalar que el hablante es muy bueno, muy listo, muy astuto para
algo.
b. Arroz o más mole o chile para el guacamole (Cabulario), donde las palabras
arroz, mole, chile y guacamole pertenecen al campo léxico de la comida, y la
palabra chile es un eufemismo de chingón ya que toda esta expresión se yuxta-
pone a así o más chingón. Por ende, este juego tiene una doble lectura, la que
se recupera al reconocer que se trata de una sustitución y la que se genera de
manera composicional en la que solamente se habla de una serie de platillos o
alimentos comunes en la tradición culinaria mexicana.
c. Ya tienes peluche en el estuche (FN10), en donde la palabra peluche sustituye
a la palabra pelo para señalar que un individuo ya tiene vello púbico en sus ór-
ganos sexuales utilizando la palabra estuche como metáfora eufemística.
d. Ta’ chin, calabacín (FN10) donde la apócope de chingón mediante la forma
chin funciona como un eufemismo en este juego, que se utiliza para señalar que
algo está chingón, es decir, ‘muy padre’ o ‘muy bien’.
e. Tan dura como verdura (FN10), donde verdura sustituye a verga en esta
expresión que funciona como un símil para señalar que algo es duro como la
erección del órgano sexual masculino. Cabe señalar que en este caso también
uno puede quedarse solamente con el significado composicional de la expre-
sión, por lo que tendría dos lecturas posibles, pues también existen verduras
que presentan una consistencia dura.
(33)
a. Vásquez Velásquez (JB13), donde el apellido Vásquez sustituye a la palabra vas
para manifestar que se está de acuerdo con lo que el interlocutor está planteando
y Velásquez funciona como elemento léxico que complementa y alarga el juego.
b. ¡Qué Pachuca por Toluca? (DDEM19), que se utiliza como variante del sa-
ludo ‘¡Qué pasó?’ y donde el topónimo Pachuca sustituye a la palabra pasó y el
topónimo Toluca sirve para alargar el juego.
5.3. Metáforas
(34)
a. Este osito de peluche ya se va para su estuche (FN10), donde estuche se utiliza
como metáfora de ‘casa’ en este dicho que se utiliza para despedirse.
b. Relaja la raja y disfruta la fruta (FN10), donde el vocablo raja significa de
manera metafórica ya sea ‘vulva de la mujer’ o ‘ano’ y fruta significa ‘órgano
sexual masculino’.
c. Esta rorra se les borra (DDEM19), donde el significado de borrar se utiliza
en el sentido metafórica de ‘irse’, en esta expresión que utilizaría una mujer para
despedirse de alguna fiesta o entre gente muy cercana.
Otra técnica discursiva que es de llamar la atención es el uso de dos o más vo-
cablos que forman parte de un mismo campo léxico. En estos casos se observa que el
(35)
a. Cámara, que funciona como una interjección para señalar que se está de
acuerdo con lo propuesto por otra persona, genera la expresión en Cámara,
pivote y rin, Mickey, Pluto y Tribilín (DDEM19), donde el primer verso se
estructura mediante vocablos que denominan partes de la llanta de automó-
vil como la cámara, el pivote y el rin, mientras que el segundo verso asocia el
nombre propio de algunos de los personajes más conocidos de Disney como
Mickey, Pluto y Tribilín.
b. Nos vemos al rato se transforma en Nos vemos al ratón le gusta el queso y a
la ardilla, la tortilla (RC15), donde se asocian dos animales roedores como el
ratón y la ardilla y dos alimentos como el queso y la tortilla.
c. A partir de la interjección va, que se usa para confirmar o mostrar que se
está de acuerdo con alguna propuesta o invitación, surge la expresión Bambi es
un venado y Tambor su valedor (DDEM19), donde nuevamente hay una aso-
ciación entre dos personajes Disney que forman parte de la película de dibujos
animados Bambi.
d. El saludo ¿Qué pasó? pasa a ¿Qué epazotes con los ejotes? (FN10), donde se
observa la asociación entre el epazote que se usa como condimento para distin-
tos platillos mexicanos y una vaina comestible como el ejote.
e. De la interjección cámara surge la expresión popular camarón, pulpo y os-
tión (Chilangonario), donde se observa la asociación entre el camarón, el pul-
po y el ostión, como tipos de mariscos que se consumen mucho en México.
6. CONSIDERACIONES FINALES
En el caso del acercamiento a estos juegos verbales como actos de habla, queda
claro que para comprender a plenitud la naturaleza de estas manifestaciones lingüís-
ticas se debe contemplar que se trata de un fenómeno cuya gestación se da en la acti-
vidad dialógica que se establece entre las personas de manera cotidiana (Lara, 2012);
por ende, se vuelve necesario pensar en la elaboración de trabajos que profundicen
en la dimensión pragmática de estas maneras de decir que constituyen el núcleo de
las tradiciones verbales populares; pues cada juego verbal surge y cobra sentido en
determinadas situaciones de la vida social.
En relación al cómputo silábico y al patrón rítmico de los datos analizados, se
confirma la preeminencia del metro octosílabo como la estructura métrica por ex-
celencia en la tradición popular, como lo demuestra su presencia desde las paremias
medievales (Bizarri, 2014; Pla, 2017); de igual modo, la recurrencia de la rima con-
sonante como técnica discursiva posibilita que estos juegos se vuelvan memorables
gracias a esta figura retórica que permite su repetición, transmisión y conservación
en el imaginario social. De manera que, al igual que el pensamiento metafórico for-
ma parte esencial de nuestra experiencia lingüística (Lakoff y Johnson, 1980), la
expresividad, el dinamismo y la belleza de las figuras literarias que afectan la forma
de la expresión de los signos lingüísticos también participan en nuestros decires co-
tidianos cuya herencia impulsa buena parte de nuestra competencia comunicativa.
Por último, el análisis de la motivación de estos juegos verbales me ha permi-
tido detectar algunas otras técnicas discursivas, como la metáfora, el eufemismo o
la doble lectura, que contribuyen a valorar la complejidad y el ingenio que aflora en
estas prácticas lingüísticas cuya vivacidad, espontaneidad y agudeza son dignas de
reflexión y descripción desde la ciencia del lenguaje.
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ciatura, Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Resumen: Este trabajo presenta un estudio Abstract: This paper presents a descriptive
descriptivo de los proyectos lingüísticos arti- study of artificial linguistic projects cons-
ficiales construidos para la literatura y el cine tructed for literature and cinema in the
en los siglos xx y xxi. Por un lado, se estable- 20th and 21st centuries. On the one hand, it
ce una aproximación a las lenguas inventadas is established an approach to the invented
por J. R. R. Tolkien con el fin de advertir languages of J. R. R. Tolkien in order to ob-
algunos de los principios de su invención lin- serve some of the principles of his linguistic
güística. Por otro, se traza un recorrido por invention. On the other hand, it is traced a
algunos de los proyectos de lenguas artísticas journey into some of the projects of artistic
pensados para el ámbito cinematográfico; languages thought for the cinematographic
entre ellos, se analizan el klingon, el na’vi, field; among them, the Klingon, the Na’vi,
el dothraki, el valyrio, el pársel y el minionés. the Dothraki, the Valyrio, the Parsel and
Finalmente, este estudio permite observar the Minion are analyzed. Finally, this study
qué métodos o criterios han utilizado estos allows us to observe what methods or criteria
inventores de lenguas para elaborar sus es- these language inventors have used to elabo-
quemas lingüísticos y cómo estos se encuen- rate their linguistic schemes and how these
tran irremediablemente influenciados por la are irremediably influenced by the culture to
cultura a la que se asocian. which they are associated.
Palabras clave: lenguas artificiales, lenguas Keywords: artificial languages, artistic lan-
artísticas, J. R. R. Tolkien, literatura, cine guages, J. R. R. Tolkien, literature, cinema
1. INTRODUCCIÓN
motor del cambio social» (Galán, 2018a: 76). Ejemplos destacados de estas
lenguas en la ficción se incluyen en relatos utópicos, tales como Viaje a la Luna
(1657) de Cyrano de Bergerac o Los viajes de Gulliver (1726) de Jonathan
Swift, o distópicos como Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley, 1984 de
George Orwell (1949) o La naranja mecánica (1962) de Anthony Burguess.
viduales y grupales (Barnes y Heerden, 2006: 102). Así mismo, partiendo de la im-
portancia de estas lenguas como conformadoras de mundos en las obras de ficción,
Moreno Paz señala que estos representan unidades léxicas que aluden a elementos
ficticios en estos universos imaginarios (2016: 817).
J. R. R. Tolkien, por su parte, no considera que el estudio de estas lenguas deba
restringirse exclusivamente a su función en los argumentos de ficción, sino que
apunta la necesidad de examinar detenidamente la evolución real de estos sistemas.
De esta forma, en una de sus cartas de 1967 menciona que las lenguas inventadas tie-
nen dos historias que contar y que, por tanto, ambas deberían tenerse en considera-
ción. La primera de ellas, la «historia externa», se basa en el proceso por el que pasa
el autor en la construcción de su sistema lingüístico; es decir, alude, por ejemplo,
a la elección de las secuencias sonoras que después se utilizan para forjar los nom-
bres. En cambio, la segunda, la «historia interna», consiste en las propias vivencias
imaginarias de sus hablantes, en sus costumbres y culturas, y en cómo las lenguas se
desarrollan en dicho contexto de ficción (Tolkien, 1993: 579). Con todo, conocer
la «historia externa» de las lenguas —en la realidad— puede ayudar a entender la
«historia interna» —en la ficción— de estos diseños lingüísticos.
Ahora bien, para componer la historia interna de estas lenguas es necesario
disponer de un profundo conocimiento de lingüística, lo que sobradamente de-
muestran los creadores de lenguas artísticas. Con respecto a la historia externa, los
autores deben poseer una gran imaginación que les permita construir mundos en los
que recrear culturas insólitas, que resulten cuanto menos curiosas para sus lectores.
No obstante, aunque algunos novelistas de literatura fantástica y de ciencia ficción
idean universos paralelos e imaginarios, con lenguas diferentes a las existentes en el
mundo real, estos no siempre desarrollan su gramática y su léxico. En muchos casos,
tan solo aparecen palabras aisladas o expresiones que se repiten con frecuencia o
que tienen cierta relevancia en el argumento. Por ejemplo, en la novela de ciencia
ficción Consecuencias naturales (1994) de Elia Barceló se simula cómo una especie
de alienígenas habla una lengua artificial, de la que apenas se incluyen vocablos, que
consigue establecer un distanciamiento lingüístico entre estos seres y los humanos
(Gándara, 2016).
En el ámbito cinematográfico, los encargados de diseñar estos sistemas son
lingüistas contratados por las productoras para conseguir determinados efectos en
sus filmes. En este caso, las lenguas alcanzan un mayor grado de complejidad y desa-
rrollo debido a que estas se popularizan entre los seguidores de series y películas. Si
bien es cierto que el éxito de estas se debe en buena parte a su aparición de en la gran
pantalla, pues la recreación de las lenguas inventadas por Tolkien en la adaptación
cinematográfica de El señor de los anillos ( Jackson, 2001-2003) inauguró una nueva
era en la historia de las lenguas artificiales diseñadas para el cine. Así, en este trabajo,
en primer lugar, realizamos un repaso por algunos de los principios de la actividad
lingüística de Tolkien en la creación de lenguas; segundo, destacamos cómo estas
traspasan los límites de la ficción literaria y se asientan en los del imaginario cine-
matográfico. Finalmente, proponemos un recorrido por algunos de los proyectos de
lenguas artificiales más importantes construidos para el cine.
Las lenguas construidas con propósitos artísticos suelen incluirse en obras per-
tenecientes a la literatura fantástica o de fantasía y a la ciencia ficción. El primer
autor que creó una lengua «completa» para un contexto de ficción literaria fue J. R.
R. Tolkien (1892-1973). El filólogo y profesor de la Universidad de Oxford diseñó
más de catorce lenguas para sus novelas con el fin de crear un universo fantástico
poblado por hombres, orcos, enanos, hobbits, elfos y otras criaturas. Dichas lenguas
son el germen del mundo inventado y paralelo que aparece en El hobbit (1937),
El señor de los anillos (1954-5) y El Silmarillion (1977). La invención lingüística
se postula, por tanto, como el punto de partida, por lo que no resulta extraño que
Tolkien señale: «para mí, viene primero el nombre, y luego le sigue la historia»
(Tolkien, 1993: 333). El ciclo mitológico que aparece en El señor de los anillos no
es más que el deseo de su autor de dar a sus lenguas un «hogar» y criaturas que las
hablasen. Afirma, pues, que « las “historias” se crearon más bien para procurar un
mundo para las lenguas que a la inversa» (Tolkien, 1993: 333); por lo que no resulta
extraño que, además de incluir en el relato abundante material lingüístico, Tolkien
confiese:
Habría preferido escribir en «élfico». Pero, por supuesto, una historia como
El Señor de los Anillos ha sido preparada para la imprenta y he dejado en ella
tanto «lenguaje» como pensé que los lectores podrían digerir. (Compruebo
ahora que a muchos les hubiera gustado más). Pero hay abundante material
lingüístico (además de nombres y palabras élficas) incluido en el libro o mito-
lógicamente expresado (Tolkien, 1993: 333).
1993: 274). De tal forma, el sindarin presenta una gran influencia del galés mientras
que en quenya aparecen rasgos propios del finés.
La influencia del finés en el quenya se observa principalmente en la estructura
de los nombres; estos últimos caracterizados por la ausencia de género, sus cuatro
números y su carácter declinativo. Al igual que el latín y el finés, el quenya presenta
casos gramaticales, que a su vez reflejan rasgos propios de esta lengua nórdica. Entre
otros aspectos, en quenya el caso locativo presenta un valor idéntico al del finés, pues
en ambas lenguas se utiliza como equivalente del verbo «tener»; el ablativo signi-
fica ‘de parte de quién’ en ambos sistemas; y el alativo puede emplearse como com-
plemento circunstancial de finalidad y como complemento indirecto en la oración
(cfr. González, 2002). El influjo del finés se observa también en los sufijos posesivos,
agregados al nombre después de la inflexión preposicional (atari-nya ‘mi padre’) y
en el uso de preposiciones y posposiciones, como en pella ‘más allá de’.
Por otro lado, el sindarin, lengua paratáctica con escasas inflexiones, toma del
galés el fenómeno de la lenición o mutación suave, ya esta se produce en casos seme-
jantes a los de la lengua celta, concretamente en posición intervocálica (Hostetter,
2007: 6). Uno de los ejemplos más destacados se encuentra en el fragmento más
extenso de sindarin conservado, conocido como «La Carta del Rey», en la que
Aragorn informa a Sam sobre sus planes de visitar la Comarca. En su carta, Aragorn
escribe: Aragorn Arathornion Edhelham anglenneatha i Varanduiniant erin dolothen
Ethuil («Aragorn, hijo de Arathorn, Piedra de Elfo, se aproximará al puente del Ba-
randuin el octavo día de la Primavera»). La lenición es provocada por i (artículo) en
la palabra Varanduinaiant donde v se suaviza en b dando lugar al término Barandui-
niant, cuya traducción es ‘sobre el río Baranduin (Brandivino)’ (Salo, 2004: 225-6).
La producción artística de Tolkien, además de ser objeto de estudio en dife-
rentes disciplinas, se ha convertido también en una inagotable fuente de inspiración
para los inventores de lenguas de décadas posteriores, especialmente para aquellos
lingüistas que diseñan lenguas para el ámbito cinematográfico. El estudio de estos
proyectos, que han tenido una gran repercusión en la actualidad, nos ocupa en el
siguiente apartado.
en casi una obligación para todos aquellos que deseen recrear universos imaginarios en
sus filmes cinematográficos o series televisivas6. Generalmente, estas lenguas son tan
insólitas y sorprendentes como las asombrosas y extrañas culturas a las que comple-
mentan. Este hecho permite, según Lozano (citado en Robles, 2016), «potenciar la
identificación del espectador con lo atractivo y lo exótico de razas, culturas y civiliza-
ciones que parecen tan reales como la suya propia». Por tanto, además de aportar una
mayor dosis de verosimilitud a esos mundos paralelos, consiguen despertar la curio-
sidad de su público. En líneas generales, y salvo excepciones, los creadores de lenguas
de las últimas décadas persiguen que sus modelos sean diferentes de los paradigmas
lingüísticos europeos; para ello suelen acudir a lenguas minoritarias o de origen incier-
to, como el vasco, el tagalo o el azteca (Galán, 2009: 127). Por ejemplo, el pársel, in-
ventado por Nolan para Harry Potter (1997-2007), presenta la ergatividad del euskera
y el orden de palabras V-S-O del tagalo (Gándara, 2018a: 167).
Como afirma Lozano (citado en Robles, 2016), los conlangs no son solo ins-
trumentos con los que expandir la experiencia ficcional, sino también contenidos
que nos permiten abrir la puerta a numerosas posibilidades de participación con
la audiencia. Pues la aparición de lenguas artificiales en el cine origina nuevos retos
tanto para actores como para espectadores. Mientras que los primeros afrontan la
ardua tarea de aprender y memorizar lenguas radicalmente distintas a las suyas; los
segundos se enfrentan a la lectura de subtítulos. Este último aspecto es, según Pe-
terson (2015a: 34), un auténtico milagro, pues implica que millones de personas
se muestren partidarias de la lectura de subtítulos, algo a lo que el espectador no
siempre está dispuesto.
A mediados del siglo xx, cuando se inicia este movimiento, las películas y se-
ries empleaban simplemente un vocabulario diseñado ad hoc para los hablantes de
6
También encontramos lenguas artificiales en los videojuegos y en la música. Notables contri-
buciones artísticas son, por ejemplo, los diseños de M.A.R. Barker para los juegos de rol Empire of the
Petal Throne (1974-5). En los videojuegos, destaca el simlish o lengua de los sims (1996); en este caso,
la intención de su autor fue ahorrar en gastos de traducción y evitar que las frases que articulan los sims
en el juego fuesen demasiado repetitivas. Otro ejemplo aparece en The Longest Journey (1999), basado
en una aventura gráfica en la que el participante debe averiguar el significado de los diferentes enigmas
que se plantean para lograr avanzar en el juego. Dichos enigmas aparecen en una lengua artificial de-
nominada alltongue. Como ambientación, también se utilizan otros códigos lingüísticos en Ico (2001)
y Shadow of the Colossus (2018). Por otro lado, en la música, citamos el caso del kobaïano (1969). Se
trata de una lengua creada por el batería y compositor francés Christian Vander para su banda de rock
Magma. El kobaïano es la lengua de Kobaïa, un planeta ficticio inventado por Vander para una “ópera
espacial” cantada en esta lengua construida. Otra creación lingüística en este medio es el loxian (2005),
lengua artificial creada por la escritora y letrista Roma Ryan para el álbum Amarantine (2005) de Enya.
El loxian aparece en tres canciones de este álbum: “Less than a Pearl”, “The River Sings” y “Water
Shows the Hidden Heart”.
lugares ficticios (primeros episodios de Danger Man 1960-68) o para las lenguas
que los cineastas no querían reproducir fielmente (Thoroughly Modern Millie 1967).
En este momento, el crear una lengua completa para una nación ficticia era algo im-
pensable. De hecho, la primera vez que aparece un diseño inventado en una serie de
televisión fue en Land of the Lost (1974); en esta, se incluía una lengua llamada paku
o pakuni para una raza entre humano y primate denominados con este mismo nom-
bre. Este hecho cobra cierta importancia por dos motivos. En primer lugar, porque
se trata de una lengua inventada por una mujer, Victoria Fromkin (1923-2000), lin-
güista y profesora en la Universidad de California en los Ángeles. Algo que supo-
ne un hito en el movimiento de lenguas artificiales ya que las mujeres representan
paradójicamente una clara minoría en este ámbito, pese a ser pioneras en el mismo.
No olvidemos que la primera lengua artificial documentada, la Lingua Ignota, fue
construida por la abadesa Hildegard von Bingen en el siglo xii (cfr. Galán, 2018b).
En segundo lugar, porque Fromkin fue la primera lingüista contratada para crear
una lengua para un contexto de ficción. Se inicia así una era en la que cada vez es más
frecuente que las productoras contraten a profesionales del lenguaje para la inven-
ción de lenguas para el cine.
De entre las muchas lenguas construidas para este ámbito, el klingon es uno
de los proyectos lingüísticos que más éxito ha tenido. El nombre de la lengua se co-
rresponde con el de una raza de humanoides del universo de Star Trek, los klingons.
Esta se menciona por primera vez el 23 de marzo de 1967 en «Errand of Mercy»,
un episodio de esta serie televisiva. La segunda alusión al klingon se registra en un
episodio posterior de este mismo año, «The Trouble with Tribbes», cuando uno de
los personajes alude a que parte de los habitantes de su galaxia están aprendiendo a
hablar klingonese. No será hasta el estreno de la primera película, Star Trek: The Mo-
tion Picture (1979) cuando aparezcan algunos diálogos en la lengua de los klingons.
El encargado de esbozar estas primeras palabras fue James Doohan, el actor que pro-
tagonizaba al personaje Montgomery Scott en la serie. El klingon reaparecerá en la
tercera película, Star Trek III: The Search for Spock (1984); aunque para esta produc-
ción ya se decidió que los klingons deberían tener su propia lengua. Esta fue cons-
truida por el lingüista Marc Okrand (1948). En un principio, no se pensó en crear
una lengua completa sino solo aquellos términos necesarios para que los personajes
pudieran establecer diálogos en klingon. Más adelante, dada la aceptación que tuvo
entre sus seguidores, se consideró conveniente dotar a este sistema de una gramática
y un vocabulario propios, que se publicaron posteriormente en diferentes manuales
y diccionarios como The Klingon Dictionary (1992). Su propósito no era otro que el
de idear un sistema lingüístico cuyo sonido fuese diferente a todas las lenguas natu-
rales. Con el fin de dotar a esta lengua de un aspecto alienígena, el klingon presenta
7
Galán destaca que el klingon es una «mezcla de yiddish (ingrediente que hace referencia a la
antigüedad adámica) y de japonés» (2007: 66).
8
Aquellas en las que “el aire queda comprimido entre la glotis cerrada y el lugar de articulación
en el tracto bucal y sale al exterior por un movimiento ascendente de la laringe” (Llisterri, 2018).
9
Los principales rasgos gramaticales y léxicos del Na’vi se encuentran en el siguiente enlace:
https://learnnavi.org/.
que habitan en las llanuras del Mar Dothraki, en el continente de Essos. El nombre
de la lengua coincide, por tanto, con el del pueblo dothraki, cuyo significado literal
es men who ride, the Dothraki people (Littaver, 2016: 23). Para la elaboración de
este sistema, Peterson parte de las 56 palabras que ya había incluido Martin en las
novelas. Sus esfuerzos se encaminaron a la creación de una lengua que, además de
provocar cierta extrañeza al ser escuchada, denotara dureza (Peterson, 2015b: 25) 10.
El dothraki presenta un total de 27 fonemas consonánticos, entre los que no se
incluyen bilabiales oclusivas ni sordas ni sonoras. Su inventario es el siguiente:
Anterior Posterior
Cerrada i
Intermedia e o
Abierta a
Como puede apreciarse en las tablas anteriores, solo aparecen cuatro fonemas
vocálicos: /a/, /e/, /i/ y /o/. El único elemento vocálico que no se utiliza es /u/; tan
solo se registra en el grupo qu- por iniciativa de Martin, como en Quaro y Jhiqui
(nombres propios). Del mismo modo, destacan una serie de rasgos que conforman
la esencia de este diseño: la fricativa velar sorda [x] (en khal ‘jefe’ o arakh ‘espada
curvada’, símbolo dothraki), la vibrante múltiple [r] (en khalasar ‘horda dothraki’ o
lajasar ‘ejército’), la oclusiva uvular sorda [q] (en qoy ‘sangre’ o qora ‘brazo’), la frica-
tiva glotal [h] (que con frecuencia aparece como [ħ]) (en hrazef ‘caballo’ o mahrazh
‘hombre’) y las consonantes dobles y geminadas (en iffi ‘victoria’ o allayafat ‘compla-
cer’). El autor de la lengua se asegura de que estos sonidos aparezcan asiduamente en
10
En 2014 se publicó el curso Living Language Dothraki, creado por David J. Peterson, en el que
se incluye información referente a la gramática y el léxico de esta lengua.
su lengua mediante el uso de una serie de estrategias, entre las que destaca la adición
de afijos. Por ejemplo, Peterson convierte la fricativa velar sorda [x], representada
como kh, en el sufijo derivativo -i(kh), que da lugar a términos como kachrakh ‘oler’,
nesikh ‘conocimiento’, sewafikh ‘vino’, etc. (Gándara, 2018b: 320).
Para Juego de tronos, Peterson también elaboró el alto valyrio, lengua de la Anti-
gua Ciudad de Valyria, que contribuye a la representación de un imperio derruido, ya
que se asocia a la última superviviente de una casa nobiliaria que fue completamente
devastada, Daenerys Targaryen. En las novelas, se introducen algunas palabras y ex-
presiones, tales como valar morghulis ‘todos los hombres deben morir’, valar dohae-
ris ‘todos los hombres deben servir’ o dracarys ‘fuego de dragón’. De nuevo, Peterson
se basó en estos términos para establecer los principales rasgos gramaticales y léxicos
de su conlang. Este se caracteriza por presentar una amplia variedad de nasales y de
alófonos para distintos fonemas con el fin de mostrar un estado de evolución en la
lengua. Su sistema vocálico distingue entre cortas y largas; estas últimas marcadas
con un macrón: ā [aː], a [a]; ē [eː], e [e]; ō [oː], o [o]; ū [uː], u [u]. El sistema
de número se amplía a singular, plural, paucal (para indicar ‘varios’, ‘unos cuantos’;
aparece en hopi, ruso y árabe) y colectivo (designa un grupo como una unidad; car-
acterístico del griego arcaico y el japonés). Como ejemplo, citamos: vala ‘hombre’;
vali ‘hombres’; valum ‘algunos hombres’; y valar ‘todos los hombres’. Nombres y ad-
jetivos se dividen en tres clases, que presentan diferentes terminaciones en función
de los casos gramaticales, y en cuatro géneros basados en los elementos de la natu-
raleza: solar, lunar, terrestre y acuático (cfr. Gándara, 2018a).
Igualmente, hay también ciertos diseños lingüísticos que no adquieren el estatus
de lengua. Algunos autores coinciden en denominar relex a estos sistemas, puesto
que, aunque no se consideran «lenguas», se crean mediante el uso de reglas lingüís-
ticas reales (Olivera, 2015: 58)11. En este cajón de sastre se incluyen construcciones
lingüísticas como el pársel o lengua de serpientes de la saga Harry Potter y la lengua
de los minions, entre otras. El primero no fue desarrollado por J. K. Rowling, autora
de la saga Harry Potter (1997-2007), para su inclusión en esta obra literaria; en los li-
bros, los encuentros entre Harry y las serpientes se describen siempre en lengua ingle-
sa. No hay, por tanto, ninguna muestra de pársel en las novelas, a diferencia de lo que
sucede en las adaptaciones cinematográficas, en las que sí es posible escucharlo. En
concreto, aparece en Harry Potter y la cámara secreta (2002), Harry Potter y el cáliz de
fuego (2005) y las dos partes de Harry Potter y las reliquias de la muerte (2010, 2011).
El encargado de desarrollar los rasgos fonéticos y gramaticales que caracterizan a este
11
El término relex es un acortamiento de relexificación o proceso de sustitución del vocabulario
de una lengua. En el contexto de las lenguas artificiales, este se utiliza en casos en los que se mantiene la
gramática de una lengua natural, pero se sustituye su vocabulario por uno de creación propia.
ficticios llevados al cine (Galán, 2018b: 13). Para los constructores de lenguas de
las últimas décadas, Tolkien constituye un auténtico referente tanto para el diseño
de los rasgos gramaticales y léxicos de sus lenguas como para la construcción de su
imaginario lingüístico. De hecho, George R. R. Martin define a Peterson como uno
de los herederos de Tolkien:
I really have to give David Peterson 95 percent of the credit on the languages.
Tolkien was a world-class linguistic, and even before has writing The Lord of
the Rings, he created not one but two elvish languages. He also created the
language of the dwarves, Westernesse, and Numenor -he loved creating fantasy
languages. His true heir, in that sense, is absolutely David Peterson (Taylor,
2014: 17).
BIBLIOGRAFÍA
Resumen: Este estudio se centra en el análi- Abstract: The objective of this study is focu-
sis histórico de cuatro arabismos caracterís- sed on the analysis of four characteristic Ara-
ticos del reino de Granada desde finales del bisms of the Kingdom of Granada from the
siglo xv hasta principios del siglo xvii: (al) end of 15th until the beginnings of the 17th
guadoc, azalá, leila y macaber. Para ello, par- century: alguadoc, azalá, leila and macaber.
timos de un corpus de estudio compuesto por To do that, a base corpus composed by mu-
documentos municipales y administrativos nicipal and administrative documents linked
geográficamente vinculados al antiguo reino. to the ancient Nasrid Kingdom has been ela-
El volumen de léxico de origen árabe que par- borated. The volume of Arab origin lexicon
te de dicha región durante al menos un siglo that departs from the said region is clearly di-
tras su reconquista, se presenta claramente fferentiated from other peninsular areas. The
diferenciado del de otras zonas peninsulares. reasons that motivate the maintenance and
Las razones que motivan el mantenimiento introduction of this kind of lexicon can be
e introducción de este léxico se encuentran found in the transfer of some Nasrid admi-
en el traspaso de ciertas instituciones admi- nistrative institutions to the new Christian
nistrativas nazaríes al nuevo orden cristiano order and in the presence of Moorish popu-
y en la presencia de población morisca hasta lation until the 17th century.
el siglo xvii. Keywords: Arabisms, lexicography, King-
Palabras clave: arabismos, lexicografía, reino dom of Granada, Muslim ceremonies and
de Granada, ceremonias y ritos musulmanes rites
(MINECO/AEI/FEDER, UE).
1. INTRODUCCIÓN
1
El léxico de origen árabe en español es uno de los más ricos y ha merecido la atención de nume-
rosos estudios. Sin embargo, a pesar de la amplísima bibliografía existente, no existen estudios exhaus-
tivos que partan de un corpus de documentos representativo para su estudio en el reino de Granada
(González Sopeña, 2019:24).
4
La clave bibliográfica empleada en las citas del corpus, así como la referencia completa de la
selección documental, se desglosa en las referencias bibliográficas.
4. ESTUDIO LÉXICO
1568 (2006), Inquisición, p. 114: Ysabel Pere, morisca, vezina del lugar de Al-
macharavieja. Porque tratando con otras personas que agora se avía de vestir a
la castellana y se avía de confesar y comulgar […] Y hizo el guadoc y la çala de
los moros. 1574 (2002), BarriosAguilera, p. 240: la dicha persona le avia en-
señado a hazer el guado y la çala y dichole que hera bueno para yrse los moros
al cielo y ansi avia hecho el guado labandose las manos, cara, brazos, piernas,
partes vergonçosas detras y delante y otras partes del cuerpo y luego se ponia
camisa limpia y acudia con los demas moros a la yglesia de Purchena a hazer la
çala. 1584 (2002), BarriosAguilera, p. 239: estando en el castillo de Purchena
levantada, hizo el guado y çala y comio carne en viernes y ayuno el ayuno del
Ramadan7 y se llamo por nombre de mora Ayza. 1600 (2015), Rebelión, p.
1054: En lugar de los menftís8y de los sectarios alfaquís9 y de sus guadores10 y
5
La etimología propuesta por Corominas, basada en la raíz ár. {wd’}, resulta inválida (Corriente
2008, s.v.).
6
«O que hayan hecho el Guadoc» 1901, Pascual Boronat y Barrachina, Los moriscos españoles y
su expulsión (CNDHE).
7
La práctica religiosa del ayuno del Ramadán, junto con el guadoc y el azalá sintetizan la vida
religiosa de los moriscos en el reino de Granada (Barrios Aguilera, 2000: 360).
8
Los monfíes eran moriscos bandidos dedicados a asaltar zonas de Andalucía tras la reconquista
cristiana (Corriente, 1999, s.v.).
9
Los alfaquíes eran musulmanes sabedores de la ley islámica (DLE, 2014, s.v.).
10
La forma pluralizada de guadoc que se observa en el documento (guadores) responde a una
adaptación atendiendo a los morfemas propios que la lengua española tiene para la formación de plu-
rales (-s, -es). La terminación en -c de guadoc no es propia del español; en este caso, se ha optado por
El término azalá proviene del ár. hisp. aṣṣalá, y este del ár. clás. ṣalāh, del ara-
meo ṣělo/ūtā, a través del acadio ṣul(l)û (Corriente, 1999, s.v.). El diccionario aca-
démico lo define como ‘entre musulmanes, oración’ (DLE, 2014, s.v.). La primera
documentación de azalá aparece con la variante açala en el siglo XIV (Maíllo Sal-
gado, 1991: 292)12.
una consonante de transición -r-, a la que se añade el morfema -es. Este tipo de adaptaciones reflejan un
nivel de integración total del arabismo en la variedad de español desarrollada en el reino de Granada.
11
Un estudio sobre las visitas inquisitoriales en el siglo xvi en Málaga describe como las penas
económicas impuestas por la práctica de tal ritual suponía el 20% de todas las cargas fiscales que sufría
la población morisca (Colosia Rodríguez, 1986: 338).
12
«Et non fagan açala en pos de ninguno dellos», s. xiv, Leyes de Moros (Maíllo Salgado, 1991:
292).
1491 (1969), Mudéjares.Cas., p. 174: e non les mandarán quitar sus algimas e zu-
mas, e almúedanos e torres de los dichos almuédanos, para que llamen a sus aza-
laes […] e que sean juzgados por su ley xaraçina con consejo de sus alcadís, segund
costumbre de los moros. 1492 (1992), Capitulaciones, p. 273: Yten es asentado e
concordado que sus altesas e sus descendientes para syempre jamás dexarán biuir
al dicho Rey muley baudili e a los dichos alcaydes, e alcadís, e sabios, e moftíes,
alfaquíes, e alguasiles [...] e almuédanos e torres de los dichos almuédanos para
que llamen a sus açalaes. 1492 (1993), GranadaConquista, p. 268: […] e segund
los padrones que los dichos alguasyles moros tienen dado con juramento para
la dicha paga, contando todos los alguasyles e alfaquies e todos los que son en
hedad de haser açala, porque todos son e entran en la dicha obligaçion. 1499
(1969), MudéjaresCas., p. 230: Desde el dia de Nuestra Señora aca no han lla-
mado ni se ha oydo cosa del mundo en la mezquita […] e en avernos traydo las
tronpetas e añafiles con que llamavan a la zala y ser convertidos los que llamavan.
1538 (2000), RíoAlmería, p. 318: E más vido este testigo que los que los dichos
cadís e alfaquíes de la dicha mezquita vendían en cada viernes de la semana, en
saliendo de la çalá los remanientes e sobras de aguas que sobravan del campo,
aviendo tomado dellas lo que cada uno tenía por sus oras. 1538 (2000), RíoAl-
mería, p. 322: siendo este testigo moro, e en ella entró muchas e diversas vezes a
oir la zalá, e que se acuerda aver oido nombrar e decir a los moros viejos. 1538
13
«Dise la Muerte: [al alfaquí] Benit vos amigo dexar el zalla», 1400, Danzas de la muerte
(Maíllo Salgado, 1991: 292).
14
«Con doçe cosas se cumple el açala», 1462, Yçe de Chebir, Breviario çunní (Maíllo Salgado, 1991: 292).
15
«De fazer el alwadu fasta que fara assala», 1440-1469, Tratado jurídico (CNDHE).
16
«Que todos los moros Alfaquíes o Almutanes llamaban al Zalá á muy grandes voces», h.
1513, Bernáldez, Historia de los reyes Católicos (Maíllo Salgado, 1991: 292); «hacían la azalá y el gua-
do», c. 1550, Alonso de Santa Cruz, Crónica del Emperador Carlos V (CNDHE); «y vestir para ir a
la mezquita mayor a ver el azalá», 1595, Ginés Pérez de Hita, Guerras civiles de Granada (CNDHE).
17
«Torna i fes l’assala, ke tú no as fecho assala», 1600, Relatos moriscos (CNDHE).
(2000), RíoAlmería, p. 327: Y que la otra parte de agua que avía dotado para
reparo de los dichos muros, la pudiesen vender e vendiesen en aguacasen en el día
de viernes de cada semana, que era fiesta entre moros, en saliendo que saliesen de
hazer la zalá e cogiesen el dicho valor para el reparo. 1538 (2000), RíoAlmería,
p. 328: en saliendo de la zalá vendían e vendieron la parte de agua que ansí avía
dado e instituido el dicho moro Ajerín para el reparto de los dichos muros. 1561
(2006), Inquisición, p. 83: Contra Diego el Çurgeni, morisco, vezino de Sorbas
se hizo proceso, porque estado con los moros hizo la çalá y rezó oraciones de
Mahoma y dixo que era moro. 1561 (2006), Inquisición, p. 95: Hizose proceso
contra Luis Muñoz, morisco, vezino de Oria. Porque se halló apedreada una cruz
que estava cerca de una casa y porque hizo el çala. 1569 (2006), Inquisición, p.
114: Ysabel Pere, morisca, vezina del lugar de Almacharavieja. Porque tratando
con otras personas que agora se avía de vestir a la castellana y se avía de confesar y
comulgar […] Y hizo el guadoc y la çala de los moros. 1574 (2002), BarriosAgui-
lera, p. 240: la dicha persona le avia enseñado a hazer el guado y la çala y dichole
que hera bueno para yrse los moros al cielo y ansi avia hecho el guado labandose
las manos, cara, brazos, piernas, partes vergonçosas detras y delante y otras par-
tes del cuerpo y luego se ponia camisa limpia y acudia con los demas moros a la
yglesia de Purchena a hazer la çala. 1581 (2006), Inquisición, p. 194: Confesó
tanbién aver estado en la sierra en el tiempo del alçamiento y que dixo las pala-
bras que los otros dezían y que no se acuerda della, pero que no hizo zala por-
que criava aunque lo vido hazer a otros. 1584 (2002), BarriosAguilera, p. 239:
estando en el castillo de Purchena levantada, hizo el guado y çala y comio carne
en viernes y ayuno el ayuno del Ramadan y se llamo por nombre de mora Ayza.
1585 (2006), Inquisición, p. 274: Y desde su cama oya el testigo como se baziava
agua por la sala y de alli a poco se entrava a acostar, y con solo esto el testigo tuvo
mala sospecha della por ser morisca, y aver oydo dezir que los moriscos hazen el
zala y guadó usando de lavatorios. 1600 (2015), Rebelión, p. 587: Que no con-
sentirán que los cristianos entren en las mezquitas de los moros donde hacen su
zalá, sin licencia de los alfaquíes. 1600 (2015), Rebelión, p. 605: y se lavaban, y
hacía la zalá en sus casas, a puerta cerrada. 1600 (2015), Rebelión, p. 693: Luego
se subió uno de los monfíes a lo alto de la torre y arbolando una bandera morisca
pregonó la secta de Mahoma, como cuando los moros llaman a su oración o zalá.
1600 (2015), Rebelión, p. 995: Llegó la gente a Ugíjar, donde hallaron muertos
algunos soldados y bagajeros que habían quedado enfermos en el hospital, que
estaba en una mezquita que los moros habían hecho de nuevo para su zalá. 1600
(2015), Rebelión, p. 1054: En lugar de los menftís y de los sectarios alfaquís y de
sus guadores y zalaes, cobraste arzobispos santos, sacerdotes y religosos celosos de
la verdadera fe. Princ. S. XVII (2002), BarriosAguilera, p. 240: que siendo como
es el dicho su padre christiano bautizado, haçia y usava de zeremonias de moro
como son hazer la zala, tendiendose en una estera de espartoque tienen para el
dicho efeto en el suelo. 1621 (2006), Inquisición, p. 438: Y que ayunando los
dichos moros, que son los que viben con ella, el ayuno del Ramadán, les vino y re-
prehendió que cómo no cunplían con su setha, pues aviendo ayunado no hacían
el guadoc y zala, tiniendo obligaciones para ello.
El arabismo leila proviene del ár. hisp. láyla, y este del ár. clás. laylah ‘noche’
(Corriente, 1999, s.v.). El diccionario académico define esta voz como ‘fiesta o baile
nocturno entre moriscos’ (DLE, 2014, s.v.). Aunque algo dudosa, la primera docu-
18
El DLE 1780 s.v. zalá proporciona una frase marcada como ‘vulgar’: hacer la zalá. Este dicho
se aplica a la persona que pretende cortejar a alguien o quiere conseguir alguna cosa. La marca ‘vulgar’
se cambia por la de ‘familiar’ a partir de la edición de 1832. La última edición opta por la marca de
‘coloquial’.
19
El CdE (2016) ofrece bastantes ejemplos de este tipo: «el musulmán, al terminar su azalá u
oración, que se hace cinco veces al día», <www.nurelislam.com/libros/Realidades/scr/cap3_5.html>.
20
«Del mismo que la azalá marca el ritmo del día», 1995, Francisco Díez de Velasco, Hombres,
Ritos, Dioses; «Mas, no queriendo tan de pronto rematar la azalá del véspero», 1929, Salvador Gon-
zález Anaya, La oración de la tarde (CNDHE).
mentación tal vez se remonte a un texto de 1400 con la variante layda21. Hacia 1400
la voz layda se documenta como ‘fiesta’, si bien «se trata de la fiesta musulmana por
excelencia, de la ruptura del ayuno de Ramadán» (Maíllo Salgado, 1991: 338)22.
Esta variante parece estar más próxima a la forma etimológica árabe, sin embargo,
no encuentro más ejemplos de ella.
Tampoco existen ejemplos medievales según nos muestran las fuentes lexico-
gráficas consultadas (Alonso, 1986; DEDA, 2000; DPA, 2002). Los corpus acadé-
micos documentan la forma leyla a partir de 1600 en el mismo texto que se incor-
pora al corpus granadino elaborado (Rebelión y castigo...). Por su parte, el DCECH
data este arabismo en 1600 en Juan de la Cueva.
El tratamiento lexicográfico de esta voz en los siglos xvi y xvii es igualmente
pobre23. La lexicografía académica registra el término desde el DLE 1884 s.v. leila,
forma que ha quedado como estándar. La misma definición se observa en Eguílaz
(1886 [1974]) s.v. leila.
El corpus granadino amplía la escasa documentación existente, con las formas ma-
yoritarias leila y leyla. Los ejemplos que se presentan a continuación están siempre vin-
culados a las costumbres y rituales moriscos como prácticas a perseguir y castigar, espe-
cialmente desde el reinado de Felipe II (Brisset Martín, 1987; Barrios Aguilera, 2000):
1560 (2002), BarriosAguilera, p. 242: Alonso Xuárz, por haberse hecho leyla
en su casa para çirta boda. Misa y mil maravedís. 1561 (2006), Inquisición, p.
39: Y siempre que ay zambra24 ay leyla. 1561 (2006), Inquisición, p. 39: Sebastiá
de Rojas. Por aver hecho zanbra y leila en su boda. Misa y mill maravedís. 1561
(2006), Inquisición, 40: Ysabel Rodríguez. Por cantar en leylas. Misa y dos du-
cados. 1561 (2006), Inquisición, p. 40: Francisco Alonso. Por aver tañido a la
morisca en muchas zanbras y leylas contra lo que está prohibido. 1561 (2006),
Inquisición, p. 40: Alonso Omar. Por aver hecho zanbra y leylas en su boda. Misa
y tres ducados. 1561 (2006), Inquisición, p. 40: Luysa de Escalante. Por cantar
en las leylas. Misa y quatrocientos maravedís. 1561 (2006), Inquisición, p. 41:
Por tañer atavalejos en zanbras y leylas. 1561 (2006), Inquisición, p. 41: Por aver
hecho zanbras y leylas en su boda. 1561 (2006), Inquisición, p. 41: Por tañer en
las zanbras y leylas. 1561 (2006), Inquisición, p. 51: Pedro de Mendoça, zanbre-
21
«En meca nin en layda y non estaredes, comiendo bunnuelos en alegria», 1400, Danzas de la
muerte, en Maíllo Salgado (1991: 338).
22
Zerolo 1895 registra layda, remitiendo a leyla.
23
Falta en Alcalá (1505) y en Guadix (1593). Entre los lexicógrafos extranjeros, el término solo
está incluido en Minsheu (1617).
24
‘Fiesta que usaban los moriscos, con bulla, regocijo y baile’, DLE, 2014, s.v. zambra1.
ro. Por aver tañido en zanbras y leylas. 1561 (2006), Inquisición, p. 52: Por aver
hecho baño y leyla en la boda de su hermana. 1561 (2006), Inquisición, p. 52:
Por averse hecho leyla en su casa para cierta boda. 1561 (2006), Inquisición, p.
52: No constando aver cantado cosas de Mahoma, se penitencian las leylas que
se hazen de noche y si constara aver cantado cosas de Mahoma fuera de Granada.
1561 (2006), Inquisición, p. 53: Aldonça Hernández, cantadora de leylas. 1561
(2006), Inquisición, p. 53: Leonor Mondi. Por vaño y leylas. 1561 (2006), Inqui-
sición, p. 54: Por tañido en zanbras y leylas. 1561 (2006), Inquisición, p. 55: Por
aver tañido en zanbras y leylas. 1561 (2006), Inquisición, p. 60: Por aver hecho
zanbras y leylas y aver estado encerrado ciertos días después de su boda y averse
bañado. 1561 (2006), Inquisición, p. 61: Por cantadora en zanbras y leylas y por
ciertos lavatorios. 1600 (2015), Rebelión, p. 616: Y que no se hiciesen zambras
ni leilas con instrumentos, ni cantares moriscos en ninguna manera, aunque en
ellos no cantasen ni dijesen cosa contra la religión cristiana, ni sospechosa de ella.
1600 (2015), Rebelión, p. 609: que tuviesen las puertas de sus casas abiertas to-
dos los días de fiesta, y los días de viernes y sábado; que no usasen leilas y zambras
a la morisca; que no se pusiesen alheña.
25
Los más de mil ejemplos que arroja el CdE (2016) se corresponden únicamente con el nombre
propio de mujer Leila.
26
Únicamente existe un caso del arabismo leila en Cartagena que no es lo suficientemente repre-
sentativo (Léxico Hispanoamericano, 2015, s.v.): [1610 Cartagena] hayan cantado cantares de moros o
hecho zambras o leilas con instrumentos prohibidos [MIB 132].
A pesar de que la voz macaber no cuenta con una hipótesis etimológica es-
trictamente lingüística, podría tratarse de un arabismo, puesto que su origen es
musulmán y los historiadores así lo han asumido (Espinar Moreno, 1988: 140)27.
El arqueólogo Torres Balbás estipula que dicha voz proviene del ár. maqbara, plu-
ral maqābir (Torres Balbás, 1957: 131; Barrios Aguilera, 2000: 379)28. Dado que
este vocablo carece de registros lexicográficos, proponemos la siguiente defini-
ción: ‘cementerio musulmán’.
Este término no está recogido por ningún lexicógrafo de los Siglos de Oro, ni
en los distintos diccionarios consultados para este trabajo. Esta ausencia se observa
también en los corpus de la Real Academia: no hay ningún caso en CORDE y solo
se registra un ejemplo en el CNDHE en 1562 en un documento granadino29.
El corpus del reino de Granada ha permitido recopilar una documentación
significativa para este arabismo a lo largo de todo el siglo XVI30:
27
No obstante, existe en español la palabra almacabra, definida como ‘antiguo cementerio de
moros’, cuya etimología proviene del ár. hisp. almaqbára, y este del ár. clás. maqbarah (DLE 2014, s.v.)
coincidiendo con el arqueólogo Torres Balbás.
28
Según Van Praet, a propósito de las danzas macabras medievales, «macabre se ha formado de ma-
caber, plural de la palabra árabe macbora que significa ‘cementerio’» (Fernández Merino, 1884: 84), lo cual
explicaría el significado, pero sería necesaria una investigación más amplia dada la antigüedad de esta fuente.
29
«Que alinda con haça de Juan Abenmelique e con haça de Macaber», 1562, Anónimo, Inven-
tarios de bienes moriscos del Reino de Granada, (CNDHE).
30
En los textos se expresa literalmente que los macaberes eran «de tiempo de moros» (1527) y
queda constatada la definición de ‘cementerio’ en el ejemplo de 1547: «Macáber bendito. Dos peda-
zos de cimenterio junto el uno con el otro e junto con la yglesia d’esta alquería qu’están benditos e se
entierran chriptianos».
Abohaydar que tiene veynte pies en largo e treze en ancho, que alinda de una
parte con casa de […] e de otra parte con la plaça, ques macaber y está en frente
de la casa. 1527 (2008), Naturaleza, p. 26: una mata de morales que quatro pier-
nas, las dos gruesas y las otras dos delgadas […] que alinda de una parte de la una
parte con un macaber de tiempo de moros e de la parte baxa con el açequia del
alquería. 1527 (2008), Naturaleza, p. 28: Dos morales en otro macaber. 1527
(2008), Naturaleza, p. 27: ques esta dicha haça en el pago de la Gima, que alin-
da con la parte de arriba con el camino que va a la yglesia e açequia y macáber.
1527 (2008), Naturaleza, p. 39: una mata de morales de syete piernas en el di-
cho macaber de tiempo de moros. 1547 (1983), Ogíjares, p. 100: Macáber por
abrir. Un macáber por abrir junto con el horno suso dicho de la yglesia, de dos
marajales, poco más o menos, e junto con la fortaleza que fue d’el dicho lugar que
está derrocada. 1547 (1983), Ogíjares, p. 100: Macáber bendito. Dos pedazos de
cimenterio junto el uno con el otro e junto con la yglesia d’esta alquería qu’están
benditos e se entierran chriptianos e será de quatro marjales, poco más o menos,
que alinda con haça de la yglesia mayor de Granada. 1547 (1983), Ogíjares, p.
101: Macáber censo Antón d’el Castillo. Un macáber por abrir de siete marjales
poco más o menos, que está a la salida d’el lugar, camino de Autura. 1547 (1983),
Ogíjares, p. 109: Haça macáber censo el beneficiado Luis de Biedma. Un haça
que era macáber de dos marjales, poco más o menos, de riego con un olivo que
alinda con haça de Hernando el Gazi y con haça de Luis el Dari y con el camino
Real. 1550 (1997), Cab.Motril., p. 241: se trata sobre la merced de S.M. en el
duque de Cléves31 de los macaberes de este reino, para que se traiga una copia
de ello, dado que el vicario y beneficiados de la villa pretendían tenerlos. 1573
(1981), Hist.Alm., p. 113: Un macaber cercado de tapias, debaxo del camino de
la Fuente, que declararon.
La distribución de las alquerías32 del reino de Granada contaba con una mez-
quita (incluso dos si el lugar era prestigioso), una rábita33 y «el cementerio, que se
cita con el arabismo macáber» (García Sánchez y Álvarez de Morales, 2008: 49)34.
31
Este Duque se vio envuelto en varios pleitos en el reino de Granada y fue «recorriendo las al-
querías reconociendo y deslindando todos los macaberes que existían sin título de propiedad» (Padilla
Mellado, 2011: 350) con el objeto de apropiarse de ellos.
32
Alquería proviene del ár. hisp. alqaríyya, y este del ár. clás. qaryah. Se define como ‘casa de
labor, con finca agrícola, típica del Levante peninsular’ (DLE, 2014).
33
Rábita proviene del ár. hisp. rābiṭa, y este del ár. clás. ribāṭ ‘lugar de estación de los musulmanes
que se dedican a la piedad y a la guerra santa’. Se define como ‘convento o ermita’ en Marruecos y como
‘fortaleza militar y religiosa musulmana edificada en la frontera con los reinos cristianos’.
34
Los rituales relacionados con el enterramiento en el mundo musulmán incluían un lavatorio
5. CONCLUSIONES
La lectura de los textos del corpus base ha permitido constatar algunos aspec-
tos sobre la actitud lingüística hacia el léxico de origen árabe, así como también la
mentalidad de rechazo hacia cualquier hecho susceptible de ser vinculado con la
religión musulmana en un contexto de hostilidad para con la comunidad morisca.
Del análisis léxico, es posible establecer las siguientes conclusiones:
del cadáver, después se procedía a envolverlo en una sábana de lino atada por ambos extremos. Las
sepulturas eran bastante profundas y la agrupación de estas es lo que se conoce como macaberes o
cementerios musulmanes (Barrios Aguilera, 2002: 234).
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en aquella región un significado particular) dentro del Diccionario de uso del espa-
ñol (en adelante, DUE), de María Moliner. Igualmente, se pretende evidenciar qué
cambios introdujo, dentro de este grupo, la lexicógrafa aragonesa a partir de su
fuente primordial —reconocida por ella misma—: la decimoctava edición del Dic-
cionario de la lengua española, publicado por la Real Academia Española en 1956.
El apartado más destacado, y el que producirá unas conclusiones que invitarán a
la reflexión de la comunidad científica, será el que indague en el tratamiento —en
tanto voces usuales o no usuales— dado por la autora a los integrantes del corpus
analizado. En definitiva, este artículo pretende llenar un vacío, el del estudio de
las etiquetas sociolingüísticas —concretamente, las diatópicas— empleadas en el
DUE, dentro del ya por sí reducido grupo de estudios dedicados a cuestiones con-
cretas del DUE, aparecido a mediados de los años sesenta del siglo xx.
La metodología empleada para la confección de estas páginas ha sido muy
sencilla: ha consistido en una lectura manual (es decir, carente de herramientas
electrónicas) y atenta tanto del repertorio de Moliner como del DRAE-1956, en
la confección de los respectivos corpus de voces y acepciones santanderinas y en la
comparación entre ellos. Previamente, y para contextualizar esta aproximación, se
han planteado de forma sucinta las características del repertorio elaborado por doña
María, se han mencionado los estudios realizados sobre esta obra y se han apuntado
las posturas que la comunidad investigadora ha esgrimido sobre el concepto de uso
dentro de uno de los repertorios monolingües españoles más afamados de la pasada
centuria. Al final del trabajo, y a modo de anexo, se han incluido todos los ejemplos
de palabras y acepciones cántabras recogidas por el DUE para que, de esta manera,
puedan comprobarse todas y cada una de las afirmaciones vertidas en este artículo.
El Diccionario de uso del español, aparecido en dos tomos entre 1966 y 1967,
fue la gran obra vital de la lexicógrafa aragonesa María Moliner (1900-1981); hasta
tal punto esto es así que la identificación entre la autora y su obra es total: no en
vano, este repertorio es más conocido por el público general como «Diccionario
de María Moliner» antes que por su propio nombre oficial. Entre 1967 y 1997 se
hicieron veinte reimpresiones del texto original; en 1998 —30 años después de la
1
También hay opiniones críticas sobre el DUE mucho más templadas; valgan como prueba las
palabras de Violeta Demonte, reproducidas en un artículo anónimo del diario El País, del 23 de enero
de 1981, la jornada posterior al fallecimiento de Moliner «[…] El intento [del Diccionario de uso] es
importante y novedoso. No obstante, como la fundamentación teórica, los criterios de su análisis no
son siempre claros y sus supuestos fundamentales tiene origen intuitivo; la utilidad de su obra es des-
igual» (Demonte, 1981).
2
Concretada en el Dictionnaire alphabétique et analogique de la langue française, 8 vols. (Société
du Nouveau Littré, París, 1953-1964).
3
Ese trabajo cristalizó en el Thesaurus of English Words and Phrases (Longman, Brown, Green,
and Longmans, Londres, 1856).
4
Esta realidad fue explicada por la propia Moliner de la siguiente manera:
[…] respetada con rigurosa fidelidad el fondo de las definiciones del D. R. A. E., estas están
por primera vez absolutamente refundidas y vertidas a una forma más actual, más concisa,
despojada de retoricismo y, en suma, más ágil y más apta para la función práctica asignada al
diccionario, sin dejar por ello de ser rigurosamente precisas. (DUE: x)
No obstante, doña María, tal como informa al lector en los preliminares de su diccionario (xxiv),
decidió no incluir en su obra las palabras de germanía, algunas «palabras de uso no ciudadano que
son simples variantes de las usuales o actuales», determinados tecnicismos, nombres de instituciones y
pueblos antiguos (en su opinión, introducidos por los académicos de forma anárquica), americanismos
de raíz no española «sin algún interés particular» y derivados no usuales. Por otro lado, aunque no
añadió muchos artículos ex novo, sí incorporó abundantes acepciones nuevas; así como numerosos
neologismos, hasta entonces solo recogidos por el Diccionario manual e ilustrado de la lengua española,
publicado por la Real Academia en 1950 (Espasa-Calpe, Madrid), pero no incluidos en el DRAE-
1956. También fueron incluidos en el DUE algunos artículos aceptados en ediciones anteriores del
Diccionario académico, pero no recogidos ya en la edición del 1956; estos artículos aparecen siempre
en el Diccionario de uso del español identificados como tales. Ejemplo:
DUE :
2
cambera. 1 (Santander). *Camino de carros. 2 (ha figurado en ediciones anteriores
del D. R. A. E.; ha sido suprimido en la de 1956). «Servidumbre carreteril»
completo, se remite al lector a la entrada que funciona como cabeza de la familia léxica.
ciones del DUE viene sustentada por una profunda reflexión teórica, recogida
en los preliminares de la obra (cfr. DUE: xiv). La ordenación de las acepciones
sigue, además, un criterio etimológico: en primer lugar, y al margen del uso, se
incluye la más próxima a la etimología; el resto, a continuación, según el orden
de proximidad conceptual a la primera. Es destacable, además, que «la sino-
nimia está desterrada del diccionario como método definitorio» (DUE: x).
e) Cuando corresponde, y entre paréntesis, un catálogo de palabras afines o
relacionadas; dentro del cual se incluye:
e1) La forma afija de la palabra del encabezamiento, así como los afijos y las
raíces cultas con los que se construyen las palabras relacionadas con la idea
expresada en ella.
e2) Las palabras del mismo significado.
e3) Los equivalentes pluriverbales.
e4) Las palabras casi equivalentes, cuyo significado abarca el de la palabra del
encabezamiento o está comprendido en él.
e5) Los modismos y/o las frases proverbiales relacionados con la idea conte-
nida en la palabra del encabezamiento, y las interjecciones o exclamaciones
pertinentes.
e6) Solo en algunos casos, el antónimo o los antónimos fundamentales.
e7) Para finalizar, una lista de otros catálogos relacionados.
f) Una serie de frases o modismos que ilustran el significado y los usos de la voz.
Este complejo esquema, que sintetiza la estructura interna de los artículos del
Diccionario de uso, permite hacerse una idea del grado de ambición aplicado por
María Moliner en la confección de su repertorio.
Dejada al margen la pléyade de estudios que ahondan en los reflejos que la perso-
nalidad y el devenir vital de María Moliner dejaron en su diccionario —dentro de esta
labor historiográfica, destacan las aportaciones de, entre otros, Cortés Alonso (2003),
Martín Zorraquino (1984; 1998; 2006; 2012), Orera Orera (2003), Porto Dapena
(2003) o Seco Reymundo (1987; 2003)—, son menos numerosos aquellos trabajos de-
dicados al análisis de cuestiones concretas del DUE (Escoriza Morera, 1998: 263). Los
primeros trabajos de esta índole datan de principios de los años noventa: así, sobre la in-
formación textual recogida por el repertorio, destaca la contribución de Casado Velarde
(1994); de ese mismo año son el estudio de Penadés Martínez (1994) sobre una cues-
tión gramatical, el tratamiento de los verbos atributivos en el DUE, y las reflexiones de
Casas Gómez (1994) acerca de las características generales de la obra. Ya en los albores
del siglo xxi, cabe mencionar los trabajos del profesor Aliaga Jiménez (2000 y 2001).
En 1998 se publicó en Cádiz un monográfico, Estudios sobre el Diccionario
de uso del español de María Moliner, que, además de incluir una completa revisión
bibliográfica sobre los trabajos publicados hasta la fecha, recopiló un conjunto de
variadas investigaciones sobre asuntos concretos. En este volumen colectivo, M.ª
Tadea Díaz Hormigo indagó en la suerte que, en el repertorio de María Moliner,
habían corrido una serie de sustantivos deverbales; Torres Sánchez estudió el trata-
miento de la interjección; Penadés Martínez profundizó en su análisis de la atribu-
ción; Alvar Ezquerra analizó las características de las definiciones de ese diccionario;
M.ª Dolores Muñoz Núñez comparó la configuración de las entradas lexicográficas
entre el DUE y el DRAE; Carmen Varo dedicó su aportación al estudio de la antoni-
mia; Díaz Cama se centró en el papel jugado por la relación hiperonimia-hiponimia
dentro de la estructura del Diccionario de uso; Paredes Duarte trabajó sobre el trata-
miento lexicográfico de la elipsis semántica; y Luis Escoriza Morera aquilató el uso
dado en el Moliner a la marca popular.
Si se exceptúa el mencionado trabajo de Escoriza Morera (1998) sobre el empleo
de la etiqueta popular en el Diccionario de uso del español, ningún otro investigador ha
ahondado en el trato dado por María Moliner a las marcas sociolingüísticas —diatópi-
cas, diastráticas y diafásicas— en su obra. Para los intereses de la presente investigación,
cabe recalcar que nada se ha escrito hasta ahora respecto a las etiquetas geográficas, por
lo que estas páginas se adentran en una cuestión totalmente inexplorada.
Por otro lado, Porto Dapena (1999: 35) rebatió la opinión de Haensch y aña-
dió lo siguiente acerca del Diccionario de uso del español:
oyen en ambientes rurales y las totalmente desaparecidas del habla desde hace
mucho tiempo.
Este artículo incluye dos acepciones, ambas dialectales y estrechamente relacionadas, por lo que
6
De estos 182 artículos, 180 incluyen una referencia geográfica específica, refe-
rida al uso o al significado de la voz, dentro de la acotación previa a la acepción: en
178 de estos casos aparece entre paréntesis la alusión a la provincia —(Santander)—
y solo en dos de ellos, el artículo de jibión y el de cámbara, se emplea una referencia
más concreta —(en las costas de Cantabria)— o más general —(en el Cantábrico)—.
Por otro lado, en dos únicas entradas (anteiglesia y chipirón) se inserta la informa-
ción diatópica en el interior de la definición. A continuación, se reproducen los artí-
culos que incluyen las cuatro excepciones mencionadas (anteiglesia, cámbara, chipi-
rón y jibión) y un ejemplo —el de jeda— de las 178 entradas del DUE que poseen la
información geográfica referida a Cantabria expresada con la etiqueta (Santander),
dentro de la acotación previa a las definiciones:
Es de destacar también que, de estos 182 artículos, 101 voces o acepciones in-
cluyen información sobre el uso exclusivo de la voz o de la acepción en Cantabria;
el resto, 817, incluyen más referencias geográficas además de la alusión al territorio
montañés. Estas otras referencias diatópicas son, por su orden de relevancia en el
corpus analizado: Asturias, la primera, con mucha diferencia sobre las demás; León
y Burgos, casi empatadas; Vizcaya, Álava y Palencia, con apenas diferencias entre
ellas. Ya a mucha distancia, y con una presencia muy escasa, aparecen las de Andalu-
cía, Salamanca, Aragón, Extremadura, Navarra, País Vasco (en general), Zamora, La
Rioja, Ávila, Murcia, Soria, e incluso, Venezuela e Hispanoamérica.
guado, recoge 182 ejemplos de este tipo de léxico, lo que supone un 14 % menos de
voces o acepciones montañesas.
Los montañesismos preteridos por el repertorio de María Moliner respecto a
la decimoctava edición del diccionario académico se recogen en la siguiente tabla:
8
La voz hornía incluye en el Diccionario de uso la acotación Santiago como marca diatópica;
seguramente se trate de un error producido al desarrollar la abreviatura Sant., por Santander, incluida
en el DRAE-1956.
9
Cfr. ambas entradas:
DRAE-1956:
DUE :
anguilo; cámbara; chipirón; escajo; escobino; fisán; gáraba; jibión; llar; lumia-
Voces o acepciones con- co; mayueta; meta; metra; mienta; miruello, -a; periquín; posarmo; rámila;
sideradas usuales: 28 ráspano; rasponera; rezmila; ronzuella; sanapudio; sangricio; sula; talín;
tocio, -a; villería
anear; antamilla; anteiglesia; aña; apurrir; arambre; asubiar o asubiarse;
barrila; basna; bauzado; benditera; Bengala; bocarte; braña; brilla; cacear;
cachurra; callejo; calumbarse; camba; cambera; caramilleras; carpancho;
castro; cayuela; ceba; choba; colodra; coloño; cotera o cotero; dujo; emboque;
emburriar; encachado; engarmarse; ercer; esborregar; esborregarse; escalerón;
escañeto; escobio; escorir; escucho; escurrir; esmuciarse; espurrir; espurrirse;
esquienta; esquilar; esquilo; estadojo o estadoño; estirpia; estragal; fía; frada;
fradar; friura; galero; gallofa; gama; gañín; gario; garma; garojo; garrote;
Voces o acepciones
genial; golimbrón, -a; guadañeta; haedo; herraje[s]; hespirse; hila; ¡hospa!; im-
consideradas no usua-
plantón; imprenta; jeda; jedar; ladral; lambistón, -a; lenguatón, -a; lijadura;
les: 154
llosa; lomba; macizo, -a; macizar; magaña; magañoso, -a; majada; manjúa;
maquilero; matorro; mies; mosolina; narvaso; pación; pejín; pejina; pejino, -a;
perezoso; perojo; pimplón; pizco; pregón; quima; ratino, -a; reboñar; respigo;
resquemor; resquilar; rispión; rizón; rodal; roderón; rotura; rozo; rueño;
ruinera; rumantela; runflar; runflante; rutar; sagallino; sallador, -a; sapada;
sarruján; sedeña; sel; sextaferia; sollar; sorrapear; tabal; tabora; talo; tambesco;
tanza; tardío, -a; tarrañuela; tillo; tiragomas; tiseras; tojo; tornear; trapear;
trente; tuta; vasija; verdugo; virazón; zagal, -a; zapita; zapito; zoncho; zuna
Del cuadro anterior puede extractarse que un 84 % de los montañesismos re-
cogidos por el Diccionario de uso del español son calificados como voces no usuales,
el 16 % restante recibe la consideración de voz usual.
De las 28 voces o acepciones consideradas usuales, 20 son solo propias de San-
tander, 5 son comunes a Santander y a Asturias y 3 son caracterizadas como propias
de, respectivamente, el Cantábrico, la región cantábrica y las costas de Cantabria. La
información diatópica suministrada por estas acotaciones no deja lugar a dudas: se
trata, en más de un 70 % de los casos, de léxico específico de una única zona; y en
5. CONCLUSIONES
rio, tal como evidencia el desigual tratamiento recibido por el corpus dialectal ob-
jeto de estudio de esta investigación, en clara contradicción con los planteamientos
fijados por Moliner en los preliminares de su diccionario. Seguramente, la carencia
de herramientas como las que se manejan en la actualidad, abundantes diccionarios
dialectales y variados corpus léxicos, estuviera en la raíz del problema y descargue de
parte de la responsabilidad a doña María.
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Anexo
Montañesismos recogidos por el Diccionario de uso del
español (1966-1967)
A
2 anear (Santander). *Mecer a un niño en la cuna.
[s. v. angui-.] anguilo (Santander). Congrio pequeño.
antamilla (Santander). Altamía (cazuela de barro vidriado).
anteiglesia. 1. Pórtico o *atrio delante de una iglesia. (T., «antetemplo».) 2 En algunos pueblos
de las Provincias Vascongadas y de las montañas de Santander y de las de Burgos, *parroquia. 3
También en las Provincias Vascongadas,*municipio.
aña (Álava). Nodriza.
Aña seca (Álava, Santander, Vizcaya). Ama seca.
apurrir (Asturias, Santander). «*Alargar». Coger una persona una cosa que está cerca de ella
y darla a otra que está más lejos.
arambre (ant. y Asturias, Burgos, Santander) *Alambre.
asubiar o asubiarse (Santander). Guarecerse de la *lluvia.
B
[s. v. barril.] barrila (Santander). *Botija.
basna (Santander). *Rastra: utensilio cualquiera sobre el que se arrastra una cosa pesada.
[s. v. bauza.] bauzado (Santander). *Techumbre de cabaña armada con bauzas.
[s. v. bendecir] benditera (Santander). Pila de agua bendita.
Bengala (región del noroeste del Indostán; usado como nombre de objetos, o sea, en todas
las acepciones que siguen se escribe con mayúsculas). 1 Luz de Bengala. 2 Caña de Bengala.
3 Antigua *insignia de mando semejante a un *bastón o a un cetro. 4 (Santander) Muselina.
1 bocarte (Santander). Cría de la *sardina.
braña (Asturias, Santander). *Prado o pasto de verano, generalmente en la falda de algún
montecillo.
brilla(Santander). «Cachurra». Juego de chicos que consiste en hacer entrar una pelota en
hoyos hechos en el suelo, dándole con un palo. (V. *«mallo».)
C
cacear. 1. *Revolver una cosa líquida con un cazo. 2 (Asturias, Santander). Mover los
*pescadores de caña incesantemente el anzuelo de un lado a otro.
cachurra (Santander). Juego de *pelota semejante a la cachava. Palo empleado para él. (V. t.
«mallo».)
callejo (Santander). *Trampa para cazar.
calumbarse (Asturias, Santander). Chapuzarse. (V. «sumergir».)
camba. (Forma dialectal leonesa de «2cama»; v. etim. en esta; v. «cambuto».) Se aplica a
distintos objetos curvos: 1 Cama de freno. 2 (Asturias, Salamanca, Santander). *Pina de rueda
de carro. 3 (Santander) Cada faja de prado que se *siega de un lado a otro de él. (V. «ducha»).
Cada montón alargado que forma la hierba segada en estas fajas. (V. «baraño») 4 (en pl.).
«Camas». *Nesgas con que se completa el redondel de la campa.
cámbara (en el Cantábrico). *Centolla (cangrejo).
[s. v. camba.] 2 cambera. 1 (Santander). *Camino de carros. 2 (ha figurado en ediciones
anteriores del D. R. A. E.; ha sido suprimido en la de 195610). «Servidumbre carreteril»
caramilleras (Santander) «Caramillera». *Llares.
carpancho (Santander). *Cesta redonda y plana en que se trasporta el pescado, hortalizas, etc.,
frecuentemente sobre la cabeza.
castro. (Del lat. «castrum», castillo, y, en pl., campamento.) 1 Castillo o *fortificación
iberorromana. 2 (ant.) Sitio en que estaba *acampado y fortificado un ejército. 3 (Asturias,
Galicia). Altura en que hay restos de *fortificaciones romanas o anteriores. 4 (Asturias,
Santander). *Peñasco que avanza hacia el *mar. 5 Juego de chicos que consiste en hacer avanzar
unas piedrecitas por unas rayas según ciertas reglas.
cayuela (Álava, Santander). Roca caliza de color azulado en que abundan los fósiles. (V.
«mineral».)
ceba. 1 «Engorde». Acción de cebar animales. 2 (ant.) Cebo para atraer animales. 3
Alimentación especial con que se ceba al ganado. 4 (Santander) Hierba seca almacenada
para el invierno. (V. «*pienso».)
chipirón (dimin. de jibia). En la región cantábrica, *calamar.
choba (Santander). *Embuste.
10
La voz cambera, con esta acepción, sí se incluyó en el DRAE-1956.
colodra. 1 *Cuenco que emplean los pastores para *ordeñar. 2 Recipiente de madera donde tienen
en las tabernas el *vino que van bebiendo. 3 Cuerna (vaso hecho de un cuerno). 4 (Santander,
Palencia) Recipiente con agua que llevan los *segadores sujeto a la cintura para tener en él la
pizarra con que *afilan la *guadaña. (T., «gachapo».)
coloño. 1 (Santander) *Haz de *leña menuda o floja, de puntas de cañas de maíz, etc. 2 (Burgos)
*Cesta.
[s. v. 2 cota] cotera o cotero (Santander). Cerro pequeño, pero de pendiente rápida. (V.
*«monte».)
D
dujo (Santander). *Colmena.
E
[s. v. embocar.] emboque. 1 acción de embocar; por ejemplo, de pasar una bola por un aro.
2 (Santander). En el juego de *bolos, uno más pequeño que los otros nueve, al que se asigna
un valor convencional. 3 (Chile). *Boliche (juguete). 4 *Engaño. 5 «Boca». Abertura del
escenario hacia el *teatro. 5 (aplicado a *vinos). Sabor.
emburriar (Asturias, Burgos, León, Palencia, Santander, Zamora). *Empujar.
[s. v. encachar.] encachado. 1 *Empedrado o *suelo hecho de cemento en el cauce de un río.
2 Capa de cimentación en el *pavimento de las carreteras formada por cascajo apisonado. 3
Antiguamente, empedrado en la entrevía de los *tranvías que iban tirados por caballerías, por el
cual marchaban estas. 4 (Santander) Empedrado de cantos rodados.
engarmarse (Asturias, Santander). Meterse el *ganado en una garma o pendiente muy abrupta
donde es fácil *despeñarse.
ercer (ant. y todavía usado en Santander). *Levantar.
esborregar (intr..; León, Santander). *Resbalar y caerse a consecuencia de lo escurridizo del
terreno.
[s. v. esborregar] esborregarse. 1 (León, Santander). «Esborregar». 2 (Santander). *Disgregarse
un terreno.
escajo. 1 «Escalio». Tierra *erial que se pone en cultivo. (V. «*roturar».) 2 (Santander)
*Árgoma (planta leguminosa).
[s. v. escala.] escalerón. 1 Madero con estaquillas puestas transversalmente a intervalos, que
sirve de escalera. 2 (Aragón, Santander). Escalón.
escañeto (Santander). *Osezno.
F
[s. v. fiar.] fía. 1 (Extremadura, Santander). Venta hecha al fiado. 2 (Logroño). Fianza ( fiador).
fisán (Santander). *Judía.
[s. v. frade.] frada (Asturias, Santander). Acción de fradar.
[s. v. frade.] fradar (Asturias, Santander) o fradear (ant.). «Enfrailar». Hacerse fraile.
[s. v. frío.] friura (León, Santander, Venezuela). 1 Frialdad. 2 *Costra producida por el frío.
G
galero (Santander). Especie de *sombrero chambergo.
gallofa.(Posiblemente, de una expresión lat., «galli offa», comida de galo, nombre aplicado
a los peregrinos de Santiago, que eran franceses en su mayoría, creada en los conventos de
la Edad Media) 1 Comida que se daba a los *peregrinos que venían de Francia a Santiago de
H
haedo (Asturias, Santander). Hayal.
[s. v. herr-] herraje[s]. 1 Conjunto de piezas de hierro con que se *guarnece algo; por
ejemplo, una puerta o un mueble. (T., «herramienta» —ant.—.) 2 Conjunto de herraduras
y clavos de ellas. 3 (Santander). «Herramienta». *Dentadura del ganado vacuno.
I
[s. v. implantar.] implantón (Santander). *Madero de 7 a 9 pies de longitud y una escuadría de
6 pulgadas de tabla por 3 de canto.
[s. v. imprimir] imprenta. 1 Arte y actividad de *imprimir: ‘Leyes de imprenta’. 2 Taller
donde se imprime. 3 «Impresión». Tipo de letra con que está impresa una obra. 4 (n. unitario
partitivo). Cosas impresas: ‘Imprenta política [literaria]’. 5 (Santander). *Madero de 7 a 9 pies
de longitud, con una escuadría de 3 pulgadas de tabla por una de canto.
V. Letra de imprenta, libertad de imprenta, pie de imprenta, prueba de imprenta.
J
jeda (Santander; adj.). Se aplica a la *vaca recién parida, que está criando.
[s. v. jeda] jedar (Santander; aplicado a la vaca y la cerda). *Parir.
[s. v. jibia.] jibión. 1 Pieza caliza de la jibia que tiene diversos usos industriales; los *plateros,
por ejemplo, la usan para hacer moldes. 2 (en las costas de Cantabria). *Calamar.
L
ladral (Asturias, Santander; generalm. en pl.). *Adral (zarzo o tabla colocado a los lados del
carro).
[s. v. lamber.] lambistón, -a (Santander). Lamedor. *Goloso.
[s. v. lengua.] lenguatón, -a (Santander). Lenguaraz (*descarado o *insolente).
[s. v. lija.] lijadura. 1 Acción y efecto de lijar. 2 (Santander). *Lesión o *anormalidad en el
cuerpo de una persona o animal.
llar. (Del lat. «lar, -ris»; v. «lar».) 1 (Asturias, Santander). «Lar». *Hogar. 2 (Elipsis de
«cadenas de los llares». En pl.). Cadena con un gancho, o varios a diferentes alturas, que
pende de la pared del fondo de la chimenea, de la cual cuelga la caldera. (T., «abregancias,
calamillera, calderil, caramilleras, gramallera».)
llosa (Asturias, Santander, Vizcaya). *Campo de cultivo cercado, generalmente próximo a la
casa o pueblo. (V. «agro, ería, mies».)
[s. v. lomo.] lomba (León, Santander). Loma.
lumiaco (Santander). *Babosa.
M
macizo, -a. (De «masa», a través de «masizo», alterado por asimilación.) 1 Formado por
una masa sólida, sin *huecos en su interior: ‘Una pulsera de oro macizo. Una bola maciza
de hierro’. 2 (aplicado a las personas por su contextura física). «Apretado». De carne
consistente, no fofa: ‘No está gordo, pero está macizo’. (V. «*robusto.») 3 (no figura en el D.
R. A. E.). Se dice de las cosas que presentan una forma recogida, sin apéndices o cortes, así
como de esa misma forma: ‘África es un continente de forma[s] maciza[s]’. (V.: «Sólido.
Recortado». 4 (n.; no frec.; no figura esta acep. en el D. R. A. E., pero está usada en
el mismo, por ejemplo en el artículo «testero»). Masa sólida y de forma maciza de cualquier
cosa. 5 «Macizo montañoso». 6 Cada trozo separado, dedicado a *plantas y arbustos, en
un jardín o parque. 7 (arquitectura). «Lienzo». Trozo continuo de *muro, situado entre
dos vanos. 8 Conjunto de construcciones agrupadas. 9 (Santander; n. colectivo de género).
*Sardina en salmuera conservada en barriles.
Macizo montañoso o de montañas. Conjunto de *montañas que forman una
unidad.
[s. v. macizo, -a.] macizar. 1 Rellenar o *tapar los huecos de una cosa. 2 (Santander).
Echar macizo (sardina en salmuera) al agua cuando se pesca.
1 magaña (Andalucía, Santander). *Legaña.
[s. v. 1 magaña] magañoso, -a (íd.). Legañoso.
majada. (Posiblem., del lat. «maculata», tejido de mallas; relación semántica semejante a
la de «redil» con «red»; «maculata» se der. de «mácula», de donde el esp. «mancha»
—v.—.) 1 «*Aprisco». Lugar donde se recoge el ganado por la noche. (V. «amajadar».)
2 *Estiércol de los animales. 3 (Argentina). *Rebaño de ganado lanar. 4 (Santander). *Braña
(pasto de verano, etcétera). 5 (ant.). *Posada.
manjúa. (Posiblemente, del francés antiguo «manjue», de la misma raíz que «manjar» 1
(Santander). «Cardumen». *Banco de peces. 2 (Varias especies de los géneros «Anchovia,
Anchoviella» y «Engraulis»; Cuba, Méjico) *Pececillo teleósteo fisóstomo, de unos 10
centímetros de longitud, plateado y con una boca muy grande, que nada en grandes bandadas.
[s. v. maquila.] maquilero. 1 Hombre que muele y cobra maquila. 2 (Santander). Maquila
(medida de capacidad).
[s. v. 1 mata.] matorro (Santander). Matojo.
mayueta (Santander). *Fresa silvestre.
2 meta (Santander). *Mayueta (fresa silvestre).
metra (Álava, Santander). *Fresa silvestre.
mienta (Asturias, Santander). *Menta (planta labiada).
mies. (Del lat. «messis», cereales, deriv. de «métere», segar; v. «mesar». N. fem. colectivo
de género.) 1 Nombre aplicado a las plantas de *cereales ya maduras: ‘Segar la mies’. Se usa
también en plural, refiriéndose a más de un campo o a más de una especie de cereales: ‘Las
mieses están maduras’. (en pl.) Campos *sembrados. (V.: «*Cereal, grano, messe, panes.
Cerda, siega. Frumentario. Pared. Porrina. Arista, cascabillo,
cáscara, *espiga, paja, porreta, tramojo. Aborrajarse, acamar[se], alheñarse, ardalear,
azurronarse, berrendearse, cerner, descabezarse, empajarse, empanarse, encamarse,
encañar, espigar, granar, matear, echarse los panes, revenirse. Ceriondo, cerollo,
fallo. Meseguero. *Haz, nía. *Fajina, fascal, morena, parva.
Rastrojo. *Segar, soguear, *trillar».) 2 *Temporada de la *siega. 3 (Santander).
Se aplica a los valles cerrados en donde están los *campos sembrados. (V. «agro», «ería»,
«llosa».) 4 (fig.) Gente *convertida al cristianismo o preparada para su conversión.
miruello, -a (Asturias, Santander). Mirlo.
mosolina (Santander). *Aguardiente.
N
narvaso(Santander; ¿n. colectivo?). Planta de *maíz que, después de quitada la panoja, se
guarda para *pienso.
P
[s. v. pacer.] pación (fem.; Asturias, Santander). *Pasto que se cría en un prado en el intervalo
desde que se siega en el verano hasta que se vuelve a dejar crecer definitivamente para otra siega.
[s. v. peje.] pejín (De «peje». Santander). Pejino.
[s. v. peje.] pejina (Santander; n.). Se aplica a las *mujeres del pueblo, de Santander y otras
poblaciones de la provincia.
[s. v. peje.] pejino, -a (Santander; adj. y, aplicado al lenguaje, t. n.). Se aplica al *lenguaje y
modales de las pejinas.
[s. v. pereza.] perezoso, -a. 1 («Estar; Ser»). Se dice del que tiene pereza, en cualquier
acepción. Particularmente, para levantarse de la cama. (fig.; aplicado a cosas). *Lento.
(V. referencias a la «pereza».) 2 (n., en fem.; León, Santander). *Mesa sujetada a la pared y
articulada mediante bisagras de modo que se puede tener replegada contra la pared o levantada
y sostenida por una palomilla también articulada. 3 (n., en masc.; géneros «Bradypus» y
«Choloepus»). *Mamífero desdentado, propio de la América tropical, de unos sesenta
centímetros de longitud, de cabeza pequeña, pelo pardo áspero y largo y pezuñas armadas de
tres largas uñas; anda muy lentamente y se deja caer de los árboles arrollado como una pelota.
(T., «calípedes, perico ligero».)
[s. v. perico.] periquín (con mayúscula, otro diminutivo de «Perico» —v.—. Santander.).
Cierta *danza popular.
perojo (Santander). Cierta variedad de *pera temprana menuda y redonda.
pimplón (Asturias, Santander). «*Salto de agua».
[s. v. pizcar.] pizco. 1 Pellizco. 2 (Santander) *Jaramugo (pececillo).
posarmo (Santander). Especie de *berza.
pregón. (Del lat. «praecónium»; v. «preconizar».) 1 *Anuncio de alguna mercancía o
servicio que se hace a gritos por la calle. 2 Anuncio que se hace de viva voz por la calle, ahora
solamente en los pueblos, generalmente por un funcionario del ayuntamiento, para *publicar
una noticia o un aviso, oficial o no, por ejemplo una pérdida, que interesa que conozcan
todos. (V.: «Bando, crida. Edicto».) 3 «Pregón literario». 4 (ant.). *Alabanza de
una persona hecha en público. 5 (Asturias, Santander). *Amonestaciones matrimoniales.
Pregón literario. Designación que se aplica modernamente a un *discurso literario
que se lee, se transmite por la radio, etc. para anunciar algunas *fiestas: ‘El pregón de la
Semana Santa de Sevilla’.
Tras de cada pregón, azote (no frec.). Frase humorística con que se comenta el que
alguien menudee los tragos de vino mientras come. (V. «*beber».)
Q
quima (Asturias, Santander). *Rama de árbol.
R
rámila (Asturias, Santander). *Garduña (mamífero carnicero).
ráspano (Santander). «Rasponera». *Arándano (planta ericácea).
rasponera (Santander).*Arándano (planta ericácea).
[s. v. rata.] ratino, -a (Santander; adj.). Se aplica a la res *vacuna de pelo gris parecida a la rata.
reboñar (Santander). Pararse la rueda del *molino por rebalsarse el agua en el cauce de salida.
respigo (Santander). *Semilla de la *berza.
[s. v. resquemar.] resquemor. 1 (Asturias, Rioja, Santander). «Resquemazón. Resquemo»
(ardor causado por algo en la boca). 2 (fig.). Cualquier *sentimiento no exteriorizado y
poco precisado que causa íntimo desasosiego; p. ej., *resentimiento por creerse objeto de
un desprecio o un mal trato, *remordimiento por algo que uno mismo ha hecho, *enfado
contenido contra alguien, o una *sospecha.
resquilar (Burgos, Santander). «Esquilar». *Trepar a los árboles.
rezmila (Asturias, Santander). «Rámila». *Garduña (mamífero carnicero).
[s. v. ríspido, -a.] rispión (Santander). *Rastrojo.
rizón (Santander). *Ancla de tres uñas.
[s. v. 2 roda.] rodal. 1 *Mancha o lugar más o menos redondeado que, por cualquier
circunstancia, se distingue de lo que lo rodea: ‘Hay un rodal más desgastado en el sitio donde
él pone los pies. Un rodal sin pelo’. 2 (Santander). *Carro de ruedas macizas (sin radios).
[s. v. 2 roda.] roderón (León, Salamanca, Santander). Rodera profunda.
ronzuella (Santander). *Arrendajo (pájaro).
[s. v. roto, -a.] rotura. 1 Acción y efecto de *romper o romperse algo. 2 Acción de
*interrumpirse una cosa: ‘La rotura de las negociaciones’. 3 (ant.). Relajación o *libertinaje. 4
(Santander). Terreno *roturado. 5 (*veterinaria). «Contrarrotura». Apósito que se pone para
curar una relajación o luxación.
[s. v. rozar.] rozo. 1 Rozamiento. 2 Leña menuda que se hace en la corta. 3 (Asturias,
Santander). Roza: hierbas y matas que se obtienen al rozar el campo.
[s. v. rueda.] rueño (Asturias, Santander). *Rodete para llevar cargas sobre la cabeza.
[s. v. ruina.] ruinera (Ávila, Murcia, Santander). Ruina: hecho de arruinarse. Particularmente,
estado de *decadencia física de una persona.
[s. v. rumbo.] rumantela (Alteración de «rumbantela». Santander.) *Juerga o *diversión. (T.,
«rumbantela»).
runflar (Santander). Resoplar.
[s. v. runflar] runflante (Santander). 1 Aplicable al que runfla. 2 «*Ufano». Satisfecho de sí
mismo. Petulante u *orgulloso.
1 rutar (Asturias, Burgos, Palencia, Santander). 1 *Murmurar. 2 *Renegar. 3 *Susurrar. 4
*Zumbar.
S
sagallino (Santander). Especie de sábana basta con una cuerda en cada punta, que se emplea
para *transportar la hierba.
[s. v. sallar.] sallador, -a (Asturias, Santander). *Escardador.
sanapudio (Santander). *Arraclán (árbol ramnáceo).
[s. v. sangre.] sangricio (Santander). *Aladierna (planta ramnécea).
sapada. (Palabra quizá onomatopéyica con el grupo «s…p», expresivo de la acción de zampar
o plantar de golpe una cosa en algún sitio; v. t. «z…p».) 1 (León, Salamanca) *Caída de
bruces. 2 (Santander). *Llaga en la planta del pie.
sarruján (Santander). *Zagal de ganado.
[s. v. seda.] sedeña. 1 Hilaza que se saca del *lino al rastrillarlo. (V. «*estopa».) 2 *Tela hecha
con ella. 3 (Asturias, Santander). *Sedal de caña de pescar.
sel (Santander). *Prado en el que sestean las vacas.
sextaferia (Asturias, Santander). *Prestación vecinal para la reparación de caminos, a la que se
acude los viernes de ciertas épocas del año.
sollar. (Variante de «soplar». Ant. y u. en Santander.) *Soplar.
sorrapear. (Con «so-» = «sub-», y «rapar» —v.— Santander.) Rascar con la azada u otro
utensilio la tierra de un sendero o semejante, para limpiarla de *hierba.
1 sula (Santander; «Atherina présbyter»). Cierto *pez de bahía, pequeño, plateado.
T
tabal. (De «atabal». Andalucía, Asturias, Santander.) *Cuba en que se conservan las *sardinas
arenques.
tabora (Santander). «Cenagal». *Charco cenagoso.
talín (Santander). *Verderón (pájaro).
1 talo (Navarra, Álava, Vizcaya, Santander). *Torta de harina de *maíz sin fermentar, que se
cuece sobre las ascuas.
tambesco (Burgos, Santander). *Columpio.
tanza (Santander). «*Sedal». Hilo de las cañas de pesca.
[s. v. tardo.] tardío, -a. 1 (adj.) Se aplica a lo que llega tarde: ‘Un hijo tardío’. O llega
más tarde de lo acostumbrado o conveniente o en un momento en que ya no es oportuno:
‘Un consejo tardío’. «Tardano». Se aplica particularmente a los *frutos que maduran más
tarde que otros. 2 (n., en masc.; Salamanca, Santander). Otoñada.
[s. v. tarro.] tarrañuela (Burgos, Palencia, Santander, Vizcaya). Tarreña (castañuela).
[s. v. tilla.] tillo (Burgos, Santander). Cada una de las *tablas de un entarimado.
tiragomas (Santander, Soria). *Tirador (juguete).
tiseras (Andalucía, Hispam., Santander). Tijeras.
tocio, -a. (Variante de «tozo» —v.—.) 1 (adj.). *Enano, aplicado particularmente a cierta
especie de *roble. 2 (Santander; n., en masc.) *Melojo (árbol fagáceo).
2 tojo (Santander). Tronco hueco en que anidan las *abejas.
[s. v. torno.] tornear. 1 Dar forma a un objeto con el torno. 2 (Logroño). Dar vuelta a
la parva. (V. «*trillar».) 3 (Santander). Imprimir un movimiento de rotación al bolo
que se lanza en el juego de los *bolos. 4 Dar *vueltas alrededor de algo. 5 (fig.). «Dar vueltas».
*Cavilar sobre alguna cosa. 6 Tomar parte en un torneo.
[s. v. trapo.] trapear. 1 (Hispam.). *Fregar el suelo con una bayeta o un trapo. 2 (Santander).
*Nevar.
trente. (Alteración de «tridente». Santander.) *Bieldo con dientes de hierro.
V
[s. v. vaso.] vasija. 1 Designación genérica aplicable a numerosos recipientes; pero no todos los
recipientes se llaman en lenguaje corriente «vasijas». Tratando de precisar el alcance de esta
designación, se puede decir que vasija es un recipiente de tamaño manejable, de forma inalterable
como las que se obtienen modelando un material plástico como la arcilla o modelando uno
fundible como el vidrio o el metal, de considerable profundidad y destinado a contener algo
o de forma como la de los que tienen ese destino. Así, es claro que no son vasijas, aunque son
recipientes, un cajón, un cesto o un saco; tampoco se llama «vasija» a una bandeja o plato
porque son demasiado planos; pero no está tan claro por qué no se llaman «vasijas» una sartén,
un cubo o una palangana; ni un tiesto para plantas o un botijo; tampoco, que se pueden definir
como «vasijas» los recipientes de servicio de la mesa, pero no los recipientes de la cocina: se
diría ‘en esta cocina sobran cacharros’, pero no ‘sobran vasijas’. No es, pues, de extrañar que las
palabras que figuran en el catálogo que sigue figuren también en el de «recipiente», ya que
todas las vasijas son recipientes; y tampoco, dada la imprecisión de la delimitación, que algunas
de las incluidas designen objetos que, corrientemente, no serían llamados «vasija». (Sufijo,
«-era, -ero»: ‘dulcera, lechera; azucarero, salero’. V.: «cacharro. Aceitera,
acetre, adecuja, albarrada, albornía, alcadafe, alcarraza, alcoholera, alcolla, alcuza,
alcuzcucero, alhiara [aliara], almarraja, almarraza, altamía, ampolla, anáglifo, ánfora,
arcaduz, arrebolera, arropera, avenencia, bacín, balanzón, balón, balsamera, balsamerita,
barral, bellota, bernegal, bidón, bobillo, bocal, bock, bol, bombón, bombona, bote,
boteja, botella, botellón, botija [botijo], bototo, búcaro, burlador, cachirulo, cacho,
cachucho, cachumbo, cafetera, calabacino, *calabaza, calcinatorio, cáliz, callana,
Z
1 zagal, -a. 1 (poco u.). *Muchacho. 2 *Pastor. 3 *Pastor joven que está a las órdenes del
mayoral. (T., «sarruján».) 4 Mozo que ayudaba al mayoral en los *carruajes de caballerías. 5
(fem.; León, Santander) *Niñera.
zapita (Extremadura, Santander). «Colodra». *Cuenco de madera empleado para *ordeñar.
[s. v. zapita] zapito (Santander). Zapita.
zoncho (Santander). *Capazo.
zuna. 1 Doctrina religiosa de los *musulmanes, sacada de los dichos y sentencias de Mahoma.
2 (Asturias, Santander) «Resabio». Vicio de una *caballería. 3 (Asturias, Santander). Mala
*intención de una persona.
1. INTRODUCCIÓN
2. ANTECEDENTES
3. MARCO TEÓRICO
4. METODOLOGÍA
Hombres Mujeres
Instituto
1.º Bach. 2.º Bach. 1.º Bach. 2.º Bach.
IES Dolores Ibárruri 0 23 0 41
IES Salvador Allende 39 18 33 24
IES La Serna 14 0 18 0
IES Carpe Diem 18 0 17 0
IES Victoria Kent 37 23 21 12
TOTAL (por curso y sexo) 108 (31,95 %) 64 (18,93 %) 89 (26,33 %) 77 (22,79 %)
TOTAL (por sexo) 172 (50,88 %) 166 (49,12 %)
4.2. Procedimiento
como modelo al que ha de adaptarse la lengua oral (Moreno Cabrera, 2013). Este
ejemplo arquetípico puede reforzarse si atendemos al 48,22 % de los participantes
que considera que las palabras que no aparecen en el diccionario no son incorrectas,
de modo que se percibe una distancia entre los usuarios de la lengua y los códigos
normativos. Hay que tener en cuenta que la juventud en un sector lingüísticamente
innovador y sus propuestas, a menudo importadas de lenguas como el inglés o for-
madas a través de otros recursos, no son aceptadas por la Academia hasta que su uso
se hace extensivo a otros grupos etarios.
Estas relativas amplias proporciones de participantes que refutan dichas ideo-
logías adquieren otra orientación cuando entran en juego los agentes institucionales
que codifican la lengua. El 47,02% identifica en la RAE una autoridad que vela por
la calidad del español. Una posible explicación a esta aparente contradicción radica-
ría en lo que denominamos «reificación de la lengua».
La lengua, en este caso el español, sería vista como un objeto identificable en
la externalidad de los hablantes y de las situaciones comunicativas. En tanto que
objeto, estaría compuesto por una serie de elementos cuya relación entre sí permite
el funcionamiento de todo el sistema. Esos elementos son las distintas categorías lin-
güísticas, como el léxico o los sonidos articulados, mientras que las reglas gramatica-
les ejercerían el rol de relación entre componentes que posibilita el funcionamiento
del sistema lingüístico, es decir, de la lengua. Si volvemos a la metáfora de la lengua
como una entidad reificada, los componentes de un objeto pueden romperse por un
ensamblaje inadecuado e impedir su realización teleológica. Paralelamente, la ideo-
logía de la reificación de la lengua supone que la deturpación de las categorías lin-
güísticas, como por ejemplo una introducción incontrolada de vocablos foráneos,
podría hacer tambalear todo el sistema y perder la esencia de la lengua. Como medi-
da preventiva ante esta quiebra, existirían autoridades capaces de detectar a tiempo
los peligros que amenazan la estabilidad del español y actuarían en consecuencia
mediante una revisión de los componentes del sistema, como la omisión de ciertos
préstamos lingüísticos en el diccionario, y la reestructuración de las relaciones entre
los componentes, como la reorientación de las normas gramaticales.
Esta ideología no es incompatible con la negación del escriturismo dado que
la especial atención de los usuarios a las reglas gramaticales puede basarse en los
patrones orales y no escritos. Por su parte, la ideología de lo que estamos llaman-
do «reificación de la lengua» tampoco parece entrar en contradicción con que la
muestra de informantes considere que las palabras que no están recogidas en los
códigos oficiales no son necesariamente incorrectas. La juventud puede emplear un
léxico alternativo al que aparece en el diccionario de la RAE, y si esta institución
niega la validez de dicho vocabulario, su legitimidad es cuestionada, pero no su-
Mediante una escala semántica, hemos pedido a las personas participantes que
indicasen en qué medida están de acuerdo con cuatro pares de adjetivos asociados a
los hablantes de español de España y de Hispanoamérica. De esta manera, siguiendo
el modelo de Haddock (2004) respecto a la medición de los juicios evaluativos, po-
demos indagar tanto en la valencia que adquieren las ideologías como en la intensi-
dad de las mismas en torno a la inteligencia, la simpatía, la sinceridad y la fiabilidad.
Respecto a las personas hispanoamericanas, la simpatía es la característica posi-
tiva que se les concede de manera más clara —57,4 %—, ya que el porcentaje de las
demás propiedades asociadas con valores positivos se mueve entre el 20 % y el 30 %.
Estas proporciones no implican ideologías generalizadas de aversión y desprestigio
hacia los hablantes hispanoamericanos, puesto que las cotas más altas se dan en la
posición intermedia. Con una media de 54,81 % entre los cuatro atributos presenta-
dos, se observa la predisposición de la muestra de informantes a mantenerse al mar-
gen de concesiones psicológicas. Por consiguiente, a la hora de juzgar a los hablantes
hispanoamericanos, la inclinación detectada es aceptar que la variedad de español
no conlleva aptitudes psicológicas específicas, puesto que la lengua es un fenómeno
independiente de la personalidad.
Sin embargo, esta ligera mayoría en la escala intermedia decrece cuando se trata
de evaluar a los hablantes de español de España, ideología que alcanza el 49,34 %
de los encuestados. En este caso, observamos disposiciones más militantes, gene-
ralmente para conceder a estos hablantes cualidades positivas. A pesar de ello, en
ningún caso estos hablantes son vinculados con dichas propiedades con proporcio-
nes superiores al 60 %, lo cual confirma y completa la hipótesis mencionada ante-
riormente: la personalidad de un colectivo de hablantes es interpretada como una
variable externa y no dependiente de la lengua propia de dicha comunidad, pero si la
persona evaluadora forma parte de la comunidad lingüística que está juzgando, am-
bos factores —la lengua y la personalidad— pueden acercarse y las representaciones
que genera tienden a adquirir autopercepciones más positivas que cuando evalúa
una comunidad externa.
6. CONCLUSIONES
de manera que aquellas formas lingüísticas alejadas de ese estándar elaborado son
percibidas por la comunidad como degradaciones. De entre las múltiples variedades
del español, se constata la predilección por el madrileño como acento neutro, como
una idea de español general que traspasa fronteras.
Por último, se comprueba la disociación entre la variedad del español y las ca-
racterísticas psicológicas de los hablantes, por lo que ambos factores son entendi-
dos como independientes. No obstante, hemos detectado una mayor tendencia a
acercar estas dos variables cuando se trata de una autorrepresentación como grupo
diferenciado. Las opiniones sobre la comunidad lingüística en la que se identifican
las personas participantes adquieren un cariz más militante y, dentro de este, mayo-
ritariamente positivo, ante las propiedades psicológicas propuestas.
A partir de los datos expuestos, parece confirmarse la vigencia de la ideología
hegemónica del panhispanismo. En las últimas décadas, instituciones como la RAE
han tratado de desvincularse de una tradición anterior asociada al prescriptivismo y
a la óptica de modelo lingüístico desde la centralidad en España. Sin embargo, esas
ideas perviven en las racionalizaciones lingüísticas de un grupo poblacional que,
por su condición etaria, podría estar más predispuesta al reconocimiento de otras
formas lingüísticas.
BIBLIOGRAFÍA
Anexo
Cuestionario sobre ideologías lingüísticas
Este cuestionario trata sobre las percepciones y opiniones personales que tiene
el alumnado de Bachillerato de Fuenlabrada con respecto a la diversidad lingüística
de España y a las variedades del español. No hay respuestas correctas ni incorrectas,
por lo que, simplemente, te pedimos que respondas con la mayor sinceridad posible.
Se trata de un cuestionario anónimo y los datos que extraigamos serán utilizados
con fines exclusivamente académicos y estadísticos. Por último, queremos agradecer
tu participación, sin la cual este proyecto no sería posible.
Introducción
1. Sexo:
2. Edad:
3. Lugar de nacimiento:
□ Andalucía □ Aragón □ Asturias □ Baleares □ Canarias □ Cantabria
□ Castilla-La Mancha □ Castilla y León □ Cataluña □ Ceuta □ Extre-
madura □ Galicia □ La Rioja □ Madrid □ Melilla □ Murcia □ Navarra
□ País Vasco □ Valencia
□ Otro país (indica cuál):
4. ¿Cuántos años llevas viviendo en Fuenlabrada?
5. ¿Cuál es tu lengua materna?
11. Marca con una x las características que asignarías a los hablantes de las siguientes
variedades de español:
12. Selecciona la respuesta que más se ajuste a tus creencias (“sí”, “no”, “no sabe / no
contesta”):
13. Marca con una x las características que asignarías a las siguientes variedades de
español:
Resumen: El objetivo de este artículo con- Abstract: The objective of this article is to
siste en realizar un análisis contrastivo entre carry out a contrastive analysis between Spa-
español y catalán sobre el uso del sufijo -ing nish and Catalan on the use of the English
de procedencia inglesa desde la perspectiva suffix -ing from a lexicographical perspec-
lexicográfica. En primer lugar, se compara la tive. For this purpose, the greater or lesser
mayor o menor aceptabilidad de anglicismos acceptability of anglicisms is compared, first,
con esta terminación en los diccionarios nor- with this word ending in the normative and
mativos y de uso de ambas lenguas románicas. use dictionaries of both Romance languages.
En segundo lugar, se demuestra que, además Secondly, it is shown that, besides being a
de tratarse de un morfema derivativo que for- derivative morpheme which is part of lexical
ma parte de importaciones léxicas, posee un imports, it has a productive value in the crea-
valor productivo en la creación o aceptación tion or acceptance of new words with this en-
de nuevas palabras con esta terminación. Por ding. Finally, the assessment of its presence
último, la valoración de su presencia en el in the lexicographical context suggests that
contexto lexicográfico sugiere constatar en future researches will verify the vitality of
futuros trabajos la vitalidad de este sufijo en this suffix in the spontaneous use of Spanish
el uso espontáneo del español y el catalán. and Catalan.
Palabras clave: lexicología, lexicografía, de- Keywords: lexicology, lexicography, deriva-
rivación, anglicismos tion, anglicisms
*
La investigación de este trabajo ha sido posible gracias a la ayuda del Ministerio de Economía
y Competitividad para los proyectos «El español de Cataluña en los medios de comunicación orales
y escritos» (FFI2016-76118-P) e «Historia interna del Diccionario de la lengua castellana de la Real
Academia Española en el siglo XIX (1869-1899)» (PGC2018-094768-B-I00), junto con el apoyo de
la AGAUR de la Generalitat de Catalunya para el «Grup de Lexicografia i Diacronia» (2017 SGR
1251).
1. INTRODUCCIÓN
La afirmación de que los cambios léxicos son los que se producen con mayor
celeridad en cualquier lengua no sorprende ni a los estudiosos ni a los hablantes por-
que ambos pueden observarse de un modo sencillo en el transcurso de su existencia.
En realidad, «es natural que así sea, puesto que el léxico es [...] el que más directa-
mente refleja las realidades extralingüísticas» (Seco, 2007: 10). Estos fenómenos
innovadores vinculados con la integración de nuevas palabras no solo se advierten
a partir del análisis contrastivo y diacrónico de la historia de un determinado idio-
ma, sino que pueden verse reflejados tanto en la cotidianidad como en ámbitos más
especializados. Independientemente de cómo y dónde se localizan, no es posible
prescindir de las variedades diatópicas y diastráticas, propias de todas las lenguas, ni
de la perspectiva temporal, puesto que quien percibe posibles relevos léxicos debe
establecer una comparación entre un antes y un ahora, del mismo modo que con el
paso del tiempo debe saber identificar un después.
Desde el punto de vista histórico, resulta importante tener en cuenta que la
ampliación de vocabulario está conectada con diversas características evolutivas,
tanto internas (fonéticas, morfológicas y semánticas) como externas (desaparición
de objetos, costumbres o palabras tabúes, entre otras), que pueden favorecer, aun-
que no de un modo exclusivo, la pérdida léxica (vid. Dworkin, 1989, 1998 y 2005;
Cano, 1993; Álvarez de Miranda, 2009).
Desde la óptica sincrónica, diferentes factores inciden en la incorporación de
neologismos de otras lenguas —en el presente, siguen prevaleciendo los anglicis-
mos—. En el contexto sociolingüístico, el lenguaje de los jóvenes es, sin duda, el más
receptivo y abierto a la modernidad que, desde la esfera léxica, puede interpretarse
como responsable de innovaciones relacionadas con el inicio de posibles cambios le-
xicológicos1. En la vertiente informativa, los medios de comunicación poseen, asimis-
mo, una función primordial en este sentido, puesto que, aparte de incluirse en ellos
temáticas diversas, son representativos de las noticias más candentes de la actualidad.
No resulta extraño, por lo tanto, leer que «el lenguaje de la prensa es uno de los fren-
1
Resulta importante subrayar, aunque no sea objeto de estudio de este artículo, el enlace del
mencionado grupo de usuarios de la lengua con las redes sociales (cfr. Vaqueiro Romero, 2012). Las
estrategias discursivas utilizadas por estos internautas pueden influir en la innovación léxica. También
se está ya trabajando con otras fuentes de información específicas como, por ejemplo, Twitter. García
Rodríguez (2018) ha realizado una interesante investigación, integrada en un espacio geográfico bilin-
güe, acerca de las características lexicológicas del español de Cataluña extraídas de mensajes de la citada
red social interactiva, cuyos resultados demuestran la influencia que ejerce, en este caso, el catalán sobre
el español.
tes más activos de la renovación del léxico» (Seco, 2007: 16), que no se corresponde
exclusivamente con los significantes, sino también con su contenido semántico, tanto
literal como expresado por medio de recursos cognitivos (en especial, la metáfora)
o con eufemismos. Otra de las peculiaridades significativas se halla en el lenguaje
especializado, ya que se constituye como una de las vías de entrada directa de nuevas
voces que no siempre permanecen solo en el vocabulario científico, sino que también
pueden extenderse a la lengua general (cfr. Santamaría Pérez, 2006; y, como ejemplo
referido a un contexto más específico, Vila Rubio y Ciro, 2016).
Si desde el enfoque diacrónico se destaca la evolución como componente esen-
cial del cambio léxico, desde el punto de vista sincrónico debe pensarse en el proce-
so de adaptación, que supone principalmente la acomodación (o no) de las nuevas
palabras según las condiciones formales de la lengua receptora (cfr. Prat Sabater,
2016). En ambas perspectivas temporales, el tipo de alteración que pueda producir-
se está relacionado con diferentes niveles gramaticales, como el fonético y el morfo-
lógico, con la semántica y, de forma escrita, con la norma ortográfica.
Ante la innovación léxica, no puede omitirse la referencia a la lexicografía y a
su complicidad en la aceptación de estas novedades. La tipología de los diccionarios
(normativos o de uso) está vinculada con una mayor o menor predisposición a la
admisión de nuevos lemas.
El contenido del presente artículo toma como punto de partida el inglés no
solo para ratificar esta procedencia como una de las más influyentes en la aportación
de nuevos vocablos a otros idiomas (en este caso, al español y al catalán), sino para
demostrar su posible contribución en el ámbito de la morfología derivativa (§ 2).
La incorporación de innovaciones léxicas con terminación -ing en los respectivos
diccionarios normativos y de uso (§ 3) y el nivel de predisposición que muestra cada
lengua en la adaptación formal, estructural y semántica del sufijo inglés indicado (§
4) permitirán reflexionar, desde el punto de vista lexicográfico, sobre el modo de
integración de este tipo de voces en ambas lenguas.
El uso del sufijo -ing en inglés constituye, ya de por sí, la suma de morfología
flexiva y derivativa, según si se aplica a la formación del gerundio dentro del paradigma
verbal o a su adjunción a una raíz o base derivativa de categoría gramatical distinta. Sea
cual sea el proceso que se ejecute, los resultados obtenidos suelen ser nominalizacio-
nes. Del mismo modo que dichas creaciones en -ing son muy comunes en inglés, tien-
den a transmitirse a muchas lenguas, entre ellas el español y catalán, en las que pueden
actuar de modo independiente o con verbos de soporte (cfr. Romero Lesmes, 2015),
entre otras posibilidades. Asimismo, resulta interesante considerar que este tipo de
palabras no son exclusivas, por ejemplo, del lenguaje especializado, sino que se encuen-
tran «tanto en registros coloquiales como formales» (Lorenzo García, 2007: 113).
Al igual que otras importaciones, en función de su grado de integración en
la lengua receptora, pueden estar relacionadas tanto con la diacronía como con la
sincronía. Por este motivo, desde el enfoque conceptual, reciben el nombre de prés-
tamos léxicos aquellos que están completamente incorporados en la lengua de desti-
no y extranjerismos los que son más recientes. En este segundo caso, se denominan
peregrinismos cuando se trata de voces imprescindibles por el desconocimiento de
lo que designan, o xenismos si son vocablos innecesarios o superfluos, puesto que la
lengua que los adquiere ya posee otras equivalencias con el mismo significado (cfr.
Prat Sabater, 2016). Aun así, si esto último sucede, a pesar de que existe un período
de convivencia entre ambas opciones, lo más probable es que una de ellas desplace a
la otra por razones de mayor frecuencia de uso.
De entrada, todas las unidades léxicas que presentan la terminación en -ing se
consideran anglicismos. No obstante, en el proceso de transmisión léxica, es nece-
sario tener en cuenta, según Pratt (1980), el étimo último (propio de la lengua de
origen) y el étimo inmediato (directamente anterior a la lengua receptora). Aunque,
a nuestro modo de ver, esta distinción no sea demasiado factible en este contexto
que se estudia, en varias ocasiones se ha demostrado la posibilidad de que, si bien el
punto de partida de esmoquin y pressing es la lengua inglesa, el francés puede haber
actuado como intermediario (cfr., por ejemplo, Pratt, 1980; y Lorenzo, 1996).
Las características de los afijos derivativos que posee una determinada lengua
se indican, por lo general, en la gramática correspondiente cuando se analizan
los recursos lingüísticos de que dispone para la formación de nuevas palabras. En
otras ocasiones —aunque no siempre se adopta este criterio—, también se in-
cluyen en diccionarios normativos e incluso de uso. Aun así, no resulta extraño
que se prescinda de -ing en este tipo de obras, puesto que cualquier hablante, no
necesariamente especialista en lingüística, tiende también a percibirlo como ex-
tranjerismo. Puede deducirse fácilmente, desde el punto de vista formal, que esta
terminación no se caracteriza por respetar a final de palabra la combinación con-
sonántica autóctona del español, según ya manifestó Seco en su DDDLE: «En
algunas palabras de origen extranjero [el fonema /g/] se presenta como sonido
final —escrito g—: gong, Gog, Abisag, zigzag, iceberg, ring, swing, etc., así como la
serie de términos ingleses en -ing derivados de verbos (living, camping, marketing,
standing, etc.)» (s. v. g). A diferencia del español, la combinación consonántica
-ng es habitual en catalán (fang, oblong, diftong...) del mismo modo que el equiva-
lente ensordecido -nc (blanc, cinc, jonc...), equiparable este último a -enc/-enc(a),
uno de los principales sufijos derivativos para la formación de adjetivos (GLC, §
10.2.2.). En oposición a lo que ocurre en español, -ing no es tan extraño para el
catalán, circunstancia que podría llegar a explicar su aparente mayor cercanía al
2
Vid. el Anexo para la consulta de este tipo de lemas y correspondientes variantes y/o equivalen-
cias, resultado del exhaustivo vaciado de los diccionarios mencionados.
4
Para la consulta de todos los ejemplos, vid. Anexo.
sino que se observa variedad al respecto. Aparte de voces más generales como par-
king (esp.) / pàrquing (cat.) o de términos relacionados con distintas áreas como
ranking, ranquin (esp.) / rànquing (cat.), se observa la siguiente distribución por
campos semánticos:
(1) economía: dumping (esp.) / dúmping (cat.); holding (esp.) / hòlding (cat.);
leasing (esp.) / lísing (cat.); marketing, márquetin (esp.) / màrqueting, marquè-
ting (cat.);
(2) cinematografía, música y/o TV: casting, castin (esp.) / càsting (cat.); trávelin,
travelling (esp.) / tràveling (cat.);
(3) turismo: camping, campin (esp.) / càmping (cat.);
(4) ropa: esmoquin, smoking (esp.) / esmòquing (cat.);
(5) deporte: footing (esp.) / fúting (cat.);
(6) política: mitin, mitín, meeting (esp.) / míting, mitin, mitín (cat.);
(7) postre: pudin, pudín, budín (esp.) / púding, budin (cat.).
Según se ha indicado con anterioridad, puede ocurrir que otros ejemplos con-
cretos (en total, 7) predominen bien en diccionarios normativos, bien en dicciona-
rios de uso, o que solo se equiparen en uno de cada tipo, pero de lengua distinta:
(1) DLE, DIEC2; CLAVE: lifting (esp.) / lífting (cat.); rafting (esp.) / ràfting
(cat.);
(2) DLE; CLAVE, DDLC: living (esp.) / líving (cat.); standing (esp.) / estànding
(cat.);
(3) DIEC2; CLAVE, DDLC: caravaning (esp.) / caravàning (cat.); dancing (esp.)
/ dáncing (cat.);
(4) DIEC2; CLAVE: pirsin, piercing (esp.)5 / pírcing (cat.).
Los datos numéricos han predominado tanto en los §§ 3.1. y 3.2. como en este.
En todos ellos, en especial en el § 3.3., se advierten algunas diferencias en la estruc-
tura formal de dichos términos de acuerdo con la lengua de la que forman parte
o con las variantes que se encuentran, sobre todo, en español. Estas diferencias se
constituyen como el preámbulo de lo que se profundizará, junto con otros ítems, en
el siguiente apartado.
5
Sorprende que en el DPD se incluya pirsin (y piercing), aunque se prefiera perforación (corporal)
o perforado, y que en el DLE no se registre el anglicismo, que suele ser bastante habitual. Para más
información al respecto, vid. Prat Sabater y Sierra Infante (2011: 154-155).
Aparte de estas precisiones previas, es evidente, sin embargo, que ambas len-
guas han realizado los oportunos cambios vocálicos o consonánticos en los ejemplos
indicados, directamente relacionados con la pronunciación: adición de e- protética
a la s- inicial (ing. smoking), cambio de -e- geminada por -i- (ing. meeting) o degemi-
nación de -dd- (ing. pudding) o de -ll- (ing. travelling).
En español, solo se halla la aceptación de smoking y travelling en el CLAVE,
aunque el primero de ellos llegó a formar parte de dos ediciones del Diccionario
manual e ilustrado de la lengua española (1927 y 1950)7, pero las dos voces inglesas
nunca se integraron en ningún diccionario académico usual. Para este tipo de obras,
la primera documentación se produce en el DRAE 1970 (19.ª ed.), con las siguientes
formas ya adaptadas: esmoquin y trávelin (sobre la primera de estas palabras, cfr. Prat
Sabater, 2016: 283-284).
Ambas lenguas comparten variantes del étimo inglés meeting: mitín (DLE,
CLAVE y DDLC) y mitin, opción preferente para el español general (DLE y CLA-
VE) y aceptada en catalán en el DDLC. El CLAVE es el único que sigue registrando
la forma original meeting. La primera documentación de mitin ya figura en el DRAE
1914 (14.ª ed.) —de ahí su condición más diacrónica que sincrónica— y la de mitín
aparece por primera vez en el DLE.
El étimo pudding manifiesta, asimismo, variantes formales tanto en español
como en catalán: pudín y budín (DLE y CLAVE) y budin (DDLC). Desde la pers-
pectiva de la RAE, budín es la primera documentación lexicográfica de esta palabra
en el DRAE 1925 (15.ª ed.). Pudin aparece por primera vez en el Diccionario ma-
nual e ilustrado de la lengua española (1927) y pudín en el DRAE 1970 (19.ª ed.).
Ambos remiten a budín. La forma pudin no se considera preferente hasta la 22.ª ed.
(2001).
En el contexto de extranjerismos, interpretables estos últimos como palabras
de incorporación más reciente tanto en español como en catalán, debemos ubicar
los peregrinismos que, como se ha indicado con anterioridad, desde el enfoque le-
xicográfico no poseen correspondencias léxicas en ninguna de las dos lenguas. Es
lógico, por tanto, que la mayoría se consideren aún como anglicismos por parte de
los hablantes y que el grado de adaptación gráfica sea inferior, sobre todo para el
español.
En las cuatro obras consultadas solo se encuentra dumping (esp.) / dúmping
(cat.); en los dos diccionarios normativos y en el CLAVE, rafting (esp.) / ràfting (cat.);
en los dos diccionarios de uso y en el DIEC2, caravaning (esp.) / caravàning (cat.); en
las dos obras españolas y con distinción de variantes, catering (DLE) / cáterin y cate-
Para la consulta de ediciones de diccionarios académicos anteriores al DLE, se utiliza el
7
NTLLE.
8
Cuando la opción preferente del diccionario de uso es la adaptada y esta no figura en el nor-
mativo, es posible que haya quedado obsoleta, puesto que el DLE es de actualización más reciente.
El CORPES XXI lo confirma, ya que esparrin aparece solo en 1 caso en el español peninsular (2008),
mientras que sparring, en 116 casos distribuidos entre 78 documentos, tanto pertenecientes al área
peninsular como hispanoamericana (2001-2016).
9
Para más datos al respecto, vid. Anexo.
10
Este extranjerismo solo se propone en el CLAVE (s. v. e-learning); sin embargo, en el DPD
(s. v. electrónico, -ca), se especifica que la «e- antepuesta, [se considera una] abreviación extrema del
adjetivo inglés electronic» y se muestra favorable a «desterrar numerosos anglicismos» de este tipo.
Quizá esta sea una de las causas principales por la que e-learning no esté registrado en el DLE, puesto
que, en su lugar, muy probablemente ya se utilice aprendizaje por internet, equivalencia propuesta por
el CLAVE.
11
En este caso, el concepto expresión no puede particularizarse porque se trata de derivados,
compuestos sintagmáticos, colocaciones o locuciones, según queda indicado en la fuente a la que per-
tenecen, aunque la elección escogida por una obra no siempre coincide con la que propone el resto.
Resulta esencial indicar que no todos los estudiosos están de acuerdo con el proceso de interpretación
de estos tres últimos términos. Pensamos que la distinción que ofrece el DDLC sobre colocación (trà-
veling lateral) y locución nominal (tràveling òptic), aparte de otros ejemplos de este tipo que proporcio-
na, no es correcta, puesto que ambos son compuestos sintagmáticos. Para una explicación conceptual
completa de las unidades fraseológicas del español y del catalán, desde las perspectivas cognitivista y
contrastiva, en oposición a compuesto sintagmático, vid. García Rodríguez (2019), capítulo 1 y, de un
modo más concreto, § 6.2.2.5.
12
Para un recorrido histórico de mitin y la aparición de esta locución con un matiz semántico
distinto, vid. Zamora Vicente (1986).
Los xenismos, según se ha comentado, muestran relación directa con las equi-
valencias propuestas para ambas lenguas, que podrían llegar a interpretarse como
correlaciones semánticas. En este punto se encuentra el debate de si los usuarios
están más o menos de acuerdo con las decisiones lexicográficas. Al no poder tratar,
por razones de espacio, dicha cuestión en este trabajo, aceptamos como válidas
las resoluciones institucionales que se presentan a continuación, aunque somos
conscientes de que en ocasiones podrían oponerse a las tendencias sincrónicas del
momento.
Es esencial destacar que no todos los extranjerismos se sustituyen por una voz
independiente, sino que pueden optar, según se observa en el Anexo, por expresio-
nes formadas por dos o más palabras: dripping → pintura de goteo, hadling → servi-
cios de asistencia, o mailing → envío postal13. Sobre este último ejemplo del CLAVE
(s. v. mailing), podría precisarse que la interpretación semántica puede ser relativa,
puesto que el adjetivo postal presenta una vinculación más directa con el servicio
tradicional de correos que con la distribución por internet (cfr. DLE, s. v. postal).
También puede ocurrir que la sustitución propuesta sea múltiple, es decir, que
se ofrezca una sola palabra (o más de una) junto con una expresión: briefing → infor-
me, reunión informativa; ranking → lista, tabla clasificatoria, clasificación, escalafón.
Los casos mencionados con anterioridad en los que la equivalencia es una única
voz (o más de una del mismo tipo) no son precisamente los que prevalecen: casting
/ castin → audición; overbooking → sobreventa, sobrecontratación, sobreocupación;
parking → aparcamiento (esp.) / pàrquing → aparcament (cat.); legging → malla.
Desde el punto de vista semántico, a nuestro modo de ver, la equivalencia que se pro-
pone para este último ejemplo no es idónea porque su significado (‘Prenda de vestir,
generalmente deportiva, elástica y fina, que se ajusta mucho al cuerpo’, CLAVE, s. v.
malla) no es idéntico al del anglicismo (‘Prenda de vestir que consiste en una malla
ceñida al cuerpo desde la cintura a los tobillos’, CLAVE, s. v. legging).
Aparte de lo que acaba de comentarse, consideramos oportuno destacar infor-
13
Estas evidencias pueden relacionarse con una de las vertientes del principio de economía lin-
güística, lo que permite justificar por qué, en determinadas ocasiones, los usuarios prefieren los an-
glicismos en -ing, antes que el uso de expresiones autóctonas más complejas. Para información más
detallada al respecto, cfr. Paredes Duarte (2007-2008).
5. CONCLUSIÓN
Los repertorios lexicográficos resultan esenciales para advertir que los angli-
cismos en -ing se han incorporado en las lenguas estudiadas, sobre todo en español
si se tiene en cuenta el diccionario de uso seleccionado. Se ha podido observar que,
en función del tiempo transcurrido, están más o menos aceptados en las obras nor-
mativas, lo que favorece el proceso de adaptación gráfica, especialmente en catalán
por poseer el mismo tipo de combinación consonántica a final de palabra. Desde el
punto de vista semántico, es conveniente destacar la pugna entre los extranjerismos
en -ing y las equivalencias que ya se encuentran en español y catalán, cuyas prefe-
rencias tienden a deducirse por la frecuencia de uso por parte de los hablantes. Lo
más significativo, sin embargo, se halla en las implicaciones morfológicas que se ob-
servan en la aceptación de importaciones con esta terminación. En catalán, ya se ha
demostrado que -ing empezó a incluirse como sufijo para la formación de nuevas
palabras desde principios de este siglo. En español, de momento, se acepta lexico-
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Zamora Vicente, Alonso (1986): «Mitin, dar el mitin», Filología, 21 (2), 117-
123.
lluvia de ideas
- - - - - branding - - - - -
- - - - - briefing - informe - - -
reunión informativa
- - - - - broad banding - - - - -
- - - - - building - - building uilding -
14
Las unidades léxicas incluidas en la tabla siguen la misma presentación formal (letra redonda o cursiva) según se indica en los respectivos
diccionarios.
15
389
Se trata de una equivalencia en el sentido de ‘lugar al aire libre’ (DLE, s. v. camping).
DICCIONARIOS NORMATIVOS DICCIONARIOS DE USO
390
DLE DIEC2 CLAVE DDLC
lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
- - - caravàning - caravaning - - caravàning - -
casting - audición16 càsting - casting castin audición càsting - -
catering - - - - cáterin catering - - - -
- - - - - clearing - - - - -
- - - - - climbing - - - - -
- - - - - clonning - - - - -
- - - - - clubbing - - - - -
- - - - - clustering - - - - -
- - - - - coaching - - - - -
- - consultoría - - consulting - consultoría - - -
- - - - - counseling - - - - -
- - - - - cracking - - cracking - -
- - - - - curling - - - - -
- - - - - cycling - - - - -
- - - dàncing - dancing - sala de baile dàncing - -
- - - - - - - - darling - -
- - dopaje - dopatge doping - dopaje dòping - -
- - antidopaje - - antidoping - antidopaje antidòping - -
- - - - - downshifting - - - - -
- - regate17 - - dribbling - regate dríbling - -
finta18 finta
- - - - - dripping - pintura de goteo - - -
El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica
16
‘Prueba que se hace a un cantante, a un músico, etc., para valorar sus cualidades’ (DLE, s. v. audición, ac. 4).
17
‘En fútbol y otros deportes, finta que hace un jugador para sortear a uno o varios contrarios y no dejarse arrebatar el balón’ (DLE, s. v. regate,
- - - - - goming - - - - -
- - - - - grooming - - - - -
- - - - - handling - servicios de - - -
asistencia
- - - - - happening - - happening - -
holding - grupo20 hòlding societat de holding - sociedad financiera hòlding - societat de
19
Equivalencia acompañada con marcación diatópica hispanoamericana: Arg., Bol., C. Rica, Ec., El Salv., Guat., Pan., Par., Perú, R. Dom., Ur.
y Ven. (DLE, s. v. aerobismo).
20
391
«La mayor parte de las veces [holding] puede sustituirse por la palabra española grupo» (DPD, s. v. holding).
212223
392
DLE DIEC2 CLAVE DDLC
lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
jogging - aerobismo21 - - jogging - - - - -
- - - - - - - - iòting - -
- - - - - karting - - - - -
- - - - - kick boxing - - - - -
leasing - - lísing arrendament leasing - arrendamiento con lísing - -
financer opción de compra
- - - - - legging - malla - - -
lifting - estiramiento lífting - lifting - estiramiento - - -
(facial)22
living - cuarto de - sala d’estar living - cuarto de estar líving living-room sala d’estar
estar23
- - - - - lockpicking - - - - -
- - - - - looping - - - - -
- - - - - mailbombing - - - - -
- - - - - mailing - envío postal - - -
marketing - mercado- màrqueting - marketing márquetin mercadotecnia màrqueting marquèting -
tecnia
- - - - - ecomarketing - - - - -
- - - - - telemarketing - - - - -
- - - - - merchandising - promoción - - -
comercial
- - desaparecido - - missing - desaparecido - - -
El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica
21
Vid. nota 19.
22
Equivalencia propuesta por el DPD. Ofrece, además, otras dos opciones que, por sus condiciones de lenguaje especializado, no aparecen en el
DLE: «En medicina, esta intervención se denomina técnicamente ritidectomía o ritidoplastia» (DPD, s. v. lifting).
23
24
Remite a mitin con información diatópica: «En zonas del español meridional, mitin» (CLAVE, s. v. mitín).
25
393
Aunque el CLAVE (s. v. pudin) proponga esta equivalencia, no la contempla como lema.
DICCIONARIOS NORMATIVOS DICCIONARIOS DE USO
394
DLE DIEC2 CLAVE DDLC
lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
- - - - - - - - plum-púding - -
puenting - - - - puenting - puentismo - - -
- - - - - - - - quisling - -
rafting - - ràfting - rafting - - - - -
ranking - lista rànquing - ranquin ranking lista rànquing - -
tabla clasifica- tabla clasificatoria
toria
clasificación clasificación
escalafón escalafón
- - índice de - - rating - índice de audien- - - -
audiencia cia26
calificación de
crédito27
- - - - - renting - - - - -
- - - - - roaming - - - - -
- - - - - rolfing - - - - -
- - muestreo - - sampling - muestreo - - -
- - - - - scad diving - scad - - -
- - - - - scratching scratch28 - - -
26
‘Porcentaje de personas u hogares que sintonizan un programa específico de televisión o de radio, en relación con el total de personas u hogares
El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica
lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
- - cribaje29 - - screening - cribaje30 screening - -
pase
emisión de prueba31
- - - - - - - - shocking - -
- - - - - shopping - - - - -
- - - - - - - - skating - -
- - - - - - - - sleeping - vagó llit
- - - - - spamming - - - - -
sparring - - - - esparrin sparring - - - -
- - - - - spinning - - - - -
standing - categoría - - standing - - estànding - -
nivel32
- - - - - streaking estriquin - - - -
Marta Prat Sabater
- - - - - streaming - - - - -
- - - - - stretching - - - - -
- - surf - - surfing - surf33 - - -
29
‘Acción y efecto de cribar (realizar un examen médico)’ (DLE, s. v. cribaje, con la marca Med.).
30
395
Este lema es el preferente (CLAVE, s. v. surf). En la entrada surfing solo se remite a surf (CLAVE, s. v. surfing).
DICCIONARIOS NORMATIVOS DICCIONARIOS DE USO
396
DLE DIEC2 CLAVE DDLC
lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
- - - - - timing - - - - -
- - - - - trading - - - - -
- - entrena- - - training - entrenamiento - - -
miento
trávelin - - tràveling - trávelin travelling - tràveling - -
- - - - - trekking - senderismo - - -
- - tuneado - - tuning - tuneado, da - - -
tuneo34
- - - - - vending - - - - -
- - - - - walking - - - - -
- - aviso - - warning - aviso - - -
advertencia advertencia35
luces de luces de
emergencia emergencia236
windsurfing wind windsurf - - windsurfing wind surfing windsurf37 - - -
surfing wind surf
- - - - - wrestling - - - - -
- - - - - yachting - - - - -
- - - - - yearling - - - - -
- - zapeo zàping - zapping - zapeo - - -
- - - - - - - - zòning - -
Tabla 1. Lemas en -ing, variantes y equivalencias de diccionarios normativos y de uso del español y del catalán
El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica
34
Tuneo, al igual que tuning, solo remite a tuneado, da (CLAVE, s. v. tuneo y tuning, respectivamente).
35
Ambas equivalencias se corresponden con esta acepción: ‘Aviso o llamada de atención cuando se ha hecho algo que merece ser sancionado’
CONDICIONANTES SOCIOLINGÜÍSTICOS DE LA
EXPRESIÓN DEL SUJETO PRONOMINAL EN EL
SOCIOLECTO ALTO DEL CORPUS PRESEEA-SEVILLA*
Doina Repede
Universidad de Sevilla
doinarepede@gmail.com
Resumen: Este trabajo se propone analizar Abstract: This study aims to analysis the va-
la variable presencia / ausencia del pronom- riable presence/absence of the personal pro-
bre personal sujeto junto a un verbo conju- noun subject with a conjugated verb in Spa-
gado en el español hablado de la comunidad nish language spoken in the city of Seville.
urbana de Sevilla. En concreto, intentamos Specifically, we try to stablish which internal
establecer cuáles son los factores internos y or external factors are involved in the prono-
externos que determinan el empleo del sujeto minal subject use in a sample of 24 semi-con-
pronominal en una muestra de 24 entrevistas trolled interviews corresponding to the high
semidirigidas correspondientes al sociolecto sociolect and taken from the PRESEEA-Se-
alto y que forman del corpus PRESEEA en ville corpus. For this, we base our analysis on
la ciudad. Para ello, seguimos la guía de co- the coding guidelines proposed by Bentivo-
dificación propuesta por Bentivoglio, Ortiz glio, Ortiz and Silva-Corvalán (2011) for the
y Silva-Corvalán (2011) para el proyecto PRESEEA panhispanic project. The results
panhispánico PRESEEA. Los resultados show that the subject pronoun is used in
muestran que el pronombre sujeto se utiliza 24,8% and it is conditioned by different cri-
un 24,8%, y parece estar condicionado, entre teria, such as grammatical person, specificity,
otros, por criterios como persona gramatical, ambiguity of the verbal form, semantic class
especificidad, ambigüedad de la forma verbal, of the verb, co-reference or age.
clase semántica del verbo, correfencialidad, Keywords: pronominal subject, high socio-
edad, etc. lect, semi-controlled interviews, PRESEEA,
Palabras Clave: sujeto pronominal, sociolec- Seville.
to alto, entrevistas semidirigidas, PRESEEA,
Sevilla.
*
El presente trabajo, que se enmarca dentro del proyecto Patrones Sociolingüísticos del Español
de Sevilla (Ref. FFI2015-68171-C5-3-P), financiado por el Ministerio de Economía y Competitivi-
dad de España y por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (MINECO/FEDER, UE), ha sido lle-
vado a cabo durante una estancia de investigación en el Departamento de Lengua Española de la Uni-
versidad de Granada. Quiero expresar mi agradecimiento al Dr. Antonio Manjón-Cabeza Cruz por
haber discutido conmigo diversas cuestiones aquí presentadas, por sus valiosos consejos y sugerencias.
1. INTRODUCCIÓN
1
Para más detalles sobre la forma usted, véase también Fernández Soriano (1999: 1233).
2
En un estudio sobre el material recogido por el Instituto Cervantes en 1981, Davidson (1996)
evidencia en el español hablado en la ciudad de Madrid un aumento en el uso de pronombres de pri-
mera persona con verbos de creencia y conocimiento, verbos que señalan la postura del hablante con
respecto a lo que dice. Sobre el mismo aspecto, véase también el trabajo de Miyajima (2000).
3
Este planteamiento de la hipótesis funcional está basado en la Condición de Distintividad (Dis-
tinctivenes Condition) de Kiparsky (1982: 87) que establece que la información semántica relevante
se retiene en la estructura superficial del enunciado.
2. METODOLOGÍA Y CORPUS
2.1. El corpus
Para llevar a cabo esta investigación, nos centramos en los materiales del Cor-
pus Sociolingüístico de Sevilla 2009-2018, o PRESEEA-SE, que consiste en entre-
vistas semidirigidas realizadas a 24 hablantes del sociolecto alto, esto es, con estudios
4
Este estudio analiza la presencia/ausencia del sujeto pronominal en relación con una serie de
variables: 1) textos orales/textos escritos; 2) formas verbales equívocas/no equívocas; 3) tipos ora-
cionales (afirmativas/negativas y principales/subordinadas/subordinadas independientes); 4) grupo
generacional de hablantes; 5) sexo de los hablantes (hombres y mujeres). Los autores afirman que, de
las variables tenidas en cuenta, solo han resultado significativos los condicionantes sociales. Además,
subrayan que cualquier otro factor, “como pueda ser el tipo de oración producida o el carácter ambiguo
de las formas verbales empleadas actuarán de forma más débil sobre la probabilidad de aparición del
pronombre personal sujeto” (Miró y Pineda 1990: 44).
Edad
Sexo
20-34 años 35-54 años > 55 años TOTAL
Hombres 4 4 4 12
Mujeres 4 4 4 12
TOTAL 8 8 8 24
De cada entrevista que forma parte de los materiales manejados en este estudio
hemos seleccionado cinco minutos, los comprendidos entre el minuto 5 y el minuto
10. Una vez recogidos los ejemplos, hemos descartado los casos cuando:
a) el pronombre sujeto aparece junto a un verbo en forma no finita:
1. el sótano pues<alargamiento/> / hay una mesa de pin pong para jugar / los niños
y jugar yo también al pin pong (SEVI_H23_055)6.
5
Véase también http://preseea.linguas.net/Portals/0/Metodologia/METODOLOG%C3%-
8DA%20PRESEEA.pdf.
6
El código del final de los ejemplos debe leerse de la siguiente forma: i) SEVI=Sevilla; ii) sexo:
H= hombre, M= mujer; iii) edad: 1= 20 a 34 años, 2= 35 a 54 años, 3= 55 años en adelante; iv) grado
de instrucción: 3= estudios superiores; v) identificación del hablante dentro del corpus: 049, 050, 051,
etc. Sobre las convenciones de transcripción de las entrevistas, véase Repede (2019).
6. me encanta la Semana Santa // también también / este año he tenido de todo / por-
que este año me han invitado a palco / me han invitado a silla / he<alargamiento/>
visto salir algunas procesiones / he visto recoger otra / eh<alargamiento/> he ido
a buscar otras / he tenido balcones que me han invitado amigos también que han
tenido balcones en la calle Trajano y también he visto unas pocas (SEVI_H23_056).
7
Cabe mencionar aquí que en los cinco minutos seleccionados para este análisis no se ha locali-
zado ninguna forma de vosotros o ustedes. Además, no se han incluido en este recuento los 6 ejemplos
de uno y una, ya que, en la muestra que hemos manejado para nuestro estudio, no hemos documentado
casos de variación.
7. sí / (Ø) creo recordar / el último verano que (Ø) estuve / fue el año que (Ø) hice
el preuniversitario / que fue el sesenta y / siete / sí / un poco más de lo que (Ø) te
he dicho / o sea que sería del cincuenta y cinco al sesenta y s<alargamiento/>eis
/ porque el verano del sesenta y siete (Ø) ya no fui a Chipiona / (Ø) fui a Cádiz
(SEVI_H33_058).
Sobre los distintos criterios de análisis, véase también Lastra y Martín Butragueño (2015),
8
3. ANÁLISIS Y RESULTADOS
Notamos, según el Gráfico 1, que del total de ejemplos de sujetos (N= 879),
218 casos (24,8%) aparecen con el pronombre y 661 ejemplos (75,2%) sin la forma
pronominal. Dado que “Null SPPs are always the predominant solution under any
circumstance” (Lastra y Martín Butragueño 2015: 11), intentamos en este estudio
averiguar cuáles son los condicionantes internos y externos que propician la presen-
cia del sujeto pronombre.
Tras aplicar la prueba del χ², observamos que, de las 18 variables consideradas
para este estudio, 11 han dado resultados significativos:
plurales que tienden a ser implícitos. Así, del total de 218 casos de pronombres su-
jetos presentes, se ha localizado un 77,98% de primera persona, 10,1% de segunda
persona y un 6,42 % de tercera persona singular. En cuanto a la primera y tercera
persona de plural, hemos encontrado un 3,7% y un 1,4% respectivamente. Si des-
glosamos por tipo de sujeto pronominal, esto es, presente o ausente, en la Tabla 3,
9
Nuestros datos están corroborados por estudios previos sobre distintas variedades del español
y que han tenido en cuenta este factor lingüístico. Véase, entre otros, el trabajo de Manjón-Cruz et al.
(2016) sobre el español de Granada o el de Lastra y Martín Butragueño (2015) en el español hablado
en México DF.
observamos que también son las formas de singular las que más favorecen la presen-
cia del sujeto pronombre, en detrimento de los sujetos plurales, con predominio de
la primera persona singular. Así, esta última aparece un 29,62%, seguida por la ter-
cera (28,85%) y segunda persona (23,66%). En cuanto a las formas plurales, hemos
documentado un 11,11% para la tercera y un 6,02% para la primera persona plural.
En este sentido, Cameron (1993: 328) afirma que “If we conceive of plural subjects
as sets, we find that discourse is typically structured so that the great majority of
plural subjects occur in contexts where their set members are either explicitly or in-
ferably present within the immediately preceding discourse”. Este tipo de contexto
no propicia la aparición de sujetos pronominales, de modo que los sujetos plurales
son frecuentemente sujetos nulos (ibídem).
3.1.2. Especificidad
10
En el corpus manejado, hemos localizado un solo ejemplo de futuro perifrástico con sujeto
explícito. En cambio, no se ha documentado ningún caso con futuro morfológico.
notamos una tendencia a que las formas no perifrásticas favorezcan la presencia del
sujeto (26,64%) frente a las perifrásticas que parecen propiciar la ausencia de la for-
ma pronominal en función de sujeto: se ha documentado un 89,6% para las perífra-
sis modales y un 88,9% para las aspectuales, esto es, con una diferencia de 0,7 puntos
porcentuales entre las dos variantes.
3.1.5. Ambigüedad
Otro factor lingüístico que influye en la presencia del pronombre personal su-
jeto es la ambigüedad12. Esta variable se desglosa en dos variantes:
11
Esta distribución coincide con la de Lastra y Martín Butragueño (2015: 56) sobre el español
hablado en México DF: “The most favoring factor is the Co-preterite (p= .60, 31.4%, 153/488); Pre-
sent is indifferent (p= .50, 21.1%, 187/888); and Preterite does not favor over SPPs (p= .44, 15.5%,
86/556). The rest of verbal tenses have been grouped as “other tenses” and are disfavoring (.40, 15.7%,
17/108)”.
12
Sobre este condicionante lingüístico, véase también, entre otros, el trabajo de Silva-Corvalán
(1982) en el español de Estados Unidos o los de Bentivoglio (1980 y 1987) para el español de Venezuela.
(a) Ambigüedad morfológica y fonética. Se centra, por un lado, en las formas que las
gramáticas consideran ambiguas entre 1ª y 3ª persona del singular, como el con-
dicional y el pretérito imperfecto y pluscuamperfecto de indicativo y subjuntivo
(Silva-Corvalán 1982).
10. es que una niña que no sepa bailar sevillanas en Sevilla eso es como<alargamiento/>
/ como un pecado / <risas = “todos”/> entonces / mi madre / como madre de se-
villana / pues me llevaba a una academia a bailar / además daban clases en el mismo
colegio / y una vez que se fue la señorita yo quería seguir bailando / o sea / yo lo tenía
muy claro que yo quería seguir bailando / y seguí bailando / pero claro / cuando yo ya
despuntaba / y ya yo mis padres veían que yo quería seguir en el baile ya como que me
cortaba un poquito / la cosa es / bailar sevillanas / pero ya está / porque entonces el
mundo del artisteo no era como ahora / no es que yo sea muy mayor / pero las cosas
han cambiado mucho en muy poco tiempo (SEVI_M23_067).
11. E: eso sí / para los que venimos de fuera / es bastante difícil meterte en el círculo
I: entonces claro / no es igual / a lo mejor tú viene[s] de fuera y nunca vas a vivir lo que
yo he podido vivir / por mucha gente que tú conozca[s] (SEVI_M23_067).
b) Sin ambigüedad. Esta variante recoge los casos en los que aparecen formas verba-
les no ambiguas:
segunda persona singular, debido a que en esta ciudad está generalizada la perdida
de la /-s/ en posición final13.
Si se observa la Tabla 7, parece confirmarse que las formas ambiguas favorecen
la aparición del pronombre sujeto con mayor frecuencia que cuando se emplean for-
mas verbales no ambiguas. Se ha encontrado, así, un 36% de forma ambiguas tanto
fonéticas como morfológicas, frente a 21,5% de no ambiguas.
Si nos fijamos solo en la presencia del pronombre sujeto por clase de persona,
según el Gráfico 2, observamos que, en las tres personas gramaticales, según sean
ambiguas o no, se dan diferencias en la presencia del pronombre personal sujeto.
Así, se puede apreciar que, con respecto a la primera persona, se expresa un 26,7%
para resolver la ambigüedad de la morfología del verbo dada por la coincidencia
de esta persona y la tercera del singular. Para la tercera persona, se ha localizado un
60%, si bien este porcentaje corresponde a solo 9 ejemplo del total (N=14).
Sin embargo, lo más llamativo de este gráfico es el alto porcentaje registrado
para la forma ambigua de segunda persona: los hablantes de instrucción alta repo-
nen los pronombres sujetos un 90,9%. Coincidimos, así, con Ropero (2001: 42)
que subraya que “la pérdida de la -s final en los verbos, afecta, sobre todo, al sistema
pronominal: las terminaciones verbales fonéticamente casi iguales (como sucede en
inglés y en francés) favorecen un uso muy frecuente del pronombre sujeto (como tú
quiere(s), tú piensa(s))”14. Podríamos, por tanto, afirmar que, en la ciudad de Sevilla,
13
La pérdida de la –s implosiva es un rasgo común a todo el territorio andaluz, que se ha extendi-
do por otras áreas de España e Hispanoamérica. Ya apuntaba Alvar (1955: 287) que “conviene anotar
que en Sevilla y Málaga, en el siglo II? <sic>, y en Sevilla, en el siglo VII, se documentaba una pérdida
de -s de carácter vulgar, y que hoy en esas mismas provincias se practica idéntica pérdida”.
14
Estos resultados van en contradicción con los de Ranson (1991) que analiza la variable expre-
sión de pronombres de sujeto en el español hablado en Andalucía. La autora documenta un 91% de
elisión de /s/ y demuestra que en este dialecto la función de los pronombres explícitos no sirve para
desambiguar la forma verbal. Así, sus resultados indican que el sujeto pronominal se emplea más con
formas verbales que no son ambiguas que con las que sí lo son. En este caso, Ranson explica que el
uso variado de pronombres se da más bien en el nivel del discurso, esto es, los pronombres de sujeto
aparecen ante la necesidad de indicar el referente cuando contextualmente no está claro: “Because of
the role of context in person marking, person can be adequately deduced in the vast majority of the
cases even without explicit surface markers. When no contextual markers are present, however, there
does appear to be a tendency on the part of speakers to include subject pronouns” (Ranson 1991:149).
15
Sobre las distintas clasificaciones de verbos según sus rasgos semánticos, véase Bentivoglio
(1987), Enríquez (1984), Silva-Corvalán (1994) o Travis (2007).
En este caso, nuestros datos coinciden con los ofrecidos en los estudios de En-
ríquez (1984), Bentivoglio (1987), Blanco (1999) que sostienen que la aparición de
los pronombres surge con más frecuencia ante verbos que implican de manera más
directa al hablante y a sus opiniones:
13. entonces pues sí que <vacilación/> tú dices que es<alargamiento/> menos seria /
pero no <vacilación/> no es menos seria / es igual de seria / lo que pasa que <va-
cilación/> que sí / que <vacilación/> que al ser una hermandad de capa no <vaci-
lación/> no está prohibido el poder hablar / eh<alargamiento/> si te tienes que
salir a <vacilación/> al cuarto de baño puedes salir / esto en la Catedral / porque /
las normas no te dejan salir / en la calle / pero bueno mmm / yo entiendo que<alar-
gamiento> es una situación / especial / y que <vacilación/> que hay<alargamien-
to/> / cada persona es un mundo (SEVI_H13_049).
También llama la atención la alta presencia del pronombre sujeto con los ver-
bos conocer y querer (60% en ambos casos), en detrimento de la ausencia de esta
forma, si bien es cierto que se han localizado tan solo 6 ejemplos del total (N=10)
para cada uno de estos verbos.
No obstante, otros estudios sobre la presencia del pronombre sujeto corroboran nuestros resultados:
Manjón-Cabeza et al. (2016: 196) también obtienen un porcentaje muy alto de presencia del sujeto
pronominal con el verbo creer (69,12%) o Aijón y Serrano (2010: 13) que muestran un porcentaje
altísimo de presencia (75% del total) de este verbo.
3.1.7. Correferencialidad
14. mi padre conocía el mundo del artis<palabra_cortada/> del artista / y Ø sabía los
tejemanejes (SEVI_M23_067).
15. lo primero que hice fue coger el teléfono / y <vacilación/> y llamé a mi madre /
pero simplemente para escuchar su voz / ya ella fue un grito (SEVI_M13_062).
de habla, dado que no se ha encontrado ningún ejemplo en los cinco minutos analizados.
formas verbales con sujeto nulo (86,61%). Parece, así, que el sujeto no es necesario
cuando cumple la misma función sintáctica que el referente, como en el ejemplo
/17/, donde mi madre es el sujeto explícito de tapaba y también es correferente del
sujeto omitido de podía.
17. bueno / mi madre la pobre tapaba cuando podía <risas = “todos”/> / que tú sa-
bes que la autoridad del padre era la autoridad del padre / por lo menos en mi casa
(SEVI_M23_067).
18. el verano / yo digo que aquí hay cinco estaciones / el e <vacilación/> el <va-
cilación/> el <vacilación/> / las cuatro normales y cuando llega / julio y
agosto el infierno <risas = “E”/> / yo creo que el verano aquí es mayo y junio
y el infierno es julio y agosto / ¿no? / a mí expresamente el <vacilación/>
el verano porque lo veo muy desagradable el clima<alargamiento/> / eh
/ especialmente julio y agosto / la verdad que co<palabra_cortada/> con
cuarenta y tantos grados no se puede hacer vida normal (SEVI_H23_056).
18
No hemos tomado en consideración como interrupciones del turno de habla del informante
entrevistado las interjecciones (uhum, ajá, etc.) realizadas por el entrevistador, ya que tales expresiones
son un tipo de estímulo, y no se trata de interrupciones o turnos de habla (Bentivoglio 1987).
En este caso, parece que el cambio de turno (Tabla 11) favorece la presencia del
sujeto pronombre (39,02%) en detrimento del mismo turno (22,48%). Asimismo,
lo más usual en este fenómeno es la presencia del sujeto pronombre de primera per-
sona en el cambio de turno, como en /21/:
Coincidimos, así, con Manjón-Cabeza et al. (2016: 204) que afirman que “Sin
duda, las reglas lógicas del juego pregunta-respuesta ayudan a lo anterior”.
Los dos factores extralingüísticos sexo y edad considerados en este estudio tam-
bién han dado resultados significativos. Con respecto al primero, presentamos en la
Tabla 12, los datos obtenidos en nuestro análisis:
Se desprende, así, que son las mujeres las que más uso hacen del sujeto prono-
minal (27,65%) frente a los hombres (20,87%). Cabe mencionar también que del
total de pronombres sujeto de primera persona anotados (N= 170), los hombres lo
utilizan un 38,82%, mientras que las mujeres casi duplican el empleo de esta forma
pronominal, esto es, un 61,18%. Para las demás personas gramaticales, el uso del
pronombre sujeto también predomina en las mujeres.
Y, por último, la Tabla 13 recoge los resultados obtenidos para la variable
edad19.
Podemos observar que es la tercera generación del sociolecto alto la que menos
uso hace del sujeto pronombre (18,45%), seguida del primer grupo etario (27,74%).
En cambio, los hablantes de la segunda generación son los que más utilizan el pro-
nombre sujeto (29,74%). Estos datos van en contradicción con los obtenidos en
otras variedades del español peninsular (Manjón-Cabeza et al. 2015), o del español
de Mexico DF (Lastra y Martín-Butragueño 2015), colombiano (Orozco 2015) y
dominicano (Alfaraz 2015) que indican que son los informantes de primera genera-
ción los que menos reponen los pronombres sujetos.
Al cruzar el factor edad con la persona gramatical, se aprecia en el Gráfico 4
que es la primera generación quien más utiliza el sujeto pronombre de primera per-
sona20 (38,8% frente al 32,4% de la tercera y 28,8% de la segunda generación). No
obstante, es el segundo grupo etario de instrucción alta quien se caracteriza por las
segundas personas con pronombre: se ha localizado, por tanto, un 72,3% de formas
de pronombre sujeto para este grupo de edad.
19
Los trabajos de Orozco y Guy (2008) para Barranquilla (Colombia) y Manjón-Cabeza et al.
(2016) para Granada sobre el fenómeno objeto de nuestro análisis, también indican que la edad es un
factor social significativo en la ausencia del sujeto pronominal.
20
Estos datos nos hacen pensar que las distintas comunidades de habla pueden asignar valores
sociales diferentes a la misma variable lingüística y que todo ello podría conducir a resoluciones dife-
rentes de esta variación, un tema digno de futuras investigaciones.
4. CONCLUSIONES
puede entenderse como una estrategia lingüística que usan los hablantes para des-
ambiguar los contextos que podrían causar ambigüedad.
Relativo a los condicionantes semántico-pragmáticos, como ocurre en otras
comunidades de habla hispana, los verbos que implican procesos mentales de tipo
creer, recordar, etc. muestran una preferencia por los sujetos explícitos, con predo-
minio de la primera persona del singular en secuencias de tipo argumentativo-ex-
plicativas. En lo que toca a la correfencialidad, de nuestro análisis se desprende que
existe una tendencia a mencionar el sujeto pronominal cuando antes ha aparecido
cumpliendo otro papel sintáctico. El cambio de turno también propicia la presencia
del pronombre sujeto, pero se trata de un factor íntimamente ligado a la persona
gramatical, dado que es la 1ª persona del singular la que predomina en esta posición.
En los que concierne los criterios sociales, son las mujeres y la segunda generación
quien más utilizan los sujetos explícitos.
Por último, a la vista de los resultados obtenidos en este análisis y para tener
una visión más amplia del uso variable del sujeto pronombre en la comunidad de
Sevilla, se hace necesario abordar en futuras investigaciones el estudio de los otros
dos sociolectos ‒medio y bajo‒ para ver qué cuáles son los criterios sociolingüísticos
que condicionan su aparición en la ciudad de Sevilla.
BIBLIOGRAFÍA
Aijón Oliva, Miguel Ángel y María José Serrano (2010): «El hablante y su
discurso: expresión y omisión del sujeto de creo», Oralia, 13, pp. 7-38.
Alfaraz, Gabriela G. (2015): “Variation of Overt and Null Subjects Pronouns in
the Spanish of Santo Domingo”, en Ana M. Carvalho, Rafael Orozco y Naomi
Lapidus Shin (eds.), Subject Pronoun Expression in Spanish: A Cross-dialectal
perspective, Washington DC, Georgetown University Press, pp. 3-16.
Alvar, Manuel (1955): «Las hablas meridionales de España y su interés para la
lingüística comparada», Revista de Filología Española, 39/1º-4º, pp. 284-313.
Barrenechea, Ana María y Alicia Alonso (1977): «Los pronombres persona-
les sujetos en el español hablado en Buenos Aires», en Juan M. Lope Blanch
(ed.), Estudios sobre el español hablado en las principales ciudades de América,
México, UNAM, pp. 333-349.
Bentivoglio, Paola (1980): Why canto and not yo canto? The problem of first-per-
son subject pronoun in spoken Venezuelan Spanish. M. A. Thesis, Los Angeles,
University of California.
Resumen: El trabajo analiza, desde el enfo- Abstract: The work analyzes, from the glo-
que glotopolítico, la sección de consultas lin- ttopolitical approach, the section of linguis-
güísticas que brinda la RAE en Twitter como tic consultations provided by the RAE on
un nuevo dispositivo de normatividad, resul- Twitter as a new device of normativity, re-
tado tanto de requerimientos específicos que sulting both from specific requirements im-
impone esta plataforma de comunicación posed by this communication platform and
como de decisiones glotopolíticas al servicio from glottopolitical decisions at the service
del proyecto panhispánico. Inicialmente, se of the pan-Hispanic project. At first, it will
presentará el marco donde se inscribe esta be present the framework where this action
acción de intervención de la RAE, la políti- of intervention of the RAE is inscribed, the
ca lingüística panhispánica, consignando las pan-Hispanic language policy, recording the
principales investigaciones críticas sobre el main critical research on the subject; then it
tema; luego se describirán las características will describe the characteristics of the mate-
de los materiales que son objeto de estudio; rials that are the object of study; also it will
a continuación, se analizarán en una selec- analyze the declarative features of the speaker
ción de tuits los rasgos enunciativos del locu- and the recipient in a selection of tweets, as
tor y del destinatario, así como del discurso well as the normative discourse that the ins-
normativo que aquel produce; finalmente, titution produces; finally, some normative
se examinarán algunos criterios normativos criteria adopted by the institution in interac-
adoptados por la institución en interacciones tions with users will be examined.
con usuarios. Keywords: Royal Spanish Academy, Twit-
Palabras clave: Real Academia Española, ter, normative discourse, pan-Hispanic lan-
Twitter, discurso normativo, política lingüís- guage policy, users
tica panhispánica, usuarios
INTRODUCCIÓN
En estos casos, los enunciados producidos por la institución son escuetos: con-
tienen el tema normativo y, a continuación, un hipervínculo que reenvía hacia una
página con la información correspondiente:
Estos ejemplos invitan a pensar que los destinatarios de los fragmentos ci-
tados son hablantes con cierto conocimiento o preocupación por temas norma-
tivos, con el interés o la curiosidad suficiente para abrir un hipervínculo y leer la
norma completa. Además de este tipo de enunciados, en menor medida apare-
cen otros que proveen mayor información normativa con una fuerte orientación
prescriptiva:
Como se puede observar, en una primera etapa, el servicio que presta la RAE a
través de su cuenta de Twitter se limita a difundir tópicos normativos que remiten
a información adicional, o bien reglas dogmáticas sobre cuestiones —casi en su to-
talidad— ortográficas: uso de mayúsculas y minúsculas, prefijos, tildes, puntuación,
abreviaturas, escritura de extranjerismos, de expresiones numéricas, homófonos;
también algunos temas morfológicos como conjugación de verbos irregulares o for-
mación del femenino de profesiones y cargos.
Más adelante veremos que muchos de estos rasgos sufren cambios en los años
siguientes. En el presente, la cuenta de la RAE en Twitter supera ampliamente el
millón de seguidores1, mientras que solo sigue a poco más de ciento cincuenta
usuarios; estos, por lo general, no son individuos sino que se trata de colectivos:
academias u otras instituciones culturales, periódicos, agencias de noticias, ca-
nales informativos, universidades, bibliotecas, librerías, editoriales, organismos
gubernamentales, etc., mayormente de España pero también de otros países, en
especial, hispanohablantes. La importante diferencia entre la cantidad de segui-
dores y los usuarios a los que sigue da cuenta de la considerable influencia y el gran
alcance que tiene la institución en esta red social, de modo que activa la relación
uno-a-muchos propia de los medios masivos de comunicación tradicionales (Sco-
lari, 2008). Sin embargo, como veremos, la interacción entre la RAE y los usuarios
adopta la dinámica uno-a-uno más cercana a la comunicación personal. En cuanto
1
Esta información y la referida a las cuentas de las otras instituciones, que comentaremos en el
párrafo siguiente, fue recogida en junio de 2018.
2
Datos correspondientes a septiembre de 2017.
(8) @Al3ks04: @RAEinforma cómo está mejor escrito: ¿en base a, o basado
en? (24/06/18)
#RAEconsultas Se recomienda evitar el uso de «en base a». Véase el § 3 aquí:
http://ow.ly/aT2N30kE6aD (25/06/18).
(9) @Arroyer: @RAEinforma Hola muy buenas, ¿me podíais despejar esta
duda? El adjetivo que va con un grupo nominal va al final o después del primer
sustantivo? Por ej.: para el café que aún no ha sido tostado y es verde, se debe
decir “grano del café verde” o “grano verde del café”? Gracias :) (25/06/18)
@RAEinforma: #RAEconsultas En el caso que indica, la única opción válida
es la primera si lo verde es el café. Si lo verde es el grano, las dos opciones se
pueden considerar válidas, si bien es preferible la segunda para evitar la ambi-
güedad. Véase http://ow.ly/4iQm30kEwq8 (25/06/18)
(10) @Quimilano: Hola, @RAEinforma Tengo una duda acerca del uso de los pro-
nombres en el imperativo. Hablando con un amigo acerca de dejarle mi tarjeta de me-
tro le dije: “llévala, llévala”. Él me dijo que debería decir “llévatela”. ¿Qué nos podéis
decir al respecto? ¡Gracias! (27/06/18)
@RAEinforma: #RAEconsultas En ese contexto sería más normal usar «lléva-
tela», pero el uso de «llévala» también sería válido. (27/06/18)
Por lo tanto, si bien hay una tendencia a la atenuación del discurso normativo,
los juicios prescriptivos varían según los casos. Por otro lado, a diferencia de la etapa
inicial de la sección de consultas lingüísticas en Twitter, a la que nos referimos ante-
En respuesta a @Laura_Florindo
@RAEinforma: #RAEconsultas No, lo adecuado es «delante de mí» y «de-
lante de ti». Se explica aquí: http://ow.ly/6z6730ko0UE (07/06/18)
Cabe destacar que esta obra de referencia ha sido objeto de estudio y de crí-
tica en distintos trabajos (Lauria y López García, 2009; Senz, Minguell y Alberte,
2011; Méndez, 2012), en especial porque, bajo un aparente modelo normativo que
incorpora equitativamente formas de diferentes variedades, privilegia la variedad
peninsular sobre las otras; por otro lado, según aclara la propia RAE en la versión
de consulta on line, el Diccionario panhispánico de dudas contiene en algunos casos
información desactualizada en relación con obras normativas de más reciente publi-
cación4. La falta de vigencia —al menos en ciertos temas— de esta publicación se
pone en evidencia al contrastar el fragmento anterior con la explicación del mismo
fenómeno que da la Nueva gramática de la lengua española, en cuya versión en línea
se accede al siguiente texto:
Se comprueba en los textos y en el uso oral que varias de las voces incluidas en
la relación del §3.4.g, y otras similares a ellas, reciben a menudo plurales en -s
en alternancia con plurales en -es. Están hoy más extendidos, en efecto, plurales
como bóers, raids o sijs que las variantes bóeres, raides o sijes, que correspon-
derían a los singulares bóer, raid o sij. Aunque ambas opciones se consideran
correctas, se recomiendan las formas regulares en -es. También se registran nu-
merosos usos de la primera variante (plural en -s) en los pares siguientes:
[…] hámsters — hámsteres; másters — másteres; pósters — pósteres; tráilers — tráileres
(RAE y ASALE, 2009: 146-147).
co, Centroamérica y el área rioplatense; del resto, en unas áreas, como Chile, está
en desuso; y en otras, como Perú, en auge. (28/06/18)
A diferencia de los casos (14) y (15), en este enunciado se admiten dos formas
de saludo y, a continuación, se identifica la forma plural buenos días como pertene-
ciente al «español general», mientras que el singular buen día es señalada como
una variante, aunque su distribución geográfica no parece minoritaria, al menos de
modo evidente. En efecto, en ciertos enunciados donde se presentan dos opciones
lingüísticas se atribuye una de ellas al «español general» (en ocasiones se utiliza
este sintagma, a veces con el agregado de «culto»; otras veces simplemente se usa
el término «español»), y la otra, también válida, queda fuera de esa designación.
En palabras de Arnoux (en prensa), la tendencia a la acentuación de una «lengua
común», de una «base compartida» en toda el área hispanohablante, por parte de
las instituciones académicas consiste en privilegiar el primer término del lema de la
política panhispánica «unidad en la diversidad» a partir de pautas de selección que
no siguen criterios uniformes. En la misma dirección, en los últimos años se ha iden-
tificado la emergencia de un discurso especialmente orientado hacia la uniformi-
zación de normas lingüísticas que se dirige a un público amplio y heterogéneo que
trasciende los límites nacionales, acorde con las demandas de los mercados globales
y las nuevas tecnologías, en especial los entornos digitales, sujetos a una lógica de
urgencia, simplicidad y brevedad de la escritura (Arnoux, 2015b; Nogueira, 2016;
Lauria, 2017b).
Ahora bien, en el caso del discurso normativo formulado en Twitter que es
objeto de este trabajo, la voluntad institucional de privilegiar un «español general»
acorde con las demandas de expansión de la lengua se enfrenta, de algún modo, a
las consultas y dudas lingüísticas que recibe la misma institución como autoridad
normativa, producidas por hablantes singulares de diferentes puntos geográficos
que requieren información sobre sus repertorios lingüísticos o, por el contrario, so-
bre formas que no les resultan familiares, propias. Por lo tanto, la difusión de un
«español general» a partir de la formulación de normas que puedan alcanzar a un
público más amplio, más factible en una comunicación basada en la relación de uno-
a-muchos, se articula con otro tipo de discurso normativo, donde el vínculo entre
los participantes se basa en una dinámica uno-a-uno más cercana a la comunica-
ción personal, que evidencie adecuación a las consultas recibidas, prestando mayor
atención a la variación lingüística. El resultado será, de este modo, variable: en los
primeros casos analizados (14) y (15), donde se presenta una única forma válida, la
acentuación de la «lengua general» es mayor. En cambio, en (16) esto aparece de
modo matizado; en el siguiente ejemplo, también:
nos, por ejemplo, en el caso de los verbos de movimiento que seleccionan la prepo-
sición hacia: «Fernando se dobló hacia adelante, acercándose más a Raúl» (RAE y
ASALE, 2009: 2764)5.
Por último, en el siguiente intercambio, donde un usuario presenta dos cons-
trucciones lingüísticas alternativas que incluyen los pronombres le y lo y pregunta
por la forma correcta, en la respuesta que formula la RAE se aceptan ambas formas,
como ocurre en muchas ocasiones, sin ninguna aclaración o información comple-
mentaria:
5
El subrayado pertenece al original.
de los textos utilizados como fuentes bibliográficas, no son siempre los mismos, de
modo que se privilegian, según los casos, unas formas lingüísticas sobre otras.
REFLEXIONES FINALES
regulación del español para el conjunto del área hispánica– frente a otras –con-
sideradas “periféricas”–. A nuestro entender, este tipo de discursos influye en la
instauración de regímenes de normatividad (Arnoux y del Valle, 2010) sobre el
español contemporáneo al generar discursividades legítimas y, en consecuencia,
discursividades relegadas o desprestigiadas.
Por último, el análisis de la sección de consultas lingüísticas de la RAE en Twi-
tter constituye un espacio no tradicional de (re)formulación de la norma que pone
en evidencia el modo como la institución académica busca resolver la tensión entre
la tendencia a privilegiar un «español general» que pueda alcanzar a un público
lo más amplio y diverso posible —a partir de la presentación de ciertas formas lin-
güísticas como compartidas por el mundo hispanohablante— y la necesidad de dar
respuestas que se ajusten a las consultas o dudas lingüísticas singulares de sujetos
específicos pertenecientes a diferentes zonas geográficas que interpelan a la RAE en
tanto autoridad normativa para obtener información sobre sus formas de hablar y
sobre formas que les resultan extrañas, ajenas.
BIBLIOGRAFÍA
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siones on line: las representaciones del lector y su incidencia en la regulación
de discursos y prácticas», Circula, 2, pp. 138-160.
Arnoux, Elvira N. de (en prensa): «Modos de regulación de la discursividad: en
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Resumen: En trabajos previos hemos venido Abstract: Previous work has shown the exis-
planteando la existencia de una construcción tence of an indefinite construction with dar
indefinida con dar la gana. En este traba- la gana. The present paper deals with the re-
jo abordamos la relación que guarda con el lationship that this construction keeps with
contexto. Para ello partimos de la teoría de context. The point of departure is construc-
la construccionalización, como un proce- tionalization theory, as a process of linguistic
so de cambio lingüístico y en lo particular change, particularly the process of gramma-
aquel vinculado a la gramaticalización. En ticalization. Several authors (Heine, 2002;
este sentido diversos trabajos (Heine, 2002; Diewald, 2006) have emphasized the role
Diewald, 2006) han resaltado el rol del con- of context. It is shown that indefiniteness
texto. Se plantea que el significado de indefi- meaning appears with the older construction
nición surge desde la construcción más anti- dar gana, while with dar la gana we found
gua dar gana y con la construcción dar la a polysemous meaning according to the con-
gana se verifica su carácter polisémico por el text: in some contexts the volitional reading
que en algunos contextos pasa a primer plano comes to the front while in others it is the
un significado volitivo mientras que en otros indefinite reading.
es el significado de indefinición. Keywords: constructionalization, indefini-
Palabras clave: construccionalización, in- teness, grammaticalization, Spanish history
definición, gramaticalización, historia del
español
INTRODUCCIÓN
De acuerdo con los datos del Corpus diacrónico del español (CORDE, <http://
corpus.rae.es/cordenet.html>), la construcción dar la gana se documenta por pri-
mera vez en el s. xvii. Esta forma parte de una familia de construcciones. En pri-
mera instancia surgió dar gana en el s. xvi, a partir de la cual se desarrollan dos
construcciones diferenciadas: dar la gana, y dar ganas, que aparece en el s. xviii
(Ruiz Velasco, 2017 y en prensa). Ambas han sido renovadas con otros elementos
léxicos; así, decimos también: entrar ganas y pegársele la gana, y en español
mexicano hinchársele la gana. Dar la gana y dar ganas se distinguen por una
serie de características, en parte debido a una mayor fijación de dar la gana (Ruiz
Velasco, 2017), a saber:
• Dar la gana tiene un orden fijo sin que permita la anteposición de la frase
nominal (la gana + dar), salvo en usos creativos en los que el enunciado ya no
forma parte de esta construcción
• Asimismo, requiere de un determinante definido y ha de estar en singular
• Los adjetivos que admite son de tipo intensificador, como pueden ser real/
puta/regalada/pinche/santísima, etc.
• Requiere fuertemente la presencia del clítico de objeto indirecto con el rol de
experimentante
Una vez que hemos visto las características generales de esta construcción y
sus diferencias con respecto a otras construcciones interesa pasar a definir algunos
conceptos relativos al cambio lingüístico y, en particular, los de construcción y cons-
truccionalización.
Los datos con los que trabajamos provienen del CORDE, en el que se hicieron
búsquedas específicas para los siglos xvi al xix. Los casos analizados ascienden a
644 para toda la familia de construcciones con gana1. Específicamente para la cons-
trucción dar gana contamos con 131 casos, y para la construcción dar la gana,
405. Para este trabajo se revisó cada uno de los ejemplos y se determinó cuáles entra-
ban en el esquema de construcción indefinida, así como su contexto de uso.
1
Dado que el corpus no está etiquetado para la consulta esquemática, se hicieron búsquedas
específicas de “dar gana” y las otras colocaciones en cada uno de los tiempos verbales simples, y para
cada uno de los siglos. Este tipo de búsqueda es más eficiente con dicho corpus, pero tiene sus limitan-
tes, ya que no permite ver si en algunos casos se daba algún elemento interpuesto, o la anteposición
del sustantivo.
(1) ¿qué es la razón que si un hombre tiene deseo del acto carnal, ha vergüenza
de manifestarlo, y si le da gana de comer, o beber, o de cualquier cosa de este gé-
nero, no tiene empacho de manifestarlo? (s. xvi, Juan Huarte de San Juan,
Examen de ingenios para las ciencias).
(3) Arnaldo [...] Quien tiene tanto cuidado / de honra y della se precia, / dexar
sola ansí a Lucrecia / a sido mal acordado; / moça hermosa y galana, / y con
tal vieja parlando, / ¿qué podrán estar tratando?
Albina De lo que les diere gana (s. xvi, Joaquín Romero de Cepeda, Come-
dia salvaje).
2
En Ruiz Velasco (en prensa) citamos el único caso que encontramos al que se le puede dar una
lectura indefinida.
En este caso tenemos una relativa semilibre con lo que, con un sintagma escueto, y
se le puede dar la lectura de cualquier cosa. El hablante (Albina) destaca la inespecifici-
dad del contenido. De acuerdo con Haspelmath (1997: 46) los definidos indican que
se trata de información conocida para hablante y oyente, mientras que los indefinidos
señalan información desconocida para el oyente, pero varían en cuanto a si es conocida
para el hablante o no. En el caso de (3) parece ser que el asunto tratado es desconocido
tanto para el hablante (Albina) como para el oyente (Arnaldo). Cabe considerar este
como el contexto sintáctico inicial, en el que se invita la implicatura indefinida.
Para el siglo xvii encontramos otro caso al que se le puede dar una lectura
indefinida (4). En ese mismo siglo se documentan las primeras instancias de dar la
gana, las cuales ya tienen ese carácter indefinido. Para los siglos xviii y xix los casos
son más numerosos. Damos un ejemplo de cada siglo, con dar gana:
(4) Que se asome a la ventana / la vez que le diere gana, / y se huelgue y se sola-
ce, / que me place (s. xvii, Anónimo, Segunda parte del Romancero general
y Flor de diversa poesía).
(5) a título de bufón dice cuanto le da gana (s. xviii, Ramón de la Cruz, El
Petimetre).
Cabe señalar que en (6) el hablante emplea la expresión tras una enumeración
y cierra con la expresión y cuanto nos da gana como recurso estilístico para evitar ser
más específico; a diferencia de los ejemplos anteriores, en este caso, la información es
desconocida para el oyente, que ha de imaginar el posible complemento, mas acce-
sible para el hablante, esto es, para el nosotros del enunciado. Esta es una cualidad de
la construcción: la información se presenta como accesible para el experimentante,
mas inaccesible para entidades externas al tratarse de un proceso mental, de ahí que
se preste para comunicar la indefinición.
Tenemos, pues, que con dar gana ya existe el antecedente de enunciados con
una lectura indefinida. Ello no quiere decir que sea su única función, ya que dar gana
es una construcción que se mantendrá ambigua oscilando entre un significado más
cercano a dar ganas y otro más cercano a dar la gana. Ésta última en cambio se espe-
cializará en participar en las construcciones indefinidas (cf. Ruiz Velasco, en prensa).
Para dar la gana distinguimos tres tipos de contextos: aquellos en los que se da
una asociación léxica con palabras que apuntan al sentido de ‘voluntad’; aquellos en
que la lectura indefinida es ambigua y puede o no darse, y aquellos en que la lectura
indefinida es clara en el contexto. Veamos cada uno por separado.
Hemos señalado que la construcción dar la gana tiene dos valores, uno modal
y otro más gramatical, como marca de indefinición en las construcciones indefini-
das. Interesa en este apartado su valor modal en el que el significado de ‘voluntad’
de gana aparece en el primer plano discursivo. Para ello, cabe observar primero el
significado léxico del sustantivo gana. El término mismo tiene carácter polisémico a
partir de un desarrollo por el que fue ampliando su significado.
Una revisión del Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española (NTLLE)
nos muestra que ya Nebrija definía gana en 1495 como «antojo» o «líbido», de-
finición que es retomada por diversos autores. En los diccionarios de Percival de
1591 y de Palet de 1604 gana es traducido como «will, desire, lust» y «enuie, desir,
volonté». En ellos encontramos por primera vez la equivalencia de gana con ‘de-
seo’ o ‘voluntad’. Oudin en 1607 incluye además la equivalencia de «caprice». En
la tradición hispánica, tales equivalencias las encontramos hasta el diccionario de
Covarrubias de 1611, cuya entrada señala: «vale deseo, apetito, voluntad, y aquellas
cosas de que tenemos gana las apetecemos, por tener gozo y contento enellas, y assi
trae origen esta palabra del nombre Griego γάνς, ganos, que vale tanto como gozo,
y còtento». En el tomo iv (1734) del Diccionario de autoridades de la Academia se
da como equivalentes «Deséo, apetíto, propensión, voluntad, inclinación de alguna
cosa: como de comer, dormir, &c.», definición que con ligeras variaciones se man-
tiene hasta el diccionario de 2001. Cabe aclarar que la identificación de gana con el
significado de «deseo o propensión natural» se empleará más con la construcción
dar ganas y la de «voluntad» con la de dar la gana (cf. Ruiz Velasco, en prensa).
Ahora bien, en el discurso puede ser que la construcción dar la gana, aun
siguiendo el esquema de las construcciones de indefinición a que hemos hecho refe-
rencia, conserve el sentido de ‘voluntad’ o ‘disposición mental’, esto es, mantenga su
significado léxico. Ello es evidente cuando en el discurso co-aparece con una serie de
lexemas asociados conceptualmente vía relaciones de similitud o sinonimia. Entre
tales lexemas encontramos el de voluntad, así como los de antojo o libertad, además
(7) a. Todos los géneros encarecen, y pujan más por abarcarlos, y con eso, sien-
do suyos, los venden en Manila al precio de su voluntad; y así se les da bien
poco de comprarlos más caros en estas provincias, porque saben que allá en
Manila los venderán á como les diere la gana (s. xviii, Juan José Delgado,
Historia general sacro-profana, política y natural del Poniente llamadas Fili-
pinas).
b. Después van a Segovia, donde Villamil se propone pintar la Fuencisla,
el Parral, y qué se yo qué, y mi marido ver y tasar una colección de clavos
de puertas, bisagras y aldabones que a la venta sale. Por allá se están luegos
días, y si fueran meses, mejor, para que yo respire. ¡Preciosa libertad, cuánto
vales! Así podré llorar a mis anchas a mi amada Justina, y llevarle flores, y
hablar contigo, emborronando todo el papel que me dé la gana. ¡Benditas
cacerías de la Encomienda y benditos clavos de Segovia! Claro que mi li-
bertad sólo es relativa, porque siempre quedan aquí personas que al volver
Felipe le cuentan todo lo que hago; pero esta clase de esclavitud la sorteo yo
perfectamente (s. xix, Benito Pérez Galdós, La estafeta romántica).
Hemos señalado que, dentro del desarrollo diacrónico, ciertos contextos sirven
de puente, en el sentido de que mantienen una lectura ambigua en la que se puede
entender tanto la lectura inicial de una construcción como una posterior. En el caso
que nos ocupa, los contextos que sirven de puente corresponden a contextos en los
que dar la gana señala un conjunto indefinido, si bien la lectura de ‘voluntad’ tam-
bién es posible. Ello se hace evidente cuando en el discurso es claro que se trata de
una opción entre otras:
(9) puede V. libremente, sin que nadie le contradiga, antes bien con aplauso,
recomendación y elogio de los escritores liberales, traer, no solo á Dios y á
su religion, que eso es poco, mas también á santo Tomás y á cualquier teó-
logo del siglo xiii, á Mariana del xvi, y á todo el que le dé la gana, siempre
y cuando lo halle por conveniente (s. xix, Fray Francisco Alvarado, Cartas
críticas del Filósofo Rancio, II).
3.2.3. Indefinición
(10) No hablemos más de ello, padre mío; que Melián vaya bendito de Dios a
corregir indios a Nicaragua y que la hija de Girón se llame Sor Margarita
o como le dé la gana (s. xix, José Milla y Vidaurre, El visitador).
(11) Sin que la rueda pare, / desde ahora se manda / que cada una se abrace /
con quien le dé la gana (s. xix, Fausto López Villabrille, Colección de juegos
para niños de ambos sexos).
(12) Concluido esto, se ejecuta lo expresado en los dos últimos versos: las niñas
(que tienen que ser en número impar) se abrazan con la primera que hallan (s.
xix, Fausto López Villabrille, Colección de juegos para niños de ambos sexos).
4. CONCLUSIONES
definida; contextos sin esa carga léxica traen a primer plano la lectura polisémica en
los que ambas interpretaciones son posibles si bien, como muestra el ejemplo (9), la
lectura indefinida puede ser cancelada en el contexto posterior; finalmente, ciertos
contextos a los que se ha extendido el uso de la construcción bloquean una lectura
‘volitiva’. Lo anterior confirma el carácter gradiente del significado que ha sido plan-
teado en teorías gramaticales basadas en el uso (cf. Bybee, 2010).
Por último, no está de más resaltar el hecho de que estas construcciones permi-
ten una lectura no específica que abarca tanto contextos en los que hablante y oyente
desconocen la información como aquellos en los que la información es desconocida
para el oyente mas no para el hablante. La instrucción que presentan al oyente, su
significado procedimental, es meramente que la información es desconocida para
este y, por tanto, es de elección libre.
BIBLIOGRAFÍA
Fuentes primarias
Fuentes secundarias
Resumen: Resulta frecuente encontrar apro- Abstract: It is frequent to find studies about
ximaciones a los adjetivos que consideran in- adjectives that consider cases like good or
tersectivos casos como bueno o hábil cuando skillful to be intersective when they are used
estos se emplean con su significado más gene- in their general meaning; that is, when the
ral; es decir, cuando este no viene restringido meaning is not restricted by the noun they
por el sustantivo con el que se relacionan. are associated with. In the example She is a
En She is a beautiful dancer se entiende que beautiful dancer, it is understood that beau-
beautiful es intersectivo si se asume que ella tiful is intersective if we assume that she,
(she), además de ser bailarina, es también besides being a dancer, is also a beautiful
beautiful como persona. Mientras, si se inter- person. However, if the adjective beautiful is
preta que beautiful restringe a dancer, y que restricted to her skill as a dancer, it is consi-
ella es beautiful en su faceta de bailarina, se dered to be acting as a subsective adjective. In
considera que el adjetivo actúa de forma sub- this work, we will present the distinction be-
sectiva. En este trabajo presentaremos la dis- tween subsectivity and intersectivity as a ma-
tinción subsectividad/intersectividad como tter of lexical semantics, without any relation
una cuestión de semántica léxica sin relación to the grammatical structures that adjectives
con las estructuras gramaticales de las que belong to.
formen parte los adjetivos. Keywords: intersective adjectives, subsective
Palabras clave: adjetivos intersectivos, adje- adjectives, subsectivity, intersectivity.
tivos subsectivos, subsectividad, intersectivi-
dad.
1. INTRODUCCIÓN
En los estudios dedicados a las propiedades lógicas de los adjetivos resulta fre-
cuente encontrar una aproximación a la intersectividad que incluye en el repertorio
de adjetivos intersectivos casos como bueno o hábil cuando estos se emplean con
su significado más general; es decir, cuando se emplean con un significado que no
necesita adaptar su valor a la clase concreta de entidades con que se relacione.
En Olga is a beautiful dancer, por ejemplo, caben dos interpretaciones: una pri-
mera en la que beautiful calificaría a Olga de una manera ‘general’ o ‘absoluta’ (como
persona), y una segunda en la que el adjetivo modelaría su significado para calificarla
exclusivamente como bailarina. Según el modelo que estamos analizando, en el pri-
mer caso el adjetivo actuaría intersectivamente; del mismo modo que, en teoría, lo
haría en el enunciado Olga is beautiful. En el segundo caso, lo haría subsectivamente.
Este modo de entender las propiedades lógicas de los adjetivos atribuye a las
cuestiones gramaticales la capacidad de favorecer (o determinar) interpretaciones de
uno u otro tipo: la posición predicativa1 exige interpretaciones intersectivas, mien-
tras que la posición atributiva admite tanto interpretaciones intersectivas como sub-
sectivas. En español (y en otras lenguas latinas en las que la posición del adjetivo
adjunto no es fija), la anteposición tiende a identificarse con interpretaciones en las
que el significado se muestra de forma restringida: Una buena bailarina es buena, en
principio, como bailarina. Una bailarina buena, en cambio, permite también recu-
perar el valor general del adjetivo.
Desde nuestra perspectiva, sin embargo, las distintas interpretaciones (más o
menos generales) que puedan darse de un adjetivo, según la posición que este ocupe,
resulta un factor irrelevante de cara a su consideración como intersectivo o subsecti-
vo: entendemos que los usos habitualmente descritos como ‘generales’ o ‘absolutos’
presentan también las características propias de la subsectividad, del mismo modo
que lo hacen los sentidos ‘restringidos’ o ‘moldeados’.
El objetivo de este trabajo es, por lo tanto, presentar las propiedades lógicas de
los adjetivos como una característica semántica inherente a estos; sin relación con las
estructuras gramaticales de las que puedan formar parte.
1
En el ámbito anglosajón se denomina attributive position a la posición del adjetivo cuando
este es un modificador directo del nombre (big fish); y predicative position, a la aparición del adjetivo
como cópula (the fish is big). Nosotros, tal y como hacen también otros lingüistas del ámbito hispano,
mantendremos esta terminología y consideraremos que los adjetivos aparecen en posición atributiva
(adjuntos) cuando actúen como modificadores del nombre (pez grande, gran pez). Cuando aparezcan
tras la mediación de un verbo, mientras, entenderemos que su posición es predicativa (disjuntos) (El
pez es grande).
2. INTERSECTIVIDAD Y SUBSECTIVIDAD
An adjective like carnivorous is intersective, in that (5) holds for any noun N:
(5) ||carnivorous N|| = ||carnivorous|| ∩ ||N||
(Kamp y Partee, 1994: 137)
Esta misma idea se puede expresar también del siguiente modo: X es un vehícu-
lo eléctrico si (y solo si) X es un vehículo y X es eléctrico. El carácter intersectivo de un
adjetivo viene determinado por dicha inferencia.
Plato […] was puzzled by the apparent possibility of opposite qualities […]
co-existing in the same object: if we can say X is taller than Y and shorter than
Z we appear to be ascribing both tallness and shortness to X. More recent-
ly, logicians and linguists have discussed such obviously fallacious deductions
as «This is a small elephant, therefore it is a small animal» (in contrast with
«this is a red book, therefore it is a red object»).
(Lyons, 1977: 274)
(Ynduráin, 2019).
adjetivo subsectivo en un contexto dado es aquella que aporta al enunciado del que
forma parte el mayor grado de relevancia3. Al valor de estos adjetivos se llega, pues,
a través de un proceso inferencial (Ynduráin, 2019).
Si hablamos, por ejemplo, de ratones grandes o de ballenas grandes, podemos
interpretar que las entidades calificadas lo son respecto a la clase de los [ratones]
y a la de las [ballenas], respectivamente. Cada categoría presentará, entonces, su
propio subconjunto de elementos grandes:
[…] not all adjectives are intersective. Skillful is an instance of a non inter-
sective adjective. As Parsons (1968) and Clark (1970) pointed out in the late
4
Los adjetivos cualitativamente subsectivos son también cuantitativamente subsectivos: el grado
en que es, por ejemplo, buena una persona debe ponerse en relación con una clase de cosas que aporte
una referencia.
1960s, the invalidity of arguments like (6) is sufficient to establish this. For if
(5) were true with carnivorous substituted by skillful, then (6) should be valid.
But clearly it is not:
[(5) ||carnivorous N|| = ||carnivorous|| ∩ ||N||]
(6) Mary is a skillful surgeon
Mary is a violinist
______________
Therefore, Mary is a skillful violinist
Del mismo modo que los ratones y las ballenas de la imagen 2 contaban con
su propio subconjunto relacionado con el concepto grande, los abogados y los
ladrones, por ejemplo, poseen sus propios elementos buenos:
5
Como veremos en el apartado 4, los adjetivos intensionales no siempre permiten esta clase de
inferencias.
Fauconnier y Turner (2003: 15) presentan una idea similar a nuestro concepto
de subsectividad cualitativa cuando ilustran la perspectiva enciclopédica del
significado a través de los siguientes enunciados: The child is safe, The beach is safe y
The shovel is safe. Emitidos frente a una escena en la que un niño juega en una playa,
cada uno de ellos activaría unas propiedades diferentes de entre todas las relaciona-
das con el adjetivo safe:
These examples illustrate that there is no single fixed property that safe assigns
to the words child, beach and shovel. In order to understand what the speaker
means, we draw upon our encyclopedic knowledge relating to children, bea-
ches and shovel, and our knowledge relating to what it means to be safe.
(Evans y Green, 2006: 161-162)
En diversas obras recientes (a las que haremos mención a lo largo de este apar-
tado) dedicadas al estudio de los adjetivos encontramos interpretaciones de sus pro-
piedades lógico-semánticas en las que los usos que más arriba hemos denominado
‘puros’ o ‘generales’ son considerados intersectivos (o absolutos).
[…] beautiful in (21) can either modify the person or her dancing. […] In case
the person is modified, the interpretation is (or at least can be) intersective.
[…] However, if beautiful modifies her dancing, the reading is not intersective
but subsective, since not everyone who dances beautifully also looks beautiful.
[…]
La posición predicativa del adjetivo, como vemos, se relaciona (en inglés) con
un uso general o absoluto que se identifica con la intersectividad. La posición atri-
butiva, mientras, permite interpretaciones subsectivas: «only attributive adjectives
can have non-intersective meanings» (Cabredo Hofherr, 2010: 18).
En español, la situación pre o posnominal del adjetivo modificador del nombre
también parece tener relación con interpretaciones intersectivas o subsectivas:
I will […] assume that non-intersective and intersective adjectives have pre-
ferred positions within DP, namely prenominal and postnominal position,
respectively:
El buen abogado
Lit. The good lawyer (good as a lawyer) (Non-intersective reading)
El abogado bueno
Lit. The lawyer good (good as human being) (Intersective reading)
(Demonte, 2008: 72)
Los ejemplos que emplean estos autores para ilustrar la relación entre gramá-
tica y subsectividad pertenecen en todos los casos a aquello que nosotros hemos de-
nominado subsectividad cualitativa: en ningún caso se emplean adjetivos cuya rela-
tivización debiera llevarse a cabo solo de forma cuantitativa (o, dicho de otro modo,
en relación al grado en que se presenta una propiedad). Suponemos, pues, que los
factores sintácticos no tienen influencia en una posible interpretación intersectiva
del valor cuantitativo de los adjetivos como grande o big:
6
La postposición o anteposición de los adjetivos dimensionales en español sí se relaciona, respec-
tivamente, con interpretaciones literales (relacionadas con el tamaño) o metafóricas (relacionadas
con otras clases de conceptos: importancia, calidad…).
7
En ocasiones actúa como clase de contraste aquello que al ser humano le resulta abarcable,
manejable, alcanzable, concebible… Si, por ejemplo, se dice de una estrella que Es pequeña en términos
astronómicos, pero, en realidad, es inmensa se está empleando el adjetivo inmensa en relación al conjun-
to de las magnitudes con las que suelen manejarse las personas. Creemos, por lo tanto, que existe un
mecanismo cognitivo que, basándose en las capacidades humanas, recurre a la categoría de [lo abarca-
ble] para que, en ocasiones, actúe como una suerte de referencia absoluta respecto a la que valorar las
entidades. En otros contextos son las proporciones humanas lo que se emplea como elemento de refe-
rencia. Así, cuando un objeto permite establecer analogías entre sus partes constituyentes y las formas
humanas, se considera que las segundas representan lo neutro y actúan como estándar de comparación:
«when we see animals having a conspicuous physical feature peculiar to them, we make, consciously
or unconsciously, comparisons between the image we have of our own selves and those that strike our
eyes» (Suzuki, 1970: 555).
8
Montague considera fundamental para el desarrollo de sus teorías sobre el tratamiento de los
adjetivos trabajos previos de Hans Kamp y Terence Parsons (a los que haremos referencia más adelan-
te) que en aquel momento no habían sido todavía publicados.
Seguimos el modelo formal con el que Siegel (1979) aborda el tratamiento de los adjetivos
9
Los adjetivos actuaban, por lo tanto, sobre ‘modo de darse’ de los nombres;
modificaban su intensión:
[Adjectives] are taken to be functions which map the intension of noun phra-
ses into such intensions of noun phrases. Subsective and non-subsective ad-
jectives, therefore, modify the intension, rather than the extension, of a noun.
(Reichard, 2013: 4)
In the NM-theories (as we will call them following Klein) it is maintained that
adjectives are to be considered as modifiers of common nouns, forming new,
more complex nouns.
(Hoepelman, 1986: 103)
La terminología empleada por Klein nos muestra que los dos modos de enten-
der los adjetivos se identificaban con una división de carácter sintáctico (que se re-
conoce, entre otras lenguas, en el inglés): la aparición del adjetivo como modificador
del nombre (noun modifier: NM) se identificaba con la idea de función; el adjetivo
como cópula (predicative position: P), en cambio, se relacionaba con el concepto de
predicado11.
Esta división se sustentaba en casos ‘extremos’ como former o asleep, que, en
inglés, solo admiten una posición respecto al sustantivo: The former president (*The
president is former) / The dog is asleep (*The asleep dog). Estos casos, efectivamente,
pueden vincularse con el tratamiento de los adjetivos como funciones o como pre-
dicados: un former president no es realmente un presidente, por lo que, inevitable-
mente, estamos ante una entidad distinta a aquella con que se relaciona el sustantivo.
El adjetivo asleep, sin embargo, no modifica la esencia de la entidad con que se rela-
ciona y puede, además, aplicarse a distintos elementos de modo general. La mayoría
de los adjetivos presenta, sin embargo, la posibilidad de aparecer tanto en posición
predicativa como atributiva:
Las dos corrientes a las que hacíamos referencia más arriba trataban de supe-
rar estas diferencias sintácticas y establecer un criterio unificado: consideraban que
todo adjetivo, independientemente de su posición en un enunciado concreto, era,
en esencia, un modificador del nombre (función) o un atributo (predicado).
There are two main families of uniform semantic theories of adjectives: at-
tributive theories suggest that even syntactically predicative occurrences of
a given adjective can be treated as semantic attributives, whereas predicative
theories lay the opposite claim.
(Paoli, 1999: 69)
13
Ad-common noun theory, para Siegel (1980: 56).
14
Otros autores utilizan estrategias similares para defender la esencia ‘modificadora’ del adjetivo.
Hoepelman (1986), por ejemplo, trata, tanto los adjetivos como los nombres, como funciones. Los
nombres serían funciones que se aplicarían a «one basic predicate, T, to be read as ‘thing’ or ‘entity’. All
other predicates will be formed by applying a common noun to T. On the other hand, adjectives will
have the task of forming new common nouns out of already defined ones» (Hoepelman, 1986: 200).
Así, una vez que se tuviera claro el valor del contexto, cualquier adjetivo relati-
vo podría tratarse del mismo modo que los intersectivos.
Kamp and Partee (1995), following up on earlier work by Kamp (1975) and
Klein (1980), argue that relative adjectives, which at first sight appear to be
subsective, are in fact intersective but context-dependent: their interpretation
depends on a contextually provided comparison class C that does not be coex-
tensional with the head noun. […] The idea behind this view is that, once C
has been fixed by the context, relative adjectives can simply be treated as inter-
sective.
(Fernández Rovira, 2011: 3)
The theory of adjectives that I have presented includes two basic syntactic-se-
mantic categories for adjectives. One […] for adjectives that actually modify
the extensions of noun phrases, in closely allied in intransitive verbs. The other
[…] for adjectives that modify the intensions of common nouns, can only be
called adjectival.
(Siegel, 1980: 150)
Los adjetivos atributivos, por lo tanto, se combinarían con los nombres para
formar nuevos sintagmas nominales complejos. Los predicativos, mientras, serían
similares a los verbos intransitivos: predicarían algo sobre una entidad.
Esta atribución a lo sintáctico de un papel fundamental a la hora de ‘activar’ unas
u otras propiedades de los adjetivos surge a partir de los casos extremos del inglés:
*The asleep dog / *The president is former. Efectivamente, cuando en inglés un adjetivo
solo puede emplearse en una posición, a este le corresponde también una determinada
propiedad lógico-semántica… No puede inferirse de este hecho, sin embargo, que la
posición del adjetivo determine sus propiedades. El análisis adecuado es, en nuestra
opinión, el inverso: son sus propiedades las que determinan su posición.
Además, como resulta evidente, las particularidades del inglés no deben con-
siderarse universalmente extrapolables; no ya solo porque haya lenguas en las que el
adjetivo solo admite una posición (Baker, 2003: 206), sino porque en las lenguas en
las que ambas posiciones15 son posibles, estas no tienen por qué corresponderse con
los mismos valores semánticos con que lo hacen en inglés.
4. INTENSIONALIDAD
Adjectives like former, alleged, counterfeit are neither intersective nor subsec-
tive:
(8) (a) ||former senator|| =/= ||former|| ∩ ||senator||
(8) (b) ||former senator|| ⊈ ||senator||
That is, not only does the set of former senators fail to be the intersection of
the set of former things (whatever it might mean) with the set of senators;
moreover, as (8b) asserts, it is not even true that the set of former senators is a
subset of the set of senators.
(Kamp y Partee, 1995: 138)
15
Baker (2003: 206-207) señala que «the large majority of adjectives can be used both predica-
tively and attributively in a majority of languages».
16
Es frecuente encontrar estudios en los que los adjetivos subsectivos y los intensionales aparecen
agrupados dentro de una misma categoría: como non-intersective adjectives.
Estos adjetivos pueden entenderse como funciones que actúan sobre las propie-
dades (como ser senador o ser astronauta) para constituir nuevas propieda-
des (como ser un antiguo senador o ser un antiguo astronauta):
A very general way to incorporate this insight is to regard adjectives like ‘for-
mer’ as property operators, that is, as functions from properties to properties
[…]. For example, former can be interpreted as a function that maps the pro-
perty of being an astronaut to the property of being a former astronaut.
(Chierchia y McConnell-Ginet, 1990: 461)
Podemos decir que antiguo (former), supuesto (alleged) o falso (fake) son algu-
nos de los máximos exponentes de la intensionalidad17: aplicados al nombre de una
entidad cuestionan o niegan que dicha entidad ‘merezca’ realmente el nombre con
el que se le hace referencia.
Algunos adjetivos […] solo sirven para indicar la manera como el concepto
o intensión de un término se aplica a un determinado referente. Cuando de-
cimos […] que alguien es un falso amigo o que es el supuesto asesino, lo que
estamos aseverando es que, en realidad, el significado de ‘amigo’ o ‘asesino’ no
se aplica (o es posible que no se aplique) al objeto mentado.
(Demonte, 1999: 139)
17
Partee (1995), y gran parte de la producción lingüística posterior, denomina nonsubsective a
estos adjetivos.
18
Estos adjetivos «orientan la interpretación hacia la unicidad, singularidad y compacidad del
referente [u] orientan en cambio la interpretación hacia la exhaustividad de la referencia, invitan a que
la acepción correspondiente se aplique al referente con todas sus consecuencias, sin ningún género de
dudas» (Demonte, 1999: 207).
19
Esta clase de adjetivos se emplean para aludir a la manera de estructurarse el evento expresado
por el sustantivo de naturaleza verbal.
20
Estos adjetivos «modifican los aspectos temporales y situacionales del nombre» (Rodríguez
Ramalle, 2005: 169-170).
21
Esta clase de adjetivos señalan, como los adverbios de manera, «la manera como se presenta el
Estos adjetivos no pueden aparecer (ni en español ni en inglés, entre otras len-
guas) como adjetivos disjuntos con verbos copulativos. Además, en español (y en
otras lenguas romances) la posición prenominal o postnominal favorece la inter-
pretación intensiva o extensiva (respectivamente) de algunos adjetivos: en El viejo
amigo y El amigo viejo «the pronominal adjective modifies the reference or inten-
sion of the noun, while the post-nominal adjective modifies the referent or exten-
sion denoted by the expression» (Martín, 2009: 1). Viejo, por lo tanto, presenta un
significado extensional en el segundo caso propuesto: selecciona una parte de los
miembros de la clase [amigo]. En el primer caso, afecta al modo en que el amigo
tiene la propiedad de serlo: un viejo amigo lo es desde hace mucho tiempo.
Huddleston y Pullum (2002: 428) recogen ejemplos del inglés en que los que
se da una alternancia similar: My old school / The school is very old y My old friend /
My friend is old. Solo en el segundo ejemplo de cada par puede decirse que la entidad
presenta la propiedad de ser viejo/a con su sentido principal.
Con esta aproximación a los adjetivos intensionales hemos tratado de mostrar
que la alternancia intensionalidad/no-intensionalidad sí puede verse afectada por
cuestiones gramaticales22. Esto contrasta con la alternancia entre intersectividad y
subsectividad: desde el punto de vista que defendemos en este trabajo, se trata, in-
sistimos, de una propiedad que cada adjetivo presenta de forma inherente.
5. CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
Baker, Mark C. (2003): Lexical Categories. Verbs, Nouns, and Adjectives, Cam-
bridge, Cambridge Studies in Linguistics.
Cabredo Hofherr, Patricia (2010): «Adjectives. An introduction», en Patri-
cia Cabredo Hofherr y Ora Matushansky (eds.), Adjectives. Formal analyses in
syntax and semantics, Ámsterdam, John Benjamins Publishing Company, pp.
1-28.
Chierchia, Gennaro y Sally McConnell-Ginet (1990): Meaning and Gram-
mar. An Introduction to Semantics, Cambridge, The MIT Press.
Cinque, Guglielmo (2010): The Syntax of Adjectives. A Comparative Study, Cam-
bridge, The MIT press.
Así, nos encontramos ante una obra innovadora en su contenido, que capta
de manera sublime los bretes que la Filología ha sorteado históricamente, al tiempo
que propone el conocimiento de diversos autores rusos de notable influencia en la
actualidad, pero en ocasiones estudiados parcialmente. Por último, a modo de epí-
logo destaca la «Tabula gratulatoria» (pp. 207-211).
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA
Anastasiia Ogneva
Universidade da Coruña
8
Entre los diccionarios bilingües examinados (francés-español, español-italiano, español-latín,
español-alemán y español-portugués), cabe destacar que el autor dedica una particular atención a los
diccionarios de Palet (1604), Oudin (1607), Sobrino (1705), Nebrija (1495), Casas (1570), Francio-
sini (1620), Percival (1591), Minsheu (1617), Stevens (1706), Mez de Braidenbach (1670) y Bluteau
(1721). Además, ha examinado también el diccionario multilingüe español-francés-italiano de Vittori
(1609) y dos diccionarios más próximos a la publicación de las traducciones de Say, es decir, el diccio-
nario del abate Gattel (1790) y el franco-español de Núñez de Taboada (1820). Todos estos dicciona-
rios abarcan un periodo de tiempo que va desde el siglo XV al siglo XIX.
9
En lo que se refiere a los diccionarios monolingües, además de los diccionarios de la Real Aca-
demia Española, el autor examina los repertorios de Terreros (1786), Núñez de Taboada (1825), Salvá
(1846), Domínguez (1853), Covarrubias (1611), Rosal (1611), Zerolo (1895) y Alemany y Bolufer
(1917), es decir, todos diccionarios que abarcan, en este caso, una época que va desde el siglo XVII
hasta principios del siglo XX.
Araneda Dörr, Hugo (1993): Economía política. Colección Manuales Jurídicos n.º 76,
Tercera Edición Actualizada, Santiago, Editorial Jurídica de Chile.
Bordonaba Zabalza, Cristina (2009): «Neología y formación de palabras», en M.ª Vic-
toria Calvi, M.ª Cristina Bordonaba Zabalza, Giovanna Mapelli y Javier Santos López
(eds.), Las lenguas de especialidad en español, Roma, Carocci Editore, pp. 39-54.
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Alegría Alonso (coord..), Actas del III Congreso Internacional de Historia de la Lengua
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Gómez de Enterría, Josefa (1990/1992): El tratamiento de los préstamos técnicos en espa-
ñol: el vocabulario de la economía, tesis doctoral dirigida por Doris Ruis Otón y leída
en 1990, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1992.
Perdices de Blas, Luis (coord.) (2008): Diccionario de Historia del Pensamiento Econó-
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na Bordonaba Zabalza, Giovanna Mapelli y Javier Santos López (eds.), Las lenguas de
especialidad en español, Roma, Carocci Editore, pp. 123-145.
Ugarte Blanco, Juana (1996): Discurso historia informática: la palabra economía en los
textos económicos españoles del siglo XVIII, Universidad de Oviedo, Servicio de Publi-
caciones.
BIBLIOGRAFÍA
La lengua de la Revista de Investigación lingüística es el español. Los artículos deben ser rigurosamente
inéditos y no estar sometidos a informe para su publicación en otra revista o en cualquier otro soporte. Para
ser evaluados, los originales deben ajustarse escrupulosamente a las presentes normas de la revista.
1. Envío de originales
El trabajo que se desea someter a evaluación ha de enviarse a la revista mediante la aplicación OJS y
para ello el autor ha de registrarse en la siguiente dirección: https://revistas.um.es/ril/user/register.
En dicha aplicación habrán de subirse dos documentos en Word. El primer documento contendrá el
trabajo que se somete a evaluación. Para asegurar una evaluación ciega, el autor debe cerciorarse de que este
documento no contiene datos que lo identifiquen (véase más abajo 10. Asegurar una revisión ciega).
El segundo documento que ha de subirse a la aplicación debe recoger los siguientes datos: el título del
trabajo, el nombre del autor o los autores, el nombre de la institución y el puesto que ocupa(n) en ella, la
dirección, el teléfono, el correo electrónico (el institucional, siempre que sea posible) y el código ORCID,
si se dispone de él.
2. Formato
Los artículos tendrán una extensión máxima de veinticinco páginas (y mínima de doce), incluyendo la
bibliografía y, si los hubiera, los anexos y figuras (gráficos, mapas, fotografías, etc.); las notas bibliográficas
no superarán las cinco páginas (véase más abajo 9. Reseñas).
El formato será DIN-A4, con márgenes superior e inferior de 2,5 cm y laterales de 3 cm, y un interli-
neado de 1,5; la letra del cuerpo del texto y del apartado Bibliografía será Times New Roman de cuerpo
12, excepto las citas sangradas y las notas a pie de página, que irán en cuerpo 10.
En los artículos el título irá centrado y en redonda de cuerpo 14, y su extensión no superará los 120
caracteres con espacios. Si hubiera fuentes de financiación, agradecimientos, aclaraciones, etc., se harán
constar en una nota a pie de página con llamada de asterisco (*) al final del título en español.
La numeración de los apartados se indicará con números arábigos: 1., 2., 3., etc. Los apartados del trabajo
llevarán el título en versalitas, justificado a la izquierda y sin punto al final. En el caso de que haya subapartados
(1.1., 1.2., etc.), los títulos irán en cursiva, e igualmente justificados a la izquierda y sin punto final.
Dentro del texto, la cursiva se utilizará exclusivamente para marcar palabras. Para señalar el significado
de una palabra se utilizarán las comillas simples; las comillas dobles —siempre latinas o españolas («»)—
se usarán para entrecomillar citas textuales breves, de menos de cuatro líneas, integradas en el texto. Los
étimos latinos y los siglos irán en versalitas; las siglas, en mayúsculas. Se evitará el uso de las negritas.
Las citas que superen los tres renglones no irán entrecomilladas, sino sangradas por la izquierda (2,25
cm), en redonda y en cuerpo 10.
Las notas, que se utilizarán exclusivamente para ampliar contenidos, irán a pie de página y con nume-
ración arábiga consecutiva. En el cuerpo del texto se marcarán con un superíndice antes del signo de pun-
tuación si lo hubiera. El texto de las notas irá en Times New Roman de cuerpo 10, alineación justificada,
con espacio sencillo y sin sangría.
3. Resumen y palabras clave
En la primera página de los artículos deberá aparecer en español e inglés lo siguiente: (a) el título; (b)
el resumen, de ciento veinte palabras como máximo, que muestre los contenidos y resultados del trabajo; y
(c) las palabras clave, máximo cinco. Durante el envío del trabajo, también habrán de proporcionarse estos
datos en la aplicación OJS.
4.1. Libros
Colón Doménech, Germán (2002): Para la historia del léxico español, 2 vols., Madrid, Arco/Libros.
Seco, Manuel (2003): Estudios de lexicografía española, 2.ª ed. aumentada, Madrid, Gredos.
Si se considera necesario, puede señalarse el año de la primera edición de una obra entre corchetes tras
el año de publicación de la edición manejada:
Seco, Manuel (2003[1987]): Estudios de lexicografía española, 2.ª ed. aumentada, Madrid, Gredos.
Si bien no es indispensable, en el caso de que se quieran ofrecer otros datos de la obra citada (reimpre-
siones, ediciones, colecciones, etc.), podría consignarse excepcionalmente al final de la referencia, entre cor-
chetes:
Saussure, Ferdinand de (1976): Curso de lingüística general, 15.ª ed., Buenos Aires, Editorial Losada.
[Traducción, prólogo y notas de Amado Alonso].
4.2. Artículos en revistas
Cotarelo y Mori, Emilio (1914): «La fundación de la Academia Española y su primer director D. Juan
Manuel F. Pacheco, marqués de Villena», Boletín de la Real Academia Española, i, pp. 4-38.
Sánchez-Prieto Borja, Pedro y Delfina Vázquez Balonga (2018): «Toledo frente a Madrid en la
conformación del español moderno: el sistema pronominal átono», Revista de Filología Españo-
la, xcviii, 1, pp. 185-215.
Anglada Arboix, Emília y Coloma Lleal Galceran (2010): «¿Qué pueden esperar los filólogos
del Diccionario del castellano del siglo xv en la Corona de Aragón (DiCCA-XV)?», en Concepción
Company Company y José G. Moreno de Alba (eds.), Actas del vii Congreso Internacional de Histo-
ria de la Lengua Española, Madrid, Arco/Libros, vol. ii, pp. 1233-1241.
Dworkin, Steven N. (2008): «Para una tipología del cambio léxico: los préstamos en el español», en
Antonia María Medina Guerra y Marta Concepción Ayala Castro (ed. y coord.), Los diccionarios a
través de la historia, Málaga, Universidad de Málaga, pp. 13-29.
Cotarelo indica: «En la sesión del domingo 28 de octubre el Director propuso que se comenzasen
las Juntas con la lectura de la antífona Veni, Sancte Spiritus y la oración Actiones nostras quaesumus,
domine, etc.» (1914: 37-38).
En relación con el periodo considerado, Seco afirma que prácticamente todos los lexicógrafos que du-
rante el siglo xix compiten con la Academia son aficionados y subraya que únicamente Vicente Salvá
tuvo un conocimiento profundo del español (2003: 284).
Como norma general, solo se empleará el segundo apellido de un autor cuando en la Bibliogra-
fía aparezcan varios autores con el mismo primer apellido y ello pudiera dar lugar a confusión; no obstan-
te, pueden emplearse los dos apellidos de ciertos autores en cuya cita es habitual consignar ambos apellidos,
como, por ejemplo, Menéndez Pidal.
El material bibliográfico que proceda de internet debe tener, básicamente, los mismos datos que las de-
más referencias (nombre y apellidos del autor, título del trabajo, del corpus, etc.) y, además, han de añadirse
los datos precisos de su localización (la dirección url matriz) y la fecha de la consulta:
Si el original necesitara imágenes, cuadros, mapas, gráficos, tablas, figuras o fotografías, deberán tener
calidad suficiente (al menos una resolución de 300 píxeles por pulgada), ir numerados y llevar un breve pie o
leyenda (texto centrado, con letra redonda de cuerpo 10 y sin punto al final), tal y como muestra el siguiente
ejemplo:
A continuación se recogen algunas abreviaturas de uso frecuente y la forma con que han de aparecer
en el texto:
En cada uno de sus números la Revista de Investigación Lingüística dedica una sección a las notas bi-
bliográficas. Estas no son sometidas a un proceso de revisión ciego, pero son evaluadas por el Comité edito-
rial de la revista, que aprueba o desestima su publicación atendiendo a los siguientes criterios: la adecuación
de la obra a las líneas temáticas de la RIL; su relevancia y calidad; la independencia del reseñante, que no
podrá ser de la misma institución ni del mismo círculo académico que el autor del libro; y la pondera-
ción y corrección de los juicios vertidos. Las notas bibliográficas, que no deben superar las cinco páginas
(DIN-A4; márgenes superior e inferior de 2,5 cm y laterales de 3 cm; interlineado, 1,5; letra, Times New
Roman de cuerpo 12), se remitirán a la revista mediante la aplicación OJS (https://revistas.um.es/ril/user/
register) y seguirán básicamente el modelo del siguiente encabezado:
Pedro Álvarez de Miranda (2016): Más que palabras, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 272 pp.
10. Asegurar una revisión ciega
Para asegurar la revisión ciega es necesario mantener estrictamente el anonimato tanto de los autores
como de los revisores. Para ello el autor ha de seguir cuidadosamente las siguientes instrucciones:
10.1. El trabajo objeto de evaluación ha de enviarse en un documento en formato Word, sin ningún ele-
mento que permita identificar la autoría.
10.2. El autor, en consecuencia, deberá eliminar de dicho documento su nombre. En las citas propias debe-
rá sustituir su nombre por «Autor», seguido del año, y se eliminará el resto de elementos de la Bibliografía.
10.3. En el caso de los documentos creados con Microsoft Office, la identificación de autores, revisores y
editores también se deberá eliminar de las propiedades del archivo, a través del menú principal de la aplica-
ción de Microsoft: Archivo > Guardar como > Herramientas (u Opciones en el caso de Mac) > Opciones
de seguridad > Al guardar, eliminar la información personal de las propiedades del archivo > Guardar.
10.4. Tal y como queda dicho arriba (2. Formato), los datos de filiación del autor exclusivamente deben
figurar en un segundo documento que ha de subirse a la aplicación OJS.
11. Difusión de la revista
Aunque la Revista de Investigación Lingüística tiene una tirada en papel, su difusión principal se lleva a
cabo mediante su página electrónica (http://revistas.um.es/ril), donde se proporcionan los contenidos de
la revista gratuitamente, en acceso abierto y a texto completo en el momento de su publicación. Asimismo,
la RIL da acceso en su página electrónica a todos los trabajos publicados desde su creación (https://revistas.
um.es/ril/issue/archive).