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REVISTA

DE INVESTIGACIÓN
LINGÜÍSTICA
Vol. 22 – 2019

LA PERSPECTIVA PRAGMÁTICA
EN EL ESPAÑOL

Departamento de Lengua Española y Lingüística General


FACULTAD DE LETRAS
Revista de Investigación Lingüística vol. 22, 2019

Dirección:
José Miguel Hernández Terrés (Universidad de Murcia)
Miguel Ángel Puche Lorenzo (Universidad de Murcia)

Secretaría:
David Prieto García-Seco (Universidad de Murcia)

Coordinación del monográfico:


Elvira Manero Richard y Herminia Provencio Garrigós (Universidad de Murcia)

Consejo Editorial:
Antoni Nomdedeu Rull (Universidad Rovira i Virgili, Tarragona)
Beatriz Gallardo Paúls (Universidad de Valencia)
Carmen Sánchez Manzanares (Universidad de Murcia)
Cecilio Garriga Escribano (Universidad Autónoma de Barcelona)
Mariano Quirós García (CSIC, Madrid)
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Pedro Álvarez de Miranda (Universidad Autónoma de Madrid y RAE)
Valerio Báez San José (Universidad Carlos III. Madrid)
José Manuel Blecua Perdices (Universidad Autónoma. Barcelona y RAE)
Ignacio Bosque Muñoz (Universidad Complutense de Madrid y RAE)
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Agustín Vera Luján (UNED), Gerd Wotjak (Universidad de Leipzig. Alemania)
Política editorial:
La Revista de Investigación Lingüística se dedica al estudio de la Lingüística y la Lengua española
en todas sus variedades, desde cualquier modelo teórico o planteamiento metodológico oportunos
para el enfoque que sugiera el autor. Estos aspectos podrán ser abarcados desde una perspectiva sincró-
nica así como diacrónica.
La revista pretende actuar como medio de difusión de los últimos enfoques teóricos y metodo-
lógicos desarrollados en estos campos. Esta publicación está dirigida a investigadores y profesionales
interesados en los avances de la lingüística hispánica.
La Revista de Investigación Lingüística es una publicación editada por el Servicio de Publicacio-
nes de la Universidad de Murcia, que desde el año 2004 tiene una periodicidad anual. Cada número
consta de una sección monográfica, dedicada a un tema específico, y de una sección general, abierta a
cualquier tema relacionado con la lengua española o la lingüística general.
Los editores invitan a participar con trabajos inéditos a todos los investigadores interesados en
profundizar en estas disciplinas.
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La Revista de Investigación Lingüística cuenta también con una edición electrónica en sistema OJS,
disponible en la dirección: www.um.es/ril.

ISSN: 1139-1146
Depósito Legal: MU-646-1988
Imprime: 42lineasdigital - 42lineasdigital@gmail.com
ÍNDICE

Monográfico....................................................................................................................... 17

Presentación
Elvira Manero Richard y Herminia Provencio Garrigós ............................ 19

De la micro a la macroestructura: una aproximación a las funciones discursivas


y procesos de gramaticalización de las construcciones no digamos, no te digo
nada y no te digo más
Ester Brenes Peña................................................................................................ 27

Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo


de Jespersen
José Luis Cifuentes Honrubia............................................................................ 53

Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva


Jorge Fernández Jaén.......................................................................................... 95

Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedi-


mentales
Catalina Fuentes Rodríguez.............................................................................. 125

En torno a los valores pragmáticos de la evidencialidad: una nueva aproxima-


ción a las relaciones entre evidencialidad e ironía en español
Teresa María Rodríguez Ramalle.................................................................... 157

El humor como hecho pragmático en español


Leonor Ruiz Gurillo........................................................................................... 183

Actos ilocutivos y unidades discursivas en el Plan Curricular del Instituto


Cervantes
Agustín Vera Luján e Inmaculada Martínez Martínez................................ 199

Miscelánea........................................................................................................................... 221

En torno al antihiatismo hispanohablante: norma gramatical frente a precep-


to literario, habla culta y estándar
Antonio Alcoholado Feltstrom........................................................................... 223

9
Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el
español de México
Erik Daniel Franco Trujillo............................................................................... 241

La invención lingüística en la literatura y el cine en los siglos XX y XXI


Leticia Gándara Fernández.............................................................................. 275

Vida social en el reino de Granada a través de sus arabismos (1491-1621):


(al)guadoc, azalá, leila, macaber
Inmaculada González Sopeña........................................................................... 295

Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Dicciona-


rio de uso del español (1966-1967), de María Moliner
Jaime Peña Arce................................................................................................... 315

Variación intradialectal del español: ideologías lingüísticas en la juventud de


Fuenlabrada
Daniel Pinto Pajares........................................................................................... 347

El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexi­


cográfica
Marta Prat Sabater............................................................................................. 369

Condicionantes sociolingüísticos de la expresión del sujeto pronominal en el


sociolecto alto del corpus PRESEEA-Sevilla
Doina Repede....................................................................................................... 397

El discurso normativo de la RAE en Twitter


María Florencia Rizzo....................................................................................... 425

Las construcciones de indefinición y el rol del contexto


Liliana Ruiz Velasco D....................................................................................... 451

Subsectividad (cuantitativa y cualitativa): una cuestión de semántica léxica


Carlos Ynduráin Pardo de Santayana ............................................................. 467

Reseñas................................................................................................................................. 493

Ricardo Escavy Zamora, Eulalia Hernández Sánchez y Carmen Sánchez


Manzanares (eds.) (2018): Cien años de teoría lingüística rusa. Homenaje a
M.ª Isabel López Martínez, Murcia, Ediciones de la Universidad de Murcia,
2018, 213 pp.
Irene Alfaro Cremades........................................................................................ 495

10
Mónica Castillo Lluch y Elena Diez del Corral Areta (eds.) (2019): Rees-
cribiendo la historia de la lengua española a partir de la edición de documen-
tos, Berna, Peter Lang, 470 pp.
María Gutiérrez Campelo.............................................................................. 498

Eva Aguilar-Mediavilla, Lucía Buil-Legaz, Raúl López-Penadés, Victor A.


Sanchez-Azanza y Daniel Adrover-Roig (eds.) (2019): Atypical Language
Development in Romance Languages, Ámsterdam, John Benjamin Publish-
ing Company, 257 pp.
Anastasiia Ogneva............................................................................................... 503

José Carlos de Hoyos (2018): Léxico económico en la lengua española de prin-


cipios del XIX. El Epítome de Jean-Baptiste Say, San Millán de la Cogolla,
Cilengua, 291 pp.
Giuseppe Simone Pedote..................................................................................... 507

David Serrano-Dolader (2018): Formación de palabras y enseñanza del espa-


ñol LE/L2, Londres/Nueva York, Routledge, 350 pp.
Francisco Javier Sánchez Martín...................................................................... 513

Estrella Montolío Durán (2019): Tomar la palabra. Política, género y nuevas


tecnologías en la comunicación, Barcelona, Edicions Universitat de Barcelo-
na, 208 pp.
Javier de Santiago Guervós.............................................................................. 517

11
SUMMARY

Monograph.......................................................................................................................... 17

Introduction
Elvira Manero Richard y Herminia Provencio Garrigós ............................ 19

From the micro to the macrostructure: an approach to the discursive func-


tions and processes of grammaticalization of no digamos, no te digo nada
and no te digo más
Ester Brenes Peña................................................................................................ 27

Minimizers and valuation verbs constructions in Jespersen's cycle


José Luis Cifuentes Honrubia............................................................................ 53

The verbs llamarse and apellidarse: a historical and cognitive characterization


Jorge Fernández Jaén.......................................................................................... 95

Mitigation and possibility: interactions between two procedural contents


Catalina Fuentes Rodríguez.............................................................................. 125

A new approach to evidentiality and irony in Spanish


Teresa María Rodríguez Ramalle.................................................................... 157

Humor as a Pragmatic Phenomenon in Spanish


Leonor Ruiz Gurillo........................................................................................... 183

Speech Acts and Discursive Units in Plan Curricular del Instituto Cervantes
Agustín Vera Luján e Inmaculada Martínez Martínez................................ 199

Miscellany............................................................................................................................ 221

On the anti-hiatus tendency of Spanish:Normative grammar versus literary


canon, educated speakers and standard
Antonio Alcoholado Feltstrom........................................................................... 223

Rhythmic structure and motivation of some cases of rhyming word play in


Mexican Spanish
Erik Daniel Franco Trujillo............................................................................... 241

13
The linguistic invention in literature and cinema in the 20th and 21st cen-
turies
Leticia Gándara Fernández.............................................................................. 275

Social life in the Kingdom of Granada through its Arabisms (1491-1621):


(al)guadoc, azalá, leila, macaber
Inmaculada González Sopeña........................................................................... 295

About the treatment of montañesismos in the first edition of the Dicciona-


rio de uso del español (1966-1967), by María Moliner
Jaime Peña Arce................................................................................................... 315

Intradialectal variation of Spanish: language ideologies in the youth of


Fuenlabrada
Daniel Pinto Pajares........................................................................................... 347

The suffix -ing in Spanish and Catalan: contrastive analysis from a lexico­
graphical perspective
Marta Prat Sabater............................................................................................. 369

Sociolinguistic factors of the subject expression in the high sociolect of


PRESEEA-Seville corpus
Doina Repede....................................................................................................... 397

The normative discourse of the RAE on Twitter


María Florencia Rizzo....................................................................................... 425

Indefinite Constructions and the Role of Context


Liliana Ruiz Velasco D....................................................................................... 451

(Cualitative and cuantitative) subsectivity: a matter of lexical semantics


Carlos Ynduráin Pardo de Santayana ............................................................. 467

Reviews................................................................................................................................. 493

Ricardo Escavy Zamora, Eulalia Hernández Sánchez y Carmen Sánchez


Manzanares (eds.) (2018): Cien años de teoría lingüística rusa. Homenaje a
M.ª Isabel López Martínez, Murcia, Ediciones de la Universidad de Murcia,
2018, 213 pp.
Irene Alfaro Cremades........................................................................................ 495

14
Mónica Castillo Lluch y Elena Diez del Corral Areta (eds.) (2019): Rees-
cribiendo la historia de la lengua española a partir de la edición de documen-
tos, Berna, Peter Lang, 470 pp.
María Gutiérrez Campelo.............................................................................. 498

Eva Aguilar-Mediavilla, Lucía Buil-Legaz, Raúl López-Penadés, Victor A.


Sanchez-Azanza y Daniel Adrover-Roig (eds.) (2019): Atypical Language
Development in Romance Languages, Ámsterdam, John Benjamin Publish-
ing­Company, 257 pp.
Anastasiia Ogneva............................................................................................... 503

José Carlos de Hoyos (2018): Léxico económico en la lengua española de prin-


cipios del XIX. El Epítome de Jean-Baptiste Say, San Millán de la Cogolla,
Cilengua, 291 pp.
Giuseppe Simone Pedote..................................................................................... 507

David Serrano-Dolader (2018): Formación de palabras y enseñanza del espa-


ñol LE/L2, Londres/Nueva York, Routledge, 350 pp.
Francisco Javier Sánchez Martín...................................................................... 513

Estrella Montolío Durán (2019): Tomar la palabra. Política, género y nuevas


tecnologías en la comunicación, Barcelona, Edicions Universitat de Barcelo-
na, 208 pp.
Javier de Santiago Guervós.............................................................................. 517

15
MONOGRÁFICO
Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

PRESENTACIÓN
Fruto del convencimiento, en el ámbito de la lingüística científica, de que no
se puede lograr un conocimiento completo de nuestra lengua sin comprender cómo
se presenta y funciona en contextos y discursos reales, la pragmática del español ha
experimentado, en los últimos tiempos, un indudable desarrollo.
El volumen monográfico que presentamos en estas páginas es precisamente
resultado de ese interés por entender y explicar en profundidad el modo en que los
hablantes han utilizado y utilizan el español, y quiere seguir contribuyendo a la des-
cripción pragmática de nuestra lengua. En la base de los siete trabajos de este número
está el estudio del español desde una orientación pragmática y, por tanto, la concep-
ción de la pragmática, de acuerdo con la propuesta de Verschueren (1999), como una
perspectiva en el análisis lingüístico, complementaria a las explicaciones ofrecidas en
otros planos y disciplinas. Del mismo modo, la actualidad, calidad y profundidad es
común a todas las contribuciones. En este monográfico hemos querido reunir temas
relevantes, abordados sincrónica o diacrónicamente, en este ámbito de estudio, y a in-
vestigadores que asumen diferentes enfoques pragmáticos. Por ello, creemos que estas
colaboraciones constituyen una atinada representación de los estudios que se interesan
por el uso efectivo del español en contexto.
Desde el punto de vista sincrónico, contamos con las colaboraciones de Agus-
tín Vera Luján e Inmaculada Martínez Martínez (UNED y CIESE-Comillas, res-
pectivamente), Teresa Rodríguez Ramalle (Universidad Complutense de Madrid)
y Leonor Ruiz Gurillo (Universidad de Alicante). En el ámbito de la pragmática
diacrónica se enmarcan las contribuciones de Jorge Fernández Jaén y José Luis Ci-
fuentes Honrubia (ambos de la Universidad de Alicante). Finalmente, combinando
la investigación sincrónica y diacrónica se presentan los trabajos de Catalina Fuentes
Rodríguez (Universidad de Sevilla) y Ester Brenes Peña (Universidad de Córdoba).
Una parte importante de estos artículos analiza, desde un punto de vista prag-
mático-discursivo, unidades del español caracterizadas (o que podrían ser caracteri-
zadas) también siguiendo patrones semánticos, entonativos, formales o sintácticos.
Así, se describen y explican empíricamente verbos, sustantivos, conjunciones, sintag-
mas preposicionales, locuciones o construcciones en relación con categorías, funcio-
nes, procesos, estrategias, hechos, aspectos, valores y significados pragmáticos (entre
otros, ironía, evidencialidad, atenuación, modalidad, subjetiv(iz)ación, pragmatiza-
ción, escalaridad, implicaturas, restricciones de aparición y frecuencias combinato-
rias, así como funciones macrosintácticas, informativas o argumentativas).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 19-26 ISSN:1139-1146 19


Elvira Manero Richard y Herminia Provencio Garrigós

En particular, los trabajos de Ester Brenes Peña y Catalina Fuentes Rodríguez


abordan temas relevantes en lingüística, como son la descripción sincrónica de los
significados procedimentales de los operadores discursivos y los procesos de gra-
maticalización que conducen a su constitución; y, en definitiva, el estudio, a partir
de corpus, de la macrosintaxis del español. Lo hacen con los fundamentos teóricos
y metodológicos de la Lingüística de orientación pragmática de Catalina Fuentes,
aplicada con éxito en numerosas publicaciones que describen las citadas unidades.
El trabajo de Ester Brenes («De la micro a la macroestructura: una aproxima-
ción a las funciones discursivas y procesos de gramaticalización de las construccio-
nes no digamos, no te digo nada y no te digo más») analiza el significado procedi-
mental que, en el marco de la dimensión argumentativa, han ido adquiriendo tres
construcciones metalingüísticas (de carácter dialógico) poco atendidas: no digamos,
no te digo nada y no te digo más. El estudio llama la atención sobre la indudable pro-
ductividad que el verbo decir presenta en la formación de unidades con contenido
procedimental (entre otras, como digo, no digamos, mejor dicho, por decirlo así o digo
yo), y supone una aproximación a las funciones discursivas de las tres construcciones
investigadas y a su grado de gramaticalización como operadores.
La autora sustenta teóricamente el artículo reflexionando de manera crítica
sobre algunos conceptos y problemas en torno a la creación de los conectores y ope-
radores discursivos (gramaticalización, desgramaticalización, pragmaticalización o
escala argumentativa), y acudiendo a los planteamientos de las teorías de la grama-
ticalización y subjetivización, que muestran, para ciertas unidades, el paso de la mi-
crosintaxis a la macrosintaxis del discurso, y de contenidos semánticos, designativos
y objetivos a valores modales o enunciativos, entre otros.
Por lo que se refiere a la parte más descriptiva y empírica del trabajo, el análi-
sis diacrónico y sincrónico (sintáctico y semántico-pragmático) de estas unidades se
realiza en diferentes corpus del español (CORDE, CREA, CORPES y EsTenTen), y
arroja datos interesantes relativos a los cambios formales, funcionales y de significa-
do que, como consecuencia de diversos procesos de gramaticalización y subjetiviza-
ción, han experimentado estas construcciones para satisfacer, como indica la autora,
necesidades expresivas de los hablantes. Brenes demuestra, suficientemente, que el
contenido procedimental de estas unidades en la actualidad va ligado, por un lado, a
la dimensión argumentativa, a ciertos valores informativo-estructurales relacionados
con los conceptos de escala argumentativa o de suficiencia argumentativa; por otro
lado, a la modalidad epistémica, pues tales unidades introducen la información de
mayor veracidad para el emisor.
Por último, la autora estudia la fijación formal o lexicalización de las construc-
ciones citadas, y explica hasta qué grado puede decirse que se hayan, o no, recatego-

20 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 19-26 ISSN:1139-1146


Presentación

rizado. De uno u otro modo, estas construcciones ilustran la habitual convivencia,


documentada en los procesos de gramaticalización, entre la función como construc-
ción sintáctica libre y como operador discursivo.
Catalina Fuentes («Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos con-
tenidos procedimentales») se ocupa, también en el ámbito de la macrosintaxis
del español, de las relaciones en el discurso entre dos contenidos modales de gran
interés en los estudios pragmáticos: la atenuación y la posibilidad. El tema se aco-
mete, tras un marco teórico bien fundamentado, a través del análisis sincrónico
y diacrónico de dos construcciones en las que se manifiestan ambos contenidos:
en la medida de lo posible y en lo posible. Fuentes se propone indagar en los usos
y valores de estas unidades lingüísticas, comparándolas incluso con otras cons-
trucciones cercanas, y, además, se pregunta por su grado de fijación y su posible
consideración como operadores discursivos con significado no designativo sino
instruccional.
Respecto del primer objetivo, la autora describe la variedad funcional y co(n)
textual de estas construcciones basándose, exhaustivamente, en los datos de varios
corpus que ofrecen diferentes cortes históricos del español y, por tanto, útiles para
el estudio de la creación y constitución de posibles operadores (CORDE, CREA,
CORPES y MEsA). El análisis de las numerosas muestras textuales alojadas en los
corpus permite identificar en estas unidades dos valores fundamentales, adscritos a
una función general limitativa, pero con actuación en planos distintos: una limita-
ción en el plano dictal y la otra en el plano modal.
En cuanto al segundo objetivo, Fuentes muestra que estas unidades no son
operadores en todos sus usos. En aquellos en los que sí lo son presentan fijación for-
mal y funcional (actúan extraproposicionalmente), tienen efectos argumentativos y
han adquirido significado procedimental.
Hay que destacar de este trabajo una fina capacidad de observación, por parte
de la autora, del comportamiento de estas unidades en los corpus, tanto tomadas
por separado como comparativamente. Tiene particular interés, además, el estudio
diacrónico, que ilustra la génesis y evolución de los diferentes valores y posiciones en
el enunciado de en lo posible y en la medida de lo posible.
Otro de los temas de mayor actualidad en los últimos tiempos en la prag-
mática lingüística (en español) es, sin duda, el de la evidencialidad, objeto del
trabajo de Teresa Rodríguez Ramalle («En torno a los valores pragmáticos de la
evidencialidad: una nueva aproximación a las relaciones entre evidencialidad e
ironía en español»). La autora examina, en el español actual, un aspecto menos
desarrollado en los estudios sobre evidencialidad: el de las conexiones entre esta y
otras categorías pragmáticas, como es la ironía.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 19-26 ISSN:1139-1146 21


Elvira Manero Richard y Herminia Provencio Garrigós

Rodríguez Ramalle se interesa por esta intersección en español (lengua con evi-
dencialidad no morfológica) partiendo del comportamiento de dos tipos de eviden-
ciales con procesos de interpretación y efectos diversos: las partículas por lo visto y al
parecer, y las locuciones consecutivas ilativas así que, conque y de manera/modo que.
Tal como explica la autora, mientras que las primeras se encuentran en el ámbito de la
evidencialidad léxica en español, en las segundas la lectura evidencial surge en ciertos
contextos. Rodríguez Ramalle parte entonces de la premisa de que estos evidenciales
también «se van a comportar de manera diferente en relación con la lectura irónica».
El análisis se basa, desde un punto de vista metodológico, tanto en los datos ofre-
cidos por los corpus CREA y CORPES XXI como en ejemplos tomados de la biblio-
grafía sobre el tema y casos recogidos o construidos por la autora; por lo que respecta
al marco teórico, Rodríguez Ramalle fundamenta su investigación, de un lado, en la
distinción realizada por el grupo GRIALE —de amplia trayectoria en el estudio de la
ironía— entre marcas e indicadores irónicos (según se trate de elementos que solo cola-
boran en la interpretación irónica, o que indican ironía por sí mismos); y, de otro, en el
enfoque de Speas (2010), que explica la evidencialidad a partir de las interacciones entre
tres tipos de situaciones: la situación de discurso o de enunciación (momento de habla),
la situación que se evalúa («aquella que incluye la situación que nos comunican […]
los datos actuales que posee el hablante») y la situación de referencia (en la evidencia
transmitida, un discurso anterior; en la evidencia inferida, todo lo que nos lleva a rea-
lizar inferencias). Con este último planteamiento teórico, Rodríguez Ramalle subraya
que la evidencialidad y la ironía comparten su dependencia situacional, que la ironía se
deriva de un contraste entre dos situaciones (la de referencia y la evaluada) y que es la
propia representación formal de la evidencialidad (concretamente, de la evidencialidad
indirecta, que es la expresada por las locuciones estudiadas) la que permite ese contraste
situacional y, por tanto, la interpretación irónica.
En relación con ese hecho, y a partir de un análisis riguroso de los datos maneja-
dos, la autora muestra —con diferentes contextos de aparición de las locuciones con-
secutivas ilativas y las partículas evidenciales— en cuál de estos dos elementos recae di-
rectamente la lectura irónica del fragmento en el que aparece, y en cuál no, y, de ahí, los
clasifica de acuerdo con la citada distinción entre marcas e indicadores irónicos. Así,
según Rodríguez Ramalle, se comprueba que estas dos categorías evidenciales difieren
tanto en su comportamiento evidencial como en su contribución a la comprensión de
la ironía. Compartimos lo dicho por ella al final de su trabajo: se trata, sin duda, de
unas conclusiones que habrá que tener en cuenta para ulteriores investigaciones.
El artículo «Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y
cognitiva», escrito por Jorge Fernández Jaén, analiza desde una perspectiva diacróni-
ca los rasgos sintácticos y semánticos de los verbos pronominales llamarse y apellidarse

22 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 19-26 ISSN:1139-1146


Presentación

utilizando un enfoque pragmático diferente, en particular cognitivo-funcional. El au-


tor inicia su reflexión planteando tres hipótesis sobre las dos formas verbales: 1) en su
origen, se estaría ante una actividad autonominativa, un acto de habla ilocutivo; 2) en
la actualidad, los dos verbos se comportan como pseudo-copulativos —consecuencia
de un proceso de gramaticalización— especializados en señalar los nombres propios; y
3) en la evolución de ambos debe haber existido algún tipo de motivación.
La estrategia metodológica seguida por Fernández Jaén para demostrar las
hipótesis le lleva a trazar un camino que se inicia con una reflexión tipológica, en
primer lugar, de los modos en los que se expresa y conceptualiza el nombre propio
en otras lenguas (inglés, catalán, francés…) y, en segundo lugar, de las características
sintáctico-semánticas de los esquemas empleados en español para hacer referencia al
nombre propio (Me llaman/llamo…; Me dicen…; etc.). Continúa el recorrido cen-
trándose en llamarse y apellidarse como verbos pseudo-copulativos con el objetivo
de comprobar si su operatividad se adecúa a la de los verbos así nombrados; y finaliza
el trayecto con la exposición de algunas reflexiones diacrónicas que apoyan el cam-
bio de llamarse y apellidarse en verbos pseudo-copulativos.
El autor documenta sus observaciones con una minuciosa selección de ejem-
plos extraídos de los corpus CORDE y CREA, que, junto con su propuesta teórica,
le permiten argumentar que la «fuerza pragmática» y la capacidad de «introducir
estados del sujeto novedosos» que poseen los verbos transitivos llamar y apellidar
son motores del cambio de estos verbos hacia la desemantización y reflexividad.
Fernández Jaén, en consonancia con los presupuestos de la lingüística cogniti-
vo-funcional, evidencia a lo largo de todo el trabajo la importancia que adquieren
los significados de las palabras, las conceptualizaciones y las motivaciones extralin-
güísticas (que incitan a la reflexión por parte de cualquier lector de este artículo)
para «comprender el funcionamiento global de cualquier lengua».
Otra contribución realizada desde una perspectiva pragmático-diacrónica es
«Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de
Jespersen», firmada por José Luis Cifuentes Honrubia, quien inquiere sobre la com-
binatoria de minimizadores (sustantivos de valor mínimo) con verbos como preciar,
valer, darse e importar en la historia del español (No valer un pimiento; No importar un
huevo), relacionándola directamente con el ciclo de Jespersen.
El estudio se inicia con la siguiente caracterización de los minimizadores: (i) ele-
mentos reanalizados; (ii) términos de polaridad negativa y sujetos a ciertas restriccio-
nes de coaparición; (iii) ejemplos de subjetivación, debido al proceso de pragmatiza-
ción del significado, que es consecuencia de la implicatura escalar que les es inherente.
Se continúa con la implementación de las fases del ciclo de Jespersen en los minimiza-
dores partitivos, valorativos y vulgares o tabú; y es aquí donde el autor indaga en cor-

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 19-26 ISSN:1139-1146 23


Elvira Manero Richard y Herminia Provencio Garrigós

pus diacrónicos y sincrónicos (CORDE, CDH, CREA y CORPES), que le propor-


cionan los datos estadísticos necesarios para plantear el comportamiento diacrónico
de los minimizadores con los verbos de estima y valoración en español. El trabajo se
concluye con una detallada exposición y posterior explicación de los distintos mini-
mizadores que en la historia del español han concurrido con los verbos preciar, valer,
darse e importar. En la exposición de los datos, Cifuentes hace constar la diferencia en-
tre construcciones enfáticas con minimizador introducidas por un inductor negativo
preverbal, y aquellas que solo tienen como marca de negación el minimizador.
Es sumamente llamativo para el lector de este trabajo poder observar las ten-
dencias de uso de los sustantivos minimizadores desde el siglo XII (valer), pero en
especial desde el XVI (darse, importar), hasta el momento actual, agrupados en los
siguientes grupos léxicos: monedas (centavo, cuarto, duro, maravedí, peseta, real);
verduras, frutas y legumbres (bledo, comino, haba, higo, mango, pepino, pimiento, rá-
bano); animales (caracol, pavo, sardina); medidas y magnitudes insignificantes (cla-
vo, grano, pito); elementos vulgares y tabú (carajo, cojones, culo, mierda); designativos
de acciones insignificantes o despreciables (chingada, fregada, repudio), etcétera.
Así como las colaboraciones anteriores ofrecen una mirada pragmática a cate-
gorías y unidades de la lengua que podrían ser examinadas desde planos y enfoques
más tradicionales, otros trabajos del monográfico se ocupan, sincrónicamente, de
hechos de naturaleza eminentemente pragmática, como el humor verbal y los actos
de habla, y lo hacen con teorías y aplicaciones diversas.
En el artículo «El humor como hecho pragmático en español», Leonor Ruiz
Gurillo se propone ahondar en el estudio de uno de los fenómenos a los que, en los
últimos tiempos, se ha dado mayor tratamiento no solo en el ámbito anglosajón,
sino también en el hispánico: el humor verbal.
El modelo de análisis de este trabajo, que parte de la revisión de Ruiz Gurillo
(2012 o 2016) a la Teoría General del Humor Verbal (Attardo y Raskin, 1991), está
siendo empleado en estudios de considerable impacto científico por parte de los
miembros del grupo GRIALE, de la Universidad de Alicante. En esta ocasión, Ruiz
Gurillo se centra fundamentalmente en los conceptos de variabilidad, negociabili-
dad y adaptabilidad, señalados por la teoría metapragmática de Verschueren (1999),
en su aplicación al humor en español.
El humor es coherentemente descrito en las páginas de este artículo «como
hecho pragmático y como habilidad metapragmática». El trabajo supone una
profundización en el análisis de las habilidades metapragmáticas que operan en
la creación y comprensión del humor y, lo que es aún más interesante, se inserta,
como explica la autora, en una nueva línea de estudios que promete futuras aproxi-
maciones, y que se interesa no solo por el humor como competencia, sino también

24 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 19-26 ISSN:1139-1146


Presentación

como actuación, donde se indaga en aspectos como la continuación, aceptación y


apreciación, o no, del humor.
Tras exponer los presupuestos de partida, esto es, los conceptos de variabili-
dad, negociabilidad y adaptabilidad, así como otras nociones clave para el estudio,
como la de secuencia humorística y las de marca e indicador de humor, se ponen en
relación dos géneros discursivos con rasgos y parámetros contextuales diversos: un
género eminentemente humorístico, el monólogo de humor, y otro no humorístico,
la conversación espontánea, donde, sin embargo, el humor es frecuente.
Ruiz Gurillo aplica los presupuestos presentados al análisis de dos secuencias
extraídas, respectivamente, de un corpus de monólogos de Andreu Buenafuente y
Eva Hache, así como de un conjunto de conversaciones coloquiales procedentes del
corpus del grupo Val.Es.Co.
Ello revela, desde el punto de vista del emisor, recursos y procedimientos no
siempre coincidentes entre un género y otro, que buscan la correspondiente adap-
tación (adaptabilidad) a registros y finalidades diversas: al «carácter planificado,
público e interactivo» del monólogo y a los fines del cómico (divertir al público, re-
forzar estereotipos, transmitir solidaridad con un determinado grupo social, etc.), o
bien al contexto no planificado y privado (aunque también interactivo) de la conver-
sación, donde el humor es espontáneo, se construye dinámica y cooperativamente, y
supone una estrategia conversacional que busca, entre otros fines, reforzar lazos en-
tre los participantes, atacar al interlocutor o manifestar autohumor. Desde el punto
de vista de los receptores/interlocutores, también se muestran diversas reacciones y
efectos, que la autora ilustra en el trabajo con las secuencias seleccionadas.
Por último, en el artículo «Actos ilocutivos y unidades discursivas en el Plan
Curricular del Instituto Cervantes», Agustín Vera Luján e Inmaculada Martínez
Martínez describen y analizan, desde una pragmática concebida como teoría de la
acción lingüística y el análisis del discurso, las carencias explicativas que el PCIC
presenta en relación con los cuatro tipos de actos de habla aplicados a la enseñanza
del español como lengua extranjera.
El enfoque adoptado permite dirigir el estudio hacia la dificultad del funciona-
miento de los actos de habla planteando la necesidad, en primer lugar, de establecer
una jerarquía de unidades discursivas y, en segundo lugar, de enfatizar las propiedades
estructurales más relevantes de su funcionamiento. Los autores se sirven del marco
metodológico del modelo de análisis del discurso del grupo Val.Es.Co., y lo justifican
por su difusión, coherencia y capacidad descriptiva en corpus conversacionales.
Tras el desarrollo explicativo de los puntos mencionados, Vera Luján y Mar-
tínez esperan encontrar en el PCIC una propuesta que describa tanto la diversidad
de exponentes en el planteamiento de las funciones como la variedad de tácticas y

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 19-26 ISSN:1139-1146 25


Elvira Manero Richard y Herminia Provencio Garrigós

estrategias que dirigen a dichos exponentes. Para hacer realidad este desiderátum,
inician el análisis del PCIC recordando cómo entiende este documento la pragmá-
tica y cuáles son las consideraciones que incluye sobre el funcionamiento ilocutivo
del E/LE en los inventarios de Funciones, Tácticas y estrategias pragmáticas y Saberes
y comportamientos socioculturales. La pesquisa en el PCIC se apoya e ilustra con la
búsqueda de las posibilidades estructurales de manifestación de las unidades discur-
sivas que expresan los actos directivos de disculpa, de petición (pedir un favor, pedir
objetos, pedir ayuda), de rechazo y de queja.
El examen de los actos ilocutivos practicado al Plan Curricular por Vera Luján
y Martínez propicia que puedan formular sin ambages unas conclusiones sobre el
tratamiento que reciben las unidades discursivas gramaticalizadas y no gramaticali-
zadas en la mencionada obra.
Concluimos la presentación de este monográfico mostrando nuestro más sin-
cero agradecimiento (palabras que utilizamos sin ningún desgaste expresivo) a los
autores de los artículos, por su participación; a los evaluadores externos, por la ela-
boración de los informes, y al equipo editorial de la Revista de Investigación Lin-
güística, por aceptar la propuesta de este monográfico sobre pragmática del español.

BIBLIOGRAFÍA

Attardo, Salvatore and Victor Raskin (1991): «Script theory revis(it)ed: Joke
similarity and joke representation model», Humor, 4(3-4), pp. 293-347.
Ruiz Gurillo, Leonor (2012): La lingüística del humor en español, Madrid, Arco/
Libros.
Ruiz Gurillo, Leonor (2016): «Metapragmatics of humor: Variability, negotia-
bility and adaptability in humorous monologues», in Leonor Ruiz Gurillo
(ed.), Metapragmatics of humor: Current Research Trends, Amsterdam, John
Benjamins, pp. 81-104.
Speas, Peggy (2010): «Evidentials as generalized functional heads», in Anna Ma-
ria Di Sciullo y Virginia Hill (eds.), Edges, Heads, and Projections. Interface
properties, Amsterdam, John Benjamins, pp. 127-150.
Verschueren, Jef (1999): Understanding Pragmatics, London, Arnold.

Elvira Manero Richard y Herminia Provencio Garrigós


Universidad de Murcia

26 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 19-26 ISSN:1139-1146


Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

DE LA MICRO A LA MACROESTRUCTURA: UNA


APROXIMACIÓN A LAS FUNCIONES DISCURSIVAS
Y PROCESOS DE GRAMATICALIZACIÓN DE LAS
CONSTRUCCIONES NO DIGAMOS, NO TE DIGO NADA Y NO
TE DIGO MÁS*

Ester Brenes Peña


Universidad de Córdoba
mbrenes@uco.es

Resumen: Este artículo pretende realizar Abstract: This article intends to make a
una aportación al estudio de la evolución de contribution to the study of the evolution
los operadores discursivos, centrándonos, of discursive operators. For this, we focus on
para ello, en el análisis de las expresiones me- the analysis of metalinguistic expressions, no
talingüísticas no digamos, no te digo nada, y digamos, no te digo nada, and no te digo más.
no te digo más. Estas tres construcciones, que These three constructions have acquired a
tienen como base la negación del verbo de- procedural content related to the argumenta-
cir, han adquirido en las últimas décadas un tive dimension that has led to changes of va-
contenido procedimental relacionado con la rious kinds. Our study involves an approach
dimensión argumentativa que ha conllevado to the identification of the discursive func-
modificaciones de diversa índole en su fun- tions performed by each of them, as well as
cionamiento. Nuestro estudio alberga una the stage of fixation reached. The conclu-
aproximación a la identificación de las fun- sions obtained show us that they are units in
ciones discursivas desempeñadas por cada the process of grammaticalization that have
una de ellas y del estadio de fijación alcan- arisen to respond to the expressive needs of
zado. Las conclusiones obtenidas nos mues- the interlocutors.
tran que son unidades en pleno proceso de Keywords: operators, grammaticalization,
gramaticalización que han surgido para dar argumentation, macrosyntax
respuesta a las necesidades expresivas de los
interlocutores.
Palabras clave: operadores discursivos, grama-
ticalización, argumentación, macrosintaxis.

*
Este trabajo ha sido realizado dentro del proyecto FFI 2017-82898P, «De construcciones pe-
riféricas a operadores discursivos: un estudio macrosintáctico del español actual», financiado por el
MINECO y fondos FEDER.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 27-51 ISSN:1139-1146 27


De la micro a la macroestructura: una aproximación a las funciones discursivas y procesos de gramaticalización…

1. INTRODUCCIÓN

El verbo decir es una de las bases léxicas más productivas en la generación de


marcadores y operadores discursivos (Company, 2004; Dostie, 2004; Grande Alija,
2010, 2012). Verbo de enunciación por excelencia, su carácter metadiscursivo, que
pone de relieve la consciencia que posee el emisor sobre el proceso de creación de
su propio enunciado, favorece la adquisición de un contenido procedimental y, por
ende, su recategorización en las unidades propias de la dimensión macrosintáctica:
los conectores y operadores (Schiffrin, 1987; Martín Zorraquino y Portolés, 1999;
Fuentes Rodríguez, 1996, 2003, entre otros). Así, entre las construcciones sintác-
ticas libres, basadas en el verbo decir, que se han gramaticalizado como conectores,
podemos citar a los reformulativos de corrección digo o mejor dicho, los reformu-
lativos de explicación dicho de otra forma/manera/modo, o los continuativos como
digo, como ya digo o ya te digo (Fuentes Rodríguez, 2009). Y en la categoría de los
operadores se insertan, por ejemplo, las expresiones como si dijéramos, por decirlo
así o digámoslo así, recategorizadas como operadores enunciativos de aproximación
enunciativa (Fuentes Rodríguez, 2008a), los operadores enunciativos digo yo y te lo
digo yo, que recalcan que lo comunicado es una opinión del hablante (Fuentes Ro-
dríguez, 2009), la construcción dicho sea de paso, gramaticalizada como un operador
enunciativo retardatario del decir (Fuentes Rodríguez, 2009), el operador modal
de reafirmación lo que yo te diga (Brenes, 2017), el operador modal de sorpresa no
me digas (Fuentes Rodríguez, 2009) y el atenuador digamos (Fuentes Rodríguez,
2008b; Salameh Jiménez, 2018), entre otras unidades.
No obstante, existen todavía contenidos instruccionales relacionados con la
dimensión enunciativa, modal, argumentativa e informativa para cuya verbaliza-
ción no disponemos de unidades concretas. De ahí la necesidad de originar nuevos
conectores y operadores. El sistema lingüístico debe dar respuesta a las exigencias
comunicativas de los interlocutores. No olvidemos cuál es su finalidad primaria y
esencial: transmitir adecuadamente la información deseada.
Como lingüistas, debemos abordar el análisis de este aspecto productivo del sis-
tema, a pesar de las dificultades que ello conlleva. Con este objetivo, el presente artícu-
lo realiza un acercamiento al estudio de tres construcciones que han ido desarrollando
en las últimas décadas un empleo como operadores argumentativos. Nos referimos,
en concreto, a las construcciones metalingüísticas no digamos, no te digo nada y no te
digo más. Todas ellas tienen como base la negación del verbo decir y coinciden en su
vinculación con la dimensión argumentativa. Asimismo, la génesis de estos operado-
res responde, en los tres casos, a la causa ya señalada: rellenar un vacío existente en la
comunicación del contenido procedimental. A lo largo de este trabajo nos aproxima-

28 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 27-51 ISSN:1139-1146


Ester Brenes Peña

remos a la identificación de las funciones discursivas actualizadas por ellas, así como
a la determinación del grado de gramaticalización alcanzado en cada caso. El objetivo
último es contribuir a la descripción macrosintáctica del español actual.
Para alcanzar las metas propuestas, el artículo se estructura en cinco apartados.
Tras la introducción, el apartado segundo alberga una reflexión teórica sobre la gé-
nesis y evolución de los conectores y operadores discursivos. En el punto tercero se
describen las funciones discursivas desempeñadas por cada unidad. El cuarto está
dedicado a la exposición del estadio de gramaticalización alcanzado por cada una de
ellas. El último epígrafe resume las conclusiones arrojadas por el estudio realizado y
señala aquellas cuestiones que quedan aún por dilucidar.
Metodológicamente, seguimos las indicaciones de la Lingüística pragmática,
en la formulación de Fuentes Rodríguez (2017[2000])1. Como material empírico,
utilizamos principalmente tres corpus en línea recopilados por la Real Academia
Española: el Corpus Diacrónico del Español (CORDE)2, el Corpus de Referencia
del Español Actual (CREA)3 y el Corpus del Español del Siglo XXI (CORPES)4. A
ellos añadimos también el corpus EsTenTen5, que alberga 17.5 billones de palabras
de textos procedentes de Internet.

2. ¿GRAMATICALIZACIÓN, DESGRAMATICALIZACIÓN
O PRAGMATICALIZACIÓN? REFLEXIONES EN TORNO
A LA GÉNESIS DE LOS CONECTORES Y OPERADORES
DISCURSIVOS

En las últimas décadas, la Teoría de la Gramaticalización ha experimentado


un ensanchamiento de sus límites que ha provocado una reconsideración de la di-
1
Metodología que, según puede apreciarse en el Diccionario de conectores y operadores del español,
entre otros trabajos, aúna en la descripción de las unidades la información proveniente de los factores
internos y externos que condicionan el acto de habla. En palabras de Fuentes Rodríguez (2009: 10-11),
en este modelo metodológico «se une la información proveniente del contexto, los agentes comuni-
cativos (hablante-oyente), la comunidad en que se inscribe, los conocimientos compartidos, la cultura
a la que pertenecen los interlocutores, que determina lo esperado y lo novedoso, con la vertiente más
rigurosamente gramatical, que describe el comportamiento de una unidad en su cotexto inmediato».
2
Alberga textos escritos fechados desde los inicios del idioma hasta el año 1974, de modo que
nos permite analizar el origen de las formas estudiadas.
3
Recopila textos escritos y orales, producidos en todos los países de habla hispana desde 1975
hasta 2004.
4
Nos permite el acceso a textos escritos y orales de España, América, Filipinas y Guinea Ecuato-
rial, correspondientes al periodo 2001-2015.
5
Disponible en <https://www.sketchengine.eu/estenten-spanish-corpus/>.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 27-51 ISSN:1139-1146 29


De la micro a la macroestructura: una aproximación a las funciones discursivas y procesos de gramaticalización…

reccionalidad, base y rasgos propios de este proceso evolutivo. En sus inicios, estos
estudios se centraron en el ámbito de la microsintaxis. Partiendo de una definición
de la gramaticalización como «the attribution of a grammatical character to a pre-
viously autonomous word» (Meillet, 1912: 131), se abordaban aquellos procesos
evolutivos que generaban auxiliares, clíticos, afijos flexivos o formantes adverbiales.
En todos ellos se constataba la evolución de un término lingüístico hacia un elemen-
to gramatical o morfológico más abstracto, posiblemente más reducido fonológica-
mente y con un menor significado referencial (Traugott, 1995).
El problema surge cuando se produce el salto desde la micro a la macrosintaxis
y comienzan a analizarse los marcadores del discurso desde esta perspectiva6. Su in-
cidencia en el nivel extraproposicional conlleva la adquisición de unas característi-
cas formales muy distintas a las propias de las unidades microestructurales. Frente a
los casos anteriormente analizados, las formas verbales, nominales o adverbiales que
evolucionan hacia conectores extraoracionales adquieren una mayor libertad sintác-
tica y distribucional, además de un mayor alcance estructural, dado que su ámbito o
radio de acción pasaba de la oración al enunciado e incluso al texto. En consecuen-
cia, se constata la existencia de procesos evolutivos de direccionalidad inversa: si la
transición contemplada en los trabajos iniciales suponía un «descenso de nivel de
lengua», en el sentido de que se iniciaba en el léxico o el discurso y concluía en la
sintaxis o la morfología, en el caso de conectores nos topábamos con un «ascenso
de nivel de lengua», ya que en estos casos «las formas prescinden o se liberan de
sus antiguas restricciones semánticas y distribucionales y pasan a operar en un nivel
superior» (Company, 2004: 30).
Además, en esta recategorización o reanálisis (Langacker, 1977) que implica la
evolución de una construcción sintáctica libre hacia un elemento de la periferia del
enunciado vinculado con las coordenadas macroestructurales, juega un papel esen-
cial el proceso de cambio semántico denominado como subjetivización (Finegan,
1995; Traugott, 1995) o intersubjetivización (López-Couso, 2010) que permite
la transformación del contenido semántico concreto, designativo y objetivo en un
contenido procedimental ligado a las creencias y valores del emisor7. Gracias a este
proceso, los conectores adquieren tanto significados relacionados con «la perspec-
tiva, actitud y punto de vista del hablante respecto a las entidades objeto de la comu-
nicación y respecto del evento», esto es, significados subjetivos, como significados

6
Para una visión general de la controversia generada por el análisis de la génesis y desarrollo de
los marcadores del discurso, véase Pons Rodríguez (2010) o Garachana (2015).
7
Como bien matizan Loureda y Pons (2015), esta evolución no supone un debilitamiento se-
mántico del significado denotativo primigenio, sino una transformación del mismo en un contenido
instruccional.

30 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 27-51 ISSN:1139-1146


Ester Brenes Peña

vinculados con «su interacción y proximidad o distancia, afectiva o social, respecto


del oyente», calificados como intersubjetivos (Company, 2004: 35). En palabras de
Traugott (2010: 25), «subjectification is the development of meanings that express
speaker attitude or viewpoint, while intersubjectification is the development of the
speaker’s attention to addressee self-image».
A juicio de algunos autores, las particularidades de este proceso evolutivo so-
brepasaban los límites del concepto de gramaticalización. Desde esta perspectiva,
el término gramaticalización debería reservarse para aludir únicamente a aquellas
evoluciones que, partiendo de construcciones libres, originaban unidades gramati-
cales. Frente a ello, los procesos mediante los cuales se obtienen unidades de funcio-
namiento extraproposicional, caracterizadas por su libertad posicional y su mayor
alcance estructural, formaban parte de las evoluciones denominadas como pragma-
ticalización o desgramaticalización (Erman y Kotsinas, 1993; Aijmer, 1994; Espino-
sa, 2001- 2002; Ridruejo, 2002; Dostie, 2004; Castillo, 2008).
El inconveniente de esta diferenciación radica, desde nuestra perspectiva, en
su implicación de la creencia que nos lleva a afirmar que «en la gramática no hay
pragmática» (Company, 2004: 64), esto es, de que los conectores y operadores no
pueden catalogarse como unidades gramaticales. Sin embargo, como explica Oc-
tavio de Toledo (2001-2002: 62-63), los conectores y operadores «son parte de la
misma gramática que los auxiliares, los cuantificadores o el artículo», pues son uni-
dades categoriales diferenciadas que forman parte de nuestro sistema lingüístico. En
consecuencia, su evolución sí puede ser contemplada como un proceso de gramati-
calización, concebido, desde una perspectiva amplia, como «un cambio de cambios,
que engloba distintas subclases y procesos» (Company, 2004: 65). Nótese que las
cadenas evolutivas descritas en los estudios clásicos de gramaticalización responden
al tipo de unidades analizadas en ellos (Garachana, 2008). Coincidimos, por tanto,
con Traugott cuando afirma que

It becomes an equally legitimate object of study in terms of grammaticalization


if we accept that different parts of grammar have different purposes, and there-
fore elements that do the work associated with discourse management may not
be subject to the same kinds of syntactic scope reduction as elements that do
the work associated with, for example, case and tense. (Traugott, 2003: 643)

Es más, dentro del campo de los marcadores del discurso también existen di-
ferencian entre las cadenas evolutivas presentadas por los conectores y operadores.
De hecho, si tenemos en cuenta que, como explicaremos con más detalle en el próxi-
mo apartado, los operadores poseen unas características formales, sintácticas y dis-

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 27-51 ISSN:1139-1146 31


De la micro a la macroestructura: una aproximación a las funciones discursivas y procesos de gramaticalización…

tribucionales propias y distintas con respecto a los conectores, lo lógico es que su


génesis y evolución presenten también particularidades. Así, como indica Fuentes
Rodríguez, los operadores, a diferencia de los conectores, «vuelven a integrarse en
el enunciado, como elementos periféricos» (2012: 49-50). El inconveniente es que
actualmente contamos con escasos trabajos que aborden los procesos de creación de
dichas unidades8. En este sentido, las conclusiones obtenidas por la presente investi-
gación contribuirán a ir estableciendo los estadios de este proceso evolutivo.

3. DE LA MICRO A LA MACROESTRUCTURA: FUNCIONES


DISCURSIVAS

Nuestra investigación parte de la distinción establecida por Fuentes Rodríguez


(2003) entre las dos unidades propias de la macrosintaxis: los conectores y los ope-
radores. Los conectores están especializados en la unión de párrafos o enunciados.
Con un significado instruccional, los conectores nos indican en qué sentido se van
encadenando las unidades que conforman un texto, de modo que siempre presupo-
nen la existencia de un miembro anterior. Los operadores, en cambio, tienen como
ámbito de acción el enunciado o una parte del mismo, al que aportan un contenido
procedimental relacionado con las coordenadas macroestructurales: enunciación,
modalidad, argumentación o estructuración informativa:

Por nuestra parte, consideramos conector y operador dos criterios aplicables


a la sintaxis discursiva. Es decir, una pareja de términos que revela la carac-
terización sintáctica de las unidades en este plano. Asignamos el nombre de
operador sólo a los segmentos que tienen su ámbito en su mismo enunciado.
Llamaríamos conector al que liga su enunciado con algo anterior, explícito o
implícito. Si no existe presuposición de nada previo, si puede entenderse el
enunciado en sí, estaremos ante un operador. Si presupone algo previo es un
conector. […]
Los operadores se mueven en todos los planos discursivos y macroestructuras.
Así, marcan la modalidad o la enunciación, o bien operan en la macroestructu-
ra informativa y argumentativa. (Fuentes Rodríguez, 2003: 68-69)

Los operadores, por tanto, como unidades extraproposicionales, no se integran


8
Véanse, por ejemplo, los estudios sobre la génesis de operadores como toma (González Sanz,
2011), como no podía ser de otra manera (Fuentes Rodríguez, 2012), lo que es más (Fuentes Rodríguez,
2014) para colmo (Fuentes Rodríguez, 2016a) o lo que yo te diga (Brenes Peña, 2017).

32 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 27-51 ISSN:1139-1146


Ester Brenes Peña

en la sintaxis oracional, de modo que no desempeñan ninguna función sintáctica


con respecto al verbo oracional. Esta independencia se refleja en la imposibilidad de
ser rematizados, en su libertad posicional y en su autonomía entonativa9. Asimismo,
el contenido procedimental aportado por ellos no se corresponde con la suma del
contenido léxico denotativo de los términos que lo componen.
Según hemos indicado, las expresiones objeto de esta investigación han desa-
rrollado en las últimas décadas un empleo extraproposicional similar al propio de
los operadores discursivos. Las divergencias entre su uso como construcción sintác-
tica libre y su funcionamiento como operador pueden observarse en los fragmentos
siguientes.

(1) Pero el maestro José Ortega y Gasset nos sugiere algo más sensato: “No diga-
mos pues que el hombre es, sino que vive.” (CORPES. Samperio, G.: «¿Saber o
ser?». El Financiero. Ciudad de México: elfinanciero.com.mx, 2002-04-12)
(2) Tan pésima ha sido siempre la educación y la cultura, tan manipuladas las ideas,
tan fomentado el espíritu individualista, clasista y competitivo, que cada uno tiene
conciencia de sí y quiere para sí el sillón de la opresión, para aplastar a los que, como
él, ahora están bajo las patas del mando. De los opresores de siempre, no digamos.
Lo suyo está muy claro desde el primer momento. Oprimir y dividir. (CREA. Ca-
yetano, M.: Autonomías, ocio, educación y cultura. Madrid: Zero, 1980)
(3) Déjame solo. Quiero estar solo. No me molestes. Yo te veo de lejecitos.
Tú igual, me ves de lejecitos. Yo no te digo nada y tú como si nada. (CORPES.
Salcedo, H.: «La ley del ranchero». La ley del ranchero. México D. F.: Ediciones
El Milagro, Centro Cultural y Turístico de Tijuana, 2005)
(4) Este tal Prometeo desequilibró la “physis”, no te digo nada. Y puesto que en
adelante los alimentos podrían ser cocidos, con su acto incitó al carnivorismo.
(CREA. «LA TIERRA nos enseña más cosas sobre nosotros que todos los li-
bros del mundo.». La Vanguardia. Barcelona: T.I.S.A, 1994)
(5) No te obsesiones por acertar cuando tomes tus decisiones, porque ese sería el
peor error. Sigue tu estrella, Juliano. O aún mejor, ponte delante y ve tirando de
ella. No te digo más porque nadie puede hacer nada por los que ama, salvos seguir

9
Tal como se expone en el Diccionario de conectores y operadores del español, estas características
no han de estar presentes en todos los operadores. Existen operadores que se integran entonativamente
en el enunciado, como, por ejemplo, el operador argumentativo hasta, mientras que otros siempre
optan por la posición antepuesta, como los intensificadores verdaderamente o asombrosamente. El es-
tudio de estas unidades nos muestra la necesidad de «hablar de prototipicidad de las características de
esta categoría, más que de una serie de condiciones inamovibles que se cumple en toda ella» (Fuentes,
2009: 16).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 27-51 ISSN:1139-1146 33


De la micro a la macroestructura: una aproximación a las funciones discursivas y procesos de gramaticalización…

amándoles. (CREA. Sabater, F.: Juliano en Eleusis. Misterio dramático en un pró-


logo y dos retablos. Madrid: Hiperión, 1981.)
(6) Le pondré a Romero, un chaval listo como un lince, para que lo controle. Por
cierto, que si os hace falta cualquier cosa tecnológica, el tío es un hacha. Prácti-
camente un hacker, no te digo más. (CORPES. Silva, L.: La marca del meridiano.
Barcelona: Planeta, 2012)

En los fragmentos 1, 3 y 5, las expresiones analizadas se comportan como cons-


trucciones libres que, integrándose entonativamente en el enunciado, desempeñan
una función sintáctica propia del nivel dictal. Desde el punto de vista formal, ade-
más, no están fijadas, de modo que pueden ser modificadas mediante la adición de
elementos o la alteración del orden de los componentes. El contenido léxico aporta-
do por ellas se deriva de la suma de los elementos que las integran: todas aluden a la
intencionalidad del emisor de no emitir más información.
En los ejemplos 2, 4 y 6, el salto de dichas expresiones al nivel extraproposicio-
nal conlleva cambios estructurales y de funcionamiento. Así, en primer lugar, po-
demos señalar cómo, debido al proceso de subjetivización sufrido (Finegan, 1995;
Traugott, 1995; López-Couso, 2010), el contenido léxico designativo se sustituye
por un contenido macroestructural vinculado con la escala o suficiencia argumen-
tativa (Anscombre y Ducrot, 1983; Ducrot, 1988; Ruiz Gurillo y Pons Bordería,
1995; Portolés Lázaro, 1998, 2004; Fuentes Rodríguez y Alcaide Lara, 2002), y el
grado de compromiso epistémico del emisor.
El concepto de escala, que está demostrando poseer una gran rentabilidad en
la descripción de los marcadores del discurso10, implica que dos o más elementos
comparten una misma propiedad que poseen en distinto grado (Fuentes Rodríguez,
2016b). En el terreno argumentativo, Ducrot (1980) ya demostró que los argumentos
que conducen a una misma conclusión pueden ordenarse según su mayor o menor
fuerza para sostener dicha tesis11. Desde esta perspectiva, y según se describirá con más
detalle en los apartados siguientes, no digamos presenta al segmento sobre el que recae
como el argumento que se sitúa en un nivel mayor de la escala argumentativa, mientras
que no te digo nada y no te digo más se relacionan con la suficiencia argumentativa, en el
sentido de que afectan al argumento de mayor fuerza, aquel que mejor sostiene la tesis
defendida, sin necesidad de explicitar los otros miembros de la gradación.

10
Véase, por ejemplo, los trabajos de C. Fuentes Rodríguez (2016a, 2016b) sobre los marcadores
de límite escalar.
11
Para un estudio más pormenorizado del concepto de escala argumentativa, puede consultarse
Anscombre y Ducrot (1983), Ducrot (1988), Ruiz Gurillo y Pons Bordería (1995) o Portolés Lázaro
(1998, 2004).

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Ester Brenes Peña

Paralelamente, la presencia de la negación se relaciona con el mayor grado de


compromiso epistémico que adquiere el hablante respecto a la información apor-
tada. Grande Alija (2010) aporta una explicación para la adquisición de este valor
por parte de no digamos que podemos hacer extensiva a no te nada y no te digo más.
Para dicho autor, la vinculación de no digamos con el elemento superior de la escala
argumentativa implica que el fragmento afectado por esta unidad quede calificado
también como mucho más evidente que el resto, dado que «si es verdad que algo es
cierto al darse un punto más bajo de la escala, cuando se verifica un punto más alto,
esa verdad resulta más fuerte e incuestionable» (2010: 107). El origen de este ma-
yor compromiso epistémico se encuentra en la negación del verbo de enunciación,
negación que está presente también las otras dos expresiones que analizamos y que
«pone de relieve lo evidente que es lo que se dice, lo innecesario que resulta afirmar
de manera explícita algo que, para el locutor, está fuera de toda duda» (2010: 108).
Por último, su incidencia en el ámbito extraproposicional también implica la
adquisición de determinadas características sintácticas. La más evidente es su in-
dependencia con respecto al nivel dictal: ninguna de las expresiones analizadas
desempeña en los fragmentos 2, 4 y 6 una función sintáctica con respecto al verbo
oracional. Situadas entre pausas y con libertad posicional, las expresiones analizadas
anteceden o preceden al segmento sobre el que recaen actualizando el contenido
macroestructural indicado.
En definitiva, se ha producido un paso de la micro a la macroestructura refleja-
do en las divergencias que se resumen en la tabla siguiente:

Ámbito intraoracional Operador discursivo

Construcción metalingüística oracional que Funcionamiento sintáctico extraproposicional: no


toma como base la negación del verbo decir. desempeña ninguna función sintáctica oracional.
Libertad constructiva. Libertad entonativa y posicional: situado entre pau-
Sintáctica y entonativamente integrado en el sas, antecede o precede al enunciado o segmento
contenido proposicional. sobre el que recae.
Contenido designativo obtenido a partir de Contenido procedimental relacionado con la escala
la suma de los términos que la componen y argumentativa y el grado de compromiso epistémi-
relacionado, por tanto, con la intención de no co que no procede de la suma del significado de los
emitir más información. términos que lo componen.

Tabla 1. Funciones desempeñadas por las unidades analizadas

Partiendo de la premisa de que la falta de documentación no implica la inexis-


tencia del elemento lingüístico (Company, 2004), el estudio diacrónico de los ejem-
plos albergados por CORDE, CREA y CORPES XXI refleja el paso de estas cons-

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De la micro a la macroestructura: una aproximación a las funciones discursivas y procesos de gramaticalización…

trucciones al nivel macroestructural en las últimas décadas. En el caso de no te digo


nada y no te digo más, su empleo como operador se multiplica a partir del año 2000.
No digamos, de frecuencia mucho mayor, tiene una incidencia significativa en este
nivel a partir de 1950, si bien el número de ocurrencias de esta unidad como opera-
dor discursivo también es mayor en la última década: obsérvese que en los 50 años
contemplados en el penúltimo apartado aparece empleado como operador en un
total de 290 ocasiones, mientras que en los quince años del último periodo aparece
301 veces con este valor.

Gráfico 1. Número de ocurrencias de las construcciones analizadas con funcionamiento extraproposicional. Fuente:
CORDE, CREA y CORPES XXI

Estos datos, como decimos, han de tomarse con cautela, sobre todo teniendo
en cuenta que los operadores, al igual que el resto de marcadores del discurso, «sur-
gen en la interacción dialógica real del hablante y oyente», interacción que no suele
reproducirse en los textos escritos (Company, 2004: 445). Sin embargo, dadas las
diferencias cuantitativas existentes entre los distintos periodos temporales, sí parece
evidente la vinculación de su funcionamiento en el nivel macroestructural con la
lengua más actual. Las distintas funciones discursivas actualizadas por cada unidad
se detallan en los puntos siguientes.

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Ester Brenes Peña

3.1. No digamos. Funciones discursivas

Según se ha adelantado en el anterior apartado, el proceso de subjetivización


experimentado por no digamos ha implicado la adquisición, por parte de esta expre-
sión, de un valor procedimental vinculado con la dimensión argumentativa y la mo-
dalidad epistémica. Fijémonos en los fragmentos 7 y 8. En ellos, esta construcción,
lejos de aludir a la intencionalidad del emisor de dejar de transmitir información,
precede al último segmento de una coordinación (7) o de una enumeración (8),
segmento que se sitúa en la parte más elevada de la escala argumentativa y que es
presentado como incuestionable12:

(7) Asustados. Jodidos. El tricornio les acojona. Y no digamos nosotros. Nos temen
más que a la peste. (CREA. Zaragoza, C.: Y Dios en la última playa. Barcelona:
Planeta, 1982)
(8) Dentro de la variedad de ejercicios al que recurren los realizadores destaca el uso
de la fotografía. La pintura, la escultura y, no digamos, el casi olvidado dibujo,
ceden incluso ante la compleja expresión electrovideográfica. (CORPES. Bilbao
Fullaondo, J.: «Complejo camino en Gure Artea». El País. Madrid: elpais.com,
2002.)

En (7) el interlocutor establece dos puntos distintos de una escala correspon-


diente al nivel de temor infundido a unos sujetos. En el nivel más bajo sitúa al tri-
cornio. Y en el nivel más alto establece al nosotros. En (8) la gradualidad se vincula
con las artes que han venido a desbancar las nuevas tecnologías, siendo el elemento
precedido por no digamos el que el interlocutor considera más elevado y fuera de
toda duda. A ello se refiere Fernández Bernárdez (2002: 184) cuando afirma que al
enunciado afectado por no digamos «se aplica, pero con más intensidad, lo mismo
que al anterior o los anteriores». O Grande Alija (2010: 111), al identificar como
«notas definitorias básicas» de esta unidad «el componente escalar que introduce
y la dependencia textual que impone al sintagma afectado con respecto a otro(s) sin-
tagma(s) que lo antecede(n) en el discurso». También alude a estos valores Fuentes
Rodríguez (2009: 232), para quien no digamos «introduce una valoración elevada
y superior a lo esperado», actuando, en consecuencia, como un modificador reali-
zante13 o elemento de apoyo argumentativo. Es evidente, por tanto, que el «carácter
12
Según los datos aportados por los corpus consultados, el 50.1 % de las ocurrencias de no diga-
mos de incidencia extraproposicional correspondientes al intervalo temporal 2000-2015 van precedi-
das de la conjunción copulativa y.
13
Término empleado por Ducrot (1995) para aludir a aquel elemento que aumenta la fuerza

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De la micro a la macroestructura: una aproximación a las funciones discursivas y procesos de gramaticalización…

apelativo-exhortativo» de esta fórmula que invitaba a no proferir más información


aparece en estos ejemplos «casi perdido por completo» (Grande Alija, 2010: 103).
Por otra parte, resulta también interesante el hecho de que esta construcción
aparezca vinculada al comentado valor instruccional en tres contextos sintácticos
distintos: integrada entonativamente en la oración a la que afecta (9), constituyendo
un grupo entonativo independiente (10) o formando parte de un enunciado paren-
tético (11):

(9) Apenas duda nadie hoy que por encima del 10 por 100 de votos sólo van a estar
tres opciones: Centro, PSOE y Alianza Popular. Que el comunismo, y no di-
gamos la extrema derecha y la extrema izquierda, son claramente minoritarios.
(CREA. Álvarez Álvarez, J. L.: España desde el centro. Madrid: Espasa Calpe,
1978)
(10) Los padres, los hermanos, los amigos, los maestros y, no digamos, los sacerdotes
y los catequistas, son miembros vivos de la comunidad eclesial y agentes privi-
legiados de pastoral vocacional. EsTenTen mercaba.org 02-02-2018
(11) En todo caso, ampliada al ámbito de la seguridad internacional, por mor de la
paranoia que, tras el 11-S ve en cualquier inmigrante (no digamos si es árabe o
parece musulmán) un terrorista en potencia. (CORPES. De Lucas, Javier: «La
integración de los inmigrantes: la integración política, condición del modelo
de integración». De Lucas, J.; Díez Bueso, L.: La integración de los inmigran-
tes. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2006)

El funcionamiento discursivo es el mismo en los tres contextos: presentar el


elemento afectado como aquel que posee mayor fuerza argumentativa y cuya vera-
cidad se asume por parte del hablante de forma más plena. La variabilidad afecta,
como decimos, a su grado de integración en el enunciado, hecho que también reper-
cute en otras características como su libertad posicional. Evidentemente, cuando la
expresión se integra en el enunciado sobre el que recae su posición es, en todos los
casos, antepuesta, ya sea con respecto a sintagmas u oraciones. Su independencia en-
tonativa le permite, en cambio, tanto su posposición como su inserción intermedia:

(12) Seguro que ni un mal turrón por Navidad debía de enviarles. Y luego, ya ve, ha
permitido sin el menor escrúpulo que usted vendiera sus joyas y, en general, las
pasara canutas por un amor no correspondido. Y con respecto a Ivet, no diga-
mos. Menudo padre le ha tocado a la pobre chica. Así ha salido ella. (CORPES.

argumentativa de la unidad sobre la que incide.

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Mendoza, E.: La aventura del tocador de señoras. Barcelona: Seix Barral, 2001)
(13) En el terreno del arte, el mercantilismo también ha entrado en su radio de ac-
ción: la pintura, la escultura, la arquitectura y en tantas otras. La música, no
digamos, es otro de los prototipos más significativos: Las canciones de los Beat-
les, de los Rollings Stong, de Madonna, de Julio Iglesias... se oyen en cualquier
lugar del mundo. (CORPES. Romera Castillo, J.: «I. Sesiones plenarias: Sobre
teatro (musical) y globalización en España». Tendencias escénicas al inicio del
siglo XXI. Madrid: Visor Libros, 2006)

Dado que la actualización de un contenido procedimental está presente en las


dos opciones, y teniendo en cuenta que la independencia entonativa se ha conside-
rado como un rasgo de los operadores discursivos, deberíamos plantearnos si dicha
variabilidad refleja un menor grado de gramaticalización o si, por el contrario, la
independencia entonativa no es una característica inherente a estas unidades. Es de-
cir, casos como los ilustrados por el fragmento 8, en los que la construcción aparece
integrada entonativamente, ¿constituyen un estadio intermedio en su proceso evo-
lutivo desde construcción sintáctica libre a operador discursivo? ¿o pueden conside-
rarse ya como operadores plenamente gramaticalizados?
Una prueba para poder responder a estos interrogantes puede ser la posibilidad
de conmutar estas unidades por otros operadores de contenido instruccional simi-
lar, como, por ejemplo, los operadores argumentativos ni más ni menos14 o nada más
y nada menos15, especializados en acompañar al elemento que ocupa una posición
más elevada o intensificada de la escala argumentativa. El hecho de que esta susti-
tución sea posible en los dos contextos sintácticos anteriores (constituyendo grupo
entonativo propio e integrado entonativamente en el enunciado afectado) reflejaría
que estas unidades forman parte del mismo paradigma, por lo que se trataría en
todos los casos de operadores:
9.b. Que el comunismo, y ni más ni menos la extrema derecha y la extrema iz-
quierda, son claramente minoritarios
10.b. La pintura, la escultura y, ni más ni menos, el casi olvidado dibujo, ceden
incluso ante la compleja expresión electrovideográfica.
No obstante, y si bien ya se ha señalado el carácter prototípico, y no preceptivo,
de los rasgos que caracterizan a los operadores (Fuentes Rodríguez, 2009), considera-

14
Si bien estas dos unidades coinciden en indicar una posición elevada en la escala argumenta-
tiva, ni más ni menos aporta un contenido de precisión que no está presente en no digamos (Fuentes
Rodríguez, 2009: 227).
15
Nada más y nada menos se diferencia de no digamos en su tendencia a aparecer calificando a
cantidades (Fuentes Rodríguez, 2009: 223)

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De la micro a la macroestructura: una aproximación a las funciones discursivas y procesos de gramaticalización…

mos que sería conveniente reflexionar sobre esta cuestión con un mayor detenimien-
to, cotejando estos datos con los obtenidos del estudio diacrónico de otros operado-
res discursivos para poder discernir si existe algún tipo de tendencia en este sentido.

3.2. No te digo nada. Funciones discursivas

La construcción metalingüística no te digo nada coincide con no digamos en


el desarrollo de un funcionamiento extraproposicional ligado a la escalaridad argu-
mentativa y el compromiso epistémico con la información aportada. Sin embargo,
en esta unidad se observa una función discursiva propia relativa al concepto de su-
ficiencia argumentativa (Ancombre y Ducrot, 1983; Portolés Lázaro, 1998, 2004;
Fuentes Rodríguez y Alcaide Lara, 2002), aparte de las divergencias surgidas por las
diferencias formales existentes entre estas dos expresiones concernientes a la persona
verbal empleada. Veámoslo con más detalle.
En primer lugar, resulta evidente que no te digo nada se ha sometido al proceso
de subjetivización necesario para comunicar un contenido procedimental referen-
te a los valores y creencias del emisor. En 14, el hablante no utiliza esta expresión
para comunicar su decisión de no transmitir más información, pues, de hecho, sigue
tratando el mismo tema en su discurso posterior. Su contenido es macroestructu-
ral: antecede a la información más relevante desde el punto de vista argumentativo,
aquella que el emisor emplaza en el punto más elevado de la escala, de modo que, en
consecuencia, los elementos anteriores con los que se coordina quedan situados en
una posición argumentativa más baja.

(14) LA GENERALA. Como siempre. Que nada más que llego aquí me dan ganas
de vivir. Y de reír, no te digo nada. Al entrar con el coche oficial por Despeña-
perros ya estoy riendo, acordándome de esto y de lo otro. Qué alegría de todo:
de estar con vosotros, de esta escuela que veo… (CREA. Martín Recuerda, J.:
Caballos desbocaos. Madrid: Cátedra, 1981)

Sintácticamente, este empleo de no te digo nada se caracteriza por aparecer


precedido de la conjunción copulativa y, ya que precede al último segmento de una
coordinación o enumeración. Y, al igual que no digamos, podemos observarla tanto
integrada entonativamente en el dictum como formado grupo entonativo propio.
Como ilustración de la primera de estas opciones pueden verse los siguientes frag-
mentos, en los que no te digo nada precede a sintagmas (15) u oraciones (16). En
estos fragmentos, a pesar de haber desarrollado el contenido macroestructural expli-
cado, su nivel de incidencia sintáctica sigue siendo el contenido proposicional, dado

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que se integra entonativamente en el dictum y no posee libertad posicional:

(15) […] y prefiero no seguir, porque cuando pienso en eso veo las dificultades que
tiene organizar el cielo, por ejemplo agrupar con su primer marido a una mujer
que enviudó y volvió a casarse, no creo que el segundo lo acepte de buen grado,
y no te digo nada de los hermanastros, ahora pienso mucho en esas cosas, y
también en la forma que tendrá el alma […] (CORPES. Bueno Álvarez, J. A.:
El último viaje de Eliseo Guzmán. Madrid: Alfaguara, 2001)
(16) No nos engañemos, Mario, las cosas salen de dentro y tú, desde que te conocí, tu-
viste gustos proletarios, porque no me digas que al demonio se le ocurre ir al Ins-
tituto en bicicleta. Dime la verdad, ¿te correspondía eso a ti? Desengáñate, Mario,
cariño, la bici no es para los de tu clase, que cada vez que te veía se me abrían las
carnes, créeme, y no te digo nada cuando pusiste la sillita en la barra para el niño, te
hubiese matado, que me hiciste llorar y todo. ¡Qué sofocón, cielo santo! (COR-
DE. 1966. Delibes, M. Cinco horas con Mario. Destino (Barcelona), 1996)

Frente a ello, en casos como (14) o los reproducidos a continuación, su inci-


dencia en el nivel extraproposicional viene apoyada por su independencia entonati-
va y su libertad posicional:

(17) Han perdido 20 escaños y un_millón_y_medio de votos, y ahí los tienes, mi-
rando para otro lado y diciendo que son la segunda fuerza política, como si el
descalabro no fuera con ellos. Y a nivel regional, no te digo nada, el González
poniendo paños calientes y la senadora en Madrid, buscándose el futuro junto
al líder. (EsTenTen, vegamediapress.com)
(18) Lo que te aseguro es que no soy maricón. Y que conste que no tengo nada en
contra de los maricones, al contrario que tú, que usas la palabra como insulto.
Suerte que no eres homófoba ni machista, que si llegas a serlo, no te digo nada.
(EsTenTen. Periodistadigital.com)

Ahora bien, en ambos tipos de contextos no te digo nada marca el elemento


afectado como el argumento, dato o conclusión de mayor fuerza argumentativa
y, por ende, de mayor veracidad. De hecho, en todos los fragmentos anteriores
podríamos conmutar no te digo nada por no digamos. Las divergencias de sentido
entre ambas construcciones son bastante sutiles y se deben a las características for-
males de ambas: el empleo de la primera persona del plural en no digamos dota a
esta expresión de un valor cortés de afiliación con el receptor. Podríamos decir que

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 27-51 ISSN:1139-1146 41


De la micro a la macroestructura: una aproximación a las funciones discursivas y procesos de gramaticalización…

se trata de un plural de modestia, que evita presentar al hablante como una persona
impositiva, o de un plural pseudoinclusivo, que consigue aunar las figuras del emi-
sor y del receptor en la misma esfera (Grande Alija, 2010). No te digo nada, por el
contrario, resalta la figura del hablante como enunciador y posee un valor dialógico
conferido por la apelación directa al receptor.
Por otra parte, hemos detectado fragmentos en los que no te digo nada no esta-
blece una gradación o escalaridad relacionada con la organización argumentativa, ya
que no hay una comparación entre la fuerza que poseen diversos argumentos. Una
ilustración de ello puede ser el ejemplo reproducido a continuación. En él, el emisor
expresa su opinión acerca de la mayor consideración que posee el profesor univer-
sitario en Turquía en comparación con España. Y, para apoyar su tesis, selecciona
un argumento (tienen hasta dos secretarias) precedido por la construcción metalin-
güística analizada. Con el empleo de no te digo nada el hablante manifiesta que este
argumento es suficiente para probar la conclusión defendida. No indica escalaridad,
ya que no hay ninguna gradación al respecto ni se relaciona con otros argumentos
que queden situados en una posición inferior. En este empleo, la presencia de la
negación, junto con el verbo de enunciación, aluden a que no es necesario añadir
ningún otro dato o argumento que pruebe lo dicho: con el indicado es ya suficiente.

(19) Un ingeniero en Rumanía recibía el trato de «Señor ingeniero». Todo lo con-


trario que aquí. A mí, que soy profesor de universidad, me llegaban los alumnos
(ahora ya soy más mayorcito) y me decían: “Hola, Paco, a ver si me apruebas,
¿no? Tronco, qué mal te lo montas, colega”. Porque aquí en realidad tienden a ver-
te como un tronco-funcionario; sobre todo, y paradójicamente, si eres de letras.
Pero allí… en Turquía, no te digo nada, los profesores de universidad tienen hasta
dos secretarias, que luego no hacen nada, se liman las uñas en la antesala, pero es
solo demostración de poderío. (CORPES XXI. Corazón Rural, Á.: «Francisco
Veiga: “Modificar fronteras no soluciona los conflictos, en todo caso crea otros
nuevos”». Jot Down Cultural Magazine. Sevilla: jotdown.es, 2015-06)

Nótese que, en este caso, no va precedido de la conjunción copulativa, es decir,


no se integra en una coordinación ni enumeración. Además, entonativamente, cons-
tituye un grupo independiente delimitado por pausas.

3.3. No te digo más. Funciones discursivas

Compromiso epistémico pleno y suficiencia argumentativa están también pre-


sentes en el contenido procedimental comunicado por la tercera de las construc-

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ciones metalingüísticas analizadas. Como se ilustra en el fragmento 20, no te digo


más se caracteriza por acompañar al argumento que mejor puede sostener la tesis
defendida y que, por ello, es asumido como verdadero por el emisor:

(20) A estas alturas y después de tantos años, me resultaría dificilísimo compartir


con otra persona el espacio, la casa, el cuarto de baño… Fíjate que prefiero ha-
cer yo misma el trabajo de la casa que tener una asistenta, solo por no tener a
alguien extraño en casa, no te digo más. (CREA. «El plató me pone como una
moto». Cambio 16. Madrid: Grupo 16, 1990-07-23) 

No te digo nada no se relaciona en ninguna de sus ocurrencias con el concepto


de escala argumentativa: no aporta una fuerza mayor al segmento al que afecta en re-
lación con otros elementos. De hecho, no suele aparecer precedido de la conjunción
copulativa. No te digo más indica que el argumento presentado es el más adecuado
o el más pertinente.
Asimismo, la presencia del adverbio más en esta negación del verbo enunciati-
vo añade a esta expresión un matiz culminativo o de cierre que no estaba presente en
las anteriores. Fernández Bernárdez (2002: 195), que califica a esta expresión como
un «intensificador pragmático culminativo», explica cómo «al utilizar no te digo
más el locutor cierra un enunciado, pues considera que lo que se infiere de él es sufi-
ciente para que su interlocutor interprete adecuadamente el sentido de sus palabras
y que no es necesario que diga nada más». De ahí la frecuencia de su empleo como
elemento de cierre de la intervención, uso que puede verse en 21, donde se juega,
además, con los dos sentidos de esta expresión, el designativo y el macroestructural:

(21) Yo creo que aunque él todavía no lo sepa está ya medio maduro, pero si terminas
de convencerle, Pedro, sabré ser generoso contigo. De otras cosas quizá, pero de
tacaño no puede acusarme nadie. No te digo más. O igual sí... (CORPES. Bas, J.:
La cuenta atrás. Barcelona: Destino, 2004)

Esta idea de la no necesidad de emitir más información que está en la base de su


proceso de subjetivización se hace patente en fragmentos como el siguiente:

(22) Ya sabes que el abad de lo que canta yanta. Yo canto todo lo que sea preciso para
un yantar moderado y sin gula. Y no te digo más, que con lo dicho basta para
que sepas la opinión de un capellán de tropa que sabe cumplir sus deberes...
(CORDE. Pérez Galdós, B.: Aita Tettauen. Imprenta Viuda e hijos de Tello
(Madrid), 1905)

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De la micro a la macroestructura: una aproximación a las funciones discursivas y procesos de gramaticalización…

De esta concepción parte, como decimos, el proceso de subjetivización que ha


impulsado su empleo macroestructural como operador argumentativo de fuerza. Sin
embargo, y a diferencia de las unidades anteriores, no te digo más solo forma grupo en-
tonativo propio en posición pospuesta. Cuando precede al segmento sobre el que recae
se integra sintáctica y entonativamente en el enunciado a través de la conjunción que:

(23) Bueno, si quieres que te diga la verdad, yo he de confesarte que nosotros, la


familia, vamos, siempre fuimos zocatos.
- ¡Míralo!- exclamó Santos, un tanto desconcertado ante el tardío descubrimiento.
- Sí, pero no de la mano zurda ¿eh? De ideas. Lo que pasa es que, en aquella época,
pues no se podía decir, como bien sabes tú.
- Y hoy, en cambio, está de moda –concluyó Santos con resentimiento- Mi nieto,
Miguel, el de la otra hija, se ha hecho sindical, no te digo más. (CORPES. Bo-
rau, J. L.: «Peña de dos». Camisa de once varas. Madrid: Alfaguara, 2003)
(24) Yo creo que es genético porque mi niña me ha salido maruja desde chiquitilla:
no te digo más que a los Reyes Magos les pedía unas viledas y un bote de Fairy…
(CORPES. Bodega Estévez, L... [et al.]: «[Introducción]». La maruja liberá.
Madrid: Aguilar, 2005)

Cuando adquiere la posición pospuesta, podemos observarlo también como


parte de un enunciado parentético gracias al cual el emisor aporta el principal argu-
mento para sostener lo dicho. En consecuencia, se trata, igualmente, de una forma
de creación reciente que puede adoptar diferentes funciones y contextos sintácticos:

(25) Y peor fue aún cuando, agotados los escasos restos de la despensa -pasé varios
días a espaguetis hervidos, con una chorrada de aceite, no te digo más-, no le
quedara otra solución que echarse a la calle de noche para rebuscar en los cu-
bos de basura de los McDonald’s, habiendo de pelearse en alguna ocasión con
drogatas y gentes por el estilo que sobrevivían de la misma forma. (CORPES.
Borau, J. L.: «Peña de dos». Camisa de once varas. Madrid: Alfaguara, 2003)

4. FIJACIÓN FORMAL

La evolución a operadores discursivos de las construcciones metalingüísticas


no digamos, no te digo nada y no te digo más ha originado modificaciones léxicas,
distribucionales y de alcance sintáctico en estas expresiones. No obstante, para

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poder afirmar que se ha producido una recategorización plena de dichas cons-


trucciones, estos cambios deben ir acompañados también de una fijación formal
o lexicalización.
En relación con este aspecto, ninguna de las construcciones analizadas permite
alterar el orden de sus componentes, insertar elementos o complementos nuevos, la
actualización del pronombre sujeto o sustituir el verbo enunciativo por otros verbos
dicendi de semantismo más específico como afirmar, asegurar, etc. Así, por ejemplo,
en los corpus consultados no se ha observado ningún ejemplo extraproposicional
de expresiones como nada te digo de, no te digo probablemente nada, más no te digo,
no digamos así, no te aseguro nada, no te afirmo más, yo no te digo nada, yo no te digo
más, etc. En todos los casos analizados, estas expresiones se movían en el nivel dictal.
Frente a ello, sí se contempla la posibilidad de modificar la referencia del pro-
nombre de segunda persona presente en no te digo nada y no te digo más con la fina-
lidad de mostrar un grado mayor de deferencia hacia el receptor. Así, en los corpus
analizados la construcción no le digo nada adquiere un valor procedimental en cinco
ocasiones y la expresión no le digo más incide en la organización argumentativa en
nueve casos:

(26) Ay, hace ya tanto tiempo. Además, en los últimos años Julián ya paraba poco
por aquí, ¿sabe usted? Había hecho un amigo en el colegio, un niño de muy
buena familia, los Aldaya, no le digo nada. (CORPES. Ruiz Zafón, C.: La som-
bra del viento. Barcelona: Planeta, 2003)
(27) A mí también me lo parece. Si algún día tengo una niña, igual la llamo así, no le
digo más. (CORPES. Grandes, A.: Los aires difíciles. Barcelona: Tusquets, 2002)

Mucho menos frecuente es el empleo macroestructural de las combinaciones


que aluden a una colectividad con un mayor o menor grado de deferencia: no les digo
nada, no os digo nada y no les digo más solo presentan un ejemplo en el que inciden
en este nivel. No os digo más comunica un valor procedimental en cuatro ocasiones.

(28) La lista de nuevos estrellados me desconcierta este año más que nunca. (…)
Sitios apenas conocidos pero que al equipo de inspectores que preside Benito
Lamas les han parecido dignos de pasar por encima de tantos otros. Ese afán
de sorpresa que no es nada positivo. Y no les digo nada de los 8 nominados, o
lo que es lo mismo, con posibilidades para lograr una estrella el año que vie-
ne. Una categoría absurda que no contenta a nadie. (CORPES. Maribona, C.:
«Michelin 2013: que no nos vendan la burra». www.abcblogs.abc.es/gastro-
nomia: abcblogs.abc.es/gastronomia, 2012-11-23)

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 27-51 ISSN:1139-1146 45


De la micro a la macroestructura: una aproximación a las funciones discursivas y procesos de gramaticalización…

(29) Ha terminado la exposición a las 12:30 h. más o menos, y ha comenzado el


turno de preguntas. Sólo deciros que a las 12:45 h. yo ya estaba en clase, no os
digo más. Tenía un montón de datos preparados para ser expuestos y escuchar
las pertinentes explicaciones, pero sólo me han dado tiempo a tres preguntas.
(CORPES. Úcar, I.: «Charla de la SGAE, primera parte». Enchufa2. http://
www.enchufa2.es/: enchufa2.es/, 2008-05-09)

Esta variación formal causada por la concordancia flexiva de persona con el


receptor se ha visto como un residuo de su funcionamiento verbal originario pro-
pio de los procesos de gramaticalización que han dado lugar a otros marcadores
discursivos (Company, 2004). En consecuencia, este tipo de modificaciones for-
males no serían óbice para considerar que las expresiones estudiadas se encuen-
tran formalmente fijadas. Sin embargo, no podemos obviar que nos topamos con
otras variantes que también transmiten el contenido procedimental apuntado y
que surgen, por ejemplo, de la omisión de la referencia al receptor. Así, podemos
observar casos de no digo nada y no digo más como operadores argumentativos
escalares16:

(30) Finalizado el periodo de rehabilitación y ya con el alta médica, decido ir a mi


oficina del Inem correspondiente en busca de un puesto de trabajo; veo un ta-
blón de anuncios completamente lleno de ofertas, me acerco y todas las vacan-
tes que hay son: electricistas para Alemania, albañiles para el Reino Unido, ca-
mareros para Holanda, etcétera. A estas alturas no sé si quedarme y luchar por
conseguir otro subempleo o hacer caso del tablón y ayudar a reducir las listas
del paro emigrando a países con un crecimiento económico inferior al español.
Y de la vivienda no digo nada. (CORPES XXI. Prieto Álvarez, J. C.: «¿Quién
dijo paro?». El País. Madrid: elpais.com, 2002)
(31) No se me olvidará su menudo cuerpecillo, una vez que tuve que llevarlo al ae-
ropuerto, cuando descubrió esas puertas que se abren y cierran según te acercas
a ellas. Ese día no llevaba a Ursus, pues sé que tales puertas le habrían asustado,
como Dios manda. Me asustan a mí, no digo más. (CORPES. García Sánchez,
J.: Dios se ha ido. Barcelona: Planeta, 2003)

Asimismo, las similitudes existentes en el contenido instruccional aportado


por las tres unidades analizadas favorecen el surgimiento de formas intermedias en-

16
No digo nada posee, en los corpus analizados, 10 ocurrencias como operador. No digo más solo
adopta esta función en un fragmento.

46 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 27-51 ISSN:1139-1146


Ester Brenes Peña

tre ellas como no digamos nada o no digamos más17, variantes que ya van más allá de
la simple alternancia de persona y que, en consecuencia, sí revelan la escasa fijación
formal de las unidades analizadas:

(32) No se puede ignorar los sólidos fundamentos sobre los que se levantan estas
autorizadas opiniones, que se reforzarán si la tendencia inicial continúa, y, no
digamos nada, si se intensifica. (CREA. «Luis María Cazorla Prieto». El País.
Madrid: Diario El País, S.A., 1996-09-25)
(33) En el tercio final de la obra las reivindicaciones se radicalizan, y cuando el mons-
truo parece invencible y la comedia a punto de despeñarse hacia el melodrama,
Yagüe y García Araus rematan la jugada con una pirueta briosa y esperanzada,
y, no digamos más, espartaquista. (CORPES. Ordóñez, M.: «Femme Fatale &
El ángel reclamador». Babelia. Madrid: elpais.com/babelia, 2007-05-26)

5. CONCLUSIONES

En el español actual, las expresiones metalingüísticas no digamos, no te digo


nada y no te digo más han dejado de hacer referencia a la decisión del hablante
de interrumpir la emisión de información para pasar a comunicar un conteni-
do procedimental relacionado con la estructuración argumentativa del material
lingüístico verbalizado así como con el grado de compromiso epistémico y aser-
tividad comunicado. La adquisición de este valor instruccional, vía proceso de
subjetivización (Finegan, 1995; Traugott, 1995; López-Couso, 2010), ha im-
plicado la modificación formal y funcional de dichas expresiones. De integrarse
sintácticamente en el ámbito oracional como construcciones libres, han pasado a
moverse en el nivel extraproposicional, lo que ha conllevado una ampliación de
su alcance estructural, así como una independencia sintáctica del material dictal.
Ambas funciones (construcción sintáctica libre y operador discursivo) coexisten
en el discurso actual, ilustrando, así, el fenómeno de la estratificación característi-
co de los procesos de gramaticalización (Hopper, 1991).
No obstante, la descripción del funcionamiento de las expresiones indicadas
nos ha mostrado la existencia de algunos rasgos que impiden considerar que su re-
categorización a operadores discursivos se ha producido de forma plena. Así, por
ejemplo, junto con la falta de fijación formal indicada en el apartado 4, se han ob-
servado casos en los que, a pesar de haberse consumado el proceso de subjetiviza-
17
No digamos nada presenta 40 casos de incidencia extraproposicional. No digamos más solo
adquiere esta función en una ocurrencia.

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De la micro a la macroestructura: una aproximación a las funciones discursivas y procesos de gramaticalización…

ción explicado, estas unidades siguen integrándose entonativa y sintácticamente en


el enunciado sobre el que recaen. Si la creación de operadores discursivos conlleva
«un cambio semántico que supone una abstracción (paso del contenido léxico al
macroestructural)», junto a un «cambio sintáctico: de elemento integrado en la
oración a elemento extraproposicional» (Fuentes Rodríguez, 2012: 28), habría que
plantearse, como ya hemos indicado anteriormente, si estos casos de integración
sintáctica y entonativa en el enunciado afectado constituyen un estadio intermedio
que, con el paso del tiempo, desaparecerá, o es simplemente una opción construc-
cional distinta que se une a la convivencia de la construcción libre con el operador.
Desde nuestro punto de vista, los rasgos comentados responden al escaso de-
sarrollo que han experimentado aún estas unidades. Recordemos que su empleo en
el terreno macroestructural se ha producido principalmente hace apenas 15 años,
según los corpus consultados. Se trata de construcciones que están en pleno proceso
de gramaticalización, expresiones que reflejan «el dinamismo de la lengua» (Gran-
de Alija, 2010: 129), y cuya génesis se debe, como ya indicamos, a las necesidades
expresivas de los interlocutores.

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Fecha de recepción: 31 de mayo de 2019


Fecha de aceptacion: 11 de octubre de 2019

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Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

CONSTRUCCIONES CON MINIMIZADORES Y VERBOS DE


ESTIMA O VALORACIÓN Y EL CICLO DE JESPERSEN*

José Luis Cifuentes Honrubia


Universidad de Alicante
cifu@ua.es

Resumen: En este trabajo analizamos la Abstract: This paper focuses on the diachro-
combinatoria de minimizadores con los nic evolution of constructions with minimi-
verbos de estima y valoración preciar, valer, zers and verbs of estimate and valuation, such
darse e importar a lo largo de la historia del as preciar, valer, darse and importar, from the
español a partir de los datos proporcionados data provided by the corpus of the RAE.
por los corpus de la RAE. Estudiaremos la These constructions are analyzed in relation
relación de tales construcciones con el de- to the so-called Jespersen cycle. More specifi-
nominado ciclo de Jespersen. Analizaremos cally, the minimizers are considered an exam-
también los minimizadores como ejemplo de ple of subjectification, since there is an in-
subjetivación al producirse una pragmatiza- creasing pragmatization of the meaning due
ción creciente del significado debido a la im- to the scalar implication that the minimizers
plicatura escalar que estos suponen. Daremos suppose. The main functional characteristics
cuenta también de las principales caracterís- of the minimizers in the constructions consi-
ticas funcionales de los minimizadores en las dered will also be taken into account.
construcciones consideradas. Keywords: minimizers, Jespersen’s cycle, sub-
Palabras clave: minimizadores, ciclo de Jes- jectification.
persen, subjetivación.

1. INTRODUCCIÓN

Hay una serie de sustantivos de valor mínimo, o minimizadores, que suelen


funcionar reforzando la negación: no entiendo un pimiento, no tiene un céntimo, etc.
El refuerzo de la negación parece ser un principio presente en todas las lenguas, y
una de las maneras de hacerlo es mediante el uso de elementos de valor mínimo.
Esta posibilidad se relaciona directamente con el principio conocido como ciclo de

*
El presente trabajo se inscribe dentro del proyecto de investigación FFI2017-85441-R, finan-
ciado por el Ministerio de Economía y Competitividad.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146 53


Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

Jespersen, que explica cómo el empobrecimiento fónico del elemento negativo im-
plica la aparición de un refuerzo. La consecuencia más extrema de este proceso es la
sustitución de la negación original por parte del refuerzo. Esta situación es la que
puede observarse en el francés hablado en la actualidad, ya que el minimizador pas se
ha apropiado del territorio del adverbio negativo ne, pasando a significar la negación
misma (je ne dis pas > je dis pas ‘no digo’).
En este trabajo pretendemos dar cuenta del funcionamiento de los minimi-
zadores con los verbos de estima y valoración preciar, darse, valer e importar. Estos
verbos resultan particularmente relevantes por su amplia frecuencia de uso con mi-
nimizadores. No obstante, también llaman la atención por la posibilidad de cons-
truirse con minimizadores reforzando la negación preverbal o sin negación prever-
bal: no vale un pimiento, me importa un pimiento. En nuestro estudio analizaremos
tales construcciones de verbos de estima y valoración con minimizador a lo largo de
la historia del español hasta nuestros días. Para ello, partiremos de los datos ofreci-
dos al respecto por los corpus de la RAE (CORDE, CREA, CDH y CORPES),
que constituirán la base de nuestro estudio.
El esquema de trabajo que hemos diseñado es el siguiente: en primer lugar
presentaremos los minimizadores como términos de polaridad negativa y dare-
mos cuenta de su funcionamiento escalar. A continuación introduciremos el fun-
cionamiento de los minimizadores dentro del ciclo de Jespersen. Posteriormen-
te, presentaremos los datos combinatorios de los minimizadores con los verbos
estudiados según se construyan con inductor negativo preverbal o no. Tratare-
mos también la posibilidad de algunos minimizadores de poder funcionar como
elementos de negación preverbal. Continuaremos dando cuenta de los distintos
tipos de minimizadores combinados con cada verbo estudiado, su frecuencia de
uso, y sus principales características funcionales. Finalizaremos con las conclusio-
nes a las que hemos llegado.

2. LOS MINIMIZADORES

Según la RAE, dentro de los términos de polaridad negativa (TPN), es decir,


expresiones condicionadas a la presencia de la negación, se identifica un conjunto
extenso de grupos nominales que denotan un valor mínimo asociado a una escala,
siendo considerados prototipos de valores mínimos. Precisa la RAE (2009: 3679) que
algunos de estos TPN se usan en contextos positivos con el verbo importar, y a veces
también con valer, si bien habría una ligera diferencia de significado, pues en ausen-
cia de negación preverbal la expresión significaría aproximadamente ‘muy poca cosa’,

54 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


José Luis Cifuentes Honrubia

mientras que la presencia de la negación supondría su equivalencia a ‘nada’. La RAE


reconoce algunos grupos léxicos entre los sustantivos minimizadores1: monedas de
escaso valor, sustantivos que designan piezas, medidas y cantidades de valor reducido,
verduras, frutas y legumbres, animales, medidas o magnitudes insignificantes, y algu-
nos sustantivos malsonantes (2009: 3679-3681). Además, si bien la mayor parte de los
minimizadores anteriores aparecen construidos con el artículo un/una, algunos ad-
miten variantes con numerales (2009: 3681). Así pues, los minimizadores conforman
una clase léxica de sustantivos con un contenido semántico inicial que denota una can-
tidad o parte insignificante de un todo. Se trataría de elementos reanalizados funcio-
nalmente, sensibles a la polaridad y con unas restricciones de aparición determinadas.
Además de poder entrañar gramaticalización, los minimizadores suponen
obligadamente subjetivación al producirse una pragmatización creciente del sig-
nificado que irá adquiriendo valores adicionales2. Esta pragmatización deviene de
la implicatura escalar3 que suponen los minimizadores: los contextos negativos
(y los no verídicos en general) facilitan la activación de propiedades pragmáticas
escalares. Los minimizadores, puesto que refieren elementos de pequeño tamaño
o escaso valor, implican un valor escalar que los coloca en la posición más baja de
una escala semántica o pragmática, lo que genera implicaturas cuando se hallan
bajo el alcance de la negación. Así, aplicando el principio escalar de Fauconnier
(1975)4, negar el extremo inferior de una escala implica negar la escala completa.
Es decir, y aplicándolo al caso de los minimizadores, si la proposición no es cierta
1
El término minimizador parece haber sido acuñado por Bolinger (1972). No obstante, según
Horn (2001: 452), parece haber sido A. F. Pott (1859) uno de los primeros en hacer referencia a dicho
concepto.
2
La subjetivación es un mecanismo semántico-pragmático a través del cual los significados cam-
bian desde la descripción objetiva de la situación externa a la expresión de la perspectiva interna del
hablante o la actitud sobre lo que se dice. La implicación progresiva del sujeto de la enunciación en la
descripción del objeto y del proceso produce una pragmatización del significado cada vez mayor, pues
a través del uso repetido en contextos sintácticos locales, significados concretos, léxicos y objetivos
llegan a realizar funciones progresivamente más abstractas, pragmáticas y basadas en el emisor (Trau-
gott 1995: 32), de forma que el cambio discursivo cristaliza en un cambio semántico y puede llegar a
motivar el cambio sintáctico con el que culmina el proceso de gramaticalización. La subjetivación, en
definitiva, no es otra cosa sino un cambio que va de lo que se dice a lo que se quiere decir. Es decir, la
subjetivación muestra cómo el significado pragmático puede llegar a gramaticalizarse y convertirse en
una construcción convencional (Company 2004: 1). Se trataría, por tanto, de un tipo de metonimia,
resultado de la cual aparece un significado codificado nuevo y más subjetivo, que normalmente dará
lugar a la polisemia (Traugott 2016: 379).
3
En el sentido de Levinson (2004: 125 y ss.).
4
Si x2 es más bajo que x1 en la escala S asociada con R (x, …), entonces R (x2,…) implica R
(x1,…); entonces, si R se sostiene para el elemento más bajo en S, también debe sostenerse para todos
los elementos de S. (Fauconnier, 1975: 362).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146 55


Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

para la alternativa que se sitúa en el extremo inferior de la escala representada


por el minimizador, tampoco lo será para las alternativas que ocupan el resto de
puntos de la escala. Si construcciones como no valer un pimiento o no importar un
huevo representan el valor mínimo posible, resulta factible adscribirlas al extre-
mo inferior de las distintas escalas pragmáticas que estarían vinculadas a los con-
ceptos mencionados. Tras situar las construcciones en ese extremo de la escala, el
principio escalar, mediante el cumplimiento de las implicaciones pragmáticas que
conlleva, facilitaría el recorrido completo en esas escalas de dichas construcciones,
terminando así por significarlas.
La implicatura escalar pondría de manifiesto su comportamiento como tér-
minos de polaridad negativa, pues en lugar de señalar un contenido específico o
concreto (un punto concreto de la escala), las construcciones anteriores darían lugar
a contenidos indeterminados o no específicos (Medina Granda 2001: 45). Dada la
posibilidad de considerar un pimiento o un huevo como equivalentes pragmáticos
de cuantificadores mínimos (la escala pragmática a la que pertenecerían sería equi-
valente cultural de una escala de cantidad), será posible obtener un valor de cuanti-
ficación indeterminada, al entrar en funcionamiento las implicaciones pragmáticas
del principio escalar. Teniendo en cuenta que la negación de un cuantificador inde-
terminado produce la consecución de esa cantidad (Medina Granda 2001: 46), la
caída del alcance de la negación sobre esa cantidad dará lugar a una cantidad nula,
como pueden reflejar las equivalencias significativas entre no vale pimiento = no vale
nada y no me importa un huevo = no me importa nada.
La explicación en términos escalares de la polarización negativa de los mini-
mizadores vendría puesta también de manifiesto por el hecho de que pueden ser
modificados por un cuantificador equivalente a ni siquiera, cuya función es precisa-
mente la de señalar la existencia de una escala pragmática (RAE 2009: 3008), pues el
elemento al que ese cuantificador modifica suele ocupar el punto más bajo de dicha
escala: no vale ni siquiera un pimiento.
Por otro lado, además de la subjetivación presente en los minimizadores por la
implicatura escalar dada que supone una pragmatización del significado, es también
el conocimiento pragmático del hablante el que permite establecer la serie de con-
textos en que puede aparecer el minimizador en lugar de un cuantificador existen-
cial: el valor escalar está léxicamente dado en el minimizador y pertenece al acervo
cultural de los hablantes, de forma que los minimizadores no pueden llegar a ser
entendidos sin recurrir al hablante y a la situación (Bosque 1980: 127), pues se trata
de un fenómeno ligado a la expresividad y afectividad de los hablantes, que recurren
a dichos términos relacionándolos con la realidad conocida, con los saberes com-

56 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


José Luis Cifuentes Honrubia

partidos, con el mundo experimentado (Hernández 2013: 36)5. La gramaticaliza-


ción explicaría el cambio del grupo nominal minimizador desde un funcionamiento
como complemento directo a un uso como cuantificador oracional. El valor cuanti-
ficativo escalar de los minimizadores una vez abandonados sus rasgos nominales les
hace funcionar como modificadores del predicado verbal, por lo que pueden con-
siderarse adverbios cuantificadores (San Segundo 2017: 26). La presencia de estos
minimizadores adverbiales parece estar determinada por el contenido aspectual del
predicado, pues debido a su valor escalar solo cuantifican predicados que puedan
proyectarse en una escala y que puedan ser divididos en eventos sucesivos menores,
como pueden ser predicados de valor, estimación, conocimiento, etc.

2.1. Los minimizadores y el ciclo de Jespersen

La importancia que los minimizadores asumen en la expresión de la negación


se debe en parte a la relación que establecen con el fenómeno denominado ciclo
de Jespersen: Jespersen observó una serie de tendencias comunes y de fluctuaciones
coincidentes en las lenguas naturales desde el punto de vista diacrónico en lo re-
ferente a la aparición y sustitución de las formas que participan en el proceso de
renovación de las marcas de negación. Así, una gran parte de los marcadores de
negación postverbal que completaron el ciclo de Jespersen tuvieron su origen en
minimizadores, siendo el caso del pas6 francés el ejemplo más paradigmático. Los
indefinidos ninguno, nadie y nada nacen en parte de la progresiva gramaticalización
de minimizadores y de construcciones de refuerzo de la negación (Camús 2006:
1175-1177). Y la asociación entre minimizadores y la aparición de nuevos marcado-
res de negación se testimonia en muchas lenguas7. Jespersen señala que la historia de
la negación en las lenguas es un continuo movimiento oscilatorio que va de la debili-
tación del elemento negativo a su reforzamiento8. En ese intento de reforzamiento,

5
Recuérdese, por ejemplo, que en la Edad Media la economía era de trueque, y que los minimi-
zadores usados en la época configuran un dibujo de los elementos de menos valor.
6
Hay que recordar que pas es originalmente un minimizador, proveniente del latín passum, ‘paso’.
7
Por ejemplo, ya en latín tardío parece que se usaban los minimizadores como refuerzo de la ne-
gación (Rueda 1997: 266; Grieve-Smith (2009: 9-13). En Van der Auwera (2009), Willis et al. (2013),
y Llop Naya (2017: 260-263) se recogen y sintetizan gran cantidad de lenguas y diversos ejemplos de
elementos implicados en el ciclo de Jespersen.
8
En palabras de Jespersen (1975: 408): «Muchas veces el adverbio negativo va acentuado débil-
mente, porque alguna otra palabra de la frase lleva el acento principal. Pero cuando el elemento negativo
se ha convertido en una mera sílaba proclítica e incluso en un sonido único, se siente como demasiado dé-
bil y tiene que reforzarse mediante alguna palabra adicional, y entonces ésta puede llegar a sentirse como
la propia negación, que entonces puede verse sometida a la misma evolución de la palabra original».

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146 57


Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

las lenguas pueden utilizar palabras que signifiquen cosas pequeñas o de poco valor
que podrán llegar a contagiarse del valor negativo. A este proceso aparentemente pe-
riódico y regular de las dinámicas constatadas Dahl (1979: 88) le dio el nombre de
ciclo de Jespersen9, y ha sido considerado habitualmente uno de los ejemplos clásicos
de gramaticalización.
Jespersen (1966: 7) presenta una organización del proceso en tres fases, que
ejemplificamos brevemente en francés:

Il ne peut venir ce soir Estadio I Francés antiguo


Il ne peut pas venir ce soir Estadio II Francés medio
Il peut pas venir ce soir Estadio III Francés moderno coloquial

El estadio I correspondería a la expresión preverbal de la negación oracional


mediante un marcador o inductor negativo. El estadio II correspondería a la expre-
sión discontinua de la negación oracional: el marcador se debilita y se ve reforzado
por algún otro elemento (grupo nominal o adverbio, siendo un minimizador una
posibilidad). Dicho reforzamiento es inicialmente opcional, pero más tarde puede
ser obligatorio. El estadio III correspondería a la expresión postverbal de la negación
oracional: el marcador preverbal llega a ser opcional, e incluso puede llegar a desa-
parecer del uso.
Han sido muy discutidas las fases o estadios del proceso10, llegando a propo-
nerse cuatro, cinco e incluso seis fases en su desarrollo. Estas otras fases añadidas
serían fundamentalmente estadios de transición, y puede ser importante su reco-
nocimiento porque (Meisner et al. 2014: 2) pueden representar los estadios de
variación lingüística que permiten que el cambio ocurra (Mosegaard Hansen &
Visconti 2014: 2)11:
9
Van der Auwera (2009: 42) señala precedentes a Jespersen. Así, Gardiner (1904: 134) ya había
hecho referencia al proceso de renovación de la negación en el caso del francés, al hablar de las similitu-
des del proceso evolutivo de esta lengua con el egipcio y el copto. De igual forma, Meillet (1912: 393)
estudia los sistemas negativos del latín, francés y alemán, y hace referencia al proceso de renovación de
la negación en francés.
10
La bibliografía al respecto es muy abundante, sirva de orientación el trabajo de Van der Auwera
(2009), donde se presenta una panorámica muy clara y exhaustiva de los diferentes enfoques hechos
sobre el ciclo de Jespersen.
11
Tal y como señalan Mosegaard Hansen & Visconti 2014: 2, los estadios 0 y 6 no representan
la lengua francesa propiamente, ni tan siquiera hay necesidad para el francés de desarrollarse como se
hipotetiza en el estadio 5. Mientras ciertos dialectos (québécois, por ejemplo) parecen haber eliminado
el marcador ne en el habla conversacional, éste sigue siendo normativamente usado en textos escritos
de dichos dialectos. Todo ello quiere decir, según los autores, que quizás el estadio 5 nunca vaya a ser
ejecutado del todo.

58 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


José Luis Cifuentes Honrubia

Estadio 0 [Latín non dico El elemento de negación es preverbal


clásico]
Estadio 1 je ne dis El negador preverbal se reduce fonéticamente
Estadio 2 je ne dis (pas) La negación preverbal se ve opcionalmente
complementada por un elemento postverbal
Estadio 3 je ne dis pas El elemento postverbal se gramaticaliza como
parte de un negador discontinuo ligado al verbo
Estadio 4 je (ne) dis pas El elemento de negación preverbal original llega
a ser opcional
Estadio 5 [¿francés je dis pas El elemento de negación es postverbal
futuro?]
Estadio 6 [francés mo pa di El elemento de negación postverbal emigra a la
criollo de Louisiana] posición preverbal

Tabla I: Evolución de la negación oracional en francés

También ha sido muy discutida la explicación al proceso señalada por Jesper-


sen, pues este liga el debilitamiento del marcador de negación preverbal a una reduc-
ción fonética. Según Jespersen, ante dicho debilitamiento se puede aumentar el vo-
lumen fonético del marcador y reforzar el valor negativo de la oración para hacerla
más impactante ( Jespersen 1966: 14-15). Este reforzamiento puede hacerse a través
de una palabra añadida (un minimizador, por ejemplo) que, con el tiempo, acaba
perdiendo su valor inicial y mediante un proceso de blanqueamiento semántico se
convierte en la negación oracional no marcada. Sin embargo, múltiples estudios12
han considerado que la aparición de una marca de negación postverbal no tiene por
qué relacionarse con el debilitamiento fonético de la marca preverbal13, sino con
la aparición de otros tipos de negación distintos, y, por tanto, con los fenómenos
semánticos y pragmáticos ligados a una nueva marca. Uno de estos planteamientos
alternativos defiende la noción de énfasis14, al considerar que lo que comienza el

12
Por ejemplo, Kiparsky y Condoravdi (2006) señalan que el debilitamiento fonético es un fenó-
meno demasiado general para explicar las propiedades específicas del esquema de cambio que el ciclo
de Jespersen supone. Y en Muller (1991: 207-218) se pueden encontrar argumentos frente al papel de
la reducción fonológica en el proceso.
13
Zeijlstra (2016: 287) propone que el debilitamiento fonológico no provoca el cambio mor-
fosintáctico, sino que es el resultado del mismo. Además, el debilitamiento fonológico no conduce
necesariamente al desarrollo de una nueva negación (De Clerq 2016: 53).
14
El propio Jespersen también comentó como factores facilitadores de renovación la voluntad de
marcar un cierto énfasis y contraste (1966: 4-5).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146 59


Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

proceso no es el debilitamiento de la marca de negación original, sino un uso enfáti-


co a través del reforzamiento de la palabra añadida (y su blanqueamiento semántico)
(Van der Auwera 2009: 41). En realidad, la asociación de negación y énfasis parece
ser una constante universal (Swegler 1990: 158). Así, el refuerzo enfático que hace
un minimizador negativo postverbal es inicialmente un refuerzo de tipo intensivo
(es decir, con rasgos de cuantificación asociados). Para poder participar en el ciclo de
Jespersen la marca intensiva tiene que perder los rasgos de cuantificación y reanali-
zarse sintácticamente en una posición funcional asociada al énfasis de la polaridad, y
todo ello con una serie de restricciones pragmáticas (principio escalar de Fauconnier
y convencionalización del significado negativo). De esta forma, una lengua llega al
segundo estadio del ciclo de Jespersen cuando dispone de dos tipos de negación:
por un lado, una negación no marcada, canónica, y, por otro, una negación marca-
da, enfática presuposicional, resultado del uso adicional de una marca postverbal.
Desde el momento en que la negación en dos partes se generaliza y pierde el carácter
marcado porque vence el continuo de restricciones pragmáticas que limitaban el
uso generalizado, se extiende a todos los contextos negativos. Es en estos momentos
cuando se considera que se produce el paso al tercer y cuarto estadio del proceso,
pues la negación pasa a asociarse a la marca postverbal, y paralelamente se va produ-
ciendo un debilitamiento fonético progresivo del elemento preverbal. La desapari-
ción posterior del elemento preverbal y el uso de la marca postverbal como marca
de negación oracional única y de tipo no marcado constituyen el último estadio del
proceso, si bien no tiene por qué ser el último estadio, pues, como señala el estadio
6 posible, la marca postverbal puede ocupar la posición preverbal y reiniciar el ciclo.
En definitiva, la motivación para el ciclo consiste en mantener el contraste entre
negación enfática y neutra (Chatzopoulou 2013: 37).
Hemos comentado al inicio del apartado 2 que la RAE establece como minimi-
zadores elementos como los siguientes: monedas de escaso valor, sustantivos que de-
signan piezas, medidas y cantidades de valor reducido, verduras, frutas y legumbres,
animales, medidas o magnitudes insignificantes, y algunos sustantivos malsonantes
(2009: 3679-3681). Es difícil dar cuenta de todos los espectros semánticos en que
pueden organizarse los minimizadores. Piénsese, a modo de ejemplo, que, simple-
mente con el verbo valer, hemos inventariado alrededor de 130 tipos distintos de
minimizadores. Por todo ello, me parece preferible diferenciar previamente, siguien-
do a Pinto (2015: 112), entre minimizadores partitivos y minimizadores valorativos.
Se consideran partitivos todos aquellos que tienen su origen en nombres co-
munes con propiedades escalares y que designan la parte más pequeña de un todo.
Estos minimizadores partitivos pueden aparecer introducidos por determinantes (y
en otras lenguas románicas distintas del español por sintagmas preposicionales que

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José Luis Cifuentes Honrubia

hacen referencia al todo respecto del cual el minimizador indica la parte). Entre los
minimizadores partitivos podemos encontrar algunos que pueden aparecer dentro
de una estructura pseudopartitiva explícita, como por ejemplo gota (gota de sangre),
grano (grano de mijo), etc. Hay también otros minimizadores partitivos que ya en
latín indicaban una cantidad mínima en relación con una medida estandarizada y
no necesitan hacer explícito el todo del que forman parte, como por ejemplo el caso
ejemplificado anteriormente en francés con pas, ‘paso’, o en español paso o paja, si
bien puede ser difícil diferenciar este subgrupo de los valorativos.
Los minimizadores valorativos provienen de nombres que denotan realidades
de valor ínfimo o dimensiones muy pequeñas. Normalmente aparecen introducidos
por determinantes indefinidos y sin modificadores asociados. Rueda (1997: 268)
constata que este tipo de minimizadores se usan primordialmente con verbos de
estimación y aprecio: valer, importar, preciar, dársele a uno algo, etc. Dentro del con-
junto de minimizadores valorativos, tanto Rueda (1997: 270-293) como Coterillo
(2007: 357) hacen distintas clasificaciones, siendo especialmente relevantes elemen-
tos del mundo vegetal (bledo, pepino, pimiento, etc.), monedas (pepión, cornado, real,
etc.), etc. Todos estos términos son muy interesantes porque ponen de manifiesto
los esquemas valorativos de cada momento histórico.
Pero en el repertorio de minimizadores, como ya señalaba la RAE, también de-
bemos incluir un tercer grupo que son los de tipo vulgar o tabú15. Este grupo de mini-
mizadores16 se pueden considerar elementos con una naturaleza escalar que permite
asociarlos a un valor cuantificativo mínimo. Evidentemente la escala evaluativa es de
naturaleza metafórica, en tanto que esos elementos vulgares son valorados negativa-
mente debido al desprecio que comportan. Ya señalaba Mohren (1980: 8) que la uti-
lización de minimizadores es en el fondo un procedimiento de comparación: el ele-
mento comparado (el sujeto de la construcción) es puesto en relación (es comparado)
con un minimizador (el comparante). Tenemos, pues, la posibilidad de varias compa-
raciones: la comparación implícita propia de la metáfora, y la comparación implícita
propia de la escala evaluativa. Evidentemente la comparación con el minimizador
15
San Segundo (2017: 14) incluye los vulgares dentro de los valorativos (insignificantes, vulgares
y monedas). No obstante, debido al funcionamiento peculiar de estos minimizadores, hemos preferido
diferenciarlos, aun dejando constancia de la vinculación con los valorativos al tratarse de elementos
normalmente despreciables, por vulgares o tabú.
16
Parece especialmente relevante el hecho de que este grupo tenga un especial incremento en el
uso y el número de los mismos en el español contemporáneo, o, mejor, en los corpus del español con-
temporáneo, no sé si por una hipotética manera de compensar la pérdida de elementos valorativos o,
simplemente, debido al tipo de textos utilizados para elaborar los corpus. En cualquier caso, podemos
citar ejemplos como los siguientes: chingada, pincho, huevo, carajo, coño, cipote, pijo, guañano, cojón,
joraca, culo, mierda, cuesco, etc.

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Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

puede hacerse también de forma explícita, por medio de un término comparativo


como cuanto, como o que, por ejemplo, pero, siguiendo aquí el criterio de Mohren
(1980: 9), rechazamos las comparaciones explícitas con elementos minimizadores
y no las hemos incluido en nuestro análisis de minimizadores. En la comparación,
es posible negar, minimizar o ridiculizar el valor, la importancia o el fundamento
de cualquier cosa, de ahí que la comparación con un elemento tabú o vulgar logre
también ese efecto, en tanto que si el comparante es un elemento vulgar, ridículo, de
desprecio, o negativo, viene ligado al comparado por un verbo que expresa el tertium
comparationes: el valor, la estima, la importancia, la cantidad, etc. La comparación
se establece en el nivel más bajo o mínimo de la escala, y sirve para negar el valor, la
estima, la importancia, etc. del elemento comparado, de ahí su importancia en la fase
de refuerzo del enunciado negativo de la oración en el ciclo de Jespersen.
Los minimizadores vulgares o tabú han sido también tratados en inglés, des-
tacando que si bien en un principio pueden ser usados como refuerzos enfáticos de
oraciones negativas, pueden acabar siendo usados como únicos exponentes de la ne-
gación, sin la marca de la negación preverbal, y aportando un valor enfático a la ora-
ción (Horn 2001; Postal 2004: 159-172; Hoeksema 2009: 20 y ss..; Van der Auwera
2009: 48-49; De Clerq 2011). Ahora bien, parece que el uso de los minimizadores
vulgares17 en inglés es algo diferente del resto de minimizadores (Hoeksema 2009:
20): no llevan determinante y pueden aparecer sin inductor negativo preverbal:

Claudia saw squat.


Claudia did not see squat.
Claudia discovered dick.
Claudia did not discover dick.

Sin embargo, este no es el caso del español, pues los minimizadores vulgares
del español no se distinguen formalmente del resto de minimizadores partitivos o
valorativos, al necesitar del determinante un/una, y, al igual que ocurre con muchos
otros minimizadores, pueden aparecer sin inductor negativo preverbal con verbos
de estima y valoración. Por otro lado, frente al uso infrecuente en inglés que señala
Hoeksema (2009: 22), en español son tan frecuentes como cualquier otro minimi-
zador muy habitual (por ejemplo, carajo o mierda)18.

17
Sirva de ejemplo el siguiente listado de Postal (2004: 159): beans, crap, dick, diddley, did-
dley-poo, diddley-squat, fuch-all, jack, jack-shit, jack-squat, piss-all, poo, shit, shit-all, squat.
18
En cuanto a la restricción señalada por Schwenter (2006: 330) para el inglés, según la cual no
combinan bien con todos los verbos (?I don’t sleep jack), parece que el español es menos restrictivo en
ese sentido (no duermo una mierda últimamente).

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José Luis Cifuentes Honrubia

2.2. Minimizadores con verbos de estima y valoración

En español no encontramos un minimizador actual que pueda ser considerado


un ejemplo de las distintas fases del ciclo de Jespersen. Sin embargo, si en lugar de
considerar el valor y funcionamiento de los distintos minimizadores posibles nos
centramos en la construcción de verbos de estima y valoración con minimizador19,
el planteamiento puede cambiar. Puede cambiar porque los verbos de estima y valo-
ración estudiados (preciar, valer, darse e importar), a partir del siglo XVIII, permi-
ten la ausencia del inductor negativo preverbal de forma generalizada en cualquier
combinatoria con minimizador, lo cual podría ser muestra de la fase 4 señalada an-
teriormente. Es decir, podría tratarse de un salto de la fase 2 a la fase 4, es decir, de
ser el minimizador un elemento opcional de refuerzo de negación preverbal pasaría
a comportarse como un elemento de negación no marcado, al ser el elemento de
negación preverbal opcional.
El caso de preciar solo lo hemos encontrado en la Edad Media, y todos los usos
son con negación preverbal y minimizador:

Negación preverbal y minimizador Solo minimizador


Siglo XII 1 0 1
Siglo XIII 4 0 4
Siglo XIV 8 0 8
13 0 13
Tabla II: Verbo preciar + minimizador

Valer muestra que es el siglo XVIII el momento en el que se atestigua el uso


negativo exclusivo con minimizador, si bien en este caso sigue siendo preponderan-
te el empleo con doble negación, aunque aumenta mucho en la época actual el uso
exclusivo con minimizador:

Negación preverbal y minimizador Solo minimizador


Siglo XII 1 0 1
Siglo XIII 24 0 24
Siglo XIV 21 0 21

19
Ya señalaba Rueda (1997: 268) que los minimizadores son utilizados primordialmente con los
verbos vinculados a las nociones de estimación y aprecio.

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Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

Siglo XV 15 0 15
Siglo XVI 57 0 57
Siglo XVII 51 0 51
Siglo XVIII 15 2 17
Siglo XIX 65 3 68
Siglo XX 94 9 103
Siglo XXI 90 38 128
433 52 485

Tabla III: Verbo valer + minimizador

El verbo darse con minimizador es mucho menos habitual y confirma que el


uso negativo exclusivo con minimizador se documenta en el siglo XVIII. Al igual
que ocurre con valer e importar, parece ser la época actual en la que hay un aumento
significativo del empleo exclusivo con minimizador:

Negación preverbal y minimizador Solo minimizador


Siglo XVI 23 0 23
Siglo XVII 73 0 73
Siglo XVIII 6 1 7
Siglo XIX 12 12 24
Siglo XX 12 11 23
Siglo XXI 0 6 6
126 30 156

Tabla IV: Verbo darse + minimizador

En el caso del verbo importar con minimizador, comprobamos que es muy ha-
bitual y, curiosamente, son mucho más habituales los usos negativos con minimiza-
dor que los usos negativos con negación y minimizador:

Negación preverbal y minimizador Solo minimizador


1550-1600 2 0 2
1601-1650 10 0 10

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José Luis Cifuentes Honrubia

1651-1700 1 0 1
1701-1750 0 1 1
1751-1800 10 13 23
1801-1825 2 1 3
1826-1850 6 2 8
1851-1875 5 8 13
1876-1900 23 26 49
1901-1925 9 18 27
1926-1950 19 39 58
1951-1975 26 101 127
1976-1985 19 82 101
1986-1995 21 183 204
1996-2005 81 415 496
2006- 60 506 566
294 1395 1689

Tabla V: Verbo importar + minimizador

Así pues, en la construcción de verbos de estima y valoración con minimizador


encontramos dos fases del ciclo de Jespersen: aquella en la que el minimizador es
usado como refuerzo de la negación preverbal, y otra, posterior, en la que la negación
recae exclusivamente en el minimizador. Las dos fases coexisten temporalmente en
la actualidad. Es especialmente significativo a este respecto el caso del verbo impor-
tar, tanto por la frecuencia de uso del mismo con minimizador como, especialmen-
te, por la frecuencia de uso de la construcción exclusivamente con minimizador, de
forma que en la actualidad podríamos decir que esta última es la construcción no
marcada, sin duda.

2.3. Minimizadores y negación preverbal

Pero el funcionamiento de los minimizadores como elemento de negación no


acaba en la descripción anterior. Es muy interesante que, en la actualidad, se do-
cumente la construcción enfática exclamativa con minimizador vulgar señalando
rechazo expresivo del hablante hacia lo dicho por el interlocutor y pudiendo funcio-

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146 65


Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

nar como negación de lo referido. Asensio (1998: 207) incorpora como expresiones
de rechazo el esquema [Y] un/una + sustantivo: ¡Una mierda!, ¡una leche!, ¡y un
carajo!, ¡y un huevo!, etc.
Incluso podemos encontrar ejemplos de dichas construcciones encabezando
como negación una oración de forma inmediatamente anterior al verbo:

¡Y un huevo voy a hablar con ese baboso, ni aunque me dé el mejor trabajo del
mundo...! 2015 Laforet, Silvia: Dónde puedo alquilar una primavera.

Tenemos, pues, una construcción con un fuerte valor expresivo y enfático, de-
bido a la exclamación y al valor coloquial-vulgar de la construcción, de forma que al
ir antepuesta al verbo (voy a hablar) funciona como negación del mismo.
Asensio (1998: 207) señala como posible origen para estas construcciones la
expresión y un jamón, usada irónicamente con el sentido de ‘sí, de acuerdo, y además
un jamón’. No me parece correcta esa posibilidad, pues el primer ejemplo que hemos
acreditado de y un jamón usado negativamente es de 1927, con ejemplos habituales
desde entonces:

La Sini ¡Ahora sales con esa petenera!


El Golfante ¡Mis principios!
La Sini ¡Y un jamón! (1927, Valle Inclán, Ramón María del: “La hija del capi-
tán”, Martes de carnaval)

—Y un jamón... Podemos salir de guatemala pa entrar en guatepeor. (1938 Ser-


pa, Enrique: Contrabando)

Ahora bien, el uso de minimizadores, especialmente vulgares o tabú, como ele-


mentos de rechazo y negación es muy anterior. De hecho, encontramos ejemplos en
los siglos XVII, XVIII y XIX20:

Dato Una mujer.


Franco Pues esperémosla.
Dato ¡Un diablo!
 Que hay cadena aquí más gorda
que rosario de ermitaño.
Franco ¡Espera! (1652 Moreto, Agustín: El lego del Carmen. San Franco de
Sena)
20
En el siglo XVII ya encontramos la construcción con minimizador no dársele un diablo, y en el
XVIII no importar un diablo y no valer dos diablos sisados. Del XVIII son también las primeras acredi-
taciones de no valer un demonio y no valer un cuerno.

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José Luis Cifuentes Honrubia

Pues, por amor de Dios, luego se vea si convienen mujeres en la aldea, y lo


primero que hay matrimonio; porque estar sin mujeres ¡un demonio! (1761
Cruz, Ramón de la: El pueblo sin mozas)
Chusco. Saca la espada y riñamos.
Francés. ¿Yo reñir por las mujeres? ¡Un dimoño! (1780 Anónimo: La potajera
ola callera. Tonadilla a tres)

¿Y que toda vida les han de servir de esclavos 
los arrendatarios? ¡Un cuerno!
¡que pasen unos días, y veremos si la riqueza no se les vuelve jabón en las manos!
(1858 Díaz Castro, Eugenio: Manuela. Novela de costumbres colombianas)

Según la documentación que hemos recogido, el origen de la construcción pa-


rece que está vinculado con el uso del minimizador como elemento despectivo de
poco valor, o burlesco, referido a algún sujeto. El desprecio (o la burla) es usado
como elemento de rechazo. Y el rechazo será utilizado como negación:

sino que me favorezca Su Majestad para entender por descanso lo que es des-
canso, y por honra lo que es honra, y por deleite lo que es deleite, y no todo a él
revés, y ¡una higa para todos los demonios!, que ellos me temerán a mí. (1562-
1566 Santa Teresa de Jesús: Libro de la vida)

Al cabo de este cartel estaban muchas veces replicada aquella palabra escanda-
losa de Lutero, «Trotz, trotz», que en lengua tudesca es palabra de menospre-
cio, como acá si dijésemos «Una higa para ellos». (1604-1618 Sandoval, Fray
Prudencio de: Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V)

Marcela. Di que la condesa es fea.


Teodoro. Y un demonio para mí. (1613 Vega Carpio, Lope de: El perro del
hortelano)

Así pues, el origen de la construcción parece estar en el uso de algunos minimi-


zadores como elementos despectivos o burlescos hacia algún sujeto. Del desprecio se
llega al rechazo, y del rechazo a la negación, pues son conceptos metonímicamente
ligados. Es por ello que los elementos tabú o vulgares son más propicios a este tipo
de usos, aunque no son los únicos. Los elementos más comunes encontrados para
este tipo de usos son los siguientes: demonio, diablo, cuerno, carajo, rábano, culo,
leche, mierda, coño, corno, prisco, pepino, higa, porra. No obstante, la posibilidad de
expresión de minimizadores es mucho mayor que la atestiguada.

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Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

Por tanto, parece que podemos concluir que el uso de minimizadores, espe-
cialmente vulgares, antepuestos al verbo como expresión enfática de la negación es
independiente de las fases del ciclo de Jespersen, pues
a) Es algo atestiguado desde el siglo XVI, mucho antes de que se acreditara
en el siglo XVIII la fase de marcar la negación exclusivamente con el minimizador
como elemento postverbal.
b) La alternancia en el empleo de minimizadores postverbales con elementos
de negación preverbales y minimizadores postverbales exclusivos como marcas de
negación se da únicamente con verbos de estima y valoración, sin embargo, el uso de
minimizadores, especialmente vulgares o tabú, como elementos de negación ante-
puestos al verbo tiene un espectro combinatorio verbal mucho más amplio:

“Nos vemos mañana”, le había dicho ella. “Un carajo nos vemos”, dictaminó
Borgovo en silencio. (2014 Birmajer, Marcelo: Las nieves del tiempo)

c) El uso de expresiones tabú o vulgares como elemento de rechazo y, por tanto,


como elemento de negación preverbal o enfático es muy amplio, y permite acoger
elementos que no suelen utilizarse como minimizadores, así, por ejemplo, construc-
ciones plurales:

¿Y qué pasa con él?


¿Él, quién?, dijo el Hombre que Hablaba, que ahora al parecer también se enfa-
daba un poco. ¿Quién? ¡mis cojones! Aquí dentro no hay nadie más que usted
y yo. Él, como usted lo llama, no está aquí y nunca ha estado. Usted a él no lo
ha visto nunca. Él no tiene nada que ver con esto. Él no existe. (2014, Loriga,
Ray: Za Za, emperador de Ibiza)

Quizás podríamos concluir con la idea de Poletto (2016: 837) de que si bien el
ciclo de Jespersen parece ser un desarrollo universal posible de marcadores de nega-
ción, puede ser desencadenado por un conjunto complejo de propiedades no siem-
pre presentes en las lenguas románicas, ni en la misma medida, de forma que cada
lengua tiene propiedades independientes que han acelerado, ralentizado o bloquea-
do el ciclo, algo también esbozado por Larrivée (2011) al preferir una amplia con-
cepción de «vías de cambio» mejor que un ciclo. En definitiva, según palabras de
Van der Auwera (2010: 101), el proceso es lo suficientemente complejo como para
justificar el poder hablar de ‘ciclos’ más que de ‘ciclo’. Así pues, debemos diferenciar
los siguientes procesos: a) el uso de minimizadores como refuerzo de la negación es
algo que se da desde los orígenes del idioma, y viene plasmado en un espectro muy

68 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


José Luis Cifuentes Honrubia

amplio de verbos. b) El uso de minimizadores como expresión de la negación se da


a partir del siglo XVIII, y viene limitado a las construcciones con verbos de estima
y valoración, en especial con el verbo importar, que parece haberse especializado
en estos usos negativos. c) El uso de minimizadores, especialmente vulgares, como
elementos de negación enfática antepuestos al verbo se da a partir del siglo XVI, y
parece independiente de los anteriores procesos, por cuanto es la idea de rechazo lo
que origina su uso, y no son minimizadores los únicos elementos que pueden fun-
cionar de esta forma.
Debemos añadir igualmente que el uso del verbo importar como marca de ne-
gación parece verse corroborado también por otros datos: no hemos encontrado
ejemplos en los corpus estudiados, pero Asensio (1998: 216) señala que ha docu-
mentado en el habla infantil la expresión ¡Me importa!, querido significar con ello
‘no me importa nada’:

-¿No me dejas jugar con tu muñeca? ¡Pues no te “ajunto”!


-¡Me importa!

Curiosamente, Llop Naya (2017: 101) constata este mismo hecho para el ca-
talán, y comenta que entre los hablantes más jóvenes de catalán existe la tendencia
a construir frases con sentido negativo con el verbo importar mediante el uso ex-
clusivo y único de la primera persona del singular del presente de indicativo, sin el
operador no: m’importa, significando ‘no m’importa’.
De alguna forma, parece como si importar tuviera la tendencia a identificar su
significado con el valor negativo, lo cual explicaría la proporción extraordinaria de
usos con minimizador sin inductor negativo. Esta valoración negativa de importar
puede verse corroborada por las siguientes pruebas (Asensio 1998: 216-218):
a) Existe la construcción ¿y [a x] qué [le/te…] importa? Se trata de una cons-
trucción interrogativa marcada en la que el hablante presupone que el sujeto no es
de interés (no importa) para el dativo. Dicha construcción puede enfatizarse aún
más con términos vulgares y malsonantes intercalados tras el interrogativo: ¿y a ti
qué cojones/coño… te importa? En ocasiones el verbo importar puede desaparecer de
la construcción, o ser sustituido por un verbo de lengua (contar, decir, etc.) o algunas
otras variaciones, pero en estos casos, más que indicar negación, la construcción se-
ñala indiferencia (consecuencia de no importar algo, evidentemente):

—Julia sigue enferma —dijo al fin Andrés.


—¿Y a mí qué? Contestó Fidel alzando el labio superior con gesto de despreo-
cupación. (1981 Guelbenzu, José María: El río de la luna)

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146 69


Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

b) La construcción [Le/te…] importará [a él/ti…] mucho es muy parecida a la


anterior, si bien el verbo importar suele estar ahora en futuro (no en presente como
en la construcción anterior), hay un cambio de modalidad (de interrogativa a aser-
tiva), y en lugar del interrogativo qué aparece el cuantificador mucho. El significado
también es negativo: me importará a mí mucho.

3. TIPOS DE MINIMIZADORES CON VERBOS DE ESTIMA Y


VALORACIÓN

Anteriormente comentamos los números globales de la combinación de verbo


de estima y valoración con minimizador. Pasamos ahora a detallar la combinatoria
con el tipo específico de minimizador y su datación según los datos de los corpus
consultados. Los elementos en redonda significan que la construcción enfática con
minimizador se ve introducida por un inductor negativo preverbal. Los elementos
en cursiva y sombreado significan que la construcción solo tiene como marca de
negación el minimizador.
El verbo preciar solo tiene ejemplos en la Edad Media. Los datos encontrados
nos aportan lo siguiente:

XII XIII XIV


Figo 1 1 4 6
Clavo - - 1 1
Dos castañas - - 1 1
Dos piñones - - 1 1
Dos nueces - - 1 1
Gorrión - 1 - 1
Tres chirivías - 1 - 1
Tres avellanas - 1 - 1
1 4 8 13

Tabla VI: Minimizadores con el verbo preciar

El verbo valer también tiene ejemplos desde la Edad Media, pero su empleo
llega con amplia documentación hasta nuestros días. A partir del siglo XVIII encon-
tramos ejemplos de combinación con minimizador como única marca de negación:

70 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


José Luis Cifuentes Honrubia

XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI


Higo 1 5 3 2 5 9 - - 1 - 26
Dos higos - - - - - - - 1 - - 1
Tres figas - 2 - - - - - - 1 - 3
Ni una higa - - - - - - 1 - - - 1
Tres cañaveras - 1 - - - - - - - - 1
Ajo - 1 - - - - - - - - 1
Dinero - 5 1 1 2 - - - - - 9
Cuatro - - - - - - - - 1 - 1
dineros
Arveja - 1 1 - 2 2 - 1 1 - 8
Dos arvejas - - 1 - - - - - - - 1
Tres arvejas - 2 - - - - - - - - 2
Cabello - 1 - - - - - - - - 1
Pera - 1 - 1 - - - - - - 2
Paja - 1 - 1 - 1 - - - - 3
Dos pajas - - - 1 - - - - - - 1
Haba - 3 1 1 - - - - - - 5
Dos habas - - - - - 2 - - 4 - 6
Zapato - - 1 - - - - - - - 1
Pepión - - 1 - - - - - - - 1
Prisco - - 1 - - - - - 2 - 3
Abutarda - - 1 - - - - - - - 1
Caracol - - 1 - 1 2 - - - - 4
Meaja - 1 2 - - - - - - - 3
Çermeña - - 1 - - - - - - - 1
Nuez - - 1 - 1 - - - - - 2
Castaña - - 1 - 1 - - - - - 2
Dos castañas - - 1 - 1 - - - - - 2
Dos o tres - - 1 - - - - - - - 1
novenes
Dos viles - - 1 - - - - - - - 1
torteros
Pelo - - - 1 1 1 - - - - 3

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146 71


Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI


Grano de - - - 1 - - - - - - 1
mijo
Grano - - - - - 1 - - - - 1
Cornado - - - 2 2 2 - - - - 6
Tres cornados - - - - 1 - - - - - 1
Pepino - - - 1 - - - 3 3 5 12
Pepino - - - - - - - - - 5 5
Dos pepinos - - - - - - - - 2 2
Tres pepinos - - - - - - - - 1 - 1
Cogombro - - - 1 - - - - - - 1
Cuatro - - - 1 - - - - - - 1
cogombros
Cuatro - - 1 - - - - - - - 1
sueldos
Alfiler - - - - 2 - 1 1 - - 4
Dos alfileres - - - - - - - 1 - - 1
Carlín - - - - 1 - - - - - 1
Cuatrín - - - - 2 1 - - - - 3
Cuarto - - - - 2 3 2 - - - 7
Dos cuartos - - - - - 1 - 9 1 - 11
Dos cuartos - - - - - - - 1 - - 1
Cuatro - - - - - 1 - - - - 1
cuartos
Cuartillo - - - - - - - - 1 - 1
Real - - - - 4 1 - 3 2 1 11
Dos reales - - - - 1 2 - 2 5 - 10
Dos reales - - - - - - - - - 2 2
Siete reales - - - - - 1 - - 1 - 2
Ocho reales - - - - 1 - - - - - 1
Maravedí - - - - 4 2 - 2 - - 8
Dos - - - - 1 3 - - 1 - 5
maravedís
Cuatro - - - 1 - - - - 1 - 2
maravedís

72 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


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XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI


Siete - - - - 1 - - - - - 1
maravedís
Ni un - - - - - - - 1 - - 1
maravedí
Clavo - - - - 4 2 1 - - 1 8
Escorza - - - - 1 - - - - - 1
Bagatín - - - - 1 - - - - - 1
Bao - - - - 1 - - - - - 1
Cacao - - - - 2 1 - - 1 - 4
Peso - - - - 1 - - - 1 4 6
Cuatro pesos - - - - - - 1 - - - 1
Ni dos pesos - - - - - - - - - 1
Corvado - - - - 1 - - - - - 1
Altramuz - - - - 1 - - - - - 1
Cero - - - - 1 - - - - - 1
Caco - - - - 1 - - - - - 1
Comino - - - - 1 - 1 1 11 1 15
Comino - - - - - - - - - 4 4
Dos cominos - - - - - - - 5 - - 5
Tres cominos - - - - - - - 1 1 - 2
Pito - - - - 1 1 2 7 3 1 15
Pito - - - - - - - 1 - 4 5
Cáscara - - - - 1 - - - - - 1
Sardina - - - - 1 1 - - - - 2
Mínima - - - - 1 - - - - - 1
Cabello - - - - - 1 - - - - 1
Ardite - - - - - 1 - - - - 1
Ardite - - - - - - 1 - - - 1
Dos ardites - - - - 1 - - 1 - - 2
Dos ducados - - - - 1 1 - - - - 2
Cinco - - - - - - 1 - - - 1
ducados
Seis ducados - - - - - 1 - - - - 1
Tito - - - - - 1 - - - - 1

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Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI


Cáscara de - - - - - 1 - - - - 1
nuez
Branca - - - - - 1 - - - - 1
Blanca - - - - - 1 - - - - 1
Dos blancas - - - - - 1 - - - - 1
Dos chochos - - - - - 1 - - - - 1
Dos diablos - - - - - 1 - - - - 1
sisados
Demonio - - - - - - 1 - - - 1
Demonio - - - - - - - - - 1 1
Cuerno - - - - - - 2 3 - - 5
Cuerno - - - - - - - - - 1 1
Diantre - - - - - - 2 - - - 2
Bledo - - - - - - - 2 - - 2
Bledo - - - - - - - - 1 - 1
Pitoche - - - - - - - 5 - - 5
Carámbano - - - - - - - 1 - - 1
Pepinillo - - - - - - - 1 - - 1
Pucho - - - - - - - 1 - - 1
Ochavo - - - - - - - 1 2 - 3
Ochavo - - - - - - - 1 - - 1
Dos ochavos - - - - - - - 1 - - 1
Céntimo - - - - - - - 1 2 1 4
Dos céntimos - - - - - - - 1 - - 1
Ni dos cénti- - - - - - - - - - 1 1
mos de euro
Gota de - - - - - - - 1 - - 1
sangre
Aljofifa - - - - - - - 1 - - 1
Pieza de cobre - - - - - - - 1 - - 1
Chita - - - - - - - 1 - - 1
Peseta - - - - - - - 1 - - 1
Peseta - - - - - - - - 1 - 1
Dos pesetas - - - - - - - 1 1 - 2

74 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


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XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI


Dos pesetas - - - - - - - - 1 - 1
Perra - - - - - - - 1 - - 1
Dos perras - - - - - - - - 2 - 2
gordas
Ni un kopeck - - - - - - - 1 - - 1
Petillo - - - - - - - - 1 - 1
Óbolo - - - - - - - - 2 - 2
Dinar - - - - - - - - 2 - 2
Segundo - - - - - - - - 1 - 1
Níquel - - - - - - - - 1 - 1
Boliviano - - - - - - - - 1 - 1
Ojo de la cara - - - - - - - - 1 - 1
(*)
Cabo de - - - - - - - - 1 - 1
tabaco
Cuatro - - - - - - - - 1 - 1
tabacos
Confite - - - - - - - - 1 - 1
Duro - - - - - - - - 6 5 11
Duro - - - - - - 1 - - - 1
Dos duros - - - - - - - - 1 - 1
Seis duros - - - - - - - 1 - - 1
Ni un duro - - - - - - - - 1 4 5
Ni un durillo - - - - - - - - - 1 1
Cacahuete - - - - - - - - 1 1 2
Cacahuete - - - - - - - - - 1 1
Centavo - - - - - - - - 2 7 9
Cinco centavos - - - - - - - - 1 1 2
Ni un centavo - - - - - - - - - 3 3
Ni dos - - - - - - - - - 1 1
centavos
Ni medio - - - - - - - - - 1 1
centavo
Ni cinco - - - - - - - - - 1 1
centavos

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Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI


Perro chico - - - - - - - - 1 - 1
Adarme - - - - - - - - 1 - 1
Volapié - - - - - - - - 1 - 1
Un trozo de - - - - - - - - 1 - 1
encurtido
Pimiento - - - - - - - - 3 12 15
Pimiento - - - - - - - - 1 - 1
Ápice - - - - - - - - 1 1 2
Habano - - - - - - - - 1 - 1
Mango - - - - - - - - 1 - 1
Ni dos - - - - - - - - - 1 1
mangos
Carajo - - - - - - - - 1 8 9
Carajo - - - - - - - - 1 2 3
Rábano - - - - - - - - 1 - 1
Rábano - - - - - - - - - 2 2
Dos rábanos - - - - - - - - - 1 1
Cobre - - - - - - - - 1 - 1
Ni un cobre - - - - - - - - - 1 1
Jirón - - - - - - - - 1 - 1
Sopa - - - - - - - - 1 - 1
Mierda - - - - - - - - 2 10 12
Mierda - - - - - - - - - 3 3
Ni mierda - - - - - - - - 1 1 2
Ni media - - - - - - - - - 1 1
mierda
Dos dracmas - - - - - - - - 1 - 1
Dos onzas - - - - - - - - 1 - 1
Bicoca - - - - - - - - 1 - 1
Eructo - - - - - - - - 1 - 1
Quinto - - - - - - - - - 1 1
Ni un quinto - - - - - - - - - 1 1
Cagao - - - - - - - - - 1 1
Quilo - - - - - - - - - 1 1

76 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


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XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI


Corno - - - - - - - - - 1 1
Pavo - - - - - - - - - 1 1
Dólar - - - - - - - - - 1 1
Ni un dólar - - - - - - - - - 1
Ni guay - - - - - - - - - 1 1
Ni porra - - - - - - - - - 1 1
Ni un chelín - - - - - - - - - 1 1
Chingada - - - - - - - - - 1 1
Chingada - - - - - - - - - 2 2
Vaina - - - - - - - - - 1 1
Bozal de - - - - - - - - - 1 1
arena
Coño - - - - - - - - - 1 1
Almácigo - - - - - - - - - 1 1
Culo - - - - - - - - - 1 1
Huato - - - - - - - - - 1 1
Pepa - - - - - - - - - 1 1
Lenteja - - - - - - - - - 1 1
Cinco cheles - - - - - - - - - 1 1
Ni cinco - - - - - - - - - 1 1
huevos
Ni cinco … - - - - - - - - - 1 1
Ni siete, ni - - - - - - - - - 1 1
seis, ni 5
… - - - - - - - - - 1 1
1 24 21 15 57 51 17 68 103 128 485

Tabla VII: Minimizadores con el verbo valer

Los usos con el verbo darse también llegan hasta nuestros días, ahora bien, su
frecuencia de empleo será menor que la dada con valer y, especialmente, importar.
A partir del siglo XVIII encontramos ejemplos con minimizador como única marca
de negación:

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146 77


Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

XVI XVII XVIII XIX XX XXI


Maravedí 3 1 - - - - 4
Dos maravedís 1 2 - - - - 3
Diablo - 1 - - - - 1
Clavo 2 7 1 - - - 10
Jeme - - - - 1 - 1
Bledo 1 1 - 1 1 - 4
Bledo - - - 1 - - 1
Dos bledos - 1 - - - - 1
Dos bledos - - - 1 - - 1
Dos chichos - 1 - - - - 1
Dos chochos - 1 - - - - 1
Cornado 2 1 - - - - 3
Dos cornados 1 - - - - - 1
Comino - 4 - 1 2 - 7
Comino - - 1 - 1 - 2
Dos cominos - - - 1 - - 1
Tres cominos - - - 1 - - 1
Real 1 1 - - - - 2
Dos reales - 2 - - - - 2
Pito 1 2 - - - - 3
Pito - 1 3 1 - 5
Tres pitos - 1 - - - - 1
Tres pitos - - 1 - - 1
Pizca - 1 - - - - 1
Prisco - 1 - - - - 1
Castañeta 3 3 - - - - 6
Cuarto 2 7 1 1 - - 11
Avellana - 1 - - - - 1
Hongo - 1 - - - - 1
Ardite 2 3 1 2 5 - 13
Ardite - - - 1 4 1 6
Dos ardites - 1 - - - - 1

78 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


José Luis Cifuentes Honrubia

XVI XVII XVIII XIX XX XXI


Pera - 1 - - - - 1
Rábano - - - 1 - - 1
Rábano - - - 1 - - 1
Berenjena - 1 - - - - 1
Pitoche - - - - 1 - 1
Hilacha - 1 - - - - 1
Ochavo - 1 - - - - 1
Caracol - 1 - - - - 1
Dos caracoles - 1 - - - - 1
Tres caracoles - - - 1 - - 1
Higo - 2 1 - - - 3
Higo - - - - 1 - 1
Dos higos 1 - - - - - 1
Higa 1 1 - 5 1 - 8
Higa - - 2 3 5 10
Dos nueces 1 - - - - 1
Pelo - 1 1 - - - 2
Alfiler - 1 - - - - 1
Dos alfileres - 1 - - - - 1
Zeotí - 1 - - - - 1
Arbeja - 7 - - - - 7
Dos arbejas - 1 - - - - 1
Blanca - 2 - - - - 2
Dos blancas - 1 - - - - 1
Cuatro blancas - 1 - - - - 1
Paja - 1 - - - - 1
Pimiento - - - 1 - 1
Las coplas - 2 - - - - 2
Lo que piso - 1 - - - - 1
Gota de agua 1 - - - 1 - 2
23 73 7 24 23 6 156

Tabla VIII: Minimizadores con el verbo darse

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146 79


Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

El verbo importar es, con mucho, el más frecuente. De igual forma, presenta
desde el siglo XVIII ejemplos de combinación con minimizador como única marca
de negación, siendo esta su característica más destacada, pues la combinación actual
es mayoritaria en este sentido, frente a la construcción con minimizador como re-
fuerzo de la negación preverbal, lo que parece otorgar al verbo importar, tal y como
hemos señalado anteriormente, una cierta especialización en contenidos negativos:

1801- 1851- 1901- 1951- 1976- 1986- 1996-


XVI XVII XVIII 2006-
1850 1900 1950 1975 1985 1995 2005
paja 1 - - - - - - - - - - 1
dos pajas - 1 - - - - - - - - - 1
cereo 1 - - - - - - - - - - 1
clavo - 1 - - - - - - - - - 1
clavo - - - - - - - - - 1 - 1
ardite - 1 - 4 3 4 3 2 - 2 - 19
ardite - - - - 1 3 1 - 1 1 1 8
tres ardites - 1 - - - - - - - - - 1
arveja - 1 - - - - - - - - - 1
blanca - 1 - - - - - - - - - 1
pelo - 2 - - - - - - - - - 2
bledo - 2 4 2 9 7 1 3 1 11 6 36
bledo - - 7 3 9 14 26 21 52 73 112 317
dos bledos - - - - 1 - - - - - - 1
tres bledos - - - - - - - - - 2 - 2
puñado de
- 1 - - - - - - - - - 1
alverjones
haba - - 1 - - - - - - - - 1
lenteja - - 1 - - - - - - - - 1
diablo - - 3 - 1 - - - - - - 4
cornado - - 1 - - 1 - - - - - 2
comino - - 1 1 6 3 11 3 2 17 10 54
comino - - 1 - 6 7 25 8 28 55 66 196
dos cominos - - - - 1 1 - - - - - 2
tres
- - - - 1 - - - - - - 1
cominos
tres cominos - - - - - 1 - - - - 1 2
higo - - 1 - - 1 1 - - - - 3
calabaza - - 1 - - - - - - - - 1
caracol - - - 1 - - - - - - - 1
cabello - - - - 1 - - - - - - 1
rábano - - - - 4 2 - 4 3 4 1 18

80 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


José Luis Cifuentes Honrubia

1801- 1851- 1901- 1951- 1976- 1986- 1996-


XVI XVII XVIII 2006-
1850 1900 1950 1975 1985 1995 2005
rábano - - - - 4 6 5 8 22 34 41 120
carámbano - - - - 1 - - - - - - 1
zorro - - - - 1 - - - - - - 1
pito - - - - 2 5 3 1 1 9 6 27
pito - - 2 - 5 10 22 11 14 43 33 140
dos pitos - - 1 - - 1 - - - - - 2
tres pitos - - - - - 2 1 - - 2 4 9
cuatro pitos - - - - 1 - - - - - - 1
higa - - - - - 1 - - 1 1 1 4
higa - - - - 1 2 2 5 2 7 5 24
dos higas - - - - - - - 1 - - - 1
futesa - - - - - 1 - - - - - 1
cuerno - - - - - 2 - - - - 1 3
cuerno - - - - - - 1 1 1 5 10 18
pimiento - - - - - 1 - 2 2 2 3 10
pimiento - - - - - 2 - 1 19 12 31 65
tres pimien-
- - - - - - - - - 1 2 3
tos
repudio - - - - - 1 - - - - - 1
carajo - - - - - - 1 1 5 18 14 39
carajo - - - - - - 6 16 23 70 76 191
tres carajos - - - - - - - - 1 - - 1
tres carajos - - - - - - - - - 11 3 14
ni un carajo - - - - - - 1 - - - - 1
grano de
- - - - - 1 - - - - - 1
anís
jeme - - - - - 1 - - - - - 1
pepino - - - - - - 1 - 1 5 - 7
pepino - - - - 3 - 3 2 5 30 29 72
tres pepinos - - - - 1 - 1 - 2 1 2 7
garbanzo - - - - - 2 - - - - - 2
pitillo - - - - - 1 - - - - - 1
pejín - - - - - 1 - - - - - 1
falseo - - - - - 1 - - - - - 1
alpiste - - - - - - 1 - - - - 1
ni pum - - - - - - 1 - - - - 1
mierda - - - - - - 1 1 - 7 8 17
mierda - - - - - - - - 1 25 56 82
ni mierda - - - - - - - - - - 1 1
chingada - - - - - - - - - 1 - 1
chingada - - - - - - 1 1 2 2 1 7

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Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

1801- 1851- 1901- 1951- 1976- 1986- 1996-


XVI XVII XVIII 2006-
1850 1900 1950 1975 1985 1995 2005
mendrugo - - - - - - 1 - - - - 1
repepino - - - - - - - 1 - - - 1
repepino - - - - - - - 4 - 2 - 6
despojo - - - - - - - 1 - - - 1
pitoche - - - - - - - - 1 - - 1
duro - - - - - - - - 1 - - 1
adarme - - - - - - - - 1 - - 1
cipote/
- - - - - - - - - 1 - 1
sipote
cipote - - - - - - - - 1 - - 1
huevo - - - - - - - 1 - 1 1 3
huevo - - - - - - 1 1 4 8 13 27
puñeta - - - - - - 1 - - - - 1
fregada - - - - - - 1 - - - - 1
tres puñetas - - - - - - 1 - - - - 1
ápice - - - - - - - - 1 - - 1
soto - - - - - - - - - 1 - 1
chita - - - - - - - - 1 - - 1
zurra - - - - - - - - 1 - - 1
sombrilla - - - - - - - - 1 - - 1
miga de pan
- - - - - - - - 1 - - 1
mohoso
cacahuate - - - - - - - - - 1 - 1
cacahuete/
- - - - - - - - - 2 - 2
cacahuate
culo - - - - - - - - - 9 10 19
ni culo - - - - - - - - - - 1 1
vatio - - - - - - - - - 1 - 1
joraca - - - - - - - - - 1 - 1
rabino - - - - - - - - - 1 - 1
rabito
- - - - - - - - - 1 - 1
fermentado
chele - - - - - - - - - 1 - 1
burro - - - - - - - - - 1 - 1
picha - - - - - - - - - 1 - 1
hueva/huea - - - - - - - - - 1 1 2
raja - - - - - - - - - 1 7 8
ni pizca - - - - - - 2 - - - - 2
ni jí - - - - - - - - - - 1 1
cuesco - - - - - - - - - - 1 1
porno - - - - - - - - - - 1 1

82 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


José Luis Cifuentes Honrubia

1801- 1851- 1901- 1951- 1976- 1986- 1996-


XVI XVII XVIII 2006-
1850 1900 1950 1975 1985 1995 2005
cojón - - - - - - - - - - 1 1
tres cojones - - - - - - - - - 7 4 11
coño - - - - - - - - - - 2 2
coño - - - - - - - 1 - - - 1
jota - - - - - - - - - - 1 1
leche - - - - - - - - - - 1 1
tres leches - - - - - - - - 1 - 2 3
bleda - - - - - - - - - - 1 1
Sida - - - - - - - - - 1 - 1
pincho - - - - - - - - - - 1 1
cinco - - - - - - - - 1 1 1 3
… (m/tres c/
- - - - - - 1 - - 1 1 3
tres)
2 11 24 11 62 85 127 101 204 496 566 1689

Tabla IX: Minimizadores con el verbo importar

Del contraste de minimizadores con los cuatro verbos estudiados, parecen des-
prenderse algunas conclusiones:
Ya hemos comentado anteriormente la comparación que subyace al empleo de
los minimizadores. Este hecho es especialmente relevante en el caso de los verbos
de estima y valoración, pues puede ocurrir que haya una comparación explícita y no
escalar:

cuando ya no importan ni los miaos de perro, ni el granado machorro que no


pare granadas, ni el maldito calor, ni el desierto de Gobi, ni todo lo que pasa en
Carora, (1986, Morón, Guillero: el gallo de las espuelas de oro)

En el ejemplo anterior, los miaos de perro considero que no debe de entenderse


como minimizador aunque se trate de algo despreciable y, por tanto, asociable a un
valor mínimo, pues considero que no hay valor escalar, sino que el elemento, aun-
que despreciable, está considerado como tal, sin establecer la comparación implícita
propia de la escala evaluativa. Este hecho entraña una gran dificultad en el análisis
de los verbos considerados, por cuanto en muchas ocasiones pueden surgir dudas de
si realmente se está estableciendo una comparación implícita propia de la escala eva-
luativa, o la valoración y estima está siendo considerada propiamente tal. Este hecho
es especialmente relevante con el verbo valer, ya que el valor parece más propicio a
ser considerado propiamente tal, aun siendo mínimo, que no escalar:

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Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

no hay puta que valga un maravedí, ni dé de comer a un gato, (1528, Delicado, Fran-
cisco: La Lozana Andaluza)

Estamos de acuerdo en parte con Rueda (1997: 296) cuando señala que los mi-
nimizadores en español no son como pas o point en francés, ni han adquirido el valor
negativo como nadie o nada, pues los minimizadores en español (salvo ejemplos como
los últimos nadie, nada, etc., recogidos) no han evolucionado funcionalmente como
en francés. Sin embargo, no estamos de acuerdo cuando afirma que los minimizadores
en español no han perdido su contenido semántico convirtiéndose en instrumentos
gramaticales al servicio de la negación. En primer lugar, debemos considerar que los
minimizadores en español no hay que considerarlos individualmente, sino dentro de
la construcción en que se insertan, y ahí debemos hacer una división entre las cons-
trucciones con verbos de estima y valoración, en las que el minimizador puede ser
el elemento exclusivo de la negación, y en algunos casos (como con importar) es la
construcción más representativa, y construcciones con otras clases verbales, en las que
el minimizador necesita obligadamente la presencia del inductor negativo preverbal.
Por otro lado, y salvo los casos de comparación explícita comentados previamente, el
minimizador ha perdido su valor semántico y funciona exclusivamente como refuerzo
de la negación. Ello viene acreditado por diversas razones: en las construcciones con
minimizador e inductor negativo preverbal, por la implicatura escalar representada,
que pone de manifiesto su comportamiento como término de polaridad negativa, de
forma que en lugar de señalar un contenido específico da lugar a un contenido inde-
terminado, y la negación de un cuantificador indeterminado dará lugar a una cantidad
nula. Es cierto que en ciertas construcciones con el verbo valer combinado con un mi-
nimizador referido a monedas, verduras, etc., podría haber dudas en el significado de la
construcción, pues existiría la posibilidad de que el sustantivo minimizador estuviera
considerado en su valor propio, y no por la implicatura escalar implicada. No obstante,
en construcciones como no entiendo un pimiento, no veo un pijo o no me importa un
comino, el minimizador no está considerado en su significado como sustantivo inde-
pendiente, sino que hay que entenderlo dentro de la escala pragmática implicada, espe-
cialmente porque un pimiento no es objeto de entendimiento, un pijo no es figura de la
percepción visual en el ejemplo tratado, y un comino no tiene relevancia para ser objeto
de importancia. Las construcciones con valer, darse y, especialmente, importar con mi-
nimizador y sin inductor negativo preverbal, surgen en el XVIII por evolución de las
construcciones con negación preverbal, al amparo del denominado ciclo de Jespersen,
pero considerando la construcción en su conjunto, y no el minimizador aislado. En
estos casos, hay un contenido negativo, contenido negativo que no viene dado por el
valor semántico independiente del sustantivo minimizador, sino por el desarrollo de

84 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


José Luis Cifuentes Honrubia

la implicatura escalar pragmática previa en el marco del ciclo de Jespersen. Así, me im-
porta un comino supone una forma marcada y enfática de negación de la importancia
del sujeto, con mayor énfasis que la expresión con inductor negativo preverbal, dado
el carácter habitual y frecuente de esta forma última de expresión de la negación. Este
paso en el ciclo de Jespersen, en español, no se ha centrado en un minimizador, sino en
la construcción con minimizador, donde el papel del verbo de estima y valoración es
fundamental, pues otras clases de verbos no permiten este funcionamiento.
El uso de minimizadores antepuestos al verbo como expresión enfática de la ne-
gación no lo entendemos como una fase más en el desarrollo del ciclo de Jespersen,
pues se trata de un uso que ha aparecido de forma independiente a las construcciones
con minimizador. Ello queda acreditado temporalmente, pues se muestra a partir del
siglo XVI, cuando el uso de minimizador sin inductor negativo preverbal es a partir del
siglo XVIII, y queda también acreditado porque no está limitado a los verbos de estima
y valoración, que son los que permiten la combinación con minimizador sin inductor
negativo preverbal, sino que se da con un conjunto mucho más amplio de verbos.
El verbo importar es, con diferencia, el verbo más frecuente en su combinatoria
con minimizadores, pues supone cerca de un 350 % más de usos que los dados con el
verbo valer, a pesar de que este último tiene ejemplos desde la Edad Media e importar
surge a partir del XVII. Del verbo preciar solo hemos encontrado usos en la Edad Media
y, por tanto, la comparación no es correcta. El verbo darse tiene un desarrollo temporal
parecido a importar, pero es mucho más frecuente este último, más de un 1000 %.
Es especialmente relevante la combinatoria del verbo importar con elementos
tabú o vulgares. Representan el conjunto más diverso y numeroso de elementos. Frente
a ello, el verbo valer tiene una mayor diversidad combinatoria con frutas, verduras y
legumbres y, especialmente, con monedas. En los casos de preciar y dar, la mayor diver-
sidad combinatoria de elementos es con frutas, verduras y legumbres. Evidentemente
la combinatoria que hemos reproducido es simplemente representativa, pues viene
dada por los corpus de la RAE consultados, pero es obvio que pueden ser otros los
minimizadores posibles en la combinación, sea con los cuatro verbos objeto de estudio
(Martinell & Illamola 2017) o con otros (Rueda 1997; Coterillo 2007).
Los elementos más frecuentes en la combinatoria de cada verbo siguen la ten-
dencia general señalada. Así, suelen ser verduras, frutas y legumbres, con los cuatro
verbos21 (bledo, comino, rábano, pimiento, pepino –importar-, ardite, higa –dar-,
higo, pepino, comino, pimiento -valer-, higo –preciar-), elementos vulgares o tabú
con importar y valer (carajo y mierda), monedas con valer (cuarto, real, duro) y dar
(cuarto), y elementos insignificantes con importar (pito), dar (clavo) y valer (pito).
21
Martinell & Illamola (2017) analizan también la distribución geográfica de bledo, comino,
rábano, pepino y pimiento.

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Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

Algunos minimizadores no designan objetos pequeños, insignificantes o des-


preciables, sino acciones, que pueden ser insignificantes o despreciables, como chin-
gada, repudio, fregada, falseo, etc. El caso más interesante puede ser el recogido por
Correas: lo que piso, pues es algo totalmente inusual el que se trate de una oración, y
no de un sustantivo22, si bien no hay más ejemplos, salvo el dado por Correas.
Resulta muy relevante, y común, la combinación del minimizador con numera-
les (vid. tablas al respecto). La función del numeral no parece consistir en aumentar
la cantidad del elemento mínimo, sino en hacerlo todavía más insignificante, en tanto
que más cantidad = más despreciable = más insignificante. Los numerales aparecen con
los cuatro verbos estudiados y ello desde el siglo XIII. Así, preciar, a pesar de ser muy
pocos los ejemplos tratados, tiene distintos ejemplos de combinación con dos y tres.
Darse aparece también combinado con dos y tres. Importar aparece combinado con
dos, tres y cuatro. Y especialmente relevante es la combinación del verbo valer, pues
son muchos los ejemplos que aparecen con dos, tres, cuatro, pero también con cinco,
seis, siete y ocho. Incluso en alguna ocasión aparece algún numeral sin minimizador, o
acompañado de puntos suspensivos o inicial (m, c), como si de un eufemismo se trata-
ra. Los minimizadores, pues, siempre aparecen en singular, salvo cuando van acompa-
ñados por numeral, que entonces tienen que ir obligadamente en plural23.
A pesar de la gramaticalización de la construcción con minimizador, ya hemos
comprobado que puede combinarse con numeral para realzar precisamente el ca-
rácter insignificante o despreciable del mismo. De igual forma, y aunque no es muy
común, también encontramos la posibilidad de combinación del minimizador con
algún adjetivo que realza su valor insignificante o despreciable. Son especialmente
significativos a este respecto los minimizadores vulgares, aunque no exclusivamente:
mierda (soberana, buena, pedazo de, puta, dulce puñado de, toronja de, media), chin-
gada (celestial, puritita), picha (reverenda), raja (reverenda), hueva (soberana), carajo
(hijueputa, reverendo, puro), comino (reverendo), pepino (solo, solemne, soberano),
ardite (solo), dólar (cochino), torteros (viles), rabito (fermentado), diablos (sisados),
rábanos (partidos), mendrugo (buen), despojo (formal), cinco huevos (podridos).
22
No se me da lo ke piso. No se me da un klavo. No se me da nada. «No dársele a uno nada» es:
no darle kuidado ni pena, ni inportarle, ni irle en ello kosa alguna. (1627 Correas, Gonzalo: Vocabula-
rio de refranes y frases proverbiales)
23
Excepto el caso de las coplas de Calaínos y las coplas del perro de Alva, cuyo significado equi-
valente a ‘nada’ viene explicado por Correas a través de diversas metonimias. De igual forma, estas
construcciones, dado su cambio de significado, son las únicas que vienen introducidas por un artículo
determinado. Rueda (1997: 268) también señala como inusual un ejemplo con artículo indetermina-
do, pero al tratarse de una comparación explícita ponemos en duda y negamos el valor de la implicatura
escalar: no son ende más preçiados que la seca sardina. (1330-1343 Ruiz, Juan, Arcipreste de Hita: Libro
de buen amor)

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José Luis Cifuentes Honrubia

Excepcionalmente, encontramos algún caso de minimizador en diminutivo:


rabanito, rabito, pitillo, castañeta, cuartillo, durillo, granito. Incluso dudamos del
minimizador rabino, el cual, quizás, más que ser entendido a partir del sustantivo
vinculado a la comunidad judía (y ser interpretado con un valor despectivo), podría
interpretarse como una derivación apreciativa que fusiona rábano y rabo. También
encontramos un minimizador con prefijo intensificador: repepino, y en varias oca-
siones. La vacilación de género en algunos minimizadores también es excepcional24:
bledo / bleda, huevo / hueva. Es curioso también el caso de joraca, en tanto juego
eufemístico por carajo.
Aunque no comúnmente, algunos minimizadores pueden verse complementa-
dos por sintagmas preposicionales. Suelen ser partitivos, y el minimizador señala la
parte o porción más pequeña de un todo, de ahí que en ocasiones el todo pueda ser
explícito: un granito de esta aromática semilla de la sexitana edad, un grano de anís,
una miga de pan mohoso, un cabo de tabaco, una pieza de cobre, una cáscara de nuez,
una gota de sangre, un bozal de arena, un trozo de encurtido, un ápice de tu joven
vida, una sola gota de agua, un grano de mijo, etc. La mayoría de estos minimizadores
son sustantivos cuantificativos acotadores (RAE 2009: 799), es decir, que parcelan
o acotan cierta unidad en una materia. Hay algún ejemplo en el que el minimizador
no es el sustantivo cuantificador acotador que recibe un complemento sobre el que
cuantificar, como en los casos anteriores, sino el complemento cuantificado por el
sustantivo acotador (un pedazo de mierda). También hay algún caso de minimiza-
dor que puede ser entendido como sustantivo cuantificativo de medida (dos céntimos
de euro) y como sustantivo cuantificativo de grupo (un puñado de alverjones) (RAE
2009: 799)25. En alguna ocasión, el minimizador no señala la parte más pequeña de
un todo, sino un objeto mínimo o despreciable que se ve especificado en su tipología:
cuatro cogombros de los de Lopera, las coplas de Calaínos26, las coplas del perro de Alva27.
24
Mención aparte merece el caso de higa, debido a la cantidad de significados imbricados en la
relación higo/higa: Según Corominas y Pascual (1987), fica se originó a partir del neutro latino (‘hi-
gos’) y se conservó en algunas lenguas romances; no obstante, se conservó principalmente como nom-
bre del órgano genital femenino, de donde pasó a designar la acción que se ejecuta con la mano para
escarno de otra persona. En cuanto a bleda, no consideramos que se trate del sustantivo desusado con
el significado de ‘acelga’ recogido por la RAE, pues se trata de un ejemplo del español europeo de 2010.
Y hueva es normalmente usado en el español de Chile significando ‘testículo’, en sintonía con huevo.
25
Los sustantivos de medida establecen la medida o el cómputo de una magnitud (euro, en el
ejemplo encontrado), mientras que los sustantivos de grupo agrupan varias magnitudes (alverjones).
26
El carácter minimizador de coplas de Calaínos viene respaldado por la definición de la RAE:
«f. pl. coloq. Palabras o razonamientos a los que no se concede ninguna importancia», significado que
viene dado, probablemente, a partir de una metonimia por el personaje del mismo nombre.
27
El carácter minimizador de esta expresión viene dado, si hacemos caso a Correas, por el carác-
ter vulgar de dichas coplas.

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Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

Señalaba Mohren (1980: 16) que la presencia del minimizador con ausencia de
artículo es especialmente extraña en francés. Algo similar ocurre en español, pues son
pocos los casos en los que sucede y siempre con el focalizador ni (mierda, culo, pizca,
ji, pum, guay, porra). Ello no quiere decir que no sea posible la presencia de minimi-
zadores escuetos en español, especialmente desde la Edad Media hasta el siglo XVI
(Coterillo 2007: 353), pero combinados con otros verbos y no con los que estamos
analizando. Parece, pues, que ni modifica la tendencia de la construcción con mi-
nimizador a combinarse con minimizador introducido por artículo indeterminado,
que es lo habitual (salvo unos pocos ejemplos que hemos señalado). Podríamos con-
siderar a este respecto también que hemos encontrado ejemplos de construcciones
con verbo de estima y valoración combinado con ni y un minimizador con artículo
determinado, incluso construcciones oracionales seguidas a ni, tratándose en todos
los casos de elementos despreciables que, en la construcción estimativa, son compara-
dos de forma implícita en una escala evaluativa con valor mínimo:

estoi seguro / De que el papel no vale, ni la tinta / Que gasta aquél, que, como
tal le pinta. (1774 Isla, José Francisco de: El Cicerón)

ese jorobado que no vale ni la cortadura de una uña de mi verdadero esposo de


esta noche. (1916 Blasco Ibáñez, Vicente: Traducción de Las mil y una noches)

que la niña no valía ni para darle por el culo no / es que no valía para nada
(2010 PRESEGAL: COM_M21_041)

En los casos con sustantivo, al tratarse de elementos insignificantes o despre-


ciables, podemos tender a pensar su equivalencia con todo lo que llevamos dicho a
propósito de los minimizadores. Sin embargo, la construcción final, aun tratándose
de algo despreciable y equivalente a ‘nada’, nos hace pensar en que es un tipo de cons-
trucción distinta, pero equivalente semánticamente. Efectivamente son muchos los
ejemplos similares a este último que podemos encontrar, por ejemplo:

y Fray Diego no vale ni para asustar a un enemigo. (2003 Peña Tovar, Luz:
Yajicuení. Hijos del Tigre de Espesura)

Eres una mierda. No vales ni para matar a un chaval. (2003 Vallejo, Alfonso:
Culpable)

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José Luis Cifuentes Honrubia

Debemos considerar que la construcción con ni introduce una expresión que


denota algún valor extremo (RAE 2009: 3652), y ello independientemente de que
se combine con un minimizador o con verbos de estima o valoración. Es decir, ni
introduce una implicatura escalar similar a la señalada por Fauconnier a propósito
de los minimizadores pero sin necesidad de combinarse con minimizadores, aun-
que también pueda hacerlo. Así pues, ni introduce un valor extremo, que puede
coincidir con los minimizadores, o no, e incluso puede coincidir con un elemento
potencialmente minimizador, pero en estructura distinta, por ejemplo, introducido
por artículo determinado (la cortadura de una uña, la tinta que gasta). Este hecho
puede verse corroborado porque ni puede combinarse también con elementos ex-
tremos de una escala valorativa, pero no en el extremo inferior de la valoración, sino
en el extremo superior, de forma que, negando el extremo de una escala, sea inferior
o superior, se niega la escala completa:

y que para ésta nada importa ni la abundancia, ni la escasez de bienes temporales,


(1945 Torres, Arsenio: La carta magna del trabajo cristiano de S. S. León XIII)

no les importan ni la belleza ni los colores de las flores; (1962 Isaza de Jaramillo
Meza, Blanca: Itinerario breve)

En sus últimos años ya no le importaba ni la caja del tesoro; (1967 Benet, Juan:
Volverás a Región)

A mí ya no me importa ni la muerte. (1986 Amestoy Egiguren, Ignacio: Doña


Elvira, imagínate Euskadi)

Así pues, solo hemos recogido en nuestro corpus de construcciones minimiza-


doras con verbos de estima y valoración aquellos ejemplos encabezados por ni que
se combinan con minimizador introducido por artículo indeterminado o numeral.
4. CONCLUSIONES

Los minimizadores suponen un ejemplo de subjetivación, pues se produce una


pragmatización creciente del significado que irá adquiriendo valores adicionales.
Esta pragmatización deviene de la implicatura escalar que suponen los minimiza-
dores: los contextos negativos facilitan la activación de propiedades pragmáticas
escalares, de forma que, al referir elementos de pequeño tamaño o escaso valor, im-
plican un valor escalar que los coloca en la posición más baja de una escala semán-

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Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen

tica o pragmática, lo que genera implicaturas cuando se hallan bajo el alcance de la


negación. La implicatura escalar pondría de manifiesto su comportamiento como
términos de polaridad negativa, pues en lugar de señalar un contenido específico o
concreto (un punto concreto de la escala), las construcciones darían lugar a conteni-
dos indeterminados o no específicos
Del análisis de las construcciones con los cuatro verbos analizados concluimos
que la construcción estimativa con negación y minimizador está desde los orígenes
del idioma. En el siglo XVIII, ya consolidada de forma habitual la construcción con
minimizador e inductor negativo preverbal, aparece como muestra de construcción
marcada la construcción exclusiva con minimizador y valor negativo, uso que ha ido
haciéndose cada vez más habitual, especialmente en la época actual, y en algún caso,
con el verbo importar, es extraordinariamente frecuente. A diferencia de las mues-
tras habituales del llamado ciclo de Jespersen, no es exactamente un minimizador
concreto el que representa distintas fases del mismo, sino la construcción con verbo
de estima o valoración, que, según el verbo en cuestión, ha tenido distinta frecuencia
de uso en las fases del ciclo. Así, la construcción con verbo de estima o valoración
se manifiesta con dos muestras, con minimizador e inductor negativo preverbal, y
exclusivamente con minimizador. Otras clases de verbos solo parecen acreditar la
fase de minimizador e inductor negativo preverbal. Los usos de minimizadores (es-
pecialmente vulgares) antepuestos al verbo podrían ser prueba de una tercera fase
en el ciclo de Jespersen, pero, en mi opinión, han llegado a este funcionamiento in-
dependientemente de las otras fases, pues su origen viene dado por el empleo de los
minimizadores vulgares como expresión de rechazo, algo que no se limita construc-
cionalmente a un tipo específico de clase verbal y es un uso previo históricamente a
la aparición de la construcción con minimizador sin inductor negativo preverbal.
Los tipos de minimizadores encontrados en los corpus podrían clasificarse en
diversos grupos atendiendo a su consideración como monedas, verduras, frutas y le-
gumbres, animales, medidas y magnitudes insignificantes, elementos vulgares y tabú,
elementos que representan la parte más pequeña de un todo, y algún otro ejemplo de
difícil clasificación, por despreciable o insignificante contextualmente. No obstan-
te, la combinatoria con los cuatro verbos considerados es diferente, y hay distintas
tendencias en cada uno de ellos. El verbo importar parece estar especializándose en
significados negativos, tanto en construcciones con minimizador sin negación pre-
verbal, como en otros tipos de construcciones. Por último, si bien la construcción con
minimizador supone la gramaticalización del mismo y su fijación en un esquema con
artículo indeterminado, hay algunas variaciones formales al respecto.

90 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


José Luis Cifuentes Honrubia

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Fecha de recepción: 10 de junio de 2019


Fecha de aceptación: 22 de julio de 2019

94 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 53-94 ISSN:1139-1146


Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

LOS VERBOS LLAMARSE Y APELLIDARSE: UNA


CARACTERIZACIÓN HISTÓRICA Y COGNITIVA*

Jorge Fernández Jaén


Universidad de Alicante
jorge.fernandez@ua.es

Resumen: El propósito de este artículo es uno mismo y la fuerza ilocutiva del lenguaje.
presentar una caracterización sintáctica y se- Palabras clave: verbos de habla, reflexividad,
mántica de los verbos llamarse y apellidarse conceptualización cognitiva, contexto puente.
efectuada desde los presupuestos de la lin-
güística cognitivo-funcional. Nuestro obje- Abstract: This article has as its purpose to
tivo es poner de manifiesto cómo funcionan offer a syntactic and semantic profile of the
estos verbos en español, cuáles son sus pecu- verbs llamarse and apellidarse carried out
liaridades conceptuales (peculiaridades muy from the postulates of cognitive-functional
notables en el contexto de las lenguas euro- linguistics. It i sour intention to: (a) show
peas) y cuáles son las posibles razones -histó- how these verbs work in Spanish; (b) iden-
ricas y lingüísticas- por las que estas formas tify their conceptual peculiarities (which are
verbales pronominales y no otras se utilizan quite remarkable within the context of Euro-
en español para expresar el nombre propio pean languages); and (c) explain the possible
y el apellido. El trabajo ofrece reflexiones -historical and linguistic- reasons why these
originales acerca de estos verbos e hipótesis pronominal verbs, and not others, are used
novedosas sobre la relación entre los verbos to express the Christian name and the surna-
de habla, la reflexividad, la representación de me in Spanish. This work provides original

*
Son muchos los lingüistas con los que he discutido los contenidos de este trabajo; vaya mi
gratitud a todos ellos por sus pertinentes comentarios. Vaya también mi gratitud a los evaluadores anó-
nimos del artículo por sus comentarios y propuestas de mejora. Muy especialmente, quiero expresar mi
agradecimiento a los doctores José Luis Cifuentes Honrubia y Antonio Lillo Buades por los valiosos
apuntes que me han hecho a propósito de este estudio. El Dr. Cifuentes me ha hecho sugerencias
conceptuales y terminológicas (fundamentalmente sobre el concepto de atributo y su aplicación a los
nombres propios) muy útiles, que me han animado a perseverar en el estudio de mis hipótesis. Por su
parte, el Dr. Lillo me ha proporcionado valiosos datos sobre el inglés, y me informó de la existencia en
rumano de una manera reflexiva de expresar el nombre propio. Naturalmente, cualquier imprecisión
que haya en el texto es de mi exclusiva responsabilidad. Por otro lado, el trabajo que aquí se presenta
es solo el primer paso en una investigación más amplia en la que estoy trabajando, por lo que ciertos
aspectos del análisis no se abordan con detalle. Muy particularmente, en un desarrollo más amplio de
la investigación ofreceré análisis de corpus cuantitativos y reflexiones basadas en la consulta de fuentes
lexicográficas de carácter diacrónico. Lo que aquí presento es, pues, la línea maestra de mi trabajo y mis
conclusiones cualitativas.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 95-123 ISSN:1139-1146 95


Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

insights about these two verbs along with and the illocutionary force of language.
new hypotheses on the relationship between Keywords: speech verbs, reflexivity, cogniti-
speech verbs, reflexivity, self-representation ve conceptualization, bridge context.

1. PLANTEAMIENTO E HIPÓTESIS

El origen de este trabajo se encuentra en una anécdota docente. Hace ya bastan-


tes años, durante una clase práctica, una alumna me formuló la siguiente pregunta: en
la oración la niña se llama María, ¿qué función sintáctica desempeña María? La pre-
gunta me resultó muy sorprendente, y recuerdo que, tras unos segundos de reflexión,
le ofrecí la única respuesta que me parecía plausible: María es atributo. Con los años
he seguido reflexionando sobre esta cuestión y he desarrollado algunas ideas que pre-
sentaré en las páginas que siguen. Mi trabajo se centra en las formas verbales prono-
minales llamarse y apellidarse, formas especializadas en expresar lingüísticamente la
introducción en el discurso del nombre propio y el apellido (o apellidos). A partir de
un planteamiento cognitivo-funcional, intentaré demostrar las siguientes hipótesis:

a) Estos verbos han llegado a funcionar como verbos de presentación del nombre
y los apellidos desde su uso literal como verbos de habla. En consecuencia, su
forma reflexiva indicaba, al menos en su origen evolutivo, que el sujeto se auto-
nombraba. En este sentido, este ejercicio de autonominación actuaría como un
acto de habla con fuerza ilocutiva.
b) Si asumimos como premisa que el nombre y el apellido funcionan en estos casos
como atributo, hemos de asumir también que llamarse y apellidarse se compor-
tan en el español actual como verbos pseudo-copulativos. Se habría producido,
así, un proceso de gramaticalización que habría transformado los verbos de habla
llamar y apellidar (verbos transitivos) en pseudo-cópulas.
c) Debe haber algún tipo de motivación para que la lengua española haya desta-
cado este mecanismo para la expresión del nombre y el apellido frente a otras
posibilidades de configuración. Entiendo, pues, que la evolución de llamarse y
apellidarse no es aleatoria.

En este artículo presentaré algunas reflexiones sobre todas estas ideas y anali-
zaré algunos ejemplos concretos que creo que las apuntalan. La estructura del tra-
bajo es la siguiente. En el apartado 2 hablaré de las principales formas de expresar el
nombre propio en las lenguas, y explicaré por qué la variante española es sintáctica
y semánticamente llamativa. En el apartado 3 analizaré los verbos llamarse y apelli-
darse tomándolos como verbos pseudo-copulativos, con objeto de comprobar si su

96 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 95-123 ISSN:1139-1146


Jorge Fernández Jaén

funcionamiento se ajusta al de este tipo de verbos. En 4 ofreceré algunas observacio-


nes diacrónicas que pretenden determinar si llamar y apellidar pudieron, en efec-
to, transformarse en pseudo-cópulas. En ese apartado presentaré también algunas
especulaciones acerca de cuáles han podido ser las razones de esa transformación.
Finalmente, en 5 mostraré mis conclusiones.

2. LA EXPRESIÓN DEL NOMBRE PROPIO: REFLEXIÓN


TIPOLÓGICA

Cuando un hablante necesita indicar cuál es su nombre, recurre a la construc-


ción que esté especializada en su idioma en verbalizar ese contenido. Si observamos
cómo se hace referencia al nombre propio en diversas lenguas del mundo (incluso
en lenguas tipológicamente muy alejadas1), constataremos que hay varios esquemas
posibles, que ejemplificamos a continuación en lengua española2:

A) Mi nombre es Pedro.
B) Me llaman / dicen Pedro.
C) (Yo) me llamo Pedro.

De acuerdo con lo que establece la Gramática Cognitiva de Ronald Langacker


(cfr. Langacker, 1987, 1991a, 1991b, 1999), las construcciones sintácticas de cual-

1
Deseo expresar mi agradecimiento a diversos colegas y estudiantes extranjeros por la ayuda que
me han prestado en este trabajo al explicarme cómo se introduce el nombre propio en determinadas
lenguas. La información que me han proporcionado me ha resultado enormemente útil.
2
Estos esquemas, y otros que también son posibles, se relacionan con lo que se conoce como
predicados de denominación o usos denominativos del nombre propio (cfr. Fernández Leborans,
1999: 99-101 y 110-111, quien basa sus consideraciones, fundamentalmente, en el trabajo de Kleiber
(1981)). Tal y como explica Fernández Leborans, Kleiber sostiene que el nombre propio es un predica-
do de denominación porque se puede descomponer analíticamente en la fórmula ´ser llamado nombre
propio`. Kleiber utiliza esta fórmula para diferenciar los nombres propios de los comunes. Así, puede
decirse que ´Jaime es el x (el individuo) que se llama / es llamado Jaime`, pero no se puede decir algo
como ´submarino es el x que se llama / es llamado submarino`; para que la estructura con un nombre
común fuera aceptable, habría que poner un artículo: ´el submarino es el x que se llama / es llamado
submarino`. Asimismo, dos oraciones como este instrumento se llama bisturí y este médico se llama Raúl
son claramente distintas, debido al tipo de sustantivo -común o propio- que aparece; en la primera,
hallamos un uso metalingüístico, en la medida en que llamarse se emplea para especificar un tipo de
instrumento, mientras que la segunda aporta un valor informativo, ya que ofrece un dato -el nombre
del médico- que procede de la información extralingüística (Fernández Leborans, 1999: 99-100). En
este trabajo, centraré mi atención en los usos de esta segunda clase.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 95-123 ISSN:1139-1146 97


Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

quier lengua representan maneras alternativas de conceptualizar la realidad. Dicho en


otros términos: las distintas formas de codificar sintácticamente un contenido poseen
valor semántico y ofrecen una visión particular de los eventos, visión que privilegia en
cada caso unos elementos u otros. Si observamos los esquemas A, B y C, comprobare-
mos de inmediato que presentan el nombre del hablante de maneras muy distintas, en
la medida en que cada uno de esos esquemas obedece a un patrón sintáctico diferente.
En primer lugar, el esquema A codifica sintácticamente el nombre propio como
atributo de una oración copulativa con el verbo ser, siendo ese atributo correferente
con el sustantivo nombre, como es propio de las oraciones copulativas identificati-
vas, en las que el sujeto y el atributo, al hacer referencia a una única entidad, pueden
intercambiar sus funciones sintácticas (Pedro es mi nombre) (Porroche Ballesteros,
1988: 21-24). Inchaurralde y Vázquez (2000: 77-102) han sintetizado las principales
características de la Gramática Cognitiva y de la interpretación cognitiva de la sin-
taxis, y han descrito los esquemas sintácticos básicos con los que operan las lenguas.
Pues bien, el esquema A pertenecería a uno de esos esquemas elementales, concreta-
mente al esquema “ser” (Inchaurralde y Vázquez, 2000: 81-82). Los esquemas ser se
caracterizan por relacionar una determinada cualidad (el atributo sintáctico) con una
entidad pasiva (el sujeto). Como es sabido (cfr. Vendler, 1967; Porroche Ballesteros,
1988; Real Academia Española, 2009), las oraciones con el verbo ser funcionan con
mucha frecuencia como estados aspectuales, por lo que presentan una escena en la
que no sucede nada -no hay cambios temporales ni límites en el evento- y en la que,
en palabras de Langacker, no habría flujo de energía. Por todas estas razones, el esque-
ma A conceptualiza el nombre del hablante como una realidad estática y atemporal,
que parece preexistir ontológicamente antes de ser nombrada.
La situación cambia notablemente en el esquema B. Esta segunda posibilidad
se construye no con un esquema “ser”, sino con un esquema “hacer” (Inchaurralde y
Vázquez, 2000: 83). En estos casos, tenemos un sujeto agente que realiza una acción,
acción, esta vez sí, que libera un flujo de energía. El sujeto agentivo es, por tanto, «la
entidad que deliberadamente instiga la acción expresada con el verbo» (Inchaurral-
de y Vázquez, 2000: 83). En el caso del esquema B, el sujeto agentivo no suele ser
recuperable, dado que, por lo general, se entiende que es alguien indeterminado, lo
que provoca que aparezca el verbo en tercera persona del plural (llaman y dicen);
no obstante, su existencia, al menos en un plano conceptual, se presupone3. En B,
consecuentemente, encontramos un nombre propio que le es adjudicado al hablante
“desde fuera” por medio de un verbo de habla como llamar o decir; son individuos
3
Puede encontrarse un detallado análisis de estas estructuras en la gramática de la Real Academia
Española (2009: 3077-3080), estructuras que la institución académica llama oraciones impersonales
con sujeto tácito de interpretación inespecífica.

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Jorge Fernández Jaén

inconcretos, por lo tanto, los que dan nombre al hablante, representado por el pro-
nombre personal átono me.
Esta forma de introducir el nombre es interesante desde un punto de vista sin-
táctico, puesto que se relaciona con otras construcciones -con las que está emparen-
tada- que son muy peculiares, hasta el punto de que no existe un acuerdo definitivo
acerca de cómo interpretarlas: me refiero a oraciones como llaman listo a Carlos.
Así, para la Real Academia Española (2009: 2870), en una oración como llaman
listo a Carlos, a Carlos es objeto directo y listo un complemento predicativo orienta-
do a ese objeto directo, mientras que con decir, el predicativo se orientaría también
hacia a Carlos, que en este caso funcionaría como complemento indirecto (le dicen
listo a Carlos). Sin embargo, para otros autores, como por ejemplo Gómez Torrego
(2007: 274), el sintagma que expresa la cualidad en estos casos (listo) no es comple-
mento predicativo, sino atributo. La confusión, en cualquier caso, es perfectamente
comprensible, ya que ese tipo de construcciones muestra una gran hibridación for-
mal. Por un lado, los verbos llamar y decir conservan completamente su significa-
do léxico -de habla- en ejemplos como los presentados, lo que los mantiene en la
categoría de los verbos plenos y predicativos4. Por otro lado, sin embargo, también
es cierto que los sintagmas que expresan la cualidad admiten, como explica Gómez
Torrego y asume explícitamente la gramática de la Real Academia, la sustitución por
el pronombre neutro lo (se lo llaman, se lo dicen), algo que, como es sabido (cfr. Real
Academia Española, 2009), solo puede hacerse con los atributos que acompañan
a los verbos copulativos ser, estar y parecer (Carlos es listo > lo es, Carlos está listo >
lo está, Carlos parece listo > lo parece)5. En definitiva, nos encontramos ante unas
construcciones que ponen de manifiesto la ausencia de fronteras nítidas entre las
funciones sintácticas de predicativo y atributo, categorías que mantienen entre sí
relaciones difusas en términos de prototipicidad (cfr. Cifuentes Honrubia, 2012).
Finalmente, el esquema C mantiene la naturaleza activa propia de un esquema
hacer, pero introduciendo una diferencia fundamental: en este caso el flujo de ener-
gía parte del sujeto y se dirige reflexivamente hacia el propio sujeto. La conceptuali-
zación evocada resulta, pues, sorprendente, ya que es el propio sujeto sintáctico, que
puede ser explícito o implícito, quien se autoadjudica su propio nombre. Llamar-
4
Como explicaré más adelante, la pérdida de significado léxico es una de las principales propie-
dades de cualquier verbo, copulativo o pseudo-copulativo, que lleve atributo.
5
En efecto, ni siquiera los atributos con verbos pseudo-copulativos (verbos que, como comentaré
más tarde, sí han experimentado un proceso de desemantización o vaciamiento léxico que no caracteriza
a los verbos plenos) permiten la sustitución por el neutro lo (cfr. Morimoto y Pavón Lucero, 2007; Real
Academia Española, 2009; Van Gorp, 2014). De este modo, una oración pseudo-copulativa como el
médico se quedó contento con la operación no podría transformarse en algo como *el médico se lo quedó con
la operación (cfr. Real Academia Española, 2009: 2836). Volveré sobre este punto más adelante.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 95-123 ISSN:1139-1146 99


Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

se, y también apellidarse, se comportan en este contexto, al menos desde un punto


de vista etimológico, como verbos morfológicamente reflexivos que muestran a un
agente que verbaliza hacia sí mismo su nombre, como si tal asignación nominal de-
pendiera de él. Si tenemos en cuenta, además, que cabe interpretar el nombre propio
como un atributo sintáctico, podemos concluir que en esta formulación es el sujeto
quien predica un estado de sí mismo6.
Como vemos, las tres variaciones comentadas son muy diferentes. Utilizan el
esquema A, de manera protototípica al menos, numerosas lenguas, como por ejem-
plo el inglés7. Por su parte, la forma B aparece, por ejemplo, en catalán, si bien esta
lengua admite también el esquema B y, desde luego, también el A. En cuanto a la
forma C, su presencia es bastante limitada, quedando restringida prácticamente a
las lenguas románicas. De este modo, encontramos la posibilidad de usar el esquema
C en español, en francés8, en portugués, en italiano, en rumano o en gallego, además
de en catalán, como ya he mencionado.
Debo precisar en este punto que ni las lenguas muestran un comportamiento
homogéneo en el uso de estas estructuras (puede haber variaciones de uso basadas en
6
Algo parecido sucede con sentirse como verbo pseudo-copulativo. Tal y como he explicado en
otro trabajo (Fernández Jaén, 2015), con sentirse el hablante expresa un estado que procede de su pro-
pia conciencia subjetiva (corporal, sobre todo). Por otro lado, existe en español un verbo que presenta
un comportamiento sintáctico muy parecido al que tienen llamarse y apellidarse en el esquema C: el
verbo titularse. Gumiel Molina (2005: 22) comenta a propósito de este verbo que puede ir acompaña-
do por un predicativo de sujeto construido con un sintagma nominal, y pone como ejemplo este texto
real: «La actitud de franca rebeldía de Hermenegildo, que en España se titulaba Rey». A mi juicio, el
elemento que indica cualidad con este verbo (Rey, en el ejemplo citado) no es un complemento predi-
cativo, sino un atributo, muy especialmente en los casos en que el atributo y el sujeto son correferen-
ciales (de igual modo que sucede con las oraciones identificativas con el verbo ser). Así, en una oración
como la novela se titula La senda, la novela sería sujeto y La Senda su atributo. Naturalmente, con el
verbo titularse no hay transferencia de energía ni acción alguna, ya que lo normal con este verbo es que
aparezcan sujetos inanimados que representan determinadas obras artísticas (libros, películas y obras
de arte, fundamentalmente). Por otro lado, Demonte y Masullo (1999: 2486-2488) consideran que los
llamados verbos denominativos, como llamar, apellidar, coronar, ordenar, elegir, nombrar, proclamar,
titular o denominar, siempre se construyen con predicativos cuando hay un objeto directo. Por ello, en
una oración como eligieron delegado de clase a Juan Manuel, delegado de clase sería, a juicio de Demonte
y Masullo, predicativo del objeto directo a Juan Manuel.
7
Con todo, y tal y como me explica el Dr. Antonio Lillo, en inglés también puede hacerse refe-
rencia al nombre propio, ya sea en preguntas o en oraciones enunciativas, por medio de construcciones
pasivas. Por este motivo, a una pregunta como what are you called? se podría responder así: I´m called
Pedro. Lo interesante de estas estructuras es que demuestran que incluso la lengua inglesa, que tiende
a usar el esquema atributivo A para el nombre, dispone de una alternativa en la que el propietario del
nombre lo recibe “desde fuera”, siendo otros quienes se lo otorgan.
8
En la lengua francesa se utiliza para el nombre propio el verbo s´appeler, cognado del apellidarse
español. Trataré algunas cuestiones etimológicas en el apartado 4.

100 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 95-123 ISSN:1139-1146


Jorge Fernández Jaén

variables diatópicas o incluso diafásicas), ni estas estructuras agotan las posibilidades


de configuración sintáctica a la hora de hacer referencia al propio nombre. Piénsese en
el esquema A. Ese esquema pone en juego el verbo ser -o cualquier otro verbo copula-
tivo, en función de la lengua de que se trate-, pero debe tenerse en cuenta que existen
muchas lenguas, como el sinhala, hablado en Sri Lanka, o el tubu, hablado en Libia,
que carecen de verbo copulativo, de igual manera que hay otras, como el ruso o el
maltés, en las que sí hay verbo copulativo, si bien no se usa jamás en presente (Moro,
2017: 3). Otra situación interesante la ofrece el húngaro, lengua en la que el verbo
copulativo existe, aunque no se pone cuando el sujeto pertenece a la tercera persona
(Moro, 2017: 3-4). La lengua japonesa muestra una situación gramatical parecida a la
del húngaro, pero basada en una dimensión de carácter sexual: en esta lengua el verbo
copulativo es empleado en ciertas construcciones solo por los hombres. De este modo,
una oración como esto es un árbol únicamente podría ser pronunciada por hablantes
varones, ya que las mujeres dirían esto un árbol (Dorren, 2019: 156)9. ¿Qué ocurre en
lenguas como estas? ¿Cómo introducen el nombre propio? Un informante de origen
palestino me explica, por ejemplo, que en árabe, lengua que no utiliza verbo copulativo
en muchos contextos, la expresión del nombre se forma utilizando el sustantivo nom-
bre con un sufijo posesivo seguido del nombre propio en cuestión; de acuerdo con este
procedimiento, me llamo Pedro sería en esta lengua, literalmente, mi nombre Pedro.
Como he anticipado, las lenguas admiten variación a la hora de seleccionar la
estructura con la que explicitar el nombre propio. En el caso de la lengua española,
podemos hallar cualquiera de los esquemas sintácticos comentados, aunque el más
natural parece ser el esquema reflexivo C. No obstante, he de insistir en que las tres
alternativas son posibles, hasta el punto de que, como se puede apreciar en el texto
(1), pueden coexistir en un mismo período sintáctico:

(1) Yo me llamo Frank, mi nombre es Francisco Ibarra, pero mis cuates me


dicen Frank (David Martín del Campo, Las rojas son las carreteras, México,
1976, CREA)

Este ejemplo es un fragmento textual perteneciente a un diálogo literario. En


él, el hablante se presenta a sí mismo, utilizando las tres opciones construccionales
del español. No obstante, del texto se desprende que para el yo conceptualizador
las tres formas no son equivalentes, sino que manifiestan diferencias de significado,
9
Incluso hay lenguas que utilizan pronombres, tanto personales como demostrativos, en lugar de
un verbo copulativo en oraciones atributivas (cfr. Moro, 2017: 4). Es el caso, por ejemplo, del hebreo.
En esta lengua (traduzco al castellano el ejemplo de Moro), una oración como Juan es un maestro se
construiría como Juan un maestro o como Juan él un maestro.

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Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

tal y como predice la Gramática Cognitiva langackeriana. Así, el sujeto recurre a


los esquemas B -en este caso con el sujeto explícito mis cuates- y C para comunicar
su nombre informal Frank, nombre conocido en lingüística como hipocorístico o
nombre subjetivo (cfr. Morera, 2017). Sin embargo, reserva el uso del esquema A
para hacer referencia a su nombre ordinario: Francisco Ibarra. A mi juicio, esta de-
cisión no es casual; para mencionar su nombre subjetivo (el que usan los amigos), el
sujeto emplea las formas con verbo de habla, tanto en la variante reflexiva como en
la no reflexiva, de tal modo que la fuerza agentiva que es propia de estos esquemas
se mantiene. Se entiende de esta manera que el hipocorístico, por ser más emotivo y
personal, se comunica con esquemas que requieren acción voluntaria, la acción que,
al menos simbólicamente, realizan los amigos -que aprecian al sujeto- y el propio
sujeto al decir Frank. Por el contrario, se utiliza el esquema A para mencionar el
nombre propio y el apellido; se logra con esa conceptualización que ese nombre
completo aparezca como algo ya terminado o dado de antemano10, que no se realiza
activamente; se diría, por lo tanto, que el nombre propio existe (es), mientras que el
hipocorístico se llama y se dice.
A pesar de la relativa libertad que muestra el castellano a la hora de seleccio-
nar un esquema para introducir el nombre, lo cierto es que la variante C es la más
natural, o como mínimo la menos marcada, en el español de hoy. El predominio de
los verbos pronominales llamarse y apellidarse no debe sorprender, ya que se puede
relacionar con una tendencia general de la lengua española a expresar los eventos
verbales de manera reflexivo-pronominal. En efecto, tal y como explican Company
Company y Cuétara Priede (2008: 45-46), en español es frecuente conceptualizar
los eventos de movimiento de modo reflexivo (acostarse, despertarse, sentarse), mien-
tras que en inglés se utilizan verbos más generales acompañados de preposiciones lo-
cativas (lay down, wake up, sit down). En opinión de Company Company y Cuétara
Priede, este fenómeno evidencia que en español interesa principalmente la trans-
formación que sufre el sujeto con el movimiento, mientras que en inglés se pone el
acento en el cambio de ubicación locativa. Lo relevante es que, de acuerdo con estos
investigadores, la reflexividad y la afectación resultante han constituido un esquema
habitual para el cambio lingüístico en la sintaxis española; teniendo, por tanto, esta
teoría en cuenta, no hay razón para descartar que un proceso basado también en esas

10
Morera (2017: 37) ofrece una reflexión que es muy oportuna en este contexto. Este investi-
gador nos recuerda que los hijos reciben el nombre con el bautismo, ritual en el que los padres, que
actúan como hacedores de nombres, eligen el nombre para su hijo. En consecuencia, no parece extraño
que en este texto se seleccione el esquema estativo con ser para aludir al nombre propio, que es, a fin
de cuentas, el nombre que viene dado desde la más tierna infancia. Los hipocorísticos, sin embargo, se
forjan posteriormente, en procesos en los que el propio nombrado puede participar.

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Jorge Fernández Jaén

mismas nociones de reflexividad y cambio por afectación haya podido influir en la


evolución y eventual codificación de la manera de hablar del nombre propio en la
lengua española.

3. LLAMARSE Y APELLIDARSE COMO VERBOS PSEUDO-


COPULATIVOS

Los verbos copulativos son aquellos verbos que sirven para enlazar una cuali-
dad atributiva con el sujeto oracional, de quien se predica esa cualidad (cf. Porroche
Ballesteros, 1988; Real Academia Española, 2009; Cifuentes Honrubia, 2012). En
el caso de la lengua española, disponemos de los verbos ser y estar, especializados
en codificar formulaciones concretas de la atribución11. Una de las principales pro-
piedades de los verbos copulativos es su escaso contenido léxico; dado que lo que
importa en las oraciones copulativas es la cualidad que se atribuye al sujeto oracional
y no el verbo que se encarga de establecer esa atribución, el verbo carece casi por
completo de significado, y se limita a vincular sujeto y atributo aportando única-
mente los rasgos gramaticales (persona, número, tiempo, modo y aspecto), siendo
en la construcción resultante el atributo el elemento más destacado (cfr. Porroche
Ballesteros, 1988: 19-21; Real Academia Española, 2009). Por este motivo, en unas
oraciones como Rosario es simpática o Sebastián está contento, son los atributos sim-
pática y contento, referidos respectivamente a los sujetos Rosario y Sebastián, las fun-
ciones más importantes de la construcción sintáctica.
Sin embargo, la lengua española dispone de más verbos aparte de ser y estar
para expresar atribución; en efecto, el español cuenta con numerosos verbos pseu-
do-copulativos12. Los verbos pseudo-copulativos son unidades verbales que se for-
man siempre a partir de ciertos verbos plenos o predicativos que han perdido parte
de su contenido semántico para acabar convirtiéndose en términos desemantizados
que establecen una relación atributiva entre una cualidad y su base de atribución, el
sujeto oracional (cfr. Morimoto y Pavón Lucero, 2007; Real Academia Española,
2009: 2835-2838; Cifuentes Honrubia, 2012; Van Gorp, 2014). Los verbos pseu-
do-copulativos o semicopulativos son el producto de procesos de gramaticalización,

11
Sobre el uso de ser y estar y sus diferentes maneras de presentar la atribución, pueden consul-
tarse, entre muchas otras obras de referencia, el libro de Porroche Ballesteros (1988) y la gramática de
la Real Academia Española (2009). Para un acercamiento cognitivo, es especialmente recomendable el
trabajo de Delbecque (2000).
12
La Real Academia Española (2009) los llama semicopulativos. En este trabajo usaremos ambas
denominaciones, que en última instancia son sinónimas.

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Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

y suelen coexistir con sus equivalentes plenos no gramaticalizados (Real Academia


Española, 2009: 2835-2838; Van Gorp, 2014). Pongamos algún ejemplo. Como
apunta la Real Academia (2009: 2835-2838), verbos como llevar, mostrarse o seguir
pueden usarse en español para formar oraciones tanto plenas como semicopulativas.
Compárense los ejemplos presentados en (2) y (3):

(2) a. Raúl lleva el libro a la biblioteca.


b. El policía se mostró ante todos los delincuentes.
c. Los patitos siguieron a su madre.
(3) a. Raúl lleva cuatro días cojo.
b. El policía se mostró simpático.
c. Los patitos siguieron hambrientos.

Como se puede apreciar, en los ejemplos reunidos en (2) los verbos llevar, mos-
trarse y seguir conservan por completo su significado y su comportamiento sintáctico
habitual. En (2a) llevar expresa un significado de movimiento y posee un objeto di-
recto (el libro) y un complemento de régimen (a la biblioteca). En el ejemplo de (2b)
el sujeto el policía realiza literalmente la acción de mostrarse ante unos espectadores;
en este caso, pues, mostrarse posee un uso reflexivo, en el que el pronombre se funcio-
na como objeto directo. Finalmente, la oración de (2c) ofrece un uso pleno de seguir,
en el que el sujeto los patitos sigue a través del espacio al objeto directo a su madre.
En los ejemplos de (3), sin embargo, la situación es muy diferente. En los tres
casos los verbos han perdido casi por completo su contenido semántico, de tal ma-
nera que, por estar casi vacíos, se limitan a asociar una cualidad con su sujeto. De este
modo, en (3a) se señala que Raúl se encuentra en el estado cojo desde hace cuatro
días. (3b), por su parte, presenta al verbo mostrarse en un contexto en el que ya no
es transitivo, sino que funciona como una pseudo-cópula que transfiere al sujeto el
policía la cualidad de simpático. Por último, los patitos de (3c) se encuentran en el
estado hambrientos, tal y como se infiere gracias al verbo semicopulativo seguir.
Como se deduce de estos ejemplos, los verbos pseudo-copulativos nunca se des-
emantizan por completo, sino que conservan siempre algo de su significado original,
lo que explica, precisamente, los matices que estos verbos aportan a la atribución (cfr.
Morimoto y Pavón Lucero, 2007; Real Academia Española, 2009: 2835-2838; Van
Gorp, 2014). De esta manera, los valores aspectuales y modales que poseen los verbos
pseudo-copulativos son el producto de la permanencia de algunos matices del signi-
ficado léxico de partida que no terminan de desaparecer, fenómeno que se denomina
persistencia léxica (cfr. Hopper, 1991; Van Gorp, 2014). Veamos un caso concreto.
El fenómeno de la persistencia léxica explica, por ejemplo, que el verbo pseudo-copu-

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Jorge Fernández Jaén

lativo caer en oraciones como Juan Manuel cayó enfermo ofrezca un matiz aspectual
de resultado, de carácter negativo por lo general (cfr.Real Academia Española, 2009:
2836; Van Gorp, 2014: 449-474). En el desarrollo diacrónico de este verbo, por tan-
to, la noción de movimiento hacia abajo persiste en cierta medida, de manera que el
atributo de la pseudo-cópula adquiere la idea de un estado que es consecuencia de un
evento previo o, como precisa Van Gorp, de una transición; así, de igual manera que
en Juan Manuel cayó a un pozo la ubicación resultante surge del movimiento descen-
dente de la caída, en Juan Manuel cayó enfermo -oración que carece ya de movimiento
alguno- el estado enfermo es el resultado de algún tipo de situación que conduce a él.
Existen en español numerosos verbos pseudo-copulativos, que se pueden clasi-
ficar atendiendo a diversos criterios gramaticales y semánticos13. Morimoto y Pavón
Lucero (2007) proponen una clasificación en virtud de la cual hay varios verbos
pseudo-copulativos. En una primera instancia, tenemos dos grandes clasificacio-
nes: los pseudo-copulativos aspectuales y los no aspectuales, divididos en razón de
si expresan o no algún matiz aspectual. Los aspectuales, a su vez, se subdividen en
estativos y en eventivos, también llamados verbos de cambio. Los estativos, como
continuar o permanecer en ejemplos como el novio continúa nervioso por la boda o la
colección de monedas permanece incompleta, muestran un estado (nervioso e incomple-
ta) que se mantiene intacto en el tiempo; el novio estaba nervioso y sigue estándolo,
de igual manera que la colección de monedas se encuentra incompleta por tiempo
indefinido. A diferencia de los estativos, los verbos de cambio introducen un estado
del sujeto que es nuevo. Pertenecen a este tipo verbos como hacerse, ponerse o que-
darse, tal y como ejemplifican oraciones como estas: Antonio se hizo millonario, la
herida se puso negra y los compradores se quedaron encantados con el coche. En las tres
construcciones se comprende que los sujetos sintácticos alcanzaron unos estados
(millonario, negra y encantados) que no tenían antes.
Por lo que respecta a los verbos pseudo-copulativos no aspectuales, Morimo-
to y Pavón Lucero los subdividen en modales, de percepción y presentación y de
constatación. Los primeros «aportan a la construcción un matiz semántico de ate-
nuación del valor de verdad de la atribución» (Morimoto y Pavón Lucero, 2007:
23). Pertenecen a esta clase verbos como parecer14 y presentarse, caracterizados por
no dar necesariamente por cierta la vinculación atributiva entre sujeto y atributo
(Morimoto y Pavón Lucero, 2007: 56-61). Esta circunstancia explica que en frases
como este dentista parece económico o la fiesta se presenta divertida no se pueda saber
13
En Van Gorp (2014: 75-77) puede encontrarse una síntesis de las principales clasificaciones
que se han propuesto.
14
Nótese que para Morimoto y Pavón Lucero, igual que para otros muchos lingüistas, parecer no
es un verbo copulativo, como ser o estar, sino pseudo-copulativo.

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Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

con absoluta seguridad si los atributos económico y divertida se pueden asociar obje-
tivamente a sus sujetos; así, un dentista puede parecer económico y no serlo, de igual
manera que una fiesta que se presenta divertida puede acabar siendo muy aburrida15.
Los verbos pseudo-copulativos de percepción y presentación son aquellos que
derivan de verbos vinculados a la percepción sensorial o a la manifestación explíci-
ta de propiedades del sujeto; pertenecen a este subtipo los verbos verse y mostrarse
cuando aparecen en oraciones como la cocina se ve muy limpia o el director del banco
se mostró comprensivo. Por último, Morimoto y Pavón Lucero incluyen en la catego-
ría de los pseudo-copulativos de constatación el verbo resultar. Este verbo es inte-
resante porque, en realidad, pertenece a dos categorías diferentes. En efecto, Mori-
moto y Pavón Lucero lo ubican tanto en la clase de los verbos de cambio como en la
clase de los de constatación, puesto que resultar posee un funcionamiento doble. Por
un lado, puede señalar cambio de estado en contextos como el motor resultó dañado
tras la explosión (el motor ha pasado de no estar dañado a estarlo), y, por otro, puede
indicar constatación de una cualidad del sujeto en casos como este programa infor-
mático resulta muy eficiente. Desde un punto de vista semántico (cfr. Morimoto y
Pavón Lucero, 2007: 65-67), el resultar de constatación evidencia la actuación de un
‘filtro cognitivo’ que hace que la adjudicación de la cualidad atribuida se efectúe tras
una determinada evaluación; de este modo, solo se puede concluir que un programa
informático resulta eficiente cuando dicho programa se ha utilizado (y, por tanto, se
ha evaluado de algún modo) durante un cierto tiempo.
La Real Academia Española ha ofrecido en su última gramática (2009: 2835-
2864) una clasificación de los verbos pseudo-copulativos o semicopulativos que es,
en general, menos analítica que la defendida por Morimoto y Pavón Lucero. De
acuerdo con la gramática académica, hay tres tipos de verbos semicopulativos: ver-
bos de cambio, verbos de permanencia, persistencia o continuidad y verbos de ma-
nifestación o presencia. Esta clasificación es, en esencia y dejando de lado ciertos
aspectos teóricos, parecida a la de Morimoto y Pavón Lucero y, desde luego, compa-
tible con ella. Así, los verbos de cambio (devenir, ponerse, volverse, etc.) introducen
de modo general atributos que expresan un cambio de estado. Los semicopulativos
de permanencia, persistencia o continuidad, como continuar, permanecer o seguir,
verbalizan atribuciones que no experimentan cambios, atribuciones en las que se
mantiene «un estado de cosas» (Real Academia Española, 2009: 2855). Finalmen-
te, los semicopulativos de manifestación o presencia (aparecer, encontrarse, hallarse,
15
Morimoto y Pavón Lucero utilizan una prueba sintáctica para establecer si un verbo pseu-
do-copulativo es modal o no que resulta muy esclarecedora: la inserción de una oración adversativa.
De este modo, una oración coordinada como el dentista parece económico, pero no lo es es perfectamente
válida, lo que prueba con claridad que parecer es modal.

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Jorge Fernández Jaén

revelarse, etc.) se combinan con atributos que expresan estados que pueden captarse
por medio de los sentidos (Real Academia Española, 2009: 2859-2860).
A pesar de la diversidad de verbos pseudo-copulativos que acabo de presen-
tar, lo cierto es que todos los verbos que se pueden considerar pseudo-copulativos
comparten unos rasgos fundamentales. Van Gorp (2014: 73-75) considera que las
principales propiedades de este tipo de verbos son las siguientes:

A) Pérdida de significado léxico. Los verbos pseudo-copulativos han experimenta-


do un fuerte proceso de desemantización, por lo que carecen casi por completo
de contenido léxico.
B) Función de nexo. Los verbos pseudo-copulativos, al estar vacíos semánticamen-
te, actúan como enlaces entre el atributo y el sujeto, siendo el atributo la fun-
ción sintáctica dominante en la estructura.
C) La obligatoriedad del atributo. En la medida en que el atributo es el elemento
principal de la construcción con verbos pseudo-copulativos, su presencia sin-
táctica es obligatoria.
D) Pronominalización del atributo por lo. La inmensa mayoría de verbos pseu-
do-copulativos rechaza la posibilidad de sustituir el atributo por el pronombre
neutro lo.
E) Carga semántica. Los verbos pseudo-copulativos se encuentran casi vacíos de
significado léxico, pero, aun así, mantienen algo más de contenido que los ver-
bos copulativos canónicos ser y estar.

Llegados a este punto, cabe preguntarse si llamarse y apellidarse pueden in-


terpretarse como verbos pseudo-copulativos y, en caso de respuesta afirmativa, a
qué tipo, según las clasificaciones presentadas, pertenecerían. De entrada, resulta
evidente que llamarse y apellidarse poseen todas las propiedades que Van Gorp
sintetiza. Ambos verbos han perdido en buena medida su significado de verbo de
habla. Funcionan, además, como nexo copulativo, ya que en una oración como
me llamo Juan y me apellido García, llamarse y apellidarse se limitan a asociar los
términos Juan y García al sujeto hablante. Lógicamente, al ser los nombres y ape-
llidos los elementos más importantes, su presencia en la oración es, como sucede
con cualquier atributo, obligatoria; lo demuestra con claridad el hecho de que las
construcciones se vuelvan agramaticales si se omite el nombre propio o el apellido:
*me llamo y *me apellido. También obtenemos secuencias anómalas si intentamos
sustituir el nombre por el neutro lo (*me lo llamo, *me lo apellido), lo que afianza
la idea de que nombres y apellidos se comportan en estos casos como atributos de
verbos pseudo-copulativos.

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Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

Por último, puede defenderse que llamarse y apellidarse están muy deseman-
tizados, pero no por completo; sigue quedando algo de su naturaleza elocutiva en
su diseño pseudo-copulativo. Podríamos decir, recuperando el concepto de la per-
sistencia léxica (cfr. Hopper, 1991; Van Gorp, 2014), que incluso gramaticalizados
como pseudo-copulativos estos verbos mantienen nociones que parten de los verbos
de habla llamar y apellidar, de los que surgen. Por ejemplo, sus atributos naturales,
los nombres propios y los apellidos, son palabras que hacen referencia a nociones
abstractas que se comunican preferentemente por medio de la palabra. Además, el
esquema B de conceptualización del nombre (me llaman Juan), con el que sin duda
pueden relacionarse llamarse y apellidarse, muestra una conceptualización de carác-
ter claramente locutivo16.
Si se acepta la hipótesis de que llamarse y apellidarse son verbos pseudo-co-
pulativos, debe determinarse también qué tipo de pseudo-copulativos son. En mi
opinión, estos dos verbos funcionan como pseudo-copulativos eventivos o de cam-
bio de estado. Esta interpretación implica, automáticamente, que el nombre propio
representa un estado, pero un estado nuevo que no se poseía antes y que, además,
resulta intrínsecamente mudable (o potencialmente mudable). Esta interpretación
puede parecer, a priori, un tanto contraintuitiva, puesto que, con frecuencia, cuando
se piensa en un atributo nominal17 se piensa en sustantivos comunes (jefe, protagonis-
ta, viajero, dibujante, etc.), no en sustantivos propios. Sin embargo, no hay ninguna
razón para excluir a los nombres propios de esta función sintáctica. De hecho, exis-
ten numerosas evidencias lingüísticas de que los nombres propios poseen propieda-
des -en ocasiones propiedades que solo se perciben históricamente- que los habilitan
para la codificación de estados susceptibles de actuar como atributos18.
En primer lugar, debe tenerse en cuenta que en las lenguas antiguas o en ciertos
estadios originarios del desarrollo de una lengua, puede resultar difícil establecer con
precisión la línea divisoria entre nombre propio y nombre común (cfr. Choza, 2017:
16
Más clara resulta aún la vinculación entre atribución y verbalización en las estructuras, antes
mencionadas, en las que aparecen al mismo tiempo un verbo de habla, un objeto directo y un atributo
(llamó listo a Claudio).
17
Recordemos que en castellano estos atributos se utilizan con el verbo ser (cfr. Porroche Balles-
teros, 1988; Morimoto y Pavón Lucero, 2007; Real Academia Española, 2009).
18
Puede encontrarse un detallado análisis de las características del nombre propio y de sus ras-
gos semánticos y gramaticales en Fernández Leborans (1999). Como señala esta autora, ha sido algo
habitual en la tradición gramatical interpretar el nombre propio como un tipo de palabra que no tiene
contenido semántico y que únicamente se emplea a modo de etiqueta que ayuda a hacer referencia a
personas u objetos únicos y perfectamente reconocibles en el mundo real (Fernández Leborans, 1999:
87-88). Sin embargo, como también explica esta investigadora en diversas partes de su trabajo, no han
faltado los lingüistas que han defendido, con argumentos diversos, que el nombre propio puede activar
nociones predicativas.

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Jorge Fernández Jaén

99-103). El antropólogo Jacinto Choza analiza, por ejemplo, los nombres, marcada-
mente religiosos, Eva y Adán, y explica que Eva significaba en su origen ´mujer-es-
posa-madre`, mientras que Adán significaba ´varón-padre` (Choza, 2017: 99-103).
Lo interesante, como destaca este investigador, es que esos significados se vinculan,
en realidad, con una serie de acciones que, de alguna manera, les eran consustancia-
les en un determinado momento histórico. Eva es ´mujer` o ´esposa` porque rea-
liza, en su contexto original, acciones como llorar o cuidar de la vida, mientras que
Adán es el ´padre` y ´varón` porque construye el hogar, deja embarazada a la mujer
y ostenta el mando. En suma, Eva y Adán eran, en un primer momento, nombres
comunes que hacían referencia a las acciones que, de modo convencional, hombres
y mujeres tenían asignadas (Choza, 2017: 102).
Los antropónimos o nombres de persona no son, sin embargo, los únicos que
pueden derivar de acciones o eventos estativos. Piénsese en el teónimo Yahvé. De
acuerdo con algunos especialistas (cfr. Sádaba, 2006: 81), este vocablo podría ser el
futuro del verbo ser en hebreo; de este modo, Yahvé significaría etimológicamente
´el que será`. Tal y como explica el filósofo Javier Sádaba, el Dios cristiano les estaría
diciendo de esta manera a los hombres que en el futuro tendrían su ayuda. Sádaba,
no obstante, lleva la conexión entre el ser y su nombre más lejos, y recuerda que es ha-
bitual en muchas lenguas que haya interrelaciones entre ambos conceptos. A modo
de ejemplo, señala que en euskera el equivalente al verbo ser es izan, mientras que
nombre se dice izen (Sádaba, 2006: 81)19. En este mismo sentido, Ullmann (1968:
52-53) considera que los nombres propios surgen en ocasiones a partir de un cierto
simbolismo fonético que vincula el sonido con el significado; uno de los ejemplos
que cita Ullmann procede del escritor Jules Romains, quien bautizó en una de sus
obras una calle como rue Réaumur partiendo de la conexión entre el lugar (la calle)
y el sonido (en francés rumeur) realizado por los carruajes que pasaban por esa calle.
En segundo lugar, puede asumirse que, si el nombre propio es un estado pasaje-
ro (puesto que aparece con verbos pseudo-copulativos de cambio), los seres humanos
pueden cambiar de nombre por razones diversas. Gray (1939: 264) ya explicó un
19
Un fenómeno interesante relacionado con la conexión entre el ser y el nombre se encuentra en
samoano. Como explica Bernárdez (2016: 140-142), en esta lengua no existen diferencias morfológi-
cas entre sustantivos y verbos, de manera que una palabra como alofa puede significar ´amor` y ´amar`;
será siempre el contexto sintáctico el elemento que determine su valor exacto. Lo relevante es que esta
peculiaridad de la gramática samoana se relaciona con una cierta visión de la realidad de la sociedad en
que el samoano se habla. En esta cosmovisión, todo es siempre dinámico y cambiante, por lo que una
distinción clara entre sustantivos y verbos no es operativa. En lugar de eso, los hablantes de samoano
usan palabras como alofa, que son, en sentido estricto, «una sola cosa, un estado, visto de dos maneras»
(Bernárdez, 2016: 141). Las cosas no llegan a ser, en la mente de los samoanos, entidades cerradas, sino
que existen siempre en el cambio y la transformación.

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Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

caso paradigmático de cambio de nombre: el del Papa y otros religiosos. Como es


sabido, cuando un cardenal es elegido Papa, cambia inmediatamente de nombre, de
igual modo que muchas personas renuevan su nombre al adquirir determinados há-
bitos. Pues bien, como señala Gray, este cambio de nombre propio sirve para señalar
que el Papa o los religiosos se han convertido en personas diferentes. La antropóloga
Noemí Villaverde (2017: 45-48) comenta que en muchas culturas -con frecuencia de
tipo oral- los nombres propios se consideran palabras que captan la personalidad o la
esencia de su poseedor. Esto se relaciona, consecuentemente, con muchas tendencias
culturales en virtud de las cuales cambiar de nombre resulta perfectamente natural20.
Consideremos algunos de los casos que explica Villaverde. El pintor japonés
Hokusai cambió de nombre treinta veces a lo largo de su vida, siempre toman-
do como motivo para dichos cambios razones artísticas (cambios de estilo, por
ejemplo). De hecho, incluso dejó en herencia algunos de esos nombres para que
los ‘reutilizaran’ sus discípulos. En Groenlandia los niños también heredan los
nombres de los difuntos, de manera que los nombres permanecen siempre vivos;
tanto en así, que en Groenlandia las tumbas ni siquiera indican el nombre del
fallecido. En algunas culturas del sur del Continente Americano los hablantes se
quitan a sí mismos su nombre cuando han hecho algo moralmente censurable; de
este modo, logran eliminar simbólicamente una parte de sí mismos -negativa- y si-
guen teniendo la oportunidad de alcanzar la perfección. En algunas sociedades de
Rusia se cambia el nombre de los más jóvenes de cuando en cuando para que, poco
a poco, sean cada vez más felices. Podemos mencionar, por último, la cultura kung
del Kalahari, que cuenta únicamente con cuarenta antropónimos, de tal manera
que los kung que comparten nombre se sienten como hermanos solo por el hecho
de llamarse igual. En suma, las evidencias antropológicas que reúne Villaverde
demuestran que el nombre propio es mucho más que un término que sirve para
nombrar a un individuo; es, en realidad, una especie de símbolo trascendente que
cambia, se lega, se hereda y se comparte21.
Como se deduce de lo que acabo de explicar, la identidad individual -lo que
comúnmente llamamos el yo- es algo mucho más dinámico y cambiante de lo que
parece. Este extremo es confirmado en la actualidad incluso por la neurociencia.

20
Sobre este asunto puede consultarse también el libro de Morera (2017).
21
No obstante, como señala Turner (2014: 65-66) también es normal en muchas sociedades in-
tentar preservar una identidad estable, fijada por diversos procedimientos. De acuerdo con Turner, los
nombres propios también se pueden emplear para señalar que el yo se mantiene siempre más o menos
inmutable. También ayudarían a mantener la estabilidad de la identidad del sujeto ciertos rituales cul-
turales, como las fiestas de cumpleaños, cuya estructura repetitiva año tras año (tarta, regalos, velas…)
serviría para estabilizar la identidad.

110 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 95-123 ISSN:1139-1146


Jorge Fernández Jaén

Antonio Damasio (2018), por ejemplo, considera que lo que interpretamos como
la identidad personal -lo que Damasio llama ser autobiográfico- no es más que el re-
sultado final de un proceso neurológico. Así, el sujeto biológico parte de un proto-
ser, caracterizado por poseer una combinación de conexiones neurológicas que da
como resultado un ser vivo sin conciencia de sí mismo. De ese protoser se pasa al
ser central, en el que las conexiones neurológicas son ya lo suficientemente avanza-
das como para que el sujeto sea consciente de su propia existencia. Finalmente, el
ser autobiográfico se consuma en los individuos que tienen no solo conciencia de sí
mismos, sino también memoria de su propio ser. El neurocientífico Francisco Mora
(2008: 225-234) también ha reflexionado sobre estas nociones, y afirma que es una
equivocación concebir la identidad y el yo como conceptos estáticos; el individuo va
transformándose continuamente, guiado por los procesos cerebrales.
Si el nombre propio es un estado potencialmente pasajero, y llamarse y
apellidarse son verbos pseudo-copulativos de cambio, cabe preguntarse cómo se
produce el cambio que conduce a la imposición del nombre. Para entender este
proceso, debemos acudir a la fuerza pragmática del lenguaje, materializada en los
actos de habla. Como se sabe (cfr. Escandell Vidal, 1996, capítulos 3 y 4), en la
teoría pragmática de los actos de habla se postula que al hablar los emisores no
solo pronuncian frases, sino que también realizan acciones. Esto se debe a que las
palabras implican una fuerza pragmática que tiene la capacidad de modificar la
realidad inmediata. La idea de que el lenguaje crea la realidad o le da forma goza
de mucha tradición en lingüística y filosofía. Umberto Eco (1999: 19) señaló que
incluso Dios, en el Génesis, crea el mundo con un acto de habla; así, solo tras decir
«haya luz», hubo luz, de igual modo que únicamente tras «llamar» a los fenó-
menos naturales (día, noche, cielo…), tales fenómenos comenzaron a existir. Nos
recuerda Eco, en definitiva, que el lenguaje es generador de realidades22.
En este mismo sentido, Gray (1939, capítulo IX) desarrolló la idea de que
los nombres tienen poder, poder que pueden ejercer sobre la persona que los co-
noce23. Como explica este autor, en muchas sociedades se asume que al hablar de
algo, bueno o malo, se le está trayendo a la realidad; esto explica, por ejemplo, que
con frecuencia se empleen términos sustitutorios para evitar nombrar a entidades
22
Pueden encontrarse numerosas reflexiones sobre esta misma idea en Morera (2017). Por ejem-
plo, este investigador señala que el origen del mundo no se configuró con el uso del lenguaje solo en el
modelo cristiano. En la religión de los mayas, tal y como muestra el Popol Vuh, los objetos del mundo
surgieron gracias al empleo de la palabra (Morera, 2017: 37). Sucede también, señala Morera, que en
algunas culturas los nombres de las cosas los conceden los seres humanos, no las divinidades; es el caso
de la China antigua, en la que el privilegio de dotar de nombre a las realidades era exclusivo del empe-
rador (Morera, 2017: 36-37).
23
Gray habla en su trabajo constantemente de «the power of the Name».

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Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

negativas, como el demonio (Gray, 1939: 264). En este mismo sentido, se consi-
dera en muchas lenguas que los nombres de los dioses deben ser secretos, para que
solo los muy iniciados en su culto puedan nombrarlos; de este modo, el resto de
hablantes deben emplear epítetos descriptivos para hacer referencia al dios al que
veneran24 (Gray, 1939: 263).
Como hemos visto, el nombre propio ofrece muchas capacidades semánticas
que le habilitan para ejercer de atributo oracional. Hemos observado también que
el nombre propio puede ser pronunciado, lo que constituye en sí mismo un acto
creador. Con estos elementos, ya puede describirse el proceso diacrónico en virtud
del cual los verbos transitivos llamar y apellidar han llegado a ser pseudo-copula-
tivos de cambio. El proceso que voy a describir se basa en otro proceso muy seme-
jante que han experimentado otros verbos pseudo-copulativos, concretamente los
de percepción y presentación. En efecto, como han establecido Morimoto y Pavón
Lucero (2007: 61-65), un verbo como ver, por ejemplo, solamente ha podido llegar
a ser pseudo-copulativo tras un proceso que ha pasado por tres fases. En la primera
fase, el verbo se emplea de modo transitivo, junto a un complemento predicativo
que incide sobre el objeto directo (Veo contenta a Begoña). En una segunda fase, el
esquema transitivo se mantiene, pero se vuelve reflexivo, de modo que es el sujeto
oracional quien se aplica a sí mismo el complemento predicativo tras verse en algún
lugar (Begoña se ve guapa en el espejo). Finalmente, la forma reflexiva se convierte
en una pseudo-cópula tras consumarse el proceso de desemantización (Begoña se ve
feliz en su nuevo trabajo).
En mi opinión, este mismo proceso puede adaptarse al caso concreto de lla-
marse y apellidarse. Tal adaptación queda reflejada en las siguientes fases evolutivas:

Fase 1: Llamar y apellidar se usan como verbos de habla transitivos (Gonzalo


llamó a su vecino).
Fase 2: Llamar y apellidar se emplean como verbos transitivos y añaden un
complemento predicativo -o atributo- al objeto directo (Gonzalo llamó ladrón
a su vecino).
Fase 3: Llamar y apellidar se emplean de modo reflexivo, de manera que los
sujetos se adjudican a sí mismos el predicativo (Gonzalo se llama héroe).
Fase 4: Llamarse y apellidarse, ya desemantizados, se convierten en pseudo-co-
pulativos. En esta fase es esperable que los atributos más frecuentes sean ya
nombres propios (el chico se llama Gonzalo).
24
De hecho, como ya señaló Ullmann (1968: 107), el miedo a nombrar a los dioses (o incluso a
los muertos), a los demonios o a los espíritus malignos, constituye uno de los tabúes más generalizados
en las lenguas del mundo.

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Jorge Fernández Jaén

A juicio de Vera Luján (2003), en este tipo de secuencias diacrónicas puede


resultar difícil determinar si el sintagma que incide sobre el objeto directo o el sujeto
funciona como complemento predicativo o como un auténtico atributo. De acuer-
do con Vera Luján, hay algunos indicios sintácticos que demuestran que el predica-
tivo se transforma, al final del proceso, en un atributo genuino. Uno de esos indicios
establece que solo se puede incluir la estructura a sí mismo cuando el verbo conserva
su significado y el sintagma funciona como predicativo. Sin embargo, la inserción
de a sí mismo cuando hay un atributo es en principio imposible. Teniendo esto en
cuenta, observemos el siguiente contraste:

(4) a. Gonzalo se llama héroe a sí mismo.


b. *El chico se llama Gonzalo a sí mismo.

Como vemos, únicamente en (4a) es posible reforzar la reflexividad de la pre-


dicación con a sí mismo; este fenómeno pone de manifiesto que mientras que en
(4a) llamar aún mantiene en buena medida su semantismo como verbo de habla, en
(4b) lo ha perdido por completo, de manera que la forma se llama actúa como enlace
entre el atributo Gonzalo y su referente el chico. En el apartado siguiente analizaré
algunos ejemplos históricos con objeto de determinar si todo lo expuesto en este
apartado se ajusta a evidencias concretas.

4. CONSIDERACIONES DIACRÓNICAS

Tal y como he explicado en los apartados precedentes, en mi opinión llamarse y


apellidarse funcionan en el español moderno como pseudo-cópulas especializadas en
señalar el nombre propio de las personas. De acuerdo con mi planteamiento, el pro-
ceso que ha desembocado en la gramaticalización de estos dos verbos como semico-
pulativos de cambio tienen su origen en la capacidad pragmática de la palabra -tanto
de los verbos de habla como de los nombres propios- para activar realidades y estados
específicos. Dicha fuerza pragmática se desarrolla en el caso de llamarse y apellidarse
de modo reflexivo (fases 3 y 4 del proceso diacrónico), de manera que, en un primer
momento, el sujeto se autoadjudica un estado por medio de un acto de habla para,
posteriormente, hacer referencia con ese esquema reflexivo a su propio nombre de un
modo ya plenamente atributivo y con una forma verbal desemantizada.
Este proceso comienza, como he apuntado a lo largo de este trabajo, con los
verbos llamar y apellidar en su uso transitivo de verbos de habla. Llamar procede
etimológicamente del latín clamare, que significaba ´gritar`, ´clamar`, ´exclamar`

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Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

y ´llamar` (Corominas y Pascual, 1980, Volumen III: 721-722), mientras que ape-
llidar tiene su origen en apelar, procedente a su vez del verbo latino appellare, que
significaba ´dirigir la palabra`, ´apelar`, ´llamar (a alguien)` (Corominas y Pascual,
1980, Volumen I: 296-297). De ambos verbos, solo llamar sigue funcionando en la
actualidad como verbo de habla, puesto que apellidar ya no se emplea en castellano
como verbo de habla transitivo. Si se examinan los documentos del CORDE, se ob-
serva de inmediato que en las primeras etapas de la lengua española llamar y apelli-
dar se utilizaban muy activamente como verbos de habla, lo que es coherente con las
predicciones del planteamiento de este trabajo. A continuación, ofrezco, a modo de
ejemplo, dos textos que muestran el uso, ya desaparecido, de apellidar como verbo
de habla; como se puede apreciar, en ambos casos el verbo mantiene su valor etimo-
lógico de ´apelar` y ´llamar a alguien`:

(5) E tomó gran poder & no se quiso detener; & apellidó toda su tierra y fue-
se contra aquellos dos Reyes (Anónimo, Libro del cavallero Cifar, España,
1300-1305, CORDE)
(6) EN el año del Señor de nuevecientos y diez años el rey Almançor, aquel que
el conde Fernán Gonçales había vencido, passó en África y apellidó todos
los moros y turcos, rogándoles que quisiesen pasar en España por le ayudar
y vengar la injuria que el conde Fernán Gonçales le había dado (Anónimo,
La crónica del nomble cavallero el conde Fernán Gonçales, con la muerte de
los siete infantes de Lara, España, 1500, CORDE)

¿Qué muestra el CORDE en relación con el uso de llamarse y apellidarse para


introducir el nombre propio o el apellido? Si se buscan en este corpus las formas me
llamo y me apellido -formas paradigmáticas de la introducción del nombre propio-
restringiendo la búsqueda a los textos de España y al período comprendido entre el
año 1000 y el 1500, se observa que no hay casos documentados para me apellido y
que solo se documentan 27 ocurrencias con me llamo. Estos datos evidencian que
estas formas eran aún muy inusuales en la Edad Media, si bien a partir del siglo XVI
empieza a documentarse con abundancia me llamo y de un modo muy limitado me
apellido25. En el caso de las 27 ocurrencias medievales de me llamo, ni siquiera todas
ellas muestran el nombre propio, lo que prueba que esa construcción todavía no se
encontraba plenamente establecida. En cualquier caso, el verbo llamar ya se emplea-
ba en el medievo para hacer referencia al nombre o para imponerlo pragmáticamen-
te. Obsérvense los siguientes ejemplos:
En efecto, las ocurrencias del verbo apellidarse tanto en el CORDE como en el CREA son
25

realmente limitadas, no solo con la forma me apellido.

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Jorge Fernández Jaén

(7) «¿Como? ¿No eres christiano?» «No señor», dixe yo. Dixo el: «Por Dios,
mal te conozco, e por buena fe puedes decir que has nombre Esclabor el no
conocido». Y assi como el rey me llamo estonces, assi me dixeron despues
(Anónimo, La demanda del Sancto Grial, España, 1470, CORDE)
(8) Por ella soy temido de hombres y querido de mujeres, sino de ti. Por ella le
dieron Centurio por nombre a mi abuelo y Centurio se llamó mi padre y
Centurio me llamo yo (Fernando de Rojas, La Celestina. Tragicomedia de
Calisto y Melibea, España, 1499-1502, CORDE)

En estos dos textos puede verse el verbo llamar asociado al proceso de tener un
nombre. En (7) el narrador explica la razón de su nombre, y hace referencia al rey
que lo llamó de ese modo. Nótese que el nombre procede del acto de habla del rey,
que es quien lo llama así y, por tanto, quien cambia su estado; de hecho, en el texto
se aprecia perfectamente ese cambio de estado, pues se explica el motivo por el que el
rey eligió ese nombre, se dice que le llamó y se puntualiza, usando el esquema B, que
«assi me dixeron despues». El fragmento de (8) también explica el origen del nom-
bre del personaje que habla, y se dice que dieron ese nombre al abuelo, de quien pasó
a padre y nieto. Es interesante observar que, tanto en este ejemplo como en el ante-
rior, se conceptualiza el nombre como un ´objeto`, como algo que se tiene («has
nombre», se dice en (7)) o que se da; de este modo, por medio de una metáfora
ontológica (cfr. Lakoff y Johnson, 1986: 63-70), el nombre, que es algo abstracto, se
concibe como un objeto tangible, lo que permite referirse a él de un modo sencillo
y fácil de comunicar. Queda claro, en definitiva, que el nombre propio es un estado
que se alcanza de alguna manera -incluso como si fuera un objeto que se recibe- y
que cambia para siempre al individuo.
Sin embargo, para validar empíricamente las hipótesis de este trabajo, es ne-
cesario documentar usos en los que los verbos se encuentren en construcciones
reflexivas y en los que aparezca algún sintagma que funcione como complemento
predicativo del sujeto o que introduzca de alguna manera un estado del sujeto. Estas
construcciones, propias de la fase 3, son la antesala necesaria a la generación de las
pseudo-cópulas llamarse y apellidarse. Pues bien, como se muestra a continuación,
es relativamente fácil hallar en el CORDE textos que confirman la existencia de este
tipo de estructuras. Ofrezco a continuación varios ejemplos con llamarse:

(9) ¿Et por qué suyo me llamo / et non me quiere acorrer? ( Juan Torres, Poe-
sías [Cancionero de Palacio], España, 1430-1440, CORDE)
(10) […] por el preçio e quantia de quatroçientos e trese florines, contando a
çient blancas de Castilla por cada florin, que de vos otorgo aver tomado e

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Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

resçevido por la venta de la dicha tierra, vinna, heredamiento e fruto d´e-


lla, commo dicho es, realmente e con efecto, en manera que me llamo por
contento e por bien pagado (Anónimo, Carta de venta [Documentos del
convento de San Bartolomé de San Sebastián], España, 1439, CORDE)
(11) la setena es sy alguno se llama papa no seyendo elegido a lo menos de las
dos partes de los cardenales (Anónimo, Siete Partidas de Alfonso X. BNM
I 766, España, 1491, CORDE)
(12) A todo el mundo es manifiesto que la donzella de quien yo me llamo servi-
dor en el mundo no tiene par, así en beldad, dignidad y escellencia (Anó-
nimo, Traducción de Tirante el Blanco de Joanot Martorell, España, 1511,
CORDE)
(13) Yo me llamo en verdad y filosóficamente socialista, en cuanto creo que la
asociación es una ley de la humanidad, como es una ley del individuo su
organización vital (Nicomedes Pastor Díaz, Los problemas del socialismo,
España, 1848, CORDE)

En todos estos ejemplos aparece el verbo llamarse en primera persona del sin-
gular acompañado de un sintagma con valor de predicativo que expresa el estado
que el sujeto se está adjudicando reflexivamente. En (9) el sujeto se considera a sí
mismo suyo, es decir, se tiene por un abnegado servidor de la mujer de la que está
enamorado. El texto de (10) muestra a un sujeto que se da por contento e por bien
pagado con una determinada transacción comercial; cabe destacar que en este texto
el complemento predicativo que introduce el nuevo estado -la satisfacción tras un
acuerdo económicamente beneficioso- adopta la forma de un sintagma preposicio-
nal26. En el caso del ejemplo (11), nos encontramos con una advertencia acerca de la
posibilidad de que alguien se adjudique a sí mismo el estatus de Papa -de Roma- sin
haber sido legítimamente elegido. Este ejemplo ilustra muy bien el uso de llamarse
como verbo con fuerza pragmática que puede designar un cambio de estado muy
importante en el mundo real: el de pasar por Papa, sin serlo. Finalmente, en (12) y
(13) el sujeto se declara servidor y socialista, respectivamente. De nuevo, observamos
que el verbo indica que es el propio sujeto quien realiza la declaración que establece
ese estado, declaración que, en el caso del ejemplo (13), está reforzada por las expre-
siones modales en verdad y filosóficamente. Se trata, además, de un estado codificado,
como ya ocurría con el posesivo suyo o con el término papa, con complementos pre-
dicativos de carácter nominal.
26
El complemento predicativo preposicional es muy común en la lengua española. Sobre este
tipo de predicativo, se puede consultar la gramática de la Real Academia (2009: 2864-2895) y el traba-
jo de Cifuentes Honrubia (2012).

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Jorge Fernández Jaén

Todos estos textos muestran el empleo de llamarse propio de la fase 3 del pro-
ceso evolutivo; los predicativos que aparecen, por tanto, introducen un estado que
el sujeto se atribuye de modo reflexivo de acuerdo con dos requisitos: el uso de la
fuerza pragmática del lenguaje y la conciencia de estar realizando una acción verbal.
Estas circunstancias explican que los sintagmas que expresan el estado deban ser in-
terpretados todavía como predicativos y no como atributos, ya que el verbo llamarse
conserva buena parte de su valor locutivo. El hecho de que nos encontremos con
complementos predicativos establecidos voluntariamente por el propio hablante
permite, tal y como establece la teoría de Vera Luján (2003), que en estas oracio-
nes pueda aparecer potencialmente la estructura a sí mismo; por ejemplo, alguien
puede llamarse suyo, papa o socialista a sí mismo, en la medida en que llamarse está
estableciendo el proceso por el cual el conceptualizador desea establecer su propio
estado. Desde esta configuración puede pasarse ya, una vez consumado el proceso
de desemantización, a la fase 4, en la que el elemento estativo adopta la forma de un
nombre propio, convertido en un atributo sintáctico.
El verbo apellidarse también se documenta en estructuras como las que acabo
de analizar. A continuación, pueden verse tres ejemplos:

(14) Echad la barba en remojo / Pues la mía veis pelar. Ignorancia / Ignoran-
cia me apellido / Pues troqué el bien necesario / Por otro ligero y vario
(Anónimo, Relación de la sortija que se hizo en 31 de marzo de 1590 [Actos
públicos en Madrid], España, 1590, CORDE)
(15) Por mi poder monarca me apellido / del monte todo; haciendo mi ardi-
miento / que se juren en su circunferencia / juntos hombres y fieras la obe-
diencia (Vicente García de la Huerta, Endimión, poema heroico [poesías],
España, 1755, CORDE)
(16) La sociedad ultrajada, tal vez dice ya con indignación y escarnio: «ese que
se apellida el heredero de la casa del duque de la Azucena, no es más que
un huérfano miserable» (Wenceslao Ayguals de Izco, La Bruja de Madrid,
España, 1850, CORDE)

En estos pasajes encontramos el verbo apellidarse utilizado como un verbo


que introduce un estado, con forma de complemento predicativo, que el hablante
se atribuye. En (14) el conceptualizador emplea el sustantivo ignorancia para hacer
referencia a una de sus principales características: la tendencia a actuar de un modo
tornadizo e irreflexivo. Por su parte, el ejemplo de (15) presenta a un personaje que,
en primera persona, se erige en monarca del monte. En este texto se percibe la fuerza
de la predicación introducida con apellidarse, pues el complemento circunstancial

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Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

de causa por mi poder hace referencia a la capacidad que tiene el sujeto para transfor-
marse a sí mismo en dicho monarca.
Por último, el ejemplo de (16) muestra, con gran claridad, un uso de apellidarse
en el que, como ocurre también con llamarse en casos como el del ejemplo (11), un
individuo pretende, o puede pretender, atribuirse un estado con beneficios jurídicos
o económicos. Así, mientras que en (11) se hablaba de la posibilidad de que alguien
intentara investirse de un modo fraudulento como papa, en este ejemplo se habla de
una persona que desea hacerse pasar por el heredero de un ducado. Este ejemplo es
especialmente valioso por varias razones. En primer lugar, ilustra con precisión cómo
apellidarse se ha utilizado en español como verbo capaz de instaurar un estado nuevo
a partir de un acto de habla realizado por el interesado; en efecto, es el sujeto quien
se autoproclama27 heredero, sin serlo. Por otro lado, el ejemplo exhibe los dos estados
enfrentados: por una parte, está el estado autoadjudicado -ser el heredero- y, por otra,
está el estado real – ser un huérfano miserable-. Como se puede apreciar, apellidarse
muestra aquí un cambio de estado propiciado por el sujeto y orientado hacia él mismo,
pero un cambio de estado, en términos de Morimoto y Pavón Lucero (2007), modal,
ya que no llega a tener efecto: el sujeto solo parece el heredero, pero no lo es.
Estos ejemplos que he analizado demuestran también que, a pesar de que
apellidarse está especializado en introducir el apellido (al menos en el español
de hoy), se ha utilizado en determinados momentos a lo largo del tiempo con el
valor original de verbo de habla que introduce pragmáticamente un cambio de
estado. De hecho, este comportamiento de apellidarse se puede explicar por me-
dio del concepto de poligénesis semántica (Geeraerts, 1997: 62-68), fenómeno

27
Creo que es necesario reparar en la existencia en español del verbo autoproclamarse, por cuanto
que es un verbo que, hasta cierto punto, demuestra la validez de las hipótesis defendidas en este artí-
culo. Como resulta obvio, autoproclamarse es la forma prefijada (por auto-) y reflexiva de proclamar,
verbo vinculado etimológicamente con llamar, pues ambos derivan del latín clamare (Corominas y
Pascual, 1980, Volumen III: 721-722). Así, autoproclamarse significa literalmente, atendiendo a su
origen etimológico y a su morfología, ´llamarse a uno mismo`. Lo interesante es que autoproclamarse
se utiliza en español sobre todo para hacer referencia a personas que se adjudican a sí mismas puestos
laborales o cargos públicos de un modo unilateral. El verbo autoproclamarse estaría especializado, por
tanto, en codificar eventos de la fase 3 de nuestro continuo. Naturalmente, en una oración como Juan
se autoproclamó jefe de la empresa, jefe de la empresa desempeña la función de complemento predicativo,
tal y como explica la Real Academia de la Lengua (2009: 2877-2878), para quien el verbo proclamar,
en general, se comporta como un verbo de elección. Proclamar y su forma autorreflexiva también se
pueden relacionar con los verbos que la Academia llama de denominación, entre los que se encuentra,
aparte de llamar, nombrar (Real Academia Española, 2009: 2877-2878), todos ellos verbos que, junto
a un predicativo, pueden denotar la adjudicación de un nuevo estado. Obsérvese el texto que cita a
propósito de nombrar la Academia (Real Academia Española, 2009: 2878): «Ya ves que ahora me han
nombrado gobernador» (Pozas, R., Juan).

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Jorge Fernández Jaén

consistente en la reaparición o reactivación en cualquier etapa de la historia de


un significado que estaba en desuso. De este modo, apellidarse ha recuperado en
momentos puntuales el valor pragmático de la fase 3, si bien actualmente su uso
parece restringirse en exclusiva a presentar los apellidos de los hablantes.
Llegados a este punto, es pertinente preguntarse por las razones por las que la
lengua española ha privilegiado, de entre todas las estructuras posibles, la fórmula re-
flexiva para introducir el nombre propio y los apellidos. En mi opinión, la causa puede
encontrarse en ciertos cambios filosóficos y teológicos que tuvieron lugar durante la
Edad Media. Livi (1984) ha resumido y explicado la obra del historiador Étienne Gil-
son El espíritu de la filosofía medieval, y ha puesto de manifiesto que en el contexto de la
filosofía cristiana de entonces cobra un renovado impulso la noción del conocimiento
de uno mismo que procede de la filosofía griega y, muy particularmente, de la idea del
conócete a ti mismo (Livi, 1984: 94-102). Como detalla Livi, en el ámbito de la religión
cristiana empieza a asumirse la crucial importancia del autoconocimiento, ya que se
considera que conocerse a uno mismo es «la clave para comprender a los demás, al
mundo y a Dios» (Livi, 1984: 94); por todas estas razones, no hay posibilidad, como
apunta Livi, de ir al paraíso tras la muerte sin haber alcanzado el conocimiento de uno
mismo. Teniendo en cuenta que el nombre propio se puede interpretar como la pala-
bra que se refiere sin ambigüedad al individuo (cfr. Fernández Leborans, 1999), puede
suponerse que, tal vez, las formas reflexivas llamarse y apellidarse se vieran favorecidas
por la necesidad de hacer del nombre un concepto adjudicado reflexivamente desde la
experiencia y la reflexión: yo me conozco a mí mismo y, por eso, me llamo y me apellido.
Debe tenerse en cuenta también que, desde el siglo XII, se inicia en teología
un intenso debate sobre el concepto mismo de ´persona`, debate en el que diversos
filósofos van a sugerir ideas como que la ´persona` se refiere a un único individuo,
lo que diferencia a la ´persona` de la ´sustancia`, concepto relacionado con las ca-
racterísticas que son compartidas por varias entidades (cfr. Culleton, 2010). En de-
finitiva, puede aceptarse que, tal vez, el contexto puente o contexto motivador (cfr.
Heine, 2002) para que los verbos transitivos de habla llamar y apellidar se convirtie-
ran, con el tiempo, en pseudo-cópulas especializadas en expresar nombre propio y
apellidos tenga que ver con la interpretación medieval de las concepciones cristianas
sobre la persona y con su necesidad de autoconocimiento.

5. CONCLUSIONES

En este trabajo he llevado a cabo un análisis de los verbos llamarse y apelli-


darse con objeto de descifrar su comportamiento cognitivo y semántico y las ra-

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Los verbos llamarse y apellidarse: una caracterización histórica y cognitiva

zones por las que el español ha destacado de manera predominante estas formas
reflexivas para expresar el nombre propio cuando hay alternativas construccio-
nales -algunas muy extendidas en las lenguas- igualmente válidas. Como hemos
visto, la lengua española ha privilegiado los verbos de habla llamar y apellidar
por su fuerza pragmática y por la posibilidad que ofrecen de introducir estados
del sujeto novedosos. De esa predicación locutiva y reflexiva que pone de ma-
nifiesto un cambio de estado (codificado sintácticamente con un complemento
predicativo) se ha llegado evolutivamente a unas formas verbales desemantizadas
y de morfología reflexiva que, convertidas en pseudo-cópulas, se han constitui-
do como una configuración específicamente adaptada para hacer referencia al
nombre propio. Este proceso puede haberse visto influido, además, por diversos
acontecimientos culturales que, durante la Edad Media, modificaron la visión de
cómo debe concebirse el individuo en un contexto religioso nuevo. Finalmente,
este trabajo, de modo general, aporta nuevas evidencias sobre la necesidad epis-
temológica de estudiar el lenguaje humano de un modo cognitivo, puesto que, si
no se toman en consideración factores como el significado de las palabras y de las
conceptualizaciones o las motivaciones extralingüísticas que pueden intervenir
en el uso de la gramática, resulta muy difícil llegar a comprender el funciona-
miento global de cualquier lengua.

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Fecha de recepción: 15 de octubre de 2019


Fecha de aceptación: 15 de noviembre de 2019

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 95-123 ISSN:1139-1146 123


Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

ATENUACIÓN Y POSIBILIDAD: INTERACCIONES ENTRE


DOS CONTENIDOS PROCEDIMENTALES*

Catalina Fuentes Rodríguez


Universidad de Sevilla
cfuentes@us.es

Resumen: El estudio de la atenuación impli- Abstract: The study of attenuation implies


ca tener en cuenta el contenido léxicosemán- taking into account the lexical-semantic con-
tico de las expresiones, las construcciones en tent of the expressions, the constructions in
las que aparecen y la presencia de operadores which appear and the presence of specialized
especializados. El presente trabajo analiza operators. This paper analyzes two construc-
dos construcciones, en la medida de lo posible tions, en lo posible and en la medida de lo
y en lo posible, describe sus usos y los conte- posible, describes their uses and the procedur-
nidos procedimentales que expresan, que van al meanings they convey, which goes in two
en dos direcciones: la limitación de la refe- directions: the limitation of the reference
rencia (función marco, argumentativa, ligada (argumentative framework function, linked
al concepto de posibilidad) y la atenuación to the concept of possibility) and the discur-
discursiva (estrategia a la que sirven cuando sive attenuation (strategy they serve when
la minimización afecta a la fuerza ilocuti- minimization affects the illocutive force).
va). Además, se plantea el grado de fijación The degree of fixation of both construc-
de ambas construcciones para determinar si tions is also discussed in order to determine
pueden ser consideradas ya operadores dis- whether they can already be considered dis-
cursivos. cursive operators.
Palabras clave: operadores discursivos, ate- Keywords: discourse markers, mitigation,
nuación, posibilidad, gramaticalización possibility, grammaticalization

*
Este trabajo se ha realizado en el marco del Proyecto I+D+I. FFI 2017-82898P «De construc-
ciones periféricas a operadores discursivos: un estudio macrosintáctico del español actual», cofinan-
ciado por el Ministerio de Economía y Competitividad y fondos FEDER.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146 125


Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

1. INTRODUCCIÓN

El estudio de la atenuación implica tener en cuenta el contenido léxicosemán-


tico de las unidades, las construcciones en las que aparecen y la presencia de opera-
dores especializados. En cuanto a su campo de acción, incluye la minimización del
contenido referencial o de la fuerza ilocutiva del acto de habla. Afecta a la relación
entre los participantes del acto y puede emplearse como estrategia argumentativa y
con efecto (des)cortés. Algunos operadores o construcciones que van adquiriendo
ese valor, como en la medida de lo posible o en lo posible, son atenuativos solo en uno
de sus contextos de aparición, si bien el desarrollo de la fijación de este contenido
procedimental implica la relación con el contenido epistémico de posibilidad, inser-
to en su base léxica.
Este trabajo se plantea las siguientes preguntas de investigación: ¿cuál es la rela-
ción entre la función atenuativa de estas construcciones y su contenido modal?, ¿las
expresiones indicadas están gramaticalizadas como operadores discursivos? Nuestro
estudio tiene, pues, dos direcciones: la discusión teórico-metodológica sobre la re-
lación entre estrategia atenuativa y modalidad y el análisis de posibles operadores
discursivos desde el punto de vista de la gramaticalización.
En lo posible y en la medida de lo posible serán descritos en su diversidad fun-
cional, determinaremos sus contextos de realización y comentaremos las relaciones
entre los contenidos procedimentales expresados y las estrategias discursivas a las
que sirven. Asimismo, relacionaremos estas expresiones con otras que comparten
semantismo con ellas. El objetivo es ver, a través del proceso creativo de un operador
discursivo, las interacciones que la atenuación establece con otros contenidos ma-
croestructurales en el discurso. La metodología empleada es la Lingüística pragmá-
tica (Fuentes Rodríguez, 2017a [2000]).

2. LA ATENUACIÓN

La atenuación1 ha sido tratada en la bibliografía de forma profusa en los últi-


mos tiempos, sobre todo. Para Briz (1998: 109) es una categoría pragmática surgida
de la relación interlocutiva entre hablante y oyente y marcada por el realce de este
último. Al mismo tiempo la considera una estrategia (p. 110). La intensificación,
1
Para el estudio de la atenuación consúltese, entre otros, Fraser (1980, 2010), Montes Gi-
raldo (1980-81), Meyer-Hermann (1988), Haverkate (1994), Briz (1995, 1998, 2005 y 2007), Puga
Larraín (1997), Caffi (1999 y 2007), Sbisá (2001), Félix-Brasdefer (2004), Douglas de Sirgo (2007),
Jørgensen (2009), Kaltenböck-Mihatsch-Schneider (eds. 2010), Fuentes Rodríguez (2010), Albelda y
Cestero (2011), Samper Hernández (2011), Cestero y Albelda (2012) y Schneider (2013).

126 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146


Catalina Fuentes Rodríguez

por su parte, implica un realce de la producción del hablante. En la actualidad Briz


y Albelda dirigen un proyecto sobre atenuación y la definen como categoría y estra-
tegia a la vez2:

La atenuación es una categoría pragmática en tanto mecanismo estratégico y


táctico (por tanto, intencional), que tiene que ver con la efec­tividad y la efica-
cia del discurso, con el logro de los fines en la interacción, además de tratarse de
una función solo determinable contextualmen­te.
Es una estrategia, puesto que se atenúa, argumentativamente hablando, para
lograr el acuerdo o aceptación del otro (incluso, cuando esta sea solo una acep-
tación social). Luego, es un mecanismo retórico para convencer, lograr un bene-
ficio, persuadir y, a la vez, para cuidar las re­laciones interpersonales y sociales o
evitar que estas sufran algún tipo de menoscabo (Briz y Albelda, 2013: 292-3).

Las palabras más repetidas para caracterizar la atenuación son mitigación (Ca-
ffi, 1999, 2007) o minimización.

Más concretamente, dicha estrategia consis­te lingüísticamente en minorar, mi-


nimizar, miti­gar, debilitar la acción e intención o el efecto que estas puedan
tener o haber tenido en la interac­ción, y en dicha estrategia están implicados los
hablantes, los oyentes e, incluso, terceros (pre­sentes o ausentes). En particular,
con tal minora­ción se logran diversos grados de distanciamien­to del mensaje,
bien mediante la relativización o bien a través de la impersonalización, que son,
de forma abstracta, las tácticas empleadas para atenuar, las cuales se realizan me-
diante diferen­tes recursos verbales y no verbales. (Briz y Albelda, 2013: 293)

De este modo se pueden conseguir efectos sociales de acercamiento al oyente y


a la vez de distanciamiento lingüístico del mensaje: «lingüísticamente, atenuación
significa distancia; socialmente, atenuación significa acercamiento» (Briz-Albelda,
2013: 293).
En el caso que nos ocupa encontramos un procedimiento atenuativo: el uso de
la modalidad epistémica para reducir la fuerza de lo dicho. La atenuación es el efecto
pragmático conseguido, la estrategia para la que se usan operadores discursivos cuyo
contenido apunta a la posibilidad, contenido modal en la bibliografía al uso.
Aunque en la lengua contamos con operadores de posibilidad (posiblemente,
quizás, tal vez, verbos como puede…) vamos a reflexionar en este trabajo sobre otras

2
Necesitaría precisarse en qué sentido se habla de «categorías pragmáticas».

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146 127


Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

construcciones que pueden ir camino de la fijación y que incluyen el término posible


en su base léxica: en lo posible, en la medida de lo posible3. Determinar su puesto en el
paradigma, su uso como atenuativo y perfilar su contenido procedimental es uno de
los objetivos de este artículo. El otro es, como dijimos más arriba, determinar el gra-
do de fijación de la construcción y preguntarse por su posible consideración como
operador4 (Fuentes Rodríguez, 2003, 2018[2009]).

3. EN LO POSIBLE, EN LA MEDIDA DE LO POSIBLE

Estas dos construcciones, sintagmas con preposición en su origen, mantienen


su contenido primario en unos contextos, pero parecen ir adquiriendo valores pro-
cedimentales en otros. El adjetivo posible aparece en el primer caso sustantivado,
como núcleo de la construcción (en lo posible); en el segundo modifica a medida.
Analizamos a continuación el valor de ambas construcciones partiendo de los cor-
pus CREA, CORPES, CORDE y MEsA5 y nos planteamos si están ya gramaticali-
zados como operadores discursivos (Fuentes Rodríguez, 2003, 2018[2009]), es de-
cir, como elementos con funcionamiento macroestructural que apunta al hablante
(enunciación, modalidad) o al oyente (argumentación, información). El proceso in-
cluye diversos pasos: la desemantización (bleaching), la extensión o generalización, la
decategorización y la erosión o reducción fonética. Hopper (1991) recoge layering
(coexistencia de funciones distintas), divergencia, especialización, persistencia y de-
categorización. Lehmann (1982: 11) considera que la «gramaticalization is a pro-
cess which may not only change a lexical item into a grammatical item but also shift
an item ‘from a less grammatical to a more grammatical status’ in Kuryłowicz words
[…]; grammaticalization is a process of gradual change». El cambio de lo semántico
a lo gramatical puede entenderse como una pérdida de contenido (bleaching) o el
desarrollo de un contenido «gramatical». En el caso de los marcadores discursivos
se ha aludido al reanálisis o a la pragmaticalización (Erman-Kotsinas, 1993; Dostie,
2004; Claridge-Arnovick, 2010; Diewald, 2011), ya que se trata de

the process by which a lexico-grammatical sequence or word form, in a given


context, loses its propositional meaning in favour of an essentially metacom-
3
Relacionadas con ellas pueden estar las construcciones a ser posible, si es posible, que por cues-
tiones de espacio no analizamos aquí.
4
En consonancia con los objetivos del proyecto en que se enmarca este trabajo. Véase nota inicial.
5
El corpus MEsA ha sido elaborado por el grupo de investigación APL y está formado por ma-
terial procedente del discurso digital: foros, Facebook, Twitter, Whatsapp, blogs, páginas web, Insta-
gram, Youtube. http://grupo.us.es/grupoapl/otrosapartados.php?otro=10.

128 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146


Catalina Fuentes Rodríguez

municative, discourse interactional meaning and/or (an already pragmatic


element) continues to develop further pragmatic functions or forms (Clarid-
ge-Arnovick 2010: 187).

Este proceso «starts and ends in discourse» (idem), los términos léxicos se
usan con funciones ilocutivas o discursivas. Claridge y Arnovick (2010) proponen
el término discursisation cuando un elemento pragmático desarrolla funciones dis-
cursivas nuevas, usando su multifuncionalidad, algo reconocido por otros autores
(Brinton, 2010; Fuentes Rodríguez, 1996).
En las estructuras que estudiamos en este trabajo se produce una desemanti-
zación, al menos en uno de los empleos, como propugna Heine (2003: 579), y una
generalización del contenido. Este pasa de lo designativo a lo procedimental, como
hemos defendido para otras unidades (Fuentes Rodríguez, 2016). En todos ellos
se cumple el layering y también el proceso de intersubjetivización (López Couso,
2010), entendido como una referencia al campo del hablante (Fuentes Rodríguez,
2016)6. Como Cifuentes Honrubia (2003: 14) afirma, obtenemos un contenido
más abstracto: «un aspecto común en todas las definiciones dadas sobre grama-
ticalización es la adquisición por parte de una unidad lingüística de un contenido
gramatical o más abstracto, o bien el paso de una unidad de contenido gramatical a
otro más gramatical».
Traugott (2003: 645) lo liga al contexto: «(…) the process whereby lexical
material in highly constrained pragmatic and morphosyntactic context is assigned
grammatical function, and once grammatical, is assigned increasingly grammatical,
operator-like function». Algunos autores han defendido un proceso de gramatica-
lización en el que se impliquen razones o funciones pragmáticas, que pasan, así, a
la gramática. Garachana (1999: 156-7) propone el proceso siguiente para encima:
sintagma preposicional > adverbio > conector aditivo > interjección impropia.
En Fuentes Rodríguez (2016) proponemos para para colmo un cambio como
el que reinvidican Traugott (1995) o Company (2003): adverbios o sintagmas pre-
posicionales que pasan a desarrollar una función como marcador discursivo, sea este
conector u operador (Fuentes Rodríguez, 2003). El proceso sufrido es una fijación
sintáctica, generalmente una extraproposicionalidad sintáctica (Dik, 1997; Fuentes
Rodríguez, 2007), un salto a la macrosintaxis (Berrendonner, 1990, 2003; Blanche
Benveniste, 2002; Fuentes Rodríguez, 2017b), y semánticamente un debilitamiento
de contenido que lo lleva a lo procedimental, al desarrollo de contenidos macroes-
tructurales, dependientes del entorno. Los que separan gramática y pragmática los

6
Consúltese también Traugott (1995), Stein-Wright (1995) o Nuyts (2001).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146 129


Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

consideran contenidos pragmáticos7. Como Company (2003: 14) defiende, el pro-


ceso consiste más bien en una generalización del contenido, un proceso

[...] simultáneo de debilitamiento o pérdida y ganancia: pérdida de especifici-


dades de significado y de privilegios de ocurrencia, y debilitamiento de iconici-
dad, pero al mismo tiempo es ganancia en polisemia, incremento de funciones
adicionales gramaticales y aumento en la frecuencia y generalización del signo,
y por lo tanto ganancia en la aplicabilidad del signo.

A ello acompaña normalmente una pérdida de sustancia fónica y la fusión de


sus componentes8.
Heine (2013: 1205-6) propone hablar, en el marco de su thetical grammar
(Kaltenböck-Heine-Kuteva, 2011), de un proceso previo de cooptation, que consiste
en que «units such as clauses, phrases, or words are taken from the domain of sen-
tence grammar and deployed for purposes of discourse organization». Pasemos a
comprobarlo en el análisis.

3.1. En lo posible

3.1.1. Esta estructura aparece como una construcción fijada, no admite inserción de
elementos: *en lo muy posible, *en lo más posible. Es un sintagma en origen que actúa
como grupo, con una función y significado únicos. Cumple, así, uno de los pasos de
la gramaticalización. Tenemos que preguntarnos si su contenido deriva del de sus
miembros o ha sufrido un proceso de debilitamiento o generalización.
La base léxica es el adjetivo posible, con lo que deriva al campo de la modali-
dad epistémica. Con ella el hablante presenta los hechos de manera que no puede
asertar su verdad o falsedad. Generalmente esto ocurre con entornos de futuro o
modalmente marcados. Sin embargo, tenemos que decir que la construcción que
estudiamos aquí no parece relacionarse de forma prototípica con el concepto de po-
sibilidad. Si comparamos las siguientes realizaciones podremos ver las diferencias:

(1a) Posiblemente me matricule en el máster el próximo año.

7
Y por ello consideran marcadores discursivos a conjunciones como y o pero cuando relacionan
enunciados o intervenciones. ¿Su categoría ha cambiado? Se identifica, así, la gramática con la sintaxis
de la oración, una limitación que, como hemos indicado en otros lugares, no suscribimos (Fuentes
Rodríguez, 2017b).
8
Cfr., al respecto, también Buenafuentes (2007).

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Catalina Fuentes Rodríguez

Indica acción futura que no se afirma como verdadera o falsa. En este caso posible-
mente se combina con subjuntivo o futuro, aunque parece más natural con el primero:

(1b) Posiblemente me matricularé el próximo año.


(1c) Me matricularé posiblemente el próximo año.

Al combinarlo con futuro la aserción informa de una decisión firme y posi-


blemente se orienta más claramente hacia el complemento de tiempo (1c). En este
mismo contexto, si incluimos en lo posible parece menos aceptable.

(1d) ???Me matricularé en lo posible el próximo año

Con ese contenido de «si puedo» son más aceptables las formas si es posible, a ser
posible. En el caso siguiente posiblemente se combina con una perífrasis de obligación:

(2a) Posiblemente tengas que evitar la exposición al sol

El hablante no afirma si es verdadera o falsa esa obligación. Su paráfrasis podría


ser «que tengas que evitar la exposición al sol es una posibilidad» o «es posible que
tengas que evitar la exposición al sol». Posiblemente afecta a todo el enunciado, a
toda la acción, incluyendo la modalidad:

Posiblemente [Enunciado: modalidad+ contenido]

Cuando incluimos la forma en lo posible se mantiene la modalidad de obliga-


ción, que es deóntica, no epistémica.

(2b) Tienes que evitar en lo posible la exposición al sol.

En lo posible afecta al contenido de la perífrasis tienes que evitar. Aunque se


centre fundamentalmente su acción en el verbo predicativo (evitar), afecta en cierto
modo, atenuándola, a la modalidad de obligación, rebaja el grado de la imposición.

Modalidad de obligación + oración (verbo+ en lo posible).

Como percibimos, hay algunas diferencias entre las dos formas citadas.
Posiblemente es un operador de posibilidad epistémico. En lo posible en algunos
contextos se comporta como un operador atenuativo de la modalidad deóntica.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146 131


Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

Posiblemente conmuta con quizás. En lo posible con «en lo que pueda(s)» o «si
puedes». Establece una limitación a la realización del hecho designado o a la fuer-
za ilocutiva. En este último caso tiene como efecto una atenuación de los efectos
impositivos.

3.1.2. Esta primera hipótesis, surgida de la comparación con un adverbio de posibi-


lidad, viene corroborada por los corpus. En lo posible aparece en distintos contextos.
En unos mantiene su contenido léxico originario. El más claro y más cercano a un
contenido macroestructural, propio de un operador, es el modal atenuativo.
En ambos contextos su contenido apunta a las posibilidades que tiene el ha-
blante en un contexto concreto. Su paráfrasis sería «en lo que pueda(s), si hay posi-
bilidad». Pero la combinatoria sintagmática con formas verbales y perífrasis provo-
ca efectos discursivos distintos. De ahí los dos empleos de los que hablamos.

a. Valor originario, léxico: «en lo que pueda(s)»

En este contexto en lo posible actúa como complemento de un verbo o un sin-


tagma y aparece integrado, sin formar grupo entonativo independiente. Mantiene
su significado base y establece una limitación a la realización de lo dicho: la acción
de omitir en (3) se reduce a lo que puede hacer el hablante:

(3) En lo que se refiere a mi trabajo omitiré en lo posible la cronología puesto


que se conoce bastante bien la vida de Francia. Me centraré en las diversas face-
tas de la Dictadura. Basándome en varios testimonios de personas de distintos
grupos sociales de la población. La mayoría de ellos fueron testigos de la época.
(CORPES, Ferrer Agüero, Luis María: El emperador chino de occidente (El
Dr. F.): guión cinematográfico, 2001)

Admite combinatoria con cualquier forma verbal. En el fragmento anterior


aparece con un futuro. En (4) lo encontramos con un futuro hipotético y se docu-
menta también con infinitivo (5) o subjuntivo (6), todos ellos de carácter prospec-
tivo. Estamos hablando de algo no realizado, proyectado hacia el futuro. Su alcance
también puede variar. En (4) es un sintagma coordinado complemento del verbo
reír. Y en lo posible aparece resaltado entre pausas:

(4) Pero me gustaría que lo festejemos, que nos riamos de esto y, en lo posible,
de todo lo que está a mano para hacernos reír. Yo también te quiero, guacha.
(CORPES, Herrera, Marcos: Ropa de fuego, 2001).

132 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146


Catalina Fuentes Rodríguez

(5) Ello significa prever situaciones de cambio inherentes a la vida (laborales,


familiares, sociales y en general), el mantener en lo posible el control sobre la
propia vida, así como procurar activamente el mantenimiento y el mejora-
miento de la calidad de la misma, para tener la posibilidad de vivir la vejez en
condiciones de bienestar, evitando concepciones prejuiciadas de la vida, de los
cambios del envejecimiento y de la senectud. (CORPES, Secretaría de Salud:
Programa de Acción: Atención al Envejecimiento, 2001).
(6) Sin embargo, este manejo implica siempre la creación de un estado en cierta
medida artificial, que si bien se busca que se asemeje en lo posible a la condición
del bosque virgen, es distinto de él. (CORPES, Fundación para la Innovación
Agraria: Bosque nativo en Chile: situación actual y perspectivas, 2001).

El hablante no se impone y admite una limitación a esas acciones, según el


contexto de realización. Puede ser sustituible por la expresión en lo que pueda(s) o
incluso por el otro operador que estudiaremos a continuación: en la medida de lo
posible. Si es posible no precisa el concepto de cantidad o medida que expresan estas
otras formas.
En otros casos, en lo posible actúa sobre verbos en presente o en pasado. Mo-
difica el contenido verbal: expone un hecho o acción que se dio o se da, no en toda
su extensión sino dependiendo de las circunstancias contextuales. Hay, pues, una
rebaja, una limitación en la extensión de lo dicho:

(7) Esto ocurrió en 1827, pero fue sólo hacia 1850 en que el abuelo de mi
abuela, Don Lorenzo Barrios, mayordomo de la imagen, comienza a restaurar
el culto a la virgen y las costumbres de los guanches respecto a ella. La llamó
“fiesta de los naturales”. El viejo santuario se adecenta y restaura en lo posible.
Es en ese momento cuando comienzan a llegar los peregrinos que desde 1863
se hacen masivos. (CORPES, Marrero, Marisol: Las brujas modernas vuelan
en la red, 2001).

Puede reformularse como «se adecenta y restaura en lo que puede (pudo)


hacerse». En (8) se indica que el deseo era incluirlo todo, pero las circunstancias
limitan la extensión hasta ciertos extremos. Se realiza en el grado en el que las cir-
cunstancias lo permiten.

(8) Las especies se presentan en orden alfabético, según el orden y/o familia,
género y especie. Incluyen, en lo posible, todas las especies exóticas detectadas
en el país. Sin embargo, algunos cuadros están incompletos, especialmente

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146 133


Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

cuando la cantidad de especies o el bajo grado de conocimiento de las mismas


rebasaron el tiempo previsto para el presente estudio. (CORPES, Ojasti, Juha-
ni ... [et al.] [eds.]: Informe sobre las Especies Exóticas en Venezuela. Caracas:
Ministerio del Ambiente y de Asuntos Naturales, 2001).

Lo encontramos también con un verbo en pasado, equivalente a «en lo que


pudo»:

(9) Durante algunos días, los cuatro o cinco previos a la fecha convenida con
el conocido, Yuyo Galves se abstuvo en lo posible de ver vis a vis a sus amigos.
(CORPES, Ehrenhaus, Andrés: La seriedad. Barcelona: Mondadori, 2001).

En lo posible en estos contextos es una expresión de limitación, que actúa sobre


el contenido verbal ejerciendo un efecto desrealizante (Ducrot, 1995) sobre él. Re-
baja el grado de realización del contenido designativo expresado por el verbo. Esta
limitación viene de la relación con el contexto y con la capacidad del emisor (o la
que le atribuye el emisor a los agentes de las acciones referidas). No expresa modali-
dad epistémica, sino una limitación a aquello deseable (en futuro o con modalidad
prospectiva) o a lo que la realidad permite, aunque no coincida con los deseos del
hablante (presente y pasado). A pesar de que su contenido es aún transparente y
muy cercano a su significado base, sí es perceptible una fijación en la forma y en su
distribución. Actúa como un grupo que se antepone (4) o pospone (9) a su ámbito
y en ocasiones aparece entre pausas (8).
El concepto de posibilidad está presente pero expuesto como contenido dictal:
«en lo que se puede». Se acerca a «si es posible», pero este contenido procedi-
mental se orienta hacia lo designativo y actúa sobre él. No se entiende como una
coordenada que implica la no aserción como verdadero o falso, sino que indica la
dependencia de las circunstancias para marcar el grado de realización de un hecho,
sea presente, pasado o futuro. Estamos, pues, en un límite muy delgado entre conte-
nido designativo o procedimental, y entre micro y macrosintaxis. Hay cierta fijación
en la construcción pero no se cumplen otras condiciones de la gramaticalización.
No hablamos, pues, de operador en este empleo.
b. El segundo contexto de uso orienta hacia la modalidad directiva: obligación,
instrucción. Se combina frecuentemente con perífrasis como tener que, deber, haber
que + infinitivos, con infinitivos o segmentos nominales con valor instruccional. En lo
posible actúa como atenuativo del acto directivo. Afecta a la fuerza ilocutiva rebajándo-
la. Este contenido relacionado con la capacidad, más que con la posibilidad, introduce
la reserva. Esa limitación reduce la fuerza de la imposición, y tiene un efecto como

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Catalina Fuentes Rodríguez

mecanismo cortés, aunque no en todos los casos. Se trata de una reducción de la impo-
sición, pero no a través de una estrategia interactiva o una referencia a la voluntad del
receptor (si no te importa, por favor) sino por rebajar las posibilidades de realización
de un hecho. No se apunta a la libertad del oyente; tiene en cuenta las limitaciones ex-
ternas que pueden impedirle realizar una acción. Las diferencias en la fuerza ilocutiva
del acto directivo dependen de la forma verbal con la que se combina: con imperativos
en (10), futuros hipotéticos prospectivos (11) o perífrasis de obligación en (12, 13):

(10) BETINA: En lo posible sea breve, por el tiempo, recuerde que le dije que...
(CORPES, Robino, Alejandro: Risas grabadas. www.celcit.org.ar: celcit.org.
ar, 2013-04-23).
(11) Se podría organizar para los mismos, programas sencillos, con objeti-
vos concretos de acuerdo a las necesidades e intereses de la comunidad. Las
emisiones podrían dirigirse a los artesanos individualmente, o a grupos for-
mados en cada localidad, que podrían reunirse con regularidad para analizar
y discutir los mensajes recibidos y en lo posible emprender alguna acción en
relación a ellos. En este caso los programas, podrían organizarse con instruc-
tores en régimen de tutorías. (CORPES, Miranda de Alvarenga, Alejandra
Estelbina: Las artesanías tradicionales del Paraguay. Análisis cualitativo
y descripción socioeducativa de sus productores. Asunción: Ministerio de
Educación y Cultura, 2001).
(12) Yo no podía poner la mano en el fuego por Fonseca, pero habría jurado
ante cualquier tribunal de metodología profesional que era el mejor guía de los
posibles para meterse en el berenjenal en el que se estaba metiendo Almudena.
Lo que había que hacer era poner siempre entre paréntesis las informaciones
que diera, contrastarlas en lo posible y no jugársela. (CORPES, M. Reverte,
Jorge: Gálvez en la frontera. Madrid: Santillana, 2001).
(13) La sobreexcitación nerviosa es perjudicial a la digestión y debe evitarse en
lo posible. Los adelgazamientos rápidos, tan en boga hoy en día, son peligrosos,
ya que exponen al estallido de una tuberculosis o de un trastorno digestivo
(CORPES, Goldemberg, I.: El nombre del padre. Lima: Alfaguara, 2001).

En estos contextos en lo posible hace pasar de la obligación a la recomendación.


Otras posibilidades constructivas son perífrasis como tratar de+ verbo, intentar+
verbo, o contenidos verbales que tienen ese efecto directivo o proyectivo: se reco-
mienda, se pretende; estructuras que expresan recomendaciones atenuadas: es prefe-
rible, es mejor; o sustantivos que también actúan como formas directivas indirectas:
el objetivo (meta, idea, propósito…) es. Veamos algunos ejemplos a continuación:

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146 135


Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

(14) Es necesario: 1) purificar las listas de especies repetidas; 2) completar, en


lo posible, el inventario con los grupos aún no incluidos, tales como arácnidos,
anélidos, nemátodos, hongos y otros agentes patógenos, así como varios taxa
del ambiente marino; 3) consultar los productos del trabajo con especialistas
nacionales para agregar especies omitidas y verificar la asignación de las espe-
cies por categorías de invasoras, establecidas (CORPES, Ojasti, J. ... [et al.]
[eds.]: Informe sobre las Especies Exóticas en Venezuela, 2001).
(15) Domínguez: Totalmente cuestarriba, padre. Lo mejor será conservar en lo
posible las estructuras de gobierno interno. No tiene caso alborotar a la indiada.
(CORPES, Tovar, Juan: Horas de gracia. Último sueño de Agustín primero.
Onirofarsa. México D. F.: Jus, Compañía Nacional de Teatro, 2010).
(16) La  mayoría  de  los  vecinos  coinciden  en  señalar  que  es  necesario  incre-
mentar  la  presencia  policial  con  el  objetivo  de  intentar  paliar  en  lo  posibl-
e este problema que vienen padeciendo, según aseguran, desde hace años. No
obstante todos ellos afirman que la solución radica en concienciar a la juventud
para que aprendan a divertirse, sin tener que recurrir a la violencia (CORPES,
Faro de Vigo, 2001)

En ocasiones se combina con futuro, cuando se presenta como una planifica-


ción de hechos o instrucciones, o con infinitivos:

(17) Esta actividad se realizará de manera preliminar en gabinete y luego se


profundizará el análisis en talleres municipales y/o en lo posible en un taller
departamental, donde participarán los actores sociales e institucionales. En
esta fase se procederá a revisar la propuesta preliminar del equipo técnico y a
complementarla de acuerdo a las sugerencias y aportes de los actores. (COR-
PES, Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación ... [et al.]: Guía meto-
dológica para la formulación de los planes departamentales de ordenamiento
territorial, 2001).

Aparte de estos casos de modalidad exhortativa, los más frecuentes, hemos en-
contrado alguna ocurrencia con actos valorativos o desiderativos como el siguiente:

(18) Toda literatura debería ser terapéutica?


– No estoy para establecer leyes. Mi literatura lo es y en lo posible ojalá lo hu-
biera. Pero los seres también necesitan divertirse, bailar y entretenerse, por ello
también estoy por la literatura de diversión. (CREA, Excélsior, 05/09/2000)
Encontramos un caso en que complementa al verbo gustar, pero parece ser

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Catalina Fuentes Rodríguez

una atracción a la posición adelantada de un complemento del verbo pensar, ob-


jeto de me gusta.

(19) Me gusta en lo posible pensar y proyectar cada acto de mi existencia. Intento


no dejar nada al azar, algunas veces vanamente, lo confieso. (CREA, L. Llongueras:
Llongueras tal cual. Anécdotas y recuerdos de una vida, 2001)

En cuanto al alcance de en lo posible, puede ser un sintagma (20), toda la ora-


ción o todo el predicado. En (21) afecta a todo el enunciado («de pelo de marta»):

(20)Escoger  leche  y  derivados  bajos  en  grasa,  en  lo  posible  sin  grasa.(COR-
PES,“Cómo seleccionar sus alimentos». Revista de Nutrición XXI. Santiago de
Chile: Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad
de Chile, 2002).
(21) -Vamos, trae tinta china y un pincel. En lo posible, de pelo de marta.
(CORPES, Maronna, Jorge; Pescetti, Luis María: Copyright: plagios literarios
y poder político al desnudo. Barcelona: Plaza & Janés, 2001).

3.1.3. La expresión considerada tiene movilidad: aparece también en posición ini-


cial, con pausas o sin ella. En el primer caso focaliza la información y actúa como
complemento periférico marco. Establece una primera condición que limita la im-
posición que sigue. Por una parte, esta limitación es cortés, porque ofrece opcio-
nes al receptor, pero también destaca esta información, orienta la interpretación
del receptor hacia el acto de habla y lo condiciona a las posibilidades de realiza-
ción en el contexto, no a la voluntad del individuo. Su contenido es semejante al
de si (te) es posible. En esta posición ya lo encontramos en el CORDE, al inicio
del siglo XX:

(22) En lo posible han de ser entresacadas de las “Lecturas B” y las “Lecturas


C”. Su fin principal es el estudio de la Gramática científica. Han de ser breves
trozos graduales; arreglados de tal suerte, que una lección bien aprendida, sirva
de medio para emprender los estudios sucesivos. (CORDE, J.I. Lezcano: Pro-
grama analítico de castellano del prof. Juan Inocencio Lezcano, 1931).

En CREA y CORPES son menos frecuentes en posición inicial que en posi-


ción intercalada, como señalaremos en el punto 4, pero hay bastantes casos.

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Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

(23) En lo posible trate de no nadar y de no hacer ejercicios bruscos para “calen-


tarse”, ya que produciría el efecto contrario. (CREA, J.N. Artigas: Manual de
sobrevivencia, 1991).

Del primer valor, limitativo, podemos citar (24) aunque mantiene cierto valor
de recomendación:

(24) Para la prueba se empleó 20 mg de extracto total de la planta. En lo posi-


ble el compuesto debe ser soluble en frío o en baño maría en dimetilsulfóxido
(DMSO) que es el solvente universal e inocuo para la A. salina. (CORPES,
Abdo, Susana: «Capítulo II. Fitoquímica. La defensa química de las plantas
superiores», 2003).

En CORPES encontramos fundamentalmente su uso con actos directivos:


consejos, recomendaciones, obligaciones… El siguiente pertenece a una descripción
en presente, aunque proyectada al futuro, por el contenido de planificación, deseo y
no realización de trato de:

(25) Nunca la pensé mucho. Todo fue llegando de a poco y, con el tiempo,
se fue armando de la manera que está hoy. En lo posible trato de poner cosas
que tengan un significado que vaya más allá de lo puramente estético, pero
claro, eso no se puede dar con todo. Además, es el tiempo y lo que uno vive lo
que también hace que los momentos se identifiquen con los objetos y así éstos
adquieran una importancia especial. (CORPES, Maldonado, Ari: «Puertas
adentro». ED. Santiago de Chile: ed.cl, 2012-06).

Como operador atenuativo, lo encontramos con diferentes formas verbales,


como ya explicamos:

(26) Prevención
– Limpiar la vivienda y cambiar la ubicación de los objetos pesados (…)
- En lo posible, eliminar los reservorios del parásito que ocasiona el mal: perros,
gatos, cerdos y murciélagos. (CREA, El Salvador Hoy, 06/04/1997)
(27) A todos nos vendría bien una cura de minúsculas para rebajar humos
retóricos. En lo posible nos tendríamos que atener a la norma estricta de que
sólo van con mayúscula los nombres propios de personas o de entes persona-
lizados. Las excepciones, con permiso por escrito. (CREA, A. de Miguel: La
perversión del lenguaje, 1994)

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(28) En lo posible, la capacitación especial para un trabajo u ocupación debe


comenzar después del ciclo de cultura general de la educación secundaria, o a la
par de él, pero esto no impide que por razones económicas y sociales se ponga
al final de la escuela primaria y aun antes. (CREA, L.A.Lemus: Administra-
cion, dirección y supervisión de escuelas, 1975)
(29) Consejos seguros. Al salir a pasear - En lo posible utilice la tarjeta de crédi-
to o cheques de viajero. No muestre grandes cantidades de dinero, y una buena
idea puede ser separar el cambio chico para compras pequeñas, de los billetes
gordos. - Cuando utilice la tarjeta de crédito, verifique que le hayan devuelto
su tarjeta y no cualquier otra. - No lleve su billetera en el bolsillo trasero del
pantalón. (CREA, H. de Dios: Miami, 1990)

3.1.4. Como podemos ver, se acerca al operador discursivo por su distribución, fija-
ción formal y contenido procedimental (función discursiva de atenuación). La limi-
tación es el contenido base, que se desarrolla en el plano dictal, como complemento
verbal, o en el modal, afectando a la fuerza ilocutiva. En ambos se presenta una op-
ción al oyente y a veces se percibe cierto contenido cercano a lo deseable. Así sucede
en el uso como complemento verbal.

(30) El esperaba que fuera sólo eso, un paréntesis, en lo posible no muy largo, el
tiempo suficiente para que ella se diera cuenta que era él quien podía darle lo
que ella necesitaba. (CORPES, Arcos Levi, René: Después de todo. Santiago
de Chile: Planeta, 2001)

Esta limitación actúa como una opción que implica que la modalidad exhortati-
va no se realice con toda su fuerza. Es una limitación que adquiere una función atenua-
tiva, como una opción al mandato. Las funciones discursivas de en lo posible son, pues:
a) Limitación del contenido dictal —con presente y pasado. No tiene conteni-
do cortés o descortés y actúa como complemento del verbo. Liga el hecho realizado
a las posibilidades contextuales de realización. Puede ser sustituible por en lo que
pueda(s) o si es posible. El primero establece cierto contenido cualitativo que se pier-
de en el segmento en lo posible.
b) Atenuación de la fuerza ilocutiva: generalmente de la modalidad exhorta-
tiva. Aparece entre pausas. Se combina con futuro, con perífrasis de obligación o
proyectivas. Su contenido es rebajar la fuerza modal y pasar de la obligación o im-
posición a la recomendación. El hablante acepta que el oyente no tenga opciones o
que el contexto no le permita realizar lo propuesto. En este sentido es cortés. En este
empleo es un operador, ya que ha desarrollado un contenido procedimental.

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Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

El primero se mueve en el campo del contenido dictal del verbo. En el segundo


caso actúa en el plano modal, pero como atenuador de modalidades directivas.
En cuanto a la pregunta sobre su grado de fijación como operador, hay que decir
que no suele aparecer entre pausas; solo en algunos casos aparece focalizado, forman-
do grupo entonativo independiente, aunque no parece haber una sistematicidad en
ello. Sí tiene movilidad en el enunciado y ocupa diversas posiciones. En el empleo a) es
un limitador argumentativo que se aplica sobre el contenido verbal, reduce la acción
según sus circunstancias contextuales. Solo lo consideramos operador en el segundo
empleo (b), ya que desarrolla un contenido procedimental, atenuativo, que actúa ma-
croestructuralmente sobre la modalidad y tiene efectos argumentativos. Sería, como
hemos venido diciendo, operador atenuativo de la modalidad exhortativa, de actos
directivos. Reduce los efectos y por ello puede usarse como estrategia atenuativa.
En este como en el siguiente elemento se alude a un enfrentamiento entre lo
que es posible (porque lo permiten las circunstancias contextuales) y lo que es de-
seado por el hablante e implica al oyente. Este enfrentamiento con estas formas se
presenta siempre de forma atenuada, con la conciencia colaborativa del hablante de
que las circunstancias pueden impedir la realización de lo proyectado.
En cuanto a su aparición en los corpus, CORDE lo documenta desde el siglo
XVI, aunque en sus inicios el valor desarrollado es el primero. Encontramos los pri-
meros datos del atenuativo a partir del siglo XVIII: la tabla 1 muestra la evolución y
la tablas 2 y 3 recogen los usos en CREA (limitada la búsqueda a los últimos años:
2000-2004) y CORPES (2013-2016)9.
10

XVI XVII XVIII XIX XX TOTAL


En lo posible 5 (5/0)10 12 (12/0) 38 (20-18) 429 (181/248) 401(173/228) 885

Tabla 1. En lo posible en CORDE


11

CREA: posición inicial/intercalada CORPES: posición inicial/ intercalada


Corpus
(2000-2004) (2013-2016)
En lo posible 140 (2/13811) 143 (13/130)

Tabla 2. En lo posible en CREA y CORPES: posición

9
El CORPES recoge los datos de CREA en los años 2000-2004. Por el volumen de datos y
porque nuestro objetivo era conocer la situación actual, hemos incorporado este otro corpus. De ahí
que lo hayamos limitado a los 4 últimos años del mismo.
10
Aparece el número total y entre paréntesis los valores 1/ 2.
11
Aunque en la página de CREA aparecen 141 casos en posición intercalada, hay tres casos
repetidos, que no hemos computado.

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CREA: limitación/ operador ate- CORPES: limitación/ operador


Corpus
nuativo (2000-2004) atenuativo (2013-2016)
En lo posible 140 (55/85) 143 (37/106)

Tabla 3. En lo posible en CREA y CORPES: distribución de los dos usos

3.2. En la medida de lo posible

3.2.1. En esta segunda expresión el concepto de posibilidad aparece en la extensión


del sintagma. Esta construcción no está recogida en el DRAE como un elemento
con valor único. No está reconocido como operador en los repertorios lexicográfi-
cos de conectores: el diccionario en línea de Briz-Pons-Portolés (2008-actualidad),
Fuentes Rodríguez (2018[2009]) o Santos Río (2003). Este último solo recoge a ser
posible como adverbio condicional.
Este sintagma nominal incluye un sustantivo nuclear, medida, que apunta a lo
cuantitativo. Semánticamente, posible se dirige hacia lo modal. La unión de ambos
contenidos determina la dirección en la que va a operar la construcción, con com-
portamientos diversos.
Esta construcción está fijada, ya que no admite variación morfemática de nú-
mero: *en las medidas de lo posible, *en la medida de los posibles, aunque sí hay alguna
variante: en la medida de mis/tus/sus posibilidades, pero esta es otra expresión que
estudiaremos a continuación. Tampoco admite cambio de determinante: *en una
medida de lo posible. Sin embargo, en el corpus encontramos algunos testimonios
que indican que estamos ante una construcción sintácticamente libre que puede
coordinarse con otro complemento: «en la medida de lo posible +y/pero también+-
de+sn», como documentan los fragmentos siguientes.

(31) Si logramos salvar, vigorizar y dar impulso a este grupo de ciudades, po-
dremos resistir mucho mejor la hecatombe urbanística que se nos avecina, po-
dremos también salvar en la medida de lo posible y lo compatible con el progreso y
el desarrollo económico la estructura orgánica del pasado y buena parte de un de-
pósito cultural que debemos a todo trance preservar si tenemos espíritu clarivi-
dente, pues a la vez que el mundo avanza a galope tendido hacia la uniformidad
e igualitarismo de las sociedades industriales, también se despierta, conforme
aumenta la disponibilidad de ocio en las masas de una afluent society, el deseo
de encontrar mundos diferentes e insospechados. (CORDE, Chueca Goitia,
Fernando: Breve historia del urbanismo, 1968).
(32) Vigilé de cerca ese proceso y no me separé de Iglesias sino lo indispen-
sable: era mi oportunidad más segura de filtrarme en el mundo prohibido y

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Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

no lo iba a malograr por errores groseros. Traté así de permanecer a su lado en


la medida de lo posible, pero también de lo insospechable.  Lo cuidaba, le leía
algún libro de Kropotkin, le conversaba sobre el Apoyo Mutuo, pero sobre
todo, observaba y esperaba. (CORDE, Sábato, Ernesto: Sobre héroes y tum-
bas, 1961).

Aún hay algún caso en que la construcción se coordina con otros complemen-
tos directamente relacionados con el verbo nuclear, lo que refuerza la hipótesis del
funcionamiento oracional, microsintáctico. Así, en (33) se muestra como comple-
mento circunstancial unida a otro, «en nombre de la patria»:

(33) Y ahora juzgad de la protesta de los imbéciles ante nuestra idea de pe-
dir, en nombre de la patria y en la medida de lo posible, profesores extranje-
ros. (CORDE, Tamayo, Franz: Creación de la pedagogía nacional. 1910).

La construcción tiene movilidad en el enunciado, puede ocupar diferentes po-


siciones: inicial o intercalada fundamentalmente. Más rara es su aparición en posi-
ción final, aunque también encontramos casos.
En posición inicial establece un marco, como muchos de los elementos con con-
tenido procedimental, que por ello adoptan una función en el margen izquierdo:
establece las condiciones de realización de lo que va a seguir. A partir de ahí desarrolla
otras funciones. Si estas se mueven en el marco procedimental podremos hablar de
un cambio semántico y un paso a lo discursivo: establecer un contenido indexical,
que apunta a aspectos relacionados con el hablante, la argumentación y la modalidad.

3.2.2. En principio, podemos afirmar que en la medida de lo posible desarrolla el


mismo contenido base de en lo posible: establece una limitación a la acción anterior.
Este contenido de limitación se desarrolla en dos contextos:
a) Limitación del contenido verbal: generalmente en un contexto verbal de
presente o pasado. Se aplica a la acción verbal del enunciado pero también podría
tener como alcance un segmento.

(34) Desde muy niño, obsesionado por mi inferioridad congénita, me apliqué


a disfrazarla en la medida de lo posible, ensayando ante el espejo las posturas y
ángulos más propicios. (CORDE, Mujica Láinez, Manuel: Bomarzo, 1962).

En este caso afecta al infinitivo, no al grupo verbal completo. No es «me apli-


qué en la medida de lo posible», sino «disfrazarla todo lo que podía». Ambos con-

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tenidos, posible y medida, siguen manteniéndose con su valor originario. Por tanto,
estamos ante un complemento del verbo, aunque, como iremos viendo, su conteni-
do se va fosilizando y adopta un valor procedimental.

(35) Les había explicado a mi manera la ópera de Wagner. Charles me pidió que


le ofreciese una muestra de la música, si podía recordarla, y entonces yo, al piano,
reproduje en la medida de lo posible algunos temas: los que cantaba Tristán y los
que cantaba Isolda. (CORDE, Torrente Ballester, Gonzalo: Don Juan, 1963).
(36) Pero lo que es imposible hacer dignamente, es santo y piadoso hacerlo en
la medida de lo posible. (CORDE, Maldonado, Luis: La plegaria eucarística.
Estudio de teología bíblica y litúrgica sobre la misa, 1967).

Se confronta «hacer dignamente» y «hacer en la medida de lo posible». La


construcción resulta en este contexto difícil de entender.

b) Atenuación de la modalidad exhortativa o de obligación.


Como vemos, la composición del elemento, medida (cuantitativo) y posible (mo-
dalidad), se ve reflejada icónicamente en sus empleos discursivos. En este contexto es
una construcción camino de fijarse como operador argumentativo de limitación:

(37) La consideramos fundamental ya que a través de ella y sus asociaciones, se


trató de dinamizar un pasado que puede permanecer estático si se basa en los
análisis simplemente monumentales o altamente descriptivos, pero que tam-
bién puede dinamizarse a partir de un estudio de carácter global, en la medida
de lo posible. (CORDE, C. Huapaya: Informe preliminar sobre el Proyecto de
Arqueología y Computación del material del Complejo Pando, 1974)

Podríamos sustituirla por si es posible (dinamizarse). Repite el valor de posibi-


lidad ya expuesto en puede. Pero hay una diferencia: en la medida de lo posible esta-
blece una referencia a lo cuantitativo: «en la extensión que podría afirmarse». En
este caso la posición de comentario al final también es propia de un marcador, con
el valor de reinterpretación: volver a lo dicho y añadir una limitación, lo que hace
reducir la fuerza a la aserción.
Es más claro como operador cuando actúa como atenuativo de la modalidad.
De nuevo encontramos la expresión combinada con perífrasis de obligación o con
instrucciones, todas con contenido prospectivo. Ofrece opciones al oyente, con lo que
aporta un contenido cortés:

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Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

(38) El léxico archivo debe, en la medida de lo posible, registrar todo vocablo lo-
cal. (CORDE, Casares, Julio: Introducción a la Lexicografía moderna, 1950).

En este caso se intercala en medio de la perífrasis.


Al aplicar una limitación atenúa el valor ilocutivo de las peticiones, órdenes, y
las convierte en recomendaciones: aquí ya tenemos un proceso de abstracción más
grande, se pierde el concepto de medida. En su distribución, aparece a veces ante-
puesto y utiliza las pausas. Se acerca en su valor a en lo posible:

(39) Luego es preciso, en la medida de lo posible, evitar las repeticiones, que se


hacen frecuentemente de una manera maquinal, pero concentrar toda la fuerza
de la atención sobre el hecho o la idea que se quieren retener. (CORDE, Gon-
zález Llana, Félix: Traducción de Ideas modernas acerca de los niños, de Alfred
Binet, 1913).
(40) El código, en la medida de lo posible, debe indicar las características del
objeto codificado. (CORDE, Sancho Rodríguez, J.: La información y su repre-
sentación [Informática básica], 1974).

Este valor no anda tan lejos del prospectivo, ya que en realidad aquí no se afir-
ma, sino que se plantean recomendaciones sobre acciones futuras. Véase el siguiente
caso, en el que el contenido prospectivo está en el semantismo del verbo remediar y
en la construcción final (para remediar), que implica una actuación con el propósito
de modificar una situación:

(41) La alfabetización y la educación de adultos se han apoyado en la radio y


la televisión para remediar el problema en la medida de lo posible. (CORDE,
García Jiménez, Jesús: Teoría de los contenidos de la Televisión, 1965).

La diferencia con los usos modales es que aparece sin pausas y su incidencia
inmediata es el verbo remediar.
Podemos hablar, pues, de un operador discursivo por su grado de fijación for-
mal, por su fijación funcional (la extraproposicionalidad) y semántica: el contenido
procedimental que desarrolla. En este último aspecto tenemos que hacer algunas
aclaraciones. En la medida de lo posible aparece entre pausas en cualquiera de sus
funciones, como hemos ido viendo, aunque sea más frecuente en el uso modal. En
ambos puede aparecer así cuando se focaliza la información.
En un contexto de futuro, en la medida de lo posible refuerza el contenido de
planificación (instrucciones), que admite cambios:

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(42) Especificaba el reglamento que si el número de inscritos era inferior a die-


ciséis, y éste era el caso, se establecerían cuatro grupos, formados, “en la medi-
da de lo posible, por equipos del mismo valor y de méritos iguales”. (CORDE,
Mercé Varela, Andrés: Traducción de Fútbol. La Copa del Mundo de Jules
Rimet, 1955). 

Es el desiderátum, lo que se pretende, aunque sin que pueda asertarse. El ope-


rador reduce la fuerza asertiva y lo lleva al plano de lo prospectivo.
En el caso siguiente lo tenemos con tratar de, con una proyección hacia el fu-
turo. En estos casos podría ser sustituible por si es posible o en la medida de sus posi-
bilidades:

(43)  Al final, intentaremos ampliar el panorama, en la medida de lo posible,


hasta sus aspectos sociales, como base del planteamiento anterior. (CORDE,
J.A. Maravall: Las comunidades de Castilla, 1963-1979).

Sin embargo, no serían totalmente equivalentes. Con si es posible el hablante


abre una posibilidad inferencial a la no realización. En la medida de lo posible y en lo
posible parecen usarse en contextos en los que el hablante presupone que se realizará
el hecho aunque se duda del grado de realización. Por ejemplo, en el fragmento si-
guiente (44) la manifestación se afirma, aunque no el grado. Si ponemos si es posible,
la voluntad de manifestar puede no llevarse a efecto:

(44) Recuérdese la definición de Josiah Royce: “La fidelidad es la voluntad de


manifestar, en la medida de lo posible, lo eterno; es decir, la consciente y supra-
humana unidad de vida en la forma de los actos de un yo individual.” (COR-
DE, Rosales, Luis: Cervantes y la libertad, I, 1960).

Cuando va con perífrasis proyectivas (intentar conseguir X), en la medida de lo


posible afecta no al verbo auxiliar, sino al contenido del verbo predicativo.

(45) Entonces pasa a ser responsabilidad del director el descubrir qué es lo que
la gente quiere saber y facilitarles las respuestas y la información en la medida
de lo posible. (Ob. cit., págs. 163 y 164). (CORDE, Carrasco Belinchón, Julián:
Manual de organización y métodos. I. Funciones directivas, 1966).

Las circunstancias sintagmáticas del operador están muy determinadas. Po-


dríamos hablar de una construcción formada por «verbo con contenido modal

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146 145


Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

atenuativo o prospectivo, o un entorno de futuro (determinación por perífrasis o


por formas verbales)». Aquí encontramos tratar de, deber de, intentar+ infinitivo,
futuro y futuro hipotético. Asimismo, el valor prospectivo básico en esta unidad
se encuentra en el contenido léxico de las palabras que constituyen el alcance o
que preceden a este alcance: intentar, evitar, procurar, pretender, sustantivos como
intento, recomendación, idea, propuesta… o construcciones sintácticas como las es-
tructuras finales con para.

(46) En la medida de lo posible, les dejaremos hacer, si no ponen en peligro su


seguridad. (CREA, Penella, Manuel: Tu hijo: genio en potencia. Las claves
fundamentales para su educación, 1995).
(47) En la medida de lo posible deberemos procurar que nuestra vivienda dis-
ponga de toda la luz natural que sea posible, pues, como dice el refrán: “Donde
entra el sol no entra el médico”. (CREA, Bueno, Mariano: El libro práctico de
la casa sana, 2004).

3.2.3. En el corpus CORDE, aparecen testimonios de en la medida de lo posible en


42 ocasiones, a partir de 1800. En el siglo XIX documentamos 7 casos y 35 en el
XX. El reparto por valores aparece en la tabla 4. La tabla 5 recoge los resultados de
CREA y CORPES según su posición y valor:

CORDE: 42 (A PARTIR 1800) Inicial Intercalado

Limitación 1 13

Modal 6 22

Tabla 4. En la medida de lo posible en CORDE

Corpus CREA (2000-2004): CORPES CREA CORPES


inicial/intercalado (2013-2016): (2000-2004): (2013-2016):
inicial/ intercalado limitación/operador limitación/operador
atenuativo atenuativo

En la medida
8/108 11/100 36/80 49/62
de lo posible

Tabla 5. En la medida de lo posible en CREA y CORPES

146 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146


Catalina Fuentes Rodríguez

3.3. En la medida de mis/tus/sus posibilidades

En la medida de sus/mis/tus posibilidades es un sintagma nominal complejo


que aparece como complemento circunstancial del verbo. Mantiene variabilidad en
concordancia con el referente de la acción (generalmente el hablante (48) o incluso
el oyente (49)).

(48) En razón de ello, las personas que me informaron pudieron cometer un


ligero error con la sobreposición del nombre de José Luis Navas, error que,
en la medida de mis posibilidades, estoy absolutamente dispuesta a rectificar.
(CREA, El País, 10/07/1980)
(49) Parecía sincero cuando afirmó desconocer en qué prisión se hallaba. “Es
como si se lo hubiese tragado la tierra”, dijo. Le acorralaste en la medida de tus
posibilidades, si bien en aquel combate entre dos espíritus quebradizos estabas
perdiendo terreno por momentos. (CREA, J.A.Gabriel y Galán: El bobo ilus-
trado, 1986)

En el caso de en la medida de sus posibilidades encontramos su primer empleo


en CORDE a partir del siglo XX. No hay casos anteriores. Y en este siglo encontra-
mos 7 casos intercalados12. En estos fundamentalmente hay una orientación hacia el
futuro (en un complemento final), en consonancia con el semantismo del sustantivo
posibilidades:

(50) De ahí la presión desesperada que ejerce Hitler sobre Polonia para rom-
per, en la medida de sus posibilidades, el cerco que se va formando en torno a
la amenaza nazi. (CORDE, Anónimo, Nota internacional. Lo que va de ayer
a hoy, 1934).

Mantiene el valor léxico y sería equivalente al contexto 1 de en la medida de lo posi-


ble13 . Es una construcción aún no fijada ya que admite variación formal: aparece en plu-
ral (nuestras, pero no vuestras posibilidades), según muestra (51), obtenido del CREA.

12
De los 7 casos, 6 son prospectivos. No hay ningún caso en posición inicial.
13
Podría pensarse, como ha sugerido un evaluador, que la construcción libre, en la medida de
sus posibilidades, apunta a una persona concreta (Hitler, en este caso). Puede depender de los aspectos
ligados a él y a su realidad concreta. Si lo sustituimos por en la medida de lo posible, el contenido es más
general, más abstracto. Este es uno de los rasgos diferenciadores del operador discursivo fijado, que
elabora un contenido procedimental constante, aplicable a todos los contextos (vid. Fuentes Rodrí-
guez, 2019).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146 147


Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

(51) -Si tienes hambre o sed, dínoslo y procuraremos satisfacerte en la medi-


da de nuestras posibilidades. Y si luego quieres, elige a la que más te guste de
nosotras y sacia tu fogosidad. (CREA, E.Mendoza: La verdad sobre el caso
Savolta, 1975)

Encontramos pocas ocurrencias de en la medida de mis/tus/nuestras posibili-


dades según muestra la tabla 6. En el caso de en la medida de sus posibilidades en-
contramos más ejemplos. En CORPES, por su parte, acumula esta expresión 931
ocurrencias, como muestra la tabla, y aparecen algunas ocurrencias en CORDE,
como la siguiente:

(52) Luego, policías distribuidos convenientemente en las tribunas, impidie-


ron, en la medida de sus posibilidades, aquel desencadenamiento de escándalo,
alboroto y fetidez. (CORDE, Mercé Varela, Andrés: Traducción de Fútbol. La
Copa del Mundo de Jules Rimet. Barcelona: Juventud, 1955).

En la medida de mis tus sus nuestras vuestras


posibilidades
CORDE 0 0 7 3 0
CREA 11 2 61 22 0
CORPES 22 5 931 29 0

Tabla 6. En la medida de mis posibilidades y variantes en los corpus analizados

Podría parecer, tras la lectura de esta tabla, que predomina la referencia al ha-
blante (mis, nuestras posibilidades) pero, aunque tus presente pocas ocurrencias y
vuestras ninguna, en sus posibilidades se incluye la referencia a una tercera persona y
a ustedes, plural formal referido al oyente.

4. EN LO POSIBLE, EN LA MEDIDA DE LO POSIBLE:


COMPARATIVA DE SU PRESENCIA EN LOS CORPUS

Los resultados parciales de ambas formas nos permiten establecer alguna com-
paración en cuanto a su grado de presencia, el uso predominante o su fijación en el
sistema. La tabla 7 muestra el predominio de en lo posible sobre en la medida de lo
posible, incluso en etapas anteriores. En todos los corpus, la función intercalada es
la preferida.

148 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146


Catalina Fuentes Rodríguez

Corpus CREA (2000-2004): CORPES (2013-2016): CORDE:


Inicial/intercalado Inicial/ intercalado Inicial /intercalado
En lo posible 2/13814 13/130 6/879
En la medida de lo
8/10815 11/100 7/35
posible
1415

Tabla 7. Presencia de las dos expresiones en los corpus

Los resultados de ambos en estos siglos iniciales son diferentes. En lo posible se


documenta antes:

XVI XVII XVIII XIX XX TOTAL

En lo posible 5 (5/0)16 12 (12/0) 38 (20-18) 429 (181/248) 401 (173/228) 885

En la
medida de lo 0 0 0 7 (0/7) 35 (7/28) 42
posible
16

Tabla 8. Presencia en CORDE

La tabla 9 (y la figura siguiente) recoge la presencia en CREA y CORPES


atendiendo a la posición y a la frecuencia de los dos valores. La conclusión es clara:
preferencia por la posición intercalada y preferencia por la función como atenua-
tivo, lo que nos hace confirmar la convivencia de las dos funciones en el momento
actual y el desarrollo de un operador ya fijado.

Corpus CREA (2000-2004): CORPES CREA CORPES


inicial/intercalado (2013-2016): (2000-2004): (2013-2016):
inicial/intercalado limitación/operador limitación/ operador
atenuativo atenuativo
En lo posible 2/138 13/130 55/85 37/106
En la
medida de 8/108 11/100 36/80 49/62
lo posible

Tabla 9. Distribución por posición y funciones

14
En todo el corpus CREA su presencia es 37/802.
15
En todo el corpus CREA los datos son 22/357.
16
Valor 1/ 2.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146 149


Atenuación y posibilidad: interacciones entre dos contenidos procedimentales

Esta conclusión se ve apoyada por los datos. Como en CORPES hemos selec-
cionado un fragmento más pequeño de tiempo (de 2013 a 2016 inclusive), podemos
confrontarlo con los últimos años del CREA: de 2000 a 2004. Podríamos establecer
la siguiente secuencia: CREA 1975-1999, CREA 2000-2004 y CORPES 2013-
2016, que nos permitirá ver el progreso en el tiempo del desarrollo del operador. Los
datos se muestran en la tabla 10.

Corpus CREA 1975-1999: CREA 2000-2004: CORPES (2013-2016):


número total número total número total
(inicial/intercalado) (inicial/ intercalado) (inicial /intercalado)
En lo posible 699 (35/664) 140 (2/138) 143 (13/130)

En la medida
263 (14/249) 116 (8/108) 111 (11/100)
de lo posible

Tabla 10. Progresión de los resultados en CREA y CORPES

En CREA se ve más claramente el incremento. CORPES presenta menor pre-


sencia, aunque puede deberse a la limitación del corpus en estos últimos años.

150 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146


Catalina Fuentes Rodríguez

En el corpus MEsA no encontramos apenas ejemplos. No hay casos en los si-


guientes corpus: Facebook (264 305 palabras), Twitter (299 122 palabras), What-
sApp (496 157 palabras), YouTube (382 637 palabras). En otros sí tenemos algún
caso: blogs (400 772 palabras), foros (367 852 palabras), Instagram (332 575 pa-
labras), páginas web (460 265 palabras), pero son poco significativos. Esto viene a
refrendar la hipótesis inicial de la que partimos sobre su uso preferente en lo escrito
y en lenguaje formal.

Blogs Foros Instagram Páginas Whatsapp Twitter Facebook Youtube


web
En lo 2 (uso
0 0 0 0 0 0 0
posible modal)
En la
2
medida de 3 (1/2) 1 (1 modal) 2 (uso 1) 0 0 0 0
(modales)
lo posible

Tabla 11. Presencia de las dos formas en el corpus MEsA

CONCLUSIONES

Las formas consideradas, en lo posible y en la medida de lo posible, aparecen en


los corpus con dos valores básicos: estableciendo una limitación a la realización de
la acción y con un contenido procedimental ligado a la atenuación de la función
ilocutiva. En este último empleo funcionan como operadores argumentativos ate-
nuativos de actos directivos y desarrollan un comportamiento cortés. El contenido
de limitación, generalmente empleado en contextos prospectivos, se va acercando a
lo procedimental, pero aún no puede afirmarse que estas construcciones sean ope-
radores en todos sus empleos. A diferencia de otros elementos de su paradigma
–posiblemente, a ser posible o si es posible–, en lo posible y en la medida de lo posible
no dejan en suspenso la aserción sino el grado de realización de la misma. Se han
especializado en este mismo contexto, extendiendo el capítulo de los operadores
discursivos.

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Fecha de recepción: 6 de julio de 2019


Fecha de aceptación: 25 de octubre de 2019

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 125-155 ISSN:1139-1146 155


Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

EN TORNO A LOS VALORES PRAGMÁTICOS DE LA


EVIDENCIALIDAD: UNA NUEVA APROXIMACIÓN A LAS
RELACIONES ENTRE EVIDENCIALIDAD E IRONÍA EN
ESPAÑOL*

Teresa María Rodríguez Ramalle


Universidad Complutense de Madrid
teresaramalle@ccinf.ucm.es

Resumen: En este artículo me propongo Abstract


contrastar el comportamiento de dos tipos de In this article I will contrast the behavior of
elementos vinculados con la expresión de la two types of discursive particles linked to the
evidencialidad en español, al parecer y por lo expression of the evidentiality in Spanish, al
visto, y las locuciones consecutivas ilativas así parecer, por lo visto, and illative conjunctions:
que, conque, de manera/modo que. Mi objeti- así que, conque, de manera/modo que. My goal
vo es demostrar que la ironía, como interpre- is to show that irony can also be documented
tación que se documenta en los evidenciales in these two types of evidential structures in
morfológicos, también se puede atestiguar Spanish, but in a very different way: in the
en español, si bien de manera distinta según first case as ironic markers, as it was point-
el modo en que se expresa la fuente de la in- ed out by Santamaría (2009), in the second,
formación: en el caso de al parecer y por lo as indicators of irony. According to Speas
visto como marcas de ironía, según ya apunta (2010), I will demonstrate that the way to ex-
Santamaría (2009); en cuanto a las locucio- plain the evidentiality from the relationship
nes consecutivas ilativas, como indicadores. among discursive situations also helps us to
Demostraré que la manera de explicar la evi- understand the behavior as indicators of the
dencialidad a partir de la relación entre situa- illative conjunctions.
ciones discursivas, de acuerdo con el modelo Keywords: evidentiality, irony, ironic mar-
formal que desarrolla Speas (2010), ayuda kers, ironic indicators, discursive situations.
también a comprender el comportamiento
como indicadores de ironía de las locuciones
consecutivas ilativas en contextos concretos.
Palabras clave: evidencialidad, ironía, mar-
cas de ironía, indicadores de ironía, situacio-
nes discursivas.

*
La investigación que subyace a este artículo ha sido financiada por el proyecto Variación grama-
tical del español: microparámetros en las interficies sintaxis-semántica-discurso (FFI-2017-87140-C4-
3-P) financiado por el Gobierno de España. Deseo agradecer los comentarios de los revisores anóni-
mos. Cualquier error que persista es solo a mí achacable.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 157-182 ISSN:1139-1146 157


En torno a los valores pragmáticos de la evidencialidad: una nueva aproximación a las relaciones entre…

1. INTRODUCCIÓN

La noción de evidencialidad como fuente de información es un concepto ex-


tendido entre los estudios tipológicos (Aikhenvald, 2003 y 2004; Chafe y Nichols,
1986; Palmer, 1986; Kronning, 2002, entre otros muchos). En ciertas lenguas, la
evidencialidad está codificada gramaticalmente y se realiza como un afijo verbal que
puede ser obligatorio. No obstante, en otras, la mención a la fuente de la informa-
ción es opcional y no está vinculada a una categoría gramatical concreta; es más bien
un mecanismo de tipo léxico.
La evidencialidad morfológica, según los estudios de Aikhenvald (2003 y
2004), posee una serie de características sintácticas y pragmáticas. Entre las primeras
destaca el especial comportamiento de los afijos evidenciales ante una interrogación;
entre las segundas, encontramos los diversos matices que se pueden documentar:
desagrado, enfado e ironía.
En las lenguas con afijos evidenciales, la evidencia transmitida se utiliza de
manera habitual para expresar actitudes negativas hacia la información que se co-
munica: desagrado e ironía. En el caso de las lenguas que no cuentan con este tipo
de afijos, la ironía también se ha revisado a partir de su efecto junto con determi-
nados recursos léxicos evidenciales, según se observa en el trabajo de Santamaría
(2009) aplicado al español, dentro del monográfico dedicado a la ironía y editado
por Ruiz Gurillo y Padilla (2009). En el trabajo de Santamaría, a partir del estudio
de expresiones como según dicen, claro o se ve (que), se llega a la conclusión de que
los recursos mencionados no son indicadores de ironía, pues no expresan ironía por
sí mismos, sino marcas que pueden llegar a facilitar en determinados contextos la
interpretación de los enunciados irónicos.
Dado que, en la evidencialidad morfológica, la ironía parece estar presente
como mecanismo básico y no como simple marca, merece la pena retomar el va-
lor irónico de las piezas evidenciales en una lengua sin evidencialidad morfológica
como el español, con el fin de evaluar su verdadero alcance en este tipo de lenguas.
Para ello, resulta necesario partir de una clasificación previa de los diferentes tipos
de expresiones consideradas evidenciales, pues no todos los elementos que llevan tal
etiqueta conllevan una lectura a partir de las fuentes de la información codificadas
morfológicamente (directa, transmitida, inferida). Dicho de otro modo, no se com-
portan igual el adverbio evidentemente, la partícula al parecer, la locución conjuntiva
así que en su uso ilativo o el futuro en su valor evidencial1.
1
En los últimos años han aumentado los trabajos que consideran que el español, si bien no posee
una categoría gramatical específica para la evidencialidad, sí dispone de estructuras y construcciones
(ciertos tiempos verbales, adverbios, preposiciones, marcadores del discurso) en las que la referencia a

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Teresa María Rodríguez Ramalle

Teniendo en cuenta las particularidades de los recursos mencionados, podremos


analizar el valor irónico que encontramos en los enunciados en que aparecen y rela-
cionar el tipo de interpretación irónica (como indicadores o marcas de ironía) con el
comportamiento evidencial que poseen los elementos analizados, pues, como se ha
esbozado en trabajos previos (Rodríguez Ramalle, 2017), hay que estudiar de manera
separada los recursos léxicos, en los que la evidencialidad viene determinada por el
significado de los constituyentes, y los recursos o estrategias que solo pueden cata-
logarse de evidenciales a partir del análisis de determinados contextos, como ocurre
con la conjunción que en posición inicial (oraciones insubordinadas) o las locuciones
consecutivas ilativas cuando se insertan en comienzo de párrafo o turno de habla.
La novedad de este trabajo reside, por tanto, en partir de una clasificación
previa de las partículas evidenciales que se analizarán y en ofrecer una revisión del
comportamiento irónico de un grupo concreto de recursos evidenciales en español
teniendo en cuenta tanto su dimensión pragmática (Ruiz Gurillo y Padilla, 2009)
como gramatical, pues las estrategias evidenciales analizadas van a tener diferentes
etiquetas categoriales.
Según lo expuesto, mi hipótesis de partida consiste en que ciertas expresio-
nes evidenciales en lenguas con evidencialidad no morfológica, como el español,
pueden compartir propiedades con los afijos evidenciales presentes en lenguas con
morfología evidencial. Este hecho, tratado y puesto en evidencia en estudios pre-
vios, tales como los de Demonte y Fernández Soriano (2014), Rodríguez Ramalle
(2017) y Sainz (2018), entre otros, nos permite analizar la evidencialidad en lenguas
no evidenciales morfológicamente más allá del léxico y teniendo en cuenta com-
portamientos gramaticales y pragmáticos. Dado que en este artículo me centraré
en la ironía, la hipótesis se organizará en torno a este aspecto: si la ironía aparece
como valor añadido en las oraciones con evidenciales morfológicos, según han de-
mostrado los trabajos de Aikhenvald (2003 y 2004), merece la pena investigar si la
ironía también se documenta en las oraciones con diferentes recursos evidenciales
en lenguas como el español.

las diversas fuentes de la información aparece como un recurso productivo. Algunos de estos estudios
son los siguientes: Bermúdez (2003 y 2005), Demonte y Fernández Soriano (2005), Cornillie (2007
y 2009), Escandell (2010), Rodríguez Ramalle (2007), entre otros. Destacan también los trabajos de-
dicados al estudio de categorías específicas vinculadas con la evidencialidad en español: los verbos
auxiliares (Cornillie 2007), ciertos adverbios oracionales (Rodríguez Ramalle, 2007; Squartini, 2008
y 2012), determinadas partículas discursivas (Kotwica, 2013; Albelda y Kotwica, 2014), el futuro y el
condicional (Squartini, 2008, 2012; Escandell, 2010), ciertas conjunciones y locuciones consecutivas
(Bermúdez, 2003 y 2005; Rodríguez Ramalle, 2014 y 2013; Demonte y Fernández Soriano, 2013a,
2013b, 2014; Sainz 2018), ciertos predicados estativos (Ramírez de Gelbes, 2013) o incluso el verbo
copulativo estar frente al copulativo ser (Escandell, 2018).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 157-182 ISSN:1139-1146 159


En torno a los valores pragmáticos de la evidencialidad: una nueva aproximación a las relaciones entre…

El objetivo de este trabajo será, en consecuencia, comprobar y justificar si


existen diferencias de comportamiento en lo que respecta a la lectura irónica que
muestran las categorías etiquetadas de evidenciales en lenguas sin evidencialidad
morfológica, como el español. Para ello contrastaré el comportamiento de las partí-
culas al parecer y por lo visto con el de los usos ilativos de las locuciones conjuntivas
consecutivas como así que, conque, de manera/modo que.
La metodología que seguiré se basará en el análisis de tres tipos de datos: los
procedentes del CREA y del CORPES XXI, los retomados de trabajos de otros
investigadores que han analizado el mismo tema, así como datos recopilados por
la autora o construidos basados en la propia competencia lingüística. En todos los
casos se hará constar explícitamente su procedencia. En cuanto al modelo teórico,
tendré en cuenta la distinción, ya mencionada, entre marcas e indicadores de iro-
nía, siguiendo con ello las investigaciones desarrolladas por trabajos tales como los
de Alvarado y Padilla (2008), Ruiz Gurillo y Padilla (2009), Rodríguez Rosique
(2009), Padilla y Gironzetti (2012), realizados en el marco del GRIALE. Según los
trabajos mencionados, las marcas de ironía son aquellos elementos que contribuyen
a la interpretación irónica, pero sin ser estructuras irónicas por sí mismas. Por el
contrario, los indicadores determinan y orientan la lectura irónica sin necesidad de
ninguna otra marca o recurso añadido. Asimismo, en lo que respecta a la explicación
formal que justificará el tratamiento como indicadores de las locuciones consecuti-
vas ilativas, me apoyaré en el enfoque de Speas (2010), según el cual la evidencia-
lidad se puede explicar, como el tiempo, a partir de las relaciones entre diferentes
situaciones, tal y como justificaré en el marco teórico.
El desarrollo del trabajo será el siguiente. Tras la presentación del marco teó-
rico, partiré de la delimitación de los recursos que vamos a someter a análisis. Dis-
tinguiré entre partículas y expresiones evidenciales con una base léxica evidencial,
como al parecer y por lo visto, y, por otro lado, elementos que, careciendo de base
léxica, pueden desarrollar, como uno de sus valores posibles, un contenido evi-
dencial. Dentro de este grupo me centraré en las locuciones ilativas de tipo con-
secutivo. Tras esto, comprobaré cómo se comportan las expresiones seleccionadas
ante un enunciado irónico, valorando si son marcas de ironía, como se apunta en
Santamaría (2009), o si, en algún caso, pueden llegar a comportarse como indi-
cadores; esto es, expresiones capaces de expresar ironía por sí mismas. En ambos
supuestos me interesará asimismo explicar la base de la lectura irónica bien me-
diante la proyección de otros elementos, como ocurre en el caso de las marcas evi-
denciales (Santamaría, 2009), bien a partir del contraste entre un enunciado que
emite un juicio positivo y la realidad (Shoentjes, 2003; Marimón, 2004-2005). En
este último caso, y aplicado al estudio de las locuciones ilativas con contenido evi-

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Teresa María Rodríguez Ramalle

dencial, veremos que la ironía se establece a partir del contraste entre situaciones
discursivas codificadas en la evidencialidad (Speas, 2010).

2. MARCO TEÓRICO Y ANTECEDENTES: LA


EVIDENCIALIDAD Y LA IRONÍA

En las lenguas que poseen marcadores evidenciales específicos, estos se suelen


agrupar en cuatro clases principales, según expresen evidencia visual, no visual, in-
ferida o transmitida (Aikhenvald, 2004). Speas (2010) analiza los motivos por los
que los sistemas evidenciales se basan siempre en estos cuatro ejes básicos y no, por
ejemplo, en un tipo de evidencia basada en lo que percibimos a partir de los sueños
o los presentimientos. Parece que existen tendencias formales que van más allá de
los rasgos culturales que, en consecuencia, son susceptibles de formalizarse y de ser
aplicadas a lenguas diferentes.
En determinadas lenguas, la evidencialidad entendida como fuente de la in-
formación es un morfema verbal, al igual que el tiempo oracional en las lenguas
occidentales. Para dar cuenta de la interpretación temporal de una oración se ha
analizado el tiempo como una categoría deíctica que señala la situación temporal de
los sucesos o estados de cosas con respecto a un punto de referencia y otros dos ejes
básicos: el E(stado) de cosas que se relatan y el momento del H(abla).
Siguiendo este modelo, Speas (2010) propone que los sistemas evidenciales no
son primitivos por sí mismos, sino que se derivan de la relación entre tres situacio-
nes principales de las que podemos deducir, entre otras cosas, la verdad o falsedad
de una proposición dada, de manera paralela a los parámetros que se utilizan para
anclar temporalmente una oración; la diferencia estriba en que, en lugar de hablar
de relaciones temporales, la evidencialidad se articula a partir de relaciones entre
situaciones. Para Speas (2010), las marcas evidenciales son además núcleos funcio-
nales con representación sintáctica (Speas y Tenny, 2003) que establecen relacio-
nes (de inclusión o accesibilidad) entre la situación del discurso, coincidente con el
momento del habla, la situación evaluada, que en la evidencia indirecta equivale a
lo que se relata, y la situación de referencia, que puede ser un discurso previo en la
evidencia transmitida o el discurso y todo aquello que nos permite realizar nuestras
inferencias en la evidencia inferida. Estas tres situaciones interactúan para explicar
el comportamiento de la evidencialidad. Así, en un diálogo en el que el hablante le
cuenta al oyente que una amiga ha visto un oso y utiliza para ello un evidencial in-
directo de evidencia transmitida, la situación del discurso equivale al contenido, la
situación de referencia es aquella en la que alguien le contó al hablante que su amiga

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En torno a los valores pragmáticos de la evidencialidad: una nueva aproximación a las relaciones entre…

había visto un oso y, por último, la situación evaluada se corresponde con el hecho
real que se ha transmitido: ‘La amiga viendo el oso’. En este caso, la situación de refe-
rencia es otro discurso que incluye la mayor parte de los elementos que aparecen en
la situación previa. En español, la oración que se podría aproximar a esta descripción
sería Oye, que María ha visto un oso por aquí cerca, con un uso de la conjunción que
analizado como evidencial indirecto que reproduce un discurso transmitido, valor
estudiado por Demonte y Fernández Soriano (2013a, 2013b, 2014) y Rodríguez
Ramalle (2014 y 2013).
No voy a entrar aquí en el porqué de estas relaciones y no otras. La razón que
da Speas (2010) estriba en conexiones intrínsecas de la lengua y en la semejanza
entre tiempo y evidencialidad. Tan solo quiero apuntar a que, al igual que en el caso
del tiempo, la evidencialidad también ha sido analizada como un núcleo funcional
que, en consecuencia, ocupa su lugar en la periferia izquierda de la oración. Para esta
investigación, me interesa recalcar la idea de que la evidencialidad se puede derivar
de las relaciones entre situaciones discursivas, pues los valores que desarrolla un evi-
dencial pueden asimismo explicarse de la interacción entre tales situaciones. Esto
es lo que parece ocurrir precisamente con la interpretación irónica en el caso de las
locuciones consecutivas ilativas.
En las lenguas con marcas evidenciales morfológicas, estas pueden presentar
valores añadidos más allá de la expresión de las diversas fuentes de la información.
Así, la evidencia indirecta (transmitida o inferida) se puede documentar para expre-
sar actitudes diversas hacia la información que se comunica, desagrado e incluso un
punto de vista irónico hacia lo dicho. Esto se observa en nganasan, también deno-
minada lengua tauguí, samoyedo-tauguí o avam, y que pertenece al grupo samoyedo
de la familia de lenguas urálicas, según recoge Aikhenvald (2004: 183 y 266), como
vemos en este ejemplo de (1).

1. D´esi i-bahu
Padre ser-evidencia transmitida
‘Él dice que es su padre’ (lo dice, pero luego la abandona y la deja sola en casa).
(Aikhenvald, 2004: 183).

En este ejemplo, el distanciamiento entre el hablante y lo que comunica, vincu-


lado, como se irá viendo, a la evidencia indirecta, permite al propio hablante desa-
rrollar un punto de vista crítico de desagrado ante su afirmación.
Entre los estudios que se han desarrollado en el ámbito de las lenguas que ca-
recen de evidencialidad morfológica, el trabajo de Demonte y Fernández Soriano
(2014) revisó el comportamiento de la conjunción que, como categoría de evidencia

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Teresa María Rodríguez Ramalle

transmitida, teniendo en cuenta su especial comportamiento sintáctico ante la ne-


gación, la interrogación y también valorando sus matices añadidos. En este último
aspecto, la conjunción que, cuando introduce un enunciado emitido en primera per-
sona, puede conllevar valores que se suman a los de la mera transmisión de informa-
ción ya oída o comunicada previamente (evidencia inferida). Estos valores van de la
sorpresa a la ironía o desagrado, según se ve en los siguientes datos:

2. a. Contexto: María recibe un correo en el que le informan de que es la nueva


decana.
Oye, que soy la nueva decana.
[Valores añadidos: sorpresa, incredulidad]
b. Contexto: Se está celebrando una fiesta y el vecino de abajo llama a la puerta
para quejarse. María dice a sus amigos:
Oye, que somos muy ruidosos y tenemos que irnos.
[Valores añadidos: Desagrado, ironía]
(Demonte y Fernández Soriano, 2014: 21 y 22).

La ironía también se ha revisado a partir de su repercusión con determinados


recursos léxicos evidenciales en español. En Santamaría (2009), a partir de los datos
que nos ofrecen las expresiones según dicen, claro, se ve (que), evidentemente, etc.,
se llega a la conclusión de que estos recursos no son indicadores de ironía, pues no
expresan ironía por sí mismos, sino marcas que pueden llegar a facilitar en determi-
nados contextos la interpretación de los enunciados irónicos. En la interpretación
irónica, el hablante puede llegar a emplear diferentes marcas que favorecen la lectura
deseada: los elementos evidenciales entrarían a formar parte de tales recursos. La
estructura según dicen, por ejemplo, marca de evidencia indirecta, se utiliza como
manera de distanciamiento ante la verdad que el hablante comunica. Su empleo res-
ta fiabilidad al enunciado al que acompaña y sirve al mismo tiempo para atenuar su
fuerza. El oyente infiere el significado irónico mediante la presencia de adverbios
afirmativos, según se recoge en el ejemplo (3): Sí, todo, todo va bien. Por tanto, la
marca evidencial no produce la ironía, sino que, según Santamaría (2009), actúa
como una llamada de atención para que el oyente interprete lo que se dice en sentido
contrario:

3. Pero mi hija, sí, quiere estudiar y quiere terminar su carrera y seguir… hacer un
futuro, según ella. Bueno, cuando termine la carrera estará en el paro, como
todo el mundo, claro

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En torno a los valores pragmáticos de la evidencialidad: una nueva aproximación a las relaciones entre…

O no. ¿Quién sabe?


Es el problema de muchos años, de muchos…
Pues según dices vamos estupendamente
Sí.
No sé en qué año no habrá paro.
Sí, todo, todo, va bien.
(Santamaría, 2009: 281).

Ciertas marcas evidenciales, de este modo, se utilizan para distanciarse de lo di-


cho y eludir responsabilidades, así como para llamar la atención sobre el enunciado
al que acompañan, que debe entenderse de manera contraria a la expresada.
Para este trabajo va a ser fundamental la diferencia entre indicadores y marcas de
ironía. La propuesta que subyace a esta distinción implica que de los diferentes recursos
que utilizamos para expresar ironía (indicadores lingüísticos tales como el orden de
palabras, el uso de superlativos, evidenciales, etc.; indicadores kinésicos como gestos,
guiños, muecas, etc.; indicadores paralingüísticos del tipo de sonrisas, risas, etc.; e indi-
cadores acústico-melódicos tales como la entonación, las pausas, los alargamientos vo-
cálicos, etc.) no son todos capaces de expresar ironía por sí solos ni de la misma manera.
Siguiendo los trabajos desarrollados por el grupo GRIALE, un indicador sería
un elemento lingüístico con carga irónica propia; dicho de otra manera, «su apa-
rición es síntoma de ironía» (Padilla y Gironzetti, 2012: 98). De acuerdo con esta
definición, existen expresiones que parecen haber codificado en su significado el va-
lor irónico; esto ocurriría con frases hechas como cubrirse de gloria, según Padilla y
Gironzetti (2012). Por el contrario, una marca sería un elemento lingüístico, kinésico
o paralingüístico (palabras, frases, risas, gestos, alargamientos, etc.) que no contiene
la interpretación irónica, sino que actúa como guía o ayuda para que el oyente pueda
llegar a esta. En el siguiente ejemplo, tomado también de Padilla y Gironzetti (2012),
vemos que a la pregunta de ¿a qué te dedicas?, el oyente responde del modo siguiente:

4. Pues agente de servicios auxiliares [risas]. Cargando y descargando.


(Padilla y Gironzetti, 2012: 98).

La expresión agente de servicios auxiliares no parece que tenga un uso irónico,


pero, en este contexto, cuando va acompañada por unas risas y además nos describe
la ocupación real del hablante: cargando y descargado, es una guía para que el oyente
descifre el significado irónico de todo el enunciado. En este ejemplo vemos además
que se ha producido un contraste entre lo que se expresa, el sentido de la frase agente
de servicios auxiliares, y lo que resulta ser en la realidad.

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Teresa María Rodríguez Ramalle

El estudio de las bases pragmáticas de la ironía, la manera de identificar los


enunciados irónicos, así como los mecanismos que desencadenan ciertos recursos
lingüísticos para llegar a la interpretación irónica han sido objeto de estudio de los
últimos años en trabajos como los de Torres Sánchez (1999), Wilson (2006), Al-
varado y Padilla (2008), Ruiz Gurillo y Padilla (2009), Rodríguez Rosique (2009),
Ruiz Gurillo (2010), entre otros muchos. Marimón (2004-2005) recoge la idea
de que el efecto irónico puede explicarse a partir del contraste entre un enunciado
que emite un juicio positivo y la realidad (Shoentjes, 2003). En este sentido, la
lectura irónica resulta del contraste entre el significado literal y la interpretación
final de un enunciado, como se veía a partir del ejemplo de (4). Es de esperar que
las lenguas dispongan de un conjunto de expresiones especializadas en realizar esta
función de contraste. Según Reyes (2002), son expresiones que se usan mal deli-
beradamente para producir enunciados que suponen una infracción de la máxima
de cualidad y que, por tanto, llevan al oyente a extraer implicaturas para procesar
el significado.
El desarrollo de la teoría griceana analiza la ironía como un ejemplo de impli-
catura conversacional que surge por la violación del requisito de cualidad, como se
plantea en trabajos de Rodríguez Rosique (2009) y Ruiz Gurillo (2010), entre otros.
De acuerdo con esta idea, en los contextos irónicos, los principios conversacionales
producen implicaturas conversacionales particularizadas, puesto que conllevan la
inversión de alguno de los principios conversacionales teniendo en cuenta el con-
texto. Así, en un ejemplo como el de (5), el enunciado fue un año buenísimo se inter-
preta de manera contraria a la esperada, dando lugar a la lectura irónica debido a la
inversión del principio de cantidad.

5. A: En el mismo año. En el noventa y uno. Caí tres veces.


B: Fue un año buenísimo.
(Rodríguez Rosique, 2009: 121).

El hecho de que en la intervención de A se mencione que ese año se cayó


tres veces da la pista para poder contrastar las oraciones en el diálogo y realizar la
inversión.
Con independencia del enfoque, la ironía tiene que tener en cuenta el contexto
lingüístico, la situación que comparten los interlocutores y la propia situación del
discurso; en este sentido, la evidencialidad encuentra un punto de contacto con la
ironía por su dependencia situacional. El oyente debe interpretar el enunciado te-
niendo en cuenta siempre el contexto.

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En torno a los valores pragmáticos de la evidencialidad: una nueva aproximación a las relaciones entre…

El contraste u oposición parece encontrarse en la base de la interpretación iró-


nica, de acuerdo con los estudios mencionados. No siempre, sin embargo, resulta
tan claro separar la ironía de otros valores tales como el humor. Según Alvarado y
Padilla (2008: 422), la ironía se puede considerar como parte de un continuo del
que formarían parte también otros elementos, en ocasiones difíciles de separar de la
propia lectura irónica, tales como la parodia y el humor.
Para Attardo (2001), tanto el humor como la ironía pueden tener un punto en
común basado en la incongruencia o contraste entre situaciones. La ironía se puede
poner al servicio del humor, por lo que es posible encontrar que los indicadores y
marcas de ironía también se utilizan, en un contexto concreto, como índices de hu-
mor (Padilla y Gironzetti, 2012).
La ironía también se ha estudiado teniendo en cuenta sus bases sintácticas. Ba-
rrajón (2009) parte de la diferencia de nuevo entre marcas e indicadores de ironía y
observa que la anteposición de determinados constituyentes en procesos de focali-
zación puede conllevar una lectura irónica:

6. a. ¡Mucho interés tienes tú en la conferencia!


b. ¡En bonito lío me has metido!

En estos casos, la focalización de los constituyentes mucho interés y en bonito


lío sería una marca de ironía y no un indicador, puesto que actúa como una señal que
avisa al oyente de que el enunciado puede tener una lectura irónica. Para que una
estructura lingüística sea indicador debe existir un elemento que, dada su estructura
formal, permita realizar el proceso interpretativo que conduce a la lectura irónica
por sí solo: esto es lo que ocurre con la negación. La negación puede convertirse en
un indicador de ironía, pues «permite interpretar el enunciado irónico a partir de
la inversión del significado de los términos de focalización y del principio conversa-
cional de cantidad» (Barrajón, 2009: 238). Utilizando el concepto de foco sobre la
polaridad oracional (Leonetti y Escandell, 2009), podemos decir que la focalización
de los ejemplos de (6) actúa sobre la polaridad, por lo que es el contraste entre la
afirmación enfática que implican las oraciones de (6) y su negación el que permite
vehicular el significado irónico.
En este trabajo no me ocuparé de analizar si la negación o el foco de polaridad es
o no un indicador de ironía, lo que me interesa destacar de lo expuesto es la utilidad de
diferenciar entre marcas e indicadores de ironía como conceptos aplicados a los tipos
de construcciones evidenciales que podemos identificar en español. De acuerdo con lo
visto, partiré de la idea de que la ironía se produce mediante un contraste u oposición
entre situaciones en el que los interlocutores cooperan para llegar a la interpretación

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Teresa María Rodríguez Ramalle

irónica con la ayuda de una serie de indicadores o marcas de diferente naturaleza. Las
situaciones son, en realidad, primitivos que están en la base de la evidencialidad, según
demuestra Speas (2010), por lo que la lectura irónica de determinados evidenciales
se justifica dentro del propio sistema evidencial, a partir de su configuración interna.

3. DOS TIPOS DE EVIDENCIALES EN ESPAÑOL

En una lengua como el español, sin evidencialidad morfológica, podemos


justificar la existencia de una evidencialidad léxica junto con expresiones que se
utilizan en contextos concretos para expresar tipos de evidencialidad. En el primer
caso estamos hablando de recursos léxicos del tipo de según fuentes de la policía,
de acuerdo con lo visto, por lo que se puede ver, etc. y partículas discursivas como al
parecer y por lo visto; en el segundo, nos referimos a diferentes tipos de categorías:
determinadas partículas discursivas (Kotwica, 2013; Albelda y Kotwica, 2014), el
futuro y el condicional (Squartini, 2008, 2012; Escandell, 2010), ciertas conjun-
ciones y locuciones consecutivas (Bermúdez, 2003 y 2005; Rodríguez Ramalle,
2014 y 2013; Demonte y Fernández Soriano, 2013a, 2013b; Sainz, 2018). En este
último grupo de categorías, frente a los ejemplos de evidenciales léxicos, la lectura
evidencial tiende a surgir de la relación entre el contexto y la proyección de los
elementos mencionados.
Como punto de partida, se puede asumir la idea de que el proceso de interpre-
tación y los efectos que pueden producir todas las marcas mencionadas son diferen-
tes; dicho de otro modo, los evidenciales léxicos y las estructuras que en contextos
bien delimitados dan lugar a ciertas lecturas evidenciales no van a tener un compor-
tamiento homogéneo. Aplicando esta premisa al trabajo actual, la idea de partida es
que estos dos tipos de elementos con lectura evidencial recién mencionados se van
a comportar de manera diferente en relación con la lectura irónica. A continuación,
describiré brevemente el comportamiento evidencial de dos recursos léxicos: al pa-
recer y por lo visto, por un lado, y de las conjunciones consecutivas ilativas así que,
conque y de manera/ modo que, por otro.

3.1. Al parecer y por lo visto

Al parecer y por lo visto son partículas discursivas especializadas en expresar la


fuente de la que el hablante ha obtenido la información que comunica. Dicha fuente
se basa, fundamentalmente, en la atribución de la información que transmite a una
tercera persona, cualquiera que sea esta, y que el hablante reproduce utilizando estas

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En torno a los valores pragmáticos de la evidencialidad: una nueva aproximación a las relaciones entre…

locuciones como índices de esa evidencia indirecta (entre otros muchos, Fuentes y
Alcaide, 1996; Martín Zorraquino y Portolés, 1999; Marcos Sánchez, 2002; Gon-
zález Ramos, 2005 y 2016).
Según el Diccionario de Partículas Discursivas del español (DPDE, Briz, Pons
y Portolés, 2008), al parecer «indica que el hablante no es testigo directo de la infor-
mación transmitida y que la ha adquirido por fuentes externas a él mismo. Manifies-
ta, por tanto, que es una información objetiva y, a su vez, que no es responsable de su
verdad» (artículo redactado por Marta Albelda). Por su parte, por lo visto «presenta
el miembro del discurso en el que aparece como un hecho conocido a través de una
fuente indirecta, por lo que el hablante no se hace responsable o atenúa lo dicho»
(artículo redactado por Leonor Ruiz Gurillo). Fijémonos en los siguientes datos:

7. Por otra parte, un palestino y un israelí murieron ayer en dos incidentes separa-
dos que se registraron en carreteras de Cisjordania. Un joven identificado como
Jamal Naha, de la aldea de Naalín, murió por disparos de soldados israelíes en una
carretera al oeste de Ramala, al parecer mientras realizaba una maniobra que los
militares interpretaron como sospechosa, informaron fuentes de la ANP. [RAE:
Banco de datos (CREA) <http://www.rae.es> Faro de Vigo, 21/06/2001]
8. Aparte de todo esto, este señor, que muy oportunamente aprovecha el artículo
para hacer propaganda de un libro suyo que, por lo visto, está a punto de salir a
la venta, no está muy bien informado, porque precisamente el nº 4 de la calle
del Príncipe no está afectado por la obra de remodelación de la calle Dr. Cada-
val, aunque sería necesario. [RAE: Banco de datos (CREA) <http://www.rae.
es> Faro de Vigo, 05/04/2001]

En estos ejemplos, tanto al parecer como por lo visto orientan al oyente a inter-
pretar que los enunciados en los que se insertan contienen informaciones no vistas
de primera mano por el hablante. Estos usos se pueden dar tanto en el ámbito perio-
dístico, donde son muy abundantes, como fuera de él. Pero, al mismo tiempo, el he-
cho mismo de distanciarse de la afirmación que uno realiza por no ser testigo directo
permite al hablante poner en duda la información. El contenido evidencial puede
llegar a desarrollar en estos casos un valor de conjetura o probabilidad; es un buen
ejemplo de cómo eludir responsabilidades, al distanciarse de la información trans-
mitida. Esta lectura se observa en (9), donde la presencia del condicional acentúa
tanto el distanciamiento del hablante como, en consecuencia, el grado de certeza2:
2
La relación entre evidencialidad y epistemicidad es un tema de debate en los trabajos espe-
cializados. Pueden consultarse, como una buena muestra de las diferencias y semejanzas entre estos
conceptos, los estudios de Aikhenvald (2004) y Cornillie (2007, 2009).

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Teresa María Rodríguez Ramalle

9. La política de déficit cero [...] ha pasado factura también en el área de las becas y
de la estabilidad de los jóvenes científicos, que todavía no han visto realizada la
promesa de ser asimilados al régimen de la Seguridad Social. Una situación que,
al parecer, se solucionaría en los próximos meses tras aprobarse el nuevo borrador
de Proyecto de real decreto del Estatuto del Becario de Investigación y de Tercer
Ciclo, presentado ayer por el director general de Universidades. [RAE: Banco de
datos (CREA) <http://www.rae.es> El País, 20/06/2003]

En este ejemplo, tomado de un diario, el periodista no indica la fuente concreta


de su afirmación, pero señala, por el uso de al parecer, que no es responsable directo
de la información que transmite.

3.2. Las locuciones consecutivas ilativas

Las conjunciones consecutivas ilativas, cuando encabezan una oración, se han


analizado como marcas que se interpretan a partir del contenido evidencial (Ro-
dríguez Ramalle, 2013, 2015a, 2015b, 2017; Sainz, 2018, 2019). Para confirmar
este valor es fundamental analizar los contextos concretos en los que aparecen las
principales locuciones consecutivas ilativas: así que, conque, de manera/modo que:

10. Contexto: Un grupo de personas visitan a unos amigos y están delante de unos
cuadros colgados en la pared de una habitación.
‘¿Así que pintas?’ -le preguntó Carlos Menem, mirando los cuadros que colga-
ban de la pared. [RAE: Banco de datos (CREA) <http://www.rae.es> Olga
Wornat, 2001. Menem-Bolocco, S.]
11. Miguén ustedés -decía el francés- mi espectaculó es algó magavillosó porqué
con el bailé se puedé expresar todó: los sentimientós, los deseós, las ambicio-
nés, todó puedé expresarsé con la musicá, todó bailandó.
Zamacois, viendo los apuros del empresario para sacarse de encima a aquel pe-
sado, terció en la conversación.
–¿De manera que usted dice que todo puede expresarse con el baile?
–Sí, señog, todó. [RAE: Banco de datos (CREA) <http://www.rae.es> Carlos
Fisas, Historias de la Historia]
12. Mafalda: ¡Así que otra vez sacaste mala nota por no hacer bien los deberes!
¡Cómo es posible que seas tan pichiruchi, Manolito!
Manolito: ¿Pichiruchi yo? ¿Quién pichiruchi? ¿Yo pichiruchi? [Calendario
Koliren, 2014, Quino]

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En torno a los valores pragmáticos de la evidencialidad: una nueva aproximación a las relaciones entre…

13. Permanecí al margen de la conversación por un rato, preguntándome cómo era


posible que aquel anciano afable y nostálgico hubiera sido el terror de mi in-
fancia. De pronto, al cabo de una larga pausa y por cualquier referencia banal,
me miró con una sonrisa de abuelo.
– Así que tú eres el gran Gabito – me dijo–. ¿Qué estudias? [RAE: Banco de
datos (CREA) <http://www.rae.es> Gabriel García Márquez, 2002. Vivir
para contarla.]
14. Insértese aquí el sonido de un prolongado grito silencioso en el interior del
cerebro del periodista. Por desgracia, esta contestación es representativa de la
forma en que Lou Reed responde a muchas preguntas: en términos meramente
técnicos. Mi teoría es que se trata de una especie de añagaza zen dirigida fun-
damentalmente a los periodistas musicales (a quienes es sabido que aborrece)
y cuya lógica viene a decir: “Ah, ¿conque escribes para la prensa musical? Pues
aquí tienes temas musicales para escribir (porque, desde luego, no pienso com-
partir contigo detalles personales)”. [RAE: Banco de datos (CREA) <http://
www.rae.es> El Mundo, 20/04/1996, “Un repaso por la vida y obra de Lou
Reed”]

De estos ejemplos cabe destacar que la referencia a una fuente de información


aparece en un contexto muy concreto: cuando las locuciones encabezan una oración
independiente. En estas situaciones, tales elementos no conectan una oración prin-
cipal con otra subordinada, sino que enlazan dos enunciados que incluso pueden ser
emitidos por hablantes diferentes.
Si nos fijamos en los tipos de evidencias de los ejemplos recién anotados, po-
dremos observar que estamos ante datos que se apoyan en evidencias indirectas. En
unos casos, en lo transmitido por otro o lo oído, que se repite para reforzarlo o sim-
plemente confirmarlo, como ocurre en (10) o (11); en otros, se repite una informa-
ción previa como medio para comenzar una conversación, según vemos en (12). En
otros casos, la información relevante es la inferencia que realiza el hablante a partir
de lo que le han dicho: porque le han descrito a Gabito y deduce quién es (13), o a
partir de lo que ha visto o sabe, como en (14); en este caso, también podemos estar
ante una evidencia transmitida si partimos de que el conocimiento procede de una
comunicación previa, una presentación del periodista musical.
En los ejemplos mencionados, no existe causa previa, pues el hablante se
apoya en la fuente u origen de sus conocimientos: lo que deduce, lo que ve, lo
que le han dicho o lo que conoce o le han transmitido como parte de su herencia
cultural. Con una oración como ¿Así que pintas? (ejemplo de 10), el hablante
busca confirmar lo que ya sabe; para ello toma como argumentos las fuentes de

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Teresa María Rodríguez Ramalle

la información de origen diverso, tanto la evidencia indirecta inferida a partir de


lo que ve, como la evidencia indirecta transmitida, al repetir información que ya
conoce.
A modo de conclusión de este apartado, se puede señalar que existen diferen-
tes modos de expresar las fuentes de la información. Como ejemplos de recursos
léxicos, tenemos en español las partículas al parecer y por lo visto. Pero también se
documentan locuciones que, en contextos iniciales y cuando no existe conexión de
causa-consecuencia con el discurso previo, pueden utilizarse para introducir enun-
ciados que se apoyan directamente en las evidencias indirectas. Veamos a continua-
ción la manera en que se llega a la interpretación irónica en estos dos tipos de ele-
mentos evidenciales en español.

4. LA IRONÍA Y LOS DOS TIPOS DE EVIDENCIALES EN


ESPAÑOL

4.1. Al parecer y por lo visto

Según acabamos de ver en la sección 3.1., al parecer y por lo visto se utilizan para
distanciarse del enunciado al que acompañan. El hablante no es conocedor directo
de su afirmación, sino que ha tenido acceso a ella de manera indirecta, por lo que no
puede estar seguro de la veracidad de los hechos que transmite. Es en este momento
cuando utiliza las partículas mencionadas. Fijémonos ahora en estos ejemplos, en los
que al parecer y por lo visto permiten llegar a una lectura irónica.

15. Curiosa palabra, esta de “tetrabrick”. “Tetra” “cuatro”. “Brick” “ladrillo”. ¿No
falla algo? El recipiente tiene seis caras. ¿Acaso en inglés “brick” significa “cara”
en el sentido geométrico? El “Collins” no lo registra. Habrá que consultar la
“Enciclopedia Británica”. El caso es que el tan común tetrabrick está siendo la
causa de la crisis de la exportación de nuestro vino a países que los habían con-
sumido muchísimo. Sobre todo, países del Norte de Europa. Aunque se trata
de óptimos caldos, tales países por lo visto más que conservar sólo deben querer
descorchar -es un decir- y beber. No imagino un vino importante guardado y
hasta exhibido en bodega o vinoteca, si no es en botella. [RAE: Banco de datos
(CREA <http://www.rae.es> ABC, 03/11/2004]

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En torno a los valores pragmáticos de la evidencialidad: una nueva aproximación a las relaciones entre…

16. ¿Es posible ser suizo?


¿Es tan terrible ser suizo? Leyendo a algunos autores contemporáneos de ese
país se diría que no hay pesadilla más siniestra que la civilización. Ser prósperos,
bien educados y libres resulta, por lo visto, de un aburrimiento mortal. [RAE:
Banco de datos (CREA) <http://www.rae.es > Mario Vargas Llosa, 2002, La
verdad de las mentiras]
17. Contexto: Ante los problemas graves en los trenes de Extremadura en El País
del 6 de enero de 2019 se publica un artículo con el siguiente titular.
Al parecer, el lugar más lejano del sistema solar es Badajoz.

En estos ejemplos puede desarrollarse una lectura irónica en la que juegan un


papel importante las partículas al parecer y por lo visto, pero considero, siguiendo
con ello a Santamaría (2009), que no estamos ante indicadores sino ante marcas de
ironía; es decir, las partículas mencionadas no desencadenan el proceso que da lugar
a la lectura irónica. Seguidamente justificaré esta afirmación.
En el dato de (15), por lo visto está inserto en un enunciado en el que subyace
la idea de comunicar una información que el autor conoce de manera indirecta (la
fuente no es importante); lo relevante es el distanciamiento que se observa hacia la
realidad comunicada y también la lectura irónica, que se apoya en el contraste entre
la idea de que los vinos son óptimos caldos y el uso que se les da. No parece que la lec-
tura irónica esté vinculada a la presencia de por lo visto, sino más bien a la existencia
de recursos lingüísticos concretos: el adjetivo superlativo y, sobre todo, la utilización
del verbo descorchar para el caso de un tetrabrick. Con ello se apunta directamente
al elemento sobre el que el lector debe centrarse para extraer la ironía del texto: la
oposición entre usar el tetrabrick y la acción verbal de descorchar.
En (16), por lo visto no implica duda, pues no se pone en entredicho nada; se
formula una conclusión basada en lo que el autor puede conocer de la realidad de ser
suizo, pero añadiendo un tono humorístico. Lo que me interesa señalar, de nuevo,
es que esta lectura irónica no depende de por lo visto, sino del contraste entre las
cualidades positivas de los suizos: ser prósperos, bien educados y libres, todos tér-
minos mencionados de manera explícita en el fragmento, y su ‘aburrimiento mortal’,
exageración que actúa como señal para la lectura irónica.
En cuanto a (17), el titular debe relacionarse con el problema de los trenes
en Extremadura, asunto que quedó reflejado en los medios de comunicación a
comienzos de año. En algunos casos, las múltiples averías hicieron que se tripli-
cara el tiempo de llegada a su destino de los trenes dirección a Mérida, Cáceres y
Badajoz. En este contexto, el indicador de ironía es la exageración: el lugar más
lejano del sistema solar; al parecer se utiliza como partícula de distanciamiento

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Teresa María Rodríguez Ramalle

por parte del periodista, lo que le permite situarse en un plano neutro ante el
juicio irónico que realiza.
También se documentan en español ejemplos con lectura irónica a partir de co-
nocimientos de una situación que se repite. Examinemos los siguientes datos cons-
truidos a partir de situaciones reales:

18. a. Al parecer uno se tiene que romper la cabeza para que el ayuntamiento arre-
gle los socavones.
b. Por lo visto tiene que haber una desgracia para que se tomen las medidas
adecuadas.
(Rodríguez Ramalle, 2013:182).

Lo que tenemos aquí son ejemplos de evidencias inferidas a partir de unos co-
nocimientos que forman parte de la idea general que tiene una comunidad acerca
de lo que ocurre en las calles (malas aceras, suciedad, abandono de algunas zonas).
Las partículas discursivas actúan de llamada de atención para que los interlocuto-
res presten atención a la exageración (se tiene uno que matar, tiene que pasar una
desgracia) y llegar a entender el matiz irónico que incorporan estos enunciados. Las
partículas discursivas serían marcas de ironía, pues la carga irónica recaería directa-
mente en esas otras expresiones.

4.2. Las locuciones consecutivas ilativas

Suele ser habitual que las marcas evidenciales morfológicas desarrollen valores
especiales: sorpresa, desagrado e ironía (ejemplo de 1). En este apartado demostraré
que estas lecturas, documentadas en los usos evidenciales de la conjunción que en es-
pañol (ejemplos de 2), también aparecen en las locuciones consecutivas ilativas como
expresión de la evidencialidad indirecta. La interpretación irónica –en algunos casos
en solitario, en otros con un matiz también de desagrado y enfado– no es algo extra-
ño en los usos de las locuciones consecutivas que introducen enunciados apoyados en
las evidencias inferida y transmitida. Es lo que podemos encontrar en conversaciones
coloquiales con cualquiera de estas locuciones, aunque, en el corpus CREA y COR-
PES XXI, es más habitual con conque y así que, tal vez por su carácter más coloquial:

19. El propósito de Fraga era pescar, pescar y pescar, por lo que nada más poner
el pie en el hostal de San Marcos -”el hostal que yo hice”, como recordó en un
mitin el domingo anterior a las elecciones reunió a sus amigos del alma para
suplicarles que de política nada.

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En torno a los valores pragmáticos de la evidencialidad: una nueva aproximación a las relaciones entre…

Hecho esto, hizo llamar a alguno de los responsables de la campaña electoral que
no había acudido a saludarle para pedirle explicaciones por el tamaño descalabro
de Alianza Popular en una provincia en la que lo daban todo por hecho.
“¿Conque El Bierzo estaba ganado?”, inquirió Fraga a Emiliano Alonso S. Lom-
bas, presidente de la Diputación. [RAE: Banco de datos (CREA) <http://
www.rae.es> El País, 21/06/1977]
20. –Conque un lobo, ¿eh? Pues vamos a ver si como ruge es –dijo y se dirigió al es-
tacionamiento seguido por el par de seudocazadores. [CORPUS XXI, Gabriel
Trujillo Muñoz, 2001, Un hombre es un hombre. Cahorros]

En el ejemplo de (19) se puede observar un contraste entre la situación expre-


sada en el segundo párrafo («el tamaño descalabro [electoral]») y la que introduce
la locución consecutiva conque («ganar las elecciones en el Bierzo»). Lo interesante
en el uso de la conjunción conque reside en que la información que incorpora al dis-
curso no se basa en el contenido del párrafo inmediatamente anterior (el descalabro
electoral mencionado), sino en una situación previa: «El Bierzo estaba ganado».
Esta información se puede haber apoyado en la inferencia realizada a partir de los
pronósticos previos a las elecciones. En cualquier caso, lo relevante es que la locu-
ción conque, al introducir una afirmación apoyada en unas evidencias (transmitidas,
inferidas a partir de una serie de conocimientos previos) contrarias a la situación dis-
cursiva actual, puede llegar a expresar por sí sola los matices asociados a la expresión
de la evidencia indirecta: desagrado, enfado o ironía.
Por su parte, en (20) partimos del enunciado introducido por conque. No con-
tamos con datos suficientes del contexto previo, pero, por nuestro conocimiento de la
lengua, la presencia de la oración introducida por conque en un comienzo de turno de
habla que no mantiene una relación de causa-consecuencia con el enunciado previo nos
lleva a pensar que existe una situación previa, retomada en el discurso actual y actuali-
zada por conque, en la que se ha introducido el tema de un lobo. En este ejemplo, por
el comentario siguiente relacionado con el rugido de ese supuesto lobo, el lector puede
pensar que se busca confirmar si existe o no el animal mencionado; la lectura irónica
aparecerá en el momento en que el hablante exprese la oposición entre la situación de
discurso actual, lo que ve (no parece un lobo), y la información que le han transmitido,
la situación discursiva previa (es un lobo), retomada precisamente por conque.
Nótese que estamos tratando de la relación entre situaciones discursivas en un
sentido general. Si aplicamos el modelo de Speas (2010) que presenté en el marco
teórico, se pueden apreciar tres tipos de situaciones que entran en juego en la expli-
cación de la evidencialidad y que nos van a permitir formalizar el contraste que da
lugar a la lectura irónica.

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Teresa María Rodríguez Ramalle

Recuérdese que, en la evidencia transmitida, la situación de referencia es otro


discurso, pues equivale a los conocimientos o circunstancias de las que partimos o a
lo que nos han contado y que es accesible a partir de la situación evaluada; la situa-
ción del discurso es una situación en la que aparece el hablante y su enunciado; por
último, la situación evaluada es aquella que incluye la situación que nos comunican.
Esto quiere decir que en la evidencia transmitida se repite lo que ha sido dicho pre-
viamente en la situación de referencia. Para obtener la lectura irónica, el contraste u
oposición se produce cuando surge la oposición entre la situación de referencia: «El
Bierzo estaba ganado», «hay alguien que ha dicho que hay un lobo», y la situación
evaluada, que incluye los datos actuales que posee el hablante.
Prestemos atención ahora a los siguientes ejemplos construidos a partir de si-
tuaciones reales:

21. Contexto: Como respuesta a alguien que previamente había dicho al hablante
que esa mañana no hacía frío.
¡Así que no hacía frío! Casi me quedo helado.
22. Contexto: El jefe sabe que su empleado no ha ido a trabajar esa mañana por-
que, según le ha dicho, estaba enfermo. Sin embargo, esa misma tarde lo ve
paseando con su familia.
¡Conque estaba enfermo!

En (21) y (22), las locuciones consecutivas introducen enunciados que repro-


ducen la situación discursiva previa, en este caso, el discurso transmitido: «alguien
me ha dicho que hoy no hacía frío», «mi empleado me ha dicho que hoy estaba
enfermo y no venía a trabajar». El contraste se produce entre la información que
reproduce la locución en un ejemplo de evidencia transmitida y la realidad que ve el
hablante y que no se corresponde con esa información previa. Es crucial la presencia
de la locución como elemento que nos permite recuperar una información ya exis-
tente, con el fin de actualizarla en una situación discursiva en el que se va a producir
el contraste: es aquí cuando aparece la ironía.
En (22), la situación de referencia, de la que partimos, es aquella en la que el
interlocutor le comunica a su jefe que no puede ir a trabajar porque está enfermo; la
situación del discurso es la introducida por la locución; la situación evaluada, por úl-
timo, es aquella en la que se produce lo que transmitimos: pensemos, por ejemplo, en
la situación en que el jefe y su empleado, que –según la situación de referencia– estaba
enfermo, se encuentran en la terraza de un bar. En la evidencia transmitida, la situación
de referencia –lo que me han contado– se puede reconstruir y es accesible a partir de la

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En torno a los valores pragmáticos de la evidencialidad: una nueva aproximación a las relaciones entre…

situación evaluada y a partir de la situación del discurso, que la reproduce. Esto quiere
decir que, en la evidencia transmitida, al decir ¿Conque estaba enfermo?, se repite lo que
ha sido dicho previamente en la situación de referencia. Para obtener la lectura irónica,
sabemos que tenemos que partir de un contraste. Según este modelo, el contraste u
oposición se produce entre situaciones. De este modo, la ironía aparece cuando surge
un contraste entre la situación de referencia («no puedo ir a trabajar porque estoy
enfermo»), accesible y recuperada en la situación del discurso, y la situación evaluada.
La misma explicación se puede aplicar al ejemplo de (21), pues el contraste
de nuevo aparece entre situaciones: la evaluada y la de referencia. En este caso, la
situación evaluada se corresponde con el momento en que el hablante sale a la calle
y comprueba la realidad, mientras que la de referencia contiene el discurso previo en
el que se ha comunicado que no hacía frío. En el momento en que la locución es la
responsable de actualizar esa situación de referencia al introducir un nuevo enuncia-
do que contiene la información previa, dicho elemento resulta básico tanto para la
organización del nuevo discurso como para la expresión de contenidos más allá de
la propia expresión de la evidencialidad. Sin la locución, el enunciado que introduce
en la conversación un contenido previo necesitaría alguna otra expresión introduc-
toria que pueda además llegar a transmitir el valor irónico3.
El contraste entre situaciones puede conllevar la falsedad del enunciado in-
troducido por la locución. En los ejemplos revisados, del (19) al (22), el hablante
expresa algo que es verdadero de acuerdo con los conocimientos que posee, con la
situación de referencia, pero es evidente que resulta falso a partir de la situación eva-
luada, aquella en la que tiene lugar la conversación. La ironía supone en los ejemplos
revisados la violación del requisito de cualidad, pues se establecen unas condiciones
de verdad que luego resultan invertidas: se quiere expresar lo contrario de lo que se
dice. Con otras palabras, el enunciado introducido por las locuciones consecutivas
no es falso por la situación de referencia previa, sino por la situación evaluada.
Según los datos vistos, las locuciones consecutivas ilativas son de este modo in-
dicadores lingüísticos de ironía, puesto que la estructura formal de la evidencialidad
permite que exista un contraste entre dos situaciones discursivas. Tales situaciones,
tal y como he mostrado, se pueden oponer en la expresión de la evidencia indirecta,
que es precisamente la que se puede expresar en español a través del uso de así que,
conque, etc., según he confirmado con los datos revisados. Es, por tanto, el propio sis-
tema evidencial y su representación formal el que nos permite dar cuenta de la ironía.
3
La negación, como recurso lingüístico que puede convertirse en un indicador de ironía (véase
lo dicho en la sección 2), puede servir como sustituta parcial de la locución: ¿No me ha dicho usted que
estaba enfermo?, ¿No hacía frío, eh?, unida a otros recursos tales como la interrogación. Sin embargo, la
referencia a la fuente de la información desaparece en estos casos.

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Teresa María Rodríguez Ramalle

Hasta aquí he intentado mostrar que las locuciones consecutivas ilativas son
relevantes para la interpretación irónica, puesto que introducen el punto de contras-
te esperado. En los ejemplos descritos no existen otras marcas relevantes que actúen
como indicadores de ironía. Pero ¿existen datos en los que sí encontramos rasgos
lingüísticos que desencadenen la lectura irónica? Fijémonos en este nuevo ejemplo.

23. Dicen que la sangre del mártir cumplió el rito: se licuó. Aunque ayer más que
nunca el milagro de este santo era dogma, cuestión de fe. Nadie, creyente o
escéptico, pudo comprobar si la gotita de sangre del mártir se mecía o no en su
lecho de cristal. Como siempre, la culpa la tuvo “la manzana de Eva”. O lo que
es lo mismo, el castigo terrenal. Lo divino cumplió: la sangre de San Pantaleón,
coagulada durante todo el año, se licuó para celebrar el martirio y muerte del
“más” que beato. Fue lo terrenal lo que falló. Y nada más material, más terreno,
que el tornillo que sujetaba el relicario.
El fervor del año pasado deterioró la “cápsula” y “por medidas de seguridad este
año no se podrá tocar el relicario”, decía, a media voz, el padre Eugenio Ayape
desde el altar del Monasterio de La Encarnación.
Así que a falta de sangre, buenos son huesos. La fe se alimenta de estas cosas.
No. La fe son estas cosas: un trozo de la canilla del santo dentro de un fras-
quito de cristal que pasa de boca a boca. Los especialistas en el tema aseguran
que se trata de un cachito de alguno de los huesos largos del santo. Aunque
por el tamaño, se podría estar besando el metacarpiano o la rabadilla de San
Pantaleón. [RAE: Banco de datos (CREA) <http://www.rae.es> El Mundo,
28/07/1994]

En el tercer párrafo vemos que aparece la locución así que introduciendo un


enunciado que recuerda un famoso refrán A falta de pan buenas son tortas. En el
ejemplo, se habla de la sangre licuada de San Pantaleón y las reliquias de los santos.
El tono humorístico e irónico del relato, aspectos en ocasiones relacionados (véase
la sección 2.), no parece que dependa de la presencia de la locución. El propio eco
del refrán, mundano, aplicado a las reliquias produce en este caso el contraste que
desencadena la lectura irónica. Es posible, entonces, que las locuciones consecutivas
no siempre actúen como indicadores de ironía.
Adviértase, no obstante, que, en este ejemplo, así que introduce una conse-
cuencia basada en el discurso previo, en los argumentos que se citan con anteriori-
dad. En los ejemplos que hemos revisado y que catalogo de evidenciales, la locución
introduce una consecuencia no basada en argumentos previos sino en las evidencias
inferidas o transmitidas: así que y conque se utilizan como locuciones introductoras

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En torno a los valores pragmáticos de la evidencialidad: una nueva aproximación a las relaciones entre…

de enunciados que se apoyan en inferencias realizadas por el hablante (evidencias


inferidas) o discursos previos (evidencias transmitidas). Este hecho es importante,
puesto que, por los datos que he podido reunir, las locuciones consecutivas tienen la
capacidad de actuar como indicadores de ironía, sin necesidad de ninguna otra mar-
ca cuando introducen consecuencias basadas en evidencias inferidas o transmitidas.
Ello implica que el hecho de ser un recurso que puede tener en un contexto concreto
una lectura evidencial es relevante para ser considerado indicador de ironía. Esto es
lo que ocurre en los ejemplos construidos de (21) y (22).
De lo dicho vemos que las locuciones consecutivas ilativas sirven tanto para
retomar un discurso, comenzar a hablar, como para expresar ironía, siempre que
podamos establecer un contraste entre situaciones. Para estos casos es posible justi-
ficar que nos encontramos ante indicadores de ironía, pues será la estructura formal
que canaliza el significado evidencial la que nos permita establecer el contraste entre
situaciones que nos conduce a establecer la lectura irónica.

5. CONCLUSIONES

En este trabajo me he propuesto comprobar si existen diferencias de comporta-


miento en lo que respecta a la lectura irónica que muestran las categorías etiquetadas
de evidenciales en lenguas sin evidencialidad morfológica, como el español. Para
cumplir este objetivo me he centrado en el análisis de las partículas al parecer y por lo
visto, junto con los usos ilativos de locuciones conjuntivas consecutivas.
Para poder cumplir con este objetivo, he tenido en cuenta que en la interpre-
tación irónica aparecen factores contextuales; además, me ha servido de base la dis-
tinción entre indicadores y marcas de ironía, en la línea del contraste que expone
Santamaría (2009), entre otros autores.
Según he intentado demostrar, las locuciones consecutivas se comportan como
indicadores, mientras que las partículas discursivas con contenido evidencial léxico
se aproximan más al comportamiento de las marcas de ironía. Esto implica que solo
en el primer caso la lectura irónica se apoya en el contraste entre situaciones, en los
términos que utiliza Speas (2010). Las locuciones ilativas son de este modo indi-
cadores lingüísticos de ironía puesto que la estructura formal de la evidencialidad
permite que exista un contraste entre dos situaciones. Tales situaciones, tal y como
he mostrado en la última sección, se pueden oponer en la expresión de la evidencia
indirecta, que es precisamente la que es expresada a través del uso de las locuciones
consecutivas ilativas. Esta conclusión creo que es la principal aportación de este tra-
bajo y que merece la pena ser utilizada en investigaciones futuras.

178 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 157-182 ISSN:1139-1146


Teresa María Rodríguez Ramalle

BIBLIOGRAFÍA

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Fecha de recepción: 18 de junio de 2019


Fecha de aceptación: 13 de octubre de 2019

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Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

EL HUMOR COMO HECHO PRAGMÁTICO EN ESPAÑOL*


Leonor Ruiz Gurillo
Universidad de Alicante. Grupo GRIALE
leonor.ruiz@ua.es

Resumen: En este artículo se analiza la habi- Abstract: The main aim of this paper is to
lidad metapragmática del humor en español. analyze the metapragmatic ability of humor
Considerando que se trata de un hecho prag- in Spanish. Taking into account that  it  is
mático (Ruiz Gurillo, 2006) como la metá- a pragmatic  phenomenon  (Ruiz Gurillo,
fora o la ironía, se profundiza en las habili- 2006),  such as  metaphor or irony, this re-
dades metapragmáticas que favorecen tanto search delves into the metapragmatic abilities
su creación como su comprensión (Ruiz Gu- that promote not only its creation but also its
rillo, 2016). De este modo, el punto de vista comprehension (Ruiz Gurillo, 2016). There-
del hablante/escritor ha de complementarse fore, the speaker/writer’s perspective  may
necesariamente con el del oyente/lector. Con be  complemented with the listener/rea-
el fin de ilustrar tales aspectos teóricos, se ex- der’s point of view. In order to illustrate the-
pondrán algunas de las habilidades metaprag- se theoretical aspects, we will analyze some of
máticas que pone en marcha tanto el cómico the metapragmatic abilities that both come-
a la hora de producir monólogos humorís- dians in monologues and speakers in conver-
ticos como el hablante de la conversación sation carry out while using humor. Firstly, a
espontánea. El análisis de un género propia- humorous genre, i.e. the monologue, will be
mente humorístico, el monólogo, de carácter described as a planned, public and interac-
planificado, público e interaccional se com- tional discourse. Secondly, a non-humorous
pleta con el de un género no humorístico, la genre, i.e. the spontaneous conversation, will
conversación espontánea, que es de carácter be presented  as an unplanned, private and
no planificado, privado y principalmente in- interactive discourse. In sum, this research
teractivo. Ello permite ilustrar algunos de los illustrates  some contexts in which humor is
contextos en los que se usa y se infiere humor used and inferenced in Spanish.
en español. Keywords: humor, metapragmatics, adapta-
Palabras clave: humor, metapragmática, bility, monologue, conversation
adaptabilidad, monólogo, conversación

*
Este artículo ha sido posible gracias a los Proyectos de Investigación FFI2015-64540-C2-1-P
Género, humor e identidad: desarrollo, consolidación y aplicabilidad de mecanismos lingüísticos en
español (MINECO-FEDER, UE) y PROMETEO/2016/052 Humor de género: observatorio de la
identidad de mujeres y hombres a través del humor (Generalitat Valenciana), así como a la Red Temá-
tica en Estudios de Análisis del Discurso (FFI2017-90738-REDT (MINECO-AEI, UE).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146 183


El humor como hecho pragmático en español

1. INTRODUCCIÓN

Este trabajo se centra en el humor entendido como hecho pragmático y como


habilidad metapragmática. Siguiendo lo establecido en Ruiz Gurillo (2006), el
humor es un hecho pragmático que se explica a la luz de la pragmática, entendida
principalmente como perspectiva (Verschueren, 1999). La luz que arroja la prag-
mática sobre los diversos fenómenos lingüísticos del español nos permite describir
un conjunto de aspectos implicados en el humor, a la vez que explicar su funcio-
namiento.
Los seres humanos disponemos de diversas habilidades que tienen que ver con
procesos complejos de metarrepresentación (Wilson, 2000; Ruiz Gurillo, 2008). En
estas habilidades interviene tanto el desarrollo del lenguaje como el manejo de diver-
sos aspectos cognitivos. Entre ellas se encuentra la metáfora, la ironía o el humor. En
este sentido, el humor es una habilidad metapragmática más de los seres humanos.
Compartimos la concepción de Verschueren (1999: 188) de que la metapragmática
es “the systematic study of the metalevel where indicators of reflexive awarenesss are
to be found in the actual choice-making that constitutes language”. La orientación
que defendemos conecta con las habilidades metapragmáticas1 (Gombert, 1992:
12) y pone el foco de atención tanto en las actividades reflexivas del uso del lenguaje
como en las habilidades de los hablantes para monitorizar y planificar sus propios
métodos de procesamiento lingüístico para usar y comprender el humor.
El humor es un tipo de comunicación non-bona fide (Raskin, 1985; Attardo
y Raskin, 1991; Attardo, 2008; Partington, 2006; Shilikhina, 2017) que se apoya
en una incongruencia para generar sus efectos (Attardo, 2008; Archakis y Tsako-
na, 2005; Ruiz Gurillo, 2012). La incongruencia supone un desajuste entre los dos
guiones o marcos que se activan en el humor, lo que, previsiblemente, ocasionará la
resolución en favor de uno de ellos o un espacio de mezcla donde se combinan sus
informaciones e inferencias (Ruiz Gurillo, en prensa).
Este tipo de comunicación humorística conlleva la adopción de un modo humo-
rístico. En concreto, el hablante/escritor pone en alerta al oyente/lector al indicarle
que no está siendo cooperativo2. Con esta comunicación activa un escenario lúdi-
1
Ello implica, además, que se ha desarrollado la conciencia metapragmática. Sobre este aspecto
pueden consultarse los trabajos de Crespo y Alfaro (2009), Timofeeva (2014), Timofeeva y Ruiz Gu-
rillo (en prensa).
2
Mientras la comunicación bona fide es cooperativa, la non-bona fide no lo es, de manera que,
por un lado, el hablante no está comprometido con la verdad de lo que dice y, por otro, el oyente es
consciente de que no existe dicho compromiso (Raskin, 2007: 99). Aunque es evidente que no existe
una distinción dicotómica entre la comunicación cooperativa y la no cooperativa (Shilikhina, 2017:
117), el humor, la ironía y el sarcasmo, la mentira/hipocresía y la comunicación absurda constituyen

184 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146


Leonor Ruiz Gurillo

co, emplea ciertas marcas humorísticas y atenúa su grado de cooperación. Todo ello
conlleva un esfuerzo cognitivo mayor por parte del oyente/lector para comprender
las inferencias que quiere transmitir. De hecho, la inferencia de que el discurso se
inscribe en el modo humorístico es clave para la adecuada comprensión del humor.
Considerando tales aspectos, el humor se aborda, en primer lugar, como habi-
lidad metapragmática (epígrafe 2). Un repaso de los aspectos implicados en la varia-
bilidad, negociabilidad y adaptabilidad constituirá la base sobre la que se analizarán
los procesos implicados en dos géneros diferenciados: uno propiamente humorís-
tico, el monólogo (epígrafe 3), y otro no humorístico donde el humor es opcional,
aunque esperable (epígrafe 4), la conversación espontánea.

2. LA HABILIDAD METAPRAGMÁTICA DEL HUMOR

Como estamos viendo, el humor es una habilidad metapragmática (Ruiz Gu-


rillo, 2016). El hablante/escritor lleva a cabo una continua elección, consciente
o inconsciente, donde la variabilidad, la negociabilidad y la adaptabilidad son las
nociones clave (Verschueren, 1999). Expondremos a continuación en qué consiste
cada una y cómo afecta al uso y a la comprensión del humor.

2.1. La variabilidad

La variabilidad alude al rango de posibles elecciones que tiene a su alcance el


hablante/escritor. Afecta al contexto en el que se produce el humor, al registro y al
código empleado y a la relación entre los participantes, entre otros aspectos. Ello
supone que el hablante/escritor ha de observar las posibles variables que le ofrece la
lengua y la pragmática. Así por ejemplo, el contexto en el que se produce el humor es
importante, pues no es lo mismo hacer un discurso humorístico en un escenario que
hacerlo en una conversación con amigos. El contexto, a su vez, repercute en otros as-
pectos de variabilidad. También cabe considerar las diversas nociones implicadas en
el registro (canal, sociolecto, nivel de planificación, dinamismo, inmediatez, tono,
tema, etc.) y la relación entre los participantes del acto humorístico (formalidad,
conocimiento mutuo, etc.). En nuestra opinión, dos son los aspectos fundamentales
que cabe abordar a la hora de entender la variabilidad del humor:
-El grado de planificación. Existen un buen número de géneros propiamente
humorísticos (Tsakona, 2017) que llevan asociado un grado alto de planificación.

cuatro tipos de comunicación non bona fide que se situarían en la zona difusa donde no se cumple
estrictamente el principio de cooperación.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146 185


El humor como hecho pragmático en español

Entre otros se encuentra el chiste, la parodia, la comedia de situación o el monólogo


humorístico. En concreto, en el monólogo se planifican los ganchos y el remate fi-
nal del monólogo. Estos son elementos humorísticos integrados en la estructura del
texto (Attardo, 2001 y 2008) que permiten observar la incongruencia y, en su caso,
resolverla. Además, el buen cómico decide el tipo de temas que va a exponer en el es-
cenario, el tono con el que los va a plantear, o si va a interactuar o no con el público.
En cambio, la conversación espontánea no planifica el humor. En este registro
el humor es un rasgo opcional (Tsakona, 2017) aunque, cuando aparece, lo hace
como una estrategia conversacional que emplea el hablante. De forma general, el
humor aparece en una intervención de uno de los participantes. Esta intervención
irónico-humorística puede continuarse o no. Si se continúa, se fomenta el modo
humorístico. Si no es así, el humor no es aceptado por el resto de participantes y se
produce lo que se conoce como humor fallido (Bell, 2009; Alvarado, 2013 y 2016).
-El grado de publicidad. Los géneros propiamente humorísticos se caracterizan
por contar con una audiencia como destinatario (Cortés y Camacho, 2003; Koch y
Oesterreicher, 2007). La elaboración de un monólogo supone contar con que será lle-
vado a escena, ya sea en una sala, teatro o set de televisión. Ello implica que, desde el
punto de vista de la variabilidad, el cómico ha de practicar su guion y comprobar que
funciona.
Por su parte, la conversación es un discurso privado en el que las bromas se
hacen entre los participantes. El humor surge de alguna situación graciosa que, por
lo común, forma parte del conocimiento común compartido de los interlocutores.

2.2. La negociabilidad

La negociabilidad pone en marcha ciertos principios y estrategias flexibles


(Verschueren, 1999: 59), de modo que el hablante/escritor negocia las múltiples
elecciones que la lengua le ofrece en un contexto determinado: establece una elec-
ción dinámica entre los significados explícitos e implícitos, las realza entre los par-
ticipantes y negocia los estereotipos que se infieren de ellas. Como vimos en Ruiz
Gurillo (2016: 89), la negociabilidad conecta con los mecanismos lógicos implica-
dos en el humor, entre los que diferenciamos aquellos basados en razonamientos,
como el quiasmo, la yuxtaposición o el paralelismo, o aquellos basados en relaciones
sintagmáticas (Attardo, Hempelmann y Di Maio, 2002). También el blanco de la
burla que puede afectar a uno o varios participantes de la comunicación.
Desde nuestro punto de vista, la negociabilidad se relaciona estrechamente con
la interaccionalidad del discurso humorístico. Pese a la diferencia dicotómica en-
tre discursos monológicos y dialógicos, se viene observando en los últimos tiempos

186 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146


Leonor Ruiz Gurillo

que las diversas partes implicadas tanto en la comunicación oral como en la escrita
o tecnológica son importantes. Para dar cabida a este hecho se ha desarrollado el
concepto de humor interaccional (Chovanec y Tsakona, 2018). En el caso de la con-
versación espontánea que analizaremos se trata, evidentemente, de una interacción.
Por lo que afecta al monólogo humorístico, y como hemos venido defendiendo en
diversos trabajos (Ruiz Gurillo, 2013a, 2019a), ciertos monólogos constituyen un
diálogo con el público.

2.3. La adaptabilidad

Por último, la adaptabilidad supone la modulación dinámica de las eleccio-


nes metapragmáticas por medio de los diversos aspectos cognitivos e ideológicos
implicados. Los guiones o marcos que se manejan, así como la incongruencia que
se deriva de ellos, son aspectos que se adaptan a cada comunicación. Asimismo, la
adaptabilidad persigue el logro de fines comunicativos concretos, como divertir a
la audiencia, hacer reír o generar un estado de opinión. De hecho, el discurso hu-
morístico puede, entre otras funciones, transmitir el mantenimiento del statu quo,
abogar por la subversión de determinados estereotipos, ayudar a afrontar problemas
sociales o psicológicos, o favorecer el establecimiento de lazos entre los participantes
en el acto comunicativo.
Con el objeto de asumir esta visión metapragmática del humor, se tiene en
cuenta el concepto de secuencia humorística. Una secuencia humorística es una uni-
dad estructural y temática que concluye con un gancho (jab line), entendido como
enunciado humorístico integrado en la estructura del texto, o con un remate (punch
line), si se trata del último enunciado humorístico de dicho discurso (Attardo, 2001
y 2008). Para lograr los fines perseguidos, se emplean ciertas claves que denomi-
namos marcas e indicadores humorísticos. Una marca humorística es un elemento
extralingüístico, paralingüístico o lingüístico que ayuda a interpretar el humor. Por
ejemplo, ciertos gestos, como sacar la lengua, pueden avisar al interlocutor sobre
las intenciones irónicas. Las pausas, la intensidad de la voz o el tono son algunas de
las marcas que también colaboran. Por otro lado, los indicadores humorísticos son
elementos que se interpretan de manera humorística en un contexto dado. Así, el
empleo de polisemia, la paronimia, el cambio de registro (por ejemplo, de informal
a formal), el empleo de ciertas unidades fraseológicas, etc., son procedimientos hu-
morísticos usados en contextos humorísticos.
El concepto, que proviene del análisis conversacional (Schegloff, 2007), permi-
te vislumbrar un acomodo del corpus tanto de monólogos como de conversaciones

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146 187


El humor como hecho pragmático en español

al hecho del humor interaccional3. A su vez, este concepto se adapta a cada uno de
los géneros estudiados, dependiendo, como veremos, de su grado de publicidad y,
sobre todo, de su grado de planificación.

3. EL MONÓLOGO HUMORÍSTICO

El monólogo humorístico es un género propiamente humorístico, siguiendo la


propuesta de Tsakona (2017) antes explicada. Por lo que afecta a la variabilidad, es
planificado y público. Se concibe como un género de persona a audiencia (Calsami-
glia y Tusón, 1999) que cuenta con un texto escrito previo, pero que se lleva a escena
como si no estuviera escrito. Su grado de planificación es alto, si bien pueden verse
algunos monólogos cuya intención es desarrollarse de modo improvisado. También
cabe señalar que, en líneas generales, fomentan un tono informal y tratan de temas
al alcance de cualquier individuo.
En cuanto a la negociabilidad, destacamos en especial el carácter interactivo de
ciertos monólogos (Ruiz Gurillo, 2013a). Muchos de ellos cuentan con un grado de
interacción con el público, lo que ocasiona que haya cierta retroalimentación y cierto
dinamismo entre los participantes. Además, el hecho de que se desarrolle cara a cara
y de forma inmediata (aquí y ahora) favorece el empleo de ciertos recursos, como los
gestos o ciertos rasgos paralingüísticos, como la intensidad de la voz. De este modo,
los significados parecen negociarse en contexto y, pese a tratarse de un discurso emi-
nentemente planificado, parece acercarse a la improvisación de la conversación.
Este hecho se refleja en el concepto de secuencia que manejamos para el monó-
logo. Se trata de una estructura conversacional en la que el monologuista desarrolla un
determinado tema a través de una intervención discontinua (Grupo Val.Es.Co., 2014:
22-23; Pons, 2014). Por lo común, esta intervención es interrumpida por las risas y
los aplausos de la audiencia. A menudo, y dependiendo de la retroalimentación con el
público, el cómico agrega diversas codas o añadidos (Scarpeta y Spagnolli 2009) que
generan, a su vez, nuevas risas y aplausos (Véase también Ruiz Gurillo, 2013b, 2014).
Todos estos aspectos se adaptan para conseguir los fines comunicativos, princi-
palmente divertir a la audiencia. Como técnica general, se construye una premisa seria
que se remata con una conclusión humorística. En este proceso intervienen marcas e
3
Se cuenta con un corpus de monólogos compuestos por los 203 textos de Andreu Buenafuente,
extraídos de 3 libros (Digo yo, 2009, Sigo diciendo, 2010, y Hablar es gratis, 2011) a los que se suman
diversos monólogos dramatizados de sus programas. También se dispone de los 96 monólogos audio-
visuales que Eva Hache interpretó en su calidad de presentadora del programa El Club de la Comedia
durante 2011 y 2012. En cuanto a las conversaciones, se han extraído un total de 148 secuencias de 67
conversaciones coloquiales, provenientes del corpus del grupo Val.Es.Co. (www.valesco.es).

188 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146


Leonor Ruiz Gurillo

indicadores humorísticos. Además, la secuencia puede servir para reforzar el statu quo,
reforzar los estereotipos, mostrar solidaridad con un grupo social concreto o subvertir
lo establecido (Ruiz Gurillo, 2019a; Ruiz Gurillo y Linares Bernabéu, en prensa).
Tomemos una secuencia de un monólogo de Eva Hache. La cómica ha hablado
previamente de su exnovio hippie y explica que la mejor manera de superar la ruptu-
ra es encontrar otro novio mayor que ella:

(1)
EVA HACHE: mira↓ cuando cortas con un hombre así↓ con un perroflauta
de mierda de estos/ lo mejor lo mejor es para compensar echarte un novio de
verdad↓ un tío que te cuide y que te saque/ que te saque a comer↓ que te saque
a bailar↓ que te saque veinte años
PÚBLICO: RISAS
EVA HACHE: hay también que tener un poquito de alerta en estos casos por-
que este tipo de hombres al principio dan mucha garantía pero con el tiempo
empiezan a comportarse de un forma digamos extraña/ no sé cómo deciros↓es
como si de prontoo se le notaran los años que tiene
PÚBLICO: RISAS
EVA HACHE: ¿mm? antes no salíais de la cama y ahora tampoco pero la col-
cha no se ha movido del sitio
PÚBLICO: RISAS
EVA HACHE: que de pronto un día te dice ¿por qué no vamos a mi casa a ver
una película?/ y vas ¿y te puedes creer que acabas viendo la película?
PÚBLICO: RISAS
EVA HACHE: te llevas otro disgusto pero hay que reconocer que es muy fácil
acabar una relación ¿mm? sin dramas sin discusiones→ un buen susto aah
PÚBLICO: RISAS
EVA HACHE: y a otra cosa
PÚBLICO: RISAS

Como vemos en (1), Eva Hache consigue sus propósitos empleando los gan-
chos humorísticos adecuados y apoyándose en ciertas marcas e indicadores humo-
rísticos. Así, en su primera intervención (discontinua) destaca la polisemia de sacar,
que se emplea con las valencias sacar [a alguien] [a hacer algo] y sacar [a alguien]
[tiempo]. Para hacerlo, Eva Hache gestiona a la perfección su dicción y los diver-
sos recursos que ello implica, como la entonación, la pausa previa a la resolución
donde opta por el segundo significado de sacar. También en la cuarta intervención
(discontinua) vemos cómo gestiona el gancho a través del discurso representado, en

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146 189


El humor como hecho pragmático en español

concreto usando el discurso directo, marcado en la transcripción en cursiva, para


representar la voz de su novio.
Por otro lado, y aunque sabemos que el monólogo está planificado, la secuen-
cia (1) manifiesta algunos fenómenos de improvisación, como cuando Eva Hache
alarga las vocales (de prontoo). Aspectos conversacionales como el dinamismo se
manifiesta en el empleo de la señal fática ¿mm? en las intervenciones (discontinuas)
tercera y quinta. También el estilo narrativo oral del discurso directo que emplea
para representar la voz de su novio (“te dice ¿por qué no vamos a mi casa a ver una
película?”) fomenta una mayor retroalimentación del discurso.
Así pues, la cómica observa la gama de variables que le permite la lengua (regis-
tro, formalidad, publicidad, planificación), negocia en el contexto los significados
que desea que su audiencia infiera (como la polisemia de sacar). Todo ello le permite
adaptar la secuencia: usa una premisa seria (“echarse un novio de verdad”) para lle-
gar a la conclusión humorística o gancho (“que te saque veinte años”). Como evi-
dencian las risas del público, Eva Hache logra su objetivo de divertir a la audiencia
en esta secuencia. Además, evidencia uno de los estereotipos asociados a la mujer, el
hecho de tener novios mucho más mayores. El manejo de este estereotipo le permite
llegar al gancho final en las intervenciones (discontinuas) quinta y sexta y resolver
que la mejor manera de acabar con una relación así es darle un susto “de muerte”.
Con ello se refuerza el estereotipo de parejas formadas por una mujer joven y un
hombre mayor pero, al tiempo, se ofrece una forma jocosa de afrontarlo.

4. LA CONVERSACIÓN ESPONTÁNEA

La conversación espontánea es un género no propiamente humorístico en el


que, sin embargo, puede encontrarse el humor (Tsakona, 2017). En cuanto a la varia-
bilidad, la conversación no es planificada y es de carácter privado. Dada su coloquia-
lidad, la conversación es de tono informal, desarrolla temas al alcance de cualquier
individuo y cuenta con un tenor interpersonal entre los participantes, es decir, el fin
último de la conversación es conversar. Como rasgos de negociabilidad cabe destacar
su carácter eminentemente interactivo. Los rasgos de retroalimentación, dinamismo
entre los participantes, inmediatez o conversación cara a cara están muy presentes.
Todo ello ocasiona que cuando aparece el humor lo hace en una intervención
de un participante que ha decidido cambiar el modo serio por el modo humorístico.
Aquí interviene la negociabilidad, ya que el hablante ha de negociar el humor en
contexto con su(s) interlocutor(es). Esta intervención humorística, dado el carác-
ter interactivo de la conversación, puede continuarse o no ser respondida. Si no se

190 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146


Leonor Ruiz Gurillo

responde de ningún modo, estamos ante humor fallido (Bell, 2009, Alvarado, 2013,
2016). Si se responde, puede mantenerse el Principio de Interrupción Mínima (Eis-
terhold, Attardo y Boxer, 2006), es decir, interrumpir el modo serio únicamente
durante una o dos intervenciones, o puede continuarse el humor, dando como re-
sultado una secuencia con 4, 5, 6, 7 o incluso muchas más intervenciones humorísti-
cas. Como hemos observado (Ruiz Gurillo, 2019a), el humor continuado (Attardo,
2019) es uno de los fenómenos mejor representados en el corpus de conversaciones
coloquiales del grupo Val.Es.Co.4
Este carácter interaccional y de negociabilidad se manifiesta en el concepto
de secuencia que manejamos para la conversación. La secuencia humorística es una
estructura conversacional compuesta por diversos intercambios o diálogos que se
estructura en torno a un mismo tema. Debido al carácter no planificado de este gé-
nero, el humor aparece como una estrategia más empleada por los hablantes. Resul-
ta habitual que alguno de los participantes produzca una intervención humorística
que luego es continuada (o no) por el resto de participantes. Cuando el humor se
continúa (Attardo, 2019), se genera una secuencia irónico-humorística en la que
destaca el modo humorístico (Raskin, 1985; Shilikhina, 2017; Ruiz Gurillo, 2019b).
Por su parte, los participantes que emplean el humor como estrategia lo adap-
tan a la estructura conversacional, con el objeto primordial de conseguir la risa de su
interlocutor o fomentar el modo humorístico, pero también con el fin de emplear el
humor como un gran aliado social. De esta manera, el humor permite en la conver-
sación afianzar los lazos de solidaridad entre los participantes, expresar autohumor,
atacar al interlocutor o facilitar un medio de defensa ante los ataques, entre otros as-
pectos (Lampert y Ervin-Tripp, 1998 y 2006; Hay, 2000; Coates, 2003; Yus, 2016).
En (2) dos hablantes mujeres de menos de 25 años comentan acerca de uno de
sus compañeros. Como señala MJ, es mucho mayor que ellas y quiere ligar con todas
las chicas. La secuencia de carácter narrativo se sitúa en el modo humorístico, pues
las dos participantes colaboran con intervenciones humorísticas, lo que ocasiona
que el humor se continúe a lo largo de ocho intervenciones:

(2)
MJ: es muy pesao// además de verdad§
M: § es un plasta

4
Este corpus, que se puede consultar en (http://www.valesco.es/?q=corpus) está compuesto
por conversaciones coloquiales que cumplen con los rasgos establecidos por el grupo Val.Es.Co. para
garantizar la coloquialidad de las muestras, como la toma de turno no predeterminada, la retroali-
mentación, el dinamismo conversacional, el tema no especializado o la relación de igualdad entre los
participantes.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146 191


El humor como hecho pragmático en español

MJ: es MUY↑/ muy muy pesao/ a(d)emás/ ¡es que no te deja hablar!/// te tiene
que contar todas sus historietas amorosas→ cuando es que se las inventa/ el otro
día/ estaba en la cafetería↓ estábamos// yy me parece que eraa/ cuando acabá-
bamos un examen↓ o no sé qué/ y él estaba en la cafetería/ total quee/ nada//
nos sentamos con él y tal↑// y estábamos allí y se acerca una chica ¿no?/// y
hablando hablando oigo como dice laa- laa- la chica esta a él↑/ eres/ don FAN-
TASIman [(RISAS=]
M: [(RISAS)]
MJ: = total/ que la chica se va/ y él se queda/ pero con los ojos to’s abiertos→ se viene
para allá y dice/ ¿sabéis lo que me acaban de decir?§
M: § (RISAS)
MJ: y yo→ ¿qué?/ dice que soy don fantasiman/ dice ¡que tengo mucha fantasía! §
M: §(RISAS)
MJ: pero/ pobrecillo/ to(do) deprimido y digo ¡madre mía!/
digo es que es verdad§
M: § sí§
MJ: § ¡una fantasía!/ a una amiga mía↑ diciéndole/ noo↓ es
quee/// tú no sabes lo que es estar conmigoo [ee]
M: [sí]/ a mí también me lo sueltaa
MJ: espera↓ espera/ en una chimeneaa→ desNUdos→// junto al calor/ del hogar→ pero
bueno↓ ¡ASÍ!/ y mi amiga decía pero bueno§
M: §pero TÍO
MJ: pero este tío/ ¡pero será guarro!/ ¿¡a mí qué me dice!?/ si yo paso de él como de la
mierda↓ tanto es quee/ no§
M: § a mí me viene y me dice↑/ María/ tú tienes ALgo/
que solamente un hombree/como yo/ puede sacar de ti y tú↑/ ¡noo! si yo soy una
puta mierda↓ o seaa→ no hay nada que buscar dentro/ tú tranquilo/ no te esfuer-
ces5//// no sé- no- yo sé que tienes mucho dentro/ y solamente YO/ sabría cómo
sacarlo/ y tú/ °(bah) °// ¡VENga moDEsto! baja que sube Xavi↓ ° (baja un
poco)° §
MJ: § ¡madre mía!/ entonces ¿sale con una tía ahora?
M: ay ¡no sée!
(Conversación [180.B.1], secuencia 143)

Como observamos en (2), se trata de una secuencia humorística inserta en una


conversación que no es de carácter humorístico. Por lo que afecta a la variabilidad,

5
Entre risas.

192 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146


Leonor Ruiz Gurillo

el hecho de estar ante un registro no planificado influye sobre el tipo de humor que
encontramos. En la mayor parte de las secuencias humorísticas conversacionales el
humor no se planifica, sino que surge sobre la marcha. Vemos en (2) que MJ empie-
za a contar una historia sobre un compañero mayor que ella, historia que comparte
con M. Según el relato, una chica se le acercó al mencionado compañero y le llamó
fantasiman. La secuencia de historia se desarrolla en modo humorístico, pues M
acepta la historia, al tiempo que colabora en el humor, principalmente con risas.
Ello demuestra que reconoce y aprecia el humor (Alvarado, 2013 y 2016). Algunas
intervenciones más tarde, M también aporta su experiencia sobre ese compañero
mayor que ellas en edad y sobre cómo intenta ligar con todas.
Evidentemente el blanco de la burla de toda la secuencia es el chico del que se
habla. La conversación es de carácter privado, ya que las participantes comparten sus
experiencias sobre aquel del que se burlan.
La negociabilidad se observa en determinados rasgos interactivos. Así, el di-
namismo entre las participantes, esto es, el intercambio de los papeles de hablante y
oyente facilita que sean ambas las que cooperen para construir la historia. Funciona
muy bien la retroalimentación entre ambas, pues tras la primera parte donde es MJ
la que aporta sus datos, M comienza a hablar de su experiencia. También facilitan la
interacción el hecho de encontrarse cara a cara y aquí y ahora.
Todos estos aspectos se negocian en contexto, ya que encontramos una inter-
vención de M solapada en parte con la de MJ y con la que ha intentado iniciar su
comentario (“sí a mí también me lo sueltaa”). MJ, en cambio, le pide más tiempo
para concluir su relato (“espera↓ espera”) y tras ello permite que M cuente su expe-
riencia. En este caso, M comienza contando lo que le ocurrió, pero luego construye
una historia fantástica (Kotthoff, 2011) donde habla de lo que previsiblemente le
podría haber dicho en esa situación.
Por lo tanto, observamos cómo las hablantes construyen su relato humorístico
de manera cooperativa, gracias al grado de formalidad bajo, a la relación de igualdad
entre ellas (dos mujeres de menos de 25 años), a su experiencia común compar-
tida (son amigas), el tema no especializado que abordan, y amparadas por rasgos
interactivos como el dinamismo conversacional, la retroalimentación, el hecho de
encontrarse cara a cara y que la interacción se dé aquí y ahora. El humor es, en este
caso, una estrategia de afiliación (Coates, 2003) que sirve para afianzar la solidari-
dad entre ellas y el afrontamiento de los problemas. De hecho, permite compartir
una experiencia presumiblemente desagradable con un hombre mayor que ellas y
transformarla, gracias al modo humorístico, en algo divertido.
Con todo ello, el humor se adapta al contexto de la conversación, por lo que
observamos un humor no planificado y espontáneo. A veces se encuentran ciertas

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146 193


El humor como hecho pragmático en español

marcas como las pausas y la entonación o la intensidad de la voz (FANTASIman),


aspectos que facilitan la comprensión del humor. También se hallan algunos indica-
dores humorísticos que, frente a lo que ocurre con el monólogo, no han sido planifi-
cados previamente. En (2) encontramos el juego polisémico (Fantasimán, fantasía),
el empleo de la fórmula conversacional de sorpresa ¡madre mía! o de ciertos esque-
mas fraseológicos (Mura, 2019) (baja Modesto que sube Xavi) que permiten evaluar
la historia como jocosa y divertida.

5. Conclusiones

La adaptabilidad del humor a cada contexto de uso evidencia procedimientos


y efectos diferentes. En un género propiamente humorístico como el monólogo,
de carácter planificado, público e interactivo, el humor se adapta para lograr los fi-
nes comunicativos perseguidos por el cómico. Además de divertir a la audiencia, el
monólogo puede servir para mostrar los estereotipos, reforzar el statu quo, mostrar
solidaridad con un grupo social o subvertir lo establecido.
En un género no propiamente humorístico como la conversación donde el hu-
mor es una estrategia conversacional más, el humor se adapta al registro no planifi-
cado, privado y eminentemente interactivo. En el contexto conversacional los par-
ticipantes negocian si desean mantener el modo humorístico o no hacerlo, lo que
puede ocasionar que el humor se continúe a lo largo de una secuencia. Por lo común,
el humor no ha sido planificado previamente, por lo que no se evidencian ganchos
o remates ni tampoco la estructura de premisa seria/conclusión humorística que se
da en el monólogo. Es cierto que algunas marcas, como las pausas o la entonación,
colaboran en la comprensión del humor. Sin embargo, los indicadores humorísticos
que encontramos, dado su carácter espontáneo, conectan por lo general con aquellos
relacionados con el humor prototípico (Ruiz Gurillo, 2012). En concreto, abundan
los juegos de palabras, que incluyen como indicadores la polisemia, la homonimia o
la paronimia.
La línea de investigación planteada en este trabajo aborda el humor como com-
petencia, pero también como actuación. De hecho, el humor se produce tanto en
el monólogo como en la conversación, pero es imprescindible que la audiencia o
el interlocutor reaccione a las diversas inferencias del hablante/escritor para poder
valorar si el humor ha logrado sus objetivos. Por ello, la metapragmática del humor
profundiza en una nueva vía de estudios que no solo tienen en cuenta el humor
como competencia (Attardo, 2001), sino que considera aspectos como la aprecia-
ción o aceptación del humor, su apoyo o su continuación. Esta nueva vía del humor

194 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146


Leonor Ruiz Gurillo

como actuación (Ruiz Gurillo, 2016; Attardo y Raskin, 2017) habrá de recibir nue-
vas aproximaciones en un futuro no muy lejano.

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Fecha de recepción: 28 de mayo de 2019


Fecha de aceptacion: 11 de octubre de 2019

198 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 183-198 ISSN:1139-1146


Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

ACTOS ILOCUTIVOS Y UNIDADES DISCURSIVAS EN EL


PLAN CURRICULAR DEL INSTITUTO CERVANTES

Agustín Vera Luján


UNED
agustinvera@flog.uned.es

Inmaculada Martínez Martínez


Centro Internacional de Estudios Superiores del Español (CIESE-Comillas)
martinezi@fundacioncomillas.es

Resumen: La adopción de los planteamien- Abstract: The adoption of the methodologi-


tos metodológicos de una teoría del discurso cal basis of a theory of discourse makes it pos-
permite abordar en forma descriptiva y ex- sible to analyze the complexity of the func-
plicativamente adecuada la complejidad del tioning and the structure of speech acts in a
funcionamiento y la estructura de los actos de adecuate descriptive and explanatory man-
habla. El análisis de cuatro tipos de actos de ner. The analysis of four types of speech acts
habla en el Plan Curricular del Instituto Cer- in the PCIC carried out in this article shows
vantes realizado en este artículo permite com- that the explanatory points of view of the In-
probar que los planteamientos explicativos del stituto Cervantes curriculum are anchored,
documento curricular están anclados, sobre above all, in a grammatical perspective that
todo, en una perspectiva gramatical que lleva leads to the unsatisfactory treatment of most
a tratar en forma insatisfactoria la mayoría de of the discursive tactics, based on ungram-
las tácticas discursivas. Estas últimas se sirven maticalized units, which are an essential part
de unidades no gramaticalizadas, que son una of the resources available for the construc-
parte esencial de los recursos disponibles para tion of speech acts.
la construcción de los actos de habla. Keywords: Speech Acts, Pragmatics, Dis-
Palabras clave: Actos de habla, Pragmática, course, Instituto Cervantes curriculum, Spa-
Discurso, Currículo Instituto Cervantes, Es- nish as a Foreign Language.
pañol como Lengua Extranjera.

1. INTRODUCCIÓN

La confluencia de las investigaciones pragmáticas y las lingüístico-discursivas


en el estudio de los actos ilocutivos ha permitido profundizar en el análisis y la des-
cripción del funcionamiento real de estos elementos fundamentales. Dicho análisis
se lleva a cabo dentro una teoría de la Pragmática en tanto que teoría de la acción

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 199-220 ISSN:1139-1146 199


Actos ilocutivos y unidades discursivas en el Plan Curricular del Instituto Cervantes

lingüística, ofreciendo de esta forma una imagen real de la complejidad del funcio-
namiento de los actos de habla.
En su etapa inicial, los intereses de la Pragmática estuvieron presididos por el
objetivo prioritario de caracterizar conceptualmente los actos de habla. Estos se defi-
nieron globalmente como acciones lingüísticas (Austin, 1962; Searle, 1980), se puso
de manifiesto la pluralidad de factores o condiciones que intervienen en su funcio-
namiento (Searle, 1975b; 1980) y se establecieron sus tipos fundamentales (Austin,
1962; Searle, 1975a). El desarrollo de los estudios del discurso ha permitido, entre
otras cuestiones, avanzar grandemente en la identificación y el análisis de la variedad
de exponentes lingüísticos capaces de dar expresión lingüística a estos elementos.
Los aspectos pragmático-ilocutivos de la comunicación reciben en el Plan cu-
rricular del Instituto Cervantes1 (PCIC en adelante) una atención que está en conso-
nancia con la orientación comunicativa de dicho documento. En él estas cuestiones
encuentran reflejo, además de en el inventario de Funciones, en el de Tácticas y estra-
tegias pragmáticas, especialmente en su apartado de Conducta interaccional. Como
se señala en el mismo PCIC, con toda justicia, la sistematización de tales tácticas y
estrategias constituye una de las novedosas aportaciones más destacables del docu-
mento curricular.
Puede resultar de utilidad, sin embargo, analizar en detalle el contenido y orga-
nización de semejante inventario, y su relación con el inventario de Funciones, para
comprobar el grado de exhaustividad y coherencia con que se incorpora en el mismo
un tratamiento de las distintas unidades discursivas. Este hecho parece importante en
la medida en que las unidades discursivas constituyen la vertiente formal o significan-
te de las intenciones ilocutivas a que obedece la comunicación lingüística en español.
A estos efectos, nuestro trabajo está estructurado en dos partes. La primera, en
el apartado 2, se dedicará a poner de manifiesto la necesidad de una jerarquía de uni-
dades discursivas adecuada descriptiva y explicativamente, y a destacar las propieda-
des estructurales de funcionamiento más importantes de las mismas. La segunda, en
el apartado 3, abordará el análisis del PCIC, con el fin de describir el tratamiento
que las cuestiones revisadas en la primera parte reciben en el mismo. Los resultados
de nuestro análisis nos llevarán a realizar algunas sugerencias sobre modificaciones
que podrían ser introducidas en el documento curricular a este respecto, las cuales
formarán parte de las conclusiones del trabajo.

1
Además de la edición en papel (Instituto Cervantes, 2006) en 3 volúmenes, por la
que citaremos, puede consultarse la versión digital del documento en https://cvc.cervantes.
es/ensenanza/biblioteca_ele/plan_curricular/https://cvc.cervantes.es/ensenanza/bibliote-
ca_ele/plan_curricular/

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Agustín Vera Luján e Inmaculada Martínez Martínez

2. FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA: SOBRE LAS UNIDADES


DISCURSIVAS

Una de las formas en que la Pragmática pone de relieve en nuestros días la com-
plejidad real del funcionamiento de los actos ilocutivos tiene que ver con la ya muy
generalizada asunción de la idea de que el estudio de aquellos no puede realizarse
al margen de una teoría del discurso: se debe ofrecer un inventario y jerarquización
adecuados de unidades discursivas.
Como ya hemos señalado en la Introducción, las aproximaciones primeras, o
fundacionales, a los hechos pragmático-ilocutivos (Austin, 1962; Searle, 1980) se
centraban en la caracterización abstracta, o conceptual, de los actos de habla, tan-
to en forma directa como indirecta (Searle, 1975b). Debido a este hecho, aquellas
aproximaciones prestaban una atención prácticamente exclusiva a lo que podemos
denominar actos de habla prototípicos2, los actos simples, del tipo de (1). Posterior-
mente, el desarrollo de los estudios del discurso ha hecho posible abordar en formas
muy satisfactorias la complejidad real del funcionamiento ilocutivo del discurso, en
el que los actos de habla pueden tener también manifestaciones del tipo de (2) o (3);
es decir, pueden llegar a constituirse como secuencias de elementos que manifiestan
una complejidad mayor, a pesar de la cual funcionan incuestionablemente como
otros tantos actos unitarios de habla.

(1) ¡Vete! [ Orden]


(2) ¡Te vas porque aquí estás de más! [Orden]
(3) ¡Vete ahora mismo! No quiero verte en mi casa [Orden]

Centrándonos exclusivamente en los discursos monológicos, y no haciendo re-


ferencia más que a las unidades más pertinentes para nuestros intereses actuales, una
explicación adecuada de la operativa comunicativa de los actos ilocutivos hace impres-
cindible tomar en consideración varias unidades diferentes, que han recibido denomi-
naciones diversas, según los modelos de que se trate. En un plano jerárquico, la unidad
dominante recibe el nombre de move en la Escuela de Birmingham y es definida como
«la contribución mínima de un participante» (Sinclair y Coulthard, 1975). Para
Roulet (1985 y 1991), de la escuela de Ginebra, el move es una de las unidades del que
denomina componente jerárquico del discurso, dentro del cual es identificado como el
constituyente prototípico de las unidades jerárquicas superiores, o exchanges.
Utilizamos el término en el sentido difundido, en psicología, a partir de Rosch (1973
2

y 1978) y, en lingüística, principalmente de Lakoff (1987a).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 199-220 ISSN:1139-1146 201


Actos ilocutivos y unidades discursivas en el Plan Curricular del Instituto Cervantes

Entre nosotros, el término más comúnmente utilizado por los estudiosos del
discurso oral es intervención3, y tal unidad es caracterizada en diferentes formas. Para
Portolés (1996) se trata de todo lo dicho por un hablante cada vez que toma la pala-
bra, y en el grupo de investigación Val.Es.Co. se proponen para dicha unidad propie-
dades como las mencionadas, junto a otros rasgos singularizadores. Así, Briz (2000)
la define como cada una de las emisiones de un hablante, que es emitida de forma
continua o discontinua y que responde a una estrategia única de acción e intención,
añadiendo, así, a propiedades meramente enmarcadoras o delimitadoras en el orden
formal, otras que subrayan su función comunicativa.
Desde un punto de vista estructural, las intervenciones están constituidas por
las unidades menores que han recibido, también, diferentes denominaciones, según
los modelos: Sinclair y Coulthard (1975) las identifican como acts; Schiffrin (1987)
las denomina discours units; Berrendonner (1990) se refiere a ellas como clauses;
Roulet (1985) como actes de langage, a los que con posterioridad (Roulet, 1991)
llamará actes de discourse. Para C. Rossari (1996) son unidades atómicas, y en Briz
(2000) se denominan actos o enunciados. Haciendo abstracción de otras diferencias,
se trata de las menores unidades del discurso desde el punto de vista comunicati-
vo-ilocutivo (Briz, 2000). El mismo modelo de Val.Es.Co postula la existencia de
otras unidades aún menores, subactos, constituyentes inmediatos de los actos y que
consisten en unidades informativas o argumentativas mínimas, virtualmente posi-
bles dentro de aquellos.
Remitimos las consideraciones que seguirán al marco metodológico del mo-
delo de análisis del discurso del grupo Val.Es.Co. Elegimos este entre los distintos
modelos mencionados por tratarse de un modelo considerablemente difundido, al-
tamente coherente en el plano explicativo, y con una capacidad descriptiva probada
en el análisis de corpus conversacionales. Desde los postulados explicativos de tal
perspectiva metodológica, las tres expresiones de nuestros ejemplos (1)-(3) habrían
de ser descritas como ejemplos de intervenciones con una misma finalidad ilocutiva,
de naturaleza imperativa, y de distinta conformación por lo que se refiere a los ni-
veles y unidades involucrados en la manifestación discursiva de tal fuerza ilocutiva:
3
Una propuesta diferente es la de Cortés (2002), para quien resulta necesario acomodar meto-
dológicamente el hecho de que las comúnmente denominadas intervenciones pueden albergar conte-
nidos complejos no jerarquizados diferentes. Este hecho le lleva a proponer que las intervenciones se
consideren constituidas por las unidades menores que denomina enunciados, también unidades discur-
sivas intermedias. Se daría así un tratamiento en esta propuesta de Cortés diferente a los anteriores, en
los que semejante hecho se trataría descriptivamente como una combinación de intervenciones (cada
una caracterizada por un contenido o tópico discursivo determinado), como resultado del postulado
metodológico que permitiría que una unidad de un determinado nivel pudiera estar constituida por
otra del mismo tipo.

202 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 199-220 ISSN:1139-1146


Agustín Vera Luján e Inmaculada Martínez Martínez

(1.i) Intervención > Acto > Subacto [¡Vete!]


(2.i) Intervención > Acto >Subacto [Te vas] (Subacto [porque aquí estás de
más])
(3.i) Intervención > Acto [¡Vete ahora mismo!] (Acto [No quiero verte más en
mi casa])

Las investigaciones de discurso han puesto, por consiguiente, de manifiesto


que las unidades de acción ilocutiva, los actos de habla, en tanto que construccio-
nes discursivas, pueden estar vinculadas a unidades de diferentes niveles discursivos.
Por otra parte, que tales unidades son susceptibles de presentar una estructura de
constituyentes inmediatos compleja, sometida a relaciones de nuclearidad/margi-
nalidad, que podemos considerar sintácticas. Entendemos que la sintaxis no es un
componente cuya operatividad esté limitada al dominio de lo gramatical-oracional,
sino que es posible y necesario postular la existencia de una sintaxis discursiva4 cuyo
objeto sería el estudio de las relaciones que establecen entre sí los constituyentes
inmediatos de una determinada construcción discursiva.
En el caso de los ejemplos anteriores, estas relaciones serían las señaladas en los
esquemas (1i)-(3i). Dichas relaciones se pondrían de manifiesto en el hecho de que,
en las secuencias de elementos como (2) y (3), existe un constituyente cuya presen-
cia es imprescindible para la existencia misma de la intervención imperativa –con
una función, por tanto, nuclear dentro de ella- mientras que el otro (u otros) son
opcionales5.

(2a) ¡Te vas!


(2b) *Porque aquí estás de más
(3a) Vete ahora mismo
(3b) *No quiero verte más en mi casa

La necesidad de dar cuenta de la existencia de estas relaciones sintáctico-discursivas


ha sido señalada en distintos modelos discursivos, con denominaciones diferentes mu-
4
Catalina Fuentes (2017) la denomina macrosintaxis. Preferimos el término sintaxis discursiva,
por su mayor generalidad, dado que en modelos como el de Teun A. Van Dijk (1992) se opera con
distinciones como la establecida entre microestructura, macroestructura y superestructura, correspon-
dientes a distintos planos en la organización estructural de un texto. En virtud de ello, sería posible
diferenciar también entre las relaciones sintácticas de cada uno de los niveles, distinguiendo entre mi-
crosintaxis, macrosintaxis y supersintaxis. Desde dichos planteamientos, las cuestiones que abordamos
entrarían dentro del dominio de la microsintaxis, o sintaxis del plano microestructural del discurso.
5
Los elementos marginales pueden ocupar en la intervención posiciones prenucleares o post-
nucleares.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 199-220 ISSN:1139-1146 203


Actos ilocutivos y unidades discursivas en el Plan Curricular del Instituto Cervantes

chas veces. Edmondson (1981), Edmondson y House (1981), House y Kasper (1981), o
Blum-Kulka y Olshtain (1984) denominan a estas relaciones que nosotros hemos identi-
ficado como de nuclearidad y marginalidad: funciones núcleo y adjunto, respectivamen-
te; la distinción en Roulet (1981: 64) entre actos principales y actos subordinados se basa
en esta misma caracterización sintáctica última, como es también el caso de la distinción
(Roulet, 1981: 63) entre elemento director y elemento subordinado. El elemento que des-
empeña la función de elemento marginal o no nuclear en la intervención ha recibido
también con frecuencia la denominación de acto de apoyo (Trosborg, 1995), aunque la
misma tenga un fundamento no sintáctico sino más bien interaccional.
La confluencia de los estudios del discurso con los estudios pragmáticos ha
puesto de manifiesto también que la naturaleza semántico-ilocutiva de tales constitu-
yentes no es siempre aleatoria, sino que está sujeta en ocasiones a restricciones, según
la naturaleza ilocutiva de los actos nucleares de las intervenciones correspondientes.
Por mencionar solo algunas de las investigaciones realizadas en este sentido,
que habrían estudiado, fundamentalmente las secuencias ilocutivas del tipo de (3),
Blum-Kulka et alii (1989) y con posterioridad, entre otros, Trosborg (1995) han
abordado las características potenciales que presentarían, por lo que a su estructura
se refiere, las intervenciones ilocutivas de petición, que resumimos esquemáticamente
en (4). Las categorías identifican aquí el contenido semántico-funcional del elemen-
to no nuclear de la intervención, que acompañaría a un acto de petición nuclear:

(4)
Categorías Ejemplos

De contenido Tengo un problema con mi coche. ¿Me dejas el tuyo?

Preparadores Del acto de habla Tengo que pedirte un favor. ¿Me dejas tu coche?
(PR)
disponibilidad De verificación ¿Necesitas tu coche? Tengo que pedírtelo.

De preacuerdo ¿Puedo pedirte un favor? ¿Me dejas tu coche?

Desarmadores (D) No me gusta pedírtelo, pero ¿me dejas tu coche?


Sé que tienes un coche estupendo. ¿Podrías dejármelo media
Cameladores (Ca)
hora?
Justificaciones ( J) ¿Puedes dejarme tu coche? Es que se me ha averiado el mío.
Promesas o compensaciones (P/C) ¿Me puedes dejar tu coche? Te lo devuelvo esta tarde.

Advertencias (A) Déjame tu coche. Si no, no te dejaré el mío nunca más.

Tabla 1. Intervenciones ilocutivas de petición

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Respecto del papel de los elementos incluidos en el apartado de «categorías»,


PR tiene como función introducir de manera no abrupta la petición; D sirve para
ablandar la actitud de la persona a la que se hace la petición, y predisponerlo a favor
de la misma; Ca funciona como alabanza hacia el receptor, con el fin de predis-
ponerlo favorablemente a lo solicitado; J constituye una justificación o explicación
al receptor del motivo de la petición; P/C son promesas o compensaciones que el
receptor obtendría de aceptar la petición. Finalmente, A serían las advertencias o
amenazas para el destinatario de la petición en el caso de no acceder a la misma.
La estructura de las intervenciones ilocutivas de queja ha sido estudiada por
Trosborg (1995). Para esta autora las quejas son actos ilocutivos potencialmente
complejos desde el punto de vista constitutivo, y resultado de la presencia potencial
en una intervención con tal fuerza ilocutiva de determinados elementos marginales,
o adjuntos. Ello daría lugar a un esquema de acción de la forma de (5)6.

(5)
Categorías Ejemplos
Preparadores ¿Recuerdas nuestro acuerdo? ¿Y tu trabajo?
Desarmadores No quiero ser antipático, pero ¿y tu trabajo?
Suministradores de evidencias Tu trabajo no está en la lista de entregados.
Sustanciación El plazo acabó ayer ¿Y tu trabajo?
Agravamiento ¿Y tu trabajo? Ya no hay remedio. Es demasiado tarde para
ofensa arreglar este fallo.
Repetición acción No has entregado el trabajo. No es la primera vez, ¿verdad?
Falta de conside- ¿Y tu trabajo? No muestras la menor consideración hacia los
ración consejos que te doy.
Imposibilidad de
¿Y tu trabajo? No te he visto en todo el trimestre en clase.
disculpa
Intensificadores
de la ofensa Voy a tener que estudiar los temas de nuevo. ¿Y quién quiere
Molestia general
preparar dos veces este rollo?
Rotura de contrato
¿Y tu trabajo? Te dije que lo entregaras ayer.
o promesa
Incumplimiento ¿Y tu trabajo? Te permito entregarlo fuera de plazo y me fallas
de expectativas de nuevo.
Invocación a con- ¿Y tu trabajo? ¿Te parece que está bien volver a incumplir tu
ciencia o moral palabra?, porque me habías prometido entregarlo esta semana.

Tabla 2. Intervenciones ilocutivas de queja

Adriana Bolívar (2002) ha descrito la estructura de las expresiones de queja en el español de


6

Venezuela como secuencias potenciales de tres tipos de actos: alertadores, exhortaciones y evaluaciones.

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Actos ilocutivos y unidades discursivas en el Plan Curricular del Instituto Cervantes

Félix-Brasdefer (2006) ha estudiado los actos de rechazo en el español de Méxi-


co. Estos presentarían una estructura constitutiva en la que, junto al núcleo ilocuti-
vo, se darían los elementos marginales señalados en (6):

(6)
Categoría Ejemplo
Opinión Lo felicito sinceramente pero no sé si podré ir.
Explicación/Razón No puedo ir. Tengo un compromiso ese día.
Buena disposición Con gusto lo acompañaría, pero no puedo ir.
Gratitud Muchísimas gracias, pero no puedo ir.
Promesa No puedo ir. La próxima vez no faltaré.

Tabla 3. Actos de rechazo en el español de México

Olshtain y Cohen (1983) han descrito el esquema de acción de las disculpas,


que estaría integrado, además de por expresiones de función nuclear, por elementos
marginales, o adjuntos, como los de (7):

(7)
Categoría Ejemplo
Explicación de la causa que originó la violación Se me ha perdido tu pluma. Lo siento.
Expresión de la responsabilidad del hablante Lo siento mucho. Es culpa mía.
Oferta de reparación Se me ha perdido tu pluma. Te compraré otra igual.
Promesa de no repetición de la ofensa Lo siento. No volverá a .-suceder.

Tabla 4. Esquema de acción de las disculpas

Como puede comprobarse fácilmente por los ejemplos aducidos, los tipos de
actos ilocutivos tomados en consideración en los trabajos mencionados se corres-
ponden, fundamentalmente, con intervenciones cuya estructura es la representada
en (3i); es decir, con intervenciones cuyos constituyentes inmediatos son unidades
del tipo denominado Acto. Ello no quiere decir que no sean posibles intervenciones
estructuradas por unidades de diferente naturaleza, con un contenido similar al ya
señalado para las secuencias de actos. Así, por ejemplo, en secuencias como (8)-(9)
encontraríamos la manifestación de otras tantas intervenciones de petición, queja,
rechazo y disculpa, respectivamente, cuya estructura obedecería al esquema ilocu-

206 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 199-220 ISSN:1139-1146


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tivo de la forma de (12); es decir, constituido por un subacto nuclear de petición,


queja, rechazo o disculpa, más un subacto marginal de justificación o explicación.

(8) Tengo que pedirte tu coche, porque el mío no funciona


(9) Tengo que quejarme de tu informalidad porque ya se ha cumplido el pla-
zo y aún no has entregado el trabajo
(10) No puedo ir porque tengo un compromiso ese día
(11) Me disculpo porque he perdido tu pluma
(12) Intervención > Acto > Subacto [Petición, queja, rechazo, disculpa] (Su-
bacto [ Justificación])

Se caracterizan, así, los actos ilocutivos como esquemas de acción que pueden
materializarse de manera diferente en las lenguas concretas7.
Los estudios de pragmática y de teoría del discurso han señalado cómo la ope-
ratividad de muchos de estos constituyentes de las intervenciones está, aunque no
exclusivamente, ligada con la cortesía comunicativa, al servicio de dos tipos de es-
trategias que dependen, en todo caso, del contenido ilocutivo de los actos de habla
(Haverkate, 1994). En primer lugar, la estrategia de potenciar la cortesía de enun-
ciados de contenido inherentemente positivo o neutro, mediante unos mecanismos
que se denominan de intensificación. En segundo lugar, la estrategia de atenuar la
amenaza potencial para la imagen del receptor de los enunciados de fuerza ilocutiva
inherentemente negativa, a través de los denominados mecanismos de atenuación.
Numerosos estudios han subrayado la condición esencialmente retórica de los
mecanismos de intensificación y atenuación (Leech, 1983; Albelda, 2005: 15; Briz
y Albelda, 2013, entre otros) y han analizado en profundidad las formas lingüísti-
cas utilizables para ello. Entre nosotros, se realiza un análisis de los recursos para la
intensificación en Briz (2001), Albelda (2005) y Portolés (1996), entre otros; y con
respecto a la atenuación, en Briz (2001, 2003 y 2007), entre otros8.
Las investigaciones que se vienen realizando por parte de una Pragmática co-
herentemente integrada en modelos lingüístico-discursivos ponen de manifiesto,
por tanto, que la caracterización de la competencia pragmática de los hablantes de
una lengua es una tarea de considerable complejidad. No solo supone identificar

7
En este sentido, Márquez Reiter (2000) ha estudiado las diferencias existentes entre las peticio-
nes en inglés y en el español de Uruguay. Resultados similares son los de Tello Rueda (2006); Cordella
(1990) ha analizado estos actos en el español de Chile y el inglés de Australia. Estos estudios ponen de
manifiesto la diferente frecuencia en el uso de distintas categorías según las comunidades estudiadas.
8
Un resumen de las principales estrategias utilizadas por ambos mecanismos se encontrará en
Vera y Blanco (2014).

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Actos ilocutivos y unidades discursivas en el Plan Curricular del Instituto Cervantes

las estrategias formales, sintácticas y semánticas mediante las cuales una determina-
da comunidad comunicativa acostumbra a formular los distintos actos ilocutivos9.
También deben señalarse la frecuencia de empleo de las mismas, en el marco de unos
parámetros de variabilidad sociolingüística, o sociopragmática, igualmente comple-
jos y de los que no poseemos hasta la fecha toda la información necesaria en muchos
casos.

3. ANÁLISIS DE RESULTADOS: EL TRATAMIENTO DE LAS


UNIDADES DISCURSIVAS EN EL PCIC

La descripción del componente pragmático ocupa en el PCIC un lugar cen-


tral, y constituye uno de los ejes vertebradores de la organización del documento
curricular para la enseñanza de Español como Lengua Extranjera (ELE). En él la
Pragmática es entendida en un sentido amplio, como la disciplina que tiene como
objeto «describir y explicar las reglas que rigen la actuación lingüística de los ha-
blantes, así como las estrategias que estos utilizan para que los mensajes resulten
adecuados y eficaces según los destinatarios a los que se dirigen y el contexto en que
tienen lugar» (PCIC, 2006: 251).
Se trata, por tanto, a la Pragmática como disciplina centrada en el uso lin-
güístico, en una línea mayoritaria en las formulaciones de dicha disciplina (Reyes,
1990). Entre las cuestiones de dicho componente que se consideran centrales en el
PCIC se cuentan, además de las de naturaleza informativa y discursiva, las relacio-
nadas con el funcionamiento del español como instrumento de acción ilocutiva.
Serán las que nos interesen fundamentalmente en este trabajo. A este respecto en
concreto, el PCIC organiza sus consideraciones sobre el funcionamiento ilocuti-
vo del ELE, especialmente, en los inventarios que denomina de Funciones, Tácti-
cas y estrategias pragmáticas (https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/
plan_curricular/niveles/06_tacticas_pragmaticas_inventario_b1-b2.htm) y, en
menor medida, el de Saberes y comportamientos socioculturales10 (https://cvc.cer-
vantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/plan_curricular/niveles/11_saberes_y_com-
portamientos_inventario.htm).

9
Wierzbicka (1985) ha señalado la necesidad de huir de planteamientos etnocentristas a la hora
de caracterizar el funcionamiento de los actos ilocutivos.
10
En los inventarios señalados, no se recoge información sistemática relativa a las distintas varie-
dades pragmáticas posibles en español sobre las cuales mencionábamos distintos estudios en la primera
parte del trabajo. Se señala que las variedades diatópicas no son incluidas en el documento curricular
por no existir aún información detallada exhaustiva sobre buena parte de estas cuestiones.

208 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 199-220 ISSN:1139-1146


Agustín Vera Luján e Inmaculada Martínez Martínez

El inventario de las denominadas funciones constituye, en el documento curri-


cular, el equivalente de las unidades pragmáticas fundamentales, o actos de habla, si
bien se trata en este caso de nociones ilocutivas que incorporan simultáneamente
contenidos semánticos más específicos. Guiada por tales criterios, la tipología de
funciones ofrecida por el PCIC no coincide de forma exacta con las tipologías de
actos ilocutivos de uso habitual en la Pragmática (Searle, 1975a; 1980).
El inventario de funciones del PCIC es enriquecido mediante las aportaciones
que se añaden en el inventario denominado Tácticas y estrategias pragmáticas, que
incorpora «los recursos que están a disposición del alumno y las estrategias que
puede activar para usar la lengua de forma efectiva y eficaz en contexto» (PCIC,
2006: 251). Su novedad se subraya en el mismo PCIC, donde se destaca que por
medio de dicho inventario

se presenta por vez primera a los profesionales de la didáctica del español como
lengua extranjera un repertorio de tácticas y estrategias pragmáticas, sistemati-
zado de forma taxonómica y organizado de acuerdo con los niveles comunes de
referencia establecidos en el Marco común europeo de referencia (PCIC, 2006:
252).

El inventario distingue, como se señala en su título, entre estrategias, o proce-


dimientos de decisión por medio de los cuales el hablante o aprendiente de español
satisface un determinado objetivo comunicativo, y tácticas, o recursos disponibles
con tal fin (PCIC, 2006: 253). El PCIC contiene un inventario de tácticas y estra-
tegias para los distintos niveles de enseñanza muy detallado y altamente sistemati-
zado. Internamente, está organizado en tres apartados: construcción e interpretación
del discurso (dedicado a los procedimientos de mantenimiento de la coherencia/
cohesión del discurso y a los procedimientos de interpretación no referencial de las
modalidades ilocutivas y la negación, la ironía y la interpretación analógica); moda-
lización, dedicado a los fenómenos conectados con el punto de vista del enunciador,
entre los que se contarían la intensificación, la focalización, los valores de la entona-
ción, etc.; finalmente11, y de manera especial por lo que a nuestros intereses en este
trabajo se refiere, el de conducta interaccional, dedicado en esencia a cuestiones que

11
De manera ocasional, o menos sistemática, la caracterización en detalle de la competencia
pragmático-ilocutiva de los usuarios/aprendientes de español se ilustra mediante el recurso a los in-
ventarios denominados Referentes culturales, Saberes y comportamientos socioculturales y Habilidades
y actitudes interculturales. A través de ellos se pone en relación las grandes dimensiones culturales y
aspectos clásicos de la pragmática ilocutiva como las mismas funciones utilizadas, la forma lingüística
concreta de sus exponentes y los mecanismos de cortesía.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 199-220 ISSN:1139-1146 209


Actos ilocutivos y unidades discursivas en el Plan Curricular del Instituto Cervantes

tienen que ver con la cortesía verbal, y que se ocupa de «los recursos lingüísticos
de que dispone el usuario de la lengua y las tácticas y estrategias pragmáticas que
utiliza para atenuar o intensificar los efectos de un acto de habla en el interlocutor»
(PCIC, 2006: 255).
Para determinar el grado de incorporación en el PCIC de unos exhaustivos y
coherentes planteamientos sobre la variedad y jerarquía de unidades discursivas, nos
centraremos en el tratamiento que podemos encontrar en el documento curricular
de cuatro actos directivos: los de disculpa, los de petición (en concreto, los represen-
tados por las funciones denominadas pedir un favor, pedir objetos y pedir ayuda12),
los de queja y los de rechazo.
El tratamiento en el PCIC de los actos de habla de disculpa muestra una clara
falta de exhaustividad a la hora de recoger todas las posibilidades estructurales de
manifestación de las unidades discursivas capaces de expresar en español dicho acto
ilocutivo. El inventario relativo a este acto recoge en la función 5.10, «disculparse»,
exponentes que responden al esquema discursivo de (1i); es decir, a intervenciones
de estructura simple o no secuencial. Tal posibilidad se da a partir de los niveles A1
y A2, en los que encontramos ejemplos como: A1 (Perdón) y A2 (Lo siento mucho/
muchísimo, perdona/e y Siento + infinitivo: siento llegar tarde). Exponentes de ma-
yor complejidad sintáctico-discursiva solo se introducen en el PCIC a partir del ni-
vel B1. En este caso, con la estructura que representábamos en (3.i), y con elementos
marginales tan solo de la categoría (6) como Explicación de la causa…: Lo siento, de
verdad, (es que...)..., Disculpa/e, (es que...)... y Perdóname / Perdóneme, (es que...)…,
en B1; Tienes que perdonarme, pero (es que)... en C1.
El tratamiento en el PCIC de las intervenciones de disculpa constituidas se-
cuencialmente por más de un Acto no ofrece, en resumen, a los usuarios del docu-
mento en cuestión exponentes representativos de tres de las cuatro categorías pro-
puestas por Olshtain y Cohen (1983).

(13)
UTILIZACIÓN CATEGORÍA
SÍ Causa
NO Responsabilidad
NO Reparación
NO No repetición

Tabla 5. Intervenciones de disculpa en el PCIC

12
En adelante, respectivamente PF, PO y PA.

210 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 199-220 ISSN:1139-1146


Agustín Vera Luján e Inmaculada Martínez Martínez

Como señalamos anteriormente, nuestro análisis del tratamiento de los actos


de petición en el PCIC se desarrollará atendiendo a tres subtipos de funciones del
documento: peticiones de favores (PF), peticiones de objetos (PO) y peticiones de
ayuda (PA).
Por lo que a los actos de petición se refiere, el inventario de PF del PCIC (se-
ñalado como 4.2) presenta, por un lado, exponentes que representan la estructura
constitutiva menos compleja, (1i), en A2 (¿Puedo pedirte un favor?, o No entiendo
este ejercicio, entre otros ejemplos de diferentes patrones expresivos); en B1 (Necesito
pedirte un favor, entre otros); en B2 (¿Me harías un favor?, o Necesito que alguien
revise lo que he escrito, entre otros); en C1 (Me harías un gran favor si me trajeras unos
cuantos DVD en inglés desde Londres, entre otros) y en C2 (No te harías a la idea del
favor que me haces si me dejas el coche estos días, entre otros).
Además, encontramos también en el inventario muestras del esquema de in-
tervención del tipo (3i) que se concreta en muestras de algunas de las categorías
señaladas en (4): en B1, una secuencia de Actos en la que encontramos elementos
marginales prenucleares y posnucleares; el primero de la categoría Preparador y el
segundo de la de Justificación: Mira, tengo que pedirte una cosa. ¿Podrías dejarme 10
euros? Es que me he dejado la cartera en casa. En el nivel C1 podemos hallar exponen-
tes de intervenciones constituidas por una secuencia de Actos que incluyen elemen-
tos marginales prenucleares de la categoría Preparador y posnucleares de la categoría
Desarmador: Hazme un favor: déjame un euro para llamar por teléfono, ¿quieres?
En el caso de C2, estas dos mismas categorías de actos marginales se actualizarían
en posición prenuclear: No me queda más remedio que pedirte un favor. Sé que no te
gustan los niños, pero no tengo a nadie que se pueda hacer cargo de Julián este sábado.
La función PO es recogida en el punto 4.3 del inventario correspondiente del
PCIC con exponentes que pertenecen a los tres tipos de estructuras constitutivas de
la intervención señaladas. Encontramos exponentes pertenecientes al tipo (1i), en
los diferentes niveles, del A1 al C1: en A1, Un café, por favor; en A2, ¿Puedo pedirte
un favor? o No entiendo este ejercicio; en B1, ¿Podrías hacerme el favor de comprarme
el periódico a mí también?, entre otros; en B2, Le agradecería muchísimo que me en-
viara toda la información que tenga sobre este tema o Necesito que alguien revise lo que
he escrito; en C1, ¿Me harías el favor de comprarme el periódico a mí también?, entre
otros ejemplos de exponentes.
El esquema constitutivo (2i) está presente en los exponentes de PO que ofrece el
PCIC. Manifestaciones de esta estructura, en la que encontramos una secuencia de su-
bactos de los que uno al menos tiene una función nuclear y el resto marginal, se encuen-
tran en el nivel B2, donde el elemento marginal sería un representante de la categoría
Desarmador (Alcánzame eso, si no te importa); en el C2, donde pertenecería a la de Pre-

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Actos ilocutivos y unidades discursivas en el Plan Curricular del Instituto Cervantes

parador (Si me pudieran mandar unos cuarenta, me vendría genial), o a la de Camelador


(Te estaría enormemente agradecido si me regaras las plantas durante el mes de agosto).
Por lo que a la estructura del tipo (3i) se refiere, las PO están representadas en
el PCIC mediante secuencias de dos elementos, donde el elemento marginal perte-
nece a la categoría Justificación (en B1: Tráeme el libro la semana que viene. Es que
lo necesito), y mediante secuencias de tres actos constituyentes, donde el elemento
prenuclear pertenece a la categoría Preparador, y el posnuclear a la de Justificación
(en B2: Mira, te tengo que pedir una cosa... ¿Podrías dejarme tu coche? Es que tengo
que ir a recoger a Javier a la estación).
Finalmente, por lo que a los exponentes de la función PA (apartado 4.4) se refiere,
encontramos también en el PCIC elementos que pertenecen al tipo (1i), que está repre-
sentado en todos los niveles: en el A1 (Por favor), en el A2 (¡Socorro! o ¿Puedes ayudarme?,
entre otros ejemplos), en el B1 (¿Te importaría ayudarme a hacer estos ejercicios? o Ayúda-
me! / ¡Ayúdeme!, entre otros), y en el nivel C1 (Échame una mano, entre otros).
La estructura (3i) está representada en el PCIC mediante variantes en las que el
elemento marginal pertenece a la categoría de Justificación (B1: Ayúdame, por favor.
Es que no puedo mover esta mesa; B2: ¿Podrías echarme una mano con esto? Es que no
sé cómo funciona esta máquina; C1: Te agradecería que me ayudaras con el tema de
mis padres. No sé qué hacer), a la de Preparador (A2: Perdona, ¿puedes ayudarme?), o
a la de Camelador (C1: ¿No sabrás tú francés? Es que tengo que escribir una carta a un
cliente en Burdeos y no sé cómo hacerlo). También se ofrecen ejemplos de exponentes
en que concurren varios elementos marginales: Desarmador y Justificación en B1, en
diferentes posiciones a veces (Ayúdame, por favor. Es que no puedo mover esta mesa, o
Necesito que me ayudes a redactar esta carta. Es que es la primera que escribo. ¿Puedes?).
Respecto de las clases de peticiones tomadas en consideración, se echan en falta
algunas de las categorías recogidas en (4). Reflejamos en (14) esta situación en detalle:

(14)
UTILIZACIÓN
CATEGORÍA PF PO PA
Preparador Sí Sí Sí
Desarmador Sí Sí Sí
Camelador No Sí Sí
Justificación Sí Sí Sí
Promesa o Compensación No No No
Advertencia No No No

Tabla 6. Clases de peticiones y su categorización en el PCIC

212 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 199-220 ISSN:1139-1146


Agustín Vera Luján e Inmaculada Martínez Martínez

Los actos de habla de rechazo prototípicos aparecen caracterizados en el PCIC


en la función 4.17, «Rechazar una propuesta, ofrecimiento o invitación». Con-
trastados los exponentes ofrecidos en el documento del Instituto Cervantes con los
tipos posibles de intervenciones según su estructura constitutiva, encontramos in-
tervenciones del tipo (1i) desde el nivel B1 al C2: entre otros ejemplos, en B1: Pues
no, Pues es que tengo que estudiar; en B2: Tengo que decirte que no; en C1: Te voy a
tener que decir que no; o en C2: Yo paso.
Encontramos en el PCIC en algún caso, entre las estructuras subyacentes a
los exponentes inventariados en esta función, la (2i), presente en exponentes fun-
cionales como Lo lamento, pero no me es posible, porque ese día estoy de viaje, en el
nivel B2. Aquí el acto nuclear [pero no me es posible, porque ese día estoy de viaje] se
estructuraría en un subacto nuclear [pero no me es posible] y un subacto marginal de
Explicación [porque ese día estoy de viaje].
La estructura más frecuente en los exponentes de la función de rechazo es la
(3i). De ella, se recogen en el PCIC exponentes que actualizan la categoría Opinión,
sola o en combinación con otras como Gratitud o Explicación. El primer caso se da,
por ejemplo, en A2 (Gracias, está muy rico, pero no quiero más); el segundo, en B2
(Eres muy amable, pero no puedo. Es que tengo una reunión a las cinco y prefiero volver
ahora para revisarla). Encontramos también exponentes donde la categoría Explica-
ción es el único elemento marginal (B2: Lo lamento, pero no me es posible, porque ese
día estoy de viaje) y otros donde esta se combina con las de Explicación y Gratitud, en
A2 (No, gracias. No fumo); de la categoría Buena disposición como único constitu-
yente marginal de la intervención (C1: ¡Vaya hombre! Precisamente el jueves que no
puedo; C2: Muy a mi pesar, lamento tener que rechazar su amable invitación, pero me
resulta completamente imposible) en combinación con Explicación (B1: No, muchas
gracias. Es que ya he comido), o de estas últimas en combinación con la de Promesa
(A2: No, lo siento. No he dormido bien y prefiero ir a casa. Otro día).
El acto ilocutivo de rechazo presenta, por consiguiente, en el PCIC un inven-
tario de exponentes que recoge la pluralidad de categorías de elementos marginales
diferenciada por Félix-Brasdefer (2006) como característica de las secuencias de ele-
mentos con tal fuerza ilocutiva:

(15)
CATEGORÍA UTILIZACIÓN
Opinión Sí
Explicación Sí
Buena disposición Sí

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Actos ilocutivos y unidades discursivas en el Plan Curricular del Instituto Cervantes

CATEGORÍA UTILIZACIÓN
Gratitud Sí
Promesa Sí

Tabla 7. El acto ilocutivo de rechazo en el PCIC

El último tipo de acto ilocutivo cuyo análisis nos planteábamos es la queja, que es
el acto ilocutivo que presenta una menor atención a la variedad estructural y a los dife-
rentes tipos categoriales señalados en (5). En el PCIC se considera que «en las quejas
pueden confluir en realidad varias funciones («expresar enfado e indignación»,
«reprochar», «narrar» —la circunstancia que es objeto de queja—, «expresar
decepción», «dar una opinión», etc.), por lo que cabe remitirse a estas» (2006: 207).
Si analizamos dichas funciones, tan solo en los inventarios 3.17, «expresar enfa-
do e indignación» y en 4.21, «reprochar», encontramos casos que puedan ser con-
siderados cercanos al contenido ilocutivo de reproche. En todos ellos, se trata de ma-
nifestaciones del tipo estructural de intervención (1i). Así, en efecto, hallamos para la
función 3.17 en A1 exponentes del tipo, por ejemplo, de No soporto que me interrum-
pan cuando estoy trabajando, o en C2 otros como Me llena de rabia que no hagamos
nada por salir de esta situación tan injusta, y para la 4.21 otros como Me parece mal que
nunca me hagas regalos en B1, o Me ha sentado fatal cómo me has tratado en B2.
Así pues, el PCIC recoge un inventario de exponentes numeroso y altamente
variado por lo que se refiere a alternativas de expresión representativas de los diferentes
niveles gramaticales (morfológico, morfosintáctico, léxico y fónico). Sin embargo, la
presencia de exponentes que materializan unidades discursivas no gramaticalizadas es
más irregular. Sobre todo los exponentes representativos de las estructuras como (2i)
están claramente infrarrepresentados en el documento curricular; en clara correspon-
dencia, también la representación de la variedad de categorías posibles resulta frag-
mentaria en el caso de los elementos marginales de las secuencias de constituyentes.
La valoración que suscita el análisis de los inventarios de funciones del PCIC
no varía sustancialmente si abordamos en detalle el contenido del inventario de
Tácticas y estrategias pragmáticas. Su papel general en el documento curricular es el
de añadir a la información sobre las funciones una sistematización sobre aquellas
en dos planos: el primero, correspondiente a la estrategia o funcionalidad discursi-
vo-comunicativa a que obedece determinado recurso funcional; el segundo, el de la
táctica, o tipo de estructura lingüística que se utiliza para ello.
Nos centramos especialmente en las funcionalidades retóricas de intensifica-
ción y atenuación de la fuerza ilocutiva que pueden desempeñar las unidades dis-
cursivas. Comprobamos que el inventario de tácticas y estrategias de intensificación

214 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 199-220 ISSN:1139-1146


Agustín Vera Luján e Inmaculada Martínez Martínez

relacionadas con la cortesía, recogidas en el inventario 3.2, «Cortesía valorizante»,


no incluye intervenciones con estructura secuencial, del tipo de (2i) o (3i)13. Una
atención también muy pormenorizada reciben las estrategias y tácticas de atenua-
ción relacionadas con las unidades discursivas más elementales en el inventario 3.1,
«cortesía verbal atenuadora», donde estas (exponentes de actos simples y/o subac-
tos) están inventariadas en forma altamente sistemática.
Así, por ejemplo, al servicio de una estrategia genérica de desplazamiento de la
persona del hablante-oyente, se inventaría una táctica de desplazamiento; esta puede
ser de la segunda a la primera persona (en B1, Yo que tú no iría); de la primera a la se-
gunda persona, a la tercera, o a construcciones de valor impersonal (en B2, respectiva-
mente, El problema de esa clínica es que llegas y te estás horas esperando, Uno hace lo que
puede, Se me ha roto [=Yo lo he roto]). En relación con el mismo tipo de mecanismos
personales, se enumeran otras posibilidades más en el resto de niveles del Plan curri-
cular; al servicio de una estrategia genérica de atenuación del acto amenazador, se in-
ventarían también con detalle equivalente tácticas de desplazamiento de la perspectiva
temporal; en B1, por ejemplo, por medio de los denominados imperfecto de cortesía
(¿Qué deseaba?), condicional de cortesía (¿Podrías abrir la ventana?) o condicional
de modestia (Yo diría que eso no es así), entre otras fórmulas verbales, y se continúa un
inventario semejante de las tácticas de esta naturaleza en los demás niveles.
A diferencia, sin embargo, de estos inventarios, aunque en el caso del 3.1, «cor-
tesía verbal atenuadora» se toman en consideración tácticas y estrategias relativas
a las unidades de mayor complejidad constitutiva, el tratamiento de estas presenta
un grado de sistematicidad y exhaustividad menores que el de las intervenciones no
complejas, o no secuenciales. Así, en dicho inventario se distinguen explícitamente
cuatro tipos de categorías diferentes, las que se denominan reparaciones, camelado-
res, desarmadores y atenuación dialógica. No es sencillo para los usuarios del PCIC
asignar a tales denominaciones contenidos unívocos, pues no se definen expresa-
mente, con la excepción de la última de las categorías mencionadas, cuya función
discursiva es, al menos relativamente, variada. Así, en B1 la atenuación dialógica
presente Tienes razón, pero a mí eso ya no me convence sirve «para expresar acuerdo
parcial, como preludio a un movimiento contraargumentativo» (2006:306). En B2
exponentes como ¿Puedo hacerte una pregunta indiscreta? [previo a una pregunta]
serían «Enunciados preliminares [que servirían] para anunciar un acto de habla que
atenta contra la imagen negativa del destinatario» (2006: 305). En ese mismo nivel,
13
En los esquemas ilocutivos que venimos analizando encontramos algunos procedimientos de
intensificación no relacionados con la cortesía. Es el caso del constituyente Advertencia en las peticio-
nes, y del denominado Intensificador de la ofensa en las quejas, cuya función dentro de la intervención
correspondiente no es la de atenuar la fuerza ilocutiva del acto nuclear, sino, al contrario, intensificarla.

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Actos ilocutivos y unidades discursivas en el Plan Curricular del Instituto Cervantes

exponentes como Es posible que esté equivocado, pero yo creo que esto debe hacerse así
servirían para «expresar incertidumbre, ignorancia o incompetencia ante lo dicho
por el interlocutor» (2006: 306).
El resto de tácticas mencionadas no siempre van acompañadas de una des-
cripción explícita, y se caracterizan fundamentalmente mediante ejemplos. Los re-
paradores se dan como táctica inventariada en el nivel B1, donde no se encuentra
ninguna otra aclaración sobre su contenido o función (en las excusas, como Lo sien-
to, perdóneme; en las justificaciones, como No fui a la reunión porque estaba fuera);
también en B2, donde se apunta a su papel de concesión que serviría para mitigar
el desacuerdo (Bueno, vale, pero). En C2 desarmadores y cameladores aparecen en el
inventario exclusivamente a través de la ejemplificación que suponen los exponentes
inventariados: en el primer caso, Ya sé que no te gusta nada que usen tu coche, pero es
que se me ha estropeado el mío. En el segundo, Tú, que sabes tanto de todo, ¿por qué no
me ayudas a hacer este trabajo de Biología?
No es clara, en primer lugar, la necesidad de distinguir como un tipo específico
de estrategia la denominada atenuación dialógica. Esta refleja unos mecanismos de
atenuación que no se distinguen de los que presentarían reparadores como los que
concurren en bueno, vale, pero…; una secuencia que, además de poder ser empleada
también en un diálogo, admitiría igualmente la función de expresar acuerdo parcial,
como preludio a un movimiento contraargumentativo, que según vimos más arriba
caracterizaría a un tipo de atenuadores dialógicos.
No parece tampoco que el inventario de categorías atenuadoras propuesto en el
PCIC posea el grado de detalle deseable. Siendo estas categorías otras tantas estrate-
gias que deben ser de la máxima utilidad a profesores y estudiantes de ELE, parecería
deseable que su conceptualización fuera más detallada de la que se ofrece en el PCIC.
Las escasas categorías mencionadas de tácticas de atenuación y el grado de generalidad
con que son establecidas contrastan con las particularidades de detalle que es posible
observar en el funcionamiento de los constituyentes de las intervenciones complejas.
Como tuvimos ocasión de señalar ya líneas más arriba, estas dan lugar a estructuras
muchas veces muy diferentes, en razón del contenido o la función discursiva particular
de los constituyentes. Describir estos hechos con mayor concreción sería, sin duda, de
gran utilidad para los usuarios de un documento curricular como el que analizamos.

4. CONCLUSIONES

Como señalamos en el primer apartado, la atención a los diversos tipos de uni-


dades discursivas es imprescindible para poder dar cuenta en forma adecuada del

216 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 199-220 ISSN:1139-1146


Agustín Vera Luján e Inmaculada Martínez Martínez

modo en que operan en la realidad lingüístico-comunicativa los actos ilocutivos.


Por dicha razón, lo es también en un documento curricular de ELE como el PCIC,
que debería describir con exhaustividad, por un lado, la diversidad de exponentes
posibles en la formulación de las distintas funciones, y, por otro, la variedad de tác-
ticas y estrategias que gobiernan sistemáticamente a tales exponentes funcionales.
El análisis de los actos ilocutivos seleccionados como ejemplos en nuestro
trabajo pone de manifiesto que, sobre todo en el segundo de los aspectos men-
cionados, sería deseable una descripción más exhaustiva y explícita de las tácticas
pragmáticas especialmente relacionadas con las unidades discursivas no grama-
ticalizadas, que sirven para transmitir sentidos discursivos que son instrumenta-
lizados tan sistemáticamente como los que tienen como significantes a unidades
gramaticalizadas, al servicio de finalidades atenuadoras o intensificadoras de na-
turaleza cortés.
Las diferencias en el tratamiento entre unidades gramaticalizadas y no gra-
maticalizadas se deben, sin duda, a que los sentidos gramaticalizados (en el siste-
ma pronominal o personal y en el de los tiempos verbales, entre otros) son más
nítidamente identificables y más difícilmente soslayables a la hora de realizar un
determinado inventario que aquellos que no lo están. En todo caso, los postula-
dos metodológicos desarrollados por la lingüística del discurso, y los cada día más
frecuentes análisis sobre la estructura específica de los distintos actos ilocutivos en
español hacen hoy posible un tratamiento más sistemático y exhaustivo de estos
elementos. Con él, el PCIC sería un instrumento de aún mayor utilidad para sus
usuarios.

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Fecha de recepción: 28 de mayo de 2019


Fecha de aceptación: 22 de julio de 2019

220 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 199-220 ISSN:1139-1146


MISCELÁNEA
Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

EN TORNO AL ANTIHIATISMO HISPANOHABLANTE:


NORMA GRAMATICAL FRENTE A PRECEPTO LITERARIO,
HABLA CULTA Y ESTÁNDAR

Antonio Alcoholado Feltstrom


Universitat Jaume I
alcohola@uji.es

Resumen: La descripción y valoración de Abstract: The hiatus resolution by synaeresis


la resolución de hiato mediante sinéresis y and synaloepha in Spanish is described and
sinalefa en lengua española por parte de la assessed by the normative authority in terms
autoridad normativa da lugar a un paradójico that lead to a predicament between grammar
conflicto entre gramática y precepto litera- and the literary canon as well as geographic
rio, así como afirmaciones geográficas y una statements and a register restriction from the
restricción según registros y estratos que no normative point of view that does not seem
parece corresponderse con la realidad oral. to reflect oral reality. This paper analyses the
Este trabajo analiza el estado de la cuestión status of the issue and reasons the need to re-
y argumenta la necesidad de reconsiderar el consider the current normative judgment on
juicio normativo actual sobre el antihiatis- the anti-hiatus tendency.
mo. Keywords: anti-hiatus tendency, grammar,
Palabras clave: antihiatismo, gramática, pre- literary precept, educated speakers, varieties.
ceptiva literaria, hablantes cultos, variantes.

1. INTRODUCCIÓN

Este estudio analiza el estatus normativo del antihiatismo en español y explica


tres aspectos sobre este rasgo de pronunciación que contravienen el juicio normativo
de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española
(en adelante también denominadas por sus siglas –RAE y ASALE– y, en su conjunto,
las Academias).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 223-240 ISSN:1139-1146 223


En torno al antihiatismo hispanohablante: norma gramatical frente a precepto literario, habla culta y estándar

En la sección 2, se presenta la tendencia antihiática del español según se describe


en diversos trabajos de referencia (entre otros: Alcina y Blecua, 1975; Gili Gaya, 1988;
Quilis, 1999; Hualde, 2005; Hidalgo y Quilis Merín, 2012) y dos visiones opuestas en
su tratamiento preceptivo: una, adoptada por la Real Academia Española (1741), los
estudios de prosodia de Sicilia (1832), Bello (1835), Benot (1892) y el emblemático
manual de pronunciación de Navarro Tomás (2004[1918]); la contraria, reflejada en
los tratados normativos de Alarcos (1994) y las Academias (2005, 2011).
En la sección 3 se exponen los tres aspectos arriba aludidos que pesan en con-
tra del juicio actual de las Academias. En primer lugar, la oposición entre norma
gramatical y precepto literario en lo referente al antihiatismo en español, según se
constata en aportaciones relevantes para el estudio de su versificación, tales como,
por ejemplo, Jaimes Freyre (1919), Henríquez Ureña (1998[1934]), Navarro To-
más (1974[1956], 2004[1959]), Balbín (1968), Baehr (1970), Spang (1983), Qui-
lis (1984), Paraíso (2000) o Domínguez Caparrós (2001, 2014). En segundo, la
presencia elevada de articulación antihiática en hablantes cultos procedentes de los
distintos estados hispanohablantes, en habla espontánea, y en hablantes cultos pro-
cedentes de España, en discurso planificado, según apunta una investigación recien-
te (Alcoholado, 2017). Por último, el carácter estándar que presentaría el antihia-
tismo como rasgo normal de habla heredado del latín, a partir de los razonamientos
gramaticales de Coseriu (Mangado, 2006), Alvar (1996), Lope Blanch (2002) y
Andión (2008).
Finalmente, la sección 4 concluye este trabajo con una recapitulación de lo ex-
puesto.

2. ESTATUS NORMATIVO DEL ANTIHIATISMO EN


LENGUA ESPAÑOLA

Se emplean los términos antihiatismo (Alcina y Blecua, 1975: 417) y tenden-


cia antihiática1 (Quilis, 1999: 189-190; RAE y ASALE, 2011: 339, 349, 353) para
denominar la realización tautosilábica de secuencias vocálicas que, por definición
gramatical, cabría esperar que se articulasen en sílabas distintas, puesto que no se
trata de diptongos o combinaciones de vocal cerrada átona con vocal media o abierta,
casos en los que la gramática de nuestra lengua admite la articulación en una misma
sílaba (Navarro Tomás, 2004[1918]: 65-66; Alcina y Blecua, 1975: 414-415; Gili
1
En diversos trabajos se traduce al inglés como anti-hiatus tendency (Hualde, 2005: 86; Simonet,
2005: 248; Cabré y Prieto, 2006: 225; Garrido, 2014: 140; Moreno Fernández, 2015: 63; Colantoni
y Hualde, 2016: 6).

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Gaya, 1988: 117-119; Alarcos, 1991: 150-60; Alarcos, 1994: 41-42; Hualde, 2005:
71, 77; Gil Fernández, 2007: 448; RAE y ASALE, 2011: 332, 340; Hidalgo y Quilis
Merín, 2012: 153-154), sino de combinaciones de las vocales medias entre sí o con
la abierta, incluso de cualquiera de estas con cerrada tónica, casos en los que, según
explica la gramática, cada vocal constituye núcleo de sílabas distintas, es decir, que
conforman hiato (Navarro Tomás, 2004[1918]: 66; Alcina y Blecua, 1975: 416;
Gili Gaya, 1988: 117; Alarcos, 1994: 42-43; Quilis, 1999: 183-184; Hualde, 2005:
77; Gil Fernández, 2007: 448; RAE y ASALE, 2011: 332, 335, 337; Hidalgo y Qui-
lis Merín, 2012: 154).
En su Manual de pronunciación española, Navarro Tomás (2004: 150) formu-
la un principio fundamental de la reducción de las vocales a grupos silábicos según el
que «dos vocales, cualesquiera que sean, son siempre susceptibles de reducirse a
una sola sílaba», lo que explica que las combinaciones tautosilábicas no se limitan
a los casos de diptongo, en los que al menos una de las vocales implicadas es cerrada
átona, sino que también se dan entre las cerradas tónicas, las medias y la abierta.
Estos últimos casos de tautosilabismo se clasifican como sinéresis (en interior de
palabra) y sinalefa (entre palabras) y son normales en el habla española (Navarro
Tomás, 2004: 68).
En su tratado de fonología, Alarcos (1991: 151-152) observa que las vocales
constituyentes de hiato frecuentemente se articulan en una sílaba, como si se tratase
de diptongos. Del mismo modo, en su compendio gramatical para la Real Acade-
mia2 (Alarcos 1994: 43, 47-48), insiste en la frecuencia con que estas articulaciones
se llevan a cabo en el habla cotidiana al igual que en la versificación.
Alcina y Blecua (1975: 416-419) también describen esta tendencia que da lugar a
una superioridad estadística del antihiatismo frente a la separación en sílabas distintas
de vocales que, desde el punto de vista gramatical, se espera que se articulen en hiato.
Monroy Casas (2005: 74) analiza instrumentalmente que, en estos casos, se
asemeja la duración de grupos vocálicos y la de núcleos silábicos conformados por
una sola vocal. Por su parte, Gili Gaya (1988: 117) observa que esta tendencia se
da en nuestra lengua desde tiempo remoto, mientras que Quilis (1999: 189-190)
explica dos causas complementarias de economía y debilidad de límite silábico entre
vocales en esta manera de combinar sonidos vocálicos en la articulación.
Ya en el siglo en curso, Hualde (2005: 86) destaca que el antihiatismo es ca-
racterístico de todas las lenguas romances, según se reitera en Chitoran y Hualde
(2007: 40), a la par que Gil Fernández (2007: 449) señala su globalidad en el mundo
hispanohablante.
2
Se trata del volumen que inauguró la Colección Nebrija y Bello, según informa el sitio web de
la Real Academia (www.rae.es).

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En torno al antihiatismo hispanohablante: norma gramatical frente a precepto literario, habla culta y estándar

Las Academias (2011: 339) establecen que esta tendencia a articular en una mis-
ma sílaba secuencias de vocales cuyo «resultado esperable […] es un hiato» es muy
marcada en español. Hidalgo y Quilis Merín (2012: 155, 246-247) también la regis-
tran.
De acuerdo con la lógica histórica expresada por don Ramón Menéndez Pidal
(1904)3, el antihiatismo no es exclusivo del español porque ya constituía un rasgo
característico del latín (Humphreys, 1878: 88, 95; Allen, 1978: 78; Hualde, 2005:
86; Lehmann, 2005: 127, 142, 145-146; Rivera, 2006: 2; Adams, 2007: 71; Chi-
toran y Hualde, 2007: 40; Campos Vargas, 2010: 132-134), aunque ha planteado
dificultades de comprensión a los estudiosos de dicha lengua desde el medievo has-
ta nuestros días, según se expresa en variados estudios (Humphreys, 1878: 84-85,
97; Correa, 1973: 94-95; Allen, 1978: 78-82; Luque Moreno, 2001: 17; Burghini,
2012: 180-183). En cualquier caso, la conciencia académica de que, en latín, la ar-
ticulación de vocales en una misma sílaba mediante sinalefa y sinéresis era natural y
común a la prosa y al verso4 (Sturtevant y Kent, 1915: 129, 136-137) se remonta al
menos a comienzos del siglo XX (Riggsby, 1991: 328).
En el caso de nuestra lengua, la conciencia académica del antihiatismo quedó
reflejada ya en la gramática de Nebrija (1492) y, caso más significativo para esta
argumentación, en la primera Ortografía de la Real Academia (1741: 238-241),
que lo describe como un procedimiento natural en nuestro idioma para evitar
disonancia. En su primera gramática, tres décadas más tarde, en cambio, la Real
Academia solo alude al fenómeno mediante mención de la sinalefa como figura
de dicción (1771: 229).
Entre la primera publicación normativa de la Real Academia, en el siglo XVIII,
y el manual fonético de Navarro Tomás en el XX, contamos con el juicio de proso-
distas decimonónicos como Andrés Bello (1835) desde América o Mariano José
Sicilia (1832) y Eduardo Benot5 (1892) desde Europa.
Sicilia (1832: 214, 218-219) afirma que sinéresis y sinalefa se dan «de una
misma manera en la prosa y el verso», identificando ambos mecanismos de unión
silábica con la práctica oral de nuestra lengua, en la que se recurre a ellos para «evi-
tar aquel efecto desagradable, tanto para el que habla como para el que oye» que
produce el hiato.

3
«Claro es que un fenómeno que se encuentra a la vez en todos o en muchos de esos idiomas,
provendrá del latín hablado comúnmente antes de la completa disgregación dialectal del Imperio»
(Menéndez Pidal 1904: 3).
4
Tal como observó en el caso del español, entre otros autores que nombraremos a lo largo de las
siguientes páginas, el propio Alarcos (1994).
5
Académico de número de la Real Academia desde 1889 hasta su fallecimiento en 1907.

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Por su parte, Bello (1835: 45 y 50) aprecia que el antihiatismo en interior de


palabra no es tan dominante como la sinalefa, que «se verifica no solo en poesía,
sino en el lenguaje ordinario, del que no es lícito al poeta alejarse» (Bello, 1835: 55).
Si bien admite la propiedad del hiato para la expresión en determinadas circunstan-
cias, juzga más favorable la unión tautosilábica de vocales (Bello, 1832: 58-62).
Finalmente, Benot (1892: 281-282, 286) atiende a la influencia del acento
en la articulación mediante hiato y describe como «vituperable» la articulación
en hiato de combinaciones de vocales medias átonas en interior de palabra (caso
de la voz teoría articulada en cuatro sílabas [te.o.’ɾi.a]). Enuncia además una «ley
de la prosodia castellana» según la que los grupos de vocales tienden en español
a realizarse en una misma sílaba siempre que no haya impedimento fisiológico o
impedimento de índole prosódica, como puede ser la influencia del acento antes
mencionada (Benot, 1892: 291-292).
Desde el punto de vista normativo, la visión de Navarro Tomás (2004) con-
tinúa la de los siglos anteriores, según vemos en los trabajos de la Real Academia
(1741) y los prosodistas recién citados.
Posteriormente, Alcina y Blecua (1975: 411-412, 417) valoran el carácter
general del antihiatismo, aunque desde una perspectiva de restricción diastrática y
diafásica, según nivel cultural y situación comunicativa de los hablantes, asocián-
dolo a habla familiar y afirmando que es más común entre hablantes menos ins-
truidos. Por su parte, Alarcos (1994: 47-48) se pronuncia de manera paradójica en
su Gramática para la Real Academia al respecto del antihiatismo, refiriéndose en
concreto a las combinaciones tautosilábicas de vocales que dan lugar a desplaza-
miento acentual, al asociarlas a registro vulgar pero al mismo tiempo considerarlas
«normales» en registro culto en América.
Esta afirmación ambigua de Alarcos (1994) acerca de registros y nivel edu-
cativo, según un criterio geográfico sin especificar, se mantiene en el Diccionario
panhispánico de dudas suscrito por las Academias (2005: 339), en el que se con-
creta que, a efectos normativos, toda combinación entre vocales medias entre sí,
o con abierta, o con cerrada tónica, es hiato. Además, describen las articulaciones
antihiáticas como sustitución de las vocales medias por las cerradas, ofreciendo
los siguientes ejemplos: «[golpiár] por golpear, [akordión] por acordeón, [kuéte]
por cohete, [pelié] por peleé, etc.» (RAE y ASALE, 2005: 339). A efectos geográ-
ficos, las Academias no ofrecen mayor precisión que «en algunos países de Amé-
rica, particularmente en México». En la década anterior, Frago García (1996:
26) había nombrado a Venezuela como ejemplo de articulación antihiática con
transformación de vocales medias en cerradas en hablantes cultos.

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En torno al antihiatismo hispanohablante: norma gramatical frente a precepto literario, habla culta y estándar

Hay casos generalizados de cambio de identidad vocálica en comunidades his-


panohablantes en América, como ya observó Lapesa (1997: 579, 600)6 y más recien-
temente han estudiado, por ejemplo, Alba (2006) en hablantes de español en Nuevo
México o Garrido (2007, 2009, 2014) en hablantes colombianos, pero un reciente
análisis de articulaciones antihiáticas por parte de hablantes instruidos procedentes
de veinte estados hispanohablantes no ha dado con ningún caso de transformación
de vocal media en cerrada en combinaciones tautosilábicas (Alcoholado, 2017: 246)
Con anterioridad, tanto Bello (1835: 54-55) como Navarro Tomás (2004: 70) y
Monroy Casas (2005: 65, 75, 77) habían notado que las vocales medias mantienen
su identidad fonética en los casos de sinalefa y sinéresis, por lo que tal vez habría
que considerar el cambio de medias en cerradas como una realización excepcional7
en las manifestaciones del antihiatismo, al contrario de lo que sugiere el Diccionario
panhispánico de dudas, que parece seguir el criterio de Eduardo de la Barra (1894:
51-53), según el que las realizaciones antihiáticas, en interior de palabra, parecen
alterar la identidad de vocales medias.
En mayor consonancia con la realidad fonética del antihiatismo, las Academias
ofrecen, en el volumen dedicado a estudios del habla de su Nueva gramática, ejem-
plos en los que no se sustituye vocal media por cerrada: «[‘te̯a.tɾo] o [‘ko̯e.te] »,
junto con las realizaciones con sustitución de la media por cerrada que se dan en de-
terminadas comunidades de hablantes: «[‘ti̯a.tɾo] o [‘ku̯e.te]», que las Academias
declaran «estigmatizadas», aunque sin que quede claro si el estigma se limita a la
articulación mediante cambio de identidad de la vocal media o se extiende también
a la realización antihiática que la mantiene inalterada (RAE y ASALE 2011: 339).
Las Academias (2011: 353) consideran además que el antihiatismo se enfrenta
a «diversos grados de aceptación social», y que sus manifestaciones dependen de
circunstancias diatópicas, diastráticas y diafásicas que afectan al «esmero en la pro-
nunciación», identificando con ello economía verbal con descuido, idea discutida
previamente por estudiosos como Jespersen (1922: 222), Hála (1973: 115-116) o
Moreno Cabrera (2002: 1, 4), que explican la economía verbal como un recurso
natural en la comunicación. Como hemos indicado antes, Quilis (1999: 189-190)
6
Lapesa tiene en cuenta la presencia de estas articulaciones en habla «popular y rústica españo-
la», por lo que considera la posibilidad de que la transformación de medias en cerrada en América se
deba a influencia de colonos procedentes del centro y norte peninsular (Lapesa, 1997[1942]: 579).
7
Navarro Gala (2003: 67, 137) rastrea esta articulación que cambia las vocales medias por cerra-
das en la Nueva corónica y buen gobierno del peruano Guamán Poma, achacándola a influencia de sus-
trato del sistema vocálico del quechua, idea que cobra sentido en la explicación de esta particularidad
articulatoria, al menos en la extensa área de herencia lingüística quechua, que sobrepasa las fronteras de
Perú y se extiende, por el norte, hasta Colombia (Aballay, 2005: 38), entre cuyos hablantes, en español,
estudia esta realización Garrido (2007, 2009, 2014).

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Antonio Alcoholado Feltstrom

atiende a la economía verbal como una de las causas del antihiatismo, dado que la
articulación hiante de secuencias vocálicas requiere mayor empleo de aire y tensión
muscular.
En definitiva, encontramos dos valoraciones opuestas sobre el antihiatismo y
una posición intermedia, en lo que a punto de vista normativo se refiere. Por un
lado, la que mantenían la ortografía de la Real Academia Española en el s. XVIII,
prosodistas decimonónicos como Sicilia, Bello y Benot, y Navarro Tomás en el s.
XX, que veían en la articulación antihiática la norma; la Real Academia, Sicilia, Be-
llo y Benot censuran, de hecho, la dicción hiante, salvo en las excepciones en las que
esta fuese adecuada a la expresión; mientras que Navarro Tomás destaca la libertad
expresiva del hablante en el empleo del hiato aunque observa mayor propiedad en
el antihiatismo.
Por otro lado, la valoración adoptada por Alarcos a finales del s. XX y sostenida
en el siglo en curso por las Academias, que, de manera inversa, censura el antihiatis-
mo, asociándolo a descuido en la expresión, hablantes con menor nivel educativo
y registros de habla informales, a la vez que, paradójicamente, a expresión culta y
formal en áreas del continente americano, sin detenerse a precisar cuáles ni explicar
cómo es posible que un rasgo característico de habla inculta en unos lugares sea ca-
racterístico del habla culta en otros, en una misma lengua.
En una posición intermedia entre los extremos resumidos en los párrafos ante-
riores, Alcina y Blecua (1975) describen la normalidad y generalidad de la articula-
ción antihiática aunque la valoran más propia de registros informales y de hablantes
menos instruidos.
En estas páginas partimos de la elevada consideración que merece la autoridad
normativa de las Academias en el estudio de la gramática del español, norma que se
define a través de la ponderada observación del uso lingüístico respaldado por su re-
flejo en el acervo literario, tal como se expresa desde estas mismas instituciones (Sal-
vador Caja, 2003; RAE y ASALE, 2010; Bosque, 2013); encontramos de máximo
interés para el conocimiento de nuestra lengua, además, que la labor filológica de las
Academias se guíe desde el s. XIX por un espíritu de ajuste a la realidad (Sarmiento,
1986: 217-218), así como el carácter práctico con el que se ha venido elaborando la
Gramática en sus últimas ediciones (Bosque, 2013).
Por todo ello desconcierta el giro que se da en su valoración de las manifesta-
ciones antihiáticas entre el tratado inaugural de la Real Academia Española (1741)
y las recientes publicaciones de la Asociación de Academias de la Lengua Española
(2005, 2011), dado que, en lo referente a antihiatismo, su postura en la Ortografía
del s. XVIII parece corresponderse mejor con la realidad lingüística que su valora-
ción en el Diccionario panhispánico del siglo en curso.

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En torno al antihiatismo hispanohablante: norma gramatical frente a precepto literario, habla culta y estándar

3. ASPECTOS CONTRARIOS A LA POSICIÓN ACTUAL DE


LAS ACADEMIAS

A continuación, exponemos tres aspectos del antihiatismo que pesan en contra


del juicio normativo actual sobre la realización antihiática en el habla española: la
contradicción que supone respecto al precepto literario en lo que a sinalefa y siné-
resis se refiere, en primer lugar; en segundo, la evidencia fonética de que hablantes
cultos de toda procedencia presentan antihiatismo en registro informal, y hablantes
cultos españoles en registro formal; por último, que se trata de un rasgo característi-
co romance heredado por el español en su evolución natural del latín.

3.1. Contradicción de preceptos

La tradición literaria castellana ha seguido, como se constata en el campo de la


versificación, las pautas orales del idioma (Navarro Tomás, 2004b: 13-14), con la ex-
cepción puntual del mester de clerecía, que siguió el precepto extranjero de la dialefa
o hiato entre palabras, forzando la escansión separada de secuencias de vocales (Hans-
sen, 1897: 230; Jaimes Freyre, 1919: 95; Navarro Tomás, 1974: 104-105; Baehr, 1984:
55; Devoto, 1980: 324; Uría, 1986: 11). Frente a esta «moda ajena y pasajera» (Bae-
hr, 1984: 59), el sistema métrico autóctono se mantuvo fiel al empleo característico de
la sinalefa (Cano, 1931: 232-233; Devoto, 1982: 7; Domínguez Caparrós, 2014: 45).
Pla Colomer (2019: 25-26) constata el carácter preceptivo de la dialefa en la poesía
culta castellana del siglo XIII, que progresivamente perdió en los dos siglos siguientes.
Así, los recursos métricos antihiáticos (sinalefa y sinéresis) han constituido
la norma en la poesía española, frente al valor excepcional de los hiantes (dialefa
y diéresis), según se refleja en diversos compendios de métrica (Navarro Tomás,
2004[1959]: 14; Balbín, 1968: 84; Spang, 1983: 37; Quilis, 1984: 52; Paraíso,
2000: 115-118; Domínguez Caparrós, 2001: 400-401; Torre, 2013: 200-203).
En cualquier caso, sinalefa y sinéresis carecen de representación gráfica que las
identifique en los textos literarios8, y de hecho escapan a la lógica ortográfica (Na-
varro Tomás, 2004[1959]: 13; Spang, 1983: 33; Paraíso, 2000: 115), por lo que su
carácter preceptivo solo puede constatarse en la versificación regular. No obstante,
los datos constatados en el verso regular pueden extrapolarse, dado que no se obser-

8
Ha habido propuestas de sistematización gráfica mediante señalización de hiatos, como las de
Fernando de Herrera (Blecua, 1977: 20-23,75-77) y Benot (1892: 277-279, 280-286). El hecho de
señalar hiatos en lugar de sinalefas y sinéresis, por motivos de economía material y visual, es también
representativo del carácter excepcional de las realizaciones hiantes frente al general de las antihiáticas.

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van diferencias, en lo que a antihiatismo respecta, entre el verso y la prosa (Sicilia,


1832: 214; Henríquez Ureña, 1998: 171-172; Alarcos, 1994: 47-48), como ya se
ha señalado en la sección anterior, ni entre el verso y el habla normal, según Bello
(1835: 55), Navarro Tomás (2004: 149), Balbín (1968: 23-24), el mismo Alarcos
(2004[1976]: 331)9, Spang (1983: 35-36), Quilis (1984: 21, 55, 81-82), Domín-
guez Caparrós (2001: 400) y Torre (2013: 190).
El hecho de que las Academias fundamenten la norma gramatical en la lengua
escrita y el ejemplo de los literatos en lengua española (Méndez García, 1999: 126-
127, 130; Salvador Caja, 2003: 12-13) ayuda a comprender que pudiera pasar des-
apercibido un rasgo oral que no tiene reflejo en su ortografía, aunque los redactores
de la primera ortografía académica (RAE, 1741) muestren consciencia de su impor-
tancia característica en el habla española, como hemos visto en la sección anterior.
Sin embargo, en lo referente al antihiatismo y sus manifestaciones, las Acade-
mias muestran hoy día un juicio más cercano al precepto seguido por el mester de
clerecía, asociando hiato con corrección y antihiatismo con negligencia, y contrapo-
nen la norma no solo al uso oral sino también al precepto literario propio de nuestra
lengua. Pese a que insisten en seguir, en la elaboración de la Gramática, el ejemplo
de autores clásicos y autores de prestigio de la literatura española (RAE y ASALE,
2010: xliii-xliv), en la que las manifestaciones regulares del antihiatismo son norma-
les frente al carácter excepcional del hiato.
Las Academias (2010: xliii) advierten de que en sus corpus apenas tienen en
cuenta la producción literaria en verso, pero ello no justifica su juicio desfavorable
hacia el antihiatismo, dado que sus manifestaciones preceptivas son, de acuerdo con
los tratadistas citados en esta subsección, comunes al verso y a la prosa.
Por tanto, la valoración normativa actual de las Academias acerca de la tenden-
cia antihiática del español da lugar a una grave oposición entre norma gramatical y
precepto literario, insostenible con la intención, expresada por estas instituciones,
de hacer corresponder la norma gramatical con el uso consagrado en nuestras letras.

3.2. Propiedad en hablantes cultos

En la sección 2 de este trabajo hemos comprobado que el juicio normativo


sobre el antihiatismo asocia la articulación de combinaciones vocálicas mediante
sinalefa y sinéresis a hablantes de estratos desfavorecidos en cuanto a formación aca-
démica. Sin embargo, como hemos visto en la subsección anterior, esta articulación

9
Esta identificación que Alarcos establece entre verso y habla contradice su propia posición nor-
mativa acerca del antihiatismo.

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En torno al antihiatismo hispanohablante: norma gramatical frente a precepto literario, habla culta y estándar

es preceptiva en el registro literario, empleado también por autores cultos. Esta apa-
rente contradicción de uso nos ha llevado a investigar si en efecto hay o no presencia
de antihiatismo en hablantes cultos de español.
El volumen de Fonética y fonología de la Nueva gramática de las Academias
(2011) viene acompañado de un DVD titulado Las voces del español: tiempo y espa-
cio, que, entre diverso material fónico de inestimable valor para el estudio del habla
española, incluye grabaciones efectuadas a veinte informadores, procedentes cada
uno de las capitales respectivas de veinte estados hispanohablantes, todos cuidado-
samente seleccionados y con titulación universitaria (Poch, 2012: 20).
El análisis fonético de muestras de habla espontánea extraídas de estos veinte
informantes ha encontrado que el antihiatismo es común a todos ellos, en una pro-
porción significativamente superior al mantenimiento de hiatos en todos los casos10,
oscilando entre 54,7 % en el discurso del informante cubano y 85,71 % en el del
informante ecuatoriano (Alcoholado, 2017: 198-199), lo que asocia antihiatismo
a hablantes cultos de español, de toda procedencia, en lo que a habla espontánea se
refiere.
En lo que respecta al discurso planificado, el mismo estudio (Alcoholado,
2017: 210-217) explora un corpus menor y reducido al español peninsular, a partir
de grabaciones de personalidades relevantes en el ámbito intelectual, entre las que
procede destacar aquí a los filólogos y académicos de número don Ramón Menén-
dez Pidal (con una proporción de 71,92  % de antihiatismo en su discurso), don
José Manuel Blecua Perdices (80 %), don Darío Villanueva Prieto (78,04 %) y doña
Aurora Egido Martínez (70,37 %), lo que no solo asocia la tendencia antihiática del
español a hablantes cultos y a registro formal sino también a la Real Academia Espa-
ñola, institución que, hasta el momento de redactar estas páginas, han dirigido tres
de los informantes recién mencionados. El juicio normativo de las Academias en lo
referente al antihiatismo, expuesto en la sección 2 de este artículo, resulta paradójico
ante la mayoritaria articulación antihiática de académicos de número en situaciones
de discurso formal11.
Sería necesario el análisis de corpus más amplios, con mayor número de infor-
mantes nativos de distintas procedencias para cada registro, para continuar corro-
borando la superioridad estadística del antihiatismo en la expresión de hablantes

10
Como dato anecdótico, en el estudio citado, contrariamente a la afirmación geográfica de las
Academias (2005) referida en la nota 9, la proporción de antihiatismo en el informante mexicano
(62,79 %) es significativamente inferior a la de, por ejemplo, el informante español (75,92 %).
11
La muestra de Menéndez Pidal corresponde a una lectura sobre el futuro de la lengua española
recogida en el Archivo de la Palabra; las de Blecua, Egido y Villanueva proceden de sus respectivos
discursos de toma de posesión de silla en la Real Academia (Alcoholado, 2017: 212-213).

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cultos, pero los datos obtenidos del análisis de Alcoholado (2017) sugieren que la
pronunciación antihiática es común a hablantes cultos en el mundo hispanohablan-
te en diferentes registros, sin que parezca justificado afirmar que en unos países se
da en hablantes cultos y en otros no, como encontramos en Alarcos (1994) y las
Academias (2005).
En resumen, el antihiatismo no parece estar restringido a un registro de habla
concreto ni limitarse a unas variantes diatópicas ni separar a hablantes según su gra-
do de instrucción, sino que se muestra, por el contrario, como un rasgo de pronun-
ciación propio de hablantes cultos en todo registro y lugar.

3.3. Rasgo estándar romance e hispano

Como se ha mencionado en la sección segunda, el antihiatismo ya constituía


un rasgo de habla en latín, por lo que continúa manifestándose en las lenguas ro-
mances, entre las que perdura particularmente marcado en el español (Chitoran y
Hualde, 2007: 40-42), en cuya primera gramática también le prestó atención Anto-
nio de Nebrija (1492, libro II)12.
En 3.1 hemos atendido asimismo a su carácter preceptivo en el uso literario,
determinado por su presencia regular en el habla española en su evolución desde el
latín; desde el estudio de la dialectología, Alvar (1996: 19) afirma que es precisa-
mente el uso consensuado en la literatura lo que define lo estándar.
Cabe considerar el antihiatismo, pues, dada su existencia característica en la
lengua de la que el español procede y su evolución en las demás lenguas que de ella
se derivan, un rasgo estándar de las lenguas romances y, naturalmente, dada su ma-
nifestación preceptiva en la literatura, rasgo estándar de las distintas variantes geo-
gráficas que conforman el español.
De acuerdo con el Diccionario de la lengua española (RAE y ASALE, 2014),
los conceptos de norma y estándar tienen una vinculación estrecha: en la lengua, lo
estándar, y en concreto en el habla, es lo que nos sirve de norma, patrón o referencia
oral.
En este sentido, el romanista Eugenio Coseriu enuncia la idea de norma refor-
zada con las características de corrección, uso y ejemplo, entendiendo lo normal como
lo convenido tradicionalmente por la comunidad de hablantes, lo correcto como lo
posible en el sistema de la lengua, lo usual como garantía de la corrección y lo ejem-
plar como la sublimación de todo lo anterior en forma literaria (Mangado 2006:

12
Las páginas del volumen consultado, disponible en la Biblioteca Nacional, carecen de nume-
ración.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 223-240 ISSN:1139-1146 233


En torno al antihiatismo hispanohablante: norma gramatical frente a precepto literario, habla culta y estándar

264-268); perspectiva que reconcilia las dimensiones normal y normativa y coincide


plenamente con la intención filológica de las Academias, tal como hemos visto en 3.1.
Cada hablante de nuestra lengua se apropia de ella a partir de su realización indi-
vidual, personal a la par que sujeta a alguna variante específica y, a pesar de todo ello,
unitaria en los rasgos que permiten identificar esa realización personal con las de todos
los hispanohablantes; un concepto de estándar en el habla española ha de estar necesa-
riamente caracterizado por lo que sea común a todas sus variantes (Andión 2008: 13).
Pese a la pervivencia de prejuicios geográficos al asociar prestigio a unas varian-
tes y no a otras (Poch, 1999: 55; Moreno Fernández, 2001: 13-17), Lope Blanch
(2002: 27) observa que la articulación culta es homogénea entre los distintos paí-
ses, mientras que con frecuencia, en una misma ciudad, la diferencia entre variantes
diastráticas es mayor que aquella que se pueda encontrar entre hablantes cultos de
países diferentes. Plantea, por tanto, la existencia de una norma hispánica ideal que
no se ajusta a ninguna variante diatópica en exclusiva pero que incluye lo propio de
todas las hablas cultas (Lope Blanch: 2002: 28-30). También Gregorio Salvador
Caja (2003: 10-14) contempla que la propiedad se superpone a cualquier prejuicio
basado en procedencia geográfica e insiste en la homogeneidad, con independencia
de los rasgos particulares de la variante a la que pertenezcan, que se da entre los
hablantes instruidos de español. Homogeneidad que además se corresponde con los
usos literarios, tal como hemos visto en las secciones 2 y 3, usos que, según indica
Alvar (1996), caracterizan lo estándar.
El antihiatismo es, según lo expuesto en el apartado anterior, un rasgo común
a hablantes cultos de los diferentes estados hispanohablantes, por lo que, en conse-
cuencia, podría definirse como rasgo estándar del español en sus distintas variantes.

4. R ECAPITULACIÓN

En su análisis del concepto de norma lingüística, Méndez García (1999: 109-


111) establece que esta se entiende de dos maneras complementarias: como canon
de la lengua, por un lado, y como hábito determinado por el uso de los hablantes.
Garantizado su carácter normativo por el hábito lingüístico de sus hablantes
a lo largo de su extensa geografía y por su canonización en nuestra literatura, el
antihiatismo constituye norma en ambos sentidos. Además, en términos de Lope
Blanch (2002), es un exponente de la norma hispánica ideal, puesto que parece ser
propio de los hablantes cultos de los diferentes estados hispanohablantes.
Por otro lado, no es su caso el de un uso que se haya generalizado a partir de
un momento determinado, situación que las Academias consideran suficiente para

234 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 223-240 ISSN:1139-1146


Antonio Alcoholado Feltstrom

incluir en la norma (RAE y ASALE, 2013: xv), sino que se trata de un uso presente
desde los orígenes mismos del español, que sencillamente lo heredó del latín. Tam-
poco es su caso el de un uso arcaico que haya desaparecido total o parcialmente del
hábito lingüístico de los hablantes, sino que se mantiene vivo tanto en el habla como
en la expresión literaria.
La valoración normativa de las Academias (2005, 2011) sobre el antihiatismo
y su descripción del fenómeno, vistas en contraste con el conjunto de su labor, pro-
vocan una impresión de tarea incompleta. Regresiva, incluso, si se tiene en cuenta
que la primera publicación de la Real Academia (1741), pese a su finalidad ortográ-
fica, ofrece un juicio de la sinalefa en consonancia con el de ortólogos decimonóni-
cos como Sicilia (1832), Bello (1835) y Benot (1892) y con el de Navarro Tomás
(2004[1918]) en el siglo XX, a la vez que consecuente con el carácter preceptivo del
antihiatismo en la versificación en lengua española, correspondiente con la realidad
oral de la misma, tal como señalan desde el estudio de la métrica los decimonóni-
cos ya mencionados, junto con Navarro Tomás, Henríquez Ureña (1998[1934]),
Balbín (1968), Spang (1983), Quilis (1984), Domínguez Caparrós (2001) y Torre
(2013). Por el contrario, en el siglo en curso, las Academias (2005 y 2011) ofrecen
un juicio alejado de la realidad lingüística y opuesto al canon literario.
Este desajuste entre juicio normativo, por un lado, y realidad oral, precepto
literario y herencia romance, por el otro, contrasta con el espíritu realista y práctico
de las Academias. Sería de interés, por tanto, que las instituciones que representan
la máxima autoridad normativa considerasen una revisión de su descripción y valo-
ración de la tendencia antihiática del español, teniendo en cuenta su función pre-
ceptiva en el verso y la prosa, su presencia en el discurso de hablantes cultos de toda
procedencia y su valor característico como rasgo hereditario romance que pervive
en las distintas variantes de nuestra lengua.

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Fecha de recepción: 28 de mayo de 2019


Fecha de aceptación: 29 de julio de 2019

240 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 223-240 ISSN:1139-1146


Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

ESTRUCTURA RÍTMICA Y MOTIVACIÓN DE ALGUNOS


JUEGOS VERBALES CON RIMAS EN EL ESPAÑOL DE
MÉXICO*

Erik Daniel Franco Trujillo


El Colegio de México
efranco@colmex.mx

Resumen: En este trabajo presento un pri- Abstract: This paper presents the descrip-
mer acercamiento a la descripción de 169 tion of 169 rhyming cases of word play in
juegos verbales con rimas que he podido do- Mexican Spanish. After adequately charac-
cumentar en el español mexicano. Tras carac- terizing the notion of word play, I point out
terizar la noción de juego verbal, considero the relevance of considering these discursive
estas prácticas discursivas desde su dimen- practices from their dimension as speech acts.
sión como actos de habla. Posteriormente, Subsequently, I offer a descriptive analy-
realizo un análisis centrado en determinar sis that determines the number of syllables,
el número de sílabas, el patrón rítmico y la the rhythmic pattern and the motivation of
motivación de estos juegos verbales con el ob- these cases of rhyming word play, in order to
jetivo de ofrecer algunas generalidades sobre offer some general aspects of their linguistic
su comportamiento lingüístico. behavior.
Palabras clave: juego verbal, acto de habla, Keywords: word play, speech act, rhythmic
patrón rítmico, motivación, cómputo silábi- pattern, motivation, syllabic analysis
co

0. INTRODUCCIÓN

Desde una perspectiva descriptiva de los hechos lingüísticos, el comportamien-


to verbal de los seres humanos, en cualquiera de sus manifestaciones, debiera proyec-
tarse en un sinfín de vetas de estudio por explorar. De ahí la necesidad de pensar en
una lingüística en la que tenga cabida la investigación de cualquiera de las prácticas
verbales en las que los grupos humanos asientan sus posibilidades expresivas y per-

*
Mi más sincero agradecimiento para Paola Encarnación, Juan Carlos Calvillo y Niktelol Pala-
cios por sus valiosas observaciones y comentarios para llevar a buen término esta investigación.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146 241


Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

filan sus horizontes comunicativos, sin importar el lugar que ocupen en el espectro
de estilos, niveles o registros que se vislumbran en una concepción diasistémica de
las lenguas (Coseriu, 1981).
A pesar de la irrefutable condición sociohistórica, dialógica y dinámica de
nuestros intercambios verbales, buena parte de los modelos teóricos que dominan la
lingüística contemporánea se justifican en una perspectiva inmanente y autoconte-
nida de los sistemas lingüísticos humanos que, a pesar de sus alcances, han provoca-
do que se pase por alto o se desatienda el análisis de diversos fenómenos que también
forman parte de la realidad concreta de las lenguas.
En vista de ello, me adhiero a la concepción coseriana de que la competencia
lingüística debe entenderse como un saber hablar (Coseriu, 1992 [1988]) en el que
cabe distinguir entre la facultad del lenguaje como hecho biológico y el hablar como
proceso histórico cuyo desarrollo se funda y se transmite en la sociedad a manera de
tradiciones verbales (Lara, 2009; 2012; 2014).
Estas tradiciones se reflejan en un saber hablar que se materializa en prácticas
discursivas sustentadas en el eje del discurso repetido (Coseriu, 1977); de modo que
la historicidad de la lengua se manifiesta en usos lingüísticos, más o menos con-
vencionalizados, que dotan de validez y sentido a los comportamientos verbales
de los individuos en situaciones comunicativas concretas (Oesterreicher, 1997).
De acuerdo con Lara (2009), cabe reconocer, al menos, dos grandes tradiciones
en las que nos desenvolvemos en el ir y venir de nuestras interacciones lingüísticas
como miembros de una comunidad: las tradiciones verbales cultas y las tradiciones
verbales populares.
Las tradiciones cultas «Obedecen a la valoración que hace una sociedad de las
funciones de la lengua que traman su vida política, jurídica, cultural y científica»
(Lara, 2012: 53); en este sentido, se trata de usos de la lengua que, en el caso del
español, se reciben y cultivan a través de la lectura y de la educación escolar.
Las tradiciones populares, en cambio, se gestan en la actividad dialógica de las
conversaciones que se establecen entre los miembros de una sociedad en el ámbito
cotidiano. Estos modos de expresión se distinguen por su espontaneidad y un arrai-
go cultural que estimula el fortalecimiento de vínculos sociales y rasgos identitarios.
De acuerdo con Lara, estas tradiciones verbales populares «se comunican mediante
ciertas técnicas discursivas para el diálogo, para la lírica, para el teatro, para el cine,
para el caló, para el albur» (2012: 55).
Teniendo como marco estos supuestos teóricos, en este trabajo presento un
análisis descriptivo del cómputo silábico, patrón rítmico y motivación de una serie
de juegos verbales con rimas en el español de México, partiendo de su consideración
como actos de habla (Austin, 1962; Searle, 1969).

242 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146


Erik Daniel Franco Trujillo

El trabajo se divide en seis apartados, en el primero, señalo algunos antece-


dentes importantes para el estudio de este tipo de fenómenos lingüísticos y ca-
racterizo la noción de juego verbal para dejar en claro mis unidades de análisis.
En el segundo, realizo un breve recuento del método mediante el cual obtuve los
datos con los que trabajé. En el tercero, elaboro una clasificación general de este
conjunto de datos como actos de habla tomando como referencia la Guía de Es-
tudios de la Atenuación en los corpus PRESEEA (2014). En el cuarto apartado,
presento una descripción detallada del número de sílabas y el patrón rítmico de
los datos tomando como base los principios de métrica española desarrollados
por Navarro Tomás (1973 y 1975 [1959]), Domínguez Caparrós (1985 y 2014)
y Pardo y Pardo (2010). En el quinto apartado, ofrezco un acercamiento a las
posibles motivaciones de estos juegos verbales con rimas ciñéndome al plano del
signo lingüístico (significante, significado o ambos) que tiene incidencia en su
conformación. Por último, apunto algunas consideraciones finales respecto a los
hallazgos de esta investigación.

1. ANTECEDENTES

Partiendo de la propuesta de Quesada (1999), como juego verbal entenderé la


manipulación de los distintos componentes que estructuran un sistema lingüístico
con fines lúdicos, mediante el uso de una o más técnicas discursivas. De modo que,
de entre las diversas funciones que los hablantes pueden darle a una lengua, existe
la práctica de aprovechar, modificar o alterar los patrones formales o semánticos
habituales de ciertas estructuras lingüísticas bien arraigadas en una comunidad con
el fin de producir un efecto festivo, creativo, ingenioso, atenuador, etcétera1. Esta
manipulación puede resultar meramente ornamental en términos del significado o
de la proposición del mensaje, sin embargo, desde una perspectiva pragmática puede
producir o realzar diversos efectos comunicativos (Kabatek, 2015).
El juego verbal se vale de distintas técnicas discursivas que pueden operar en
el plano de la expresión, en el plano del contenido o en ambos planos de los signos
lingüísticos. Los ejemplos de (1) muestran que para que algunos de estos juegos
funcionen resulta necesario que haya una serie de indicios formales que permitan

1
Verena Thaler (2016) recopila más de una decena de funciones que este tipo de juegos pueden
tener, por ejemplo: alcanzar un efecto humorístico, demostrar creatividad y habilidad lingüísticas, pro-
vocar el involucramiento emocional del o los interlocutores, atraer la atención del oyente, ridiculizar o
avergonzar a alguien, condensar información, establecer lazos de solidaridad, expresar cortesía, salva-
guardar la imagen social del hablante, entre otros.

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Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

que el oyente recupere, a partir de la estructura modificada, la forma y el sentido de


la estructura original que, al menos en estos casos, son resultado de fórmulas discur-
sivas usuales y bien establecidas en la actividad verbal de los mexicanos:

(1)
a. ¿Qué milanesas hace tiempo que no bisteces? / ¿Qué milagro hace tiempo que
no te veía?

La expresión en (1a) presenta una sustitución deliberada de la palabra milagro


por milanesas y te veía por bisteces, que, además de tener una similitud formal entre
sí que posibilita el juego desde el punto de vista del significante, milanesas y bisteces
pertenecen al mismo campo léxico de la CARNE.

b. ¿Qué transistores? / ¿Qué transa?

(1b) donde la expresión ¿Qué transa? como variante de uso popular


de los saludos ¡Qué tal? o ¡Cómo te va?, según lo indica el Diccionario del
español de México (DEM, 2010: s.v. transa), se sustituye por la voz transistores
por la cercanía formal entre ambas unidades léxicas.

c. A Shangai a Sumatra / A chingar a su madre

En (1c) se aprecia una vez más un proceso de sustitución entre los elementos
chingar por Shangai y su madre por Sumatra debido a una similitud estructural en-
tre ambas expresiones. Además, desde el punto de vista del contenido, Shangai y
Sumatra comparten el hecho de ser dos topónimos orientales, de un municipio chi-
no en el caso de Shangai y una isla situada en Indonesia para el caso de Sumatra. De
igual modo, llama la atención que, desde un punto de vista pragmático, A Shangai
a Sumatra tiene una función eufemística y por ende atenuadora, dado el significado
de Mandar a alguien a chingar a su madre: Ningunearlo, deshacerse de él, cortarlo
(DEM, 2010: s.v. madre).
Si bien en los ejemplos de (1) el juego funciona, sobre todo, en el plano de la
expresión del signo, existe una gran diversidad de técnicas discursivas para su for-
mación. Prueba de ello es el interés de algunos investigadores por detectar y des-
cribir algunos mecanismos y técnicas recurrentes en la creación de juegos verbales.
Lope Blanch (1980) reconoce un esquema general que consiste en el alargamiento

244 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146


Erik Daniel Franco Trujillo

de una palabra o lexema base mediante la adición de sufijos o pseudosufijos: quintos


à quintoniles; caroà cariñoso; yo à Yolanda; Quesada (1999) presenta casos de
alteraciones segmentales: es tu recto por es correcto; inversión de segmentos y sílabas:
¿Qué me tacuen? en lugar de ¿Qué me cuenta?; rimas ¿Listo Calixto?; truncamientos
¿Qué me dici-embre? en vez de ¿Qué me dijiste?; entre otros; Lara (2012) reflexiona
sobre la dimensión semántica de estos juegos y agrega casos de eufemismos: mamón
à mamerto; metáforas: la azotea por la cabeza; formaciones neológicas domingo à
dormingo y apócopes policía à poli.
Bastan estos ejemplos para comprender la variedad de recursos lingüísticos que
se formalizan en estas expresiones verbales, por lo que es posible aproximarse a ellas
desde distintos ángulos descriptivos dependiendo de si se pone el acento en el plano
formal o el plano del contenido de estas unidades. Dada esta riqueza de mecanismos
lingüísticos, para este trabajo he decidido centrarme exclusivamente en aquellos jue-
gos verbales que se sirven de rimas o formulas rimadas como las que aparecen en (2):

(2)
a. ¿Qué ondita con el pandita?
b. Is barniz, cara de lombriz.
c. El mero mero petatero

2. MÉTODO DE OBTENCIÓN DE DATOS

Tanto Lope Blanch (1980), como Quesada (1999) y Lara (2012) reconocen la
presencia de fórmulas rimadas como un mecanismo productivo en la construcción
de juegos verbales. La rima, como elemento integrante de producciones lingüísticas
fuera del ámbito poético, ha sido abordada en función de su papel en la estructura
métrica de los refranes (Anscombre, 1999) y de la influencia que ejerce, junto a otros
componentes rítmicos como el acento, la pausa y el número de sílabas métricas, en el
proceso de fijación de paremias (Frenk, 1961; Bizzarri, 2004; Oddo, 2015) y locu-
ciones (Pla, 2017). Como ya había sido advertido por Morawsky (1927), las fórmu-
las rimadas del español pueden ser de tipo asonante, consonante o aliterada. De los
tres tipos reconocidos por Morawsky, en este trabajo solamente analizaré aquellas
expresiones compuestas por rimas consonantes como las que aparecen en (2).
La muestra que recopilé se compone de 169 juegos con rimas consonantes que
obtuve de diversas fuentes como obras lexicográficas, páginas de internet, blogs, tra-
bajos de investigación previos, entre otras. En la tabla 1 aparece el número de datos
que tomé según las fuentes consultadas:

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Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

Número de
Fuente Tipo de fuente
datos
Documentación para el proyecto del Diccionario del español de
Varias 61
México2 (2019) (en adelante DDEM19)
Boyer, J. (2013). Forma y función de los juegos fónicos en el habla
juvenil de Puebla. [Tesis de maestría]. Canada: Faculté des arts Tesis de maestría 30
et sciences, Université de Montréal. (en adelante JB13)
http://expresionateloquequieras.blogspot.mx/2010/02/fra-
Blog 26
ses-nacas.html (2010) (en adelante FN10)
Guzmán, L. (en proceso de elaboración). Juegos verbales de
afirmación y negación en el español de la Ciudad de México: un
Tesis de licenciatura 15
estudio lexicológico. [Tesis de licenciatura]. México: Escuela
Nacional de Antropología e Historia. (en adelante LG)
Revista Chilango: Frases que dicen que decimos los chilangos
Revista electrónica 11
al saludar (2015) (en adelante RC15)

El Chilangonario (2012) Obra lexicográfica 9

https://masdemx.com/2016/11/refranes-dichos-mexica-
nos-de-barrio-barriales-calle/ (2016) (en adelante RDM- Página de internet 5
BBC16)

El Cabulario (2015) Obra lexicográfica 4

Artículo de
Lope Blanch (1980) (en adelante LB80) 3
investigación

El Chingonario (2010) (en adelante CH2010) Obra lexicográfica 2

https://marcianosmx.com/diccionario-naco/ (2008) (en


Página de internet 1
adelante DN08)

2
El equipo lexicográfico del proyecto del Diccionario del español de México (DEM) cuenta
con una vasta documentación sobre el vocabulario utilizado en el español mexicano a partir de 1921.
Parte de esta documentación es una base de datos sobre tradiciones verbales populares que se ha ido
conformando como parte del trabajo lexicográfico que se ha venido elaborando desde 1973. En estos
momentos nos encontramos clasificando esta base de datos de juegos verbales con el cuidado que ame-
rita para en el futuro próximo ofrecer un catálogo en el que se especifiquen los principales mecanismos
formales y semánticos de estos juegos. Una parte de estos datos proviene de usos que se han registrado
a partir de lo que hemos escuchado en la radio y la televisión mexicanas, así como usos que nos han
hecho llegar informantes o usuarios del DEM.

246 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146


Erik Daniel Franco Trujillo

Número de
Fuente Tipo de fuente
datos
Útil y muy ameno vocabulario para entender a los mexicanos
Obra lexicográfica 1
(2011) (en adelante UVM11)
https://www.chilango.com/chilangonol/lugares-comunes
Revista electrónica 1
(2017) (en adelante CHLC17)
Total 169

Tabla 1. Número de juegos verbales con rimas por fuente

Estos 169 juegos verbales fueron tomados de las fuentes que aparecen en la
tabla 1. En todas las fuentes consideradas para conformar esta muestra, los juegos
aparecen enlistados junto a otros que recurren a diversas técnicas discursivas como
las señalados por Lope Blanch (1980) o Lara (2012); no obstante, ninguna de estas
fuentes presenta un análisis descriptivo de su estructura rítmica.
Como he venido mencionando, la selección de los datos la determiné con base
en el criterio de que se observara la presencia de rimas consonantes en la estructura
de estas expresiones lingüísticas. Si bien tomé esta decisión operativa para componer
mi corpus de trabajo, me parece importante señalar que estos 169 juegos constitu-
yen o se forman a partir de lo que autores como Zuluaga (1980), Corpas (1996) y
Solano (2012), dentro del universo de las unidades fraseológicas (UF), denominan
enunciados fraseológicos. En este trabajo, me adscribo a la clasificación de Sola-
no (2012) quien distingue cuatro grandes tipos de UF3 y a diferencia de Zuluaga
(1980) y Corpas (1996) coloca las paremias fuera de los enunciados fraseológicos4.
3
La tipología de Solano (2012) distingue entre: a) Sintagmas fraseológicos: colocaciones y locu-
ciones, b) Enunciados fraseológicos: rutinarios, pragmáticos, discursivos y proverbiales, c) Esquemas
sintácticos, d) Paremias: refranes, proverbios, frases proverbiales, dialogismos, adagios, apotegmas,
máximas.
4
De acuerdo con Anscombre (2000) las paremias se caracterizan por ser enunciados autónomos,
genéricos, sentenciosos, que presentan un bimembrismo semántico y una estructura métrica. Si bien
algunas de estas propiedades también se exhiben en los datos que he venido presentado, me parece que
es claro que ninguno de los juegos que recopilé para este trabajo enuncian un juicio o una sentencia y
muchos de ellos tampoco tienen una estructura bimembre. Basten como ejemplos los siguientes refra-
nes cuyas características difieren de los ejemplos de (3), (4) y (5):
a. A cada capillita le llega su fiestecita: Este refrán suele utilizarse para decir que es importante
tener paciencia ya que tarde que temprano las cosas llegarán.
b. Te casaste, te fregaste: Este refrán se utiliza para señalar que asumir un compromiso, como el
matrimonio, implica obligaciones y responsabilidades que en ocasiones pueden ser desagradables o
molestas.
c. Bueno es el vino, cuando es del fino: Este refrán se utiliza cuando se quieren destacar los benefi-
cios de alguna cosa cuando es de buena calidad.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146 247


Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

De acuerdo con Solano (2012: 122), los enunciados fraseológicos se caracteri-


zan por tener un significado esencialmente pragmático-situacional; por constituir
actos de habla ilocutivos o perlocutivos, por lo que su ámbito de uso preferente es la
conversación, y por facilitar la interacción comunicativa.
En el conjunto de datos que presento, me parece que cabe hacer las siguientes
distinciones:

i. Por un lado, encuentro juegos que toman como núcleo un enunciado fraseoló-
gico en el que su carácter lúdico parte de la yuxtaposición o sustitución de una o
más unidades léxicas parónimas que, gracias a su similitud formal, permiten que
el significado de la expresión original resulte recuperable para el oyente. Cabe se-
ñalar que los grados de similitud entre las unidades parónimas son variables. A la
par de la sustitución o yuxtaposición de formas parónimas, también se observa la
inserción de otros elementos léxicos que permiten el alargamiento del juego. En
los siguientes ejemplos resalto en negritas aquellas palabras en las que se presenta
la yuxtaposición o sustitución de unidades léxicas parónimas:

(3)
a. ¿Qué pasotes con tamaños zapatotes? (RC15): Se trata de una expresión lú-
dica que se ha formado a partir de la estructura del saludo ¿Qué pasó?
b. Iguanas ranas (RC15): Es un parónimo de igual en la expresión igual yo
con el sentido de ‘yo también’.
c. Peralvillo un segundillo (FN10): donde el topónimo Peralvillo5 se usa como
elemento sustitutivo de la palabra pérame en la expresión espérame un segundo.

i. Por el otro, encuentro expresiones lingüísticas donde el enunciado fraseológico


inicial sufre un alargamiento mediante la inserción de uno o más elementos lé-
xicos sin que haya yuxtaposición o sustitución de unidades léxicas parónimas:

(4)
a. ¡Changos morados, chapulines colorados! (DDEM19): En el español de Mé-
xico es común encontrar el uso de la interjección ¡Changos! para manifestar
sorpresa ante alguna cosa o acontecimiento inesperado o repentino. Este juego
verbal toma como base dicha interjección.

5
Peralvillo es el nombre de un barrio de la Ciudad de México de gran tradición histórica ubicado
en la colonia Morelos que forma parte de la alcaldía Cuauhtémoc.

248 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146


Erik Daniel Franco Trujillo

b. ¿Qué te pasa, calabaza? (DDEM19): En el español mexicano es común el


uso del enunciado fraseológico ¿Qué te pasa? como variante para preguntarle
a una persona ¿Qué te sucede?, ¿Qué tienes? o ¿Qué pasó? Nuevamente esta ex-
presión funciona como núcleo para construir esta expresión lúdica mediante la
suma del elemento calabaza6.
c. Nel pastel, coronel (DDEM19): En este ejemplo, el adverbio nel como va-
riante de uso popular de no, según lo que consigna el DEM (2010 s.v. nel),
funciona como el núcleo de este juego verbal al que se le han agregado los ele-
mentos pastel y coronel.

iii. Finalmente, también encuentro enunciados fraseológicos en los que no hay


ni yuxtaposición de unidades léxicas parónimas, ni alargamientos mediante
la inserción de otros elementos lingüísticos, sino que se trata de expresiones
completas cuyo valor lúdico depende del significado composicional de la ex-
presión:

(5)
a. Como dijo Mickey Mouse, cada quien para su house (RC15): Se expresa al
momento que es hora de irse, despedirse o decir adiós.
b. ¿Coges, fajas o te bajas? (DDEM19): Funciona como una invitación para
realizar el acto sexual.
c. Ya comí, ya bebí, ya no me hallo aquí (DDEM19): Se utiliza para despedirse
en alguna comida o cena.

En la tabla 2 aparecen los 169 juegos verbales que componen mi base de datos
agrupados a partir de las características estructurales recién descritas:

6
Es importante recordar que, como el resto de los dialectos americanos del español, el español
de México es una variante seseante, por lo que la pronunciación de las letras ⟨s⟩ y ⟨z⟩, así como la ⟨c⟩
antes de las vocales /i/ o /e/, se pronuncian como /s/. Esta característica del español de México es la
que permite que se cumpla la rima consonante en este ejemplo.

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Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

Juegos verbales con rimas Número de casos


Con yuxtaposición de unidades parónimas y alargamiento mediante la
41
inserción de otros elementos léxicos
Sin yuxtaposición de unidades parónimas, pero con alargamientos
mediante la inserción de otros elementos léxicos 81

Sin yuxtaposición de unidades parónimas ni alargamientos, pero que


47
funcionan como expresiones completas
Total 169

Tabla 2. Clasificación de los juegos verbales con rimas a partir de sus propiedades estructurales

Una vez presentadas las decisiones metodológicas y las fuentes a partir de las
cuales recopilé mi muestra de datos, en los siguientes apartados profundizo en estos
169 juegos verbales con rimas a partir de los siguientes ejes de análisis: el tipo de
acto de habla en el que suelen usarse, el número de sílabas y patrón rítmico que los
constituye y su motivación lingüística.

3. ACTOS DE HABLA

Durante mucho tiempo, buena parte de la teorización lingüística ha estado


fundamentada en la propiedad designativa o referencial de las expresiones lingüís-
ticas. De ahí el interés por comprender el funcionamiento de las lenguas en cuanto
sistemas para nombrar o describir personas, objetos, propiedades, situaciones o su-
cesos. Si bien la designación resulta una de las dimensiones de lo que se comunica en
el decir (Coseriu, 2001), la naturaleza dialógica del comportamiento verbal de los
seres humanos no se limita a la posibilidad de constatar hechos o estados de cosas en
el mundo. La teoría de los actos de habla (Austin, 1962; Searle, 1969) ha aportado
consideraciones valiosas al destacar una dimensión pragmática de la comunicación.
Como señalé en el apartado anterior, dado que he considerado estos juegos
como enunciados fraseológicos, su sentido pragmático depende de situaciones co-
municativas concretas, por lo que al funcionar como actos de habla (Zuluaga, 1980;
Solano 2012) cabe observar si se utilizan para saludar, despedirse, afirmar algo, or-
denar, hacer una petición, etcétera.
Partiendo de esta premisa, decidí etiquetar estos datos a partir de la taxonomía
que aparece en la Guía de Estudios de la Atenuación en los corpus PRESEEA (2014).
Esta clasificación simplifica la propuesta original de Searle (1969) y distingue los
siguientes actos de habla:

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Tipo de acto
Características Subclasificación
de habla

Asertivos de opinión (rechazos, disensiones,


El hablante afirma o niega algo protestas).
Asertivo
con distintos grados de certeza. Asertivos de información (descripciones del
estado factual de la realidad)

Directivos en beneficio del hablante (órdenes,


mandatos, preguntas, prohibiciones, solicitu-
El hablante busca que el oyente des, súplicas).
Directivo
haga algo a futuro. Directivos en beneficio del oyente (consejos,
sugerencias, advertencias en beneficio del
oyente, propuestas).

El hablante se compromete a rea-


Compromisivo lizar una acción o una conducta Promesas, contratos, ofrecimientos.
a futuro.

Expresivos de agradecimientos, halagos,


El hablante expresa sus senti-
cumplidos.
Expresivo mientos, actitudes o su estado
Expresivos de insultos, recriminaciones,
emocional respecto de algo.
quejas, lamentos.

Tabla 3. Taxonomía de actos de habla considerada para el análisis

A partir de la taxonomía de la tabla 3 clasifiqué cada uno de los 169 juegos de


mi base de datos. Cabe señalar que se trata de una clasificación general y exploratoria
basada en el acto ilocutivo o en la finalidad que tiene el hablante al enunciar estas
expresiones. En los ejemplos de (6) presento algunos juegos que se utilizan como
actos de habla asertivos, en (7) juegos empleados como actos de habla directivos y
en (8) casos de juegos como actos de habla expresivos7:

(6) Asertivos:
a. Sincho, relincho, me monto y te poncho (DDEM19): ‘Sí’ [Asertivo8].
b. Nelson dijo Wilson cuando Johnson le pidió la llave Stilson (Chilangonario):
‘Nel9 o no’ [Asertivo].
7
En este conjunto de datos no encontré ningún caso de actos de habla compromisivos.
8
He decidido etiquetar con la marca asertivo todos aquellos juegos que son variantes de los ad-
verbios sí y no: Simona la bluserona (LG); Simocho, poncho (FN10); nones, camarones ( JB13); nel
pastel, coronel (DDEM19).
9
El DEM registra el vocablo nel como variante de uso popular para el adverbio no: nel adv (Po-

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Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

c. San seacabuche, panza de buche (LB80): ‘Se acabó’ [Asertivo de informa-


ción].

(7) Directivos:
a. Presta pa’ la orquesta ( JB13): ‘Dámelo’ [Ordenar].
b. Buzo10, caperuzo (DDEM19): ‘Ponte listo o alerta’ [Aconsejar a alguien].
c. ¿Ontoy, rentoy? ( JB13): ‘¿En dónde estoy?’ [Preguntar algo].

(8) Expresivos:
a.  Me late cacahuate (FN10): ‘Estar de acuerdo con algo’ [Responder o refor-
zar lo que el interlocutor ha dicho].
b. ¿Qué epazotes con los ejotes? (FN10): ‘¿Qué pasó, cómo estás?’ [Saludar]
c. Chifosca mosca (Chingonario): ‘Chingada madre’ [Expresar enojo, admira-
ción o sorpresa ante algo].
d. Soy la pura verdura (RDMBBC16): ‘Soy la pura verga’11 [Expresar un auto-
halago].

Tal y como afirma Searle (1969), al estudiar un acto de habla es importante


distinguir entre lo que el hablante quiere comunicar y lo que significa la expresión
lingüística que utiliza para hacerlo. De modo que quedarse solamente con el sig-
nificado de lo que se expresa en la estructura lingüística de los juegos verbales con
yuxtaposiciones y alargamientos daría como resultado la articulación de enunciados
sin sentido literal y más de un malentendido. En consecuencia, para que estos juegos
tengan éxito en términos comunicativos, la intención del hablante debe ser recu-
perable y reconocible para el oyente, a pesar de la estructura lingüística en la que se
basa el juego; por ejemplo:

(9)
a. La interjección ¡Qué onda! registrada en el DEM (2010: s.v. onda) como
un modo de saludar de carácter informal se toma como base para el juego ¿Qué
hongo, jorongo, tepetongo, morongo? (FN10).

pular) No: “Dijeron que iban a venir, pero nel, jalaron para otro lado” (DEM, 2010, s.v. nel).
10
El DEM documenta el adjetivo buzo con el siguiente significado: adj (Popular) Que es listo o
hábil, que está alerta: “¡Ponte buzo, que ahí viene la policía!” (DEM, 2010, s.v. buzo).
11
En el español de México, la palabra verga, además del significado de ‘pene’, también se utiliza
para decir que alguien es muy bueno, muy listo, muy astuto. En el DEM se registra la locución Ser,
sentirse, etc alguien (muy) verga con el significado de ‘Ser o sentirse muy bueno, listo, mejor que los
demás’ (DEM, 2010, s.v. verga).

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Erik Daniel Franco Trujillo

b. La expresión ¡Qué transa? que se usa como variante de ‘¡Qué tal?’ o ‘¡Cómo
te va?’ funciona como base para el juego con rimas ¿Qué transa hay en tu pan-
za12? (FN10).

En la tabla 4 aparece un conteo final de la clasificación que hice de los datos a


partir de la taxonomía de la tabla 3:

Tipo de
Número
acto de Subclasificación
de casos
habla
Responder o reforzar lo que ha sido dicho por el interlocutor: 36 casos
Saludar: 17 casos
Despedirse: 14 casos
Manifestar sorpresa, admiración o enojo ante algo: 9 casos
Autohalagarse: 4 casos
Expresivo 91 Insultar: 2 casos
Burlarse: 3 casos
Señalar que algo representa poca dificultad o esfuerzo: 2 casos
Quejarse: 2 caso
Prevenir a alguien: 1 caso
Ofrecer algo: 1 caso
Aconsejar, tranquilizar o hacerle una propuesta a alguien: 31 casos
Preguntar algo: 5 casos
Directivo 43
Ordenar: 5 casos
Invitar: 2 casos
Asertivo de información: 16 casos
Asertivo 35 Asertivo sí/no: 18 casos
Asertivo de opinión: 1 caso
Total 169

Tabla 4. Clasificación de los datos por acto de habla

La tabla 4 muestra que los actos de habla expresivos son los que más aparecen
en mi muestra de trabajo. Desde la perspectiva de las funciones del signo lingüístico,
tal y como las entiende Bühler (1934), llama la atención que sea la función sintomá-
tica la que más presencia tiene en este conjunto de datos. De toda esta serie de actos
expresivos, los más recurrentes son los que se utilizan para responder o reforzar lo
que ha sido dicho por el interlocutor (36 casos); los que se usan para saludar (17 ca-
sos) o despedirse (14 casos) y, también, los que se enuncian para manifestar sorpresa,
admiración o enojo ante algún suceso o situación (9 casos). Una posible explicación
de la recurrencia de estos subtipos de actos de habla expresivos es que se trata de ex-
12
Otro ejemplo más del seseo característico del español mexicano.

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Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

presiones que forman parte de actos comunicativos cotidianos y rutinarios en la vida


social. Por ejemplo, los saludos, las despedidas y las manifestaciones de refuerzo ante
lo enunciado previamente por el interlocutor son sumamente comunes en nuestras
interacciones comunicativas diarias; sin embargo, su formalización mediante este
tipo de juegos da lugar a una reacción de simpatía, solidaridad, cercanía y sentimien-
to popular. En el caso de los actos de habla directivos, los que más se repiten son los
que se emplean para aconsejar o hacerle una propuesta a alguien (31 casos), enunciar
una pregunta (5 casos) y dar una orden (5 casos). Por último, en el caso de los actos
de habla asertivos, donde predomina la función referencial del signo lingüístico, se
observa la prevalencia de actos de habla asertivos de información (16 casos) y actos
de habla asertivos en los que se afirma o se niega algo (18 casos). A diferencia de los
actos de habla expresivos y directivos, los actos de habla asertivos permiten cons-
tatar o hacer referencia a algún estado de cosas o hechos en el mundo real o en un
mundo imaginario a los que el hablante apela. Sin duda alguna, bien cabría ampliar
esta muestra de datos y observar si efectivamente, desde la perspectiva de los actos
habla, son los actos expresivos los que mayor incidencia tienen en este tipo de juegos
verbales.

4. CÓMPUTO SILÁBICO Y PATRÓN RÍTMICO

El hecho de que estos juegos verbales se formalicen mediante rimas conso-


nantes refleja la preeminencia de la forma como condición fundamental en la cons-
trucción de los signos lingüísticos (Hjelmlsev, 1971 [1943]). De manera que las
posibilidades estructurales de una lengua, cimentadas en la repetición de patrones
silábicos, morfológicos, sintácticos o discursivos, constituyen esa forma histórica
que nos antecede como hablantes al momento de adquirir nuestra lengua materna
(Lara, 2006). Por consiguiente, las formas métricas que se cultivan en una lengua a
lo largo del tiempo, dependen en buena medida de sus propiedades prosódicas par-
ticulares (Domínguez, 2016); aspecto que se manifiesta en las técnicas discursivas
que se emplean en la producción de las expresiones lúdicas bajo estudio.
Para analizar la estructura rítmica de los 169 juegos verbales de mi muestra,
parto de una noción amplia de ritmo, que, siguiendo a Pla (2017), a partir de los
planteamientos de Domínguez (2014), debe entenderse como: «la percepción pro-
ducida por la agrupación de los acentos de un enunciado en intervalos temporales
regulares, por un lado, y la distribución de los acentos y su organización en estructu-
ras rítmicas» (Pla, 2017: 90). Esta concepción amplia permite abordar estructuras
lingüísticas que, a pesar de no formar parte de una composición poética desde un

254 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146


Erik Daniel Franco Trujillo

punto de vista tradicional, cuentan con una organización rítmica en la que es posible
observar la presencia de un numero de sílabas preciso, una distribución regular de
los acentos y el uso de rimas (Pardo y Pardo, 2010).
De manera que, contrario a la idea de que un verso aislado solo puede ser
considerado como tal si forma parte de una estrofa, como unidad superior (Quilis,
2007 [1984), retomo la postura de Pardo (2004), quien apunta la pertinencia de
considerar un verso aislado, un verso solo y un verso-poema como unidad rítmica;
concepción que abre el espectro para abordar las cualidades rítmicas de estructuras
lingüísticas como los refranes (Domínguez, 1985; Anscombre, 2012; Oddo, 2015),
las locuciones (Pla, 2017) y, en este caso, los juegos verbales.
Partiendo de este punto de vista, el primer acercamiento que tuve hacia los da-
tos fue clasificarlos según su número de sílabas para establecer si se trataba de versos
simples o compuestos13.
La tabla 5 muestra el número de juegos verbales que constan de versos simples
y compuestos:

Juegos verbales en verso simple 134 casos


Juegos verbales en verso compuesto 35 casos
Total 169 casos

Tabla 5. Juegos verbales en verso simple y en verso compuesto

En (10) presento tres ejemplos de juegos verbales en verso simple y en (11) tres
ejemplos de juegos verbales en verso compuesto14:

(10)
a. Chido one, tehuacán (FN10).
chi-do-uán-te-hua-cán.
[Verso simple que consta de siete sílabas].
b. ¡Qué Pachuca por Toluca? (DDEM19).
qué-pa-chu-ca-por-to-lu-ca.
[Verso simple que consta de ocho sílabas].
13
De acuerdo con Quilis (2007 [1984]: 54-55), los versos pueden ser simples cuando constan de
un solo verso de entre una y once sílabas métricas o compuestos (o con pausa interna) cuando constan
de doce o más sílabas. Los versos compuestos se dividen en dos o más versos simples separados por
una cesura lo que, desde la perspectiva de la métrica, obliga a tratarlos como versos independientes; de
manera que la cesura impide la sinalefa y obliga a reiniciar el conteo.
14
En negritas resalto las sílabas acentuadas, con subrayado marco las sinalefas y con la barra
indico la cesura en los casos de juegos verbales compuestos.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146 255


Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

c. Ya tienes peluche en el estuche (FN10).


ya-tie-nes-pe-lu-cheen-el-es-tu-che.
[Verso simple consta de diez sílabas].

(11)
a. Como dijo el gran queso, al rato regreso (Chilangonario).
co-mo-di-joel-gran-que-so / al-ra-to-re-gre-so.
[Verso compuesto que consta de trece sílabas].
b. Bambi es un venado y Tambor su valedor (DDEM19).
bam-bies-un-ve-na-do / y-tam-bor-su-va-le-dor.
[Verso compuesto que consta de catorce sílabas].
c. Me extraña que siendo araña no se sepa ya esa maña (DDEM19).
meex-tra-ña-que-sien-doa-ra-ña / no-se-se-pa-yae-sa-ma-ña.
[Verso compuesto que consta de dieciséis sílabas].

Como he venido señalando, los juegos verbales que tomé en cuenta para este
estudio están compuestos por rimas consonantes. Dado que la mayoría de estos da-
tos presenta una estructura de verso simple, estos juegos se caracterizan por presen-
tar rima interna15. Como se muestra en (12), la rima interna de estos juegos verbales
en verso simple se caracteriza por repetir los fonemas o las sílabas rimantes de algu-
nas de las palabras que los conforman:

(12)
a.  Te conozco, Orozco (FN10).
b. A otra cosa mariposa (DDEM19).
c. Soy la neta del planeta (DDEM19).
d. Aja aja la baraja (DDEM19).

El mismo esquema se observa en la composición de los juegos verbales com-


puestos que constan de doce o más sílabas:

(13)
a. ¿Qué Honduras con las verduras / que andan bajas las temperaturas?
(RC15).
b. Chido, Liro, Ramiro / y el vampiro, Clodomiro (FN10).
c. Vaya, vaya Tacubaya, / si no conoce mejor no vaya (DDEM19).
15
Tal y como señalan Baher (1970: 73) y Domínguez (1985: 134), la rima interna es aquella que
se da en el interior del verso.

256 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146


Erik Daniel Franco Trujillo

4.1. Cómputo silábico en los datos

En cuanto al cómputo silábico de los datos, realicé el conteo correspondiente a


partir del número de sílabas métricas que poseen. La tabla 6 muestra los resultados
finales para el caso de los juegos verbales en verso simple:

Número de sílabas
Número de casos Porcentaje
métricas
4 4 2,99 %
5 28 20,9 %
6 22 16,42 %
Juegos verbales en
verso simple 7 21 15,67 %
8 47 35,06 %
9 6 4,48 %
10 3 2,24 %
11 3 2,24 %
Total: 134 100 %

Tabla 6. Número de sílabas métricas en juegos verbales simples

La tabla 6 muestra que los juegos verbales de cinco, seis, siete y ocho sílabas
métricas son los únicos que superan la veintena de casos y conforman el 88,05 %
de los juegos verbales en verso simple. Quilis señala que los versos de arte menor, es
decir, los que tienen entre dos y ocho sílabas métricas, son sumamente frecuentes
en la versificación española por su agilidad; gracias a la cual son «muy aptos para
composiciones poéticas ligeras» (Quilis, 2007 [1984]: 55). De igual modo, llama la
atención el predominio de juegos con ocho sílabas métricas, lo que confirma la pre-
dilección por este metro tanto en la tradición literaria hispánica, como en el modo
de distribución de los elementos en el plano discursivo. Navarro Tomás señala que
«Un rasgo significativo consiste en el hecho de que el metro octosílabo, tan antiguo,
popular y permanente en español, coincida precisamente con la medida del grupo
fónico más frecuente en la ordinaria elocución enunciativa de la lengua» (1973: 8).
En relación con lo anterior, Domínguez agrega que el verso octosílabo es el
más usado en la literatura hispánica, gracias a que «Se adapta a cualquier asunto
y mantiene un extraordinario vigor, especialmente en la poesía popular» (1985:
102).
La tabla 7 indica el número de juegos verbales en verso compuesto a partir de
sus sílabas métricas:

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146 257


Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

Número de sílabas Número de sílabas Número de


Porcentaje
métricas por hemistiquio casos
6 y 6: 3 casos
5 y 7: 1 caso
12 6 17,14 %
4 y 8: 1 caso
8 y 4: 1 caso
8 y 5: 2 casos
13 7 y 6: 2 casos 5 14,29 %
6 y 7: 1 caso
6 y 8: 2 casos
Juegos verbales en
14 8 y 6: 1 caso 4 11,43 %
verso compuesto
5 y 9: 1 caso
7 y 8: 4 casos
15 5 14,29 %
6 y 9: 1 caso
8 y 8: 8 casos
16 9 25,71 %
7 y 9: 1 caso
8 y 9: 1 caso
17 2 5,71 %
5, 6 y 6: 1 caso
8 y 10: 2 casos
18 3 8,57 %
3, 4 y 8: 1 caso
20 5, 5, 5, y 5: 1 caso 1 2,86 %
Total: 35 100 %

Tabla 7. Número de sílabas métricas en juegos verbales compuestos

Para el caso de los juegos en verso compuesto, además de los hexadecasílabos,


con nueve casos, destacan los dodecasílabos y tridecasílabos con seis y cinco casos
respectivamente. De los nueve hexadecasílabos de la muestra, ocho están compues-
tos por dos versos octosílabos; manifestación, una vez más, de su importancia como
grupo fónico mínimo de la lengua y patrón métrico fundamental de la poesía popu-
lar (Quilis, 2007 [1984]: 65), valgan como ejemplos:

(14)
a. Este osito de peluche ya se va para su estuche (FN10).
es-teo-si-to-de-pe-lu-che / ya-se-va-pa-ra-sues-tu-che.
[octosílabo + octosílabo].
b. Cámara pivote y rin, Mickey, Pluto y Tribilín (DDEM19).
cá-ma-ra-pi-vo-tey-rin / mic-key-plu-toy-tri-bi-lín
[octosílabo + octosílabo].

258 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146


Erik Daniel Franco Trujillo

c. ¡Ay, chihuahua, cuánto apache, cuánto indio sin huarache! (DDEM19).


ay-chi-hua-hua-cuán-toa-pa-che /cuán-to-in-dio-sin-hua-ra-che.
[octosílabo + octosílabo].

4.2. Patrón rítmico en los datos

De acuerdo con el modelo musical de Navarro Tomás (1973), el ritmo y la


cláusula se estructuran a partir de una sílaba acentuada, de modo que solamente
puede haber cláusulas dactílicas y trocaicas. Navarro Tomás (1973: 14) distingue:

i. El ritmo trocaico compuesto por una sílaba tónica y otra átona como en:

(15) 
a. Escupe, Lupe (DDEM19).
es-cu-pe-lu-pe.
[Pentasílabo trocaico con acentos en la segunda y cuarta sílabas].
b. ¿Cómo ves, Inés? (LG).
có-mo-ves-i-nés.
[Hexasílabo trocaico con acentos en primera, tercera y quinta].

ii. El ritmo dactílico compuesto por una sílaba tónica y dos átonas como en:

(16)
a. Hola crayola (DDEM19).
ho-la-cra-yo-la.
[Pentasílabo dactílico].
b. Ya vas, Barrabás (LG).
ya-vas-ba-rra-bás.
[Hexasílabo dactílico).

iii. A estos dos ritmos básicos, Navarro Tomás agrega un tercero que es una com-
binación trocaica y dactílica a la que denomina ritmo mixto:

(17)
a. Ya estás peinado pa’trás (LG).
yaes-tás-pei-na-do-pa-tras.
[Octosílabo mixto con acentos en la segunda, cuarta y séptima sílabas].

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Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

b. Yuppi, yuppi el perrito Snoopy (DDEM19).


yu-ppi-yu-ppiel-pe-rri-toes-noo-py.
[Eneasílabo mixto con acentos en la primera, tercera, sexta y octava sílabas].

4.2.1. Patrón rítmico en los juegos verbales en verso simple

A partir de esta propuesta, en la tabla 8 muestro el número de juegos verbales


con ritmo trocaico, dactílico y mixto que encuentro en los juegos en verso simple:
161718

Número de casos de jue- Juegos verbales Juegos verbales Juegos verba-


gos verbales en verso con ritmo con ritmo les con ritmo
simple trocaico dactílico mixto
4 tetrasílabos 4 casos NA16 NA

28 pentasílabos 17 casos 11 casos NA

22 hexasílabos 13 casos 9 casos NA

21 heptasílabos 12 casos 7 casos 2 casos

47 octosílabos 33 casos 0 14 casos

6 eneasílabos 0 0 6 casos

3 decasílabos 0 1 caso 2 casos


3 endecasílabos17 NA 1 caso NA
Total: 134 casos 79 casos 29 casos 24 casos
Porcentaje: 100 % 18
58,96 % 21,64 % 17,91 %

Tabla 8. Patrón rítmico de juegos verbales en verso simple

La tabla 8 muestra el predominio de juegos verbales con ritmo trocaico. Esto se


ajusta a las características del propio vocabulario de la lengua española que, según la
posición del acento, se compone en su mayoría, de palabras graves o llanas19. Incluso

16
No aplica
17
Los dos endecasílabos restantes, a partir de la clasificación de Navarro Tomás (1975[1959]:
51-54), corresponden a un endecasílabo heroico con acentos en la segunda, sexta y décima sílabas y un
endecasílabo galaico antiguo con acentos en la quinta y décima sílabas.
18
El 1,49 % faltante para el 100 % corresponde a los dos endecasílabos de la nota 17.
19
De acuerdo con Quilis (2007 [1984]: 27), el vocabulario de la lengua española consta de un
17,68 % de palabras agudas, 79,50 % de palabras graves y 2,76 % de palabras esdrújulas.

260 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146


Erik Daniel Franco Trujillo

para el caso de los juegos pentasílabos, hexasílabos, heptasílabos y octosílabos, que


corresponden a los patrones métricos más recurrentes en los datos, el ritmo trocaico
es el que mayor preeminencia tiene.
A continuación, presento algunos ejemplos de juegos verbales pentasílabos,
hexasílabos, heptasílabos y octosílabos trocaicos, dactílicos y mixtos:

(18) Pentasílabos trocaicos con acentos en la segunda y cuarta sílabas:


a. Of course my horse (Chilangonario).
of-course-my-horse.
b. Bien dicho, bicho ( JB13).
bien-di-cho-bi-cho.
c. ¡Clarines nines! ( JB13).
cal-ri-nes-ni-nes.

(19) Pentasílabos dactílicos con acentos en la primera y cuarta sílabas:


a. Leve la nieve (DDEM19).
le-ve-la-nie-ve.
b. Obvio, microbio (DDEM19).
ob-vio-mi-cro-bio.
c. Vásquez Velásquez ( JB13).
vás-quez-ve-lás-quez.

(20) Hexasílabos trocaicos con acentos en tercera y quinta sílabas:


a. Segurolas bolas (LG).
se-gu-ro-las-bo-las.
b. ¿Me comprendes Méndez? ( JB13).
me-com-pren-des-mén-dez.
c. Me retacho, Tacho ( JB13).
me-re-ta-cho-ta-cho.

(21) Hexasílabos dactílicos con acentos en segunda y quinta sílabas:


a. Al tiro vampiro (DDEM19).
al-ti-ro-vam-pi-ro.
b. Ta’ gacho, garnacho (FN10).
ta-ga-cho-gar-na-cho.
c. No hay prisa, Marisa (DDEM19).
nohay-pri-sa-ma-ri-sa.

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Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

(22) Heptasílabos trocaicos con acentos en segunda, cuarta y sexta sílabas:


a. ¿Qué pedo? Dijo Alfredo (RC15).
qué-pe-do-di-joal-fre-do.
b. Macizo contra el piso (DDEM19).
ma-ci-zo-con-trael-pi-so.
c. ¿Qué transa hay en tu panza? (FN10).
qué-tran-zahay-en-tu-pan-za.

(23) Heptasílabos dactílicos con acentos primera, tercera y sexta sílabas:


a. Chido one, Tehuacán (FN10).
chi-do-uán-te-hua-cán.
b. Nel pastel coronel (DDEM19).
nel-pas-tel-co-ro-nel.
c. Is barniz tanguarniz (LB80).
is-bar-niz-ta-guar-niz.

(24) Heptasílabos mixtos con acentos en primera y sexta sílabas:


a. Neta la patineta (LB13).
ne-ta-la-pa-ti-ne-ta.
b. Arre con la que barre (DDEM19).
a-rre-con-la-que-ba-rre.

(25) Octosílabos trocaicos con acentos en primera, tercera, quinta y séptima sílabas
y en primera, tercera y séptima sílabas:
a. No te azotes que hay chayotes (DDEM19).
no-tea-zo-tes-quehay-cha-yo-tes.
b. Leve, nueve, llueve nieve (LB13).
le-ve-nue-ve-llue-ve-nie-ve.
c. Achis, piachis, los mariachis (DDEM19).
a-chis-pia-chis-los-ma-ria-chis.

(26) Octosílabo mixto con acentos en segunda, cuarta y séptima sílabas.


a. Matanga dijo la changa (DDEM19).
ma-tan-ga-di-jo-la-chan-ga.
b. Sin pena sobre la arena (DDEM19).
sin-pe-na-so-bre-laa-re-na.
c. Jazz ‘tás peinado pa’l thrash ( JB13).
jazz-tás-pei-na-do-pal-thrash.

262 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146


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4.2.2. Patrón rítmico en los juegos verbales en verso compuesto

En cuanto al patrón rítmico de los 35 juegos verbales en verso compuesto de


mi muestra, hay casos que constan de dos o más versos simples donde ambos pre-
sentan un ritmo trocaico como los ejemplos de (27); casos en los que ambos versos
simples tienen un ritmo dactílico como los ejemplos de (28); y casos que se dan
mediante la combinación de un verso simple con ritmo trocaico, dactílico o mixto y
otro verso simple con un ritmo distinto al primero, en (29) aparecen casos con esta
estructura combinada:

(27) Juegos verbales en verso compuesto con ritmo trocaico:


a. Como dijo el Santo Papa: chin, chin, Jalapa (FN10).
co-mo-di-joel-san-to-pa-pa / chin-chin-ja-la-pa.
[Tridecasílabo: octosílabo trocaico + pentasílabo trocaico].
b. Tan caro que es tragar pa’ tener que irlo a tirar (FN10).
tan-ca-ro-quees-tra-gar / pa-te-ner-queir-loa-ti-rar.
[Pentadecasílabo: heptasílabo trocaico + octasílabo trocaico].

(28) Juegos verbales en verso compuesto con ritmo dactílico:


a. Relaja la raja, te empino el pepino (DDEM19).
re-la-ja-la-ra-ja / teem-pi-noel-pe-pi-no.
[Dodecasilabo: hexasílabo dactílico + hexasílabo dactílico].
b. Pelón, pelonete, cabeza de cuete. ( JB13).
pe-lón-pe-lo-ne-te / ca-be-za-de-cue-te.
[Dodecasilabo: hexasílabo dactílico + hexasílabo dactílico].

(29) Juegos verbales en verso compuesto con estructura combinada:


a. Alguien abrió un cajón y yo me voy pa’mi cantón (FN10).
al-guien-a-brióun-ca-jón / y-yo-me-voy-pa-mi-can-tón.
[Hexadecasílabo: heptasílabo mixto + eneasílabo trocaico].
b. Disfruta la fruta mientras dura la verdura (RDMBBC16).
dis-fru-ta-la-fru-ta / mien-tras-du-ra-la-ver-du-ra.
[Alejandrino: hexasílabo dactílico + octosílabo trocaico].

En la tabla 9 presento una síntesis del comportamiento rítmico de los juegos


verbales en verso compuesto:

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Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

Número de casos de jue- Juegos verbales Juegos verbales Juegos verba-


gos verbales en verso con ritmo tro- con ritmo les con ritmo
compuesto caico dactílico mixto

6 dodecasílabos 2 casos 4 casos 0 casos


5 tridecasílabos 2 casos 1 caso 2 casos
4 alejandrinos 1 casos 0 3 casos
5 pentadecasílabos 2 casos 1 caso 2 casos
9 hexadecasílabos 5 casos 0 casos 4 casos
2 heptadecasílabos 1 caso 0 casos 1 caso
3 octodecasílabos 1 caso 0 casos 2 casos
1 de veinte sílabas 0 casos 1 caso 0 casos
Total: 35 casos 14 casos 7 casos 14 casos
Porcentaje: 100 % 40 % 20 % 40 %

Tabla 9. Patrón rítmico de juegos verbales en verso compuesto

Los resultados de la tabla 9 reflejan el predominio del ritmo trocaico en los


juegos verbales en verso compuesto. Esto replica el comportamiento observado en
los juegos en verso simple, lo que refuerza la observación de que la lengua española
tiene una tendencia hacia el ritmo trocaico.

5. MOTIVACIÓN

Pensar en el vínculo que mantienen el significante, el significado y los objetos


en el mundo en los procesos de la significación verbal ha desatado el interés por exa-
minar en qué medida los signos lingüísticos se encuentran motivados por factores
internos o externos a las lenguas humanas. Es por demás conocida la concepción
saussureana de establecer la arbitrariedad del signo como principio general de la
ciencia del lenguaje, cuyo efecto inmediato anula todo dejo de consustancialidad
en la relación entre significante y significado (Saussure, 1972 [1916]). A pesar de
este principio, el mismo Saussure no deja de reconocer la existencia de signos relati-
vamente motivados, como los derivados o los compuestos morfológicos en el nivel
léxico, lo que nos lleva de vuelta a preguntarnos por qué las unidades lingüísticas
presentan la forma que tienen y significan lo que significan.
A partir del vínculo entre significante y significado, como unidades de natura-
leza lingüística y abstracta, y su relación con los referentes en el mundo, comparto lo

264 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146


Erik Daniel Franco Trujillo

observado por Engler (1964) y Guiraud (1975 [1955]), de que, en principio, cabe
hacer la distinción entre motivación ontológica o referencial, que resulta del nexo
entre una expresión lingüística y la cosa designada, y motivación intralingüística o
endoglótica que depende de las características propias que cada sistema lingüístico
emplea para la comunicación.
Es precisamente esta motivación intralingüística la que me interesa abordar en
este apartado, ya que como he venido señalando, los hablantes de cada lengua somos
herederos de una forma histórica que nos permite generar una infinidad de unidades y
expresiones lingüísticas siempre y cuando se ajusten a las posibilidades combinatorias
y estructurales que la constituyen (Taylor, 2006). De modo que, si bien la relación en-
tre significante y significado resulta arbitraria como señalaba Saussure, se trata de una
arbitrariedad relativa o controlada, ya que cualquier expresión lingüística se encuen-
tra limitada y motivada por las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas distintivas y
significativas que subyacen a su enunciación. Esta motivación intralingüística puede
advertirse en cualquier nivel de análisis lingüístico20. De ahí que, del diálogo entre
arbitrariedad y motivación, toda unidad lingüística deba acoplarse a ciertos patrones
combinatorios que legitimen su pertinencia y pertenencia a una lengua.
Tomando estas observaciones como base, considero que en el conjunto de da-
tos que he venido presentado hay juegos en los que la motivación actúa solamente en
el plano de la expresión mediante la técnica discursiva de la rima consonante como
los ejemplos de (30):

(30)
a. Me canso, ganso (DDEM19).
b. Me extraña araña ( JB13).
c. Nones camarones ( JB13).
d. Okey, maguey (LG).
e. Seacabuchi, pie de tuchi (DDEM19).
f. Al rato, vato ( JB13).

En la serie de ejemplos de (30) se observa que el juego surge solamente a partir


de la similitud formal que permite la rima consonante entre late y chocolate; extraña
y araña; nones y camarones; okey y maguey; seacabuchi y tuchi; y rato y vato.
Sin embargo, hay varios casos en los que resulta claro que hay elementos del
plano de la expresión y del contenido que intervienen en el resultado formal e inter-
pretativo del juego:

20
Fonético, fonológico, morfológico, sintáctico, semántico, etcétera.

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Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

(31)
a. ¿Qué pasión hay en tu corazón? (FN10).
b. Ahí la vemos y planchemos (Chilangonario).
c. Ya comí, ya bebí, ya no me hallo aquí (DDEM19).

En (31a) además de que se puede recuperar la intención del hablante para salu-
dar mediante la yuxtaposición entre ¿Qué pasó? y ¿Qué pasión?, así como de la rima
entre el vocablo pasión y corazón, el juego en su totalidad tiene un significado com-
posicional en el que se destaca el papel del corazón como el centro de las pasiones y
emociones humanas.
En (31b), además de la rima entre vemos y planchemos, se produce una ambi-
güedad fónica entre la expresión ahí la vemos que se utiliza en el español mexicano
como una fórmula para despedirse y lavemos como la conjugación de la primera
persona de presente de subjuntivo del verbo lavar, lo que permite la lectura compo-
sicional entre dos actividades características del quehacer doméstico como lo son el
lavado y el planchado.
En (31c) a la par de la rima entre comí, bebí y aquí, se trata de un dicho con
significado composicional que se utiliza para despedirse de algún lugar después de
comer y beber.
En la tabla 10 aparece el número de juegos verbales de mi muestra que emplean
mecanismos que apelan solamente al plano de la expresión del signo lingüístico y
aquellos en los que intervienen tanto del plano de la expresión como del plano del
contenido.

Juegos verbales que operan solamente en el plano del


93 casos 55,03 %
significante del signo lingüístico
Juegos verbales que operan tanto en el significante como
76 casos 44,97 %
en el significado del signo lingüístico
Total: 169 casos 100 %

Tabla 10. Plano del signo lingüístico en la que operan los juegos verbales

La tabla 10 muestra que hay más de casos en los que el juego verbal actúa so-
lamente en el plano de la expresión del signo lingüístico mediante el empleo de la
técnica discursiva de la rima consonante, no obstante, también hay un buen número
de casos en los que el juego apela a ambas caras del signo a través de otras técnicas
discursivas.
Para finalizar con este apartado, presento algunos ejemplos de las técnicas
discursivas que observo en el subconjunto de los datos en los que el juego verbal

266 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146


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interviene tanto en el plano de la expresión como en el plano del contenido. Es


importante adelantar que esta serie de técnicas discursivas no son excluyentes entre
sí, pues al analizar cada juego por separado, y desde distintos niveles de descripción
lingüística, no es extraño encontrar más de una de las técnicas que presento en un
mismo dato. Observaciones como esta reflejan la complejidad y el ingenio que hay
detrás de estas expresiones de carácter lúdico.

5.1. Eufemismos mediante la yuxtaposición de formas parónimas

En este subconjunto de datos, donde el juego se forma mediante la explotación


tanto de aspectos formales como semánticos, encuentro una técnica discursiva en la
que la yuxtaposición de formas parónimas se genera a partir de un eufemismo, que a
su vez viene motivado por el influjo de la rima:

(32)
a. verga por verdura en el juego ¡Soy la pura verdura! (RDMBBC16), cuyo
sentido es señalar que el hablante es muy bueno, muy listo, muy astuto para
algo.
b. Arroz o más mole o chile para el guacamole (Cabulario), donde las palabras
arroz, mole, chile y guacamole pertenecen al campo léxico de la comida, y la
palabra chile es un eufemismo de chingón ya que toda esta expresión se yuxta-
pone a así o más chingón. Por ende, este juego tiene una doble lectura, la que
se recupera al reconocer que se trata de una sustitución y la que se genera de
manera composicional en la que solamente se habla de una serie de platillos o
alimentos comunes en la tradición culinaria mexicana.
c. Ya tienes peluche en el estuche (FN10), en donde la palabra peluche sustituye
a la palabra pelo para señalar que un individuo ya tiene vello púbico en sus ór-
ganos sexuales utilizando la palabra estuche como metáfora eufemística.
d. Ta’ chin, calabacín (FN10) donde la apócope de chingón mediante la forma
chin funciona como un eufemismo en este juego, que se utiliza para señalar que
algo está chingón, es decir, ‘muy padre’ o ‘muy bien’.
e. Tan dura como verdura (FN10), donde verdura sustituye a verga en esta
expresión que funciona como un símil para señalar que algo es duro como la
erección del órgano sexual masculino. Cabe señalar que en este caso también
uno puede quedarse solamente con el significado composicional de la expre-
sión, por lo que tendría dos lecturas posibles, pues también existen verduras
que presentan una consistencia dura.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146 267


Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

5.2. El uso de nombres propios como formas parónimas y


alargamientos

La presencia de nombres propios es bastante común en los juegos verbales


presentados, sin embargo, encuentro casos en los que tanto la forma parónima que
funciona como el núcleo del juego como los elementos léxicos que se incrustan para
alargarlo son apellidos o topónimos:

(33)
a. Vásquez Velásquez (JB13), donde el apellido Vásquez sustituye a la palabra vas
para manifestar que se está de acuerdo con lo que el interlocutor está planteando
y Velásquez funciona como elemento léxico que complementa y alarga el juego.

b. ¡Qué Pachuca por Toluca? (DDEM19), que se utiliza como variante del sa-
ludo ‘¡Qué pasó?’ y donde el topónimo Pachuca sustituye a la palabra pasó y el
topónimo Toluca sirve para alargar el juego.

5.3. Metáforas

Otra de las técnicas discursivas que se repite en este subconjunto de datos en


los que el juego apela tanto al plano de la expresión como al plano del contenido es
el uso de metáforas:

(34)
a. Este osito de peluche ya se va para su estuche (FN10), donde estuche se utiliza
como metáfora de ‘casa’ en este dicho que se utiliza para despedirse.
b. Relaja la raja y disfruta la fruta (FN10), donde el vocablo raja significa de
manera metafórica ya sea ‘vulva de la mujer’ o ‘ano’ y fruta significa ‘órgano
sexual masculino’.
c. Esta rorra se les borra (DDEM19), donde el significado de borrar se utiliza
en el sentido metafórica de ‘irse’, en esta expresión que utilizaría una mujer para
despedirse de alguna fiesta o entre gente muy cercana.

5.4. Elementos que forman parte de un mismo campo léxico

Otra técnica discursiva que es de llamar la atención es el uso de dos o más vo-
cablos que forman parte de un mismo campo léxico. En estos casos se observa que el

268 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146


Erik Daniel Franco Trujillo

significado de la forma yuxtapuesta se convierte en el núcleo o la base para generar


un juego pluriléxico que en sí mismo puede tener un significado composicional:

(35)
a. Cámara, que funciona como una interjección para señalar que se está de
acuerdo con lo propuesto por otra persona, genera la expresión en Cámara,
pivote y rin, Mickey, Pluto y Tribilín (DDEM19), donde el primer verso se
estructura mediante vocablos que denominan partes de la llanta de automó-
vil como la cámara, el pivote y el rin, mientras que el segundo verso asocia el
nombre propio de algunos de los personajes más conocidos de Disney como
Mickey, Pluto y Tribilín.
b. Nos vemos al rato se transforma en Nos vemos al ratón le gusta el queso y a
la ardilla, la tortilla (RC15), donde se asocian dos animales roedores como el
ratón y la ardilla y dos alimentos como el queso y la tortilla.
c. A partir de la interjección va, que se usa para confirmar o mostrar que se
está de acuerdo con alguna propuesta o invitación, surge la expresión Bambi es
un venado y Tambor su valedor (DDEM19), donde nuevamente hay una aso-
ciación entre dos personajes Disney que forman parte de la película de dibujos
animados Bambi.
d. El saludo ¿Qué pasó? pasa a ¿Qué epazotes con los ejotes? (FN10), donde se
observa la asociación entre el epazote que se usa como condimento para distin-
tos platillos mexicanos y una vaina comestible como el ejote.
e. De la interjección cámara surge la expresión popular camarón, pulpo y os-
tión (Chilangonario), donde se observa la asociación entre el camarón, el pul-
po y el ostión, como tipos de mariscos que se consumen mucho en México.

6. CONSIDERACIONES FINALES

A lo largo de este trabajo he presentado un primer acercamiento a algunos


juegos verbales documentados en el español de México. Después de caracterizar la
noción de juego verbal y de mencionar buena parte del repertorio de técnicas dis-
cursivas que los hablantes emplean en su construcción, determiné circunscribir este
estudio a aquellos datos que se estructuran mediante el uso de rimas consonantes.
Mediante esta decisión metodológica, pude aproximarme a estos datos desde tres
ejes de análisis: su comportamiento como actos de habla, la descripción de su es-
tructura rítmica y la elaboración de algunas observaciones generales en cuanto a su
posible motivación lingüística.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 241-274 ISSN:1139-1146 269


Estructura rítmica y motivación de algunos juegos verbales con rimas en el español de México

En el caso del acercamiento a estos juegos verbales como actos de habla, queda
claro que para comprender a plenitud la naturaleza de estas manifestaciones lingüís-
ticas se debe contemplar que se trata de un fenómeno cuya gestación se da en la acti-
vidad dialógica que se establece entre las personas de manera cotidiana (Lara, 2012);
por ende, se vuelve necesario pensar en la elaboración de trabajos que profundicen
en la dimensión pragmática de estas maneras de decir que constituyen el núcleo de
las tradiciones verbales populares; pues cada juego verbal surge y cobra sentido en
determinadas situaciones de la vida social.
En relación al cómputo silábico y al patrón rítmico de los datos analizados, se
confirma la preeminencia del metro octosílabo como la estructura métrica por ex-
celencia en la tradición popular, como lo demuestra su presencia desde las paremias
medievales (Bizarri, 2014; Pla, 2017); de igual modo, la recurrencia de la rima con-
sonante como técnica discursiva posibilita que estos juegos se vuelvan memorables
gracias a esta figura retórica que permite su repetición, transmisión y conservación
en el imaginario social. De manera que, al igual que el pensamiento metafórico for-
ma parte esencial de nuestra experiencia lingüística (Lakoff y Johnson, 1980), la
expresividad, el dinamismo y la belleza de las figuras literarias que afectan la forma
de la expresión de los signos lingüísticos también participan en nuestros decires co-
tidianos cuya herencia impulsa buena parte de nuestra competencia comunicativa.
Por último, el análisis de la motivación de estos juegos verbales me ha permi-
tido detectar algunas otras técnicas discursivas, como la metáfora, el eufemismo o
la doble lectura, que contribuyen a valorar la complejidad y el ingenio que aflora en
estas prácticas lingüísticas cuya vivacidad, espontaneidad y agudeza son dignas de
reflexión y descripción desde la ciencia del lenguaje.

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Fecha de recepción: 19 de julio de 2019


Fecha de aceptación: 24 de octubre de 2019

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Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

LA INVENCIÓN LINGÜÍSTICA EN LA LITERATURA Y EL


CINE EN LOS SIGLOS XX Y XXI

Leticia Gándara Fernández


Universidad de Extremadura
leticiagf@unex.es

Resumen: Este trabajo presenta un estudio Abstract: This paper presents a descriptive
descriptivo de los proyectos lingüísticos arti- study of artificial linguistic projects cons-
ficiales construidos para la literatura y el cine tructed for literature and cinema in the
en los siglos xx y xxi. Por un lado, se estable- 20th and 21st centuries. On the one hand, it
ce una aproximación a las lenguas inventadas is established an approach to the invented
por J. R. R. Tolkien con el fin de advertir languages of J. R. R. Tolkien in order to ob-
algunos de los principios de su invención lin- serve some of the principles of his linguistic
güística. Por otro, se traza un recorrido por invention. On the other hand, it is traced a
algunos de los proyectos de lenguas artísticas journey into some of the projects of artistic
pensados para el ámbito cinematográfico; languages thought for the cinematographic
entre ellos, se analizan el klingon, el na’vi, field; among them, the Klingon, the Na’vi,
el dothraki, el valyrio, el pársel y el minionés. the Dothraki, the Valyrio, the Parsel and
Finalmente, este estudio permite observar the Minion are analyzed. Finally, this study
qué métodos o criterios han utilizado estos allows us to observe what methods or criteria
inventores de lenguas para elaborar sus es- these language inventors have used to elabo-
quemas lingüísticos y cómo estos se encuen- rate their linguistic schemes and how these
tran irremediablemente influenciados por la are irremediably influenced by the culture to
cultura a la que se asocian. which they are associated.
Palabras clave: lenguas artificiales, lenguas Keywords: artificial languages, artistic lan-
artísticas, J. R. R. Tolkien, literatura, cine guages, J. R. R. Tolkien, literature, cinema

1. INTRODUCCIÓN

El interés por la invención de lenguas artificiales surgió en Inglaterra en pleno


siglo xvii y estuvo estrechamente relacionado con la búsqueda de una lengua per-
fecta. El movimiento de creación de sistemas lingüísticos artificiales ha recorrido

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 275-293 ISSN:1139-1146 275


La invención lingüística en la literatura y el cine en los siglos xx y xxi

desde entonces todas las etapas de la historia, acompañado inevitablemente de una


evolución interna en sus motivaciones y en sus resultados, consecuencia del marco
socio-cultural de cada periodo histórico (Martínez, 2016: 78). Los propósitos que
guiaron la construcción de los primeros esquemas lingüísticos poco tienen que ver
con la finalidad por la que actualmente se siguen diseñando lenguas1. En un ejercicio
de extrema simplificación, Galán (2018a: 75) establece una clasificación de estos
objetivos en tres, que tomamos como modelo para detallar los tipos de lenguas arti-
ficiales y las motivaciones que determinaron su creación, así como algunos ejemplos
de estos diseños:

a) Motivos científicos o filosóficos, como el «deseo de garantizar la trans-


parencia, racionalidad y univocidad de la comunicación científica mediante
nuevos sistemas con proyección universal» (Galán, 2018a: 75). A estos perte-
necen las lenguas denominadas filosóficas o a priori (denominación propuesta
por Couturat y Leau, 1903) que triunfaron en el siglo XVII, aunque con ejem-
plos también presentes en los siglos XIX y XX (cfr. Galán, 2012: 421-425).
Para su elaboración, los autores no basan su estructura en las lenguas naturales,
por considerarlas «instrumentos de comunicación caprichosos, redundantes,
ilógicos, irregulares, plagados de ambigüedades, cambiantes e inestables» (Ca-
lero, 2010: 18). Autores representativos fueron Pedro Bermudo (1653), Atha-
nasius Kircher (1660), George Dalgarno (1661) y John Wilkins (1668).

b) Motivos pragmáticos, laicos (e incluso filantrópicos, como en el caso del


esperanto) que buscan eliminar las fronteras en un espacio internacional (cul-
tura occidental) para favorecer los intercambios comerciales e ideológicos (Ga-
lán, 2018a: 75). Estos diseños, denominados a posteriori por Couturat y Leau
(1903), toman como base las lenguas naturales, vivas o muertas, e intentan
subsanar sus defectos y ambigüedades, con el fin de garantizar un fácil y rápido
aprendizaje. El ejemplo más destacado es, sin duda, el esperanto, desarrollado
por el oftalmólogo Ludwik Lejzer Zamenhof en 1887 con el fin de asegurar la
paz y la unidad entre los pueblos.

c) Motivos artísticos, utópicos, o puramente ficcionales que, partiendo de la


idea de que «la perfección de una lengua reside en su capacidad para reflejar
especularmente la realidad, pretenden sistemas regulares que sustenten socie-
dades perfectas y ecuánimes (utopías) en las que las lenguas sean un potente
1
Para una aproximación a la historia de las lenguas artificiales, véase Couturat y Leau (1903),
Eco (1994) y Calero (1999).

276 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 275-293 ISSN:1139-1146


Leticia Gándara Fernández

motor del cambio social» (Galán, 2018a: 76). Ejemplos destacados de estas
lenguas en la ficción se incluyen en relatos utópicos, tales como Viaje a la Luna
(1657) de Cyrano de Bergerac o Los viajes de Gulliver (1726) de Jonathan
Swift, o distópicos como Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley, 1984 de
George Orwell (1949) o La naranja mecánica (1962) de Anthony Burguess.

En el último grupo de esta clasificación se encuentran también las numerosas


propuestas surgidas en los últimos años en el ámbito de la ficción literaria y, sobre
todo, cinematográfica; entre otros logros, estos proyectos han conseguido difundir
extraordinariamente el fenómeno de la invención de lenguas entre el gran público
(Martínez, 2016: 78) y han generado verdaderas comunidades de hablantes en la
red (por ejemplo, el grupo Dothraki en Facebook tiene más de 10.000 seguidores
y el klingon cuenta con su propio sistema de certificación de nivel en el Instituto de
Lengua Klingon).
Estos diseños se denominan «lenguas artísticas», «lenguas ficcionales»,
«lenguas ficticias», «ideolenguas», «lenguas construidas» o «conlang»2. Con
respecto a su método de construcción, la mayor parte de los inventores de este tipo
de lenguas se apunta al método naturalista. Según Jaén (2017: 10), este consiste
«en inspirarse en las lenguas naturales e imitar sus complejidades, ambigüedades
e irregularidades», algo que no comparten ni con las lenguas a priori ni con las a
posteriori, ya que estas persiguen el propósito contrario.
En el marco de las lenguas artificiales, las lenguas artísticas constituyen una
categoría aparte. David Crystal (1997: 29) establece que estos sistemas se dividen
en: international languages, programming languages, artificial intelligence (AI) y lan-
guages and simplified languages. Conforme a esta clasificación, las autoras Lawrie
Barnes y Chantelle van Heerden (2006) proponen un quinto grupo para las lenguas
ficcionales atendiendo a su función pluridimensional. Destacan que su papel princi-
pal dentro de la literatura es el de crear un mundo ficcional. Por un lado, constituyen
importantes herramientas con las que generar otros mundos, posibles e imaginarios,
de los que forman parte integral; y, por otro, funcionan dentro de dichos universos,
conformando contextos sociolingüísticos, en los que constituyen identidades indi-
2
La palabra conlang es la suma de la primera sílaba de los términos ingleses constructed y langua-
ge. Aparece por primera vez el 29 de julio de 1991 para denominar la lista de correo electrónico en la
que se debatían cuestiones relacionadas con la creación de lenguas. Alrededor de este neologismo se
crearon otros términos, tales como artlang, loglang, engelang, auxlang jokelang, etc. Para traducir el
término conlang al español, Alex Condori propuso en el año 2000 la expresión ideolengua, también
como título de una lista de distribución. Sin embargo, aunque actualmente se aceptan las dos acepcio-
nes, conlang continúa siendo la opción más utilizada, también en la lengua española. De hecho, esta ha
sido aceptada por el Oxford English Dictionary y el Cambridge Dictionary.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 275-293 ISSN:1139-1146 277


La invención lingüística en la literatura y el cine en los siglos xx y xxi

viduales y grupales (Barnes y Heerden, 2006: 102). Así mismo, partiendo de la im-
portancia de estas lenguas como conformadoras de mundos en las obras de ficción,
Moreno Paz señala que estos representan unidades léxicas que aluden a elementos
ficticios en estos universos imaginarios (2016: 817).
J. R. R. Tolkien, por su parte, no considera que el estudio de estas lenguas deba
restringirse exclusivamente a su función en los argumentos de ficción, sino que
apunta la necesidad de examinar detenidamente la evolución real de estos sistemas.
De esta forma, en una de sus cartas de 1967 menciona que las lenguas inventadas tie-
nen dos historias que contar y que, por tanto, ambas deberían tenerse en considera-
ción. La primera de ellas, la «historia externa», se basa en el proceso por el que pasa
el autor en la construcción de su sistema lingüístico; es decir, alude, por ejemplo,
a la elección de las secuencias sonoras que después se utilizan para forjar los nom-
bres. En cambio, la segunda, la «historia interna», consiste en las propias vivencias
imaginarias de sus hablantes, en sus costumbres y culturas, y en cómo las lenguas se
desarrollan en dicho contexto de ficción (Tolkien, 1993: 579). Con todo, conocer
la «historia externa» de las lenguas —en la realidad— puede ayudar a entender la
«historia interna» —en la ficción— de estos diseños lingüísticos.
Ahora bien, para componer la historia interna de estas lenguas es necesario
disponer de un profundo conocimiento de lingüística, lo que sobradamente de-
muestran los creadores de lenguas artísticas. Con respecto a la historia externa, los
autores deben poseer una gran imaginación que les permita construir mundos en los
que recrear culturas insólitas, que resulten cuanto menos curiosas para sus lectores.
No obstante, aunque algunos novelistas de literatura fantástica y de ciencia ficción
idean universos paralelos e imaginarios, con lenguas diferentes a las existentes en el
mundo real, estos no siempre desarrollan su gramática y su léxico. En muchos casos,
tan solo aparecen palabras aisladas o expresiones que se repiten con frecuencia o
que tienen cierta relevancia en el argumento. Por ejemplo, en la novela de ciencia
ficción Consecuencias naturales (1994) de Elia Barceló se simula cómo una especie
de alienígenas habla una lengua artificial, de la que apenas se incluyen vocablos, que
consigue establecer un distanciamiento lingüístico entre estos seres y los humanos
(Gándara, 2016).
En el ámbito cinematográfico, los encargados de diseñar estos sistemas son
lingüistas contratados por las productoras para conseguir determinados efectos en
sus filmes. En este caso, las lenguas alcanzan un mayor grado de complejidad y desa-
rrollo debido a que estas se popularizan entre los seguidores de series y películas. Si
bien es cierto que el éxito de estas se debe en buena parte a su aparición de en la gran
pantalla, pues la recreación de las lenguas inventadas por Tolkien en la adaptación
cinematográfica de El señor de los anillos ( Jackson, 2001-2003) inauguró una nueva

278 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 275-293 ISSN:1139-1146


Leticia Gándara Fernández

era en la historia de las lenguas artificiales diseñadas para el cine. Así, en este trabajo,
en primer lugar, realizamos un repaso por algunos de los principios de la actividad
lingüística de Tolkien en la creación de lenguas; segundo, destacamos cómo estas
traspasan los límites de la ficción literaria y se asientan en los del imaginario cine-
matográfico. Finalmente, proponemos un recorrido por algunos de los proyectos de
lenguas artificiales más importantes construidos para el cine.

2. LA INVENCIÓN LINGÜÍSTICA EN LA LITERATURA


FANTÁSTICA Y DE CIENCIA FICCIÓN

Las lenguas construidas con propósitos artísticos suelen incluirse en obras per-
tenecientes a la literatura fantástica o de fantasía y a la ciencia ficción. El primer
autor que creó una lengua «completa» para un contexto de ficción literaria fue J. R.
R. Tolkien (1892-1973). El filólogo y profesor de la Universidad de Oxford diseñó
más de catorce lenguas para sus novelas con el fin de crear un universo fantástico
poblado por hombres, orcos, enanos, hobbits, elfos y otras criaturas. Dichas lenguas
son el germen del mundo inventado y paralelo que aparece en El hobbit (1937),
El señor de los anillos (1954-5) y El Silmarillion (1977). La invención lingüística
se postula, por tanto, como el punto de partida, por lo que no resulta extraño que
Tolkien señale: «para mí, viene primero el nombre, y luego le sigue la historia»
(Tolkien, 1993: 333). El ciclo mitológico que aparece en El señor de los anillos no
es más que el deseo de su autor de dar a sus lenguas un «hogar» y criaturas que las
hablasen. Afirma, pues, que « las “historias” se crearon más bien para procurar un
mundo para las lenguas que a la inversa» (Tolkien, 1993: 333); por lo que no resulta
extraño que, además de incluir en el relato abundante material lingüístico, Tolkien
confiese:

Habría preferido escribir en «élfico». Pero, por supuesto, una historia como
El Señor de los Anillos ha sido preparada para la imprenta y he dejado en ella
tanto «lenguaje» como pensé que los lectores podrían digerir. (Compruebo
ahora que a muchos les hubiera gustado más). Pero hay abundante material
lingüístico (además de nombres y palabras élficas) incluido en el libro o mito-
lógicamente expresado (Tolkien, 1993: 333).

Las historias que Tolkien recrea en la Tierra Media tienen su origen en su


pasión por el lenguaje. Como filólogo, mostró siempre una gran admiración por
el estudio de las lenguas. Ya en su niñez, su madre le inició al estudio del latín,

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La invención lingüística en la literatura y el cine en los siglos xx y xxi

el francés y el alemán. En el colegio, fue poco a poco aprendiendo otras lenguas


como el griego, el inglés medio y antiguo, el nórdico antiguo, el gótico y el galés
medieval. Aparte de estas, también tenía conocimientos de ruso, sueco, danés, no-
ruego y holandés. Aunque, como el propio autor refiere en sus cartas, los idiomas
por los que él sentía una mayor devoción eran el finés y el galés (Tolkien, 1993).
Ambos fueron —inevitablemente— su fuente de inspiración para la invención de
las lenguas élficas3.
Aunque Tolkien dedicó buena parte de su vida a la construcción de lenguas ar-
tificiales, este mantuvo su afición por la invención lingüística casi como un secreto,
que tan solo descubrió en una conferencia en 19314. Dicho relato se conservó en un
manuscrito titulado “Un vicio secreto”, publicado póstumamente como parte de la
obra Los monstruos y los críticos y otros ensayos (1983). Christopher Tolkien, hijo del
autor, considera este ensayo una pieza única «en el sentido de que tan solo en esta
ocasión singular -según parece- apareció en público y por derecho propio el “mundo
inventado” ante el “mundo académico”» (Tolkien 1998: 7).
Tolkien ideó estos modelos lingüísticos con el fin de satisfacer sus propios gus-
tos personales, especialmente en materia lingüística. De este modo, afirma «estas
“cosas” fueron construidas expresamente para ser únicamente personales, y para
proporcionar una satisfacción privada, no a modo de experimento científico, ni mu-
cho menos aún con la esperanza de tener una audiencia» (Tolkien, 1998: 254). La
suya fue, principalmente, una motivación lingüística, como bien afirma en el prólo-
go a la segunda edición de El señor de los anillos: «primarily linguistic in inspiration
and was begun to provide the necessary background of ‘history’ for Elvish tongues»
(Tolkien, 1965: 7).
En consecuencia, el filólogo elaboró un grupo de lenguas autoconsistentes y
técnicamente convincentes, documentando incluso su origen, evolución y desa-
3
Algunos autores señalaban que su gusto por las lenguas nórdicas, a las que Tolkien prefería
denominar germánicas, provenía exclusivamente de su madre, quien sabía alemán y le dio las primeras
lecciones en esa lengua. Además, él mismo menciona en una carta que a su madre «también le intere-
saba la etimología y despertó mi propio interés por ella; y también por los alfabetos y las escrituras»
(Tolkien, 1993: 571).
4
El título Un vicio secreto fue aprobado por Christopher Tolkien. El título originario del manus-
crito es Un pasatiempo hogareño (con una nota posterior: «En otras palabras: idiomas hechos en casa o
inventados»). Sin embargo, en una carta de 1967, Tolkien hace referencia a su ensayo con este título:
«El pasatiempo de inventar idiomas es muy común entre los niños (una vez escribí un estudio sobre
eso, titulado Un vicio secreto)» (Tolkien, 1993: 569). De Un vicio secreto existe un único manuscrito,
sin fecha ni indicación alguna de la ocasión para la que fue preparada; pero resulta evidente que el
auditorio era una sociedad filológica, y el congreso de esperanto en Oxford al que se hace referencia al
principio del ensayo como ocurrido «hace más o menos un año» tuvo lugar en julio de 1930. Así que
podemos fijar la fecha en 1931 (Tolkien, 1998: 10).

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Leticia Gándara Fernández

rrollo en un mundo ficticio en el que se adaptaban perfectamente, con palabras,


expresiones y breves fragmentos. Para que estas lenguas sobreviviesen, su creador
se encargó de darles una audiencia. El profesor estaba completamente convencido
de que sus lenguas necesitaban personas o, más bien, criaturas que las hablasen.
Solo de esta forma, sus lenguas podrían desarrollarse en un contexto de ficción
de idéntica forma a como lo hacen las lenguas naturales en el mundo real. Con
este fin, esquematiza detalladamente las relaciones históricas y los cambios que
experimentan sus lenguas con el paso del tiempo (Hostetter, 2007: 334). Un he-
cho que no solo le permite caracterizarlas individualmente, sino también trazar
diferenciaciones entre ellas.
Este último aspecto se considera uno de los rasgos fundamentales de la produc-
ción lingüística de Tolkien, hasta el punto de que algunos autores lo han calificado
como el núcleo de su invención (Smith, 2014: 204). Y es que esta distinción permite,
por ejemplo, contrastar la belleza lingüística de las lenguas élficas, pensadas para
trasmitir armonía y agrado, con la lengua negra, prototipo de la fealdad lingüís-
tica, por ser intrínsecamente desagradable (Shippeys, 2000: xiv). Estos contrastes
evidencian, además, la estrecha relación existente entre lengua y cultura en su obra,
pues mientras los elfos cuidan de su lengua como si de una obra de arte se tratara,
los orcos descuidan su lenguaje, deformando las palabras y expresiones propias del
oestron o lengua común5.
Las lenguas élficas, concretamente el quenya y el sindarin, son las más ela-
boradas dentro del legendarium de Tolkien. La primera se caracteriza por ser una
lengua antigua, una especie de «latín élfico», utilizada por los elfos en ceremonias
y en asuntos de canto y de ciencia. En cambio, el sindarin o élfico gris es la lengua
viva que emplean estos sujetos para comunicarse. A ella pertenecen la mayor parte
de los nombres de lugares y seres que encontramos en El señor de los anillos, tales
como Baranduin, Elbereth ‘hacedora de las estrellas’, Gondolin ‘la Roca Escondi-
da’, etc.
Aunque el quenya y el sindarin constituyen diseños lingüísticos diferentes,
ambos derivan de una lengua común; de hecho, Tolkien declara haber introduci-
do deliberadamente una serie de cambios para «darle un carácter lingüístico muy
semejante (aunque no idéntico) al británico-galés» (Tolkien, 1993: 274). Según el
autor, dichas modificaciones obedecen a dos razones: «porque encuentro ese carác-
ter muy atractivo a algunos temples lingüísticos, y porque parece adecuarse al tipo
de leyendas o historias más bien “célticas” que cuentan sus hablantes» (Tolkien,
5
Un ejemplo lo encontramos en el Apéndice F: «En su jerga, tark [tarco], “hombre de Gondor,
era una forma corrompida de tarkil, palabra quenya utilizada en oestron para designar a quien tuviera
ascendencia Númenóreana» (Tolkien, 1987: 130).

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La invención lingüística en la literatura y el cine en los siglos xx y xxi

1993: 274). De tal forma, el sindarin presenta una gran influencia del galés mientras
que en quenya aparecen rasgos propios del finés.
La influencia del finés en el quenya se observa principalmente en la estructura
de los nombres; estos últimos caracterizados por la ausencia de género, sus cuatro
números y su carácter declinativo. Al igual que el latín y el finés, el quenya presenta
casos gramaticales, que a su vez reflejan rasgos propios de esta lengua nórdica. Entre
otros aspectos, en quenya el caso locativo presenta un valor idéntico al del finés, pues
en ambas lenguas se utiliza como equivalente del verbo «tener»; el ablativo signi-
fica ‘de parte de quién’ en ambos sistemas; y el alativo puede emplearse como com-
plemento circunstancial de finalidad y como complemento indirecto en la oración
(cfr. González, 2002). El influjo del finés se observa también en los sufijos posesivos,
agregados al nombre después de la inflexión preposicional (atari-nya ‘mi padre’) y
en el uso de preposiciones y posposiciones, como en pella ‘más allá de’.
Por otro lado, el sindarin, lengua paratáctica con escasas inflexiones, toma del
galés el fenómeno de la lenición o mutación suave, ya esta se produce en casos seme-
jantes a los de la lengua celta, concretamente en posición intervocálica (Hostetter,
2007: 6). Uno de los ejemplos más destacados se encuentra en el fragmento más
extenso de sindarin conservado, conocido como «La Carta del Rey», en la que
Aragorn informa a Sam sobre sus planes de visitar la Comarca. En su carta, Aragorn
escribe: Aragorn Arathornion Edhelham anglenneatha i Varanduiniant erin dolothen
Ethuil («Aragorn, hijo de Arathorn, Piedra de Elfo, se aproximará al puente del Ba-
randuin el octavo día de la Primavera»). La lenición es provocada por i (artículo) en
la palabra Varanduinaiant donde v se suaviza en b dando lugar al término Barandui-
niant, cuya traducción es ‘sobre el río Baranduin (Brandivino)’ (Salo, 2004: 225-6).
La producción artística de Tolkien, además de ser objeto de estudio en dife-
rentes disciplinas, se ha convertido también en una inagotable fuente de inspiración
para los inventores de lenguas de décadas posteriores, especialmente para aquellos
lingüistas que diseñan lenguas para el ámbito cinematográfico. El estudio de estos
proyectos, que han tenido una gran repercusión en la actualidad, nos ocupa en el
siguiente apartado.

3. LA INVENCIÓN LINGÜÍSTICA EN EL CINE EN LOS


SIGLOS XX Y XXI

La aparición de las creaciones lingüísticas de Tolkien en la adaptación cinemato-


gráfica de El señor de los anillos supone un hito importante dentro del movimiento de
creación de lenguas artificiales. Desde entonces, construir una lengua se ha convertido

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Leticia Gándara Fernández

en casi una obligación para todos aquellos que deseen recrear universos imaginarios en
sus filmes cinematográficos o series televisivas6. Generalmente, estas lenguas son tan
insólitas y sorprendentes como las asombrosas y extrañas culturas a las que comple-
mentan. Este hecho permite, según Lozano (citado en Robles, 2016), «potenciar la
identificación del espectador con lo atractivo y lo exótico de razas, culturas y civiliza-
ciones que parecen tan reales como la suya propia». Por tanto, además de aportar una
mayor dosis de verosimilitud a esos mundos paralelos, consiguen despertar la curio-
sidad de su público. En líneas generales, y salvo excepciones, los creadores de lenguas
de las últimas décadas persiguen que sus modelos sean diferentes de los paradigmas
lingüísticos europeos; para ello suelen acudir a lenguas minoritarias o de origen incier-
to, como el vasco, el tagalo o el azteca (Galán, 2009: 127). Por ejemplo, el pársel, in-
ventado por Nolan para Harry Potter (1997-2007), presenta la ergatividad del euskera
y el orden de palabras V-S-O del tagalo (Gándara, 2018a: 167).
Como afirma Lozano (citado en Robles, 2016), los conlangs no son solo ins-
trumentos con los que expandir la experiencia ficcional, sino también contenidos
que nos permiten abrir la puerta a numerosas posibilidades de participación con
la audiencia. Pues la aparición de lenguas artificiales en el cine origina nuevos retos
tanto para actores como para espectadores. Mientras que los primeros afrontan la
ardua tarea de aprender y memorizar lenguas radicalmente distintas a las suyas; los
segundos se enfrentan a la lectura de subtítulos. Este último aspecto es, según Pe-
terson (2015a: 34), un auténtico milagro, pues implica que millones de personas
se muestren partidarias de la lectura de subtítulos, algo a lo que el espectador no
siempre está dispuesto.
A mediados del siglo xx, cuando se inicia este movimiento, las películas y se-
ries empleaban simplemente un vocabulario diseñado ad hoc para los hablantes de
6
También encontramos lenguas artificiales en los videojuegos y en la música. Notables contri-
buciones artísticas son, por ejemplo, los diseños de M.A.R. Barker para los juegos de rol Empire of the
Petal Throne (1974-5). En los videojuegos, destaca el simlish o lengua de los sims (1996); en este caso,
la intención de su autor fue ahorrar en gastos de traducción y evitar que las frases que articulan los sims
en el juego fuesen demasiado repetitivas. Otro ejemplo aparece en The Longest Journey (1999), basado
en una aventura gráfica en la que el participante debe averiguar el significado de los diferentes enigmas
que se plantean para lograr avanzar en el juego. Dichos enigmas aparecen en una lengua artificial de-
nominada alltongue. Como ambientación, también se utilizan otros códigos lingüísticos en Ico (2001)
y Shadow of the Colossus (2018). Por otro lado, en la música, citamos el caso del kobaïano (1969). Se
trata de una lengua creada por el batería y compositor francés Christian Vander para su banda de rock
Magma. El kobaïano es la lengua de Kobaïa, un planeta ficticio inventado por Vander para una “ópera
espacial” cantada en esta lengua construida. Otra creación lingüística en este medio es el loxian (2005),
lengua artificial creada por la escritora y letrista Roma Ryan para el álbum Amarantine (2005) de Enya.
El loxian aparece en tres canciones de este álbum: “Less than a Pearl”, “The River Sings” y “Water
Shows the Hidden Heart”.

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La invención lingüística en la literatura y el cine en los siglos xx y xxi

lugares ficticios (primeros episodios de Danger Man 1960-68) o para las lenguas
que los cineastas no querían reproducir fielmente (Thoroughly Modern Millie 1967).
En este momento, el crear una lengua completa para una nación ficticia era algo im-
pensable. De hecho, la primera vez que aparece un diseño inventado en una serie de
televisión fue en Land of the Lost (1974); en esta, se incluía una lengua llamada paku
o pakuni para una raza entre humano y primate denominados con este mismo nom-
bre. Este hecho cobra cierta importancia por dos motivos. En primer lugar, porque
se trata de una lengua inventada por una mujer, Victoria Fromkin (1923-2000), lin-
güista y profesora en la Universidad de California en los Ángeles. Algo que supo-
ne un hito en el movimiento de lenguas artificiales ya que las mujeres representan
paradójicamente una clara minoría en este ámbito, pese a ser pioneras en el mismo.
No olvidemos que la primera lengua artificial documentada, la Lingua Ignota, fue
construida por la abadesa Hildegard von Bingen en el siglo xii (cfr. Galán, 2018b).
En segundo lugar, porque Fromkin fue la primera lingüista contratada para crear
una lengua para un contexto de ficción. Se inicia así una era en la que cada vez es más
frecuente que las productoras contraten a profesionales del lenguaje para la inven-
ción de lenguas para el cine.
De entre las muchas lenguas construidas para este ámbito, el klingon es uno
de los proyectos lingüísticos que más éxito ha tenido. El nombre de la lengua se co-
rresponde con el de una raza de humanoides del universo de Star Trek, los klingons.
Esta se menciona por primera vez el 23 de marzo de 1967 en «Errand of Mercy»,
un episodio de esta serie televisiva. La segunda alusión al klingon se registra en un
episodio posterior de este mismo año, «The Trouble with Tribbes», cuando uno de
los personajes alude a que parte de los habitantes de su galaxia están aprendiendo a
hablar klingonese. No será hasta el estreno de la primera película, Star Trek: The Mo-
tion Picture (1979) cuando aparezcan algunos diálogos en la lengua de los klingons.
El encargado de esbozar estas primeras palabras fue James Doohan, el actor que pro-
tagonizaba al personaje Montgomery Scott en la serie. El klingon reaparecerá en la
tercera película, Star Trek III: The Search for Spock (1984); aunque para esta produc-
ción ya se decidió que los klingons deberían tener su propia lengua. Esta fue cons-
truida por el lingüista Marc Okrand (1948). En un principio, no se pensó en crear
una lengua completa sino solo aquellos términos necesarios para que los personajes
pudieran establecer diálogos en klingon. Más adelante, dada la aceptación que tuvo
entre sus seguidores, se consideró conveniente dotar a este sistema de una gramática
y un vocabulario propios, que se publicaron posteriormente en diferentes manuales
y diccionarios como The Klingon Dictionary (1992). Su propósito no era otro que el
de idear un sistema lingüístico cuyo sonido fuese diferente a todas las lenguas natu-
rales. Con el fin de dotar a esta lengua de un aspecto alienígena, el klingon presenta

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Leticia Gándara Fernández

el orden de palabras O-V-S (Objeto-Verbo-Sujeto) y una gran variedad de sonidos


graves y guturales, similares a gruñidos. Además, se trata de una lengua aglutinante,
que utiliza afijos para variar el significado de los términos y cuyo léxico se encuentra
estrechamente relacionado con el mundo de la guerra y los insultos7. Algunos de
estos son: P’atagh! ‘pedazo de mierda’; lo’Be Vos, ‘cobarde’; Hab SoSLI’Quch!, ‘tu
madre tiene la frente lisa’; o QI’yaH!, intraducible por ser el peor insulto en klingon.
Si el fuerte carácter de los klingons exigía una lengua que denotara dureza, el
apacible talante de los na’vis requería un sistema con un sonido agradable. Este pro-
yecto, que el lingüista Paul R. Frommer comenzó a elaborar en 2005, está pensado
para los asombrosos seres humanoides de piel azul que habitan en la luna de Pandora
en la película Avatar (dirigida por Cameron en 2009). La finalidad de esta lengua no
es otra que transmitir armonía y belleza al ser escuchada, algo que no resulta extraño
si tenemos en cuenta que los na’vis aparecen caracterizados positivamente. Dado
que se trata de una raza alienígena, dicho sistema presenta también una gran com-
plejidad, pues se pretendía que fuese diferente al resto de lenguas naturales. Algunos
de sus rasgos son: un sistema de siete vocales (a, ä, e, i, ì, o, u); la presencia de con-
sonantes eyectivas (/pʼ, tʼ, kʼ/)8; la aparición de complejos grupos consonánticos,
como en fngap, cuyo significado es ‘metal’; y la posibilidad de que ll y rr funcionen
como núcleos silábicos, como en plltxe ‘hablar’. A diferencia de la mayor parte de
las lenguas naturales, distingue cuatro géneros gramaticales (masculino, femenino,
común y neutro) y su sistema de casos engloba el ergativo, característico del euskera9.
En la misma línea que las anteriores se encuentran las creaciones lingüísticas
elaboradas para la serie televisiva Juego de tronos (2011), basada en las novelas de
fantasía épica Canción de hielo y fuego (1996) de George R. R. Martin (1948). Este
autor no fue el encargado de elaborar las lenguas que hablan los habitantes de los
Siete Reinos de Essos y Poniente, sino que se limitó a incluir una serie de palabras,
principalmente nombres propios, que serán de gran utilidad para el inventor de los
idiomas (cfr. Gándara, 2018a: 201). Este hecho explica que no encontremos diá-
logos completos en este tipo de lenguas en las novelas, pero sí puedan escucharse
en su adaptación televisiva. El encargado de diseñar estos códigos fue el lingüista
estadounidense David J. Peterson (1981).
El dothraki es la lengua propia de los dothraki, un pueblo de nómadas guerreros

7
Galán destaca que el klingon es una «mezcla de yiddish (ingrediente que hace referencia a la
antigüedad adámica) y de japonés» (2007: 66).
8
Aquellas en las que “el aire queda comprimido entre la glotis cerrada y el lugar de articulación
en el tracto bucal y sale al exterior por un movimiento ascendente de la laringe” (Llisterri, 2018).
9
Los principales rasgos gramaticales y léxicos del Na’vi se encuentran en el siguiente enlace:
https://learnnavi.org/.

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La invención lingüística en la literatura y el cine en los siglos xx y xxi

que habitan en las llanuras del Mar Dothraki, en el continente de Essos. El nombre
de la lengua coincide, por tanto, con el del pueblo dothraki, cuyo significado literal
es men who ride, the Dothraki people (Littaver, 2016: 23). Para la elaboración de
este sistema, Peterson parte de las 56 palabras que ya había incluido Martin en las
novelas. Sus esfuerzos se encaminaron a la creación de una lengua que, además de
provocar cierta extrañeza al ser escuchada, denotara dureza (Peterson, 2015b: 25) 10.
El dothraki presenta un total de 27 fonemas consonánticos, entre los que no se
incluyen bilabiales oclusivas ni sordas ni sonoras. Su inventario es el siguiente:

Labial Dental Alveolar Palatal Velar Uvular Glotal


Oclusiva t, d k, g q
Africada dʒ, (t∫)
Fricativa f, v θ s, z ʃ,ʒ x h
Nasal m n n ɲ ŋ ɴ
Aproximante j w
Lateral l
Vibrante ɾ, r

Tabla 1. Inventario fonológico (consonantes) del dothraki (Peterson, 2015b: 92)

Anterior Posterior
Cerrada i
Intermedia e o
Abierta a

Tabla 2. Inventario fonológico (vocales) del dothraki (Peterson, 2015b: 92)

Como puede apreciarse en las tablas anteriores, solo aparecen cuatro fonemas
vocálicos: /a/, /e/, /i/ y /o/. El único elemento vocálico que no se utiliza es /u/; tan
solo se registra en el grupo qu- por iniciativa de Martin, como en Quaro y Jhiqui
(nombres propios). Del mismo modo, destacan una serie de rasgos que conforman
la esencia de este diseño: la fricativa velar sorda [x] (en khal ‘jefe’ o arakh ‘espada
curvada’, símbolo dothraki), la vibrante múltiple [r] (en khalasar ‘horda dothraki’ o
lajasar ‘ejército’), la oclusiva uvular sorda [q] (en qoy ‘sangre’ o qora ‘brazo’), la frica-
tiva glotal [h] (que con frecuencia aparece como [ħ]) (en hrazef ‘caballo’ o mahrazh
‘hombre’) y las consonantes dobles y geminadas (en iffi ‘victoria’ o allayafat ‘compla-
cer’). El autor de la lengua se asegura de que estos sonidos aparezcan asiduamente en

10
En 2014 se publicó el curso Living Language Dothraki, creado por David J. Peterson, en el que
se incluye información referente a la gramática y el léxico de esta lengua.

286 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 275-293 ISSN:1139-1146


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su lengua mediante el uso de una serie de estrategias, entre las que destaca la adición
de afijos. Por ejemplo, Peterson convierte la fricativa velar sorda [x], representada
como kh, en el sufijo derivativo -i(kh), que da lugar a términos como kachrakh ‘oler’,
nesikh ‘conocimiento’, sewafikh ‘vino’, etc. (Gándara, 2018b: 320).
Para Juego de tronos, Peterson también elaboró el alto valyrio, lengua de la Anti-
gua Ciudad de Valyria, que contribuye a la representación de un imperio derruido, ya
que se asocia a la última superviviente de una casa nobiliaria que fue completamente
devastada, Daenerys Targaryen. En las novelas, se introducen algunas palabras y ex-
presiones, tales como valar morghulis ‘todos los hombres deben morir’, valar dohae-
ris ‘todos los hombres deben servir’ o dracarys ‘fuego de dragón’. De nuevo, Peterson
se basó en estos términos para establecer los principales rasgos gramaticales y léxicos
de su conlang. Este se caracteriza por presentar una amplia variedad de nasales y de
alófonos para distintos fonemas con el fin de mostrar un estado de evolución en la
lengua. Su sistema vocálico distingue entre cortas y largas; estas últimas marcadas
con un macrón: ā [aː], a [a]; ē [eː], e [e]; ō [oː], o [o]; ū [uː], u [u]. El sistema
de número se amplía a singular, plural, paucal (para indicar ‘varios’, ‘unos cuantos’;
aparece en hopi, ruso y árabe) y colectivo (designa un grupo como una unidad; car-
acterístico del griego arcaico y el japonés). Como ejemplo, citamos: vala ‘hombre’;
vali ‘hombres’; valum ‘algunos hombres’; y valar ‘todos los hombres’. Nombres y ad-
jetivos se dividen en tres clases, que presentan diferentes terminaciones en función
de los casos gramaticales, y en cuatro géneros basados en los elementos de la natu-
raleza: solar, lunar, terrestre y acuático (cfr. Gándara, 2018a).
Igualmente, hay también ciertos diseños lingüísticos que no adquieren el estatus
de lengua. Algunos autores coinciden en denominar relex a estos sistemas, puesto
que, aunque no se consideran «lenguas», se crean mediante el uso de reglas lingüís-
ticas reales (Olivera, 2015: 58)11. En este cajón de sastre se incluyen construcciones
lingüísticas como el pársel o lengua de serpientes de la saga Harry Potter y la lengua
de los minions, entre otras. El primero no fue desarrollado por J. K. Rowling, autora
de la saga Harry Potter (1997-2007), para su inclusión en esta obra literaria; en los li-
bros, los encuentros entre Harry y las serpientes se describen siempre en lengua ingle-
sa. No hay, por tanto, ninguna muestra de pársel en las novelas, a diferencia de lo que
sucede en las adaptaciones cinematográficas, en las que sí es posible escucharlo. En
concreto, aparece en Harry Potter y la cámara secreta (2002), Harry Potter y el cáliz de
fuego (2005) y las dos partes de Harry Potter y las reliquias de la muerte (2010, 2011).
El encargado de desarrollar los rasgos fonéticos y gramaticales que caracterizan a este
11
El término relex es un acortamiento de relexificación o proceso de sustitución del vocabulario
de una lengua. En el contexto de las lenguas artificiales, este se utiliza en casos en los que se mantiene la
gramática de una lengua natural, pero se sustituye su vocabulario por uno de creación propia.

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La invención lingüística en la literatura y el cine en los siglos xx y xxi

código de serpientes fue Francis Nolan, profesor en la Universidad de Cambridge.


Nolan se enfrentó a un auténtico reto en la construcción de este sistema. El pársel de-
bía: 1) emular los silbidos que emiten las serpientes; 2) ser apropiado y “fácil” de pro-
nunciar para los actores; 3) denotar cierta desconfianza y terror al ser escuchado. Su
finalidad era que todo aquel que no dominase la lengua solo fuese capaz de escuchar
silbidos. Para conseguir este objetivo, Nolan prestó especial atención a la fonética. De
tal forma, encontramos un sistema de tres vocales (a, e, i), con un gran predominio de
la vocal abierta /a/. En cuanto a las consonantes, hay una gran presencia de fricativas,
entre las que destacan la fricativa dental sorda /θ/ (representa th en inglés), la fricativa
postalveolar sorda [ʃ] (como en caixa en portugués o en shower en inglés) y, espe-
cialmente, la fricativa velar sorda /s/. Esta última puede aparecer incluso duplicada o
triplicada. Por otra parte, no hay fonemas bilabiales y sí una gran presencia de conso-
nantes dobles y geminadas, con el fin de alargar lo máximo posible la pronunciación
de los sonidos. Se trata de una lengua tipo V-S-O (Verbo-Sujeto-Objeto), orden de
palabras propio del árabe, el tágalo y el galés. Finalmente, conviene destacar la impor-
tancia del susurro (o pronunciación parentética en voz baja) como elemento funda-
mental en el diseño de este sistema. Pues, según Nolan, solo si modificamos la voz y
pronunciamos con una intensidad mínima, lograremos el efecto deseado en pársel.
Un caso diferente en el marco de las lenguas creadas con propósitos artísti-
cos es el minionés, idioma banana o Minion Gibberish (‘discurso incomprensible o
sin sentido’), compuesto por Pierre Coffin (1967), uno de los directores de las tres
películas de Gru: Mi villano favorito (2010, 2013, 2017) y el spin-off Los Minions
(2015). Los minions son pequeños seres amarillos que han existido desde siempre y
que se caracterizan por haber servido a amos de todas partes del mundo12. Por ello,
tiene sentido que su idioma sea una combinación de palabras internacionales, algo
que afecta lingüísticamente a su cultura, pues su capacidad de habla les permite te-
ner un comportamiento similar al de los humanos (Manoharan y Sang Jones, 2015:
2). El hecho de que las palabras recuerden fonéticamente a las lenguas naturales se
debe a que se trata de un sistema basado en la deformación de términos del francés,
español, inglés, italiano, coreano, japonés y filipino. Por este motivo, no resulta difí-
cil entender algunos de los términos que utilizan en sus diálogos.
4. CONCLUSIÓN

Este estudio nos ha permitido observar cómo la invención lingüística ha que-


dado relegada en la actualidad al terreno de lo estético y al ámbito de los mundos
12
El término minion proviene del inglés y significa ‘secuaz, subalterno’. De ahí que se emplee
para designar a estos personajes ficticios cuya debilidad es servir a los mayores villanos.

288 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 275-293 ISSN:1139-1146


Leticia Gándara Fernández

ficticios llevados al cine (Galán, 2018b: 13). Para los constructores de lenguas de
las últimas décadas, Tolkien constituye un auténtico referente tanto para el diseño
de los rasgos gramaticales y léxicos de sus lenguas como para la construcción de su
imaginario lingüístico. De hecho, George R. R. Martin define a Peterson como uno
de los herederos de Tolkien:

I really have to give David Peterson 95 percent of the credit on the languages.
Tolkien was a world-class linguistic, and even before has writing The Lord of
the Rings, he created not one but two elvish languages. He also created the
language of the dwarves, Westernesse, and Numenor -he loved creating fantasy
languages. His true heir, in that sense, is absolutely David Peterson (Taylor,
2014: 17).

La influencia de Tolkien es evidente, por ejemplo, en el alto valyrio de Peterson,


que recuerda sutilmente al quenya. La lengua de Juego de tronos se presenta como
una especie de alto élfico, una lengua muerta conservada en manuscritos, que da ori-
gen a una extendida familia de lenguas, denominada lenguas valyrias, basada en las
lenguas indoeuropeas; esta recuerda al árbol lingüístico que Tolkien desarrolló en
sus obras mediante el esquema habitual de representación del parentesco de lenguas
del siglo xix.
En suma, conviene establecer una clara distinción entre las creaciones lingüís-
ticas de Tolkien y el resto de lenguas artísticas posteriores. Mientras las primeras
responden a una motivación lingüística, las segundas obedecen a razones artísticas
solo en segundo lugar. Por ello, es posible afirmar que estos últimos diseños cons-
tituyen soluciones a problemas artísticos, no lingüísticos (Gándara, 2018a: 311).
Esto nos permite, además, trazar una diferenciación entre ambos sistemas, no solo
por su método de construcción, sino también por su capacidad para generar cultu-
ras o adaptarse a ellas.
En la obra literaria de Tolkien se observa una estrecha conexión entre lengua y
cultura; ambas diseñadas minuciosamente por parte de su autor. Algo que no ocurre
en el resto de lenguas inventadas posteriormente para el ámbito cinematográfico, en
el que los autores deben construir sus lenguas para culturas impuestas. Este hecho
conlleva que, en algunas ocasiones, presten mayor atención a asociar su invención
lingüística a una determinada cultura, más que al propio diseño de la primera.
Las lenguas construidas desempeñan diversas funciones en las culturas en las
que se integran. Uno de sus principales cometidos es complementar los universos
ficcionales de los que forman parte, en los que deben funcionar de manera idéntica
a como lo hace una lengua natural en el mundo real. Dentro de este ámbito ficcio-

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 275-293 ISSN:1139-1146 289


La invención lingüística en la literatura y el cine en los siglos xx y xxi

nal, estos sistemas pueden contribuir a la construcción de entidades individuales o


grupales. Con respecto al primer caso, entre las lenguas mencionadas en este trabajo,
destaca el caso del pársel en Harry Potter. Aunque no se trata de una lengua comple-
ta, su inclusión en los filmes refuerza la caracterización del personaje de Lord Volde-
mort y ayuda a la configuración de un entramado cultural estrechamente vinculado
a las serpientes. En cuanto a las identidades grupales, en el caso del klingon y el na’vi,
las lenguas construidas facilitan la conformación de colectivos alienígenas. Mientras
que la primera permite distinguir a los klingon como una raza guerrera distinta al
resto de seres del universo de Star Trek, la segunda diferencia de los humanos a los
enormes seres de piel azul que habitan en la luna de Pandora. En ambos casos, di-
chas especies alienígenas no solo poseen sus respectivas costumbres y creencias, sino
también sus propias lenguas.
Finalmente, en el caso del dothraki, observamos cómo dicha lengua se convier-
te en un rasgo distintivo de un pueblo salvaje dentro del universo ficticio recreado
en Juego de tronos. Su vínculo con el mundo de los equinos, el saqueo y la violen-
cia implica que su lengua albergue un gran número de términos para referirse a los
caballos, a las armas y a la guerra. En contraposición, el alto valyrio se asocia a la
última superviviente de una casa nobiliaria; por ello, se pensó en un sistema cuyo
aspecto evocase una verdadera lengua antigua. Las diferentes variedades dialectales,
que conforman la familia de las lenguas valyrias, que muestran las Nueve Ciudades
Libres del continente de Essos no solo originan una diversidad lingüística en un
contenido de ficción, sino que representan los últimos vestigios de lo que tiempo
atrás fue un gran imperio.
En resumen, el hecho de que los autores se muestren más interesados en es-
tablecer asociaciones entre la lengua y la cultura impuesta en las obras que en la
propia elaboración del sistema lingüístico supone que estos descuiden voluntaria o
involuntariamente su proceso de creación. Una imprudencia que a menudo da lugar
a ciertas irregularidades y a una falta de sistematicidad evidente en la construcción
de los rasgos gramaticales y léxicos de estas lenguas. Esto contrasta con las cuidadas
creaciones lingüísticas de Tolkien; pues aunque suponen el origen del movimiento
de creación de lenguas artísticas, en absoluto se asemejan a los proyectos de lenguas
con fines estéticos de los siglos xx y xxi.

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Fecha de recepción: 8 de diciembre de 2018


Fecha de aceptación: 3 de mayo de 2019

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 275-293 ISSN:1139-1146 293


Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

VIDA SOCIAL EN EL REINO DE GRANADA A TRAVÉS DE


SUS ARABISMOS (1491-1621): (AL)GUADOC, AZALÁ, LEILA,
MACABER*

Inmaculada González Sopeña


Universidad de Granada
isopena@ugr.es

Resumen: Este estudio se centra en el análi- Abstract: The objective of this study is focu-
sis histórico de cuatro arabismos caracterís- sed on the analysis of four characteristic Ara-
ticos del reino de Granada desde finales del bisms of the Kingdom of Granada from the
siglo xv hasta principios del siglo xvii: (al) end of 15th until the beginnings of the 17th
guadoc, azalá, leila y macaber. Para ello, par- century: alguadoc, azalá, leila and macaber.
timos de un corpus de estudio compuesto por To do that, a base corpus composed by mu-
documentos municipales y administrativos nicipal and administrative documents linked
geográficamente vinculados al antiguo reino. to the ancient Nasrid Kingdom has been ela-
El volumen de léxico de origen árabe que par- borated. The volume of Arab origin lexicon
te de dicha región durante al menos un siglo that departs from the said region is clearly di-
tras su reconquista, se presenta claramente fferentiated from other peninsular areas. The
diferenciado del de otras zonas peninsulares. reasons that motivate the maintenance and
Las razones que motivan el mantenimiento introduction of this kind of lexicon can be
e introducción de este léxico se encuentran found in the transfer of some Nasrid admi-
en el traspaso de ciertas instituciones admi- nistrative institutions to the new Christian
nistrativas nazaríes al nuevo orden cristiano order and in the presence of Moorish popu-
y en la presencia de población morisca hasta lation until the 17th century.
el siglo xvii. Keywords: Arabisms, lexicography, King-
Palabras clave: arabismos, lexicografía, reino dom of Granada, Muslim ceremonies and
de Granada, ceremonias y ritos musulmanes rites

El presente trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de referencia FFI2017-83400-P


*

(MINECO/AEI/FEDER, UE).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 295-313 ISSN:1139-1146 295


Vida social en el reino de Granada a través de sus arabismos (1491-1621): (al)guadoc, azalá, leila, macaber

1. INTRODUCCIÓN

La variedad de español desarrollada en el reino de Granada se caracteriza, des-


de un punto de vista léxico, por la abundante presencia de arabismos. En este trabajo
presento un análisis histórico de cuatro arabismos que cuentan con mayor uso o
pervivencia en este territorio: (al)guadoc, azalá, leila y macaber. Para alcanzar dicho
objetivo se parte de un corpus de documentos vinculados a la vida municipal y ad-
ministrativa adscritos geográficamente a los antiguos territorios que conformaban el
antiguo reino nazarí, es decir, las actuales provincias de Málaga, Granada y Almería.
Se trata, pues, de un estudio léxico vinculado a la historia de las instituciones
administrativas que permite atestiguar voces características del reino de Granada.
Además, el conjunto de voces analizadas a través de los textos puede enmarcarse
dentro de un campo léxico-semántico específico: realidades que atañen y parten del
mundo musulmán y que encuentran continuidad durante al menos un siglo tras la
firma de las Capitulaciones (1492).
Brevemente, la estructura seguida en el presente estudio se divide en las si-
guientes secciones: 1) en primer lugar, se establece el marco teórico y metodológico
empleado en nuestro análisis; 2) en segundo lugar, se describe el corpus de estudio
confeccionado con una serie de documentos geográficamente adscritos al reino de
Granada; 3) el análisis del léxico seleccionado constituye el núcleo del tercer apar-
tado de este trabajo; 4) finalmente, se ofrecen unas conclusiones con respecto al
análisis léxico mencionado anteriormente.

2. MARCO TEÓRICO Y METODOLÓGICO

El final del siglo XV en el antiguo reino nazarí se presenta como un momento


históricamente convulso. El dominio musulmán ejercido en este enclave geográfico,
que se prolongó ocho siglos, dejó una huella en el léxico del español1, especialmente
en el reino de Granada. Tal hecho permite establecer la variedad lingüística allí desa-
rrollada como claramente diferenciada del resto de variedades peninsulares.
Uno de los rasgos que diferencia esta variedad es la presencia de un volumen
importante de arabismos en comparación con la tendencia de pérdida de este tipo
de léxico que se observa en el resto de las zonas hispanoparlantes. De entre los es-

1
El léxico de origen árabe en español es uno de los más ricos y ha merecido la atención de nume-
rosos estudios. Sin embargo, a pesar de la amplísima bibliografía existente, no existen estudios exhaus-
tivos que partan de un corpus de documentos representativo para su estudio en el reino de Granada
(González Sopeña, 2019:24).

296 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 295-313 ISSN:1139-1146


Inmaculada González Sopeña

casos estudios en los que se analiza el fenómeno de pérdida léxica de arabismos en


español, destaca el de John Walsh (1967). En su estudio, se sistematizan varias cate-
gorías de pérdida, pero, además, se ofrecen datos acerca del mantenimiento de mu-
chos términos de origen árabe casi exclusivamente circunscritos al reino de Granada
en el siglo xvi (Walsh, 1967: 314-340)2.
Las razones que explican el mantenimiento de este tipo de léxico se encuentran
en dos hechos fundamentales: 1) por un lado, al traspaso de instituciones admi-
nistrativas heredadas del reino nazarí y 2) por otro lado, la presencia de población
morisca en el reino de Granada hasta principios del siglo xvii.
Partimos, por tanto, del postulado básico de la lingüística externa que vincu-
la los cambios históricos con los cambios léxicos (Dubois, 1962; Baldinger, 1985;
Lapesa, 1985). Se trata de un estudio sobre cambios léxicos focalizado en uno de los
mecanismos más importantes que se incluyen dentro del fenómeno de la neología:
los préstamos léxicos. Concretamente, préstamos de la lengua árabe.
La historia política y social que se desarrolla en el marco cronológico escogido
es decisiva para el estudio del léxico de origen árabe. Las Capitulaciones firmadas en
Santa Fe en 1492 garantizaban a los musulmanes la conservación de sus bienes y la
libertad religiosa (González Jiménez, 2000). No obstante, a finales del siglo xv se
iniciaron las labores de evangelización dirigidas por la Corona. El arzobispo fray
Hernando de Talavera, confesor y consejero de la reina, destaca por su tacto y por su
respeto hacia la comunidad musulmana. En contraste, el cardenal Jiménez de Cis-
neros puso en práctica «la empresa de conversión forzosa» (Domínguez Ortiz y
Vincent, 1978: 19), dirigida hacia los seguidores del islam. El fin último de todas las
medidas adoptadas desde los primeros años del seiscientos tuvieron como objetivo
eliminar cualquier elemento árabe de la península ibérica. Al mismo tiempo, desde
un punto de vista administrativo, es posible documentar el traspaso de instituciones
de origen nazarí al nuevo orden cristiano, especialmente en materia fiscal (Galán
Sánchez y Peinado Santaella, 2006: 211).
A pesar de las múltiples medidas adoptadas desde el siglo xvi hacia la comuni-
dad morisca, como la obligación de ir a misa, o la obligación de mantener las puertas
abiertas, «se puede decir que la mayoría de los moriscos hispanos se acogieron a la
taqiyya3» (Barrios Aguilera, 2002: 228). Debido a ello, los documentos selecciona-
dos registran muchas prácticas musulmanas en un contexto de persecución y castigo
hasta que se decretó la expulsión general de los moriscos a principios del siglo xvii.
2
El estudio de la pérdida léxica, junto con los consecuentes procesos de sustitución a que da lu-
gar, continúa siendo un aspecto poco tratado en las actuales investigaciones sobre la historia del léxico
español (Cano Aguilar, 1993; Giménez Eguíbar, 2011; Dworkin, 2012).
3
Esta práctica consistía en fingir la adopción de la fe católica.

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Vida social en el reino de Granada a través de sus arabismos (1491-1621): (al)guadoc, azalá, leila, macaber

3. EL CORPUS DEL REINO DE GRANADA

El corpus de estudio elaborado parte de documentos vinculados geográfica-


mente con los territorios del antiguo reino de Granada, previamente editados por
historiadores y paleógrafos. A nuestro juicio, dicha documentación merece más
atención entre los historiadores de la lengua y lexicógrafos.
Desde la década de los 90, se ponen en marcha numerosos proyectos de
corpus textuales que atendieron a parámetros alejados de lo meramente litera-
rio (Sánchez Prieto 1991; Fontanella 1993; Corpus diacrónico de documentación
malagueña [CODEMA]; Corpus del español del reino de Granada [CORDERE-
GRA], entre otros). De tal forma, este trabajo se inserta en dicha línea de investi-
gación. Entre los textos seleccionados para el análisis de los arabismos propuestos
se encuentran visitas inquisitoriales, una crónica histórica, capitulaciones y do-
cumentos de diversa naturaleza vinculados a la administración de los distintos
territorios granadinos4.
La línea temporal de los documentos seleccionados comienza en 1491 y termi-
na en 1621. El formato con el que se presentan las citas más representativas para el
estudio de cada arabismo se inspira en los propuestos por López Vallejo (2013) y el
Diccionario histórico del español de Canarias (DHECan, 2013).
Para completar el análisis, se han empleado corpus de control que nos permi-
ten garantizar que el léxico seleccionado no cuenta con presencia en los grandes
corpus de español general desde un punto de vista tanto diacrónico como sin-
crónico: el Corpus diacrónico del español (CORDE), el Corpus del Nuevo diccio-
nario histórico del español (CNDHE) y el Corpus de referencia del español actual
(CREA). Asimismo, se han consultado distintos corpus y recursos lexicográficos
con el objeto de comprobar si existen ejemplos medievales de los términos (Alon-
so, 1986; Müller, 1987; Diccionario de documentos alfonsíes [DEDA], 2000, etc.) o
huellas dialectales actuales en las provincias que conformaban el reino de Granada
(Diccionario del español actual [DEA], Corpus del español de Mark Davies [CdE],
Atlas Lingüístico y etnográfico de Andalucía [ALEA], Tesoro léxico de las hablas
andaluzas [TLHA]).

4
La clave bibliográfica empleada en las citas del corpus, así como la referencia completa de la
selección documental, se desglosa en las referencias bibliográficas.

298 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 295-313 ISSN:1139-1146


Inmaculada González Sopeña

4. ESTUDIO LÉXICO

4.1. (Al)guadoc, guadoc, guado

Corriente (1999) recoge el arabismo alguadoc como un término ritual islámi-


co. Este término proviene del ár. clás. alwaḍū’5. No obstante, no existen más regis-
tros lexicográficos de esta voz en los diccionarios consulados (Guadix, 1593 [2005];
Eguílaz, 1886 [1974]; Müller, 1987; Alonso, 1986; DHLE, 1960-1996; DEDA,
2000; DPA, 2002). Únicamente, el diccionario de Terreros y Pando (1787) incluye
guadoc como ‘ceremonia que usan los moros, lavándose’.
Tampoco existen ejemplos documentales para este arabismo en los corpus
académicos (CORDE, CNDHE), excepción hecha de un documento de 19016. A
pesar de tal ausencia, los documentos del reino de Granada atestiguan este ritual
islámico en numerosas ocasiones como a continuación se muestra:

1568 (2006), Inquisición, p. 114: Ysabel Pere, morisca, vezina del lugar de Al-
macharavieja. Porque tratando con otras personas que agora se avía de vestir a
la castellana y se avía de confesar y comulgar […] Y hizo el guadoc y la çala de
los moros. 1574 (2002), BarriosAguilera, p. 240: la dicha persona le avia en-
señado a hazer el guado y la çala y dichole que hera bueno para yrse los moros
al cielo y ansi avia hecho el guado labandose las manos, cara, brazos, piernas,
partes vergonçosas detras y delante y otras partes del cuerpo y luego se ponia
camisa limpia y acudia con los demas moros a la yglesia de Purchena a hazer la
çala. 1584 (2002), BarriosAguilera, p. 239: estando en el castillo de Purchena
levantada, hizo el guado y çala y comio carne en viernes y ayuno el ayuno del
Ramadan7 y se llamo por nombre de mora Ayza. 1600 (2015), Rebelión, p.
1054: En lugar de los menftís8y de los sectarios alfaquís9 y de sus guadores10 y
5
La etimología propuesta por Corominas, basada en la raíz ár. {wd’}, resulta inválida (Corriente
2008, s.v.).
6
«O que hayan hecho el Guadoc» 1901, Pascual Boronat y Barrachina, Los moriscos españoles y
su expulsión (CNDHE).
7
La práctica religiosa del ayuno del Ramadán, junto con el guadoc y el azalá sintetizan la vida
religiosa de los moriscos en el reino de Granada (Barrios Aguilera, 2000: 360).
8
Los monfíes eran moriscos bandidos dedicados a asaltar zonas de Andalucía tras la reconquista
cristiana (Corriente, 1999, s.v.).
9
Los alfaquíes eran musulmanes sabedores de la ley islámica (DLE, 2014, s.v.).
10
La forma pluralizada de guadoc que se observa en el documento (guadores) responde a una
adaptación atendiendo a los morfemas propios que la lengua española tiene para la formación de plu-
rales (-s, -es). La terminación en -c de guadoc no es propia del español; en este caso, se ha optado por

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 295-313 ISSN:1139-1146 299


Vida social en el reino de Granada a través de sus arabismos (1491-1621): (al)guadoc, azalá, leila, macaber

zalaes, cobraste arzobispos santos, sacerdotes y religosos celosos de la verdadera


fe. 1620 (2006), Inquisición, p. 438: Y que ayunando los dichos moros, que
son los que viben con ella, el ayuno del Ramadán, les vino y reprehendió que
cómo no cunplían con su setha, pues aviendo ayunado no hacían el guadoc y
zala, tiniendo obligaciones para ello.

El guadoc hace referencia a un ritual lavatorio islámico cuya finalidad era la


purificación. Como definición, se propone la siguiente: ‘práctica religiosa islámica
que consistía en lavar diversas partes del cuerpo antes de la oración’.
En algunos de los ejemplos se especifica el modo y el orden en el que se lavaban
las partes del cuerpo: «avia hecho el guado labandose las manos, cara, brazos, pier-
nas, partes vergonçosas detras y delante y otras partes del cuerpo y luego se ponia
camisa limpia», 1574. Además, durante este ritual lavatorio se recitaban oraciones
y el agua no podía ser calentada (Barrios Aguilera, 2000: 361).
La práctica del (al)guadoc fue usada habitualmente por la Inquisición como
motivo para castigar y perseguir a los moriscos11 ya que, a pesar de estar prohibido en
el nuevo orden cristiano, se siguió practicando entre mudéjares y moriscos de forma
clandestina (Viguera Molins, 2000: 415).
El arabismo guadoc ha pasado desapercibido en casi la totalidad de obras lexi-
cográficas y en los corpus académicos. Sin embargo, las investigaciones históricas
atestiguan profusamente la práctica de este ritual islámico. Actualmente, no existen
ejemplos documentales en el CREA ni en el CdE (2016), tampoco se registra en el
DEA (2011).

4.2. Azalá, açalá, çalá, zalá

El término azalá proviene del ár. hisp. aṣṣalá, y este del ár. clás. ṣalāh, del ara-
meo ṣělo/ūtā, a través del acadio ṣul(l)û (Corriente, 1999, s.v.). El diccionario aca-
démico lo define como ‘entre musulmanes, oración’ (DLE, 2014, s.v.). La primera
documentación de azalá aparece con la variante açala en el siglo XIV (Maíllo Sal-
gado, 1991: 292)12.

una consonante de transición -r-, a la que se añade el morfema -es. Este tipo de adaptaciones reflejan un
nivel de integración total del arabismo en la variedad de español desarrollada en el reino de Granada.
11
Un estudio sobre las visitas inquisitoriales en el siglo xvi en Málaga describe como las penas
económicas impuestas por la práctica de tal ritual suponía el 20% de todas las cargas fiscales que sufría
la población morisca (Colosia Rodríguez, 1986: 338).
12
«Et non fagan açala en pos de ninguno dellos», s. xiv, Leyes de Moros (Maíllo Salgado, 1991:
292).

300 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 295-313 ISSN:1139-1146


Inmaculada González Sopeña

Durante el siglo xv se documenta el arabismo azalá en varios textos más:


las Danzas de la muerte (1400)13, el Breviario çunní (1462)14 o el Tratado jurídico
(1440-1460)15. Existe algún ejemplo documental asimismo en el siglo xvi en cróni-
cas históricas16 vinculadas al reino de Granada incluidas en los corpus académicos.
Otro texto anónimo de 1600 (Relatos moriscos) documenta de forma abundante
dicho arabismo (CNDHE)17.
A pesar de la escueta nómina de ejemplos, el corpus elaborado ofrece nume-
rosos casos para este arabismo a lo largo de todo el siglo xvi y del primer tercio del
siglo xvii, como se proporciona seguidamente:

1491 (1969), Mudéjares.Cas., p. 174: e non les mandarán quitar sus algimas e zu-
mas, e almúedanos e torres de los dichos almuédanos, para que llamen a sus aza-
laes […] e que sean juzgados por su ley xaraçina con consejo de sus alcadís, segund
costumbre de los moros. 1492 (1992), Capitulaciones, p. 273: Yten es asentado e
concordado que sus altesas e sus descendientes para syempre jamás dexarán biuir
al dicho Rey muley baudili e a los dichos alcaydes, e alcadís, e sabios, e moftíes,
alfaquíes, e alguasiles [...] e almuédanos e torres de los dichos almuédanos para
que llamen a sus açalaes. 1492 (1993), GranadaConquista, p. 268: […] e segund
los padrones que los dichos alguasyles moros tienen dado con juramento para
la dicha paga, contando todos los alguasyles e alfaquies e todos los que son en
hedad de haser açala, porque todos son e entran en la dicha obligaçion. 1499
(1969), MudéjaresCas., p. 230: Desde el dia de Nuestra Señora aca no han lla-
mado ni se ha oydo cosa del mundo en la mezquita […] e en avernos traydo las
tronpetas e añafiles con que llamavan a la zala y ser convertidos los que llamavan.
1538 (2000), RíoAlmería, p. 318: E más vido este testigo que los que los dichos
cadís e alfaquíes de la dicha mezquita vendían en cada viernes de la semana, en
saliendo de la çalá los remanientes e sobras de aguas que sobravan del campo,
aviendo tomado dellas lo que cada uno tenía por sus oras. 1538 (2000), RíoAl-
mería, p. 322: siendo este testigo moro, e en ella entró muchas e diversas vezes a
oir la zalá, e que se acuerda aver oido nombrar e decir a los moros viejos. 1538
13
«Dise la Muerte: [al alfaquí] Benit vos amigo dexar el zalla», 1400, Danzas de la muerte
(Maíllo Salgado, 1991: 292).
14
«Con doçe cosas se cumple el açala», 1462, Yçe de Chebir, Breviario çunní (Maíllo Salgado, 1991: 292).
15
«De fazer el alwadu fasta que fara assala», 1440-1469, Tratado jurídico (CNDHE).
16
«Que todos los moros Alfaquíes o Almutanes llamaban al Zalá á muy grandes voces», h.
1513, Bernáldez, Historia de los reyes Católicos (Maíllo Salgado, 1991: 292); «hacían la azalá y el gua-
do», c. 1550, Alonso de Santa Cruz, Crónica del Emperador Carlos V (CNDHE); «y vestir para ir a
la mezquita mayor a ver el azalá», 1595, Ginés Pérez de Hita, Guerras civiles de Granada (CNDHE).
17
«Torna i fes l’assala, ke tú no as fecho assala», 1600, Relatos moriscos (CNDHE).

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Vida social en el reino de Granada a través de sus arabismos (1491-1621): (al)guadoc, azalá, leila, macaber

(2000), RíoAlmería, p. 327: Y que la otra parte de agua que avía dotado para
reparo de los dichos muros, la pudiesen vender e vendiesen en aguacasen en el día
de viernes de cada semana, que era fiesta entre moros, en saliendo que saliesen de
hazer la zalá e cogiesen el dicho valor para el reparo. 1538 (2000), RíoAlmería,
p. 328: en saliendo de la zalá vendían e vendieron la parte de agua que ansí avía
dado e instituido el dicho moro Ajerín para el reparto de los dichos muros. 1561
(2006), Inquisición, p. 83: Contra Diego el Çurgeni, morisco, vezino de Sorbas
se hizo proceso, porque estado con los moros hizo la çalá y rezó oraciones de
Mahoma y dixo que era moro. 1561 (2006), Inquisición, p. 95: Hizose proceso
contra Luis Muñoz, morisco, vezino de Oria. Porque se halló apedreada una cruz
que estava cerca de una casa y porque hizo el çala. 1569 (2006), Inquisición, p.
114: Ysabel Pere, morisca, vezina del lugar de Almacharavieja. Porque tratando
con otras personas que agora se avía de vestir a la castellana y se avía de confesar y
comulgar […] Y hizo el guadoc y la çala de los moros. 1574 (2002), BarriosAgui-
lera, p. 240: la dicha persona le avia enseñado a hazer el guado y la çala y dichole
que hera bueno para yrse los moros al cielo y ansi avia hecho el guado labandose
las manos, cara, brazos, piernas, partes vergonçosas detras y delante y otras par-
tes del cuerpo y luego se ponia camisa limpia y acudia con los demas moros a la
yglesia de Purchena a hazer la çala. 1581 (2006), Inquisición, p. 194: Confesó
tanbién aver estado en la sierra en el tiempo del alçamiento y que dixo las pala-
bras que los otros dezían y que no se acuerda della, pero que no hizo zala por-
que criava aunque lo vido hazer a otros. 1584 (2002), BarriosAguilera, p. 239:
estando en el castillo de Purchena levantada, hizo el guado y çala y comio carne
en viernes y ayuno el ayuno del Ramadan y se llamo por nombre de mora Ayza.
1585 (2006), Inquisición, p. 274: Y desde su cama oya el testigo como se baziava
agua por la sala y de alli a poco se entrava a acostar, y con solo esto el testigo tuvo
mala sospecha della por ser morisca, y aver oydo dezir que los moriscos hazen el
zala y guadó usando de lavatorios. 1600 (2015), Rebelión, p. 587: Que no con-
sentirán que los cristianos entren en las mezquitas de los moros donde hacen su
zalá, sin licencia de los alfaquíes. 1600 (2015), Rebelión, p. 605: y se lavaban, y
hacía la zalá en sus casas, a puerta cerrada. 1600 (2015), Rebelión, p. 693: Luego
se subió uno de los monfíes a lo alto de la torre y arbolando una bandera morisca
pregonó la secta de Mahoma, como cuando los moros llaman a su oración o zalá.
1600 (2015), Rebelión, p. 995: Llegó la gente a Ugíjar, donde hallaron muertos
algunos soldados y bagajeros que habían quedado enfermos en el hospital, que
estaba en una mezquita que los moros habían hecho de nuevo para su zalá. 1600
(2015), Rebelión, p. 1054: En lugar de los menftís y de los sectarios alfaquís y de
sus guadores y zalaes, cobraste arzobispos santos, sacerdotes y religosos celosos de

302 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 295-313 ISSN:1139-1146


Inmaculada González Sopeña

la verdadera fe. Princ. S. XVII (2002), BarriosAguilera, p. 240: que siendo como
es el dicho su padre christiano bautizado, haçia y usava de zeremonias de moro
como son hazer la zala, tendiendose en una estera de espartoque tienen para el
dicho efeto en el suelo. 1621 (2006), Inquisición, p. 438: Y que ayunando los
dichos moros, que son los que viben con ella, el ayuno del Ramadán, les vino y re-
prehendió que cómo no cunplían con su setha, pues aviendo ayunado no hacían
el guadoc y zala, tiniendo obligaciones para ello.

El tratamiento lexicográfico que ha tenido el arabismo azalá ha sido bastante


desafortunado. Covarrubias (1611) s.v. çalá confunde la oración de los musulmanes
con una ceremonia: ‘cierta ceremonia que hazen los moros, que vale tanto como
hazer reverencia, venerar y adorar’. Una definición similar se observa en Autoridades
1739 s.v. zala: ‘la adoración o reverencia que hacen los moros a Dios’. Esta definición
se corrige a partir del DLE 1817 por ‘oración’, que se mantiene hasta la versión más
actual del diccionario académico18.
Las antiguas definiciones aducidas «encierran desconocimiento e ignorancia
con respecto al islam» (Maíllo Salgado, 1991: 293). El DCECH s.v. azalá resulta
impreciso al anotar que es una voz moderna por estar presente en el Duque de Rivas
(DHLE, 1933-1936, s.v.), si se tiene en cuenta toda la documentación medieval y
moderna ofrecida.
Actualmente, el arabismo azalá es un tecnicismo perteneciente o relativo a la
religión musulmana19 (DEA, 2011, s.v.), que puede aparecer en la literatura científi-
ca de corte histórico y religioso20.

4.3. Leila, leyla

El arabismo leila proviene del ár. hisp. láyla, y este del ár. clás. laylah ‘noche’
(Corriente, 1999, s.v.). El diccionario académico define esta voz como ‘fiesta o baile
nocturno entre moriscos’ (DLE, 2014, s.v.). Aunque algo dudosa, la primera docu-

18
El DLE 1780 s.v. zalá proporciona una frase marcada como ‘vulgar’: hacer la zalá. Este dicho
se aplica a la persona que pretende cortejar a alguien o quiere conseguir alguna cosa. La marca ‘vulgar’
se cambia por la de ‘familiar’ a partir de la edición de 1832. La última edición opta por la marca de
‘coloquial’.
19
El CdE (2016) ofrece bastantes ejemplos de este tipo: «el musulmán, al terminar su azalá u
oración, que se hace cinco veces al día», <www.nurelislam.com/libros/Realidades/scr/cap3_5.html>.
20
«Del mismo que la azalá marca el ritmo del día», 1995, Francisco Díez de Velasco, Hombres,
Ritos, Dioses; «Mas, no queriendo tan de pronto rematar la azalá del véspero», 1929, Salvador Gon-
zález Anaya, La oración de la tarde (CNDHE).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 295-313 ISSN:1139-1146 303


Vida social en el reino de Granada a través de sus arabismos (1491-1621): (al)guadoc, azalá, leila, macaber

mentación tal vez se remonte a un texto de 1400 con la variante layda21. Hacia 1400
la voz layda se documenta como ‘fiesta’, si bien «se trata de la fiesta musulmana por
excelencia, de la ruptura del ayuno de Ramadán» (Maíllo Salgado, 1991: 338)22.
Esta variante parece estar más próxima a la forma etimológica árabe, sin embargo,
no encuentro más ejemplos de ella.
Tampoco existen ejemplos medievales según nos muestran las fuentes lexico-
gráficas consultadas (Alonso, 1986; DEDA, 2000; DPA, 2002). Los corpus acadé-
micos documentan la forma leyla a partir de 1600 en el mismo texto que se incor-
pora al corpus granadino elaborado (Rebelión y castigo...). Por su parte, el DCECH
data este arabismo en 1600 en Juan de la Cueva.
El tratamiento lexicográfico de esta voz en los siglos xvi y xvii es igualmente
pobre23. La lexicografía académica registra el término desde el DLE 1884 s.v. leila,
forma que ha quedado como estándar. La misma definición se observa en Eguílaz
(1886 [1974]) s.v. leila.
El corpus granadino amplía la escasa documentación existente, con las formas ma-
yoritarias leila y leyla. Los ejemplos que se presentan a continuación están siempre vin-
culados a las costumbres y rituales moriscos como prácticas a perseguir y castigar, espe-
cialmente desde el reinado de Felipe II (Brisset Martín, 1987; Barrios Aguilera, 2000):

1560 (2002), BarriosAguilera, p. 242: Alonso Xuárz, por haberse hecho leyla
en su casa para çirta boda. Misa y mil maravedís. 1561 (2006), Inquisición, p.
39: Y siempre que ay zambra24 ay leyla. 1561 (2006), Inquisición, p. 39: Sebastiá
de Rojas. Por aver hecho zanbra y leila en su boda. Misa y mill maravedís. 1561
(2006), Inquisición, 40: Ysabel Rodríguez. Por cantar en leylas. Misa y dos du-
cados. 1561 (2006), Inquisición, p. 40: Francisco Alonso. Por aver tañido a la
morisca en muchas zanbras y leylas contra lo que está prohibido. 1561 (2006),
Inquisición, p. 40: Alonso Omar. Por aver hecho zanbra y leylas en su boda. Misa
y tres ducados. 1561 (2006), Inquisición, p. 40: Luysa de Escalante. Por cantar
en las leylas. Misa y quatrocientos maravedís. 1561 (2006), Inquisición, p. 41:
Por tañer atavalejos en zanbras y leylas. 1561 (2006), Inquisición, p. 41: Por aver
hecho zanbras y leylas en su boda. 1561 (2006), Inquisición, p. 41: Por tañer en
las zanbras y leylas. 1561 (2006), Inquisición, p. 51: Pedro de Mendoça, zanbre-

21
«En meca nin en layda y non estaredes, comiendo bunnuelos en alegria», 1400, Danzas de la
muerte, en Maíllo Salgado (1991: 338).
22
Zerolo 1895 registra layda, remitiendo a leyla.
23
Falta en Alcalá (1505) y en Guadix (1593). Entre los lexicógrafos extranjeros, el término solo
está incluido en Minsheu (1617).
24
‘Fiesta que usaban los moriscos, con bulla, regocijo y baile’, DLE, 2014, s.v. zambra1.

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ro. Por aver tañido en zanbras y leylas. 1561 (2006), Inquisición, p. 52: Por aver
hecho baño y leyla en la boda de su hermana. 1561 (2006), Inquisición, p. 52:
Por averse hecho leyla en su casa para cierta boda. 1561 (2006), Inquisición, p.
52: No constando aver cantado cosas de Mahoma, se penitencian las leylas que
se hazen de noche y si constara aver cantado cosas de Mahoma fuera de Granada.
1561 (2006), Inquisición, p. 53: Aldonça Hernández, cantadora de leylas. 1561
(2006), Inquisición, p. 53: Leonor Mondi. Por vaño y leylas. 1561 (2006), Inqui-
sición, p. 54: Por tañido en zanbras y leylas. 1561 (2006), Inquisición, p. 55: Por
aver tañido en zanbras y leylas. 1561 (2006), Inquisición, p. 60: Por aver hecho
zanbras y leylas y aver estado encerrado ciertos días después de su boda y averse
bañado. 1561 (2006), Inquisición, p. 61: Por cantadora en zanbras y leylas y por
ciertos lavatorios. 1600 (2015), Rebelión, p. 616: Y que no se hiciesen zambras
ni leilas con instrumentos, ni cantares moriscos en ninguna manera, aunque en
ellos no cantasen ni dijesen cosa contra la religión cristiana, ni sospechosa de ella.
1600 (2015), Rebelión, p. 609: que tuviesen las puertas de sus casas abiertas to-
dos los días de fiesta, y los días de viernes y sábado; que no usasen leilas y zambras
a la morisca; que no se pusiesen alheña.

Los casos que se muestran pertenecen a documentos inquisitoriales de la se-


gunda mitad del siglo xvi, y en ellos se expresan todo tipo de penas y castigos que
acarreaba el mantenimiento de las costumbres musulmanas. Las penas podían ser
de tipo económico, pero también podían estar relacionadas con la práctica de algún
rito cristiano, como ir a misa. Las disposiciones tomadas desde 1511 hacia la comu-
nidad morisca afectaban a todas las facetas de su vida: prohibición de usar la lengua
árabe, prohibición de usar vestimentas típicamente musulmanas o la prohibición
de celebrar bodas siguiendo los preceptos islámicos, así como cualquier otra fiesta
(zambras y leilas) (Gil Sanjuán, 1991: 235). De hecho, ya Carlos V había dispuesto
prohibiciones de celebrar fiestas moriscas (zambras y leilas) junto con otros ritos
musulmanes (Martos Sánchez, 2008: 3).
El arabismo leila no tiene uso actualmente, ni general ni dialectal25. No se in-
cluye en el DEA (2011). Es posible establecer este término como andalucismo léxi-
co, puesto que no hay documentación disponible fuera del antiguo reino granadino
después del siglo XVII26.

25
Los más de mil ejemplos que arroja el CdE (2016) se corresponden únicamente con el nombre
propio de mujer Leila.
26
Únicamente existe un caso del arabismo leila en Cartagena que no es lo suficientemente repre-
sentativo (Léxico Hispanoamericano, 2015, s.v.): [1610 Cartagena] hayan cantado cantares de moros o
hecho zambras o leilas con instrumentos prohibidos [MIB 132].

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Vida social en el reino de Granada a través de sus arabismos (1491-1621): (al)guadoc, azalá, leila, macaber

4.4. Macaber, macáber

A pesar de que la voz macaber no cuenta con una hipótesis etimológica es-
trictamente lingüística, podría tratarse de un arabismo, puesto que su origen es
musulmán y los historiadores así lo han asumido (Espinar Moreno, 1988: 140)27.
El arqueólogo Torres Balbás estipula que dicha voz proviene del ár. maqbara, plu-
ral maqābir (Torres Balbás, 1957: 131; Barrios Aguilera, 2000: 379)28. Dado que
este vocablo carece de registros lexicográficos, proponemos la siguiente defini-
ción: ‘cementerio musulmán’.
Este término no está recogido por ningún lexicógrafo de los Siglos de Oro, ni
en los distintos diccionarios consultados para este trabajo. Esta ausencia se observa
también en los corpus de la Real Academia: no hay ningún caso en CORDE y solo
se registra un ejemplo en el CNDHE en 1562 en un documento granadino29.
El corpus del reino de Granada ha permitido recopilar una documentación
significativa para este arabismo a lo largo de todo el siglo XVI30:

1515 (2002), Cenete, p. 11: Además de lo indicado quedaban pendientes otros


aspectos contributivos que reclaman los vecinos del Marquesado [...] Las quie-
bras o los impagos de los 10.000 ducados, los diezmos de los Escusados de cada
parroquia y pila que pertenecen a la Iglesia [...] las rentas de las plazas, del viento,
tiendas de especiería, aceite, melcochas, buñuelos, paños, hierro, panaderías, ta-
bernas, servicio de la seda, hornos, baños, mesones, meseguería, habices, maca-
beres. 1527 (1988), Reg.Alp., fol.187v: un macaber de en tiempo de moros que
está çerca de la fuente cabo la dicha alcaria de Corquilas, que alinda el dicho
macaber con el açequia e con la dicha fuente. 1527 (1988), Reg.Alp., fol. 187v:
que era macaber en tiempo de moros, de un marjal, que se puede regar mas no
tiene agua suya. 1527 (2008), Naturaleza, p. 25: Un solar de la dicha rábita de

27
No obstante, existe en español la palabra almacabra, definida como ‘antiguo cementerio de
moros’, cuya etimología proviene del ár. hisp. almaqbára, y este del ár. clás. maqbarah (DLE 2014, s.v.)
coincidiendo con el arqueólogo Torres Balbás.
28
Según Van Praet, a propósito de las danzas macabras medievales, «macabre se ha formado de ma-
caber, plural de la palabra árabe macbora que significa ‘cementerio’» (Fernández Merino, 1884: 84), lo cual
explicaría el significado, pero sería necesaria una investigación más amplia dada la antigüedad de esta fuente.
29
«Que alinda con haça de Juan Abenmelique e con haça de Macaber», 1562, Anónimo, Inven-
tarios de bienes moriscos del Reino de Granada, (CNDHE).
30
En los textos se expresa literalmente que los macaberes eran «de tiempo de moros» (1527) y
queda constatada la definición de ‘cementerio’ en el ejemplo de 1547: «Macáber bendito. Dos peda-
zos de cimenterio junto el uno con el otro e junto con la yglesia d’esta alquería qu’están benditos e se
entierran chriptianos».

306 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 295-313 ISSN:1139-1146


Inmaculada González Sopeña

Abohaydar que tiene veynte pies en largo e treze en ancho, que alinda de una
parte con casa de […] e de otra parte con la plaça, ques macaber y está en frente
de la casa. 1527 (2008), Naturaleza, p. 26: una mata de morales que quatro pier-
nas, las dos gruesas y las otras dos delgadas […] que alinda de una parte de la una
parte con un macaber de tiempo de moros e de la parte baxa con el açequia del
alquería. 1527 (2008), Naturaleza, p. 28: Dos morales en otro macaber. 1527
(2008), Naturaleza, p. 27: ques esta dicha haça en el pago de la Gima, que alin-
da con la parte de arriba con el camino que va a la yglesia e açequia y macáber.
1527 (2008), Naturaleza, p. 39: una mata de morales de syete piernas en el di-
cho macaber de tiempo de moros. 1547 (1983), Ogíjares, p. 100: Macáber por
abrir. Un macáber por abrir junto con el horno suso dicho de la yglesia, de dos
marajales, poco más o menos, e junto con la fortaleza que fue d’el dicho lugar que
está derrocada. 1547 (1983), Ogíjares, p. 100: Macáber bendito. Dos pedazos de
cimenterio junto el uno con el otro e junto con la yglesia d’esta alquería qu’están
benditos e se entierran chriptianos e será de quatro marjales, poco más o menos,
que alinda con haça de la yglesia mayor de Granada. 1547 (1983), Ogíjares, p.
101: Macáber censo Antón d’el Castillo. Un macáber por abrir de siete marjales
poco más o menos, que está a la salida d’el lugar, camino de Autura. 1547 (1983),
Ogíjares, p. 109: Haça macáber censo el beneficiado Luis de Biedma. Un haça
que era macáber de dos marjales, poco más o menos, de riego con un olivo que
alinda con haça de Hernando el Gazi y con haça de Luis el Dari y con el camino
Real. 1550 (1997), Cab.Motril., p. 241: se trata sobre la merced de S.M. en el
duque de Cléves31 de los macaberes de este reino, para que se traiga una copia
de ello, dado que el vicario y beneficiados de la villa pretendían tenerlos. 1573
(1981), Hist.Alm., p. 113: Un macaber cercado de tapias, debaxo del camino de
la Fuente, que declararon.

La distribución de las alquerías32 del reino de Granada contaba con una mez-
quita (incluso dos si el lugar era prestigioso), una rábita33 y «el cementerio, que se
cita con el arabismo macáber» (García Sánchez y Álvarez de Morales, 2008: 49)34.
31
Este Duque se vio envuelto en varios pleitos en el reino de Granada y fue «recorriendo las al-
querías reconociendo y deslindando todos los macaberes que existían sin título de propiedad» (Padilla
Mellado, 2011: 350) con el objeto de apropiarse de ellos.
32
Alquería proviene del ár. hisp. alqaríyya, y este del ár. clás. qaryah. Se define como ‘casa de
labor, con finca agrícola, típica del Levante peninsular’ (DLE, 2014).
33
Rábita proviene del ár. hisp. rābiṭa, y este del ár. clás. ribāṭ ‘lugar de estación de los musulmanes
que se dedican a la piedad y a la guerra santa’. Se define como ‘convento o ermita’ en Marruecos y como
‘fortaleza militar y religiosa musulmana edificada en la frontera con los reinos cristianos’.
34
Los rituales relacionados con el enterramiento en el mundo musulmán incluían un lavatorio

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Vida social en el reino de Granada a través de sus arabismos (1491-1621): (al)guadoc, azalá, leila, macaber

Es posible declarar el desuso de esta voz en la actualidad, a excepción de los


usos históricos. No obstante, a pesar de la amplia bibliografía científica de corte his-
tórico disponible que registra la voz macaber, no se encuentran casos de esta voz en
el CdE (2016), ni en el CREA. Tampoco está incluida en el DEA (2011).

5. CONCLUSIONES

La lectura de los textos del corpus base ha permitido constatar algunos aspec-
tos sobre la actitud lingüística hacia el léxico de origen árabe, así como también la
mentalidad de rechazo hacia cualquier hecho susceptible de ser vinculado con la
religión musulmana en un contexto de hostilidad para con la comunidad morisca.
Del análisis léxico, es posible establecer las siguientes conclusiones:

– Las prácticas rituales islámicas del (al)guadoc y el azalá, ampliamente registra-


das en los documentos, constituyen dos de los tres pilares básicos de la vida reli-
giosa musulmana (Barrios Aguilera, 2000: 360). De hecho, el Corán prescribe
el azalá como una de «las obligaciones fundamentales del musulmán» (Maíllo
Salgado, 1991: 292). Los documentos aportados reflejan la persecución y casti-
go de esas ceremonias y ritos religiosos por parte de la Inquisición, sobre todo
a partir de la segunda mitad del siglo xvi. A pesar de la prohibición oficial de
tales prácticas, los moriscos continuaron con ellas en secreto.
– Se ha constatado también una de las manifestaciones musicales más caracte-
rísticas de la comunidad morisca: las leilas. Los documentos muestran dichas
celebraciones, de nuevo, como prácticas a condenar. Se trata, además, de un
andalucismo léxico.
– Desde 1501, los Reyes Católicos donaron los antiguos cementerios musulma-
nes o macaberes a las iglesias, fruto de la compleja transformación que sufrió el
orden urbano tras la conquista del antiguo reino. En un primer momento, los
moriscos conservaron sus ritos funerarios, pero, progresivamente, las autorida-
des cristianas dispusieron una serie de medidas para «inhibirlos, prohibiendo
los entierros en lugares no bendecidos, abaratando las sepulturas en iglesias y
cementerios cristianos» (Barrios Aguilera, 2002: 234).

del cadáver, después se procedía a envolverlo en una sábana de lino atada por ambos extremos. Las
sepulturas eran bastante profundas y la agrupación de estas es lo que se conoce como macaberes o
cementerios musulmanes (Barrios Aguilera, 2002: 234).

308 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 295-313 ISSN:1139-1146


Inmaculada González Sopeña

Por último, el corpus de estudio elaborado para el análisis léxico ha permitido


ampliar considerablemente la documentación disponible para los arabismos selec-
cionados y sus variantes ortográficas, así como ofrecer nuevos datos para las voces
sobre las que no hay ninguna información lingüística. Por tanto, convendría seguir
indagando en este tipo de fuentes documentales con el objetivo de recuperar una
parcela léxica específica de esta zona que ha pasado bastante desapercibida entre
lexicógrafos.

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Fecha de recepción: 9 de mayo de 2019


Fecha de aceptación: 20 de junio de 2019

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Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

SOBRE EL TRATAMIENTO DE LOS MONTAÑESISMOS EN


LA PRIMERA EDICIÓN DEL DICCIONARIO DE USO DEL
ESPAÑOL (1966-1967), DE MARÍA MOLINER

Jaime Peña Arce


Universidad Complutense de Madrid
jaimepena@ucm.es

Resumen: En este artículo se determina qué Abstract: In this papper, it is determi-


léxico propio de Cantabria incluyó María ned which of Cantabria’s own lexicon María
Moliner en su Diccionario de uso del español Moliner included in her  Diccionario de uso
y se compara con los ejemplos recogidos por del español, and then a comparison is made
el DRAE-1956, fuente principal del trabajo with the examples collected in the  DRAE-
de la célebre lexicógrafa aragonesa. A partir 1956, the main source of work created by the
de este corpus dialectal, se estudia si el tra- famous Aragonese lexicographer. This dia-
tamiento dado a todos sus integrantes —en lectal corpus is then examined to determine
cuanto a su clasificación como voces usuales if the treatment given to all its constituent
o no usuales— es coherente con los plantea- parts —in terms of its classification as usual
mientos esbozados por Moliner en los preli- or unusual words—  is consistent with the
minares de su obra, según los cuales todo el approaches outlined by Moliner in the early
léxico provincial debía ser marcado como no part of her work, according to which, all of
usual. Las conclusiones de este trabajo deter- the provincial lexicon should be marked as
minan que este tratamiento, inexplicable- unusual. The conclusions of this work deter-
mente, no fue uniforme, lo que genera dudas mine that this treatment, inexplicably, was
acerca de la coherencia del propio DUE. not monolithic, which raises doubts about
Palabras clave: Lexicografía descriptiva, Ma- the coherence of the DUE itself.
ría Moliner, montañesismos Keywords: Descriptive lexicography, María
Moliner, montañesismos

1. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA DE ESTE TRABAJO

El fin que persigue esta investigación es determinar —cuantitativa y cualitati-


vamente— la extensión del corpus de montañesismos (entendidos estos como las
voces privativas de Cantabria o las que, siendo propias del español general, tienen

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146 315


Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Diccionario de uso del español (1966-1967)…

en aquella región un significado particular) dentro del Diccionario de uso del espa-
ñol (en adelante, DUE), de María Moliner. Igualmente, se pretende evidenciar qué
cambios introdujo, dentro de este grupo, la lexicógrafa aragonesa a partir de su
fuente primordial —reconocida por ella misma—: la decimoctava edición del Dic-
cionario de la lengua española, publicado por la Real Academia Española en 1956.
El apartado más destacado, y el que producirá unas conclusiones que invitarán a
la reflexión de la comunidad científica, será el que indague en el tratamiento —en
tanto voces usuales o no usuales— dado por la autora a los integrantes del corpus
analizado. En definitiva, este artículo pretende llenar un vacío, el del estudio de
las etiquetas sociolingüísticas —concretamente, las diatópicas— empleadas en el
DUE, dentro del ya por sí reducido grupo de estudios dedicados a cuestiones con-
cretas del DUE, aparecido a mediados de los años sesenta del siglo xx.
La metodología empleada para la confección de estas páginas ha sido muy
sencilla: ha consistido en una lectura manual (es decir, carente de herramientas
electrónicas) y atenta tanto del repertorio de Moliner como del DRAE-1956, en
la confección de los respectivos corpus de voces y acepciones santanderinas y en la
comparación entre ellos. Previamente, y para contextualizar esta aproximación, se
han planteado de forma sucinta las características del repertorio elaborado por doña
María, se han mencionado los estudios realizados sobre esta obra y se han apuntado
las posturas que la comunidad investigadora ha esgrimido sobre el concepto de uso
dentro de uno de los repertorios monolingües españoles más afamados de la pasada
centuria. Al final del trabajo, y a modo de anexo, se han incluido todos los ejemplos
de palabras y acepciones cántabras recogidas por el DUE para que, de esta manera,
puedan comprobarse todas y cada una de las afirmaciones vertidas en este artículo.

2. EL DICCIONARIO DE USO DEL ESPAÑOL, DE MARÍA


MOLINER

2.1. Los orígenes, las fuentes y su trayectoria editorial

El Diccionario de uso del español, aparecido en dos tomos entre 1966 y 1967,
fue la gran obra vital de la lexicógrafa aragonesa María Moliner (1900-1981); hasta
tal punto esto es así que la identificación entre la autora y su obra es total: no en
vano, este repertorio es más conocido por el público general como «Diccionario
de María Moliner» antes que por su propio nombre oficial. Entre 1967 y 1997 se
hicieron veinte reimpresiones del texto original; en 1998 —30 años después de la

316 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146


Jaime Peña Arce

salida al mercado de la edición príncipe, y con los derechos de publicación en manos


ya de la editorial Gredos— fue llevada a las prensas la segunda edición, versión que,
en muchos aspectos, no respetó ni el espíritu ni la estructura original de la autora,
lo que le valió numerosas demandas por parte de sus herederos. En el siglo xxi han
visto la luz dos nuevas ediciones del repertorio, en 2007 y en 2016, tanto en papel
como en cd-rom.
Seguramente, el DUE haya sido el diccionario general de la lengua española
mejor recibido de todo el siglo pasado, tanto por el público como por la crítica es-
pecializada. La opinión de este último grupo queda perfectamente sintetizada en el
conocido y repetido elogio1 vertido por Manuel Seco (1987: 211):

Entre los diccionarios españoles «de lengua» o «usuales», el de Moliner es el


intento renovador más ambicioso que se ha producido en nuestro siglo. En él,
la intuición y la tenacidad tuvieron que llenar el vacío de una tradición previa
que hubiera allanado el camino. Es un esfuerzo digno de toda nuestra admira-
ción.

Aunque Seco habla del «vacío de una tradición previa», la investigación ha


establecido fuertes conexiones entre el DUE y el Diccionario ideológico de la lengua
española, de Julio Casares (1877-1964), aparecido en 1942 (Martín Zorraquino,
2006: 227), así como con la labor, relacionada con la lengua francesa2, de Paul Ro-
bert (1910-1980) entre el decenio de 1950 y el primer lustro del de 1960 (Seco,
1987: 208), y la de Peter Mark Roger (1779-1869) con la inglesa3, claramente an-
terior, pues data de mediados del siglo xix (Del Moral, 2005: 125 y sigs.). María
Moliner, a quien siempre le gustó recalcar la originalidad de su diccionario (Pardo
Lancina, 2000: 29), reconoció, no obstante y «dejando aparte las obras de consulta
esporádica» (DUE: xxxiii), la influencia en su repertorio de tres únicos textos: el
Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española, en su 18.ª edición

1
También hay opiniones críticas sobre el DUE mucho más templadas; valgan como prueba las
palabras de Violeta Demonte, reproducidas en un artículo anónimo del diario El País, del 23 de enero
de 1981, la jornada posterior al fallecimiento de Moliner «[…] El intento [del Diccionario de uso] es
importante y novedoso. No obstante, como la fundamentación teórica, los criterios de su análisis no
son siempre claros y sus supuestos fundamentales tiene origen intuitivo; la utilidad de su obra es des-
igual» (Demonte, 1981).
2
Concretada en el Dictionnaire alphabétique et analogique de la langue française, 8 vols. (Société
du Nouveau Littré, París, 1953-1964).
3
Ese trabajo cristalizó en el Thesaurus of English Words and Phrases (Longman, Brown, Green,
and Longmans, Londres, 1856).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146 317


Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Diccionario de uso del español (1966-1967)…

(1956) —fuente fundamental que la lexicógrafa zaragozana refundió4 en su com-


posición—, y para las propuestas etimológicas, el Breve diccionario etimológico de la
lengua castellana (1961) y, en menor medida, la de su predecesor, el monumental
Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana (1954), ambos de Joan Coro-
minas (1905-1997).

2.2. La macroestructura y la microestructura de la primera edición


(1966-1967)

El DUE posee dos características fundamentales que trascienden la microes-


tructura del artículo lexicográfico para conformar las líneas maestras de la macroes-
tructura de la obra; estas características condensan el espíritu que doña María quiso
otorgar a su repertorio, cuyo título más apropiado habría sido —en palabras de su
autora— el de Diccionario orgánico y de uso del español (DUE: ix). La primera de
estas características, que otorga al texto ese carácter orgánico, sería la agrupación ló-
gica de conceptos —manifestada por la inclusión, en cada uno de los artículos— de
un sistema de sinónimos, palabras afines y referencias, que constituirían «una clave

4
Esta realidad fue explicada por la propia Moliner de la siguiente manera:

[…] respetada con rigurosa fidelidad el fondo de las definiciones del D. R. A. E., estas están
por primera vez absolutamente refundidas y vertidas a una forma más actual, más concisa,
despojada de retoricismo y, en suma, más ágil y más apta para la función práctica asignada al
diccionario, sin dejar por ello de ser rigurosamente precisas. (DUE: x)

No obstante, doña María, tal como informa al lector en los preliminares de su diccionario (xxiv),
decidió no incluir en su obra las palabras de germanía, algunas «palabras de uso no ciudadano que
son simples variantes de las usuales o actuales», determinados tecnicismos, nombres de instituciones y
pueblos antiguos (en su opinión, introducidos por los académicos de forma anárquica), americanismos
de raíz no española «sin algún interés particular» y derivados no usuales. Por otro lado, aunque no
añadió muchos artículos ex novo, sí incorporó abundantes acepciones nuevas; así como numerosos
neologismos, hasta entonces solo recogidos por el Diccionario manual e ilustrado de la lengua española,
publicado por la Real Academia en 1950 (Espasa-Calpe, Madrid), pero no incluidos en el DRAE-
1956. También fueron incluidos en el DUE algunos artículos aceptados en ediciones anteriores del
Diccionario académico, pero no recogidos ya en la edición del 1956; estos artículos aparecen siempre
en el Diccionario de uso del español identificados como tales. Ejemplo:

DUE :
2
cambera. 1 (Santander). *Camino de carros. 2 (ha figurado en ediciones anteriores
del D. R. A. E.; ha sido suprimido en la de 1956). «Servidumbre carreteril»

318 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146


Jaime Peña Arce

superpuesta al diccionario de definiciones» (DUE: ix). El carácter de uso vendría


dado, por un lado, por las indicaciones gramaticales, recogidas en cada una de las
entradas, así como por el desarrollo de los artículos propiamente gramaticales; am-
bas prácticas subsanarían cualquier posible duda sobre cuestiones relacionadas con
la construcción. Por otro lado, y en segundo lugar, la ordenación de los artículos por
familias léxicas, siempre a partir de una etimología única, guiaría al lector, pues la
presencia del étimo le ayudaría a discernir entre los usos correctos y las acepciones
más propias de cada vocablo; esta clasificación violaba irremediablemente el orden
alfabético estricto, por lo que se hizo necesaria la inclusión de una serie de mecanis-
mos de subsanación5.
La presentación macroestructural del DUE es la siguiente: en primer lugar,
aparece la Presentación (pp. ix-xxx), que puede ser considerada como una pieza
única de la teoría lexicográfica; después, se incluye la Mención de colaboradores y
obras utilizadas (pp. xxxi-xxxiii); a continuación, los Preliminares. Asuntos con-
cretos, donde se indaga en pequeños detalles de la microestructura y de la tipografía
del diccionario (pp. xxxv-lvi); le sigue el cuerpo del repertorio, dividido en dos
tomos y formado por 80 000 entradas (Fuentes-Olivera y Bergenholtz, 2018), y en
el que los artículos correspondientes a los dígrafos ch y ll aparecen dentro de los de
la c y de los de la l, respectivamente. Finalmente, al término del segundo tomo, se
inserta una breve fe de erratas.
El esquema de la microestructura de la obra resulta algo complicado, pero su-
mamente interesante, pues evidencia el espíritu y las aspiraciones del repertorio:

a) El lema: puede aparecer en negrita de cuerpo 9, en el caso de las palabras


usuales; o en negrita de cuerpo 6, en el caso de las palabras no usuales.
b) Un paréntesis con alguna o algunas de las siguientes anotaciones: una pro-
puesta sobre la etimología de la voz; en algunas ocasiones, una serie de varian-
tes ortográficas; un modelo de conjugación y, si resulta necesario, un pequeño
glosario de las formas irregulares; acotaciones de uso, ya sean diatópicas, diafá-
sicas o diastráticas; y, por último, una clasificación gramatical de la palabra que
funciona como lema.
c) Una colección de sinónimos, siempre entre comillas y separados unos de
otros por un punto.
d) Las definiciones: si la acepción es usual, aparece en letras redondas; pero si
no lo es, se evidencia a través del empleo de cursivas; en cualquier caso, cada
acepción va encabezada por un número. La particular estructura de las defini-
Se incluyen los lemas por riguroso orden alfabético; sin embargo, para la consulta del artículo
5

completo, se remite al lector a la entrada que funciona como cabeza de la familia léxica.

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Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Diccionario de uso del español (1966-1967)…

ciones del DUE viene sustentada por una profunda reflexión teórica, recogida
en los preliminares de la obra (cfr. DUE: xiv). La ordenación de las acepciones
sigue, además, un criterio etimológico: en primer lugar, y al margen del uso, se
incluye la más próxima a la etimología; el resto, a continuación, según el orden
de proximidad conceptual a la primera. Es destacable, además, que «la sino-
nimia está desterrada del diccionario como método definitorio» (DUE: x).
e) Cuando corresponde, y entre paréntesis, un catálogo de palabras afines o
relacionadas; dentro del cual se incluye:
e1) La forma afija de la palabra del encabezamiento, así como los afijos y las
raíces cultas con los que se construyen las palabras relacionadas con la idea
expresada en ella.
e2) Las palabras del mismo significado.
e3) Los equivalentes pluriverbales.
e4) Las palabras casi equivalentes, cuyo significado abarca el de la palabra del
encabezamiento o está comprendido en él.
e5) Los modismos y/o las frases proverbiales relacionados con la idea conte-
nida en la palabra del encabezamiento, y las interjecciones o exclamaciones
pertinentes.
e6) Solo en algunos casos, el antónimo o los antónimos fundamentales.
e7) Para finalizar, una lista de otros catálogos relacionados.
f) Una serie de frases o modismos que ilustran el significado y los usos de la voz.

Este complejo esquema, que sintetiza la estructura interna de los artículos del
Diccionario de uso, permite hacerse una idea del grado de ambición aplicado por
María Moliner en la confección de su repertorio.

2.3. Estudios realizados sobre el Diccionario de uso del español

Dejada al margen la pléyade de estudios que ahondan en los reflejos que la perso-
nalidad y el devenir vital de María Moliner dejaron en su diccionario —dentro de esta
labor historiográfica, destacan las aportaciones de, entre otros, Cortés Alonso (2003),
Martín Zorraquino (1984; 1998; 2006; 2012), Orera Orera (2003), Porto Dapena
(2003) o Seco Reymundo (1987; 2003)—, son menos numerosos aquellos trabajos de-
dicados al análisis de cuestiones concretas del DUE (Escoriza Morera, 1998: 263). Los
primeros trabajos de esta índole datan de principios de los años noventa: así, sobre la in-
formación textual recogida por el repertorio, destaca la contribución de Casado Velarde
(1994); de ese mismo año son el estudio de Penadés Martínez (1994) sobre una cues-
tión gramatical, el tratamiento de los verbos atributivos en el DUE, y las reflexiones de

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Jaime Peña Arce

Casas Gómez (1994) acerca de las características generales de la obra. Ya en los albores
del siglo xxi, cabe mencionar los trabajos del profesor Aliaga Jiménez (2000 y 2001).
En 1998 se publicó en Cádiz un monográfico, Estudios sobre el Diccionario
de uso del español de María Moliner, que, además de incluir una completa revisión
bibliográfica sobre los trabajos publicados hasta la fecha, recopiló un conjunto de
variadas investigaciones sobre asuntos concretos. En este volumen colectivo, M.ª
Tadea Díaz Hormigo indagó en la suerte que, en el repertorio de María Moliner,
habían corrido una serie de sustantivos deverbales; Torres Sánchez estudió el trata-
miento de la interjección; Penadés Martínez profundizó en su análisis de la atribu-
ción; Alvar Ezquerra analizó las características de las definiciones de ese diccionario;
M.ª Dolores Muñoz Núñez comparó la configuración de las entradas lexicográficas
entre el DUE y el DRAE; Carmen Varo dedicó su aportación al estudio de la antoni-
mia; Díaz Cama se centró en el papel jugado por la relación hiperonimia-hiponimia
dentro de la estructura del Diccionario de uso; Paredes Duarte trabajó sobre el trata-
miento lexicográfico de la elipsis semántica; y Luis Escoriza Morera aquilató el uso
dado en el Moliner a la marca popular.
Si se exceptúa el mencionado trabajo de Escoriza Morera (1998) sobre el empleo
de la etiqueta popular en el Diccionario de uso del español, ningún otro investigador ha
ahondado en el trato dado por María Moliner a las marcas sociolingüísticas —diatópi-
cas, diastráticas y diafásicas— en su obra. Para los intereses de la presente investigación,
cabe recalcar que nada se ha escrito hasta ahora respecto a las etiquetas geográficas, por
lo que estas páginas se adentran en una cuestión totalmente inexplorada.

3. A PROPÓSITO DEL CONCEPTO DE «USO» EN LA OBRA


DE MARÍA MOLINER

Mucho se ha discutido sobre qué significado le dio al término uso la archivera


y bibliotecaria de Paniza. De modo sintético, las dos opiniones más extendidas —
opuestas la una a la otra— son las expresadas, respectivamente, por Haensch (1982)
y por Alvar Ezquerra (1998) o Porto Dapena (1999).
Haensch, tras justificar que un diccionario de uso es aquel que selecciona las
palabras más corrientes, prescindiendo de los términos técnicos y regionales, para así
poder «ampliar el desarrollo del vocabulario más corriente en cuanto a su uso en un
contexto» (1982: 156), negó seguidamente tal condición al repertorio de María Mo-
liner, al que calificó como un «diccionario general monolingüe muy completo». Así
las cosas, puede afirmarse que el lingüista y lexicógrafo bávaro interpretó el término
uso como sinónimo de usual.

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Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Diccionario de uso del español (1966-1967)…

Por otro lado, Porto Dapena (1999: 35) rebatió la opinión de Haensch y aña-
dió lo siguiente acerca del Diccionario de uso del español:

[…] se trata, en efecto, de un diccionario muy completo, no tanto por la cantidad


de vocabulario que estudia, básicamente el mismo que el considerado en el Dic-
cionario de la lengua española de la Real Academia (DRAE), del que en realidad
parte —como ocurre, por cierto, con la inmensa mayoría de los diccionarios del
español—, sino por atender a las dos perspectivas lexicográficas fundamentales
bajo las que se puede considerar el léxico de una lengua, característica que por
cierto constituye su principal originalidad: la semasiológica, interpretativa o
descifradora, propia de la generalidad de los diccionarios, por la que el usuario,
partiendo del conocimiento de la palabra, averigua sus posibles contenidos o sig-
nificados; junto a la onomasiológica, ideológica o cifradora, por la cual a partir
de una determinada idea o significado, representado en el diccionario por un vo-
cablo, se puede llegar a otra u otras palabras más precisas o adecuadas a lo que se
quiere decir. Es precisamente esta última característica lo que llevó a la autora de
este diccionario en su primera edición a denominarlo, según ella misma observa,
diccionario «de uso», expresión por cierto no siempre bien interpretada.

El lexicógrafo coruñés concluyó su exposición afirmando que un título como


«Diccionario para el uso de la lengua»  habría sido preferible y más apropiado
(1999: 35). Un año antes, Alvar Ezquerra (1998: 163) ya había resaltado el espacio
concedido en el DUE a las cuestiones sintácticas que «justifican el de uso que figura
en su título, no siempre bien entendido».
Independientemente de las interpretaciones posteriores, Moliner clasificó el
léxico indexado en su repertorio —cfr. § 2.2 a) y d)— según su empleo fuera más o
menos habitual. La propia autora aceptó el carácter aleatorio de esta decisión, y así
dejó constancia en los preliminares de su diccionario (DUE: xxv):

Se recurre al arbitrio de poner en letra cursiva y con encabezamientos percep-


tiblemente más pequeños que los de las palabras usuales, aquellas acepciones y
palabras que al menos un noventa por ciento de españoles de instrucción me-
dia tienen que buscar en el diccionario […], o que, aun siendo comprensibles,
no se emplean corrientemente en el lenguaje hablado o escrito de personas no
literatas ni se encuentra sino rarísimamente en las obras literarias modernas no
especializadas o en los periódicos. […] No es posible aquilatar la medida del
desuso de las palabras y, así, resultan revueltas en el mismo trato las palabras
eruditas o científicas, las que se usan concretamente en algunas regiones o se

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oyen en ambientes rurales y las totalmente desaparecidas del habla desde hace
mucho tiempo.

De la lectura de estas líneas, y dentro del ámbito de interés de este trabajo,


puede extraerse la conclusión de que doña María, aun siendo consiente del grado
de arbitrariedad que conllevaba su decisión, determinó considerar como palabras
poco usuales todos los regionalismos o provincialismos incluidos en su diccionario.

4. LOS MONTAÑESISMOS INCLUIDOS EN EL DUE

4.1. Estudio cuantitativo

El número total de montañesismos incluidos en el Diccionario de uso del espa-


ñol es de 182, lo que representa un 0.23 % del total de las 80 000 entradas de la obra
(Fuentes-Olivera y Bergenholtz, 2018). De estos 182 ejemplos, 127 son entradas
completas y 55 son acepciones de lemas con varios significados:

Entradas completas: 127 Solo alguna acepción: 55


anear; anguilo; antamilla; apurrir; arambre; asubiar o asubiarse; anteiglesia; aña; Bengala; cacear;
barrila; basna; bauzado; benditera; bocarte; braña; brilla; cachu- camba; cambera; castro; ceba;
rra; callejo; calumbarse; cámbara; caramilleras; carpancho; cayuela; colodra; coloño; emboque; enca-
chipirón; choba; cotera o cotero; dujo; emburriar; engarmarse; ercer; chado; escajo; escalerón; escobio;
esborregar; esborregarse6; escañeto; escobino; escorir; escucho; escurrir; espurrir; fía; fiura; gallofa;
esmuciarse; espurrirse; esquienta; esquilar; esquilo; esquinal; estadojo gáraba; gario; garrote; genial;
o estadoño; estirpia; estragal; fisán; frada; fradar; galero; gama; gañín; herraje[s]; hila; imprenta; jibión;
garma; garojo; golimbrón, -a; guadañeta; haedo; hespirse; ¡hospa!; lijadura; llar; macizo, -za;
implatón; jeda; jedar; ladral; lambistón, -a; lenguatón, -a; llosa; lomba; macizar; majada; manjúa; ma-
lumiaco; magaña; magañoso; matorro; mayueta; meta; metra; mienta; quilero; mies; perezoso, -a; pizco;
miruella, -o; mosolina; narvaso; pación; pejín; pejina; pejino, -a; peri- pregón; resquemor; rodal; rotura;
quín; perojo; pimplón; posarmo; quima; rámila; ráspano; rasponera; rozo; runflante; rutar; sapada;
ratino, -a; reboñar; respigo; resquilar; rezmila; rispión; rizón; roderón; sedeña; tardío, -a; tocio, -a;
ronzuella; rueño; ruinera; rumantela; runflar; sagallino; sallador, -a; tornear; trapear; vasija; verdugo;
sanapudio; sangricio; sarruján; sel; sextaferia; sollar; sorrapear; sula; virazón; zagal, -a; zuna
tabal; tabora; talín; talo; tambesco; tanza; tarrañuela; tillo; tiragomas;
tiseras; tojo; trente; tuta; villería; zapita; zapito; zoncho

Tabla 1. Montañesismos incluidos en el DUE

Este artículo incluye dos acepciones, ambas dialectales y estrechamente relacionadas, por lo que
6

se cuantifica como una entrada completa.

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De estos 182 artículos, 180 incluyen una referencia geográfica específica, refe-
rida al uso o al significado de la voz, dentro de la acotación previa a la acepción: en
178 de estos casos aparece entre paréntesis la alusión a la provincia —(Santander)—
y solo en dos de ellos, el artículo de jibión y el de cámbara, se emplea una referencia
más concreta —(en las costas de Cantabria)— o más general —(en el Cantábrico)—.
Por otro lado, en dos únicas entradas (anteiglesia y chipirón) se inserta la informa-
ción diatópica en el interior de la definición. A continuación, se reproducen los artí-
culos que incluyen las cuatro excepciones mencionadas (anteiglesia, cámbara, chipi-
rón y jibión) y un ejemplo —el de jeda— de las 178 entradas del DUE que poseen la
información geográfica referida a Cantabria expresada con la etiqueta (Santander),
dentro de la acotación previa a las definiciones:

anteiglesia. 1. Pórtico o *atrio delante de una iglesia. (T., «antetemplo».) 2 En algunos


pueblos de las Provincias Vascongadas y de las montañas de Santander y de las de Burgos,
*parroquia. 3 También en las Provincias Vascongadas, *municipio.
cámbara (en el Cantábrico). *Centolla (cangrejo).
chipirón (dimin. de jibia). En la región cantábrica, *calamar.
[s. v. jibia.] jibión. 1 Pieza caliza de la jibia que tiene diversos usos industriales; los *pla-
teros, por ejemplo, la usan para hacer moldes. 2 (en las costas de Cantabria). *Calamar.
jeda (Santander; adj.). Se aplica a la *vaca recién parida, que está criando.

Es de destacar también que, de estos 182 artículos, 101 voces o acepciones in-
cluyen información sobre el uso exclusivo de la voz o de la acepción en Cantabria;
el resto, 817, incluyen más referencias geográficas además de la alusión al territorio
montañés. Estas otras referencias diatópicas son, por su orden de relevancia en el
corpus analizado: Asturias, la primera, con mucha diferencia sobre las demás; León
y Burgos, casi empatadas; Vizcaya, Álava y Palencia, con apenas diferencias entre
ellas. Ya a mucha distancia, y con una presencia muy escasa, aparecen las de Andalu-
cía, Salamanca, Aragón, Extremadura, Navarra, País Vasco (en general), Zamora, La
Rioja, Ávila, Murcia, Soria, e incluso, Venezuela e Hispanoamérica.

4.2. Comparación entre el corpus de montañesismos del DUE y el de la


18.ª edición del DRAE

El DRAE-1956, la fuente principal del Diccionario de uso, incluye 211 mon-


tañesismos en sus páginas; frente a esta cifra, el DUE, como ya ha quedado atesti-
7
A este grupo se suman las voces cámbara y chipirón, que —como se ha visto— incluye las eti-
quetas generales en el Cantábrico y en la región cantábrica.

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guado, recoge 182 ejemplos de este tipo de léxico, lo que supone un 14 % menos de
voces o acepciones montañesas.
Los montañesismos preteridos por el repertorio de María Moliner respecto a
la decimoctava edición del diccionario académico se recogen en la siguiente tabla:

amañar; armador; cancaneado, -a; carrillada; fontana;


garullo; hornía8; jándalo, -a; magosta o magosto; mal-
No hay referencia a Santander: 19
encolía; miagar; ostrero, -a; retuelle; sable; sacadizo, -a;
sangredo; tochura; triguero, -a; tuérdano
No se contempla la acepción dialectal: 6 armón; carro; lijar; sierra; sinfonía; tanque
acaldar; asubiadero; birla; calo; calumbo; torco;
La voz no está incluida en el repertorio: 7
zorromoco

Tabla 2. Montañesismos no recogidos en el DUE

Por otro lado, el diccionario de Moliner recoge tres montañesismos no in-


cluidos en el DRAE-1956: anteiglesia, que en el diccionario académico no aparece
como una palabra propia de las hablas santanderinas, aunque el referente sí se iden-
tifica con la región9; y las formas pronominales esborregarse y apurrirse, que en el
DUE poseen entradas independientes, mientras que en el Diccionario de la lengua
española aparecen incluidas en las entradas de esborregar y apurrir.

8
La voz hornía incluye en el Diccionario de uso la acotación Santiago como marca diatópica;
seguramente se trate de un error producido al desarrollar la abreviatura Sant., por Santander, incluida
en el DRAE-1956.
9
Cfr. ambas entradas:

DRAE-1956:

Anteiglesia. f. Atrio, pórtico o lonja delante de la iglesia || 2. Iglesia parroquial de


algunos pueblos de las Provincias Vascongadas. Tomaron este nombre por tener a
la parte de afuera unas estancias o soportales cubiertos, donde el clero o los vecinos
hacían sus juntas. || 3. Pueblo o distrito municipal de estas mismas provincias. Por
lo general, cada anteiglesia comprende territorio muy extenso, de corto vecindario
y desparramado caserío. || 4. En lo antiguo, iglesia parroquial de las montañas de
Burgos y Santander.

DUE :

anteiglesia. 1. Pórtico o *atrio delante de una iglesia. (T., «antetemplo».) 2 En


algunos pueblos de las Provincias Vascongadas y de las montañas de Santander y de las
de Burgos, *parroquia. 3 También en las Provinicias Vascongadas, *municipio.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146 325


Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Diccionario de uso del español (1966-1967)…

4.3. Tratamiento de los montañesismos en el DUE

Tal como se señalaba en § 3, la autora del DUE, esgrimiendo y reconociendo


lo aleatorio de la decisión, determinó que todo el léxico dialectal —tanto las entra-
das completas como las acepciones provinciales— debía ser considerado como poco
usual y, consecuentemente, marcado como tal en su repertorio.
Dentro del corpus de montañesismos, el tratamiento recibido por sus inte-
grantes es el siguiente:

anguilo; cámbara; chipirón; escajo; escobino; fisán; gáraba; jibión; llar; lumia-
Voces o acepciones con- co; mayueta; meta; metra; mienta; miruello, -a; periquín; posarmo; rámila;
sideradas usuales: 28 ráspano; rasponera; rezmila; ronzuella; sanapudio; sangricio; sula; talín;
tocio, -a; villería
anear; antamilla; anteiglesia; aña; apurrir; arambre; asubiar o asubiarse;
barrila; basna; bauzado; benditera; Bengala; bocarte; braña; brilla; cacear;
cachurra; callejo; calumbarse; camba; cambera; caramilleras; carpancho;
castro; cayuela; ceba; choba; colodra; coloño; cotera o cotero; dujo; emboque;
emburriar; encachado; engarmarse; ercer; esborregar; esborregarse; escalerón;
escañeto; escobio; escorir; escucho; escurrir; esmuciarse; espurrir; espurrirse;
esquienta; esquilar; esquilo; estadojo o estadoño; estirpia; estragal; fía; frada;
fradar; friura; galero; gallofa; gama; gañín; gario; garma; garojo; garrote;
Voces o acepciones
genial; golimbrón, -a; guadañeta; haedo; herraje[s]; hespirse; hila; ¡hospa!; im-
consideradas no usua-
plantón; imprenta; jeda; jedar; ladral; lambistón, -a; lenguatón, -a; lijadura;
les: 154
llosa; lomba; macizo, -a; macizar; magaña; magañoso, -a; majada; manjúa;
maquilero; matorro; mies; mosolina; narvaso; pación; pejín; pejina; pejino, -a;
perezoso; perojo; pimplón; pizco; pregón; quima; ratino, -a; reboñar; respigo;
resquemor; resquilar; rispión; rizón; rodal; roderón; rotura; rozo; rueño;
ruinera; rumantela; runflar; runflante; rutar; sagallino; sallador, -a; sapada;
sarruján; sedeña; sel; sextaferia; sollar; sorrapear; tabal; tabora; talo; tambesco;
tanza; tardío, -a; tarrañuela; tillo; tiragomas; tiseras; tojo; tornear; trapear;
trente; tuta; vasija; verdugo; virazón; zagal, -a; zapita; zapito; zoncho; zuna

Tabla 3. Tratamiento dado en el DUE a los montañesismos

Del cuadro anterior puede extractarse que un 84 % de los montañesismos re-
cogidos por el Diccionario de uso del español son calificados como voces no usuales,
el 16 % restante recibe la consideración de voz usual.
De las 28 voces o acepciones consideradas usuales, 20 son solo propias de San-
tander, 5 son comunes a Santander y a Asturias y 3 son caracterizadas como propias
de, respectivamente, el Cantábrico, la región cantábrica y las costas de Cantabria. La
información diatópica suministrada por estas acotaciones no deja lugar a dudas: se
trata, en más de un 70 % de los casos, de léxico específico de una única zona; y en

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Jaime Peña Arce

un 20 %, de vocablos habituales de dos únicas regiones —Santander y Asturias—.


El 10 % restante alude al conjunto de tierras bañadas por el Cantábrico o, muy con-
cretamente, a las costas de Cantabria. Por tanto, todos los vocablos y acepciones
calificados por María Moliner, dentro del grupo de los montañesismos, como léxi-
co usual son claros ejemplos de vocabulario provincial y, consecuentemente, su uso
quedaría restringido a esos territorios.
Aparentemente, el tratamiento dado al corpus léxico analizado no deja de ser
—al no haberse tratado de forma uniforme— aleatorio, pues viola el principio re-
cogido por la autora en los preliminares del diccionario (DUE: xxv), en virtud del
cual todo el léxico dialectal debía etiquetarse como no usual en relación con el voca-
bulario general del idioma.

5. CONCLUSIONES

A partir de lo apuntado a lo largo de estas páginas, es posible esbozar una serie


de conclusiones sobre, en particular, los montañesismos recogidos en el Diccionario
de uso y, en general, sobre el procedimiento seguido para la incorporación del léxico
dialectal en el DUE, y también sobre el tratamiento recibido por este y sobre su
evolución respecto al incluido en el DRAE-1956.
En primer lugar, hay que señalar que las voces y acepciones montañesas alcanzan
en el repertorio de María Moliner los 182 ejemplos, un 14 % menos si se compara con
el número de voces y acepciones de ese mismo corpus incluidas por la Academia en la
18.ª edición de su diccionario. Esta diferencia es debida, en un 60 % de los casos, a la
omisión en el DUE de la acepción dialectal dentro de vocablos con diferentes signifi-
cados. Es igualmente destacable cómo el repertorio académico fue, a este respecto, la
única fuente empleada por la lexicógrafa aragonesa en la confección de su obra, pues
esta no incluyó nada que no estuviera ya recogido en el DRAE-1956.
En segundo lugar, resulta cuando menos paradójico que el tratamiento —en lo
que atañe a su clasificación como usual o no usual— del léxico estudiado no fuera
el mismo para todos sus integrantes: con esta determinación, la decisión (de por sí
aleatoria, tal como reconocía la propia Moliner) de considerar todas las palabras y
acepciones regionales como no usuales se quiebra, lo que hace que las dudas plan-
teadas por Violeta Demonte sobre el criterio y la fundamentación teórica de María
Moliner (cfr. nota al pie n.º 1) reverdezcan.
En definitiva, el DUE es una obra enormemente meritoria, y la valía de su auto-
ra queda fuera de toda duda; no obstante, un análisis minucioso sobre una cuestión
concreta revela ciertas inconsistencias metodológicas en la confección del reperto-

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rio, tal como evidencia el desigual tratamiento recibido por el corpus dialectal ob-
jeto de estudio de esta investigación, en clara contradicción con los planteamientos
fijados por Moliner en los preliminares de su diccionario. Seguramente, la carencia
de herramientas como las que se manejan en la actualidad, abundantes diccionarios
dialectales y variados corpus léxicos, estuviera en la raíz del problema y descargue de
parte de la responsabilidad a doña María.

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Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Diccionario de uso del español (1966-1967)…

Anexo
Montañesismos recogidos por el Diccionario de uso del
español (1966-1967)

A
2 anear (Santander). *Mecer a un niño en la cuna.
[s. v. angui-.] anguilo (Santander). Congrio pequeño.
antamilla (Santander). Altamía (cazuela de barro vidriado).
anteiglesia. 1. Pórtico o *atrio delante de una iglesia. (T., «antetemplo».) 2 En algunos pueblos
de las Provincias Vascongadas y de las montañas de Santander y de las de Burgos, *parroquia. 3
También en las Provincias Vascongadas,*municipio.
aña (Álava). Nodriza.
Aña seca (Álava, Santander, Vizcaya). Ama seca.
apurrir (Asturias, Santander). «*Alargar». Coger una persona una cosa que está cerca de ella
y darla a otra que está más lejos.
arambre (ant. y Asturias, Burgos, Santander) *Alambre.
asubiar o asubiarse (Santander). Guarecerse de la *lluvia.

B
[s. v. barril.] barrila (Santander). *Botija.
basna (Santander). *Rastra: utensilio cualquiera sobre el que se arrastra una cosa pesada.
[s. v. bauza.] bauzado (Santander). *Techumbre de cabaña armada con bauzas.
[s. v. bendecir] benditera (Santander). Pila de agua bendita.
Bengala (región del noroeste del Indostán; usado como nombre de objetos, o sea, en todas
las acepciones que siguen se escribe con mayúsculas). 1 Luz de Bengala. 2 Caña de Bengala.
3 Antigua *insignia de mando semejante a un *bastón o a un cetro. 4 (Santander) Muselina.
1 bocarte (Santander). Cría de la *sardina.
braña (Asturias, Santander). *Prado o pasto de verano, generalmente en la falda de algún
montecillo.

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Jaime Peña Arce

brilla(Santander). «Cachurra». Juego de chicos que consiste en hacer entrar una pelota en
hoyos hechos en el suelo, dándole con un palo. (V. *«mallo».)

C
cacear. 1. *Revolver una cosa líquida con un cazo. 2 (Asturias, Santander). Mover los
*pescadores de caña incesantemente el anzuelo de un lado a otro.
cachurra (Santander). Juego de *pelota semejante a la cachava. Palo empleado para él. (V. t.
«mallo».)
callejo (Santander). *Trampa para cazar.
calumbarse (Asturias, Santander). Chapuzarse. (V. «sumergir».)
camba. (Forma dialectal leonesa de «2cama»; v. etim. en esta; v. «cambuto».) Se aplica a
distintos objetos curvos: 1 Cama de freno. 2 (Asturias, Salamanca, Santander). *Pina de rueda
de carro. 3 (Santander) Cada faja de prado que se *siega de un lado a otro de él. (V. «ducha»).
Cada montón alargado que forma la hierba segada en estas fajas. (V. «baraño») 4 (en pl.).
«Camas». *Nesgas con que se completa el redondel de la campa.
cámbara (en el Cantábrico). *Centolla (cangrejo).
[s. v. camba.] 2 cambera. 1 (Santander). *Camino de carros. 2 (ha figurado en ediciones
anteriores del D. R. A. E.; ha sido suprimido en la de 195610). «Servidumbre carreteril»
caramilleras (Santander) «Caramillera». *Llares.
carpancho (Santander). *Cesta redonda y plana en que se trasporta el pescado, hortalizas, etc.,
frecuentemente sobre la cabeza.
castro. (Del lat. «castrum», castillo, y, en pl., campamento.) 1 Castillo o *fortificación
iberorromana. 2 (ant.) Sitio en que estaba *acampado y fortificado un ejército. 3 (Asturias,
Galicia). Altura en que hay restos de *fortificaciones romanas o anteriores. 4 (Asturias,
Santander). *Peñasco que avanza hacia el *mar. 5 Juego de chicos que consiste en hacer avanzar
unas piedrecitas por unas rayas según ciertas reglas.
cayuela (Álava, Santander). Roca caliza de color azulado en que abundan los fósiles. (V.
«mineral».)
ceba. 1 «Engorde». Acción de cebar animales. 2 (ant.) Cebo para atraer animales. 3
Alimentación especial con que se ceba al ganado. 4 (Santander) Hierba seca almacenada
para el invierno. (V. «*pienso».)
chipirón (dimin. de jibia). En la región cantábrica, *calamar.
choba (Santander). *Embuste.

10
La voz cambera, con esta acepción, sí se incluyó en el DRAE-1956.

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Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Diccionario de uso del español (1966-1967)…

colodra. 1 *Cuenco que emplean los pastores para *ordeñar. 2 Recipiente de madera donde tienen
en las tabernas el *vino que van bebiendo. 3 Cuerna (vaso hecho de un cuerno). 4 (Santander,
Palencia) Recipiente con agua que llevan los *segadores sujeto a la cintura para tener en él la
pizarra con que *afilan la *guadaña. (T., «gachapo».)
coloño. 1 (Santander) *Haz de *leña menuda o floja, de puntas de cañas de maíz, etc. 2 (Burgos)
*Cesta.
[s. v. 2 cota] cotera o cotero (Santander). Cerro pequeño, pero de pendiente rápida. (V.
*«monte».)

D
dujo (Santander). *Colmena.

E
[s. v. embocar.] emboque. 1 acción de embocar; por ejemplo, de pasar una bola por un aro.
2 (Santander). En el juego de *bolos, uno más pequeño que los otros nueve, al que se asigna
un valor convencional. 3 (Chile). *Boliche (juguete). 4 *Engaño. 5 «Boca». Abertura del
escenario hacia el *teatro. 5 (aplicado a *vinos). Sabor.
emburriar (Asturias, Burgos, León, Palencia, Santander, Zamora). *Empujar.
[s. v. encachar.] encachado. 1 *Empedrado o *suelo hecho de cemento en el cauce de un río.
2 Capa de cimentación en el *pavimento de las carreteras formada por cascajo apisonado. 3
Antiguamente, empedrado en la entrevía de los *tranvías que iban tirados por caballerías, por el
cual marchaban estas. 4 (Santander) Empedrado de cantos rodados.
engarmarse (Asturias, Santander). Meterse el *ganado en una garma o pendiente muy abrupta
donde es fácil *despeñarse.
ercer (ant. y todavía usado en Santander). *Levantar.
esborregar (intr..; León, Santander). *Resbalar y caerse a consecuencia de lo escurridizo del
terreno.
[s. v. esborregar] esborregarse. 1 (León, Santander). «Esborregar». 2 (Santander). *Disgregarse
un terreno.
escajo. 1 «Escalio». Tierra *erial que se pone en cultivo. (V. «*roturar».) 2 (Santander)
*Árgoma (planta leguminosa).
[s. v. escala.] escalerón. 1 Madero con estaquillas puestas transversalmente a intervalos, que
sirve de escalera. 2 (Aragón, Santander). Escalón.
escañeto (Santander). *Osezno.

334 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146


Jaime Peña Arce

[s. v. escoba.] escobino (Santander). *Brusco (planta esmilácea).


escobio. 1 (Asturias, León, Santander). *Paso estrecho en una montaña o en un río. 2 (Asturias)
«Vericueto». *Peñasco o *aspereza.
escorir (Santander). «Escurrir». Acompañar a alguien para *despedirle.
[s. v. escuchar.] escucho (León, Santander). Cosa dicha al oído en *secreto.
2 escurrir (ant., usado aún en Asturias, Palencia, Santander). Salir acompañando a una
persona para *despedirla.
esmuciarse (Santander). *Deslizarse una cosa de las manos o de otra parte.
espurrir. 1 (Asturias, León, Palencia, Santander). Estirar o *extender una cosa;
particularmente, las piernas y los brazos. 2 Espurriar.
[s. v. espurrir.] espurrirse (Asturias, León, Santander). *Desperezarse.
esquienta (Santander). *Cima o cresta de una montaña o una sierra.
[s. v. 2 esquilo] 3 esquilar (Burgos, Palencia, Santander, Vizcaya). *Trepar a un *árbol, una
cucaña, etc.
2 esquilo (ant. y Santander). Ardilla.
[s. v. esquina.] esquinal (Álava, Burgos, Santander, Vizcaya). Ángulo de un edificio y
especialmente el formado por sillares.
[s. v. estar.] estadojo o estadoño (Asturias, Santander). Estandorio.
estirpia (Santander). *Adral.
estragal (Asturias, Santander). *Portal de una casa.

F
[s. v. fiar.] fía. 1 (Extremadura, Santander). Venta hecha al fiado. 2 (Logroño). Fianza ( fiador).
fisán (Santander). *Judía.
[s. v. frade.] frada (Asturias, Santander). Acción de fradar.
[s. v. frade.] fradar (Asturias, Santander) o fradear (ant.). «Enfrailar». Hacerse fraile.
[s. v. frío.] friura (León, Santander, Venezuela). 1 Frialdad. 2 *Costra producida por el frío.

G
galero (Santander). Especie de *sombrero chambergo.
gallofa.(Posiblemente, de una expresión lat., «galli offa», comida de galo, nombre aplicado
a los peregrinos de Santiago, que eran franceses en su mayoría, creada en los conventos de
la Edad Media) 1 Comida que se daba a los *peregrinos que venían de Francia a Santiago de

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Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Diccionario de uso del español (1966-1967)…

Compostela pidiendo limosna. 2 D. R. A. E. : «verdura u hortaliza que sirve para ensalada,


menestra y otros usos». 3 «*Monserga». Relato falto de interés o que se escucha a disgusto. 4
*Chisme. 5 *Añalejo. 6 (Santander, Vizcaya). *Panecillo o *bollo.
3 gama (Santander). *Cuerno.
gañín (Asturias, Santander). Hombre *hipócrita.
gáraba. 1 (numerable; Santander). *Árgoma (planta leguminosa). 2 (partitivo). Conjunto
de árgomas, por ejemplo recogidas para *leña; particularmente, las partes más gruesas y leñosas.
gario. 1 Bieldo (utensilio de labranza). 2 (Santander). Especie de *rastro, para recoger el *abono.
3 (Albacete). «*Arrebañaderas». Triple gancho usado para sacar cosas de los pozos.
garma (Asturias, Santander). *Despeñadero: vertiente muy pronunciada, por donde es muy fácil
despeñarse. (V. «engarmarse».)
garojo (Santander). «Carozo. *Zuro». Núcleo de la espiga del maíz.
garrote. 1 «Garrota». *Palo grueso y pesado que se utiliza como bastón, como arma, etc.
(V.: «Calveta, calvete, estaca, garrota, macana, tocho, tolete, tranca. Agarrotar,
agarrotear. *Palo».) 2 («Dar»). Acción de apretar una ligadura retorciéndola con un
palo. (V. «agarrotar».) 3 («Dar»). *Tormento consistente en comprimir de esa manera
los miembros. 4 («Dar»). Procedimiento de *ejecutar a los condenados comprimiéndoles
la garganta. 5 (marina). Palanca con que se da vueltas a un *cabo para apretarlo alrededor de
algo. 6 Defecto de un *dibujo consistente en la falta de la continuidad debida en una línea. 7
Pandeo o falta de rectitud en una pared, en la superficie de una piedra labrada, en los tubos de
una conducción, etc. (V. «*combarse».) 8 (Palencia, Santander). *Cesto hecho de tiras de
madera de avellano. 9 (Santander) Unidad de medida para *leñas, equivalente a media carga.
10 (Méjico). «Galga». *Piedra que se desprende y se precipita por una pendiente.
V. «vino de garrote».
[s. v. gen-] genial. 1 Del genio (carácter). 2 (aplicado a las personas y a lo que hacen o dicen)
Dotado de genio creador. 3 (inf.; íd.), *Ocurrente, *gracioso o muy *oportuno en las cosas que
dice. 4 (neologismo inf. no incluido en el D. R. A. E). *Magnífico o *pasmoso. 5 *Placentero.
6. (n.; Aragón, Salamanca, Santander). Genio (carácter).
[s. v. gola.] golimbrón, -a (Andalucía, Santander). *Goloso.
[s. v. guadaña.] guadañeta (Santander). Utensilio empleado para *pescar calamares.

H
haedo (Asturias, Santander). Hayal.
[s. v. herr-] herraje[s]. 1 Conjunto de piezas de hierro con que se *guarnece algo; por
ejemplo, una puerta o un mueble. (T., «herramienta» —ant.—.) 2 Conjunto de herraduras
y clavos de ellas. 3 (Santander). «Herramienta». *Dentadura del ganado vacuno.

336 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146


Jaime Peña Arce

hespirse (Santander). *Envanescerse o *hincharse.


[s. v. hilo.] hila. 1 (generalm. en pl.). Hebra sacada de un trozo de tela de hilo vieja, de las
que se usaban en *medicina antes de emplear algodón hidrófilo. 2 «Hilera». *Fila. 3 *Tripa
de res, delgada. 4 Acción de hilar: ‘En la temporada de hila’. 5 (Santander) *Tertulia que se
reúne en las casas aldeanas en las noches de invierno, en la cual suelen hilar las mujeres. 6
Acción de hilar el gusano de *seda.
¡hospa! (Santander). Interjección usada para *echar o *ahuyentar a alguien de un sitio. (V.
«¡hopo!».)

I
[s. v. implantar.] implantón (Santander). *Madero de 7 a 9 pies de longitud y una escuadría de
6 pulgadas de tabla por 3 de canto.
[s. v. imprimir] imprenta. 1 Arte y actividad de *imprimir: ‘Leyes de imprenta’. 2 Taller
donde se imprime. 3 «Impresión». Tipo de letra con que está impresa una obra. 4 (n. unitario
partitivo). Cosas impresas: ‘Imprenta política [literaria]’. 5 (Santander). *Madero de 7 a 9 pies
de longitud, con una escuadría de 3 pulgadas de tabla por una de canto.
V. Letra de imprenta, libertad de imprenta, pie de imprenta, prueba de imprenta.

J
jeda (Santander; adj.). Se aplica a la *vaca recién parida, que está criando.
[s. v. jeda] jedar (Santander; aplicado a la vaca y la cerda). *Parir.
[s. v. jibia.] jibión. 1 Pieza caliza de la jibia que tiene diversos usos industriales; los *plateros,
por ejemplo, la usan para hacer moldes. 2 (en las costas de Cantabria). *Calamar.

L
ladral (Asturias, Santander; generalm. en pl.). *Adral (zarzo o tabla colocado a los lados del
carro).
[s. v. lamber.] lambistón, -a (Santander). Lamedor. *Goloso.
[s. v. lengua.] lenguatón, -a (Santander). Lenguaraz (*descarado o *insolente).
[s. v. lija.] lijadura. 1 Acción y efecto de lijar. 2 (Santander). *Lesión o *anormalidad en el
cuerpo de una persona o animal.

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Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Diccionario de uso del español (1966-1967)…

llar. (Del lat. «lar, -ris»; v. «lar».) 1 (Asturias, Santander). «Lar». *Hogar. 2 (Elipsis de
«cadenas de los llares». En pl.). Cadena con un gancho, o varios a diferentes alturas, que
pende de la pared del fondo de la chimenea, de la cual cuelga la caldera. (T., «abregancias,
calamillera, calderil, caramilleras, gramallera».)
llosa (Asturias, Santander, Vizcaya). *Campo de cultivo cercado, generalmente próximo a la
casa o pueblo. (V. «agro, ería, mies».)
[s. v. lomo.] lomba (León, Santander). Loma.
lumiaco (Santander). *Babosa.

M
macizo, -a. (De «masa», a través de «masizo», alterado por asimilación.) 1 Formado por
una masa sólida, sin *huecos en su interior: ‘Una pulsera de oro macizo. Una bola maciza
de hierro’. 2 (aplicado a las personas por su contextura física). «Apretado». De carne
consistente, no fofa: ‘No está gordo, pero está macizo’. (V. «*robusto.») 3 (no figura en el D.
R. A. E.). Se dice de las cosas que presentan una forma recogida, sin apéndices o cortes, así
como de esa misma forma: ‘África es un continente de forma[s] maciza[s]’. (V.: «Sólido.
Recortado». 4 (n.; no frec.; no figura esta acep. en el D. R. A. E., pero está usada en
el mismo, por ejemplo en el artículo «testero»). Masa sólida y de forma maciza de cualquier
cosa. 5 «Macizo montañoso». 6 Cada trozo separado, dedicado a *plantas y arbustos, en
un jardín o parque. 7 (arquitectura). «Lienzo». Trozo continuo de *muro, situado entre
dos vanos. 8 Conjunto de construcciones agrupadas. 9 (Santander; n. colectivo de género).
*Sardina en salmuera conservada en barriles.
Macizo montañoso o de montañas. Conjunto de *montañas que forman una
unidad.
[s. v. macizo, -a.] macizar. 1 Rellenar o *tapar los huecos de una cosa. 2 (Santander).
Echar macizo (sardina en salmuera) al agua cuando se pesca.
1 magaña (Andalucía, Santander). *Legaña.
[s. v. 1 magaña] magañoso, -a (íd.). Legañoso.
majada. (Posiblem., del lat. «maculata», tejido de mallas; relación semántica semejante a
la de «redil» con «red»; «maculata» se der. de «mácula», de donde el esp. «mancha»
—v.—.) 1 «*Aprisco». Lugar donde se recoge el ganado por la noche. (V. «amajadar».)
2 *Estiércol de los animales. 3 (Argentina). *Rebaño de ganado lanar. 4 (Santander). *Braña
(pasto de verano, etcétera). 5 (ant.). *Posada.
manjúa. (Posiblemente, del francés antiguo «manjue», de la misma raíz que «manjar» 1
(Santander). «Cardumen». *Banco de peces. 2 (Varias especies de los géneros «Anchovia,
Anchoviella» y «Engraulis»; Cuba, Méjico) *Pececillo teleósteo fisóstomo, de unos 10
centímetros de longitud, plateado y con una boca muy grande, que nada en grandes bandadas.

338 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146


Jaime Peña Arce

[s. v. maquila.] maquilero. 1 Hombre que muele y cobra maquila. 2 (Santander). Maquila
(medida de capacidad).
[s. v. 1 mata.] matorro (Santander). Matojo.
mayueta (Santander). *Fresa silvestre.
2 meta (Santander). *Mayueta (fresa silvestre).
metra (Álava, Santander). *Fresa silvestre.
mienta (Asturias, Santander). *Menta (planta labiada).
mies. (Del lat. «messis», cereales, deriv. de «métere», segar; v. «mesar». N. fem. colectivo
de género.) 1 Nombre aplicado a las plantas de *cereales ya maduras: ‘Segar la mies’. Se usa
también en plural, refiriéndose a más de un campo o a más de una especie de cereales: ‘Las
mieses están maduras’. (en pl.) Campos *sembrados. (V.: «*Cereal, grano, messe, panes.
Cerda, siega. Frumentario. Pared. Porrina. Arista, cascabillo,
cáscara, *espiga, paja, porreta, tramojo. Aborrajarse, acamar[se], alheñarse, ardalear,
azurronarse, berrendearse, cerner, descabezarse, empajarse, empanarse, encamarse,
encañar, espigar, granar, matear, echarse los panes, revenirse. Ceriondo, cerollo,
fallo. Meseguero. *Haz, nía. *Fajina, fascal, morena, parva.
Rastrojo. *Segar, soguear, *trillar».) 2 *Temporada de la *siega. 3 (Santander).
Se aplica a los valles cerrados en donde están los *campos sembrados. (V. «agro», «ería»,
«llosa».) 4 (fig.) Gente *convertida al cristianismo o preparada para su conversión.
miruello, -a (Asturias, Santander). Mirlo.
mosolina (Santander). *Aguardiente.

N
narvaso(Santander; ¿n. colectivo?). Planta de *maíz que, después de quitada la panoja, se
guarda para *pienso.

P
[s. v. pacer.] pación (fem.; Asturias, Santander). *Pasto que se cría en un prado en el intervalo
desde que se siega en el verano hasta que se vuelve a dejar crecer definitivamente para otra siega.
[s. v. peje.] pejín (De «peje». Santander). Pejino.
[s. v. peje.] pejina (Santander; n.). Se aplica a las *mujeres del pueblo, de Santander y otras
poblaciones de la provincia.
[s. v. peje.] pejino, -a (Santander; adj. y, aplicado al lenguaje, t. n.). Se aplica al *lenguaje y
modales de las pejinas.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146 339


Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Diccionario de uso del español (1966-1967)…

[s. v. pereza.] perezoso, -a. 1 («Estar; Ser»). Se dice del que tiene pereza, en cualquier
acepción. Particularmente, para levantarse de la cama. (fig.; aplicado a cosas). *Lento.
(V. referencias a la «pereza».) 2 (n., en fem.; León, Santander). *Mesa sujetada a la pared y
articulada mediante bisagras de modo que se puede tener replegada contra la pared o levantada
y sostenida por una palomilla también articulada. 3 (n., en masc.; géneros «Bradypus» y
«Choloepus»). *Mamífero desdentado, propio de la América tropical, de unos sesenta
centímetros de longitud, de cabeza pequeña, pelo pardo áspero y largo y pezuñas armadas de
tres largas uñas; anda muy lentamente y se deja caer de los árboles arrollado como una pelota.
(T., «calípedes, perico ligero».)
[s. v. perico.] periquín (con mayúscula, otro diminutivo de «Perico» —v.—. Santander.).
Cierta *danza popular.
perojo (Santander). Cierta variedad de *pera temprana menuda y redonda.
pimplón (Asturias, Santander). «*Salto de agua».
[s. v. pizcar.] pizco. 1 Pellizco. 2 (Santander) *Jaramugo (pececillo).
posarmo (Santander). Especie de *berza.
pregón. (Del lat. «praecónium»; v. «preconizar».) 1 *Anuncio de alguna mercancía o
servicio que se hace a gritos por la calle. 2 Anuncio que se hace de viva voz por la calle, ahora
solamente en los pueblos, generalmente por un funcionario del ayuntamiento, para *publicar
una noticia o un aviso, oficial o no, por ejemplo una pérdida, que interesa que conozcan
todos. (V.: «Bando, crida. Edicto».) 3 «Pregón literario». 4 (ant.). *Alabanza de
una persona hecha en público. 5 (Asturias, Santander). *Amonestaciones matrimoniales.
Pregón literario. Designación que se aplica modernamente a un *discurso literario
que se lee, se transmite por la radio, etc. para anunciar algunas *fiestas: ‘El pregón de la
Semana Santa de Sevilla’.
Tras de cada pregón, azote (no frec.). Frase humorística con que se comenta el que
alguien menudee los tragos de vino mientras come. (V. «*beber».)

Q
quima (Asturias, Santander). *Rama de árbol.

R
rámila (Asturias, Santander). *Garduña (mamífero carnicero).
ráspano (Santander). «Rasponera». *Arándano (planta ericácea).
rasponera (Santander).*Arándano (planta ericácea).

340 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146


Jaime Peña Arce

[s. v. rata.] ratino, -a (Santander; adj.). Se aplica a la res *vacuna de pelo gris parecida a la rata.
reboñar (Santander). Pararse la rueda del *molino por rebalsarse el agua en el cauce de salida.
respigo (Santander). *Semilla de la *berza.
[s. v. resquemar.] resquemor. 1 (Asturias, Rioja, Santander). «Resquemazón. Resquemo»
(ardor causado por algo en la boca). 2 (fig.). Cualquier *sentimiento no exteriorizado y
poco precisado que causa íntimo desasosiego; p. ej., *resentimiento por creerse objeto de
un desprecio o un mal trato, *remordimiento por algo que uno mismo ha hecho, *enfado
contenido contra alguien, o una *sospecha.
resquilar (Burgos, Santander). «Esquilar». *Trepar a los árboles.
rezmila (Asturias, Santander). «Rámila». *Garduña (mamífero carnicero).
[s. v. ríspido, -a.] rispión (Santander). *Rastrojo.
rizón (Santander). *Ancla de tres uñas.
[s. v. 2 roda.] rodal. 1 *Mancha o lugar más o menos redondeado que, por cualquier
circunstancia, se distingue de lo que lo rodea: ‘Hay un rodal más desgastado en el sitio donde
él pone los pies. Un rodal sin pelo’. 2 (Santander). *Carro de ruedas macizas (sin radios).
[s. v. 2 roda.] roderón (León, Salamanca, Santander). Rodera profunda.
ronzuella (Santander). *Arrendajo (pájaro).
[s. v. roto, -a.] rotura. 1 Acción y efecto de *romper o romperse algo. 2 Acción de
*interrumpirse una cosa: ‘La rotura de las negociaciones’. 3 (ant.). Relajación o *libertinaje. 4
(Santander). Terreno *roturado. 5 (*veterinaria). «Contrarrotura». Apósito que se pone para
curar una relajación o luxación.
[s. v. rozar.] rozo. 1 Rozamiento. 2 Leña menuda que se hace en la corta. 3 (Asturias,
Santander). Roza: hierbas y matas que se obtienen al rozar el campo.
[s. v. rueda.] rueño (Asturias, Santander). *Rodete para llevar cargas sobre la cabeza.
[s. v. ruina.] ruinera (Ávila, Murcia, Santander). Ruina: hecho de arruinarse. Particularmente,
estado de *decadencia física de una persona.
[s. v. rumbo.] rumantela (Alteración de «rumbantela». Santander.) *Juerga o *diversión. (T.,
«rumbantela»).
runflar (Santander). Resoplar.
[s. v. runflar] runflante (Santander). 1 Aplicable al que runfla. 2 «*Ufano». Satisfecho de sí
mismo. Petulante u *orgulloso.
1 rutar (Asturias, Burgos, Palencia, Santander). 1 *Murmurar. 2 *Renegar. 3 *Susurrar. 4
*Zumbar.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146 341


Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Diccionario de uso del español (1966-1967)…

S
sagallino (Santander). Especie de sábana basta con una cuerda en cada punta, que se emplea
para *transportar la hierba.
[s. v. sallar.] sallador, -a (Asturias, Santander). *Escardador.
sanapudio (Santander). *Arraclán (árbol ramnáceo).
[s. v. sangre.] sangricio (Santander). *Aladierna (planta ramnécea).
sapada. (Palabra quizá onomatopéyica con el grupo «s…p», expresivo de la acción de zampar
o plantar de golpe una cosa en algún sitio; v. t. «z…p».) 1 (León, Salamanca) *Caída de
bruces. 2 (Santander). *Llaga en la planta del pie.
sarruján (Santander). *Zagal de ganado.
[s. v. seda.] sedeña. 1 Hilaza que se saca del *lino al rastrillarlo. (V. «*estopa».) 2 *Tela hecha
con ella. 3 (Asturias, Santander). *Sedal de caña de pescar.
sel (Santander). *Prado en el que sestean las vacas.
sextaferia (Asturias, Santander). *Prestación vecinal para la reparación de caminos, a la que se
acude los viernes de ciertas épocas del año.
sollar. (Variante de «soplar». Ant. y u. en Santander.) *Soplar.
sorrapear. (Con «so-» = «sub-», y «rapar» —v.— Santander.) Rascar con la azada u otro
utensilio la tierra de un sendero o semejante, para limpiarla de *hierba.
1 sula (Santander; «Atherina présbyter»). Cierto *pez de bahía, pequeño, plateado.

T
tabal. (De «atabal». Andalucía, Asturias, Santander.) *Cuba en que se conservan las *sardinas
arenques.
tabora (Santander). «Cenagal». *Charco cenagoso.
talín (Santander). *Verderón (pájaro).
1 talo (Navarra, Álava, Vizcaya, Santander). *Torta de harina de *maíz sin fermentar, que se
cuece sobre las ascuas.
tambesco (Burgos, Santander). *Columpio.
tanza (Santander). «*Sedal». Hilo de las cañas de pesca.
[s. v. tardo.] tardío, -a. 1 (adj.) Se aplica a lo que llega tarde: ‘Un hijo tardío’. O llega
más tarde de lo acostumbrado o conveniente o en un momento en que ya no es oportuno:
‘Un consejo tardío’. «Tardano». Se aplica particularmente a los *frutos que maduran más
tarde que otros. 2 (n., en masc.; Salamanca, Santander). Otoñada.
[s. v. tarro.] tarrañuela (Burgos, Palencia, Santander, Vizcaya). Tarreña (castañuela).

342 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146


Jaime Peña Arce

[s. v. tilla.] tillo (Burgos, Santander). Cada una de las *tablas de un entarimado.
tiragomas (Santander, Soria). *Tirador (juguete).
tiseras (Andalucía, Hispam., Santander). Tijeras.
tocio, -a. (Variante de «tozo» —v.—.) 1 (adj.). *Enano, aplicado particularmente a cierta
especie de *roble. 2 (Santander; n., en masc.) *Melojo (árbol fagáceo).
2 tojo (Santander). Tronco hueco en que anidan las *abejas.
[s. v. torno.] tornear. 1 Dar forma a un objeto con el torno. 2 (Logroño). Dar vuelta a
la parva. (V. «*trillar».) 3 (Santander). Imprimir un movimiento de rotación al bolo
que se lanza en el juego de los *bolos. 4 Dar *vueltas alrededor de algo. 5 (fig.). «Dar vueltas».
*Cavilar sobre alguna cosa. 6 Tomar parte en un torneo.
[s. v. trapo.] trapear. 1 (Hispam.). *Fregar el suelo con una bayeta o un trapo. 2 (Santander).
*Nevar.
trente. (Alteración de «tridente». Santander.) *Bieldo con dientes de hierro.

tuta (Álava, Santander, Vizcaya). *Chito (juego).

V
[s. v. vaso.] vasija. 1 Designación genérica aplicable a numerosos recipientes; pero no todos los
recipientes se llaman en lenguaje corriente «vasijas». Tratando de precisar el alcance de esta
designación, se puede decir que vasija es un recipiente de tamaño manejable, de forma inalterable
como las que se obtienen modelando un material plástico como la arcilla o modelando uno
fundible como el vidrio o el metal, de considerable profundidad y destinado a contener algo
o de forma como la de los que tienen ese destino. Así, es claro que no son vasijas, aunque son
recipientes, un cajón, un cesto o un saco; tampoco se llama «vasija» a una bandeja o plato
porque son demasiado planos; pero no está tan claro por qué no se llaman «vasijas» una sartén,
un cubo o una palangana; ni un tiesto para plantas o un botijo; tampoco, que se pueden definir
como «vasijas» los recipientes de servicio de la mesa, pero no los recipientes de la cocina: se
diría ‘en esta cocina sobran cacharros’, pero no ‘sobran vasijas’. No es, pues, de extrañar que las
palabras que figuran en el catálogo que sigue figuren también en el de «recipiente», ya que
todas las vasijas son recipientes; y tampoco, dada la imprecisión de la delimitación, que algunas
de las incluidas designen objetos que, corrientemente, no serían llamados «vasija». (Sufijo,
«-era, -ero»: ‘dulcera, lechera; azucarero, salero’. V.: «cacharro. Aceitera,
acetre, adecuja, albarrada, albornía, alcadafe, alcarraza, alcoholera, alcolla, alcuza,
alcuzcucero, alhiara [aliara], almarraja, almarraza, altamía, ampolla, anáglifo, ánfora,
arcaduz, arrebolera, arropera, avenencia, bacín, balanzón, balón, balsamera, balsamerita,
barral, bellota, bernegal, bidón, bobillo, bocal, bock, bol, bombón, bombona, bote,
boteja, botella, botellón, botija [botijo], bototo, búcaro, burlador, cachirulo, cacho,
cachucho, cachumbo, cafetera, calabacino, *calabaza, calcinatorio, cáliz, callana,

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146 343


Sobre el tratamiento de los montañesismos en la primera edición del Diccionario de uso del español (1966-1967)…

camaza, canario, canco, candiota, caneca, canope, cántara, cantarilla, *cántaro,


cantimplora, caña, caramañola, caramayola, casco, castaña, catabre [catabro], catalicores,
catauro, catavino, catino, cayana, chambado, chato, chocolatera [chocolatero], ciato,
ciborio, colodra [colodro], confitera, copa, copón, cortadillo, controfe —ant.—, crátera,
cubilete, cubillo, *cuenco, *cuerna, cumbo, curuguá, damajuana, enjuague, *envase,
escaza, *escudilla, escullador, estufador, fiambrera, *florero, frasco, gábata, gacha,
*gachumbo, galleta, *garrafa, garrafón, grasera, guacal, guaje, guámparo, güira, hidria,
*jarra [jarro], jícara, junciera, lata, lavafrutas, lavaojos, lechera, lecherón,
liara, libatorio, licorera, limeta, maceta, mantequera [mantequero], mate, matraz,
metreta, mochuelo, modorrillo, mojador, mortera, mostacera, mucura, nambira, niscome,
ojera, oliera, ordeñadero, *orinal, orza, papelina, parra, parral, parrilla, pátera, pava,
pebetero, pecera, penada [penadilla], perfumador, perulero, pichel, pichella, picoleta,
pierna, pilche, pimpina, pisco, pistero, pocillo, póculo, pomo, ponchera, porrón, pote,
pozuelo, pucia, rallo, ramilletero, redoma, rejiñol, retorta, roldana, ruciadera, sahumador,
salero, salsera, salsereta [salserilla], sangradera, sifón, sopera, tabo, taceta, tacha, talla,
tapara, tarraza, tarro, tarta, tatarrete, taza, tazón, tecomate, tembladera, termo, terraza,
tetera, tibor, tichela, tiesto, tol, totuma, traste, vaso, velicomen, venencia, vinagrera,
violetero, zalona, zapita [zapito]. Esmaltado, múrrino, vidriado. *Cerámica,
loza, porcelana, vajilla, vasa. Asa, *asiento, barriga, borde, cobertera,
cuello, *culo, fondo, gollete, panza, pico, pitón, pitorro, suelo, *tapa
[tapadera], tripa, vientre. Caliche, desasado, desfondado, *desportillado.
Bazucar, debrocar, desbocar, desfondar, desgolletar, embrocar, empinar,
entisar, volcar. *Alfarería, *cerámica. Cacharrería, cristalería, tienda
de loza. Receptáculo. *Recipiente») 2 Conjunto de las cubas y tinajas de las *bodegas.
3 (Álava, Navarra, Santander). *Vajilla.
verdugo. 1 *Tallo verde o *brote de un árbol. 2 *Vara, mimbre o cualquier cosa flexible semejante,
empleada para *azotar. 3 «Verdugón». Señal o roncha alargada que deja en el cuerpo el golpe
del azote. 4 *Estoque delgado. (T. «verduguillo».) 5 (León, Santander) Pieza de madera que
va en la *carreta entre el eje y el larguero del tablero. 6 Verdugada. 7 *Sortija de forma de oro.
8 Funcionario judicial que antiguamente *ejecutaba las penas de azotes y otros *tormentos y
ahora las de muerte. (V.: «Boche, bochín, borrero —ant.— boya, buchín, —ant.—, carnífice
—ant.—, mochín, oficial, sayón. Esbirro. Averdugar».) 9 (fig.) Persona que trata
*cruelmente a las que dependen de ella. 10 (íd.). Cualquier cosa que *mortifica o *atormenta.
11 *Alcaudón (pájaro de cetrería). 12 Verdugado.
villería (Santander). *Comadreja (mamífero carnicero).
[s. v. virar.] virazón. 1 *Viento procedente del mar que, con bastante regularidad a lo largo del año,
sopla durante el día, alternado con el terral que sopla de noche. 2 (Santander) Cambio repentino
en la dirección del *viento, especialmente cuando al del sur huracanado sucede el del noroeste.

344 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 315-345 ISSN:1139-1146


Jaime Peña Arce

Z
1 zagal, -a. 1 (poco u.). *Muchacho. 2 *Pastor. 3 *Pastor joven que está a las órdenes del
mayoral. (T., «sarruján».) 4 Mozo que ayudaba al mayoral en los *carruajes de caballerías. 5
(fem.; León, Santander) *Niñera.
zapita (Extremadura, Santander). «Colodra». *Cuenco de madera empleado para *ordeñar.
[s. v. zapita] zapito (Santander). Zapita.
zoncho (Santander). *Capazo.
zuna. 1 Doctrina religiosa de los *musulmanes, sacada de los dichos y sentencias de Mahoma.
2 (Asturias, Santander) «Resabio». Vicio de una *caballería. 3 (Asturias, Santander). Mala
*intención de una persona.

Fecha de recepción: 6 de mayo de 2019


Fecha de aceptación: 13 de septiembre de 2019

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Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

VARIACIÓN INTRADIALECTAL DEL ESPAÑOL:


IDEOLOGÍAS LINGÜÍSTICAS EN LA JUVENTUD DE
FUENLABRADA

Daniel Pinto Pajares


Universidad de Vigo
danielpinto_92@hotmail.es

Resumen: Las ideologías panhispánicas fo- Abstract: Panhispanic ideologies promo-


mentadas por las instituciones académicas ted by academic institutions present a fra-
construyen el marco de un español general mework of a cohesive and homogeneous
cohesionado y homogéneo que garantiza general Spanish language that guarantees
el entendimiento entre diferentes comu- understanding between different linguistic
nidades lingüísticas, frente a las múltiples communities. This stands in opposition to
realizaciones cotidianas que, por su carácter the multiple daily realizations whose sponta-
espontáneo y alejado de la normativa están- neity and non-normative nature is presented
dar, se presentan como versiones deturpadas. as deviant. By means of anonymous ques-
Mediante cuestionarios anónimos, hemos tionnaires, we have carried out a quantitative
realizado una investigación cuantitativa que research with Baccalaureate students from
toma como objeto de estudio el alumnado Fuenlabrada as objects of study. We analysed
de Bachillerato de Fuenlabrada. Estudiamos the linguistic ideologies presented in a repre-
las ideologías lingüísticas que presenta una sentative sample regarding the intradialectal
muestra representativa en torno a la varia- variation of the Spanish language. Standard
ción intradialectal del español. El español Spanish is contradictory to the varieties of
estándar es contrapuesto a las variedades de Spanish in Spain and Spanish America and
España e Hispanoamérica y las ideologías lin- the detected linguistic ideologies include
güísticas detectadas engloban prejuicios res- prejudices with respect to certain varieties
pecto a ciertas variedades y a sus hablantes. and their speakers. Among other issues, there
Entre otras cuestiones, se observa una vin- is a link between aesthetic features as con-
culación entre características estéticas como substantial properties to the language and a
propiedades consustanciales a la lengua y una representation of the standard as an ideal of
representación del estándar como ideal de correction. Nevertheless, the concrete varie-
corrección. No obstante, las variedades con- ties and non-standard accents do not reach
cretas y acentos no estándares no alcanzan negative perceptions, just as the different va-
percepciones negativas, así como se desligan rieties of Spanish are separated with the psy-
las diferentes variedades del español con las chological characteristics of their speakers.
características psicológicas de sus hablantes. Keywords: linguistic prejudice, standard
Palabras clave: prejuicio lingüístico, español Spanish, dialect, panhispanism, linguistic
estándar, dialecto, panhispanismo, correc- correction
ción lingüística

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 347-368 ISSN:1139-1146 347


Variación intradialectal del español: ideologías lingüísticas en la juventud de Fuenlabrada

1. INTRODUCCIÓN

Con unos 400 millones de hablantes repartidos en 23 países, la realidad so-


ciopolítica del español se caracteriza por su naturaleza transnacional. La evolución
histórica del español en las múltiples comunidades lingüísticas se puede observar ac-
tualmente en las diversas variedades lingüísticas que coexisten, interactúan y reciben
elementos de las lenguas con las que están en contacto. Este funcionamiento propio
de las lenguas naturales es, sin embargo, visto por parte de instituciones académicas
y de muchos hablantes como una desviación de un ideal de lengua homogénea. El
centro hegemónico de la hispanofonía ha radicado históricamente en España, por lo
que la variación lingüística del español se juzga con la mirada puesta en organismos
como la RAE, cuyos trabajos de índole prescriptiva y descriptiva son tomados como
reglas para un uso idiomático correcto, de tal manera que se reduce el valor de aque-
llas formas lingüísticas que contradicen la norma.
En esta investigación, estudiamos las ideologías lingüísticas que presenta el
alumnado de Bachillerato de Fuenlabrada respecto a la variación intradialectal del
español. La metodología empleada ha consistido en cuestionarios repartidos a una
muestra representativa, de manera que a lo largo de este trabajo exponemos y cuan-
tificamos las ideologías lingüísticas detectadas. En tanto que municipio periférico
de la Comunidad de Madrid, Fuenlabrada no ha recibido gran atención por parte
de la sociolingüística en estudios sobre el español. Consideramos que la exploración
del área de Madrid desde una perspectiva sociolingüística del español resulta crucial
puesto que su condición de centro político y en el que radican las academias de la
lengua española de mayor prestigio articulan una influencia que trasciende los lími-
tes regionales e incluso nacionales.
Por lo tanto, el primer objetivo de esta investigación es plantear una problemá-
tica escasamente estudiada en localidades del extrarradio de Madrid que, como ya se
ha referido, representa un campo de trabajo altamente influyente en varios niveles
territoriales. El segundo objetivo radica en exponer las opiniones que presenta una
muestra representativa respecto a la variación intradialectal del español y que son
fomentadas por algunas instituciones académicas del panhispanismo.

2. ANTECEDENTES

El auge de la industrialización experimentado en los mayores focos urbanos de


España a partir de la década de 1960 situó a la Comunidad de Madrid como uno
de los principales centros de atracción de inmigrantes nacionales, especialmente del

348 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 347-368 ISSN:1139-1146


Daniel Pinto Pajares

área meridional. Este flujo migratorio se asentó en la periferia de la capital, donde


paralelamente se ubicaron las nuevas fábricas, dando lugar a una convergencia lin-
güística entre diferentes variedades del español (García Mouton y Molina Martos,
2009). Numerosos autores han señalado que la vinculación de Madrid con la idea
de capitalidad y de modelo normativo no ha animado a la sociolingüística ni a la
dialectología a emprender proyectos basados en las características del habla de Ma-
drid (Paredes, 2006; Molina, 2009). Más bien, se ha aprovechado su condición de
foco receptor de inmigración para estudiar el contacto lingüístico (Sancho Pascual,
2015; Solís Casco, 2015; Peralta Céspedes, 2017).
A pesar de ello, se pueden citar de manera fragmentaria algunos trabajos inte-
resados en las hablas madrileñas urbanas, no solo de las variedades capitalinas (Ces-
tero, Molina y Paredes, 2006), sino también de las variedades de las nuevas urbes
que empezaban a consolidarse al sur y al este de la Comunidad tras la explosión
demográfica a finales del siglo XX (Martín Butragueño, 1993; Blanco, 2004). El
objetivo de algunos de estos trabajos de corte sociolingüístico es dar cuenta de las
normas lingüísticas empleadas por hablantes cultos, recogiendo para ello encues-
tas y grabaciones para analizar especialmente aspectos sintácticos y léxicos (Quilis,
1966; Torres Martínez, 1981).
A principios del siglo xxi, se llevaron a cabo proyectos etnolingüísticos para
acercarse al conocimiento del habla de Madrid. En el marco del Atlas Linguistique
Roman —AliR— (Contini y Tuaillon, 1996-2009) y del Atlas Linguarum Euro-
pae —ALE— (Alinei y Viereck, 1997), se realizaron dos campañas de cuestionarios
sociodialectales y conversaciones de grupo entre 2001 y 2005 en diversas localiza-
ciones de la Comunidad de Madrid. Los resultados avalaron que la frontera lingüís-
tica de las innovaciones meridionales sigue situándose en Madrid (Molina, 2006),
destacaron el abandono de formas léxicas rurales por la presión de la lengua estándar
promovida en los medios de comunicación (García Mouton, 2007) y una actitud
lingüística generalizada en el medio rural que reconoce el habla femenina como más
educada y correcta (García Mouton, 2011). Otras investigaciones vinculadas al Pro-
yecto para el Estudio Sociolingüístico del Español de España y de América —PRE-
SEEA— han tratado aspectos fonéticos (Gil Peña, 2004), léxicos (Paredes, 2005) y
discursivos (Molina, 2005) del habla de Madrid.
Entre las localidades del área metropolitana de Madrid, Fuenlabrada no ha re-
cibido suficiente atención por parte de la investigación sociolingüística. Otros mu-
nicipios colindantes como Getafe, que cuenta con un perfil demográfico análogo,
han dado lugar a estudios sociolingüísticos relevantes. En el nivel fónico, Martín
Butragueño (2001) y Gil Peña (2004) destacan diferencias relevantes entre el cin-
turón periférico de Madrid y los distritos de la capital en fenómenos como la aspi-

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 347-368 ISSN:1139-1146 349


Variación intradialectal del español: ideologías lingüísticas en la juventud de Fuenlabrada

ración o la elisión, que, por influencia de la inmigración meridional y extranjera,


son más frecuentes en el sur de la Comunidad. Respecto a las actitudes lingüísticas,
Martín Butragueño (1993) investiga los patrones que condicionan los cambios lin-
güísticos en la población procedente de la mitad sur de España y residente en Getafe.
Entre otros resultados, destacan el desprestigio de las variedades de origen de las
personas encuestadas y la tradicional concepción de las hablas castellanoleonesa y
madrileña como las más correctas de la hispanofonía.
Ante la carencia de trabajos específicos sobre las ideologías lingüísticas de la
juventud de Fuenlabrada respecto a la variación intradialectal del español, la origi-
nalidad de esta investigación contribuye a cubrir un vacío académico cuyo interés se
justifica a partir de dos factores. Por un lado, el tramo de edad de la población in-
vestigada se relaciona con un sector lingüísticamente innovador e ideológicamente
relevante para el futuro inmediato de las concepciones que se negocien y se asien-
ten en la sociedad con respecto a las variedades del español. Por otro lado, Madrid
es uno de los principales centros emisores de ideologías relacionadas con la lengua
española, pero tal y como se ha observado en trabajos precedentes, el sur de la Co-
munidad, como en este caso lo es Fuenlabrada, configura un paradigma que difiere
en distintos niveles lingüísticos con las localidades del centro y del norte, de manera
que su carácter periférico puede condicionar las asunciones en torno a la variedad
intradialectal del español.

3. MARCO TEÓRICO

En las últimas décadas, la lingüística ha puesto su atención en las opiniones,


valoraciones y actitudes que los hablantes vinculan con ciertas lenguas y varieda-
des lingüísticas. El pionero del concepto de “ideología lingüística” fue Silverstein
(1979), pero su conceptualización estructuralista ha sido reinterpretada por otros
autores que toman un punto de vista social. Irvine lo define como «the cultural
system of ideas about social and linguistic relationships, together with their load-
ing of moral and politics interests» (1989: 255) y las teorizaciones más recientes
añaden un enfoque crítico que resalta la capacidad de las ideologías lingüísticas para
producir y reproducir relaciones de poder (Kroskrity, 2010). Así, en los actos comu-
nicativos se manifiestan los intereses políticos y económicos de diferentes grupos
sociales en su pugna por generar un sentido común que racionalice la naturaleza de
las lenguas y las nociones vinculadas con los hablantes (Mertz, 2010).
Estos atributos e ideas preestablecidas juegan un rol determinante en las for-
mas de socialización entre distintas comunidades lingüísticas y en el propio seno

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de estas. En el contexto del español, la globalización favorece el contacto entre va-


riedades, que implica la elaboración de estrategias para reconocer o para desafiar la
variación característica de la lengua española (Bernárdez, 2010).
La planificación lingüística del mundo hispanohablante emana de instituciones
como la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española,
que configuran un modelo de comunidad lingüística internacional en la que el español
actúa como lugar común para los hispanohablantes y resaltan su potencialidad econó-
mica (Del Valle, 2007a). Estos organismos marcan un punto de referencia normativa
fundado en elementos gramaticales primordiales que constituirían la base general de la
lengua frente a la pluralidad. El modelo tradicional fomentado por la RAE se resume
en su anterior lema «Limpia, fija y da esplendor», mediante el que se promovía un
ideal homogéneo del español. Las variedades seleccionadas para representar la lengua
culta estándar recayeron en las hablas castellanas, y más concretamente, en la lengua de
la corte en Madrid dado su carácter de capital política y administrativa (Lauria y López
García, 2009). En este sentido, diversos autores han señalado que los grupos políticos
y económicos poderosos son los únicos capaces de imponer su propia variedad lingüís-
tica como modelo de prestigio, de lo cual no se deriva que estos dialectos contengan
patrones intrínsecamente superiores, más avanzados o más correctos que los de otras
variedades lingüísticas (Saussure, 1916; Penny, 2000).
La RAE ha adoptado desde las últimas décadas una nueva perspectiva consis-
tente en el reconocimiento de la multiplicidad de variedades lingüísticas del español,
pero siempre bajo una unidad liderada por el centro hegemónico del panhispanis-
mo. Este cambio de enfoque se reconoce en su lema actual “Unidad en la diversidad”.
Bajo esta etiqueta, salen a colación conceptos como el de la lengua común, que igua-
la los diferentes modelos del español, pero, a su vez, encubre una norma impuesta y
entiende el fomento de las lenguas en contacto con el español como ataques ilegíti-
mos a la vitalidad sociolingüística de este (Del Valle, 2007b). A pesar de esta nueva
conceptualización panhispánica que trata de compartir el poder estandarizador con
diferentes academias hispanoamericanas, la RAE sigue manifestando implícitamen-
te que el motor de cambio lingüístico y, por ende, de desviación, corresponde con las
hablas americanas (Lauria y López García, 2009).
Sin embargo, la ciencia lingüística ha demostrado que el cambio es consustan-
cial a toda lengua natural, por lo que cualquier intento de cohesionar sus elementos
gramaticales y fonéticos a lo largo del tiempo está condenado al fracaso. Moreno
Cabrera (2011) establece las siguientes propiedades esenciales de las lenguas. En pri-
mer lugar, la producción de una lengua varía tanto para el hablante individual como
para la comunidad lingüística en cuestión, ya que las múltiples situaciones comu-
nicativas condicionan los registros adoptados y ciertos factores como la clase social

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Variación intradialectal del español: ideologías lingüísticas en la juventud de Fuenlabrada

y la localización geográfica determinan el habla. En segundo lugar, el tiempo es un


factor de cambio, de manera que distintas generaciones pueden presentar alteracio-
nes sustanciales en la estructura lingüística y la acumulación de cambios a lo largo
del tiempo puede dar lugar a lenguas nuevas. En tercer lugar, todo individuo está
capacitado para adquirir espontáneamente la lengua del grupo al que se exponga, sin
necesidad de una instrucción consciente. Este último punto conlleva la aceptación
de que la lengua coloquial no es una formación deturpada de la lengua estándar,
sino más bien lo contrario: ante numerosas realizaciones de un sistema lingüístico
abstracto, las normas académicas plasmadas en el estándar culto son incapaces de
recoger tal diversidad. Por tanto, no se puede asumir la idea de que, en determinadas
circunstancias, los hablantes descuidan la lengua con arreglo a las pautas estandari-
zadas puesto que estos patrones son abstracciones de los fenómenos lingüísticos de
una o varias realizaciones concretas, pero no de todas ellas.
El problema surge cuando se toma la lengua escrita, eminentemente artificial,
como modelo de corrección. La carencia de polimorfismo característica de la lengua
escrita y la presentación de la lengua en la enseñanza reglada a través de los códi-
gos institucionalizados, tales como los diccionarios o las gramáticas, presupone la
asunción de la lengua como un ente regular y atemporal. Ante las formas orales
que contravienen la norma académica, los hablantes buscan en los diccionarios y en
las gramáticas posibles soluciones que corrijan las supuestas desviaciones (Amorós
Negre, 2008). No obstante, en toda variedad lingüística natural se pueden recopilar
los patrones gramaticales que las rigen, pero la discrepancia con respecto a la norma
estándar no la desautoriza, puesto que el estándar fijado a partir de una convención
y el carácter relativamente invariable de la escritura son elaboraciones posteriores a
la lengua coloquial y espontánea.
El carácter transnacional de lo que comúnmente se conoce como «lengua es-
pañola» supone el reconocimiento de infinidad de variedades lingüísticas concretas
cuyas delimitaciones desatan a menudo discrepancias dentro del mundo académico.
El español es una idea abstracta de un conjunto de variedades observables que di-
fieren entre sí en pequeños elementos y que, al comparar dos variedades geográfi-
camente lejanas, el grado de variación aumenta a pesar de la mutua inteligibilidad
(Moreno Cabrera, 2011). La suposición de algunas de estas variaciones como más
o menos prestigiosas y correctas está motivada par razones extralingüísticas, puesto
que ciertos criterios como el etimológico, entre otros, no anulan la legitimidad de
otras formas lingüísticas. Es difícil caracterizar en bloque un español de España fren-
te a un español de América, ya que el continuo dialectal conoce múltiples isoglosas y
el criterio que se sigue para dividir zonas lingüísticas puede resultar subjetivo y con
una fuerte impronta ideológica (Lara, 2007).

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Daniel Pinto Pajares

4. METODOLOGÍA

A partir de una muestra representativa del alumnado de Bachillerato de Fuen-


labrada, hemos repartido cuestionarios anónimos en cinco institutos públicos. He-
mos reunido 338 cuestionarios pertenecientes a alumnos de 1.º y 2.º de Bachillerato
que han rellenado en presencia del investigador. A continuación, se describe el perfil
demolingüístico de la muestra y el procedimiento llevado a cabo en la extracción y
análisis de los datos.

4.1. Descripción de la muestra

En esta investigación han participado 338 estudiantes de Bachillerato de Fuen-


labrada, lo que supone una muestra representativa de este grupo poblacional con un
nivel de confianza del 99 % y un margen de error del 5 % (Survey Monkey, 2018).
Los rasgos demográficos de la muestra se detallan en la Tabla 1.

Hombres Mujeres
Instituto
1.º Bach. 2.º Bach. 1.º Bach. 2.º Bach.
IES Dolores Ibárruri 0 23 0 41
IES Salvador Allende 39 18 33 24
IES La Serna 14 0 18 0
IES Carpe Diem 18 0 17 0
IES Victoria Kent 37 23 21 12
TOTAL (por curso y sexo) 108 (31,95 %) 64 (18,93 %) 89 (26,33 %) 77 (22,79 %)
TOTAL (por sexo) 172 (50,88 %) 166 (49,12 %)

Tabla 1. Cuantificación de la muestra representativa

No todos los institutos nos han ofrecido la oportunidad de acceder al alumna-


do de los dos cursos de Bachillerato. Sin embargo, dado que no centramos este es-
tudio sobre la base de esta variable, solamente hemos procurado el mayor equilibrio
posible. Contrariamente, el sexo de las personas participantes sí es relevante para los
objetivos propuestos, por lo que hemos obtenido una proporción equidistante entre
hombres y mujeres.
La singularidad de la procedencia extranjera no se revela como un dato sobre-
saliente puesto que esta población representa el 2,74 % de la muestra y alcanza unas
cotas semejantes a las personas autóctonas respecto a la media de número de años

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Variación intradialectal del español: ideologías lingüísticas en la juventud de Fuenlabrada

vividos en Fuenlabrada —15,18 años el alumnado extranjero y 15,25 el español—.


La media de edad de la muestra de informantes es de 16,67 años, franja enmarcada
etariamente en la adolescencia y subcatalogada como adolescencia tardía según or-
ganismos como UNICEF (2011). Durante esta etapa, el sujeto sustituye la presión
normativa familiar y escolar por la influencia que ejerce el grupo de amigos u otros
grupos sociales en los que se desenvuelve, lo cual implica la interacción con lenguas
y formas lingüísticas no necesariamente prestigiosas (Chambers y Trudgill, 1980).
Respecto a la descripción lingüística de la muestra, el 91,42 % tiene como úni-
ca lengua primera el español. Las lenguas de España distintas de esta se encuentran
en 2 personas: una considera que el español y el catalán son sus lenguas maternas y
otra declara que tan solo el rifeño lo es. El árabe, pese a considerarse una lengua au-
tóctona del territorio español en tanto se encuentra en Ceuta, la hemos codificado
como lengua extranjera puesto que las 4 personas que afirman tenerla como lengua
materna han indicado Marruecos como lugar de nacimiento. Otras lenguas extran-
jeras con representación entre la muestra de informantes son el chino (9), el rumano
(8) y el polaco (2). Por último, 3 personas afirman que tanto el español como otra
lengua extranjera son sus lenguas maternas: búlgaro (2) y rumano (1).

4.2. Procedimiento

El acceso a la muestra de informantes ha sido posible gracias a la colaboración


de las personas directivas de los institutos y de los responsables de diferentes depar-
tamentos que han coordinado las sesiones del trabajo de campo. La herramienta de
extracción de datos ha consistido en cuestionarios anónimos rellenados en presencia
del investigador tras explicar la temática y el objetivo del estudio. Estas aclaraciones
se especificaban en el propio cuestionario, de tal modo que los discentes supieran en
todo momento que no buscábamos interrogarles sobre sus conocimientos lingüísti-
cos, sino más bien conocer sus impresiones y opiniones personales, desechando así
la posibilidad de que entendiesen esta metodología como un examen con respuestas
correctas e incorrectas.
Esta herramienta de trabajo se justifica atendiendo a varias razones: (i) permite
recabar gran cantidad de datos de manera rápida y simultánea entre grupos de 20-
30 personas; (ii) permite dotar a las preguntas de un formato visual atractivo para
los discentes en forma de tablas y escalas de valores, con enunciados breves y direc-
tos que evitan la apatía que les puede suscitar un trabajo académico; (iii) podemos
obtener información a través de etiquetas precisas que denotan el posicionamiento
respecto a la estética, la corrección o la adecuación de las variedades lingüísticas; y
(iv) los datos son fácilmente codificables para su análisis posterior.

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Daniel Pinto Pajares

En cuanto a la estructuración del cuestionario, un apartado introductorio re-


coge los datos demolingüísticos de la muestra y, posteriormente, se han diseñado dos
bloques para conocer las ideologías sobre la diversidad lingüística de España y sobre
la variación intradialectal del español. El primer bloque está destinado a cubrir una
investigación paralela que trata el españolismo lingüístico a través de las ideologías
referentes a la diversidad lingüística de España. Por lo tanto, para este trabajo solo
hemos tenido en consideración el apartado introductorio y el segundo bloque (véa-
se el Anexo).
En este bloque, el cuestionario se compone de cuatro preguntas cerradas sub-
divididas en diferentes ítems. La primera actividad consiste en una escala de diferen-
ciación semántica en la que la muestra ha de seleccionar en qué grado el español de
Hispanoamérica y el de España suscitan características asociadas con sus hablantes,
como la inteligencia, la simpatía o la sinceridad. En el segundo ejercicio, se enuncian
preguntas directas sobre distintos prejuicios lingüísticos y se permite que los partici-
pantes respondan neutralmente escogiendo la opción «NS/NC». En tercer lugar,
se propone una escala semántica para valorar la reacción afectiva que despiertan el
acento estándar y un hipotético acento dialectal del español en torno a nociones
de estética, corrección y adecuación. La cuarta actividad propone varios enuncia-
dos que representan ideologías lingüísticas muy marcadas y concisas para evaluar
su aprobación o rechazo mediante una escala en la que el valor 1 implica estar total-
mente en desacuerdo y el nivel 5 totalmente de acuerdo.
La codificación de los cuestionarios se ha realizado a través de la asignación
de valores alfanuméricos a cada ítem y de números enteros a las respuestas. El trata-
miento estadístico se ha llevado a cabo mediante el programa informático SPSS en
el que se han operacionalizado los ítems y se han extraído porcentajes.

5. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

5.1. Juicios de lo hablado

En la confrontación entre el español estándar y las variedades lingüísticas con-


cretas, existe un paradigma sociocultural en la lingüística hispánica que tiende al
monolingüismo y a la supresión de variación idiomática como ideales a los que han
de acercarse las comunidades humanas (del Valle y Gabriel-Stheeman, 2004). En
consecuencia, el español estándar es presentado como la lengua legítima y correcta
frente a la diversidad intradialectal y se le supone un carácter neutral y atemporal
que sirve de modelo ante las demás variedades, las cuales, a su vez, son juzgadas bajo

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Variación intradialectal del español: ideologías lingüísticas en la juventud de Fuenlabrada

parámetros de estética, corrección y adecuación según se alejen o se aproximen al


ideal del español estándar.
Con este panorama, investigamos las ideologías lingüísticas que presenta la
muestra de informantes con respecto a los tres factores señalados anteriormente —
estética, corrección y adecuación— que se identifican en el conjunto de la variación
intradialectal del español.
En primer lugar, algunas características como la sonoridad y la prosodia pro-
pias de cada variedad lingüística pueden despertar impresiones estéticas que las ha-
cen ser juzgadas como más o menos bonitas o más o menos atractivas, por ejemplo.
En el cuestionario se han propuesto el español con acento estándar y el español con
acento dialectal para ser evaluados como hablas agradables o desagradables. Cabe se-
ñalar que el español con acento estándar alude a una variedad específica que los par-
ticipantes pueden identificar en el español de Madrid, mientras que la etiqueta “es-
pañol con acento dialectal” engloba infinidad de variedades difícilmente separables
entre sí a partir de patrones fónicos. El acento estándar es agradable para el 73,67 %
de los encuestados y, aunque la proporción se reduce hasta el 53,55 % en el caso del
acento dialectal, no se percibe un rechazo reseñable a vincularlo con esta propiedad
positiva. La circunscripción territorial de las variedades lingüísticas también es un
factor que se toma en consideración en las valoraciones estéticas: el 63,31 % de los
informantes opina que el habla de las ciudades es más elegante que la de los pueblos.
En segundo lugar, la corrección idiomática es un factor que influye en la adop-
ción de ideologías lingüísticas. A menudo, los hablantes se enfrentan ante la disyun-
tiva de asignar el rol de correcto a una sola forma gramatical, léxica o fonética cuan-
do existen dos o más variantes lingüísticas. Milroy (2001) apunta que el criterio que
se sigue se ve influenciado por la asunción de que, ante dos variantes, solo una puede
ser correcta mientras que la otra es necesariamente incorrecta. En este sentido, es
esperable que las personas informantes interpreten el acento estándar del español
como el más correcto —el 65,68 % lo corrobora—, pues la convención académica
ha decidido que el estándar es el modelo ideal, aunque desde criterios estrictamente
lingüísticos, no se puede medir la calidad o corrección de un hecho gramatical o fó-
nico puesto que todos ellos cumplen una función comunicativa y son identificados
por interlocutores que emplean las mismas variantes.
Como modelo paradigmático para ahondar en esta ideología, hemos propues-
to el andaluz como variedad ante la que los participantes han de posicionarse. El
69,53 % niega que las personas andaluzas hablen mal el español y el 58,28 % no
considera que esta variedad sea incorrecta por el hecho de «comerse las letras». Se
rechaza así no solo un prejuicio que admite la falta de corrección en el habla andalu-
za, sino también el preconcepto del escriturismo por el cual se toma la lengua escrita

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Daniel Pinto Pajares

como modelo al que ha de adaptarse la lengua oral (Moreno Cabrera, 2013). Este
ejemplo arquetípico puede reforzarse si atendemos al 48,22 % de los participantes
que considera que las palabras que no aparecen en el diccionario no son incorrectas,
de modo que se percibe una distancia entre los usuarios de la lengua y los códigos
normativos. Hay que tener en cuenta que la juventud en un sector lingüísticamente
innovador y sus propuestas, a menudo importadas de lenguas como el inglés o for-
madas a través de otros recursos, no son aceptadas por la Academia hasta que su uso
se hace extensivo a otros grupos etarios.
Estas relativas amplias proporciones de participantes que refutan dichas ideo-
logías adquieren otra orientación cuando entran en juego los agentes institucionales
que codifican la lengua. El 47,02% identifica en la RAE una autoridad que vela por
la calidad del español. Una posible explicación a esta aparente contradicción radica-
ría en lo que denominamos «reificación de la lengua».
La lengua, en este caso el español, sería vista como un objeto identificable en
la externalidad de los hablantes y de las situaciones comunicativas. En tanto que
objeto, estaría compuesto por una serie de elementos cuya relación entre sí permite
el funcionamiento de todo el sistema. Esos elementos son las distintas categorías lin-
güísticas, como el léxico o los sonidos articulados, mientras que las reglas gramatica-
les ejercerían el rol de relación entre componentes que posibilita el funcionamiento
del sistema lingüístico, es decir, de la lengua. Si volvemos a la metáfora de la lengua
como una entidad reificada, los componentes de un objeto pueden romperse por un
ensamblaje inadecuado e impedir su realización teleológica. Paralelamente, la ideo-
logía de la reificación de la lengua supone que la deturpación de las categorías lin-
güísticas, como por ejemplo una introducción incontrolada de vocablos foráneos,
podría hacer tambalear todo el sistema y perder la esencia de la lengua. Como medi-
da preventiva ante esta quiebra, existirían autoridades capaces de detectar a tiempo
los peligros que amenazan la estabilidad del español y actuarían en consecuencia
mediante una revisión de los componentes del sistema, como la omisión de ciertos
préstamos lingüísticos en el diccionario, y la reestructuración de las relaciones entre
los componentes, como la reorientación de las normas gramaticales.
Esta ideología no es incompatible con la negación del escriturismo dado que
la especial atención de los usuarios a las reglas gramaticales puede basarse en los
patrones orales y no escritos. Por su parte, la ideología de lo que estamos llaman-
do «reificación de la lengua» tampoco parece entrar en contradicción con que la
muestra de informantes considere que las palabras que no están recogidas en los
códigos oficiales no son necesariamente incorrectas. La juventud puede emplear un
léxico alternativo al que aparece en el diccionario de la RAE, y si esta institución
niega la validez de dicho vocabulario, su legitimidad es cuestionada, pero no su-

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Variación intradialectal del español: ideologías lingüísticas en la juventud de Fuenlabrada

primida. Si asumimos la hipótesis de la reificación de la lengua, más allá de la pro-


pia RAE, la muestra de informantes no dispone de otro actor capaz de velar por el
funcionamiento de la lengua, entendido como un sistema, y de activar mecanismos
de regulación. Por ende, este grupo etario puede discrepar e incluso oponerse a de-
terminadas decisiones de la Academia, pero su legitimidad permanece intacta dado
que es percibida como un protector, tal y como demuestra una amplia proporción
de informantes que consideran que la RAE vela por la calidad del español.
En tercer lugar, la variación intradialectal suscita connotaciones sociocultura-
les de prestigio ante ciertas formas lingüísticas que llevan a tildar de inferiores o
inadecuadas otras variantes subestándares (Hernández Campoy, 2004). Esta repu-
tación es subjetiva y se atribuye por razones extralingüísticas como el origen geo-
gráfico o la clase social de los hablantes. De esta manera, las reacciones ideológicas
que se despiertan favorecen o perjudican las racionalizaciones sobre las variedades
lingüísticas y sobre sus hablantes.
La formalidad es una idea asociada a ciertas variedades que, en este estudio,
adquiere unas cotas altas de neutralidad o desconocimiento cuando se valoran los
acentos estándar y dialectal del español —en torno al 43 % en ambos casos—. Sin
embargo, quienes sí se posicionan lo hacen mayoritariamente a favor de conceder a
ambos acentos la característica de formalidad, siendo más alto el consenso en torno
al acento estándar —55,33 %— que al dialectal —32,25 %—. Por otro lado, cuan-
do preguntamos si el español de los pueblos es adecuado en el ámbito formal, no
podemos extraer ninguna tendencia clara, puesto que las tres respuestas que hemos
dado a elegir representan, aproximadamente, un tercio de las opiniones de los infor-
mantes.

5.2. Dialectalización del español

Un prejuicio lingüístico habitual es el que sostiene que una variedad lingüística


puede ser dialecto de un suprasistema con el que coexiste y al que se le asigna la cate-
goría de «lengua». Cuando esta ideología sale a colación, cumple una función más
sociopolítica que lingüística, pues sirve para enaltecer una de las variedades lingüís-
ticas —normalmente la del poder político o económico— y desprestigiar otras, alu-
diendo a su supuesta carencia de cohesión y de capacidad expresiva. Desde un punto
de vista diacrónico, podemos concluir que el español, el asturiano o el italiano, entre
otros, son dialectos del latín, puesto que la evolución histórica del latín ha derivado
en las lenguas mencionadas. Sin embargo, desde una perspectiva sincrónica, no se
puede recurrir al término “dialecto” puesto que las hablas empleadas en un espacio
y tiempo específicos no son ramificaciones las unas de las otras (Saussure, 1916).

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Habiendo considerado la funcionalidad meramente hegemónica cuando


se alude a los dialectos como variedades imperfectas o coloquiales de las lenguas,
la ciencia lingüística debe rebatir el argumento. Las lenguas son abstracciones de
los elementos comunes de varias hablas, por lo que, en sentido estricto, sería más
oportuno utilizar el concepto «dialecto», que es la variedad lingüística concreta
y materializada en los eventos comunicativos, en lugar de «lengua» que, en tanto
que abstracción, designa una realidad difícilmente identificable (Moreno Cabrera,
2013). La influencia cotidiana de diferentes entidades como los medios de comuni-
cación provoca que la conciencia colectiva detente una impresión de los dialectos
y las lenguas similar a una conceptualización diacrónica, aunque se estén tratando
variedades lingüísticas en un momento histórico determinado.
En este sentido, se han realizado varias preguntas para averiguar el marco re-
ferencial de la muestra de informantes en torno a esta cuestión. En primer lugar,
se ha propuesto el canario como variedad arquetípica que, previsiblemente, puede
suscitar la reacción ideológica de catalogarlo como un dialecto. Tanto es así que
cerca de la mitad de la muestra asegura que el canario es un dialecto del español
—47,63 %—, mientras que la otra mitad se reparte de modo parejo entre la nega-
ción de este supuesto —27,22 %— y el desconocimiento —25,15 %—.
En segundo lugar, este marco conceptual puede verse influido si la variedad
lingüística que se considera no dispone de instituciones académicas que respalden
su vitalidad. Hemos preguntado si las variedades sin gramática propia son dialectos.
En la propia formulación del enunciado se halla una premisa falsa, pues la gramática
es el conjunto de patrones a partir de los que se forman palabras y estas se combi-
nan entre sí para construir mensajes, independientemente del hipotético amparo de
un organismo académico que haya elaborado una gramática física de carácter des-
criptivo o prescriptivo. El grado numérico más repetido de los que se han propues-
to para indicar conformidad o disconformidad ha sido el que marca neutralidad
—54,44 %— que, por ser el más imparcial, también puede denotar desconocimien-
to ante una cuestión sobre la que las personas participantes no se hayan detenido a
reflexionar previamente. Por su parte, el 26,63 % afirma que las hablas sin gramática
son dialectos y el 18,93 % niega este prejuicio.
En tercer lugar, cuando indagamos en las ideologías respecto al hipotético des-
cuido y dejadez de las personas en su habla coloquial, la mitad de la muestra no
se involucra —49,11 %—, pero un destacable 33,14 % apunta que se trata de una
desviación de la lengua estándar. Esta porción de la muestra encuentra en el habla
coloquial elementos degradados de la lengua estándar, por lo que interpreta esta úl-
tima como ideal de corrección y aquella como una versión deturpada por la desidia
de los hablantes.

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Variación intradialectal del español: ideologías lingüísticas en la juventud de Fuenlabrada

Por último, hemos aprovechado una muestra de informantes eminentemente de


procedencia madrileña para cuestionar la ideología del español neutro. Este término
surgió en la década de 1960 para aludir a una variedad carente de regionalismos y de
trazos lingüísticos que se pudiesen asociar con variedades concretas. Su tratamiento
no ha tenido una amplia repercusión en la sociolingüística dado su eminente motiva-
ción comercial de expansión empresarial (Castro Roig, 1996). Este concepto ha sido
empleado en la industria de la traducción y del doblaje de productos audiovisuales,
transmitiéndose así a la conciencia colectiva de la población como un español regular
y sin marcas dialectales (Iparraguirre, 2014). Algunos autores han detectado el origen
de este preconcepto en los medios de comunicación que, ante la necesidad de homoge-
neizar la lengua y suprimir o minimizar las marcas diatópicas y diastráticas recurren a
un pretendido lenguaje neutral que garantizaría la comprensibilidad a los hablantes de
todas las variedades (Petrella, 2006). La identificación de un español exento de rasgos
idiosincráticos puede acarrear la minusvaloración de las demás variedades de la lengua
que, al fin y al cabo, son las hablas naturales de cada comunidad lingüística. En este
sentido, la opinión mayoritaria de nuestra muestra de informantes confirma la tesis
de que las personas madrileñas tienen un acento neutro —47,34 %—, mientras que el
36,98 % no se involucra en esta problemática y apenas un 15,68 % la rechaza.

5.3. Valoraciones sobre los hablantes

Mediante una escala semántica, hemos pedido a las personas participantes que
indicasen en qué medida están de acuerdo con cuatro pares de adjetivos asociados a
los hablantes de español de España y de Hispanoamérica. De esta manera, siguiendo
el modelo de Haddock (2004) respecto a la medición de los juicios evaluativos, po-
demos indagar tanto en la valencia que adquieren las ideologías como en la intensi-
dad de las mismas en torno a la inteligencia, la simpatía, la sinceridad y la fiabilidad.
Respecto a las personas hispanoamericanas, la simpatía es la característica posi-
tiva que se les concede de manera más clara —57,4 %—, ya que el porcentaje de las
demás propiedades asociadas con valores positivos se mueve entre el 20 % y el 30 %.
Estas proporciones no implican ideologías generalizadas de aversión y desprestigio
hacia los hablantes hispanoamericanos, puesto que las cotas más altas se dan en la
posición intermedia. Con una media de 54,81 % entre los cuatro atributos presenta-
dos, se observa la predisposición de la muestra de informantes a mantenerse al mar-
gen de concesiones psicológicas. Por consiguiente, a la hora de juzgar a los hablantes
hispanoamericanos, la inclinación detectada es aceptar que la variedad de español
no conlleva aptitudes psicológicas específicas, puesto que la lengua es un fenómeno
independiente de la personalidad.

360 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 347-368 ISSN:1139-1146


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Sin embargo, esta ligera mayoría en la escala intermedia decrece cuando se trata
de evaluar a los hablantes de español de España, ideología que alcanza el 49,34 %
de los encuestados. En este caso, observamos disposiciones más militantes, gene-
ralmente para conceder a estos hablantes cualidades positivas. A pesar de ello, en
ningún caso estos hablantes son vinculados con dichas propiedades con proporcio-
nes superiores al 60 %, lo cual confirma y completa la hipótesis mencionada ante-
riormente: la personalidad de un colectivo de hablantes es interpretada como una
variable externa y no dependiente de la lengua propia de dicha comunidad, pero si la
persona evaluadora forma parte de la comunidad lingüística que está juzgando, am-
bos factores —la lengua y la personalidad— pueden acercarse y las representaciones
que genera tienden a adquirir autopercepciones más positivas que cuando evalúa
una comunidad externa.

6. CONCLUSIONES

En esta investigación, hemos ahondado en la concepción que tiene una mues-


tra representativa del alumnado de Bachillerato de Fuenlabrada respecto a la varia-
ción lingüística que presenta el español habida cuenta de su extensión transnacional.
De entre las características potencialmente asociables a las variedades lingüísti-
cas concretas, la propiedad estética es la que mayor consenso despierta. La cualidad
de «agradable», configurada a partir de impresiones subjetivas, es asumida como
genuina del acento estándar y urbano. Paralelamente, el español estándar representa
el ideal de corrección, aunque no por ello parece existir un desprestigio de otras
variedades lingüísticas. En este sentido, hemos propuesto la hipótesis de la «reifi-
cación de la lengua», entendida como una ideología que asume la lengua como un
objeto externo a los hablantes y manipulable a través del dictamen de los doctos or-
ganismos académicos. A pesar de que el vocabulario y las formas lingüísticas propias
de la juventud puedan contrastar con los códigos oficiales impulsados por la RAE,
esta institución parece gozar de una reputación tal que la lleva a ser percibida como
la salvaguarda del español.
Por otro lado, se percibe el preconcepto que admite la existencia de dialectos,
interpretados como ramificaciones coetáneas a una pretendida lengua general. La
oposición entre estos conceptos es asimétrica, puesto que la lengua se vincula con un
ideal al que han de acercarse los hablantes, mientras que los dialectos estarían moti-
vados por el descuido de los usuarios. Esta ideología se relaciona con el prescriptivis-
mo característico de las academias de la lengua que, en lugar de describir los fenóme-
nos lingüísticos que acontecen en la cotidianeidad, generan códigos del buen hablar,

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 347-368 ISSN:1139-1146 361


Variación intradialectal del español: ideologías lingüísticas en la juventud de Fuenlabrada

de manera que aquellas formas lingüísticas alejadas de ese estándar elaborado son
percibidas por la comunidad como degradaciones. De entre las múltiples variedades
del español, se constata la predilección por el madrileño como acento neutro, como
una idea de español general que traspasa fronteras.
Por último, se comprueba la disociación entre la variedad del español y las ca-
racterísticas psicológicas de los hablantes, por lo que ambos factores son entendi-
dos como independientes. No obstante, hemos detectado una mayor tendencia a
acercar estas dos variables cuando se trata de una autorrepresentación como grupo
diferenciado. Las opiniones sobre la comunidad lingüística en la que se identifican
las personas participantes adquieren un cariz más militante y, dentro de este, mayo-
ritariamente positivo, ante las propiedades psicológicas propuestas.
A partir de los datos expuestos, parece confirmarse la vigencia de la ideología
hegemónica del panhispanismo. En las últimas décadas, instituciones como la RAE
han tratado de desvincularse de una tradición anterior asociada al prescriptivismo y
a la óptica de modelo lingüístico desde la centralidad en España. Sin embargo, esas
ideas perviven en las racionalizaciones lingüísticas de un grupo poblacional que,
por su condición etaria, podría estar más predispuesta al reconocimiento de otras
formas lingüísticas.

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Variación intradialectal del español: ideologías lingüísticas en la juventud de Fuenlabrada

Anexo
Cuestionario sobre ideologías lingüísticas

Este cuestionario trata sobre las percepciones y opiniones personales que tiene
el alumnado de Bachillerato de Fuenlabrada con respecto a la diversidad lingüística
de España y a las variedades del español. No hay respuestas correctas ni incorrectas,
por lo que, simplemente, te pedimos que respondas con la mayor sinceridad posible.
Se trata de un cuestionario anónimo y los datos que extraigamos serán utilizados
con fines exclusivamente académicos y estadísticos. Por último, queremos agradecer
tu participación, sin la cual este proyecto no sería posible.

Introducción

1. Sexo:
2. Edad:
3. Lugar de nacimiento:
□ Andalucía □ Aragón □ Asturias □ Baleares □ Canarias □ Cantabria
□ Castilla-La Mancha □ Castilla y León □ Cataluña □ Ceuta □ Extre-
madura □ Galicia □ La Rioja □ Madrid □ Melilla □ Murcia □ Navarra
□ País Vasco □ Valencia
□ Otro país (indica cuál):
4. ¿Cuántos años llevas viviendo en Fuenlabrada?
5. ¿Cuál es tu lengua materna?

Bloque 2: variedades del español

11. Marca con una x las características que asignarías a los hablantes de las siguientes
variedades de español:

HABLANTES DE ESPAÑOL DE LATINOAMÉRICA


Muy poco inteligentes Muy inteligentes
Muy poco simpáticos Muy simpáticos
Muy poco sinceros Muy sinceros
Muy poco fiables Muy fiables

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Daniel Pinto Pajares

HABLANTES DE ESPAÑOL DE ESPAÑA


Muy poco inteligentes Muy inteligentes
Muy poco simpáticos Muy simpáticos
Muy poco sinceros Muy sinceros
Muy poco fiables Muy fiables

12. Selecciona la respuesta que más se ajuste a tus creencias (“sí”, “no”, “no sabe / no
contesta”):

• ¿Consideras que el canario es un dialecto del español?


□ Sí □ No □ NS/NC
• ¿Consideras que los andaluces hablan mal el español?
□ Sí □ No □ NS/NC
• ¿Los madrileños tienen un acento neutro?
□ Sí □ No □ NS/NC
• ¿Las hablas de las ciudades son más elegantes que las hablas de los pueblos?
□ Sí □ No □ NS/NC
• ¿El español de España es de mejor calidad que el español de Latinoamérica?
□ Sí □ No □ NS/NC

13. Marca con una x las características que asignarías a las siguientes variedades de
español:

ESPAÑOL CON ACENTO ESTÁNDAR


Desagradable Agradable
Informal Formal
Incorrecto Correcto

ESPAÑOL CON ACENTO DIALECTAL


Desagradable Agradable
Informal Formal
Incorrecto Correcto

14. Puntúa las siguientes afirmaciones del 1 al 5 según este esquema:

1 = totalmente en desacuerdo, 2 = más bien en desacuerdo, 3 = ni de acuerdo ni en


desacuerdo,
4 = más bien de acuerdo, 5 = totalmente de acuerdo

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 347-368 ISSN:1139-1146 367


Variación intradialectal del español: ideologías lingüísticas en la juventud de Fuenlabrada

• El andaluz no es correcto porque los andaluces se comen letras al hablar.


• Los acentos del español de los pueblos no son adecuados en ámbitos formales.
• Las palabras que no están en el diccionario son incorrectas.
• La Real Academia Española vela por la calidad del español.
• El habla coloquial es una desviación del español estándar.
• Las hablas que no tienen gramática propia son dialectos.

Fecha de recepción: 1 de mayo de 2019


Fecha de aceptación: 2 de octubre de 2019

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Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

EL SUFIJO -ING EN ESPAÑOL Y CATALÁN:


ANÁLISIS CONTRASTIVO DESDE LA PERSPECTIVA
LEXICOGRÁFICA*

Marta Prat Sabater


Universitat Autònoma de Barcelona
marta.prat@uab.cat

Resumen: El objetivo de este artículo con- Abstract: The objective of this article is to
siste en realizar un análisis contrastivo entre carry out a contrastive analysis between Spa-
español y catalán sobre el uso del sufijo -ing nish and Catalan on the use of the English
de procedencia inglesa desde la perspectiva suffix -ing from a lexicographical perspec-
lexicográfica. En primer lugar, se compara la tive. For this purpose, the greater or lesser
mayor o menor aceptabilidad de anglicismos acceptability of anglicisms is compared, first,
con esta terminación en los diccionarios nor- with this word ending in the normative and
mativos y de uso de ambas lenguas románicas. use dictionaries of both Romance languages.
En segundo lugar, se demuestra que, además Secondly, it is shown that, besides being a
de tratarse de un morfema derivativo que for- derivative morpheme which is part of lexical
ma parte de importaciones léxicas, posee un imports, it has a productive value in the crea-
valor productivo en la creación o aceptación tion or acceptance of new words with this en-
de nuevas palabras con esta terminación. Por ding. Finally, the assessment of its presence
último, la valoración de su presencia en el in the lexicographical context suggests that
contexto lexicográfico sugiere constatar en future researches will verify the vitality of
futuros trabajos la vitalidad de este sufijo en this suffix in the spontaneous use of Spanish
el uso espontáneo del español y el catalán. and Catalan.
Palabras clave: lexicología, lexicografía, de- Keywords: lexicology, lexicography, deriva-
rivación, anglicismos tion, anglicisms

*
La investigación de este trabajo ha sido posible gracias a la ayuda del Ministerio de Economía
y Competitividad para los proyectos «El español de Cataluña en los medios de comunicación orales
y escritos» (FFI2016-76118-P) e «Historia interna del Diccionario de la lengua castellana de la Real
Academia Española en el siglo XIX (1869-1899)» (PGC2018-094768-B-I00), junto con el apoyo de
la AGAUR de la Generalitat de Catalunya para el «Grup de Lexicografia i Diacronia» (2017 SGR
1251).

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El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica

1. INTRODUCCIÓN

La afirmación de que los cambios léxicos son los que se producen con mayor
celeridad en cualquier lengua no sorprende ni a los estudiosos ni a los hablantes por-
que ambos pueden observarse de un modo sencillo en el transcurso de su existencia.
En realidad, «es natural que así sea, puesto que el léxico es [...] el que más directa-
mente refleja las realidades extralingüísticas» (Seco, 2007: 10). Estos fenómenos
innovadores vinculados con la integración de nuevas palabras no solo se advierten
a partir del análisis contrastivo y diacrónico de la historia de un determinado idio-
ma, sino que pueden verse reflejados tanto en la cotidianidad como en ámbitos más
especializados. Independientemente de cómo y dónde se localizan, no es posible
prescindir de las variedades diatópicas y diastráticas, propias de todas las lenguas, ni
de la perspectiva temporal, puesto que quien percibe posibles relevos léxicos debe
establecer una comparación entre un antes y un ahora, del mismo modo que con el
paso del tiempo debe saber identificar un después.
Desde el punto de vista histórico, resulta importante tener en cuenta que la
ampliación de vocabulario está conectada con diversas características evolutivas,
tanto internas (fonéticas, morfológicas y semánticas) como externas (desaparición
de objetos, costumbres o palabras tabúes, entre otras), que pueden favorecer, aun-
que no de un modo exclusivo, la pérdida léxica (vid. Dworkin, 1989, 1998 y 2005;
Cano, 1993; Álvarez de Miranda, 2009).
Desde la óptica sincrónica, diferentes factores inciden en la incorporación de
neologismos de otras lenguas —en el presente, siguen prevaleciendo los anglicis-
mos—. En el contexto sociolingüístico, el lenguaje de los jóvenes es, sin duda, el más
receptivo y abierto a la modernidad que, desde la esfera léxica, puede interpretarse
como responsable de innovaciones relacionadas con el inicio de posibles cambios le-
xicológicos1. En la vertiente informativa, los medios de comunicación poseen, asimis-
mo, una función primordial en este sentido, puesto que, aparte de incluirse en ellos
temáticas diversas, son representativos de las noticias más candentes de la actualidad.
No resulta extraño, por lo tanto, leer que «el lenguaje de la prensa es uno de los fren-

1
Resulta importante subrayar, aunque no sea objeto de estudio de este artículo, el enlace del
mencionado grupo de usuarios de la lengua con las redes sociales (cfr. Vaqueiro Romero, 2012). Las
estrategias discursivas utilizadas por estos internautas pueden influir en la innovación léxica. También
se está ya trabajando con otras fuentes de información específicas como, por ejemplo, Twitter. García
Rodríguez (2018) ha realizado una interesante investigación, integrada en un espacio geográfico bilin-
güe, acerca de las características lexicológicas del español de Cataluña extraídas de mensajes de la citada
red social interactiva, cuyos resultados demuestran la influencia que ejerce, en este caso, el catalán sobre
el español.

370 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


Marta Prat Sabater

tes más activos de la renovación del léxico» (Seco, 2007: 16), que no se corresponde
exclusivamente con los significantes, sino también con su contenido semántico, tanto
literal como expresado por medio de recursos cognitivos (en especial, la metáfora)
o con eufemismos. Otra de las peculiaridades significativas se halla en el lenguaje
especializado, ya que se constituye como una de las vías de entrada directa de nuevas
voces que no siempre permanecen solo en el vocabulario científico, sino que también
pueden extenderse a la lengua general (cfr. Santamaría Pérez, 2006; y, como ejemplo
referido a un contexto más específico, Vila Rubio y Ciro, 2016).
Si desde el enfoque diacrónico se destaca la evolución como componente esen-
cial del cambio léxico, desde el punto de vista sincrónico debe pensarse en el proce-
so de adaptación, que supone principalmente la acomodación (o no) de las nuevas
palabras según las condiciones formales de la lengua receptora (cfr. Prat Sabater,
2016). En ambas perspectivas temporales, el tipo de alteración que pueda producir-
se está relacionado con diferentes niveles gramaticales, como el fonético y el morfo-
lógico, con la semántica y, de forma escrita, con la norma ortográfica.
Ante la innovación léxica, no puede omitirse la referencia a la lexicografía y a
su complicidad en la aceptación de estas novedades. La tipología de los diccionarios
(normativos o de uso) está vinculada con una mayor o menor predisposición a la
admisión de nuevos lemas.
El contenido del presente artículo toma como punto de partida el inglés no
solo para ratificar esta procedencia como una de las más influyentes en la aportación
de nuevos vocablos a otros idiomas (en este caso, al español y al catalán), sino para
demostrar su posible contribución en el ámbito de la morfología derivativa (§ 2).
La incorporación de innovaciones léxicas con terminación -ing en los respectivos
diccionarios normativos y de uso (§ 3) y el nivel de predisposición que muestra cada
lengua en la adaptación formal, estructural y semántica del sufijo inglés indicado (§
4) permitirán reflexionar, desde el punto de vista lexicográfico, sobre el modo de
integración de este tipo de voces en ambas lenguas.

2. EL SUFIJO -ING: ¿MORFEMA DE IMPORTACIÓN O DE


CREACIÓN?

Los procesos de creación neológica se relacionan con la formación de palabras


mediante los recursos de la propia lengua, con la obtención de elementos léxicos de
otros idiomas o con la adición de nuevos significados a voces existentes en el sistema
lingüístico receptor (vid. Guerrero Ramos, 2013: 119). Sin embargo, en contadas
ocasiones se pondera si la adquisición de un determinado afijo de procedencia ex-

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146 371


El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica

tranjera puede llegar a aceptarse y si tiene posibilidades de incorporarse al grupo de


morfemas derivativos de que dispone el idioma que lo recibe. En caso de no admi-
tirse como tal, conviene valorar si todo el vocablo consigue convertirse en préstamo
léxico por cubrir una necesidad terminológica o si se mantiene como extranjerismo
por su condición de novedoso o por el intento de desplazar posibles equivalencias
de que ya dispone la lengua receptora.

2.1. Anglicismos en -ing

El uso del sufijo -ing en inglés constituye, ya de por sí, la suma de morfología
flexiva y derivativa, según si se aplica a la formación del gerundio dentro del paradigma
verbal o a su adjunción a una raíz o base derivativa de categoría gramatical distinta. Sea
cual sea el proceso que se ejecute, los resultados obtenidos suelen ser nominalizacio-
nes. Del mismo modo que dichas creaciones en -ing son muy comunes en inglés, tien-
den a transmitirse a muchas lenguas, entre ellas el español y catalán, en las que pueden
actuar de modo independiente o con verbos de soporte (cfr. Romero Lesmes, 2015),
entre otras posibilidades. Asimismo, resulta interesante considerar que este tipo de
palabras no son exclusivas, por ejemplo, del lenguaje especializado, sino que se encuen-
tran «tanto en registros coloquiales como formales» (Lorenzo García, 2007: 113).
Al igual que otras importaciones, en función de su grado de integración en
la lengua receptora, pueden estar relacionadas tanto con la diacronía como con la
sincronía. Por este motivo, desde el enfoque conceptual, reciben el nombre de prés-
tamos léxicos aquellos que están completamente incorporados en la lengua de desti-
no y extranjerismos los que son más recientes. En este segundo caso, se denominan
peregrinismos cuando se trata de voces imprescindibles por el desconocimiento de
lo que designan, o xenismos si son vocablos innecesarios o superfluos, puesto que la
lengua que los adquiere ya posee otras equivalencias con el mismo significado (cfr.
Prat Sabater, 2016). Aun así, si esto último sucede, a pesar de que existe un período
de convivencia entre ambas opciones, lo más probable es que una de ellas desplace a
la otra por razones de mayor frecuencia de uso.
De entrada, todas las unidades léxicas que presentan la terminación en -ing se
consideran anglicismos. No obstante, en el proceso de transmisión léxica, es nece-
sario tener en cuenta, según Pratt (1980), el étimo último (propio de la lengua de
origen) y el étimo inmediato (directamente anterior a la lengua receptora). Aunque,
a nuestro modo de ver, esta distinción no sea demasiado factible en este contexto
que se estudia, en varias ocasiones se ha demostrado la posibilidad de que, si bien el
punto de partida de esmoquin y pressing es la lengua inglesa, el francés puede haber
actuado como intermediario (cfr., por ejemplo, Pratt, 1980; y Lorenzo, 1996).

372 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


Marta Prat Sabater

Estos mismos autores, entre otros, también hablan de falsos anglicismos y el


ejemplo por excelencia es footing. Se trata de una «creación semántica seudoinglesa
en francés para designar lo que ingleses y norteamericanos prefieren llamar jogging»
(Lorenzo, 1996: 217). En esta ocasión, el galicismo es el que ha influido en mayor
medida a otras lenguas. Desde nuestra perspectiva, lo que en realidad debe interpre-
tarse es que, a pesar de que el sufijo -ing proceda del inglés, puede llegar a integrarse
en otros idiomas. Lorenzo García ya empezó a advertir que «la formación de neolo-
gismos mediante el incremento de -ing se revela como un procedimiento productivo
de creación y enriquecimiento léxicos en el ámbito de todas las lenguas románicas
peninsulares» (2007: 115-116). Otros estudiosos, en el mismo año, pronosticaban
lo mismo (Coll, 2007) e incluso esta idea se ha ido consolidando progresivamente.
En la actualidad, ya podemos leer que «es curioso que un sufijo extranjero se haya
abierto paso en la morfología castellana», lo que permite confirmar que «La adop-
ción del sufijo -ing constituye una muestra más de la intensa anglización a que está
sometido nuestro idioma» (Bustos, 2019).

2.2. Formación de nuevas palabras en -ing o con sufijos equivalentes

Las características de los afijos derivativos que posee una determinada lengua
se indican, por lo general, en la gramática correspondiente cuando se analizan
los recursos lingüísticos de que dispone para la formación de nuevas palabras. En
otras ocasiones —aunque no siempre se adopta este criterio—, también se in-
cluyen en diccionarios normativos e incluso de uso. Aun así, no resulta extraño
que se prescinda de -ing en este tipo de obras, puesto que cualquier hablante, no
necesariamente especialista en lingüística, tiende también a percibirlo como ex-
tranjerismo. Puede deducirse fácilmente, desde el punto de vista formal, que esta
terminación no se caracteriza por respetar a final de palabra la combinación con-
sonántica autóctona del español, según ya manifestó Seco en su DDDLE: «En
algunas palabras de origen extranjero [el fonema /g/] se presenta como sonido
final —escrito g—: gong, Gog, Abisag, zigzag, iceberg, ring, swing, etc., así como la
serie de términos ingleses en -ing derivados de verbos (living, camping, marketing,
standing, etc.)» (s. v. g). A diferencia del español, la combinación consonántica
-ng es habitual en catalán (fang, oblong, diftong...) del mismo modo que el equiva-
lente ensordecido -nc (blanc, cinc, jonc...), equiparable este último a -enc/-enc(a),
uno de los principales sufijos derivativos para la formación de adjetivos (GLC, §
10.2.2.). En oposición a lo que ocurre en español, -ing no es tan extraño para el
catalán, circunstancia que podría llegar a explicar su aparente mayor cercanía al

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El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica

inglés y defender, además, los pocos cambios de adaptación que se producen en


esta lengua, según se demostrará más adelante.
Si se desea conocer el origen de las terminaciones propias de cualquier lengua,
se puede recurrir a diccionarios específicos de sufijos (como Pharies, 2002, para el es-
pañol) o de formación de palabras (como López del Castillo, 2002, para el catalán), a
gramáticas históricas (como Moll, 1991, para el catalán, y Penny 2006, para el español)
o a monografías específicas (como Alvar y Pottier 1983, para el español). Sin embargo,
solo una de estas obras indicadas incluye -ing como «sufix manllevat de l’anglès, que
mostra una certa productivitat en la formació (adaptació) de neologismes (de diver-
sos àmbits i també d’argot)» (López del Castillo, 2002: 250). Esto demuestra que a
principios de este siglo una de las fuentes empieza a contemplar -ing como sufijo adop-
tado por el catalán que «forma noms (comunicació, economia, esports, publicitat)»
(ibid.: 250). Dos años más tarde, ya se habla de la «naturalització del sufix -ing [...] per
a la formació de mots» (Fargas y Paloma, 2004: 93) en el contexto de los medios de
comunicación con la percepción de que «estem davant d’un camí només encetat, i que
potser tindrà més endavant una importància creixent» (ibid.: 96).
En función de lo comentado hasta el momento, en la parte metodológica de
presentación del corpus (§ 3) se constatará que este sufijo manifiesta implicaciones
morfológicas para el español y el catalán que se concretarán en el apartado de análi-
sis (§ 4). En atención a la morfología léxica, se tratará la importación de derivación
y composición, ya producida en inglés; la adición, aunque simbólica en el ámbito
lexicográfico, del sufijo -ing a raíces románicas; y la contraposición de incorporacio-
nes en -ing con equivalencias en ambas lenguas receptoras, entre otras cuestiones.

3. LEMAS ESPAÑOLES Y CATALANES EN -ING EN


DICCIONARIOS NORMATIVOS Y DE USO

El punto de partida para la obtención de datos objeto de análisis está consti-


tuido por varios repertorios lexicográficos. En este contexto metodológico, se han
escogido para esta investigación dos tipos de obras, según lo que ya dejó establecido
en su momento Martínez de Sousa (1995). Por un lado, las conocidas como diccio-
narios normativos, cuyos representantes, en este caso, son las últimas ediciones de
la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española
(Diccionario de la lengua española) y del Institut d’Estudis Catalans (Diccionari de la
llengua catalana), ambas en proceso de actualización en línea hasta que se publique
la siguiente edición. Por otro lado, los diccionarios de uso, representados, para las
respectivas lenguas, por la reconocida editorial SM (Diccionario de uso del español

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Marta Prat Sabater

actual) y por el propio Institut d’Estudis Catalans (Diccionari descriptiu de la llen-


gua catalana), ambos disponibles también en línea. En las obras lexicográficas indi-
cadas se han encontrado todos los lemas considerados como anglicismos directos o
indirectos, principalmente por su terminación en -ing con o sin adaptación, según
se demostrará en este artículo2.

3.1. Diccionarios normativos: DLE y DIEC2

El concepto de diccionario normativo se interpreta desde el punto de vista tra-


dicional como reflejo de un modelo de lengua representativo de los preceptos léxi-
cos, habitualmente defendidos por la correspondiente institución académica. Esta
es la razón principal por la que se justifica la reticencia respecto a la inclusión de
neologismos, sobre todo si poseen la característica de extranjerismo, u otro tipo de
palabras que forman parte de la variedad diatópica o de diferentes registros relacio-
nados con cuestiones diastráticas (argots) o diatécnicas (jergas). No obstante, según
demostraron Haensch y Omeñaca (2004: 62), el avance del desarrollo lexicográfico
contribuye a la aproximación de este tipo de obras con las de carácter descriptivo,
que se tratarán en el siguiente apartado. Dicho de otro modo, adquieren progresiva-
mente un «carácter mixto normativo-descriptivo» por ir destinadas a «un público
muy amplio» (Haensch y Omeñana, 2004: 207).
Desde esta perspectiva, no resulta extraño localizar en el Diccionario de la len-
gua española (DLE) y en el Diccionari de la llengua catalana (DIEC2) determinadas
voces con características propias de lenguas ajenas, puesto que presentan condiciones
que descartan no solo los preceptos ortográficos, sino incluso morfológicos de la len-
gua receptora. A pesar de ello, por lo general, se trata de peregrinismos, en el sentido
de importaciones léxicas imprescindibles que no suelen disponer de equivalencias
autóctonas que permitan sustituirlas (cfr. Prat Sabater, 2016: 261). Quizá este es uno
de los principales motivos de admisión de dichas palabras en este tipo de obras.
En cuanto a valoración cuantitativa, es significativo destacar que ambas obras
lexicográficas poseen un número muy similar de lemas terminados en -ing (24, el
DLE; 22, el DIEC2). Resulta aún más significativo que 15 de ellos aparecen integra-
dos en ambos diccionarios junto con otro equiparable en las dos lenguas, pero con
diferencias: en catalán se mantiene la terminación inglesa (zàping), mientras que
en español solo se acepta su adaptación con sufijo propio (zapeo). Por lo que atañe
al resto de ejemplos, 8 son exclusivos para el español desde el enfoque lexicográfico

2
Vid. el Anexo para la consulta de este tipo de lemas y correspondientes variantes y/o equivalen-
cias, resultado del exhaustivo vaciado de los diccionarios mencionados.

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El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica

(catering, jogging, living, overbooking, puenting, sparring, standing, windsurfing) y 6


para el catalán (caravàning, dàncing, fàding, antifàding, fouling, pírcing). Cabe des-
tacar que, aunque antidumping solo esté registrado en el DLE, en la obra catalana
se integra también dúmping y anti- como lemas, por lo que se da por sentado que,
si se acepta el primero, es posible deducir la existencia de la correspondiente oposi-
ción después del proceso de formación de palabras. Aun así, quizá la no inclusión
tiene otra razón de base. Si el diccionario catalán incluye fàding y antifàding como
entradas, es probable que la poca frecuencia de uso de antidúmping impida su con-
sideración como lema aparte3.

3.2. Diccionarios de uso: CLAVE y DDLC

Los diccionarios de uso se interpretan básicamente como descriptivos, puesto


que, según ya indicó Martínez de Sousa (1995), se trata de una «forma moderna de
diseño», cuya función es la de «recoger y definir adecuadamente el lenguaje habla-
do y escrito de una comunidad en un momento determinado (sincronía), sin crite-
rios puristas ni normativos» (s. v. diccionario de uso). Se caracterizan, de un modo
específico, por tres tipos de ampliaciones: paradigmática (adición de sinónimos, an-
tónimos y/o equivalencias léxicas), sintagmática (uso contextual desde el punto de
vista morfosintáctico) y mediante frases-ejemplo (cfr. Haensch y Omeñana, 2014).
Para esta investigación se ha decidido escoger el Diccionario de uso del español
actual (CLAVE) y el Diccionari descriptiu de la llengua catalana (DDLC), aunque
existe entre ellos una diferencia cuantitativa muy importante relativa al tipo de pa-
labras estudiadas en este artículo. Ambas obras cumplen el criterio expuesto en el
párrafo anterior; sin embargo, mientras que la editorial SM manifiesta una tradición
significativa en la elaboración de diccionarios de uso, esta tarea no es tan destacable
en el DDLC. Aun así, en la presentación en línea de este diccionario, se especifica
que «és un projecte lexicogràfic de gran abast que es desenvolupà a l’IEC entre 1998
i 2016» y que «pren com a referència descriptiva exclusiva els materials lèxics reu-
3
Por motivos de espacio, no se puede proceder a la consulta de corpus de ambas lenguas, salvo
en esta nota en la que se hace una excepción. La BOBNEO ofrece 28 resultados de dúmping y 13 de
antidúmping para el catalán, mientras que sobre fàding, solo facilita 1 y ninguno de antifàding. Estos
datos, de entrada, contradicen la decisión adoptada por el DIEC2. En cuanto a las opciones españolas,
en la BOBNEO se hallan 8 ejemplos de dumping y 24 de antidumping, lo que confirma la decisión del
DLE. El CORPES XXI registra muchos más casos de dumping/antidumping para el español y solo 2
de fading, uno en territorio peninsular y otro en Argentina. Estas ocurrencias, por el momento, siguen
corroborando la decisión del DLE. No obstante, en investigaciones posteriores deseamos profundizar
acerca de la frecuencia de uso de nuevas voces de este tipo para corroborar su necesidad de integración
(o no) en obras lexicográficas.

376 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


Marta Prat Sabater

nits en el Corpus Textual Informatitzat de la Llengua Catalana (CTILC), que té un


abast temporal de 1833 a 1988» junto con «informacions procedents d’una base
de dades lexicogràfica (BDLex) formada per 13 diccionaris catalans». A pesar de
que no puede obviarse una menor actualización cronológica que la producida en
el CLAVE, es importante destacar que, en cuanto a la temática investigada, no se
observa, como suele ocurrir en los diccionarios normativos, el predominio de pere-
grinismos en lo que recoge al menos la obra de uso española. Sin embargo, también
se advierte, según se demostrará más adelante, la inclusión de xenismos, es decir, de
extranjerismos superfluos por disponer, según las indicadas referencias lexicográfi-
cas, de equivalencias en las respectivas lenguas que podrían emplearse en su lugar
(cfr. Prat Sabater, 2016: 261).
Tal y como se ha comentado en las líneas precedentes, a diferencia de la equi-
paración cuantitativa del DLE y del DIEC2, la cantidad de extranjerismos en -ing
del CLAVE asciende a 118, mientras que la del DDLC no llega a una tercera parte
(36). Esta desproporción numérica podría quedar justificada por las distinciones de
actualización temporal de ambas obras o, desde otra óptica, por las diferencias de
aceptación de este tipo de palabras por los hablantes de ambas lenguas.
Del total de palabras recogidas, 25 están registradas en ambos diccionarios.
Por lo que atañe al resto de ejemplos, 11 son exclusivos del DDLC para el cata-
lán (action-painting, darling, dry-farming, fàding, iòting, quisling, shocking, skating,
sleeping, zóning y plum-puding, a pesar de que ambas lenguas comparten, con las
correspondientes variantes, la misma base derivativa: púding, en catalán, o pudin,
en español) y 93 del CLAVE (bartering, climbing, editing, feeling, goming, karting,
looping, outing, peeling, renting, shopping, timing, vending, wrestling, yearling, etc.)4.

3.3. Coincidencia de datos entre diccionarios normativos y de uso

Después de relatar la distribución de los datos obtenidos en función de la ti-


pología de obras de las que forman parte, resulta interesante contrastar qué se en-
cuentra en el conjunto de todas ellas o, como mínimo, en dos o tres. Las distinciones
principales de estos repertorios, según se ha indicado, son, por un lado, la lengua y,
por otro, el criterio lexicográfico seguido para su elaboración.
Si se toma como punto de partida la cantidad de extranjerismos hallada en los
diccionarios normativos, más de la mitad (en concreto, 13) aparecen en las cuatro
obras, lo que demuestra un alto grado de integración desde los dos enfoques lexi-
cográficos. Interesa subrayar que no todos pertenecen al mismo campo semántico,

4
Para la consulta de todos los ejemplos, vid. Anexo.

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El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica

sino que se observa variedad al respecto. Aparte de voces más generales como par-
king (esp.) / pàrquing (cat.) o de términos relacionados con distintas áreas como
ranking, ranquin (esp.) / rànquing (cat.), se observa la siguiente distribución por
campos semánticos:

(1) economía: dumping (esp.) / dúmping (cat.); holding (esp.) / hòlding (cat.);
leasing (esp.) / lísing (cat.); marketing, márquetin (esp.) / màrqueting, marquè-
ting (cat.);
(2) cinematografía, música y/o TV: casting, castin (esp.) / càsting (cat.); trávelin,
travelling (esp.) / tràveling (cat.);
(3) turismo: camping, campin (esp.) / càmping (cat.);
(4) ropa: esmoquin, smoking (esp.) / esmòquing (cat.);
(5) deporte: footing (esp.) / fúting (cat.);
(6) política: mitin, mitín, meeting (esp.) / míting, mitin, mitín (cat.);
(7) postre: pudin, pudín, budín (esp.) / púding, budin (cat.).

Según se ha indicado con anterioridad, puede ocurrir que otros ejemplos con-
cretos (en total, 7) predominen bien en diccionarios normativos, bien en dicciona-
rios de uso, o que solo se equiparen en uno de cada tipo, pero de lengua distinta:

(1) DLE, DIEC2; CLAVE: lifting (esp.) / lífting (cat.); rafting (esp.) / ràfting
(cat.);
(2) DLE; CLAVE, DDLC: living (esp.) / líving (cat.); standing (esp.) / estànding
(cat.);
(3) DIEC2; CLAVE, DDLC: caravaning (esp.) / caravàning (cat.); dancing (esp.)
/ dáncing (cat.);
(4) DIEC2; CLAVE: pirsin, piercing (esp.)5 / pírcing (cat.).

Los datos numéricos han predominado tanto en los §§ 3.1. y 3.2. como en este.
En todos ellos, en especial en el § 3.3., se advierten algunas diferencias en la estruc-
tura formal de dichos términos de acuerdo con la lengua de la que forman parte
o con las variantes que se encuentran, sobre todo, en español. Estas diferencias se
constituyen como el preámbulo de lo que se profundizará, junto con otros ítems, en
el siguiente apartado.

5
Sorprende que en el DPD se incluya pirsin (y piercing), aunque se prefiera perforación (corporal)
o perforado, y que en el DLE no se registre el anglicismo, que suele ser bastante habitual. Para más
información al respecto, vid. Prat Sabater y Sierra Infante (2011: 154-155).

378 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


Marta Prat Sabater

4. ANÁLISIS CONTRASTIVO DE LA INCORPORACIÓN


DE ANGLICISMOS EN -ING EN LAS LENGUAS ESPAÑOLA Y
CATALANA DESDE LA PERSPECTIVA LEXICOGRÁFICA

El corpus elaborado para esta investigación permite un análisis minucioso des-


de tres puntos de vista distintos: ortográfico (§ 4.1.), morfológico (§ 4.2.) y semán-
tico (§ 4.3.). La base de este proceso reside fundamentalmente en el contraste entre
español y catalán, además de la valorar cómo actúa cada una de estas lenguas, desde
la perspectiva lexicográfica, en estas tres vertientes lingüísticas.

4.1. Adaptación ortográfica

A lo largo del presente trabajo se ha realizado la distinción entre dos aspectos


fundamentales para el contexto lexicológico (diacrónico y sincrónico), directamen-
te relacionados con el grado de aceptación de las correspondientes voces en la lengua
receptora y la posibilidad o imposibilidad de deducción por parte de los hablantes
de si se trata o no de importaciones foráneas.
Se han hallado algunos ejemplos que rozan la concepción de préstamo léxico,
si no se interpretan ya como tales, puesto que en español se presentan formalmente
adaptados en el ámbito lexicográfico: esmoquin, mitin, pudin o trávelin6. En realidad,
la Ortografía de la lengua española (2010) indica que «Los préstamos del inglés que
en esa lengua presentan la terminación -ing se han adaptado tradicionalmente al espa-
ñol eliminando la -g final, de acuerdo con la pronunciación espontánea de los hispa-
nohablantes, que en general no articulan la última consonante». Del mismo modo,
«recomienda seguir acomodando a esta pauta tradicional los numerosos anglicismos
que circulan hoy con esa misma configuración, si se decide adaptarlos al español».
Especifica, además, las causas principales como «su falta de equivalentes en la propia
lengua» o «su arraigo y generalización en el uso actual» (§ 6.2.2.2.1.). Aun así, en
la última edición del DLE, por ejemplo, todavía no predomina esta recomendación.
El catalán, en cambio, no modifica el sufijo inglés, sino que aplica su propio
criterio de acentuación: esmòquing, míting, púding, tràveling. El motivo principal
reside en que la terminación -(i)ng no es tan extraña para esta lengua, según se ha
determinado con anterioridad (vid. § 2.2. de este artículo).
6
En el DPD, las correspondientes unidades inglesas remitían a estas opciones adaptadas, que
son las únicas que aparecen en la última edición del DLE, lo que demuestra la evolución lexicográfica
que se ha producido para aquellas voces que ya se consideran propias del español, aunque no siempre
se tengan en cuenta las preferencias de los usuarios desde el punto de vista gráfico.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146 379


El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica

Aparte de estas precisiones previas, es evidente, sin embargo, que ambas len-
guas han realizado los oportunos cambios vocálicos o consonánticos en los ejemplos
indicados, directamente relacionados con la pronunciación: adición de e- protética
a la s- inicial (ing. smoking), cambio de -e- geminada por -i- (ing. meeting) o degemi-
nación de -dd- (ing. pudding) o de -ll- (ing. travelling).
En español, solo se halla la aceptación de smoking y travelling en el CLAVE,
aunque el primero de ellos llegó a formar parte de dos ediciones del Diccionario
manual e ilustrado de la lengua española (1927 y 1950)7, pero las dos voces inglesas
nunca se integraron en ningún diccionario académico usual. Para este tipo de obras,
la primera documentación se produce en el DRAE 1970 (19.ª ed.), con las siguientes
formas ya adaptadas: esmoquin y trávelin (sobre la primera de estas palabras, cfr. Prat
Sabater, 2016: 283-284).
Ambas lenguas comparten variantes del étimo inglés meeting: mitín (DLE,
CLAVE y DDLC) y mitin, opción preferente para el español general (DLE y CLA-
VE) y aceptada en catalán en el DDLC. El CLAVE es el único que sigue registrando
la forma original meeting. La primera documentación de mitin ya figura en el DRAE
1914 (14.ª ed.) —de ahí su condición más diacrónica que sincrónica— y la de mitín
aparece por primera vez en el DLE.
El étimo pudding manifiesta, asimismo, variantes formales tanto en español
como en catalán: pudín y budín (DLE y CLAVE) y budin (DDLC). Desde la pers-
pectiva de la RAE, budín es la primera documentación lexicográfica de esta palabra
en el DRAE 1925 (15.ª ed.). Pudin aparece por primera vez en el Diccionario ma-
nual e ilustrado de la lengua española (1927) y pudín en el DRAE 1970 (19.ª ed.).
Ambos remiten a budín. La forma pudin no se considera preferente hasta la 22.ª ed.
(2001).
En el contexto de extranjerismos, interpretables estos últimos como palabras
de incorporación más reciente tanto en español como en catalán, debemos ubicar
los peregrinismos que, como se ha indicado con anterioridad, desde el enfoque le-
xicográfico no poseen correspondencias léxicas en ninguna de las dos lenguas. Es
lógico, por tanto, que la mayoría se consideren aún como anglicismos por parte de
los hablantes y que el grado de adaptación gráfica sea inferior, sobre todo para el
español.
En las cuatro obras consultadas solo se encuentra dumping (esp.) / dúmping
(cat.); en los dos diccionarios normativos y en el CLAVE, rafting (esp.) / ràfting (cat.);
en los dos diccionarios de uso y en el DIEC2, caravaning (esp.) / caravàning (cat.); en
las dos obras españolas y con distinción de variantes, catering (DLE) / cáterin y cate-
Para la consulta de ediciones de diccionarios académicos anteriores al DLE, se utiliza el
7

NTLLE.

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Marta Prat Sabater

ring (CLAVE), sparring (DLE) / esparrin y sparring (CLAVE)8, windsurfing / wind


surfing (DLE y CLAVE); en los dos diccionarios catalanes, fàding (DLE y DDLC); en
las dos obras de uso, con o sin distinción de variantes, cracking, happening (CLAVE y
DDLC), building (CLAVE), building / uilding (DDLC), planning (CLAVE), plàning
(DDLC); en el diccionario normativo catalán, fouling, iòting (DIEC2); en el diccio-
nario de uso catalán, darling, dry-farming, quisling, shocking, skating, sleeping y zòning
(DDLC). El número más representativo de peregrinismos, con o sin variantes gráfi-
cas, se localiza en el CLAVE (branding, cycling, filling, grooming, packaging, phishing,
roaming, spamming, spinning, streaking / estriquin, trading, walking, yachting, etc.)9.

4.2. Implicación morfológica

A pesar de que en este apartado se vaya a conceder mayor importancia a la


morfología léxica, no podemos proceder a su análisis sin un breve comentario sobre
la morfología flexiva, incluida de los diccionarios de uso, tanto en español (CLA-
VE) como en catalán (DDLE). Al tratarse de un corpus formado esencialmente
por sustantivos, es lógico que tienda a proponerse la pluralización tanto para vo-
ces adaptadas como para las que conservan la terminación -ing: campings, cámpines
(esp.) / càmpings (cat.); holdings (esp.) / hòldings (cat.); rankings, ránquines (esp.) /
rànquings (cat.); etc.
Desde el punto de vista de la morfología léxica, es esencial distinguir entre di-
versas vertientes de formación de palabras que, por un lado, pueden haber ocurri-
do en el propio inglés y, por otro, pueden haberse llevado a cabo desde diferentes
enfoques en las lenguas receptoras, principalmente en español. A continuación, se
presentan ejemplos de cada tipo, cuya información completa puede consultarse en
los datos incluidos en el Anexo:

(1) Transmisión de extranjerismo en -ing y correspondiente derivado creado de la


lengua inglesa: doping y antidoping, dumping y antidumping (esp.); fàding y anti-
fàding (cat.), púding y plum-púding (cat.).
(2) Transmisión de compuestos léxicos o sintagmáticos formados en la lengua ingle-
sa. Podemos localizar ejemplos sin variante (brainstorming, kick boxing, e-lear-

8
Cuando la opción preferente del diccionario de uso es la adaptada y esta no figura en el nor-
mativo, es posible que haya quedado obsoleta, puesto que el DLE es de actualización más reciente.
El CORPES XXI lo confirma, ya que esparrin aparece solo en 1 caso en el español peninsular (2008),
mientras que sparring, en 116 casos distribuidos entre 78 documentos, tanto pertenecientes al área
peninsular como hispanoamericana (2001-2016).
9
Para más datos al respecto, vid. Anexo.

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El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica

ning10 (esp.); action-painting, dry-farming (cat.)); con variante (aquaplaning /


acuaplaning (esp.)); o con variación en una sola parte de la composición (body-
building, body painting (esp.)).
(3) Traducción de la raíz y cambio de sufijo -ing por otro de la lengua receptora
semánticamente equiparable. Se trata de equivalencias (sobre todo del español)
para extranjerismos aceptados: piercing → perforación, missing → desaparecido,
leasing → arrendamiento con opción de compra (esp.) / lísing → arrendament
financer (cat.); sampling → muestreo, etc. Relacionado con este último ejemplo,
existe una sola opción en la que se mantiene la raíz inglesa, además de ser la única
que acepta el DLE (zapeo), a diferencia del CLAVE (zapping → zapeo).
(4) Adición del sufijo -ing a una raíz española: puenting y balconing. A pesar de que
que tanto el CLAVE como el DPD propongan puentismo como equivalencia
para esta última palabra, el DLE ya no lo contempla. En cuanto a balconing, que
es más reciente, Reverte (2010: 44) ya especificó que los medios de comunica-
ción fueron los que le concedieron esta denominación a la acción de «tirarse
desde un balcón de un hotel a una piscina, a ser posible desde una altura de cinco,
seis o siete pisos». De un modo irónico, aunque realista, evidenció que la mayo-
ría que lo practicaron «ganaron el féretro a pulso».
(5) Creación de otras voces o expresiones con posibles diferencias semánticas a par-
tir del extranjerismo incorporado en español y catalán, esté o no adaptado11: sur-
fista (DLE, CLAVE y DIEC2); dar el mitin12 (CLAVE), mitinguer, mitinguesc,
míting de protesta, ~ de propaganda, ~ polític, ~ electoral, celebrar un ~, organit-

10
Este extranjerismo solo se propone en el CLAVE (s. v. e-learning); sin embargo, en el DPD
(s. v. electrónico, -ca), se especifica que la «e- antepuesta, [se considera una] abreviación extrema del
adjetivo inglés electronic» y se muestra favorable a «desterrar numerosos anglicismos» de este tipo.
Quizá esta sea una de las causas principales por la que e-learning no esté registrado en el DLE, puesto
que, en su lugar, muy probablemente ya se utilice aprendizaje por internet, equivalencia propuesta por
el CLAVE.
11
En este caso, el concepto expresión no puede particularizarse porque se trata de derivados,
compuestos sintagmáticos, colocaciones o locuciones, según queda indicado en la fuente a la que per-
tenecen, aunque la elección escogida por una obra no siempre coincide con la que propone el resto.
Resulta esencial indicar que no todos los estudiosos están de acuerdo con el proceso de interpretación
de estos tres últimos términos. Pensamos que la distinción que ofrece el DDLC sobre colocación (trà-
veling lateral) y locución nominal (tràveling òptic), aparte de otros ejemplos de este tipo que proporcio-
na, no es correcta, puesto que ambos son compuestos sintagmáticos. Para una explicación conceptual
completa de las unidades fraseológicas del español y del catalán, desde las perspectivas cognitivista y
contrastiva, en oposición a compuesto sintagmático, vid. García Rodríguez (2019), capítulo 1 y, de un
modo más concreto, § 6.2.2.5.
12
Para un recorrido histórico de mitin y la aparición de esta locución con un matiz semántico
distinto, vid. Zamora Vicente (1986).

382 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


Marta Prat Sabater

zar un ~, donar un ~ (DDLC); camping gas (CLAVE), material de càmping, te-


rrenys de ~, practicar el ~, fer ~ (DDLC); budín azteca (DLE), púding de fruites,
~ de panses, ~ de gelat (DDLC); dúmping social (DIEC2 y DDLC); entre otros.

4.3. Correlación y variación semántica

Los xenismos, según se ha comentado, muestran relación directa con las equi-
valencias propuestas para ambas lenguas, que podrían llegar a interpretarse como
correlaciones semánticas. En este punto se encuentra el debate de si los usuarios
están más o menos de acuerdo con las decisiones lexicográficas. Al no poder tratar,
por razones de espacio, dicha cuestión en este trabajo, aceptamos como válidas
las resoluciones institucionales que se presentan a continuación, aunque somos
conscientes de que en ocasiones podrían oponerse a las tendencias sincrónicas del
momento.
Es esencial destacar que no todos los extranjerismos se sustituyen por una voz
independiente, sino que pueden optar, según se observa en el Anexo, por expresio-
nes formadas por dos o más palabras: dripping → pintura de goteo, hadling → servi-
cios de asistencia, o mailing → envío postal13. Sobre este último ejemplo del CLAVE
(s. v. mailing), podría precisarse que la interpretación semántica puede ser relativa,
puesto que el adjetivo postal presenta una vinculación más directa con el servicio
tradicional de correos que con la distribución por internet (cfr. DLE, s. v. postal).
También puede ocurrir que la sustitución propuesta sea múltiple, es decir, que
se ofrezca una sola palabra (o más de una) junto con una expresión: briefing → infor-
me, reunión informativa; ranking → lista, tabla clasificatoria, clasificación, escalafón.
Los casos mencionados con anterioridad en los que la equivalencia es una única
voz (o más de una del mismo tipo) no son precisamente los que prevalecen: casting
/ castin → audición; overbooking → sobreventa, sobrecontratación, sobreocupación;
parking → aparcamiento (esp.) / pàrquing → aparcament (cat.); legging → malla.
Desde el punto de vista semántico, a nuestro modo de ver, la equivalencia que se pro-
pone para este último ejemplo no es idónea porque su significado (‘Prenda de vestir,
generalmente deportiva, elástica y fina, que se ajusta mucho al cuerpo’, CLAVE, s. v.
malla) no es idéntico al del anglicismo (‘Prenda de vestir que consiste en una malla
ceñida al cuerpo desde la cintura a los tobillos’, CLAVE, s. v. legging).
Aparte de lo que acaba de comentarse, consideramos oportuno destacar infor-
13
Estas evidencias pueden relacionarse con una de las vertientes del principio de economía lin-
güística, lo que permite justificar por qué, en determinadas ocasiones, los usuarios prefieren los an-
glicismos en -ing, antes que el uso de expresiones autóctonas más complejas. Para información más
detallada al respecto, cfr. Paredes Duarte (2007-2008).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146 383


El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica

mación adicional al respecto relativa al DLE, que incluimos en el Anexo. En oca-


siones, solo se indican equivalencias, la mayoría correspondientes a las que ofrece
el CLAVE. La divergencia principal de ambas obras estriba en que el diccionario
académico no ofrece la alternativa inglesa, probablemente por razones de preferen-
cia exclusiva por la opción española: uso de acoso laboral en lugar de bossing, de acoso
escolar en lugar de bullying, de dopaje en lugar de doping, etc. En el DIEC2, ocurre
lo mismo en este último caso (dopatge) y en sala d’estar en lugar de líving (DDLC).
A diferencia del CLAVE, que proporciona (aunque no siempre) la remisión a
una forma española en su totalidad, es decir, sin precisar el sentido específico al que
se refiere el extranjerismo, para el DLE, en el Anexo, solo se ha optado por indicar la
acepción de la equivalencia aplicable al contexto semántico del que forma parte la op-
ción en -ing, que es el único válido: bolera1 ‘Lugar destinado al juego de bolos’ en lugar
de bowling (ocio), regate ‘En fútbol y otros deportes, finta que hace un jugador para
sortear a uno o varios contrarios y no dejarse arrebatar el balón’ o finta ‘En algunos de-
portes de competición, movimiento inesperado que se hace para sortear al contrario’
en vez de dribbling o dríbling (deportes), en español y catalán respectivamente, etc.
Ya para cerrar este último apartado, resulta importante distinguir el número
de equivalencias que incluyen los diferentes diccionarios. Si se tienen en cuenta los
datos numéricos proporcionados en el § 3, es esperable observar que ambas obras
catalanas las facilitan en menos ocasiones (3 en el DIEC2 y 5 en el DDLC) y las
españolas, como es lógico, en un número mayor (11 en el DLE y 45 en el CLAVE).

5. CONCLUSIÓN

Los repertorios lexicográficos resultan esenciales para advertir que los angli-
cismos en -ing se han incorporado en las lenguas estudiadas, sobre todo en español
si se tiene en cuenta el diccionario de uso seleccionado. Se ha podido observar que,
en función del tiempo transcurrido, están más o menos aceptados en las obras nor-
mativas, lo que favorece el proceso de adaptación gráfica, especialmente en catalán
por poseer el mismo tipo de combinación consonántica a final de palabra. Desde el
punto de vista semántico, es conveniente destacar la pugna entre los extranjerismos
en -ing y las equivalencias que ya se encuentran en español y catalán, cuyas prefe-
rencias tienden a deducirse por la frecuencia de uso por parte de los hablantes. Lo
más significativo, sin embargo, se halla en las implicaciones morfológicas que se ob-
servan en la aceptación de importaciones con esta terminación. En catalán, ya se ha
demostrado que -ing empezó a incluirse como sufijo para la formación de nuevas
palabras desde principios de este siglo. En español, de momento, se acepta lexico-

384 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


Marta Prat Sabater

gráficamente como integrante de nuevas unidades léxicas. Este efecto predispone a


estudiar si en contextos más espontáneos se incrementa su empleo para la creación
de nuevas voces con raíz española y si, con su función derivativa recurrente, se puede
llegar a desestimar la concepción de falso anglicismo.
El análisis del sufijo -ing en el uso coloquial y la consulta de corpus orales y
escritos que permitan verificarlo son recursos esenciales que podrían llegar a eviden-
ciar si, tanto para el español como para el catalán, este morfema se considera no solo
productivo, sino un componente más de la morfología léxica.

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Fecha de recepción: 31 de julio de 2019


Fecha de aceptación: 28 de octubre de 2019

388 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


Anexo14

DICCIONARIOS NORMATIVOS DICCIONARIOS DE USO


DLE DIEC2 CLAVE DDLC
lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
- - - - - - - - action-painting - pintura d’acció
- - - - - aquaplaning acuaplaning - - - -
- - - - - balconing - - - - -
- - - - - bartering - - - - -
- - - - - benchmarking - - - - -
- - - - - bodybuilding - - - - -
- - - - - body painting - pintura corporal - - -
- - - - - bookcrossing - - - - -
- - acoso laboral - - bossing - acoso laboral - - -
- - bolera1 - - bowling - bolera - - -
- - - - - brainstorming - tormenta de ideas - - -
Marta Prat Sabater

lluvia de ideas
- - - - - branding - - - - -
- - - - - briefing - informe - - -
reunión informativa
- - - - - broad banding - - - - -
- - - - - building - - building uilding -

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


- - acoso escolar - - bullying - acoso escolar - - -
- - - - - bungee jumping - - - - -
camping - campamento15 càmping - campin camping - càmping - -

14
Las unidades léxicas incluidas en la tabla siguen la misma presentación formal (letra redonda o cursiva) según se indica en los respectivos
diccionarios.
15

389
Se trata de una equivalencia en el sentido de ‘lugar al aire libre’ (DLE, s. v. camping).
DICCIONARIOS NORMATIVOS DICCIONARIOS DE USO

390
DLE DIEC2 CLAVE DDLC
lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
- - - caravàning - caravaning - - caravàning - -
casting - audición16 càsting - casting castin audición càsting - -
catering - - - - cáterin catering - - - -
- - - - - clearing - - - - -
- - - - - climbing - - - - -
- - - - - clonning - - - - -
- - - - - clubbing - - - - -
- - - - - clustering - - - - -
- - - - - coaching - - - - -
- - consultoría - - consulting - consultoría - - -
- - - - - counseling - - - - -
- - - - - cracking - - cracking - -
- - - - - curling - - - - -
- - - - - cycling - - - - -
- - - dàncing - dancing - sala de baile dàncing - -
- - - - - - - - darling - -
- - dopaje - dopatge doping - dopaje dòping - -
- - antidopaje - - antidoping - antidopaje antidòping - -
- - - - - downshifting - - - - -
- - regate17 - - dribbling - regate dríbling - -
finta18 finta
- - - - - dripping - pintura de goteo - - -
El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica

16
‘Prueba que se hace a un cantante, a un músico, etc., para valorar sus cualidades’ (DLE, s. v. audición, ac. 4).
17
‘En fútbol y otros deportes, finta que hace un jugador para sortear a uno o varios contrarios y no dejarse arrebatar el balón’ (DLE, s. v. regate,

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ac. 2, con la marca Dep.).
18
‘En algunos deportes de competición, movimiento inesperado que se hace para sortear al contrario’ (DLE, s. v. finta2, ac. 2, con la marca Dep.).
DICCIONARIOS NORMATIVOS DICCIONARIOS DE USO
DLE DIEC2 CLAVE DDLC
lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
- - - - - - - - dry-farming - -
dumping - - dúmping - dumping - - dúmping - -
antidumping - - - - - - - - - -
- - - - - editing - - - - -
- - - - - e-learning - aprendizaje por - - -
internet
esmoquin - - esmòquing - esmoquin smoking - esmòquing - -
- - - - - factoring - - - - -
- - - fàding - - - - fàding - -
- - - antifàding - - - - - - -
- - - - - feeling - - - - -
- - - - - filling - - - - -
- - - - - fixing - - - - -
footing - aerobismo19 fúting - footing - - fúting - -
- - - fouling - - - - - - -
Marta Prat Sabater

- - - - - goming - - - - -
- - - - - grooming - - - - -
- - - - - handling - servicios de - - -
asistencia
- - - - - happening - - happening - -
holding - grupo20 hòlding societat de holding - sociedad financiera hòlding - societat de

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


cartera cartera
grupo financiero

- - - - - hosting - alojamiento web - - -

19
Equivalencia acompañada con marcación diatópica hispanoamericana: Arg., Bol., C. Rica, Ec., El Salv., Guat., Pan., Par., Perú, R. Dom., Ur.
y Ven. (DLE, s. v. aerobismo).
20

391
«La mayor parte de las veces [holding] puede sustituirse por la palabra española grupo» (DPD, s. v. holding).
212223

DICCIONARIOS NORMATIVOS DICCIONARIOS DE USO

392
DLE DIEC2 CLAVE DDLC
lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
jogging - aerobismo21 - - jogging - - - - -
- - - - - - - - iòting - -
- - - - - karting - - - - -
- - - - - kick boxing - - - - -
leasing - - lísing arrendament leasing - arrendamiento con lísing - -
financer opción de compra
- - - - - legging - malla - - -
lifting - estiramiento lífting - lifting - estiramiento - - -
(facial)22
living - cuarto de - sala d’estar living - cuarto de estar líving living-room sala d’estar
estar23
- - - - - lockpicking - - - - -
- - - - - looping - - - - -
- - - - - mailbombing - - - - -
- - - - - mailing - envío postal - - -
marketing - mercado- màrqueting - marketing márquetin mercadotecnia màrqueting marquèting -
tecnia
- - - - - ecomarketing - - - - -
- - - - - telemarketing - - - - -
- - - - - merchandising - promoción - - -
comercial
- - desaparecido - - missing - desaparecido - - -
El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica

21
Vid. nota 19.
22
Equivalencia propuesta por el DPD. Ofrece, además, otras dos opciones que, por sus condiciones de lenguaje especializado, no aparecen en el
DLE: «En medicina, esta intervención se denomina técnicamente ritidectomía o ritidoplastia» (DPD, s. v. lifting).
23

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


Equivalencia deducible de la etimología que propone el DLE para el extranjerismo: «Del ingl. living[-room]» (s. v. living). Cfr. variante y
equivalencia del DDLC.
DICCIONARIOS NORMATIVOS DICCIONARIOS DE USO
DLE DIEC2 CLAVE DDLC
lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
mitin mitín - míting - mitin mitín24 - míting mitin -
meeting mitín
- - acoso laboral - - mobbing - acoso laboral - - -

acoso moral acoso moral


acoso psico- acoso psicológico
lógico
- - - - - networking - - - - -
- - - - - outing - - - - -
- - externaliza- - - outsourcing - externalización - - -
ción
overbooking - sobreventa - - overbooking - sobrecontratación - - -
sobreocupación
sobreventa
- - - - - packaging - - - - -
parking - aparcamiento pàrquing aparcament parking - aparcamiento pàrquing - aparcament
Marta Prat Sabater

- - - - - passing shot passing - - - -


- - - - - peeling - - - - -
- - - - - phishing - - - - -
- - perforación pírcing - pirsin piercing - - - -
(corporal)
- - - - - planning - - plàning - -

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- - - - - podcasting - - - - -
- - - - - pressing - presión - - -
pudin pudín - púding - pudin pudín25 - púding budin -
budín budín

24
Remite a mitin con información diatópica: «En zonas del español meridional, mitin» (CLAVE, s. v. mitín).
25

393
Aunque el CLAVE (s. v. pudin) proponga esta equivalencia, no la contempla como lema.
DICCIONARIOS NORMATIVOS DICCIONARIOS DE USO

394
DLE DIEC2 CLAVE DDLC
lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
- - - - - - - - plum-púding - -
puenting - - - - puenting - puentismo - - -
- - - - - - - - quisling - -
rafting - - ràfting - rafting - - - - -
ranking - lista rànquing - ranquin ranking lista rànquing - -
tabla clasifica- tabla clasificatoria
toria
clasificación clasificación
escalafón escalafón
- - índice de - - rating - índice de audien- - - -
audiencia cia26

calificación de
crédito27

- - - - - renting - - - - -
- - - - - roaming - - - - -
- - - - - rolfing - - - - -
- - muestreo - - sampling - muestreo - - -
- - - - - scad diving - scad - - -
- - - - - scratching scratch28 - - -

26
‘Porcentaje de personas u hogares que sintonizan un programa específico de televisión o de radio, en relación con el total de personas u hogares
El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica

que tienen televisión o radio’ (CLAVE, s. v. rating, ac. 1).


27
‘Calificación que valora la solvencia de una entidad para hacer frente a sus deudas’ (CLAVE, s. v. rating, ac. 2), expresión y acepción no inte-
grada en el DLE.
28

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


A diferencia de scad, scratch se considera entrada preferente, ya que contiene toda la información lexicográfica. Scratching remite a scratch
(CLAVE, s. v. scratching), mientras que scad, a scad diving, expresión compleja que, en este caso, se interpreta como más adecuada (CLAVE, s. v. scad).
DICCIONARIOS NORMATIVOS DICCIONARIOS DE USO

DLE DIEC2 CLAVE DDLC

lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
- - cribaje29 - - screening - cribaje30 screening - -

pase
emisión de prueba31
- - - - - - - - shocking - -
- - - - - shopping - - - - -
- - - - - - - - skating - -
- - - - - - - - sleeping - vagó llit
- - - - - spamming - - - - -
sparring - - - - esparrin sparring - - - -
- - - - - spinning - - - - -
standing - categoría - - standing - - estànding - -
nivel32
- - - - - streaking estriquin - - - -
Marta Prat Sabater

- - - - - streaming - - - - -
- - - - - stretching - - - - -
- - surf - - surfing - surf33 - - -

29
‘Acción y efecto de cribar (realizar un examen médico)’ (DLE, s. v. cribaje, con la marca Med.).
30

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


‘En medicina, examen riguroso de un grupo de individuos para diagnosticar enfermedades, anomalías o factores de riesgo’ (CLAVE, s. v.
screening, ac. 1).
31
Estas dos últimas equivalencias, no incluidas en el DLE como integrantes de los campos semánticos de cinematografía y/o TV, se corres-
ponden con la siguiente acepción: ‘Proyección cinematográfica o emisión televisiva que se realizan como prueba o para hacer estudios de mercado’
(CLAVE, s. v. screening, ac. 2).
32
El DPD propuso ambas equivalencias de standing con la siguiente precisión: «Es anglicismo evitable, ya que puede sustituirse por las voces
españolas categoría o nivel, acompañadas opcionalmente de adjetivos ponderativos como alto, elevado o grande» (DPD, s. v. standing).
33

395
Este lema es el preferente (CLAVE, s. v. surf). En la entrada surfing solo se remite a surf (CLAVE, s. v. surfing).
DICCIONARIOS NORMATIVOS DICCIONARIOS DE USO

396
DLE DIEC2 CLAVE DDLC
lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. equivalencia lema esp. -ing variante equivalencia lema cat. variante equivalencia
(in)adaptado -ing (in)adaptado -ing
- - - - - timing - - - - -
- - - - - trading - - - - -
- - entrena- - - training - entrenamiento - - -
miento
trávelin - - tràveling - trávelin travelling - tràveling - -
- - - - - trekking - senderismo - - -
- - tuneado - - tuning - tuneado, da - - -
tuneo34
- - - - - vending - - - - -
- - - - - walking - - - - -
- - aviso - - warning - aviso - - -
advertencia advertencia35
luces de luces de
emergencia emergencia236
windsurfing wind windsurf - - windsurfing wind surfing windsurf37 - - -
surfing wind surf
- - - - - wrestling - - - - -
- - - - - yachting - - - - -
- - - - - yearling - - - - -
- - zapeo zàping - zapping - zapeo - - -
- - - - - - - - zòning - -

Tabla 1. Lemas en -ing, variantes y equivalencias de diccionarios normativos y de uso del español y del catalán
El sufijo -ing en español y catalán: análisis contrastivo desde la perspectiva lexicográfica

34
Tuneo, al igual que tuning, solo remite a tuneado, da (CLAVE, s. v. tuneo y tuning, respectivamente).
35
Ambas equivalencias se corresponden con esta acepción: ‘Aviso o llamada de atención cuando se ha hecho algo que merece ser sancionado’

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 369-396 ISSN:1139-1146


(CLAVE, s. v. warning, ac. 1).
36
‘En un automóvil, sistema de luces intermitentes que sirven para avisar de una parada ocasional o de emergencia’ (CLAVE, s. v. warning, ac. 2).
37
Este lema es el preferente (CLAVE, s. v. windsurf). En la entrada windsurfing solo se remite a windsurf (CLAVE, s. v. windsurfing). En el DLE,
tanto windsurfing como windsurf, con sus correspondientes variantes, proporcionan el mismo significado (s. v. windsurfing y windsurf, respectivamente).
Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

CONDICIONANTES SOCIOLINGÜÍSTICOS DE LA
EXPRESIÓN DEL SUJETO PRONOMINAL EN EL
SOCIOLECTO ALTO DEL CORPUS PRESEEA-SEVILLA*

Doina Repede
Universidad de Sevilla
doinarepede@gmail.com

Resumen: Este trabajo se propone analizar Abstract: This study aims to analysis the va-
la variable presencia / ausencia del pronom- riable presence/absence of the personal pro-
bre personal sujeto junto a un verbo conju- noun subject with a conjugated verb in Spa-
gado en el español hablado de la comunidad nish language spoken in the city of Seville.
urbana de Sevilla. En concreto, intentamos Specifically, we try to stablish which internal
establecer cuáles son los factores internos y or external factors are involved in the prono-
externos que determinan el empleo del sujeto minal subject use in a sample of 24 semi-con-
pronominal en una muestra de 24 entrevistas trolled interviews corresponding to the high
semidirigidas correspondientes al sociolecto sociolect and taken from the PRESEEA-Se-
alto y que forman del corpus PRESEEA en ville corpus. For this, we base our analysis on
la ciudad. Para ello, seguimos la guía de co- the coding guidelines proposed by Bentivo-
dificación propuesta por Bentivoglio, Ortiz glio, Ortiz and Silva-Corvalán (2011) for the
y Silva-Corvalán (2011) para el proyecto PRESEEA panhispanic project. The results
panhispánico PRESEEA. Los resultados show that the subject pronoun is used in
muestran que el pronombre sujeto se utiliza 24,8% and it is conditioned by different cri-
un 24,8%, y parece estar condicionado, entre teria, such as grammatical person, specificity,
otros, por criterios como persona gramatical, ambiguity of the verbal form, semantic class
especificidad, ambigüedad de la forma verbal, of the verb, co-reference or age.
clase semántica del verbo, correfencialidad, Keywords: pronominal subject, high socio-
edad, etc. lect, semi-controlled interviews, PRESEEA,
Palabras Clave: sujeto pronominal, sociolec- Seville.
to alto, entrevistas semidirigidas, PRESEEA,
Sevilla.

*
El presente trabajo, que se enmarca dentro del proyecto Patrones Sociolingüísticos del Español
de Sevilla (Ref. FFI2015-68171-C5-3-P), financiado por el Ministerio de Economía y Competitivi-
dad de España y por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (MINECO/FEDER, UE), ha sido lle-
vado a cabo durante una estancia de investigación en el Departamento de Lengua Española de la Uni-
versidad de Granada. Quiero expresar mi agradecimiento al Dr. Antonio Manjón-Cabeza Cruz por
haber discutido conmigo diversas cuestiones aquí presentadas, por sus valiosos consejos y sugerencias.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146 397


Condicionantes sociolingüísticos de la expresión del sujeto pronominal en el sociolecto alto del corpus PRESEEA-Sevilla

1. INTRODUCCIÓN

El español, al igual que otras lenguas románicas (italiano, portugués, ruma-


no, etc.), se presenta como una lengua pro-drop, es decir, permite la elipsis del pro-
nombre sujeto desde el punto de vista fonético o escrito en oraciones con un verbo
conjugado. En este caso, es la flexión verbal la que recupera, parcial o totalmente, la
información ausente: yo canto ~ canto; nosotras llamaremos ~ llamaremos (RAE y
ASALE 2009).
La expresión/ausencia del sujeto pronominal ha sido uno de los fenómenos lin-
güísticos más profusamente analizados en español y se ha llevado a cabo desde distin-
tas perspectivas, tales como la sintáctica, la semántica y la pragmática. Desde un punto
de vista tradicional, se ha intentado explicar la presencia del pronombre sujeto como
un recurso para enfatizar o desambiguar el contenido expresado. Así, según el Esbozo
(1973: 421), el pronombre de sujeto se presenta como una variante libre y se acepta
su uso solo en casos en los que se enfatiza el sujeto (para la redundancia del yo y tú) y
cuando se trata de ambigüedad ‒con los pronombres de tercera persona‒. En la misma
línea, Fernández Soriano (1999: 235-237) contempla también que la expresión del
sujeto en el español estándar se debe a la falta de distinción entre la primera y la tercera
persona del singular en ciertos tiempos verbales, o por los casos de contraste.
No obstante, la RAE y ASALE (2009: 2555 y ss.) señalan que el uso de la for-
ma pronominal como sujeto aparece como un mecanismo que cumple una función
informativa, esto es, la focal. Además, se indican dos aspectos que condicionan la
presencia del pronombre personal sujeto: uno es de naturaleza morfológica y otro
de carácter léxico. Con respecto al primero, se ejemplifica la primera y tercera per-
sona del pretérito imperfecto de indicativo, y para el segundo, se menciona como
ejemplo el pronombre de cortesía usted, que no presenta carácter contrastivo cuan-
do se forma con los imperativos y que aparece en los casos neutros, no marcados1.
Por tanto, dado que la presencia del pronombre sujeto en español no se debe
al azar, entre los aspectos de interés que ha suscitado este componente lingüísti-
co consiste en determinar de qué depende su aparición en el proceso lingüístico.
Los numerosos trabajos realizados sobre el fenómeno que nos ocupa indican que
la aparición del sujeto en español se debe a una serie de parámetros de muy diversa
naturaleza, como los que se describen a continuación:

a) la clase semántica del verbo. Estudios como el de Enríquez (1984)


o Montes Miró (1986) muestran que los verbos que indican acti-

1
Para más detalles sobre la forma usted, véase también Fernández Soriano (1999: 1233).

398 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146


Doina Repede

vidad mental y la postura o el punto de vista del hablante frente a


una situación, idea, etc. tal como creer, considerar, estar de acuerdo
o saber, influyen en la mayor presencia del pronombre personal
sujeto2.
b) la correferencialidad (Silva-Corvalán 1982, 1994): cuando el suje-
to que se analiza cumple la misma función que en la oración ante-
rior o aparece con otro papel, por ejemplo, de objeto directo. Este
criterio “rests on the idea that it will be more probable to mention
the subject when it has had a change in the referent, i.e., in order to
establish the new topic” (Lastra y Martín Butragueño 2015: 45).
c) la ambigüedad morfológica y fonética. El uso del sujeto pronom-
bre puede ser propiciado, por una parte, por la ambigüedad mor-
fológica entre la primera y la tercera persona en tiempos como el
imperfecto y el condicional (Bentivoglio 1987: 41; Silva-Corva-
lán 1982) y, por otra parte, por la elisión de /-s/ en la conjugación
de la segunda persona singular de los verbos en determinadas áreas
del español hablado (la denominada “Hipótesis de Compensación
Funcional” 3 de Hochberg 1986).
d) la (in)especificidad del referente (Cameron 1993, 1996) puede
determinar la presencia de la forma pronominal sujeto. Se trata de
“la situación de especificidad en la que se señala la existencia de un
sujeto determinado como el hablante o el oyente, o la situación de
no-especificidad en la que se hace referencia a un sujeto indetermi-
nado, general, que puede incluir al hablante, al oyente, o a ninguno
de los dos” (Hurtado 2001:16).

Aunque el uso variable del sujeto pronominal se ha ido estudiando aproxima-


damente desde los años ochenta, aún es difícil hacer generalizaciones al respecto, ya
que algunos trabajos no han utilizado la misma metodología ni los mismos criterios
de clasificación (Silva-Corvalán 1997) o se basan en “diversos y no siempre ade-
cuados corpora” (Manjón-Cabeza et. al. 2016: 185). Mencionamos, así, entre otros,

2
En un estudio sobre el material recogido por el Instituto Cervantes en 1981, Davidson (1996)
evidencia en el español hablado en la ciudad de Madrid un aumento en el uso de pronombres de pri-
mera persona con verbos de creencia y conocimiento, verbos que señalan la postura del hablante con
respecto a lo que dice. Sobre el mismo aspecto, véase también el trabajo de Miyajima (2000).
3
Este planteamiento de la hipótesis funcional está basado en la Condición de Distintividad (Dis-
tinctivenes Condition) de Kiparsky (1982: 87) que establece que la información semántica relevante
se retiene en la estructura superficial del enunciado.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146 399


Condicionantes sociolingüísticos de la expresión del sujeto pronominal en el sociolecto alto del corpus PRESEEA-Sevilla

el trabajo de Barrenechea y Alonso (1977) para el español hablado en Buenos Ai-


res, Bentivoglio (1980) sobre el español de Venezuela, Miró y Pineda (1990) sobre
el español de la ciudad de Sevilla4; y más recientes las investigaciones de Orozco y
Guy (2008), Erker y Guy (2012), Shin y Otheguy (2013), Carvalho, Orozco y Shin
(2015), Silva-Corvalán (2015) o Peškova (2015).
No obstante, últimamente se están llevando a cabo estudios sobre este aspecto
lingüístico que se basan en un corpus homologable con el nuestro, y que forman
parte de PRESEEA (Proyecto para el estudio del español de España y América). Así,
para el español peninsular, se han centrado en la variabilidad del sujeto pronombre
Manjón-Cabeza et. al. (2016) sobre el español hablado en Granada. Para el espa-
ñol de América, mencionamos las investigaciones de Lastra y Martín Butragueño
(2015) en México DF, Guerrero (2019) sobre el español hablado en Santiago de
Chile u Orozco y Hurtado (2019) en la ciudad de Medellín (Colombia).
Por tanto, el propósito de este trabajo consiste en describir el uso de la presen-
cia/ausencia del pronombre sujeto en el español hablado en la comunidad urbana
de Sevilla. En concreto, pretendemos averiguar cuáles son los factores lingüísticos y
sociales que condicionan la presencia del sujeto pronominal en la ciudad hispalense.
Asimismo, este trabajo resulta pertinente porque, basándonos en las pautas del pro-
yecto panhispánico PRESEEA y en una guía de codificación unificada, nos permite
contrastar los resultados obtenidos en la ciudad de Sevilla con los de distintas varie-
dades del español hablado.

2. METODOLOGÍA Y CORPUS

2.1. El corpus

Para llevar a cabo esta investigación, nos centramos en los materiales del Cor-
pus Sociolingüístico de Sevilla 2009-2018, o PRESEEA-SE, que consiste en entre-
vistas semidirigidas realizadas a 24 hablantes del sociolecto alto, esto es, con estudios

4
Este estudio analiza la presencia/ausencia del sujeto pronominal en relación con una serie de
variables: 1) textos orales/textos escritos; 2) formas verbales equívocas/no equívocas; 3) tipos ora-
cionales (afirmativas/negativas y principales/subordinadas/subordinadas independientes); 4) grupo
generacional de hablantes; 5) sexo de los hablantes (hombres y mujeres). Los autores afirman que, de
las variables tenidas en cuenta, solo han resultado significativos los condicionantes sociales. Además,
subrayan que cualquier otro factor, “como pueda ser el tipo de oración producida o el carácter ambiguo
de las formas verbales empleadas actuarán de forma más débil sobre la probabilidad de aparición del
pronombre personal sujeto” (Miró y Pineda 1990: 44).

400 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146


Doina Repede

universitarios finalizados, máster y/o doctorado5. Los hablantes que conforman la


muestra empleada para este estudio están estratificados en cuotas de afijación uni-
forme según edad y sexo (Repede 2019), como se indica en la Tabla 1:

Edad
Sexo
20-34 años 35-54 años > 55 años TOTAL

Hombres 4 4 4 12

Mujeres 4 4 4 12

TOTAL 8 8 8 24

Tabla 1: Distribución por cuotas de los informantes de la muestra

2.1. Selección de casos

De cada entrevista que forma parte de los materiales manejados en este estudio
hemos seleccionado cinco minutos, los comprendidos entre el minuto 5 y el minuto
10. Una vez recogidos los ejemplos, hemos descartado los casos cuando:
a) el pronombre sujeto aparece junto a un verbo en forma no finita:

1. el sótano pues<alargamiento/> / hay una mesa de pin pong para jugar / los niños
y jugar yo también al pin pong (SEVI_H23_055)6.

b) el sujeto es indiscutiblemente necesario por ser foco de contraste:

2. I: no tengo<alargamiento/> otra cosa / a lo mejor otro trabajo / aparte / entonces


en casa / por las mañanas es que me <vacilación/> aparte es que a mí me gusta //
porque no es decir <cita> tú haces esto / yo hago lo otro </cita> si es que si yo echo
las <vacilación/> las mañanas en casa / y es que lo hago todo (SEVI_M13_061).

c) se trata de frases idiomáticas, de tipo yo qué sé, tú sabes, etc.:

5
Véase también http://preseea.linguas.net/Portals/0/Metodologia/METODOLOG%C3%-
8DA%20PRESEEA.pdf.
6
El código del final de los ejemplos debe leerse de la siguiente forma: i) SEVI=Sevilla; ii) sexo:
H= hombre, M= mujer; iii) edad: 1= 20 a 34 años, 2= 35 a 54 años, 3= 55 años en adelante; iv) grado
de instrucción: 3= estudios superiores; v) identificación del hablante dentro del corpus: 049, 050, 051,
etc. Sobre las convenciones de transcripción de las entrevistas, véase Repede (2019).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146 401


Condicionantes sociolingüísticos de la expresión del sujeto pronominal en el sociolecto alto del corpus PRESEEA-Sevilla

3. <ruido = “chasquido_boca”/> allí en Rubén Darío también / siempre había algu-


no que fallecía / y aquí también un poco lo mismo / gente muy mayor muy mayor
/ pero allí por lo menos habían<alargamiento/> <ruido = “chasquido_boca”/> /
yo qué sé / gente<alargamiento/> a lo mejor de cuarenta y cinco cincuenta años
(SEVI_M23_066).

d) al pronombre sujeto le sigue una palabra ininteligible o se deja la secuencia in-


completa:

4. yo con mi equipaje por ejemplo lo llevaba un<alargamiento/> burro / que yo no


<vacilación/> por medio de la montaña / yo so<palabra_cortada/> pues he nacido
en la ciudad / he crecido en la ciudad y <vacilación/> / y no<alargamiento/> soy
mmm campestre (SEVI_M13_062).

e) se trata de una repetición del mismo fenómeno. En este caso, se ha computado el


mecanismo una sola vez:

5. y claro / ahora el barrio te lo ves que hay un centro comercial / que<alargamien-


to/> que hay <vacilación/> hay por lo menos tres supermercados en la misma calle
/ eh<alargamiento/> o sea / ya si <vacilación/> veo que ha cambiado / veo que ha
cambiado (SEVI_H13_049).

f ) cláusulas relativas con sujeto relativizado

6. me encanta la Semana Santa // también también / este año he tenido de todo / por-
que este año me han invitado a palco / me han invitado a silla / he<alargamiento/>
visto salir algunas procesiones / he visto recoger otra / eh<alargamiento/> he ido
a buscar otras / he tenido balcones que me han invitado amigos también que han
tenido balcones en la calle Trajano y también he visto unas pocas (SEVI_H23_056).

También se han eliminado los casos en los que no es posible la presencia de un


pronombre personal como los verbos impersonales y las cláusulas con se impersonal.
Se han obtenido, así, 879 casos en los que es posible la alternancia entre presencia y
ausencia del sujeto pronominal7, tal como se refleja en el siguiente fragmento:

7
Cabe mencionar aquí que en los cinco minutos seleccionados para este análisis no se ha locali-
zado ninguna forma de vosotros o ustedes. Además, no se han incluido en este recuento los 6 ejemplos
de uno y una, ya que, en la muestra que hemos manejado para nuestro estudio, no hemos documentado
casos de variación.

402 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146


Doina Repede

7. sí / (Ø) creo recordar / el último verano que (Ø) estuve / fue el año que (Ø) hice
el preuniversitario / que fue el sesenta y / siete / sí / un poco más de lo que (Ø) te
he dicho / o sea que sería del cincuenta y cinco al sesenta y s<alargamiento/>eis
/ porque el verano del sesenta y siete (Ø) ya no fui a Chipiona / (Ø) fui a Cádiz
(SEVI_H33_058).

2.2. Criterios de análisis y procesamiento

Para codificar los ejemplos recopilados de nuestros materiales hemos segui-


do principalmente la guía de codificación propuesta por Bentivoglio, Ortiz y Sil-
va-Corvalán (2011) para el proyecto PRESEEA8. Por tanto, hemos considerado
como variable dependiente la presencia y la ausencia del sujeto pronombre, y como
variables independientes las siguientes:

Variables lingüísticas: 2. Persona del sujeto, 3. Especificidad del sujeto, 4. Modo,


5. Tiempo verbal, 6. Progresividad, 7. Perfectividad, 8. Pronominalidad, 9. Va-
lencia verbal, 10. Perífrasis verbal, 11. Ambigüedad de la forma verbal, 12. Cla-
se semántica del verbo, 13. Tipo de cláusula, 14. Correferencialidad, 15. Sujeto
previo, 16. Turno de habla, 17. Secuencia discursiva.
Variables sociales: 18. Edad, 19. Sexo.

Con la finalidad de poder establecer estadísticamente si hay relación o no entre


las variables dependientes ‒ presencia/ausencia del sujeto pronominal ‒ y las varia-
bles explicativas tomadas en consideración en este estudio, hemos aplicado la prue-
ba del ji cuadrado (χ²). Si los resultados obtenidos no superan el límite de 0,05, son
estadísticamente significativos e indican que se da una asociación entre las variables
nominales. Asimismo, para medir esta relación, empleamos el coeficiente V de Cra-
mer que toma valores entre 0 y 1. En este caso, los valores cercanos a 0 indican escasa
asociación entre las variables y los valores próximos a 1, fuerte asociación.

Sobre los distintos criterios de análisis, véase también Lastra y Martín Butragueño (2015),
8

Manjón-Cabeza et al. (2016), etc.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146 403


Condicionantes sociolingüísticos de la expresión del sujeto pronominal en el sociolecto alto del corpus PRESEEA-Sevilla

3. ANÁLISIS Y RESULTADOS

En las 24 entrevistas semidirigidas del sociolecto alto que constituyen la mues-


tra empleada para este estudio y que forman parte del corpus oral PRESEEA-Sevi-
lla, se ha localizado un total de 879 casos de formas de pronombre sujeto, repartidos
de la siguiente manera:

Gráfico 1: Distribución de presencia/ausencia del sujeto pronominal

Notamos, según el Gráfico 1, que del total de ejemplos de sujetos (N= 879),
218 casos (24,8%) aparecen con el pronombre y 661 ejemplos (75,2%) sin la forma
pronominal. Dado que “Null SPPs are always the predominant solution under any
circumstance” (Lastra y Martín Butragueño 2015: 11), intentamos en este estudio
averiguar cuáles son los condicionantes internos y externos que propician la presen-
cia del sujeto pronombre.
Tras aplicar la prueba del χ², observamos que, de las 18 variables consideradas
para este estudio, 11 han dado resultados significativos:

Variables χ² Sig. Variables χ² Sig.


Persona 35,54 ,000 Ambigüedad fonética y morfológica 16,64 ,000
Especificidad 15,29 ,000 Clase semántica del verbo 64,23 ,000
Modo verbal 0,05 ,823 Tipo de cláusula 3,78 ,151
Tiempo verbal 27,51 ,000 Correferencia 36,03 ,000
Progresividad 0,16 ,069 Sujeto previo 3,57 ,058

404 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146


Doina Repede

Variables χ² Sig. Variables χ² Sig.


Perfectividad 3,36 ,067 Turno de habla 14,64 ,000
Pronominalidad 3,66 ,056 Secuencia discursiva 16,46 ,000
Valencia verbal 3,58 ,167 Edad 12,05 ,000
Perífrasis verbal 12,16 ,002 Sexo 4,96 ,026

Tabla 2: Significación de variables en la expresión del sujeto pronominal

A la vista de los resultados presentados en la Tabla 2, podemos afirmar que la


presencia o ausencia del sujeto está condicionada por diversos criterios internos y
externos que vamos a detallar a continuación.

3.1. Condicionantes lingüísticos y presencia/ausencia del sujeto


pronominal

3.1.1. Persona gramatical

El primer factor determinante en la expresión del sujeto es la persona gramati-


cal . La primera persona es la más proclive a aparecer, a diferencia de los pronombres
9

plurales que tienden a ser implícitos. Así, del total de 218 casos de pronombres su-
jetos presentes, se ha localizado un 77,98% de primera persona, 10,1% de segunda
persona y un 6,42 % de tercera persona singular. En cuanto a la primera y tercera
persona de plural, hemos encontrado un 3,7% y un 1,4% respectivamente. Si des-
glosamos por tipo de sujeto pronominal, esto es, presente o ausente, en la Tabla 3,

Variable Variantes Presencia % Ausencia % Total %


1s 170 29,62 404 70,38 574 65,3
2s 22 23,66 71 76,34 93 10,6
Persona 3s 15 28,85 37 71,15 52 5,92
1p 8 6,02 125 93,98 133 15,13
3p 3 11,11 24 88,89 27 3,1
Total 218 24,8 661 75,2 879 100
χ² = 35,54 (4 g.d.l.) p = 0,000 V de Cramer = 0,2011

Tabla 3: Persona gramatical y presencia/ausencia del sujeto

9
Nuestros datos están corroborados por estudios previos sobre distintas variedades del español
y que han tenido en cuenta este factor lingüístico. Véase, entre otros, el trabajo de Manjón-Cruz et al.
(2016) sobre el español de Granada o el de Lastra y Martín Butragueño (2015) en el español hablado
en México DF.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146 405


Condicionantes sociolingüísticos de la expresión del sujeto pronominal en el sociolecto alto del corpus PRESEEA-Sevilla

observamos que también son las formas de singular las que más favorecen la presen-
cia del sujeto pronombre, en detrimento de los sujetos plurales, con predominio de
la primera persona singular. Así, esta última aparece un 29,62%, seguida por la ter-
cera (28,85%) y segunda persona (23,66%). En cuanto a las formas plurales, hemos
documentado un 11,11% para la tercera y un 6,02% para la primera persona plural.
En este sentido, Cameron (1993: 328) afirma que “If we conceive of plural subjects
as sets, we find that discourse is typically structured so that the great majority of
plural subjects occur in contexts where their set members are either explicitly or in-
ferably present within the immediately preceding discourse”. Este tipo de contexto
no propicia la aparición de sujetos pronominales, de modo que los sujetos plurales
son frecuentemente sujetos nulos (ibídem).

3.1.2. Especificidad

El segundo criterio que ha resultado significativo para explicar la presencia/


ausencia del sujeto pronominal es la especificidad. Se afirma que “un argumento es
específico cuando hace referencia a un ser, real o imaginario, que se considera identi-
ficable, al menos para el emisor. En caso contrario se dice que es inespecífico” (RAE
y ASALE 2009: 1134).
De acuerdo con los resultados que se desprenden de la Tabla 4, parece que
el sujeto pronominal está condicionado por el rasgo específico del argumento. En
este caso, se han documentado 195 ejemplos con sujeto explícito, lo que supone un
27,62%.

Variable Variantes Presencia % Ausencia % Total %


Especificidad Específico 195 27,62 511 72,38 706 80,31
No específico 23 13,29 150 86,71 173 19,68
Total 218 24,8 661 75,2 879 100
χ² = 15,29 (2 g.d.l.) p = 0,0002 V de Cramer = 0,1319

Tabla 4: Especificidad y presencia/ausencia del sujeto

En cambio, formas no específicas como las que se observan en el fragmento


/8/,

8. entonces eh<alargamiento/> en las pasarelas sacarán muchos trajes de manga larga


pero no viven la Feria / <simultáneo> día a día </simultáneo> (SEVI_M33_071).

406 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146


Doina Repede

son menos proclives a la presencia de la forma pronominal sujeto. Se ha documenta-


do, así, un 13,29% para esta variante.

3.1.3. Tiempo verbal

El tiempo verbal es otro factor importante en la presencia de las formas prono-


minales de sujeto. En esta ocasión, hemos agrupado la variable en presente, pretérito,
imperfecto. Dada la escasez de datos para algunos tiempos verbales (futuro10, condi-
cional, etc.), hemos considerado incluirlos en la variante otros. Así, de acuerdo con
los datos que se presentan en la Tabla 5,

Variable Variantes Presencia % Ausencia % Total %


Presente 151 26,17 426 73,83 577 65,64
Tiempo Pretérito 21 12,35 149 87,65 170 19,34
verbal Imperfecto 43 38,74 68 61,26 111 12,63
Otros 3 14,29 18 85,71 21 2,3
Total 218 24,8 661 75,2 879 100
χ² = 27,51 (3 g.d.l.) p = 0,0001 V de Cramer = 0,1769

Tabla 5: Tiempo verbal y presencia/ausencia del sujeto

el factor más importante en la aparición del sujeto pronominal es el imperfecto con


un 38,74%. Asimismo, cabe mencionar que del total de casos de sujetos con im-
perfecto (N= 111), 73 (65,77%) son formas ambiguas, y, de estas, más de la mitad
aparecen con sujetos explícitos (41/56,2%), de modo que “it could suggest a partial
functional effect based on the ambiguity constraint” (Lastra y Martín Butragueño
2015: 56). Asimismo, en algunos ejemplos hemos localizado una aglutinación de
sujetos pronombres con imperfecto:

9. lo primero que hice fue coger el teléfono / y <vacilación/> y llamé a mi madre /


pero simplemente para escuchar su voz / ya ella fue un grito / porque ella sabía que
<vacilación/> que ese día me <vacilación/> yo la iba a llamar / cuando llegase a
Humahuaca / y ya fue como <cita> yo solamente quería escucharte </cita> / digo
<cita> y yo a ti </cita> (SEVI_M13_062).

En cambio, según los resultados anteriores, podemos observar que el pretérito


es el tiempo que menos favorece la presencia de esta forma pronominal: hemos lo-

10
En el corpus manejado, hemos localizado un solo ejemplo de futuro perifrástico con sujeto
explícito. En cambio, no se ha documentado ningún caso con futuro morfológico.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146 407


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calizado un 12,35% en los materiales manejados. En lo que toca al resto de tiempos


verbales, estos tampoco propician la aparición del pronombre sujeto: se han docu-
mentado tan solo 3 ejemplos con sujeto explícito11.

3.1.4. Perífrasis verbal

También la variable perífrasis verbal ha dado resultados significativos en nues-


tro estudio. Se ha distinguido, así, entre forma no perifrástica, perífrasis modal (te-
ner+ inf., poder + inf.) y perífrasis aspectual (ir a + inf., estar + gerundio). Como se
puede comprobar en la Tabla 6,

Variable Variantes Presencia % Ausencia % Total %


Forma no perifr. 207 26,64 570 73,4 777 88,4
Perífrasis
Modal 5 10,42 43 89,6 48 5,5
verbal
Aspectual 6 11,11 48 88,9 54 6,14
Total 218 24,8 661 75,2 879 100
χ² = 12,16 (2 g.d.l.) p = 0,0023 V de Cramer = 0,1176
Tabla 6: Perífrasis y presencia/ausencia del sujeto

notamos una tendencia a que las formas no perifrásticas favorezcan la presencia del
sujeto (26,64%) frente a las perifrásticas que parecen propiciar la ausencia de la for-
ma pronominal en función de sujeto: se ha documentado un 89,6% para las perífra-
sis modales y un 88,9% para las aspectuales, esto es, con una diferencia de 0,7 puntos
porcentuales entre las dos variantes.

3.1.5. Ambigüedad

Otro factor lingüístico que influye en la presencia del pronombre personal su-
jeto es la ambigüedad12. Esta variable se desglosa en dos variantes:

11
Esta distribución coincide con la de Lastra y Martín Butragueño (2015: 56) sobre el español
hablado en México DF: “The most favoring factor is the Co-preterite (p= .60, 31.4%, 153/488); Pre-
sent is indifferent (p= .50, 21.1%, 187/888); and Preterite does not favor over SPPs (p= .44, 15.5%,
86/556). The rest of verbal tenses have been grouped as “other tenses” and are disfavoring (.40, 15.7%,
17/108)”.
12
Sobre este condicionante lingüístico, véase también, entre otros, el trabajo de Silva-Corvalán
(1982) en el español de Estados Unidos o los de Bentivoglio (1980 y 1987) para el español de Venezuela.

408 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146


Doina Repede

(a) Ambigüedad morfológica y fonética. Se centra, por un lado, en las formas que las
gramáticas consideran ambiguas entre 1ª y 3ª persona del singular, como el con-
dicional y el pretérito imperfecto y pluscuamperfecto de indicativo y subjuntivo
(Silva-Corvalán 1982).

10. es que una niña que no sepa bailar sevillanas en Sevilla eso es como<alargamiento/>
/ como un pecado / <risas = “todos”/> entonces / mi madre / como madre de se-
villana / pues me llevaba a una academia a bailar / además daban clases en el mismo
colegio / y una vez que se fue la señorita yo quería seguir bailando / o sea / yo lo tenía
muy claro que yo quería seguir bailando / y seguí bailando / pero claro / cuando yo ya
despuntaba / y ya yo mis padres veían que yo quería seguir en el baile ya como que me
cortaba un poquito / la cosa es / bailar sevillanas / pero ya está / porque entonces el
mundo del artisteo no era como ahora / no es que yo sea muy mayor / pero las cosas
han cambiado mucho en muy poco tiempo (SEVI_M23_067).

Y, por otro, se centra la ambigüedad derivada de la elisión de /-s/ y que se da


entre la 2ª y 3ª persona del singular (tú canta(s) y él canta). Como ya se ha mencio-
nado previamente, este tipo de ambigüedad ha dado lugar a la hipótesis funcional
(Hochberg 1986), según la cual la presencia del sujeto pronominal será mayor en
aquellas variedades del español donde se produce esa pérdida, ya que contribuye a
la desambiguación:

11. E: eso sí / para los que venimos de fuera / es bastante difícil meterte en el círculo
I: entonces claro / no es igual / a lo mejor tú viene[s] de fuera y nunca vas a vivir lo que
yo he podido vivir / por mucha gente que tú conozca[s] (SEVI_M23_067).

b) Sin ambigüedad. Esta variante recoge los casos en los que aparecen formas verba-
les no ambiguas:

12. E: uhum / ¿y a ti qué te gusta más el verano o el invierno?


I: a mí / tradicionalmente me ha gustado siempre más el verano // ahora como soy vieja
/ y el calor me fastidia / mmm pienso que el invierno resguarda más / pero no
E: no
I: el verano es mejor / el verano es más sencillo / sobre todo / y defiende más / lo en-
cuentro // eso de / ¡y la cama! / hacerla en medio segundo / y no ya tiro de la manta /
que se me va la colcha / ¡Jesús / por dios! // nada nada / un horror (SEVI_M33_070).

Por tanto, en el caso de Sevilla, hay que estudiar el papel desambiguador en


las formas verbales de la primera y tercera persona singular, así como de la tercera y

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146 409


Condicionantes sociolingüísticos de la expresión del sujeto pronominal en el sociolecto alto del corpus PRESEEA-Sevilla

segunda persona singular, debido a que en esta ciudad está generalizada la perdida
de la /-s/ en posición final13.
Si se observa la Tabla 7, parece confirmarse que las formas ambiguas favorecen
la aparición del pronombre sujeto con mayor frecuencia que cuando se emplean for-
mas verbales no ambiguas. Se ha encontrado, así, un 36% de forma ambiguas tanto
fonéticas como morfológicas, frente a 21,5% de no ambiguas.

Variable Variantes Presencia % Ausencia % Total %


Amb. morfológi- 72 36 128 64 200 22,75
Ambigüedad ca y fonética
No ambiguo 146 21,5 533 78,5 679 77,25
Total 218 24,8 661 75,2 879 100
χ² = 16,64 (1 g.d.l.) p = 0, 0001 V de Cramer = 0,1407
Tabla 7: Ambigüedad y presencia/ausencia del sujeto

Si nos fijamos solo en la presencia del pronombre sujeto por clase de persona,
según el Gráfico 2, observamos que, en las tres personas gramaticales, según sean
ambiguas o no, se dan diferencias en la presencia del pronombre personal sujeto.
Así, se puede apreciar que, con respecto a la primera persona, se expresa un 26,7%
para resolver la ambigüedad de la morfología del verbo dada por la coincidencia
de esta persona y la tercera del singular. Para la tercera persona, se ha localizado un
60%, si bien este porcentaje corresponde a solo 9 ejemplo del total (N=14).
Sin embargo, lo más llamativo de este gráfico es el alto porcentaje registrado
para la forma ambigua de segunda persona: los hablantes de instrucción alta repo-
nen los pronombres sujetos un 90,9%. Coincidimos, así, con Ropero (2001: 42)
que subraya que “la pérdida de la -s final en los verbos, afecta, sobre todo, al sistema
pronominal: las terminaciones verbales fonéticamente casi iguales (como sucede en
inglés y en francés) favorecen un uso muy frecuente del pronombre sujeto (como tú
quiere(s), tú piensa(s))”14. Podríamos, por tanto, afirmar que, en la ciudad de Sevilla,
13
La pérdida de la –s implosiva es un rasgo común a todo el territorio andaluz, que se ha extendi-
do por otras áreas de España e Hispanoamérica. Ya apuntaba Alvar (1955: 287) que “conviene anotar
que en Sevilla y Málaga, en el siglo II? <sic>, y en Sevilla, en el siglo VII, se documentaba una pérdida
de -s de carácter vulgar, y que hoy en esas mismas provincias se practica idéntica pérdida”.
14
Estos resultados van en contradicción con los de Ranson (1991) que analiza la variable expre-
sión de pronombres de sujeto en el español hablado en Andalucía. La autora documenta un 91% de
elisión de /s/ y demuestra que en este dialecto la función de los pronombres explícitos no sirve para
desambiguar la forma verbal. Así, sus resultados indican que el sujeto pronominal se emplea más con
formas verbales que no son ambiguas que con las que sí lo son. En este caso, Ranson explica que el
uso variado de pronombres se da más bien en el nivel del discurso, esto es, los pronombres de sujeto

410 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146


Doina Repede

Gráfico 2: Presencia del sujeto y persona gramatical

en el sociolecto alto, se corrobora la idea de que la ambigüedad sí depende del fenó-


meno de pérdida de la /-s/.

3.1.6. Clase semántica del verbo

Un tipo de agrupación que se ha utilizado a menudo con los verbos ha sido la


de tener en cuenta únicamente su semántica independientemente del contexto. En
este estudio, basándonos principalmente en la guía de codificación de Bentivoglio,
Ortiz y Silva-Corvalán (2011) y distintas clasificaciones semánticas de los verbos15,
hemos optado por crear una variable que permita reunir los verbos en cinco grupos,
a saber:
a) entendimiento, que incluye a los de opinión, creencia y procesos mentales
(creer, saber, entender). También se han incluido los verbos de percepción
sensorial de tipo ver o sentir.
b) actividad (hacer);
c) movimiento (ir, venir, llegar);
d) estado (ser, estar);

aparecen ante la necesidad de indicar el referente cuando contextualmente no está claro: “Because of
the role of context in person marking, person can be adequately deduced in the vast majority of the
cases even without explicit surface markers. When no contextual markers are present, however, there
does appear to be a tendency on the part of speakers to include subject pronouns” (Ranson 1991:149).
15
Sobre las distintas clasificaciones de verbos según sus rasgos semánticos, véase Bentivoglio
(1987), Enríquez (1984), Silva-Corvalán (1994) o Travis (2007).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146 411


Condicionantes sociolingüísticos de la expresión del sujeto pronominal en el sociolecto alto del corpus PRESEEA-Sevilla

e) y dicendi (decir, hablar).

Consideramos, así, que el pronombre personal sujeto tendrá mayor presencia


en los verbos del primer grupo frente al resto. Esto se manifiesta en los resultados de
la Tabla 8, puesto que la proporción mayor de sujetos explícitos (44,61%) se produ-
ce con verbos en los que se refleja más el punto de vista y la postura del hablante con
respecto a una idea, situación, etc. frente al porcentaje menos favorecedor (12,12%)
de los verbos de actividad.

Variable Variantes Presencia % Ausencia % Total %


Entendimiento 91 44,61 113 55,39 204 23,21
Clase Actividad 24 12,12 174 87,88 198 22,53
semántica Movimiento 13 16,05 68 83,95 81 9,22
Estado 70 21,15 256 77,34 331 37,66
Dicendi 15 23,08 50 76,92 65 7,4
Total 218 24,8 661 75,2 879 100
χ² = 64,23 (4 g.d.l.) p = 0,0001 V de Cramer = 0,2703

Tabla 8: Clase semántica y presencia/ausencia del sujeto pronominal

En este caso, nuestros datos coinciden con los ofrecidos en los estudios de En-
ríquez (1984), Bentivoglio (1987), Blanco (1999) que sostienen que la aparición de
los pronombres surge con más frecuencia ante verbos que implican de manera más
directa al hablante y a sus opiniones:

13. entonces pues sí que <vacilación/> tú dices que es<alargamiento/> menos seria /
pero no <vacilación/> no es menos seria / es igual de seria / lo que pasa que <va-
cilación/> que sí / que <vacilación/> que al ser una hermandad de capa no <vaci-
lación/> no está prohibido el poder hablar / eh<alargamiento/> si te tienes que
salir a <vacilación/> al cuarto de baño puedes salir / esto en la Catedral / porque /
las normas no te dejan salir / en la calle / pero bueno mmm / yo entiendo que<alar-
gamiento> es una situación / especial / y que <vacilación/> que hay<alargamien-
to/> / cada persona es un mundo (SEVI_H13_049).

Si nos centramos en los verbos de entendimiento localizados en nuestro corpus


(Gráfico 3), podemos observar que son los verbos creer y recordar los que muestran
un porcentaje alto de presencia de sujeto pronominal, esto es, 59,65% y 61,90%,
respectivamente16. Asimismo, todos los casos de creer (N=34) y recordar (N=13)
16
Al contrario de lo que menciona Rosengren (1974-75: 222) quien indica que son los verbos
saber y querer los que presentan la mayor frecuencia de uso pronominal [apud Enríquez (1984: 118)].

412 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146


Doina Repede

con sujeto pronominal aparecen en primera persona, de modo que, al enunciar el


sujeto de esta persona, el hablante da a conocer como suya una creencia, opinión o
suposición. La función del pronombre explícito se mantiene distintiva y contrastiva
en cada caso (Luján 1999:1311). Asimismo, “la propia dinámica de la conversación,
que pone el foco en la propia experiencia del informante, ayuda a estos datos” (Man-
jón-Cabeza et al. 2016: 197).

Gráfico 3: Presencia/ausencia del sujeto y verbos de entendimiento

También llama la atención la alta presencia del pronombre sujeto con los ver-
bos conocer y querer (60% en ambos casos), en detrimento de la ausencia de esta
forma, si bien es cierto que se han localizado tan solo 6 ejemplos del total (N=10)
para cada uno de estos verbos.

No obstante, otros estudios sobre la presencia del pronombre sujeto corroboran nuestros resultados:
Manjón-Cabeza et al. (2016: 196) también obtienen un porcentaje muy alto de presencia del sujeto
pronominal con el verbo creer (69,12%) o Aijón y Serrano (2010: 13) que muestran un porcentaje
altísimo de presencia (75% del total) de este verbo.

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Condicionantes sociolingüísticos de la expresión del sujeto pronominal en el sociolecto alto del corpus PRESEEA-Sevilla

3.1.7. Correferencialidad

Otro criterio importante que ha resultado significativo para explicar la presen-


cia del sujeto pronombre es la correferencialidad. Esta variable se desglosa en tres
variantes: correferencial con sujeto previo, como en el ejemplo (14), parcialmente
correferencial con cualquier argumento que no sea sujeto (15), no correferencial, esto
es, el sujeto no es mencionado en la oración precedente (16)17 :

14. mi padre conocía el mundo del artis<palabra_cortada/> del artista / y Ø sabía los
tejemanejes (SEVI_M23_067).

15. lo primero que hice fue coger el teléfono / y <vacilación/> y llamé a mi madre /
pero simplemente para escuchar su voz / ya ella fue un grito (SEVI_M13_062).

16. estuve<alargamiento/> en Argentina / en Humahuaca / también me fui<alar-


gamiento/> dos meses / allí fue más <ruido = “chasquido_boca”/> difícil / por
las condiciones de vida porque<alargamiento/> / bueno / estuve <vacilación/>
/ estuvimos incomunicados / sin<alargamiento/> teléfono móvil durante<alarga-
miento/> / no sé si fue un mes (SEVI_M13_062).

La Tabla 9 recoge los resultados obtenidos con respecto a esta variable:

Variables Variantes Presencia % Ausencia % Total %


Corr. con sujeto 24 10,4 207 86,61 231 26,28
Correferencialidad Corr. con objeto 31 34,44 59 65,56 90 10,24
No correfer. 163 29,21 395 70,79 558 63,48
Total 218 24,8 661 75,2 879 100
χ² = 36,03 (2 g.d.l.) p = 0,000 V de Cramer = 0,203

Tabla 9. Correferencialidad y presencia/ausencia del sujeto pronominal

Los datos que ofrece el cuadro no solo son estadísticamente significativos,


sino que presentan una asociación bastante alta entre las variables (V de Cramer =
0,203). Se desprende, así, que es la correferencia con un argumento diferente al suje-
to la que muestra mayor tendencia a la presencia del pronombre (34,44%), seguida
por la no correferencialidad (29,21%). Sin embargo, para la correferencia con sujeto
se ha documentado solo un 10,4% de sujetos explícitos, y un altísimo porcentaje de

No se ha tomado en consideración la variante no aplicable, cuando está comenzando un turno


17

de habla, dado que no se ha encontrado ningún ejemplo en los cinco minutos analizados.

414 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146


Doina Repede

formas verbales con sujeto nulo (86,61%). Parece, así, que el sujeto no es necesario
cuando cumple la misma función sintáctica que el referente, como en el ejemplo
/17/, donde mi madre es el sujeto explícito de tapaba y también es correferente del
sujeto omitido de podía.

17. bueno / mi madre la pobre tapaba cuando podía <risas = “todos”/> / que tú sa-
bes que la autoridad del padre era la autoridad del padre / por lo menos en mi casa
(SEVI_M23_067).

3.1.8. Secuencia textual

La secuencia textual es un factor que influye también en la presencia del sujeto


pronombre en el sociolecto alto de la ciudad de Sevilla. Para esta variable hemos op-
tado por cuatro variantes, a saber: argumentativa + explicativa, narrativa, descriptiva
y dialogal. Según los datos incluidos en la Tabla 10,

Variables Variantes Presencia % Ausencia % Total %


Argumentativa + 106 33,7 209 66,35 315 35,84
Secuencia textual explicativa
Narrativa 71 18,3 318 81,75 389 44,25
Descriptiva 25 25,5 73 74,49 98 11,15
Diálogal 16 20,8 61 79,22 77 8,76
Total 218 24,8 661 75,2 879 100
χ² =22,89 (3 g.d.l.) p = 0,0001 V de Cramer = 0,1613

Tabla 10. Secuencia textual y presencia/ausencia del sujeto pronominal

la argumentación (incluida la explicación) es el factor que más propicia la presencia


del sujeto pronominal (33,7%), “because of the necessity of fixing points of view
and underlining one’s own and others’ opinión” (Lastra y Martín Butragueño 2015:
56), como se muestra en el siguiente fragmento:

18. el verano / yo digo que aquí hay cinco estaciones / el e <vacilación/> el <va-
cilación/> el <vacilación/> / las cuatro normales y cuando llega / julio y
agosto el infierno <risas = “E”/> / yo creo que el verano aquí es mayo y junio
y el infierno es julio y agosto / ¿no? / a mí expresamente el <vacilación/>
el verano porque lo veo muy desagradable el clima<alargamiento/> / eh
/ especialmente julio y agosto / la verdad que co<palabra_cortada/> con
cuarenta y tantos grados no se puede hacer vida normal (SEVI_H23_056).

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Condicionantes sociolingüísticos de la expresión del sujeto pronominal en el sociolecto alto del corpus PRESEEA-Sevilla

También la secuencia descriptiva parece determinar la aparición de las formas


pronominales de sujeto en un 25,5%. No obstante, en el polo opuesto se encuentran
la circunstancia dialogal y narrativa que son las que menos favorecen la presencia del
pronombre sujeto, como en /19/ y /20/:

19. E: uhum / ¿has hecho alguna reforma?


I: no / en breve / espero hacerla
E: ¿qué quieres hacer de reforma?
I: pues<alargamiento/> / quiero<alargamiento/> eh<alargamiento/> / po-
ner la cocina más grande (SEVI_M23_065).

20. I: artístico / o lo que fuera / y de hecho / mmm / no habitualmente <ruido =


“tose I”/> / pero sí de vez en cuando / he encontrado cosas interesantes / cuadros
/ abanicos / libros / mecheros / relojes / plumas estilográficas // cosas que / a mí
me <vacilación/> me divertían / coleccionarlas / y tenerlas / y me gustaban / hoy
no / hoy ya voy pues a <vacilación/> a algún libro / alguna cosa puntual que ne-
cesite de informática o de<alargamiento/> herramientas y tal / que se encuentran
<vacilación/> y se encuentran con mucha / facilidad además / y además tengo un
amigo allí en el Jueves / que es un librero de libros<alargamiento/> raros antiguos
y curiosos / compañero mío de carrera / aunque no llegó a terminarla / pero<alar-
gamiento/> que es / muy buena persona / a mí me quiere muchísimo / y charlo
con él / de cosas de <vacilación/> del mundo / de la actualidad / de política / de
cultura / es un hombre muy culto / muy bohemio / muy desastre en su indumenta-
ria / pero / un hombre interesante / y<alargamiento/> echo<alargamiento/> ratos
con él / que me <vacilación/> me entretienen / intercambiamos libros / me regala
muchos / y bueno / pues me divierto (SEVI_H33_058).

Así, para las secuencias dialogales, se ha localizado un 20,8%, y, cuando el ha-


blante relata anécdotas y/o habla de experiencias propias o ajenas, se ha documenta-
do un 18,3% del total de casos (N= 389).

3.1.9. Turno de habla

Como ya se ha mencionado previamente, hemos considerado el criterio turno


de habla que se desglosa en dos variantes: mismo turno18 y cambio de turno.

18
No hemos tomado en consideración como interrupciones del turno de habla del informante
entrevistado las interjecciones (uhum, ajá, etc.) realizadas por el entrevistador, ya que tales expresiones
son un tipo de estímulo, y no se trata de interrupciones o turnos de habla (Bentivoglio 1987).

416 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146


Doina Repede

Variables Variantes Presencia % Ausencia % Total %


Turno de Mismo turno 170 22,48 586 77,51 756 86
habla Cambio de turno 48 39,02 75 60,98 123 14
Total 218 24,8 661 75,2 879 100
χ² =14,64 (2 g.d.l.) p = 0,0001 V de Cramer = 0,1328

Tabla 11: Turno de habla y presencia/ausencia del sujeto pronominal

En este caso, parece que el cambio de turno (Tabla 11) favorece la presencia del
sujeto pronombre (39,02%) en detrimento del mismo turno (22,48%). Asimismo,
lo más usual en este fenómeno es la presencia del sujeto pronombre de primera per-
sona en el cambio de turno, como en /21/:

21. E: y qué te iba a<alargamiento/> preguntar R / a ver / y<alargamiento/> y


¿cuándo? / porque me he enterado de que eras bailaora
I: sí yo he bailado siempre / yo lo tenía muy claro desde los seis años
E: y cuéntame cómo<alargamiento/> fue la afición esa del baile o cuándo
sentiste tú la llamada del baile o<alargamiento/>
I: yo lo tenía clarísimo a los seis años / porque yo <vacilación/> / bueno /
en Sevilla todas las niñas las madres las llevaban a las academias para que
aprendieran a bailar (SEVI_M23_067).

Coincidimos, así, con Manjón-Cabeza et al. (2016: 204) que afirman que “Sin
duda, las reglas lógicas del juego pregunta-respuesta ayudan a lo anterior”.

3.2. Condicionantes sociales y presencia/ausencia del sujeto


pronominal

Los dos factores extralingüísticos sexo y edad considerados en este estudio tam-
bién han dado resultados significativos. Con respecto al primero, presentamos en la
Tabla 12, los datos obtenidos en nuestro análisis:

Variable Variantes Presencia % Ausencia % Total %


Sexo H 77 20,87 292 79,13 369 41,98
M 141 27,65 369 72,35 510 58,02
Total 218 24,8 661 75,2 879 100
χ² = 4,92 (1 g.d.l.) p = 0,0265 V de Cramer = 0, 0775

Tabla 12: Sexo y presencia/ausencia del sujeto pronominal

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146 417


Condicionantes sociolingüísticos de la expresión del sujeto pronominal en el sociolecto alto del corpus PRESEEA-Sevilla

Se desprende, así, que son las mujeres las que más uso hacen del sujeto prono-
minal (27,65%) frente a los hombres (20,87%). Cabe mencionar también que del
total de pronombres sujeto de primera persona anotados (N= 170), los hombres lo
utilizan un 38,82%, mientras que las mujeres casi duplican el empleo de esta forma
pronominal, esto es, un 61,18%. Para las demás personas gramaticales, el uso del
pronombre sujeto también predomina en las mujeres.
Y, por último, la Tabla 13 recoge los resultados obtenidos para la variable
edad19.

Variables VariantesPresencia % Ausencia % Total %


20-34 76 27,74 198 72,26 274 31,2
Edad 35-54 80 29,74 189 70,26 269 30,6
55 y + 62 18,45 274 81,56 336 38,2
Total 218 24,8 661 75,2 879 100
χ² =12,05 (2 g.d.l.) p = 0,0024 V de Cramer = 0,1171

Tabla 13. Edad y presencia/ausencia del sujeto pronominal

Podemos observar que es la tercera generación del sociolecto alto la que menos
uso hace del sujeto pronombre (18,45%), seguida del primer grupo etario (27,74%).
En cambio, los hablantes de la segunda generación son los que más utilizan el pro-
nombre sujeto (29,74%). Estos datos van en contradicción con los obtenidos en
otras variedades del español peninsular (Manjón-Cabeza et al. 2015), o del español
de Mexico DF (Lastra y Martín-Butragueño 2015), colombiano (Orozco 2015) y
dominicano (Alfaraz 2015) que indican que son los informantes de primera genera-
ción los que menos reponen los pronombres sujetos.
Al cruzar el factor edad con la persona gramatical, se aprecia en el Gráfico 4
que es la primera generación quien más utiliza el sujeto pronombre de primera per-
sona20 (38,8% frente al 32,4% de la tercera y 28,8% de la segunda generación). No
obstante, es el segundo grupo etario de instrucción alta quien se caracteriza por las
segundas personas con pronombre: se ha localizado, por tanto, un 72,3% de formas
de pronombre sujeto para este grupo de edad.

19
Los trabajos de Orozco y Guy (2008) para Barranquilla (Colombia) y Manjón-Cabeza et al.
(2016) para Granada sobre el fenómeno objeto de nuestro análisis, también indican que la edad es un
factor social significativo en la ausencia del sujeto pronominal.
20
Estos datos nos hacen pensar que las distintas comunidades de habla pueden asignar valores
sociales diferentes a la misma variable lingüística y que todo ello podría conducir a resoluciones dife-
rentes de esta variación, un tema digno de futuras investigaciones.

418 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146


Doina Repede

Gráfico 4. Presencia del pronombre sujeto según grupos de edades

4. CONCLUSIONES

En las 24 entrevistas semidirigidas del sociolecto alto en la comunidad urbana


de Sevilla se ha localizado un 24,8% de presencia de formas pronominales de sujeto.
Al igual que en otras comunidades de habla hispana (Manjón-Cabeza et al. 2016,
Lastra y Martín Butragueño 2015), la aparición o ausencia del sujeto pronominal
está condicionada por múltiples factores: persona gramatical, especificidad, tiempo
verbal, perífrasis verbal, ambigüedad fonética y morfológica, clase semántica del ver-
bo, correferencialidad, turno de habla, secuencia discursiva, sexo y edad.
Así, la primera persona del singular se caracteriza por un alto porcentaje de
presencia (29,62%), en detrimento de las demás personas. Asimismo, las personas
de singular se oponen a las de plural, ya que estás últimas presentan unos porcentajes
muy bajos. La especificidad también ayuda a la aparición del sujeto pronominal,
pues las expresiones inespecíficas tienden al rechazo del pronombre personal.
Con respecto a la ambigüedad, la coincidencia de las marcas verbales de per-
sona y número gramatical entre la 1ª y 3ª persona, singular, favorece la aparición del
sujeto. No debe descuidarse que este factor va de la mano del imperfecto, ya que las
formas ambiguas son típicamente las de primera y tercera persona del singular de
este tiempo verbal. Asimismo, en la ciudad de Sevilla, la ambigüedad derivada de
la elisión de /-s/ que se da entre la 2ª y 3ª persona del singular también promueve
la aparición del sujeto pronominal. Por tanto, mencionar explícitamente un sujeto

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146 419


Condicionantes sociolingüísticos de la expresión del sujeto pronominal en el sociolecto alto del corpus PRESEEA-Sevilla

puede entenderse como una estrategia lingüística que usan los hablantes para des-
ambiguar los contextos que podrían causar ambigüedad.
Relativo a los condicionantes semántico-pragmáticos, como ocurre en otras
comunidades de habla hispana, los verbos que implican procesos mentales de tipo
creer, recordar, etc. muestran una preferencia por los sujetos explícitos, con predo-
minio de la primera persona del singular en secuencias de tipo argumentativo-ex-
plicativas. En lo que toca a la correfencialidad, de nuestro análisis se desprende que
existe una tendencia a mencionar el sujeto pronominal cuando antes ha aparecido
cumpliendo otro papel sintáctico. El cambio de turno también propicia la presencia
del pronombre sujeto, pero se trata de un factor íntimamente ligado a la persona
gramatical, dado que es la 1ª persona del singular la que predomina en esta posición.
En los que concierne los criterios sociales, son las mujeres y la segunda generación
quien más utilizan los sujetos explícitos.
Por último, a la vista de los resultados obtenidos en este análisis y para tener
una visión más amplia del uso variable del sujeto pronombre en la comunidad de
Sevilla, se hace necesario abordar en futuras investigaciones el estudio de los otros
dos sociolectos ‒medio y bajo‒ para ver qué cuáles son los criterios sociolingüísticos
que condicionan su aparición en la ciudad de Sevilla.

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Fecha de recepción: 17 de julio de 2019


Fecha de aceptación: 25 de septiembre de 2019

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 397-423 ISSN:1139-1146 423


Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

EL DISCURSO NORMATIVO DE LA RAE EN TWITTER

María Florencia Rizzo


Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
Universidad Nacional de San Martín
rizzoflorencia@gmail.com

Resumen: El trabajo analiza, desde el enfo- Abstract: The work analyzes, from the glo-
que glotopolítico, la sección de consultas lin- ttopolitical approach, the section of linguis-
güísticas que brinda la RAE en Twitter como tic consultations provided by the RAE on
un nuevo dispositivo de normatividad, resul- Twitter as a new device of normativity, re-
tado tanto de requerimientos específicos que sulting both from specific requirements im-
impone esta plataforma de comunicación posed by this communication platform and
como de decisiones glotopolíticas al servicio from glottopolitical decisions at the service
del proyecto panhispánico. Inicialmente, se of the pan-Hispanic project. At first, it will
presentará el marco donde se inscribe esta be present the framework where this action
acción de intervención de la RAE, la políti- of intervention of the RAE is inscribed, the
ca lingüística panhispánica, consignando las pan-Hispanic language policy, recording the
principales investigaciones críticas sobre el main critical research on the subject; then it
tema; luego se describirán las características will describe the characteristics of the mate-
de los materiales que son objeto de estudio; rials that are the object of study; also it will
a continuación, se analizarán en una selec- analyze the declarative features of the speaker
ción de tuits los rasgos enunciativos del locu- and the recipient in a selection of tweets, as
tor y del destinatario, así como del discurso well as the normative discourse that the ins-
normativo que aquel produce; finalmente, titution produces; finally, some normative
se examinarán algunos criterios normativos criteria adopted by the institution in interac-
adoptados por la institución en interacciones tions with users will be examined.
con usuarios. Keywords: Royal Spanish Academy, Twit-
Palabras clave: Real Academia Española, ter, normative discourse, pan-Hispanic lan-
Twitter, discurso normativo, política lingüís- guage policy, users
tica panhispánica, usuarios

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146 425


El discurso normativo de la RAE en Twitter

INTRODUCCIÓN

La política lingüística en torno al español ha estado históricamente regulada


por la Real Academia Española (RAE), institución centenaria ligada desde sus oríge-
nes a la órbita de la Corona española. A lo largo del tiempo la corporación madrileña
ha construido y legitimado un lugar de prestigio como autoridad normativa en el
mundo hispanohablante a partir de la producción de los códigos normativos canóni-
cos —el diccionario, la gramática y la ortografía— y de la formulación de un discur-
so apoyado en ciertos mecanismos de autorrepresentación (del Valle, 2014; Lauria,
2019) así como en un imaginario de lengua como patrimonio compartido —que fue
sufriendo modificaciones en nuevas coyunturas— donde España ocupa el papel de
madre patria, de autoridad natural, rasgos heredados del proceso de colonización en
América (Rizzo, 2011). De este modo, los ideales de la institución española se han
instalado como pauta de referencia normativa en ámbitos diversos como la prensa
gráfica (Buisán, 2015; Santamaría Pérez, 2019) o la escuela (López García, 2010).
A principios del siglo xxi, acompañando los tiempos de la globalización y en el
marco de una política orientada al desarrollo del estatuto simbólico de la lengua espa-
ñola (del Valle, 2007) impulsada por el Estado español, la RAE inició una nueva etapa,
atenta a la creciente presencia de los medios de comunicación como agentes que no
solo participan sino también disputan el campo de la regulación normativa (Arnoux,
Blanco y di Stefano, 1999; Rizzo, 2014), con una renovada imagen —a partir de la
propuesta de colaboración interacadémica con sus pares— y un cambio en la orienta-
ción de su política lingüística hacia una aparente gestión compartida de la lengua en el
área hispánica. Uno de los resultados más visibles de este programa fue la prolífica pu-
blicación de obras académicas, que abarcó no solo los dispositivos normativos clásicos
sino también otros tipos de instrumentos lingüísticos, varios de carácter divulgativo.
En los últimos años, el impacto y el avance constante de las tecnologías de la
información y de la comunicación favorecieron la emergencia de espacios de nor-
matividad no tradicionales en entornos digitales, que inciden en el modo como los
hablantes se relacionan tanto con la autoridad normativa como con el saber lingüís-
tico. Dentro de los espacios de consulta e intercambio sobre los usos normativos de
la lengua en contextos no institucionales, se destacan distintos diccionarios on line
y foros de discusión —como Wordreference— a los que recurren los usuarios de la
lengua para resolver dudas idiomáticas y donde estos adquieren protagonismo como
productores a partir de interacciones colaborativas (Bonnin, 2014; Bonnin y Reyes,
2017; Lauria y Bonnin, 2018).
La importancia creciente que han cobrado los entornos digitales y, en parti-
cular, los espacios descentrados de normatividad (Bonnin, 2014), ha vuelto inelu-

426 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146


María Florencia Rizzo

dible la actuación de agentes tradicionales de regulación idiomática —en especial,


de la RAE como entidad de más larga trayectoria en el ámbito hispánico— en estos
nuevos contextos, principalmente en las redes sociales, dada la relevancia creciente
de estos ámbitos como espacios de intervención normativa en el presente. De este
modo, en 2012 la RAE incorporó al tradicional servicio de consultas lingüísticas,
que presta desde hace muchos años, un nuevo canal de comunicación: Twitter. Aho-
ra bien, la actuación en esta red social no significó un simple cambio de soporte o
formato ya que se trata de una plataforma novedosa con una dinámica propia que
plantea un modo distinto de vinculación entre la voz institucional, los usuarios de la
lengua y el saber lingüístico.
En el marco de una investigación más amplia que procura indagar el papel que
desempeñan las academias como agentes de regulación idiomática del español con-
temporáneo (Rizzo, 2014, 2018), este trabajo propone analizar la sección de consultas
lingüísticas que brinda la RAE en Twitter como un nuevo dispositivo de normativi-
dad que es resultado tanto de requerimientos específicos que impone la plataforma de
comunicación como de decisiones glotopolíticas al servicio del proyecto panhispáni-
co. Para dar cuenta de ello, en primer lugar, se presentará el marco más amplio donde
se inscribe esta acción de intervención de la RAE, la política lingüística panhispánica,
consignando las principales investigaciones críticas sobre el tema. A continuación, se
describirán las características de los materiales que constituyen nuestro objeto de es-
tudio, provenientes de la sección de consultas lingüísticas que ofrece la institución
española en Twitter. En tercer lugar, se analizarán en una selección de tuits los rasgos
enunciativos del locutor y del destinatario, así como del discurso normativo que aquel
produce. Finalmente, se examinarán algunos de los criterios normativos adoptados
por la institución en las interacciones con los usuarios.
Desde el punto de vista teórico, adoptamos la perspectiva glotopolítica (Ar-
noux, 2000; Arnoux y del Valle, 2010; del Valle, 2017) que se interesa por la indaga-
ción de múltiples formas de intervención en el espacio público del lenguaje y de las
ideologías lingüísticas que impulsan, atendiendo al establecimiento de regímenes
de normatividad que vinculan usos lingüísticos con valores sociales (Arnoux y del
Valle, 2010). Los estudios que se inscriben en esta perspectiva consideran el sentido
histórico de las intervenciones que analizan, para lo cual es necesario examinar re-
querimientos más amplios con los que se articulan relacionados, por ejemplo, con el
impacto de las tecnologías de la palabra y la expansión de los medios de comunica-
ción digitales. La consideración de la dimensión política del lenguaje que propone
la Glotopolítica supone prestar particular atención a la heterogeneidad y a la mani-
festación del conflicto en la esfera pública del lenguaje; en nuestro caso particular, a
la norma como espacio de tensiones y disputas (Milroy, 2001; Faraco, 2008; Lauria

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146 427


El discurso normativo de la RAE en Twitter

y López García, 2009; Lagares y Bagno, 2011). Metodológicamente, se recurre a las


herramientas del Análisis del Discurso que propone el abordaje de los textos no solo
como documentos sino como discursos, lo cual conlleva una práctica interpretativa
que atiende a las múltiples remisiones de los textos a sus condiciones sociohistóricas
de producción y circulación (Arnoux, 2006). A partir del problema abordado, se re-
conocen determinadas marcas discursivas —por ejemplo, fenómenos que van desde
la selección léxica hasta la organización del plan textual— como indicios que dan
cuenta de regularidades significativas, desplazamientos o rupturas de sentido, cuya
interpretación excede el plano lingüístico y se articula con otros aspectos (políticos,
sociales, económicos, tecnológicos). En nuestro caso, identificaremos en un conjun-
to de mensajes publicados por la RAE en Twitter rasgos enunciativos —en especial,
a partir de la deixis y la modalidad— y operaciones de reformulación respecto de
fuentes bibliográficas, que permitirán caracterizar los criterios normativos adopta-
dos por la institución y su relación con requerimientos más amplios.

1. UN NUEVO ESPACIO (DIGITAL) DE NORMATIVIDAD EN


EL MARCO DE LA POLÍTICA PANHISPÁNICA

La apertura del servicio de consultas lingüísticas por parte de la RAE en Twit-


ter se da en el marco de una serie acciones —publicaciones, acuerdos, realización de
eventos, participación en medios de comunicación, etc.— que la institución españo-
la, como parte de una política de Estado apoyada por el financiamiento de un con-
junto de empresas privadas y fundaciones, venía llevando a cabo desde comienzos
de este siglo, y que dio lugar al despliegue de una enérgica política de área idiomática
que se designó oficialmente como «panhispánica». El nuevo proyecto planteaba,
por un lado, el desplazamiento de un modelo normativo monocéntrico —anclado
en la variedad culta de Castilla— por uno pretendidamente pluricéntrico a partir de
la incorporación de aspectos de la variación lingüística desplegada a ambos lados del
Atlántico, y, por otro, el abandono de una gestión jerárquica del idioma —a cargo
de la institución española— por una presentada oficialmente como compartida y
equitativa entre todas las academias de la lengua (RAE y ASALE, 2004); para ello
se impulsaron algunas acciones de visibilización de la red institucional que, en rea-
lidad, las reunía desde hacía más de medio siglo: la Asociación de Academias de la
Lengua Española. Este cambio de orientación fue acompañado por una «moderni-
zación» de la imagen de la RAE, tradicionalmente considerada como una organiza-
ción anquilosada, reaccionaria y alejada de la realidad (Senz, 2011; del Valle y Villa,

428 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146


María Florencia Rizzo

2012). En la misma dirección se sitúa el aumento de su participación en eventos con


repercusión pública, en medios de comunicación y en Internet; en este último caso,
mediante la elaboración y actualización de la página electrónica oficial de la RAE
y la ASALE, la digitalización de archivos, el acceso libre a recursos lingüísticos y la
apertura de cuentas en las principales redes sociales.
En los últimos años se han realizado numerosos estudios —en su mayoría desde
la perspectiva glotopolítica— que indagan críticamente aquellos postulados a partir
de las ideologías lingüísticas que sustentan el discurso del panhispanismo en aconte-
cimientos públicos de difusión de la nueva política (Arnoux, 2008; Paffey y Mar-Mo-
linero, 2009; Rizzo, 2014; Marimón, 2015) y de los dispositivos normativos produ-
cidos en la nueva etapa por la RAE y la ASALE (Lauria y López García, 2009; Senz,
Minguell y Alberte, 2011; del Valle y Villa, 2012; Méndez, 2012; del Valle, 2014;
Arnoux, 2014, 2015a; Lauria, 2017a; Rodríguez Barcia, 2019). En relación con la
incidencia que la expansión de las nuevas tecnologías tienen en la regulación lingüís-
tica (y discursiva), se han estudiado novedosos instrumentos lingüísticos producidos
por instituciones afines a la RAE, como son el Instituto Cervantes y la Fundéu, don-
de se identifica un discurso especialmente orientado hacia la uniformización de nor-
mas lingüísticas acordes con un español global, o que actúa como complemento de
este, con el fin de captar a un público amplio y heterogéneo que trascienda los límites
nacionales, principalmente en contextos vinculados con los medios de comunicación
y los entornos digitales (Arnoux, 2015b; Nogueira, 2016; Lauria, 2017b). También
se han examinado las representaciones de usuarios o lectores que los dispositivos nor-
mativos digitales construyen y el modo como aquellos se vinculan con el saber lin-
güístico (Arnoux, 2015c; Bonnin y Lauria, 2015; Lauria, 2017b). Finalmente, han
sido objeto de estudios recientes nuevos espacios de consulta sobre usos normativos
del español en contextos digitales no institucionales, especialmente, los foros de dis-
cusión en diccionarios on line que producen un efecto de descentralización norma-
tiva —es decir, de apartamiento de una norma única, monolítica y estable— a partir
de la admisión de formas alternantes (Reyes y Bonnin, 2017; Lauria y Bonnin, 2018).
En efecto, en los últimos años se han detectado nuevos desafíos vinculados con
la expansión de la comunicación digital, caracterizada en términos de Scolari (2008)
por la transformación tecnológica (digitalización), la configuración muchos-a-mu-
chos (reticularidad), las estructuras textuales no secuenciales (hipertextualidad), la
convergencia de medios y lenguajes (la multimedialidad) y la participación activa de
los usuarios (interactividad). En particular, la importancia que ha ido adquiriendo
Internet en la difusión de los medios gráficos, que pueden ser leídos en áreas amplias
y que deben atraer a un gran número de lectores, ha generado la necesidad de inter-
venir nuevamente en la regulación del lenguaje y de la práctica periodísticos me-

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146 429


El discurso normativo de la RAE en Twitter

diante la elaboración de dispositivos normativos propios que atiendan al desarrollo


del lenguaje en Internet y a las exigencias del soporte electrónico, y no ya en relación
con el soporte papel (Arnoux, 2015b).
En este escenario signado por la preeminencia de las nuevas tecnologías de la
palabra, la expansión de medios digitales y la presencia creciente de plataformas on line
de consultas lingüísticas producidas desde esferas no institucionales, cobra particular
relevancia la presencia y la intervención de la RAE en Internet y en las redes sociales,
además de contribuir en la construcción de una imagen renovada, más «cercana»
a los hablantes, que desde hacía varios años impulsaba la institución. El espacio de
normatividad que analizamos, esto es, la sección de consultas lingüísticas de la RAE
en Twitter, se inscribe en un marco institucional; en este sentido, comparte ciertos
rasgos con los instrumentos lingüísticos normativos, en parte, porque son las fuen-
tes a partir de las cuales se construyen los enunciados que buscan proporcionar una
recomendación lingüística y dar respuesta a las consultas realizadas. A esto se agrega
una nueva dimensión: la interacción entre la academia y los usuarios de la lengua en
un contexto digital y el carácter público de estos intercambios, lo que significa que
cualquier sujeto puede leer y comentar enunciados producidos por una institución
que, en otro momento, parecía inaccesible. Al mismo tiempo, la incorporación de la
RAE a la plataforma Twitter supone la posibilidad de llegar a una cantidad ilimitada
de hablantes distribuidos a lo largo de todo el mundo; si bien se trata de un público su-
mamente heterogéneo desde múltiples puntos de vista —geográfico, social, educativo,
etario, etc.— tiene en común —al menos— cierto interés por los asuntos normativos.
Así, el nuevo escenario que se vislumbra es el de la norma formulada y discutida en la
esfera pública, acompañando el modo en que Internet fue desplazando el tradicional
«patrón piramidal» basado en una autoridad que fija y transmite contenido a la masa
de usuarios de manera unidireccional, por una nueva tendencia donde la difusión de
información se alimenta de los usuarios (Yus, 2011: 93).

2. LOS MATERIALES: CONSULTAS LINGÜÍSTICAS A LA


RAE EN TWITTER

El servicio de microblog Twitter se caracteriza, entre otros aspectos, por la in-


mediatez y brevedad de sus mensajes así como por la comunicación multidireccio-
nal «en tiempo real», que permite una retroalimentación constante entre usuarios
dispersos a lo largo de todo el mundo. Si bien su uso se asocia a una necesidad hu-
mana de «conexión permanente» con otros usuarios y al deseo de estar constante-

430 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146


María Florencia Rizzo

mente actualizados sobre lo que otros están haciendo, especialmente en temas de la


vida cotidiana (Yus, 2011: 136), sus usos y funciones no se limitan a este listado sino
que también se abren a otro tipo de acciones como compartir, consultar y buscar
información o brindar, intercambiar y debatir puntos de vista sobre determinados
temas, en especial con sujetos que tienen reconocimiento público, por ejemplo, del
ámbito de la política, el espectáculo o el deporte.
La cuenta oficial de la RAE en Twitter fue abierta en 2011 y al año siguiente
comenzó con el «servicio de consultas lingüísticas», tal como fue nombrado ofi-
cialmente, a cargo del Departamento de Español al día. Este equipo de trabajo fue
creado en 1998 con el propósito de modernizar la atención de consultas lingüísticas
a través de medios electrónicos, que hasta esa fecha se había realizado exclusivamente
por correo postal o por fax. Entre las tareas del conjunto de filólogos y lingüistas que
integra el Departamento, cabe mencionar su participación en la elaboración del Dic-
cionario panhispánico de dudas (2005) y de la Ortografía de la lengua española (2010).
En octubre de 2012, la cuenta de la RAE en Twitter comenzó la actividad re-
ferida a recomendaciones y consultas lingüísticas, identificadas desde un comien-
zo con la etiqueta #RAEconsultas. Los mensajes producidos en una primera etapa
provienen mayormente de la institución, quien realiza alrededor de una decena de
publicaciones por día, mientras que las preguntas de los usuarios no superan esta
cantidad, de modo que la función de la sección se inclina más hacia la difusión de
normas que hacia la resolución de dudas. En efecto, la interacción con los usuarios es
mínima, en comparación con lo que sucede en la actualidad. Ante consultas especí-
ficas, en muchas ocasiones el usuario de la institución española —@RAEinforma—
en lugar de brindar la información requerida, sugiere redirigir la consulta al Depar-
tamento de Español al Día a través de un formulario en la página web de la RAE:

(1) @JaviCuadra27: @RAEinforma a penas/apenas, a gusto/agusto, a dónde/


adónde/a donde/adonde??? #RAEConsultas
@RAEinforma: @JaviCuadra27 #RAEconsultas Le recomendamos que plan-
tee su consulta al Departamento de «Español al día», en http://ow.ly/hfQt6.
(30/01/13)

En estos casos, los enunciados producidos por la institución son escuetos: con-
tienen el tema normativo y, a continuación, un hipervínculo que reenvía hacia una
página con la información correspondiente:

(2) @RAEinforma: #RAEconsultas El dequeísmo: http://ow.ly/eOuK5. Ca-


sos y ejemplos: http://ow.ly/eOuK6. (27/10/12)

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El discurso normativo de la RAE en Twitter

(3) @RAEinforma: #RAEconsultas El uso del punto y coma: http://ow.ly/


eOuQp. (27/10/12)

Estos ejemplos invitan a pensar que los destinatarios de los fragmentos ci-
tados son hablantes con cierto conocimiento o preocupación por temas norma-
tivos, con el interés o la curiosidad suficiente para abrir un hipervínculo y leer la
norma completa. Además de este tipo de enunciados, en menor medida apare-
cen otros que proveen mayor información normativa con una fuerte orientación
prescriptiva:

(4) @RAEinforma: #RAEconsultas El signo % debe separarse siempre con un


espacio de la cifra que le precede: Suspendió el 25 % de los alumnos. (01/11/12)
(5) @RAEinforma: #RAEconsultas Los nombres y apellidos deben some-
terse a las reglas de acentuación: Míriam Álvarez. No debe omitirse la tilde.
(01/11/12)

Como se puede observar, en una primera etapa, el servicio que presta la RAE a
través de su cuenta de Twitter se limita a difundir tópicos normativos que remiten
a información adicional, o bien reglas dogmáticas sobre cuestiones —casi en su to-
talidad— ortográficas: uso de mayúsculas y minúsculas, prefijos, tildes, puntuación,
abreviaturas, escritura de extranjerismos, de expresiones numéricas, homófonos;
también algunos temas morfológicos como conjugación de verbos irregulares o for-
mación del femenino de profesiones y cargos.
Más adelante veremos que muchos de estos rasgos sufren cambios en los años
siguientes. En el presente, la cuenta de la RAE en Twitter supera ampliamente el
millón de seguidores1, mientras que solo sigue a poco más de ciento cincuenta
usuarios; estos, por lo general, no son individuos sino que se trata de colectivos:
academias u otras instituciones culturales, periódicos, agencias de noticias, ca-
nales informativos, universidades, bibliotecas, librerías, editoriales, organismos
gubernamentales, etc., mayormente de España pero también de otros países, en
especial, hispanohablantes. La importante diferencia entre la cantidad de segui-
dores y los usuarios a los que sigue da cuenta de la considerable influencia y el gran
alcance que tiene la institución en esta red social, de modo que activa la relación
uno-a-muchos propia de los medios masivos de comunicación tradicionales (Sco-
lari, 2008). Sin embargo, como veremos, la interacción entre la RAE y los usuarios
adopta la dinámica uno-a-uno más cercana a la comunicación personal. En cuanto
1
Esta información y la referida a las cuentas de las otras instituciones, que comentaremos en el
párrafo siguiente, fue recogida en junio de 2018.

432 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146


María Florencia Rizzo

a la procedencia geográfica de los seguidores, si bien es escasa la información que


puede obtenerse de los perfiles de los usuarios, de acuerdo con datos obtenidos
mediante la herramienta de análisis de cuentas de Twitter llamada Klear, aquellos
provienen mayormente de España (40 %), luego continúan México (14 %), Ar-
gentina (8 %), Colombia (8 %) y Venezuela (5 %)2.
Como parte de una instancia exploratoria se identificaron las cuentas de
Twitter de otras instituciones lingüísticas vinculadas a la RAE. De las veintitrés
academias de la lengua española existentes en el mundo, nucleadas en la ASALE,
nueve tienen cuenta en esta red social (algunas con exigua actividad): la Academia
Argentina de Letras, la Academia Ecuatoriana de la Lengua, la Academia Filipina
de la Lengua Española, la Academia Mexicana de la Lengua, la Academia Nortea-
mericana de la Legua Española, la Academia Paraguaya de la Lengua Española, la
Academia Peruana de la Lengua, la Academia Puertorriqueña de la Lengua y la Aca-
demia Venezolana de la Lengua. La cuenta de la ASALE tiene gran actividad en la
red social, aunque está muy lejos de acercarse a la RAE en cantidad de seguidores y
de tuits publicados. Por lo general, su función se centra en compartir información
proveniente de las otras cuentas de Twitter de las academias, también del Instituto
Cervantes y de la Fundéu, entidades que tienen lazos estrechos con la RAE y cuen-
tan con una presencia muy activa en esta red social.
Con respecto a la existencia o no de una sección de resolución de dudas lin-
güísticas, ninguna otra institución académica presta este servicio en Twitter (varias
de ellas sí a través de un formulario on line desde sus páginas web). Únicamente la
Academia Mexicana de la Lengua realiza publicaciones sobre cuestiones normati-
vas: por ejemplo, recomendaciones lingüísticas sobre dudas frecuentes, información
sobre el origen de las palabras o publicación de definiciones de mexicanismos.
Las consultas y recomendaciones sobre el uso normativo del español en la
cuenta de Twitter de la RAE son identificadas con la etiqueta #RAEconsultas. El
signo # indica un rotulado temático que facilita la localización y el agrupamiento
de tuits sobre un asunto de interés para un amplio grupo (Yus, 2011). Estas publi-
caciones se realizan de tres modos distintos: (a) la mayor parte de las interacciones
son iniciadas por los usuarios, quienes acuden a la institución normativa para re-
solver una duda lingüística; por lo general, se la interpela en tanto discurso auto-
rizado pero también hay algunos casos de provocación o burla; (b) otro grupo de
publicaciones, cada vez más esporádicas, consiste en recomendaciones publicadas
por la RAE sobre cuestiones normativas que aluden a dudas o preguntas frecuen-
tes; (c) por último, en otras ocasiones, durante un intercambio entre dos o más

2
Datos correspondientes a septiembre de 2017.

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El discurso normativo de la RAE en Twitter

usuarios, se menciona a la corporación (en plataformas digitales la arroba delante


del nombre de usuario cumple esta función), es decir, se apela a ella y se la invita a
intervenir en el diálogo para resolver alguna duda o disputa lingüística.
En relación con la cantidad de consultas que la RAE recibe a través de Twitter
desde múltiples puntos geográficos, el número ha aumentado exponencialmente en
los últimos años; de acuerdo con un registro de datos realizado durante el mes de
junio de 2018, se formulan aproximadamente entre cuarenta y cincuenta consultas
por día, esto es, entre mil doscientas y mil quinientas por mes. Si bien el presente
estudio no adopta una metodología cuantitativa, a los fines de brindar un panorama
estimativo de los temas normativos que habitualmente son objeto de preguntas, se
tomó una muestra aleatoria de trescientas consultas publicadas durante el período
señalado. De ellas, se identificó un 36 % de preguntas sobre temas de ortografía (en
especial, signos de puntuación, acentuación, uso de mayúsculas), el 20 % correspon-
de a cuestiones de léxico (mayormente, significados de palabras, neologismos, ex-
tranjerismos), el 21,7 % aborda asuntos gramaticales (con énfasis en consultas sobre
género y número, flexión verbal, construcciones sintácticas) y el 1,2 % aborda temas
de fonología; en cuanto al 21,1 % restante, se trata de publicaciones incompletas
debido a que algún tuit aparece como no disponible, es decir, fue borrado (15,5 %),
consultas que no fueron respondidas porque están fuera de los límites del servicio
(tal es el mensaje que publica la RAE en estos casos, el 4,5 %), o involucra temas que
no entran en la clasificación anterior (1,1 %).
Otro aspecto que colabora en el conocimiento de la imagen que construye
la RAE en Twitter es el texto que acompaña el perfil de usuario @RAEinforma:
«La Real Academia Española (RAE), fundada en 1713, vela por el buen uso y la
unidad de la lengua española, patrimonio común de 500 millones de hispano-
hablantes». De este breve enunciado se desprende que desde la cuenta de una
institución que está ligada desde sus orígenes al Estado español se persigue un
ideal de corrección y unidad lingüística en toda el área hispanohablante, no solo
en la peninsular. El carácter pluricéntrico del español que la política panhispánica
busca seguir se basa —recordemos— en la coexistencia de diferentes normas cul-
tas de cada región sin que esto afecte la lengua común. Más adelante se indagará,
en un grupo de interacciones producidas entre la institución española y distintos
usuarios, algunas decisiones normativas adoptadas por la RAE que se ponen en
evidencia en la selección de la información brindada en el enunciado, tomando
como referencia los instrumentos lingüísticos en los que se apoyan las respuestas a
las consultas recibidas a través de la cuenta de Twitter. A continuación, caracteri-
zaremos brevemente el dispositivo enunciativo que sostiene el discurso normativo
de la RAE en Twitter.

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3. EL DISCURSO NORMATIVO DE LA RAE

La renovación que supuso la política panhispánica vino acompañada de la pro-


ducción institucional de un discurso sobre la norma que se apartara del prescriptivis-
mo que había sido atribuido históricamente a la institución española. El resultado
fue, en líneas generales, una atenuación del discurso normativo que se vio reflejada
en los nuevos instrumentos lingüísticos de la era panhispánica: más tímidamente, en
el Diccionario panhispánico de dudas (2005) y, de modo más acentuado, en la Nue-
va gramática de la lengua española (2009) (Arnoux, 2014). En el caso del objeto de
estudio de este trabajo, creemos que las características propias del soporte digital,
entre las cuales se incluye el amplio y heterogéneo público al que se dirige, inciden
en la formulación del discurso normativo que produce la RAE en Twitter. En líneas
generales, este discurso puede ser caracterizado como divulgativo en la medida en
que está orientado principalmente a un lector no especializado en temas lingüísticos.
De los tres modos como se originan las publicaciones de la sección de consultas
lingüísticas expuestos en el apartado anterior, se observa que las comunicaciones ini-
ciadas por la RAE se fueron reduciendo cada vez más al tiempo que se multiplicaron
las consultas de los usuarios. Las escasas publicaciones sobre temas normativos que
viene realizando la institución últimamente se limitan a la difusión de un hiper-
vínculo que lleva el título Preguntas frecuentes y reenvía a un listado ubicado en su
página oficial que contiene las respuestas de lo que considera que son las dudas más
usuales sobre el español.
Desde el punto de vista enunciativo, en los tuits que la RAE produce durante
los intercambios con los usuarios de la lengua identificamos, en líneas generales, un
locutor formal, que mantiene cierta distancia hacia el destinatario: predomina el
uso de tercera persona y de construcciones impersonales. Es decir, se presenta como
discurso autorizado cuya legitimidad se apoya en su enunciación misma. En ciertos
casos se genera un contacto más directo mediante el uso de la segunda persona del
singular (con usted como fórmula de tratamiento):

(6) @paulasomo: @RAEinforma ¡Hola! Me gustaría preguntar si después de


una mención se debe escribir en mayúsculas o minúsculas. Por ejemplo:
“@RAEinforma buenas tardes” o “@RAEinforma Buenas tardes”.
¡Gracias! (27/06/18)
@RAEinforma: #RAEconsultas Si se emplean como elementos del enunciado,
debe continuar con minúscula: @RAEinforma responde sus dudas.
Si no se emplean como parte del enunciado, lo indicado es comenzar con ma-
yúsculas, como hace usted en su tuit. (28/06/18)

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146 435


El discurso normativo de la RAE en Twitter

La apelación directa al destinatario se suele producir en interacciones en las que


el usuario @RAEinforma retoma una parte del enunciado del interlocutor que rea-
liza la consulta, como en (6). En otras ocasiones, se construye un locutor en primera
persona del plural (nosotros) que no incluye al destinatario sino que exhibe o justifica
su posición en tanto cuerpo institucional. En el siguiente ejemplo @RAEinforma
se excusa de responder un pedido de información porque no es pertinente para la
sección de consultas lingüísticas:

(7) @Raaqmora: Hola @RAEinforma! Me gustaría saber si existe una palabra


para definir aquello que te hace muy feliz pero a la vez te da mucho miedo.
Muchas gracias (04/06/18)
@RAEnforma: #RAEconsultas: Sentimos no poder ayudarle, pero solo res-
pondemos consultas concretas sobre el uso correcto del español actual, no so-
bre la palabra o expresión que pueda designar un determinado concepto. Espe-
ramos poder serle de utilidad en otra ocasión. (05/06/18)

La valoración prescriptiva de la RAE se expone, a grandes rasgos, de modo


atenuado mediante la recomendación o el consejo —«se recomienda» en (8), «es
preferible» en (9), «lo más adecuado es» en (11)—, la oración concesiva —«pero
no sería incorrecto» en (11), «las dos opciones se pueden considerar válidas, si bien
es preferible» en (9), «sería más normal […], pero» en (10)—, el uso de condicio-
nal —«también sería válido» en (10)— y del verbo modal poder en (9):

(8) @Al3ks04: @RAEinforma cómo está mejor escrito: ¿en base a, o basado
en? (24/06/18)
#RAEconsultas Se recomienda evitar el uso de «en base a». Véase el § 3 aquí:
http://ow.ly/aT2N30kE6aD (25/06/18).

(9) @Arroyer: @RAEinforma Hola muy buenas, ¿me podíais despejar esta
duda? El adjetivo que va con un grupo nominal va al final o después del primer
sustantivo? Por ej.: para el café que aún no ha sido tostado y es verde, se debe
decir “grano del café verde” o “grano verde del café”? Gracias :) (25/06/18)
@RAEinforma: #RAEconsultas En el caso que indica, la única opción válida
es la primera si lo verde es el café. Si lo verde es el grano, las dos opciones se
pueden considerar válidas, si bien es preferible la segunda para evitar la ambi-
güedad. Véase http://ow.ly/4iQm30kEwq8 (25/06/18)

(10) @Quimilano: Hola, @RAEinforma Tengo una duda acerca del uso de los pro-
nombres en el imperativo. Hablando con un amigo acerca de dejarle mi tarjeta de me-

436 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146


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tro le dije: “llévala, llévala”. Él me dijo que debería decir “llévatela”. ¿Qué nos podéis
decir al respecto? ¡Gracias! (27/06/18)
@RAEinforma: #RAEconsultas En ese contexto sería más normal usar «lléva-
tela», pero el uso de «llévala» también sería válido. (27/06/18)

(11) @aecardozouz: @RAEinforma Saludos. ¿Cuál es correcta? “...debían de


estar informados” o “...debían estar informados”. (25/06/18)
@RAEinforma: #RAEconsultas Si se interpreta ‘probablemente estaban in-
formados’, lo más adecuado es usar «debían de estar», pero no sería incorrecto
usar «debían estar». Si se interpreta ‘su obligación era estar informados’, se
usará «debían estar». Véase http://ow.ly/aSiF30kFodu (26/06/18)

Esta matización del discurso normativo sigue la línea de algunos instrumentos


lingüísticos de la etapa panhispánica, como la Nueva gramática de la lengua espa-
ñola, donde se utiliza un lenguaje políticamente más correcto que el que aparecía
en obras anteriores (Arnoux, 2014). Otras expresiones que suelen aparecer en las
respuestas de la sección #RAEconsultas son: «lo (más) aconsejable es/sería», «se
desaconseja», «es/resulta/se considera innecesario», etc. En ciertas ocasiones, en
cambio, el discurso normativo es más enfático, como puede observarse en los si-
guientes ejemplos donde aparece «es incorrecto» (12) y «debe ser» (13):

(12) @Manuelmanelgar2: @RAEinforma ¿Escribir “sólo” de solamente con


tilde es una falta de ortografía? (25/06/19)
@RAEinforma: #RAEconsultas El adverbio «solo» (‘solamente’) puede lle-
var tilde si hay riesgo de ambigüedad, pero no es necesario. Si no lo hay, es
incorrecto tildarlo, como en este caso: Solo acudieron dos personas. Sin tilde,
es siempre correcto. (25/06/18)

(13) @eikosilver: La palabra “spoiler” ya está aceptada por la @RAEinforma?


#ConsultaRAE (25/06/18)
@RAEinforma: #RAEconsultas La grafía adaptada al español del anglicismo
«spoiler» debe ser «espóiler», cuyo uso ya se documenta en nuestra lengua
y cuya incorporación al diccionario académico está actualmente en estudio.
(26/06/18)

Por lo tanto, si bien hay una tendencia a la atenuación del discurso normativo,
los juicios prescriptivos varían según los casos. Por otro lado, a diferencia de la etapa
inicial de la sección de consultas lingüísticas en Twitter, a la que nos referimos ante-

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146 437


El discurso normativo de la RAE en Twitter

riormente, los enunciados producidos por la RAE en la actualidad contienen mayor


información normativa, es decir, formulan sucintamente la norma o la recomenda-
ción; a veces, también se agregan ejemplos o breves explicaciones, siempre ceñidas
al límite de caracteres que permite la plataforma; por último se proporcionan, en
ocasiones, hipervínculos cuya función es brindar la explicación de la regla, como en
(8), o ampliar el contenido, como en (9) y en (11). Dos son las fuentes principales
a las que reenvían los enlaces: el Diccionario panhispánico de dudas y la sección de
Preguntas frecuentes dentro del ítem Consultas lingüísticas en la página web de la
RAE (www.rae.es). Para las cuestiones normativas que no aparecen en estos textos
se recurre al Diccionario de la lengua española (2001 y 2014), la Nueva gramática de
la lengua española (2009) y la Ortografía de la lengua española (2010).
Finalmente, cabe destacar que, si bien muchas de las preguntas que los usuarios
realizan se pueden resolver recurriendo, por ejemplo, a estos mismos instrumentos
lingüísticos que están disponibles en la página de la RAE para su consulta on line, el
contacto directo que se busca a través de la cuenta oficial de Twitter excede en líneas
generales la mera averiguación de información y apunta a entablar un diálogo directo y
público con una institución que, hasta hace no muchos años, cuando las tecnologías de
la información y de la comunicación no estaban tan desarrolladas, era «inaccesible».

4. CRITERIOS NORMATIVOS: ENTRE EL «ESPAÑOL


GENERAL» Y LA NORMA PLURICÉNTRICA

Una vez caracterizado, en líneas generales, el discurso normativo de la RAE en


Twitter a partir de un dispositivo enunciativo orientado a la atenuación prescriptiva,
en esta parte del trabajo analizaremos una selección de intercambios que siguen el
formato de pregunta-respuesta, a partir de consultas lingüísticas que realizan los
usuarios a la institución española, con el propósito de mostrar que, si bien en el pro-
ceso de adaptación del texto fuente —donde está formulada la norma «original»—
al dispositivo digital son inevitables los recortes y la selección textual, los criterios
adoptados en los distintos casos no son uniformes.
En el primer intercambio seleccionado, una usuaria pregunta, siguiendo pará-
metros de corrección/incorrección, si una construcción de adverbio más posesivo
tónico masculino es válida como alternativa de otra que sería la forma canónica (ad-
verbio más preposición más pronombre personal):

(14) @Laura_Florindo: @RAEinforma ¿Es correcto decir “delante mío, delan-


te tuyo, etc” en vez de “delante de mí, delante de ti, etc”? ¿Por qué? (06/06/18)

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María Florencia Rizzo

En respuesta a @Laura_Florindo
@RAEinforma: #RAEconsultas No, lo adecuado es «delante de mí» y «de-
lante de ti». Se explica aquí: http://ow.ly/6z6730ko0UE (07/06/18)

La respuesta de la RAE es contundente: la forma lingüística que es objeto de duda


no es correcta. Si bien el término utilizado es «adecuado», que daría cuenta de una
matización normativa, a modo de preferencia o recomendación, la negación que la pre-
cede, al comienzo del enunciado, es polarizante, reforzando la prescripción. El enlace
que se adjunta reenvía a la mencionada sección Preguntas frecuentes de la página de la
RAE, que concentra información proveniente del Diccionario panhispánico de dudas:

En consecuencia, para discernir si es o no correcta una expresión con posesivo,


debemos fijarnos en la categoría de la palabra núcleo: si es un sustantivo, será co-
rrecta (puede decirse al lado mío, pues lado es un sustantivo); pero no será correcta
si se trata de un adverbio (no puede decirse ⊗cerca mío, pues cerca es un adverbio)3.

Cabe destacar que esta obra de referencia ha sido objeto de estudio y de crí-
tica en distintos trabajos (Lauria y López García, 2009; Senz, Minguell y Alberte,
2011; Méndez, 2012), en especial porque, bajo un aparente modelo normativo que
incorpora equitativamente formas de diferentes variedades, privilegia la variedad
peninsular sobre las otras; por otro lado, según aclara la propia RAE en la versión
de consulta on line, el Diccionario panhispánico de dudas contiene en algunos casos
información desactualizada en relación con obras normativas de más reciente publi-
cación4. La falta de vigencia —al menos en ciertos temas— de esta publicación se
pone en evidencia al contrastar el fragmento anterior con la explicación del mismo
fenómeno que da la Nueva gramática de la lengua española, en cuya versión en línea
se accede al siguiente texto:

18.4n Se extiende el uso de los posesivos tónicos a secuencias que se combinan


con un grupo reducido de adverbios de lugar, que admiten complementos pre-
posicionales. Las tres pautas que se obtienen son las siguientes:
3
En línea: <http://www.rae.es/consultas/detras-de-mi-encima-de-mi-al-lado-mio>
[10/03/19].
4
En la consulta de la obra on line aparece como advertencia la siguiente leyenda: «Debe tenerse
en cuenta que esta versión electrónica da acceso al texto de la primera y hasta ahora única edición del
Diccionario panhispánico de dudas, publicada en 2005. Por ello, algunos de sus contenidos pueden no
estar actualizados conforme a lo expuesto en obras académicas publicadas posteriormente, como la
Nueva gramática de la lengua española (2009) y la Ortografía de la lengua española (2010)» <http://
lema.rae.es/dpd/?key=incluso> [10/03/19].

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El discurso normativo de la RAE en Twitter

A. «adverbio + [de + pronombre personal]»: delante de ella;


B. «adverbio + posesivo tónico masculino»: delante suyo;
C. «adverbio + posesivo tónico femenino»: delante suya.
La variante que se considera preferible es la A, que pertenece a la lengua común
en todas las áreas lingüísticas […].
18.4ñ La opción B es propia de la lengua coloquial y percibida todavía hoy
como construcción no recomendable por la mayoría de los hablantes cultos
de muchos países. Sin embargo, se ha ido extendiendo a otros registros, en di-
ferente medida según las zonas hispanohablantes. […] (RAE y ASALE, 2009:
1360-1361).

Desde el punto de vista de la recepción de la norma, resulta evidente la distan-


cia que se establece entre considerar una forma perteneciente al repertorio lingüís-
tico de algunas áreas hispanohablantes como «construcción no recomendable» y
negar la corrección de esa misma expresión. De modo que la percepción de quienes
leen ese enunciado —una cantidad innumerable de usuarios de la lengua— es que
no deben usar la forma delante de mío, delante de tuyo, etc. Una formulación más
cercana al espíritu pluricéntrico que la política panhispánica proclama seguir —y
a la fuente más actualizada— podría haber sido: «Las primeras existen en el habla
coloquial de algunas zonas, aunque son percibidas como no recomendadas; se pre-
fieren las segundas» (junto con el enlace que reenvía a la Gramática).
En el siguiente ejemplo se realiza una consulta abierta sobre la formación del
plural de un préstamo terminado en -r:

(15) @LuzCortesP: @RAEinforma Buenos días, cómo sería el plural de póster?


(22/06/19)
@RAEinforma: #RAEconsultas Según las reglas vigentes de formación del
plural en español, el que corresponde a «póster» es «pósteres». (22/06/19)

Al realizar la consulta on line en la Nueva gramática de la lengua española, se


encuentra información ampliada, como es esperable en una obra de estas caracterís-
ticas, sobre la formación de plurales de préstamos terminados en -n, -l, -r, -d, -j y -z
cuya forma regular en -es alterna con la finalizada en -s:

Se comprueba en los textos y en el uso oral que varias de las voces incluidas en
la relación del §3.4.g, y otras similares a ellas, reciben a menudo plurales en -s
en alternancia con plurales en -es. Están hoy más extendidos, en efecto, plurales
como bóers, raids o sijs que las variantes bóeres, raides o sijes, que correspon-

440 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146


María Florencia Rizzo

derían a los singulares bóer, raid o sij. Aunque ambas opciones se consideran
correctas, se recomiendan las formas regulares en -es. También se registran nu-
merosos usos de la primera variante (plural en -s) en los pares siguientes:
[…] hámsters — hámsteres; másters — másteres; pósters — pósteres; tráilers — tráileres
(RAE y ASALE, 2009: 146-147).

En la respuesta que ofrece la RAE ante la consulta de la usuaria, se presenta una


única forma de realización del plural de la palabra póster en -es y, en consecuencia, se
omite la existencia de la opción en -s que, aun cuando —al parecer— está más exten-
dida, no es recomendada. En este caso, un enunciado más ajustado al texto fuente
debería señalar que hay dos formas aceptadas o consideradas correctas, aunque en la
actualidad solo una de ellas es recomendada.
Si bien estos casos no son mayoritarios en las respuestas que brinda la RAE
en Twitter, no por ello deben desatenderse dado que contribuyen a reforzar en los
hablantes una idea que también se identifica en las preguntas que estos realizan a
la institución como autoridad normativa: el parámetro de corrección/incorrección
—como se desprende, por ejemplo, de los intercambios (9), (11), (14), (16), (17)
y (18)—; es decir, la presunción de una única forma lingüística válida entre dos (o
más) alternativas (Bonnin, 2014), lo cual da cuenta del fuerte arraigo de la ideología
de la lengua estándar, que legitima ciertas formas canónicas tendientes a la conso-
lidación de la uniformidad en la lengua (Milroy, 2001). Por otro lado, enunciados
como los analizados continúan la línea de los instrumentos lingüísticos de carácter
divulgativo (y de la sección de Preguntas frecuentes a la que ya aludimos) producidos
por la RAE y la ASALE los cuales, en el proceso de reformulación del texto fuente,
tienden a una simplificación dogmatizante (Arnoux, 2015a). De modo que si desde
el discurso institucional, con el peso de autoridad que esto conlleva, se invalidan
u omiten expresiones que en ciertas regiones son de uso habitual, la inseguridad
lingüística (Arnoux, 2014) tiene mayor posibilidad de afianzarse entre los hablantes
cuyas reflexiones suelen enmarcarse en un saber epilingüístico (Auroux, 1994), es
decir, espontáneo e intuitivo.
Ahora bien, en las respuestas que da la RAE en Twitter es frecuente la presen-
tación de dos opciones lingüísticas válidas; a continuación, se cita un ejemplo para
observar cómo pueden ser valoradas:

(16) @RandallWVasquez: Buenos días o buen día. Cuál es la forma correcta?


(28/06/18)
@RAEinforma: #RAEconsultas Las dos existen y son válidas, con predominio
de «buenos días» en el español general; la variante «buen día» se usa en Méxi-

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El discurso normativo de la RAE en Twitter

co, Centroamérica y el área rioplatense; del resto, en unas áreas, como Chile, está
en desuso; y en otras, como Perú, en auge. (28/06/18)

A diferencia de los casos (14) y (15), en este enunciado se admiten dos formas
de saludo y, a continuación, se identifica la forma plural buenos días como pertene-
ciente al «español general», mientras que el singular buen día es señalada como
una variante, aunque su distribución geográfica no parece minoritaria, al menos de
modo evidente. En efecto, en ciertos enunciados donde se presentan dos opciones
lingüísticas se atribuye una de ellas al «español general» (en ocasiones se utiliza
este sintagma, a veces con el agregado de «culto»; otras veces simplemente se usa
el término «español»), y la otra, también válida, queda fuera de esa designación.
En palabras de Arnoux (en prensa), la tendencia a la acentuación de una «lengua
común», de una «base compartida» en toda el área hispanohablante, por parte de
las instituciones académicas consiste en privilegiar el primer término del lema de la
política panhispánica «unidad en la diversidad» a partir de pautas de selección que
no siguen criterios uniformes. En la misma dirección, en los últimos años se ha iden-
tificado la emergencia de un discurso especialmente orientado hacia la uniformi-
zación de normas lingüísticas que se dirige a un público amplio y heterogéneo que
trasciende los límites nacionales, acorde con las demandas de los mercados globales
y las nuevas tecnologías, en especial los entornos digitales, sujetos a una lógica de
urgencia, simplicidad y brevedad de la escritura (Arnoux, 2015b; Nogueira, 2016;
Lauria, 2017b).
Ahora bien, en el caso del discurso normativo formulado en Twitter que es
objeto de este trabajo, la voluntad institucional de privilegiar un «español general»
acorde con las demandas de expansión de la lengua se enfrenta, de algún modo, a
las consultas y dudas lingüísticas que recibe la misma institución como autoridad
normativa, producidas por hablantes singulares de diferentes puntos geográficos
que requieren información sobre sus repertorios lingüísticos o, por el contrario, so-
bre formas que no les resultan familiares, propias. Por lo tanto, la difusión de un
«español general» a partir de la formulación de normas que puedan alcanzar a un
público más amplio, más factible en una comunicación basada en la relación de uno-
a-muchos, se articula con otro tipo de discurso normativo, donde el vínculo entre
los participantes se basa en una dinámica uno-a-uno más cercana a la comunica-
ción personal, que evidencie adecuación a las consultas recibidas, prestando mayor
atención a la variación lingüística. El resultado será, de este modo, variable: en los
primeros casos analizados (14) y (15), donde se presenta una única forma válida, la
acentuación de la «lengua general» es mayor. En cambio, en (16) esto aparece de
modo matizado; en el siguiente ejemplo, también:

442 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146


María Florencia Rizzo

(17) @ForeverYennefer: Cual es correcto emoticonos o emoticones @RAEin-


forma (26/06/18)
@RAEinforma: #RAEconsultas El plural de «emoticono» es «emotico-
nos»; el de la variante «emoticón», más usada en América, es «emoticones».
(27/06/18)

En este caso, la atribución de una forma («emoticono») al «español general»


se da de un modo atenuado, a partir de la posición inicial que ocupa en el enunciado,
mientras que la segunda forma («emoticones») constituye una «variante», con lo
cual su estatus normativo no es equivalente a la primera. El hecho de que aquella sea
«más usada en América» no parece ser un criterio con peso suficiente como para
equiparar ambos términos.
A continuación, se presenta un intercambio donde nuevamente un hablante
pregunta por la corrección de dos formas lingüísticas:

(18) @NaachoMunoz_: @RAEinforma esta bien dicho “volver hacia adelan-


te” y “volver adelante”? (25/06/18)
#RAEconsultas Las dos opciones se pueden considerar válidas, pero, en prin-
cipio, es más natural «volver hacia delante» (mejor que «volver hacia adelan-
te»). Véase http://ow.ly/zSbh30kEyhk (25/06/18)

Aquí el usuario @RAEinforma acepta ambas opciones, aunque realiza una


«corrección» sobre uno de los términos usados por el hablante pero que no es obje-
to de consulta (delante mejor que adelante). Al observar la información que propor-
ciona el Diccionario panhispánico de dudas al que reenvía el enlace, allí se señala que
cuando adelante va precedido de la preposición hacia para indicar movimiento, «es
preferible el uso del adverbio delante (para delante, hacia delante), pues adelante ya
lleva implícita en su forma la idea de movimiento». Sin embargo, luego añade: «En
el español de América, adelante se usa con mucha más frecuencia que en España para
indicar estado o situación (‘en el lugar que está delante’), y aparece con normalidad
en contextos en los que un español emplearía delante». Así, en la respuesta que da
la RAE en (18), la evaluación de la primera forma como «más natural» no tiene
en consideración el estatus normativo de ese fenómeno de variación en la medida
en que en la misma formulación del hablante se pone en evidencia que la expresión
que utilizó (adelante) —y que fue «corregida»— le resulta «natural», «normal»
dentro de su repertorio lingüístico. En la consulta en línea de la Nueva gramática de
la lengua española no aparece la información del diccionario antes mencionada; el
sintagma hacia adelante se identifica en varias citas que ilustran distintos fenóme-

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146 443


El discurso normativo de la RAE en Twitter

nos, por ejemplo, en el caso de los verbos de movimiento que seleccionan la prepo-
sición hacia: «Fernando se dobló hacia adelante, acercándose más a Raúl» (RAE y
ASALE, 2009: 2764)5.
Por último, en el siguiente intercambio, donde un usuario presenta dos cons-
trucciones lingüísticas alternativas que incluyen los pronombres le y lo y pregunta
por la forma correcta, en la respuesta que formula la RAE se aceptan ambas formas,
como ocurre en muchas ocasiones, sin ninguna aclaración o información comple-
mentaria:

(19) @Plagiando_Alter: @RAEinforma Buenos días. Si queremos decir que


vamos a recoger a un niño al colegio, ¿cuál sería la forma correcta? ¿“Voy a
recogerlo” o “Voy a recogerle”? Muchas gracias. (14/06/18)
@RAEinforma: #RAEconsultas Ambas lo son, pues el leísmo de persona se
considera válido. (15/06/18)

El criterio utilizado en este enunciado no parece ser el mismo que el de (14) y


el de (15), donde son omitidas formas lingüísticas que no son recomendadas pero
tampoco incorrectas. Asimismo, se distancia de las opciones de (16), (17) y (18)
que identifican una forma como perteneciente al «español general» y otra como
variante. En efecto, aquí la RAE no señala una preferencia por una opción ni brinda
información sobre su variación y valoración en distintas zonas, sino que equipara
las dos estructuras a partir de la justificación de que el leísmo de persona, que se
corresponde con la expresión voy a recogerle, es considerado válido. Si bien coincide
con lo señalado en la Nueva gramática de la lengua española de consulta on line,
llama la atención la diferencia de criterio en la selección de la información respecto
de casos anteriores. Así, en aquella obra se identifican tres casos de leísmo, es decir,
de uso impropio de le(s) en función de complemento directo en lugar de lo/s o la/s.
Sobre el grupo A, que incluye el leísmo de persona (masculino) como el del ejemplo
brindado por el usuario, se explica lo siguiente: «16.8i El leísmo del tipo A se ha
extendido en España a la lengua culta. Se documenta asimismo un gran número
de escritores prestigiosos contemporáneos, por lo que no se considera incorrecto»
(RAE y ASALE, 2009: 1212). En este caso, y a diferencia de otros, no se brinda in-
formación sobre aspectos de la variación (por ejemplo, que el leísmo de persona en
América es percibido como incorrecto, por lo que no es frecuente). El intercambio
analizado muestra, finalmente, que los criterios normativos que la RAE vuelca en las
respuestas que da en Twitter, como resultado de las operaciones de reformulación

5
El subrayado pertenece al original.

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María Florencia Rizzo

de los textos utilizados como fuentes bibliográficas, no son siempre los mismos, de
modo que se privilegian, según los casos, unas formas lingüísticas sobre otras.

REFLEXIONES FINALES

Las discusiones sobre temas normativos, que antes quedaban mayormente


dentro de los límites de las instituciones o tomaban estado público en palabras de
figuras con notoriedad, últimamente se han abierto también a espacios digitales
—institucionales y no institucionales— donde los hablantes desde su condición
de usuarios de la lengua, es decir, a partir de las experiencias que resultan de sus
prácticas lingüísticas, formulan consultas sobre los usos normativos del español.
Frente a este protagonismo que ha ido adquiriendo el mundo digital, los agentes
tradicionales de regulación idiomática que, de algún modo, han sufrido algún tipo
de desplazamiento, debieron desplegar estrategias de intervención en aquellos es-
pacios no territorializados que los han enfrentado a importantes desafíos.
En tal sentido, las particularidades del dispositivo digital de Twitter —espe-
cialmente, la brevedad en la extensión de los mensajes y la dinámica de interacción
que propone donde, al tiempo que se responde la duda concreta de un hablante
específico, el mensaje es leído por un público sumamente amplio y heterogéneo—
condicionan en parte los rasgos del discurso normativo que allí se formula. La
limitación de caracteres en los mensajes que se publican en esta red social exige un
gran poder de síntesis que inevitablemente conlleva recortes: cierta información
se privilegia y otra se suprime. Los casos estudiados mostraron, por un lado, que
el enunciado que resulta de las operaciones de reformulación de los instrumentos
lingüísticos como fuentes bibliográficas no se limita a resumirlos sino que en la
adaptación «divulgativa» produce, en muchos casos, modificaciones —no me-
nores— en la norma. Por otro lado, el análisis puso en evidencia que los criterios
adoptados en la selección de información no siguen patrones uniformes: en oca-
siones, el resultado es la omisión de formas alternativas válidas que podrían ser
consideradas más o menos recomendables pero integran, sin duda, el repertorio
lingüístico de gran parte de los hispanohablantes, con lo cual se privilegia la di-
fusión de un «español general»; otras veces, se aceptan dos opciones lingüísticas
pero una es asimilada al «español general», «común» a todas las áreas hispano-
hablantes, mientras que la otra se ubica como «variante», con lo cual entablan
una relación asimétrica. Así, la heterogeneidad en los criterios que dan cuenta
de la norma estándar creemos que se explica por una tendencia a privilegiar cier-
tas opciones –hegemónicas, de quienes toman mayormente las decisiones en la

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146 445


El discurso normativo de la RAE en Twitter

regulación del español para el conjunto del área hispánica– frente a otras –con-
sideradas “periféricas”–. A nuestro entender, este tipo de discursos influye en la
instauración de regímenes de normatividad (Arnoux y del Valle, 2010) sobre el
español contemporáneo al generar discursividades legítimas y, en consecuencia,
discursividades relegadas o desprestigiadas.
Por último, el análisis de la sección de consultas lingüísticas de la RAE en Twi-
tter constituye un espacio no tradicional de (re)formulación de la norma que pone
en evidencia el modo como la institución académica busca resolver la tensión entre
la tendencia a privilegiar un «español general» que pueda alcanzar a un público
lo más amplio y diverso posible —a partir de la presentación de ciertas formas lin-
güísticas como compartidas por el mundo hispanohablante— y la necesidad de dar
respuestas que se ajusten a las consultas o dudas lingüísticas singulares de sujetos
específicos pertenecientes a diferentes zonas geográficas que interpelan a la RAE en
tanto autoridad normativa para obtener información sobre sus formas de hablar y
sobre formas que les resultan extrañas, ajenas. 

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Fecha de recepción: 2 de julio de 2019


Fecha de aceptación: 16 de octubre de 2019

450 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 425-450 ISSN:1139-1146


Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

LAS CONSTRUCCIONES DE INDEFINICIÓN Y EL ROL DEL


CONTEXTO

Liliana Ruiz Velasco D.


Universidad Intercultural del Estado de Puebla
rliliana_@hotmail.com

Resumen: En trabajos previos hemos venido Abstract: Previous work has shown the exis-
planteando la existencia de una construcción tence of an indefinite construction with dar
indefinida con dar la gana. En este traba- la gana. The present paper deals with the re-
jo abordamos la relación que guarda con el lationship that this construction keeps with
contexto. Para ello partimos de la teoría de context. The point of departure is construc-
la construccionalización, como un proce- tionalization theory, as a process of linguistic
so de cambio lingüístico y en lo particular change, particularly the process of gramma-
aquel vinculado a la gramaticalización. En ticalization. Several authors (Heine, 2002;
este sentido diversos trabajos (Heine, 2002; Diewald, 2006) have emphasized the role
Diewald, 2006) han resaltado el rol del con- of context. It is shown that indefiniteness
texto. Se plantea que el significado de indefi- meaning appears with the older construction
nición surge desde la construcción más anti- dar gana, while with dar la gana we found
gua dar gana y con la construcción dar la a polysemous meaning according to the con-
gana se verifica su carácter polisémico por el text: in some contexts the volitional reading
que en algunos contextos pasa a primer plano comes to the front while in others it is the
un significado volitivo mientras que en otros indefinite reading.
es el significado de indefinición. Keywords: constructionalization, indefini-
Palabras clave: construccionalización, in- teness, grammaticalization, Spanish history
definición, gramaticalización, historia del
español

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 451-465 ISSN:1139-1146 451


Las construcciones de indefinición y el rol del contexto

INTRODUCCIÓN

En trabajos previos (Ruiz Velasco, en prensa) hemos venido señalando la exis-


tencia de una construcción indefinida basada en el esquema: nexo subordinan-
te + expresión verbal de disposición mental. Cuando hablamos de una
expresión verbal de disposición mental nos referimos a verbos fundamentalmente de
carácter volitivo como pueden ser querer o preferir, pero también otros como
gustar / antojársele / considerar. Cuando hablamos de un nexo subordi-
nante, nos referimos a aquellos que permiten elaborar construcciones de relativo
como que, quien, donde, cuando, etc., los más prototípicos, pero también nexos más
generales de carácter fundamentalmente adverbial como pueden ser porque, siempre
que, según, etc. incluyendo en algunos casos el condicional si. Entre las expresiones
de disposición mental se halla dar la gana, de manera que encontramos un esquema
general, del tipo nexo subordinante + dar la gana, y uno más particular, del
tipo hacer lo que dar la gana, tomando como verbo prototípico hacer si bien
puede emplearse otro tipo de verbos. En ambos casos tratamos con construcciones
que permiten marcar la indefinición.
Desde un enfoque pragmático, que es el que asumimos en este trabajo, la defi-
nición remite a la identificabilidad de un referente único en un universo discursivo
dado, esto es, el conocimiento de a qué elemento se está haciendo referencia, sea
porque es percibido, mencionado o puede inferirse (Lyons, 1999; Leonetti, 1999:
§ 12.1.1.3). La indefinición se refiere a la falta de identificabilidad del referente de
manera unívoca, de manera que un elemento indefinido da la indicación al oyente
de que el referente en cuestión no es identificable (Leonetti, 1999: § 12.2.1.2). En
este sentido, se ha dicho que los pronombres de este tipo son de indistinción o indi-
ferencia (Fernández Ramírez, 1987: § 197), o de elección libre para el oyente (Has-
pelmath, 1997: 48). En su trabajo sobre los pronombres indefinidos, Haspelmath
(1997) señala que se dan series del tipo somebody, something, somewhere, sometime,
etc. que se corresponden con cada una de las categorías ontológicas mayores de per-
sona, cosa, lugar, tiempo, etc. Normalmente, la raíz indica la categoría ontológica
mayor más un elemento formal que comparten los elementos de la serie (en el caso
que nos ocupa: some-), al que llama un marcador de indefinición. No obstante, no
siempre se trata de compuestos, pues en algunas lenguas pueden emplearse frases
nominales o frases con una cláusula de relativo libre (ibid.: 52-55). En español, Fer-
nández Ramírez (1987) señala que, además de las formas compuestas cualquier(a),
comoquiera, quienquiera, dondequiera, se dan fórmulas indefinidas del tipo haya sido
el que haya sido (§ 199). Las construcciones de indefinición a las que hemos hecho
referencia son fórmulas similares a estas, pues tienen un carácter frasal y se encuen-

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Liliana Ruiz Velasco D.

tran menos gramaticalizadas que los pronombres indefinidos cualquiera, comoquie-


ra, etcétera.
El presente trabajo se ocupa del rol del contexto. Ahora bien, cabe preguntarse
si el significado de indefinición ya se halla codificado en la construcción o depende
de cuestiones pragmáticas. Como veremos, la construcción ha mantenido un doble
significado en el que a veces se perfila más un significado volitivo, como una dispo-
sición mental para algo, y en otras se perfila más el significado de indefinición. En
lo que sigue hacemos primeramente una caracterización de la construcción dar la
gana, para luego pasar a abordar las nociones de cambio lingüístico y el rol del con-
texto, y enseguida presentar el análisis y las conclusiones.

1. LA CONSTRUCCIÓN DAR LA GANA

De acuerdo con los datos del Corpus diacrónico del español (CORDE, <http://
corpus.rae.es/cordenet.html>), la construcción dar la gana se documenta por pri-
mera vez en el s. xvii. Esta forma parte de una familia de construcciones. En pri-
mera instancia surgió dar gana en el s. xvi, a partir de la cual se desarrollan dos
construcciones diferenciadas: dar la gana, y dar ganas, que aparece en el s. xviii
(Ruiz Velasco, 2017 y en prensa). Ambas han sido renovadas con otros elementos
léxicos; así, decimos también: entrar ganas y pegársele la gana, y en español
mexicano hinchársele la gana. Dar la gana y dar ganas se distinguen por una
serie de características, en parte debido a una mayor fijación de dar la gana (Ruiz
Velasco, 2017), a saber:

• Dar la gana tiene un orden fijo sin que permita la anteposición de la frase
nominal (la gana + dar), salvo en usos creativos en los que el enunciado ya no
forma parte de esta construcción
• Asimismo, requiere de un determinante definido y ha de estar en singular
• Los adjetivos que admite son de tipo intensificador, como pueden ser real/
puta/regalada/pinche/santísima, etc.
• Requiere fuertemente la presencia del clítico de objeto indirecto con el rol de
experimentante

Dar la gana aparece primordialmente en dos tipos de construcciones distin-


tas: una con la negación (No me da la gana) y las construcciones de indefinición a
las que hemos hecho referencia. En estas últimas se dan también una serie de carac-
terísticas (Ruiz Velasco, en prensa y ms.):

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Las construcciones de indefinición y el rol del contexto

• En principio, dar la gana puede presentar la estructura: pro.oi + dar la gana +


(de) o, no obstante, puede emplearse con complementación nula: pro.oi + dar
la gana + Ø. Esta es la estructura más frecuente. De hecho, en las construcciones
indefinidas, se requiere de un sintagma escueto de ese tipo, sin complementos
adjuntos y sin que el objeto indirecto aparezca como frase preposicional (p. ej. Yo
hablo la lengua que me da la gana, s. xix, Mariano José de Larra, El álbum).
• Aparecen prototípicamente en construcción de relativo, no obstante, a dife-
rencia de lo señalado por Haspelmath (1997), pueden ser de distinto tipo: de
relativo libre, con antecedente, semilibre o con un relativo compuesto o cuan-
tificador; asimismo, encontramos la construcción con nexos subordinantes de
carácter adverbial de distinto tipo (de causa, condición, tiempo y manera, p. ej.
... porque eso de la esquililla cada uno puede entenderlo conforme le dé la gana (s.
xix, Sebastián de Miñano, Sátiras y panfletos del Trienio Constitucional (1820-
1823)).
• Se emplean prototípicamente en presente, ya sea de indicativo o subjuntivo, si
bien se encuentran también en pasado y futuro.

Una vez que hemos visto las características generales de esta construcción y
sus diferencias con respecto a otras construcciones interesa pasar a definir algunos
conceptos relativos al cambio lingüístico y, en particular, los de construcción y cons-
truccionalización.

2. CONSTRUCCIONALIZACIÓN Y CAMBIO LINGÜÍSTICO

En los trabajos sobre cambio lingüístico se ha hablado de un cambio en la cons-


trucción, si bien no siempre se precise qué se entiende por construcción (Bisang, 1998:
13-15; Lehmann, 2002: 7-8; Hopper y Traugott, 2003: 142; Company, 2016: 389-
390). La gramática construccional es una teoría según la cual no se da una división
entre léxico y gramática, sino que la diferencia entre ambos es de carácter gradual y
más que un inventario meramente léxico tenemos almacenado un constructicón, esto
es, una red estructurada de construcciones de distinta extensión y que pueden ser de
carácter esquemático o sustantivo (Fillmore et al., 1988: 501; Goldberg, 2013, 1995:
1-7, 67-72; Traugott y Trousdale, 2013: 151). En esta teoría, por construcción se en-
tiende que se trata de un signo, esto es, una estructura con una correspondencia entre
forma y significado, con propiedades sintácticas, semánticas y pragmáticas (p. ej. Gol-
dberg, 1995: 1-7). El proceso de cambio lingüístico implica tanto cambios construc-
cionales como una construccionalización, por la que se entiende:

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Liliana Ruiz Velasco D.

Constructionalization is the creation of formnew-meaningnew (combinations of )


signs. It forms new type nodes, which have new syntax or morphology and
new coded meaning, in the linguistic network of a population of speakers. It is
accompanied by changes in degree of schematicity, productivity, and composi-
tionality (Traugott & Trousdale, 2013: 22).

En la bibliografía especializada suele hablarse de dos procesos de cambio:


la lexicalización y la gramaticalización (cf. p. ej. Lehmann, 1989, 2002; Giaca-
lone Ramat, 1998: 120-122; Moreno Cabrera, 1998; Auwera, 2002; Brinton y
Traugott, 2005: 62-88); al hablar de construccionalización se pueden abordar
ambos tipos de cambio, considerando, como hemos señalado, que la diferencia
entre léxico y gramática es de carácter gradual. Así, se habla de construcciones
más léxicas, relacionadas con el contenido, y construcciones más gramaticales, re-
lacionadas con el carácter procedimental de su significado (Traugott y Trousdale,
2013). Asimismo, se admite la existencia de construcciones híbridas (ibid.). Las
construcciones de indefinición son, según nuestra hipótesis, una construcción
de este último tipo, en el sentido de que indican un significado procedimental,
el de indefinición, y señalan asimismo una diferencia de registro según se elija
uno u otro verbo (querer/preferir/considerar/darle la gana etcétera).
En el caso concreto de la construcción de indefinición con dar la gana, muestra
rasgos de haber pasado por un proceso de construccionalización, como hemos
presentado en trabajos previos (Ruiz Velasco, en prensa): se inserta en un esquema
constructivo, a saber, nexo subordinante + expresión verbal de dispo-
sición mental; presenta un marcado aumento en su productividad, y su com-
posicionalidad ha disminuido, como muestran los rasgos idiomáticos que hemos
mencionado con anterioridad. En lo general, con la inserción del determinante
definido la construcción se especializó para participar en las construcciones inde-
finidas; con respecto a la construcción de base, dar + un sustantivo de afección
(dar miedo/pena/lástima/...), una comparación entre ambas muestra que en la
actualidad dar la gana forma una construcción distinta, con rasgos semánticos y
sintácticos propios (cf. Ruiz Velasco, 2017).
Ahora bien, en los estudios de cambio lingüístico también se ha señalado la
importancia del contexto. Heine (2002: 84-86) distingue cuatro tipos: el con-
texto inicial, en el que la forma aparece con un valor; el contexto puente, en el
que cabe asignarle dos interpretaciones a la expresión en cuestión; el contexto
de cambio, en el que la interpretación con el valor inicial es bloqueada, y los
contextos de convencionalización, cuando se ha generalizado la segunda inter-
pretación a otros contextos. De manera similar, Diewald (2006: 4-5) distingue

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Las construcciones de indefinición y el rol del contexto

tres tipos de contexto: el contexto atípico, en el que se dan las precondiciones


para la gramaticalización mediante un sentido añadido como una implicatura
conversacional; el contexto crítico, en el que inicia la gramaticalización propia-
mente dicha y se da una opacidad en el significado, y el contexto aislado, en el que
se favorece una lectura a exclusión de la otra, se consolida la gramaticalización y
la construcción deviene polisémica. En el proceso de cambio interviene, pues, la
extracción de inferencias: en un primer momento se trata de una implicatura ad
hoc para interpretar un enunciado, conforme se va generalizando y empleando en
más contextos, dicha implicatura pasa a ser absorbida como parte del significado
de la construcción en cuestión (Heine, 2002; Bybee, 2010: 171, y esp. Traugott
y Dasher, 2005: 16-19, 34-40). En este sentido se ha hablado de ambigüedad,
como un paso previo para el cambio lingüístico al permitir el reanálisis de la mis-
ma, y de polisemia, como la existencia de dos significados de una construcción
en el nivel sincrónico.
En el caso de dar la gana no se ha llegado a un contexto de convenciona-
lización en el que la interpretación indefinida sea la única posible, sino que tiene
carácter polisémico y coexiste el significado de indefinición con el volitivo. En lo
que sigue hacemos una revisión tomando en cuenta primeramente la construcción
dar gana, pues el cambio parece originarse primeramente en dicha construcción y
enseguida pasamos a revisar el caso de dar la gana. Para ello distinguimos tres tipos
de contexto: los contextos de asociación léxica con ‘voluntad’, los contextos con una
implicatura de indefinición y los contextos de indefinición.

3. LAS CONSTRUCCIONES DE INDEFINICIÓN Y EL


CONTEXTO

Los datos con los que trabajamos provienen del CORDE, en el que se hicieron
búsquedas específicas para los siglos xvi al xix. Los casos analizados ascienden a
644 para toda la familia de construcciones con gana1. Específicamente para la cons-
trucción dar gana contamos con 131 casos, y para la construcción dar la gana,
405. Para este trabajo se revisó cada uno de los ejemplos y se determinó cuáles entra-
ban en el esquema de construcción indefinida, así como su contexto de uso.

1
Dado que el corpus no está etiquetado para la consulta esquemática, se hicieron búsquedas
específicas de “dar gana” y las otras colocaciones en cada uno de los tiempos verbales simples, y para
cada uno de los siglos. Este tipo de búsqueda es más eficiente con dicho corpus, pero tiene sus limitan-
tes, ya que no permite ver si en algunos casos se daba algún elemento interpuesto, o la anteposición
del sustantivo.

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Liliana Ruiz Velasco D.

3.1. Dar gana

Hemos señalado que la construcción de indefinición de que nos ocupamos tie-


ne un carácter frasal, siguiendo la fórmula nexo subordinante + expresión
verbal de disposición mental. Ahora bien, no toda subordinación implica
que se trata de una construcción indefinida. Veamos los ejemplos (1) y (2):

(1) ¿qué es la razón que si un hombre tiene deseo del acto carnal, ha vergüenza
de manifestarlo, y si le da gana de comer, o beber, o de cualquier cosa de este gé-
nero, no tiene empacho de manifestarlo? (s. xvi, Juan Huarte de San Juan,
Examen de ingenios para las ciencias).

(2) Yo os digo, hermanas, que cuando se me acuerda el miedo de mi compañe-


ra, que era María del Sacramento -una monja de más edad que yo y harto
sierva de Dios-, que me da gana de reír (s. xvi, Santa Teresa de Jesús, Libro
de las fundaciones)

En ambos casos no tenemos construcciones indefinidas. En ambos influye el


hecho de que se tenga un complemento oracional introducido por de: en (1) gana
de comer, o beber, o de cualquier cosa de este género; en (2) gana de reír. Para ser una
construcción indefinida se requiere de un sintagma escueto, como mencionamos en
el apartado 1. Asimismo, interviene el tipo de construcción subordinada introduci-
da por que: en el primer caso introduce una oración sustantiva, las cuales no suelen
tener una interpretación indefinida2; en el segundo, se trata de un que explicativo,
el cual tampoco introduce las construcciones de indefinición de que nos ocupamos.
Para ser una construcción indefinida se requiere que el que participe en una cons-
trucción de relativo o una de las locuciones adverbiales del tipo siempre que, hasta
que (cf. Ruiz Velasco, ms.). El primer ejemplo al que se le puede dar una lectura
indefinida lo encontramos ya en el siglo xvi:

(3) Arnaldo [...] Quien tiene tanto cuidado / de honra y della se precia, / dexar
sola ansí a Lucrecia / a sido mal acordado; / moça hermosa y galana, / y con
tal vieja parlando, / ¿qué podrán estar tratando?
Albina De lo que les diere gana (s. xvi, Joaquín Romero de Cepeda, Come-
dia salvaje).

2
En Ruiz Velasco (en prensa) citamos el único caso que encontramos al que se le puede dar una
lectura indefinida.

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Las construcciones de indefinición y el rol del contexto

En este caso tenemos una relativa semilibre con lo que, con un sintagma escueto, y
se le puede dar la lectura de cualquier cosa. El hablante (Albina) destaca la inespecifici-
dad del contenido. De acuerdo con Haspelmath (1997: 46) los definidos indican que
se trata de información conocida para hablante y oyente, mientras que los indefinidos
señalan información desconocida para el oyente, pero varían en cuanto a si es conocida
para el hablante o no. En el caso de (3) parece ser que el asunto tratado es desconocido
tanto para el hablante (Albina) como para el oyente (Arnaldo). Cabe considerar este
como el contexto sintáctico inicial, en el que se invita la implicatura indefinida.
Para el siglo xvii encontramos otro caso al que se le puede dar una lectura
indefinida (4). En ese mismo siglo se documentan las primeras instancias de dar la
gana, las cuales ya tienen ese carácter indefinido. Para los siglos xviii y xix los casos
son más numerosos. Damos un ejemplo de cada siglo, con dar gana:

(4) Que se asome a la ventana / la vez que le diere gana, / y se huelgue y se sola-
ce, / que me place (s. xvii, Anónimo, Segunda parte del Romancero general
y Flor de diversa poesía).

(5) a título de bufón dice cuanto le da gana (s. xviii, Ramón de la Cruz, El
Petimetre).

(6) Entonces nada queda que no le escudriñemos. Patria, padres, parentela,


conducta, relaciones, y cuanto nos da gana, todo se sujeta á nuestras averi-
guaciones é inspeccion (s. xix, Fray Francisco Alvarado, Cartas críticas del
Filósofo Rancio, II).

Cabe señalar que en (6) el hablante emplea la expresión tras una enumeración
y cierra con la expresión y cuanto nos da gana como recurso estilístico para evitar ser
más específico; a diferencia de los ejemplos anteriores, en este caso, la información es
desconocida para el oyente, que ha de imaginar el posible complemento, mas acce-
sible para el hablante, esto es, para el nosotros del enunciado. Esta es una cualidad de
la construcción: la información se presenta como accesible para el experimentante,
mas inaccesible para entidades externas al tratarse de un proceso mental, de ahí que
se preste para comunicar la indefinición.
Tenemos, pues, que con dar gana ya existe el antecedente de enunciados con
una lectura indefinida. Ello no quiere decir que sea su única función, ya que dar gana
es una construcción que se mantendrá ambigua oscilando entre un significado más
cercano a dar ganas y otro más cercano a dar la gana. Ésta última en cambio se espe-
cializará en participar en las construcciones indefinidas (cf. Ruiz Velasco, en prensa).

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Liliana Ruiz Velasco D.

3.2. Dar la gana

Para dar la gana distinguimos tres tipos de contextos: aquellos en los que se da
una asociación léxica con palabras que apuntan al sentido de ‘voluntad’; aquellos en
que la lectura indefinida es ambigua y puede o no darse, y aquellos en que la lectura
indefinida es clara en el contexto. Veamos cada uno por separado.

3.2.1. Asociación léxica

Hemos señalado que la construcción dar la gana tiene dos valores, uno modal
y otro más gramatical, como marca de indefinición en las construcciones indefini-
das. Interesa en este apartado su valor modal en el que el significado de ‘voluntad’
de gana aparece en el primer plano discursivo. Para ello, cabe observar primero el
significado léxico del sustantivo gana. El término mismo tiene carácter polisémico a
partir de un desarrollo por el que fue ampliando su significado.
Una revisión del Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española (NTLLE)
nos muestra que ya Nebrija definía gana en 1495 como «antojo» o «líbido», de-
finición que es retomada por diversos autores. En los diccionarios de Percival de
1591 y de Palet de 1604 gana es traducido como «will, desire, lust» y «enuie, desir,
volonté». En ellos encontramos por primera vez la equivalencia de gana con ‘de-
seo’ o ‘voluntad’. Oudin en 1607 incluye además la equivalencia de «caprice». En
la tradición hispánica, tales equivalencias las encontramos hasta el diccionario de
Covarrubias de 1611, cuya entrada señala: «vale deseo, apetito, voluntad, y aquellas
cosas de que tenemos gana las apetecemos, por tener gozo y contento enellas, y assi
trae origen esta palabra del nombre Griego γάνς, ganos, que vale tanto como gozo,
y còtento». En el tomo iv (1734) del Diccionario de autoridades de la Academia se
da como equivalentes «Deséo, apetíto, propensión, voluntad, inclinación de alguna
cosa: como de comer, dormir, &c.», definición que con ligeras variaciones se man-
tiene hasta el diccionario de 2001. Cabe aclarar que la identificación de gana con el
significado de «deseo o propensión natural» se empleará más con la construcción
dar ganas y la de «voluntad» con la de dar la gana (cf. Ruiz Velasco, en prensa).
Ahora bien, en el discurso puede ser que la construcción dar la gana, aun
siguiendo el esquema de las construcciones de indefinición a que hemos hecho refe-
rencia, conserve el sentido de ‘voluntad’ o ‘disposición mental’, esto es, mantenga su
significado léxico. Ello es evidente cuando en el discurso co-aparece con una serie de
lexemas asociados conceptualmente vía relaciones de similitud o sinonimia. Entre
tales lexemas encontramos el de voluntad, así como los de antojo o libertad, además

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Las construcciones de indefinición y el rol del contexto

de otros más marcados axiológicamente como desvergüenza o anarquía, y expresio-


nes frasales con un sentido similar. Damos un par de ejemplos:

(7) a. Todos los géneros encarecen, y pujan más por abarcarlos, y con eso, sien-
do suyos, los venden en Manila al precio de su voluntad; y así se les da bien
poco de comprarlos más caros en estas provincias, porque saben que allá en
Manila los venderán á como les diere la gana (s. xviii, Juan José Delgado,
Historia general sacro-profana, política y natural del Poniente llamadas Fili-
pinas).
b. Después van a Segovia, donde Villamil se propone pintar la Fuencisla,
el Parral, y qué se yo qué, y mi marido ver y tasar una colección de clavos
de puertas, bisagras y aldabones que a la venta sale. Por allá se están luegos
días, y si fueran meses, mejor, para que yo respire. ¡Preciosa libertad, cuánto
vales! Así podré llorar a mis anchas a mi amada Justina, y llevarle flores, y
hablar contigo, emborronando todo el papel que me dé la gana. ¡Benditas
cacerías de la Encomienda y benditos clavos de Segovia! Claro que mi li-
bertad sólo es relativa, porque siempre quedan aquí personas que al volver
Felipe le cuentan todo lo que hago; pero esta clase de esclavitud la sorteo yo
perfectamente (s. xix, Benito Pérez Galdós, La estafeta romántica).

En ambos ejemplos tenemos un contexto discursivo en el que se resalta el valor


léxico de gana. Estos contextos se mantienen hasta el siglo xix, como muestra el
último ejemplo, proveniente de Benito Pérez Galdós.

3.2.2. Implicatura de indefinición

Hemos señalado que, dentro del desarrollo diacrónico, ciertos contextos sirven
de puente, en el sentido de que mantienen una lectura ambigua en la que se puede
entender tanto la lectura inicial de una construcción como una posterior. En el caso
que nos ocupa, los contextos que sirven de puente corresponden a contextos en los
que dar la gana señala un conjunto indefinido, si bien la lectura de ‘voluntad’ tam-
bién es posible. Ello se hace evidente cuando en el discurso es claro que se trata de
una opción entre otras:

(8) a. Ella. Qué señorita buscas / saber pretendo.


El. La que me da la gana (s. xviii, José Subirá, Yo soy una majota. Tonadilla
a dúo).

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Liliana Ruiz Velasco D.

b. —Error obeso se dice. Sé bien parlado —advirtió Botaña, con una


risotadita.
—Obeso, adiposo o como te dé la gana, Cervantes... (s. xix, Emilia Pardo
Bazán, El niño de Guzmán).

En los ejemplos (8a y b) va aparejada la implicatura de que podría equivaler


simplemente a sea: la que sea, como sea, una lectura que puede coexistir con la de
‘voluntad’. Este tipo de implicaturas pueden cancelarse, como ocurre en el siguiente
ejemplo al añadirse «siempre y cuando lo halle por conveniente»:

(9) puede V. libremente, sin que nadie le contradiga, antes bien con aplauso,
recomendación y elogio de los escritores liberales, traer, no solo á Dios y á
su religion, que eso es poco, mas también á santo Tomás y á cualquier teó-
logo del siglo xiii, á Mariana del xvi, y á todo el que le dé la gana, siempre
y cuando lo halle por conveniente (s. xix, Fray Francisco Alvarado, Cartas
críticas del Filósofo Rancio, II).

3.2.3. Indefinición

En los contextos de indefinición, esta es la única interpretación posible. Se


trata de los llamados contextos de cambio, en la descripción de Heine (2002), o
contextos aislados, en la descripción de Diewald (2006). En ellos queda bloqueada
la interpretación con el significado de ‘voluntad’. El cambio se observa cuando la
construcción es empleada con eventos inagentivos, que por su significado bloquean
la lectura de ‘voluntad’, como ocurre con un verbo como llamarse:

(10) No hablemos más de ello, padre mío; que Melián vaya bendito de Dios a
corregir indios a Nicaragua y que la hija de Girón se llame Sor Margarita
o como le dé la gana (s. xix, José Milla y Vidaurre, El visitador).

Asimismo, en el CORDE encontramos casos en que la paráfrasis que se pre-


senta posteriormente hace claro el sentido de elección libre y no el de ‘volun-
tad’. En (11) se presenta primeramente una canción:

(11) Sin que la rueda pare, / desde ahora se manda / que cada una se abrace /
con quien le dé la gana (s. xix, Fausto López Villabrille, Colección de juegos
para niños de ambos sexos).

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Las construcciones de indefinición y el rol del contexto

Para explicar enseguida:

(12) Concluido esto, se ejecuta lo expresado en los dos últimos versos: las niñas
(que tienen que ser en número impar) se abrazan con la primera que hallan (s.
xix, Fausto López Villabrille, Colección de juegos para niños de ambos sexos).

Estos usos indican que se está dando un proceso de desemantización3. Cabe


considerar que una consecuencia de ello es que en ciertas variedades del español se
haya optado por el renovamiento de la construcción mediante el cambio del núcleo
verbal. Así, surgen las variantes pegársele la gana e hinchársele la gana.

4. CONCLUSIONES

Las construcciones de indefinición con dar la gana tienen un carácter menos


gramaticalizado que el de los compuestos indefinidos como cualquier(a). Siguiendo
los parámetros clásicos de la gramaticalización, el carácter más fusionado de tales
compuestos sería ya un indicador de ese tipo, pero también lo es su semántica: se
interpretan directamente con un contenido indefinido, si bien hayan dado pie tam-
bién a otros significados (cf. Company y Pozas, 2009). En el caso de las estructuras
frasales de que nos ocupamos, no se ha alcanzado un significado único, sino que
encontramos una suerte de gradiente del significado. Este rasgo del significado de la
construcción lo podemos ver en su carácter polisémico: la construcción es empleada
tanto con un sentido más volitivo como con un sentido claro de indefinición. El
proceso de cambio, como hemos mostrado, se inicia con la construcción dar gana
en la que el sentido de indefinición comienza a aparecer al emplearse en entornos
sintácticos particulares: subordinadas de relativo y con un sintagma escueto. Podría
añadirse el hecho de emplearse el modo subjuntivo (ejemplos 3 y 4), sin embargo,
los datos de que disponemos no nos permiten afirmarlo en forma categórica, sí en
cambio los dos rasgos que hemos mencionado4. Ya en las construcciones con dar
la gana se constata el carácter polisémico de la construcción: un contexto discursivo
en el que aparecen lexemas ligados al significado de ‘voluntad’ trae a primer plano
dicha interpretación volitiva aun cuando no quede descartada la interpretación in-
3
Los ejemplos orales del Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) presentan una varia-
ción similar a la reseñada aquí: casos claros; casos con una lectura ambigua, y casos en que se presentan
asociaciones léxicas con ‘voluntad’ como recurso retórico, de ahí que consideremos que el valor de
indefinición no ha alcanzado la suficiente convencionalización.
4
Para ello remitimos al lector tanto a los datos aquí presentados como en trabajos previos (Ruiz
Velasco, en prensa y ms.).

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Liliana Ruiz Velasco D.

definida; contextos sin esa carga léxica traen a primer plano la lectura polisémica en
los que ambas interpretaciones son posibles si bien, como muestra el ejemplo (9), la
lectura indefinida puede ser cancelada en el contexto posterior; finalmente, ciertos
contextos a los que se ha extendido el uso de la construcción bloquean una lectura
‘volitiva’. Lo anterior confirma el carácter gradiente del significado que ha sido plan-
teado en teorías gramaticales basadas en el uso (cf. Bybee, 2010).
Por último, no está de más resaltar el hecho de que estas construcciones permi-
ten una lectura no específica que abarca tanto contextos en los que hablante y oyente
desconocen la información como aquellos en los que la información es desconocida
para el oyente mas no para el hablante. La instrucción que presentan al oyente, su
significado procedimental, es meramente que la información es desconocida para
este y, por tanto, es de elección libre.

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes primarias

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Fecha de recepción: 7 de mayo de 2019


Fecha de aceptación: 24 de septiembre de 2019

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 451-465 ISSN:1139-1146 465


Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019)
ISSN: 1139-1146
Universidad de Murcia

SUBSECTIVIDAD (CUANTITATIVA Y CUALITATIVA):


UNA CUESTIÓN DE SEMÁNTICA LÉXICA

Carlos Ynduráin Pardo de Santayana


University of Namibia
carlosyndurain@gmail.com

Resumen: Resulta frecuente encontrar apro- Abstract: It is frequent to find studies about
ximaciones a los adjetivos que consideran in- adjectives that consider cases like good or
tersectivos casos como bueno o hábil cuando skillful to be intersective when they are used
estos se emplean con su significado más gene- in their general meaning; that is, when the
ral; es decir, cuando este no viene restringido meaning is not restricted by the noun they
por el sustantivo con el que se relacionan. are associated with. In the example She is a
En She is a beautiful dancer se entiende que beautiful dancer, it is understood that beau-
beautiful es intersectivo si se asume que ella tiful is intersective if we assume that she,
(she), además de ser bailarina, es también besides being a dancer, is also a beautiful
beautiful como persona. Mientras, si se inter- person. However, if the adjective beautiful is
preta que beautiful restringe a dancer, y que restricted to her skill as a dancer, it is consi-
ella es beautiful en su faceta de bailarina, se dered to be acting as a subsective adjective. In
considera que el adjetivo actúa de forma sub- this work, we will present the distinction be-
sectiva. En este trabajo presentaremos la dis- tween subsectivity and intersectivity as a ma-
tinción subsectividad/intersectividad como tter of lexical semantics, without any relation
una cuestión de semántica léxica sin relación to the grammatical structures that adjectives
con las estructuras gramaticales de las que belong to.
formen parte los adjetivos. Keywords: intersective adjectives, subsective
Palabras clave: adjetivos intersectivos, adje- adjectives, subsectivity, intersectivity.
tivos subsectivos, subsectividad, intersectivi-
dad.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146 467


Subsectividad (cuantitativa y cualitativa): una cuestión de semántica léxica

1. INTRODUCCIÓN

En los estudios dedicados a las propiedades lógicas de los adjetivos resulta fre-
cuente encontrar una aproximación a la intersectividad que incluye en el repertorio
de adjetivos intersectivos casos como bueno o hábil cuando estos se emplean con
su significado más general; es decir, cuando se emplean con un significado que no
necesita adaptar su valor a la clase concreta de entidades con que se relacione.
En Olga is a beautiful dancer, por ejemplo, caben dos interpretaciones: una pri-
mera en la que beautiful calificaría a Olga de una manera ‘general’ o ‘absoluta’ (como
persona), y una segunda en la que el adjetivo modelaría su significado para calificarla
exclusivamente como bailarina. Según el modelo que estamos analizando, en el pri-
mer caso el adjetivo actuaría intersectivamente; del mismo modo que, en teoría, lo
haría en el enunciado Olga is beautiful. En el segundo caso, lo haría subsectivamente.
Este modo de entender las propiedades lógicas de los adjetivos atribuye a las
cuestiones gramaticales la capacidad de favorecer (o determinar) interpretaciones de
uno u otro tipo: la posición predicativa1 exige interpretaciones intersectivas, mien-
tras que la posición atributiva admite tanto interpretaciones intersectivas como sub-
sectivas. En español (y en otras lenguas latinas en las que la posición del adjetivo
adjunto no es fija), la anteposición tiende a identificarse con interpretaciones en las
que el significado se muestra de forma restringida: Una buena bailarina es buena, en
principio, como bailarina. Una bailarina buena, en cambio, permite también recu-
perar el valor general del adjetivo.
Desde nuestra perspectiva, sin embargo, las distintas interpretaciones (más o
menos generales) que puedan darse de un adjetivo, según la posición que este ocupe,
resulta un factor irrelevante de cara a su consideración como intersectivo o subsecti-
vo: entendemos que los usos habitualmente descritos como ‘generales’ o ‘absolutos’
presentan también las características propias de la subsectividad, del mismo modo
que lo hacen los sentidos ‘restringidos’ o ‘moldeados’.
El objetivo de este trabajo es, por lo tanto, presentar las propiedades lógicas de
los adjetivos como una característica semántica inherente a estos; sin relación con las
estructuras gramaticales de las que puedan formar parte.

1
En el ámbito anglosajón se denomina attributive position a la posición del adjetivo cuando
este es un modificador directo del nombre (big fish); y predicative position, a la aparición del adjetivo
como cópula (the fish is big). Nosotros, tal y como hacen también otros lingüistas del ámbito hispano,
mantendremos esta terminología y consideraremos que los adjetivos aparecen en posición atributiva
(adjuntos) cuando actúen como modificadores del nombre (pez grande, gran pez). Cuando aparezcan
tras la mediación de un verbo, mientras, entenderemos que su posición es predicativa (disjuntos) (El
pez es grande).

468 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146


Carlos Ynduráin Pardo de Santayana

2. INTERSECTIVIDAD Y SUBSECTIVIDAD

Los adjetivos intersectivos (o absolutos) son aquellos en los que el conjunto de


individuos denotado por el compuesto adjetivo-nombre es la intersección entre el
conjunto denotado por el nombre y el conjunto denotado por el adjetivo.

An adjective like carnivorous is intersective, in that (5) holds for any noun N:
(5) ||carnivorous N|| = ||carnivorous|| ∩ ||N||
(Kamp y Partee, 1994: 137)

Es decir, ante X es un vehículo eléctrico podemos inferir que X es un vehículo y


que X es eléctrico: X pertenece, por lo tanto, a ambas categorías simultáneamente.

Imagen 1. Intersección entre vehículos y cosas eléctricas

Esta misma idea se puede expresar también del siguiente modo: X es un vehícu-
lo eléctrico si (y solo si) X es un vehículo y X es eléctrico. El carácter intersectivo de un
adjetivo viene determinado por dicha inferencia.

Intersective adjectives: Licensed inferences

X is Adj N à X is a N X is a red house à X is a house


X is Adj N à X is Adj X is a red house à X is red
(Cabredo Hofherr, 2010: 6-7)

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146 469


Subsectividad (cuantitativa y cualitativa): una cuestión de semántica léxica

Sobre los adjetivos que no pertenecen a la clase de los intersectivos no se pue-


den aplicar estas reglas inferenciales:

(3) and (4) are by no means equivalent:

(3) Dumbo is a small elephant


(4) Dumbo is small and Dumbo is an elephant.
(Paoli, 1999: 67)

Los adjetivos subsectivos (o relativos), como small, adaptan su valor al contexto


en que se emplean: una misma entidad puede considerarse grande en unas situacio-
nes y pequeña en otras.
No existe, por lo tanto, una categoría absoluta de [lo grande] con la que las
entidades puedan formar intersección: X e Y son cuadrúpedos permite inferir que X
e Y tienen el mismo número de patas; X e Y son grandes, sin embargo, no lleva a la
conclusión lógica de que ambas entidades sean del mismo tamaño: ser grande es
una propiedad relativa cuyo valor es contextualmente moldeable.
La subsectividad (cuantitativa) se da en todos aquellos adjetivos en cuyo signi-
ficado subyace siempre una comparación entre el grado en que se presenta la propie-
dad en la entidad calificada y el grado en que se da en otras.

Plato […] was puzzled by the apparent possibility of opposite qualities […]
co-existing in the same object: if we can say X is taller than Y and shorter than
Z we appear to be ascribing both tallness and shortness to X. More recent-
ly, logicians and linguists have discussed such obviously fallacious deductions
as «This is a small elephant, therefore it is a small animal» (in contrast with
«this is a red book, therefore it is a red object»).
(Lyons, 1977: 274)

Cuando la comparación no pone en relación dos elementos de forma explícita


(X is taller than Y), esta se establece entre la entidad calificada y una clase de cosas de
la que esta forma parte2. La categoría concreta respecto a la que se debe relativizar el
valor del adjetivo es lo que tradicionalmente se ha denominado comparison class: «a
comparison class is a subset of the universe of discourse which is picked out relative
to a context of use» (Klein, 1980: 13). Las entidades forman parte de infinitas cat-
egorías simultáneamente; la categoría que actúa como clase de comparación de un
La comparación se establece respecto al prototipo de la categoría que actúa como referencia
2

(Ynduráin, 2019).

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Carlos Ynduráin Pardo de Santayana

adjetivo subsectivo en un contexto dado es aquella que aporta al enunciado del que
forma parte el mayor grado de relevancia3. Al valor de estos adjetivos se llega, pues,
a través de un proceso inferencial (Ynduráin, 2019).
Si hablamos, por ejemplo, de ratones grandes o de ballenas grandes, podemos
interpretar que las entidades calificadas lo son respecto a la clase de los [ratones]
y a la de las [ballenas], respectivamente. Cada categoría presentará, entonces, su
propio subconjunto de elementos grandes:

Imagen 2. Grande como adjetivo subsectivo

Tomar el nombre que aparece relacionado con el adjetivo como representante


de la categoría de referencia (tal y como ocurre en la imagen 2) es, sin embargo,
solo una de las infinitas posibilidades interpretativas: en ballena grande es posible
entender también, por ejemplo, que el animal en cuestión es grande respecto a la
categoría de los [mamíferos] (imagen 3). La interpretación correcta será la que
3
El factor fundamental que permite la interpretación de los enunciados (más allá de lo estricta-
mente lingüístico) es el hecho de que, como señala Grice (1989), la mayor parte de la comunicación
humana se basa en la expresión y el reconocimiento de intenciones. Esta idea la recogen y desarrollan
posteriormente Sperber y Wilson (2004): las emisiones generan en el oyente de manera automática
una serie de expectativas de relevancia que lo dirigen hacia el significado. Cada emisión lingüística
pone en funcionamiento procesos inferenciales destinados a conseguir interpretar los enunciados de
modo tal que su relevancia sea la máxima que se pueda obtener. En estos procesos, el oyente debe inter-
pretar siempre lo que escucha de forma que el enunciado pueda ser analizado como una forma lógica
completa; es decir, como la descripción de un estado de cosas (o proposición) que pueda ser falseado
o verificado. Esta descripción del estado de cosas, a la que se llega por medio de procesos inferenciales,
es la explicatura del enunciado. En el caso de los enunciados en que aparecen adjetivos subsectivos, la
explicatura se obtiene tras interpretar el valor (cuantitativo o cualitativo) de estos.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146 471


Subsectividad (cuantitativa y cualitativa): una cuestión de semántica léxica

aporte la mayor relevancia al enunciado concreto en que aparezca el adjetivo dentro


de un contexto dado.

Imagen 3. Ballena grande (como [ballena]) y grande (como [mamífero])

A este tipo de subsectividad, relacionada con el grado en que se manifiesta una


propiedad en una entidad, podemos denominarla subsectividad cuantitativa. En el
siguiente subapartado trataremos otra clase de subsectividad: la subsectividad cua-
litativa.

2.1. Subsectividad cualitativa

Un adjetivo puede adaptar su significado al contexto en que se emplea también


de forma cualitativa: en ese caso, el adjetivo no modula el grado en que se manifiesta
la propiedad con que se relaciona, sino que adapta la manera en que esta se aplica:
«a good pianist is good in a very different way that a good carpenter, and a good
villain has quite different traits from a good hero» (Baker, 2003: 210)4.
Estos adjetivos cualitativamente subsectivos (como bueno/good o habilidoso/
skillfull) tampoco permiten las inferencias lógicas que asociábamos más arriba con
los intersectivos:

[…] not all adjectives are intersective. Skillful is an instance of a non inter-
sective adjective. As Parsons (1968) and Clark (1970) pointed out in the late
4
Los adjetivos cualitativamente subsectivos son también cuantitativamente subsectivos: el grado
en que es, por ejemplo, buena una persona debe ponerse en relación con una clase de cosas que aporte
una referencia.

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Carlos Ynduráin Pardo de Santayana

1960s, the invalidity of arguments like (6) is sufficient to establish this. For if
(5) were true with carnivorous substituted by skillful, then (6) should be valid.
But clearly it is not:
[(5) ||carnivorous N|| = ||carnivorous|| ∩ ||N||]
(6) Mary is a skillful surgeon
Mary is a violinist
______________
Therefore, Mary is a skillful violinist

(Kamp y Partee, 1995: 138)

Escuchar de alguien que es un buen pianista no permite, por lo tanto,


inferir que esa persona sea buena, pero sí permite asumir que es un pianista5:

Subsective adjectives: Licensed inferences


X is Adj N → X is a N X is a perfect typist → X is a typist
X is Adj N → *X is Adj X is a perfect typist → *X is perfect
(Cabredo Hofherr, 2010: 7)

Nos encontramos de nuevo con asociaciones que no pueden entenderse como


una intersección entre conjuntos: un buen abogado no pertenece simultáneamente a
la clase de los [abogados] y a la de [aquello que es bueno], pues no existe una
clase general como la segunda que hemos indicado:

[…] la denotación del grupo nominal un abogado excelente no se obtiene esco-


giendo los individuos que pertenecen tanto a la clase de los abogados como a
la de los seres excelentes, sino más bien seleccionando aquellos abogados que
satisfacen de forma excelente determinados requisitos asociados con tal profe-
sión.
(NGLE: 924)

Del mismo modo que los ratones y las ballenas de la imagen 2 contaban con
su propio subconjunto relacionado con el concepto grande, los abogados y los
ladrones, por ejemplo, poseen sus propios elementos buenos:

5
Como veremos en el apartado 4, los adjetivos intensionales no siempre permiten esta clase de
inferencias.

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Subsectividad (cuantitativa y cualitativa): una cuestión de semántica léxica

Imagen 4. Bueno/a como adjetivo subsectivo

Lo que entendemos por subsectividad cualitativa es muy similar a aquello que


Pustejovsky (1995) denomina complementary polysemy: cada contexto de uso activa
parte de las propiedades (qualia, en Pustejovsky) asociadas a un sustantivo y esto
determina qué aspectos de los potencialmente adscribibles al adjetivo con que se
relaciona deben ser tenidos en consideración.

Complementary polysemy is also seen in other categories as well. For example,


adjectives such as good have multiple meanings, depending on what they are
modifying.
a. a good car
b. a good meal
c. a good knife
In some sense, the adjective good is merely a positive evaluator of the nominal
head it is modifying.
(Pustejovsky, 1995: 32)

Fauconnier y Turner (2003: 15) presentan una idea similar a nuestro concepto
de subsectividad cualitativa cuando ilustran la perspectiva enciclopédica del
significado a través de los siguientes enunciados: The child is safe, The beach is safe y
The shovel is safe. Emitidos frente a una escena en la que un niño juega en una playa,
cada uno de ellos activaría unas propiedades diferentes de entre todas las relaciona-
das con el adjetivo safe:

474 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146


Carlos Ynduráin Pardo de Santayana

These examples illustrate that there is no single fixed property that safe assigns
to the words child, beach and shovel. In order to understand what the speaker
means, we draw upon our encyclopedic knowledge relating to children, bea-
ches and shovel, and our knowledge relating to what it means to be safe.
(Evans y Green, 2006: 161-162)

A pesar de que podríamos plantearnos si la subsectividad cualitativa no es un


fenómeno que, de un modo u otro, se da en casi la totalidad de los adjetivos califica-
tivos, consideramos que, mediante el uso de algunos ejemplos prototípicos (bueno,
safe…), hemos presentado de manera suficientemente clara sus características funda-
mentales y hemos mostrado de forma detallada qué diferencia esta clase de subsecti-
vidad de la subsectividad de carácter cuantitativo.
En los apartados siguientes recogeremos otras formas de concebir la subsecti-
vidad y abordaremos los factores que alejan dichas concepciones de aquella por la
que nosotros abogamos.

2.2. El sentido general es también subsectivo

Los adjetivos como good/bueno o bello/beautiful adaptan su significado, como


hemos indicado en el apartado precedente, al tipo de entidades con las que se re-
lacionan. Es cierto, sin embargo, que podemos diferenciar significados de carácter
específico y significados de carácter más general: enunciados como Olga es buena pa-
recen evocar un sentido puro del adjetivo; un sentido que no sufre una modulación
contextual. Un sentido, en definitiva, intersectivo…
Desde nuestro punto de vista, sin embargo, el hecho de que un adjetivo no se
muestre restringido a un contexto especialmente marcado (el de los abogados, el
de los ladrones…) no implica un uso intersectivo del mismo: en Olga es buena, por
ejemplo, se indica que Olga es buena… como [persona]: resulta también impres-
cindible recurrir a una clase de cosas respecto a la que relativizar el valor del adjetivo:
Consideramos, pues, que en cualquier uso de un adjetivo de los que hemos
denominado cualitativamente subsectivos (como bueno) se mantiene la idea de sub-
sectividad. Entendemos que existen dos factores fundamentales que nos permi-
ten sostener que esto es así:
1) El hecho de que la clase de referencia no aparezca explicitada por un sustan-
tivo no implica que esta no exista. De hecho, aunque tradicionalmente se ha consi-
derado que es el sustantivo que acompaña al adjetivo (cuando un adjetivo aparece en
posición atributiva) o el que cumple la función de sujeto (cuando el adjetivo aparece
en posición predicativa) el representante de la categoría que debe actuar como clase

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Subsectividad (cuantitativa y cualitativa): una cuestión de semántica léxica

Imagen 5. Bueno/a como adjetivo subsectivo (también para las personas)

de comparación, un análisis detallado demuestra que esta asignación depende de


factores contextuales, y que otras opciones son también posibles: «Not only predi-
cative adjectives, but also adjectives used attributively may take a comparison class
other than the one specified by the head-noun and/or subject of the sentence» (Tri-
bushinina, 2008: 146).
Resulta evidente que en Olga es buena no se puede acudir al sujeto como repre-
sentante de la clase respecto a la que se debe relativizar; tampoco es necesariamente
así cuando nos encontramos ante nombres que sí evocan una clase de cosas: se puede
entender, por ejemplo, La mujer es buena/Una mujer buena poniendo en relación el
adjetivo con la clase de las [personas], y no necesariamente con la de las [mujeres].
Parece claro, pues, que la interpretación de los enunciados en que aparecen
adjetivos como los que nos ocupan no puede limitarse a un simple proceso de desco-
dificación lógico-lingüística: resulta siempre necesario recurrir a procesos inferen-
ciales basados en la búsqueda de la mayor relevancia posible (Ynduráin, 2019) con
los que moldear su valor.
2) El hecho de que una categoría subsuma otras ([persona], subsume [abo-
gado] o [ladrón], por ejemplo) resulta, desde nuestra perspectiva, irrelevante a
la hora de considerar intersectivo o subsectivo un adjetivo que se relacione con ella.
El significado de los adjetivos subsectivos debe modularse siempre, aunque pueda
variar el nivel taxonómico respecto al que deba producirse dicha modulación: el
significado de buena en Olga es muy buena, por ejemplo, sufre una adaptación cuali-
tativa tanto si se interpreta respecto a [abogada] como si se hace respecto a [tra-
bajadora] o [persona]. Estos adjetivos nunca presentan, pues, un valor absoluto
que no haga necesaria su relativización.

476 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146


Carlos Ynduráin Pardo de Santayana

3. LO QUE EN OTROS AUTORES SE ENTIENDE POR


SUBSECTIVIDAD (CUALITATIVA)

En diversas obras recientes (a las que haremos mención a lo largo de este apar-
tado) dedicadas al estudio de los adjetivos encontramos interpretaciones de sus pro-
piedades lógico-semánticas en las que los usos que más arriba hemos denominado
‘puros’ o ‘generales’ son considerados intersectivos (o absolutos).

The English sentence Mayra is a beautiful dancer provides a good example of


the phenomenon, since it can mean either that Mayra is beautiful as a dancer
(relative) or that Mayra herself is generally beautiful (absolute).
(Siegel, 1980: v)

En lo sintáctico, dicha intersectividad se suele identificar con la aparición de


los adjetivos en posición predicativa:

Siegel (1980) shows that nonintersective interpretations are associated with


attributive modification, not with predicative uses of an adjective. For exam-
ple, beautiful in (125a) easily gets a special reading in which it is not assert
ordinary physical beauty, but rather a special kind of beauty that is relevant
only to being a dancer-the beauty of dancing well. In contrast, when used as a
simple predicative adjective ((125b)), the salient reading of the adjective is the
one of ordinary physical beauty.
(125) a) She is a beautiful dancer
b) That dancer is beautiful
(Baker, 2003: 259)

The intersective/non-intersective distinction is partially correlated with the


syntax of the adjectives: only attributive adjectives allow intersective and
non-intersective readings, while predicative adjectives are always intersective.
(Cabredo Hofherr, 2010: 7)

[…] beautiful in (21) can either modify the person or her dancing. […] In case
the person is modified, the interpretation is (or at least can be) intersective.
[…] However, if beautiful modifies her dancing, the reading is not intersective
but subsective, since not everyone who dances beautifully also looks beautiful.
[…]

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146 477


Subsectividad (cuantitativa y cualitativa): una cuestión de semántica léxica

21. A beautiful dancer


(Reichard, 2013: 7)

La posición predicativa del adjetivo, como vemos, se relaciona (en inglés) con
un uso general o absoluto que se identifica con la intersectividad. La posición atri-
butiva, mientras, permite interpretaciones subsectivas: «only attributive adjectives
can have non-intersective meanings» (Cabredo Hofherr, 2010: 18).
En español, la situación pre o posnominal del adjetivo modificador del nombre
también parece tener relación con interpretaciones intersectivas o subsectivas:

I will […] assume that non-intersective and intersective adjectives have pre-
ferred positions within DP, namely prenominal and postnominal position,
respectively:
El buen abogado
Lit. The good lawyer (good as a lawyer) (Non-intersective reading)
El abogado bueno
Lit. The lawyer good (good as human being) (Intersective reading)
(Demonte, 2008: 72)

Algo similar a lo expresado por Demonte sobre el español parece deducirse de


las lenguas latinas en general:

As Cinque (2010) notes, in Romance languages, the pattern is complemen-


tary to that of English: prenominal adjectives can only get a subsective reading
whereas postnominal adjectives are ambiguous between intersective and sub-
sective readings.
(Reichard, 2013: 9)

Los ejemplos que emplean estos autores para ilustrar la relación entre gramá-
tica y subsectividad pertenecen en todos los casos a aquello que nosotros hemos de-
nominado subsectividad cualitativa: en ningún caso se emplean adjetivos cuya rela-
tivización debiera llevarse a cabo solo de forma cuantitativa (o, dicho de otro modo,
en relación al grado en que se presenta una propiedad). Suponemos, pues, que los
factores sintácticos no tienen influencia en una posible interpretación intersectiva
del valor cuantitativo de los adjetivos como grande o big:

The big elephant à ¿Cabría una interpretación general de big?


The elephant is big à ¿Exigiría una interpretación general de big?

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Carlos Ynduráin Pardo de Santayana

El gran elefante à ¿Se favorecería una interpretación menos general de gran?6


El elefante grande à ¿Se favorecería una interpretación general de grande?

Parece claro que la posición de un adjetivo cuantitativamente subsectivo no se


relaciona nunca con interpretaciones intersectivas del mismo: un elefante es grande
siempre respecto a determinada clase de cosas7.
En nuestra opinión, como señalábamos en apartados anteriores, tampoco la
subsectividad cualitativa de los adjetivos como bueno o good se ve alterada por cues-
tiones sintácticas: siempre resulta necesario relativizar su valor respecto a una deter-
minada clase de cosas que debe ser inferida pragmáticamente.

3.1. Antecedentes del problema

La parte de la Lingüística más próxima a la lógica y a los lenguajes formales tra-


tó el problema que planteaban algunos adjetivos ya desde los años sesenta del siglo
xx. En su aproximación a esta clase de palabras aparecen planteamientos en los que
podemos encontrar el germen de los enfoques sobre subsectividad e intersectividad
tratados en el tercer apartado de nuestra investigación.
La figura más destacada de este periodo fue Richard Montague8, matemático y
filósofo estadounidense que trató de remodelar los mecanismos de la lógica formal
para adaptarlos a las particularidades de los lenguajes naturales.

6
La postposición o anteposición de los adjetivos dimensionales en español sí se relaciona, respec-
tivamente, con interpretaciones literales (relacionadas con el tamaño) o metafóricas (relacionadas
con otras clases de conceptos: importancia, calidad…).
7
En ocasiones actúa como clase de contraste aquello que al ser humano le resulta abarcable,
manejable, alcanzable, concebible… Si, por ejemplo, se dice de una estrella que Es pequeña en términos
astronómicos, pero, en realidad, es inmensa se está empleando el adjetivo inmensa en relación al conjun-
to de las magnitudes con las que suelen manejarse las personas. Creemos, por lo tanto, que existe un
mecanismo cognitivo que, basándose en las capacidades humanas, recurre a la categoría de [lo abarca-
ble] para que, en ocasiones, actúe como una suerte de referencia absoluta respecto a la que valorar las
entidades. En otros contextos son las proporciones humanas lo que se emplea como elemento de refe-
rencia. Así, cuando un objeto permite establecer analogías entre sus partes constituyentes y las formas
humanas, se considera que las segundas representan lo neutro y actúan como estándar de comparación:
«when we see animals having a conspicuous physical feature peculiar to them, we make, consciously
or unconsciously, comparisons between the image we have of our own selves and those that strike our
eyes» (Suzuki, 1970: 555).
8
Montague considera fundamental para el desarrollo de sus teorías sobre el tratamiento de los
adjetivos trabajos previos de Hans Kamp y Terence Parsons (a los que haremos referencia más adelan-
te) que en aquel momento no habían sido todavía publicados.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146 479


Subsectividad (cuantitativa y cualitativa): una cuestión de semántica léxica

There is in my opinion no important theoretical difference between natural


languages and the artificial languages of logicians; indeed, I consider it possi-
ble to comprehend the syntax and semantics of both kinds of languages within
a single natural and mathematically precise theory.
(Montague, 1970: 373)

Una de las particularidades a las que debió enfrentarse se hallaba en la rela-


ción de los sustantivos con los adjetivos subsectivos e intensionales: «Montague
concludes that adjectives cannot be treated as ordinary predicates. For traditional
logic, adjectives, intransitive verbs and common nouns are nothing but one-place
predicates» (Paoli, 1999: 68).
Tradicionalmente, como se recoge en la cita de Paoli, los adjetivos se considera-
ban en todos los casos elementos que atribuían una propiedad al nombre con el que
se relacionaban: ser azul, por ejemplo, se entendía como una propiedad aplicable
a cualquier entidad azul.
azul*(N) = N es azul9
Este modelo, como podemos deducir por lo visto en apartados precedentes, no
funcionaba con determinados adjetivos: las propiedades como ser grande no son
absolutas y no implican unas características universales.
Montague entiende que, en lo semántico, los adjetivos se corresponden con
funciones que asignan a cada elemento de un primer conjunto (formado por los
sustantivos) un único elemento de un segundo conjunto (formado por las uniones
sustantivo-adjetivo): «Adjectives are functions that map the (intensional) semantic
value of the CNP they combine with onto the semantic value of the ADJ + CNP
combination» (Partee 2010: 3).
Así, como señala Siegel (1979: 228), los postulados de Montague podrían tra-
ducirse del siguiente modo (siempre que entendamos que, en Marya is a beautiful
dancer, beautiful presenta un valor relativo a dancer):

(beautiful (dancer))*(m) = Marya is a beautiful dancer

Para Montague los sustantivos representaban también propiedades, por lo que


las funciones vinculadas con los adjetivos partían desde propiedades hacia propie-
dades:

Seguimos el modelo formal con el que Siegel (1979) aborda el tratamiento de los adjetivos
9

dimensionales en la gramática de Montague.

480 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146


Carlos Ynduráin Pardo de Santayana

In terms of the type theory of Montague’s Intensional Logic (Montague 1970,


Montague 1973), where common noun phrases are of type <<s,e>,t> […] the
most general type for adjectives was taken to be <<s,<<s,e>,t>>, <<s,e>,t>>.
(Partee, 2010: 3)10

Within the Montague tradition, adjectives are typically treated as functions


from properties to properties that take nouns as arguments. […] This acts as
a general semantic type which arguably covers different classes of adjectives.
(Fernández Rovira, 2011: 3)

Los adjetivos actuaban, por lo tanto, sobre ‘modo de darse’ de los nombres;
modificaban su intensión:

[Adjectives] are taken to be functions which map the intension of noun phra-
ses into such intensions of noun phrases. Subsective and non-subsective ad-
jectives, therefore, modify the intension, rather than the extension, of a noun.
(Reichard, 2013: 4)

[...] el significado de un adjetivo es concebido como aquella función que, a cada


propiedad (la expresada por el sustantivo) le asigna otra propiedad (la que ex-
presa la frase nominal). Así, por ejemplo, el adjetivo ‘doctus’ es aquella función
que nos envía del significado de ‘uir’ al significado de ‘doctus uir’.
(Romero Sangüesa, 1994: 736)

Este planteamiento intensional permitía salvar el problema de la subsectividad:


el adjetivo no se entendía ya como una propiedad aplicable a las entidades relaciona-
das con un nombre, sino como un elemento transformador del propio nombre con
que se relacionase. De cualquier modo, la referencia que permitía la interpretación
del adjetivo parecía ser siempre aquella evocada por el sustantivo.
Los trabajos de Montague (1970), junto a los de Parsons (1968), Kamp (1975)
o Klein (1980), provocaron que, dentro de la lógica formal, coexistieran dos modos
de tratar los adjetivos: uno más tradicional (P-theories), que consideraba que en el
uso de los adjetivos subyace siempre una predicación que asocia una propiedad a los
nombres, y uno más innovador (NM-theories), que consideraba que el adjetivo es un
modificador del nombre que transforma a los sustantivos en expresiones complejas.
10
Como apunta la propia Partee (2010: 3), esta formalización puede adaptarse a convenciones
más actuales como <e,t> (para la «common noun phrase») y <<s,<e,t>>, <e,t>> (para «the most
general type for adjectives»).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146 481


Subsectividad (cuantitativa y cualitativa): una cuestión de semántica léxica

In the P-theories (Klein´s therminology) it is postulated that adjectives are


formally to be considered as predicates.
(Hoepelman, 1986: 103)

In the NM-theories (as we will call them following Klein) it is maintained that
adjectives are to be considered as modifiers of common nouns, forming new,
more complex nouns.
(Hoepelman, 1986: 103)

La terminología empleada por Klein nos muestra que los dos modos de enten-
der los adjetivos se identificaban con una división de carácter sintáctico (que se re-
conoce, entre otras lenguas, en el inglés): la aparición del adjetivo como modificador
del nombre (noun modifier: NM) se identificaba con la idea de función; el adjetivo
como cópula (predicative position: P), en cambio, se relacionaba con el concepto de
predicado11.
Esta división se sustentaba en casos ‘extremos’ como former o asleep, que, en
inglés, solo admiten una posición respecto al sustantivo: The former president (*The
president is former) / The dog is asleep (*The asleep dog). Estos casos, efectivamente,
pueden vincularse con el tratamiento de los adjetivos como funciones o como pre-
dicados: un former president no es realmente un presidente, por lo que, inevitable-
mente, estamos ante una entidad distinta a aquella con que se relaciona el sustantivo.
El adjetivo asleep, sin embargo, no modifica la esencia de la entidad con que se rela-
ciona y puede, además, aplicarse a distintos elementos de modo general. La mayoría
de los adjetivos presenta, sin embargo, la posibilidad de aparecer tanto en posición
predicativa como atributiva:

Most adjectives have in English both ‘attributive’ (prenominal) and ‘predicati-


ve’ occurrences, although a few only occur either as attributives (e.g. ‘former’)
or as predicates (e.g. ‘asleep’). Does this syntactic dichotomy show up even on
the semantic level? A number of authors who share this opinion (like Siegel,
1979) [12] postulate indeed two different semantic classes, attributive adjecti-
ves and predicative adjectives. However, if this were correct, the same adjecti-
ve, e. g. ‘good’, should belong to different classes according to circumstances.
Hence, most writers agree that a more uniform treatment is needed.
(Paoli, 1999: 69)
11
Formalmente podemos señalar que, mientras las P-theories tratan al adjetivo como una entidad
de tipo <e,t>, para las NM-theories esta clase de palabra pertenece al tipo <<e,t>,<e,t>>.
12
Nosotros citamos este trabajo según la edición de 1980.

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Carlos Ynduráin Pardo de Santayana

Las dos corrientes a las que hacíamos referencia más arriba trataban de supe-
rar estas diferencias sintácticas y establecer un criterio unificado: consideraban que
todo adjetivo, independientemente de su posición en un enunciado concreto, era,
en esencia, un modificador del nombre (función) o un atributo (predicado).

There are two main families of uniform semantic theories of adjectives: at-
tributive theories suggest that even syntactically predicative occurrences of
a given adjective can be treated as semantic attributives, whereas predicative
theories lay the opposite claim.
(Paoli, 1999: 69)

Para los defensores de las attributive theories13 (o NM-theories), a pesar de que


un adjetivo pudiera aparecer en un enunciado como cópula, siempre subyacía en él
el carácter de modificador del nombre.

Montague accounts for the predicative use of adjectives introducing a dummy


noun (‘entity’). (5) and (6) are thus claimed to be equivalent:
(5) This is red
(6) This is a red entity
(Paoli, 1999: 69)

Montague (1970) entendía, pues, que cualquier adjetivo, aunque apareciera


como cópula, modificaba realmente (como una función, insistimos) el concepto
primario entidad14.

There is a well-known theory, first advanced by Montague (1970) and Parsons


(1970), according to which adjectives are basically noun modifiers. On this
approach, the predicative use of an adjective is to be analyzed in terms of its
pronominal use. Thus, ‘Nat is big’ is taken to mean something like ‘Nat is a big
entity’ or, in some context, ‘Nat is a big flea’.
(Klein, 1980: 6)

13
Ad-common noun theory, para Siegel (1980: 56).
14
Otros autores utilizan estrategias similares para defender la esencia ‘modificadora’ del adjetivo.
Hoepelman (1986), por ejemplo, trata, tanto los adjetivos como los nombres, como funciones. Los
nombres serían funciones que se aplicarían a «one basic predicate, T, to be read as ‘thing’ or ‘entity’. All
other predicates will be formed by applying a common noun to T. On the other hand, adjectives will
have the task of forming new common nouns out of already defined ones» (Hoepelman, 1986: 200).

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146 483


Subsectividad (cuantitativa y cualitativa): una cuestión de semántica léxica

Kamp (1975) señala que el modelo de Montague falla, fundamentalmente, en


la inespecificidad de la entidad con la que debía relacionarse la interpretación atri-
butiva de adjetivos que aparecían en posición predicativa:

According to this theory the meaning of an adjective is a function which maps


the meaning of noun phrases onto other such meanings; e.g. the meaning of
‘clever’ is a function which maps the meaning of ‘man’ into that of ‘clever man’
[…]. Predicative uses of adjectives are explained as elliptic attributive uses.
Thus ‘This dog is clever’ is analyzed as ‘This dog is a clever dog’ or as ‘this dog
is a clever animal’, or perhaps as ‘This dog is a clever being’. Which noun phrase
ought to be supplied in this reduction of predicative to attributive use is in ge-
neral not completely determined by the sentence itself, and to the extent that
it is not, the sentence must be regarded as ambiguous.
(Kamp, 1975: 123)

En Kamp (1975), Klein (1980) y Kamp y Partee (1995) se defiende la idea


‘tradicional’ de que los adjetivos funcionan siempre como predicados: se sitúan,
pues, en las llamadas P-theories.
Las dificultades que pudieran plantear determinados adjetivos deberían supe-
rarse mediante una semántica que tuviese en consideración los factores contextuales:

It is my strong conviction that when we learn the meaning of an adjective we


learn, as a part of it, with greater or lesser precision to what degree, or extent,
the adjective applies to the various entities to which it applies at all.
(Kamp, 1975: 123)

Así, una vez que se tuviera claro el valor del contexto, cualquier adjetivo relati-
vo podría tratarse del mismo modo que los intersectivos.

Kamp and Partee (1995), following up on earlier work by Kamp (1975) and
Klein (1980), argue that relative adjectives, which at first sight appear to be
subsective, are in fact intersective but context-dependent: their interpretation
depends on a contextually provided comparison class C that does not be coex-
tensional with the head noun. […] The idea behind this view is that, once C
has been fixed by the context, relative adjectives can simply be treated as inter-
sective.
(Fernández Rovira, 2011: 3)

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Carlos Ynduráin Pardo de Santayana

Grande, por ejemplo, se trataría formalmente como un adjetivo intersectivo…


siempre que se tuviera en consideración una clase determinada respecto a la que
relativizar su valor.
Podemos decir que la aproximación de Montague es, en definitiva, una genera-
lización «to the worst case» (Partee, 2010: 1) que permite abordar todos los adjeti-
vos desde una misma perspectiva: el tratamiento que recibe presunto es el mismo que
aquel con el que se trata cuadrúpedo. Kamp y Klein, mientras, al incluir en su análisis
la variable representada por el contexto, abordan los adjetivos relativos desde el caso
más sencillo: como intersectivos… siempre que su análisis tenga en cuenta cuál es la
clase de referencia respecto a la que se debe relativizar su valor.
La idea de que las distintas posiciones de un adjetivo determinan su intersecti-
vidad/subsectividad aparece, como acabamos de recoger, ya de manera muy arraiga-
da en la semántica formal de la segunda mitad del siglo xx: la identificación del ad-
jetivo como asignador de propiedades absolutas se relaciona con su aparición como
cópula; la concepción del adjetivo con una función se relaciona, mientras, con sus
apariciones como modificador del nombre.
Estas propiedades sintáctico-semánticas llevaron a Siegel (1980), incluso, a
defender una división de lo que tradicionalmente se había considerado que era un
adjetivo en dos clases de palabras distintas: «adjectives do not form a unified syn-
tactic-semantic category» (Siegel, 1980: vi). Una clase se correspondería con las
palabras que aparecen en posición predicativa (y actúan como un predicado de pri-
mer orden); la otra con la de los modificadores del nombre (que actúan como una
función).

The theory of adjectives that I have presented includes two basic syntactic-se-
mantic categories for adjectives. One […] for adjectives that actually modify
the extensions of noun phrases, in closely allied in intransitive verbs. The other
[…] for adjectives that modify the intensions of common nouns, can only be
called adjectival.
(Siegel, 1980: 150)

Los adjetivos atributivos, por lo tanto, se combinarían con los nombres para
formar nuevos sintagmas nominales complejos. Los predicativos, mientras, serían
similares a los verbos intransitivos: predicarían algo sobre una entidad.
Esta atribución a lo sintáctico de un papel fundamental a la hora de ‘activar’ unas
u otras propiedades de los adjetivos surge a partir de los casos extremos del inglés:
*The asleep dog / *The president is former. Efectivamente, cuando en inglés un adjetivo

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Subsectividad (cuantitativa y cualitativa): una cuestión de semántica léxica

solo puede emplearse en una posición, a este le corresponde también una determinada
propiedad lógico-semántica… No puede inferirse de este hecho, sin embargo, que la
posición del adjetivo determine sus propiedades. El análisis adecuado es, en nuestra
opinión, el inverso: son sus propiedades las que determinan su posición.
Además, como resulta evidente, las particularidades del inglés no deben con-
siderarse universalmente extrapolables; no ya solo porque haya lenguas en las que el
adjetivo solo admite una posición (Baker, 2003: 206), sino porque en las lenguas en
las que ambas posiciones15 son posibles, estas no tienen por qué corresponderse con
los mismos valores semánticos con que lo hacen en inglés.

4. INTENSIONALIDAD

En los apartados precedentes hemos sostenido que la intersectividad y la sub-


sectividad son propiedades semánticas inherentes a los adjetivos: no dependen de las
estructuras gramaticales de las que formen parte.
Consideramos, sin embargo, que la posición del adjetivo (al menos en español
y en inglés) sí puede dar pie a una alternancia entre lecturas intensionales y lecturas
no intensionales16.
Un adjetivo intensional no se relaciona con unos elementos previamente cons-
tituidos como entidades, sino que marcan el modo en que estos se constituyen como
tales. En former senator, por ejemplo, el adjetivo former no afecta a la entidad sena-
dor, sino al hecho de ser senador en sí mismo: un antiguo senador no pertenece
en realidad a la clase de los [senadores].

Adjectives like former, alleged, counterfeit are neither intersective nor subsec-
tive:
(8) (a) ||former senator|| =/= ||former|| ∩ ||senator||
(8) (b) ||former senator|| ⊈ ||senator||
That is, not only does the set of former senators fail to be the intersection of
the set of former things (whatever it might mean) with the set of senators;
moreover, as (8b) asserts, it is not even true that the set of former senators is a
subset of the set of senators.
(Kamp y Partee, 1995: 138)

15
Baker (2003: 206-207) señala que «the large majority of adjectives can be used both predica-
tively and attributively in a majority of languages».
16
Es frecuente encontrar estudios en los que los adjetivos subsectivos y los intensionales aparecen
agrupados dentro de una misma categoría: como non-intersective adjectives.

486 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146


Carlos Ynduráin Pardo de Santayana

Estos adjetivos pueden entenderse como funciones que actúan sobre las propie-
dades (como ser senador o ser astronauta) para constituir nuevas propieda-
des (como ser un antiguo senador o ser un antiguo astronauta):

A very general way to incorporate this insight is to regard adjectives like ‘for-
mer’ as property operators, that is, as functions from properties to properties
[…]. For example, former can be interpreted as a function that maps the pro-
perty of being an astronaut to the property of being a former astronaut.
(Chierchia y McConnell-Ginet, 1990: 461)

Podemos decir que antiguo (former), supuesto (alleged) o falso (fake) son algu-
nos de los máximos exponentes de la intensionalidad17: aplicados al nombre de una
entidad cuestionan o niegan que dicha entidad ‘merezca’ realmente el nombre con
el que se le hace referencia.

Algunos adjetivos […] solo sirven para indicar la manera como el concepto
o intensión de un término se aplica a un determinado referente. Cuando de-
cimos […] que alguien es un falso amigo o que es el supuesto asesino, lo que
estamos aseverando es que, en realidad, el significado de ‘amigo’ o ‘asesino’ no
se aplica (o es posible que no se aplique) al objeto mentado.
(Demonte, 1999: 139)

Otros adjetivos presentan una intensionalidad algo más ‘sutil’: en un auténtico


amigo sí podemos sostener que el referente pertenece a la clase de los [amigos]. El
uso de auténtico18, sin embargo, se considera intensional porque afecta a la manera
en que se da la propiedad de ser amigo. Algo similar puede decirse de los adjetivos
que aparecen en estos sintagmas: Sus constantes faltas de respeto19, El cercano puente20
y Su distante actitud21

17
Partee (1995), y gran parte de la producción lingüística posterior, denomina nonsubsective a
estos adjetivos.
18
Estos adjetivos «orientan la interpretación hacia la unicidad, singularidad y compacidad del
referente [u] orientan en cambio la interpretación hacia la exhaustividad de la referencia, invitan a que
la acepción correspondiente se aplique al referente con todas sus consecuencias, sin ningún género de
dudas» (Demonte, 1999: 207).
19
Esta clase de adjetivos se emplean para aludir a la manera de estructurarse el evento expresado
por el sustantivo de naturaleza verbal.
20
Estos adjetivos «modifican los aspectos temporales y situacionales del nombre» (Rodríguez
Ramalle, 2005: 169-170).
21
Esta clase de adjetivos señalan, como los adverbios de manera, «la manera como se presenta el

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Subsectividad (cuantitativa y cualitativa): una cuestión de semántica léxica

Estos adjetivos no pueden aparecer (ni en español ni en inglés, entre otras len-
guas) como adjetivos disjuntos con verbos copulativos. Además, en español (y en
otras lenguas romances) la posición prenominal o postnominal favorece la inter-
pretación intensiva o extensiva (respectivamente) de algunos adjetivos: en El viejo
amigo y El amigo viejo «the pronominal adjective modifies the reference or inten-
sion of the noun, while the post-nominal adjective modifies the referent or exten-
sion denoted by the expression» (Martín, 2009: 1). Viejo, por lo tanto, presenta un
significado extensional en el segundo caso propuesto: selecciona una parte de los
miembros de la clase [amigo]. En el primer caso, afecta al modo en que el amigo
tiene la propiedad de serlo: un viejo amigo lo es desde hace mucho tiempo.
Huddleston y Pullum (2002: 428) recogen ejemplos del inglés en que los que
se da una alternancia similar: My old school / The school is very old y My old friend /
My friend is old. Solo en el segundo ejemplo de cada par puede decirse que la entidad
presenta la propiedad de ser viejo/a con su sentido principal.
Con esta aproximación a los adjetivos intensionales hemos tratado de mostrar
que la alternancia intensionalidad/no-intensionalidad sí puede verse afectada por
cuestiones gramaticales22. Esto contrasta con la alternancia entre intersectividad y
subsectividad: desde el punto de vista que defendemos en este trabajo, se trata, in-
sistimos, de una propiedad que cada adjetivo presenta de forma inherente.

5. CONCLUSIÓN

Desde la perspectiva que presentamos en esta investigación, la intersectividad y


la subsectividad son propiedades inherentes a los adjetivos cuyo estudio debe abor-
darse desde la óptica de la semántica léxica.
Consideramos que los adjetivos subsectivos, para su correcto análisis, deben
dividirse en dos categorías diferenciadas: los subsectivos cuantitativos y los subsec-
tivos cualitativos. Los subsectivos cuantitativos son adjetivos que atribuyen a las
entidades propiedades que pueden darse en un mayor o menor grado: grande, por
ejemplo, posee un valor relativo que debe modularse contextualmente para vincu-
larse con un tamaño determinado. Los subsectivos cualitativos, mientras, además de
poder darse en un mayor o menor grado, se relacionan también con propiedades que

nombre» (Rodríguez Ramalle, 2005: 169-170).


22
En Funk (2015) se recoge un análisis detallado de la influencia
de la gramática en las interpretaciones no intersectivas (intensionales,
fundamentalmente) de los adjetivos del inglés.

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Carlos Ynduráin Pardo de Santayana

pueden presentarse de distintos modos: bueno es un adjetivo cuyo significado debe


adaptarse al tipo de entidad con que se relaciona.
Desde algunos enfoques, como hemos visto a lo largo del artículo, se ha seña-
lado que los adjetivos como bueno, bello o habilidoso pueden interpretarse también
intersectivamente en lo cualitativo: cuando estos presentan su significado más ge-
neral, este se entiende como una suerte de valor absoluto que no debe ser puesto en
relación con ninguna categoría de cosas. Nosotros, sin embargo, entendemos que el
hecho de que la categoría de referencia respecto a la que relativizar el valor de estos
adjetivos pueda ser más o menos restrictiva es irrelevante a la hora de interpretar-
los como intersectivos o subsectivos: lo que los hace subsectivos es la necesidad de
modular su valor respecto a una determinada clase de cosas. Tampoco el hecho de
que la categoría de referencia sea o no la representada por el nombre con el que se
vincula el adjetivo es, desde nuestra perspectiva, un factor determinante: la clase de
comparación debe ser siempre pragmáticamente inferida a través de la búsqueda de
la explicatura más relevante para cada enunciado.
La semántica formal de la segunda mitad del siglo xx desarrolló tratamientos
unificados con los que abordar las propiedades lógicas de los adjetivos relativos y
absolutos. Independientemente de cuál fuera el recurso empleado para poder tratar
ambas clases por igual, los distintos enfoques coincidían en relacionar la posición
ocupada por el adjetivo dentro de un enunciado con la alternancia entre interpreta-
ciones intersectivas o subsectivas. Como ya hemos señalado, nosotros no considera-
mos dicha alternancia una cuestión inherente al significado de los adjetivos, aunque sí
entendemos que, al menos en español, las cuestiones gramaticales juegan un papel de-
terminante para que un adjetivo permita una interpretación de carácter intensional.

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Fecha de recepción: 2 de julio de 2019


Fecha de aceptación: 15 de octubre de 2019

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 467-491 ISSN:1139-1146 491


RESEÑAS
Ricardo Escavy Zamora, Eulalia Hernández Sánchez y Carmen Sánchez Man-
zanares (eds.) (2018): Cien años de teoría lingüística rusa. Homenaje a M.ª Isabel
López Martínez, Murcia, Ediciones de la Universidad de Murcia, 2018, 213 pp.

La principal relevancia de la obra que se pretende reseñar, Cien años de teoría


lingüística rusa. Homenaje a M.ª Isabel López Martínez, estriba en el estudio de la
Lingüística rusa, una disciplina poco explorada en nuestro país. Asimismo, otra de
las peculiaridades contenidas en esta cuidada obra es su intención de homenajear a
María Isabel López Martínez, profesora de Lingüística General de la Universidad
de Murcia. Es interesante destacar que la obra es resultado de la compilación de
una serie de conferencias —cuyo título es el mismo: Cien años de teoría lingüística
rusa— que impartió el profesorado de dicha institución universitaria entre febrero
y junio de 2018 en la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia, y que quedan
dispuestas durante seis capítulos.
No resulta arbitrario que el libro se inicie con un proemio muy significativo:
«Presentación: nota bibliográfica» (pp. 13-21), puesto que este, escrito por Ricardo
Escavy Zamora, Eulalia Hernández Sánchez y Carmen Sánchez Manzanares, sinte-
tiza la prolija trayectoria profesional de María Isabel López Martínez. Subsecuente-
mente, el primer capítulo, cuya autoría corresponde a Ricardo Escavy Zamora, «La
influencia de la lingüística soviética en la teoría lingüística general» (pp. 23-53),
presenta e interrelaciona convenientemente los subsiguientes capítulos, aportando
una visión inusual y muy atractiva para el lector, quien de antemano cuenta con una
idónea síntesis de cuestiones trascendentales contenidas en cada capítulo. Así las co-
sas, el segundo capítulo, «De la Revolución de Octubre al estalinismo: vanguardias,
cultura proletaria y “realismo socialista”» (pp. 55-76), elaborado por Magdalena
Garrido Caballero ofrece el marco histórico-conceptual de la escisión de la estructu-
ra zarista hasta finalmente derivar en la configuración del Estado soviético, así como
la cortapisa que supuso el realismo socialista por coacción. Análogamente, Garrido
evidencia el influjo que tuvo la Revolución de Octubre en las áreas literarias, tales
como la novela social o el teatro en la Guerra Civil Española.
Seguidamente, destaca el tercer capítulo, «La planificación lingüística
soviética: ¿resto arqueológico o recurso metodológico actual en los estudios
sociolingüísticos?» (pp. 77-101), cuya autoría corresponde a José María Jiménez
Cano, quien centra sus líneas en las traducciones y divulgaciones de la lingüística
rusa y soviética en Occidente, al tiempo que cavila en torno al significado lingüístico
y las teorías semánticas al respecto, la estratificación social y su ordenación a tenor
del comportamiento lingüístico —que incluye la política lingüística— y la discor-
dancia entre internacionalismo y nacionalismo. A través del cuarto capítulo, «El
Círculo de Praga: Fonología y funcionalismo» (pp. 78-124), Ricardo Escavy Za-

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 495-497 ISSN:1139-1146 495


mora remite a diversas figuras y conceptos claves en el panorama lingüístico, como el
lingüista polaco Jan Baudouiin de Courtenay, iniciador de la lingüística sincrónica;
a la obra más representativa de Nikolas S. Troubetzkoy, Principios de Fonología, obra
póstuma de gran influencia en la lingüística moderna; al dualismo asimétrico del
signo lingüístico o el funcionalismo, verbigracia. Todo ello logra entreverar deter-
minadas características de los citados lingüistas con otros del Círculo Lingüístico de
Praga, así como buscar puntos de convergencia con lingüistas coetáneos.
A continuación, mediante el quinto capítulo, «Recordando a R. Jakobson»
(pp. 125-131), José Miguel Hernández Terrés se decanta por el tratamiento sucinto
pero revelador del lingüista ruso Roman Jakobson, figura descollante del formalis-
mo ruso, y advierte a lo largo de este capítulo la omisión general en la actualidad
de las aportaciones y figuras preponderantes de la pasada centuria, por ello se afana
en aproximar al lector a Jakobson, enfatizando pues, en los Ensayos de Lingüística
General I y su trascendencia en la Gramática y Lingüística ulterior. Por su parte,
el sexto capítulo, «¿Y si el otro estuviera ahí? Mijail M. Bajtín y el camino hacia la
poética» (pp. 133-148), elaborado por Francisco Vicente Gómez remite a Mijail
Mijalovich Bajtín, consagrado postformalista ruso. En torno a esta figura gravita la
duda de si determinadas obras encontradas en los años veinte y treinta del siglo xx
le deben o no su autoría, siendo la negativa la teoría más asumida.
Mediante el séptimo capítulo, «La controvertida teoría lingüística de N.J.
Marr» (pp. 149-170), María Isabel López Martínez y Eulalia Hernández Sán-
chez se decantan por el tratamiento de la teoría del origen del lenguaje de Nikolái
Yákovlevich Marr y sus cuantiosas aportaciones, para lo que resulta esencial reco-
nocer su relación con el comparativismo y su desarrollo hasta operar determina-
da por el marxismo. El siguiente capítulo, «Investigaciones semánticas en la lin-
güística rusa» (pp. 171-195), escrito por Carmen Sánchez Manzanares, resulta
especialmente ilustrativo a tenor de los estudios semánticos y obras que refiere,
principalmente provenientes de lingüistas como Apresjan, Šaumjan o Mel’čuk.
Así pues, Sánchez Manzanares realiza un lacónico pero demostrativo repaso de
la Lexicología y Lexicografía que tuvieron su surgimiento en la Rusia soviética.
De esta tríada de autores se extraen datos y nociones claves en la comprensión de
la Lingüística actual: la Fraseología rusa y su incidencia en la Fraseología hodier-
na, la Lexicología sistémica o las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas, entre
otras.
En el colofón de Cien años de teoría lingüística rusa. Homenaje a Mª Isabel
López Martínez, ya en el noveno capítulo que lleva por título «Iuri Lotman en Ce-
sare Segre» (pp. 197-205), José María Pozuelo Ivancos manifiesta la perentoriedad
de la Filología como herramienta crítica, esencial en la comprensión del texto litera-
rio, una de las consideraciones de mayor calado que se desprenden de la obra y que
indudablemente propicia la cavilación.

496 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 495-497 ISSN:1139-1146


[…] como el material de la obras es el idioma, el fi1ólogo ha de ser, además, un
lingüista, para conocer bien la lengua en que está escrita la obra; que el filó1o-
go, en cierto modo es, al mismo tiempo, un historiador, un lingüista, quien
debe saber algo de religión, de filosofía, de jurisprudencia, de literatura, y que
la filología hace uso del análisis, lo cual le confiere el carácter de ciencia […]
(Agüero Chaves, 1975: 5).

Así, nos encontramos ante una obra innovadora en su contenido, que capta
de manera sublime los bretes que la Filología ha sorteado históricamente, al tiempo
que propone el conocimiento de diversos autores rusos de notable influencia en la
actualidad, pero en ocasiones estudiados parcialmente. Por último, a modo de epí-
logo destaca la «Tabula gratulatoria» (pp. 207-211).

BIBLIOGRAFÍA

Agüero Chaves, Arturo (1977): Origen y desarrollo de la lingüística, San José,


Universidad de Costa Rica.

Irene Alfaro Cremades


Universitat Jaume I

Fecha de recepción: 27 de septiembre de 2019


Fecha de aceptación: 28 de octubre de 2019

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 495-497 ISSN:1139-1146 497


Mónica Castillo Lluch y Elena Diez del Corral Areta (eds.) (2019): Reescri-
biendo la historia de la lengua española a partir de la edición de documentos, Berna,
Peter Lang, 470 pp.

Siguiendo los criterios promulgados por Menéndez Pidal, el estudio histórico


de la lengua española se ha llevado a cabo tradicionalmente tomando como referen-
cia los textos literarios y priorizándolos sobre los documentos de archivo. Si bien es
cierto que las obras literarias se caracterizan por una mayor calidad estética y son
superiores en contenido, los documentos archivísticos ofrecen una serie de textos
manuscritos que permiten una localización espaciotemporal precisa y fiable, al mis-
mo tiempo que posibilitan el estudio de una amplia variedad de enfoques debido a
su diversidad temática y pragmática.
Gracias a los avances tecnológicos que han tenido lugar en el campo de las hu-
manidades digitales, se han creado, en los últimos años, una serie de corpus digitales
útiles para el estudio diacrónico y lexicográfico que han cambiado el rumbo del estu-
dio histórico de la lengua. Estos corpus, entre los que destacan CODEA (Corpus de
Documentos Españoles Anteriores a 1800), CORHEN (Corpus Histórico del Español
Norteño), CorLexIn (Corpus Léxico de Inventarios), CODEMA (Corpus Diacrónico
de Documentación Malagueña) o DITECA (Diccionario de Textos Concejiles de An-
dalucía) y, especialmente, CHARTA (Corpus Hispano y Americano en la Red: Tex-
tos Antiguos) han contribuido al enriquecimiento de la historia de la lengua españo-
la, permitiendo realizar descripciones y análisis sólidamente documentados gracias
a la fiabilidad de los datos lingüísticos y a la diversidad de escriptores encontrados.
Esta obra colectiva contribuye a poner de manifiesto, a través de diecinueve ca-
pítulos elaborados por actuales historiadores de la lengua, el cambio de perspectiva
que ha experimentado el estudio diacrónico de la lengua en los últimos años como
resultado de la inclusión de materiales procedentes de una enorme cantidad de do-
cumentos archivísticos editados a partir del nuevo siglo.
En primer lugar, se ofrece un panorama general del valor que supone para la
historia de la lengua la creación de corpus documentales y se presentan algunos
fondos inéditos como el CORDICam (Corpus documental de las islas Canarias),
que el grupo de investigación dirigido por Dolores Corbella ha tomado como fuen-
te principal para la elaboración del Diccionario histórico del español de Canarias
(DHECan). Este corpus modular diatópico de carácter interdisciplinar sirve para
documentar el devenir que experimentó el español en las islas Canarias y los cam-
bios lingüísticos que sufrió en su expansión desde finales del siglo xv hasta finales
del siglo xix. Dicha autora recalca la importancia de recurrir a la documentación
para datar los registros de forma sistemática y recuperar voces no especializadas, así
como prehispanismos, portuguesismos, voces castellanas arcaicas o creaciones léxi-

498 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 498-502 ISSN:1139-1146


cas coloniales que contribuirán, sin duda alguna, a arrojar luz sobre una historia del
español canario que está aún por hacerse.
Por su parte, Joan Torruella y Gloria Clavería nos adelantan las líneas que se-
guirá el ESenCAT, el Corpus del Español en Catalunya, que tiene como finalidad
crear una base de datos documental que permita analizar la evolución y los usos del
castellano en Cataluña y sus interferencias con el catalán a través de los usos de los
siglos xvii y xix. Estos textos, además de testimoniar el proceso de castellanización
de Cataluña, reflejan el contacto lingüístico entre catalán y castellano y las interfe-
rencias que se producen entre lengua oral y lengua escrita.
A continuación, se exponen dos trabajos que se basan en el análisis de corpus
inéditos. Por un lado, Rolf Eberenz se propone analizar la lengua de una serie de
crónicas nobiliarias del siglo xv, correspondientes al período que va desde el rei-
nado de Pedro I hasta los Reyes Católicos. En estos documentos, busca analizar las
características de las fiestas medievales, sus aspectos sociales y simbólicos, así como
el léxico palaciego, organizado en categorías onomasiológicas que van desde la sala
y su mobiliario, a las comidas, la danza, la música y el teatro. Posteriormente, Pedro
Sánchez-Prieto examina la influencia de Madrid en la configuración del español mo-
derno a través de las cartas de beneficencia de los siglos xviii y xix recogidas en el
proyecto ALDICAM. Este análisis prueba la influencia del léxico administrativo en
la lengua literaria y cotidiana, así como la extensión de rasgos del registro formal al
informal y del ámbito regional al nacional como consecuencia de la extensión de la
escritura a las clases populares.
Nos adentramos, seguidamente, en aspectos grafemáticos, fonéticos y fonoló-
gicos de la mano de tres estudios realizados, respectivamente, por Lola Pons, Hiroto
Ueda, José Ramón Morala y Hermógenes Perdiguero. Para empezar, Lola Pons trata
de determinar el grado de intervención del editor a la hora de modificar un texto
para su publicación tomando como referencia textos españoles del siglo xv. Esta
variación interna del texto obedece, frecuentemente, a parámetros como el tipo de
texto o el destinatario, variando desde un conservadurismo extremo, sin ningún tipo
de intervención gráfica, a una total modernización que busca facilitar el acercamien-
to al texto del lector moderno. Tras observar los criterios de edición seguidos en este
corpus, la autora propone revisar los estándares de presentación gráfica para paliar la
diversidad de grafías en las distintas ediciones de un mismo texto.
Hiroto Ueda trata de describir la historia que han sufrido, en el devenir de la
lengua, las grafías correspondientes al fonema medieval /v/ (v, u y b), así como de
buscar las posibles razones de la confluencia de B y V latinas en el fonema /b/, el
llamado betacismo, en relación con su pareja fricativa sorda /f/ y con otras fricativas
y africadas, sordas y sonoras. Para ello, Ueda plantea tres hipótesis: en primer lugar,
la de la grafía <b> antietimológica como indicio tardío de la confluencia unilateral
de /v/ (< lat. B, V) → /b/; la aparición y posterior desaparición del fonema castellano

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 498-502 ISSN:1139-1146 499


/v/ en correlación con el fonema /f/ y el paradigma sibilante /s, z, ts, dz, ʃ, ʒ /; y, por
último, el hecho de que los procesos sincrónicos de fonemas puedan representar sus
procesos diacrónicos a partir de la descripción de alófonos primarios y secundarios.
José Ramón Morala y Hermógenes Perdiguero utilizan el corpus de documen-
tación notarial CorLexIn para analizar la evolución de la isoglosa de la aspiración de
/f/ en el siglo xvii. A partir del estudio de la representación gráfica de los resultados
que presentan las voces derivadas de la antigua /f-/ latina en los siglos de Oro, logran
trazar la isoglosa fundamental que, en el siglo xvii, separa las zonas de manteni-
miento de /f-/, es decir, el asturleonés y el aragonés, de aquellas en las que se produce
su aspiración, con pérdida o confusión con la serie de dorsopalatales. Concluyen
que, mientras el norte hereda la norma del castellano norteño por la que /f-/> h- >
Ø, el sur sigue la norma meridional caracterizada por la aspiración.
De la confluencia entre fonética y léxico surge el trabajo de Inés y Pilar Carras-
co Santos, quienes utilizan textos andaluces de la Baja Edad Media ubicados en los
corpus CODEMA y DITECA para el análisis de diatopismos que no aparecerían en
ninguna otra fuente lexicográfica o dialectal. Estos documentos les permiten obser-
var que, aunque la creación de la norma lingüística meridional no se produce hasta
el siglo xviii, ya en documentos de finales del xv aparecen rasgos como el seseo, el
ceceo o la neutralización de las líquidas. Además, este tipo de textos está plagado de
andalucismos semánticos pertenecientes a campos como el de la casa, los oficios, el
olivo y el aceite, la pesca o los objetos rurales que no aparecerían en los diccionarios
generales, pero que se podrían localizar geográficamente y fechar desde el punto de
vista histórico gracias a la información obtenida en estos documentos.
Pasando ya al ámbito propiamente lexicológico y semántico, encontramos cin-
co capítulos dedicados a la lexicografía dialectológica. Continuando con Andalucía,
Pilar López Mora y Livia Cristina García Aguiar, proponen un estudio de los ara-
bismos localizados en el corpus DITECA y su aportación al estudio histórico del
arabismo léxico de los siglos xiii al xviii. A través de este artículo, buscan determi-
nar la influencia real del elemento árabe en el léxico español, revisar la datación de
algunas de estas voces y organizarlas atendiendo a criterios onomasiológicos inclu-
yendo, asimismo, voces en desuso o restringidas. A continuación, Emiliana Ramos
Remedios explica el proceso de variación y cambio léxico que afecta a las diferentes
voces que se utilizan en el corpus CORHEN para hacer referencia a los conceptos
de venta y renta. Esta variación y sustitución léxica entre términos con idéntico valor
semántico podría ser, exclusivamente, un recurso estilístico, unas veces consciente y,
otras, reflejo de la oralidad o, por el contrario, obedecer a factores de tipo diatópico
o diafásico o, incluso, ser consecuencia de la adaptación de préstamos francos.
Por otro lado, Robert Verdonk utiliza un corpus epistolar perteneciente al Du-
que de Alba e insiste en su valor para el estudio de la historia del español como tes-
timonio del contacto entre el español y las lenguas minoritarias de Flandes, ya que

500 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 498-502 ISSN:1139-1146


incluye una serie de galicismos utilizados como préstamos en el léxico de los españoles
que habitaban en territorio flamenco y que llegaron al español peninsular. El léxico
de la vida cotidiana es estudiado por María Nieves Sánchez González de Herrero y
Raquel Sánchez Romo en CODOMSA. A partir del análisis de estos textos nota-
riales de la Ávila del siglo xv, se intenta rastrear la presencia o ausencia de fenómenos
fonéticos, pero también estudiar el léxico de la vida cotidiana en unos documentos de
carácter rural que recogen voces hoy olvidadas o que han experimentado un cambio de
significado. Por último, Delfina Vázquez Balonga utiliza inventarios de beneficencia
madrileños del siglo xviii para obtener características diatópicas y documentar la apa-
rición de neologismos. De esta forma, accede a un corpus muy particular que aporta
muestras de un léxico variado y complejo procedente de diversos ámbitos sociales y
profesionales, al mismo tiempo que confirma que Madrid fue centro receptor y emisor
de neologismos y préstamos lingüísticos en el siglo xviii.
En cuanto a la morfosintaxis, contamos con el estudio de Vicente Marcet, re-
lativo a los tiempos compuestos del castellano medieval en la documentación del
corpus CODOMSA. Mediante la observación de la evolución de los tiempos com-
puestos en dichos textos abulenses, Marcet concluye que en el siglo xv ya estaba bas-
tante asentado el proceso de gramaticalización de los tiempos verbales compuestos,
con tendencia a la neutralización de los auxiliares ser y haber en favor de haber en
la segunda mitad del siglo, tanto en el modo indicativo como en el subjuntivo. Por
su parte, María del Carmen Moral del Hoyo, propone revisar la hipótesis de la cuña
invertida de Pidal sirviéndose del corpus CORHEN, que estudia dialectalmente el
área de la primitiva Castilla, superando los límites cronológicos y fonéticos pidalia-
nos y posibilitando el establecimiento de un continuum dialectal para el castellano
norteño más allá de las adscripciones temporales y de las descripciones que homo-
geneizan el castellano medieval.
Cristina Tabernero Sala y Concepción Martínez Pasamar atienden a cuestio-
nes pragmáticas a partir de corpus epistolares. La primera utiliza una serie de cartas
privadas para documentar fórmulas de cortesía y mecanismos de atenuación utili-
zados en la retórica epistolar del siglo xix. Dicho género posibilita la ruptura entre
el formalismo escriturario y favorece la espontaneidad del discurso, lo que lleva a la
utilización de una serie de fórmulas de tratamiento que se mueven entre el tú y el
usted y al uso de variados mecanismos de atenuación que funcionan como marcas
diastráticas, diafásicas y dialógicas. El objetivo de Martínez Pasamar es observar los
fenómenos de covariación derivados de las relaciones de cercanía entre los partici-
pantes del intercambio comunicativo que se refleja en las correspondencias escritas,
testimoniando constantes discursivas de la proximidad tales como saltos temáticos,
construcciones parceladas del discurso o estrategias de intensificación. Así, las cartas
serían un indicador de fenómenos pragmáticos ligados a la cercanía comunicativa
derivados, todos ellos, de factores extralingüísticos.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 498-502 ISSN:1139-1146 501


Para concluir, Belén Almeida investiga cuestiones culturales asociadas a la es-
critura manuscrita. A partir de la observación de los usos escriturarios de escriptores
de nivel social diverso, extrae una serie de datos de gran relevancia para el estudio de
la historia de nuestra lengua, ya que los textos de escriptores “no profesionales” ilus-
tran sobre el nivel de instrucción, la gradación social y la formación en los diferentes
períodos de nuestra historia y, por ende, en las diferentes fases de nuestra lengua.
Como atestigua el presente volumen, la (re)escritura de la historia del español
no puede hacerse dejando a un lado los nuevos corpus documentales que se han
confeccionado en los últimos años, ya que estos proporcionan datos relevantes para
el estudio de la historia de nuestra lengua en sus diferentes niveles: fonético-fono-
lógico, grafemático, léxico-semántico, morfosintáctico y pragmático. Solo gracias a
los avances tecnológicos que han dado lugar a la creación de dichos corpus en este
nuevo siglo y a la progresiva ampliación de su caudal documental, se está cambiando
el rumbo de una investigación filológica que cada vez se irá asentando sobre datos
más precisos y fiables.

María Gutiérrez Campelo


Universidad de León

Fecha de recepción: 5 de octubre de 2019


Fecha de aceptación: 28 de octubre de 2019

502 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 498-502 ISSN:1139-1146


Eva Aguilar-Mediavilla, Lucía Buil-Legaz, Raúl López-Penadés, Victor A. San-
chez-Azanza y Daniel Adrover-Roig (eds.) (2019): Atypical Language Development
in Romance Languages, Ámsterdam, John Benjamin Publishing Company, 257 pp.

El libro Atypical Language Development in Romance Languages constituye una


amplia contribución a la investigación psicolingüística sobre la adquisición atípica
de lenguas romances. La obra incluye los trabajos seleccionados del VIII Congreso
de la Asociación para el Estudio de la Adquisición del Lenguaje, celebrado en Palma
de Mallorca del 7 al 9 de septiembre de 2016. El eje principal del libro es describir el
desarrollo del lenguaje atípico en niños que están adquiriendo una lengua romance
(español, italiano, catalán o gallego). Para lograr este objetivo, los trece capítulos
de la obra se agrupan temáticamente en cuatro bloques que presentan en profundi-
dad el tema del desarrollo atípico del lenguaje en cuatro condiciones: 1) los niños
prematuros, 2) los niños diagnosticados con el Trastorno Específico del Lenguaje
(TEL), 3) los niños con sordera y 4) los niños con síndromes genéticos y discapaci-
dad intelectual.
En el capítulo inicial, de carácter introductorio, los editores, Eva Aguilar-Me-
diavilla, Lucía Buil-Legaz, Raúl López-Penadés, Victor A. Sanchez-Azanza y Daniel
Adrover-Roig, presentan el estado de la cuestión que gira en torno al desarrollo típi-
co del lenguaje romance y sus principales diferencias en comparación con el inglés.
Aclarar estos aspectos preliminares es importante, puesto que las lenguas roman-
ces tienen la morfología más rica que el inglés. De hecho, los estudios previos han
demostrado que la adquisición de morfología se procede más lentamente en niños
que están aprendiendo una lengua romance (Serra-Raventós et al., 2000). A conti-
nuación, los editores proporcionan un breve resumen de los trabajos incluidos en la
obra, aportando, asimismo, algunos datos de investigaciones previas.
La primera parte de la obra, titulada Preterm children, está compuesta de
cuatro capítulos y se centra en los niños nacidos antes de término. El primero de ellos,
«Neuroconstructivism to understand the effect of very preterm birth on language
and literacy», de Annalisa Guarini, Mariagrazia Zuccarini y Alessandra Sansavini,
se centra en la trayectoria del desarrollo del lenguaje en niños prematuros desde la
infancia temprana hasta la adolescencia. En primer lugar, las autoras proporcionan
la información sobre los efectos del parto prematuro en el desarrollo del lenguaje
y la comunicación. Asimismo, se menciona la adquisición y la consolidación de la
alfabetización. Finalmente, se exponen diferentes programas de intervención que
puedan ayudar al desarrollo del lenguaje en niños prematuros.
En el capítulo 2, «Prematurity, executive functions and language. A study
with low risk preterm children», Miguel Pérez-Pereira, Manuel Peralbo y Alber-
to Veleiro abordan el tema de relación entre las funciones ejecutivas, lenguaje, ca-

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 503-506 ISSN:1139-1146 503


pacidades cognitivas generales entre los niños prematuros tardíos y niños nacidos
a término. Los autores exponen una serie de resultados obtenidos de las pruebas
estandarizadas de evaluación del lenguaje, habilidades cognitivas y otros factores
relacionados con el desarrollo lingüístico.
Siguiendo la misma línea, en el capítulo 3, «Risk for language delay in healthy
preterm and full-term children: A longitudinal study from 22 to 60 months», de
Mariela Resches, Miguel Pérez-Pereira, Raquel Cruz Guerrero y Montse Fernández
Prieto, se nos presentan los resultados de la investigación sobre el desarrollo del len-
guaje en niños prematuros en relación con diferentes factores y en diferentes etapas
evolutivas. Los autores detallan que los factores más importantes para predecir el
desarrollo del vocabulario receptivo en niños prematuros que están adquiriendo es-
pañol y/o gallego son el desarrollo cognitivo, el nivel educativo materno y el vocab-
ulario expresivo temprano.
Laura Bosch, Maria Teixidó y Thais Agut concluyen la primera sección de la
obra con el capítulo 4, «Word segmentation and mapping in early word learning:
Differences between full term and moderately preterm infants», que aborda el tema
de las capacidades tempranas de procesar el lenguaje en niños nacidos a término y
niños prematuros. Los autores mencionan las consecuencias de este proceso y las
posibles vías de intervención para los niños prematuros.
En la segunda parte de la obra, Specific Language Impairment, compues-
ta de cuatro capítulos, la discusión se centra en el lenguaje de niños diagnosticados
con el Trastorno Específico del Lenguaje. Es un trastorno que afecta aproxima-
damente a 7 % de la población, se manifiesta en las limitaciones de comprensión
y/o producción y afecta uno o varios componentes del lenguaje a pesar de no tener
ningún otro déficit de tipo neurológico o auditivo (Leonard et al., 2014).
En el capítulo 5, «The influence of maternal education on the linguistic abili-
ties of monolingual Spanish-speaking children with and without Specific Language
Impairment», de Alejandra Auza-Benavides, Christian Peñaloza C. y Chiharu
Murata, los autores investigan si el nivel educativo materno afecta al desarrollo del
lenguaje. Aunque los autores no encuentran la influencia directa del nivel educativo
materno al nivel léxico o morfosintáctico de los niños, sus resultados demuestran
que la relación entre el nivel de educación materno y el desarrollo lingüístico está
modulado por la interacción con otros factores del medio ambiente.
El capítulo 6, «Idiom understanding competence of Spanish children with
Specific Language Impairment and Pragmatic Language Impairment», de Clara
Andrés-Roqueta y Rosa Ana Clemente, aborda el tema de dificultades que tienen
los niños con Trastorno Específico del Lenguaje y con el Trastorno Pragmático del
Lenguaje a la hora de entender frases hechas. En concreto, se investiga el rol que
tienen las habilidades lingüísticas, tanto receptivas como expresivas, en la prag-
mática.

504 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 503-506 ISSN:1139-1146


El capítulo 7, «Evaluation of narrative skills in language-impaired children:
Advantages of a dynamic approach», de Ingrida Balčiūnienė y Aleksandr N.
Kornev, se centra en las capacidades narrativas de niños rusohablantes diagnosti-
cados con un trastorno del lenguaje, ya que la capacidad narrativa resulta ser muy
difíciles porque normalmente implican el dominio de varias habilidades lingüísticas
y comunicativas. Como indican los editores, a pesar de que este capítulo no se cen-
tró en una lengua romance, se había incluido en la obra igualmente, puesto que el
ruso es una lengua con la morfología rica.
El capítulo 8, «Real-time comprehension of sentences in children with SLI:
Evidence from eye movements», de Llorenç Andreu, Nadia Ahufinger, Laura Fer-
inu, Fernanda Pachaco, Roser Colomé y Mònica Sanz Torrent, se centra en el pro-
cesamiento online de verbos en la comprensión de frases. Utilizando el método de
seguimiento ocular, se reveló que los niños con TEL son capaces de procesar los
verbos de manera similar a los niños con desarrollo típico.
La tercera parte de la obra, Deafness, compuesta de dos capítulos, se centra
en los niños que tienen dificultades auditivas. Las pérdidas auditivas se consideran
como un factor que puede provocar el desarrollo atípico del lenguaje. El capítulo 9,
«Emotion recognition skills in children with hearing loss: What is the role of lan-
guage?» de Francesc Sidera, Elisabet Serrat, Anna Amadó y Gary Morgan, trata de
estudiar la correlación entre las habilidades lingüístico-cognitivas y la capacidad de
reconocer las emociones en las diferentes etapas del desarrollo del lenguaje.
Por otro lado, el capítulo 10, «Executive functions and eye fixations in chil-
dren with Cochlear Implant» de María Fernanda Lara Díaz, Carolina Rivera y Sil-
via Raquel Rodriguez, se centra en investigar la relación entre la pérdida auditiva y
las funciones ejecutivas en niños que tienen un implante coclear.
La cuarta sección de esta obra, Genetic syndromes with intelectual
disabilities, gira en torno al desarrollo atípico del lenguaje en niños que tienen
un síndrome genético, por ejemplo, el Síndrome de Down, el Síndrome de Williams
y el Síndrome X frágil. El capítulo 11, «The relationship between the lexicon and
grammar in Spanish-speaking children with Down syndrome», de Donna Jack-
son-Maldonado, Miguel Galeote y María Fernanda Flores Guerrero, versa sobre la
relación entre el léxico y la gramática en niños hispanohablantes con el síndrome
de Down. Los autores subrayan las diferencias individuales en el vocabulario y la
gramática en esta población.
Siguiendo la misma línea, el capítulo 12, «Profiles of grammatical morphology
in Spanish-speaking adolescents with Williams Syndrome and Down Syndrome»,
de Eliseo Díez-Itza, Manuela Miranda, Vanesa Pérez y Verónica Martínez, aborda
un estudio comparativo entre los adolescentes con el Síndrome de Williams y con
el Síndrome de Down. En concreto, se han comparado los perfiles morfológicos en
las dos poblaciones. Los autores concluyen que el desarrollo lingüístico de los niños

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 503-506 ISSN:1139-1146 505


con síndromes es distinto al de niños con desarrollo típico del lenguaje. Por último,
el capítulo 13 con el que se finaliza la obra, «Evaluative language and component
structure of oral narratives in Williams Syndrome», de Marta Shiro, Eliseo Díez-It-
za y Maite Fernández-Urquiza, se centra en las habilidades pragmáticas de niños con
el Síndrome de Williams comparándolas con las de niños con desarrollo típico del
lenguaje. Se desarrolla una metodología de análisis del habla espontánea grabada en
vídeo. Finalmente, se exponen los resultados del estudio que afirman que, a pesar de
que los niños con desarrollo típico y los niños con Síndrome de Williams producen
las narraciones similares en cuanto a la longitud y la estructura, las narraciones de
niños con Síndrome de Williams son, en general, menos claras y coherentes.
En definitiva, Atypical Language Development in Romance languages constitu-
ye una importante fuente de información para todos aquellos que estén interesados
en el tema y, sin duda, debe ser considerada como una de las publicaciones recientes
más importantes que giran en torno al desarrollo atípico del lenguaje en niños que
están adquiriendo lenguas romances. El libro es diverso no solo por las temáticas
abordadas, sino que también por las metodologías utilizadas por los autores cuyos
trabajos se han incluido en el volumen. Y, además, una de las virtudes de esta obra es
el hecho de estar publicada en acceso abierto, siendo, por tanto, un recurso accesible
para todos los investigadores interesados.

BIBLIOGRAFÍA

Leonard, Laurence B. (2014): Children with Specific Language Impairment. Cam-


bridge, MA, The MIT Press.
Serra-Raventós, Miquel, Elisabet Serrat Sellabona, Rosa Solé Planas,
Aurora Bel Leal y Melina Aparici Aznar (2000): La adquisición del len-
guaje, Barcelona, Ariel.

Anastasiia Ogneva
Universidade da Coruña

Fecha de recepción: 27 de septiembre de 2019


Fecha de aceptación: 28 de octubre de 2019

506 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 503-506 ISSN:1139-1146


José Carlos de Hoyos (2018): Léxico económico en la lengua española de principios del
XIX. El Epítome de Jean-Baptiste Say, San Millán de la Cogolla, Cilengua, 291 pp.

Como es bien sabido, el nacimiento de la economía como ciencia social se hace


coincidir con la publicación en Londres en 1776 de la obra más célebre del filósofo
escocés Adam Smith, titulada An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth
of Nations y considerada como el primer tratado moderno de este campo de especia-
lidad. Desde entonces, su crecimiento ha sido tal que se ha convertido en una de las
ciencias sociales más importantes y entre las más presentes en la vida cotidiana de
todo ciudadano (Santos López, 2009:123). Sin embargo, pese a la obra de Smith, el
uso del término economía en español se documenta ya desde el siglo XVII1 y se reg-
istra por primera vez en un diccionario de la lengua castellana en la edición de 1732
del Diccionario de Autoridades, aunque, tal como afirma Ugarte Blanco (1996:126),
para observar la primera ocurrencia de la palabra economía en España es necesario
remontarse al año 1607, es decir, a la publicación del Tesoro de las dos lenguas fran-
cesa y española de César Oudin. De todas maneras, la misma autora apunta, citando
un estudio realizado por Vilar (1978: 33, ap. Ugarte Blanco, 1996: 126) sobre los
textos económicos españoles de los siglos XVI y XVII, que la noción de economía
en la España Clásica representaba por aquel entonces un ‘saber sin nombre’ y que
empieza a convertirse en un ‘saber con nombre’ apenas durante la segunda mitad
del siglo XVIII (Ugarte Blanco, 1996: 129)2, por lo que el verdadero interés por la
evolución de la economía como ciencia social pertenece al siglo XIX (Ugarte Blan-
co, 1996: 64). En efecto, aunque en Francia se habla de economía política ya desde
el año 16153, el término se difunde por toda Europa, como denominación de una
verdadera teoría científica, solo desde principios del siglo XIX gracias a Jean-Bap-
tiste Say, economista francés que designó la economía política como la ciencia que
‘enseña cómo se forman, se distribuyen y se consumen las riquezas’ (Araneda Dörr,
1993: 10).
La obra más importante de Jean-Baptiste Say, uno de los principales autores
de la Escuela Clásica Francesa, se publicó en 1803 bajo el título de Tratado de Eco-
1
En el CORDE, la referencia más antigua que documenta el uso de la palabra economía en la
lengua española data del año 1648; se trata de una obra de carácter jurídico titulada Política Indiana y
escrita por el jurista español Juan de Solórzano Pereira (1575 – 1655).
2
A tal propósito, cabe mencionar uno de los trabajos de investigación más importantes consul-
tados por José Carlos de Hoyos para la realización de esta mesta monografía, es decir, la tesis doctoral
de Josefa Gómez de Enterría, en donde la investigadora afirma que «gran parte de la estructura con-
ceptual del lenguaje de la economía del siglo XVIII es de naturaleza metafórica» (1990/1992: 90).
3
Según Araneda Dörr (1993: 10), el término economía política se emplea por primera vez en
1615 por el autor francés Antonio de Montchrétiez, quien acuñó el compuesto para designar la ciencia
de carácter práctico que, integrada a la política, formulaba normas para orientar la entonces limitada
actividad estatal en el campo económico.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 507-512 ISSN:1139-1146 507


nomía Política y constituye la mejor exposición del pensamiento liberal de su época
(Araneda Dörr, 1993: 76), gracias a la cual obtuvo reconocimientos por toda Eu-
ropa. Además, es conocido por ser el autor que desarrolló la Ley de los Mercados,
conocida también como la Ley de Say, en la que se postulaba que es la producción,
y no el consumo, la base de la prosperidad económica (Perdices de Blas, 2008: 115).
Y es justo en la obra de Jean-Baptiste Say donde se centra la atención de José Carlos
de Hoyos, autor de la monografía titulada Léxico Económico en la Lengua Española
de Principios del siglo XIX. El epítome de Jean-Baptiste Say. Tal como se desprende
del título, su investigación se focaliza en el vocabulario integrado al final del Traité
d’économie politique, es decir, el Epítome, cuyas traducciones al castellano fueron
realizadas por el economista Manuel María Gutiérrez (1816) y el profesor de len-
guas Juan Sánchez Rivera (1821). El objetivo perseguido por De Hoyos con esta
monografía, mediante el estudio del Epítome, tanto en lengua francesa como de sus
traducciones al castellano, es el de definir lexicológicamente la identidad del léxico
económico de principios del siglo XIX a través de la normalización programática
propuesta por el economista francés y a su concreción textual en lengua española.
Durante el siglo XVIII, a raíz de la profunda herencia del Antiguo Régimen, la
difusión de nuevas ideas en España se vio bastante perjudicada, impidiendo también
el debate económico y provocando un retraso con respecto al resto de Europa. Sin
embargo, durante la segunda mitad del siglo XVIII se registra una tímida apertura
hacia los nuevos conocimientos económicos, pero, si se compara con Francia e In-
glaterra, esta fue tan mínima que casi no se puede hablar de una verdadera comuni-
dad científica experta de economía, ni tampoco de una producción de textos eco-
nómicos en español. De todas maneras, tal como afirma Garriga Escribano (1996),
durante el siglo XVIII se produce en la lengua española la primera gran entrada de
términos de la economía y el comercio, gracias sobre todo a la labor de traductores
españoles que traducen tratados extranjeros de economía, como por ejemplo la tra-
ducción del ya mencionado Wealth of nations de Adam Smith (1776), llevada a cabo
por Alonso Ortiz en 1794 y titulada La Riqueza de las Naciones.
En cambio, desde principios del siglo XIX empiezan a consolidarse en Espa-
ña los debates económicos emprendidos por los economistas franceses e ingleses ya
durante los siglos anteriores, enriqueciendo de esa manera tanto la sociedad como
la lengua española con nuevas nociones y nuevos términos especializados. Según
De Hoyos, todo esto se produce gracias a una cierta consolidación doctrinal, a un
aumento del público receptor de las teorías económicas y sobre todo a la llegada de
la traducción como recurso editorial necesario para suplir las necesidades de saber
de los países menos desarrollados, entre los cuales figuraba España. Dentro de este
escenario decimonónico, hace su aparición Jean-Baptiste Say con su obra, cuyo éxito
se difunde en España gracias también a la labor de los traductores españoles antes
mencionados.

508 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 507-512 ISSN:1139-1146


Por lo tanto, De Hoyos, analizando la producción textual presente en el Epí-
tome de Jean-Baptiste Say, junto con su reconocida figura en el campo del debate
económico en España durante el siglo XIX, quiere contribuir a la explicación de la
génesis del léxico de la economía moderna en el ámbito de la lengua española.
La monografía se estructura en cinco capítulos, los cuales, a excepción del pri-
mero que sirve de marco histórico para que el lector pueda contextualizarse, respon-
den a los objetivos propios de cuatro de las principales disciplinas de la ciencia del
lenguaje: Morfología, Semántica, Historia de la lengua y Lexicografía.
En detalles, en el primer capítulo, además de una introducción histórica, se con-
sidera la obra del economista francés como la más apropiada para hacer el seguimiento
de la normalización del léxico especializado de la nueva economía política, situando el
Epítome en el centro de un proceso de institucionalización de este importante campo
de especialidad. En otras palabras, permite comprender la selección textual analizada
a lo largo de toda la monografía y su importancia para el análisis del léxico de la econo-
mía que se desarrolla en los sucesivos capítulos, donde se tratan los aspectos morfoló-
gicos, semánticos, y lexicográficos desde una perspectiva diacrónica.
En cambio, en el segundo capítulo el investigador propone una amplia des-
cripción morfológica de cada formante del conjunto léxico presente en el Epítome.
Dada la dificultad de circunscribir el discurso económico y su terminología, puesto
que se presenta como una entidad dinámica y fluida (Santos López, 2009: 125), el
autor propone una subdivisión de las unidades léxicas en dos grandes grupos: por
una parte, las formas monoverbales (unidades cuya estructura externa responde a una
configuración en un solo lexema) y, por otra, las formas pluriverbales (unidades que
combinan más de un componente léxico). Teniendo en cuenta que el sesenta por
ciento del léxico especializado está compuesto por sustantivos y adjetivos (Santos
López, 2009: 130), De Hoyos divide el primer grupo en dos apartados que analizan
respectivamente la derivación nominal (con el estudio de los sufijos -ción, -e/o, -dor,
-nte, -ario, -ero, -ista, -oso, -ncia, -ia, -ería, -azgo, -eza, -dad, -ura y los sufijos par-
ticipiales) y la adjetiva (sufijos -al, -il, -ivo, -ble, -oso). Es decir, en este primer grupo
se estudian principalmente neologismos de forma derivados mediante la adición de
sufijos4. En particular, el párrafo 2.1.1 está dedicado exclusivamente al sufijo -ción, cuya
productividad en los nombres deverbales se manifiesta gracias a ocho formaciones,
situando este formante entre los más recurrentes de todo el corpus analizado5.
4
De hecho, también Santos López (2009: 125-126) afirma que en la actualidad tanto la prefi-
jación como la sufijación siguen siendo recursos muy rentables en este campo, dando lugar a términos
que sirven para la denominación de instituciones (fiscalía anticorrupción), actividades (negocios multi-
media), aspectos de la economía y de la sociedad actual (renegociación, multinivel), ámbito territorial e
institucional (eurolandia, eurocracia, eurobanca), etc.
5
Se detectan derivados de verbos en -ar (acumulación, circulación, especulación, exportación, im-
portación) y derivados de verbos en -ir (contribución, distribución, producción, reproducción), sin ningún
ejemplo de verbos en -er.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 507-512 ISSN:1139-1146 509


También en el segundo grupo, el autor divide las unidades pluriverbales en dos
categorías: por un lado los sustantivos seguidos de adjetivo (cantidad demandada
o pedida, capital improductivo, capital fijo, facultades industriales, formas produc-
tivas, industria comercial, industria fabril, materia imponible, producto neto, valor
permutable, etc.)6 y, por otro, los compuestos con un enlace preposicional entre dos
elementos, con sus diferentes configuraciones internas (agentes de la producción, co-
mercio de transporte, derechos de entrada, distribución de los valores, empresarios de
industria, fondos en tierras, gastos de producción, producto en bruto, etc.)7.
En el tercer capítulo, cuyo título es Semántica del léxico económico, De Ho-
yos explica los diferentes mecanismos de activación semántica propios del texto de
Jean-Baptiste Say. En primer lugar, analiza la relación establecida entre autor y pú-
blico dentro del nuevo contexto doctrinal de la economía clásica. Según el autor,
J.B. Say, mediante la construcción de un discurso con método y orientando su obra
hacia la máxima claridad, lo que pretende es ampliar su público lector y alcanzar una
gran difusión, todo con un único objetivo: elevar al rango de ciencia la economía
política. En segundo lugar, el investigador focaliza su atención en uno de los as-
pectos menos estudiados, hasta ahora, del Epítome de Jean-Baptiste Say, es decir, la
estructuración metódica llevada a cabo por el economista para una lectura continua
del vocabulario, a través del cual consigue construir el significado económico, otor-
gándole la característica de especialidad a una parte del lenguaje empleado, hasta
aquel momento, dentro de la lengua general.
En el cuarto capítulo, en cambio, De Hoyos observa, desde un punto de vista
diacrónico, la constitución del léxico económico a lo largo de la historia de la lengua
española, por medio de un análisis etimológico y cronológico de las dataciones de
los sentidos económico-comerciales y de las diferentes trayectorias de creación léxi-
ca del corpus, examinando, de esa manera, la posibilidad de establecer una relación
entre su evolución teórica y su constitución lingüística. En otras palabras, el autor
afirma que la obra de J.B. Say es de fundamental importancia en el contexto del dis-
curso económico de la lengua española del siglo XIX, puesto que España, por aquel
entonces, no disponía de ningún recurso ideológico propio para este campo, a causa
del ambiente de decadencia intelectual extendida no solo en lo que se refiere la eco-
nomía, sino también en todos los sectores de la sociedad y, por supuesto, también en
la lengua como reflejo de la misma.
6
Unidades léxicas complejas que se producen mediante un procedimiento de composición sin-
tagmática llamado disyunción. Los elementos compositivos de estas unidades léxicas designan un solo
objeto o concepto, pero están separados gráficamente (Bordonaba Zabalza, 2009: 48).
7
Unidades léxica complejas que se producen mediante un procedimiento de composición sin-
tagmática llamado sinapsia y que consiste en la unión de varios morfemas léxicos mediante una rela-
ción sintáctica que suele ser la preposición de (Bordonaba Zabalza, 2009: 49). Sin embargo, en el caso
del léxico económico es muy fácil encontrar también las preposiciones en, por y sobre (Santo López,
2009: 126).

510 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 507-512 ISSN:1139-1146


Finalmente, en el quinto y último capítulo de esta monografía, el investigador
examina la presencia del léxico económico en los repertorios lexicográficos, es decir,
la aparición y tratamiento de voces económico-comerciales en los diccionarios de
la lengua española, tanto bilingües8 como monolingües9, dedicando un apartado
específico a las 23 ediciones del Diccionario de la Real Academia Española. Gra-
cias al estudio de los repertorios bilingües, el autor ha podido analizar la progresión
y presencia de términos económicos en varios idiomas (francés, italiano, alemán y
portugués), incluidos el latín y el castellano de la Edad Media, mientras que, con
el examen de los monolingües, ha procedido a la explicación de la aparición de los
primeros sentidos económico-comerciales y su tratamiento lexicográfico dentro del
ámbito del español moderno.
Además, la monografía incluye una serie de anexos que recogen todo el ma-
terial trabajado por el investigador, en los que es posible apreciar, entre otras cosas,
el cotejo entre los términos empleados en francés por J.B. Say y sus equivalentes en
castellano traducidos por Manuel María Gutiérrez y Juan Sánchez Rivera, las remi-
siones a su obra presentes en las dos traducciones, las primeras referencias escritas
de estos términos con sentido económico en español y sus primeras dataciones le-
xicográficas y, por último, la estructura morfológica de las palabras del Epítome que
permite llevar a cabo una lectura ordenada de los diferentes formantes analizados.
En conclusión, mediante el estudio de la obra y de las traducciones españolas
del Epítome de J. B. Say, José Carlos De Hoyos no solo ofrece un panorama comple-
to acerca del nacimiento y desarrollo del léxico de la economía en la lengua española,
sino que también contribuye a confirmar que el siglo XIX representa la época, o me-
jor dicho, el germen más importante para el desarrollo del léxico técnico-científico
del español actual. Además, esta monografía puede resultar de gran utilidad tanto
para los historiadores de la lengua como para los historiadores de la economía y de
las ciencias sociales en general, puesto que reúne toda una serie de informaciones
lingüísticas, históricas, científicas y literarias acerca de uno de los más importantes
economistas de la historia moderna.

8
Entre los diccionarios bilingües examinados (francés-español, español-italiano, español-latín,
español-alemán y español-portugués), cabe destacar que el autor dedica una particular atención a los
diccionarios de Palet (1604), Oudin (1607), Sobrino (1705), Nebrija (1495), Casas (1570), Francio-
sini (1620), Percival (1591), Minsheu (1617), Stevens (1706), Mez de Braidenbach (1670) y Bluteau
(1721). Además, ha examinado también el diccionario multilingüe español-francés-italiano de Vittori
(1609) y dos diccionarios más próximos a la publicación de las traducciones de Say, es decir, el diccio-
nario del abate Gattel (1790) y el franco-español de Núñez de Taboada (1820). Todos estos dicciona-
rios abarcan un periodo de tiempo que va desde el siglo XV al siglo XIX.
9
En lo que se refiere a los diccionarios monolingües, además de los diccionarios de la Real Aca-
demia Española, el autor examina los repertorios de Terreros (1786), Núñez de Taboada (1825), Salvá
(1846), Domínguez (1853), Covarrubias (1611), Rosal (1611), Zerolo (1895) y Alemany y Bolufer
(1917), es decir, todos diccionarios que abarcan, en este caso, una época que va desde el siglo XVII
hasta principios del siglo XX.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 507-512 ISSN:1139-1146 511


Bibliografía

Araneda Dörr, Hugo (1993): Economía política. Colección Manuales Jurídicos n.º 76,
Tercera Edición Actualizada, Santiago, Editorial Jurídica de Chile.
Bordonaba Zabalza, Cristina (2009): «Neología y formación de palabras», en M.ª Vic-
toria Calvi, M.ª Cristina Bordonaba Zabalza, Giovanna Mapelli y Javier Santos López
(eds.), Las lenguas de especialidad en español, Roma, Carocci Editore, pp. 39-54.
Garriga Escribano, Cecilio (1996): «Notas al léxico económico del siglo XVIII», en
Alegría Alonso (coord..), Actas del III Congreso Internacional de Historia de la Lengua
Española, Salamanca, 22-27 de noviembre de 1993, Madrid, Arco/Libros, pp. 1279-
1288.
Gómez de Enterría, Josefa (1990/1992): El tratamiento de los préstamos técnicos en espa-
ñol: el vocabulario de la economía, tesis doctoral dirigida por Doris Ruis Otón y leída
en 1990, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1992.
Perdices de Blas, Luis (coord.) (2008): Diccionario de Historia del Pensamiento Econó-
mico: Economistas, escuelas y corrientes de pensamiento económico, Madrid, Ecobook/
Editorial del Economista.
Santos López, Javier (2009): «El lenguaje económico», en M.ª Victoria Calvi, M.ª Cristi-
na Bordonaba Zabalza, Giovanna Mapelli y Javier Santos López (eds.), Las lenguas de
especialidad en español, Roma, Carocci Editore, pp. 123-145.
Ugarte Blanco, Juana (1996): Discurso historia informática: la palabra economía en los
textos económicos españoles del siglo XVIII, Universidad de Oviedo, Servicio de Publi-
caciones.

Giuseppe Simone Pedote


Universitat Autónoma de Barcelona

Fecha de recepción: 9 de abril de 2019


Fecha de aceptación: 9 de mayo de 2019

512 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 507-512 ISSN:1139-1146


David Serrano-Dolader (2018): Formación de palabras y enseñanza del español
LE/L2, Londres/Nueva York, Routledge, 350 pp.

Los trabajos dedicados a recopilar la descripción o la teorización de los proce-


sos de formación de palabras desde el punto de vista de la formación de los profe-
sores de español como lengua extranjera o segunda lengua van incrementándose, si
bien no resultan considerables, desde el punto de vista numérico, en relación con los
concernidos a otros ámbitos de análisis del plano gramatical. La publicación de este
libro supone una aportación a este campo, la morfología del español, particularmen-
te relevante por centrarse en una parcela que venía desatendiéndose pese a su pro-
vechosa incidencia también en lo referido a los procesos de enseñanza y aprendizaje
del español como lengua extranjera.
Desvelo al lector mi conclusión de la presente nota bibliográfica: con esta obra,
su autor logra el cometido expresado en el preámbulo al proporcionar un material
que oriente el trabajo con los procesos lexicogenéticos en las aulas de español LE/
L2. Los destinatarios del volumen confeccionado por David Serrano-Dolader son,
amén de los estudiantes, los profesores de español, así como los futuros docentes
interesados en la enseñanza de nuestra lengua, que cuentan con un material para
potenciar de forma estratégica el conocimiento sobre la formación de palabras y la
adquisición del vocabulario, al tiempo que, mediante los criterios y las pautas explí-
citamente descritos, les sirva para diseñar actividades con las que trabajar sobre la
formación de palabras en las clases. Por ello, fuera de toda duda, la obra servirá de
inspiración certera a los autores de materiales didácticos de ELE. Efectivamente, los
manuales disponibles en el mercado editorial, en líneas generales, han potenciado
algunos recursos que son rentables, pero se podría fomentar la consolidación de los
elementos léxicos igualmente partiendo de la explotación de las regularidades sub-
yacentes en muchas reglas formativas; piénsese en el trabajo efectivo –debidamente
contextualizado– con los derivados participiales involucrados en ámbitos temáticos
como bebidas y comidas, la artesanía o el textil, por citar un único ejemplo de los
sugeridos por el autor a lo largo del texto.
La obra Formación de palabras y enseñanza del español LE/L2 refuerza los
contenidos y las actividades de reflexión –algunas de las cuales procuran la lectura
meditada de pasajes procedentes de la bibliografía especializada– sobre la base de
principios propios de este ámbito de la didáctica, a saber, la comunicatividad y la
productividad, regularidad y rentabilidad de los mecanismos formativos (principal-
mente, los de mayor frecuencia y transparencia), sobre los cuales fundamentar con
éxito la adquisición del vocabulario y, por ende, el progresivo dominio de la lengua.
Cada uno de los capítulos se estructura con el fin de poner de manifiesto, a la
vez que reflexionar, lo coherente que resulta potenciar tanto el conocimiento (de

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 513-516 ISSN:1139-1146 513


reglas, procedimientos y procesos que rigen la formación de palabras) como el do-
minio activo de cada uno de los mecanismos formativos como vía para lograr de una
manera natural la ampliación del vocabulario en los aprendices del español. Pese a
que todavía son escasos los estudios empíricos que señalen qué es lo válido para tra-
bajar en cada nivel, sin embargo, cada capítulo va desvelando pautas y claves sobre
qué y cómo pautar o acomodar gradualmente a cada nivel el trabajo didáctico en
este ámbito de la formación de palabras. Así, por ejemplo, si bien el Plan Curricu-
lar del Instituto Cervantes, por las dificultades evidentes que entraña la sufijación
apreciativa, retrasa su tratamiento hasta el nivel de dominio operativo eficaz (C1),
se defiende aquí que «no resulta justificado retardar totalmente hasta niveles avan-
zados la familiarización del aprendiz de ELE con un mecanismo lexicogenético tan
rentable y productivo en español» (p. 282), dado que es un mecanismo clave para
trasladar valores subjetivos, por lo que sería aconsejable, por consiguiente, una toma
de contacto con los sufijos apreciativos desde niveles iniciales del aprendizaje.
Aparte del capítulo introductorio inicial, los cinco primeros capítulos invi-
tan al lector, desde perspectivas diversas, a ser partícipe del cómo y el porqué de
la necesidad de atender la morfología léxica en el aula de español, a la vez que se le
facilitan directrices para acometer de forma solvente su trabajo pedagógico en esta
parcela lingüística del idioma. Por su lado, cada uno de los capítulos siguientes pone
el foco en los distintos procesos lexicogenéticos (prefijación, sufijación no apreciati-
va, sufijación apreciativa y composición) en el aula de ELE/EL2.
De todos ellos destacamos el cuarto capítulo, articulado sobre la productivi-
dad de las diferentes reglas formativas y su interés para los docentes y los aprendices
de español. Por consiguiente, en él se insiste acerca de la necesidad de estimular la
reflexión consciente y metalingüística, particularmente fructífera —según este no-
table morfólogo— en la esfera de aquellas relaciones morfosemánticas que son cla-
ramente regulares, al tiempo que reforzar los distintos ajustes fruto de las restriccio-
nes que operan en la formación del vocabulario. En efecto, «una palabra posible no
siempre se almacena en el vocabulario operativo de una determinada lengua; y esto
deberá ir asumiéndolo el aprendiz de español a medida que vaya familiarizándose
con el idioma» (p. 70). De igual modo, del capítulo quinto, tocante a la reflexión
morfológica en el aula de ELE, cabe traer a colación esta otra afirmación para la con-
sideración del lector: «Parece interesante concienciar a los aprendices de ELE de
que no siempre podrán llegar a asignar significados a determinadas palabras aunque
conozcan su estructura de constituyentes morfológicos» (p. 98).
Por otro lado, como puede cotejarse en el listado inicial de la obra, cada uno de
los capítulos va acompañado de múltiples actividades resueltas con un cariz reflexi-
vo, que permiten la ejemplificación de las formas y reglas operativas para el trabajo
con la morfología, las restricciones combinatorias de los afijos, la fragmentación se-
mántica de los patrones lexicogenéticos, a la vez que se sugieren caminos eficaces

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para solventar dificultades, se interpela al docente en su tarea primordial de iniciar
o facilitar el fomento de la autonomía del estudiante en lo concernido a los proce-
sos de formación de palabras, se evidencia en qué casos puede ser acertado el uso
creativo de la morfología léxica mediante actividades lúdicas para elevar o reforzar
la conciencia morfológica del aprendiz, se anima a trabajar con palabras morfológi-
camente emparentadas con aquellas otras que se van adquiriendo, o se manifiestan
conclusiones sobre las restricciones, lexicalizaciones o comportamientos idiosincrá-
sicos de cada fenómeno que pueden dificultar el auxilio de la morfología léxica para
la adquisición del vocabulario.
De igual modo, en diversos momentos se reflexiona sobre la complejidad de
trasladar al aula de ELE algunos fenómenos que intervienen en la morfología léxica
debido a las complejas explicaciones filológicas o lingüísticas requeridas. Así, sin de-
jar de tratar estas cuestiones, se advierte que los alumnos extranjeros tendrán dificul-
tades, por ejemplo, para reconocer las bases adjetivas de valores télicos o perfectivos
que impiden la prefijación del afijo in-, las alternancias sufijales debidas a factores
fónicos y morfológicos, como sucede con algunas formaciones sobre algunos verbos
creadas con el sufijo -ión, así como para dilucidar la complejidad de los alomorfos o
para descubrir la estructura morfológica de algunas voces, cuya descripción morfo-
lógica se trata desde la perspectiva sincrónica (la utilizable y la significativa para el
aprendiz de ELE, de acuerdo con el autor) y que sería controvertida si se abordara
este plano de la enseñanza desde el punto de vista histórico. Ahora bien, con respec-
to a este último punto, y coincidiendo en que el objeto de la didáctica de ELE no
es la búsqueda de la etimología de las palabras, creemos que podría operarse aquí
de manera semejante a como se procede con otros fenómenos complejos: haciendo
visible la complejidad de las lenguas, donde sobresalen las irregularidades derivadas
de la evolución de los fenómenos lingüísticos, con el fin de que, dentro de sus posibi-
lidades, los estudiantes aprecien las idiosincrasias de determinados fenómenos, para
lo que sería oportuno recurrir a observar otros mecanismos formativos similares que
pudieran trabajarse homogéneamente y siempre en contextos comunicativos perti-
nentes en el aula de ELE/EL2.
En resumen, los 117 ejercicios prácticos propuestos, las denominadas activida-
des de reflexión, constituyen en sí un nutrido material teórico-reflexivo de extraor-
dinaria utilidad para los aprendices y profesores de ELE.
Otro aspecto relevante de la obra es el atinente a la reflexión, así como la prác-
tica, sobre las diversas particularidades de la morfología léxica surgidas en el español
de América. Estas anotaciones aparecen, a partir del capítulo quinto, entreveradas y
representan indiscutiblemente otro punto de interés para los lectores de este volu-
men, según ponen de manifiesto las explicaciones sobre la variación considerable de
la composición léxica en el mundo hispánico, el rendimiento elevado de los sufijos
nominalizadores (-a, -e, -o), la marcada expresividad de los derivados con -ismo, las

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 513-516 ISSN:1139-1146 515


fluctuaciones en el uso de interfijos o la tendencia diferenciadora del español de
América al empleo de la sufijación diminutiva directamente sobre las bases.
En definitiva, resulta patente que todavía queda mucho por conocer e investi-
gar, pero, sin duda, se dispone ya de una obra necesaria y acertada por proporcionar
recursos adecuados para el estudio de los procedimientos lexicogenéticos encami-
nados a su aplicación a la enseñanza del español como lengua extranjera/segunda
lengua, cuyos aprendices se convertirán con el tiempo en apasionados morfófilos de
estas piezas clave para la vertebración del vocabulario de nuestro idioma.

Francisco Javier Sánchez Martín


Universidad de Murcia

Fecha de recepción: 28 de octubre de 2019


Fecha de aceptación: 21 de noviembre de 2019

516 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 513-516 ISSN:1139-1146


Estrella Montolío Durán (2019): Tomar la palabra. Política, género y nue-
vas tecnologías en la comunicación, Barcelona, Edicions Universitat de Barcelona,
208 pp.

Tomar la palabra es una recopilación de artículos publicados por Estrella


Montolío Durán en distintos medios de comunicación escrita y hablada (RNE,
El País, El Periódico de Catalunya, eldiario.es) precedida de un interesante pró-
logo de la periodista Milagros Pérez Oliva y una introducción, no menos inte-
resante, de la propia autora. En ambos casos se reflexiona sobre el poder de la
palabra (Luntz, 2011) y la necesidad de conocer los mecanismos de persuasión
(Fuentes y Alcaide, 2002) para estar alerta ante la saturación de propaganda y
manipulación que padecemos. Señala Pérez Oliva (p. 24) que «desentrañar los
mecanismos y las reglas no escritas de la comunicación, como se hace en este
libro, es el primer paso para poder defendernos de la posverdad y evitar que aca-
bemos siendo sus víctimas».
En la introducción a su obra Montolío defiende el papel de la mujer como
intérprete de la sociedad en la que vive a través de los medios de comunicación y
pone en valor la divulgación y la trasferencia de conocimiento para transmitir a
una sociedad, muchas veces no especialista, la necesidad de explicar el papel de
la lingüística de la comunicación (Gutiérrez Ordóñez, 2015) como disciplina
interdisciplinar que intenta transmitir a la sociedad las claves de interpretación
de los mensajes que recibe (Serrano, 2001), muchos de ellos, pura propaganda y
manipulación (Huici, 2010; Pratkanis y Aronson, 1994). En definitiva, la autora
comparte sus conocimientos de forma accesible sobre el funcionamiento de la
lengua en su contexto de uso. Así lo señala en este capítulo introductorio (p.
45): «mi propósito ha sido en todo momento compartir con los lectores […]
reflexiones y conocimientos sobre el ámbito de la comunicación que pudieran
serles útiles para entender mejor los resortes con los que diversas instancias del
poder (político, económico y otros) intentan manipular nuestro pensamiento,
nuestro voto y nuestras vidas».
El volumen se organiza en cinco bloques temáticos: i. Comunicación políti-
ca; ii. Comunicación y género; iii. Comunicación y nuevas tecnologías; iv. Co-
municación clara; v. Comunicación en la vida cotidiana.
En el ámbito de la política repasa técnicas de manipulación tan manoseadas
como el empleo perverso del eufemismo (Sánchez García, 2018), el insulto como
falacia emocional que supone tantas veces una cortina de humo que oculta pro-
blemas sociales y políticos mayores, la técnica de Goebbels de la repetición como
estrategia de manipulación del pensamiento del individuo (una mentira repetida
mil veces se convierte en verdad), etc.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 517-520 ISSN:1139-1146 517


Desde una perspectiva de defensa de la igualdad de la mujer, se centra en
aspectos que, si bien pertenecen al mundo de la comunicación como la kinésica o
la próxémica, muchas veces pasan inadvertidos en su significación. Tal es el caso
de la distribución del espacio personal entre hombres y mujeres y cómo a la mujer
se le atribuye siempre un espacio menor, por ejemplo, cuando debe sentarse con
las piernas recogidas como recuerdo de un educación casi ancestral de decoro;
«con tales prácticas de autoencogimiento, las mujeres llevamos a cabo un ritual
de minimización del espacio que ocupamos» (p. 93). Es comunicación no verbal
(Poyatos, 1994; Kanpp, 1985). También forma parte de la comunicación las in-
terrupciones y los solapamientos a los que se ven sometidas las mujeres como un
ejercicio de poder por parte del hombre (p. 99), el propio uso del término hom-
bre que en tantas ocasiones excluye a la mujer (p. 107) o el empleo de términos
peyorativos cuando una característica concreta adorna a una mujer (mandona/
asertiva, decidida, resuelta, resolutiva) (p. 115). La selección léxica tiene mucho
peso en el sesgo de género (Calero, 1999). También en este capítulo hace una
encendida defensa del papel de la mujer en el mundo de la ciencia y las humani-
dades (pp. 123 y 127)
La comunicación digital también forma parte del estudio del lenguaje en so-
ciedad (Yus, 2010). Estudia Montolío el cambio que se produce en la interacción
comunicativa cuando existe la barrera del smartphone que evita un cara a cara en
el que se pierde una enorme cantidad de información (p. 139). Una radiografía
sobre los problemas comunicativos que afectan a la productividad empresarial
ofrece resultados tan sorprendentes como la necesidad de recuperar esa conver-
sación cara a cara desde el punto de vista de la productividad laboral (p. 143), y,
por supuesto, en el ámbito familiar por la importancia que tiene en la formación
integral del individuo (p. 147). Esta comunicación sin vis a vis no implica que
lo dicho no tenga trascendencia. Como señala Montolío (p. 153), «soy lo que
comunico, ya sea cara a cara o a través de la red […]. Nuestras palabras pueden
tanto construir como destruir nuestra reputación como ciudadanos y profesio-
nales» (p. 157). La imagen en el mundo de la comunicación es un ingrediente
fundamental.
También se preocupa la autora por la defensa de la comunicación clara. «La
oscuridad vulnera el contrato comunicativo»; «Quien hable en su jerga a un ciu-
dadano común pretende hacer prevalecer su estatus de poder» (p. 165). Llamar
la atención sobre este aspecto promueve el uso de un lenguaje más comprensible
para el destinatario no especializado (Montolío, 2011).
La última parte del libro se centra más en estrategias lingüísticas de cortesía
en favor de una conversación menos agresiva, más empática: una selección léxica,
morfológica y sintáctica que tenga en cuenta la imagen del otro para una comu-
nicación fluida; una comunicación positiva que facilite la convivencia y el éxito

518 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 517-520 ISSN:1139-1146


de la comunicación (p. 188). Pero no solo se fija en la elocutio, la formulación
lingüística del discurso (Santiago-Guervós, 2005 y 2008), sino en la puesta en
escena, en la actio (p. 191), la voz como instrumento básico de persuasión.
Como se puede comprobar, Montolío toca en este libro, de forma estimu-
lante, rigurosa y amena, temas de vital importancia en la comunicación. Retórica,
pragmática, análisis del discurso, morfología, sintaxis son ciencias que, sin que lo
parezca, han aparecido en estas páginas. Están, pero no se ven. Tomar la palabra
es una obra en la que se transfiere de forma accesible los objetivos que persiguen
los lingüistas de la comunicación para hacerlos llegar al gran público; como se
ve, un compendio de lenguaje y sociedad en un contexto comunicativo actual.

BIBLIOGRAFÍA

Calero Fernández, María Ángeles (1999): Sexismo lingüístico. Análisis de


propuestas ante la discriminación sexual en el lenguaje, Madrid, Narcea.
Formarier, Marie (2011): «Melody and Rhythm in Ancient Political Dis-
course. How Emotions Induce Persuasion», en Bending Opinion. Essays on
persuasion in the public domain. Rhetoric in Society, Leiden University Press,
pp. 61-81.
Fuentes Rodríguez, Catalina y Esperanza R. Alcaide Lara (2002): Meca-
nismos lingüísticos de persuasión, Madrid, Arco/Libros.
Gutiérrez Ordóñez, Salvador (2015): De pragmática y semántica, Madrid,
Arco/Libros.
Huici Módenes, Adrián (2010): Guerra y propaganda en el siglo XXI, Sevilla,
Alfar.
Luntz, Frank (2011): La palabra es poder, Madrid, La esfera de los libros.
Montolío Durán, Estrella (ed.) (2011): Hacia la modernización del discurso
jurídico, Barcelona, Universitat de Barcelona.
Poyatos, Fernando (1994a): La comunicación no verbal. Cultura, lenguaje y
conversación, Madrid, Istmo.
Poyatos, Fernando (1994b): La comunicación no verbal. Paralenguaje, kinésica
e interacción, Madrid, Istmo.
Pratkanis, Anthony y Elliot Aronson (1994): La era de la propaganda. Uso
y abuso de la persuasión, Barcelona, Paidós.
Sánchez García, Francisco José (2018): Eufemismos del discurso político, Ma-
drid, Visor.
Santiago-Guervós, Javier de (2005): Principios de comunicación persuasiva,
Madrid, Arco/Libros.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 517-520 ISSN:1139-1146 519


Santiago-Guervós, Javier de (2008): «La selección léxica en la comunica-
ción persuasiva: manipulación y uso del significado para la descodificación
y la inferencia», Español Actual, 89, pp. 113-126.
Serrano, Sebastià (2001): Comprender la comunicación, Barcelona, Paidós.
Yus Ramos, Francisco (2010): Ciberpragmática 2.0. Nuevos usos del lenguaje en
Internet, Barcelona, Ariel.

Javier de Santiago Guervós


Universidad de Salamanca

Fecha de recepción: 25 de septiembre de 2019


Fecha de aceptación: 26 de septiembre de 2019

520 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 517-520 ISSN:1139-1146


NORMAS PARA AUTORES

La lengua de la Revista de Investigación lingüística es el español. Los artículos deben ser rigurosamente
inéditos y no estar sometidos a informe para su publicación en otra revista o en cualquier otro soporte. Para
ser evaluados, los originales deben ajustarse escrupulosamente a las presentes normas de la revista.

1. Envío de originales

El trabajo que se desea someter a evaluación ha de enviarse a la revista mediante la aplicación OJS y
para ello el autor ha de registrarse en la siguiente dirección: https://revistas.um.es/ril/user/register.
En dicha aplicación habrán de subirse dos documentos en Word. El primer documento contendrá el
trabajo que se somete a evaluación. Para asegurar una evaluación ciega, el autor debe cerciorarse de que este
documento no contiene datos que lo identifiquen (véase más abajo 10. Asegurar una revisión ciega).
El segundo documento que ha de subirse a la aplicación debe recoger los siguientes datos: el título del
trabajo, el nombre del autor o los autores, el nombre de la institución y el puesto que ocupa(n) en ella, la
dirección, el teléfono, el correo electrónico (el institucional, siempre que sea posible) y el código ORCID,
si se dispone de él.
 
2. Formato
 
Los artículos tendrán una extensión máxima de veinticinco páginas (y mínima de doce), incluyendo la
bibliografía y, si los hubiera, los anexos y figuras (gráficos, mapas, fotografías, etc.); las notas bibliográficas
no superarán las cinco páginas (véase más abajo 9. Reseñas). 
El formato será DIN-A4, con márgenes superior e inferior de 2,5 cm y laterales de 3 cm, y un interli-
neado de 1,5; la letra del cuerpo del texto y del apartado Bibliografía será Times New Roman de cuerpo
12, excepto las citas sangradas y las notas a pie de página, que irán en cuerpo 10.
En los artículos el título irá centrado y en redonda de cuerpo 14, y su extensión no superará los 120
caracteres con espacios.  Si hubiera fuentes de financiación, agradecimientos, aclaraciones, etc., se harán
constar en una nota a pie de página con llamada de asterisco (*) al final del título en español.
La numeración de los apartados se indicará con números arábigos: 1., 2., 3., etc. Los apartados del trabajo
llevarán el título en versalitas, justificado a la izquierda y sin punto al final. En el caso de que haya subapartados
(1.1., 1.2., etc.), los títulos irán en cursiva, e igualmente justificados a la izquierda y sin punto final.
Dentro del texto, la cursiva se utilizará exclusivamente para marcar palabras. Para señalar el significado
de una palabra se utilizarán las comillas simples; las comillas dobles —siempre latinas o españolas («»)—
se usarán para entrecomillar citas textuales breves, de menos de cuatro líneas, integradas en el texto. Los
étimos latinos y los siglos irán en versalitas; las siglas, en mayúsculas. Se evitará el uso de las negritas.
Las citas que superen los tres renglones no irán entrecomilladas, sino sangradas por la izquierda (2,25
cm), en redonda y en cuerpo 10.
Las notas, que se utilizarán exclusivamente para ampliar contenidos, irán a pie de página y con nume-
ración arábiga consecutiva. En el cuerpo del texto se marcarán con un superíndice antes del signo de pun-
tuación si lo hubiera. El texto de las notas irá en Times New Roman de cuerpo 10, alineación justificada,
con espacio sencillo y sin sangría.
 
3. Resumen y palabras clave
 
En la primera página de los artículos deberá aparecer en español e inglés lo siguiente: (a) el título; (b)
el resumen, de ciento veinte palabras como máximo, que muestre los contenidos y resultados del trabajo; y
(c) las palabras clave, máximo cinco. Durante el envío del trabajo, también habrán de proporcionarse estos
datos en la aplicación OJS.

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 521-525 ISSN:1139-1146 521


 4. Referencias bibliográficas 
 
Las referencias bibliográficas citadas en el texto, y solo esas, se recogerán en un apartado final que se
denominará Bibliografía (sin numerar respecto de los demás apartados del trabajo).
Si fuera necesario, se distinguirá entre Fuentes primarias y Fuentes secundarias; estas se referirán a los
trabajos, diccionarios, bases de datos que se manejan en la investigación; y aquellas incluirán las fuentes
textuales citadas en el texto, como por ejemplo el Poema de Mio Cid.
Las referencias se ordenarán alfabéticamente por el apellido del autor y, dentro de un mismo autor, en
orden cronológico (si son varias las obras del mismo año, se diferenciarán mediante una letra minúscula
después del año, sin espacio alguno de separación), repitiendo en todos los casos el nombre y apellido(s). Se
utilizará la sangría francesa. En el caso de que una obra pertenezca a dos o más autores, solamente se inver-
tirá el orden del nombre (apellido(s), nombre) con el primer autor, y los demás presentarán el nombre
sin inversión. Si se cita a un autor con trabajos individuales y con trabajos en colaboración, figurarán en
primer lugar los individuales y, posteriormente, los llevados a cabo en colaboración. Los apellidos irán en
letras versalitas, con mayúscula inicial; y los nombres, en redonda y con mayúscula inicial.
En la Bibliografía deben consignarse las referencias según se indica en los ejemplos siguientes:

4.1. Libros

Colón Doménech, Germán (2002): Para la historia del léxico español, 2 vols., Madrid, Arco/Libros.
Seco, Manuel (2003): Estudios de lexicografía española, 2.ª ed. aumentada, Madrid, Gredos.

Si se considera necesario, puede señalarse el año de la primera edición de una obra entre corchetes tras
el año de publicación de la edición manejada:

Seco, Manuel (2003[1987]): Estudios de lexicografía española, 2.ª ed. aumentada, Madrid, Gredos.
 
Si bien no es indispensable, en el caso de que se quieran ofrecer otros datos de la obra citada (reimpre-
siones, ediciones, colecciones, etc.), podría consignarse excepcionalmente al final de la referencia, entre cor-
chetes:

Saussure, Ferdinand de (1976):  Curso de lingüística general, 15.ª ed., Buenos Aires, Editorial Losada.
[Traducción, prólogo y notas de Amado Alonso].
 
4.2. Artículos en revistas

Cotarelo y Mori, Emilio (1914): «La fundación de la Academia Española y su primer director D. Juan
Manuel F. Pacheco, marqués de Villena», Boletín de la Real Academia Española, i, pp. 4-38.
Sánchez-Prieto Borja, Pedro y Delfina Vázquez Balonga (2018): «Toledo frente a Madrid en la
conformación del español moderno: el sistema pronominal átono»,  Revista de Filología Españo-
la, xcviii, 1, pp. 185-215.

4.3. Artículos en actas, homenajes o volúmenes colectivos

Anglada Arboix, Emília y Coloma Lleal Galceran (2010): «¿Qué pueden esperar los filólogos
del Diccionario del castellano del siglo xv en la Corona de Aragón (DiCCA-XV)?», en Concepción
Company Company y José G. Moreno de Alba (eds.), Actas del vii Congreso Internacional de Histo-
ria de la Lengua Española, Madrid, Arco/Libros, vol. ii, pp. 1233-1241.
Dworkin, Steven N. (2008): «Para una tipología del cambio léxico: los préstamos en el español», en
Antonia María Medina Guerra y Marta Concepción Ayala Castro (ed. y coord.), Los diccionarios a
través de la historia, Málaga, Universidad de Málaga, pp. 13-29.

522 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 521-525 ISSN:1139-1146


Las citas bibliográficas en el cuerpo del texto se harán entre paréntesis, con el apellido o apellidos
dentro o fuera del paréntesis según corresponda: (Cotarelo y Mori, 1914: 30) o (1914: 30). Esta última
forma de cita, con el apellido fuera del paréntesis, se empleará para indicar qué palabras, literalmente o no,
pertenecen al autor citado, englobando tales palabras entre el apellido del autor y el paréntesis, tal y como
muestran los siguientes ejemplos:

Cotarelo indica: «En la sesión del domingo 28 de octubre el Director propuso que se comenzasen
las Juntas con la lectura de la antífona Veni, Sancte Spiritus y la oración Actiones nostras quaesumus,
domine, etc.» (1914: 37-38).

En relación con el periodo considerado, Seco afirma que prácticamente todos los lexicógrafos que du-
rante el siglo xix compiten con la Academia son aficionados y subraya que únicamente Vicente Salvá
tuvo un conocimiento profundo del español (2003: 284).

Como norma general, solo se empleará el segundo apellido de un autor cuando en la Bibliogra-
fía aparezcan varios autores con el mismo primer apellido y ello pudiera dar lugar a confusión; no obstan-
te, pueden emplearse los dos apellidos de ciertos autores en cuya cita es habitual consignar ambos apellidos,
como, por ejemplo, Menéndez Pidal.

4.4. Material bibliográfico procedente de internet

El material bibliográfico que proceda de internet debe tener, básicamente, los mismos datos que las de-
más referencias (nombre y apellidos del autor, título del trabajo, del corpus, etc.) y, además, han de añadirse
los datos precisos de su localización (la dirección url matriz) y la fecha de la consulta:

Bosque, Ignacio (2018): «Qué debemos cambiar en la enseñanza de la gramática», Revista de Gramática


Orientada a las Competencias, 1, pp. 11-36. En línea: <https://revistes.uab.cat/regroc/article/view/
v1-n1-bosque> [15/03/2018].
NTLLE  = Real Academia española:  Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española. En línea:
<http://www.rae.es/> [15/03/2018].
 
5. Imágenes, cuadros, mapas, etc.

Si el original necesitara imágenes, cuadros, mapas, gráficos, tablas, figuras o fotografías, deberán tener
calidad suficiente (al menos una resolución de 300 píxeles por pulgada), ir numerados y llevar un breve pie o
leyenda (texto centrado, con letra redonda de cuerpo 10 y sin punto al final), tal y como muestra el siguiente
ejemplo:

Imagen 2. Artículo almendrada del Diccionario de autoridades (vol. i, 1770)


 
6. Abreviaturas de uso frecuente 

A continuación se recogen algunas abreviaturas de uso frecuente y la forma con que han de aparecer
en el texto:

cap., caps. = capítulo(s)



cfr. = confróntese
col., cols. = columna(s) 

comp. = compárese 

dir., dirs. = director , -a / directores, -as


Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 521-525 ISSN:1139-1146 523


ed., eds. = edición / editor, -a, ediciones / editores, -as

et al. = et alii
f., ff. = folio(s)
fasc., fascs. = fascículo(s)

i. e. = id est
ibíd. = ibídem
íd. = ídem

ms., mss. = manuscrito(s)

núm., núms. = número(s)
p. ej. = por ejemplo

p., pp. = página(s)

pról. = prólogo 

s. a. = sin año

sig., sigs. = siguiente(s)

s. l. = sin lugar
s. v. = sub voce
t., ts. = tomo(s)
trad., trads. = traducción / traductor, -a, traductores, -as

Univ. = universidad
v., vid. = véase

vol., vols. = volumen, volúmenes
 
7. Selección de originales y condiciones de envío
 
Los trabajos recibidos deben cumplir estrictamente las presentes normas de la revista; en el caso con-
trario serán devueltos a sus autores. Los editores se comprometen firmemente a velar por que los manus-
critos considerados no cometan plagio o cualquier otro tipo de fraude. Comprobado que los trabajos se
encuentran dentro de la línea editorial de la RIL y que cumplen con los estándares mínimos de calidad
científica requeridos, serán evaluados anónimamente por dos revisores externos, quienes emitirán un
informe de evaluación. Para que el trabajo sea aceptado para su publicación ambos informes han de ser
positivos. Si uno de dichos informes fuera negativo, se solicitará la evaluación a un tercer revisor, cuyo
dictamen terminará decidiendo sobre la oportunidad de publicar el trabajo.
Ha de tenerse en cuenta que los revisores pueden considerar que el trabajo es publicable con modifica-
ciones, leves o notables. Si las modificaciones son leves, se comunicaría tal circunstancia al autor para que
las lleve a cabo y vuelva a remitir el trabajo especificando cuáles han sido los cambios, que serán revisados.
En el caso de que las modificaciones fueran notables, igualmente se notificaría el resultado de la evaluación
al autor para que considere si desea acometerlas. En el caso de que las acepte, el trabajo volvería a ser revi-
sado por los mismos evaluadores.
La RIL se compromete a contestar a los autores en un plazo máximo de cuatro meses a partir de la
fecha de recepción.
 
8. Originales, pruebas y su plazo de entrega
 
Los originales recibidos se considerarán como definitivos a efectos de imprenta. El autor recibirá pri-
meras pruebas, en las que solamente podrá corregir erratas y errores y actualizar las referencias bibliográ-
ficas que estuvieran en prensa en el momento de enviar el trabajo. Los autores tendrán un plazo de quince
días para devolver las pruebas.
Los autores, además de recibir un ejemplar en papel del volumen en que se publica su trabajo, podrán
descargar de la página electrónica de RIL la separata digital de su artículo.
 

524 Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 521-525 ISSN:1139-1146


9. Reseñas

En cada uno de sus números la Revista de Investigación Lingüística dedica una sección a las notas bi-
bliográficas. Estas no son sometidas a un proceso de revisión ciego, pero son evaluadas por el Comité edito-
rial de la revista, que aprueba o desestima su publicación atendiendo a los siguientes criterios: la adecuación
de la obra a las líneas temáticas de la RIL; su relevancia y calidad; la independencia del reseñante, que no
podrá ser de la misma institución ni del mismo círculo académico que el autor del libro; y la pondera-
ción y corrección de los juicios vertidos. Las notas bibliográficas, que no deben superar las cinco páginas
(DIN-A4; márgenes superior e inferior de 2,5 cm y laterales de 3 cm; interlineado, 1,5; letra, Times New
Roman de cuerpo 12), se remitirán a la revista mediante la aplicación OJS (https://revistas.um.es/ril/user/
register) y seguirán básicamente el modelo del siguiente encabezado:
 
Pedro Álvarez de Miranda (2016): Más que palabras, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 272 pp.
 
10. Asegurar una revisión ciega
 
Para asegurar la revisión ciega es necesario mantener estrictamente el anonimato tanto de los autores
como de los revisores. Para ello el autor ha de seguir cuidadosamente las siguientes instrucciones:

10.1. El trabajo objeto de evaluación ha de enviarse en un documento en formato Word, sin ningún ele-
mento que permita identificar la autoría.

10.2. El autor, en consecuencia, deberá eliminar de dicho documento su nombre. En las citas propias debe-
rá sustituir su nombre por «Autor», seguido del año, y se eliminará el resto de elementos de la Bibliografía.

10.3. En el caso de los documentos creados con Microsoft Office, la identificación de autores, revisores y
editores también se deberá eliminar de las propiedades del archivo, a través del menú principal de la aplica-
ción de Microsoft: Archivo > Guardar como > Herramientas (u Opciones en el caso de Mac) > Opciones
de seguridad > Al guardar, eliminar la información personal de las propiedades del archivo > Guardar.

10.4. Tal y como queda dicho arriba (2. Formato), los datos de filiación del autor exclusivamente deben
figurar en un segundo documento que ha de subirse a la aplicación OJS.
 
11. Difusión de la revista

Aunque la Revista de Investigación Lingüística tiene una tirada en papel, su difusión principal se lleva a
cabo mediante su página electrónica (http://revistas.um.es/ril), donde se proporcionan los contenidos de
la revista gratuitamente, en acceso abierto y a texto completo en el momento de su publicación. Asimismo,
la RIL da acceso en su página electrónica a todos los trabajos publicados desde su creación (https://revistas.
um.es/ril/issue/archive).
 

Revista de Investigación Lingüística, 22 (2019), pp. 521-525 ISSN:1139-1146 525

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