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Antonio Caso y Los Valores

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UNAM

FES ACATLÁN

ESBOZO DE UNA FILOSOFÍA DE LOS VALORES EN ANTONIO


CASO

Carlos Axel Flores Valdovinos


Seminario de Investigación sobre Filosofía de la Cultura y Multiculturalismo II

PREFACIO

Antonio Caso Andrade nació en México, D.F, el 19 de diciembre de 1883. A los doce
años ingresa a la Escuela Nacional Preparatoria. Fue en ese año de 1895 donde conoce a
Justo Sierra, quien fuera su maestro de Historia Universal. También estudió en la Escuela
de Jurisprudencia. Podemos notar que Caso, siendo muy joven mantuvo una formación de
corte positivista, sus maestros fueron Justo Sierra y Ezequiel A. Chávez. Como sabemos el
positivismo fue corriente que el siglo XX mexicano heredada del anterior, filosofía que se
había convertido en ideología del presidente Porfirio Díaz, llegando a disfrazarse en un
despotismo ilustrado. Mauricio Beuchot nos cuenta que:

Aprendida de Comte, por Gabino Barreda, quien fuera discípulo directo del filósofo
francés, había sido traída a nuestras tierras el siglo anterior. Luego se habían
enriquecido con Spencer y Mill, e incluso con otros positivistas más abiertos, como
Ravaisson. Incluso trató de hacerse más ecléctico, con el krausismo, esto es, con la
escuela de Karl Krause. De alguna manera, la primera década del siglo estuvo presidida
por ese pensamiento positivista, ya que era la ideología oficial del porfiriato. Primero
tuvo un papel de avance, y luego se volvió factor de reacción y retroceso, justificando
la opresión de ese sistema.1

Se cuenta que en 1906 Antonio leyó un discurso de John Suart Mill, como homenaje en
el primer centenario de su natalicio, ante el presidente Porfirio Díaz. Por el momento, lo
que nos interesa es ver el momento en que surgió un pensamiento filosófico mexicano.
Poco después de ese mismo año, Antonio Caso junto con José Vasconcelos, Alfonso Reyes,
Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Cravioto fundaron una revista llamada Savia Moderna.
En 1908, Antonio Caso se graduó de licenciado en derecho y obtuvo un puesto como
director de la Escuela Nocturna Especial. En 1909 es profesor de sociología en la Escuela
Nacional de Jurisprudencia. También fue profesor de la Escuela Nacional Preparatoria.

1
En 1909, siendo sucesor de la Sociedad de Conferencias, Antonio Caso fundó junto con
José Vasconcelos, Alfonso Reyes el Ateneo de la Juventud, (1909-1912) y más tarde con el
apoyo inconmensurable de Pedro Henríquez Ureña, ya con el nombre del Ateneo de
México, movimiento que se disolvió hasta 1914, el cual fungió como movimiento
renovador de la cultura mexicana del siglo XX. Allí había además de filósofos, pintores
como Diego Rivera, músicos como Manuel M. Ponce, abogados como Isidro Fabela,
arquitectos como Alberto J. Pani, literatos como Pedro Henríquez Ureña y Luis Martín
Guzmán, Julio Torri y Carlos González Peña, entre muchos otros más.
María del Carmen Rovira comprende que la participación activa del grupo del “Ateneo
de la Juventud, dirigido primordialmente por Antonio Caso, inició una revolución
intelectual, no política, contra la filosofía positivista dominante en México”. 2 Antonio Caso
—nos comenta Mario Magallón—figuraba como un “constructor de rumbos mentales y un
libertador de los espíritus: gusta en enseñar y fortalecer las convicciones y de acoger con
calor todos los credos, tan sólo por el placer de destruirlos con crítica luminosa y
felicísima”.3 Durante la celebración de las fiestas del Centenario de México, el ateneo tuvo
una faceta crítica de estos homenajes organizados por Porfirio Díaz y reaccionó contra su
política liberal. Al movimiento antireeleccionista se sumó la fuerza don Justo Sierra, que
desde tiempos atrás tenía el propósito de recuperar la Universidad y crear en ella la Escuela
Nacional de Altos Estudios destinada a elevar la calidad de la enseñanza crítica elemental
en las demás escuelas. El primero que ocupó el puesto de director de filosofía, fue Porfirio
Parra, de hueso positivista, y el primer profesor de filosofía fue Antonio Caso.
Tras los estallidos de la Revolución mexicana el 22 de septiembre de 1910. La labor de
Antonio Caso siguió siendo la vocación magisterial, a pesar de su gran simpatía con las
ideas de Madero. La filosofía fue arma de lucha del pensamiento revolucionario. Por otra
parte, podemos compararlo con José Vasconcelos, quien sí se lanzó a las armas, dijeramos
ahora. Caso se mantuvo al margen, y no mezcló su filosofía con las ideologías que
acechaban al país enteramente. Podemos ver que la Revolución mexicana no fue una sola
ideología, sino muchas, en ellas podemos ver diferencias y semejanzas, pero éstas
responden a las necesidades de cada pueblo. La lucha no tuvo una filosofía originariamente,
sin embargo, ésta se fue tejiendo desde una urdimbre de sentidos que fueron gestándose en
símbolos identitarios de la nación mexicana, utopía de un nuevo orden social y político.

2
INTRODUCCIÓN

Un acercamiento a la obra de Antonio Caso (1883-1946) requiere tener en cuenta de


que hablamos de un “filósofo mexicano universal”, ya que tal como lo propone en todo
caso, el Dr. Mario Magallón: “Al estudiar la vida y la obra filosófica de Antonio Caso no
podemos dejar de lado los ámbitos y las condiciones histórico-sociales en que éste se
desarrolló, a riesgo de descontextualizarlo y de sobrevalorar su trabajo y caer en el análisis
de posiciones equivocadas, los que sumados nos dan una imagen falsa del autor. Esto ha
acontecido al interpretar a nuestro filósofo”.4
Una revisión de la obra de Antonio Caso no puede quedar sesgada solamente por el
contexto en que se desarrolló ni por la soledad de su trabajo filosófico. Vida y obra se
entrelazan mutuamente en este pensador mexicano, ya que podemos ver en los escritos de
Caso demandas urgentes de las circunstancias en que vivió. Podemos decir que su tema
favorito fue la vida y para ello se dedicó en serio a pensar la condición humana en que
vivían los mexicanos. Estaba convencido de que el saber sin vida no es un más que un saber
muerto, disecado, sin embargo, el saber tiene que fortalecer la vida en su más alto sentido
espiritual. Antonio Caso tuvo que adaptar su sistema de pensamiento a los cambios
profundos y transformaciones de la época que le tocó vivir. En su trabajo encontramos un
notable ecleticismo, relaciona y estudia a casi todos los filósofos de su tiempo y trata de
conciliar estas filosofías con la suya. Con Caso uno se confronta frente a frente, es un
pensamiento que regurgita, que asimila y que luego digiere en su propio organismo,
profundo asimilador de ideas, pero con gran originalidad y talento incorporante. La carrera
de Antonio Caso se consuma con la recepción de la cultura alemana. Encamina su
pensamiento hacia el personalismo, como una clave para comprender la circunstancia
mexicana, y luego lo ampliará hacia el horizonte internacional. Este acercamiento a las
obras de Kant, Nietzsche, Schopenhauer, Schiller. Entre otros podemos autores destacan
James, Boutroux, Hegel, Comte, más tarde, Husserl y Dilthey y luego, optó por Bergson y
Scheler. Si queremos acercarnos a comprender la filosofía de los valores de Antonio Caso,
tenemos que hacer una puesta en relación entre autores, y más aún, comprender el pasado y
la actualidad de su pensamiento, para emprender nuevos retos y perspectivas, poniendo en
énfasis la tarea de recrear una historia de las ideas en México.

3
HISTORIA DE LAS IDEAS EN MÉXICO

Pensar sin libertad es una contradicción manifiesta, en la


economía del espíritu humano, el pensamiento y la libertad
se unifican. El que investiga, si piensa duda, se convence y
disuade; si no fuera libre, ni duda, ni investiga, ni piensa ni
concluye. La libertad es la respiración del pensador.

Antonio Caso.

¿Se recordaron en el Centenario de la UNAM o de la Revolución mexicana las ideas


filosóficas de Antonio Caso? ¿Por qué encontramos una desvalorización en las aulas acerca
de este profundo pensador mexicano? ¿Cuáles son las tareas de la filosofía mexicana? ¿Es
posible trazar una filosofía de los valores que nos permita acceder a la autenticidad del
quehacer cultural en México? ¿Qué desafíos y nuevos retos nos lanza Antonio Caso?
Es claro, que los conocedores de la filosofía mexicana han ido tratando de desmantelar
ambigüedades pasadas que no permitieron prosperar la obra de Antonio Caso. Hemos visto
a lo largo de todo el siglo XX y a principios del siglo XXI una intensa revisión crítica de la
filosofía de la cultura en México. La perspectiva de Antonio Caso ha sido ampliamente
discutida y analizada por pensadores como José Gaos, Samuel Ramos, Luis Villoro,
Leopoldo Zea, Ana Rosa Krauze de Kolteniuk, María del Carmen Rovira, Antonio Zirión,
Mario Magallón, y recientemente Victórico Muñoz.
Acerca de esta preocupación filosófica Ana Rosa Krauze nos cuenta que Antonio Caso
destacó un lugar primordial a sus reflexiones sobre la formación de una identidad cultural
mexicana: “el propio Samuel Ramos y también Leopoldo Zea admiten que fue el precursor
de la actual inclinación por <lo mexicano>. Caso también había visto la necesidad de
<volver los ojos hacia México>, de evitar las <imitaciones extralógicas>, de formar una
conciencia nacional, un alma colectiva apoyada en las propias tradiciones, en <lo que
somos de verdad>”.5 Ya encontramos en un epígrafe una nota autobiográfica de Antonio
Caso donde se reconoce como mexicano, surgido a raíz de este mestizaje. Para ello nos
cuenta lo siguiente: “sangre de indio y sangre española es la mía. Pero soy un mexicano de
pasiones serenas. Mi amor por la patria no me inspiró la profesión de político ni de
soldado. Mi ideal fue el estudio, los libros, el arte, la filosofía”.6

4
La filosofía mexicana ha tenido que irse consolidando no como una disciplina más
dentro del corpus académico, sino como una autognosis cultural. Para ello, lo que “se
busca (es) establecer una relación dialógica entre nosotros y los otros sin asomo de
alienación ni sometimiento a la filosofía y la cultura de origen europeo”. 7 Es obvio que
resulta mal visto por algunos críticos la recepción de la cultura europea en Antonio Caso,
sin embargo, este libre pensador asumió una perspectiva desde la cultura mexicana, sin
dejar de buscar la universalidad. Lo que intentamos es reivindicar la obra filosófica de
Caso. Frente a la crítica que ve en Caso a un pensador “conservador”, aristócrata o
europeizado, hay otra posibilidad de reconocer el mérito de este filósofo mexicano,
ajustado a los intereses del pueblo mestizo de México, cuya herencia se forja de la raza y el
espíritu. No en vano el lema de la Universidad, acuñado por José Vasconcelos: “Por mi
raza hablará el espíritu”. El México revolucionario perdió la rienda y como caballo
desbocado, ha ido a parar a una falsa ideología, llena de implantaciones, de ideas e
inventos. Sin embargo, la realidad acaecida era distinta, lo que hacía falta era una nueva
inspiración, una nueva utopía como lo fue La raza cósmica de Vasconcelos. Antonio Caso,
por otra parte, encontró que la imitación o mimesis cultural que ha realizado el mexicano,
muchas veces, lo ha separado de su propia identidad, es decir, de su originalidad. En el
siglo XIX, la realidad mexicana operó con este comportamiento. No es raro, encontrar en
Porfirio Díaz, el proto-tipo afrancesado en México. Por una parte, fue enriquecedor, ver el
teatro, la literatura y la filosofía que ofrecían los franceses, pero terminó por matar el
espíritu libre de la investigación. Se fue imitando el estilo de vida, las instituciones, el arte
y hasta la filosofía se asimilaba sin riesgo a caer en una indigestión. Las críticas que realiza
Antonio Caso, van por estos senderos de la identidad cultural y sus laberintos.

Nuestras formas sociales y políticas proceden de Europa y los Estados Unidos de


América. Y así tenía que ser, en mucha parte, dado el corto lapso de nuestra vida
independiente; pero urge ya, por la felicidad de nuestro pueblo, que cesemos de imitar
los regímenes político-sociales de Europa y nos apliquemos a desentrañar de las
condiciones geográficas, políticas, artísticas, etcétera, de nuestra nación, los moldes
mismos de nuestras leyes; la forma de nuestra convivencia; el ideal de nuestra
convivencia.8

5
HACIA UNA FILOSOFÍA DE LOS VALORES

Podemos decir que el pensamiento de Antonio Caso se había consolidado a principios


del siglo XX, pero fue en 1934 cuando se puso en contacto con las corrientes
contemporáneas como la fenomenología y el historicismo crítico. El intento de asimilar las
ideas renovadas de Husserl, Scheler y Hartmann consiguió que el filósofo mexicano diera
una nueva dirección a su filosofía. En su parte fundamental, hizo algunos cambios, pero se
mantuvo una cierta continuidad a las ideas que profesaba anteriormente. Es decir, Antonio
Caso avanzó con desconfianza, y muchas veces hubo una recuperación de sus pensadores
predilectos sobre todo de filósofos como Platón, Aristóteles, San Agustín, Kant,
Schopenhauer, Croce, Nietzsche, Hegel, James, Boutroux y Bergson, entre otros más.

Pero, bien pronto, la obra de Boutroux, Bergson y James, nos convencieron de que, al
lado del intelectualismo puro, se desarrolla la filosofía de la intuición. Entonces
sostuvimos, con calor, el intuicionismo, y hoy, la obra grandiosa de Husserl y un
Scheler, nos demuestra que, al lado del intuicionismo de la evolución creadora, es
menester reivindicar; la intuición de las esencias y de los valores conforme a la tesis
del método fenomenológico.9

Antonio Caso luchó contra el positivismo que se estaba implantando en México y sobre
todo en las universidades del país. Augusto Comte fue uno de los pilares de este
movimiento positivista. En un ensayo de Caso sobre positivismo, neopositivismo y
fenomenología encontramos un conjunto de doctrinas que van desde Stuart Mill, Mach,
Poincaré y algunos neopositivistas, concluyendo con la perspectiva crítica de la
fenomenología. La intuición es para Caso el eje de su filosofía, y para salvar esta postura
intenta reasumir e incorporar nuevos elementos. Dentro de su pensamiento se instala una
síntesis renovada. Entre la intuición de Husserl y Bergson, el filósofo reivindica a este
último. La dirección husserliana no es muy trabajada en este pensador mexicano, sin
embargo, ya había leído Las Investigaciones Lógicas y Las meditaciones cartesianas de
Husserl. Fue en 1934 cuando Antonio Caso escribió El acto ideatorio y La filosofía de
Husserl. El primer ensayo considera que el mundo ideal no puede estar separado del mundo
de las “esencias” y de los “valores”. Su filosofía partía de una doble preocupación que sin
embargo dio más importancia a la primera por considerar la ética humana frente a las
ciencias que se olvidan de la vida y para ello propone: la axiología y la ontología.

6
La intuición para Caso es diferente a la intuición de Husserl, a pesar de que toma
elementos muy significativos, desconoce, o al menos tiene muchas lagunas al momento de
interpretar a Husserl; parece que lleva solamente agua a su molino—como dice un dicho—
por lo que tendremos que ir matizando a lo largo de esta exposición. Siguiendo a Antonio
Zirión encontramos ciertas deficiencias en las exposiciones que hiciera Antonio Caso de la
obra de Husserl: errores, fallas e imprecisiones en su comprensión de los textos originales.
Sin embargo, sabemos que Caso hizo lecturas secundarias provenientes de la Revista de
Occidente como los Elementos para una filosofía de la religión sobre base fenomenológica
de Otto Gründler, El idealismo fenomenológico de Husserl de Teodoro Celms, y el ensayo
sobre “La situación presente de la fenomenología” de Arnold Metzger, así como los libros
franceses de Emmanuel Levinas (Théorie de l´intuition dans la phénomenologie de
Husserl, y Las tendencias actuales de la filosofía alemana de George Gurvitch; todos ellos
publicados entre 1926-1931. Al parecer lo que critica Zirión es que Caso no distinguiera
entre reducción fenomenológica y reducción eidética. El lector puede irse dando cuenta de
que un estudio sobre Caso merece una revisión crítica del texto desde su contexto. Así,
podemos ver con Zirión que al parecer: “Más adelante, este <objetivismo> <de las
esencias> que Caso le atribuye a la fenomenología husserliana (como nueva concepción de
lo absoluto) se verá reforzado como un objetivismo <de los valores> no sólo por la
consideración de Scheler, sino por la inclusión—que hay que reconocer como inexacta—de
Aloys Müller, con su <objetivismo axiológico>, en el campo de las investigaciones
fenomenológicas”.10 En efecto, Caso considera que el movimiento fenomenológico va en
evolución y esta pasa por las <esencias> de Husserl, los <valores> en Scheler, y la
<existencia> en Heidegger. La actitud de Caso hacia la fenomenología ha sido muy
controversial. ¿Fue Caso un fenomenólogo? Villoro cree y sostiene lo contrario, para ello
nos expresa lo siguiente:

Caso en realidad nunca fue un fenomenólogo, porque no compartió el espíritu crítico de


esa doctrina, ni asumió todas sus consecuencias. Sólo trató de asimilar la parte de la
fenomenología que podía utilizar para ampliar el alcance de su propia tendencia
metafísica y afianzarla frente a las doctrinas contrarias a ella. Para ello tuvo que
presentar la doctrina de Husserl de modo que cumpliera una función distinta a la que su
autor le concedía: mientras éste quería ver en la fenomenología la postura crítica más
radical, su intérprete saludaba en ella la restauradora de una tradición metafísica. 11

7
Antonio Caso considera que la axiología contemporánea ha tenido que enfrentarse con
dos posturas radicales como son el subjetivismo y el ontologismo, frente a ello, el filósofo
mexicano considera una tercera vertiente llamada: objetivismo social. De entrada la
filosofía tiene que cuestionarse sobre: el ser y el valor. Pero ¿Qué es el ser? ¿Qué es el
valor?, pueden separarse estos dos conceptos, tratarse de manera aislada. Yo creo que no, el
estudio sobre el ser del valor no puede estudiarse en el laboratorio, ni tampoco los valores
son los elementos químicos que ensayan en tubos o frascos según la temperatura. La mejor
manera de abordar este tema se puede considerar desde la filosofía de la cultura, porque el
valor no está en la naturaleza, sino que existe en el ámbito de la acción cultural, humana y
espiritual. Ni el sujeto determina los valores ni los valores son entes abstractos, por el
contrario, creemos que los valores son construcciones sociales. El objetivismo social es
intersubjetivo, es decir, los valores no son propiedades inherentes de las cosas, ni están
meramente en la conciencia aislada del individuo, sino que son hechos sociales que
requieren ser interpretados, cuestionados, puestos en tela de juicio, dialogados y criticados.
La filosofía tiene que responder a dos cuestiones distintas: ¿Qué es la realidad? ¿Qué
vale la realidad? Antonio Caso encuentra que “conforme al ontologismo, ya no hay dos
cuestiones distintas. Ya no hay estética, ética, filosofía de la religión, filosofía de la
historia, filosofía del derecho. Solamente hay ontología. Lo justo es una realidad valente
que se revela en los actos justos. Si captamos lo justo, seremos justos, si no lo captamos,
sino que captamos lo injusto, seremos injustos”. 12 El subjetivismo radical resulta
pernicioso, y un objetivismo radical nos parece muy impositivo. Lo que Caso intenta hacer
es una síntesis equilibrada en donde las ideas no se antepongan a la emoción, a la vida.
Solo por medio de la solidaridad, la caridad y el amor se pueden llegar a establecer las
nuevas condiciones de la sociedad mexicana donde los valores logren un sano
reconocimiento mutuo sin menospreciar a la persona como “creadora de valores”. La
filosofía de Antonio Caso comprende que “los valores son relaciones entre objetos y
sujetos”, y agrega todavía, “las cosas son en sí y valen para mí”. 13 Tal como se expresan en
el arte, los valores estéticos nos muestran que: “la rosa es bella, sí, pero sólo para mí que la
veo. En sí no es bella ni fea: es; simplemente, es”.14 Antonio Caso logra reconocer a la
persona en la actitud recobrada, fuera de egoísmos y ontologismos considerando una
tercera vía de acceso al mundo vivido de los valores desde el objetivismo social.

8
EL OBJETIVISMO SOCIAL

Antonio Caso intenta comprender que la realidad de los valores no puede ser tratada por
las ciencias naturales. Como Husserl hace epojé de las ciencias naturales y se orienta hacia
las ciencias fácticas o culturales. En esta dirección podemos ver que el intento de separar
estas ciencias es por qué estudian objetos aislados, a la manera de la física o psicología
como el atomismo social. Por otra parte, Caso propone una ciencia cultural como ciencia
que interpreta las relaciones entre valores humanos, y no solamente instrumentales sino que
atañe a los valores más altos espiritualmente. Asimismo nos comenta Ana Rosa Krauze
que: “Todos los valores son objeto de las ciencias de la cultura; la economía política
investiga las cosas que tiene precio, es decir, hace referencia a un valor instrumental; las
otras ciencias culturales como la ética, la estética, la filosofía del derecho, la filosofía de la
religión, tienen como objetivo valores intrínsecos: lo bueno, lo bello, lo justo, lo santo”. 15
En Antonio Caso podemos notar que enseñaba este ideal ascético de los valores,
purificador y que conlleva a la perfección humana. Al tomar contacto con las ideas de Max
Scheler, Caso logró comprender que existen tres grados de cultura: cultura de
aprovechamiento, de integración y de salvación. “La cultura de aprovechamiento es el dato
de la realidad social, y por lo mismo, está debajo de la cultura de integración y de
salvación, la cultura no puede menos de someterse a la ética y a la religión…porque
<cultura sin religión, es cosa profana>”.16 De esta forma, Caso intentó criticar los supuestos
filosóficos que sostenía Nicolás Berdiaev. Este filósofo eslavo auguraba una nueva Edad
Media, mientras que Antonio Caso veía en su época el resurgimiento de un nuevo
Renacimiento y un nuevo Humanismo. Para esta empresa Caso tuvo que reforzar sus
puntos de vista con las lecturas que hiciera de Scheler. Ana Rosa Krauze considera que:

Caso observó que Berdiaev tiene un concepto imperfecto del hombre. Al sobreestimar
al homo credulus, descuida el homo economicus y al homo sapiens, y se pone en
desventaja frente a Scheler; asegura que la cultura de integración humana, o sea, la obra
del humanismo, agoniza en nuestros días; por eso anunció, como ya lo había hecho
antes Renan, el advenimiento de una nueva Edad Media. Pero la cultura humanística no
está en agonía. Si bien en nuestros días se estima de preferencia el saber encaminado al
aprovechamiento del mundo, no deja de revestir un sentido perenne el factor que
integra la personalidad. El humanismo reivindica el saber culto, y este saber también es
indispensable para completar el marco de la obra social. 17

9
La filosofía de Antonio Caso pretende ser antiintelectualista, y con ello intenta volver a
una filosofía de la intuición y el sentimiento. “El hombre no solo piensa, intuye y quiere;
también siente”18 había dicho Caso desde su juventud. Volviendo a sus ideas juveniles Caso
escribió:

Yo no soy solamente un ser pensante; porque me conozco por mi pensamiento ¿me


resumo íntegramente en él? (…) hay en mí algo imposible de identificar con mi
pensamiento (…) junto a mi reflexión está mi emoción; y mi emoción me descubre un
anchuroso mundo nuevo; el de los valores; que es imposible reducir a ideas puras,
porque la inteligencia no capta ningún valor. El valor es la dimensión de la realidad
reivindicada por Pascal frente a Descartes, la razones del corazón que ignora la razón,
constituyen el fundamento de la realidad espiritual. 19

La filosofía tiene que recobrar esa experiencia del mundo de la vida si no se quiere una
visión sesgada de la realidad, por lo tanto, la filosofía de la cultura es capaz de volverle lo
fáctico a la fenomenología y, ésta, a su vez, pretende reanudar la sensibilidad. Caso
considera que: “así como la inteligencia va a su objeto propio: la esencia, y la voluntad
revelan la existencia, el acto de ser, el sentimiento se dirige al valor, y filosofar es tender a
explicar el ser, la esencia, el valor y la existencia. La filosofía tiene por fin una concepción
sintética del mundo como totalidad”.20 Fuera de un individualismo exacerbado y un
comunismo solitario lo que pretendemos es reanudar el objetivismo social de Caso desde
una nueva perspectiva filosófica. Podemos ver que la separación tajante entre axiología y
ontología también ha sido puesta en tela de juicio. Jean-Luc Nancy se cuestiona sobre si:

¿Hay algo más común que ser, que el ser? Somos. Lo que compartimos es el ser, o la
existencia. No estamos aquí para compartir la no-existencia, ella no es para ser
compartida. Pero el ser no es una cosa que poseyéramos en común. El ser no es en nada
diferente de la existencia cada vez singular. Se dirá, por tanto, que el ser no es común
en el sentido de una propiedad común, sino que es en común. El ser-es-en-común. ¿Hay
algo que sea más simple constatar? Y sin embargo, ¿hay algo más ignorado, hasta aquí,
por la ontología?21

El valor es-en-común, parafraseando a Jean-Luc Nancy, ya que podemos comprender


los valores porque los compartimos, sentimos y vivimos; empero no existen valores
comunes, ya que no son propiedades, ni objetos, ni cualidades; en cambio, son experiencias
de nuestro ser-en-el-mundo-con-los-otros. En este sentido intentaremos reivindicar, aunque
en un ensayo posterior, una concepción más sensible del valor como el valor-en-común.

10
NOTAS AL FINAL

11
1
Mauricio Beuchot, Filosofía mexicana del siglo XX. Editorial Torres y Asociados. México, 2008. pp. 15-16. Cfr. Leopoldo
Zea, El positivismo en México, México: El Colegio de México, 1943; W. D. Reat, El positivismo durante el porfiriato,
México: SEP, 1975.
2
María del Carmen Rovira (Coord., y Comp.), Pensamiento filosófico mexicano del siglo XIX y primeros años del siglo XX.
Tomo III, (Compiladores) Emma Luz Aceves, Carlos Lepe Pineda, Xóchitl López Molina, José Ma. Carmorlinga Alcaraz,
Alberto Núñez Merchand y Rosa Elena Pérez de la Cruz. UNAM, México, 2001, p. 665. En una nota a pie de página nos
advierte: “No debe olvidarse que Caso perteneció al Club Reeleccionista de México y fue director del periódico. La
Reelección. Semanario Político, Órgano del Club Reeleccionista”.
3
José Vasconcelos, “El movimiento intelectual contemporáneo de México”, Conferencias del Ateneo. Citado por Mario
Magallón en su libro sobre Filósofos mexicanos del siglo XX. Historiografía Crítica Latinoamericana. CIALC. UNAM,
México, 2010, p. 98.
4
Véase en Mario Magallón op. cit, 2010, pp 91-92. En seguida nos advierte el autor que: “Se llega a la situación especial
de considerarlo reaccionario, conservador y otros calificativos más, que sin duda muchos de ellos están, suficientemente
fundados. Sin embargo, considero que es necesario estudiar la obra de este filósofo en sus diversas manifestaciones para así
valorar sus producciones. Así por ejemplo, no es causal que Caso asumiera ante la Revolución una actitud de retraimiento y
se refugiara en lo único que él sabía hacer: la docencia y escribir. Los relatos de los estudiantes que asistieron a su cátedra
en aquella época lo describen como un hombre que vivía solo para eso y nada más que para eso”.
5
Ana Rosa Krauze, La filosofía de Antonio Caso, Facultad de Filosofía y Letras. UNAM, México, 1977, p. 10. Véase el
prologo de la misma autora.
6
Ibid. 24.
7
Mario Magallón Anaya, “El horizonte de la filosofía mexicana y latinoamericana de hoy”, en Filosofía mexicana. (Retos y
perspectivas). Coord. Victórico Muñoz, Ed. Torres y Asociados. México, 2009. p. 35.
8
Antonio Caso, “El problema de México y la ideología nacional”. Citado por José Hernández Prado, en “El pensamiento
liberal de Antonio Caso. Véase en La filosofía mexicana entre dos milenios. (Coordinadores) Mario Miranda Pacheco y
Norma Delia Durán Amavizca. FFyL, DGPA, UNAM, México, 2002, pp. 25-26.
9
Antonio Caso, Obras Completas. Citado por Mario Magallón Anaya, op. cit, 2010, p. 103.
10
Antonio Zirión Quijano, Historia de la Fenomenología en México, Red Utopía, A. C. Jitánjafora, Morelia, México, 1ª
reimpresión corregida, 2004, p. 55.
11
Véase en Luis Villoro, 1972, xxiv. Cita tomada de Antonio Zirión, op. cit, 2004, pp. 63-64.
12
Antonio Caso, Obras Completas. X. El Concepto de la Historia Universal y la Filosofía de los Valores. La Filosofía de la
Cultura y el Materialismo Histórico. Prólogo de Margarita Vera Cuspinera. Comp. Ana Rosa Krauze de Kolteniuk. UNAM,
México, 1985. p. 47. “Aquí todo es cuestión de captura, porque hay formas de realidad que no son, y que, al valer,
determinan los actos justos, como los buenos, como los santos. Todo se ha vuelto cosa, entidad, realidad sólida. En este
mundo en vez de pensar, tenemos que ver; en ver de relacionar, tenemos que intuir. ¿No repugna al sensorio común esta
reducción de lo axiológico a lo ontológico, y del pensamiento a la intuición de entidades imaginarias?”.
13
Idem.
14
Ibid.
15
Ana Rosa Krauze, op. cit, 1977, pp. 248-249.
16
Ibid. pp. 250-251.
17
Ibid. pp. 251-252.
18
Ibid. p. 274.
19
Antonio Caso, El acto ideatorio y la filosofía de Husserl, op. cit, p. 193. Cita tomada del libro de Ana Rosa Krauze, op.
cit, 1997, pp. 274-275.
20
Ibid. pp. 275-276.
21
Jean Luc-Nancy, La comunidad desobrada, Traducción de Pablo Perera. Editorial Arena Libros. Nueva edición revisada y
aumentada. Madrid, España, 2001, p. 151.

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