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Hoy Se Cumple Esta Promesa 1

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HOY SE CUMPLE ESTA PROMESA 1

(Hechos de los Ap.1,1-11) Un día estando con ellos les mando: “No se alejen de Jerusalén,
aguarden aquí a que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que ya les he hablado: Juan
bautizo con agua; dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”

EL PARÁCLITO: Palabra del griego "parakletos", que literalmente significa "aquel que es
invocado", es por tanto el abogado, el mediador, el defensor, el consolador. Jesús nos
presenta al Espíritu Santo diciendo:

"El Padre os dará otro Paráclito" (Jn 14,16).

El abogado defensor es aquel que, poniéndose de parte de los que son culpables debido a
sus pecados, los defiende del castigo merecido, los salva del peligro de perder la vida y la
salvación eterna. Esto es lo que ha realizado Cristo, y el Espíritu Santo es llamado "otro
paráclito" porque continúa haciendo operante la redención con la que Cristo nos ha
librado del pecado y de la muerte eterna.

Hoy se cumple esa promesa de que El no nos dejara solos, que El estará ahí para Enderezar lo
que esta desviado, fortalecer lo que está débil. Para dar paz a quien lucha, a quien sufre; para
dar consuelo.
“Y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Romanos 5,5)

El Espíritu Santo es bálsamo, medicina, alivio, descanso. El Espíritu Santo es fuerza de Dios
para resistir las persecuciones antiguas y modernas y para atrevernos a invitar en dirección de
Cristo. El Espíritu Santo, es aroma, que va con nosotros: El cristiano no espera que haya un buen
ambiente; si no que El lo lleva.

“Pues a nosotros nos mueve el Espíritu a aguardar por la fe los bienes esperados por la
justicia.” (Gl.5,16)

El Espíritu Santo viene hoy sobre toda la tierra para enseñarte a hablar con ese idioma con el que
todos los hombres podemos ser hermanos, Primero Dios, luego mi prójimo y por último yo dando
muerte al egoísmo para vivir como hombres nuevos, como mujeres nuevas. Recordemos que es
el Señor y dador de vida. Por medio de Él, Dios vivifica al mundo, nos comunica la vida y lo
santifica todo.

“Cuando venga El, El Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa” Jn.16,13)

Luz que penetra las almas: ¡Cuántas veces vivimos en la oscuridad del pecado, de la angustia y
de la tristeza! Parece que nunca se va a hacer de día. Sin embargo, si pedimos a Dios que, por
medio del Espíritu Santo nos ilumine, pronto las tinieblas de nuestro corazón se llenarán de esa
luz amorosa de Dios.
Dador de todos los dones: Todos los dones que pueda recibir una persona, un alma, son
originados por el Espíritu Santo quien, con el fuego de su amor, piensa personalmente en cada
uno de nosotros.

Fuente de todo consuelo. ¡Cuántas veces parece que estamos inconsolables porque todo lo
humano está en nuestra contra! Dificultades con los miembros de la familia, los hijos, el cónyuge;

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en el trabajo, en la sociedad. Nada, parece, que nos puede consolar. Sin embargo, ahí está Dios
quien, por medio del Espíritu Santo está en espera para consolarnos.

Amable huésped del alma. Sí, ese es el Espíritu Santo, ese amable, dulce y tierno visitante de
nuestra alma, que habita en ella si nosotros se lo permitimos. Pero, nuestro egoísmo lo expulsa
cada vez que optamos por el pecado. Dulce huésped, ¡quédate conmigo! No permitas que nada
me separe de ti

Paz en las horas de duelo. ¿Quién será quien nos levante el corazón cuando el dolor es fuerte?
Ahí está el dulce huésped del alma, buscando consolar y dar paz en los momentos de duelo.
Pero, ¿por qué no queremos escucharle?, ¿por qué nos hacemos sordos a su voz? Cuando el
alma está atribulada, cansada, fatigada, ahí se presenta quien es pausa en el trabajo; brisa, en
un clima de fuego; consuelo, en medio del llanto. ¡Sí! Ahí está el Espíritu Santo quien ha de
confortar en todo momento.

El Espíritu Santo nos llena de su alegría y de sus dones, porque donde entra el Espíritu de Dios
no hay más que gozo, paz y vida divina y eterna.

El Espíritu Santo, es el viento que te impulsa a ir por caminos que no podrías recorrer por ti
mismo.

Es el viento que sopla fuerte, nos ayuda a vencer nuestros límites.

Es el viento que nos guía dándonos rumbo y dirección.

El hombre es como un velero, el Espíritu Santo es el viento que impulsa el velero a seguir
adelante que llena da energía para alcanzar su horizonte.

Dejemos que el Espíritu Santo sea ese viento que llene nuestras vidas para cumplir la misión
para lo que Dios nos creo

Es el viento que tiene una fuerza invisible que no sabemos de dónde viene ni a donde va, pero
que nos da lo necesario para vivir de acuerdo a lo que Dios quiere en nosotros, por lo que nos dio
sus 7 dones.

Déjate inspirar por el viento impetuoso del Espíritu Santo. Pablo Bauchart Laico consagrado R. C.

Dones del Espíritu Santo:

Los Dones del Espíritu Santo son 7 auxilios Espirituales que capacitan el alma para ejercitar las
virtudes necesarias a la perfección cristiana

Temor de Dios: El Espíritu Santo infunde en el alma sobre todo el temor filial, que es el amor a
Dios, el alma se preocupa entonces de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo
en nada, de permanecer y de crecer en la caridad. Este don es el que hace estallar en lágrimas a
los santos cuando cometían alguna falta; Es pues un temor que nace del amor.

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Sabiduría: Nos hace llamar desgracia al pecado, al no cumplir con el deber, a la infidelidad a
Dios. Nos hace apreciar los atributos divinos por ejemplo: que Dios es Creador, Redentor,
Santificador. No es un sentimentalismo, sino una convicción.

Piedad: Mediante éste don, el Espíritu sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la
ternura para con Dios y para con los hermanos. El don de la piedad orienta y alimenta la
necesidad de recurrir a Dios para obtener gracia ayuda y perdón. Además extingue en el corazón
aquellos focos de tensión y de división como son la amargura, la cólera, la impaciencia, y lo
alimenta con sentimientos de comprensión, de tolerancia, de perdón.

Entendimiento: El Espíritu Santo, comunica al creyente una chispa de esa capacidad


penetrante que le abre el corazón a la gozosa percepción del designio amoroso de Dios, Gracias
a ella se ven mejor los numerosos signos de Dios que están inscritos en la creación. Eso les pasó
a los apóstoles después de la Resurrección de Jesús. El Espíritu Santo les hizo entender todo lo
que Jesús les había enseñado y que antes no comprendían.

Ciencia: El hombre iluminado por el don de la ciencia, conoce el verdadero valor de las criaturas
en su relación con el Creador. Y no estima las criaturas más de lo que valen y no pone en ellas,
sino en Dios, el fin de su propia vida. Es una facilidad para distinguir entre lo verdadero y lo
falso. . Esto es importante porque en la actualidad hay gente que enseña muchas falsedades y
muchas personas les creen y se dejan engañar.

Consejo: Este don actúa como un soplo nuevo en la conciencia, sugiriéndole lo que es lícito, lo
que corresponde, lo que conviene más al alma. El cristiano ayudado con este don, penetra en el
verdadero sentido de los valores evangélicos, en especial de los que manifiesta el sermón de la
montaña, Hace que al momento de escoger, escojamos lo que más nos conviene: Inspira lo que
se debe hacer y lo que se debe decir y como se debe decir. Lo que se debe evitar y lo que se
debe callar, Inspira remedios para no pecar: rezar, hacer sacrificios. Este es el Don que Nuestro
Señor prometió a sus Apóstoles (Mt.10,20).

Fortaleza: es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma en las habituales condiciones de


dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios, en el soportar
ofensas y ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y
hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez. Es decir, tenemos que invocar del
Espíritu Santo el don de la fortaleza para permanecer firmes y decididos en el camino del bien.
Hay tentaciones tan violentas e inesperadas que si no fuera por una intervención del Espíritu
Santo con su don de fortaleza, no podríamos resistir. Para los enfermos, para los pobres, para los
que sufren tentaciones fuertes y para quienes tienen que hacer oficios difíciles

FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO:

Del Catecismo: 1832 son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias
de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce:

1. Caridad: El acto de amor de Dios y del prójimo.


2. Gozo espiritual: El que nace del amor divino y bien de nuestros prójimos.
3. Paz: Una tranquilidad de ánimo, que perfecciona este gozo.
4. Paciencia: Sufrimiento sin inquietud en las cosas adversas. Es propio de esta virtud, moderar
los excesos de la tristeza,

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5. Longanimidad: Firmeza del ánimo en sufrir, esperando los bienes eternos. Impide el
aburrimiento y la pena que provienen precisamente del deseo del bien que se espera
6. Bondad: Dulzura y rectitud del ánimo.
7. Benignidad: Ser suave y liberal, sin afectación ni desabrimiento.
8. Mansedumbre: Refrenar la ira, y tener dulzura en el trato y condición. Moderar los arrebatos
de cólera.
9. Fe: Exacta fidelidad en cumplir lo prometido.
10. Modestia: La que modera, regula en el hombre sus acciones y palabras.
11. Continencia: La que modera los deleites de los sentidos; Refrena la desordenada afición de
comer y de beber,etc. impidiendo los excesos.
12. Castidad: La que refrena los deleites impuros; regula o cercena el uso de los placeres de la
carne, Cuando el Espíritu Santo da sus frutos en el alma, vence las tendencias de la carne, y da
fruto.
Los tres primeros frutos son: la caridad, el gozo y la paz. Que pertenecen especialmente al
Espíritu Santo.
¿Cómo aumentar el influjo del Espíritu Santo en mi vida?

Cada vez que recibo un sacramento el Espíritu Santo viene a mi alma.


El acercarme frecuentemente al sacramento de la reconciliación y a la Eucaristía es una manera
óptima para incrementar su presencia dentro de mí.
Cuando una persona ora, abre la ventana de su alma al Espíritu. Así Él podrá influir en mi
inteligencia, mi voluntad y mi corazón.

El pecado mortal es el peor enemigo del Espíritu Santo, pues si lo cometemos expulsamos de
nuestra alma a su dulce huésped. No tengamos miedo de ser testigos de Dios en la sociedad,
pues si contamos con el Espíritu Santo, toda dificultad será vencida, todo cansancio refrescado y
cada tristeza consolada. Autor
Regnum Chisty

¿Qué es la gracia santificante? Es un don sobrenatural, interior y permanente, que Dios


nos otorga, por mediación de Jesucristo, para nuestra salvación

Don sobrenatural: Supera la naturaleza humana:

Don permanente: Mora en el alma mientras se está en gracia, sin pecado mortal
Toda alma pura exenta de pecado mortal está en gracia. Sólo Dios da la gracia santificante.

La gracia es poseer en vosotros la luz, la fuerza, la sabiduría de Dios. Esto es poseer la


semejanza intelectual con Dios, el signo inconfundible de nuestra filiación con Dios.
Sin la gracia seríamos simplemente criaturas animales capaces de guiarse en las contingencias
de la vida terrena pero incapaz de elevarse a las regiones en las que se vive la vida del espíritu;

Son dones sobrenaturales y gratuitos; merecidos no por las propias acciones, sino por la
Pasión de Jesucristo; que se dan para la salvación del hombre que nos hace participar de la vida
divina, porque la esencia misma de la gracia consiste en participarnos algo de la vida de Dios.)
que infiere en el alma, y no en sus potencias (inteligencia y voluntad).

Es el principio de vida sobrenatural y, por tanto, ha de inherir en el principio vital, que es el


alma .Así como la salud se dice que se posee en el cuerpo, así la gracia se posee en el alma; a

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modo de cualidad, esto es, algo que modifica el alma, perfeccionándola; permanente, porque
perdura mientras el pecado mortal no nos la haga perder

Esa gracia santificante: a) se recibe inicialmente en el bautismo , La Santísima Trinidad da al


bautizado la gracia santificante, la gracia de la justificación que:

– le hace capaz de creer en Dios, de esperar en El y de amarlo mediante las virtudes teologales;
FE, ESPERANZA Y CARIDAD.
– le concede poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante los dones del Espíritu
Santo

b) La gracia aumenta a medida que permitimos al Espíritu Santo actuar por la participación en
los sacramentos, (Reconciliación o Penitencia Eucaristía), la oración y obras de misericordia,
todo por los méritos de Cristo. La gracia nos asemeja a la vida de Cristo: sus virtudes, forma de
pensar y actuar.

SECUENCIA DE PENTECOSTÉS según la fe de tus siervos.


Por tu bondad y tu gracia
Ven, Espíritu divino, dale al esfuerzo su mérito;
manda tu luz desde el cielo Padre amoroso salva al que busca salvarse
del pobre, y danos tu gozo eterno. Amén
don en tus dones esplendido; luz que penetra
las almas;
fuente del mayor consuelo. “Ven Espíritu Santo, llena los corazones de
tus fieles y enciende en ellos la llama de tu
amor.
Ven, dulce huésped del alma Aleluya”
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,


divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequia ,sana el corazón


enfermo,
lava las manchas,
infunde calor en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones

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