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Se define como diseño o ajuste curricular «Un proceso de toma de decisiones para la elaboración

o ajuste del currículo, previo a su desarrollo, que configure flexiblemente el espacio donde se
pondrá en práctica, mediante un proceso de enseñanza y aprendizaje del cual el proyecto
curricular es su visión anticipada»2. El diseño de los programas académicos como construcción
colectiva de la comunidad educativa (estudiantes, profesores, directivos, egresados, empleadores,
padres de familia, asociaciones gremiales y profesionales), exige interpretar el currículo como
proceso ampliamente temporalizado y de construcción/deconstrucción por parte de los agentes
involucrados, y no como un programa limitado en su realización por unos objetivos y logros
predeterminados e inmodificables. Una práctica del diseño, vista de esta manera, se da en forma
articulada y pone en juego simultáneamente mutuas relaciones expresadas en avances
específicos, retrocesos y contradicciones. El diseño o rediseño curricular de un programa
académico incluye las fases de fundamentación, definición de ejes problemáticos y estructuración.
La fundamentación da cuenta de la intencionalidad formativa del programa, es la primera fase del
diseño curricular y en primera instancia crea las bases, los principios y los criterios para organizar
las actividades de su desarrollo. Esta fase debe ser el resultado de claros procesos de
investigación desarrollados por la comunidad educativa con el liderazgo del estamento docente.
Incluye una caracterización teórica y una caracterización contextual que no deben abordarse de
manera separada para no desligar los factores de la realidad social y cultural, de los análisis de los
programas que la comunidad educativa realice a la luz de postulados teóricos del diseño curricular.

El currículo es la esencia de la institución educativa, guía nuestros pasos hacia


lo que queremos hacer y cómo hacerlo, responde a preguntas como ¿a quién
enseñar?, ¿para qué enseñamos?, ¿qué enseñamos?, ¿cuándo?, y ¿qué, cómo y
para qué evaluamos? En ese sentido, el currículo brinda herramientas para
comprender el contexto, las finalidades de la educación, las secuencias, las
estrategias metodológicas y los procesos de evaluación en una institución
educativa.

Sin embargo, pensar en currículo, supone una serie de elementos que van más
allá del diseño de planes de estudio, del seguimiento de políticas educativas o
del cumplimiento de los temas brindados por un libro de texto. El currículo
debe pensarse desde lo sistémico con la participación de todos, consolidarse
en la práctica y evaluarse de forma diagnóstica, formativa y sumativa.

Desde esta lógica, el currículo puede o no implementarse o no de forma


correcta en la institución. En este orden de ideas , se refiere a los niveles del
currículo de acuerdo con su alcance: el currículo propuesto, el currículo
desarrollado y el currículo logrado.
Partiendo de esto, nuestra mirada debe fijarse en lo que hacemos para llegar a
un currículo propuesto que tenga en cuenta los requerimientos a nivel
nacional, sino que también se construya en conjunto con todos los miembros
de la comunidad educativa, basándose en las características propias del
contexto, que evidencie los elementos de orden didáctico que subyacen a la
práctica pedagógica, que tenga en cuenta ritmos y estilos de aprendizaje y que
configure un plan de estudios dinámico, que tenga en cuenta un alcance y una
secuencia para cada grado y sea flexible.

En cuanto al currículo desarrollado, es preciso generar procesos de formación


de los maestros que puedan llevarles a implementar el currículo atendiendo a
los elementos arriba mencionados y diseñar estrategias de acompañamiento
que permita al docente y al directivo docente, proponer alternativas de trabajo
nuevas, a partir del ejercicio de la reflexión en torno a la práctica pedagógica.

Finalmente, al referirnos a un currículo logrado, hablamos de aquel que se


queda en el interior del estudiante, el significativo, el que se fija en la memoria
a largo plazo y lo lleva a actuar competentemente en diversas situaciones. Este
currículo determina el éxito o el fracaso en nuestra labor, pero
desafortunadamente no se puede evidenciar tan fácilmente. Por ello, es preciso
diseñar instrumentos de evaluación de la práctica pedagógica que permitan a
los estudiantes, directivos docentes y docentes, comprender el alcance de ese
currículo logrado.

Si bien el currículo se ve como algo alejado a la realidad, comprendiendo


estos elementos podremos configurarlo de manera más clara ahora que
comienza un nuevo año escolar, el reto es grande y la tarea compleja, pero no
imposible.

La educación pretende, por tanto, formar individuos socialmente adaptados, es


decir, capaces de reconocerse responsables de ciertas funciones sociales y de
efectuarlas lo mejor posible. En su acepción más general, la educación es un
proceso continuo, mediante el cual un individuo adquiere habilidades,
conocimientos y actitudes que le permiten la incorporación plena a una
sociedad o un grupo social determinado.

El proceso de educación en la práctica se inicia dentro del ámbito familiar y


prosigue en instituciones organizadas por niveles. La educación
institucionalizada se extiende en los niveles preescolar, básico, medio,
superior y posgrado. Para la incorporación inicial del individuo en actividades
productivas habitualmente se considera suficiente la educación superior. En tal
caso, se plantea que la educación transcurre en dos espacios.

El currículo estructura la relación entre la teoría educativa y la práctica


pedagógica, entre la planificación y la acción, entre lo que se prescribe y lo
que en realidad sucede en las aulas. La noción de diseño curricular se refiere
al proceso dentro del que se integran tales elementos para conformar el
currículo. Seguramente la fase más importante del diseño curricular es la
planeación, esto es el planteamiento teórico y fundamentado de las actividades
que propicien los resultados esperados del currículo. Una forma sistemática de
organizar de modo integral el currículo es la planeación estratégica. Ésta se
definiría, aplicada al diseño curricular, como el proceso mediante el cual se
identifica la razón de ser (o pertinencia) del currículo, se vislumbran su
estructura y desarrollo tanto actuales como proyectados en el tiempo, y se
establecen los objetivos, metas y acciones considerados necesarios para
alcanzar el nivel proyectado y los resultados del currículo.

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