La Oración Hesicasta
La Oración Hesicasta
La Oración Hesicasta
3. Atención al corazón
Atención a sí mismo es un término clásico del a espiritualidad oriental[1]. Los hesicastas presentan
la virtud de la prosoché (atención) como condición necesaria para la proseuché (oración)[2]. El
famoso opúsculo de Nicéforo habla de tres diversas atenciones: 1- sobre sus representaciones
imaginativas y sensibles; 2- sobre aquello que pedimos en la oración; 3- sobre el corazón[3].
El autor considera como única verdadera atención, sólo la tercera, y la asume no sólo en sentido
espiritual, sino también físico, la atención al corazón carnal como símbolo del espiritual.
En el yoga se atribuye una notable importancia a la localización del pensamiento, uniéndolo con
un órgano que le debería corresponder según la estructura psicofísica del hombre. Los hesicastas
hablan de modo explícito, sólo del corazón. Al contrario del monje Nicéforo, en los Diálogos
sobre la oración de Jesús, insisten en que el lugar propio de la atención corporal durante la
oración no debe ser nunca el ombligo o la base del vientre, sino el pecho, un poco a la izquierda de
él, “lugar del corazón”[4].
Con un modo más docto, mons. Bloom distingue cuatro localizaciones: 1) el pensamiento puede
ser localizado en el centro cráneo cerebro-frontal; 2) en el centro buco-laringe; 3) en el centro
pectoral, 4) en el centro cardíaco. Podemos añadir un quinto caso, cuando el pensamiento queda
“errante”, no ligado a ningún lugar físico. Esto, según Ramakrisma, es semejante a un mono
caprichoso[5]. Simbólicamente esto corresponde a la enseñanza de los Padres griegos sobre el
origen del mal: los pensamientos malos vienen “del exterior”, “vagabundean en torno nuestro”.
Mas, volvamos a la descripción de mons. Bloom.
El centro cráneo cerebro-frontal es situado entre las cejas. Corresponde a un pensamiento
abstracto de una inteligencia pura. Puede ser un pensamiento muy intenso, lúcido, y también muy
inestable. La concentración de este tipo exige mucha fuerza de voluntad, la cual produce fatiga y al
final disipación. Teófano el Recluso, lo explica así, en sentido espiritual, la oración que permanece
“en la cabeza”, que no es afectiva[6].
Colocado en el centro buco-laringe, el pensamiento pierde su carácter abstracto y entra en el
dinamismo de la vida. Más, todavía es inestable. Se puede pensar en esta ocasión en la experiencia
del Peregrino ruso, el cual se había habituado a recitar la oración de Jesús, oralmente[7].
El pensamiento situado en el centro-pectoral, en medio del pecho, puesto en la respiración,
adquiere entonces un ritmo más estable. Pero la mayor estabilidad se obtiene cuando la
localización está fijada en el mismo corazón. Según el yoga, la respiración está más unida a la
“idea”, mientras el corazón lo está al “sentimiento”. En el lenguaje espiritual de los monjes rusos el
“sentimiento del corazón” significa una disposición estable, por consiguiente un “estado” de
oración. “¡Descender de la cabeza al corazón!”, es la advertencia que Teófano el Recluso repite con
mucha frecuencia[8].
4. El calor
En los países del desierto, el sentimiento de la presencia del Espíritu Santo, podía ser llamado
metafóricamente: Dulce refrigerio. Los rusos expresan la paz espiritual con la imagen del calor
espiritual[9]. La respiración regulada produce efectos de calor que desde el pecho se difunde en
todo el cuerpo y crea un sentimiento de alegría. El monje Basilio en los Diálogos sobre la oración
de Jesús[10], describe estos fenómenos. El calor se siente a veces tan fuerte que, ciertos monjes
usaban una sábana mojada para calmarse, pero, Basilio creía que, en esos casos era suficiente
concentrarse algún tiempo sobre la garganta en vez del corazón. Las pulsaciones se hacen más
fuertes y podía ser acompañada con fenómenos de luces.
Pero todos los autores espirituales en estas ocasiones advierten severamente que, se tratan de
efectos naturales, ¡no de la gracia![11] El valor de éstos, depende del uso que se haga para el bien
de la oración.
Equipo de redacción: “En el Desierto”
Notas:
[1] R. VERNAY, Attention, DS I (1939), coll. 1058-1077.
[2] È il titolo del trattato di Niceforo, cf. note 41-42.
[3] Ed. Di HAUSHERR, pp. 150s.
[4] Besedy…, p. 229.
[5] Technique et contemplation, coll. “Études carmélitaines”, 1949, p. 55.
[6] Cf. T. SPIDLÍK, La doctrine spirituelle de Théophane le Reclus. Le Coeur et l’Esprit, in “Orientalia Christiana Analecta”, 172, Roma 1965, pp. 249s.
[7] Racconti…, trad. Di Bortolon, p. 115.
[8] “Orientalia Christiana Analecta”, 172, pp. 249s.
[9] Cf. il famoso colloquio fra Serafino di Sarov e Motovilov, T. SPIDLÍK, I Grandi mistici russi, Roma 1977, pp. 173s.
[10] Pp. 329s.
¡Siéntate en un rincón, en una posición humilde! El cuerpo, de modo consciente o no, toma parte
de los movimientos del alma, de los pensamientos, de los deseos, de los sentimientos, de las
decisiones. Sin embargo, existe una diferencia entre el movimiento del cuerpo y la posición del
cuerpo. El movimiento es un símbolo de un acto que transcurre. La posición es, al contrario, un
estado que perdura. El cuerpo obligado a quedarse en una posición, acomoda, no se sabe cómo, los
nervios, los músculos, la circulación, a este estado.
El ideal de la oración oriental, y en especial, de la hesicasta, no es un acto de oración sino un
estado (katastasis) duradero[1], una posición estable, un grito de todo ser humano: “¡Ten piedad
de mí, pecador!”
2. La respiración
El término respirar y vivir están lingüísticamente emparentados en varias lenguas. Los hesicastas
rusos podían ser sensibles de modo particular a este simbolismo sugerido por la verdad de la
misma palabra eslava: istina, tanto para existir, como para respirar[6]. Unir el nombre de Jesús a
la respiración, significa advertir cómo la realidad de Cristo penetra y da vida a todo lo que existe.
La regularidad de la respiración coordinada con el pensamiento (cf. el “tercer modo de orar” de san
Ignacio de Loyola[7]) es un ejercicio natural para quien no desea otra cosa que gustar la palabra de
la oración en el ritmo de la propia vida, de su camino sobre la tierra. La respiración que conserva
su ritmo calmo en medio de todos los encuentros de la vida, es símbolo de la hesychia verdadera,
de la paz con Dios en medio de las tribulaciones. Pero quien respira regularmente siente la
necesidad de disminuir el ritmo y también de pararlo. La vida espiritual se desarrolla sobre la
tierra y al mismo tiempo es vida eterna. Dios es dueño del tiempo y, el hombre en unión con Él,
busca detener lo que transcurre. Los yoghis dicen que el disminuir la respiración, disminuye el
ritmo biológico de la vida y del envejecimiento[8]. El cristiano puede en estas circunstancias vivir
la experiencia de lo que P. Evdokimov llama el “tiempo escatológico” que, debe dominar sobre el
tiempo “cronológico” y “biológico”[9]. El curso de la vida no está más calculado según el reloj, sino
según la proximidad de Cristo.
La respiración tiene tres fases: aspirar, retener y expirar. Quien aspira vive su dependencia en la
vida de este mundo. Unir esta fase con la oración de Jesús significa sentir la dependencia de Él,
que es la Vida del mundo en el sentido espiritual. Expirar es un consuelo de quien se siente en
plena posesión de la misma vida, de poderla dar.
Notas:
[1] I. HAUSHERR, Noms du Christ, cit., pp. 137s.
[2] ID., Hésychasme et priére, pp. 194s.
[3] Ibid., pp. 117s.
[4] Ibid., pp. 214s.
[5] Cf. la nota 18.
[6] P. FLORENSKIJ, Stolp i utverzdenie istiny (La colonna e il sostegno della verità), Mosca 1914, p. 19.
[7] I. HAUSHERR, Les exercices Spirituels de saint Ignace et la méthode d’oraison hésychaste, in “Orientalia Christiana
Periodica”, 20 (1954), pp. 7-26; Hésychasme et prière, pp. 134-153.
[8] M. ÉLIADE, Images et Symboles, París 1952, pp. 112s.
[9] P. EVDOKIMOV, La teologia della bellezza, Roma 1971, pp. 151s.
LA ORACIÓN HESICASTA
Transcribimos el siguiente texto de la Oración Hesicasta de la obra italiana: La Preghiera. E.
ANCILLI. TOMÁS SPIDLÍK. La preghiera esicastica, I. Citá Nuova, Editrice. Roma 1990.
Traducción al Castellano: F. Panella
Notas:
[1] P. ADNÈS, Jésus (prière à), DS 8, coll. 1126-1150; T. SPIDLÍK, Gesú nella pieta dei cristiani oriental, in Gesú Cristo. Mistero e
presenza, a cura di E. ANCILLI, Roma 1971, pp. 397-401.
[2] Sbornik o molitve Jisussovoj, 1936, trad. Ingl., The Art of Prayer, London 1966; trad. Italiana Arte de la preghiera, Torino
1980; Besedy o molitve Jisussovoj, 1938.
[3] A. BLOOM, Contemplation et ascèse: contribution orthodoxe, in Technique et contemplation, coll. “Études carmelitaines”,
1949, pp. 49-67.
[4] Y. CONGAR, Les chrétiens désunis. Principes d’un “Oecuménisme”, catholique, coll. “Unam Sanctam”, 1, París 1937, p. 252.
La Oración de Jesús
Más frecuentemente se dice la “oración de Jesús”, traducido literalmente del ruso molitva
Jisusova, que a su vez viene del griego euché Iesoú (donde el nombre Iesoú es un genitivo
objetivo). Ella se resume tradicionalmente en esta fórmula: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten
piedad de mí” (pecador _agregan los rusos). Esta oración ha sido llamada “el corazón de la
Ortodoxia”[2] , “una práctica que por más que se remonte a la antigüedad más remota, permanece
todavía muy viva en el Oriente cristiano”[3] .
Los monjes bizantinos y los rusos unen la oración de Jesús con el uso de un Rosario (komvologion,
komvoskoinon, lestovka, vervitsa ciotki); éste sirve para contar las invocaciones y las postraciones
que le acompañan[4] .
La oración tuvo una gran difusión en el siglo XIV, los autores, en especial aquellos que son
registrados en la Filocalia[5] , exaltan su excelencia con apasionadas palabras. A menudo se recoge
la enseñanza de abba Filemón: “Invoca al Señor con ímpetu: Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten
piedad de mí pecador o pecadora. Haz esto sin cesar, en la Iglesia, en la casa, durante el camino,
durante el trabajo y mientras comes, sobre el lecho; en breve, en el momento en que se abren tus
ojos hasta cuando los cierras…”[6] .
Cuando se está tentado de explicar la razón por la que esta fórmula es preferida a otras, se pone el
acento o su importancia en el nombre de Jesús o sobre la práctica penitencial muy en boga en los
ambientes monásticos orientales que cultivan el penthos, el “gozoso arrepentimiento”e [7] .
Los autores recientes insisten bastante sobre la fuerza especial del nombre de Jesús contra todos
los demonios y como “icono” y comunicación con el mismo Salvador[8]] . Nos parece, sin
embargo, que no se pueden separar dos elementos: la adoración y la compunción, la visión del
abismo entre lo divino y lo humano y al mismo tiempo lo que lo supera, la misericordia del Dios-
Hombre.
Notas:
[1] P. ADNÈS, Jésus (prière à), DS 8, coll. 1126-1150; T. SPIDLÍK, Gesú nella pieta dei cristiani oriental, in Gesú Cristo. Mistero e
presenza, a cura di E. ANCILLI, Roma 1971, pp. 397-401.
[2] > N. CRAINIC, Das Jesusgebet, in “Zeitschrift für Kirchengeschichte” 60 (1941), pp. 341-353.
[3] UN MOINE DE L’EGLISE D’ORIENT, Le prière de Jésus. Sa genèse et son développement dans la tradition religieuse
byzantino-slave, Chevetogne 1963, p. 7.
[4] Ibid., pp. 68s.
[5] I. HAUSHERR, Noms du Christ, cit., pp. 276s.
[6] TEOFAE IL RECLUSO, Lettere sulla vita spirituale (in ruso), Mosca 1892, p. 63.
[7] Cf. I. HAUSHERR, Penthos. La doctrine de la compunction dans lÒrient chrétien, in “Orientalia Christiana Analecta”, 132,
Roma 1944.
[8] Cf. P. ADNÈS, art. cit., coll. 1145s.
[9] Cf. GUILLAUMONT, Le dépaysement comme forme d’ascèse dans le monachisme ancient, in “Ann. De l’Étude pratique des
hautes etudes” 76 (1968-69), pp. 31-58; ristamp. in Aux origins du monachisme chrétien, coll. “Spiritualité orientale”, 30,
Bellefontaine 1979, pp. 89-116.
[10] Racconti, cit., pp. 28s.
[11] Ibid.
[12] Un minaco di origine calabrese all’inizio del secolo XIV.
[13] Ed. I. HAUSHERR, La méthode d’oraison hésychaste, in “Orientalia Christiana”, IX, 2 pp. 164-165.
[14] Un`antología di testi dei Padri e dgli autori esicasti, curata da Nicodemo Agiorita (1809); un piccolo riassunto in italiano a
cura di G. VANNUCCI, Filocalia, Firenze 1963; trad. Completa di B. ARTIOLI e F. LOVATO, 4 voll. Torino 1982-1988.
[15] Oltre la citata altre trad. Italiane. Di C. CARRETTO, Assisi 1970; MARTINELLI, Milano 1973.
LA ORACIÓN HESICASTA
Los juicios sobre la oración y sobre el método hesicasta y la descripción de este modo de orar
difieren bastante en el pasado, y todavía hoy no son bastantes homogéneos. Nos hacían falta los
escritos de I. Hausherr [1] , para que el occidente se convenciese de que no se trataba de
aberraciones de extraños, sino que, al contrario, se estaba enfrente de una gran corriente de
espiritualidad cristiana. I. Hausherr rechazó siempre hablar de ese elemento de la oración
hesicasta que se llama el método físico. Su resistencia fue voluntaria. Intentaba menospreciar esto
que varios de los contemporáneos alababan con entusiasmo como una forma de “yoga cristiano”.
[2] Ellos, además, consideraban verdaderamente estos elementos como un aporte precioso que
responde al deseo de los hombres de hoy. No nos sorprende, por consiguiente, que muchos pidan
información sobre este método físico.
Mas, ¿se puede describir un método de por sí secundario, sin haber presentado la finalidad
principal de la oración hesicasta?
La meditación de la Escritura
El método evagriano de la apòthesis noemàton [19] , de la renuncia a todo pensamiento, suscita
serias dudas. ¿Es posible al hombre que vive en la carne? ¿Corresponde a lo esencial del
cristianismo que la revelación es en la carne y en el cosmos? Como se debiera interpretar, Evagrio
no está del todo claro. Sin embargo, tenemos un vecino muy cercano de él: Casiano. Él llama a la
oración pura de Evagrio con un nombre espléndido: oratio ignea [20] . Pero al mismo tiempo,
fue él quien cuenta del estado peligroso, en el cual se encuentra la mente vacía de todo concepto.
Es parecida a un molino que gira sin grano y, en consecuencia la piedra se arruina,
recíprocamente. Ese grano que, luego de la purificación perfecta se necesita ofrecer a nuestra
facultad mental, es la Sagrada Escritura [21] .
Interviene luego una segunda etapa en el método hesicasta. La mente pura se apropia de la
sabiduría de los textos inspirados. Orígenes ha fijado en la tradición el símbolo del “alimento
espiritual”, del “comer la Escritura”. La Eucaristía y la Escritura están asociadas [22] . Dado que
la Biblia es una de las encarnaciones del Logos divino, la meditación de la Escritura nos ayuda a
descubrir el Misterio nacido en nuestro corazón [23] .
Los monjes antiguos pueden ser caracterizados con un elogio que más tarde leeremos en la vida de
San Felipe de Mosca: ellos asimilaban la Sagrada Escritura, como una esponja se embebe de agua
[24] . Ellos la leían, la aprendían de memoria, la recitaban durante el trabajo. Mas también, esto, al
final crea no poca dificultad.
Casiano indica un paso posterior que debe cumplirse. La Escritura elimina muchas distracciones,
pero finalmente ella misma las crea de nuevo, porque también ella es múltiple. Hojeando el
Salterio, la mente salta de un objeto a otro y se extravía [25] .
En la traducción rusa del Combate Espiritual [26] , se señala que fue propiamente para evitar las
distracciones que los Padres inventaron la oración de jaculatorias. Casiano, en efecto, atestigua
que fueron usadas en Egipto, también en el Sinaí, en Palestina, en Siria y en otros lugares [27]. Se
trata en general, de un solo versículo de la Escritura, reteniéndolo por ser útil para la propia vida
espiritual, breve, simple, “meditado” (meletàn) de continuo [28] . Al inicio, constatamos una gran
variedad de fórmulas. Con el tiempo, algunas se imponen, así, por ejemplo el v. 2 del Salmo 69:
“Dios, ven en mi ayuda, Señor apresúrate en socorrerme”. Pero al final, con los hesicastas, quedan
sustituidas por una sola, la “oración de Jesús” [29] .
Notas:
[1] Cf. Hésychasme et prière, in “Orientalia Christiana Analecta”, 176, Roma 1966; T. SPIDLÍK, Esicasmo, in Dizionario enciclopédico di Spiritualità, diretto
da E. ANCILLI, Roma 1975, vol. I, pp. 707-709; T. SPIDLÍK, La spiritualité de l’Orient chrétien, II. La prière, in “Orientalia Christiana Analecta”, 230, Roma
1988, pp. 321-356; ID., L’esicasmo come método per acquistare la pace, in “La pace: sfoda all’università cattolica”, Roma 1988, pp. 547-560.
[2] Cf. G. WUNDERLE, Zur Psychologie des hesychastichen Gebetes, Würzburg 1947.
[3] <!--[if !supportFootnotes]-->[3]<!--[endif]--> Racconti di un pellegrino ruso, trad. It. di L. Bortolon, Milano 1955, p. 15.
[4] Le Traité pratique 49, in “Sources Chrétiennes”, 171, p. 611.
[5] Ibid., p. 613
[6] Liber asceticus 25, PG 90, 925 D; Basilio, Reg. brev. 202, PG 31, 1216 C.
[7] I. HAUSHERR, L’erreur fondamentale et la logique du messalianisme, in “Orientalia Christiana Periodica”, 1 (1935), pp. 328-360; Études de spiritualité
orientale, in “Orientalia Christiana Analecta”, 183, Roma 1969, pp. 64-98.
[8] T. SPIDLÍK, Acèmeti, in Dizionario degli Istituti di perfezione, vol. I, Roma 1974, col. 88.
[9] De orarione 12, PG 11, 452.
[10] De haeresibus 57, PL 42, 40.
<[11] Demonstr. IV, 14-17.
[12] T. SPIDLÍK, La sophiologie de S. Basile, in “Orientalia Christiana Analecta”, 162, Roma 1961, pp. 36s.
[13] Ibid., p. 49.
[14] Ibid., p. 50.
[15]< PG 65, 92 A.
[16] PG 65, 88 C.
[17] GIOVANNI CLIMACO, Scala Paradisi, 27, PG 88, 1109 D.
[18] I. HAUSHERR, Noms du Christ et voies d’oraison, in “Orientalia Christiana Analecta”, 157, Roma 1960, pp. 145s.; ID., Par delà l’oraison pure grace à
une coquille. À propos d’un texte d’Évagre, in “Revue d’ascétique et de mystique”, 13 (1932), pp. 184-188; Hésychasme et prière, pp. 8-12.
[19] De oratione, 70; I. HAUSHERR, Les Leçons d’un contemplatif. Le traité de l’Oraison d’Évagre le Pontique, Paris 1960, pp. 102s.
[20] Cf. M. OLPHE-GALLIARD, Cassien, DS II, 1 (1953), col. 262s.
< [21] Collat. 1, pp. 17-19.
[22]< Hom. In Hexat., Ex. 13, 3, GCS 6, Baehrens, p. 274; pp. 355s.
[23] Cf. H. DE LUBAC, Histoire et Esprit, París 1950, pp. 349s.
< [24] Vita di Filippo. Metr. Di Mosca di GERASIMO FIRSOV (in ruso), Pam. drevn.russ. pism. I iskut. 183 (1916), p. 61.
[25] Coll. X, 13, in “Sources Chrétiennes”, 54, p. 94.
[26] Di Lorenzo Scupoli, adattato in greco da Nicodemo Agiorita.
[27] Nevidimaja bran’ (Lotta invissibile), Mosca 1892, pp. 198s.
[28] H. BACHT, “Meditari” in den ältesten Mönchsquellen, in “Geist und Leben”, 28 (1955), pp. 360-373.
[29] CASSIANO, Coll. 10, PL 49, 832 D, “Sources Chrétiennes” 54 (1958), p. 87; I. HAUSHERR, Noms du Christ, cit., pp. 187s.