C 452 16
C 452 16
C 452 16
Este concepto opera no solo como una limitación constitucional del derecho
disciplinario, sino también como una exigencia prevista por el legislador
como presupuesto para la justificación de la falta disciplinaria. En ese
sentido, lo que se exige es que la conducta de la cual se predique ese juicio de
desvalor deba estar necesariamente vinculada con la afectación del deber
funcional. Así, en caso que esa relación no se acredite, se estará ante un
exceso en el ejercicio del poder disciplinario y, por la misma razón, ante la
inconstitucionalidad de la norma legal correspondiente, al mostrarse
contraria con el principio de proporcionalidad aplicable a las diferentes
manifestaciones del ius puniendi del Estado.
LIBERTAD DE EXPRESION-Establecimiento
constitucional/LIBERTAD DE EXPRESION-Garantía para toda
persona/LIBERTAD DE EXPRESION-Alcance
LIBERTAD DE EXPRESION-Bloque de
constitucionalidad/CONVENCION AMERICANA DE DERECHOS
HUMANOS-Establece un catálogo amplio de garantías propias de la
libertad de expresión/LIBERTAD DE EXPRESION-Reconocimiento
internacional
Debe señalarse por parte de la Corte que con el fin de garantizar una
protección adecuada y suficiente de la libertad de expresión, una de las
condiciones que debe analizarse para definir la existencia de una infracción
disciplinaria es que la expresión pública de la imputación deshonrosa o
calumniosa se haga en el marco del ejercicio de la conducta oficial del
servidor público. Esto debido a que esta condición es un presupuesto fáctico
para la afectación del deber funcional y con ello para la configuración de la
ilicitud sustancial de la conducta realizada por el servidor público. Por lo
tanto, si se demuestra que la actuación no se hizo en ejercicio de dichas
funciones y, por lo mismo, se mostró ajena a la actividad policial, no podrá
válidamente predicarse la infracción disciplinaria. Esto, por supuesto, sin
perjuicio de la asunción de responsabilidad penal o patrimonial que se
predique, en condiciones de generalidad para todos los ciudadanos, y
derivada de proferir expresiones constitutivas de injuria y calumnia en
escenarios diferentes a los de la actividad oficial del servidor público.
Magistrado Ponente:
LUIS ERNESTO VARGAS SILVA
I. ANTECEDENTES
III. LA DEMANDA
IV. INTERVENCIONES
Intervenciones oficiales
Señala que estas condiciones son cumplidas para el caso analizado, puesto que
la expresión acusada lo que busca es vincular las manifestaciones injuriosas o
calumniosas con la “afectación del interés jurídico de la función pública que
el régimen disciplinario protege, reflejado en el menoscabo de los objetivos
de la actividad y la disciplina policial.” Tal afectación se deriva cuando la
expresión deshonrosa se realiza en público, lo que demuestra la exequibilidad
del apartado normativo demandado.
En primer lugar pone de presente que el actor hace una lectura de la norma
acusada que, al carecer de una perspectiva sistemática, deja de tener en cuenta
que otras previsiones de la misma normatividad sancionan los actos injuriosos
en contra de otros miembros de la Policía, sin que están limitados al ámbito
público. Resalta que el artículo 36-11 de la Ley 1015 de 2006 sanciona como
falta leve el “tratar a los superiores, subalternos, compañeros o al público en
forma descortés e impropia, o emplear vocabulario soez”. Asimismo, el
artículo 37 ejusdem incluye dentro de “otras faltas”, las prohibiciones del
Código Disciplinario Único, entre las cuales se encuentra la ejecución de actos
de violencia contra superiores, subalternos o compañeros de trabajo, demás
servidores públicos, así como injuriarlos o calumniarlos. Tales normas son
11
Por ende, es claro que la intención del precepto acusado es fijar un criterio de
gradualidad en las sanciones, reservando la condición de falta grave cuando la
expresión deshonrosa se hace en el ámbito público. Criterios de esta
naturaleza hacen parte del margen de configuración legislativa en materia
disciplinaria. Adicionalmente, existe analogía entre una regulación de esta
naturaleza con la legislación penal, la cual establece circunstancias especiales
de agravación punitiva cuando los delitos de injuria y calumnia se comenten a
través del uso de medios de comunicación o en reunión pública. De la misma
manera, pone de presente cómo en la sentencia C-635 de 2014 la Corte avaló
una fórmula de mayor punición contra las conductas constitutivas de injuria y
calumnia que tuvieran dicho carácter público y, correlativamente, una sanción
menor cuando carecieran de dicho carácter
En ese orden de ideas, los servidores públicos que integran la Policía Nacional
incurren en falta disciplinaria cuando emiten expresiones deshonrosas, tanto
en público como en privado, solo que la intensidad de la sanción depende del
ámbito en que estas se realicen. Sanciones de esta naturaleza además, se
justifican desde la perspectiva constitucional al tenerse en cuenta que, como lo
ha resaltado la jurisprudencia de la Corte, los servidores públicos en ejercicio
de sus funciones tienen un protección limitada de su derecho a la libertad de
expresión.
Intervenciones académicas
Destaca que dicha afectación tiene lugar cuando existe incidencia sobre la
opinión que tienen terceros de la propia imagen, lo que supone que la
protección de los derechos en comento debe realizarse cuando la afectación de
los mismos se ejecuta en la esfera pública.
Para justificar esta posición, la Universidad parte de advertir que con base en
la jurisprudencia constitucional y en particular las sentencias C-310 de 1997 y
C-620 de 1998, se tiene que la justificación constitucional de la consagración
legal de un régimen disciplinario especial para las fuerzas militares y de
policía es la particular índole de la labor que realizan. Por ende, resulta
inconstitucional la inclusión en dicho régimen de todos aquellos ilícitos
disciplinarios que no están vinculados con dicha naturaleza especial.
Con todo, debe tenerse en cuenta que la protección de estos derechos, como lo
ha señalado la jurisprudencia constitucional, se realiza necesariamente en el
ámbito público, puesto que el buen nombre y la honra son conceptos que están
de suyo ligados al prestigio social de las personas. Así, “el ordenamiento
jurídico colombiano no consagra el aspecto privado como parte del ámbito
de protección de estos derechos. La norma que se justifica en lo público, por
eso mismo no se justifica en lo privado. De forma que la demanda está
solicitando que la Corte dé una interpretación que sobre limita el ámbito de
protección.”
5.1. La Procuraduría General parte de advertir que, en los términos del artículo
218 C.P., el legislador tiene la facultad de configuración legislativa en relación
con el régimen disciplinario de la Policía Nacional. En ese sentido, reguló la
falta objeto de análisis, pero limitó su alcance a las expresiones deshonrosas
públicas, a fin de proteger derechos fundamentales de los miembros de dicha
institución, que se verían gravemente afectados si también fueron objeto de
reproche las expresiones manifestadas en el ámbito privado, derechos que en
particular refieren a la intimidad, la libertad de expresión y la dignidad
humana.
Competencia
Esta posición evidencia una censura cierta e identificable, que cumple con el
estándar antes señalado. Por esta razón, todos los intervinientes y el
Procurador General formularon posturas materiales a favor de la exequibilidad
o la inconstitucionalidad del precepto acusado. Asimismo, incluso el
interviniente que solicita a la Corte la adopción de un fallo inhibitorio presenta
argumentos que, en realidad, están dirigidos a fundamentar la exequibilidad de
1 Corte Constitucional, sentencia C-1052/01 (M.P. Manuel José Cepeda Espinosa. Unánime).
16
Para este fin, la Sala adoptara la siguiente metodología. En primer lugar, hará
una caracterización del derecho a la honra desde la jurisprudencia
constitucional y el derecho internacional de los derechos humanos. Luego,
determinará la finalidad de las faltas disciplinarias y los límites
17
2 A este respecto debe resaltarse que desde el derecho internacional de los derechos humanos se reconoce que
pueden existir interferencias importantes, pero en todo caso legales, respecto de la información personal, sin
que las mismas se consideren atentatorias de la honra o la dignidad de las persona. Esto sucede, por ejemplo,
en el caso del proceso penal y a condición que se hayan otorgado al individuo las garantías propias del
derecho al debido proceso. Sobre este particular, la Corte IDH plantea que “el proceso judicial no constituye,
por sí mismo, una afectación legítima del honor o de la dignidad de la persona. El proceso sirve al objetivo
de resolver una controversia, aunque ello pudiera acarrear, indirectamente molestias para quienes se hallan
sujetos al enjuiciamiento con los demás, o prácticamente inevitable que así sea de sostenerse otra cosa,
quedaría excluida de plano la solución de los litigios por la vía contenciosa. Por otra parte, la sanción
aplicada al cabo de este proceso tampoco se dirige a menoscabar esos valores de la persona, en otros
términos, no entraña o pretende el descrédito del reo, como ocurrió en el caso de una pena infamante, que
suspende precisamente esa intención.” Corte IDH, caso Cesti Hurtado c. Perú (Fondo), párr. 177 (1999)
3 Corte Constitucional, sentencia C-489/02 (M.P. Rodrigo Escobar Gil. AV. Manuel José Cepeda Espinosa).
19
la dignidad misma de la persona. Por ende, hacen parte del núcleo esencial de
este derecho (i) la garantía para el individuo de ser “tenido en cuenta por los
demás miembros de la colectividad que lo conocen y le tratan.” (ii) la
obligación estatal de proteger este derecho y, de esta forma, impedir que se
menoscabe el valor intrínseco de los individuos frente a la sociedad y respecto
de sí mismo, al igual que garantizar la adecuada consideración y valoración de
las personas dentro de la colectividad. Por ende, el derecho a la honra tiene
una condición necesariamente externa, pues se predica de la relación entre el
sujeto y los individuos que tienen una opinión sobre él. En esto se distingue
del honor, que no es un derecho sino una convicción subjetiva o, en los
términos de la jurisprudencia analizada “la conciencia del propio valor,
independientemente de la opinión ajena”.
A este respecto, la Corte ha señalado que “el núcleo esencial del artículo 15
permite también proteger a las personas jurídicas, ante la difamación que le
produzcan expresiones ofensivas e injuriosas. Es la protección del
denominado "Good Will" en el derecho anglosajón, que es el derecho al buen
nombre de una persona jurídica y que puede ser estimado pecuniariamente.
Esta ha sido la interpretación que la doctrina constitucional contemporánea
5 Corte Constitucional, sentencia C-392 de 2002 (M.P. Álvaro Tafur Galvis. Unánime).
21
ser sujetos pasivos del tipo penal de calumnia, por comportar éste la
imputación de una conducta típica que no puede ser ejecutada por un sujeto
jurídico de esta naturaleza, mientras que sí pueden por principio ser sujeto
pasivo de otros tipos penales como aquellos cuyo bien jurídico protegido es el
del patrimonio económico.”10 (Negrillas originales).
Así lo definió la Corte, entre otras, en la sentencia C-041 de 2004 11, la cual
estudió la constitucionalidad de la regla del Código Disciplinario Único que
impedía la impugnación del fallo disciplinario absolutorio por parte de la
víctima de violaciones a los derechos humanos. En esta decisión, se expuso
cómo el derecho disciplinario “comprende, por una parte, el poder
disciplinario, es decir, la facultad que hace parte del poder sancionador del
Estado, en virtud de la cual aquél está legitimado para tipificar las faltas
disciplinarias en que pueden incurrir los servidores públicos y los
particulares que cumplen funciones públicas y las sanciones
correspondientes. De otro lado, el derecho disciplinario, en sentido positivo,
comprende el conjunto de normas a través de las cuales se ejerce el poder
disciplinario. || De este modo, el derecho disciplinario, entendido como
facultad estatal y como legislación positiva, está estrechamente relacionado
10 Corte
11 Corte Constitucional, sentencia C-041 de 2004 (M.P. Jaime Córdoba Triviño. AV Jaime Araújo Rentería)
23
con los fines estatales, con las funciones de las autoridades públicas, con los
principios de la administración pública y, además, se rige, con las debidas
matizaciones, por los principios que regulan toda expresión del derecho
sancionador del Estado.”
12. Bajo esta misma línea argumentativa, la sentencia en comento aclara que
la antijuridicidad del ilícito disciplinario se concentra en la mencionada
infracción del deber funcional. En otras palabras, solo podrá adscribirse
responsabilidad disciplinaria al servidor público cuando se demuestre, de
manera fehaciente, que la acción u omisión afectó el ejercicio de las funciones
asignadas por la Constitución y la ley. De allí que se concluya, de manera
general, que las faltas disciplinarias no tengan víctimas, consideradas como
sujetos particulares y concretos, en tanto la antijuridicidad en el derecho
disciplinario no se predica de bienes jurídicos de los cuales estos sean
titulares, sino de la actividad estatal afectada por la falta respectiva.
13. En ese orden de ideas, la Corte ha previsto que si bien el legislador tiene
un amplio margen de configuración legislativa para definir las faltas
disciplinarias, los límites a ese poder son precisos, destacándose entre ellos el
vínculo entre la conducta objeto de reproche y la afectación del deber
funcional del servidor público.
12 Corte Constitucional, sentencia C-819 de 2006 (M.P. Jaime Córdoba Triviño. AV Rodrigo Escobar Gil.
SV. Jaime Araújo Rentería).
25
Por ende, este concepto opera no solo como una limitación constitucional del
derecho disciplinario, sino también como una exigencia prevista por el
legislador como presupuesto para la justificación de la falta disciplinaria. En
ese sentido, lo que se exige es que la conducta de la cual se predique ese juicio
de desvalor deba estar necesariamente vinculada con la afectación del deber
funcional. Así, en caso que esa relación no se acredite, se estará ante un
exceso en el ejercicio del poder disciplinario y, por la misma razón, ante la
inconstitucionalidad de la norma legal correspondiente, al mostrarse contraria
con el principio de proporcionalidad aplicable a las diferentes manifestaciones
del ius puniendi del Estado.
Esta misma garantía hace parte del derecho internacional de los derechos
humanos, integrado al bloque de constitucionalidad. Al respecto, el artículo
13 Corte Constitucional, sentencias C- 712 de 20001 y C- 252 de 2003, M.P. Jaime Córdoba
Triviño; sentencia C- 431 de 2004, MP, Marco Gerardo Monroy Cabra.
26
pro homine obliga a adoptar, para el caso del derecho interno, el estándar más
garantista, el cual se encontraría prima facie en el Convención.14
libremente sus opiniones, así como pueda acceder, desde una perspectiva
material, a los medios e instancias para recibir y transmitir dichas opiniones.
En ese sentido, la libertad de expresión guarda un innegable vínculo tanto con
la garantía de la libertad de conciencia, como con la libertad de información.
Uno de los argumentos que tuvo en cuenta la Corte para negar el amparo
propuesto fue, precisamente, considerar que la efectividad del derecho a la
libertad de expresión depende, entre otros aspectos, de permitir que en la
sociedad se manifiesten libremente las más diversas posturas y opiniones.
Así, señaló que “[e]l carácter pluralista de la República (art. 1) exige que las
más diversas visiones del mundo, puedan ser expresadas, difundidas y
defendidas en un libre, amplio y protegido “mercado de las ideas”. La
metáfora del mercado, recogida en el artículo 13 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos al prohibir cualquier restricción que
pueda afectar la libre “circulación de ideas y opiniones”, refleja el hecho de
que los juicios respecto de la verdad o falsedad, corrección o incorrección,
bondad o maldad, belleza o fealdad de una idea, de un pensamiento, de una
opinión o, en general, de cualquier expresión, son mejor comprendidos
cuando la sociedad y el Estado aseguran una amplia red de oferentes y
medios de expresión y una amplia red de canales de acceso a tales ideas,
pensamientos y opiniones. Dicho objetivo se alcanza proscribiendo las formas
de control al contenido de las expresiones, previendo amplios medios para su
divulgación y fijando reglas que impidan y sancionen las interferencias en los
contenidos amparados por la libertad.”
16 Corte Constitucional, sentencia SU-626 de 20015 (M.P. Mauricio González Cuervo. AV María Victoria
Calle Correa, Jorge Iván Palacio Palacio, Gloria Ortiz Delgado, Luis Guillermo Guerrero Pérez, Luis Ernesto
Vargas Silva).
17 Corte Constitucional, sentencia T-391 de 2007 (M.P. Manuel José Cepeda Espinosa. SV. Rodrigo Escobar
Gil.)
29
posible el principio de autogobierno. Que los ciudadanos se gobiernen a sí mismos, bien sea eligiendo a sus
representantes o participando directamente en la toma de decisiones de diverso orden que los afectan e
interesan, supone la posibilidad de contar con información suficiente y pluralidad de opiniones. Ambas son
necesarias para formarse una idea lo más completa posible de la gestión de los gobernantes o de la posición
que se habrá de tomar y así poder decidir libremente cómo actuar. La libertad de expresión protege tanto al
ciudadano que desea expresarse para participar activamente en una sociedad democrática, como al
ciudadano que no desea ser privado de los diferentes puntos de vista que le puedan ayudar a formarse una
visión propia de las cosas. Esto conduce a que las expresiones relativas a la cosa pública sean singular y
especialmente protegidas en una democracia pero no excluye que otras manifestaciones de contenido
cultural, tales como las artísticas y las literarias, también sean protegidas por la Constitución como
fundamentales”. En los Estados Unidos, este argumento se deriva de los escritos de Alexander Meiklejohn,
quien afirmaba que la generación de un público informado como precondición del autogobierno
representativo era el principal propósito de la Primera Enmienda de la Constitución.
30 En la sentencia SU-1721 de 2000 (M.P. Álvaro Tafur Galvis) la Corte Constitucional resaltó la
importancia de la función de control del poder que cumple la libertad de expresión. En este pronunciamiento
se señaló que, ya sea en su faceta de información sobre hechos o en su faceta de opinión sobre dichos hechos,
la libertad de expresión cumple una función crítica dentro de las sociedades democráticas, al controlar las
actividades de quienes son responsables de la gestión pública; por esa función primordial se explica que, en
principio, la libertad de expresión prime sobre los derechos con los que puede entrar en conflicto, como el
derecho a la intimidad o al buen nombre: “Los anteriores lineamientos ponen en evidencia la orientación
constitucional en cuanto a la libertad de expresión, y sus primordiales proyecciones. Entre éstas no puede
dejarse de lado la alta función que para la subsistencia y profundización de las sociedades democráticas
cumple el cabal ejercicio de la libertad de expresión ya sea en su faceta de información (relación de
hechos), ya sea en su faceta de opinión (interpretación de hechos). En efecto, a través de ellas se ha de
realizar un efectivo control social sobre las actividades que desarrollan, quienes primordialmente tienen a su
cargo los intereses sociales que gravitan sobre el conjunto de los ciudadanos. La primacía de la libertad de
expresión cuando entra en conflicto con otros derechos fundamentales, se explica precisamente por el
criterio finalista de protección social que ostenta la libertad de expresión, particularmente cuando ella se
ejercita mediante los medios de comunicación establecidos. En ese orden de ideas se reconoce que
tratándose de la libertad de expresión respecto de la gestión pública, los derechos al buen nombre tienen un
ámbito de mayor restricción, que cuando se trata de ese derecho frente a los particulares”.
31 En este sentido, la Corte Constitucional ha subrayado que la importancia de la libertad de expresión para la
democracia se deriva de que “las percepciones y decisiones de todo orden de los integrantes de una sociedad
dependen de la circulación de múltiples contenidos informativos y del intercambio de pareceres acerca de
esa información. Esto es especialmente relevante en el ámbito de lo público. Bajo el orden constitucional
vigente la libertad de expresión también está estrechamente relacionada con el principio de igualdad política
y con el principio de responsabilidad de los gobernantes ante los gobernados”. Sentencia C-650 de 2003,
M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
32 La Corte Constitucional ha explicado en este sentido que la libertad de expresión “[p]romueve la
autonomía personal. Una persona es autónoma cuando sus decisiones y sus actuaciones responden a
elecciones libres hechas por sí misma. Cuando el Estado limita la libre expresión de las ideas que considera
“inconvenientes” –más allá de aquellos casos en los que se le causa daño a otro (v. gr., injuria o calumnia) –
elimina o restringe la autonomía de la persona. Son las personas mismas, en calidad de sujetos autónomos,
quienes deben poder decidir qué de lo que opinan o informan, así como qué de lo que escuchan o les es
informado por otros, es inconveniente. Bien sea porque piensan de forma contraria a la mayoría o a la
versión oficial y así lo quieren manifestar, o porque aún no tienen un juicio formado sobre alguien o algo y
desean, por lo mismo, conocer otros puntos de vista diferentes, las personas tienen el derecho a expresarse
libremente y a escuchar libremente la diversidad de opiniones y versiones sobre la realidad que caracterizan
a una democracia pluralista. Este derecho posibilita y refuerza otros derechos y principios, entre ellos el
derecho al libre desarrollo de la personalidad no solo en términos de autodefinición racional sino de
33
manifestación de las emociones y sentimientos de una persona aisladamente considerada o como parte de un
grupo con el cual se identifica.” Sentencia C-650 de 2003, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
33 Esta fue la postura asumida en la sentencia T-213 de 2004 (M.P. Eduardo Montealegre Lynett), al afirmar
que “la opinión constituye una herramienta de control social sobre el funcionamiento de la sociedad misma.
La opinión permite revelar las conductas socialmente reprochables que se escudan en lo legal o, en otra
perspectiva, instrumentalizan el sistema jurídico para su propio provecho. También, la opinión permite
mostrar la necesidad de modificaciones al sistema normativo jurídico. Con el fin de readecuar el reproche
jurídico de conformidad con los diversos reproches desde otros ámbitos sociales”.
34 A nivel de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Estados Unidos, la formulación representativa de esta
teoría se hizo en el caso de Whitney v. California (1927): “Quienes lograron nuestra independencia creían
que el objetivo final del Estado era dar a los hombres libertad para desarrollar sus facultades; y que en su
gobierno, las fuerzas deliberativas debían prevalecer sobre la arbitrariedad… Creían que la libertad de
pensar como se quiera y decir lo que se piensa era un medio indispensable para el descubrimiento y
diseminación de la verdad política; …que la mayor amenaza a la libertad es un pueblo inerte; que la
discusión pública es un deber político; y que éste debía ser un principio fundamental del gobierno de los
Estados Unidos” [traducción informal: “Those who won our independence believed that the final end of the
State was to make men free to develop their faculties; and that in its government the deliberative forces
should prevail over the arbitrary… They believed that freedom to think as you will and to speak as you think
are means indispensable to the discovery and spread of political truth; …that the greatest menace to freedom
is an inert people; that public discussion is a political duty; and that this should be a fundamental principle of
American government”. 274 US 357, 1927].
35 Sentencia T-213 de 2004, M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
36 El Tribunal ha señalado que “es indispensable […] la pluralidad de medios, la prohibición de todo
monopolio respecto a ellos, cualquiera sea la forma que pretenda adoptar”. Cfr. La Colegiación Obligatoria
de Periodistas, supra nota 44, párr. 34.
37 Corte IDH. Caso Kimel v. Argentina. Sentencia de 2 de mayo de 2008. (Fondo, Reparaciones y Costas)
34
los individuos. Esto a partir de los medios más amplios y ágiles posibles. La
irrestricta circulación de la información, en particular para los tiempos
actuales, es un requisito indispensable para el ejercicio sustantivo de la
ciudadanía y los derechos fundamentales. Acceder a información oportuna y
completa sobre las diferentes facetas de la vida social es una condición
necesaria para conocer sobre el contenido y alcance de los propios derechos y
de los medios para hacerlos exigibles. En consecuencia, el único límite al
mensaje es la protección de los derechos fundamentales y, de una manera más
específica, la proscripción de los discursos que tienen una prohibición
constitucional, así como aquellos que contengan una carga discriminatoria.
41 Acerca del ámbito de protección constitucional del discurso comercial, Cfr. Corte Constitucional,
sentencia C-830 de 2010 (M.P. Luis Ernesto Vargas Silva. Unánime).
36
que exista ánimo injuriandi para que se considere que la conducta se adecua
al tipo penal descrito en el artículo 220 del Código Penal. La valoración de
la existencia de dicho ánimo deberá partir de las consideraciones expuestas.
Es decir, tratándose del buen nombre, dicho ánimo de injuriar se encuentra
directamente ligado a la transmisión de información falsa o errada y a la
opinión meramente insultante, en tanto que en relación con la honra, puede
abarcar situaciones más amplias.”
Precisamente, una de las piedras angulares que soportan el Estado liberal, que
da origen a nuestro actual modelo de organización política, es la división entre
lo público y lo privado, así como la concentración de la actividad estatal en el
primer escenario, con el fin de garantizar las libertades que dependen de evitar
la intromisión del poder del Estado en determinadas esferas de la vida social.
Así, un entramado institucional que pretenda sancionar las expresiones
privadas y, por lo mismo, que carecen de significación para los derechos a la
honra y al buen nombre de terceros, se muestra irremediablemente
autoritario.47
del ejercicio del ius puniendi del Estado y en relación concreta con estos
derechos.
Sobre este aspecto, debe tenerse en cuenta que la limitación planteada por la
Corte para el ejercicio de la potestad sancionatoria versa exclusivamente sobre
la punición derivada de la afectación del derecho a la honra y al buen nombre.
Las afirmaciones realizadas en el ámbito privado no pueden ser sancionadas
por esa circunstancia, pero esto no es óbice para que las mismas puedan servir,
a partir de su recaudo legal, como material probatorio para la investigación y
sanción de otras conductas, que protegen bienes jurídicos diversos a la honra y
al buen nombre.
23. De otro lado, también es importante reiterar una distinción que no por
obvia resulta menos importante. El ejercicio de la potestad sancionatoria
respecto de la protección de los derechos a la honra y al buen nombre también
resultará válida, desde la perspectiva constitucional, cuando a pesar de tratarse
de una afirmación hecha en privado, el receptor del mensaje es la víctima de la
imputación falsa o deshonrosa. Esto debido a que en este caso, a pesar que la
información no es conocida por el público, afecta el bien jurídico protegido.
ver con el deterioro de la imagen pública del ofendido, sino con la percepción
que este tiene de sí mismo. Antes se ha precisado que la comisión del delito
no depende de esta impresión, pero, no se ha sostenido que tal percepción es
absolutamente irrelevante. No es lo mismo decir que un elemento no cumple
un papel determinante, a sostener que no cumple ningún papel. Como se
indicó en el apartado 5 de esta providencia, el carácter querellable de los
punibles contra la integridad moral pone de presente el peso que se concede a
la estimación que hace del maltrato recibido el sujeto ofendido. || Estima la
Corte que la tipificación de la ofensa al patrimonio moral, mediante
conductas llevadas a cabo únicamente con conocimiento del agredido y el
agresor, buscan evitar prácticas de justicia por mano propia, ofreciendo al
afectado una vía jurídica.”
51 En cuanto a los servidores públicos de la Ley 1015 de 2006, el artículo 23 de dicha normatividad plantea lo
siguiente:
Artículo 23. Destinatarios. Son destinatarios de esta ley el personal uniformado escalafonado y los
Auxiliares de Policía que estén prestando servicio militar en la Policía Nacional; aunque se encuentren
retirados, siempre que la falta se haya cometido en servicio activo.
Parágrafo 1°. Al personal que desempeña cargos en la Justicia Penal Militar, tratándose de faltas
relacionadas con el desempeño de las funciones jurisdiccionales propias del respectivo cargo, le serán
aplicadas las normas disciplinarias de la Rama Jurisdiccional por la Procuraduría General de la Nación,
salvo que se trate de conductas relacionadas con el ejercicio de la función policial, caso en el cual serán
investigados por las autoridades disciplinarias que señala esta ley.
44
Con todo, la Corte advierte que la afectación del ejercicio del deber funcional
de los integrantes de la Policía Nacional solo se vería afectado cuando las
expresiones calumniosas o injuriosas se ejercen en el ámbito público, pues es
solo en ese supuesto en que tienen la posibilidad de afectar la honra y el buen
nombre de los terceros, bien sea estos otros servidores públicos, particulares o
la institución misma. Las expresiones realizadas en privado, entonces, son
simples opiniones que están constitucionalmente protegidas tanto por la
libertad de expresión como por el derecho a la intimidad, las cuales no tienen
la capacidad de incidir en el ejercicio de la actividad policial. Solo cuando las
mismas sean conocidas por terceros, por cualquier medio, es que adquirirán
relevancia en términos de afectación del deber funcional. En efecto, no resulta
acertado concluir que las opiniones que no han sido divulgadas a terceros y
que, por ende, no son conocidas por otros individuos, tengan la virtualidad de
incidir en el ejercicio de las funciones por parte los integrantes del cuerpo
policial.
Con todo, sin importar el mecanismo que se adopte para expresar la opinión,
en toda circunstancia deberá evaluarse si la actuación del uniformado tiene la
virtualidad de afectar el deber funcional, en tanto condición indispensable para
la conformación del ilícito disciplinario. En caso que este requisito no pueda
probarse, en modo alguno podrá concluirse la existencia de una falta objeto
del ejercicio del ius puniendi.
28. Sumado a lo anterior, también debe señalarse por parte de la Corte que con
el fin de garantizar una protección adecuada y suficiente de la libertad de
expresión, una de las condiciones que debe analizarse para definir la
existencia de una infracción disciplinaria es que la expresión pública de la
imputación deshonrosa o calumniosa se haga en el marco del ejercicio de la
conducta oficial del servidor público. Esto debido a que esta condición es un
presupuesto fáctico para la afectación del deber funcional y con ello para la
configuración de la ilicitud sustancial de la conducta realizada por el servidor
público.
VII. DECISIÓN
RESUELVE: