Sentencia C-281
Sentencia C-281
Sentencia C-281
DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD-Competencia de la
Corte Constitucional
DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD-Inhibición por
ausencia de cargos
INHIBICION DE LA CORTE CONSTITUCIONAL POR
INEPTITUD SUSTANTIVA DE LA DEMANDA-Incumplimiento de
requisitos de claridad y suficiencia en los cargos
CONVIVENCIA CIUDADANA-Paradigma de la actividad de policía
El nuevo Código de Policía, además de ajustar estas normas al marco
constitucional, busca establecer un nuevo paradigma de la actividad de
policía, en el cual el concepto de referencia de esta actividad ya no es el
antiguo orden público sino la convivencia ciudadana. El giro lingüístico
indica un giro en la forma de concebir la relación entre la ciudadanía y las
autoridades de policía, donde la imposición de órdenes da lugar a la
mediación, a la conciliación y a mecanismos dirigidos a mantener y
restablecer el tejido social. A este cambio en la concepción de la actividad de
policía lo acompañan cambios en el lenguaje legislativo que se utiliza para
regularla. Así, el Código de Policía ya no habla de contravenciones y
sanciones, sino de comportamientos contrarios a la convivencia y medidas
correctivas. Este lenguaje legislativo enfatiza que las autoridades de policía
dirigen su actuación a restablecer la convivencia y, ante todo, a prevenir el
escalamiento de los conflictos sociales a escenarios judiciales e incluso a la
violencia.
DEBIDO PROCESO EN LOS PROCESOS DE POLICIA-
Aplicación
DEBIDO PROCESO ADMINISTRATIVO EN MATERIA
POLICIVA-Contenido
La actividad de policía es una actividad administrativa que conlleva la
imposición de cargas a los ciudadanos. Son cargas que pueden ser legítimas,
que pueden tener un carácter preventivo y que pueden buscar la convivencia,
pero en todo caso son cargas impuestas unilateralmente por el Estado, que
pueden entrar en tensión con ámbitos íntimos y vitales de la existencia
humana. Por ese motivo, considera la Corte que en todas las actuaciones
previstas por el nuevo Código de Policía deben respetarse las garantías del
debido proceso administrativo.
ACTIVIDAD DE POLICIA-Concepto
La actividad de policía, independientemente de los nombres que se usen para
designar sus distintos componentes—como comportamiento contrario a la
convivencia, medida correctiva o medio de policía—, es una actividad de la
autoridad capaz de afectar los derechos fundamentales de toda persona, y por
tanto, está regida por el derecho y sujeta al debido proceso. De igual forma,
aunque las medidas correctivas son prospectivas y buscan mantener la
convivencia más que castigar al ciudadano, estas son sanciones en estricto
sentido jurídico y constitucional. De esta forma, en su imposición se debe
respetar el debido proceso aplicable a todas las demás formas de derecho
administrativo sancionador y en la descripción de los comportamientos que
dan lugar a su imposición se debe observar el principio de legalidad, con las
particularidades y la flexibilidad propia, también, del derecho administrativo
sancionador
ACTIVIDAD DE POLICIA-Finalidad
OMISION LEGISLATIVA RELATIVA-Jurisprudencia
constitucional
DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD DE OMISION
LEGISLATIVA ABSOLUTA-Incompetencia de la Corte
Constitucional
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE OMISION
LEGISLATIVA-Condiciones para que proceda
PODER DE POLICIA DEL CONGRESO DE LA REPUBLICA-
Regulaciones normativas sometidas a límites
OMISION LEGISLATIVA RELATIVA-No configuración del cargo
La Corte concluye que el cargo de omisión legislativa relativa propuesto por
los demandantes no cumple los elementos (ii), (iv) y (v) del juicio de omisión
legislativa relativa establecido por la jurisprudencia. No se cumple el
elemento (ii), pues la norma demandada no omite un ingrediente que “de
acuerdo con la Constitución, resulta esencial para armonizar el texto legal
con los mandatos de la Carta”. No se cumple el elemento (iv), pues la Corte
no pudo constatar una “desigualdad negativa”. Tampoco se cumple el
elemento (v) al no demostrarse el “incumplimiento de un deber específico
impuesto por el constituyente al legislador”. La Corte declarará exequible el
artículo 55, pero exclusivamente frente al cargo de omisión legislativa
relativa por la ausencia de una sanción
DERECHO DE REUNION, MANIFESTACION Y PROTESTA-
Condiciones para su limitación
Al determinar la constitucionalidad de las distintas limitaciones
administrativas que se establezcan a la protesta social, se debe tener siempre
presente que lo que se está restringiendo es un derecho político. Razón por la
cual las limitaciones que se impongan a ese derecho, además de estar
establecidas en la ley, no pueden ser discriminatorias y deben superar un
juicio estricto de proporcionalidad. En este análisis además debe tenerse en
cuenta que “[l]a naturaleza del derecho de reunión, en sí mismo conflictivo,
no puede ser la causa justificativa de normas limitativas del mismo”, por lo
cual, en la ponderación que se realice, se debe considerar la importancia
fundamental de la participación política en una sociedad abierta y
democrática frente a posibles afectaciones leves de derechos fundamentales
como la libre circulación. Así, aunque la tranquilidad y el desarrollo normal
de la vida urbana son objetivos constitucionales importantes, en general las
autoridades deben abstenerse de restringir las reuniones y manifestaciones
por el simple hecho de causar incomodidades.
DERECHO DE REUNION Y MANIFESTACION PUBLICA-
Carácter fundamental
DERECHO DE REUNION-Exigencia de aviso previo para la
realización de reuniones y desfiles públicos/JUICIO DE
RAZONABILIDAD-Aplicación
La Corte considera que el aviso previo, en principio, no es un medio
prohibido para limitar el derecho de reunión y manifestación, siempre que
esté concebido con fines de información y no de autorización. En estos casos,
para evaluar la constitucionalidad de las distintas características del aviso
previo, la Corte debe aplicar un juicio intermedio de razonabilidad, ya que se
trata de una afectación de un derecho fundamental que “no establece una
clasificación sospechosa, no recae en personas o grupos especialmente
protegidos por la Constitución, no representa prima facie una grave
afectación un derecho constitucional fundamental ni mucho menos aún crea
un privilegio”. En este sentido, los elementos de un aviso previo, concebido
con fines de información, deben ser buscar un fin “constitucionalmente
importante” y el medio usado debe ser “efectivamente conducente” para el
fin buscado
DERECHO DE REUNION Y MANIFESTACION PUBLICA Y
PACIFICA-Condiciones y limitaciones
PRINCIPIO DE LEGALIDAD EN ACTUACIONES
ADMINISTRATIVAS-Exigencias
FUNCION LEGISLATIVA-Relevancia e implicaciones del requisito
de precisión
DERECHO DE REUNION Y MANIFESTACION PUBLICA Y
PACIFICA-Límites que imponen a la libertad de configuración
legislativa
La Corte considera en esta oportunidad que las limitaciones legislativas al
derecho a la reunión y manifestación pública y pacífica, así como las que se
establezcan respecto de la libertad personal (…), deben contar con un alto
grado de precisión, equivalente al de las normas penales. Lo anterior se debe
a que la reserva legal en estos casos, la cual se establece de manera expresa
y exclusiva en la Constitución, excluye por completo el ejercicio de
discrecionalidad por parte de las autoridades administrativas, algo que no
ocurre en otros ámbitos de la regulación de la convivencia ciudadana, donde
podría afirmarse que la Constitución permite el ejercicio de un margen de
apreciación razonable por las autoridades de policía. La importancia de la
libertad para un Estado Social de Derecho es fundamental, tanto en sus
posibilidades individuales como en sus dimensiones conjuntas de reunión. La
protección del derecho de reunión, como se dijo, es una protección de la
democracia.
PRINCIPIO DE LEGALIDAD DE LA SANCION-Indeterminación
insuperable en la descripción
DERECHO DE REUNION Y MANIFESTACION PUBLICA Y
PACIFICA-Pilares de la democracia participativa/DERECHO DE
REUNION Y MANIFESTACION EN ESPACIO PUBLICO-
Naturaleza del aviso/DERECHO DE REUNION Y
MANIFESTACION PUBLICA Y PACIFICA-Condiciones y
limitaciones
CODIGO NACIONAL DE POLICIA Y CONVIVENCIA-
Facultades estatales para el ejercicio de atribuciones en materia policiva
INTEGRACION NORMATIVA-Supuestos
INTEGRACION NORMATIVA-Improcedencia para el caso
NORMA DEL CODIGO NACIONAL DE POLICIA QUE
FACULTA A LAS AUTORIDADES COMPETENTES PARA LA
DISOLUCION DE MANIFESTACIONES QUE ALTEREN LA
CONVIVENCIA-Exequibilidad condicionada
En aplicación del principio de conservación del derecho, se declarará la
constitucionalidad condicionada, estableciendo requisitos precisos para la
disolución de las manifestaciones. En ese sentido, la norma será declarada
exequible en el entendido de que (i) las alteraciones deberán ser graves e
inminentes y (ii) no exista otro medio menos gravoso para el ejercicio de los
derechos de reunión y manifestación pública y pacífica
EXEQUIBILIDAD CONDICIONADA-Justificación
NORMA ACUSADA-Contenido y alcance
NORMA EN BLANCO-Validez constitucional
AUTORIDAD AMBIENTAL-Competencia
MEDIO AMBIENTE-Protección de áreas de especial importancia
ecológica
Aunque la norma no señala expresamente el criterio para autorizar o
desautorizar una reunión, para la Corte es claro que el criterio debe ser la
preservación del ecosistema de acuerdo con las normas que rigen el tránsito
y la permanencia de las personas en cada zona de cada una de estas áreas.
Los requisitos para cada tipo de zona son distintos, por lo cual es probable
que para ciertas zonas, como la zona primitiva o la zona intangible de los
parques nacionales naturales, no se concedan autorizaciones, mientras que
para otras, como la zona de alta densidad de uso o la de recreación general
exterior, se concedan algunas autorizaciones. La norma no se pronuncia
sobre cada una de estas especificidades, pues en este tema difiere a la
normatividad ambiental. Lo que es claro es que la decisión de autorizar o no
una reunión no puede ser discrecional, sino que dependerá en cada caso del
contenido de la norma ambiental relevante con el propósito de proteger los
ecosistemas
TEST ESTRICTO DE RAZONABILIDAD-Alcance
La norma, por otra parte, supera el juicio estricto de razonabilidad. Por una
parte, el fin perseguido por la norma es constitucionalmente imperioso, pues
se dirige a proteger el medio ambiente frente a la posibilidad de
aglomeraciones masivas en ecosistemas que no están preparados para
soportarlas. Por otra parte, el medio utilizado no se encuentra en sí mismo
prohibido. La Corte considera que un condicionamiento sobre el lugar en el
que se puede realizar una reunión o manifestación no es, por sí solo,
contrario a la Constitución Política. En relación con la libertad de expresión,
la Corte ha admitido que el Estado imponga restricciones razonables de
tiempo, modo y lugar que no recaigan sobre el contenido mismo del
mensaje. Lo mismo debe decirse del derecho de reunión y manifestación, el
cual puede limitarse mediante restricciones razonables al lugar, al tiempo o
al modo de realización, siempre que no se limite el contenido de la
manifestación y se cumplan los demás requisitos del juicio estricto de
proporcionalidad
DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO-Definición
DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO-Tratados que
reconocen y desarrollan los mandatos imperativos
PRINCIPIO DE DISTINCION EN DERECHO
INTERNACIONAL HUMANITARIO-Alcance
PRINCIPIO DE DISTINCION EN DERECHO HUMANITARIO-
No se puede involucrar a la población civil
DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO-Aplicación y
objetivo/CONFLICTO ARMADO-Concepto amplio
DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO Y DERECHO
PENAL INTERNACIONAL-Instrumentos exigen que conflicto
armado reúna determinadas características para ser
aplicado/CONFLICTO ARMADO-Aplicación de límites
constitucionales y normas humanitarias
DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO-Aplicación del
principio de distinción
DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO-Reglas están
incorporadas al derecho interno
DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO-
Obligatoriedad/DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO-
Protección de la población civil
La Corte afirmó que “en el plano interno, la obligatoriedad de las reglas del
derecho humanitario es permanente y constante, pues estas normas no están
reservadas para guerras internacionales o guerras civiles declaradas. Los
principios humanitarios deben ser respetadas no sólo durante los estados de
excepción sino también en todas aquellas situaciones en las cuáles su
aplicación sea necesaria para proteger la dignidad de la persona
humana.”(…) Sin embargo es necesario aclarar que la aplicación
incondicionada del Derecho Internacional Humanitario aplica
exclusivamente frente a los contenidos del mismo que ofrecen una mayor
protección a la población civil. Esa es la racionalidad detrás del artículo 214,
el cual se dirigió a asegurar que ni siquiera en estados de excepción, donde
se ponen en suspenso algunos aspectos de la institucionalidad cotidiana, se
dejara de observar lo que la Corte denominó el “catálogo ético mínimo
aplicable a situaciones de conflicto”
PRINCIPIO DE DISTINCION EN DERECHO
INTERNACIONAL HUMANITARIO-Faceta prohibitiva y permisiva
El principio de distinción tiene una faceta prohibitiva que obliga al Estado a
respetar la vida de las personas civiles que no participan directamente en las
hostilidades, y a abstenerse de involucrar a la población civil en las
hostilidades, aun en casos de conflicto armado. Esta faceta prohibitiva se
debe aplicar en todo caso, como lo ordena el artículo 214 de la Constitución,
pues forma parte del catálogo ético mínimo que se aplica tanto en tiempos de
paz como en situaciones de conflicto. Pero este principio también tiene una
faceta permisiva, que permite, solo en situaciones objetivamente relacionadas
con el conflicto, atacar a personas que no son civiles o que aun siendo civiles
han perdido la protección del Derecho Internacional Humanitario por
participar directamente en las hostilidades. Dicha faceta permisiva es de
aplicación restrictiva, requiere una verificación previa de las condiciones de
aplicación del Derecho Internacional Humanitario, una determinación a tal
efecto por parte del Presidente de la República y una autorización por los
más altos estamentos del mando militar
DERECHO DE REUNION Y MANIFESTACION PUBLICA Y
PACIFICA-Absoluta prohibición del uso de la fuerza letal
La Corte considera que las reuniones y manifestaciones reguladas por el
Código de Policía, tal como se encuentran definidas y previstas en ese cuerpo
normativo, no reúnen las condiciones para la aplicación del principio de
distinción regulado por el Derecho Internacional Humanitario.
Independientemente de la autoridad que se encargue de realizar operaciones
de control, contención o garantía de la realización de las movilizaciones
terrestres, para dicha autoridad no cabe distinguir entre combatientes y
civiles, pues en una reunión o manifestación pública y pacífica, todos los
participantes son civiles y el uso de la fuerza letal está absolutamente
prohibido
PRINCIPIO DE SUPREMACIA DEL PODER CIVIL SOBRE EL
MILITAR
La Constitución Política establece el principio de supremacía del poder civil
sobre la función militar, el cual se refleja en múltiples disposiciones
constitucionales como el artículo 189 que otorga al Presidente de la
República el mando sobre la Fuerza Pública y el 219 que establece el
carácter no deliberante de la Fuerza Pública. La Corte ha aplicado este
principio para declarar la constitucionalidad de la facultad del Presidente de
determinar la ubicación y las modalidades de acción de la Fuerza Pública,
así como la inconstitucionalidad de un sistema normativo que subordinaba
las autoridades políticas civiles a los mandos militares
POLICIA NACIONAL-Naturaleza civil/POLICIA NACIONAL-
Función preventiva
FUERZAS MILITARES Y POLICIA NACIONAL-Distinción en
estructura y organización
POLICIA NACIONAL-Subordinación al Ministerio de
Defensa/FUERZAS MILITARES Y POLICIA NACIONAL-
Distinción en funciones
La Corte ha reconocido la existencia de “una especie de "zona gris" o
"fronteriza" en la cual se superponen los criterios de seguridad y defensa”, la
cual ha permitido constitucionalmente la asignación de funciones de defensa
a la Policía Nacional y su subordinación al Ministerio de
Defensa. Dicha “zona gris”, sin embargo, no ha sido invocada por la Corte
para permitir una superposición a la inversa, en que las Fuerzas Militares
asumen funciones de policía. Por el contrario, la Corte considera que de
acuerdo con el principio de supremacía del poder civil y según el reparto de
competencias establecido en la Constitución, las Fuerzas Militares no tienen
la facultad de ejercer funciones de seguridad ciudadana y el Congreso no
tiene la competencia para otorgarles esas funciones.
POLICIA NACIONAL Y FUERZAS MILITARES-Aspectos en que
se establece regímenes comunes
REUNIONES, MANIFESTACIONES Y PROTESTAS-Límites
relacionados con la intervención de la Policía/POLICIA NACIONAL-
Función de protección del orden público
DERECHO A LA PROTESTA SOCIAL-Necesidad de reconocer
“super protección” constitucional
La Corte resalta que la protesta social por sí sola no representa una amenaza
contra el orden constitucional ni contra la soberanía nacional. Por el
contrario, es un derecho fundamental que debe ser protegido en todo
momento por las autoridades
FUERZAS MILITARES-Finalidad/FUERZAS MILITARES-
Características especiales de las funciones
La misión constitucional de las Fuerzas Militares incluye la protección de la
población civil contra amenazas y ataques de grupos armados. En ese
sentido, las Fuerzas Militares, en determinadas circunstancias excepcionales,
podrían eventualmente participar en operativos que permitieran realizar las
movilizaciones sociales, removiendo los obstáculos externos para llevarlas a
cabo
FUERZAS MILITARES-No intervención en operativos de control de
movilizaciones sociales
La Corte considera entonces que las Fuerzas Militares tienen
constitucionalmente prohibido intervenir en operativos de control y
de contención, los cuales eventualmente pueden implicar el uso de la fuerza
contra quienes realizan la movilización social terrestre. Considera también
que sí tienen permitido, sujeto a una autorización constitucional o legal
adicional, intervenir en operativos de garantía de realización, en cuanto
estos implican remover los obstáculos externos para llevar a cabo una
movilización social terrestre, siempre que esta actividad esté relacionada con
su misión fundamental de defensa nacional.
LIBERTAD PERSONAL-Consagración constitucional/PRINCIPIO
DE RESERVA JUDICIAL EN PRIVACION DE LIBERTAD-
Alcance
PRIVACION DE LA LIBERTAD-Modalidades/CAPTURA EN
FLAGRANCIA-Consagración constitucional/CAPTURA
EXCEPCIONAL POR LA FISCALIA GENERAL DE LA
NACION-Vigencia precaria/RETENCION TRANSITORIA EN
ESTACION DE POLICIA-Idoneidad
RETENCION TRANSITORIA-Jurisprudencia constitucional
DETENCION PREVENTIVA-Condiciones constitucionales
RETENCION ADMINISTRATIVA-Finalidad preventiva
LIBERTAD PERSONAL-Garantías que deben rodearla
TRASLADO POR PROTECCION-Definición/TRASLADO PARA
PROCEDIMIENTO POLICIVO-Definición
Se trata de posibilidades excepcionales y transitorias de privación de la
libertad, por parte del personal uniformado de la Policía Nacional, para
prevenir violaciones de los derechos fundamentales.
MEDIDA CORRECTIVA Y MEDIO DE POLICIA-Diferencias
La privación de la libertad ya no se prevé como medida correctiva, es decir
que no se concibe como la reacción de las autoridades de policía a una
infracción de la ley. En el nuevo Código se trata de un medio de policía,
destinado exclusivamente a permitir “el cumplimiento efectivo de la función y
actividad de Policía”. Esta diferencia entre medida correctiva y medio de
policía no es un simple giro semántico. Se trata de una nueva
conceptualización de la figura que ya no se establece como reacción
automática a ciertos comportamientos, sino como un instrumento excepcional
al alcance de las autoridades de policía
PRINCIPIO DE LEGALIDAD EN PRIVACION DE LA
LIBERTAD-Alcance
TRASLADO POR PROTECCION-Causales de procedencia
TRASLADO POR PROTECCION-Facultad de privar a las personas
de su libertad
La Corte entonces declarará inexequible el parágrafo 1º por violación del
principio de legalidad. Con esto, la Corte reitera que el personal uniformado
de la Policía Nacional no tiene la potestad legal de privar a las personas de
su libertad por disentir de la actividad de policía ni por “irrespetar a la
autoridad”
LIBERTAD DE CONFIGURACION LEGISLATIVA EN
PRIVACION DE LA LIBERTAD-Observancia de criterios de
razonabilidad y proporcionalidad
TRASLADO POR PROTECCION-Finalidad Preventiva
La finalidad buscada, sin embargo, se debe auscultar no solamente en la
declaración que la norma hace sobre su propósito sino también en la
estructura misma de la norma. En este sentido la Corte constata que las
causales previstas, los requisitos estrictos de necesidad, las condiciones
procedimentales previas y las exigencias relacionadas con los centros
asistenciales o de protección, evidencian una finalidad preventiva y no
sancionatoria. Esta finalidad, observa la Corte, debe ser observada no solo
en la norma sino en su aplicación concreta. La única finalidad permisible de
medidas como el traslado por protección es la protección de derechos. Esta
no admite otros fines más amplios como puede ser, por ejemplo, la protección
en abstracto del orden público. Dichas finalidades permiten el uso de medios
distintos como la aplicación de medidas correctivas, pero no la privación de
la libertad de las personas
INTENSIDAD DEL JUICIO DE RAZONABILIDAD A APLICAR-
Proporcionalidad entre el medio y el fin buscado por la medida
TEST DE RAZONABILIDAD-Subprincipios de idoneidad, necesidad
y proporcionalidad estricta
TRASLADO POR PROTECCION-Proporcionalidad de la medida
TRASLADO POR PROTECCION-Debido proceso
DEBIDO PROCESO-Garantías
TRASLADO POR PROTECCION-Alcance
La Corte declarará un condicionamiento en tres partes. En primer lugar, la
norma será declarada exequible en el entendido de que el traslado por
protección “a un lugar destinado para tal fin”, es decir, en todos los casos en
que la persona no sea entregada a los parientes, o sea trasladada a un centro
de salud o a su domicilio, solo se podrá aplicar en los municipios que cuenten
con los lugares adecuados de atención y protección de personas trasladadas.
El Gobierno Nacional cuenta con la facultad legal para expedir lineamientos
para la operación de estos lugares. Las personas no pueden ser trasladadas
por la Policía Nacional a lugares que no cumplan con estos lineamientos, por
lo cual esta medida no podrá aplicarse en los municipios que no cuenten con
lugares adecuados. En la reglamentación de los lineamientos, el Gobierno
Nacional deberá tener en cuenta que los lugares destinados para el traslado
por protección deben cumplir con su finalidad exclusivamente protectora y no
sancionatoria. No son cárceles, ni centros de detención. En segundo lugar, se
dispondrá que en el informe escrito exigido por el parágrafo 3º se incluya una
relación de los hechos que dieron lugar al traslado y las razones por las
cuales se considera que esos hechos caben dentro de la causal invocada. Con
esto se provee una garantía posterior del debido proceso, pues permite a la
persona trasladada controvertir ante las autoridades de policía, así como las
autoridades judiciales y disciplinarias, la legalidad de la orden de traslado.
En tercer lugar, se dispondrá que la persona podrá solicitar la cesación del
traslado al superior jerárquico que haya recibido el informe, con lo cual se
garantiza una doble instancia administrativa en la aplicación de esta medida
TRASLADO POR PROTECION DE NIÑOS, NIÑAS Y
ADOLESCENTES-Alcance
La Corte considera que la posibilidad de trasladar a niños, niñas y
adolescentes no es en sí misma inconstitucional, siempre que esté rodeada de
las garantías previstas en el ordenamiento jurídico para la protección y el
desarrollo armónico e integral de las personas menores de edad. En ese
sentido, la única interpretación constitucionalmente admisible de la norma es
que esta simplemente reitera la Ley 1098 de 2006 en relación con el
procedimiento administrativo de restablecimiento de derechos, o las normas
que en el futuro la modifiquen, la remplacen o la complementen. La norma no
es un procedimiento distinto o adicional, y no habilita a las autoridades de
policía para detener a los menores sin el lleno de los requisitos del Código de
la Infancia y la Adolescencia. La Corte entonces declarará exequible la
norma en el entendido de que dicha función debe llevarse a cabo de acuerdo
con las reglas aplicables del Sistema Nacional de Bienestar Familiar
SUJETOS DE ESPECIAL PROTECCION-No por ello son sujetos
discriminados
SUJETOS DE ESPECIAL PROTECCION CONSTITUCIONAL-
Prevalencia de los derechos
TRASLADO POR PROTECCION DE HABITANTES DE
CALLE-Alcance
El traslado por protección de habitantes de calle regulado en el artículo 43,
parágrafo 1º, del Código de Policía es inconstitucional por establecer una
discriminación injustificada contra los habitantes de calle, pues no hay razón
para regular de manera distinta y más desfavorable el traslado por
protección de estas personas, respecto del traslado que se realice sobre otras
personas que no habitan en la calle
Referencia: Expediente D-11670
Demanda de inconstitucionalidad contra
los artículos 39, numeral 1 y parágrafo 3,
41, parágrafo 3, 53 (parcial), 55, 56
(parcial), 103 (parcial), 149 (parcial), 155,
157 y 205, numeral 12, de la Ley 1801 de
2006 “Por la cual se expide el Código
Nacional de Policía y Convivencia”.
Actores: Alirio Uribe Muñoz, Ángela
María Robledo Gómez, Gustavo Adolfo
Gallón Giraldo, Oscar Ospina Quintero,
Alexander López Maya, Alberto de Jesús
Yepes Palacio y Jomary Ortegón Osorio.
Magistrado Ponente:
AQUILES ARRIETA GÓMEZ
Bogotá, D.C., tres (3) de mayo de dos mil diecisiete (2017).
La Sala Plena de la Corte Constitucional, en ejercicio de sus atribuciones
constitucionales y en cumplimiento de los requisitos y trámites establecidos,
en el Decreto 2067 de 1991, ha proferido la siguiente
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
En ejercicio de la acción pública de inconstitucionalidad, los ciudadanos
Alirio Uribe Muñoz, Ángela María Robledo Gómez, Gustavo Adolfo Gallón
Giraldo, Oscar Ospina Quintero, Alexander López Maya, Alberto de Jesús
Yepes Palacio y Jomary Ortegón Osorio demandaron los artículos 39, numeral
1 y parágrafo 3, 41, parágrafo 3, 53 (parcial), 55, 56 (parcial), 103 (parcial),
149 (parcial), 155, 157 y 205, numeral 12, de la Ley 1801 de 2006 “Por la
cual se expide el Código Nacional de Policía y Convivencia”.[1] La demanda
fue radicada con el número D-11670.[2]
Dada la extensión y la diversidad de los cargos presentados contra las distintas
normas de la Ley 1801 de 2016, la Corte en este caso primero hará un
resumen general de los cargos y de las intervenciones. Posteriormente, en las
consideraciones y respecto de cada cargo, la Corte transcribirá las normas
demandadas y detallará los argumentos de los demandantes, al igual que lo
hará con los de los intervinientes y del Ministerio Público, antes de abordar los
problemas jurídicos.[3]
II. NORMAS DEMANDADAS Y DEMANDA
El texto de las normas demandadas es el siguiente. Cuando la acción de
inconstitucionalidad presentada es parcial, se subrayan las expresiones
demandadas.
LEY 1801 DE 2016
(julio 29)
por la cual se expide el Código Nacional de Policía y Convivencia.
El Congreso de Colombia
DECRETA:
[…]
Artículo 39. Prohibiciones a niños, niñas y
adolescentes. Además de los comportamientos prohibidos en el
presente Código y en las normas vigentes, se prohíbe a niños,
niñas y adolescentes:
1. Comercializar, distribuir, tener, almacenar, portar o consumir
sustancias psicoactivas o tóxicas, alcohólicas o demás sustancias
estimulantes que puedan afectar su salud o que produzcan
dependencia, que estén restringidas para menores de edad.
Parágrafo 1°. A quien incurra en el comportamiento antes
señalado se le aplicará la siguiente medida correctiva: Para los
menores de 16 años, amonestación; para los mayores de 16 años,
participación en programa comunitario o actividad pedagógica de
convivencia.
Parágrafo 2°. El niño, niña o adolescente que incurra en el
comportamiento antes descrito será objeto de protección y
restablecimiento de sus derechos de conformidad con la ley.
Parágrafo 3°. Las administraciones municipales o distritales
determinarán los sitios adecuados a los que se podrán trasladar los
niños, niñas y adolescentes que incurran en el comportamiento
señalado en el presente artículo, para su protección e imposición
de la medida correctiva correspondiente.
[…]
Artículo 41. Atención Integral a la Población Habitante de y
en Calle. De conformidad a la Ley 1641 de 2013, establézcase un
modelo de atención integral por ciclo vital y diferencial a la
población habitante de y en calle, orientada a promover, prevenir,
atender, proteger y restablecer derechos, modelo que tendrá como
principios la igualdad, diversidad, equidad, universalidad y
reconocimiento del individuo, la familia y la comunidad como
sujetos de atención y que procure el diálogo y reconocimiento de
realidades sociales del territorio y contribuya al bienestar y
desarrollo integral del ser.
Parágrafo 1°. Con base en el marco conceptual de la Ley 1641 de
2013 y en la caracterización cuantitativa y cualitativa que las
entidades territoriales realicen, el modelo de atención integral que
contemplará las metodologías de intervención, procedimientos,
rutas de atención y servicios requeridos; así mismo, tendrá como
ejes la atención psicosocial, la formación y capacitación, gestión
de oportunidades, movilización social y reconstrucción de redes,
todo ello orientado a la reincorporación responsable, digna y
sostenible de los habitantes de y en calle, a sus familias y a la
sociedad.
Parágrafo 2°. Para establecer los alcances y resultados del
modelo de atención integral, las entidades territoriales serán
autónomas en definir los servicios integrales requeridos de
acuerdo a los lineamientos que dicte el Ministerio de Salud y
teniendo en cuenta la caracterización poblacional de cada
municipio. Los entes territoriales deberán definir los equipos
interdisciplinarios necesarios y pertinentes, que faciliten en el
tiempo y de manera integral la intervención oportuna para el
restablecimiento de los derechos de los habitantes de y en calle.
Parágrafo 3°. La Policía Nacional deberá trasladar en el término
de la distancia a los hogares o centros de atención que el ente
territorial tenga dispuesto para dicho efecto, a los ciudadanos
habitantes de y en calle que se encuentren bajo el efecto de
sustancias psicoactivas que les vulneren su voluntad y que generen
alteración de la convivencia afectando los derechos de los demás
ciudadanos.
[…]
Artículo 53. Ejercicio del derecho de reunión y manifestación
pública y pacífica en el espacio público. Toda persona puede
reunirse y manifestarse en sitio público con el fin de exponer ideas
e intereses colectivos de carácter cultural, político, económico,
religioso, social o de cualquier otro fin legítimo.
Con tales fines debe darse aviso por escrito presentado ante la
primera autoridad administrativa del lugar o mediante correo
electrónico. Tal comunicación o correo debe ser suscrito por lo
menos por tres personas.
Tal aviso deberá expresar día, hora y sitio de la proyectada
reunión y se presentará con 48 horas de anticipación indicando el
recorrido prospectado.
Toda reunión y manifestación que cause alteraciones a la
convivencia podrá ser disuelta.
Parágrafo 1º. Las reuniones y manifestaciones espontáneas de
una parte de la población no se considerarán por sí mismas como
alteraciones a la convivencia.
Parágrafo 2º. El que irrespete las manifestaciones y reuniones de
las personas en el espacio público, en razón a su etnia, raza, edad,
género, orientación sexual, creencias religiosas, preferencias
políticas y apariencia personal, será objeto de aplicación de
medida correctiva correspondiente a Multa General Tipo 4.
[…]
Artículo 55. Protección del ejercicio del derecho de reunión y
manifestación pública frente a señalamientos infundados. Con
el fin de amparar el ejercicio del derecho a la reunión o
movilización pacífica, queda prohibido divulgar mensajes
engañosos en torno a quienes convocan o participan en las
manifestaciones, así como hacer públicamente señalamientos
falsos de la relación de los manifestantes con grupos armados al
margen de la ley o deslegitimar por cualquier medio el ejercicio
del derecho constitucional de reunión y manifestación pública y
pacífica.
[…]
Artículo 56. Actuación de la Fuerza Pública en las
movilizaciones terrestres. De conformidad con los estándares
internacionales, es función de la Policía garantizar los derechos de
toda la ciudadanía que interviene directa o indirectamente en el
ejercicio de la movilización. El uso de la fuerza debe ser
considerado siempre el último recurso en la intervención de las
movilizaciones.
La actuación de la Policía Nacional deberá ser desarrollada en
todo momento mediante personal y equipos identificados de tal
manera que dicha identificación resulte visible sin dificultades. La
fuerza disponible deberá estar ubicada de manera que su actuación
pueda hacerse de forma oportuna, pero sin afectar el desarrollo de
la movilización que se haga de conformidad con las normas de
convivencia.
Los cuerpos de Policía intervendrán sólo cuando se considere que
su actuación es necesaria, atendiendo al principio de
proporcionalidad y a la garantía de los derechos de los
manifestantes y de los demás habitantes que puedan verse
afectados por su actuación. Los escuadrones móviles antimotines
sólo serán enviados cuando no sea posible por otro medio
controlar graves e inminentes amenazas a los derechos.
Las Fuerzas Militares no podrán intervenir en el desarrollo de
operativos de control, contención o garantía de la realización de
las movilizaciones sociales terrestres, salvo los casos en los que
excepcionalmente los autoriza la Constitución y la ley.
[…]
Artículo 103. Comportamientos que afectan las áreas
protegidas del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP)
y áreas de especial importancia ecológica. Los siguientes
comportamientos afectan las áreas protegidas del Sistema
Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) y áreas de especial
importancia ecológica y por lo tanto no se deben efectuar:
[…]
9. Promover, realizar o participar en reuniones o actividades que
involucren aglomeración de público no autorizadas por la
autoridad ambiental.
[…]
[…]
Numera Multa General tipo 4; Disolución de reunión
l9 o actividad que involucra aglomeraciones de
público no complejas.
[…]
[…]
Artículo 149. Medios de Policía. Los medios de Policía son los
instrumentos jurídicos con que cuentan las autoridades
competentes para el cumplimiento efectivo de la función y
actividad de Policía, así como para la imposición de las medidas
correctivas contempladas en este Código.
[…]
Los medios materiales son el conjunto de instrumentos utilizados
para el desarrollo de la función y actividad de Policía.
Son medios materiales de Policía:
1. Traslado por protección.
[…]
Artículo 155. Traslado por protección. Cuando la vida e
integridad de una persona o de terceros esté en riesgo o peligro, el
personal uniformado de la Policía Nacional, podrá trasladarla para
su protección o la de terceros, en los siguientes casos:
Cuando deambule en estado de indefensión o de grave alteración
del estado de conciencia por aspectos de orden mental, o bajo
efectos del consumo de bebidas alcohólicas o sustancias
psicoactivas o tóxicas, cuando el traslado sea el único medio
disponible para evitar el riesgo a la vida o integridad de la persona
o los terceros.
Cuando esté involucrado en riña o presente comportamientos
agresivos o temerarios, realice actividades peligrosas o de riesgo
que pongan en peligro su vida o integridad o la de terceros, o esté
en peligro de ser agredido cuando el traslado sea el único medio
disponible para evitar el riesgo a la vida o integridad de la persona
o los terceros.
Parágrafo 1°. Cuando el comportamiento señalado en el inciso 3
del presente artículo se presente en contra de una autoridad de
Policía, se podrá utilizar este medio.
Parágrafo 2°. Antes del traslado y como primera medida, la
autoridad de Policía entregará la persona a un allegado o pariente
que asuma la protección; en la ausencia de estos, se trasladará la
persona a un centro asistencial o de protección, de salud u hospital
o a un lugar especialmente destinado para tal fin por la
administración municipal, según sea necesario, o, en cuanto fuera
posible, se intentará llevarla a su domicilio. En ningún caso se
hará traslados a sitios destinados a la privación de libertad y la
duración del mismo no podrá ser mayor a doce (12) horas. Es
deber de las Alcaldías definir el lugar al que pueden ser enviadas
las personas, separadas en razón del sexo.
En el centro asistencial o de protección deberá hacer presencia un
representante del Ministerio Público.
Parágrafo 3°. La autoridad de Policía que ordena y ejecuta el
traslado, deberá informar a la persona trasladada y al superior
jerárquico de la unidad policial y elaborar un informe escrito
donde consten los nombres e identificación de la persona
trasladada por cualquier medio; de quien da la orden y quien la
ejecuta, el motivo, el sitio al que se traslada y el nombre del
allegado o a quien la persona trasladada informa para ser asistido,
de ser ello posible. A la persona, sujeto de la medida, se le deberá
entregar copia de dicho informe.
Parágrafo 4°. La autoridad de Policía permitirá a la persona que
va a ser trasladada comunicarse con un allegado o con quien pueda
asistirlo para informarle, entre otras cosas, el motivo y sitio de
traslado. Si la persona no tiene los medios para comunicarse, la
autoridad se los facilitará. Si se niega a informar a otra persona o
no es factible hacerlo, se enviará copia de inmediato del respectivo
informe escrito al Ministerio Público.
Parágrafo 5°. Cuando se trate de un traslado por alteración del
estado de conciencia, porque la persona se encuentra bajo el efecto
del consumo de bebidas alcohólicas o sustancias psicoactivas o
tóxicas no podrá ser trasladada por el simple hecho de estar
consumiendo sino que deben existir motivos fundados y el agente
de Policía con fundamento en el principio de proporcionalidad
determinará si existen las razones objetivas previstas en este
Código.
[…]
Artículo 157. Traslado para procedimiento policivo. Como
regla general, las medidas correctivas se aplicarán por la autoridad
de Policía en el sitio en el que se sucede el motivo.
Las autoridades de Policía solo podrán realizar un traslado
inmediato y temporal de la persona cuando sea necesario para
realizar el proceso verbal inmediato, y no sea posible realizarlo en
el sitio por razones no atribuibles a la autoridad de Policía.
El procedimiento se realizará inmediatamente y en ningún caso el
tiempo de traslado o permanencia en el sitio al que es trasladada la
persona podrá exceder de seis (6) horas, de conformidad con las
exigencias de las distancias.
La autoridad de Policía permitirá a la persona que va a ser
trasladada comunicarse con un allegado o a quien pueda asistirlo
para informarle el motivo y sitio de traslado. Si la persona no tiene
los medios para comunicarse, la autoridad se los facilitará.
Parágrafo. La autoridad de Policía que ordena y ejecuta el
traslado, deberá informar a la persona trasladada y al superior
jerárquico de la unidad policial y elaborar un informe escrito
donde consten los nombres e identificación de la persona
trasladada por cualquier medio, de quien da la orden y quien la
ejecuta, el motivo, el sitio al que se traslada, la justificación del
tiempo empleado para el traslado y el nombre del allegado o a
quien la persona trasladada informa para ser asistido, de ser ello
posible. A la persona, sujeto de la medida, se le deberá entregar
copia de dicho informe.
[…]
Artículo 205. Atribuciones del alcalde. Corresponde al alcalde:
[…]
12. Establecer, con el apoyo del Gobierno nacional, centros
especiales o mecanismos de atención y protección de personas
trasladadas o conducidas por el personal uniformado de la Policía
y coordinar y desarrollar programas pedagógicos para la
convivencia, de conformidad con los lineamientos que para tal
efecto establezca el Gobierno nacional.”
Los accionantes agrupan las normas demandadas y los cargos de
inconstitucionalidad en dos partes.[4] En la primera parte formulan los cargos
contra los artículos 53, 55, 56 y 103, numeral 9, los cuales establecen
condiciones para reuniones y manifestaciones públicas, que en su criterio son
contrarios a los artículos 29 y 37 de la Constitución Política, así como el
artículo 21 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. En la
segunda parte los demandantes afirman que los artículos 39, 41, 149, 155, 157
y 205, los cuales regulan el traslado por protección y el traslado para
procedimiento policivo, violan los artículos 13, 28 y 29 de la Constitución.
1. Limitaciones a las reuniones y manifestaciones públicas (artículos 53, 55, 56 y 103,
numeral 9)
La Universidad también solicita declarar la exequibilidad condicionada de la
norma, “siendo constitucional sólo si, las facultades policiales ingresan a
disolver las masas manifestantes, en la medida que los agentes del SINAP no
logren ejercer control y vigilancia de los civiles manifestantes y ante un grave
peligro para la integridad del territorio, las fuerzas civiles de la Policía
entren subsidiariamente y con las medidas de necesarias para no alterar el
nicho ecológico de estas”. Sin embargo, en otra parte del documento, la
misma Universidad solicita el siguiente condicionamiento: “toda vez que la
autorización no debe ser para la realización de la reunión o manifestación,
pues esto sería claramente inconstitucional, pues esto limitaría el derecho a
la reunión pacífica, protegida constitucionalmente, sino que esta
“autorización” verse sobre la zona específica del área protegida del SINAP
en la cual se puede desarrollar la reunión, sino también sobre el número de
personas que puede albergar dicha área y que, por ende, pueden hacer
presencia en la reunión, para que el impacto de la reunión o protesta en el
área protegida sea mínimo, si es que el solo hecho de reunirse, por si solo
puede generar algún tipo de daño o impacto en estas zonas”. Seguidamente
solicita declarar inexequible la norma por permitir la intervención de la
autoridad de policía en un área protegida.
5.1.3.5. El grupo de 205 ciudadanos afirma que la “alteración de la
convivencia” es un concepto jurídico indeterminado que admite distintas
interpretaciones “que podrían conllevar a que sean los policías los que
terminen definiendo su contenido, y con ello abrogándose una facultad
exclusiva del legislador en los términos del artículo 37 de la
Constitución”. Los ciudadanos además consideran que habilitar el ingreso a la
Policía para disolver una reunión en las áreas protegidas puede poner en riesgo
el medio ambiente.
5.1.4. Intervenciones que defienden la constitucionalidad de las normas
5.1.4.1. La Alcaldía Mayor de Bogotá sostiene que el término de 48 horas
previsto en el artículo 53 hace parte del amplio margen de configuración
legislativa con el que cuenta el Congreso para establecer el plazo. La finalidad
de este aviso, de acuerdo con la jurisprudencia constitucional, es informar a
las autoridades para que tomen medidas conducentes para facilitar el ejercicio
del derecho de reunión o manifestación. La Alcaldía considera que el plazo es
razonable para que las autoridades de policía dispongan las condiciones de la
ciudad para proteger los derechos de todas las personas. Destaca que sin el
plazo de 48 horas, las autoridades no tendrían “un margen de maniobra
adecuado para controlar el orden y uso del espacio público, cuyo manejo
irresponsable puede entrañar riesgos a otros derechos constitucionales […].
Un claro ejemplo de ello sería, el caso de una ambulancia que no pueda
transitar por una zona específica como consecuencia de una manifestación
legítima que, o no fue notificada, o lo fue en un término irracional […]”. Por
último recuerda que una disposición idéntica en el anterior Código de Policía
(artículo 102) fue declarada exequible por la Sentencia C-024 de 1994.
Respecto del inciso cuarto, la Alcaldía Mayor argumenta que el Código prevé
claramente cuáles son las circunstancias que se consideran como alteraciones
de la convivencia, en los artículos 25,[54] 27,[55] 31,[56] 33[57] y 34.[58] Por
esta razón considera que se respetó el principio de legalidad al aludir a
alteraciones de la convivencia en el artículo 53 demandado.
En relación con el artículo 103, numeral 9, la Alcaldía afirma que con esta no
se niega el desarrollo del derecho de protesta, sino que se “busca un
equilibrio entre la tensión de los derechos que hoy se encuentran en
contienda, toda vez que se asegura el derecho de protesta en las zonas
protegidas, pero previniendo la generación de consecuencias lesivas para el
ambiente”. La Alcaldía contextualiza la defensa de la norma haciendo un
recuento de los objetivos del Código de Policía, la jurisprudencia
constitucional sobre el derecho de reunión y manifestación pública y pacífica,
así como los parámetros para su restricción, los deberes del Estado respecto de
la preservación de las áreas protegidas, la relación entre ecosistemas y
biodiversidad y el concepto de capacidad de carga.
Posteriormente propone un juicio de proporcionalidad y sostiene que la
finalidad de la medida, que es “garantizar la protección del ambiente”, es
legítima. Además la medida es idónea, pues sirve para “efectuar la obligación
de cumplir con el máximo de personas permitido por concepto de capacidad
de carga que caracteriza a los ecosistemas”. Sobre este punto, la Alcaldía
resalta que la demanda se basa en el supuesto de que todas las reuniones y
manifestaciones son pacíficas, lo cual no siempre es cierto, pues “en más de
una ocasión el desenlace de numerosas manifestaciones, no ha sido
propiamente pacífico, siendo posible también la ocurrencia de escenarios en
los que se presentan incidentes de orden público, afectación a bienes privados
y públicos e, incluso, acontecimientos que devienen en la pérdida de vidas
humanas”. La Alcaldía agrega que la medida es necesaria, pues “tiene como
fin, poner en conocimiento de expertos la situación, para que ellos puedan
determinar las implicaciones y consecuencias de desarrollar actividades que
implican un conglomerado de personas dentro de dichas zonas”, lo cual
conlleva un “estudio netamente ambiental del impacto […] sin que se entre a
revisar las razones y/o consecuencias políticas para determinar el sentido de
la autorización”. Por último, la Alcaldía señala que la inexequibilidad de la
norma dejaría a las autoridades desprovistas del medio para “hacer efectivo el
límite establecido por concepto de capacidad de carga”, y agrega que existen
otros lugares donde pueden realizarse reuniones y manifestaciones, sin
comprometer la preservación del ambiente y que “incluso pueden ser mejores
para llamar la atención”.
5.1.4.2. El Ministerio de Justicia y del Derecho considera que el término de 48 horas
permite a las autoridades “planear con tiempo las incidencias de la reunión o manifestación
en el sitio donde se van a desarrollar, prever las alteraciones a la movilidad de las
personas y vehículos, disponer el personal con todos los recursos y medios operativos que
garanticen tanto los derechos y la seguridad de los manifestantes como de las personas que
no participen en las mismas”. El Ministerio argumenta, con soporte en la Sentencia C-742
de 2012, que el Congreso puede establecer límites al derecho de reunión o manifestación.
Afirma que la disolución de las reuniones que causen alteraciones a la convivencia “es una
consecuencia lógica en atención a que ese derecho fundamental frente a otros derechos
como la vida, la paz y tranquilidad pública y bienes de las personas debe ceder por cuanto
no es un derecho absoluto […]”.
5.1.4.3. La Alcaldía de Medellín defiende el término de 48 horas para el aviso previo. Esta
recuerda el precedente de la Sentencia C-742 de 2012 respecto de la facultad del Congreso
de establecer un aviso previo, y señala que el requisito de aviso previo permite a las
autoridades estar preparadas para la celebración de la reunión. Además resalta que “la
norma ha sido más laxa que su predecesora (incluida en el Código de Policía anterior) al
permitir cumplir con el requisito de aviso a través de correo electrónico”. Además solicita
declarar constitucional el artículo 103, numeral 9, porque “lo que se busca es proteger el
derecho colectivo al medio ambiente sano”. En relación con el artículo 103, numeral 9, el
Ministerio de Defensa Nacional resalta las obligaciones del Estado en relación con la
protección del ambiente y en particular de las áreas protegidas. Considera que la norma
atiende al principio de precaución “el cual le permite a la autoridad ambiental decidir
sobre las medidas preventivas estando precedidas de una valoración que advierte la
afectación del ambiente como del riesgo y la gravedad del daño que podría derivarse como
es lógico en las áreas protegidas”. Además, afirma que la norma respeta el principio de
proporcionalidad porque “no niega el derecho a la manifestación pública”, sino que adopta
medidas preventivas para preservar el medio ambiente. El Ministerio admite que “puede
existir una interpretación semántica que conlleve a deducir una posible restricción a los
derechos constitucionales de asociación que tienen los ciudadanos”, caso en el cual sugiere
a la Corte condicionar la constitucionalidad de la norma para “dejar claro que el fin que
persigue este artículo está dirigido a la protección ambiental”.
5.1.4.4. La Policía Nacional interviene en idéntico sentido al Ministerio de Defensa
Nacional respecto de esta norma.
5.1.4.5. Sobre el plazo de 48 horas, la Procuraduría General de la Nación pone de presente
que la Sentencia C-024 de 1994 declaró exequible una norma en el anterior Código de
Policía con un contenido similar. Considera además que el requisito de dar un previo aviso
con 48 horas de antelación “son requisitos de mínima logística e información necesarios
para que la primera autoridad de policía del lugar efectivamente tenga conocimiento e
información del evento a realizarse y pueda disponer de las medidas policivas y preventivas
necesarias […]”. Considera además que la facultad de disolver las reuniones o
manifestaciones que causen alteraciones a la convivencia no es una sanción ni restringe el
ejercicio del derecho, sino que regula el derecho para que no se ejerza de manera
extralimitada. Afirma además que el artículo 53 no desconoce la reserva de ley estatutaria.
La Procuraduría además afirma que el artículo 79 de la Constitución impone un deber de
protección del medio ambiente, por lo cual el artículo 103, numeral 9, es constitucional.
5.2. Problemas jurídicos
(i) ¿Un término de 48 horas para el aviso previo a una reunión o manifestación a la
primera autoridad administrativa del lugar, constituye una limitación
desproporcionada del derecho fundamental de reunión y manifestación?
(ii) ¿La potestad de disolver las reuniones y manifestaciones que causen alteraciones
a la convivencia, sin importar la magnitud, causa o desarrollo de tales
alteraciones, vulnera el principio de legalidad?
(iii) ¿La prohibición de realizar reuniones y manifestaciones en áreas del Sistema
Nacional de Áreas Protegidas, sin autorización de la autoridad ambiental
competente, (i) vulnera el principio de legalidad, o (ii) constituye una limitación
irrazonable y desproporcionada del derecho de reunión y manifestación?
6.2. Problema jurídico
¿La posibilidad de intervención por las Fuerzas Militares en operativos de
control, contención o garantía de realización de movilizaciones sociales
terrestres, de forma excepcional, vulnera el principio de distinción contenido
en el Derecho Internacional Humanitario o constituye una usurpación de las
funciones de la Policía Nacional previstas en el artículo 218 de la
Constitución, a pesar de que la regla exige que ello solo ocurra cuando la
Constitución o la ley lo permitan?
6.3. El principio de distinción en el Derecho Internacional Humanitario
6.3.1. El Derecho Internacional Humanitario es el cuerpo normativo que rige
en las situaciones de conflicto armado con el fin de proteger a las víctimas del
conflicto así como limitar los medios y métodos de la guerra. Estas normas
están contenidas en una serie de tratados internacionales, entre los cuales se
encuentran los cuatro Convenios de Ginebra y sus Protocolos Adicionales, así
como la costumbre internacional recogida, entre otros documentos, en el
estudio de Derecho Internacional Humanitario Consuetudinario realizado por
el Comité Internacional de la Cruz Roja.[98]
6.3.2. Las normas del Derecho Internacional Humanitario, a pesar de no
corresponder en sentido estricto a la categoría de “tratados de derechos
humanos” contemplada en el artículo 93 de la Constitución, hace parte del
bloque de constitucionalidad debido a su propósito primordial de proteger a la
persona humana.[99] Algunas normas del Derecho Internacional Humanitario,
por su importancia y por el consenso internacional que han atraído, son
consideradas como normas imperativas de derecho internacional (ius cogens)
de las cuales el Estado no podría sustraerse bajo ninguna circunstancia. Entre
estas normas se encuentran los principios de distinción, precaución y trato
humanitario.[100]
6.3.3. El principio de distinción obliga a las partes del conflicto a distinguir
entre combatientes y civiles, y a su vez, a distinguirse a sí mismas de los
civiles. La Corte ha señalado que del principio de distinción se derivan al
menos las siguientes cinco reglas:
“(1) la prohibición de dirigir ataques contra la población civil, (3)
la prohibición de desarrollar acciones orientadas a aterrorizar a la
población civil, (3) las reglas relativas a la distinción entre bienes
civiles y objetivos militares, (4) la prohibición de ataques
indiscriminados y de armas de efectos indiscriminados, (5) la
prohibición de atacar las condiciones básicas de supervivencia de
la población civil, y (6) la prohibición de atacar a las personas
puestas fuera de combate.”[101]
6.3.4. Además, atendiendo a las circunstancias del conflicto armado
colombiano, la Corte Constitucional ha considerado que el principio de
distinción en algunos casos también impone el deber de la Fuerza Pública de
distinguirse de la población civil en relación con la ubicación de estaciones de
policía en municipios con alta incidencia del conflicto armado cuando se
presenta un riesgo o amenaza grave contra la población civil,[102] y de evitar
imponer a los civiles deberes de colaboración tan intensos que terminen
exponiéndolos a la posibilidad de ataques por parte de grupos armados
ilegales.[103]
6.3.5. Ahora bien, el Derecho Internacional Humanitario no se aplica en todas
las situaciones. Este tiene condiciones objetivas de aplicabilidad que consisten
básicamente en la existencia de un conflicto armado, el cual ha sido definido
como “la fuerza armada entre los Estados o violencia armada prolongada
entre las autoridades gubernamentales y grupos armados organizados, o
entre tales grupos de un Estado”.[104] Dicho conflicto puede ser de carácter
internacional o no internacional, lo cual puede implicar una diferencia en las
normas específicas aplicables. La existencia de un conflicto armado, como lo
han subrayado los tribunales internacionales y la Corte Constitucional, es una
condición objetiva independiente de las percepciones de las partes, y que
depende principalmente de los factores de intensidad de las hostilidades y
organización de las partes.[105]
6.3.6. La Corte Constitucional ha resaltado que el Derecho Internacional
Humanitario solo es aplicable en las “situaciones que objetivamente reúnan la
condiciones de un conflicto armado”,[106] lo cual excluye de su
aplicación “los actos de violencia individual, la utilización de la fuerza que
no constituya una acción típica militar, o los hechos delincuenciales o
criminales ordinarios”.[107] Esta limitación al ámbito de aplicación del
Derecho Internacional Humanitario sirve para evitar que los aspectos
permisivos del mismo, que en determinados casos pueden funcionar como ley
especial para completar los vacíos de las normas generales del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos,[108] se desborden a situaciones para
las cuales este cuerpo normativo no ha sido diseñado. El Derecho
Internacional Humanitario contiene reglas que permiten realizar actos—como
atacar a personas que participan directamente en las hostilidades—que en
tiempos de paz, o en situaciones no vinculadas al conflicto armado, estarían
absolutamente prohibidos. Por ese motivo el artículo 221 de la Constitución,
modificado por el Acto Legislativo 1 de 2015, insiste en que el Derecho
Internacional Humanitario se aplique únicamente “en relación con un
conflicto armado o un enfrentamiento que reúna las condiciones objetivas del
Derecho Internacional Humanitario”, lo cual requiere una verificación
concreta, no solo de la existencia de un conflicto armado, sino también del
nexo de la actuación específica con dicho conflicto.
6.3.7. Contrario a lo sugerido por los demandantes, la Corte considera que el
principio de distinción solo es aplicable en eventos relacionados con un
conflicto armado. Solo en estos casos la Fuerza Pública tiene la capacidad de
distinguir entre combatientes y civiles, para efectos de atacar a los primeros
con fuerza letal y proteger a los segundos de los efectos de las hostilidades. En
los demás casos el principio de distinción no es aplicable, lo que quiere decir
que jurídicamente todos los sujetos cuentan como personas civiles, dignas del
rango completo de protección del ordenamiento constitucional e inmunes a
cualquier clase de ataque por parte de las fuerzas del Estado.
6.3.8. El artículo 214 de la Constitución señala que “[e]n todo caso se
respetarán las reglas del derecho internacional humanitario”. Esta cláusula
fue interpretada de manera amplia por la Corte en la Sentencia C-225 de 1995,
en la cual se afirmaron tres consecuencias particulares de la misma:
(i) Opera una incorporación automática del Derecho Internacional Humanitario al
ordenamiento jurídico nacional.
(ii) A los conflictos internos se aplican las normas relativas a la conducción de
hostilidades, a pesar de no haber una norma convencional expresa para ese efecto.
(iii) Las normas del Protocolo II de 1977 se aplican en Colombia independientemente
de la existencia de un conflicto armado, e incluso a las tensiones internas y
disturbios interiores.
Sobre esta tercera consecuencia la Corte afirmó que “en el plano interno, la
obligatoriedad de las reglas del derecho humanitario es permanente y
constante, pues estas normas no están reservadas para guerras
internacionales o guerras civiles declaradas. Los principios humanitarios
deben ser respetadas no sólo durante los estados de excepción sino también
en todas aquellas situaciones en las cuáles su aplicación sea necesaria para
proteger la dignidad de la persona humana.”[109] Dicha consideración hace
parte de la ratio decidendi de la Sentencia C-225 de 1995 y la Corte la reitera
en esta oportunidad. Sin embargo es necesario aclarar que la aplicación
incondicionada del Derecho Internacional Humanitario aplica exclusivamente
frente a los contenidos del mismo que ofrecen una mayor protección a la
población civil. Esa es la racionalidad detrás del artículo 214, el cual se dirigió
a asegurar que ni siquiera en estados de excepción, donde se ponen en
suspenso algunos aspectos de la institucionalidad cotidiana, se dejara de
observar lo que la Corte denominó el “catálogo ético mínimo aplicable a
situaciones de conflicto”.[110] Sin embargo, respecto de las reglas detalladas
que regulan la conducta de las hostilidades, como aquellas que señalan las
condiciones bajo las cuales un individuo puede ser atacado, las que definen si
un objeto puede ser calificado como objetivo militar, o aquellas que rigen la
planeación y ejecución de las operaciones militares, definiendo aspectos como
la proporcionalidad o la ventaja militar, las cuales en su conjunto se han
catalogado bajo la etiqueta de derecho operacional, la Constitución sí exige
una verificación precisa, detallada y específica de las condiciones de
aplicabilidad del Derecho Internacional Humanitario, pues reglas de este tipo
no aplican en tiempo de paz.
6.3.9. El principio de distinción tiene una faceta prohibitiva que obliga al
Estado a respetar la vida de las personas civiles que no participan directamente
en las hostilidades, y a abstenerse de involucrar a la población civil en las
hostilidades,[111] aun en casos de conflicto armado. Esta faceta prohibitiva se
debe aplicar en todo caso, como lo ordena el artículo 214 de la Constitución,
pues forma parte del catálogo ético mínimo que se aplica tanto en tiempos de
paz como en situaciones de conflicto. Pero este principio también tiene una
faceta permisiva, que permite, solo en situaciones objetivamente relacionadas
con el conflicto, atacar a personas que no son civiles o que aun siendo civiles
han perdido la protección del Derecho Internacional Humanitario por
participar directamente en las hostilidades.[112] Dicha faceta permisiva es de
aplicación restrictiva, requiere una verificación previa de las condiciones de
aplicación del Derecho Internacional Humanitario, una determinación a tal
efecto por parte del Presidente de la República y una autorización por los más
altos estamentos del mando militar.
6.3.10. En conclusión, la Corte considera que las reuniones y manifestaciones
reguladas por el Código de Policía, tal como se encuentran definidas y
previstas en ese cuerpo normativo, no reúnen las condiciones para la
aplicación del principio de distinción regulado por el Derecho Internacional
Humanitario. Independientemente de la autoridad que se encargue de realizar
operaciones de control, contención o garantía de la realización de las
movilizaciones terrestres, para dicha autoridad no cabe distinguir entre
combatientes y civiles, pues en una reunión o manifestación pública y
pacífica, todos los participantes son civiles y el uso de la fuerza letal está
absolutamente prohibido.
6.4. Las funciones constitucionales de las Fuerzas Militares y de la Policía
Nacional
6.4.1. La Constitución Política establece el principio de supremacía del poder
civil sobre la función militar, el cual se refleja en múltiples disposiciones
constitucionales como el artículo 189 que otorga al Presidente de la República
el mando sobre la Fuerza Pública y el 219 que establece el carácter no
deliberante de la Fuerza Pública. La Corte ha aplicado este principio para
declarar la constitucionalidad de la facultad del Presidente de determinar la
ubicación y las modalidades de acción de la Fuerza Pública,[113] así como la
inconstitucionalidad de un sistema normativo que subordinaba las autoridades
políticas civiles a los mandos militares.[114]
6.4.2. Este principio subyace a los compromisos constitucionales del Capítulo
7 del Título VII de la Constitución, ente los cuales se encuentra la distinción
entre las funciones militares y policiales. De acuerdo con el artículo 218, la
Policía Nacional es un “cuerpo armado permanente de naturaleza civil”,
aspecto que según la jurisprudencia de esta Corte conlleva tres consecuencias:
“a. La misión de la policía es eminentemente preventiva y
consiste en evitar que el orden público sea alterado.
b. El policía es un funcionario civil, que escoge voluntariamente
su profesión.
c. Los miembros del cuerpo de policía están sometidos al poder
disciplinario y de instrucción que legalmente le corresponde al
funcionario civil ubicado como superior jerárquico.”[115]
6.4.3. Las diferencias entre las Fuerzas Militares y la Policía han llevado a la
Corte a rechazar consistentemente las demandas ciudadanas dirigidas a
equiparar los regímenes disciplinario y de personal de uno y otro cuerpo.
[116] Respecto de la diferencia entre ambos cuerpos la Corte también ha
afirmado que
“El fundamento de la separación entre lo civil y lo militar no proviene de una
distribución funcional de tareas estatales, sino de un principio esencial en la
organización de las relaciones entre el Estado-aparato y los gobernados, que
puede ser expresado como sigue: el ejercicio de la fuerza pública debe ser el
mínimo necesario para mantener las condiciones de libertad que permitan el
ejercicio de los derechos fundamentales. La enorme capacidad destructiva del
poder militar y su connotación invasiva o defensiva de territorios o
instituciones, hace de este un poder inadecuado para el manejo de la seguridad
cotidiana del ciudadano. El poder policivo, en cambio, dado su carácter
meramente preventivo y la relativa debilidad de su poder bélico, se encuentra
en mejores condiciones para proteger la libertad ciudadana.”[117]
6.4.4. No obstante lo anterior, la Corte ha reconocido la existencia de “una
especie de "zona gris" o "fronteriza" en la cual se superponen los criterios de
seguridad y defensa”, la cual ha permitido constitucionalmente la asignación
de funciones de defensa a la Policía Nacional y su subordinación al Ministerio
de Defensa.[118] Dicha “zona gris”, sin embargo, no ha sido invocada por la
Corte para permitir una superposición a la inversa, en que las Fuerzas
Militares asumen funciones de policía. Por el contrario, la Corte considera que
de acuerdo con el principio de supremacía del poder civil y según el reparto de
competencias establecido en la Constitución, las Fuerzas Militares no tienen la
facultad de ejercer funciones de seguridad ciudadana y el Congreso no tiene la
competencia para otorgarles esas funciones.
6.4.5. Esta posición concuerda con los estándares internacionales en la
materia. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que “los
Estados deben limitar al máximo el uso de las fuerzas armadas para el
control de disturbios internos, puesto que el entrenamiento que reciben está
dirigido a derrotar al enemigo, y no a la protección y control de civiles,
entrenamiento que es propio de los entes policiales”.[119] De igual forma, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 2009 recomendó a los
Estados Miembros de la OEA “[e]stablecer en las normas de derecho interno
una clara distinción entre las funciones de defensa nacional, a cargo de las
fuerzas armadas, y de seguridad ciudadana, a cargo de las fuerzas
policiales”.[120]
6.4.5. No se debe descartar la posibilidad de que las Fuerzas Militares
intervengan en determinadas problemáticas de seguridad ciudadana que, al
escalar en intensidad y cambiar en sus características, se transforman en
amenazas contra la seguridad nacional. Tampoco es posible prohibir la
coordinación entre las Fuerzas Militares y la Policía Nacional en distintos
ámbitos cuando cada entidad tiene funciones que cumplir desde su respectivo
mandato constitucional, experiencia y experticia, estableciendo, por ejemplo,
unidades especiales de policía o puestos de mando unificados, coordinando la
prestación de apoyo de combate por parte de la Policía Nacional o permitiendo
a la Policía Nacional participar en operaciones militares con el fin de ejercer
funciones de policía judicial. Sin embargo, la Constitución establece una
diferencia entre las Fuerzas Militares y la Policía Nacional (artículos 217 y
218 CP), lo que quiere decir que estos cuerpos no son intercambiables y tienen
que cumplir funciones relacionadas pero diferentes. En ese sentido, la
interacción del Estado con la ciudadanía para efectos de garantizar la
convivencia y preservar el orden público corresponde a la Policía Nacional y
no a las Fuerzas Militares. El apoyo que presten las Fuerzas Militares a las
actividades de policía, se encuentra entonces condicionado a que en la
actividad en cuestión se vean comprometidas la soberanía, la independencia,
la integridad del territorio nacional o el orden constitucional, como podría
ocurrir, por ejemplo, con la necesidad simultánea de garantizar la seguridad
ciudadana en un municipio (Policía) y de proteger a la población civil de los
ataques de un grupo armado organizado (Fuerzas Militares). Sin embargo, la
intervención directa de las Fuerzas Militares, exclusivamente para garantizar
la convivencia y la seguridad ciudadana en sustitución de la Policía Nacional,
no se encuentra permitida por la Constitución.
6.5. El contenido de la autorización prevista en el artículo 56
6.5.1. El artículo 56 del nuevo Código de Policía se ubica en el Libro
Segundo, Título VI sobre el derecho de reunión. Dicho Título comprende
cuatro capítulos. El Capítulo I define y clasifica las aglomeraciones de público
y las divide temáticamente en tres tipos: las reuniones o manifestaciones
públicas y pacíficas en el espacio público, las actividades que involucran
aglomeraciones de público no complejas y las que involucran aglomeraciones
de público complejas (artículo 47). En este capítulo se precisan algunas
condiciones para las aglomeraciones, las cuales se precisan más adelante en
los Capítulos III y IV. El Capítulo II, en el cual se ubica la norma demandada,
se titula “Expresiones o manifestaciones en el espacio público”. Este Capítulo
regula el ejercicio del derecho de reunión y manifestación (artículo 53),
contempla el uso de vías públicas (artículo 54), prohíbe señalamientos
infundados (artículo 53), ordena a los alcaldes acompañar las movilizaciones
(artículo 57) y, en el artículo 56 parcialmente demandado, contiene parámetros
para la actuación de la Fuerza Pública en las movilizaciones terrestres.
6.5.2. El primer inciso de este artículo establece la función de la Policía
Nacional en relación con las movilizaciones terrestres. En primer lugar, señala
que la función de la Policía es “garantizar los derechos de toda la ciudadanía
que interviene directa o indirectamente en el ejercicio de la movilización”.
Este mandato excluye otras clases de funciones, prohibidas
constitucionalmente, como puede ser reprimir la protesta. También, al señalar
esta función primordial de garantizar los derechos de la ciudadanía que
interviene en la movilización, la norma legal acoge la presunción a favor de la
protesta, que ha sido sugerida como buena práctica a nivel internacional.
[121] En segundo lugar, señala que esta función de la Policía se ejerce “[d]e
conformidad con los estándares internacionales”, disposición que remite a
cuerpos de derecho blando como las Directrices sobre la Libertad de Reunión
Pacífica elaboradas conjuntamente por la Oficina de Instituciones
Democráticas y Derechos Humanos de la OSCE y la Comisión Europea para
la Democracia a través del Derecho del Consejo de Europa (Comisión de
Venecia).[122] En tercer lugar, establece el uso de la fuerza como el último
recurso de la intervención.
6.5.3. El segundo inciso contiene parámetros para la ubicación e identificación
del personal policial en el desarrollo de esta función y el tercer inciso contiene
criterios de necesidad y proporcionalidad para la intervención policial, así
como uno de estricta necesidad para el uso de los escuadrones móviles
antimotines.
6.5.4. El cuarto inciso, donde está contenida la expresión demandada, contiene
tres prohibiciones, seguidas de una posible excepción para cada una de estas
prohibiciones. Empieza señalando que “[l]as Fuerzas Militares no podrán
intervenir en el desarrollo de operativos de control, contención o garantía de
la realización de las movilizaciones sociales terrestres […]”. Son tres las
actividades que se prohíbe en esta norma a las Fuerzas Militares: (i) intervenir
en operativos de “control” de movilizaciones, (ii) intervenir en operativos
de “contención” de movilizaciones y (iii) intervenir en operativos
de “garantía de la realización” de las movilizaciones sociales terrestres.
6.5.5. La norma no define el término “movilizaciones sociales terrestres”. Sin
embargo el uso del adjetivo “sociales” indicaría una intención de regular las
reuniones o manifestaciones que expresan disenso frente a temas políticos o
sociales. En otras palabras, la norma regula la protesta social, que es una
actividad en la cual se cruzan los derechos fundamentales de libertad de
expresión, de reunión o manifestación y de participación política. Posterior a
la prohibición inicial, la norma indica que dichas intervenciones se encuentran
prohibidas a las Fuerzas Militares, “salvo los casos en los que
excepcionalmente los autoriza la Constitución y la ley.” Este es el aparte
demandado por los accionantes.
6.5.6. La Corte considera que esta autorización legal no puede ser entendida
adecuadamente sin referencia a las normas prohibitivas de las cuales es una
excepción, ya que constituye una excepción común a tres prohibiciones
distintas. Es decir, carece de un contenido deóntico claro, circunstancia en la
cual procede integrar la unidad normativa.[123] De esta manera, el control de
la Corte se centrará en las siguientes tres proposiciones normativas:
(i) La posibilidad excepcional de que las Fuerzas Militares intervengan
en operativos de control de las movilizaciones sociales terrestres.
(ii) La posibilidad excepcional de que las Fuerzas Militares intervengan en operativos
de contención de las movilizaciones sociales terrestres.
(iii) La posibilidad excepcional de que las Fuerzas Militares intervengan
en operativos de garantía de realización de las movilizaciones
sociales terrestres.
Estas tres hipótesis aparecen previstas en la norma apenas como eventos
posibles, condicionados a la existencia de una segunda norma constitucional o
legal que establezca con precisión las condiciones de la asistencia militar en
estos casos. La Corte coincide en este sentido con los intervinientes que
plantean que la norma no contiene una autorización, sino una remisión a otras
normas que son las que eventualmente autorizarían la acción de las Fuerzas
Militares.
6.6. La Constitución no permite a las Fuerzas Militares intervenir en
operativos de control ni contención de la protesta social
6.6.1. La aplicación de las limitaciones establecidas por la ley al derecho a la
reunión y manifestación corresponde en principio a las autoridades de policía,
dentro de las cuales se encuentra la Policía Nacional. Esta es una típica
actividad de seguridad ciudadana, dirigida a garantizar la convivencia y evitar
que el ejercicio de un derecho fundamental afecte desproporcionadamente
otros derechos o intereses constitucionales. Tratándose de la protesta social,
además, se trata de una actividad particularmente sensible para los derechos
fundamentales a la libertad de expresión y a la participación política. En esta
interacción es fundamental que la intervención principal del Estado sea
realizada y supervisada por las autoridades civiles, y que esta se materialice en
las actuaciones de la Policía Nacional como cuerpo de naturaleza civil. De
esta forma se garantiza la separación orgánica y funcional entre las Fuerzas
Militares y la Policía Nacional y se mitigan los riesgos de excesos en el uso de
la fuerza.
6.6.2. Las primeras dos proposiciones normativas contenidas en el último
inciso del artículo 56, son inconstitucionales por violar dicha separación. La
posibilidad, aunque excepcional y condicionada a la existencia de otra norma
legal, de que las Fuerzas Militares intervengan en operativos
de control o contención de las movilizaciones sociales terrestres, permite a
estas desarrollar actividades que no tienen ninguna relación con su función
constitucional. El control y la contención comprenden la aplicación de los
límites legales al derecho de reunión o manifestación con el fin de garantizar
derechos fundamentales, lo cual involucra materialmente el ejercicio de la
autoridad y posiblemente la aplicación de fuerza física en contra de personas
que no forman parte de grupos armados organizados, función que es
completamente extraña a la misión constitucional de las Fuerzas Militares. Las
Fuerzas Militares, como es obvio, pueden actuar frente a amenazas reales
contra el orden constitucional, representadas en la acción de grupos armados o
incluso en asonadas espontáneas. Pero dichas hipótesis no se encuentran
reguladas en la norma demandada, que se refiere a “movilizaciones sociales
terrestres”. La Corte resalta que la protesta social por sí sola no representa
una amenaza contra el orden constitucional ni contra la soberanía nacional.
Por el contrario, es un derecho fundamental que debe ser protegido en todo
momento por las autoridades.
6.6.3. La tercera proposición normativa permitiría a las Fuerzas Militares
eventualmente, y con la habilitación de una segunda norma legal, intervenir
en operativos de garantía de realización de las movilizaciones sociales
terrestres. Esta tercera proposición no plantea los mismos problemas
constitucionales que las primeras dos, pues la misión constitucional de las
Fuerzas Militares incluye la protección de la población civil contra amenazas
y ataques de grupos armados. En ese sentido, las Fuerzas Militares, en
determinadas circunstancias excepcionales, podrían eventualmente participar
en operativos que permitieran realizar las movilizaciones sociales, removiendo
los obstáculos externos para llevarlas a cabo.
6.6.4. La Corte considera entonces que las Fuerzas Militares tienen
constitucionalmente prohibido intervenir en operativos de control y
de contención, los cuales eventualmente pueden implicar el uso de la fuerza
contra quienes realizan la movilización social terrestre. Considera también que
sí tienen permitido, sujeto a una autorización constitucional o legal adicional,
intervenir en operativos de garantía de realización, en cuanto estos implican
remover los obstáculos externos para llevar a cabo una movilización social
terrestre, siempre que esta actividad esté relacionada con su misión
fundamental de defensa nacional.
6.6.5. La Corte entonces declarará la constitucionalidad condicionada de la
norma, excluyendo de la misma la posibilidad de que las Fuerzas Militares
intervengan en operativos de control y contención, pero manteniendo esta
posibilidad para los operativos de garantía allí consagrados.
7. Cargos contra el traslado por protección (artículos 149, 155 y 205,
numeral 12)
7.1. Normas demandadas y argumentos de los demandantes e intervinientes
7.1.1. Normas demandadas
“Artículo 149. Medios de policía. Los medios de Policía son los
instrumentos jurídicos con que cuentan las autoridades
competentes para el cumplimiento efectivo de la función y
actividad de Policía, así como para la imposición de las medidas
correctivas contempladas en este Código.
Los medios de Policía se clasifican en inmateriales y materiales.
Los medios inmateriales son aquellas manifestaciones verbales o
escritas que transmiten decisiones de las autoridades de Policía.
[…]
Los medios materiales son el conjunto de instrumentos utilizados
para el desarrollo de la función y actividad de Policía.
Son medios materiales de Policía:
1. Traslado por protección.
[…]
Artículo 155. Traslado por protección. Cuando la vida e
integridad de una persona o de terceros esté en riesgo o peligro, el
personal uniformado de la Policía Nacional, podrá trasladarla para
su protección o la de terceros, en los siguientes casos:
Cuando deambule en estado de indefensión o de grave alteración
del estado de conciencia por aspectos de orden mental, o bajo
efectos del consumo de bebidas alcohólicas o sustancias
psicoactivas o tóxicas, cuando el traslado sea el único medio
disponible para evitar el riesgo a la vida o integridad de la persona
o los terceros.
Cuando esté involucrado en riña o presente comportamientos
agresivos o temerarios, realice actividades peligrosas o de riesgo
que pongan en peligro su vida o integridad o la de terceros, o esté
en peligro de ser agredido cuando el traslado sea el único medio
disponible para evitar el riesgo a la vida o integridad de la persona
o los terceros.
Parágrafo 1o. Cuando el comportamiento señalado en el inciso 3
del presente artículo se presente en contra de una autoridad de
Policía, se podrá utilizar este medio.
Parágrafo 2o. Antes del traslado y como primera medida, la
autoridad de Policía entregará la persona a un allegado o pariente
que asuma la protección; en la ausencia de estos, se trasladara la
persona a un centro asistencial o de protección, de salud u hospital
o a un lugar especialmente destinado para tal fin por la
administración municipal, según sea necesario, o, en cuanto fuera
posible, se intentará llevarla a su domicilio.
En ningún caso se hará traslados a sitios destinados a la privación
de libertad y la duración del mismo no podrá ser mayor a doce
(12) horas. Es deber de las Alcaldías definir el lugar al que pueden
ser enviadas las personas, separadas en razón del sexo.
En el centro asistencial o de protección deberá hacer presencia un
representante del Ministerio Público.
Parágrafo 3o. La autoridad de Policía que ordena y ejecuta el
traslado, deberá informar a la persona trasladada y al superior
jerárquico de la unidad policial y elaborar un informe escrito
donde consten los nombres e identificación de la persona
trasladada por cualquier medio; de quien da la orden y quien la
ejecuta, el motivo, el sitio al que se traslada y el nombre del
allegado o a quien la persona trasladada informa para ser asistido,
de ser ello posible. A la persona, sujeto de la medida, se le deberá
entregar copia de dicho informe.
Parágrafo 4o. La autoridad de Policía permitirá a la persona que
va a ser trasladada comunicarse con un allegado o con quien pueda
asistirlo para informarle, entre otras cosas, el motivo y sitio de
traslado. Si la persona no tiene los medios para comunicarse, la
autoridad se los facilitará. Si se niega a informar a otra persona o
no es factible hacerlo, se enviará copia de inmediato del respectivo
informe escrito al Ministerio Público.
Parágrafo 5o. Cuando se trate de un traslado por alteración del
estado de conciencia, porque la persona se encuentra bajo el efecto
del consumo de bebidas alcohólicas o sustancias psicoactivas o
tóxicas no podrá ser trasladada por el simple hecho de estar
consumiendo sino que deben existir motivos fundados y el agente
de Policía con fundamento en el principio de proporcionalidad
determinará si existen las razones objetivas previstas en este
Código.
[…]
Artículo 205. Atribuciones del alcalde. Corresponde al alcalde:
[…]
12. Establecer, con el apoyo del Gobierno nacional, centros
especiales o mecanismos de atención y protección de personas
trasladadas o conducidas por el personal uniformado de la Policía
y coordinar y desarrollar programas pedagógicos para la
convivencia, de conformidad con los lineamientos que para tal
efecto establezca el Gobierno nacional.
[…]”
7.1.2. La demanda
7.1.2.1. Los demandantes consideran que la medida denominada traslado por
protección, contemplada en los artículos 149, 155 y 205, es contraria
al “derecho a la libertad, el principio de legalidad, la reserva judicial, el
debido proceso y disfraza como medida de protección lo que en realidad es
una medida con fines correctivos o sancionatorios”. Señalan que se trata de
una medida librada a la discrecionalidad de las autoridades de policía, en la
cual no media orden judicial y para la cual no se precisan consecuencias
diferenciadas para distintos supuestos de hecho. Afirman los demandantes que
las hipótesis contempladas por la norma son de tal vaguedad “que admiten
múltiples concreciones según la imaginación del funcionario de turno”. Los
demandantes destacan que esta medida no contempla un procedimiento previo
ni un recurso, ni la posibilidad de contradecir la orden de policía. También
ponen de presente que no se prevé la necesidad de informar al Ministerio
Público como lo contempla la Sentencia C-720 de 2007. Realizan un juicio
estricto de proporcionalidad sobre la medida y concluyen que, si bien esta
propone un fin legítimo de protección de la vida e integridad cuando estas se
encuentran en riesgo, la medida no contribuye efectivamente a esa finalidad,
no es necesaria pues existen otros medios menos lesivos, y no es proporcional.
Concluyen exponiendo las razones por las cuales consideran que la medida
efectivamente es una sanción, especialmente en los casos en que se aplica por
la causal contemplada en el parágrafo 1º del artículo 155 relacionado con
comportamientos que se presentan en contra de una autoridad de policía.
7.1.3. Intervenciones que apoyan la demanda
7.1.3.1. La Defensoría del Pueblo solicita la inexequibilidad de las normas
referidas al traslado por protección. De acuerdo con la Defensoría, estas
normas reviven la figura de la retención transitoria declarada inconstitucional
en la Sentencia C-720 de 2007, sin acoger la totalidad de las exigencias
establecidas en esa sentencia. La Defensoría cita cuatro motivos para la
inconstitucionalidad. Primero, la norma establece una duración máxima de 12
horas para el traslado pero “no aclara que este debe cesar cuando el retenido
supere el estado de excitación o embriaguez o cuando una persona
responsable pueda asumir su protección […]”. Segundo, el artículo no
contiene una regulación diferenciada para niños, niñas y adolescentes.
Tercero, el artículo no contiene reglas diferenciadas para las condiciones de
reclusión de sujetos de especial protección ni “aclara que estos sujetos solo
pueden ser trasladados a lugares que atiendan de manera estricta a sus
condiciones especiales […]”. Cuarto, la norma contiene expresiones que
afectan los derechos de personas en situación de discapacidad.
Específicamente la causal referida a la persona que “deambule en estado de
indefensión o de grave alteración del estado de conciencia por aspectos de
orden mental”, puede entenderse como una expresión del modelo médico de
rehabilitación que considera la discapacidad como una enfermedad, contrario
al modelo social que prohíja la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad. La Defensoría sostiene que la expresión
citada “no se adecúa al paradigma social en virtud del cual las personas con
discapacidad intelectual o psicosocial dejan de ser vistas como “personas
enfermas” sino como sujetos plenos de derechos con reconocimiento a su
capacidad jurídica en igualdad de condiciones con los demás […]”. Como
última anotación, la Defensoría trae a colación la Sentencia T-151 de 2016
que trató la problemática de hacinamiento en centros de detención transitoria,
que a juicio de esa institución “ofrece un panorama de los riesgos que
podrían enfrentar las personas que son conducidas a centros especiales en
virtud del traslado por protección, específicamente, al verse expuestas a
situaciones similares de hacinamiento.”
La Defensoría del Pueblo señala adicionalmente que el traslado para
procedimiento policivo viola la reserva judicial para la privación de la
libertad. Advierte que no existen “causales claras y objetivas que permitan
delimitar la actuación del personal de la policía”. Sostiene además que la
medida no supera un juicio estricto de proporcionalidad. Dice la Defensoría
que la finalidad de realizar el proceso verbal inmediato, si bien es legítima, no
es imperiosa. Lo anterior se debe a que la medida recae sobre una persona no
vinculada a ningún procedimiento y sobre cuya conducta no hay certeza. Por
último, considera la Defensoría que se habrían podido emplear medidas menos
lesivas: “la norma pudo haber facultado a la autoridad de policía para
proferir una citación formal en la cual se le exigiera a la persona su
comparecencia dentro de un plazo perentorio a efectos de realizar el proceso
verbal inmediato, siendo ello un requerimiento razonable”.
7.1.3.2. La Universidad Libre solicita declarar la inexequibilidad de las
normas demandadas. Señala en primer lugar que la regulación del traslado por
protección contenida en el artículo 155 “establece un margen amplio de
interpretación de la norma, es decir, la objetividad de la misma es ambigua,
lo cual genera la competencia a la autoridad en concreto a determinar la
situación en la que procede dicho mecanismo y la ubicación donde se llevará
a cabo dicha protección”. En segundo lugar, observa que el inciso segundo
del artículo 155 es inconstitucional por vulnerar la dignidad humana de las
personas con afectación mental. Para los intervinientes de la Universidad
Libre, “la norma apunta a calificar a las personas que padecen estas
alteraciones […]como un peligro para la sociedad y no como sujetos de
especial protección constitucional…”. Con esto se desconoce el principio de
que el “orden público va subordinado a la dignidad humana” y los
pronunciamientos de la Corte Constitucional que establecen que “cada quien
es libre de decidir si quiere recuperar su salud”. En tercer lugar, dicen los
intervinientes, el parágrafo 1º del artículo 155 reproduce un contenido
declarado inexequible en la Sentencia C-199 de 1998, razón por la cual se
vulnera el artículo 243 de la Constitución.
7.1.3.3. La Universidad Santo Tomás solicita declarar la inexequibilidad de la norma.
Argumenta que esta vulnera el principio de reserva judicial contenido en el artículo 28 de la
Constitución, pues permite a la Policía Nacional privar a las personas de su libertad sin
orden judicial. Considera que el artículo 157, sobre traslado para procedimiento policivo,
prevé “una privación arbitraria de la libertad, sin el respeto de los derechos fundamentales
[…]”.
7.1.3.4. La Universidad de Caldas considera que el traslado por protección no supera un
juicio estricto de proporcionalidad.
7.1.3.5. En relación con el traslado para procedimiento policivo, el grupo de
205 ciudadanos argumenta que existen medios menos gravosos que la
privación de la libertad, para el logro del mismo objetivo.
7.1.4. Intervenciones que defienden la constitucionalidad de las normas
7.1.4.1. La Alcaldía Mayor de Bogotá afirma que el traslado por protección es una
restricción proporcional de la libertad personal. La Alcaldía presenta, en primer lugar, un
cuadro comparativo entre la regulación de la retención transitoria prevista en el Decreto
1355 de 1970, la cual fue declarada inconstitucional en la Sentencia C-720 de 2007, y la
regulación del traslado por protección en la Ley 1801 de 2016, resaltando las diferencias en
las condiciones y los procedimientos aplicables a estas dos figuras. La Alcaldía argumenta
que la medida es constitucional por cuatro motivos. En primer lugar, afirma que el traslado
por protección tiene una finalidad preventiva. En segundo lugar, señala que se trata de
un “medio de policía dirigido a garantizar el efectivo ejercicio de los derechos y libertades
de todos los ciudadanos”. En tercer lugar, argumenta que el traslado por protección no es
una medida privativa de la libertad, para lo cual cita la Sentencia C-199 de 1998 en la cual
se dijo que la retención transitoria no conlleva el mismo grado de afectación a la libertad
que la detención preventiva. En cuarto lugar, la medida supera el “test de
proporcionalidad”.
La Alcaldía afirma que la finalidad de la medida es “la protección del individuo y de
terceras personas”, que es la misma contemplada en el Decreto 1355 de 1970 y que fue
avalada por la Sentencia C-720 de 2007. Considera también que la medida es idónea. Para
esos efectos puntualiza que las carencias en idoneidad encontradas en la Sentencia C-720 de
2007 se subsanan en este caso, al prever que el traslado no sea a estaciones de policías, sino
a centros asistenciales, centros de salud, hospitales, o lugares especialmente destinados por
la administración municipal, y solo cuando no sea posible entregar la persona a allegados o
familiares o conducirla a su domicilio. Destaca que el Congreso “consideró la reflexión de
la Corte en el sentido de dotar la medida de utilidad material cuando se trata de personas
que requieren de atención médica o psicológica para lo cual el consentimiento informado
no sería necesario si se está en presencia de una persona que no está en capacidad de
emitirlo y la atención no es de naturaleza invasiva o de riesgo”.
En relación con el criterio de necesidad, cita la Sentencia C-720 de 2007 que en ese aparte
consideró que la retención transitoria tenía causales muy amplias. Resalta los requisitos de
la nueva regulación que exigen que el traslado por protección se realice cuando otras
medidas no hayan sido posibles y “ésta resulta ser la única forma posible para proteger los
derechos fundamentales del individuo y de terceros”. Finalmente, la medida es proporcional
porque “bajo un enfoque de riesgo”, la norma permite al Estado actuar antes de que se
concreten lesiones a los derechos fundamentales de los individuos.
7.1.4.2. El Ministerio de Justicia y del Derecho solicita declarar la
exequibilidad de las normas sobre el traslado por protección. Según el
Ministerio, el traslado por protección tiene una finalidad preventiva, la cual es
legítima, de acuerdo con la Sentencia C-199 de 1998. Agrega que la previsión
del artículo 205, numeral 12, sobre la creación de sitios especiales para el
traslado por parte de las entidades territoriales, atiende a la obligación de todas
las autoridades de proteger la vida y los derechos, así como garantizar la
dignidad humana.
7.1.4.3. El Ministerio de Defensa Nacional defiende la constitucionalidad del traslado por
protección. Destaca en primer lugar que el traslado por protección es un medio de policía y
no una medida correctiva. Esta distinción es considerada importante por el Ministerio “para
aclarar la confusión del demandante entre medios y medidas correctivas, pues uno de sus
argumentos es el no respeto por un debido proceso, lo que resulta totalmente equivocado”.
El Ministerio resume las condiciones previstas en el artículo 155, las cuales a su juicio
eliminan “la subjetividad policial” y evidencian un “espíritu preventivo”, por lo cual “las
posturas del actor y su equipo, están llenas de hipotéticos que no desarrollan el sentido de
la norma”. El Ministerio de Defensa destaca que en la redacción de la norma se tuvieron en
cuenta los parámetros de la Sentencia C-720 de 2007, en la cual “la corte declaró exequible
la retención transitoria, contrario a lo manifestado engañosamente por el demandante,
exhortando al Congreso de la República para que regulara este medio cuyo único fin es
proteger la vida de las personas”. El Ministerio concluye “recordando el [juicio] de
ponderación expuesto por la Corte Constitucional al referir que con este medio y ante la
imperiosa necesidad de proteger la vida, se podrá afectar el derecho a la libertad”.
7.1.4.4. La Policía Nacional interviene en idéntico sentido al Ministerio de Defensa
Nacional respecto de estas normas.
7.1.4.5. La Alcaldía de Medellín considera que los demandantes se equivocan
al equiparar el traslado por protección con una medida de privación de la
libertad, “cuando en realidad ambas comportan sendas diferencias”. La
primera es una medida preventiva para proteger a la persona y al entorno,
mientras que la segunda se impone como consecuencia de la comisión de un
delito. Además, el traslado por protección es un último recurso, se realiza en
un lugar especial y no en un centro destinado a la privación de la libertad, y se
requiere la elaboración de un informe al superior.
7.2. Problema jurídico
¿El “traslado por protección”, junto con la atribución de los alcaldes de
establecer los centros para la atención y protección de las personas
“trasladadas”, vulnera el principio de legalidad, el debido proceso o constituye
una limitación irrazonable y desproporcionada del derecho a la libertad
personal?
7.3. El régimen de limitaciones a la libertad personal en la Constitución de
1991
7.3.1. El artículo 28 de la Constitución protege la libertad personal frente a las
detenciones arbitrarias e ilegales, estableciendo una cláusula general de
libertad, una reserva judicial en la privación de la misma, y una serie de
requisitos procedimentales dirigidos a eliminar o en todo caso mitigar los
riesgos de arbitrariedad.[124] La Constitución prevé una reserva judicial para
la privación de la libertad, lo que quiere decir que solo los jueces pueden
ordenar privar de la libertad a una persona.[125] Existen, sin embargo,
situaciones en que la privación de la libertad puede ocurrir como efecto de la
decisión de una autoridad no judicial, pero con sujeción a un control judicial
posterior.
7.3.2. La primera situación es la flagrancia, regulada en el artículo 32 de la
Constitución, que permite a las autoridades de policía e incluso a los
particulares, capturar al delincuente sorprendido en flagrancia. La segunda
situación es la captura excepcional por parte de la Fiscalía General de la
Nación, regulada en el artículo 250 de la Constitución. Esta no tiene
regulación legal vigente debido a que el artículo 2º de la Ley 906 de 2004 fue
declarado parcialmente inexequible por no ajustarse a los supuestos
constitucionales de la captura excepcional.[126] La tercera situación tiene que
ver con los casos en que las personas son privadas de la libertad como
consecuencia de las funciones preventivas y de mantenimiento de la
convivencia y el orden público por parte de la Policía Nacional. Es decir, en
ejercicio de sus competencias de policía administrativa. Esta posibilidad de
privación de la libertad no se deriva de una norma textual de la Constitución,
sino de la posibilidad de restringir transitoriamente el derecho fundamental a
la libertad personal para salvaguardar otros, como la vida y la integridad.
7.3.3. En este contexto la Corte hizo dos pronunciamientos respecto de la
llamada retención transitoria prevista en los artículos 186, 192 y 207 del
anterior Código de Policía. Dicha figura permitía a la Policía Nacional retener
a las personas que incurrieran en cualquiera de las siguientes tres conductas:
“1o) Al que irrespete, amenace o provoque a los funcionarios
uniformados de la policía en el desempeño de sus tareas.
2o) Al que deambule en estado de embriaguez y no consienta en
ser acompañado a su domicilio.
3o) Al que por estado de grave excitación pueda cometer
inminente infracción de la ley penal.”
7.3.3.1. En la Sentencia C-199 de 1998 la Corte se pronunció sobre estas tres
causales, declarando inexequible la primera y exequibles la segunda y la
tercera. La Corte estableció que las medidas de privación de la libertad por
parte de las autoridades de policía debían tener una finalidad exclusivamente
preventiva. Por ese motivo declaró inconstitucional el numeral 1, el cual
permitía detener a las personas por irrespetar a los funcionarios uniformados
de policía. Esta forma de detención, dijo la Corte, “tiene el carácter de
sanción que implica la privación de la libertad, para la Corte dicha norma
vulnera el artículo 28 de la Constitución Política de Colombia.” La Corte
también delineó otros parámetros generales para este tipo de medidas, como la
excepcionalidad y uso como ultima ratio, el respeto por el principio de
legalidad, y la observancia de criterios de razonabilidad y proporcionalidad.
[127]
7.3.3.2. En la Sentencia C-720 de 2007 la Corte volvió a pronunciarse sobre la
retención transitoria. En esta oportunidad la Corte aplicó un juicio estricto de
proporcionalidad y concluyó lo siguiente:
“Por las razones expuestas, es decir, porque no resulta claro que la
medida sea idónea para proteger a quien en estado de incapacidad
transitoria requiere una protección especial; porque existen medios
que, con una idoneidad equivalente a la retención transitoria,
sacrifican en menor medida otros valores y principios
constitucionales; y porque además se trata de un caso en el cual la
medida afecta bienes particularmente valiosos en aras de evitar un
daño sobre el que, en estricto sentido, no se tiene certeza; la Corte
concluye que la retención transitoria, tal y como se encuentra
regulada y entendida como una medida de protección, resulta
inidónea, innecesaria y desproporcionada en relación con los fines
que persigue. […]”[128]
La Corte entonces adoptó una sentencia de inexequibilidad con efectos
diferidos hasta el año 2008, estableciendo mientras tanto un condicionamiento
dirigido a asegurar que la retención transitoria se aplicara solamente cuando
fuera estrictamente necesario para proteger a una persona en situación de
riesgo.[129]
7.3.4. Las normas referidas al traslado por protección y el traslado para
procedimiento policivo en el nuevo Código de Policía, a pesar de usar
nomenclaturas distintas para las figuras utilizadas, tienen que ver con los
mismos supuestos discutidos por la Corte con anterioridad. Se trata de
posibilidades excepcionales y transitorias de privación de la libertad, por parte
del personal uniformado de la Policía Nacional, para prevenir violaciones de
los derechos fundamentales. Dichas medidas deben cumplir varios parámetros
constitucionales.
7.3.4.1. En primer lugar, como restricciones a la libertad personal, deben estar
previstas de manera precisa y taxativa en la ley. Por ese motivo la Corte
aplicará el mismo parámetro que se usa en esta sentencia para analizar las
medidas restrictivas del derecho de reunión y manifestación. Este parámetro
consiste en exigir el mismo grado de precisión que las leyes penales,
utilizando para esos efectos la subregla planteada por la Corte en la Sentencia
C-742 de 2012. Según esa subregla, son inconstitucionales las normas legales
que presenten una indeterminación insuperable, es decir, una ambigüedad que
no sea posible precisar mediante una interpretación y aplicación razonable de
la norma.
7.3.4.2. En segundo lugar, las medidas deben superar un juicio estricto de
proporcionalidad. En el primer paso de este juicio estricto, al determinar si la
medida persigue un fin legítimo, se debe tener en cuenta la subregla de la
Sentencia C-199 de 1998, en la cual se establece que la privación de la
libertad por parte de las autoridades administrativas no puede tener una
finalidad sancionatoria.
7.3.4.3. En tercer lugar, como se trata de un procedimiento administrativo que
limita un derecho fundamental, el traslado por protección y el traslado para
procedimiento policivo deben respetar los elementos mínimos del debido
proceso. En este marco debe tenerse en cuenta la distinción realizada por la
jurisprudencia entre las garantías previas y las garantías posteriores en el
marco del derecho administrativo sancionador:
“Las garantías mínimas previas son aquellas que necesariamente
deben cobijar la expedición y ejecución de cualquier acto o
procedimiento administrativo, tales como el acceso libre y en
condiciones de igualdad a la justicia, el juez natural, el derecho de
defensa, la razonabilidad de los plazos y la imparcialidad,
autonomía e independencia de los jueces, entre otras. De otro lado,
las garantías mínimas posteriores se refieren a la posibilidad de
cuestionar la validez jurídica de una decisión administrativa,
mediante los recursos de la vía gubernativa y la jurisdicción
contenciosa administrativa.”[130]
7.3.4.4. Dichas garantías pueden ser distintas dependiendo de la materia
regulada y de la flexibilidad y agilidad requerida para la actuación de la
administración, pues “el Legislador tiene una amplia competencia para
regular (art. 150-1) el derecho al debido proceso”.[131] Sin embargo, no es
posible para el Congreso regular un medio de policía sin proveer garantías
previas o posteriores a nivel administrativo. Tratándose de restricciones a la
libertad personal, las garantías deben además prever un control judicial,
aunque sea posterior, pues las decisiones sobre la libertad del individuo no
pueden quedar en manos exclusivamente de la Administración Pública.
7.4. Traslado por protección
7.4.1. Contenido de la norma demandada y comparación con el Código
anterior
7.4.1.1. El traslado por protección está clasificado en el artículo 149 como uno
de varios medios materiales de policía y se encuentra regulado en detalle en el
artículo 155. Esta norma tiene varias diferencias significativas con la
regulación del artículo 207 del anterior Código de Policía.
7.4.1.2. En primer lugar, la privación de la libertad ya no se prevé como
medida correctiva, es decir que no se concibe como la reacción de las
autoridades de policía a una infracción de la ley. En el nuevo Código se trata
de un medio de policía, destinado exclusivamente a permitir “el cumplimiento
efectivo de la función y actividad de Policía”.[132] Esta diferencia entre
medida correctiva y medio de policía no es un simple giro semántico. Se trata
de una nueva conceptualización de la figura que ya no se establece como
reacción automática a ciertos comportamientos, sino como un instrumento
excepcional al alcance de las autoridades de policía. En segundo lugar, el
artículo 155 establece expresamente la finalidad protectora del traslado. A
diferencia del artículo 207 del anterior Código de Policía, la nueva regulación
no contempla una finalidad sancionatoria para el traslado por protección. En
tercer lugar, los casos contemplados se regulan con un nivel de detalle
apreciablemente mayor que el observado en el Código de 1970, como se
evidencia en el siguiente cuadro:
Decreto 1355 de 1970, artículo 207 Ley 1801 de 2016, artículo 155
3o) Al que por estado de grave excitación Cuando esté involucrado en riña o presente
pueda cometer inminente infracción de la comportamientos agresivos o temerarios,
ley penal. realice actividades peligrosas o de riesgo
que pongan en peligro su vida o integridad
o la de terceros, o esté en peligro de ser
agredido cuando el traslado sea el único
medio disponible para evitar el riesgo a la
vida o integridad de la persona o los
terceros.
En cuarto lugar, a pesar de que el parágrafo 1º contiene la posibilidad de usar
el traslado por protección cuando se presenten comportamientos contra las
autoridades de policía, como lo hacía el anterior Código de Policía en el
artículo 207, numeral 1º, este remite al inciso tercero del artículo el cual
contiene la descripción de tres comportamientos específicos. En quinto lugar,
los parágrafos 2º y 3º regulan el procedimiento del traslado con los siguientes
pasos: (i) como primera medida se debe entregar a la persona a un allegado o
pariente, (ii) si es posible, se debe intentar llevar a la persona a su domicilio,
(iii) si las primeras dos opciones no se encuentran disponibles, se debe
trasladar a la persona a un centro asistencial o de protección, de salud u
hospital, o lugar especialmente destinado para tal fin por la administración
municipal, (iv) se prohíbe hacer traslados a sitios destinados a la privación de
la libertad—es decir a estaciones de policía, URIs, cárceles y establecimientos
similares, usados ordinariamente para los procedimientos de captura en
flagrancia o con orden judicial—, (v) se establece una duración máxima de
doce horas, (vi) separación en razón del sexo, (vii) presencia del Ministerio
Público, (viii) informe escrito incluyendo la motivación del traslado dirigido
al superior jerárquico y con copia al sujeto de la medida, (ix) posibilidad de
comunicación con un allegado y (x) prohibición de realizar el traslado por
el “simple hecho de estar consumiendo”. Medidas procedimentales de este
tipo también estaban ausentes del anterior Código de Policía.
Teniendo en cuenta el contenido de la norma demandada, debe la Corte
verificar su constitucionalidad.
7.4.2. Principio de legalidad
7.4.2.1. Como se explicó con anterioridad al analizar las normas sobre
reuniones y manifestaciones, las normas policivas que afectan intensamente
derechos fundamentales como la libertad o el derecho de reunión y
manifestación, deben cumplir el principio de legalidad estricta. Por ese
motivo, la Corte aplicará el parámetro jurisprudencial según el cual procede
declarar inexequibles las normas que presentan una indeterminación
insuperable.[133] La verificación del principio de legalidad es un aspecto
clave del control constitucional de las medidas que limitan la libertad
personal, pues causales extremadamente amplias pueden dar lugar a espacios
de discrecionalidad e incluso generar riesgos de abuso policial, riesgo que se
hizo patente, por ejemplo, en el caso analizado por la sentencia T-594 de
2016, en el cual la Policía Metropolitana de Bogotá detuvo arbitrariamente a
trabajadoras sexuales, con fines sancionatorios, bajo el amparo de la causal del
anterior Código de Policía denominada “grave estado de excitación”.[134]
7.4.2.2. Respecto del principio de legalidad, los demandantes señalan varias
posibles ambigüedades de la norma. Primero, consideran que “ni es claro a
cuál lugar irán en cada una de las tres hipótesis previstas en la norma y
tampoco es claro qué sucederá con la persona trasladada. ¿Se le dará un
lugar para dormir, por ejemplo, mientras pasan los efectos del alcohol? ¿Se
le hará un tratamiento médico o terapéutico ante la alteración mental? ¿Se le
someterá por la fuerza a desintoxicación ante el consumo de sustancias
psicoactivas? Nada de esto la norma lo precisa […].” Segundo, refiriéndose
al parágrafo primero, afirman que la posibilidad de privar a una persona de la
libertad por tener un comportamiento “temerario” o “peligroso”, es algo
que “resulta absolutamente subjetivo”. Tercero, señalan que “[l]as hipótesis
que dan lugar a su imposición son de tal vaguedad que admiten múltiples
concreciones según la imaginación del funcionario de turno”, y la
norma “simplemente habla del “riesgo” o “peligro” de manera muy
general”.
7.4.2.3. Para determinar si se respeta el principio de legalidad, se debe
examinar cada una de las causales del traslado por protección de manera
separada. Se debe advertir, sin embargo, que según el primer inciso a cada
causal se le aplica la siguiente condición uniforme: “[c]uando la vida e
integridad de una persona o de terceros esté en riesgo o peligro”. Es decir, en
todos los casos previstos en el artículo 155 se debe verificar esta condición, de
manera que la sola causal no es suficiente para privar a una persona de su
libertad. Siempre se debe verificar el riesgo o peligro para la vida e integridad.
Además, cada uno de los dos incisos señala idénticamente la necesidad de
establecer que el traslado es “el único medio disponible para evitar el riesgo a
la vida o integridad de la persona o los terceros”.
7.4.2.4. El inciso segundo contiene tres causales distintas:
(i) Deambular “en estado de indefensión”;
(ii) Deambular “en estado […] de grave alteración del estado de conciencia por
aspectos de orden mental”;
(iii) Deambular “bajo efectos del consumo de bebidas alcohólicas o sustancias
psicoactivas o tóxicas”. En este último caso, según el parágrafo 5º, la persona “no
podrá ser trasladada por el simple hecho de estar consumiendo sino que deben
existir motivos fundados y el agente de Policía con fundamento en el principio de
proporcionalidad determinará si existen las razones objetivas previstas en este
Código”.
8.1.3.4. La Universidad Santo Tomás resume jurisprudencia nacional e
internacional sobre el interés superior del niño, la importancia del respeto al
debido proceso y la excepcionalidad de la privación de la libertad. Respecto
de la hipótesis prevista en la norma demandada, afirma la Universidad: “Lo
que corresponde es buscar a la familia del menor y procurar que este sea
objeto de su protección. Si ello no fuere posible, deberá presentarse ante una
autoridad judicial especializada para que, previa audiencia de las partes,
decida la suerte del menor teniendo en cuenta sus derechos y su interés
superior”.
8.1.3.5. La Universidad de Caldas solicita declarar inexequible la norma
demandada, pues contiene supuestos muy amplios y adicionalmente no supera
un juicio de proporcionalidad.
8.1.3.6. El grupo de 205 ciudadanos dice que la respuesta al consumo de
sustancias por parte de menores de edad no debe ser la privación de la libertad
sino la adopción de medidas de protección.
8.1.4. Intervenciones que defienden la constitucionalidad de la norma
8.1.4.1. La Alcaldía Mayor de Bogotá considera que esta medida “aboga por la protección
de adolescentes probablemente explotados por organizaciones criminales dedicadas al
tráfico de sustancias estupefacientes y en tal virtud autoriza como medio policial la
retención por protección llevada a cabo por un agente de la policía”. Afirma además que la
norma es coherente con el Código de la Infancia y la Adolescencia, el cual exige que este
traslado sea realizado por la Policía de Infancia y Adolescencia. También señala la Alcaldía
que
“[…] la definición de los lugares a los que estos menores de edad podrán ser
trasladados deberá hacerse por las autoridades municipales con sujeción a las
restricciones previstas en esa misma ley, a saber: (i) No podrán coincidir con
sitios destinados a la privación de la libertad asociados al SRPA, (ii) No podrán
coincidir con sitios destinados a la retención por protección de mayores de edad,
(iii) Deberá contarse con la presencia del Ministerio Público, (iv) Deberá
contarse con la presencia del defensor de familia para los trámites del proceso
administrativo de restablecimiento de derechos o del comisario cuando
corresponda dar inicio al proceso de VIF y (v) Debe llevarse a cabo con sujeción
al procedimiento fijado en el artículo 155 del Código Nacional de Policía y hasta
por el tiempo máximo que la misma norma define.”
8.1.4.2. El Ministerio de Justicia y del Derecho argumenta que esta norma no
penaliza conductas sino que tiene carácter preventivo, razón por la cual se
respetan estándares internacionales como la Observación 10 de 2007 del
Comité de los Derechos del Niño y las Directrices de Riad. Según el
Ministerio, la norma demandada busca prevenir riesgos contra los derechos de
los niños, niñas y adolescentes, razón por la cual es constitucional.
8.1.4.3. La Policía Nacional aduce que, de acuerdo con el principio del interés
superior del niño, es posible restringir el ejercicio de algunos derechos de los
niños “por no contar con la madurez suficiente para disponer libremente de
los mismos”. Menciona las Sentencias C-796 de 2004 y C-087 de 2000 que
permiten establecer restricciones a las libertades de menores de edad con el fin
de garantizar sus derechos. Afirma que los demandantes se equivocan al
señalar que esta norma “pretende sancionar a quienes incurran en los
comportamientos” previstos por ella, ya que esta “tiene un carácter
eminentemente preventivo tendiente a mantener las condiciones necesarias
para la convivencia en el territorio nacional […]”. La finalidad principal de
la medida, de acuerdo con la Policía, es “brindar atención a los menores de
edad”. La Policía agrega que, como el aparte demandado usa el
término “podrá”, se puede inferir que el traslado no será la regla general sino
la excepción, que se aplicará cuando el menor de edad “requiera de
protección y restablecimiento de sus derechos de conformidad con lo
establecido en la Ley 1098 de 2006 […]”. El traslado previsto en el Código de
Policía, entonces, “se acompasa con el retiro inmediato del niño, niña o
adolescente de la actividad que amenace o vulnere sus derechos establecida
en la Ley 1098 de 2006 […]”.
8.1.4.4. La Procuraduría General de la Nación considera que las tres medidas
previstas por la norma, que son la amonestación, la protección y
restablecimiento de derechos y el traslado por protección, “son medidas
concurrentes, no contradictorias, y contempladas en su totalidad en el Código
de Infancia y Adolescencia, Ley 1098 de 2006 en los Procesos
Administrativos de Restablecimiento de Derechos (PARD) regulados por el
artículo 100 […]”. Esta norma, según el Ministerio Público, se justifica en el
interés superior del menor de acuerdo con el artículo 44 de la Constitución.
8.2. Problema jurídico
¿El “traslado por protección” de niños, niñas y adolescentes vulnera el interés
superior del niño, el principio de legalidad, el debido proceso o constituye una
limitación irrazonable y desproporcionada del derecho a la libertad personal?
8.3. El traslado de niños, niñas y adolescentes desconoce el principio de
legalidad
8.3.1. Contenido de la norma demandada
Los demandantes señalan como inconstitucional el numeral 1 y el parágrafo
3º, pero realmente dirigen el cargo solamente contra la posibilidad del traslado
por protección de niños, niñas y adolescentes, no contra la prohibición de
comercializar, distribuir, tener, almacenar, portar o consumir diversas
sustancias. Por ese motivo, el pronunciamiento de la Corte se circunscribirá al
parágrafo 3º, y será inhibitorio respecto del numeral 1, del artículo 39. El
parágrafo 3º no es claro sobre si es posible o no realizar el traslado de los
niños, niñas y adolescentes, pues simplemente señala que las administraciones
municipales o distritales deberán “determinar los sitios adecuados a los que
se podrán trasladar […]”. La Corte coincide con los demandantes en que esto
indica alguna posibilidad de que la norma sea invocada para realizar traslados.
La Corte además observa que ninguno de los intervinientes controvirtió esa
interpretación de la norma, por lo cual es un significado plausible de la misma
que debe ser objeto de control constitucional.
8.3.2. Principio de legalidad
8.3.2.1. La norma genera varias perplejidades interpretativas que fueron
resaltadas durante el proceso de constitucionalidad. En primer lugar, no es
claro si la norma está autorizando o no el traslado, ya que el parágrafo 1º que
establece las medidas correctivas no menciona el traslado. En segundo lugar,
tampoco es clara la interacción entre esta norma y el proceso administrativo de
restablecimiento de derechos previsto en la Ley 1098 de 2006. Los
intervinientes que solicitaron la inexequibilidad de la norma, entre los cuales
se incluye el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, leen esta norma
como una derogatoria tácita o como una norma especial que podría aplicarse
con exclusión del Código de la Infancia y la Adolescencia. Otros
intervinientes sostienen que la norma no excluye, sino que se acompasa con
ese procedimiento. Bajo una primera interpretación, el traslado simplemente
es una reiteración de las normas especiales de la Ley 1098 de 2006 que
atribuyen competencias a funcionarios específicos para iniciar los procesos de
restablecimiento de derechos. Bajo una segunda interpretación, igualmente
plausible, cualquier autoridad de policía tiene la competencia para trasladar a
los niños, niñas y adolescentes, sin observar las garantías y las condiciones del
Código de la Infancia y la Adolescencia, pero solo cuando estos se encuentren
comercializando, distribuyendo, teniendo, almacenando, portando o
consumiendo sustancias restringidas para menores de edad.
8.3.2.2. La norma presenta una indeterminación insuperable. El texto no
contiene ningún elemento para establecer de manera objetiva si la
interpretación correcta es la primera, en la cual se entiende derogado o
exceptuado el Código de la Infancia y la Adolescencia, o si se trata de la
segunda, en la cual se entiende que el traslado hace parte de los procesos ya
regulados por ese Código. Esta dificultad interpretativa no es menor, si se
tiene en cuenta que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, que es la
entidad con las principales responsabilidades en la administración de los
procesos regulados por el Código de la Infancia y la Adolescencia, hace la
primera lectura mientras que la Policía Nacional considera correcta la
segunda.
8.3.2.3. Una segunda indeterminación consiste en que no es claro si en este
traslado las autoridades deben aplicar los requisitos estrictos del artículo 155
que ya fue analizado. Dichos requisitos son constitucionalmente relevantes,
pues es la redacción precisa de ese artículo, con sus condiciones estrictas de
necesidad, lo que lo hace parcialmente constitucional. El artículo 39, en
cambio, contiene una potestad de “trasladar”, con la sola verificación de la
ocurrencia de comportamientos contrarios a la convivencia, y sin contemplar
requisitos adicionales o condiciones de tiempo, modo y lugar del traslado. La
Alcaldía Mayor de Bogotá sostiene que las condiciones aplicables son las del
artículo 155, pero este reenvío normativo no aparece en el texto ni en las
interpretaciones que del mismo hacen otros intervinientes que defienden la
norma. La ambigüedad en este caso implica que, de acuerdo con una lectura
plausible de la norma, las autoridades tienen la posibilidad de “trasladar” a
los niños, niñas y adolescentes de manera más o menos discrecional, y con
menos garantías que las previstas en el artículo 155 para los adultos.
Esta indeterminación tiene el potencial de crear espacios de arbitrariedad
policial, con graves riesgos para la libertad personal de los niños, niñas y
adolescentes.
8.3.2.4. La indeterminación en este caso es aún más grave si se tiene en cuenta
que varias de las interpretaciones posibles de la norma implicarían, además,
una regresión en la garantía de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.
En este caso, se estaría pasando de la existencia de varios procedimientos
reglados, a cargo de autoridades especializadas, dirigidos específicamente a
proteger y garantizar los derechos de los menores y guiados por el principio
del interés superior, a una potestad discrecional de “traslado” con fines
correctivos, administrada por cualquier autoridad de policía, dirigida a
asegurar el orden público y sin condiciones específicas para la protección de
los menores.
8.3.2.5. La Corte considera, en consecuencia, que deben expulsarse del
ordenamiento jurídico las interpretaciones de esta norma con contenido
contrario a la Constitución Política. La Corte considera que la posibilidad de
trasladar a niños, niñas y adolescentes no es en sí misma inconstitucional,
siempre que esté rodeada de las garantías previstas en el ordenamiento
jurídico para la protección y el desarrollo armónico e integral de las personas
menores de edad. En ese sentido, la única interpretación constitucionalmente
admisible de la norma es que esta simplemente reitera la Ley 1098 de 2006 en
relación con el procedimiento administrativo de restablecimiento de derechos,
o las normas que en el futuro la modifiquen, la remplacen o la complementen.
La norma no es un procedimiento distinto o adicional, y no habilita a las
autoridades de policía para detener a los menores sin el lleno de los requisitos
del Código de la Infancia y la Adolescencia. La Corte entonces declarará
exequible la norma en el entendido de que dicha función debe llevarse a cabo
de acuerdo con las reglas aplicables del Sistema Nacional de Bienestar
Familiar.
9. Cargos contra el traslado de habitantes de calle (artículo 41, parágrafo
3º)
9.1. Norma demandada y argumentos de los demandantes e intervinientes
9.1.1. Norma demandada
“Artículo 41. Atención integral a la población habitante de y
en calle. De conformidad a la Ley 1641 de 2013, establézcase un
modelo de atención integral por ciclo vital y diferencial a la
población habitante de y en calle, orientada a promover, prevenir,
atender, proteger y restablecer derechos, modelo que tendrá como
principios la igualdad, diversidad, equidad, universalidad y
reconocimiento del individuo, la familia y la comunidad como
sujetos de atención y que procure el diálogo y reconocimiento de
realidades sociales del territorio y contribuya al bienestar y
desarrollo integral del ser.
Parágrafo 1o. Con base en el marco conceptual de la Ley 1641 de
2013 y en la caracterización cuantitativa y cualitativa que las
entidades territoriales realicen, el modelo de atención integral que
contemplará las metodologías de intervención, procedimientos,
rutas de atención y servicios requeridos; así mismo, tendrá como
ejes la atención psicosocial, la formación y capacitación, gestión
de oportunidades, movilización social y reconstrucción de redes,
todo ello orientado a la reincorporación responsable, digna y
sostenible de los habitantes de y en calle, a sus familias y a la
sociedad.
Parágrafo 2o. Para establecer los alcances y resultados del
modelo de atención integral, las entidades territoriales serán
autónomas en definir los servicios integrales requeridos de
acuerdo a los lineamientos que dicte el Ministerio de Salud y
teniendo en cuenta la caracterización poblacional de cada
municipio. Los entes territoriales deberán definir los equipos
interdisciplinarios necesarios y pertinentes, que faciliten en el
tiempo y de manera integral la intervención oportuna para el
restablecimiento de los derechos de los habitantes de y en calle.
Parágrafo 3o. La Policía Nacional deberá trasladar en el término
de la distancia a los hogares o centros de atención que el ente
territorial tenga dispuesto para dicho efecto, a los ciudadanos
habitantes de y en calle que se encuentren bajo el efecto de
sustancias psicoactivas que les vulneren su voluntad y que generen
alteración de la convivencia afectando los derechos de los demás
ciudadanos.”
9.1.2. La demanda
El parágrafo 3º del artículo 41 ordena a la Policía Nacional “trasladar en el
término de la distancia a los hogares o centros de atención que el ente
territorial tenga dispuesto para dicho efecto, a los ciudadanos habitantes de y
en calle que se encuentren bajo el efecto de sustancias psicoactivas que les
vulneren su voluntad y que generen alteración de la convivencia afectando los
derechos de los demás ciudadanos”. Los demandantes aplican un juicio
estricto de proporcionalidad y explican que aunque puede tener una finalidad
legítima, esta podría confundirse con la finalidad de privar de la libertad a los
habitantes de calle contra su voluntad, lo cual está prohibido según la
Sentencia T-043 de 2015 y podría implicar una “carga
discriminatoria” contra los habitantes de calle. También consideran que la
restricción no es el medio idóneo porque parte de un supuesto
inconstitucional, pues “no hay una clara afectación de [la convivencia] con el
solo hecho de estar en la calle”. Anotan que la medida podría ser idónea si la
norma estableciera condiciones de atención digna y garantía de derechos, pero
nada dice la norma al respecto, “porque lo que en realidad la impulsa es tener
a los habitantes de calle lejos de las calles, no garantizar adecuadamente sus
derechos”. Consideran que la medida no es necesaria, pues el Código ya
prevé medidas correctivas para comportamientos contrarios a la convivencia
cuando son cometidos por ciudadanos de cualquier calidad sin importar que
sean habitantes de calle. Para los demandantes no es clara “la necesidad de
tener una medida específica para estos como único mecanismo para proteger
sus derechos o los de terceros”. Finalmente afirman los demandantes que el
efecto de la medida es vulnerar la dignidad de los habitantes de calle “sin que
en realidad se vea de qué manera se defienden intereses superiores”.
9.1.3. Intervenciones que apoyan la demanda
9.1.3.1. El Ministerio de Justicia y del Derecho solicita la inexequibilidad de
esta norma, considerando que esta vulnera el libre desarrollo de la
personalidad (art. 16, CP). Según el Ministerio, la norma demandada “limita
injustificadamente la autodeterminación de estas personas de escoger
libremente las opciones que considere más ajustadas a sus intereses
personales para elegir su forma de vida”.
9.1.3.2. La Defensoría del Pueblo coincide con los demandantes y afirma que esta
norma “vulnera la dignidad humana y los derechos fundamentales a la igualdad, al libre
desarrollo de la personalidad y a la salud de los habitantes de calle […]”. Según la
Defensoría, esta medida es contraria a la jurisprudencia constitucional que exige el
consentimiento libre e informado para cualquier tratamiento contra la drogadicción, y la
Sentencia T-043 de 2015 que establece que la mendicidad no puede conllevar ningún
reproche jurídico por ser parte de la autonomía personal y el libre desarrollo de la
personalidad. La Defensoría además advierte que el artículo no aclara a qué lugares serán
trasladados los habitantes de calle, las condiciones del traslado ni precisa las conductas que
generan alteración a la convivencia “con lo cual la autoridad de policía gozará de
discrecionalidad para determinar estos aspectos”.
9.1.3.3. El Ministerio de Salud y Protección Social también solicita la inexequibilidad de la
norma. En primer lugar recuerda la evolución normativa en la cual la jurisprudencia y la
legislación colombiana han abandonado la “tesis peligrosista” respecto de la mendicidad.
En segundo lugar aclara algunas premisas sobre la drogadicción, como que en Colombia se
permite el porte de la dosis personal y el consumo de marihuana con fines terapéuticos,
que “no hay base argumentativa suficiente para afirmar que el consumo problemático de
drogas está ligado de manera causal con problemas de convivencia, o afectación a
terceros, o estados de enajenación mental que impidan que la persona pueda decidir por sí
misma […]”, y que la Ley 100 de 1993 contempla el internamiento del paciente
psiquiátrico “solamente durante la fase aguda de su patología o cuando esta ponga en
peligro su vida o integridad, la de sus familiares o de la comunidad”. En tercer lugar
recuerda la tesis de la Sentencia T-043 de 2015 sobre la mendicidad y la libertad personal, y
el precedente de la Sentencia C-040 de 2006 que sostiene que la mendicidad no puede
conllevar sanción alguna por su ejercicio. En cuarto lugar, y en relación con la norma
demandada, el Ministerio de Salud señala que esta es inconstitucional porque “no es claro
cuál sería el objetivo, propósito o fin de conducir a una persona en estado alterado de
conciencia a los lugares de paso, u hogares, relacionados en la ley toda vez que no
corresponde con ninguna de las rutas de salud, o de las rutas sociales que tienen previstas
al menos las cinco ciudades con mayor presencia de habitantes de calle en el país
[…]”. Además, sostiene que el parágrafo 3º es una “norma indeterminada”, pues no
establece el servicio que se le prestará a la persona habitante de calle. Señala que la norma
es contraria a los artículos 13 y 16 de la Constitución pues el traslado se da contra la
voluntad de la persona, y finalmente, considera que la norma es inconstitucional por no
establecer un límite en el tiempo para el traslado.
9.1.3.4. La Universidad Libre concuerda con los demandantes y afirma que la norma
demandada “genera una política de actuación estatal perfeccionista, las cuales están
prohibidas en el marco de un Estado Social de Derecho”. Para los intervinientes, cualquier
reproche jurídico contra la mendicidad libre y voluntaria es inconstitucional “en tanto
cosifica al habitante de la calle en aras de un supuesto modelo ideal de ciudadano virtuoso
o a manera de una acción preventiva en contra de un potencial criminal […]”.
9.1.3.5. La Universidad Santo Tomás resalta la importancia del debido proceso y la libertad
personal en el derecho nacional e internacional, y recuerda la jurisprudencia de la Corte
Constitucional sobre la reserva judicial de la libertad. Solicita a la Corte reiterar el “criterio
protector de los derechos de las personas” expuesto en la Sentencia C-720 de 2007, “para
que su libertad no quede a merced de la decisión de un funcionario administrativo” . Agrega
la Universidad que “en la práctica, los centros de detención transitoria se transforman en
lugares de castigo y no de acogida para quien se encuentra en situación de especial
vulnerabilidad”. Considera que la norma es inconstitucional porque no prevé los supuestos
que pueden dar lugar al traslado del habitante de calle, porque vulnera el principio de
reserva judicial y porque constituye una acción discriminatoria. Advierte que si una persona
es sorprendida vulnerando un derecho fundamental de otra persona, “esta debe ser
aprehendida por estar en flagrancia y puesta a disposición judicial”.
9.1.3.6. La Universidad de Caldas considera que la norma es inconstitucional por vulnerar
los derechos a la dignidad humana, autonomía personal, igualdad, libre desarrollo de la
personalidad y debido proceso.
9.1.3.7. El grupo de 205 ciudadanos considera que esta medida no contiene garantías para la
aplicación del procedimiento de traslado.
9.1.4. Intervenciones que defienden la constitucionalidad de la norma
9.1.4.1. La Alcaldía Mayor de Bogotá considera que la norma es
constitucional y atiende a los lineamientos de las Sentencias C-040 de 2006 y
T-043 de 2015, según las cuales “la retención puede llevarse a cabo de
manera coactiva, no como sanción a la mendicidad o el consumo de
estupefacientes, sino cuando la misma se funda en el deber del Estado de
proteger la vida del ciudadano habitante de calle o la de terceros en riesgo”.
9.1.4.2. El Ministerio de Defensa Nacional pide tener en cuenta el artículo 41 del Código de
Policía, que ordena establecer un modelo de atención integral para los habitantes de calle.
Esta lectura integral, según el Ministerio, revela que “la teleología de la norma propende
no por una segregación irracional e injustificada del habitante de y en calle per se […]
sino que procura justamente garantizar el cabal cumplimiento del inexorable deber de
protección […] en cabeza del Estado […]”. El Ministerio de Defensa afirma que en
muchos casos el consumo de drogas genera dependencia y tolerancia, y cita la Sentencia T-
094 de 2011 en la cual se afirma que la dependencia producida por las drogas puede
terminar “esclavizando la voluntad”. Respondiendo a los argumentos de la demanda, señala
que la norma no otorga discrecionalidad a la Policía, sino que es clara en los supuestos para
el traslado, que incluyen: (i) influjo de sustancias psicoactivas, (ii) que vulneran la voluntad
del habitante de calle y (iii) que como producto del anterior influjo se genere alteración de la
convivencia de su parte. Rechaza los argumentos relacionados con el consentimiento
informado, pues “para el caso planteado por el supuesto normativo atacado el habitante de
calle no ostentará voluntad alguna con ocasión del nefasto efecto de las sustancias
psicoactivas […]”. En estos casos, considera el Ministerio que “no es factible exigir un
consentimiento”. Sostiene adicionalmente que la norma no es discriminatoria pues tiene el
objetivo de “brindar una especial protección a los habitantes de calle […]”. Finalmente,
dice el Ministerio que no es cierto que la medida sea indeterminada, pues el artículo 1º de la
Constitución es aplicable al traslado y por lo tanto en esos casos rige la dignidad humana, y
además se ordena trasladar al habitante de calle “en el término de la distancia”.
9.1.4.3. La Policía Nacional interviene en idéntico sentido al Ministerio de Defensa
Nacional respecto de esta norma.
9.1.4.4. La Procuraduría General de la Nación considera que el artículo 41, parágrafo 3º,
sobre el traslado de habitantes de calle, es constitucional si se armoniza con el contenido de
los artículos 149, 155 y 157 sobre el traslado por protección, y en ese sentido solicita
condicionar la norma.
9.2. Problema jurídico
¿El “traslado por protección” de habitantes de calle vulnera la dignidad
humana, la igualdad, la autonomía personal, el principio de legalidad, el
debido proceso o constituye una limitación irrazonable y desproporcionada del
derecho a la libertad personal?
9.3. El artículo 41, parágrafo 3º, contiene una discriminación injustificada
contra los habitantes de calle
9.3.1. El parágrafo 3º permite trasladar a centros de protección a los habitantes
de calle “que se encuentren bajo el efecto de sustancias psicoactivas que les
vulneren su voluntad y que generen alteración de la convivencia afectando los
derechos de los demás ciudadanos”. Esta norma permite dos interpretaciones
plausibles básicas. La primera consiste en que los habitantes de calle pueden
ser sujetos del traslado por protección bajo condiciones distintas y menos
exigentes que el resto de las personas. En esta primera interpretación, mientras
que para el traslado por protección se exigen requisitos estrictos de necesidad
y pasos previos al traslado, para el traslado de habitantes de calle solamente es
necesario verificar que el habitante de calle ha consumido sustancias
psicoactivas y se encuentra alterando la convivencia. En esta primera
interpretación, para el traslado del habitante de calle no se exigen requisitos
como el informe escrito ni la presencia del Ministerio Público. En una
segunda interpretación, que algunos intervinientes prohíjan, la norma
realmente remite a los requisitos del traslado por protección y simplemente
señala que los habitantes de calle también pueden ser trasladados, observando
las causales y condiciones de esa figura. La Corte analizará la
constitucionalidad de ambas interpretaciones de la norma.
9.3.2. La primera interpretación es inconstitucional porque discrimina contra
los habitantes de calle por el hecho de vivir en la calle. No existe ninguna
justificación constitucional para tratar desfavorablemente a una población que
debe gozar de una protección constitucional especial,[145] estableciendo
requisitos más laxos para su traslado por protección. La norma, bajo esta
primera interpretación, establece oficialmente un trato diferenciado y
desfavorable para un segmento poblacional bajo un criterio prohibido.
El trato es desfavorable porque, en los casos previstos en el artículo 155 para
el resto de la población adulta, no es suficiente que la persona esté “alterando
la convivencia” para que esta sea trasladada por protección. Bajo las
condiciones del artículo 155, una persona que no habita en la calle puede estar
bajo los efectos de sustancias psicoactivas, puede estar alterando la
convivencia y puede estar afectando los derechos de otras personas, pero no
puede ser trasladada si no se verifican requisitos como la necesidad y la
concurrencia de causales estrictas. El artículo 41 permitiría privar de la
libertad a los habitantes de calle, aun por fuera de las causales del artículo 155,
por el solo hecho de haber consumido drogas y de alterar la convivencia.
La norma contiene entonces una discriminación injustificada. En la
coexistencia del artículo 41 con el 155, el Código de Policía tolera más
molestias, más alteraciones a la convivencia y más afectaciones de derechos
de terceros, a los individuos que no viven en la calle que a los habitantes de
calle. En la lectura conjunta de ambas normas, se entiende que una persona
que vive bajo un techo tiene la garantía de ser trasladada únicamente si es
necesario para proteger sus derechos, y si concurren causales estrictas, y tiene
la garantía de que ese traslado se realice a lugares especialmente
condicionados, durante el tiempo estrictamente necesario y con algunas
garantías procedimentales mínimas. A la vez, quien vive en la calle puede ser
trasladado si consume sustancias psicoactivas y genera alteraciones a la
convivencia, sin condiciones adicionales ni limitaciones al traslado.
Lo anterior no quiere decir que los habitantes de calle deban ser siempre
tratados de manera igual al resto de los ciudadanos. Todo lo contrario, de
acuerdo con la Constitución son sujetos de especial protección. Si han de ser
tratados de manera desigual, debe ser para otorgarles más garantías, no para
someterlos a un vacío completo de la legalidad en su interacción con las
autoridades de policía.
9.3.3. En una segunda interpretación, la norma se limita a señalar
que también los habitantes de calle, que hayan consumido sustancias, pueden
ser trasladados bajo los supuestos del artículo 155. Bajo este supuesto la
norma estaría señalando a los habitantes de calle como sujetos propensos a
generar alteraciones a la convivencia. Este sería un uso del lenguaje legislativo
que atenta contra la dignidad humana y que ha sido declarado inconstitucional
en otras oportunidades.[146]
9.3.4. Por lo tanto, la norma será declarada inexequible. Dicha inexequibilidad
no implica que los habitantes de calle no puedan ser eventualmente sujetos al
traslado por protección, sino que dicho traslado debe observar los mismos
requisitos y condiciones que el que se realiza para todas las demás personas.
10. Síntesis de la decisión
La Corte ha llegado a las siguientes respuestas a los problemas jurídicos
planteados con anterioridad:
(1) No hay omisión legislativa relativa en el artículo 55, que prohibió mensajes
engañosos, señalamientos falsos y deslegitimar las manifestaciones, sin establecer una
sanción como consecuencia de la infracción de esta prohibición.
(2) El término de 48 horas establecido para el previo aviso no es una limitación
irrazonable ni desproporcionada del derecho de reunión y manifestación. Se encuentra
justificado por las necesidades de planificación de las actividades de acompañamiento
de las autoridades a las reuniones y manifestaciones.
(3) La causal de disolución de las reuniones y manifestaciones consistente
en causar alteraciones a la convivencia, prevista en el artículo 53,
vulnera el principio de legalidad y por lo tanto será condicionada. En
consecuencia, solo podrán disolverse las reuniones y manifestaciones
que causen alteraciones a la convivencia, si estas son (i) graves e
inminentes y (ii) no existe otro medio menos gravoso para el ejercicio
de los derechos de reunión y manifestación pública y pacífica
(4) La prohibición de realizar reuniones y manifestaciones en áreas
protegidas del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, sin autorización
de la autoridad ambiental competente, prevista en el artículo 103,
numeral 9, del Código de Policía, respeta el principio de legalidad y
supera el juicio estricto de razonabilidad.
(5) Las Fuerzas Militares no deben participar en operativos de control o
contención de las movilizaciones sociales terrestres, pero sí en
operativos de garantía de realización de las mismas, cuando la
intervención se justifique dentro del marco de sus funciones
constitucionales.
(6) El traslado por protección regulado en el artículo 155 del Código de
Policía respeta el principio de legalidad. Sin embargo, tiene elementos
que lo hacen parcialmente inefectivo, innecesario y desproporcionado
en su afectación a la libertad personal, por lo cual será condicionado. El
traslado por protección no puede efectuarse en los municipios donde no
se hayan establecido lugares para la atención y protección de personas
trasladadas, de acuerdo con las normas reglamentarias que expida el
Gobierno Nacional, dirigidas a asegurar condiciones adecuadas en esos
centros. El informe escrito debe contener la motivación completa del
traslado, incluyendo los hechos y las razones por las cuales se considera
que los hechos se enmarcan en la causal invocada. Por último, la
persona trasladada debe poder solicitar la cesación del traslado al
superior jerárquico que reciba el informe.
(7) Los artículos 149 y 205, numeral 12, no vulneran la Constitución. El
primero se limita a enunciar la institución del traslado por protección
sin definir sus características. El segundo habilita al Gobierno Nacional
para reglamentar los lineamientos que deben cumplir los lugares
destinados para el traslado por protección, para que estos cumplan una
finalidad protectora y no sancionatoria.
(8) El traslado por protección de niños, niñas y adolescentes regulado en el
artículo 39, numeral 1 y parágrafo 3º, del Código de Policía desconoce
el principio de legalidad pues genera una indeterminación insuperable
respecto de la aplicabilidad de la Ley 1098 de 2006 en estos casos. Por
lo tanto la Corte condicionará su constitucionalidad para que se
apliquen en todos los casos las reglas del Sistema Nacional de Bienestar
Familiar.
(9) El traslado por protección de habitantes de calle regulado en el artículo 43, parágrafo
1º, del Código de Policía es inconstitucional por establecer una discriminación
injustificada contra los habitantes de calle, pues no hay razón para regular de manera
distinta y más desfavorable el traslado por protección de estas personas, respecto del
traslado que se realice sobre otras personas que no habitan en la calle.
VII. DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional de la
República de Colombia, administrando justicia en nombre del pueblo y por
mandato de la Constitución,
RESUELVE
PRIMERO-. Declararse INHIBIDA para pronunciarse sobre el numeral 1 del
artículo 39 de la Ley 1801 de 2016.
SEGUNDO-. Declarar EXEQUIBLE el parágrafo 3º del artículo 39 de la Ley
1801 de 2016, por los cargos examinados, en el entendido de que dicha
función debe llevarse a cabo de acuerdo con las reglas aplicables del Sistema
Nacional de Bienestar Familiar.
TERCERO-. Declarar INEXEQUIBLE el parágrafo 3º del artículo 41 de la
Ley 1801 de 2016.
CUARTO-. Declarar EXEQUIBLE la expresión “con 48 horas de
anticipación” contenida en el inciso tercero del artículo 53 de la Ley 1801 de
2016, por los cargos examinados, e INHIBIRSE respecto de la expresión “y
se presentará […] indicando el recorrido prospectado”.
QUINTO-. Declarar EXEQUIBLE el inciso cuarto del artículo 53 de la Ley
1801 de 2016, en el entendido de que (i) las alteraciones deberán ser graves e
inminentes y (ii) no exista otro medio menos gravoso para el ejercicio de los
derechos de reunión y manifestación pública y pacífica.
SEXTO-. Declarar EXEQUIBLE el artículo 55 de la Ley 1801 de 2016 por
el cargo examinado en esta providencia.
SÉPTIMO-. Declarar EXEQUIBLE el inciso cuarto del artículo 56 de la Ley
1801 de 2016, por los cargos examinados, en el entendido de que la excepción
solo es aplicable a los operativos de garantía allí consagrados.
OCTAVO-. Declarar EXEQUIBLES las expresiones “reuniones o”,
contenida en el numeral 9 del artículo 103, y la expresión “reunión
o”, contenida en el numeral 9 del parágrafo del artículo 103, de la Ley 1801
de 2016, por los cargos examinados.
NOVENO-. Declarar EXEQUIBLE el numeral 1º del artículo 149 de la Ley
1801 de 2016, por los cargos examinados.
DÉCIMO-. Declarar EXEQUIBLE la expresión “traslado por
protección” del artículo 155 de la Ley 1801 de 2016, en el entendido de que
(i) el traslado por protección “a un lugar destinado para tal fin” solo se podrá
aplicar en los municipios que cuenten con los lugares adecuados de atención y
protección de personas trasladadas; (ii) en el informe escrito exigido por el
parágrafo 3º del artículo 155 de la Ley 1801 de 2016 se deberá incluir, además
de la causal invocada, los hechos que dieron lugar al traslado y las razones por
las cuales se considera que esos hechos caben dentro de la causal; y (iii) la
persona sujeta al traslado podrá solicitar la cesación del mismo al superior
jerárquico que haya recibido el informe. Así mismo, se
declara INEXEQUIBLE el parágrafo 1º del artículo 155 de la Ley 1801 de
2016, y EXEQUIBLE el inciso 3º del mismo artículo, por los cargos
examinados y en los términos de esta sentencia.
DÉCIMO PRIMERO.- Declararse INHIBIDA para pronunciarse sobre la
constitucionalidad del artículo 157 de la Ley 1801 de 2016.
DÉCIMO SEGUNDO.- Declarar EXEQUIBLE el numeral 12 del artículo
205 de la Ley 1801 de 2016, por los cargos examinados.
Notifíquese, comuníquese, publíquese y archívese el expediente.