Humana/Orden Publico-Concepto/Poder de Policia-Fundamento y límite/ORDEN PUBLICO-Finalidad de La Preservación
Humana/Orden Publico-Concepto/Poder de Policia-Fundamento y límite/ORDEN PUBLICO-Finalidad de La Preservación
Humana/Orden Publico-Concepto/Poder de Policia-Fundamento y límite/ORDEN PUBLICO-Finalidad de La Preservación
Bogotá, D. C., treinta y uno (31) de agosto de dos mil cuatro (2004).
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
III. LA DEMANDA
El ciudadano considera que el aparte acusado viola los fines esenciales del
Estado pues concede a los alcaldes facultades que desbordan el ámbito
propio de la función de policía. Además, en su opinión, en fragmento viola
el derecho al trabajo al restringir la labor de muchas personas que expenden
licores y también vulnera la libertad de escoger profesión u oficio. De otro
lado, el ciudadano argumenta que existe una prohibición de establecer
requisitos adicionales a lo ya reglamentado y la Ley 232 de 1995 ya
determinó que la única restricción al uso del suelo es impuesta por los
concejos municipales, por lo que no podría el alcalde establecer limitación
alguna al expendio de bebidas embriagantes, que es un uso del suelo.
IV. INTERVENCIONES
Por tanto, según su parecer, las medidas adoptadas por el alcalde para
restringir o prohibir el expendio y consumo de bebidas embriagantes no
constituyen disposiciones de carácter general que limiten las libertades
públicas, sino el ejercicio efectivo de su función de policía, para dar
aplicación y cumplimiento a las disposiciones legales sobre la materia.
Todas estas medidas, agrega, son de carácter administrativo y obviamente
dependerán de situaciones concretas. Lógicamente, toda esta labor se
enmarca en el respeto a las libertades individuales.
Por último, la Vista Fiscal precisa que las medidas que los alcaldes pueden
adoptar deben ser proporcionadas, razonables y pueden ser objeto de
control. Y es que, según su parecer, las autoridades de policía gozan de
cierto margen de discrecionalidad para preservar el orden público, pero sin
exceder los límites de lo razonable.
Competencia
1.- La Corte Constitucional es competente para conocer de la presente
demanda en virtud del artículo 241 numeral 4º de la Carta, ya que la
disposición acusada hace parte de una ley de la república.
"Artículo 91. Funciones. Los alcaldes ejercerán las funciones que les
asigna la Constitución, la ley, las ordenanzas, los acuerdos y las que
le fueron delegadas por el Presidente de la república o gobernador
respectivo.
Problema jurídico
Para el demandante, dicho aparte viola los artículos 1º, 2º, 3º, 4º, 25, 26, 84,
113, 150-8, 300-8, 313-7, 315-1, 315-2 y 333 de la Carta, por cuanto
permite a los alcaldes restringir de manera general y permanente el
expendio y consumo de bebidas embriagantes. Para el actor, esta norma
desconoce que tal atribución sólo está en cabeza de los órganos de
representación plural, que tienen la facultad de legislar, ya que el aparte
demandado habilita al alcalde para introducir restricciones generales y
permanentes, que no son propias de sus funciones como autoridad de
policía. Para los intervinientes y el Procurador, la norma se ajusta al
5
Sentencia C-427 de 1996, Fundamento 2.
ordenamiento porque ella misma materializa la habilitación que el
legislativo le ha dado a los alcaldes para que cumplan ciertas funciones de
policía y establezcan algunas restricciones en cuanto al expendio y
consumo de estas bebidas, con la finalidad de preservar el orden público o
restablecerlo en caso de que fuera turbado. Para estos ciudadanos, la
demanda no debe entonces prosperar por cuanto el alcalde sólo puede
actuar en el marco de lo que el legislador le ha permitido y además sus
actos están sujetos a medidas de control judicial, a fin de garantizar su
legalidad, su razonabilidad y su proporcionalidad.
7
Estos criterios han sido reiterados ulteriormente. Ver, por ejemplo, entre otras, la sentencia C-1444 de
2000, Fundamento 3°.
La literatura jurídica sobre los medios de policía es enorme. Entre otros ver Georges Vedel. Derecho
Administrativo. Madrid, Aguilar, 1980, pp 680 y ss. Fernando Garrido Falla. Tratado de Derecho
Administrativo (10 Ed), Madrid, Tecnos, 1992, pp 138 y ss. En la doctrina colombiana, ver Jaime Vidal
Perdomo. Derecho Administrativo. Bogotá, Temis, 1994, pp 154 y ss.
8
Ver, entre otras, las sentencias C-024 de 1994, C-366 de 1996. C-110 de 2000 y C-492 de 2002.
9
Corte Suprema de Justicia. Sala Plena. Sentencia de abril 21 de 1982. M.P. Manuel Gaona Cruz.
Esta facultad que permite limitar en general el ámbito de las libertades
públicas en su relación con estos términos, generalmente se encuentra en
cabeza del Congreso, quien debe ejercerla obviamente dentro de los límites
de la Constitución. Excepcionalmente, también en los términos de la Carta,
ciertas autoridades administrativas pueden ejercer un poder de policía
subsidiario o residual10, como en el caso de la competencia de las asambleas
departamentales para expedir disposiciones complementarias a las previstas
en la ley.
22- De otro lado, es cierto que la distinción entre poder, función y actividad
de policía elaborada por la jurisprudencia constitucional colombiana no
corresponde terminológicamente a las construcciones conceptuales de
importantes doctrinantes. Así, muchos autores engloban genéricamente
bajo la categoría de poder de policía todas las facultades de restricción de
derechos por razones de orden público y establecen diferencias entre los
distintos medios para alcanzar ese cometido, que pueden ser
reglamentaciones generales, actos individuales o la ejecución material de
las medidas coactivas por parte del personal de policía. Tal es, por ejemplo,
la posición de muchos tratadistas franceses. Así, Georges Vedel señala que
las medidas de policía, que son desarrollo del poder de policía, “consisten,
bien en reglamentos, o bien en actos individuales” y que las “autoridades
de policía tienen el poder de tomar medidas reglamentarias o individuales
de policía”, mientras que el personal de policía se encarga de la ejecución 17.
Por su parte, Jean Rivéro también engloba todas las facultades de
limitación de derechos por razones de orden público dentro del concepto
general de poder de policía y señala que éste se desarrolla por tres vías: los
reglamentos generales, las decisiones particulares y el empleo de la
coerción o fuerza material, que es ejecutada por el personal de policía, que
debe ser distinguido de las autoridades de policía 18. Algunos sectores de la
doctrina nacional adoptan una clasificación semejante pues consideran que
el poder de policía es ejercido por distintos medios o medidas de policía,
que son la reglamentación, la adopción de medidas individuales y el uso de
la fuerza19. Otros autores, como Adolf Merkl, tienden a asumir una
clasificación diversa, pues insisten esencialmente en que la preservación
del orden público, que es el cometido esencial de la policía, puede
realizarse por el uso de medios jurídicos formales o por la coacción
policíaca material, de suerte que los primeros son “actos administrativos
establecedores de derechos”, mientras que los segundos representan un
“acto meramente ejecutivo”20. Algunos sectores de la doctrina española
usan una concepción semejante, pues consideran que los medios de
desarrollo del poder de policía son esencialmente dos: de un lado, las
reglamentaciones de policía, que son actos jurídicos y pueden ser
autorizaciones, órdenes y prohibiciones y, de otro lado, la coacción, que es
la ejecución material por el empleo de la fuerza21.
Otros casos en los que la Corte se ha referido a temas similares han sido los
siguientes. En la sentencia C-1444 de 2000 la Corte declaró inexequible el
numeral 3 del artículo 206 del Código Nacional de Policía, norma que
facultaba a los comandantes de policía y subestación para imponer la
presentación periódica ante el Comando de Policía a las personas que de
ordinario deambulaban por las calles en actitud de sospechosa inquisición
de bienes o personas. Este numeral fue declarado inexequible porque
concedía facultades a las autoridades de policía para imponer medidas
correctivas bajo criterios estrictamente subjetivos, con lo cual se permitía la
violación de derechos fundamentales como el debido proceso y la libertad
de locomoción.
26- Visto lo anterior, puede concluir la Corte que el ejercicio del poder de
policía se realiza a través de la expedición de la ley para delimitar derechos
constitucionales de manera general y abstracta, y establecer las reglas que
permiten su específica y concreta limitación para garantizar el control del
orden público; mientras que con la función de policía se hace cumplir la ley
por medio de actos administrativos y de acciones policivas. Con estos
criterios, entra la Corte a examinar la constitucionalidad del aparte acusado.
28. Como se dijo anteriormente, el aparte acusado hace parte del literal B
del artículo 91 de la Ley 136 de 1994, que señala las funciones de los
alcaldes “en relación con el orden público”. A su vez, el ordinal 2º de ese
literal, confiere al alcalde la facultad de “dictar para el mantenimiento del
orden público o su restablecimiento de conformidad con la ley, si fuera del
caso” ciertas medidas. Entre esas medidas se encuentra precisamente el
fragmento acusado, que hace parte de ese ordinal 2º del literal B), y
establece entonces la posibilidad que tienen los alcaldes de “restringir o
prohibir el expendio y consumo de bebidas embriagantes”. Esto significa
que literalmente la norma debe ser leída así.
“Los alcaldes ejercerán las funciones que les asigna la Constitución,
la ley, las ordenanzas, los acuerdos y las que le fueren delegadas por
el Presidente de la República o gobernador respectivo.
Además de las funciones anteriores, los alcaldes tendrán las
siguientes:
B) En relación con el orden público:
2. Dictar para el mantenimiento del orden público o su
restablecimiento de conformidad con la ley, si fuera del caso,
medidas tales como:
c) Restringir o prohibir el expendio y consumo de bebidas
embriagantes”
Igualmente, es claro que esa atribución debe ser ejercida conforme a la ley,
pues así lo dice expresamente el encabezado del ordinal 2° de ese artículo.
32- No sobra anotar que este tipo de decisiones son actos administrativos
concretos que se encuentran sometidos a control judicial si es que tienen
algún vicio, tales como falsa motivación o desviación de poder. En
conclusión la facultad conferida por el literal acusado es razonable,
proporcionada y de ninguna manera escapa al control pertinente, pues ése
es un postulado básico del Estado Social de Derecho.
36- Desde luego y sin duda alguna, el ejercicio de esta facultad debe ser
proporcional a los hechos que le sirven de causa y expresarse en términos
razonables ante los fines de la norma que la autoriza, según lo advierte el
artículo 36 del Código Contencioso Administrativo. Y es que debe
recordarse que, como esta Corte lo ha señalado, el ejercicio concreto de
esta función de policía, “además de los límites constitucionales y de
derecho internacional de los derechos humanos se encuentra sometida al
principio de legalidad, a la eficacia y necesidad del uso del poder, a la
proporcionalidad y razonabilidad de las medidas adoptadas, y al respeto
del principio de igualdad, porque las medidas de policía no pueden
traducirse en discriminaciones injustificadas de ciertos sectores de la
población”24. Por ello, cualquier desbordamiento puede ser impugnado
ante las correspondientes autoridades judiciales.
40- Por todo lo anterior, la Corte concluye que las acusaciones del actor
no son de recibo y por tanto la norma será declarada exequible por los
cargos estudiados en esta oportunidad.
VII. DECISION
Demanda de inconstitucionalidad
contra el artículo 91 (parcial) de la
Ley 136 de 1994 “Por medio de la
cual se dictan normas tendientes a
modernizar la organización y el
funcionamiento de los municipios”.
Magistrado Ponente:
Rodrigo Uprimny Yepes
Con el respeto acostumbrado manifiesto, tal como lo expresé en la sesión
correspondiente de la Sala Plena, que si bien comparto la decisión
adoptada en la parte resolutiva, estimo que según motivación de la
sentencia hay “posibles discrepancias doctrinarias sobre la distinción
entre poder, función y actividad de policía”, no obstante eso y que “es
cierto que la distinción entre poder, función y actividad de policía
elaborada por la jurisprudencia constitucional colombiana no
corresponde terminológicamente a las construcciones conceptuales de
importantes doctrinantes”, son pertinentes algunas precisiones.
Así las cosas y si bien como doctrinante, puedo estar más cerca de
aquellas orientaciones que prefieren englobar nociones y atribuciones
como las que la Constitución y la ley califican de “policía”, “policía
administrativa”, “atribuciones ordinarias de las autoridades de
policía”, dentro de la noción o de “actividades de limitación de
derechos”, es lo cierto que conforme al contexto constitucional de 1991
el concepto mismo de actividad de policía como haz de atribuciones
ordinarias de autoridades de policía tiene una connotación específica y
que debe terminológicamente mantenerse dentro del elenco de
actividades, potestades, atribuciones y facultades de las autoridades del
Estado. Pero la conceptualización que puede darse a la misma debe
responder al contexto propio de la Constitución de 1991 y no
necesariamente a construcciones que la propia jurisdicción constitucional
haya elaborado con antelación.
Fecha ut supra
Fecha ut supra.