C-245-96 Soberania Popular
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CONGRESISTA-Inviolabilidad
Las actuaciones frente a los funcionarios que gozan de fuero especial -penal y
disciplinario- es de índole judicial, el régimen aplicable a los jueces se hace
extensivo a los congresistas, y ello implica de suyo “una responsabilidad
personal”, que evidentemente trae como consecuencia el que su proceder deba
ser público y no secreto, pues únicamente siendo de público conocimiento a la
actuación singular puede imputarse dicha responsabilidad. Lo anterior
encuentra respaldo en el artículo 228 de la Constitución Política, cuando
dispone que la Administración de Justicia es función pública y sus actuaciones
serán públicas y permanentes con las excepciones que establezca la ley; cabe
señalar que entre estas excepciones no se encuentran los juicios que adelanta el
Congreso de la República a los altos funcionarios, excepciones que, como se ha
señalado, no cabe admitir cuando su consagración puede llevar a eludir o
descartar la responsabilidad penal de quien administra justicia, así sea de
manera transitoria. Ya en el plano de la función judicial -especial- que ejerce el
Congreso, como son los juicios que adelanta contra funcionarios que gozan de
fuero constitucional especial, referido a delitos cometidos en el ejercicio de
funciones o a indignidad por mala conducta, su actuación debe someterse a los
principios generales de esa función pública.
JUSTICIA REGIONAL-Fundamentos
El literal b) del artículo 131 de la ley 5a. de 1992, es inexequible, por cuanto se
refiere a una actuación de índole judicial que desarrolla el Congreso de la
República de conformidad con la atribución especial dispuesta en el artículo
116 de la Constitución Política. Por ende, para efectos de establecer la
responsabilidad personal del congresista que actúa como juez, la votación
deberá ser nominal y pública, en los términos del inciso segundo del artículo
130 de la ley 5a. de 1992, inciso segundo. Dicha votación podría hacerse por
los medios técnicos de que disponen las Cámaras, siempre y cuando puedan ser
plenamente identificados la persona del congresista y su correspondiente voto.
Magistrado Ponente:
Dr. VLADIMIRO NARANJO MESA
I. ANTECEDENTES
III. LA DEMANDA
Estima el actor que las disposiciones acusadas son violatorias de los artículos 1,
2, 6, 13, 20, 29, 90, 95, 228, 229 y 230 de la Constitución Política de Colombia.
2. Fundamentos de la demanda
En el aspecto material, señala, la razón de ser del artículo tiene que ver con la
estabilidad del funcionario y la normalidad en el ejercicio del poder, pues la
contingencia de un constante asedio judicial al ejercicio de las funciones
públicas, al funcionamiento del Congreso, a la actividad de los magistrados,
pone en entredicho la gobernabilidad y la consecución de los intereses generales.
En este sentido, estima que la norma no consigna una discriminación como lo
denuncia el demandante.
Por último, señala que el principio de la libertad del procesado constituye una
garantía constitucional que hace parte del derecho al debido proceso, y que, por
lo tanto, la norma acusada ya habría generado derechos adquiridos para los
servidores que pudieran ser sometidos a juzgamiento, no obstante exista la
posibilidad de que la norma sea modificada.
Sin embargo, y dentro del mismo orden de ideas, la contenida en el literal b),
relacionada con la votación secreta " Para decidir sobre proposiciones de
acusación ante el Senado, o su admisión o rechazo por parte..." del Congreso de
la República, es una función de tipo eminentemente jurisdiccional, y como tal,
fundamentalmente pública. En ese sentido, continua el representante del
Ministerio Público, aunque es cierto que dentro ciertos procesos especiales se
decreta, para algunas etapas, la reserva de su contenido (al público, no a los
sujetos procesales), no es menos cierto que el juez está en la obligación de
fundamentar sus decisiones y que dicha obligación no desaparece por ser el juez
de carácter colegiado o por ejercer dichas funciones el mismo Congreso de la
República.
Para la Procuraduría es claro que la responsabilidad que tienen los jueces dentro
del proceso y a la hora de emitir su decisión es de carácter personal, y que la
misma se diluye inconstitucionalmente cuando el fallo no está debidamente
fundamentado, porque con ello se cercena la posibilidad de impugnarlo; o
cuando no es posible conocer la distribución de los votos sucedida al interior de
la decisión de un juez colegiado; o, así mismo, cuando no se puede determinar la
identidad del juez porque su personalidad se ha difuminado a través del secreto
de su votación.
En cuanto al artículo 337 de la ley 5a del 92, afirma el representante del
Ministerio Público que, de acuerdo con lo preceptuado por la Corte
Constitucional en su Sentencia C-222 de 1996, puede establecerse que la
asignación de fueros en favor de ciertos altos cargos, garantiza el correcto
ejercicio de la función pública, e impide que otras de las ramas del poder
público interfieran en aquélla, poniendo en peligro el sistema de colaboración
equilibrada existente al interior del aparato estatal.
1. La competencia
Por dirigirse la demanda contra una disposición que forma parte de una ley de la
República, es competente la Corte Constitucional para decidir sobre su
constitucionalidad, según lo prescribe el artículo 241-4 de la Carta
Fundamental.
“.............................................................................................”
La participación ciudadana de que trata el artículo 40 de la Carta Política es
principio esencial para la transparencia que debe caracterizar todos los actos de
las distintas ramas y órganos del poder público. En el caso concreto de los actos
del Congreso, dicha transparencia se busca a través de la publicidad de dichos
actos. Ello tiene relación, también, con el ejercicio del derecho fundamental a la
información establecido en el artículo 20 de la Carta Política que garantiza a
toda persona la libertad de informar y de recibir información veraz e imparcial.
El principio general es, pues, el de que las sesiones del Congreso son públicas.
Obviamente las limitaciones que establezcan el reglamento del Congreso y el de
cada una de sus Cámaras, a las cuales se refiere la norma, no pueden, en ningún
momento, vulnerar preceptos constitucionales ni desconocer el espíritu de la
Constitución que, como se ha dicho, es el de que el ciudadano elector pueda,
ejercer amplia vigilancia y control sobre los actos de sus elegidos. En aplicación
del artículo 144 de la Carta, el legislador puede establecer reserva sobre
determinados actos, siempre que exista una razón constitucional del mismo
rango que el principio de la soberanía popular, para justificar de manera
objetiva, razonable y proporcionada la reserva. Así por ejemplo, en ejercicio de
la función electoral, como más adelante se explicará, puede aceptarse que el acto
individual pueda ser reservado, con miras a preservar la autonomía del
sufragante, en tratándose de la provisión de cargos.
“Artículo 185.- Los congresistas serán inviolables por las opiniones y los votos
que emitan en el ejercicio del cargo, sin perjuicio de las normas disciplinarias
contenidas en el reglamento respectivo”.
Dicha inviolabilidad consiste en que un congresista no puede ser perseguido en
razón a las opiniones expresadas durante el curso de su actividad parlamentaria
ni por los votos que emita, como dice la norma, en ejercicio del cargo. Es una
institución que nace con el parlamento moderno y que busca garantizar la
independencia de éste frente a los otros poderes, especialmente frente al poder
Ejecutivo. Pero en manera alguna puede interpretarse el artículo 185 en el
sentido de que la inviolabilidad signifique una excepción al principio general de
la publicidad de los actos del Congreso, ni, menos aún, implique inmunidad
judicial. Para que el legislador sea inviolable por sus votos y opiniones no se
requiere que éstos se mantengan bajo reserva. Por el contrario la inviolabilidad o
inmunidad cobran sentido justamente frente a un acto y un juicio públicos.
Debe entenderse pues que la inviolabilidad opera en los casos en que los
congresistas están ejerciendo su función legislativa, su función constituyente
derivada, su función de control político sobre los actos del Gobierno y de la
Administración y, eventualmente, su función administrativa, como es la de
provisión de ciertos cargos. Pero cosa muy distinta ocurre cuando los
congresistas, revestidos de la calidad de jueces, ejercen función jurisdiccional,
como ocurre en los juicios que se adelanten contra funcionarios que gozan de
fuero constitucional, especial (arts. 174, 175, 178-3, 178-4 y 199). Dichos
juicios son, por definición constitucional, públicos, así lo establece el artículo
175 numerales 1o. y 4o. Para la Corte es claro que en este caso los congresistas
asumen la calidad de jueces, tal como la Corte lo explicó en reciente
jurisprudencia (Sentencia N° C-222 de 1996).
“Sin perjuicio de que las decisiones que se adopten sean colegiadas, los
miembros de las Cámaras, en su condición de jueces, asumen una
responsabilidad personal, que incluso podría tener implicaciones
penales.”(Sentencia N° C-222 de 1996, Magistrado Ponente, doctor Fabio
Morón Díaz). (Negrillas fuera de texto).
Así entonces, y entendiendo que las actuaciones frente a los funcionarios que
gozan de fuero especial -penal y disciplinario- es de índole judicial, el régimen
aplicable a los jueces se hace extensivo a los congresistas, y ello implica de suyo
“una responsabilidad personal”, que evidentemente trae como consecuencia el
que su proceder deba ser público y no secreto, pues únicamente siendo de
público conocimiento a la actuación singular puede imputarse dicha
responsabilidad. Lo anterior encuentra respaldo en el artículo 228 de la
Constitución Política, cuando dispone que la Administración de Justicia es
función pública y sus actuaciones serán públicas y permanentes con las
excepciones que establezca la ley; cabe señalar que entre estas excepciones no
se encuentran los juicios que adelanta el Congreso de la República a los altos
funcionarios, excepciones que, como se ha señalado, no cabe admitir cuando su
consagración puede llevar a eludir o descartar la responsabilidad penal de quien
administra justicia, así sea de manera transitoria.
Cabe, por otra parte, señalar que en el caso de la denominada “justicia sin
rostro”, el legislador, en ejercicio de la facultad otorgada por el propio artículo
228 de la Carta, ha estimado necesario preservar de manera especial bienes
jurídicos de alto valor, que por las particulares y especialmente graves
modalidades delictivas de que conoce, puede afectar en alto grado la
convivencia social y la seguridad ciudadana. Son entonces, las actuales
condiciones de grave alteración del orden público las que justifican, como lo ha
reconocido la Corte Constitucional, la protección de la identidad de los
funcionarios que conforman la justicia regional. A lo anterior debe agregarse el
carácter eminentemente transitorio que la identifica, tal como lo dispone el
inciso segundo del artículo 205, transitorio, de la ley 270 de 1996, “Estatutaria
de la Administración de Justicia”, que textualmente señala: “En todo caso, la
Justicia Regional dejará de funcionar a más tardar el 30 de junio de 1999.”
“........................................................”
“No cabe duda a esta Corte en el sentido de que reglas como las de
protección de la identidad de los servidores públicos que intervienen ante
los jueces regionales o de los testigos que declaran dentro de esos procesos
adquieren el carácter de indispensables para asegurar que los delitos van a
ser investigados y castigados en bien de la comunidad.
Conviene, por otra parte, aclarar a este respecto que no es necesario identificar
públicamente al juez para lograr el fin de la labor de administrar justicia, pues la
actuación de aquél es, de todas formas, pública y debe estar debidamente
fundamentada, de manera que se pueda colegir de ella cualquier responsabilidad.
Es pertinente aclarar que para los efectos de la responsabilidad penal el llamado
“juez sin rostro” resulta plenamente identificable a través de los procedimientos
establecidos para ello. Los vicios o desviaciones en la independencia del
funcionario judicial, lo mismo que su imparcialidad técnica y científica, están
sujetos, pues, a los recursos legales y, como se anotó, eventualmente a las
responsabilidades que se deriven de su actuación ilegal.
Por otra parte, en relación con la afirmación hecha por el señor ministro del
Interior, en el sentido de que “...en los reglamentos de distintas corporaciones se
acude de manera reiterada al uso del voto secreto. Es así como el artículo 35 del
acuerdo N° 05 de octubre 15 de 1992 del Reglamento de la Corte Constitucional
dispone que ‘las votaciones serán ordinarias, nominales y secretas... las
votaciones secretas se harán mediante papeleta’”, ello no es del todo cierto, pues
1
El magistrado Alejandro Martínez Caballero salvó su voto en esta decisión.
la votación secreta en las altas corporaciones de justicia tiene lugar únicamente
en casos de elecciones, pero nunca para el ejercicio de la labor propiamente
judicial.
Por lo demás, en cuanto al voto secreto, cabe señalar que la única votación
secreta prevista en la Carta Política es la del artículo 258, que establece:
Nótese que, una vez más, se trata de elecciones, es decir de provisión de cargos
mediante el voto.
Sostuvo igualmente el señor ministro del Interior, como argumento para solicitar
la exequibilidad del literal b) del artículo 131 demandado, que el voto secreto
buscaba la independencia y seguridad del congresista. Considera la Corte que,
en cuanto a la independencia, ella no se ve comprometida porque el voto sea
público o nominal; por el contrario es una oportunidad que tiene el congresista
para demostrar la independencia que debe animar todos sus actos en cuanto tal.
2.4 Exequibilidad de los literales a) y c) del artículo 131 de la Ley 5a. de 1992
Respecto de los otros dos literales contenidos en el artículo 131, es decir los
literales a) y c), la Corte considera que ambas normas son exequibles, por las
razones que a continuación se explican:
En el caso del literal a) que reza: ”cuando se deba hacer una elección”, se
justifica plenamente el voto secreto. En estos casos el acto de elegir es un acto
de carácter eminentemente político, mediante el cual el ciudadano -en este caso
el congresista- hace efectivo el pleno ejercicio de la soberanía de la cual es
titular (Art. 3 C.P.).
En estos casos con el voto secreto se busca garantizar la plena independencia del
elector, sin que sea posible indagarle a quien favorece con su elección. Por lo
demás, tratándose de elecciones, incluídas las que el Congreso hace, el voto
secreto encuentra pleno respaldo constitucional en los artículos 190 y 258 de la
Carta Política.
Por otra parte, el que el voto sea secreto en tratándose de decidir sobre amnistías
o indultos, resulta justificable habida cuenta de que estas decisiones se adoptan
con fines de orden público y como señala la Constitución deben obrar graves
motivos de conveniencia pública a cuyo amparo el voto secreto puede tener
plena validez. Estas amnistías e indultos recaen por lo general, sobre grupos
indeterminados de individuos que se han visto comprometidos en movimientos
alzados en armas.
Resulta claro pues, que la norma del artículo 185 de la Carta Política refiere su
contenido a la actividad legislativa como función de orden genérico, razón por la
cual los literales a) y c) de la norma demandada no son contrarios a la
Constitución.
Así entonces, es evidente que la norma demandada establece una diferencia con
el procedimiento ordinario penal, pero la misma se encuentra plenamente
justificada con los argumentos anteriormente anotados, de manera que no se
produce discriminación alguna que pueda afectar el principio de igualdad. Los
argumentos anteriores son suficientes para que esta Corporación decida que el
artículo 337 de la ley 5a. de 1992, no viola los artículos 13 y 29 de la
Constitución Política.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional, oído el
concepto del señor Procurador General de la Nación y cumplidos los trámites
previstos en el decreto 2067 de 1991, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE
VOTO SECRETO/CONGRESISTA-Inviolabilidad/PRESUNCION DE
LA BUENA FE (Salvamento de voto)
Con mi acostumbrado respeto por las decisiones que constan en las sentencias
de la Corte Constitucional, manifiesto las razones que me hacen disentir de la
inexequibilidad del literal b) del artículo 131 de la ley 5a. de 1992, que se ha
declarado. Pienso, por el contrario, que esta norma es EXEQUIBLE. Los
motivos que sustentan mi convicción son los siguientes:
“Artículo 185.- Los congresistas serán inviolables por las opiniones y los
votos que emitan en el ejercicio del cargo, sin perjuicio de las normas
disciplinarias contenidas en el reglamento respectivo”.
Pues bien: todas estas funciones exigen una absoluta independencia de los
congresistas: las dos primeras, frente a los intereses particulares, pues al
reformar la Constitución o al dictar las leyes, deberán tener en cuenta la
primacía del interés general; y las dos últimas, frente a los gobernantes cuya
conducta deben juzgar, y frente a la oposición y a los acusadores, la justicia de
cuyos reclamos y denuncias tienen que examinar.
Sea lo primero decir que uno de los dos principios debe prevalecer, porque no
tendría sentido que fueran del mismo valor y que no hubiera manera de desatar
el conflicto entre ellos.
A esta finalidad obedece la norma del artículo 131 de la ley 5a. de 1992, que
consagra el voto secreto “Para decidir sobre proposiciones de acusación ante
el Senado, o su admisión o rechazo por esta Corporación”.
En tales casos, el voto secreto puede ser una dificultad para definir la
responsabilidad, pero no lo hace imposible.
Conclusión.-
Por eso, juzgo que la norma contenida en el literal b) del artículo 131 de la ley
5a. de 1992, no es contraria a la Constitución.