sanción/DERECHO DISCIPLINARIO-Procedimiento en Imputación de Falta e Imposición de Sanción
sanción/DERECHO DISCIPLINARIO-Procedimiento en Imputación de Falta e Imposición de Sanción
sanción/DERECHO DISCIPLINARIO-Procedimiento en Imputación de Falta e Imposición de Sanción
UNIDAD NORMATIVA-Integración
DERECHO DISCIPLINARIO-Relación
PROCESO DISCIPLINARIO-Intervinientes
De acuerdo con el régimen legal vigente, los intervinientes en el proceso
disciplinario son la autoridad administrativa o judicial que adelanta el
proceso, los sujetos procesales y el quejoso.
En principio, podrían hacerlo como simples quejosos, esto es, como terceros
interesados en la defensa del ordenamiento jurídico y, en consecuencia, en la
investigación de la falta cometida y en la sanción de los responsables. No
obstante, para la Corte, es claro que la calidad de víctimas o perjudicados
con tales faltas, los habilita para intervenir no sólo como interesados en la
defensa del ordenamiento jurídico, sino como personas portadoras de un
interés legítimo y directo en las resultas del proceso disciplinario. Es decir,
las víctimas o perjudicados son personas legitimadas para acceder al
proceso dado que son los titulares de los bienes jurídicos vulnerados como
consecuencia inescindible y directa de la infracción del deber implícita en la
falta disciplinaria. Esta condición, convierte a las víctimas o a los
perjudicados en portadores de un interés directo en el ejercicio de la potestad
sancionadora del Estado y en la realización de la justicia disciplinaria. Es
decir, los habilita para intervenir, pero no como simples terceros, sino como
verdaderos sujetos procesales.
PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES-Tensión/REVOCATORIA
DE FALLO DISCIPLINARIO-Tensión entre principios
constitucionales
Magistrado Ponente:
Dr. JAIME CÓRDOBA TRIVIÑO
SENTENCIA
LEY 734
05/02/2002
DECRETA:
II. LA DEMANDA
A. Competencia de la Corte
B. Consideraciones
1. Unidad normativa
ordinarias que no son objeto de control previo u oficioso, pese a que contra las mismas no se hubiere
dirigido demanda alguna. Se trata de aquellos eventos en los cuales procede la integración de la unidad
normativa. Sin embargo, para que, so pretexto de la figura enunciada, la Corte no termine siendo juez
oficioso de todo el ordenamiento jurídico, la jurisprudencia ha señalado que la formación de la unidad
normativa es procedente, exclusivamente, en uno de los siguientes tres eventos.|| En primer lugar, procede la
integración de la unidad normativa cuando un ciudadano demanda una disposición que, individualmente, no
tiene un contenido deóntico claro o unívoco, de manera que, para entenderla y aplicarla, resulta
absolutamente imprescindible integrar su contenido normativo con el de otra disposición que no fue
acusada. En estos casos es necesario completar la proposición jurídica demandada para evitar proferir un
fallo inhibitorio. || En segundo término, se justifica la configuración de la unidad normativa en aquellos
casos en los cuales la disposición cuestionada se encuentra reproducida en otras normas del ordenamiento
que no fueron demandadas. Esta hipótesis pretende evitar que un fallo de inexequibilidad resulte inocuo. ||
Por último, la integración normativa procede cuando pese a no verificarse ninguna de las hipótesis
anteriores, la norma demandada se encuentra intrínsecamente relacionada con otra disposición que, a
primera vista, presenta serias dudas de constitucionalidad. En consecuencia, para que proceda la
integración normativa por esta ultima causal, se requiere la verificación de dos requisitos distintos y
concurrentes: (1) que la norma demandada tenga una estrecha relación con las disposiciones no
cuestionadas que formarían la unidad normativa; (2) que las disposiciones no acusadas aparezcan, a
primera vista, aparentemente inconstitucionales. A este respecto, la Corporación ha señalado que “es
legítimo que la Corte entre a estudiar la regulación global de la cual forma parte la norma demandada, si
tal regulación aparece prima facie de una dudosa constitucionalidad. || Salvo los tres casos mencionados,
no es conducente, de ninguna manera, la integración de la unidad normativa”. Corte Constitucional,
Sentencia C-539-99.
disciplinario. Por el contrario, si se afirma su carácter de sujetos procesales,
se legitima su intervención procesal y se les permite impugnar el fallo
absolutorio, solicitar su revocatoria o cuestionarlo ante la jurisdicción
contenciosa.
2. Problemas jurídicos
La autoridad que conoce del proceso puede ser judicial, cual es el caso de los
Consejos Superior y Seccionales de la Judicatura, cuando investigan a
magistrados, jueces y abogados; o también administrativa, como ocurre con
las entidades administrativas a las que está vinculado el disciplinado, con las
personerías y con la Procuraduría General de la Nación.
En ese sentido, para la Corte, si bien la regla general indica que en el derecho
disciplinario no existen víctimas por cuanto las faltas remiten a infracciones
de deberes funcionales y no a lesiones de derechos, de manera excepcional
puede hablarse de víctimas de una falta disciplinaria cuando de la infracción
del deber que la constituye surge, de manera inescindible y directa, la
violación del derecho internacional de los derechos humanos o del derecho
internacional humanitario.
10. Ahora bien, en esos supuestos, ¿Con qué calidad intervienen la víctimas
o los perjudicados?.
En principio, podrían hacerlo como simples quejosos, esto es, como terceros
interesados en la defensa del ordenamiento jurídico y, en consecuencia, en la
investigación de la falta cometida y en la sanción de los responsables. No
obstante, cabe plantearse el siguiente interrogante: ¿En el caso de las faltas
disciplinarias en las que la infracción del deber remite a violaciones al
derecho internacional de los derechos humanos y al derecho internacional
humanitario, las víctimas o los perjudicados con esos comportamientos se
encuentran en la misma situación en que se halla cualquier ciudadano para
intervenir en el proceso con la sola calidad de quejoso y con las muy limitadas
atribuciones que a él se le reconocen?. O, por el contrario, ¿el contenido de
injusticia del comportamiento, sin desnaturalizar la infracción de deberes
funcionales como fundamento de la imputación disciplinaria, habilita a la
víctima o al perjudicado para intervenir con una calidad superior a la de un
simple tercero?. Para la Corte, es claro que la calidad de víctimas o
perjudicados con tales faltas, los habilita para intervenir no sólo como
interesados en la defensa del ordenamiento jurídico, sino como personas
portadoras de un interés legítimo y directo en las resultas del proceso
disciplinario.
13. Hasta este momento, el concepto de víctima ha sido privativo del derecho
penal. En este campo, durante mucho tiempo, a las víctimas se les reconoció
una legitimidad ligada exclusivamente a sus intereses patrimoniales: Ya que
el delito genera un daño social y un daño particular de connotaciones
patrimoniales, las víctimas podían acceder al proceso penal sólo en procura de
la realización de sus expectativas económicas pero de la reparación del daño
social se ocupaba únicamente el Estado a través de sus servidores. Este era un
espacio vedado para la víctima o el perjudicado con una conducta punible
pues se temía que si a él accedía la víctima, se privatizara el ejercicio de la
acción penal y el proceso se convirtiera en un ámbito idóneo para
retaliaciones y vindictas.
Ante ello, el panorama no podía ser más desalentador: El titular del bien
jurídico vulnerado con el delito tenía un difícil acceso al proceso penal y, una
vez en él, se le reconocían unas facultades sustancialmente limitadas e
incompatibles con esa calidad. Además, cuando no existían posibilidades de
reparación del daño, su intervención terminaba por ser simplemente
simbólica.
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Con este pronunciamiento se consolidó una línea jurisprudencial ya planteada en las Sentencias C-740-01,
C-1149-01 y SU-1184-01.
Se ha indicado ya que en esos supuestos excepcionales existen víctimas o
perjudicados con faltas disciplinarias y que éstos están legitimados para
concurrir al proceso disciplinario no como terceros sino como sujetos
procesales y, desde luego, con todas las facultades que se reconocen a éstos.
En ese marco, cabe interrogarse, ¿Cuál es el sentido de su intervención en ese
proceso?. La respuesta es clara: Las víctimas o perjudicados con una falta
disciplinaria constitutiva de una violación del derecho internacional de los
derechos humanos o del derecho internacional humanitario están legitimadas
para intervenir en el proceso disciplinario para que en éste se esclarezca la
verdad de lo ocurrido, es decir, para que se reconstruya con fidelidad la
secuencia fáctica acaecida, y para que en ese específico ámbito de control esas
faltas no queden en la impunidad. Es decir, tales víctimas o perjudicados
tienen derecho a exigir del Estado una intensa actividad investigativa para
determinar las circunstancias en que se cometió la infracción al deber
funcional que, de manera inescindible, condujo al menoscabo de sus derechos
y a que, una vez esclarecidas esas circunstancias, se haga justicia
disciplinaria.
16. Esto es así por cuanto, cuando un sujeto disciplinable ha infringido los
deberes funcionales que le incumben como servidor público o como particular
que desempeña funciones públicas y cuando esa infracción constituye también
una violación del derecho internacional de los derechos humanos o del
derecho internacional humanitario, a las víctimas o perjudicados les asiste
legitimidad para exigir del Estado el esclarecimiento de los hechos, la
imputación de una infracción a los deberes funcionales del sujeto
disciplinable, la formulación de un juicio de responsabilidad de esa índole, la
declaración de tal responsabilidad y la imposición de las sanciones previstas
en el ordenamiento jurídico. Es decir, en tales eventos, las víctimas tienen un
derecho a la verdad y a la justicia disciplinarias pues la afirmación de su
dignidad, el reconocimiento y realización de sus derechos y, por esa vía, la
promoción de la convivencia pacífica y la consecución de un orden justo, no
se circunscriben únicamente al ejercicio del poder punitivo del Estado sino
que se extiende a todas las esferas de la vida pública y privada y, desde luego,
también al ejercicio de la potestad estatal disciplinaria.
17. Estos derechos de las víctimas de las indicadas faltas disciplinarias son
compatibles con la legitimidad de los distintos juicios de responsabilidad que
pueden generarse a partir de una misma conducta y con los derechos
correlativos que en cada uno de esos espacios le asisten al imputado.
De la misma manera, en cada uno de esos ámbitos, y para los supuestos que
aquí se analizan, existe una legítima expectativa de reconocimiento y
realización de los derechos de las víctimas: En el proceso penal, ello se
circunscribe a que se demuestre la vulneración de un bien jurídico, a que ese
comportamiento no quede en la impunidad y a que se repare el daño causado.
Y en el proceso disciplinario, se trata de demostrar la infracción del deber
funcional del sujeto disciplinable y de imponer una sanción consecuente con
ello.
Con todo, es claro para la Corte que en el proceso disciplinario, las víctimas
no pueden pretender el reconocimiento del derecho a la reparación pues esta
pretensión no está ligada directamente a la infracción del deber funcional que
vincula al sujeto disciplinable con el Estado, sino que está vinculada con el
daño causado al bien jurídico de que aquellas son titulares. Y bien se sabe
que la protección de tales bienes jurídicos y la reparación del daño a ellos
causado es inherente a la jurisdicción y escapa a la órbita del derecho
disciplinario.
19. Hasta este momento, la Corte ha demostrado que por regla general no
existen víctimas o perjudicados con una falta disciplinaria y éstos sólo pueden
concurrir, de manera excepcional, cuando se trata de faltas que constituyen
violaciones del derecho internacional humanitario o del derecho internacional
de los derechos humanos. Ha inferido también que en estos supuestos las
víctimas o perjudicados están legitimados para intervenir en el proceso
disciplinario en calidad de sujetos procesales y, en consecuencia, para ejercer
todas las facultades inherentes a ellos. Finalmente, ha concluido que esa
intervención se orienta al reconocimiento de los derechos que tienen las
víctimas al esclarecimiento y conocimiento de la verdad y a la realización de
la justicia disciplinaria.
Nótese cómo ese régimen y los principios en que se basa, guardan armonía
con los fundamentos constitucionales de la administración pública. De una
parte, porque la revocabilidad de los actos administrativos generales,
impersonales y abstractos, le permite a la administración ajustar su actuación
a la ley o adecuarla a las necesidades impuestas por el interés público o social
o a la equidad y, de esta forma, orientarse a la realización de los fines que le
asisten en una democracia. Y, de otra parte, porque la intangibilidad de los
actos administrativos de carácter particular y concreto, asegura los derechos
adquiridos por los particulares y les garantiza que éstos sólo podrán ser
removidos del mundo jurídico si se cuenta con su consentimiento expreso y
escrito o si, en ausencia de él, así lo dispone la jurisdicción contencioso
administrativa.
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En la doctrina se distingue entre la legitimidad de un acto, entendida como su compatibilidad con la ley, y la
conveniencia de un acto, entendida como su armonía con el interés público o social. De esa distinción se
infiere que el cuestionamiento de la legitimidad de un acto da lugar a su anulación, en tanto que su
desarmonía con el interés público o social da lugar a su revocatoria. No obstante, en nuestro país el régimen
general de la revocatoria de los actos administrativos prevé como causas situaciones ligadas a la
constitucionalidad y legalidad del acto, al interés público o social y a la equidad. Es decir, la revocación de
los actos de la administración, en estricto sentido, no se ajusta al carácter de que ella se ha dotado en otros
contextos.
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Es preciso advertir que la jurisprudencia contencioso administrativa ha realizado dos interpretaciones del
artículo 73 del Código Contencioso Administrativo, relativo a la revocatoria directa de los actos
administrativos de efectos particulares y concretos.
Esta es una cláusula general de inmutabilidad de los actos administrativos de
carácter particular y concreto. De acuerdo con ella, los actos de esa índole no
son revocables por la administración. Para que esa revocación proceda debe
contarse con el consentimiento expreso y escrito del titular del derecho
generado por ese acto. Sin embargo, el acto, pese a su carácter particular y
concreto, es revocable sin el consentimiento del titular del derecho por él
generado en las dos hipótesis ya indicadas: Si se trata de un acto presunto
positivo o si es evidente que ocurrió por medios ilegales. Estas hipótesis
constituyen causas legales de revocatoria de actos administrativos que operan
como excepciones al principio de inmutabilidad de los actos administrativos
particulares y concretos y que se orientan al aseguramiento de la legalidad de
la actuación de la administración.
De acuerdo con la primera de tales interpretaciones, esa disposición consagra una sola excepción al principio
de inmutabilidad de los actos administrativos de carácter particular y concreto: Hay lugar a la revocatoria
directa de un acto de esa índole, sin el consentimiento del particular, cuando se trata de un acto producto del
silencio administrativo positivo y se incurrió en él por medios ilegales. Esta postura se advierte, por ejemplo,
en el auto del 2 de mayo de 1996, de la Sección Primera de la Sala de lo Contencioso Administrativo del
Consejo de Estado.
De acuerdo con la segunda interpretación, el artículo citado consagra dos excepciones al principio de
inmutabilidad de los actos administrativos de carácter particular y concreto: La primera, cuando se trata de
actos administrativos presuntos, los que pueden revocarse con base en las causales consagradas en el artículo
69 de ese Estatuto; la segunda, cuando se trata de actos que ocurrieron por medios ilegales. Esta
interpretación se advierte, por ejemplo, en la Sentencia del 16 de febrero de 2001 de la Sección Tercera de la
Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado y en la Sentencia de 16 de julio de 2002 de la
Sala de lo Contencioso Administrativo de esa Corporación.
La Corte Constitucional inicialmente se inclinó también por la primera interpretación. Así se advierte, por
ejemplo, en las Sentencias T-584-92, T-347-94, T-144-95, T-189-95, T-202-95 y T-246-96. No obstante,
desde un precedente de 1993, admitió que con base en el inciso segundo del artículo 73 del Código
Contencioso Administrativo, la administración podía revocar directamente un acto expreso de carácter
particular o concreto, sin el consentimiento del particular, si era evidente que había ocurrido por medios
ilegales. Esta línea jurisprudencial se advierte en las Sentencias T-230-93, T-376-96, T-639-96 y T-336-97.
Esta interpretación, desde luego, es mucho más compatible con los fundamentos constitucionales de la
institución y con el condicionamiento de la protección que la Constitución confiere a los derechos, a su
adquisición con arreglo a las leyes civiles.
23. La revocatoria directa de los fallos disciplinarios se encuentra consagrada
en los artículos 122 a 127 de la Ley 734 de 2002 5. Las características
fundamentales de tal régimen son las siguientes:
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El texto de estas disposiciones es el siguiente:
Artículo 122. Procedencia. Los fallos sancionatorios podrán ser revocados de oficio o a petición del
sancionado, por el Procurador General de la Nación o por quien los profirió.
Artículo 123. Competencia. Los fallos sancionatorios podrán ser revocados por el funcionario que los
hubiere proferido o por su superior funcional.
Parágrafo. El Procurador General de la Nación podrá revocar de oficio los fallos sancionatorios expedidos
por cualquier f uncionario de la Procuraduría, o asumir directamente el conocimiento de la petición de
revocatoria, cuando lo considere necesario, caso en el cual proferirá el fallo sustitutivo correspondiente.
Artículo 124. Causal de revocación de los fallos sancionatorios. Los fallos sancionatorios son revocables
sólo cuando infrinjan manifiestamente las normas constitucionales, legales o reglamentarias en que deben
fundarse. Igualmente cuando con ellos se vulneren o amenacen manifiestamente los derechos fundamentales.
Artículo 125. Revocatoria a solicitud del sancionado. El sancionado podrá solicitar la revocación total o
parcial del fallo sancionatorio, siempre y cuando no hubiere interpuesto contra el mismo los recursos
ordinarios previstos en este código.
La solicitud de revocatoria del acto sancionatorio es procedente aun cuando el sancionado haya acudido a la
jurisdicción contencioso administrativa, siempre y cuando no se hubiere proferido sentencia definitiva. Si se
hubiere proferido, podrá solicitarse la revocatoria de la decisión por causa distinta a la que dio origen a la
decisión jurisdiccional.
La solicitud de revocación deberá decidirla el funcionario competente dentro de los tres meses siguientes a la
fecha de su recibo. De no hacerlo, podrá ser recusado, caso en el cual la actuación se remitirá inmediatamente
al superior funcional o al funcionario competente para investigarlo por la Procuraduría General de la Nación,
si no tuviere superior funcional, quien la resolverá en el término improrrogable de un mes designando a quien
deba reemplazarlo. Cuando el recusado sea el Procurador General de la Nación, resolverá el Viceprocurador.
Artículo 126. Requisitos para solicitar la revocatoria de los fallos. La solicitud de revocatoria se formulará
dentro de los cinco años siguientes a la fecha de ejecutoria del fallo, mediante escrito que debe contener:
1. El nombre completo del investigado o de su defensor, con la indicación del documento de identidad y la
dirección, que para efectos de la actuación se tendrá como única, salvo que oportunamente señalen una
diferente.
2. La identificación del fallo cuya revocatoria se solicita.
3. La sustentación expresa de los motivos de inconformidad relacionados con la causal de revocatoria en que
se fundamenta la solicitud.
La solicitud que no reúna los anteriores requisitos será inadmitida mediante decisión que se notificará
personalmente al solicitante o a su defensor, quienes tendrán un término de cinco días para corregirla o
complementarla. Transcurrido éste sin que el peticionario efectuare la corrección, será rechazada.
Artículo 127. Efecto de la solicitud y del acto que la resuelve. Ni la petición de revocatoria de un fallo, ni
la decisión que la resuelve revivirán los términos legales para el ejercicio de las acciones contencioso-
administrativas.
Tampoco darán lugar a interponer recurso alguno, ni a la aplicación del silencio administrativo”.
- El competente para revocar un fallo es el funcionario que lo profirió, su
superior jerárquico o el Procurador General de la Nación. Este funcionario
puede asumir directamente el conocimiento de una petición de revocatoria.
VI. DECISIÓN
RESUELVE:
HACE CONSTAR:
Que el H. Magistrado doctor EDUARDO MONTEALEGRE LYNETT, no
firma la presente sentencia por cuanto le fue aceptado impedimento para
intervenir en la presente decisión.
Magistrado Ponente:
JAIME CORDOBA TRIVIÑO
Fecha ut supra.