Capiata
Capiata
Capiata
También se aprecian la belleza de las tres naves y el sobrio buen gusto del presbítero
rectangular, sobre el cual luce una bóveda de medio cañón y se admiran los retablos y
pinturas de un estilo barroco rococó de singular hermosura…El Cristo tallado por un
escultor capiateño hacia el año 1900 , siendo párroco el Padre Adorno. Su púlpito.
El altar mayor y los locales contiguos al presbiterio están separados por dos arcos de
modo que forman el mismo ambiente, mientras que las columnas están embutidas en
el muro. Uno de estos arcos del altar mayor descansa sobre un hueso de una
gigantesca ballena que sólo Dios sabe, como pudo llegar a Capiatá.
El templo de Capiatá reunía a todos los feligreses en el día de su Santa Patrona, el día
de San Blás y el de los Reyes Magos, donde se veneraba al Rey Baltazar cuyo oratorio
está ubicado en el km 22 de la ruta 2.
La semana santa también era un espacio para reunir a toda la gente católica de la
época, además de las fiestas patronales, especialmente el Domingo de Ramos donde
se bendecían las palmas, el viernes santo con la dramatización de los Estacioneros, la
muerte de Nuestro Señor, El Tupasy Ñehuguaiti del Sábado Santo y la Misa del Gallo,
citas obligatorias para asistir a la Iglesia. Hasta nuestros tiempos se realizan estas
actividades religiosas.
Tampoco deben olvidarse las ceremonias de Primera Comunión y la Confirmación, que
se siguen dando con mucha celebridad.
Doña Mariana De Jesús Álvarez, en tiempos del Padre Medina, recordó que su
casamiento se realizó en una de las giras de unos sacerdotes franciscanos de entonces,
eran casamientos comunitarios, porque se vivía en concubinato y se aprovechaba la
venida de estos pastores de la Iglesia para realizar una ceremonia comunitaria gratuita.
En 1.688 el obispo dice que construyó una capilla en el campo de Capiatá, a la cual
designó Viceparroquia. Hacia 1.740 hubo un proyecto: la iglesia, juntos con los de
Piribebuy y Carapeguá, convertirse en parroquias, lo que no se concretó por oposición
de las autoridades eclesiásticas de la Catedral de Asunción.
En 1.790 Azara encontró al pueblo muy disminuido, dicen que su figura se reduce
como a 16 ranchos alrededor de una iglesia, formando como una plaza muy suave que
vierte al sur en el arroyito de su nombre.
El arroyo Tayuasapé marca el límite entre San Lorenzo, al oeste, y Mboi’y con Itauguá
al este.
El predio para el local de los veteranos de la Guerra del Chaco, fue donado por la
Municipalidad mediante la generosa colaboración del mayor Facundo Bareiro.
Intendente Municipal en aquel entonces y con la ayuda de varias instituciones y la
ciudadanía en general se construyó un hermoso local que cuenta con todas las
comodidades necesarias para la buena atención de todos los veteranos capiateños y
otras ciudades.
Capiatá
Capiatá es una ciudad del Departamento Central, Paraguay. Fue fundada por el
Gobernador Martin Ledesma, el 2 de febrero de 1640, aunque el Profesor Esteban
Antonio Romero, historiador capiateño, afirma que fue fundada por Pedro Lugo de
Navarra, puesto que, según sus investigaciones, en el año que se menciona como el de
la fundación, Don Martín Ledesma se encontraba en España y el Gobernador de la
Provincia era Don Pedro Lugo de Navarra.
Es la única ciudad del departamento que limita con siete ciudades: Areguá, Itauguá,
Julián Augusto Saldívar (Paraguay), Luque, Ñemby, San Lorenzo e Ypané
Está a 20 km de Asunción en medio de las rutas nacionales 1 y 2 que son las más
importantes para el transporte terrestre.
Toponimia
División
Sitios emblemáticos
Iglesia Franciscana del s. XVIII: joya del arte barroco hispano guaraní. Fundada
en 1649 y con intensa influencia franciscana
Oratorio del Santo Rey Baltazar
Museo Mitológico Ramón Elías
Autódromo "Rubén Dumot" (Ex Aratiri)
Parroquia Santísima Cruz
Capilla San Juan Bautista 4.ª. Cía:
*Trazado irregular
La Candelaria de Capiatá
Introducción
La Candelaria es la principal patrona de las Islas Canarias y estas fueron una escala
obligatoria de los viajeros españoles. No es ninguna novedad pues destacar la onda
expansiva que pudo haber tenido dicha devoción mariana a la hora de fundar pueblos
y ciudades en las tierras de ultramar. Probablemente hayan sido canarios los
ocupantes más influyentes de los "amenos valles" de Capiatá y Areguá, que desde
comienzos del siglo XVII escogieron a la Virgen de la Candelaria como augusta patrona
de dichos pueblos.
Como la mayoría de los pueblos del Paraguay, Capiatá surgió por poblamiento
espontáneo; esta vez, bajo la protección y amparo de la reducción franciscana de San
Blas de Itá.
El obispo José de Palos visitó el valle de Capiatá en 1724 y, según su percepción, aquel
poblado no se había constituido formalmente, lo que coincide con nuestras
aseveraciones; él lo llamó simplemente "ermita" o capilla.
El templo actual de Capiatá data de mediados del siglo XVIII. Cuando la visitó el obispo
Manuel Antonio de la Torre, en 1761, la obra se hallaba parada desde hacía tres años
debido a las continuas calamidades de langostas y seca. Dijo haber ayudado
económicamente para su conclusión. Este templo es una de las más preciadas joyas de
la arquitectura paraguaya, contemporáneo al de Yaguarón, y su retablo mayor es de un
barroco colonial parecido a aquel, lo que hace creer que lo trabajó el tallista portugués
José de Souza Cavadas, el mismo que fue contratado para esculpir los altares de
Yaguarón.
El primer cura de Capiatá fue el padre Miguel Antonio Antúnez y se desempeñó como
tal por espacio de tres décadas. La iglesia sufrió modificaciones con el transcurso del
tiempo, las más significativas fueron la eliminación del "coro seguido en todas las tres
naves, con su escala, pasamanos con balaustres torneados y el balcón al lado de afuera
con los mismos balaustres". También fue demolida la torre de madera exenta que se
menciona en un inventario de 1841. Otra relación de bienes de 1874 describe junto al
templo un cementerio amurallado con su correspondiente casa de depósitos de
cadáveres, cubierto de tejas, con frontis y una sola puerta. Firman como testigos de la
relación de bienes: José Félix Lara, Mariano Zayas y Gregorio Ricardo. Es muy
ilustrativo hallar entre los enseres del templo "un sepulcro de rejillas y arcos dorados";
se trata del "cajón fúnebre" que la iglesia prestaba a la familia del difunto para su
traslado desde el domicilio al templo, donde se lo sepultaba en una fosa cavada en el
suelo del mismo. Esta costumbre recién comenzó a cambiar desde 1842 con la
creación del Cementerio General de la Recoleta y, tras él, la de los cementerios en el
interior del país.
El sitial vacío
Cuando en febrero de 1868 la ciudad de Asunción fue declarada punto militar y sus
habitantes tuvieron que evacuarla por orden del mariscal López durante la Guerra
Grande (1865-1870), aquella doliente peregrinación conformada por mujeres,
enfermos, ancianos y niños de la capital rumbo a Luque produjo desolación, angustia y
dispersión entre los habitantes de los poblados vecinos. Las autoridades locales se
apresuraron a poner a salvo los bienes patrimoniales de cada localidad, entre ellos las
más preciadas imágenes de su devoción. La guerra con sus terribles secuelas sepultó
en el olvido y la indiferencia muchos sucesos acaecidos durante aquella hecatombe, la
mayoría de ellos siguen ocultos sin que nadie pudiera dar alguna explicación de los
mismos. Tal es el caso de la imagen de la patrona de Capiatá, que permaneció fuera de
su sitial por espacio de más de setenta años hasta que alguien se ocupó de dilucidar
aquella inadvertida desaparición. Durante la posguerra, el vecindario adquirió una
imagen sustituta, la que con el tiempo quedó como la auténtica efigie de la
Candelaria.
Siendo párroco de Capiatá el padre Virgilio Roa (1939), se enteró a través del obispo
auxiliar de Asunción, monseñor Aníbal Mena Porta, que una señora octogenaria le
había dicho durante una de sus giras pastorales a Capiatá que la antigua patrona no
era la que estaba en el camarín de la Virgen. Virgilio Roa comenzó a interrogar a los
más ancianos de la comunidad y con sus manifestaciones, firmadas ante el comisario
de la localidad, inició las gestiones ante el arzobispo de Asunción, monseñor Sinforiano
Bogarín. Consultado monseñor Mena Porta sobre dicha imagen, elevó un informe a
Bogarín declarando que había "observado en el templo local que la imagen colocada
en el nicho no guardaba relación con el estilo y la antigüedad del altar, observación
dice que me impulsó a preguntar a una anciana octogenaria... que me contestó
que ella había oído decir que la imagen primeramente colocada en el referido nicho
era la patrona, nuestra Señora de la Candelaria, que había sido llevada a Asunción".
Mena Porta preguntó luego a Manuelita Peña (ver retrato), encargada durante muchas
décadas del cuidado y aseo de la Catedral, y ella le contestó que oyó decir que durante
la guerra la referida imagen había sido traída por orden del mariscal López a la
Catedral de Asunción.
Con todas esas referencias y a juzgar por el estilo, pintura, colorido y otros detalles, el
obispo manifestó que esa imagen "es la que efectivamente fue sustituida por otra en
el altar de la Iglesia Parroquial de Capiatá" .
Retorno a casa
A las 19:30, las autoridades del pueblo y "un inmenso concurso de fieles", que
portaban antorchas encendidas y entonaban cánticos piadosos, se reunieron delante
de la casa del señor Benítez para conducir a la Patrona hasta la iglesia parroquial.
Si la imagen de la Virgen se salvó del saqueo durante la Guerra Grande, el niño que
tenía en brazos no pudo sustraerse de un sacrílego robo en tiempos de paz. La madre
del niño Jesús quedó con los brazos vacíos y abiertos como queriendo recuperar a su
hijo. Gracias a las gestiones hechas por monseñor Agustín Blujaki y las investigaciones
llevadas a cabo por las instituciones policiales del Paraguay y la Argentina, el niño Jesús
fue hallado y recuperado en la ciudad de Buenos Aires, junto con otras imágenes y
ornamentos también robados.