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Charla UBA. Tamara Peñalver PDF

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Charla brindada en el marco de la actividad: Oralidad en el Nuevo CPP.

Realizada en
la Facultad de Derecho (UBA), el día 7 de septiembre de 2015. Organizada por La
Centeno.

La reforma procesal penal y la necesidad de modificar las currículas en las Facultades


de Derecho.

Por Tamara Peñalver

Buenas noches a todas y todos.

La idea de esta breve presentación es hablar acerca de la importancia y de la necesidad de que


la reforma procesal penal involucre también a las Universidades para avanzar hacia nuevos
modelos de enseñanza del derecho. Estos nuevos modelos de enseñanza deben tener como
objetivo formar estudiantes que luego puedan ejercer la profesión en este modelo de justicia
acusatorio, que podemos decir, intenta ser más justo, transparente y democrático.

La sanción de la ley 27063, viene a poner en crisis el sistema inquisitivo morigerado del sistema
federal y de la justicia nacional. Desde ya hace varios años se ha intentado - sin éxito -
implementar un modelo de justicia oral y por audiencias para ajustar el procedimiento penal a
la Constitución Nacional. Hasta la sanción de esta ley, solo se habían logrado reformas
parciales como es el caso de la oralidad en los recursos, que sólo fue implementada por la
Cámara del Crimen y que a pesar de tener que mejorar muchas cosas logró agilizar la
resolución de los recursos.

Si observamos el mapa, vemos que el sistema de justicia federal y nacional, se encontraba


atrasado frente al resto del país y de América Latina. La mayoría de las provincias tienen
procesos acusatorios, de distinta generación, algunos más modernos que otros, pero
acusatorios al fin. Luego si nos extendemos a la región podemos observar que sólo Argentina y
Brasil no habían reformado sus sistemas de justicia. Por lo que claramente, dimos un paso al
frente, un paso muy importante para intentar mejorar la administración de justicia.

Sin embargo, los cambios normativos no bastan para lograr que los sistemas acusatorios se
implementen. La mayoría de los fracasos que se dan en la implementación de las políticas
públicas parten de la imposibilidad de cambiar las prácticas de las personas involucradas en
estos cambios. Cuando creemos que sólo con modificar las leyes ya tenemos todo el trabajo
hecho, caemos en lo que Binder denomina como fetichismo normativista. Pensamos que al
cambiar las normas ya tendremos una correcta implementación de los sistemas acusatorios y
eso es un error.

Para asegurarnos de que la reforma se implemente, es necesario comenzar a capacitar a los


operadores jurídicos en las nuevas destrezas que deberán desarrollar. Esta capacitación es lo
que permite garantizar que las viejas prácticas del sistema inquisitivo morigerado no traben el
desarrollo de las nuevas dinámicas de trabajo como la oralidad, la desformalización, la no
delegación de funciones, la toma de decisiones de calidad, la inmediación, la gestión, entre
otras características que ya hemos mencionado a lo largo de la jornada.

La capacitación de los operadores jurídicos debe comenzar desde el inicio de la carrera de


abogacía y no debemos esperar a que los alumnos egresen para luego ofrecerles cursos que los
capaciten en reforma y sistemas orales. Es importante que las universidades comiencen a
entrenar a los futuros fiscales, jueces y defensores para afrontar las exigencias del nuevo
sistema de justicia.

Es sabido que los modelos de enseñanza tradicional, los que actualmente rigen en la mayoría
de las universidades del país, no logran desarrollar en los estudiantes las destrezas necesarias
para comprender el funcionamiento de los sistemas acusatorios. Podríamos afirmar que la
universidad actualmente no permite al alumno salir preparado para ejercer la profesión sea
dentro o fuera de los tribunales.

¿Por qué es importante trabajar en pos de que los estudiantes comiencen a capacitarse en
destrezas del sistema acusatorio? La respuesta es muy sencilla: porque serán los futuros
operadores jurídicos que harán que los sistemas modernos funcionen como un real servicio de
justicia para la gente.

Es por ello que es necesario comenzar a formar a los alumnos para que al momento de cumplir
sus funciones en el sistema estén preparados para trabajar con las herramientas de este modelo
de administración de justicia, generando así un factor a favor del la implementación de la
reforma.

Es requisito indispensable generar un lazo entre los modos de ejercer la actividad profesional y
los planes de estudio. Solo de esta manera vamos a lograr una correcta implementación del
sistema por audiencias orales y públicas. Caso contrario, seguiremos formando estudiantes bajo
la lógica de la enseñanza formal que poco tiene que ver con los nuevos perfiles de
profesionales que necesita nuestra justicia.

Para comprender la necesidad de modificar los modos de ensenar el derecho, es preciso


identificar cuáles son las nuevas exigencias del sistema acusatorio y cuáles son los desafíos de
esta nueva generación de abogados que deberán estar preparados para salir a la cancha.

Ya hemos escuchado a lo largo de la jornada las características del nuevo sistema de justicia
acusatorio, pero veamos los ejes principales que nos hacen replantear la necesidad de modificar
los planes de estudio de las universidades de nuestro país:

1. El sistema acusatorio: servicio de justicia para la gente

En la universidad no se estudia al sistema judicial como un servicio público para la gestión de


los conflictos de la ciudadanía. No suele discutirse, salvo excepciones, sobre si este servicio
logra satisfacer la demanda de la ciudadanía: si las víctimas se van conformes, si a los
imputados se le garantizan sus derechos, si el sistema de justicia es eficaz.

Se estudia el derecho desde el plano teórico dogmatico. El primer contacto que tiene un
estudiante promedio de la facultad con el derecho es a través de manuales que deben
memorizar para poder incorporar conceptos que luego forman parte de los ejes de los
exámenes. Este tipo de aprendizaje, es propio de los métodos formalistas que exigen a los
alumnos conocer todas leyes para ser mejores abogados en el futuro sin siquiera analizar que
esas normas recaerán sobre personas en conflicto.

En un segundo momento, toman contacto con sentencias de la Corte Suprema de Justicia de la


Nación para conocer cuál es el resultado de esa sentencia. Estudian las sentencias sin conocer
cómo se construyeron, sin conocer los hechos muchas veces, sin saber cuáles son las instancias
previas a que ese caso llegue a la Corte y porqué llego.

El aprendizaje a partir de manuales y sentencias como resultado final generan una enseñanza
del derecho y de la justicia desperzonalizada y despolitizada. Los estudiantes de la carrera
de abogacía pierden de vista que en el sistema de justicia cobra sentido porque existen
conflictos en los cuales están involucrados seres humanos y que las leyes forman parte de un
contexto social y político determinado.

El estudio despersonzalizado y despolitizado de las normas y de las sentencias, a su vez,


promueven que muchos de los estudiantes no generen un pensamiento crítico sobre el derecho
penal y procesal penal.

Este tipo de formación luego, se profundiza cuando ingresan al Poder Judicial. La gestión del
trámite, el expediente y la redacción de escritos pasan a ser la tarea principal de los abogados
sin considerar que detrás de ese escrito o expediente se encuentran involucradas personas. No
se permite que el joven profesional desarrolle un pensamiento crítico dentro de la institución
que lo absorbe y que lo obliga a reproducir las prácticas preexistentes. Con esto no quiero decir
que sea culpa de los operadores jurídicos, sino de la propia inercia del sistema.

Como dice Binder, la universidad genera una primera degradación de la formación jurídica: se
enseña el derecho como un discurso científico alejado de la realidad social y despojado de un
sentido crítico de las prácticas judiciales, pero luego se genera una segunda degradación hacia el
interior de los tribunales.

Si no impulsamos desde la universidad que los estudiantes entiendan que el ejercicio de la


profesión se enrola en un servicio a la comunidad, sucederá lo que hoy en día en muchos casos
sucede: ingresará al Poder Judicial y reproducirá las practicas que la reforma procesal penal
quiere erradicar.
Es fundamental que desde la universidad se trabaje para desarrollar un pensamiento crítico y
constructivo que permita a los operadores del sistema llevar a cabo las reformas legislativas.
Sino seguiremos generando dos sistemas coexistentes: el de las normas y el de las prácticas.

Trabajar en la capacitación de los alumnos desde el plano de un servicio de justicia que


requiere eficiencia y eficacia para satisfacer la demanda de la ciudadanía es uno de los primeros
pasos a seguir.

2. La audiencia como metodología de trabajo

La audiencia será la metodología de trabajo de los futuros fiscales, defensores y jueces y las
salas de audiencias el principal espacio de trabajo en el cual desarrollaran su labor. Esto
modifica rotundamente el modo en que los abogados deben ejercer su profesión. El proceso
de comunicación entre los operadores jurídicos ya no será el papel sino la audiencia oral.

Fíjense como constantemente reiteramos “audiencia oral” como si las audiencias pudieran ser
de otra forma. Sucede que acarreamos con las falsas audiencias de los sistemas mixtos (y de las
reformas parciales) y tratamos de ser lo más taxativos posible al momento de referirnos al
termino audiencia. Esto es así porque en muchos casos hemos reducido la audiencia a un
traslado de papeles, a la repetición del expediente y a generar un escenario sin contenido real
de oralidad.

La oralidad es el mejor instrumento para la realización de los principios de publicidad,


inmediación y contradicción. La oralidad genera la comunicación personal inmediata además
de posibilitar que terceros tomen conocimiento de lo que está pasando en la administración de
justicia. Por otro lado, obliga a que las partes estén presentes al momento de la comunicación,
modificando la actuación mediante la delegación de funciones.

Para instalar y expandir la audiencia como formato de toma de decisiones es imprescindible


poner toda la atención en la gestión judicial de la audiencia como contracultura del trámite. Por
ello debemos enseñar y considerar a la audiencia desde tres dimensiones:

- Como garantía de producción de información de calidad;


- Como medio para la administración de conflictos procurando su pacificación; y,
- Como valor simbólico de legitimación de la justicia.

Vemos como la audiencia es el eje central de la reforma procesal penal. Vemos entonces que
debemos formar abogados preparados para esta nueva metodología de trabajo para que el
sistema no fracase. Sin audiencias orales no hay reforma procesal penal posible.

La universidad poco prepara a los alumnos para la exposición oral, para destrezas de oratoria, y
mucho menos para la preparación estratégica de los casos. Algunas cátedras realizan simulacros
de juicios o utilizan la sala de audiencias que se creó recientemente. Estas simulaciones se
ajustan al modelo de enjuiciamiento mixto, por lo que es importante empezar a brindar a los
estudiantes las herramientas para las nuevas destrezas que deben desarrollar en un proceso oral
desde el comienzo.

No es casualidad que sean pocas las universidades que cuentan con salas de audiencias, cuando
la enseñanza se focaliza en el conocimiento de leyes pero no en el tratamiento de casos. El
sistema mixto admite que los abogados no se expongan ya que desarrollan sus tareas en los
despachos o en sus oficinas personales elaborando escritos que incluso pueden revisar otros
abogados con más experiencia.

Ahora los abogados deberán estar preparados para argumentar fehacientemente lo que van a
solicitar frente a los jueces y a su vez, estar preparados para lo que pueda surgir en cualquiera
de las audiencias que deban realizar.

Vemos entonces la necesidad de capacitar a los estudiantes para trabajar en el marco de


audiencias orales y publicas, en una sala de audiencias y de poner en práctica destrezas que
excepcionalmente la universidad promueve.

3. Centralidad en el juicio oral y cambios en la construcción de la verdad.

El sistema acusatorio posiciona al juicio oral como la etapa central del proceso. Si bien desde
1992 tenemos juicios orales, estos acarrean con vestigios del sistema inquisitivo. Algunos de los
ejemplos que podemos mencionar: la existencia del expediente admite que los jueces conozcan
el caso, el fiscal debe sostener una acusación que no formuló, los defensores no suelen ser los
mismos que los de las etapas anteriores, la prueba es del tribunal, los jueces realizan preguntas,
entre otras cuestiones que todos conocemos.

El nuevo juicio oral que se regula en la ley 27063, exige otro tipo de formación y preparación
por parte de los abogados litigantes. En primer lugar, los jueces de tribunal oral no conocen los
hechos del caso, por lo que será trabajo de la fiscalía y de la defensa incorporar en el juicio los
hechos y las pruebas necesarias para que los jueces tomen una decisión favorable a su
pretensión. En segundo lugar, la fiscalía y la defensoría rompen con la lógica organizacional
del Poder Judicial y podrán abordar los casos desde el inicio tomando decisiones estratégicas a
lo largo del proceso. En tercer lugar, tanto la fiscalía como la defensa deben diseñar una propia
teoría del caso que les permita organizar su trabajo de cara al juicio oral, conocer los hechos, la
teoría jurídica y los elementos probatorios. En cuarto lugar, ya no existe una verdad histórica a
cual se debe arribar, sino que el sistema acusatorio se apoya en una verdad construida por las
partes. Serán ellas las encargadas de generar un relato de los hechos basado en elementos
probatorios suficientes.

Vemos entonces que la lógica del juicio oral, también cambia radicalmente y es necesario
ofrecer a los estudiantes herramientas para afrontar los desafíos de este modelo adversarial.

Para preparar a los alumnos es necesario incluir en los planes de estudio cursos de litigio
estratégico. Trabajar con los estudiantes mediante simulación de audiencias y juegos de roles
que les permitan formular interrogatorios, contra exámenes, alegatos de apertura y de clausura
y objeciones. En conclusión, todo lo que precisan saber para enfrentarse a un juicio oral del
sistema adversarial.

Este modo de enseñar el derecho cambia radicalmente, ya que los alumnos comienzan a
aprender desde la práctica y no solamente desde la lectura y del análisis de fallos y de
dogmatica. Focalizar la enseñanza del derecho en las técnicas de litigio, no quiere decir que la
enseñanza de la dogmatica penal y de sentencias, no sea relevante. Lo que quiere decir es que el
proceso de aprendizaje debe ir más allá.

La enseñanza de técnicas de litigación tiene como objetivo desarrollar en los alumnos la


capacidad de realizar el análisis jurídico de un caso en contexto de litigio, logrando que
incorporen la teoría y las normas que regulan la actividad forense, y que sean capaces de
evaluar la evidencia disponible para probar su caso.

La exposición en la sala de audiencias, frente a un tribunal neutral, que precisa de la


producción de prueba para tomar una decisión, que nada conoce del caso y que requiere de la
habilidad de las partes para la construcción de la verdad, es exigente con los abogados.

La falta de preparación de los casos o la distracción por parte de los abogados litigantes será
castigada con la perdida de los casos en el juicio. Sin embargo, destacara al buen litigante al
abogado comprometido con su caso, con las personas involucradas en él y en la resolución del
conflicto.

La enseñanza de las técnicas de litigación, no sólo permite comenzar a formar a los estudiantes,
sino que desarrolla las prácticas de los docentes – que en la mayoría de los casos – ya son parte
de la estructura del Poder Judicial y Ministerios Públicos. Este doble juego de aprender haciendo,
permite la capacitación de los actuales operadores jurídicos y de los futuros operadores.

Otro de los ejes fundamentales del juicio oral, es la incorporación del juicio por jurado. Este
tipo de juicios exige por parte de los abogados nuevos métodos de comunicación y de
persuasión, despojarse del lenguaje jurídico para comenzar a hablar el lenguaje de los hechos
que queremos probar en el juicio. El juicio por jurados, es la garantía de una efectiva
implementación de los sistemas adversariales ya que los abogados litigantes deben prepararse
realmente para convencer a 12 personas de que su historia es la más razonable.

Vemos nuevamente, que es necesario ajustar la enseñanza para que los estudiantes de la carrera
de abogacía salgan de la universidad preparados para el litigio de casos y más si estos juicios
contarán con jueces legos.

A modo de conclusión, estas tres nuevas exigencias del sistema acusatorio (entre otras) deben
fomentar el desarrollo de planes de estudio actualizados a las características del sistema de
justicia en el cual los estudiantes deben cumplir sus funciones. Deben lograr que los
estudiantes comprendan a la administración de justicia como un servicio, que puedan trabajar
bajo la metodología de audiencias y estén preparados para litigar un caso en juicio oral. Cuando
un plan de estudios logre cumplir con estos objetivos podemos decir que al menos una arista
de la implementación de la reforma está cumplida.

Para ir finalizando y no aburrirlos más, quiero contarles que desde INECIP realizamos
anualmente el Concurso Nacional Universitario de Litigación Penal. Es una competencia que
organizamos desde el 2009, en la cual distintas universidades del país y de América Latina (hace
muy poco) compiten en rondas de simulacros de juicios orales conforme al sistema adversarial.

El primer concurso que realizamos solo tuvo dos universidades competidoras cuyas provincias
ya tenían sancionado el código de corte acusatorio. El segundo tuvo 6 universidades algunas
correspondientes a provincias con sistemas reformados y otras no.

En el 2015, vamos a contar con 32 universidades, de las cuales 19 son argentinas. No todas las
universidades que participan han logrado modificar los planes de estudio, algunas han
incorporado cursos extracurriculares, otras tienen litigación y un plan de estudios ajustado al
modelo de reforma de sus provincias y otras universidades por el contrario vienen a participar
porque algunos de los docentes entendieron la importancia de formar a los estudiantes en esta
lógica y lo hacen de manera informal fuera del horario de cursada de la universidad.

Todo el país comprende la importancia de modificar los modos de enseñar el derecho para
formar abogados con un real compromiso con su profesión, para que una vez que se enfrenten
con el mundo jurídico tengan plena conciencia de qué funciona bien y qué cosas hay que seguir
mejorando día a día como operadores de un servicio público que debe dar respuestas a la
gente.

Debemos preparar abogados para litigar casos, para asesorar a personas involucradas con el
conflicto penal, preparar abogados para ganar juicios, a fiscales para ganar acusaciones y a
defensores para tener defensas estratégicas. No olvidemos que pronto el expediente no estará
más y seremos nosotros los responsables de que todo esto funcione.

Sólo dejo un último comentario que refuerza la idea de comenzar a cambiar el modo en que
enseñamos el derecho: en la provincia de Santa Fe, la reforma se implementó hace muy poco.
La Universidad Nacional de Rosario, ha participado desde el comienzo en el Concurso
Nacional Universitario de Litigación Penal. Actualmente, un grupo de chicas que conformaron
el equipo que representaba a la universidad, forma parte de la unidad de litigio de la fiscalía de
Rosario. Estas chicas que fueron alumnas de la universidad, que tuvieron formación en materia
de reforma procesal penal y de técnicas de litigación y que han egresado recientemente de la
facultad, tienen una formación calificada respecto de los demás operadores jurídicos. Este dato
no es menor, hay que empezar a capacitar alumnos para generar profesionales de calidad.

Cierro está charla diciendo que todas las críticas que he realizado buscan ser constructivas y
que se refieren a la enseñanza en las universidades en general. También quiero destacar que
siempre hay excepciones a estas críticas y que muchos docentes buscan empezar a cambiar los
métodos de enseñanza del derecho y que a su vez, varios estudiantes buscan ámbitos de
formación diferenciada.

Como dice Freire, la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre (y de las
mujeres, claro) sobre el mundo para transformarlo. Es por ello que hay que hacer de esas
excepciones, la regla.

Muchas gracias.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

- Binder, Alberto “La Reforma de la Justicia Penal: entre el corto y el largo plazo”, en
Sistemas Judiciales, Centro de Estudios de la Justicia de las Américas -CEJA- Año 2 – n° 3.

- Binder, Alberto “Los oficios del jurista: La fragmentación de la profesión jurídica y la


uniformidad de la carrera judicial”, en Sistemas Judiciales, Centro de Estudios de la Justicia
de las Américas -CEJA- Año 1 – n° 1.

- Freire, Paulo “La educación como práctica de la libertad”, Siglo XXI Editores, Buenos
Aires, Año 2015.

- Pérez Galimberti, Alfredo “La oralidad en el Proceso Penal. En busca de la eficiencia”,


elDial.com - DC1D49, publicado el 19/08/2014.

- Pérez Galimberti, Alfredo “Notas sobre Litigación Adversarial y educación forense”,


elDial.com - DC1D8C, publicado el 16/09/2014.

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