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Emilio Castelar

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Emilio Castelar

Retrato de Emilio Castelar por José Nin y Tudó.

Presidente del Poder Ejecutivo de la República Española

7 de septiembre de 1873-3 de enero de 1874

Predecesor Nicolás Salmerón

Sucesor Francisco Serrano y Domínguez

Presidente del Congreso de los Diputados

25 de agosto de 1873-8 de septiembre de 1873

Predecesor Nicolás Salmerón


Sucesor Nicolás Salmerón

Ministro de Estado de la República Española

12 de febrero de 1873-7 de junio de 18731

Presidente Estanislao Figueras

Predecesor Cristino Martos

Sucesor José Muro

Diputado en Cortes
por Huesca, Barcelona y Murcia

26 de febrero de 1876-25 de mayo de 1899

Diputado en Cortes
por Lérida, Zaragoza, Huelva, Valencia y Alicante

16 de febrero de 1869-8 de enero de 1874

Información personal

Nacimiento 7 de septiembre de 1832


Cádiz (España)

Fallecimiento 25 de mayo de 1899 (66 años)


San Pedro del Pinatar (España)
Sepultura Cementerio de San Isidro

Nacionalidad Española

Partido político Partido Democrático


Partido Republicano Posibilista

Familia

Padres Manuel Castelar


María Antonia Ripoll

Cónyuge Benita Guijarro y Gonzalo del Río

Educación

Educación doctor en ciencias

Educado en Universidad de Madrid

Información profesional

Ocupación Político

Empleador Universidad Central

Miembro de  Real Academia Española


 Real Academia de la Historia

Firma

[editar datos en Wikidata]

Emilio Castelar y Ripoll (Cádiz, 7 de septiembre de 1832-San Pedro del Pinatar,


25 de mayo de 1899) fue un político, historiador, periodista y escritor
español, presidente del Poder Ejecutivo de la Primera República entre 1873 y
1874.
Durante el reinado de Isabel II militó en la oposición a la monarquía desde
diversos periódicos, al mismo tiempo que impartía clases de Historia en
la Universidad de Madrid. Uno de sus artículos le costó la cátedra, siendo
condenado a muerte en 1865. Consiguió escapar al exilio en París pero regresó a
España con la Revolución de 1868, que destronó a Isabel II. Ya en suelo español
se opuso al Gobierno provisional de Prim y a la monarquía de Amadeo I como uno
de los principales líderes de los republicanos. Con el advenimiento de la Primera
República en 1873 fue nombrado ministro de Estado, después presidente
del Congreso de los Diputados y por último jefe del Estado el 7 de septiembre del
mismo año. Partidario de un republicanismo unitario y conservador, no tuvo
objeciones en aplazar las reformas sociales y en utilizar la fuerza para establecer
el orden, provocando una moción de censura en su contra de la mayoría federal,
lo que precipitó el golpe de Estado del general Pavía el 3 de enero de 1874.
Durante la Restauración borbónica volvió al escaño en Cortes desde posiciones
próximas al dinástico Partido Liberal. Es recordado como uno de los oradores más
importantes de la historia de España.

Índice

 1Biografía
o 1.1Orígenes y primeros años
o 1.2Entrada en política
o 1.3Revolucionario
o 1.4Presidente de la República
o 1.5Restauración monárquica
 2Legado
 3Obras
o 3.1Discursos
o 3.2Viajes
o 3.3Novelas
 4Referencias
 5Bibliografía
 6Enlaces externos

Biografía[editar]
Orígenes y primeros años[editar]

Placa en la casa de Castelar en Elda

Nació en Cádiz el 7 de septiembre de 1832. Sus padres, Manuel Castelar, un


agente de cambios, y María Antonia Ripoll, de ideología liberal y amigos de Rafael
de Riego, eran oriundos de la provincia de Alicante. La restauración
absolutista de Fernando VII obligó a su padre a exiliarse en Gibraltar durante siete
años por haber sido condenado a muerte, acusado de afrancesado. A la muerte
repentina de su padre, Castelar contaba solo con siete años y regresó a Elda con
la familia de su madre, ciudad donde estudió y vivió su infancia. Castelar, pese a
nacer fuera de casa por el exilio forzoso de su padre, siempre se considerará un
eldense más, algo que reflejará en su madurez, cuando escribe el libro Recuerdos
de Elda o las Fiestas de mi Pueblo.2
Ya de pequeño, gracias a la biblioteca de su padre y al influjo de su madre, María
Antonia Ripoll,3 era un lector insaciable, lo que se traducía en un rendimiento
escolar muy alto. Se inició en sus estudios de Segunda Enseñanza en el Instituto
de Alicante en 1845. Estudió Derecho y Filosofía en la Universidad de Madrid,
junto con hombres que serían sus adversarios políticos más tarde como Antonio
Cánovas del Castillo. Se licenció en Derecho a los veinte años e hizo el doctorado
un año más tarde (1853-1854), y obtuvo una cátedra de Historia filosófica y Crítica
de España (1857). Durante el tiempo de sus estudios pudo colaborar con la
Escuela Normal de Filosofía, lo que le permitió ayudar a salvar las penurias de su
familia.
Entrada en política[editar]

Emilio Castelar en La Ilustración de Madrid, 1870.

Al terminar su formación se dedicó de lleno a la lucha política, canalizada a través


del periodismo, llegó a ser presidente de la Asociación de Escritores y Artistas
Españoles desde 1877 a 1879, pasó por varios periódicos como El Tribuno del
Pueblo, La Soberanía Nacional y La Discusión hasta fundar el suyo propio en
1864: La Democracia). Su primer discurso lo realizó el 25 de septiembre de 1854
durante un mitin del Partido Democrático en Madrid y desde ese momento, no solo
los asistentes, sino también la prensa madrileña, lo encumbrarían como un orador
excepcional y un defensor a ultranza de la libertad y la democracia.
Defendía un republicanismo democrático y liberal, que le enfrentaba a la tendencia
más socializante de Pi y Margall. Desde esas posiciones luchó tenazmente contra
el régimen de Isabel II, llegando a criticar directamente la conducta de la reina en
su artículo El rasgo (1865).4 En represalia por aquel escrito fue cesado de su
cátedra de Historia crítica y Filosófica de España en la Universidad Central de
Madrid, que ocupaba desde 1857, circunstancia que provocó revueltas
estudiantiles y de profesores contra su cese, que fueron reprimidas por el
Gobierno de forma sangrienta en lo que se denominó la «Noche de San Daniel»,
el 10 de abril de 1865. El Gobierno de Ramón María Narváez dimitió y lo
sustituyó Leopoldo O'Donnell, que restituiría la cátedra a Castelar. Más tarde
intervino en la frustrada insurrección del cuartel de San Gil de 1866, y fue
condenado a garrote vil pero consiguió huir a Francia en un exilio de dos años.
Revolucionario[editar]
Participó en la Revolución de 1868 que destronó a Isabel II, pero no consiguió que
condujera a la proclamación de la República. Fue diputado en las inmediatas
Cortes constituyentes, en las que destacó por su capacidad oratoria,
especialmente a raíz de su defensa de la libertad de cultos (1869). Siguió
defendiendo la opción republicana dentro y fuera de las Cortes hasta que la
abdicación de Amadeo I provocó la proclamación de la Primera República
Española (1873).4 Durante el primer gobierno republicano, presidido
por Estanislao Figueras, ocupó la cartera de Estado entre el 12 y el 24 de febrero,5
(volvería a ocuparlo de manera interina entre el 7 y el 11 de junio)6 desde la que
adoptó medidas como la eliminación de los títulos nobiliarios o la abolición de la
esclavitud en Puerto Rico. Pero el régimen por el que tanto había luchado se
descomponía rápidamente, desgarrado por las disensiones ideológicas entre sus
líderes, aislado por la hostilidad de la Iglesia, la nobleza, el Ejército y las clases
acomodadas, y acosado por la insurrección cantonal, la reanudación de la guerra
carlista y el recrudecimiento de la rebelión independentista en Cuba.4 La
presidencia fue pasando de mano en mano —de Figueras a Pi y Margall en junio y
de este a Salmerón en julio— hasta que en septiembre, las Cortes Constituyentes
le nombraron presidente del Poder Ejecutivo de la República.7
Presidente de la República[editar]

Retrato de Emilio Castelar Ripoll, por Joaquín Sorolla. 1901. (Congreso de los Diputados de España).

Castelar fue nombrado presidente con el apoyo de 133 diputados frente a los 67
que apoyaron el regreso de Pi y Margall.8 Las Cortes otorgaron al presidente
plenos poderes para combatir a los carlistas y estas suspendieron sus sesiones
hasta el 2 de enero. Castelar gobernó, por tanto, mediante decreto y con poderes
absolutos. Entre las medidas que adoptó destaca el reforzamiento del Ejército,
movilizando a los reservistas con el apoyo de militares sospechosos de
adscripción monárquica.4 Con sus medidas Castelar buscó el apoyo a la
República de los conservadores y del Partido Demócrata-Radical de Cristino
Martos.
El 21 de septiembre suspendió las garantías constitucionales establecidas en
1869 y decretó la censura en la prensa. En Cuba intentó ampliar a la isla el
sistema de gobierno de la península, eliminando el poder omnímodo del capitán
general y racionalizando el sistema de justicia, homologándolo al de la metrópoli.
Sin embargo, la presión de la Liga Nacional de hacendados y propietarios
esclavistas presionó para que las reformas se aplazasen. La influencia de estas
oligarquías, tanto en España como en Cuba, era grande incluso dentro del Ejército
y la debilidad del Gobierno impedía tomar medidas más contundentes.9

Caricatura de Castelar en La Madeja Política de Tomás Padró Pedret, noviembre de 1873.

Aprovechando esta debilidad, los rebeldes cubanos intensificaron el contrabando


de armas desde Estados Unidos a la isla con el fin de abastecer la rebelión. Uno
de esos buques de bandera norteamericana, el Virginius, fue interceptado por
la Armada española el 31 de octubre. La reacción de la autoridad española fue
tajante, fusilando 36 tripulantes y 16 pasajeros de los 155 que se encontraban en
total en el barco. El gobierno de Ulysses S. Grant protestó y exigió a España la
devolución del navío a sus dueños y la indemnización a las familias de los
fusilados, a lo que Castelar accedió con el fin de evitar una guerra con el país
norteamericano. El problema sobre el estatus de Cuba continuó y el poder de los
hacendados esclavistas no solo no se redujo sino que se hacía evidente que la
conexión entre España y su colonia dependía exactamente de ellos.10
Por otro lado, continuaba recrudeciéndose la guerra civil en el norte, donde el
general Ramón Nouvilas no consiguió impedir la toma de Estella y el dominio
rebelde en toda Guipúzcoa, sospechando de la posible conexión financiera entre
estos y los esclavistas cubanos. En Cataluña, el Maestrazgo e, incluso, en
los montes de Toledo también se desarrollaron actividades de partidas carlistas
menores. Castelar no pudo unificar políticamente a los republicanos, mientras que
los conservadores alfonsinos dirigidos por Cánovas amenazaban con sublevarse
si se abolía la esclavitud en Cuba o se ampliaban las reformas democráticas y
sociales. Castelar aplazó dichas reformas con el objetivo de aplastar al ejército
carlista, pero ello lo enemistó con gran parte de sus correligionarios. El hecho de
que Castelar se apoyara en militares claramente monárquicos como Martínez
Campos, Jovellar, López Domínguez y Pavía para aplastar a
los cantonalistas, carlistas e independentistas cubanos lo enfrentó a antiguos
compañeros como Salmerón, que pasó a liderar la oposición a Castelar como
presidente del Congreso.
El inicio de las sesiones parlamentarias el 2 de enero hizo prever que la mayoría
federal sería hostil a Castelar. Este solicitó a la cámara una ampliación de los
poderes concedidos y presentó una moción de confianza que se votó la
madrugada entre el 2 y el 3 de enero. Castelar perdió la votación 120 contra 100 y
se comenzó a negociar el nombramiento del federal moderado
antiesclavista Eduardo Palanca.11 Sin embargo, durante la votación parlamentaria
el capitán general de Madrid, Manuel Pavía, ocupó las calles de la capital con sus
tropas y se dirigió al palacio de las Cortes. Castelar, aún presidente, destituyó a
Pavía, pero este hizo entrar a los soldados al salón de plenos entre disparos
disolviendo la sesión por la fuerza. El general ofreció a Castelar un gobierno de
alianza con el conservador Cánovas y el radical Martos, opción que este rechazó.
Al fin los republicanos unitarios, los conservadores y los radicales se unieron en un
gabinete presidido por el general Serrano.
Restauración monárquica[editar]
«Entre los nombres de mis leales ya no es posible este» (Don Quijote, 1892).

El cortejo fúnebre de Emilio Castelar a su paso por la Puerta del Sol, mientras atravesaba el centro de
Madrid, en mayo de 1899.

Liquidada así la Primera República, el pronunciamiento de Martínez


Campos (diciembre de 1874) vino a restablecer la monarquía, proclamando rey
a Alfonso XII. Castelar se exilió en París. Tras regresar de un largo viaje, Castelar
ingresaría en la Real Academia Española y en la Real Academia de la Historia y
volvió a la política, encarnando en las Cortes de la Restauración la opción de los
republicanos «posibilistas» que aspiraban a democratizar el régimen desde dentro.
En estos años acaudilló el llamado Partido Demócrata Posibilista.
Llegaría a ejercer como consejero-delegado de la Algeciras-Gibraltar Railway
Company.12
Cuando en los años noventa se aprobaron las leyes del jurado y del sufragio
universal, Castelar se retiró de la vida política, aconsejando a sus partidarios la
integración en el Partido Liberal de Sagasta (1893).4 Murió el 25 de mayo de 1899
en la casa palaciega de Servet-Spottorno en la localidad murciana de San Pedro
de Pinatar y fue enterrado en el cementerio de San Isidro de Madrid, en el patio de
Santa María de la Cabeza.1314

Legado[editar]

Monumento a Castelar en Madrid (Mariano Benlliure, 1908).

Monumento a Emilio Castelar de 1926 en Sevilla.

Monumento a Emilio Castelar de 1932 en Elda (Alicante)

Considerado como el más elocuente orador de España, ha sido también uno de


los grandes prosistas del siglo XIX. Marcelino Menéndez Pelayo describía de la
siguiente manera el estilo de Castelar en su Historia de los heterodoxos
españoles:
En cada discurso del señor Castelar se recorre (dos o tres veces), la universal historia humana, y el
lector, cual otro judío errante, ve pasar a su atónita contemplación todos los siglos, desfilar todas las
generaciones, hundirse los imperios, levantarse los siervos contra los señores, caer el Occidente sobre
el Oriente, peregrina por todos los campos de batalla, se embarca en todos los navíos descubridores y
ve labrarse todas las estatuas y escribirse todas las epopeyas. Y, no satisfecho el señor Castelar con
abarcar así los términos de la tierra, desciende unas veces a sus entrañas y otras veces súbese a las
esferas siderales, y desde el hierro y el carbón de piedra hasta la estrella Sirio, todo lo ata y entreteje en
ese enorme ramillete, donde las ideas y los sistemas, las heroicidades y los crímenes, las plantas y los
metales, son otras tantas gigantescas flores retóricas.
15

Influido por el Romanticismo, del que también hay huellas en su oratoria, se


recuerdan entre sus obras los Recuerdos de Italia, alguna novela como Ernesto,
Fra Filipo Lippi y colecciones de artículos, discursos y diversos estudios jurídicos,
históricos y de crítica literaria y artística, además de ensayos sobre ideología
política.
En homenaje a Emilio Castelar existe en Argentina, en el Gran Buenos Aires, una
ciudad con su nombre. En un principio el nombre fue dado a la estación de
ferrocarril a 29 km al oeste del centro de Buenos Aires, que hacia 1913 dio origen
al pueblo. Fue declarada oficialmente Ciudad de Castelar en 1971, cuando superó
los 70 000 habitantes. Pasado el año 2000, superaba los 100 000 habitantes.

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