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Mateo 9,1-8

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Mateo 9,1-8 “Tus pecados te son perdonados”

Introducción

La manera que tuvo Jesús de tratar a este hombre puede parecernos sorprendente.

Mientras Marcos (2, 4) y Lucas (5, 19) insertan aquí los detalles de la camilla bajada
desde el techo después de levantar algunas tejas... Mateo, más sobrio, va directamente a
lo esencial, el perdón de los pecados.

Es la primera vez que Mateo menciona este tipo de poder.

Hasta aquí hemos visto a Jesús curando enfermos, dominando los elementos materiales,
venciendo los demonios; y he aquí que ¡también perdona los pecados!

Había una doble razón para comenzar asi. En Israel era creencia universal que toda
enfermedad era el resultado del pecado, y que ninguna enfermedad se podía curar nunca
si no se perdonaba el pecado.

Hoy encontramos una de las muchas manifestaciones evangélicas de la bondad


misericordiosa del Señor. Todas ellas nos muestran aspectos ricos en detalles. La
compasión de Jesús misericordiosamente ejercida va desde la resurrección de un muerto
o la curación de la lepra, hasta perdonar a una mujer pecadora pública, pasando por
muchas otras curaciones de enfermedades y la aceptación de pecadores arrepentidos.
Esto último lo expresa también en parábolas, como la de la oveja descarriada, la
didracma perdida y el hijo pródigo.

El Evangelio de hoy es una muestra de la misericordia del Salvador en dos aspectos al


mismo tiempo: ante la enfermedad del cuerpo y ante la del alma. Y puesto que el alma
es más importante, Jesús comienza por ella. Sabe que el enfermo está arrepentido de sus
culpas, ve su fe y la de quienes le llevan, y dice: «¡Animo!, hijo, tus pecados te son
perdonados» (Mt 9,2).

¿Por qué comienza por ahí sin que se lo pidan? Está claro que lee sus pensamientos y
sabe que es precisamente esto lo que más agradecerá aquel paralítico, que,
probablemente, al verse ante la santidad de Jesucristo, experimentaría confusión y
vergüenza por las propias culpas, con un cierto temor a que fueran impedimento para la
concesión de la salud. El Señor quiere tranquilizarlo. No le importa que los maestros de
la Ley murmuren en sus corazones. Más aun, forma parte de su mensaje mostrar que ha
venido a ejercer la misericordia con los pecadores, y ahora lo quiere proclamar.

Jesus no vino por los sanos sino por los enfermos, no vino a condenar sino a salvar

Los escribas se escandalizan de que perdone los pecados. Porque se hace como Dios:

También se escandalizan de que reciba a los pecadores

"¡Éste recibe a los pecadores!" es la acusación que lanzaban contra Jesucristo


hipócritamente escandalizados los fariseos (Lc 15,2). "¡Éste recibe a los pecadores!" Y
¡es verdad! Esas palabras son como la divisa exclusiva de Jesucristo.
San Alberto hurtado: texto que nos invita a la confianza: “Jesucristo, luego que apareció
en el mundo, ¿a quién llama? ¡A los magos! ¿Y después de los magos? ¡Al publicano!
Y después del publicano a la meretriz, ¿y después de la meretriz? ¡Al salteador! ¿Y
después del salteador? Al perseguidor impío.
¿Vives como un infiel? Infieles eran los magos. ¿Eres usurero? Usurero era el
publicano. ¿Eres impuro? Impura era la meretriz. ¿Eres homicida? Homicida era el
salteador. ¿Eres impío? Impío era Pablo, porque primero fue blasfemo, luego apóstol;
primero perseguidor, luego evangelista... No me digas: "soy blasfemo, soy sacrílego,
soy impuro". Pues, ¿no tienes ejemplo de todas las iniquidades perdonadas por Dios?
¿Has pecado? Haz penitencia. ¿Has pecado mil veces? Haz penitencia mil veces.
A tu lado se pondrá Satanás para desesperarte. No lo sigas, antes bien recuerda las 5
palabras "éste recibe a los pecadores" que son grito inefable del amor, efusión
inagotable de misericordia, y promesa inquebrantable de perdón”.

SVM

Cuanta alegría debe haber experimentado este hombre al escuchar que sus pecados le
fueron perdonados.

Pidamos al virgen nos alcance la gracia de que también nosotros en nuestra vida
podamos experimentar esa misma misericordia de Jesús con nosotros.

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