Montecristi
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Eduardo Gudynas
América Latina, donde las economías nacionales siguen descansando en la apropiación intensa de
los recursos naturales, y las materias primas siguen siendo las exportaciones más importantes.
en los últimos años se han concretado novedades sustantivas, que encierran enormes
potencialidades para un cambio de rumbo que permita proteger el acervo ecológico
latinoamericano. Entre esas novedades, sin duda, se destaca la actual Constitución del Ecuador,
donde se formaliza por primera vez los Derechos de la Naturaleza y, a la vez, se los articula con la
original propuesta del Buen Vivir, como alternativa el desarrollo actual.
primeras discusiones sobre ambiente y desarrollo, que tuvieron lugar en la década de 1970, se
formalizaron las primeras referencias sobre la sustentabilidad, a inicios de los años ochenta.
primer conjunto: sustentabilidad débil, posiciones de tipo reformistas que proponen soluciones
técnicas para los problemas ambientales Por ejemplo, en filtros para chimeneas o plantas de
tratamiento de efluentes en las fábricas. Enfrentados a los límites de la Naturaleza, sea en la
disponibilidad de recursos naturales como en la capacidad del ambiente de amortiguar los
impactos ecológicos. Sus defensores hacen uso intenso de la valoración económica para poder
introducir las cuestiones ambientales dentro de los análisis económicos clásicos.
sustentabilidad súper-fuerte: apuesta a cambios todavía mayores. Esta posición defiende una
valoración plural de la Naturaleza y, por lo tanto, el Capital Natural representa solo un tipo de
valoración. Se utiliza el concepto de Patrimonio Natural. Se defienden los llamados valores propios
o intrínsecos de la Naturaleza- postura biocentrica. Mientras la sustentabilidad débil podía
resolverse tecnocráticamente, la sustentabilidad súper-fuerte siempre es una discusión política
Por ejemplo se equipara la noción clásico occidental de Naturaleza con el saber tradicional de los
pueblos indígenas expresados en la Pachamama. De esta postura multicultural, al reconocerse los
derechos de la Naturaleza, queda implícito que ésta posee valores intrínsecos (también llamados
valores propios). La Naturaleza deja de ser un objeto manejado de acuerdo a la utilidad o beneficio
humano, y pasa a ser sujeto de derechos.
El Buen Vivir es un concepto todavía en construcción, aunque existe un consenso que representa
un quiebre con las ideas convencionales del desarrollo. Ese propósito aparece claramente en la
Constitución de Montecristi y, en ese sentido, se incluyen diversas vinculaciones con la temática
ambiental. Se indica que el régimen de desarrollo debe servir al Buen Vivir
La Constitución aborda otros dos aspectos clave en todas las corrientes de la sustentabilidad. Se
indica claramente que los seres humanos deben aprovechar los recursos y riquezas del ambiente,
pero los encuadra en un nuevo contexto, ya que esa apropiación debe servir al Buen Vivir.
Esta postura ecuatoriana es muy distinta de la que se encuentra en Bolivia, donde su nuevo texto
constitucional establece que una de las finalidades del Estado es la industrialización de los
recursos naturales. En la postura boliviana reaparecen las posturas utilitaristas sobre el ambiente,
en especial, aquellas del extractivismo.
Estas tensiones deben ser analizadas con detenimiento, ya que están presentes en todos los países
(incluido Ecuador), en tanto corresponden a los deseos de profundizar una veta extractivista para
poder financiar el Estado y promover el crecimiento económico.
valores propios del ambiente, tanto de los seres vivos como de su soporte físico, y no dependen de
la utilidad o apropiación del ser humano. Esta postura se conoce como biocentrismo, donde la
vida, tanto humana como no humana, es un valor en sí mismo.