La Educación Ambiental y Su Importancia Desde La Óptica Constitucional en Ecuador
La Educación Ambiental y Su Importancia Desde La Óptica Constitucional en Ecuador
La Educación Ambiental y Su Importancia Desde La Óptica Constitucional en Ecuador
Resumen
En los actuales contextos surge la relevancia de vincular los derechos de la naturaleza hacia su respeto
y cuidado desde ámbitos legales. En tal sentido, mediante un proceso de revisión documental y
bibliográfico, en este artículo se presentan retos y propuestas que permitan reconocer que, pese a que
estos derechos están legítimamente amparados en la Constitución del Ecuador, se requieren fomentar
prácticas que favorezcan su aplicación. Se establece la relevancia de crear puentes que articulen
iniciativas desde el Buen Vivir y el desarrollo sostenible.
Palabras clave: medio ambiente, Constitución, derechos de la naturaleza
Abstract
In the current contexts, the relevance of linking the rights of nature to its respect and care from legal
areas arises. In this sense, through a documentary and bibliographic review process, this article presents
challenges and proposals that allow us to recognize that despite the fact that these rights are
legitimately protected in the constitution of Ecuador, it is necessary to promote practices that favor
their application. To finish, the relevance of creating bridges that articulate initiatives from Good Living
and sustainable development is enunciated.
Key words: environment, Constitution, nature rights keywords
1. Introducción
Se considera que la Pacha Mama y del derecho al buen vivir, se sustenta en la filosofía propia de los pueblos
indígenas, reflejados ampliamente en las Constituciones de Ecuador y Bolivia, cuyos principios filosóficos
constituyen la base primordial para los pueblos indígenas. “Las filosofías toman por base un mito andino: el que
cree que la naturaleza es un organismo vivo y sujeto de derechos" (Pinto, Cerneiro,y Maluf, 2018, p. 156). A lo
1 Magíster en Derecho Constitucional, Docente de la Universidad Católica de Cuenca, Extensión La Troncal. jcgarate@ucacue.edu.ec
2 Magíster en Auditoría de Gestión de la Calidad, Docente de la Universidad Católica de Cuenca, Extensión La Troncal-Ecuador.
ovasquezc@ucacue.edu.ec
3 Magíster en Derecho Constitucional, Docente de la Universidad Católica de Cuenca, Extensión La Troncal-Ecuador. lequindeq@ucacue.edu.ec
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largo de la historia, la clase indígena en Ecuador se ha constituido en la auténticos defensora de la Madre Tierra;
por ello, lograron que en la Constitución de 2008 la naturaleza sea considera como sujeto de derechos.
Burgos, (2016) refiere que el actual desarrollo social y económico de cierto modo ha logrado desequilibrar la
relación entre los seres humanos y la naturaleza, asunto que es un fenómeno presente no solo en nuestro país,
sino a nivel mundial. Es necesario que la defensa, respeto y restauración de los derechos de la naturaleza sea
tratado en el país desde la visión de la educación ambiental, cuya jerarquía jurídica tiene la Constitución de la
República y en los Tratados Internacionales. Precisamente la educación, constituye un escenario de gran
impacto social para la formación actitudinal y procedimental, desde todos los niveles de educación formal e
informal, a través de prácticas pre profesionales, proyectos y artículos de investigación, seminarios talleres de
capacitación en el derecho ambiental, capaz de obtener la participación activa de docentes, administrativos,
alumnos y padres de familia, e incluso la sociedad, fomentando la ética ciudadana para el respeto y defensa del
medio ambiente.
Si bien es cierto que a nivel mundial ha empezado a despertar una conciencia ambiental, todavía no existe una
clara relación entre los efectos adversos causados por las actividades antropogénicas sobre el medio ambiente
y los derechos ambientales ya escritos en cada país y el Ecuador puntualmente establecidos en el texto de la
Constitución de la República del Ecuador, principalmente en los artículos 71-74 del Ecuador (Asamblea
Constituyente, 2008).
Pese a que a la Pacha Mama está considerada como sujeto de derechos, en la realidad carece de una Autoridad
plenamente competente para defender y exigir la restauración integral de estos derechos en los casos de
vulneración; porque en realidad el gran problema es que esta tarea es imposible que la cumplan los particulares
quienes carecen de la logística, infraestructura y más medios para interponer las acciones en contra de los
grandes causantes de la contaminación ambiental, entre estos destacándose el propio Estado; desde los mismos
GADS Municipales no se preocupan de los vertederos de aguas servidas, ni de la purificación de los cauces
naturales de las aguas; ante lo meramente “retórico” y en plena contaminación ambiental, el propósito es
establecer y plantear propuestas que consideren a la naturaleza como sujeto de derechos pero con autoridades
competentes que reparen los daños ambientales, en pos de la restauración de los derechos ambientales.
Uno de los caminos más viables para que la norma jurídica constitucional, sea eficaz y efectiva es el camino hacia
a la Educación Ambiental, en todos los niveles, en procura de concienciar a toda la colectividad sobre la ética
ciudadana; así en la práctica se establezcan mecanismos, ágiles, oportunos y con resultados, en torno a la defensa
de los derechos de la naturaleza, el lugar en donde se produce y se realiza la vida; tarea esta que nos compete a
todos.
La naturaleza
Por el término naturaleza, se entiende que proviene de la palabra latina “natura”; de la raíz “nasci” que significa
“acción de hacer nacer”; Claro en griego, la palabra usada para naturaleza era de más amplitud; el término physis
que se piensa va más allá del ser humano y constituye la contraposición entre lo natural y lo artificial. Cierto,
pretender transformar la naturaleza en una fuente inagotable de recursos naturales con exclusividad para la
persona natural (humana) acarrea consecuencias funestas para la biósfera; y, desde luego que este tipo de
explotación despierta dudas sobre la capacidad que tiene la modernidad para pretender ser impuesta como
modelo a todos los habitantes del planeta (Pinto, Cerneiro y Maluf, 2018, p. 157).
La naturaleza tiene que ver con el saber tradicional de los pueblos indígenas que están patentizados en la
Pachamama, desde la óptica del principio de multiculturalidad al reconocerse en nuestra Constitución vigente
los derechos de la naturaleza, que tiene valores intrínsecos, también llamados derechos propios; con ello se
pretende que la naturaleza deje de ser un bien manejado de acuerdo con el beneficio y provecho humano, para
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convertirse en sujeto de derechos (Gudynas, 2011, p. 87). Particular que es recogido en el Texto Constitucional
del Ecuador (Asamblea Constituyente, 2008) conforme lo venimos destacando.
En definitiva; se considera que, desde los inicios de la humanidad, en la lucha incesante del ser humano por el
miedo a los imprevistos e impredecibles elementos de la naturaleza, se ha transformado en la batalla en la que
ha pretendido en forma desesperada dominarla. Pese a ello “hemos llegado inclusive a definir la Naturaleza sin
considerar a la Humanidad como parte integral de la misma. No se ha entendido a plenitud que aún somos
Naturaleza, que estamos inmersos en un organismo vivo y que no somos parte de un organismo artificial”
(Acosta, 2014, p. 1).
En Ecuador su Constitución reconoce los derechos de la naturaleza; se considera que en América Latina y en los
diferentes estados a través de sus Constituciones Políticas son producto de la urgencia de realizar acciones
concretas, efectivas y eficaces para promover el desarrollo sostenible, que quiere decir hacer uso de los recursos
naturales, pero sin que se ponga en peligro la existencia de las generaciones futuras (Paz, Avendaño y Abad,
2014).
En lo atinente a los derechos de la naturaleza Martínez y Acosta (2017), sostienen que no se puede perder de
vista en cuanto se refiere al rumbo del concepto de Naturaleza, en razón de la cultura de cada quien tiene su
propio criterio, cuando se habla de los derechos de la naturaleza se puede puntualizarse en lo que tiene que
ver con la naturaleza explotada, marginada, misma que por la acción humana se la viene concibiendo como si
fuese mercancía; sin considerar para nada que la naturaleza como tal tiene derechos, al margen del beneficio
que pueda tener a favor de la especie humana.
En esta parte Cruz, (2014) aclara refiriéndose a que en América Latina ha tomado fuerza negativa en los
derechos de la naturaleza el denominado “modelo extractivista”, siendo ampliamente conocido que en el plano
regional, sin duda, estaría enfrentando gravísimos problemas que tienen que ver con la extracción industrial, la
contaminación ambiental, así como la alteración natural de las fuentes hídricas, a lo que se debe agregar las
largas estaciones invernales y a las prolongadas sequías en diferentes zonas.
A la naturaleza se la viene concibiendo como parte esencial de la cosmovisión indígena, cuyos derechos han
venido siendo exigidos desde las entrañas de las comunidades indias, los únicos que, cansados frente a la
destrucción de la naturaleza, a las labores extractivistas, a la tala indiscriminada de los árboles, a la
contaminación del medio ambiente, del agua, en fin a la afectación de la Pacha Mama; al punto que gracias a
esta incesante lucha han alcanzado que la Constitución de la República del Ecuador (Asamblea Constituyente,
2008) reconoce en su normativa que la naturaleza es sujeto de derechos.
Se considera que en lo que tiene que ver con lo novedoso y bondadoso de los derechos de la naturaleza a lo
menor estarían en el campo de lo meramente “retórico”, al conferir a la naturaleza constitucionalmente el
carácter de “sujeto de derechos”, sin nadie que vele por sus intereses; peor aún, sin que el mismo Estado asuma
el rol protagónico que nos asigna la realidad que vivimos. La Fiscalía conforme a lo previsto en el Art. 195 de la
Constitución de la República, pese a ser el órgano encargado de dirigir de oficio o a petición de parte la
investigación pre procesal y procesal penal; alude no contar con las facultades para con el fin de que se promueva
los procesos penales civiles y ambientales, cuando se afecta al ambiente o naturaleza, esto en razón de que
además de ser un bien común a todas las personas, se los cataloga como sujetos titulares de derechos; caso
contrario estaríamos antes normas constitucionales tan solo declarativas de derechos, sin que nadie las
represente en forma efectiva y eficaz; resulta grave afirmar que no existe la normativa ambiental adecuada de
fondo y de forma para que evite “la degradación persistente de la naturaleza” (Barcia,2018. 307-329).
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Los derechos de la naturaleza plenamente consagrados en la Constitución del Ecuador, en sus artículos 71 al 74,
se ha cristalizado, sin duda, desde los permanentes reclamos, básicamente de las comunidades indígenas,
quienes siempre han mantenido una postura contraria a la destrucción de la Pacha Mama, provocada por el
acelerado y despiadado extractivismo. Para fortalecer lo indicado es menester que reproduzcamos tan solo el
primer inciso del artículo 71 de la Carta Suprema del Estado que en forma textual indica que:
“Protección.- La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se
respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración sus ciclos vitales, estructura
funciones y procesos evolutivos (…)”
La referida norma constitucional, está establecida en el Capítulo Séptimo, consagra los Derechos de la
Naturaleza, en su Art, 71 otorga facultades para que toda persona, comunidad, pueblo o nacionalidad pueda
exigir a la autoridad pública el cumplimiento de los derechos de la naturaleza; en la que debe jugar un papel
preponderante el Estado, en la restauración de los derechos de la naturaleza (Asamblea Constituyente de
Ecuador, 2008).
En lo que tiene que ver con la naturaleza como sujeto de derechos Simon (2013) considera que en el mundo
jurídico, se bien ha despertado más de un apoyo entusiasta, sin embargo, esta no es unánime; toda vez que, hay
voces contrarias que consideran que se trata de una mera declaración de derechos, porque tales derechos no
están siendo ejecutadas en el plano de la práctica, de la realidad jurídica; por ello, más bien se le estaría
considerando como una declaración que calza en el plano de la retórica, de lo teórico, por lo que sus efectos
serían mínimos.
Desde la perspectiva del desarrollo sostenible, invocando a la Constitución del Ecuador 2008, el Art. 83 numeral
6 prescribe “Respetar los derechos de la naturaleza, preservar un ambiente sano y utilizar los recursos naturales
de modo racional, sustentable y sostenible” (Asamblea Constituyente, 2008, p. 47), de ahí que, el desarrollo
sostenible, un concepto que surge en 1987 con el Informe Brundtland de la Comisión Mundial sobre el Medio
Ambiente y el Desarrollo, declara “ Está en manos de la humanidad hacer que el desarrolla sea sostenible,
duradero, a sea, asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras
generaciones para satisfacer las propias” (p. 23). Entonces confrontando estos dos preceptos, el articulado de la
constitución ecuatoriana tiende hacia un enfoque biocéntrico, en donde su esencia radica en que todo ser vivo
merece respeto moral, igual derecho a la vida, autonomía en su forma de desarrollarse y de expresarse, por
consiguiente, igual respeto por igual valor.
En tanto, el desarrollo sostenible presenta un enfoque antropocéntrico, desde un enfoque de sus tres pilares:
ecológico, económico y social, el ser humano en este contexto es el ´centro de todo´.
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Figura 1
El hombre como ´centro de todo´
y el Desarrollo Sostenible
Entonces estas dos posturas pueden converger a través de coincidencias como el respeto a la vida del ser humano
y su desarrollo, pero que sucede con el complemento del componente biótico cuando en el país ha avanzado a
paso acelerado la deforestación, explotación indiscriminada de los manglares, extinción de flora y fauna
endémica, instancia de esta problemática que puede solventarse con las estrategias aclamadas en el desarrollo
sostenible a través de sus tres pilares.
Se puntualiza que las Constituciones pluriculturales y ambientales de Ecuador y Bolivia que, dada su semejanza,
se cohesionan a través de tres elementos: principios de plurinacionalidad e interculturalidad, derechos de la
naturaleza y el derecho al buen vivir. Estos innovadores principios constitucionales se vinculan en forma
innovadora en las dos Constituciones Políticas; sin duda estos derechos y principios constituyen una enorme
contribución sobre: la diversidad cultural, los derechos humanos y el medio ambiente. Se precisa que las
contribuciones que sobre el tema se aportan no son del todo originales ni en Ecuador ni en Bolivia, sino que
responden a variaciones que se complementan con las exigencias del constitucionalismo moderno (Bonilla,
2018).
Etimológicamente, el Buen Vivir en Ecuador o Vivir Bien en Bolivia, se ha vinculado a la tradición de los pueblos
originarios: Ecuador y Bolivia. El Buen vivir es vida en plenitud, vivir en armonía con los ciclos de nuestra Pacha
Mama, de nuestra Madre Tierra, del Cosmos y de la propia existencia, entendiéndose que todo está en perfecto
equilibrio. En definitiva, el buen vivir significa saber cohabitar y existir, en razón de que la vida en todas sus
manifestaciones constituye la humanidad, que a su vez es parte consustancial de la naturaleza. No se puede vivir
bien si se destruya la Madre Naturaleza. Los creyentes afirman que Dios primero creo a la naturaleza y después
al hombre, más, su obligación de respetarla y defenderla la viene incumpliendo, pues, a la naturaleza la considera
desde una posición mercantilista.
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Reiteramos que la Constitución de 2008 se destacó insertando en la normativa el marco conceptual y la filosofía
del buen vivir, bajo la premisa que tenemos un paradigma -constitucional a favor de todas las personas, grupos,
comunidades y pueblos indígenas-; dentro del marco de la pluriculturalidad, justicia e inclusión, priorizando la
armonía que debe existir con la naturaleza. Concretándose en un principio de rango constitucional de suma
importancia, el Buen Vivir o Sumak kawsay (Galiano y Tamayo, 2018).
Por su parte Velásquez (2014) considera que constitucionalismo y medio ambiente se conjugan entre si porque
son de vital importancia; por una parte la Constitución es la norma suprema del Estado; y, por otro lado el medio
ambiente, base en la cual se sustenta la existencia y que durante años hemos venido dando la espalda,
contaminando y ejecutando actos que van en desmedro de nuestro hábitat; debiendo considerar que la
naturaleza es la base primordial para la activación de la economía “la existencia de una nación basada en
territorio, elemento fundamental para la existencia del Estado” (p.221).
Es importante destacar que conforme lo establecido en el artículo 14 de la Constitución, se reconoce “el derecho
de toda la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado que garantice la sostenibilidad y
el buen vivir, sumak kawsay” (Asamblea Constituyente, 2008, p.23). Además, establece que es de interés público
la preservación del medio ambiente, conservación de los ecosistemas, la prevención del daño ambiental y la
recuperación de todos los espacios de la naturaleza que hayan sido degradados.
Así mismo, la Constitución ecuatoriana (Art. 276.4) entre los objetivos generales del Régimen de Desarrollo
establece el de “Recuperar y conservar la naturaleza y mantener un ambiente sano…”, garantizando a todas las
personas, pueblos, comunidades y nacionalidades el acceso “equitativo, permanente y la calidad de agua, aire
y suelo; sí como a beneficiarse de los recursos del subsuelo y del patrimonio natural (Asamblea Constituyente
de Ecuador, 2008, p. 99).
Más hemos de asevera que lamentablemente, pese al impacto ambiental que se plasma a nivel mundial; ´pues,
se hace presente la inestabilidad de que la humanidad, no solo que se ha convertido en espectadora de la
destrucción de la naturaleza, sino que también es parte activa, posibilitando, incluso, que se construyan diversas
“formas de interpretación y de nuevos modelos culturales y sistemas de organización con la función de
armonizar las relaciones entre el hombre y el medio ambiente” (Avendaño, Rueda y Paz, 2015, p. 125).
Con sobrada razón Tejedor (2011) cita a Carlos Marx, para mencionar que en su obra el capital, en lo atinente a
la “plusvalía relativa” indica que “la producción capitalista solo sabe desarrollar la técnica y la combinación del
proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y
el trabajador” (p.9). Obvio deducir que con una sociedad capitalista que mira a la naturaleza simplemente como
una mercancía a la cual hay que explotarla para obtener beneficio económico, estamos frente a una tamaña
injusticia, al no administrar las fuentes de recursos naturales de una manera sostenible, respetando sus
derechos.
La educación ambiental
En el campo de la investigación ambiental, sin duda corresponde al sistema educativo en todos sus niveles debe
ir creciendo, a la par con las políticas públicas a cargo de la Función Ejecutiva del Estado, políticas que es deber
implementarlas en mérito al principio de progresividad, a efecto de contribuir a ser parte de la solución al
alarmante nivel de contaminación, afectación a la biodiversidad y al ecosistema; que producen marginación
social y pobreza.
Bajo esta premisa se debe materializar la necesidad de trabajar en forma articulada con la afectación del medio
ambiente que se presentan en el contexto natural con la comunidad educativa; labor que debe ser iniciada desde
la educación primaria, donde el cuerpo docente y alumnos se conviertan en sujetos activos, “generando
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producción de conocimiento a partir de su propio hábitat” (Reyes y Cardona, 2015, p. 170). En efecto los
conocimientos básicos sobre la naturaleza, es menester que se vaya concienciando desde la misma educación
primaria, que a la postre se estaría formando seres humanos conscientes de la realidad ambiental en que vivimos
y el respeto que debemos guardar a la naturaleza.
En todo caso, resulta paradójico en el Ecuador que los reclamos de las reivindicaciones ambientales desde la
perspectiva cultural y ancestral ha venido de grupos sociales tradicionalmente marginados, tales como los
pueblos indígenas que cuestionan a ultranza la política extractiva del estado ecuatoriano, anteponiéndose a los
postulados del Art. 14 de la Constitución 2008 que prescribe “se reconoce el derecho de la población a vivir en
un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak
kawsay”(Asamblea Constituyente del Ecuador, 2008, p.23).
En la actualidad la educación ambiental, el respeto y su defensa, resulta imprescindible para formar ciudadanos
con valores, no solo a los estudiantes, sino a todos quienes son parte de la comunidad educativa. Es necesario
concienciar que somos los seres humanos quienes perjudicamos a nuestro ecosistema. El fin de la educación es
“enseñar al alumnado a alcanzar su desarrollo personal y social, llegando a comprender cuestiones diversas sobre
el medio” (Redondo y River, 2017, p. 1) y clave el rol del docente en estos procesos de articulación (Rodríguez,
Aguilar y Apolo, 2018).
El sistema educativo nacional debe jugar un papel preponderante en defensa de la naturaleza y los convenios
ambientales internacionales comprometen al Ecuador en esta política, es así que en la Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, aprobado en septiembre del 2015, en el objetivo
4, meta 4.7 indica “De aquí a 2030, asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y
prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el
desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles…y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible”
(Agenda 2030, 2015, p. 29) .
Es decir, son acciones vinculantes, obligatorias insertadas en el currículum de los cuatro niveles de educación en
el Ecuador; además la Constitución del Ecuador 2008, en el art. 27 manifiesta “La educación se centrará en el ser
humano y garantizará su desarrollo holístico, en el marco del respeto a los derechos humanos, al medio ambiente
sustentable y a la democracia; será participativa, obligatoria, intercultural” (Asamblea Constituyente de Ecuador,
2008, p. 26).
Por ello con acertado criterio Rodríguez, Bustamante y Mirabal (2011), concretan que es conocido las causas y
las incidencias que causan los problemas ecológicos y ambientales, son variados, más la falta de cultura es
incipiente, lamentablemente, es la causa principal para el resurgimiento imparable de los problemas que afectan
al medio ambiente; particulares que tienen que ver con asuntos de apatía, negligencia, irrespeto, desordenes
que fluyen del grado de la falta de educación de la moral y las buenas costumbres. Quizá constituya la razón para
que los que se encargan del estudio del medio ambiente: ecología natural, como ciencia natural o biológica, por
supuesto la ciencia social; afirmen que no se puede concebir “el entorno natural del hombre aislado de su
entorno social” (p. 5)
Los gobiernos democráticos y progresistas del mundo se han unido a los pueblos más afectados y han expresado
su disposición de colaborar para que se logre un modo de vida sostenible, con un nuevo sentido de
interdependencia global y responsabilidad universal. Así quedó expresado en el documento conocido como Carta
de la Tierra que revela el compromiso y el deseo de revertir los daños medioambientales y que en su letra expresa
que:
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Una de las funciones sustantivas de la educación superior, es precisamente la vinculación de la universidad con
la colectividad, para ello conjuntamente con las labores académicas y de investigación, tales como proyectos,
prácticas pre-profesionales, trabajos de formación investigativa, así como la integración de la teoría con la
práctica, son factores que deben posibilitar la interacción efectiva de la universidad con su entorno (Polaino y
Romillo,2017)
La educación está intrínsecamente ligada a valores humanistas, y como tal esencia fundamental de la dignidad
humana.
En esta parte importante destacar el criterio de Cofré (2006) que indica que si se tuviera que ubicar al hombre
en cuanto tiene que ver con su esencia, tendría que mencionar en forma incuestionable que está primero la
dignidad, el mismo que por su propia naturaleza tiene derechos de carácter esencial, son los derechos humanos,
mismos que son inalienables, imprescriptibles, irrenunciables, imprescriptibles, derechos que al tener rango
constitucional son interdependientes y de igual jerarquía conforme a lo establecido en el Art. 11.6 de la
Constitución del Ecuador (2008); de ahí que el ser humano desde el estado mismo desde el momento que nace
fija su existencia legal (Art. 60 del Código Civil), desde tal circunstancia tiene todos los derechos inherentes al
ser humano.
De ahí que, la educación superior, no puede permanecer impávida frente al alto grado de contaminación
ambiental, al aprovechamiento no sustentable, a las múltiples violaciones a los derechos de la naturaleza, a las
francas y frontales vulneraciones de tales derechos, realmente un fenómeno presente; urge que con proyectos
de investigación científica, vinculados a la colectividad, se proyecte a la gran tarea de defender los derechos
humanos, con una participación activa en la defensa y sobre todo en la exigencia de la reparación de los derechos
vulnerados. La universidad ya debe incorporar en sus mallas curriculares asignaturas que tengan que ver con
ecología, con medio ambiente, con derechos de la naturaleza; pues, constituyen escenarios adecuados de gran
impacto social para asumir este reto con propuestas encaminadas a las nuevas generaciones, para alcanzar el
desarrollo de la vida humana –ecológicamente- en condiciones de dignidad.
En los retos y desafíos ambientales desde una óptica jurídica debe considerarse los ejes sustanciales que
dinamiza a una sociedad, a saber, la cultura, el sistema educativo y el desarrollo sostenible, donde este último
abarca aspectos económicos, ecológicos y sociales.
El reto de la formación axiológica ambiental debe ser convergente, simbiótica y sincrónica entre la empatía, la
integridad moral de la familia y el aprender a aprender de la escuela, pero esta dinámica en el Ecuador no es
evidente, más bien es retrógrada, (Bustos, 2011, p. 66) indica que el currículum del bachillerato general unificado,
en vigencia desde el 2010, no está alineada a la demanda social, pues no obedece a las expectativas desde el
enfoque educativo, para una interrelación de mutuo beneficio entre la sociedad, la naturaleza y el buen vivir.
Por lo dicho, los desafíos invocan a la actual política educativa de país a retomar la reflexión sobre la educación
ambiental aplicada en el período de los años 2000 – 2011, donde tuvo a lugar cinco instancias que consolidan la
educación ambiental, entre las más relevantes, la expedición de la Ley de Educación para la Democracia del
2006, en donde considera como un eje del currículo de Educación para la Democracia, la educación ambiental;
además, se ejecuta el Plan Decenal de Educación (2006-2015), inscribiéndolo a la política 3 a proponer directrices
para el fortalecimiento de la educación ambiental (Bustos, 2011).
Retos y desafíos que nos indica que el respeto de la defensa de los derechos de la naturaleza, no solo es tarea
del Estado, sino de toda persona, pueblo, comunidad y nacionalidad, desde el ciudadano común debe tomar
conciencia – hasta- del manejo responsable de los desechos sólidos (basura); desde el área lugar en que nos
encontremos a respetar los derechos de nuestra madre tierra –pacha mama- por ser el lugar en donde se
reproduce y se realiza la vida.
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2. Metodología
El fundamento de este estudio se ha centrado en la exploración, descripción y comparación de los diferentes
normas y principios contemplados tanto en la Constitución Ecuatoriana, así como el análisis doctrinario sobre
los derechos de la naturaleza, normativas contemplados en el marco legal ambiental ecuatoriano; ha tenido un
enfoque cualitativo, relacionándolos con el desempeño desde el punto de vista ambiental de los diferentes
actores socio económicos en el desarrollo de país en ámbitos tales como la cultura, educación, producción más
limpia, desarrollo sostenible.
Este trabajo al ser una investigación no experimental no existe manipulación de variables, sino que se describen
y compararán los fenómenos relacionados con la problemática ambiental y el aspecto legal.
Para estos fines, la revisión documental y bibliográfica ha jugado un papel preponderante en la consolidación del
conocimiento de la realidad nacional sobre la conciencia y el comportamiento del ciudadano y sectores
productivos de nuestro país.
3. Resultados
La Constitución del Ecuador (2008) en el Art. 379 numeral 2, refiere que los sitios naturales, paisajes, caminos
que son el fundamento de la identidad de los pueblos, “Son parte del patrimonio cultural tangible e intangible
relevante para la memoria e identidad, de personas y colectivos” (p. 125), entonces por el texto constitucional
podría considerarse explícita una interrelación cultura – ambiente, teniendo en cuenta que los sitios naturales al
tener características biofísicas son considerados ecosistemas, es decir ambientes en donde se desarrolla la vida.
Resulta paradójico en el Ecuador que los reclamos de las reivindicaciones ambientales desde la perspectiva
cultural y ancestral ha venido de grupos sociales tradicionalmente marginados, tales como los pueblos indígenas
que cuestionan a ultranza la política extractiva del estado ecuatoriano, anteponiéndose a los postulados del Art.
14 de la Constitución 2008 que prescribe “Se reconoce el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y
ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay” (Asamblea
Constituyente de Ecuador, 2008, p. 23).
Consideramos que el Estado, acorde con el principio de progresividad consagrado en el Art. 11.8 de la
Constitución de la República del Ecuador (2008), en el campo ambiental debería estar de acuerdo con el cúmulo
de derechos y responsabilidades inherentes a los valores y principios ambientales establecidos en la Carta
Suprema del Estado, en la que debe jugar un papel principal en la defensa, respeto de los derechos de la
naturaleza como tal, así como a su restauración integral, en los términos que establece el artículo 72 del Texto
Constitucional.
Ahora cuál es el papel protagónico del complemento de la sociedad ecuatoriana desde el ámbito de la cultura
ambiental, más bien su despertar auspicia livianamente una conciencia ambiental y prueba de ello se evidencia
en la tibia participación social en graves problemas ambientales que el Ecuador ha atravesado en estos últimos
años, tales como el impacto ambiental por actividad minera en territorio del pueblo indígena Cofán de Sinangoe
en el 2018, el caso Chevron / Texaco por delitos ambientales cometidos por esta compañía en la extracción de
petróleo en la amazonia ecuatoriana, aunque al día de hoy para el tribunal arbitral internacional de la Haya que
dio un dictamen favorable a la Chevron / Texaco, el gobierno ecuatoriano ha resultado ser el “irresponsable
contaminante, depredador de la naturaleza”.
A esta problemática de la poca cultura ambiental del país, agréguese la exigua gestión de los desechos urbanos
en la mayoría de gobiernos autónomos descentralizados municipales del país, en lo referente a la deforestación,
gracias a políticas gubernamentales más que la iniciativa ciudadana, en estos años se ha reducido la tasa neta de
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deforestación( Ministerio del Ambiente del Ecuador, 2019); la contaminación de los diferentes recursos hídricos
a nivel nacional es la respuesta de la indiferencia ciudadana a la resciliencia ambiental.
A lo expuesto, para efectivizar los retos y desafíos para una responsabilidad biental desde el ámbito cultural,
deberá vincularse la predisposición mental de la persona, desde sus primeros años de vida, a los hábitos,
costumbres y comportamiento inherentes del núcleo familiar.
El sistema educativo nacional debe jugar un papel preponderante en defensa de la naturaleza y los convenios
ambientales internacionales comprometen al Ecuador en esta política, es así que en la Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, aprobado en septiembre del 2015, en el objetivo
4, meta 4.7 indica “De aquí a 2030, asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y
prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el
desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenible y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible”
(Agenda Desarrollo Sostenible, 2015, p. 29).
Es decir, son acciones vinculantes, obligatorias insertadas en el currículum de los cuatro niveles de educación en
el Ecuador; además la Constitución del Ecuador (2008), en el Art. 27 manifiesta “La educación se centrará en el
ser humano y garantizará su desarrollo holístico, en el marco del respeto a los derechos humanos, al medio
ambiente sustentable y a la democracia; será participativa, obligatoria, intercultural” (Asamblea Constituyente
de Ecuador, 2008, p.26).
La Constitución del Ecuador 2008, refleja una serie de bondades respecto al derecho de la naturaleza, por
primera vez en su historia constitucional, no faltan quienes la ubican como algo lírico, quizá simplemente
retórico al conferir a la naturaleza constitucionalmente el carácter de “sujeto de derechos”, sin nadie que vele
por sus intereses; peor aún, sin que el mismo Estado asuma el rol protagónico que nos asigna la realidad que
vivimos. La Fiscalía conforme a lo previsto en el Art. 195 de la Constitución de la República, pese a ser el órgano
encargado de dirigir de oficio o a petición de parte la investigación pre procesal y procesal penal; alude no contar
con las facultades para con el fin de que se promueva los procesos penales civiles y ambientales, cuando se afecta
al ambiente o naturaleza, esto en razón de que además de ser un bien común a todas las personas, se los cataloga
como sujetos titulares de derechos; caso contrario estaríamos antes normas constitucionales tan solo
declarativas de derechos, sin que nadie las represente en forma efectiva y eficaz; resulta grave afirmar que no
existe la normativa ambiental adecuada de fondo y de forma para que evite “la degradación persistente de la
naturaleza” (Barcia, 2018, págs. 307-329).
4. Conclusiones
Se reconoce que los pueblos indígenas han constituido el pilar fundamental en la incansable lucha a favor de los
derechos de la Pacha Mama, de la naturaleza como tal, al punto que ha logrado el reconocimiento en la Carta
Suprema del Estado.
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Pese a que en nuestra Constitución de 2008, se establece por primera vez que la naturaleza tiene derechos y que
garantiza a toda la colectividad la defensa y protección; no es menos cierto que en la práctica, se constituyen
como meras declaraciones, retóricas, porque el Estado no asume el rol protagónico como tal, ni las grandes,
medianas ni pequeñas empresas para que en una forma efectiva y eficaz se respeten los derechos de la
naturaleza y la autoridad competente disponga su reparación integral.
Es evidente en el sistema educativo nacional, que en los ámbitos de saberes conceptuales y procedimentales
existe una panorámica clara de cumplimiento de objetivos educacionales referentes al medio ambiente, más no
así en el saber actitudinal de sus actores principales tanto educando como educadores, sino como puede
explicarse que el país apenas ha avanzado en una cultura de reducir, reciclar, reutilizar, reemplazar, uso eficiente
de recurso tales como agua, energía eléctrica, gestión adecuada de desechos, etc., y lo expuesto agravado por
una tenue respuesta de los gobiernos autónomos en su política y planificación ambiental de su localidad.
En el Ecuador, toda hay que salvar escollos, tanto en lo económico por la distribución inequitativa de la riqueza
y en lo social en sectores de la salud, seguridad, educación, vivienda, que no han recibido atención prioritaria ya
sea por su escuálida planificación o por déficit presupuestario, este último debido a disminución de ingresos al
país, pero por sobre todo por la corrupción que ha invadido al país desde la época republicana. La mitigación y/o
erradicación de la corrupción es el gran reto y desafío que tiene el país para caminar en los andariveles del buen
vivir y el desarrollo sostenible.
Consideramos que es menester que todos quienes estamos inmersos en la tarea educativa, en todos los niveles,
particularmente en la docencia universitaria, fijemos nuestra meta en la investigación científica de estos temas
de actualidad, para que en armonía con nuestros estudiantes podamos tratar temas de impacto ambiental, con
el marco teórico potenciado en la práctica, sobre el derecho a tener un ambiente sano, a respirar aire no
contaminado, a beber y alimentarse con productos de la Pacha Mama de óptima calidad; además a defender con
ahínco estos derechos de la madre tierra, en pos del respeto a la dignidad humana, que siempre debe estar en
armonía con los derechos de la naturaleza.
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