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La Expedición de Balmis y El Ministro José Antonio Caballero

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La expedición de Balmis y el ministro José Antonio Caballero

La expedición de Balmis

ENRIQUE LAVAL.

The Balmis expedition

La llamada Real Expedición Filantrópica de la Vacuna fue confiada por


Carlos IV al médico valenciano don Francisco de Balmis y Berenguer, con el
propósito de propagar la vacuna antivariólica en América y Filipinas.

La expedición partió de La Coruña el 30 de noviembre de 1803 en la


corbeta "María de Pita" y arribó a Puerto Cabello, en Venezuela, el 19 de
marzo de 1804. En el trayecto vacunó en Tenerife y Puerto Rico, de acuerdo
con lo establecido en la circular enviada por el ministro don José Antonio
Caballero.

La circular recibida en Chile y dirigida en términos análogos a todas las


autoridades de Indias, concluye así:

Finalmente espera el Rey del celo acreditado de V.E. a su Real Servicio


que con la persuasión y demás medios que juzgue afortunados, contribuyan a
introducir y conservar en todos los pueblos de su mando y de las islas de
Chiloé la saludable práctica de la vacuna, haciéndoles notoria la expedición
para que la proteja, y a sus individuos con todos los auxilios que dictan la
humanidad y la importancia del objeto, y para que envíen a esa Capital
Facultativos que aprendan la práctica de la operación y que lleven el fluido;
en la inteligencia de que la obligación del Director y de sus subalternos se
limita a las capitales, a los pueblos de tránsito y algún otro punto que se
estime preciso y debiendo pasar aquéllos de ese Reino a Buenos Aires para
regresar a España.

San Ildefonso, 1 de octubre de 1803. José Antonio Caballero.

Al Presidente y Capitán General de Chile.

A bordo de la corbeta iba Balmis con diez facultativos abnegados y con


veinticinco niños, acompañados por sus madres o nodrizas, los que debían
conservar el fluido vaccinal brazo a brazo, durante la prolongada travesía.
Estos niños, por acuerdo del monarca, fueron adoptados como hijos
especiales de la nación española.

La expedición se dividió en Venezuela en dos: una a cargo del propio


Balmis, para vacunar en México y Filipinas, y otra dirigida por el médico

1
catalán José Salvany y Lleopart e integrada por los doctores Grajales. Lozano
y Bolaños, destinada a vacunar en América del Sur.

El doctor Manuel Julián Grajales por orden de Salvany pasó desde el


Perú a Chile, a seguir la tarea contraída ante el Gobierno de España.

En el siguiente documento Grajales da cuenta al Gobierno de Chile, de


su venida a este país:

Exmo. Señor:

Participo a V.E. mi destino a este Reyno a propagar el fluido vacuno que


a mi cargo se ha confiado; pero estando esta superioridad con la
incertidumbre si o no existe la Vacuna en ese Reyno, pues de notoriedad se
sabía que se había en él propagado, ha determinado de anunciar a V.E. lo que
ha tenido por más conveniente: mas sin embargo, he de merecer de la
atención de V.E. me comunique si o no se propaga todavía el dicho fluido, para
no trasmitirlo por mar de brazo a brazo y no imponer mayores gastos al Real
Herario. Igualmente estimare que V.E. dé órdenes a los Puertos de su mando,
por si arribare a algunos de ellos, me den auxilios que las Reales Ordenes
previenen.

Al Exmo. Sor. Don Luis Muñoz de Guzmán. Tente. Gral. de los Rs.
Excerts., Presidente y Capn. Gral. del Reyno de Chile. Lima y marzo 7 de l807.

No estaba equivocado Grajales sobre la existencia de la vacuna en Chile,


como veremos a continuación.

El 5 de julio de 1805 ancló en Montevideo la fragata portuguesa "Rosa


del Río", al mando del capitán don Manuel José Días. Su propietario, don
Antonio Machado Carballo, portugués, conducía un cargamento de 38 negros
esclavos, y para preservar su repugnante negocio, los había vacunado de
brazo a brazo y, además, traía vacuna conservada en vidrios. El gobernador
de Montevideo, don Pascual Ruiz Huidobro, deseó observar si se trataba de la
verdadera vacuna, internando en el Hospital Provisional a los últimos tres
negros vacunados. Los informes fueron desalentadores: uno de los tres
negros contrajo la viruela y en los otros dos la vacuna no prendió, pero por su
parte el cirujano don Cristóbal Martín Montufar, con la vacuna conservada en
vidrios, que le había sido proporcionada por don Antonio Machado Carballo,
vacunó cuatro niños y tuvo pleno éxito.

Enterado el virrey Marqués de Sobremonte, de la introducción de la


vacuna en Montevideo, el 16 de julio le escribía a Ruiz Huidobro ordenándole
el envío de la vacuna a Buenos Aires. Sin embargo, parece que el mismo
Machado la remitió directamente a aquella ciudad, y luego se trasladó él con
dos negros recién vacunados. De inmediato el Marqués de Sobremonte la
envió a las provincias de Salta y Córdoba y a los indios guaraníes, a Chile y

2
Lima por medio de vidrios y en polvos y, aunque no había prendido en Charcas
repitió la remesa.

En Chile se recibió la vacuna a fines de septiembre o comienzos de


octubre, y se aplicó por primera vez el 8 de octubre de 1805 en el pórtico de
la Catedral de Santiago, por el fraile juandediano padre Pedro Manuel
Chaparro.

El presidente de Chile, don Luis Muñoz de Guzmán, en oficio de 10 de


noviembre de 1805, acusó recibo de la vacuna al Marqués de Sobremonte, le
comunicó que había encargado su aplicación al padre Chaparro y le incluyó un
informe de éste en que expresa haber vacunado hasta la fecha 286 personas,
en quienes prendió felizmente el fluido a excepción de las 14 primeras,
gracias a el presidente y su esposa que influyeron mucho con su persuasión y
ejemplo a la buena acogida.

En los últimos días del año 1807, llegó a Valparaíso el doctor Manuel
Julián Grajales, iniciando de inmediato sus trabajos. El 21 de enero de 1808
ya había organizado la Junta de Vacuna en Valparaíso, con el siguiente
personal: el alcalde de primer voto, el cura párroco, el procurador de ciudad,
dos vecinos y el médico don José Olea.

De los médicos españoles que pasaron por Chile en la primera mitad del
siglo XIX, quizás ninguno dejó un recuerdo más grato y perdurable que
Grajales; pocos gozaron como él de tan singular prestigio por su saber y
quehacer médico, al cual rodeó del más profundo respeto, y por sus
condiciones personales impregnadas de gran generosidad.

Bibliografía

1.- Laval M E. La viruela en Chile. An Chil Hist Med 1967-1968; 9-10: 203.

2.- Ferrer P L. Historia General de la Medicina en Chile. Tomo 1. Impta. Talca.


Talca, Chile, 1904.

3.- Vicuña Mackenna B. Los Médicos de Antaño en el Reino de Chile. Santiago de


Chile. Ed. Rafael Jover, 1877.

4.- Salas Olano E. Historia de la Medicina en Chile. Santiago de Chile, Impta.


Vicuña Mackenna, 1894.
5.- Castiglioni A. Historia de la Medicina. Barcelona, España. Ed. Salvat, 1941. 39:8
Actual idad

3
“No me imagino que en los anales de la

historia haya un ejemplo de filantropía

tan noble y tan extenso como éste”

Edward Jenner, 1806

La vacunación de Jenner (1796) se introdujo en

España en poco tiempo, participando en ello

una serie de pioneros, en particular Francesc

Piguillem (1770-1826) que comenzó esa labor en

diciembre de 1800 en Cataluña. Simultáneamente

se empiezan a escribir y traducir textos sobre el

tema. Destaca el Origen y descubrimiento de la

vaccina, traducido del francés con arreglo a las últimas

observaciones hechas hasta el mes de mayo

de 801, y enriquecido con varias notas, de Pedro

Hernández (1801), del que se hicieron tres ediciones.

El texto más importante, no sólo por el contenido,

sino por la difusión que llegó a alcanzar,

fue el Tratado histórico y práctico de la Vacuna,

traducido por el médico alicantino Francisco

Xavier de Balmis en 1803, a partir de la obra de

Jacques Louis Moreau de la Sarthe. Esta traducción

también fue decisiva a la hora de nombrar a

Balmis como Director de la Expedición que nos

ocupa y fue el texto que se difundió en ultramar

para enseñar correctamente la técnica de la vacunación.

Necesidad de la Expedición.

4
Desde los primeros tiempos de la Conquista de

América, la introducción de enfermedades

infecciosas desconocidas en el Nuevo Mundo, particularmente

la viruela, fueron causa del desastre

demográfico que allí se produjo. Por ello, desde

que se conoció el remedio preventivo, se trató de

hacer llegar la vacuna a los territorios de

Ultramar. Las propias autoridades locales se ocuparon

en varios casos (Nueva España, Puerto

Rico, Cuba, Perú…) de comenzar las vacunaciones

antes de la llegada de la Expedición que nos

ocupa.

El 13 de marzo de 1803, el Consejo de Indias

comienza a solicitar informes sobre “si se creía

posible extender la vacuna a los países de

Ultramar y qué medios serían más acertados para

el intento”. El 22 de marzo de 1803, Francisco

Requena, miembro del citado Consejo, informa

sobre la utilidad que produciría en Ultramar la

inoculación de la vacuna, solicitando un informe

al Médico de Cámara José Felipe Flores. En el

informe del citado Médico de Cámara, favorable a

enviar una Expedición, destacan las funciones

que debería cumplir esta, y que serían:

• Difundir la vacuna.

• Instruir a médicos y otro personal implicado, en

5
todos los lugares por los que pasara la

Expedición, en la práctica de la vacunación.

• Crear Juntas de Vacunación en los Virreinatos,

que se ocuparían de conservación del fluido

vacuno activo.

Naturalmente, un viaje de tal calado requería

una financiación. En ese sentido, a Francisco

Requena se le ocurre que, para que saliera más

barato, que los cargos de la Expedición fueran

voluntarios que no percibirían sueldo ni compensación

económica. Aún así, la Expedición tendría

unos gastos de material en infraestructuras a los

que se debería hacer frente. Entre las posibles

alternativas financieras, se decidió que fuera la

Real Hacienda la que corriera con los gastos de la

Expedición, por lo menos la parte principal del

presupuesto. A medida que fue avanzando, a

veces se pudo conseguir algún tipo de ayuda local,

sacando dinero de donde buenamente se pudo.

Cuando hubo que decidir la dirección de la

Expedición, se propusieron los nombres de José

Felipe Flores, que era el autor del proyecto inicial,

y de Francisco Xavier Balmis, traductor del

Tratado histórico y práctico de la Vacuna y que

practicaba ya la vacunación con gran éxito. Se

pensó enviar a Flores a Cartagena de Indias y a

6
Balmis, a Veracruz. Entonces, Balmis puso un

gran empeño en no compartir con nadie la dirección

del proyecto, haciendo valer su preparación.

En carta dirigida por Balmis al Ministro de Gracia

y Justicia, José Antonio Caballero, el 18 de junio

de 1803, le decía “que el mando que yo pretendía

no era por arrogancia, ni deseo de mandar, pues en

mi casa dejo el mando a los criados, sino por el celo

de poder realizar una expedición tan gloriosa, que

será envidiada de todas las Naciones”.

Temas de actualidad

Bicentenario de la expedición Balmis de la vacuna (1803-06)

José E. García de los Ríos y Pedro A. Jiménez Gómez.

Sección de Microbiología. Facultad de Farmacia. Universidad San Pablo


CEU. Madrid.

E-mail: jgarios@ceu.es

Actualidad 39:9

El 5 de agosto de 1803, Carlos IV decide que

“se envíe una expedición marítima, compuesta de

facultativos hábiles y adictos a la empresa, dirigida

por el Médico honorario de Cámara D. Francisco

Xavier de Balmis”. Ese mismo día, la Gaceta de

Madrid describía así la aprobación de la expedición:

“El precioso descubrimiento de la vacuna,

acreditado en España y casi en toda Europa como

un preservativo eficaz de las viruelas naturales, ha

7
excitado la paternal solicitud del Rey a propagarlo

en sus dominios de Indias, donde suele ser mayor

el número de víctimas, que sacrifica esta horrorosa

plaga. Con tal objeto se ha servido mandar, después

de oído el dictamen del Consejo y de algunos

sabios, que se forme una expedición marítima, compuesta

de facultativos hábiles y adictos a la empresa,

dirigida por el Médico honorario de Cámara D.

Francisco Xavier de Balmis, y costeada de su Real

erario; los cuales sin perdonar gastos ni fatigas lleven

suficiente número de niños a quienes inocular

sucesivamente en el curso de la navegación; y conservando

por éste y otros medios el fluido vacuno

en toda su eficacia, hagan a su arribo las primeras

operaciones de brazo a brazo, las que continuarán

después en ambas Américas, y si fuere dable en

las islas Filipinas, observando las anomalías, que

la diversidad de climas y de castas pueda producir,

con el objeto de ilustrar cuanto se posible un

descubrimiento en que tanto se interesa la humanidad,

publicando oportunamente las observaciones

y resultados de esta expedición filantrópica”.

Vemos como la crónica constata el hecho de

que esta enfermedad deja mayor número de víctimas

en los dominios de Indias, así como el carácter

de investigación de la empresa. La mayor mortandad

8
de la población autóctona ya venía siendo

constatada desde los primeros tiempos de la llegada

de los españoles, como en la crónica de Fray

Toribio de Benavente sobre la conquista de Nueva

España por Hernán Cortés, que dice: “…que ya

entrado en esta Nueva España el capitán y gobernador

Don Fernando Cortés con su gente, al tiempo

que el capitán Pánfilo de Narváez desembarcó en

esta tierra, en uno de sus navíos vino un negro herido

de viruelas, la cual enfermedad nunca en esta

tierra se había visto, y a esta sazón estaba toda

esta Nueva España en extremo muy llena de gente,

y como las viruelas se comenzasen a pegar a los

indios, fue entre ellos tan grande enfermedad y

pestilencia mortal en toda la tierra, en los otros la

proporción fue menor…” . Cuando dice “la cual

enfermedad nunca en esta tierra se había visto”,

da en la clave de la razón por la que la viruela fue

para los nativos tan grande enfermedad, con una

mortandad superior a la de los españoles.

Los preparativos preliminares.

Una vez nombrado Director, Balmis formó su

equipo, que quedaría configurado de la

siguiente manera: José Salvany y Lleopart

(Subdirector), Manuel Julián Grajales y Antonio

Gutiérrez Robredo (Ayudantes), Francisco Pastor y

9
Balmis y Rafael Lozano Pérez (Practicantes),

Basilio Bolaños, Antonio Pastor y Pedro Ortega

(Enfermeros) e Isabel Sendales y Gómez (Rectora

de la Casa de Expósitos de La Coruña). Finalmente,

unos extraordinarios miembros de la

Expedición: 21 niños expósitos, que actuarían

como medio de cultivo para los virus. Estos niños,

de 3 a 9 años, seleccionados por no haber pasado

la viruela, deberían ser inoculados con la vacuna

sucesivamente durante la travesía para conservar

lo que denominaban el fluido o la linfa vacunal.

El verano de 1803, fue de gran actividad. Había

que reclutar al personal y contratar el barco. Para

la primera parte atlántica de la Expedición, fue

elegida la Corbeta María Pita, de 200 toneladas, al

mando del Teniente de Fragata Pedro del Barco y

España. Por último, había que establecer y elegir

los criterios de conservación de la vacuna.

A pesar de la primera propuesta altruista de

José Requena, se asignaron sueldos a los componentes

de la Expedición, incluyendo los directivos.

No debían ser muy sustanciosos, cuando Balmis,

en carta a José Antonio Caballero, el ya citado

Ministro de Gracia y Justicia, le decía “no se

puede mantener con una mediana decencia, aun

D. Francisco Xavier Balmis y Berenguer, Director de la

10
Expedición Filantrópica de la Vacuna

39:10 Actual idad

estando avecinados en un Pays, cuanto menos

teniendo que estar en continuas y penosas marchas,

en que la escasez y la distancia obligan a

gastos tan extraordinarios…” Balmis sabía de lo

que estaba hablando, porque ya había estado en

América años antes, primero como cirujano del

ejército, y en 1788, dejando temporalmente el

ejército, recorrió México estudiando las propiedades

curativas de plantas autóctonas, una de las

cuales, la Begonia balmisiana lleva su nombre. De

hecho, posteriormente (4 de diciembre de 1806),

en su informe de cuentas al mismo Ministro, se

quejaría con las siguientes palabras: “no tiene

número las pesetas que he repartido entre los

indios para que se dejasen vacunar, y las empleadas

en juguetes para que se entretuvieran a bordo

los niños embarcados, con otra porción de gastos

que no tengo ahora presente”.

El 1 de septiembre de 1803, en Real Orden, la

Corona comunica a todos los territorios de

Ultramar lo que se exige a cada uno de ellos de

forma personalizada. La resolución del Rey, sobre

la propagación de la vacuna, es enviada por el

Ministro Caballero al Comandante General de

11
Canarias, al Gobernador de Puerto Rico, al

Gobernador de La Habana, al Virrey de Nueva

España, al Virrey de Santa Fe, al Capitán General

de Caracas, al Presidente de Guatemala, al Virrey

del Perú, al Presidente de Chile, al Virrey de

Buenos Aires y al Capitán General de Filipinas.

La salida de la Expedición Filantrópica de la

Vacuna

Finalmente, tras ultimar todos los preparativos,

el miércoles 30 de noviembre de 1803, la María

Pita se encuentra lista para zarpar cargada con su

tripulación, los miembros de la expedición y el

siguiente, e importantísimo, material:

• 500 ejemplares del Tratado histórico y práctico

de la Vacuna, de Jacques Louis Moreau de la

Sarthe, traducido por Balmis en 1803, para

irlos donando en las diferentes escalas.

• 4 termómetros.

• 4 barómetros para observaciones meteorológicas.

• 2000 laminillas de cristal para conservar la

linfa vacunal, colocando una gota entre dos de

ellas y cerradas herméticamente con parafina

previo vacío.

• 1 máquina neumática para hacer el vacío en la

preparación y conservación.

• 6 libros en blanco para ir escribiendo todas las

12
incidencias.

La Gaceta de Madrid, de 27 de diciembre de

1803, publicaba la siguiente crónica, fechada en

La Coruña el 1º de diciembre: “Ayer zarpó de este

puerto la corbeta Maria Pita, al mando del Teniente

de Fragata de la Real armada D. Pedro del Barco,

llevando a su bordo los individuos de la expedición

filantrópica destinada a propagar en América y

Filipinas el precioso descubrimiento de la vacuna.

No se ha omitido precaución alguna por parte del

Ministerio, promovedor de una empresa tan importante

como gloriosa, para que produzca pronta y

seguramente todo el bien que desea el Rey y espera

la humanidad. Son varios facultativos comisionados,

y llevan 21 niños, que siendo sucesivamente

inoculados brazo a brazo en el curso de la navegación,

conservarán el fluido vacuno fresco y sin

alteración…”

Con todo este material, zarpan desde el puerto

de La Coruña hacia las Islas Canarias, donde llegan

a Santa Cruz de Tenerife al cabo de diez días

y permanecen hasta el 6 de enero de 1804. La

estancia fue un éxito. Aunque sólo visitan Santa

Cruz, La Laguna, La Palma, Gran Canaria y

Lanzarote, la vacuna llega a todas las islas, puesto

que desde todas ellas, se envían grupos de

13
niños para ser vacunados y mantener la continuidad.

En este caso, los gastos fueron cubiertos por

suscripción popular y por fondos públicos locales.

Problemas en Puerto Rico

El 6 de enero de 1804, la María Pita parte hacia

Puerto Rico, donde la Expedición permanecerá

hasta el 12 de marzo.

A Puerto Rico ya había llegado la vacuna, de

manos del médico Francisco Oller Ferrer, que llevaba

vacunando desde noviembre en San Juán.

La aparición de un brote de viruela en la isla aceleró

las vacunaciones antes de la llegada de la

Expedición. Estos hechos causaron un enfrenta-

Partida de la María Pita de uno de los puertos del

Caribe. (Grabado de Francisco Pérez, Biblioteca

Nacional).

Actualidad 39:11

miento entre Balmis, por un lado, y Oller y las

autoridades locales, por otro. Las razones de uno

y otro lado eran variadas. Balmis alegaba que las

vacunaciones de Oller eran ineficaces y que las

autoridades locales, mas que evitar la enfermedad,

querían hacer méritos de cara a la Metrópoli.

Después se demostraría que a los vacunados por

Oller no les prendió la vacuna de Balmis, e incluso,

Oller inoculó a sus hijos la viruela y tampoco

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les prendió, lo que demuestra la valía de sus vacunaciones.

Éxito en Venezuela

Cuando zarparon rumbo a Venezuela, el 12 de

marzo, lo hicieron con menos niños de los que

hubieran deseado, debido a los problemas de

Puerto Rico. Otros contratiempos técnicos y la

salud de los niños hicieron que llegasen a un

puerto diferente del previsto, Puerto Cabello en

lugar de La Guayra, con un solo niño con la vacuna

en su punto para ser usada. Afortunadamente,

la disposición de este territorio era totalmente

abierta, con lo que pudieron vacunar a veintiocho

niños inmediatamente. Durante toda la estancia

en Venezuela no dejaron de ser homenajeados con

actos, tanto religiosos como festivos. Prueba de

ello son las dos obras escritas sobre el tema por

Andrés Bello, uno de los intelectuales mas prestigiosos

de Latinoamérica. Bello, quien luego sería

secretario de la Junta Central de Vacunación,

escribió una Oda a la vacuna y una obrita de teatro,

Venezuela consolada.

A partir de este punto se plantea y se efectúa la

división de la Expedición para que la vacuna se

difundiera mas rápidamente. El grupo dirigido por

Balmis iría a México, América Central y Filipinas,

mientras que el de Salvany se desplazaría a

15
América del Sur.

La Expedición de Salvany

La rama de la expedición que dirigió Salvany

fue enormemente activa y mas duradera en el

tiempo que la del propio Balmis, a pesar de las

enormes dificultades por las que atravesó. El

Subdirector pasó diversas enfermedades, como

tercianas (malaria), garrotillo (difteria), opresión y

mal de pecho, fuerte mal de corazón, posiblemente

tuberculosis, perdió un ojo… Finalmente, murió

en Cochabamba el 21 de julio de 1810.

El 8 de mayo de 1804, zarpa el grupo de

Salvany en el bergantín San Luis. A los cinco días

comienzan las vicisitudes de Salvany: el San Luis

embarranca camino de Cartagena, debiendo ser

abandonado, afortunadamente sin víctimas.

Pudieron llegar a Barranquilla y a Soledad, donde

comenzaron ya las vacunaciones. En Cartagena

fueron agasajados con todo tipo de actos y con

todos los gastos pagados. A partir de este punto se

hicieron dos subespediciones: un grupo donde se

encontraban Salvany y Bolaños, que iría por el río

Magdalena, y el otro, con Grajales y Lozano, a través

del Cúcuta. Ambos grupos confluirían en

Santa Fe de Bogotá con un gran éxito, puesto que

lograron cincuenta y seis mil vacunaciones, estableciendo

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una Junta de Vacuna y una Junta de

Sanidad. En este viaje, Salvany perdió un ojo en

un naufragio en el río Magdalena.

En Santa Fe, Salvany conoció al padre

Celestino Mutis y Bosio (1732-1808), médico,

naturalista y divulgador científico, protagonista de

la Expedición Botánica al Reino de Nueva

Granada.

El 8 de marzo de 1805, de nuevo en dos subexpediciones,

parten rumbo a Popayán, con escalas

en varios pueblos para vacunar, acompañados por

muchas penalidades y enfermedades de Salvany y

los niños. El 27 de mayo llegaron a Popayán,

donde también fueron recibidos con manifestaciones

públicas de júbilo.

Enterados de la aparición de un brote de viruela

en el Reino de Quito, acudieron allí, donde permanecieron

dos meses, no sólo vacunando, sino

porque Salvany enfermó otra vez. En Quito, así

como en Cuenca, de nuevo se repitieron los homenajes,

corridas de toros, bailes de máscaras, etc.

En Cuenca vacunaron a 7.000 personas, y las

autoridades los ayudaron a reclutar niños que llevarían

la vacuna a Lima. Ese ritmo de vacunaciones

se mantuvo a pesar de la dureza de los senderos

de los Andes que les tocó atravesar y de la delicada

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salud de Salvany. Así, en Loja vacunaron a

3.500 personas y fueron recibidos como salvadores,

en Trujillo a 2.761, en Lambayeque a 4.000,

en Cajamarca a 1.000 personas…

La llegada a Lima, el 23 de mayo de 1806,

donde se reencontrarían las dos subexpediciones,

no se produjo con los homenajes habituales. La

causa fue que, por aquellas fechas, la vacuna

había llegado ya a Lima, procedente de Buenos

Aires, donde en agosto de 1805, ventidós personas

habían sido vacunadas y enviadas como portadoras

del suero al norte de Argentina, Paraguay,

Chile y Lima. La vacuna se había comercializado,

y los médicos, con el apoyo del Virrey, don Gabriel

Avilés y del Fierro, quería seguir manteniendo los

ingresos que les proporcionaba. Salvany se queja,

no solo de la falta de facilidades para su trabajo,

sino de la falta de apoyo a los niños, a los que

dejaron un día entero sin comer y les dieron un

pésimo alojamiento.

39:12 Actual idad

El cambio del Virrey, con la llegada de don José

Fernando Abascal, el 20 de agosto de 1806, propició

la vacunación de 22.726 personas en el Reino

del Perú.

A partir de Lima, la expedición se vuelve a dividir,

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encargándose Grajales y Bolaños de ir a

Huarochiri, Jauja, Tarma, Huanuco, Panatagua y

Canta, en Perú, y después, por mar a Valparaíso

(Chile), donde desembarcaron en noviembre de

1807. Allí se enterarían de que la vacuna llevaba

empleándose más de un año, puesto que había llegado,

procedente de Buenos Aires, en septiembre

de 1805. No obstante, Grajales y Bolaños continuaron

con su labor, creando Juntas de Vacuna

en las principales ciudades.

Por su parte, Salvany continuó trabajando en el

territorio que luego se convertiría en Bolivia, creando

Juntas de Vacuna en los pueblos, falleciendo

en Cochabamba el 21 de julio de 1810.

La Expedición de Balmis

Mientras Salvany partía para Cartagena de

Indias, la María Pita, se dirige a Cuba, donde

llega el 26 de mayo a la Habana, permaneciendo

hasta el 18 de junio. En Cuba ya había llegado la

vacuna procedente de Puerto Rico: una mujer,

María Bustamante, había llegado en febrero,

acompañada de su hijo y dos criadas, portando la

linfa vacunal. En este caso no hubo los problemas

que se crearon en Puerto Rico, mas bien al contrario,

puesto que fueron agasajados y bien tratados,

tanto los niños como toda la Expedición, creándose

19
la Junta Central de Vacuna y llegando a

vacunar a quince mil personas en toda la isla.

En lo que sí que hubo problema fue en la consecución

de niños para llevar a México. Balmis se

vio obligado a comprar esclavos para asegurar la

continuidad del cultivo en este tramo.

De Cuba, la María Pita zarpa para Sisal, en la

Península de Yucatán, de donde van a establecerse

a Mérida. Allí, Balmis envía una subexpedición

a Guatemala, al mando de Francisco Pastor, que

recorre Campeche, Vistahermosa (Tabasco),

Chiapas (donde se aprovisiona de niños) y

Guatemala, creando la correspondiente Junta

Central de Vacuna.

El resto del grupo, partió de Sisal en la María

Pita hacia Veracruz, a donde llegarían el 24 de

julio de 1804 en un estado no muy adecuado para

aguantar el ritmo de trabajo que llevaban, con

bastantes enfermos, incluido el propio Balmis,

aquejado de disentería. Las pústulas de los niños

estaban en su punto, pero no consiguieron receptores,

hasta que el Gobernador pudo aportar algunos

voluntarios del ejército.

Pasando por Jalapa llegaron a Mexico capital,

en donde el Virrey había dado previamente las

órdenes oportunas para el recibimiento y el alojamiento,

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aunque Balmis llegó antes de lo previsto,

con lo cual fueron acoplados en unos alojamientos

que consideraron inadecuados. De hecho, enfermaron

varios de los niños vacunados alojados en

la Casa de los Expósitos, y algunos fallecieron,

posiblemente a causa de las pésimas condiciones

de vida.

Durante unos dos meses, recorrieron otras

localidades del Virreinato de Nueva España, como

Puebla de los Ángeles, Oaxaca, Guadalajara,

Zacatecas, Durango, Valladolid, San Luis Potosí,

etc., hasta su vuelta para la preparación del viaje

a Filipinas. A pesar de todas las dificultades que

se encontraron en Nueva España, la misión, en

cuanto a vacunaciones, fue un éxito, puesto que

llegaron a preparar a un gran número de profesionales

que aseguraron la continuidad.

Salieron hacia Acapulco el 27 de enero de

1805, donde embarcaron en el galeón Magallanes,

que iba lleno de personas y mercancías, el 8 de

febrero rumbo a Manila. Las condiciones del viaje,

compartido con la tripulación, un número indeterminado

de militares, setenta y cinco frailes, los

veintiséis niños mejicanos y el resto de los componentes

de la expedición, no fueron las mas adecuadas

para el desarrollo de la misión. Debido al

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hacinamiento y a los contactos que se producían

entre los niños, se producían vacunaciones involuntarias.

La alimentación también era deplorable,

y no sería por falta de pago, puesto que el precio

del pasaje que estableció el capitán era superior

al resto de los viajeros: todo el mundo pagaba

200 pesos, menos los niños, que pagaban 300 y

los adultos de la expedición, que les costaba 500

pesos.

Llegan a Manila el 15 de abril de 1805, comenzando

la vacunación al día siguiente, no por la

ayuda recibida de las altas autoridades, sino con

la colaboración de mandos intermedios mas concienciados,

como el Dean de la Catedral de

Manila, Don Francisco Díaz Duana, en el Capitán

D. Pedro Márquez Castrejo y en el Sargento Mayor

de Milicias D. Francisco Oynelo. Solo en la capital,

a principios de agosto habían vacunado a nueve

mil personas. Mientras tanto, el ayudante

Francisco Pastor y el enfermero Pedro Ortega,

habían sido comisionados para vacunar en otras

islas del archipiélago.

Balmis solicita permiso para ir a Macao, puesto

que era colonia portuguesa. Una vez obtenido el

permiso, parte en la fragata Diligencia el 3 de septiembre

de 1805. Gutiérrez queda encargado de

22
terminar el trabajo en Filipinas y devolver a los

Actualidad 39:13

niños a México. Tras el naufragio de la Diligencia,

causado por un tifón, llegan a Macao el 16 de septiembre,

donde entrenaron al personal en la técnica

de la vacunación.

De Macao pasaron a Cantón, donde, contando

con la ayuda de una compañía comercial británica,

la British East India Co., lograron hacer algunas

vacunaciones. La citada compañía había

intentado introducir la vacuna en China, procedente

de la India, pero sin éxito.

Durante su estancia en China, como buen

científico ilustrado, se dedicó a aprender lo que

pudo de la medicina y ciencia autóctona. Se hizo

con cientos de dibujos de plantas de Asia y se

trajo diez cajas de plantas para el Jardín Botánico

de Madrid.

El viaje de vuelta

Balmis consiguió un préstamo de un agente de

la Real Compañía de Filipinas en Cantón, con

lo cual consiguió embarcar en febrero de 1806 con

destino a Lisboa en el Bom Jesús.

De su escala en Santa Elena, donde con gran

esfuerzo consiguió introducir la vacuna, publicó la

Gaceta de Madrid el 14 de octubre de 1806: “hizo

23
escala en Santa Helena, en cuya isla logró, como en

todas partes, a fuerza de exhortaciones y de constancia,

que los Ingleses adoptasen el prodigioso

antídoto que habían despreciado por espacio de

más de ocho años, a pesar de ser un descubrimiento

de su Nación, y habérselo remitido el mismo

Jenner”. Efectivamente, el propio Gobernador de

la isla, Robert Patton, le dio a Balmis un paquete,

que llevaba varios años sin abrir, conteniendo la

vacuna e instrucciones manuscritas del mismísimo

Edward Jenner.

Tras la escala en Santa Elena, Balmis llegó a

Lisboa el 14 de agosto de 1806 y, después de unos

días en la capital portuguesa, hasta que consiguió

fondos para volver a Madrid (de donde podemos

deducir el beneficio económico que le reportó la

Expedición), fue recibido por el Rey en La Granja

de San Ildefonso, el 7 de septiembre.

¿Qué fue de los niños?

Los niños de la Expedición mejor conocidos, por

lo menos porque de ellos se conoce su nombre,

son los veintiuno procedentes de la Casa de

Expósitos de Santiago que embarcaron en la

María Pita. Lo mismo sucede con los veintiséis

niños mejicanos que partieron en el Magallanes de

Acapulco a Filipinas, de los que también consta su

24
relación nominal en el Archivo General de Indias

de Sevilla. Pero, a medida que avanzaba la

Expedición, unos niños se iban quedando y otros

se iban incorporando, algunos eran adoptados,

otros eran acogidos por la beneficencia local,

varios fallecieron en el viaje. No hay constancia de

todos los casos y no conocemos el número total de

niños que participaron en la expedición.

No siempre los niños fueron sacados de los

Hospicios, a veces eran prestados por sus padres

a cambio de un a compensación económica. En

Ciudad Real de Chiapas, el Gobernador, Castro y

Araoz, consiguió cuatro niños pagando a los

padres cincuenta pesos por cada uno, y proporcionándoles

dos chaquetas, dos pantalones, dos

pares de medias y un sombrero.

De los que llegaron a México, Smith (1974) concluyó

su investigación con que dos murieron,

algunos permanecieron en la Escuela Patriótica,

una institución pública local, y otros fueron adoptados.

¿Qué fue de la enfermedad?

El uso de la vacuna frente a la viruela a nivel

mundial a lo largo de estos dos últimos siglos,

ha conducido, por vez primera en la historia de la

humanidad, a la erradicación de una enfermedad

infecciosa. Este puede ser el camino también para

25
conseguir idéntico objetivo en otros casos, como el

de la poliomielitis, posiblemente el siguiente objetivo

a derrotar.

En España, el último brote fue en Madrid, debido

a dos personas que habían viajado a la India en

1961. De ellos, una niña fue hospitalizada, produciéndose

posteriormente 17 casos, 12 de ellos contagiados

en el hospital. La Jefatura Provincial de

Sanidad hizo el estudio epidemiológico y procedió

a la vacunación de, prácticamente, toda la población

madrileña.

La última gran campaña mundial de vacunación

lanzada por la Organización Mundial de la

Salud (OMS) se desarrolló en 1967. Tras esta campaña,

se consiguió la erradicación de la viruela,

sucediendo el último caso en octubre de 1977 en

Somalia. Al año siguiente, aún se produjeron dos

casos en Birmingham (Reino Unido), aunque no

de viruela natural, sino que se trató de accidente

de laboratorio. Finalmente, en 1980, después de 3

años sin que se declararan nuevos casos, la OMS

consideró que la viruela estaba erradicada y recomendó

que se dejaran de vacunar. Por tanto, la

vacuna lleva sin usarse desde los años 80, salvo

en los casos de personas que trabajan con

Orthopoxvirus, sean de viruela humana u otros de

26
origen animal (mixomatosis, vaccinia y monkeypox).

La última vacuna empleada cuando existía la

39:14 Actual idad

enfermedad fue la Dryvax® producida por Wyeth

Laboratories hasta 1982. Es una vacuna preparada

a partir de una cepa atenuada del virus vaccinia,

denominada cepa New York City Board of

Health. El virus vivo era preparado a partir de

linfa de ternero, que era purificada, concentrada y

desecada por liofilización.

¿Qué fue de los virus?

La OMS ha recomendado desde entonces en

varias ocasiones la destrucción de las reservas

del virus de la viruela, no obstante hay dos lugares

en el mundo, que sepamos, siguen almacenándolo:

los CDC de Atlanta (EEUU) y el Centro

Estatal de Investigaciones Virológicas y Biotecnológicas

de Rusia (Koltsovo, Novosibirsk,

Federación Rusa), laboratorio más conocido como

“Vector”.

En 1990, el Comité Especial de Ortopoxvirosis

de la OMS recomendó que para el 31 de diciembre

de 1993 se destruyeran las reservas conservadas

en los dos centros. Sin embargo, la destrucción no

se llevó a efecto, atendiendo a las preocupaciones

expresadas por la comunidad científica en relación

27
con la salud pública y la investigación.

Además, en la 93ª reunión del Consejo Ejecutivo

(enero de 1994) se pidió a que la cuestión se sometiera

al Consejo antes de proceder a la destrucción

definitiva de las reservas. El Comité Especial se

reunió nuevamente en septiembre de 1994, y propuso

el 30 de junio de 1995 como fecha límite. Sin

embargo, el Consejo decidió aplazar el examen del

informe del Comité Especial a una reunión futura.

En 1996, tras una propuesta presentada a ese

efecto a la Asamblea de la Salud adoptó la resolución

WHA49.10, en la que recomendó que la destrucción

tuviera lugar el 30 de junio de 1999, después

de una nueva decisión en ese sentido por la

Asamblea de la Salud.

Desde entonces, la estancia del virus en el

corredor de la muerte se ha prolongado hasta

nuestros días, debido a que los plazos que se han

ido dando no han sido suficientes para completar

las investigaciones que se pretendían.

En la resolución WHA52.10 se creó un Comité

Asesor de la OMS en Investigaciones sobre el

Virus Variólico y se autorizaba que las reservas

existentes de virus variólico se conservaran temporalmente

hasta 2002, con obligación de pasar

un examen anual por la Asamblea de la Salud.

28
También se pidió el nombramiento de un grupo de

expertos que tendría que decidir qué investigaciones

se debían llevar a cabo hasta llegar al acuerdo

de destrucción.

En la resolución WHA55.15, la Asamblea de la

Salud autorizó a seguir conservando temporalmente

las reservas existentes de virus, con el compromiso

de investigaciones de duración limitada,

cuyos logros y resultados quedarían sujetos a examen

periódico.

Tras la quinta reunión del citado Comité

Asesor, celebrada en Ginebra los días 4 y 5 de

noviembre de 2003, en la que se examinó la marcha

de las investigaciones con el virus, el Comité

reconoció que se había avanzado mucho, fundamentalmente

en la caracterización de cepas en los

dos depósitos, en la preparación de pruebas de

diagnóstico y en el estudio de la variabilidad de los

genomas. Concretamente, Vector conserva 120,

de las que se analizó la viabilidad de 55, de las que

32 resultaron capaces de propagarse. El análisis

genético de 21 cepas puso de manifiesto que

correspondían a los grupos africano, asiático y

alastrim. También se hizo lo mismo con algunas

de las 451 cepas de los CDC: de 49 analizadas, 45

resultaron tener capacidad de propagación. El

29
análisis genético reveló también su pertenencia a

los grandes grupos.

La culminación de los análisis genéticos es la

secuenciación. En ese sentido es hacia donde

avanzan actualmente las investigaciones. Por un

lado, los científicos rusos habían logrado, a fines

de 2003, secuenciar cinco genes de un grupo de

ortopoxvirus, haciendo dendrogramas y estableciendo

relaciones entre ellos: concluyeron que los

virus analizados pertenecientes a la misma especie

estaban estrechamente relacionados, con la

excepción del virus de la viruela vacuna, cuyas

cepas parecían presentar mayor grado de heterogeneidad.

El Comité Asesor manifestó sus reservas

a establecer relaciones filogenéticas basándose

solo en unos pocos genes. Por aquel entonces,

los investigadores de los EEUU habían conseguido

secuenciar el genoma completo de 26 virus variólicos

y estaban poniendo a punto las herramientas

informáticas adecuadas al análisis de los genomas

de los ortopoxvirus y poder establecer cuales son

las secuencias conservadas y variables del grupo.

Por otro lado, se trabaja activamente en el

modelo animal de la viruela humana en monos.

Los monos infectados experimentalmente contraen

una enfermedad hemorrágica que resulta

30
siempre mortal y es muy parecida a la variante

hemorrágica de la viruela. El estudio de estos

modelos es fundamental para poder validar la

comercialización de nuevos fármacos y vacunas.

Tanto en los EEUU como en Rusia se están

haciendo grandes esfuerzos en la búsqueda de

antivíricos, con ensayos in vitro e informatizados,

para pasar después a los ensayos en modelos animales.

Entre los productos investigados, destaca

Actualidad 39:15

el caso del cidofovir, que impide que los monos

infectados mueran, siempre que se administre 24

horas antes de la infección.

Como se ve, aún queda mucho por hacer antes

de poder llegar a un acuerdo sobre la destrucción

de las reservas de virus y, por tanto, el Comité

hizo las siguientes recomendaciones:

• Actualización de inventarios de los dos depósitos.

La OMS ha creado y va a distribuir un formulario

electrónico normalizado para tal actualización,

con información sobre el origen y

todas las características de cada cepa, de forma

que se simplifiquen las labores de inspección y

control de los depósitos.

• Destrucción de las cepas virales cuya conservación

no se justifique desde un punto de vista

31
científico: virus quiméricos de los CDC, obtenidos

de recombinación de virus viruela y otros

ortopoxvirus, y los que hayan resultado inviables.

• Eliminación del inventario de los ortopoxvirus

no variólicos de Atlanta. Convendría destruirlos

o conservarlos aparte en instalaciones de nivel

4 de bioseguridad.

• Facilitar a todos los Estados Miembros, previa

solicitud, los métodos de diagnóstico de la

viruela que se estén estudiando. En ese sentido,

ya se dispone de pruebas basadas en PCR

a tiempo real que detectan ortopoxvirus o virus

variólico en particular. Las pruebas basadas en

anticuerpos monoclonales aún no han dado

resultados concluyentes.

• Validación de pruebas de diagnóstico: Se necesitaría

investigar los procedimientos para

extraer DNA del virus a partir de auténticas

muestras clínicas. Para ello sería necesario

usar muestras de primates infectados o muestras

históricas.

• Perfeccionar el modelo símico de la viruela

humana para facilitar la obtención de antibióticos

y vacunas.

• Dar prioridad a las investigaciones encaminadas

a obtener nuevos medicamentos antivirales

32
y vacunas más seguras. En los EEUU se está

estudiando una vacuna viva atenuada empleando

la cepa Ankara del virus vaccinia y utilizando

el modelo de infección del virus de la

viruela de los monos. En otros paises se siguen

otras líneas de investigación, como posibles

vacunas constituidas por subunidades de distintos

productos génicos, o como en China,

donde se emplean otras cepas del virus vaccinia.

• Se deberían confeccionar y difundir directrices

para evaluar la calidad, seguridad y eficacia de

las vacunas antivariólicas de nueva generación.

• Para toda investigación con el virus variólico

vivo o con genes debe ser consultada previamente

la opinión de otros expertos acerca de la

bioseguridad, según el Grupo Consultivo de la

OMS en Bioseguridad y el Comité Especial de

Ortopoxvirosis.

Bibliografía

Balaguer E, Ballester R. 2003. En el nombre de los

niños. La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna

(1803-1806). Monografías de la Asociación Española

de Pediatría, Madrid.

Diaz de Yraola G. 1948. La vuelta al mundo de la expedición

de la vacuna. Escuela de Estudios

Hispanoamericanos, Sevilla.

33
García de los Ríos JE. 2004. La expedición filantrópica

de la vacuna de la Viruela. El Médico. 917: 66-74.

Organización Mundial de la Salud: http://www.who.int

/csr/disease/smallpox/research/en/index.html.

Ramírez S, et al. (Eds.) 2004. La Real Expedición

Filantrópica de la Vacuna. Biblioteca de América, CSIC.

Smith M. 1974. The “Real Expedición Marítima de la

Vacuna” in New Spain and Guatemala. Transactions

of the American Philosophical Society, New Series, Vol

64, Part. 1.

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