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El Bautismo de Nuestro Hijo PDF

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El Bautismo de nuestro hijo


Uno de los momentos más importantes de vuestra participación en el despertar reli-
gioso del niño lo constituye la preparación y celebración de su Bautismo.
Por el bien de vuestro propio hijo o hija debéis ser plenamente conscientes de lo que
significa pedir a la Iglesia que lo bautice y lo que esa petición os implica como padres.
Os ofrecemos unos puntos de reflexión sobre lo que es el Bautismo, más concreta-
mente el Bautismo de un niño, y sobre los motivos y los compromisos que los padres
deben aclarar y sopesar para decidir si bautizar o no al niño.
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Seguramente, pensando en el Bautismo de vuestro hijo o hija os hacéis


unas cuantas preguntas. Tal vez coincidan con algunas de éstas:
¿Qué es el Bautismo?
El Bautismo es uno de los sacramentos de la Iniciación Cristiana.
¿Eso qué significa?
Vamos por partes. Es un sacramento, es decir: un signo visible de la presencia invisi-
ble de Dios en nuestra vida.
¿Cómo entenderlo?
Trataremos de explicarlo con una comparación. Por ejemplo: El amor de los esposos
o de padres e hijos es real pero al mismo tiempo invisible. Cuando ese amor se expresa
mediante un beso, una caricia o un abrazo, lo hacemos visible por medio de él. El beso o
la caricia son un signo que hace visible el amor invisible. Además, el beso o el abrazo no
sólo hacen visible el amor, no sólo lo expresan, sino que lo actualizan y lo refuerzan, lo
renuevan y lo consolidan. Podemos entender así qué es un signo eficaz, que no sólo expre-
sa o representa algo sino que además comunica realmente aquello que significa.
Lo mismo ocurre con los sacramentos: son signos visibles que representan y actualizan
de diversas maneras la acción invisible de Dios en nosotros.
Y ¿qué es la Iniciación Cristiana?
Es un proceso en el que tras recibir el primer anuncio del Evangelio y con ayuda de la
catequesis, el cristiano descubre el significado y las exigencias del seguimiento de Jesucristo
como miembro de la comunidad cristiana.
El Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía son los tres sacramentos de la Iniciación
Cristiana. En cada uno de ellos se celebra, mediante los signos sacramentales, un nuevo
paso de acogida y participación del creyente en la vida de Cristo y de la Iglesia.
¿Qué significa más concretamente el Bautismo?
Es el primer sacramento de la Iniciación Cristiana. Concretamente el Bautismo es el
sacramento en el que expresamos y celebramos nuestra fe y adhesión a Jesucristo Resu-
citado, como Hijo de Dios vivo.
Es un sacramento mediante el que acogemos al Espíritu Santo que nos reúne y acom-
paña en el seguimiento de Jesús como miembros de su Iglesia.
Es un sacramento de liberación del pecado para ayudarnos a vivir con la libertad de
los hijos e hijas de Dios.
Los elementos visibles del Bautismo son el agua, que se derrama sobre el bautizado,
signo de inmersión en la vida nueva de Cristo y la unción con el Crisma signo del Espíritu
que penetra en el bautizado, consagrando su vida como hijo de Dios.

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¿Y el Bautismo es cosa de niños?


Toda la Iniciación Cristiana es un proceso propio de personas conscientes y capaces
de tomar por sí mismas la decisión de seguir libremente a Jesús. Sólo en esas condiciones
adquiere todo su sentido.
En los primeros tiempos de la Iglesia sólo los adultos eran admitidos a la preparación y
celebración de los tres sacramentos de la Iniciación Cristiana, que normalmente se hacían
al mismo tiempo.
También hoy el proceso de Iniciación normalmente se completa en la juventud o la
vida adulta de los cristianos, pero su primer paso -el Bautismo- se adelanta para los niños
a petición de los padres que se comprometen a animar y acompañar posteriormente a su
hijo o hija en el recorrido de la Iniciación Cristiana. Han de ser los padres quienes pidan
a la Iglesia el bautismo de su hijo y su petición es acogida si ellos se comprometen a favo-
recer el desarrollo posterior de la Iniciación Cristiana del niño.

Para reflexionar y dialogar en pareja


Podéis leer y comentar juntos los puntos que acompañan a cada una de las pregun-
tas que planteamos a continuación. Así tendréis oportunidad de asumir con más respon-
sabilidad la decisión de pedir el Bautismo para vuestro hijo.

1. ¿QUÉ NOS HEMOS PLANTEADO ANTE EL BAUTISMO?


• El Bautismo no es un acto más dentro de los primeros años del niño
Esto queremos tenerlo bien claro. Lo tratamos entre nosotros dos con libertad y res-
ponsabilidad, pues nos damos cuenta de que debemos ser nosotros los primeros educa-
dores en la fe de nuestro hijo o hija. No es una tarea difícil, pero sabemos que lleva con-
sigo un estilo de vivir como creyentes tanto entre nosotros como pareja como en relación
con el niño.
• El Bautismo no es una garantía por si le pasa algo al niño
No lo bautizamos por miedo. Sabemos que Dios siente a nuestro hijo o hija como
suyo. Dios es sobre todo Padre - Madre y de ningún modo querría algo malo para uno de
sus hijos. Dios se alegra por este hijo nuestro, tan lleno de vida. Lo ama como nosotros lo
hacemos. Bautizar, pues, no es quitarnos un miedo. Sabemos que es un compromiso para
que nuestro hijo o hija vaya conociendo y aprendiendo a relacionarse con un Dios que lo
ama como nosotros lo amamos.
• El Bautismo sólo, no hace un cristiano completo
Sabemos que el Bautismo no es algo mágico, por sí sólo no nos hace cristianos, miem-
bros de una comunidad.

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El bautizado, para ser creyente, necesita también conocer bien el mensaje de Jesús,
llevarlo a su vida, celebrarlo con otros creyentes. Un Bautismo sin una vida cristiana es
algo vacío y que carece de sentido.
Por eso pensamos que el Bautismo tiene que ir acompañado de una forma de vivir
concreta en la que hemos de iniciar a nuestro hijo o hija.
• Y... ¿si no lo bautizamos, y que él decida cuando sea mayor?
Al niño, mientras no tiene capacidad de decisión, le damos todo aquello que sabemos
le beneficia y le ayuda en su crecimiento y maduración como persona. Es cierto que cuan-
do sea mayor él decidirá por sí mismo, pero será difícil que opte por algo si lo descono-
ce por completo o si no ha tenido ninguna experiencia de ello.

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2. ¿POR QUÉ QUEREMOS BAUTIZARLE?


• Queremos transmitirle, contagiarle nuestra fe en Dios
Dios, en nuestra vida de pareja, tiene un papel importante. Hemos nacido en familias
cristianas, hemos podido tener nuestros momentos de crisis de fe, hemos ido maduran-
do y creciendo como creyentes, y para nosotros la persona de Jesús -sus valores, sus acti-
tudes ante la vida, ante las personas, ante Dios- nos ayuda a vivir de forma más humana,
a tener unos criterios claros sobre los que ir enfocando y construyendo nuestra vida.
Creemos que ayudar a crecer a nuestro hijo o hija no es sólo darle lo necesario para
que se desarrolle físicamente sino aportarle también criterios, actitudes y valores para que
aprenda a caminar en la vida.
Por eso queremos bautizarle, para que vaya también conociendo a Jesús y desde él
vaya poniendo unas bases firmes que le ayuden a vivir.
• Queremos que viva la fe en Dios junto a
otros creyentes, en Iglesia
Sabemos que necesitamos vivir y acrecentar
nuestra fe junto a otros creyentes. Nos hemos
dado cuenta que nuestra fe vivida sólo en priva-
do, se enfría. Sentimos la necesidad de conocer
a Jesús, de escuchar su Palabra, de buscar for-
mas de vivir a su estilo, de celebrar nuestra fe
con otros creyentes, que con aciertos y fallos,
buscan caminar y vivir a la manera de Jesús
dentro de la Iglesia.
Y queremos que nuestro hijo o hija descu-
bra y viva cómo otras personas se plantean y
viven, trabajan y disfrutan juntos de esta forma
de vivir como cristianos.
• Queremos que nuestro hijo o hija sea una
persona noble, feliz y abierta a los demás
Es lo que todos los padres soñamos para nuestros hijos. Buscamos que tengan y que
sigan las huellas de lo que nosotros creemos, lo que nos hace felices y les puede ayudar
a vivir y a desarrollarse con criterios sanos.
Nosotros en Jesús de Nazaret hemos descubierto un modo de ser y de vivir que nos
ha ayudado a plantear y planificar nuestra vida. Por eso queremos que nuestro hijo o hija
aprenda a caminar y a vivir desde los criterios, valores y actitudes que hemos descubier-
to en Jesús y que a nosotros nos ayudan a vivir.

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3. ¿A QUÉ NOS COMPROMETEMOS AL BAUTIZAR A NUESTRO HIJO?


Los padres, al bautizar a nuestro hijo o hija, no lo comprometemos a él, nos compro-
metemos a nosotros mismos como primeros educadores de su fe. Y nos comprometemos
sobre todo:
• A seguir creciendo y madurando como creyentes en Jesús
Al igual que nos esforzamos por ponernos al día en todos los órdenes de la vida, tam-
bién necesitamos cuidar y actualizar nuestra fe.
Necesitamos ese contacto asiduo con la Palabra de Dios para ir descubriendo y cono-
ciendo mejor al Dios de Jesús que se nos hace presente y vivo en su mensaje. Y necesita-
mos también buscar momentos y espacios de encuentro, de relación y oración con Dios
que den fuerza y empuje a nuestra vida de cristianos.
• A que nuestra vida de pareja sea reflejo de aquello que creemos
Si nuestra fe no la llevamos a la vida, acaba enseguida difuminándose. Buscamos,
pues, que dentro de nuestro hogar y en nuestra relación de pareja se exterioricen aque-
llos valores, criterios y actitudes que vamos descubriendo en Jesús. Nos esforzamos para
que el diálogo, el respeto, la acogida, el perdón y el compromiso hacia los demás sean
pautas de actuación en nuestra vida y sirvan de esta manera para que nuestro hijo o hija
vaya conociendo y viviendo un estilo de vida cristiano.
• A celebrar nuestra fe dentro de la comunidad cristiana
Hay muchos momentos de nuestra vida que necesitamos festejar, vivirlos en compa-
ñía de aquellas personas más cercanas a nosotros. También como creyentes sentimos este
deseo de celebrar que somos amados por Dios, que Él nos quiere felices, que nos invita a
vivir y a hacer un mundo más justo para todos, que nos salva y nos llena de vida.
El encuentro dominical de la Eucaristía es un momento en que los creyentes en Jesús
lo descubrimos presente y vivo entre nosotros: en su Palabra que nos orienta, en que se
hace alimento para dar fuerza a nuestro caminar y en que nos invita a anunciarlo con
nuestra vida.
Y esto para nosotros es motivo de encuentro, de celebración y de fiesta con otros
creyentes.
• ¿Y los padrinos?
Sabemos que la labor de los padrinos es la de ayudar a los padres en la educación reli-
giosa del niño, ser para él personas cercanas en las que pueda ver y de las que pueda
aprender a vivir al estilo de Jesús. Queremos buscar, pues, dos personas, sean familiares o
no, que participen en la comunidad creyente, que vivan su fe de forma coherente, que se
sientan en los primeros años de vida del niño co-educadores, con nosotros sus padres, en
su fe y que vivan cercanos a él en su crecimiento como cristiano.

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• ¿Qué ideas nos han llamado más la atención en este texto sobre “el Bautismo de
nuestro hijo”?
• ¿Cuáles son nuestros motivos para bautizar a nuestro hijo o hija?
• ¿A qué nos comprometemos como padres al bautizar a nuestro hijo?

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Bautizamos a nuestro hijo


Bautizar a nuestro hijo o hija es darle, igual que en otras facetas de la vida, lo que
nosotros consideramos beneficioso para él. Más tarde, una vez que ha conocido y expe-
rimentado aquello que le hemos ofrecido, él decidirá libremente asumir o no ese estilo
de vida creyente que poco a poco le vamos a ayudar a descubrir y vivir.
Así pues, bautizar a nuestro hijo o hija:
• Es proclamar que Dios es nuestro Padre. Reconocer que Él está en el origen de nues-
tra vida, que acompaña nuestro caminar, que nos llena de vida, que busca apasio-
nadamente nuestra felicidad y que nos llama a ser vida y cercanía para los demás.
Esto se concreta en: amarle, ayudarle a crecer, estar cercanos a él, atender sus necesi-
dades, acogerlo y aceptarlo con sus aciertos y sus errores. Esta es la mejor manera de
que nuestro hijo o hija pueda entender y experimentar el amor de nuestro Padre Dios
porque antes ha vivido y experimentado el amor de sus padres hacia él.
• Es proclamar que Jesús es nuestro camino. Descubrir que Jesús nos enseña una
manera diferente de vivir, de cara a Dios y a los demás. Jesús es para los creyentes
referencia y ejemplo de vida al que nos acercamos para aprender a comunicarnos
con Dios y para descubrir un estilo más gozoso de vivir entre nosotros.
Esto exige en concreto: vivir realmente entre nosotros los padres aquello que tratamos
de enseñarle. Aprender a vivir desde el diálogo, el respeto, la colaboración, la solida-
ridad. Nosotros somos sus primeros educadores. Con nuestro estilo de vivir él irá for-
mándose como persona y exteriorizará después lo que dentro del hogar ha visto y ha
vivido. Y nos compromete también a acercarle la figura de Jesús para que vaya descu-
briendo en él, un estilo de vivir ante Dios y en relación con los demás.
• Es proclamar que el Espíritu es nuestra fuerza. Descubrir que no estamos solos en la
vida, que el Espíritu de Dios alienta y anima nuestra existencia. Que en nuestros mie-
dos, búsquedas y dificultades siempre podemos contar con la ayuda y la compañía
de Dios. Su Espíritu se hace presente en todos aquellos que nos enseñan y ayudan
a caminar, en quienes nos ayudan a superarnos, en quienes comparten nuestros
dolores y gozos.
Esto se traduce concretamente en: ser para nuestro hijo o hija, en sus primeros años,
presencia cercana que le de seguridad y aumente su confianza, ser comprensivos con
sus fallos y debilidades, estimularle para que vaya asumiendo sus propias responsabi-
lidades y afianzando sus logros y posibilidades. Y nos compromete también a ayudar-
le a descubrir y experimentar a Dios como Alguien cercano a su vida, compañero

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siempre fiel en su caminar, apoyo y esperanza de vida en todo momento. Un Dios


que busca y desea una relación estrecha con nosotros y con todo ser humano.
• Es proclamar que la Iglesia es también nuestra familia. Descubrir y agradecer que
Dios se nos revela en primer lugar en el amor gratuito y en la acogida desinteresa-
da que recibimos dentro del hogar. Con el Bautismo entramos a formar parte de esa
gran familia que es la Iglesia en la que descubrimos y celebramos junto con otros
creyentes, el Amor que se da y se comparte con los demás.
En consecuencia, hemos de esforzarnos por crear y vivir un buen ambiente dentro
del hogar en el que nuestro hijo o hija reciba todo aquello necesario para su creci-
miento y maduración personal y aprenda también a compartir y colaborar en el pro-
yecto familiar. Y nos compromete también a ayudarle a descubrir la comunidad cris-
tiana como la gran familia en la que los seguidores de Jesús compartimos y celebra-
mos nuestra fe y nos sentimos invitados a llevarla a nuestra vida.

Una vez que hayáis tomado la decisión de pedir el Bautismo para vuestro hijo o hija, debéis
poneros en contacto con vuestra parroquia haciéndolo con tiempo suficiente para poder tomar
parte en los encuentros o reuniones de preparación que os ofrezcan. Allí podréis compartir
vuestras reflexiones y preguntas acerca del Bautismo con otros padres, con el sacerdote u otra
persona responsable de acogeros en nombre de la comunidad cristiana. Tendréis oportunidad
también de conocer los ritos y signos de la celebración bautismal para poder participar en ella
de forma más viva y enriquecedora.

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La celebración del Bautismo


Vamos a presentar la significación propia de los diversos momentos de la celebración
del Bautismo con el fin de prepararnos para vivirla con mayor profundidad.

ACOGIDA Y SEÑAL DE LA CRUZ


La comunidad cristiana acoge con gozo al niño o niña cuyos padres, al presentarlo,
manifiestan el nombre que han elegido imponerle y expresan su petición de que sea bau-
tizado. El celebrante, los padres y los padrinos hacen sobre él la señal de la cruz: el distin-
tivo propio de los cristianos.

LA PALABRA DE DIOS
La proclamación de la Palabra de Dios tomada de la Biblia y la consiguiente reflexión
sobre ella, ayudan a profundizar en el significado de la celebración del sacramento.

ORACIÓN DE LOS FIELES


Oramos juntos por quien va a ser bautizado, por sus padres y padrinos, por la Iglesia
y por el mundo.

INVOCACIÓN DE LOS SANTOS


Pedimos para el niño la ayuda y protección de los santos, especialmente el de su nom-
bre y el del patrón de la parroquia donde se celebra el Bautismo.

UNCIÓN CON EL OLEO DE LOS CATECÚMENOS


Este signo con la invocación que lo acompaña expresa que el Espíritu de Dios da, a
quien se dispone a recibir el Bautismo, su fuerza para la lucha contra el mal.

COMPROMISOS (RENUNCIAS) Y PROFESIÓN DE FE


Los padres y padrinos, junto con toda la comunidad, manifiestan el compromiso de
renunciar al mal en todas sus formas y proclaman la fe de la Iglesia en la que su hijo va a
ser bautizado.

BAUTISMO CON AGUA


El celebrante al derramar el agua invocando a la Santísima Trinidad expresa que el
bautizado queda purificado y renace a una vida nueva en la que ha de ir creciendo cada
día como discípulo de Jesús.

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UNCIÓN CON EL CRISMA


La unción con el Santo Crisma sobre la cabeza del bautizado manifiesta su dignidad
de consagrado, que lleva en sí la imagen de Jesucristo el Hijo de Dios.

IMPOSICIÓN DE LA VESTIDURA BLANCA


Afirma que el bautizado, como nueva criatura, está llamado a mantenerse limpio de
todo mal viviendo siempre como discípulo de Jesús.

ENTREGA DE LA LUZ
La luz tomada del Cirio Pascual, símbolo de Cristo Resucitado, se entrega a los padres
con la petición de que ellos traten de comunicar y desarrollar en su hijo una fe viva en
Jesús dejándose guiar por la Palabra de Dios.

ORACIÓN DEL PADRENUESTRO


Todos juntos oran al Padre con las mismas palabras que Jesús enseñó a sus discípulos.

DESPEDIDA
Tras invocar finalmente la bendición de Dios sobre todos los presentes, nos despedi-
mos de la celebración habiendo recibido la misión de ser testigos de Jesús, con hechos y
palabras, en la vida de cada día.

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