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Cap 7 Diadocos

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BREVE HISTORIA
DE GRECIA Y ROMA
PEDRO BARCELÓ

Historia de Grecia

7. Los reinos helenísticos

1. Los diádocos tenden establecer un dominio propio sobre la totalidad


del Imperio (Arriano, Succ. Alex. 24-26; 37; Justino 13.6,4
La repentina e inesperada muerte de Alejandro Mag- ss.; 8,10; Diodoro 18.23; 25; 39; 41; 40; 52; 19.56). Final-
no (323 a.C.) puso en tela de juicio el recién erigido edifi- mente, Seleuco, Lisímaco, Ptolomeo y Casandro ambicio-
cio de su dominio (Plutarco, Alejandro 75 ss.). Los vastísi- nan dominios parciales propios, desgajados de la enorme
mos territorios que se extendían desde el Indo hasta el ba- e ingobernable masa territorial conquistada por Alejandro
jo Danubio, desde el desierto arábico hasta las impene- (Diodoro 18.25; 19.56 s.; Justino 15 ss.; 72; Apiano, Siriaca
trables montañas del Cáucaso, se quedaron sin cabeza 55 ss.). Todas estas intenciones concurrentes entre sí se-
rectora y por ello sin el eslabón común que los mantenía rán la causa de las profundas disensiones que estallan al
unidos. Dado que no había un heredero al trono acepta- desaparecer súbitamente Alejandro, las cuales sólo
ble, la toma de posiciones estratégicas en la cúpula del podrán ser definitivamente enterradas tras la batalla de
Imperio se convirtió en una lucha de poder (Diodoro Curupedio (281 a.C.), una generación más tarde, con la
18.2; Justino 13.1-4; Plutarco, Éumenes 3). El asunto se que finalizó la era de las luchas internas de los diádocos
dirimiría dentro del círculo de la nobleza macedonia, (Justino 13.2, 1; Polibio 18.51) por la consecución de un
que en su mayoría formaba el generalato del ejército de dominio propio.
Alejandro (Éumenes es una excepción, ya que era grie- Los fundadores de las nuevas monarquías helenís-
go). Como era de esperar, el problema no se resolvió por ticas se atribuyen a partir de este momento el título de
la vía pacífica. De este modo, los años siguientes a la rey (basileús) para reafirmar así sus ansias de grandeza
muerte de Alejandro estuvieron repletos de pugnas y gloria (Plutarco, Demetrio 15 ss.; Apiano, Siriaca 54;
permanentes y de efímeras alianzas entre los suceso- Justino 15.2, 10; Diodoro 20.47-53). La consecuencia
res de Alejandro (diádocos) en su frenética carrera por más inmediata de las incesantes guerras en las postri-
el poder. merías del siglo IV a.C. y de las distintas proclamaciones
Durante una generación se desencadena una ina- reales que implicaban una partición del poder es la de-
cabable serie de sangrientas guerras. Los diádocos no ce- sintegración del Imperio de Alejandro. Nuevas monar-
san de acaparar recursos, recluían tropas constantemen- quías surgen del antiguo territorio de los Aqueménidas.
te, las guían de un campo de batalla al siguiente, asolan A su vez, las antiguas estructuras de poder cambian de
y saquean territorios, ciudades y templos en ambos conti- manera notable. Visto desde este prisma, la época de los
nentes. La anarquía domina la escena política en Oriente diádocos se puede dividir en dos fases bien distintas: la
y Occidente. Casi todos los años varía el panorama po- primera comprendería los conflictos por la posesión de
lítico, ya que el objetivo prioritario de todos los pretendien- tierras y la fundación de nuevos dominios. La segunda
tes al trono es ante todo apoderarse de un sector lo más fase estuvo caracterizada por la pelea desencadenada a
grande posible de lo que fuera el Imperio aqueménida continuación entre los nuevos monarcas por la hegemo-
con el fin de lograr una buena posición de salida y así col- nía.
mar sus ambiciones posteriores (Plutarco, Éumenes 3; Si el Imperio de Alejandro significa la simbiosis de to-
Diodoro 18.3; 16-18; 22). Pero en lo que respecta a la ma- das las partes civilizadas del mundo griego-oriental bajo
nera en que debería estructurarse en el futuro el Imperio una dirección reconocida por todos, y por ende un paso
de Alejandro, había diversidad de opiniones. Antípatro, en la materialización de una monarquía universal (que
Poliperconte y Éumenes intentan salvar la unidad del Im- no era en modo alguno ajena a Oriente), los nuevos rei-
perio bajo el débil mando de los familiares de Alejandro nos de los diádocos son precisamente todo lo contrario.
(Plutarco, Éumenes 3 ss.; Diodoro 18.55 ss.). Contra es- Particularismo y rivalidades mutuas son las característi-
te parecer se pronuncian Pérdicas y Antígono, que pre- cas definitorias de las monarquías helenísticas. Confor-
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me a los modelos de gobierno macedonio y persa, la tido, la filosofía estoica pudo postular la pertenencia de
monarquía (basileia) fue el usual sistema gubernativo todos los hombres a una comunidad universal de ciuda-
en los estados helenísticos. El rey ostenta una potestad danos y conforme a las enseñanzas platónicas se de-
ilimitada, puede actuar sin ninguna clase de restricción sarrolla un catálogo que fijaba las normas de conducta
y goza en muchas partes de culto divino. Las tierras para el monarca ideal. Era la casa real quien daba los
conquistadas y sus hombres pasan a ser de su propie- impulsos esenciales, por encargo del monarca, para ma-
dad, que él a su vez puede transferir a sus fieles colabo- terializar los distintos proyectos políticos, económicos y
radores y seguidores, llamados amigos del monarca culturales: legiones de arquitectos erigían ciudades
(philoi). Con ello, el volumen de posesiones disponibles dispuestas como tableros de ajedrez según el modelo
para el poder central queda sensiblemente reducido. de Hipódamo de Mileto, grupos de científicos procedían
Aún más, el rey tenía incluso la facultad de dejar en he- a crear colecciones y bibliotecas (entre las que desta-
rencia su país, lo que en el mundo de la polis hubiera si- caron la de Alejandría y la de Pérgamo), y un ejército de
do impensable. El poder de un monarca helenístico y de estudiosos sentó las bases de la filosofía y la ciencia de la
su dinastía se legitimaba por el derecho del vencedor época helenística, cuyas escuelas más importantes (es-
que con la conquista tomaba posesión del país (chora toicos, epicúreos y peripatéticos) ejercieron su influencia
doríktetos) o, como sucedía al principio, se solían aducir hasta la época imperial romana. La dependencia res-
vínculos familiares o de amistad con el carismático y fa- pecto a los monarcas que tenían las artes y las ciencias
llecido Alejandro. De ese modo, se apoderó Ptolomeo enraizaba en la política de mecenazgo de los soberanos,
del cadáver de Alejandro para enterrarlo en Menfis. que no sólo deseaban la preponderancia política o eco-
Gracias a esto pudo hacer valer sus pretensiones suce- nómica de su reino, sino también el predominio cultural
sorias ante los macedonios y así estableció finalmente de su residencia frente a las otras cortes helenísticas.
el dominio de su dinastía sobre Egipto (Diodoro 18.28). Pero por más que se perciba un número considerable de
Otros diádocos intentaron también introducir nuevas estructuras semejantes e invariables en la totalidad de
vías de legitimación resaltando estrechas relaciones con los estados helenísticos, en el detalle es posible apre-
Alejandro o su filiación a la nobleza macedonia, pues la ciar grandes diferencias. La duración de cada monar-
Asamblea militar macedonia tenía un voto decisivo en quía fue muy variable, así como los desarrollos internos
el reconocimiento de las pretensiones de realeza (Dio- que se observan en algunas de ellas. No obstante, hay
doro 20.47-53; Plutarco, Demetrio 18). algo común a todas: en el curso de los siglos II y I a.C. se-
El estamento militar y la administración se perfilan rán en su totalidad fácil presa del Estado romano, que
como los apoyos básicos de las nuevas monarquías. El fundará su Imperio universal sobre la masa territorial de
ejército estaba compuesto sobre todo de macedonios y los reinos helenísticos.
griegos, que eran recompensados con botines proce-
2. Los Antigónidas
dentes de los territorios conquistados, por ejemplo, con
asignaciones parcelarias (esto es, cleruquías). La fuerza Las ambiciones de los diádocos no sólo revolucionan
de trabajo de la población local, privada por completo de el mapa político del Próximo Oriente, sino también el de la
la participación en el gobierno, constituye el fundamento Grecia peninsular. Dado que las ciudades-estado griegas
económico de los estados helenísticos. Los autóctonos no disponían de los recursos necesarios ni estaban lo su-
debían satisfacer impuestos y tributos, y, por ejemplo, ficientemente unidas para fundamentar una posición de
en el Egipto ptolemaico eran mantenidos en una depen- fuerza propia y conseguir así repeler los ataques de las
dencia política y económica gracias a un sistema de ex- grandes potencias territoriales, la mayoría de las poleis ca-
plotación sin parangón. Éstos vivían en campo abierto, yeron bajo la dependencia de los reyes de Macedonia.
que en la mayoría de los estados helenísticos sufrió una Aquí la dinastía fundada por Antígono pudo imponerse
decadencia en favor de la ciudad y fue más bien descui- en la dirección del estado, pero en comparación con los
dado por los respectivos gobiernos (Diodoro 19.85). La Pto-lomeos, Seléucidas o Atálidas, el dominio de los
ciudad, sin embargo, como centro de la vida política, Antigó-nidas en Macedonia, la tierra originaria de todas
económica y cultural, vivirá una etapa de gran esplendor las mo-narquías helenísticas, fue el más breve de todos.
en las sociedades helenísticas. Las residencias reales Tras la derrota que inflige Quinto Cecilio Mételo al último
(Antioquía, Alejandría, Seleucia, Pérgamo, etc.) pasan a rey Andrisco, los romanos conquistan el país (148 a.C.).
ser focos de primera magnitud dentro del nuevo reparto El hecho de que fuera Macedonia precisamente el primer
geopolítico que afecta a toda la cuenca del Mediterrá- estado helenístico que se derrumbara no deja de resultar
neo oriental. En ellas se establecieron las cortes reales asombroso teniendo en cuenta que al principio de la épo-
donde deliberaba el consejo real y también aquí se en- ca helenística este riesgo parecía estar muy lejano. Mace-
contraban afincados los jefes de la administración civil y donia se presentaba entonces como un país pleno de re-
militar. Esta situación condujo a una centralización de la cursos, bien consolidado, que desde Filipo II pudo man-
vida política y económica, así como a la concentración tener y asentar sus pretensiones hegemónicas sobre
de las actividades culturales y representativas en las Grecia y el Egeo. Además, Macedonia constituía la mayor
grandes ciudades. A diferencia del habitante de las ciu- e irreemplazable reserva de soldados, mandos y personal
dades-estado clásicas, el ciudadano de un gran reino he- administrativo, es decir, de las capas dirigentes de los es-
lenístico era súbdito de un estado territorial. El senti- tados helenísticos. Gracias a ello, Macedonia consigue
miento imperante era de cosmopolitismo. En este sen- situarse en una posición clave dentro de los conflictos
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entre las potencias mediterráneas. Su favorable situación del Peloponeso, la Liga aquea constituye un factor político
geoestratégica le permitía controlar las relaciones políti- de importancia. Esta confederación de ciudades (Di-
cas de la península balcánica y de la parte norte del E- me, Pairas, Egio, Leoncio, Palene, etc.) se muestra capaz
geo. Las antiguas estructuras sociales tradicionales de ampliar constantemente sus dominios. El año 251 a.C.
perduraron en este país y por ello el abismo entre la le tocó el turno a Sición y poco después se unieron a la Li-
corte y la ciudadanía jamás llegó a alcanzar las preocu- ga la mayoría de las ciudades del istmo, de Arcadia y de
pantes dimensiones que, por ejemplo, existían en el Argos. Su organización interna era similar a la de la Liga
Reino de los Ptolomeos entre la élite y los súbditos. El es- etolia. Pero esta Liga no iba a poder contener por mucho
tado macedonio, regido por una serie de reyes autócto- tiempo la política de fuerza de sus vecinos y competi-
nos, también logra mantenerse al margen de las peligro- dores.
sas tensiones sociales y de los conflictos políticos pro-
4. Los Seléucidas
pios de las monarquías orientales. Desde el gobierno de
Antígono Gónatas (272-239 a.C.), el poder de la dinas- El Reino seléucida, fundado por Seleuco, uno de los
tía antigónida se afianza notablemente y el país vive una generales más populares de Alejandro, fue en un principio
época de florecimiento. De este rey parte el concepto, pro- el mayor estado helenístico. Comprendía casi la totalidad
cedente de influencias estoicas, de que la monarquía es de los territorios de la antigua monarquía aqueménida.
una éndoxos douleia (esclavitud honrosa). Numerosos A diferencia de Macedonia y en mucha mayor medida
sa-bios, poetas y filósofos solían tener un contacto que en Egipto, el Imperio seléucida era un estado multi-
amistoso con Antígono (Zenón, Jerónimo de Cardia, etc.), étnico sin ninguna cohesión interna. De ahí que estu-
que hizo de su residencia en Pela un centro cultural y viera sumido en un cambio constante. La división por
espiritual (Diogenes Laercio 2.141 s.; 4.39; 9.110; satrapías según la tradición administrativa persa se
Pausanias 1.2, 3). A diferencia del Reino seléucida o del mantuvo durante largo tiempo (Apiano, Siríaca 62; Es-
Egipto ptolemai-co, Macedonia no experimentó un trabón 13.4, 4-17; Polibio 5.55 s.). Precisamente la des-
paulatino desmoro-namiento de su anterior poder. Hasta centralización del poder fomenta las aspiraciones de inde-
la víspera de la inva-sión romana, los Antigónidas pendencia de los gobernantes grecomacedonios y acen-
supieron mantener la consistencia territorial de su túa las tendencias desintegradoras especialmente acti-
estado. Fue finalmente la situa-ción geográfica de vas en un imperio tan vasto. Ello conduce a que la hete-
Macedonia la que selló su destino. No se pudo ofrecer rogeneidad del Reino seléucida fuera en aumento y a que
resistencia a la arremetida del todopo-deroso estado el país resultara mucho más difícil de gobernar que los rei-
romano tras la victoria sobre Cartago, y el país fue la nos de los Ptolomeos o de los Antigónidas.
primera de las monarquías helenísticas que se convirtió El culto al soberano, un importante instrumento ideo-
en provincia romana. lógico del poder central, que se encontraba especial-
mente amenazado en el Reino seléucida, se establece
3. Las federaciones griegas
aquí mucho más tarde que en el Reino ptolemaico, pues
Durante el siglo III a.C. la importancia de la política de a diferencia del país de los faraones, en los territorios se-
alianzas y la creación de federaciones en Grecia van en léucidas no existían tradiciones que propiciaran la apoteo-
aumento. Es muy ilustrativo que esto sucediera precisa- sis del monarca (Estrabón 13.4, 14-17). La soberanía de
mente en regiones donde el estado tribal pudo perdurar la dinastía seléucida se cimenta por el derecho del ven-
por largo tiempo (con lo que no había poleis poderosas cedor sobre el país conquistado. Aunque la posición del
que decidieran el destino de la región). El motivo de este rey, como en la mayoría de monarquías helenísticas, es
proceso federalista, es decir, la unión de estados meno- muy fuerte, el consejo de amigos, al que pertenecían los
res en una organización aunadora y fortalecedora de mandos de la administración y del ejército, también des-
cada uno de sus miembros, fue la reacción hacia la po- empeña un papel relevante. El elemento grecomace-
lítica avasalladora de las monarquías helenísticas y el donio, el apoyo más sólido de la monarquía, formaba la
consecuente estrechamiento del margen de maniobra capa superior de la sociedad. Sus miembros residían en
política de las comunidades pequeñas. Las federaciones las grandes ciudades del país (Antioquía, Seleucia, Éfe-
más notables se desarrollaron en Etolia y en Acaya. La so, etc.) o en los dominios que constituían la columna ver-
instancia política más importante de la Liga etolia es tebral de la economía.
una Asamblea en la que participaban dos veces por año La política seléucida se caracteriza por los intentos de
todos los ciudadanos en edad militar. Anualmente se ele- sus reyes de helenizar su vasto imperio. Como instru-
gía un comandante y los representantes de cada estado mento para colmar tal fin se desarrolla un ambicioso plan
formaban un consejo, cuya composición reflejaba el vo- de asentamientos. Numerosas fundaciones de ciudades
lumen de población de cada estado miembro. Este ór- debían atraer a colonizadores griegos, y, de ese modo,
gano se encargaba de tramitar los negocios de gobierno. con la creación de estaciones militares y centros de cultura
Desde mediados del siglo III a.C. la Liga etolia se con- griega, se aspiraba a consolidar el país (Apiano, Siriaca
vierte en una gran potencia. Será un tratado que acor- 57). Pero a la larga, el Reino seléucida no pudo hacer
daron los etolios con los romanos lo que proporcionará a frente a las numerosas tribulaciones causadas por fuer-
éstos la anhelada plataforma para inmiscuirse en la políti- zas centrífugas. Ya a mediados del siglo III a.C. se per-
ca griega. dieron Bactria y Partía. Por causa de Celesiria, los Seléu-
Ya sólo por su situación geográfica central en el norte cidas tuvieron que mantener guerras constantes contra
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los Ptolomeos durante todo el siglo III a.C. Estas luchas, Éumenes II exigía la sobe-ranía de Pérgamo, no varió
que van minando los cimientos del reino, acabarán final- para nada esta situación. Tras aplastar esa sublevación,
mente sin ningún resultado positivo. Un ejemplo ilustrativo los romanos establecie-ron ese mismo año (129 a.C.) la
de la paulatina desintegración del poder central nos lo nueva provincia de Asia, dando fin a la autonomía local.
proporciona la política judía. Bajo el reinado de Antíoco
6. Los Ptolomeos
IV Epifanes (175-164 a.C.), un convencido impulsor de la
helenización, estalla una implacable guerra contra los ju- El Egipto ptolemaico presenta una estructura estatal
díos por causa de una encarnizada serie de querellas relativamente cerrada, en cuya cima se inserta una ca-
religiosas. Al querer Antíoco IV imponer el culto a Zeus pa dominante grecomacedonia que regía sobre la gran
en el recinto del templo de Jerusalén, se desata una masa de población autóctona egipcia. La vida religiosa y
decidi-da protesta por parte de los hasmoneos, mejor social de los distintos elementos integrantes de la pobla-
conoci-dos como macabeos, miembros de una respetada ción (griegos, judíos y egipcios) se desarrolla general-
familia de sacerdotes, que conducirá a una sangrienta gue- mente por separado. Alejandría, residencia de los Ptolo-
rra. Al final de este conflicto los territorios judíos meos, es desde el principio el núcleo de poder de este
acabaron separándose de la soberanía seléucida. El reino centralista y no tardará en convertirse en la ciudad
proceso de fragmentación del Reino seléucida también más emblemática del helenismo. Su magnetismo y fuer-
se esparce por varias regiones de Asia Menor, que za de atracción y de convocatoria perdurará ininterrum-
lograrán la inde-pendencia bajo el mando de dinastas pidamente hasta el final de la Antigüedad grecorro-
autóctonos (gá-latas, Pérgamo, etc.). Con la entrada de mana. Frente a Alejandría, que poseía una autonomía lo-
Roma en el en-tramado de relaciones políticas del cal limitada, el resto del país estaba dividido en distritos y
Mediterráneo orien-tal, el Imperio seléucida siguió era administrado por un aparato de funcionarios a cuya
menguando y acabó por limitarse al dominio de Siria. En cabeza se encontraban macedonios y griegos, mientras
el año 64 a.C. los roma-nos extrajeron las que los súbditos egipcios en un principio sólo tenían ac-
consecuencias de su política imperial de conquistas. ceso a posiciones inferiores (Estrabón 17.801 s.). El fun-
Gneo Pompeyo Magno anexiona Siria, que acto seguido cionariado rígidamente organizado, herencia de la épo-
se convertirá en provincia del incipien-te Imperio ca faraónica, favorece la creación de una economía de
romano. monopolio estatal, basada en la explotación de la pobla-
ción autóctona desposeída casi por completo de dere-
5. Los Atálidas chos y que aportaba a las arcas del estado enormes ga-
La dinastía de soberanos de Pérgamo, que recibe el nancias, por lo que se afianzó el poder de la dinastía re-
nombre de Atálidas a partir de Átalo I, fue capaz de man- gente de los Ptolomeos. El rango, los recursos y la hacien-
tenerse durante varias generaciones como estado inde- da de los reyes egipcios sobrepasaron con mucho los de
pendiente en Asia Menor. Bajo el gobierno de Átalo (241- las otras monarquías helenísticas. Éstos eran propietarios
197 a.C.) tuvo lugar el gran enfrentamiento con los gála- de todo el país, que dejaban a los autóctonos en arren-
tas, a los que se encaró con éxito. Tras esta victoria, damiento, consiguiendo así gigantescos beneficios por la
adoptó el título de rey junto con el sobrenombre de soter explotación de sus numerosas fuentes de riqueza. De ma-
(salvador) y además estableció relaciones amistosas con nera especialmente visible brillaban el poderío económi-
Roma para contrarrestar el acoso expansivo de Filipo V co y el boato de los Ptolomeos en Alejandría, que se
de Macedonia. Finalmente, Átalo I consiguió ampliar su transforma gracias a ello en la primera y más suntuosa
esfera de soberanía a costa de los Seléucidas, sus vecinos ciudad del mundo antiguo (Estrabón 17.1, 7 ss.). Al igual
orientales. Desde el año 188 a.C., el Reino atálida abarca que sucedió con el Reino seléucida, el estado de los Pto-
la mayor parte de Asia Menor, teniendo como fronteras lomeos experimentó un lento desmoronamiento de su
en el norte el mar Negro, en el oeste el Egeo y las antigua cohesión, sobre todo debido a las eternas quere-
montañas del Tauro en el sureste. Bajo el reinado de llas por la cuestión dinástica. Tras una larga agonía, Au-
Éumenes II (197-159 a.C.), Pérgamo experimenta su gusto invadirá el país del Nilo después de la batalla de Ac-
mayor auge cul-tural. Este rey fue el que encargó edificar cio (31 a.C.) y establecerá aquí la primera y más impor-
el altar de Pérgamo como recuerdo de la victoria sobre tante provincia dependiente del emperador, la cual gracias
los gálatas. En la vida cortesana, el cultivo de la cultura a su riqueza y poderío financiero supondrá un apoyo
griega de-sempeñaba un papel central. La biblioteca de esencial al poder de los cesares romanos (Estrabón 17.1,
Pérgamo fue una de las más célebres en el mundo 10-12; Casio Dión 51.17; Suetonio, Augusto 18.2).
antiguo. La sun-tuosa escenificación de fiestas religiosas
7. Las corrientes culturales
no se circunscribe a los círculos cortesanos y llega hasta
la población de la residencia real. El final del espléndido La época que experimentó las consecuencias de la
Reino de Pér-gamo llegó por causa de las ambiciones aparición de Alejandro estuvo caracterizada por la expan-
políticas de sus poderosos vecinos en conjunción con sión del helenismo en el Mediterráneo y en el Próximo
los intereses romanos. Cuando Átalo III murió sin Oriente. El establecimiento de sistemas monárquicos pro-
descendencia en el año 133 a.C. legó su reino a Roma, vocó en la sociedad civil la desaparición del interés polí-
con la salvedad de Pérgamo (su residencia) y otras tico general, lo cual se percibe de manera especial en el
antiguas ciudades griegas. La revuelta de Aristónico, campo de la cultura. En efecto, la literatura busca y en-
que en calidad de (presunto) hijo ilegítimo de cuentra nuevos temas y campos de actividad, se adentra
con renovadas fuerzas en la esfera de lo privado. Por
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otra parte, en los nuevos centros urbanos se desarrolla brimientos importantes. Hiparco de Bitinia determina,
una poesía cortesana fomentada por la corte real. Con merced a una sorprendente metodología, la trayectoria
la muerte de Eurípides (406 a.C.) y Aristófanes (388 de los planetas y también el año solar. Aristarco proclama
a.C.) acaba el período clásico del drama; mientras tanto la el modelo heliocéntrico, según el cual no era la Tierra
comedia nueva y la retórica experimentaban un floreci- sino el Sol el centro de nuestro sistema astral. El
miento. En la historiografía de la época helenística alejandrino Eratóstenes, del que partió la imagen esférica
sobre-sale Polibio de Megalópolis. Desde un punto de de nuestro planeta, calcula también su perímetro con
vista me-tódico, éste se inserta en la tradición analítica de bastante exac-titud.
Tucí-dides. En su obra conjuntaba informes sobre Aparte de Alejandría como centro de erudición y de
Oriente y Occidente y, de este modo, se convierte tras investigación científica, se debe dirigir la mirada a Ate-
Heródoto en el historiador universal más relevante de la nas como cuna y punto de partida del pensamiento hele-
Antigüedad. nístico. La filosofía platónica se cultivaba en la Academia,
Los monarcas helenísticos mostraron en la arquitec- y en el Liceo se hospedaba la escuela peripatética fun-
tura un gran apego por lo representativo: palacios reales, dada por Aristóteles. Las nuevas escuelas filosóficas de
monumentos, teatros, pórticos y templos caracterizaban estoicos y epicúreos también supieron conseguir gran
el urbanismo de las ciudades donde se hallaban las re- relevancia. La escuela estoica fundada por Zenón de Ci-
sidencias reales. La fortaleza real de Pérgamo, el Mau- tio, que recibió su nombre del edificio en Atenas donde se
soleo de Halicarnaso, el templo de Apolo en Dídima o la reunían los discípulos, la stoá poikíle (el 'patio colorido'),
estoa de Átalo en Atenas son ejemplos expresivos de la se convirtió en el movimiento espiritual más influyente
monumentalidad, de la elegancia y la riqueza de formas del helenismo. La estoa se fundamentaba en la doctrina
de la arquitectura helenística. La escultura y las artes plás- de las virtudes. Los estoicos estaban convencidos de que
ticas también aparecen muy influidas por estas tenden- el hombre que vivía en armonía con la naturaleza y con lo
cias. Tanto el altar de Pérgamo, que se halla en la ac- di-vino podía encontrar la vía correcta para una
tualidad en Berlín (monumento dedicado a Zeus en el existen-cia completa. La estoa era cosmopolita. Su ideal
cual se representa la lucha de dioses y gigantes como ale- político se materializaba en un estado universal en el que
goría de las guerras entre Pérgamo y los gálatas), como el sobera-no regiría según la ordenación divina y
el grupo de Laocoonte depositado hoy en día en el Vati- garantizaría la concordia entre los hombres. Epicuro,
cano son, gracias a su patética expresividad, las pro- originario de Sa-mos, inauguró el 307/ 306 a.C. su
ducciones más emblemáticas del arte helenístico. Al escuela filosófica en Atenas. Éste enseñaba que la
igual que en la escultura, los impulsos en la mayoría de verdadera felicidad surgía cuando se satisfacían los
las esferas de la vida espiritual vinieron dados por las cor- apetitos. Lo importante no era, sin embargo, el propio acto
tes reales. Alejandría se convirtió en el centro del mundo, de satisfacción, sino la felici-dad que iba creciendo en sí
cuyo corazón era el Museo creado a impulsos de Ptolo- misma, la inconmovilidad de un espíritu que descansa
meo I, donde se ubicaba una extraordinaria biblioteca, en sí mismo. El epicureis-mo se dirigía contra las
así como uno de los lugares de estudio más importantes emociones incontroladas, apre-ciaba en poco cualquier
de la Antigüedad. actividad política y anunciaba como ideal la experiencia
La contribución más característica del quehacer cul- de una compenetración hu-mana armónica dentro de
tural helenístico es la formación de ciencias diferencia- un grupo de dimensiones re-ducidas.
das, que se desarrollaron a partir de la filosofía. Las cien- También se debe hacer referencia al papel de las co-
cias exactas experimentan un gran auge. En medicina, munidades de culto y de credo en el helenismo. Por causa
un estudioso residente en Alejandría, Herófilo, descubre de la desintegración del mundo de las poleis, la religión
el sistema nervioso y se convierte en el fundador de la tradicional pasa por un tiempo a un segundo plano. En
anatomía. Erasístrato refino la cirugía. En las escuelas cualquier caso, el culto al soberano introducido por con-
médicas de Alejandría, Cos, Pérgamo o Cnidos enseñan sideraciones políticas no supo servir de reemplazo a las
los maestros más famosos de la Hélade. Sus estableci- antiguas creencias olímpicas en crisis. Una gran relevan-
mientos terapéuticos atraían a pacientes de todo el cia alcanza, por el contrario, la Tique (tuche), una figura
mundo. De importancia fundamental será la aportación alegórica que representaba el destino o la providencia,
de la ciencia helenística en el campo de las matemáticas. fervientemente venerada como símbolo de un ente supe-
Con el alejandrino Euclides conservamos el recuerdo de rior o como diosa de la ciudad. En este contexto se perci-
uno de los padres de la geometría. Apolonio de Perga fun- be asimismo una tendencia hacia la abstracción religio-
da la trigonometría e introduce elipses, hipérbolas y pa- sa: el credo religioso dependiente de la polis va
rábolas en las matemáticas. Pese a todo, el científico que perdiendo cada vez más fuerza en favor de la idea de
descuella por encima de todos es Arquímedes de Siracu- una divini-dad de mucha mayor proyección. La
sa. Es él quien descubre la ley de la palanca, el peso es- característica princi-pal de la religiosidad helenística es,
pecífico y el primero en calcular el número pi (3,14). Sus con todo, el auge que adquirieron los cultos mistéricos
máquinas de guerra, empleadas cuando su ciudad na- procedentes de Oriente. Al entrar en contacto con el
tal Siracusa fue asediada por los romanos en el trans- espíritu helenístico surgieron nuevas síntesis, que les
curso de la Segunda Guerra Púnica, fueron enorme- abrieron el camino hacia Occi-dente. El culto egipcio de
mente efectivas. También en astronomía y en geografía Isis, la adoración del dios-sol sirio Baal/Helios, los
se logran espectaculares avances y se hicieron descu- misterios de Mitra y de Gíbele se extendieron con
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rapidez. En todas partes surgían aso-ciaciones de forme a su nivel social y coleccionaban obras de arte y
culto que conferían a sus adeptos un mensaje de objetos suntuosos. Para que fuera posible dar cabida a
salvación. Desarrollaron rituales y normas éticas, dieron todas estas nuevas necesidades, los hogares no sólo te-
a sus seguidores un apoyo firme y esperan-zas de un nían que ser mayores, sino también ser mejorados técnica
mejor más allá. Los grandes movimientos religiosos de y arquitectónicamente. En este sentido, se puede mencio-
Oriente conquistaron poco a poco el mundo civilizado. nar la estancia típica en la construcción de las casas he-
Fueron precisamente éstos los que prepa-raron la se- lenísticas: el patio interior rodeado por sus cuatro lados
mentera sobre la que siglos más tarde el cristianismo con pórticos (perístulos).
iba a iniciar su carrera victoriosa. Muchas ciudades de época helenística fueron sus-
tentadas por una población urbana, plena de una con-
8. La ciudad helenística
ciencia desmesurada de identidad propia, así como por
El declive político de los centros tradicionales de una enorme disposición al sacrificio. En última instancia,
poder en Grecia (Atenas, Esparta, Tebas) durante los si- el orgullo de un hombre helenístico radicaba precisa-
glos V y IV a.C. no conllevó una desintegración generali- mente en ser originario de un lugar afamado. Cuanto
zada de las ciudades-estado. Más bien, por el contrario, la más inseguras eran las condiciones políticas, tanto más
energía vital de las poleis se renueva precisamente en se aferraban los particulares a su ciudad, en busca de
época helenística. La ciudad siguió siendo lo que había protección y arropamiento. Estos sentimientos se consoli-
sido: germen de política, religión, economía y cultura, y, daban con la organización de espectáculos, cultos y
de este modo, la expansión del helenismo se verá acom- juegos, con festividades en honor de los reales fundado-
pañada de la fundación de nuevas ciudades (Alejandría, res de la ciudad, en las que se ponían en escena proce-
Seleucia, Antioquía, Pérgamo, etc.) o, incluso, con la re- siones, representaciones teatrales y celebraciones religio-
vitalización de antiguos centros urbanos (Éfeso, Rodas, sas. Los monarcas asumieron la generalizada necesidad
Pela, etc.), que justo en este momento llegan a su pleni- de las ciudades helenísticas de una amplia autonomía
tud. En el período helenístico, no sólo se experimentó un local, que se exteriorizaba en la adquisición del derecho
aumento del número de ciudades, sino que se desa- a acuñar moneda o en el de asilo. Se esforzaban por
rrolló un nuevo fenómeno: la gran ciudad. Alejandría fue mantener un tono jovial frente a sus súbditos, muy sus-
su prototipo. Un papiro del siglo I d.C. informa al respecto: ceptibles a las cuestiones de etiqueta. Los trataban de
«Todas las ciudades son sólo tales en función del área en «parientes», tal como se dirigía Éumenes II de Pérgamo
la que se encuentren. En relación a Alejandría son to- a los milesios. Sin embargo, todas las afirmaciones de cor-
das ellas aldeas, pues Alejandría es la ciudad de todo el tesía no encubrían la realidad, pues, de hecho, la mayo-
mundo civilizado». La residencia real, en la desemboca- ría de las ciudades dependían de los poderosos reyes
dura del Nilo, se diferenciaba claramente de cualquier he-lenísticos.
polis de corte clásico. No tenía ni asamblea ni consejo
que reglamentaran sus asuntos internos. El papel que en
la polis clásica hubiera desempeñado el Pritaneo lo asu-
mía ahora el palacio real (basileia). La corte del monar-
ca regente era el centro de poder, y eso era apreciable
visiblemente por el espacio que se reservaba dentro de la
ciudad para los edificios reales, que precisaban de una
enorme extensión de terreno (en el caso de Alejandría
era casi un cuarto de la superficie urbana total). Allí se
acuartelaba la guardia de palacio para la protección del
rey, aunque, en caso necesario, ésta también podía ser
utilizada contra la propia población. En Alejandría, como
en otras ciudades helenísticas, no existía una muralla
que circundara el núcleo urbano. Y, del mismo modo,
también se desvanecieron todos los ideales de una ciudad
en la que todos se conocen y donde todos se sientan jun-
tos en la asamblea. Las viviendas de una típica polis eran
realmente muy pequeñas en relación con las mansiones
de las ciudades helenísticas. Esto viene a reflejar un
cambio en la estructura social: en las casas helenísticas
ya no habitaba solamente el reducido círculo familiar,
sino una comunidad más numerosa. En torno a señores
ricos y bien situados se agrupaban familias dependien-
tes. Los hábitos privados de vivienda se orientaban se-
gún el modelo proporcionado por la corte real. Al igual La conciencia de identidad de las ciudades helenís-
que hacían los monarcas en sus palacios, los ciudada- ticas se basaba en una débil independencia política.
nos acomodados se rodeaban de casas lujosamente Con todo, sus logros culturales tuvieron mayor relevan-
aparejadas, otorgaban gran valor a una decoración con- cia. Muy pronto se desarrolló entre las ciudades una
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competencia por dirimir cuál de ellas poseía mayor urba- en realidad, la otra cara de los profundos cambios polí-
nidad y destellos civilizadores. La biblioteca de Pérgamo ticos que ya despuntaban durante el siglo IV a.C. La po-
rivalizaba con el Museo de Alejandría, el famoso centro lis, antes tan orgullosa de su independencia, fue hacién-
de investigación, o con las renombradas escuelas filosófi- dose cada vez más dependiente del exterior. Sus pro-
cas de Atenas (Liceo, Estoa). Alejandría, Cos, Cnidos y pias fuerzas ya no bastaban para garantizar por sí mis-
Pérgamo porfiaban por ser los primeros en cuanto a ma su autonomía y seguridad. Durante el período de las
sus instalaciones médicas. La urbanización de la vida Guerras Médicas (primera mitad del siglo V a.C.) la con-
fomentó una atmósfera humana, en la que se desarrolló ciencia que tenía de sí el colectivo de ciudadanos era tan
el sentido por lo estético y lo ilustrado. Según nos cuenta fuerte que se evitaba el ensalzamiento de individuos, in-
Plutarco (Sobre la comida de carne 17, 996a), por cluso cuando éstos se distinguían por grandes méritos.
ejem-plo, en Atenas se prohibió torturar a los animales. El que conseguía los logros no era Temístocles, sino los
Es preciso hacer referencia a la importancia de los cul- atenienses, no era Leónidas, sino los espartanos. La po-
tos en muchas ciudades helenísticas. Alejandro Magno y, lis llegó a recibir en muchos lugares culto divino. En ello
tras él, los diádocos fueron cubiertos de honores divinos. se ponía de manifiesto no sólo el orgullo por la ciudad
En estos casos se trata de la introducción de cultos ur- patria, sino también la especial conciencia que se tenía
banos practicados de forma voluntaria por la masa de la de su singularidad y su eficacia. Resultaba muy fácil agra-
población. Mediante testimonios extraordinarios de ho- decer a los dioses protectores los éxitos alcanzados por la
menaje, las ciudadanías agradecían a su bienhechor ha- polis. Todo esto experimenta un cambio profundo en el
ber llevado a cabo una gesta de especial significación pa- período helenístico. En este momento emergen carismáti-
ra la ciudad, por ejemplo, haberla liberado del dominio cos potentados, que, gracias a su habilidad y recursos,
extranjero, haber sido clemente tras su conquista, ha- se encontraban en disposición de asumir las funciones
ber acabado con un largo período de guerra, etc. Con de árbitros de los destinos de Grecia. De su benevolencia
este fin, se creaba para la persona agasajada un culto dependía en numerosas ocasiones la suerte de las po-
singular, que, por lo general, significaba también la consa- leis. En este sentido, en el cambio religioso que se percibe
gración de un templo o altar, el establecimiento de un a través de los cultos urbanos de las ciudades helenís-
cuerpo sacerdotal y la institución de una festividad sagra- ticas se refleja una profunda crisis del sistema político.
da. ¿Qué consecuencias trajo consigo el culto dedicado
a seres humanos? Un primer vistazo permite entrever un
cambio radical de los valores religiosos. A los ojos de los BREVE HISTORIA
ciudadanos, las divinidades tradicionales apenas garanti-
zaban la seguridad de la polis. En su lugar fueron apare- DE GRECIA Y ROMA
ciendo personalidades sobresalientes, que podían ofre- PEDRO BARCELÓ
cer una protección efectiva en función de sus posibilida-
des o de sus hazañas. Aquel que demostrase que era ca-
Historia de Grecia
paz de ayudar a una ciudad en apuros, ése se hacía me- CAPITULO 7
recedor del más alto reconocimiento religioso. Lo que a MADRID
primera vista parece una especie de crisis religiosa, es, ALIANZA EDITORIAL
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