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Cap 6 Helenismo

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BREVE HISTORIA
DE GRECIA Y ROMA
PEDRO BARCEL

Historia de Grecia

6. La conquista de Oriente

1. El Imperio de Alejandro Magno expedicin en Asia Menor (Jenofonte, Helnicas 3.4, 21-
Existen pocas pocas que se encuentren tan estre- 25; Diodoro 14.80). Desde el retorno de una solda-desca
chamente vinculadas a las realizaciones o hazaas de griega reclutada por el pretendiente al trono persa, Ciro
sus principales protagonistas como la era helenstica. A (Jenofonte, Anbasis) y que se haba abierto pe-
menudo se pone en relacin el comienzo de una nueva nosamente camino desde el interior de Asia hasta Gre-
poca con la aparicin de fuertes individualidades. Al cia, el mundo griego tena buena constancia de la debili-
operar as, por lo general no se suele hacer justicia al dad del Imperio persa (Polibio 3. 6). Este sentimiento
acontecer histrico, pero, en lo que respecta a Alejandro puede apreciarse en parte gracias a los discursos de al-
Magno, la situacin es diferente, pues su obra y su lega- gunos estadistas atenienses (Iscrates, Esquines) justifi-
do abren una nueva dimensin en la historia del mundo cando los intentos de Filipo II por hacerse con la hege-
antiguo. No slo los hombres de la Antigedad se sintieron mona sobre Grecia con el llamamiento a una guerra que
atrados por su figura. La fuerza magntica de su perso- sirviera a todos los griegos de venganza contra los Aque-
na tambin se mantuvo constante en la Edad Media e in- mnidas. Ser ahora, bajo el indiscutible liderazgo de Ale-
cluso la Edad Moderna se encuentra an bajo sus influ- jandro, cuando el anhelado deseo de una accin poltico-
jos. militar comn greco-macedonia hacia el exterior se
Los inicios de su carrera poltica se desarrollaron bajo convierta en una realidad (Diodoro 16.89; 91,1; Justino
el signo de su padre Filipo II de Macedonia, que haba 9.5, 8).
sido capaz de establecer una hegemona sobre Grecia Para acometer sus objetivos, Alejandro poda contar
mediante la fundacin de la Liga corintia en el ao 337 para su empresa asitica con dos condiciones favora-
a.C. (Diodoro 16.89; Justino 9.5). En la batalla de Que- bles. Por una parte, con la alta calidad militar de la ms
ronea (338 a.C.), tan cargada de fatalidad para las poleis que probada falange macedonia; por otra, con el apoyo
griegas, el joven Alejandro comanda ya el ala izquierda de de muchos hoplitas griegos que no tenan nada que en-
la falange macedonia, que fue en definitiva la que consi- vidiar de las tropas de lite macedonias en cuanto a valor
gui que la victoria se decantara en favor de los y experiencia. Un tercer factor era la debilidad del Im-
macedo-nios (Diodoro 16.85 s.; Frontino 2.19). Algo ms perio aquemnida, que se encontraba abatido a causa
tarde, al ser enviado en una legacin a Atenas, pudo de sus mltiples convulsiones internas y que por esto era
hacerse una idea de las complicadas relaciones incapaz de reaccionar de manera contundente a cual-
polticas de Grecia (Arriano, Anbasis 1.1-14). Tras la quier amenaza exterior.
muerte violenta de su pa-dre, logra ascender al trono Al llegar al Helesponto, Alejandro arroja sobre tierra
macedonio con la ayuda de su madre Olimpade. Como una lanza, queriendo con ese gesto reafirmar su pre-
sucesor de Filipo II, Ale-jandro pasa a desempear el tensin de conquistar Asia. Sus primeras empresas le
cargo de estratego pleni-potenciario (strategs conducen a las ciudades jonias dominadas por Persia,
autokrator) de la Liga corintia (Dio-doro 16.60, 5; 89, 3; que bien pronto quedan bajo su proteccin. En pocos
Arriano, Anbasis 7.9,5), al tiempo que asume la res- meses, entre la batalla del Grnico (334 a.C.) y la toma
ponsabilidad de proseguir la guerra contra el Imperio de Mileto, Alejandro puede poner a punto la eficiencia de
persa. Los planes de esta expedicin ya haban sido su maquinaria blica (Arriano, Anbasis 1.14-23). Tras la
trazados por su padre Filipo cuando ste destac a conquista de Caria, Frigia, Capadocia y Cilicia, mide las
Parmenin al mando de una vanguardia a Asia Menor fuerzas por primera vez con el rey Daro III junto al Iso
(Diodoro 16.91, 1-2; 17.2, 4; Justino 9.5, 8). Pero Filipo II (333 a.C.). El aquemnida sufre una tremenda derrota y
no fue el primero que se atreva con una em-presa de ese no puede evitar que Alejandro consiga acceso libre a
calibre. Algunos decenios antes, el rey es-partano Siria, Fenicia y Egipto. Tras tediosas luchas en Fenicia (to
Agesilao ya haba emprendido con notable xi-to una -ma de Tiro), Alejandro llega a Egipto, donde es saludado
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como liberador del yugo persa. All se deja coronar faran imagen ideal de su proyecto imperial. Sin embargo,
y contina las antiguas tradiciones egipcias locales con el apenas tuvo la posibilidad de materializar esas ideas.
fin de dar a su dominio un amplio consenso (Arriano, Pese a muchos intentos, no hubo nunca una fusin real
Anbasis 3.1, 5). Poco despus de la batalla de Iso, Ale- entre los dispares elemen-tos que constituan la
jandro recibe una oferta del rey persa, cedindole todos enorme masa territorial conquis-tada por Alejandro, y
los territorios al oeste del Eufrates. Pero el rey macedonio su muerte sbita (323 a.C.) hizo vanos todos los
rehus, muy consciente de sus propias fuerzas (Arriano, planteamientos.
Anbasis 2.25, 1-3). Gracias a las conquistas sin pausa Por ms que las expediciones de Alejandro susciten
realizadas en un tiempo rcord, su expedicin a travs de admiracin, no pueden ocultar que en muchos casos
Asia cobra una nueva dimensin. Despus de la toma de son obras inacabadas y que su intencin de fundar un
Tiro, y a lo sumo despus de la visita al oasis de Siwah, nuevo imperio universal fracas. La tarea era difcil de lle-
un santuario del dios Amn (Zeus), las intenciones de var a cabo, y esto se aprecia ante todo al analizar la si-
Alejandro ya se dirigen a la conquista de todo el Impe- tuacin que sobrevino tras su muerte. Los sucesores; los
rio aquemnida. Pero no quera que su posicin de fuer- llamados didocos, no lograron materializarla unidad del
za se interpretara como la de un intruso extranjero, sino imperio. Las dbiles relaciones mutuas de los territorios
como la del heredero y sucesor legtimo de la dinasta re- conquistados estaban tan sumamente ligadas a la per-
gente. Este pensamiento resulta evidente a partir de la co- sona de Alejandro que ninguna otra persona poda asu-
herencia con que Alejandro se fue haciendo con el control mir la difcil tarea de una sucesin de continuidad. Los
del corazn del Imperio persa tras la decisiva batalla de motivos que llevaron a la fragmentacin del inacabado
Gaugamela (331 a.C.). Pese a todo, Alejandro es siempre imperio no deben buscarse slo en los sucesores de Ale-
consciente de hacer la guerra contra Persia como hege- jandro, sino que tambin subyacen en los mtodos con
mn de la Liga corintia. Poco tiempo despus de entrar que ste desempe su autoridad. Tras la primera victo-
en Babilonia, toma Susa (diciembre del 331 a.C.), la anti- ria sobre Daro III, un cambio se dej ver en Alejandro.
gua residencia de Jerjes y centro poltico de la monar- Junto a griegos y macedonios, tambin se seleccionan
qua aquemnida. Adems de los tesoros all almacena- un nmero creciente de persas para destinos directivos
dos, tambin caen en sus manos las estatuas de los tira- dentro del ejrcito, la administracin y la corte. La idea
nicidas Harmodio y Aristogitn, que haban sido saquea- de una concrecin entre el elemento macedonio y el
das en el ao 480 a.C. por Jerjes. Alejandro las enva de elemento persa fue convirtindose paulatinamente en
vuelta a Atenas y con ese gesto logra perfilarse ante la la directriz poltica de Alejandro (Arriano, Anbasis 7.4,
opinin pblica del mundo griego como el vengador de 4-6; 11, 8-9). La respuesta de los macedonios a este
Jerjes (Arriano, Anbasis 3.16, 6-9). Tras la conquista de cambio de opinin de su rey no se hizo esperar. Ante la
Perspolis, tradicional residencia de los reyes persas, la conduccin del gobierno de Alejandro hacia patrones de
expedicin vengadora que Alejandro haba conducido en la tradicin oriental (Arriano, Anbasis 4.13, 3 ss.), una
nombre de la Liga corintia haba tocado a su fin de ma- parte de la aristocracia macedonia reacciona con resis-
nera oficial. En Ecbatana licencia a los contingentes grie- tencia (Parmenin, Clito), con protesta (Calstenes) y
gos, que fueron ricamente recompensados. Por esto la con rebelin (conjura de los pajes). Estas actitudes crti-
composicin del ejrcito experimenta a partir de ahora cas no van a mover a Alejandro para que abandone su
un cambio sustancial. Las tropas de lite pasaron a estar poltica de fusin multitnica (Arriano, Anbasis 7.8, 1-3;
formadas por sus fieles macedonios y por muchos per- 11, 1-5). En algunos momentos parece incluso que la
sas que se haban alistado voluntarios. A stos se unieron actitud intransigente del monarca movi a algunos de sus
adems contingentes de los pueblos sometidos. Las pos- crticos a ceder (fiesta de reconciliacin en Opis). Pero
teriores expediciones de Alejandro a Bactria y a la India esto suceda ms bien por lealtad a Alejandro que por
constituyen hazaas militares de extraordinaria enver- convencimiento de su poltica. De ah se comprende
gadura que redondean su obra conquistadora (330-325 que, tras su muerte, la idea de un Imperio universal greco-
a.C.). persa fuera cancelada. La direccin de pensamiento ma-
Nada ms regresar a Babilonia y Susa, Alejandro in- cedonia prevaleci. Las consecuencias de este proce-
tenta poner el gigantesco edificio de su dominio sobre una so obtendrn una gran trascendencia, pues el centro
base firme. En este Imperio nunca se fundieron los dis- de gravedad del Imperio se desplazar desde las anti-
tintos pases. Antes bien, stos constituyeron un mosaico guas residencias orientales (Babilonia, Susa, Ecbatana)
abigarrado de territorios con diferentes estructuras econ- hasta Occidente. El Egeo pasar a ser en tiempos de los
micas (por ejemplo, las repblicas comerciales fenicias, el didocos el centro gravitatorio de la poltica helenstica.
estado agrario egipcio, la economa nmada en las plani-
cies de Irn), formas de estado (ciudades-estado, tem- 2. El helenismo
plos-estado, estados territoriales), religiones (Olimpo La expedicin asitica de Alejandro no slo provoca
griego, cultos egipcios, enseanzas de Zaratustra), len- una conmocin en las condiciones polticas existentes.
guas (por ejemplo, griego, egipcio, arameo, persa) y Economa, comercio y transportes se ven afectados por
orde-naciones jurdicas muy diferentes entre s. Una un cambio profundo. Con la conquista de las residencias
funda-mentacin del Imperio basada en elementos reales de Susa, Perspolis y Pasargadas, la poltica
grecoma-cedonios y que tuviera en cuenta el factor mo-netaria del Imperio persa cambia de manera funda-
persa era pro-bablemente, a ojos de Alejandro, la mental. Alejandro rompe con el principio del atesora-
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miento de metales preciosos y pone en circulacin el vo- nera de actuar de los reyes homricos. Su expedicin
lumen de plata y oro que se encontr almacenado en las por Asia Menor la emprende arropado por el bagaje
arcas de las residencias reales. Estas medidas le sirven ideolgico de la monarqua heroica. Como un segundo
para asegurar la dotacin financiera necesaria en la Aquiles se lanza a la liberacin de los griegos residentes
ejecucin de grandes empresas (sistema de canaliza- en Asia Menor y a la conquista del Oriente. Sin
ciones en Mesopotamia, mayor actividad constructora) y embargo, despus de realizar las primeras metas y
para la materializacin de su gran proyecto: la fundacin ocupar las capitales de las satrapas occidentales del
de un circuito de ciudades griegas a lo largo de las fron- Imperio persa (Dascilio, Sar-des), Alejandro da a
teras del Imperio persa. El gran nmero de lugares que entender su predisposicin a inte-grar formas y
llevan el nombre de Alejandro son puestos avanzados de personajes persas en su sistema de go-bierno. ste
la civilizacin griega (Dio-doro 17.83, 1-3; Arriano, An- puede resumirse de la siguiente forma: Ale-jandro slo
basis 3.28, 4; 4.22, 4-6; 5.29, 3; 6.15,4) y constituyen al introduce los cambios indispensables, es de-cir, confiere
mismo tiempo los soportes ms estables del incipiente los puestos clave a personas de su absoluta confianza,
proceso de helenizacin del Oriente. Tambin la ciencia e que mayoritariamente proceden de su entorno
investigacin extrajeron gran provecho de las expedicio- macedonio. En algunos casos, concede protagonismo a
nes de Alejandro. Debido a los nuevos descubrimientos, personajes procedentes del mundo griego, y las medidas
se hicieron avances en etnografa y geografa. La corres- que en el futuro tomarn mayor relevancia ya pueden ser
pondencia de Alejandro con su antiguo maestro Aristte- observadas ahora: Alejandro empieza el proceso de
les caso de ser autntica sobre temas de geolo- captacin de las lites persas, dejando participar a una
ga, fauna, flora y geografa sirvi al genio universal de Es- serie de personajes orientales, rigurosamente escogi-
tagira para corregir conocimientos que hasta la fecha se dos, en las tareas de gobierno de su incipiente imperio
crean seguros. El intenso intercambio cultural entre O- (Arriano, Anbasis 1.17). En Caria observamos una
riente y Occidente es una consecuencia directa de los via- nue-va faceta que se repetir despus de la conquista
jes de Alejandro. Ya en su corte itinerante se encontraban de E-gipto: la revitalizacin de las tradiciones locales
cientficos, historiadores, filsofos y mdicos griegos, a aletarga-das durante la larga dominacin persa. Una vez
los que pronto seguiran muchos ms, que llegarn a llegado a Caria, da el trono a la noble Ada, por la que se
dar un impulso fundamental a la expansin del espritu deja adop-tar para convertirse as en su heredero,
griego por Oriente. stos fueron los que allanaron el ca- hecho que le hace adquirir popularidad y legitimidad ante
mino del helenismo, que caracteriza la poca de Ale- la poblacin local (Arriano, Anbasis 1.23, Diodoro
jandro y de los didocos. Helenismo es un trmino mo- 16.69, 2; Estra-bn 14.656 ss.).
derno acuado por J. G. Droysen, y con l se designa la En el ao 333 a.C., despus de la victoriosa batalla de
penetracin de Oriente por la cultura griega y, a su vez, la Iso, Alejandro rechaza la propuesta de Daro III de con-
infiltracin de elementos orientales en la civilizacin eu- formarse con los territorios virtualmente ocupados si-
ropea. Desde el siglo III a.C. se habla de monarquas he- tuados al oeste del Eufrates. Como consecuencia de
lensticas, y con ello se designan los estados que sur- ello reafirma su intencin de constituirse rey de Asia.
gieron en los territorios conquistados por Alejandro, de- Ahora queda bien claro que en los planes de Alejandro
positarios de uno de los legados culturales ms impor- no entra la concepcin de un gran estado macednico,
tantes en la historia de la humanidad. siguiendo la tradicin de su padre Filipo II, que estuvie-
3. De la historia al mito se ampliado por sus recientes conquistas. Las miras del
joven rey van mucho ms lejos. A su preponderante situa-
Dejando a un lado las peculiaridades estructurales li- cin en Grecia y Macedonia, Alejandro pretende aadir
gadas al carcter de la monarqua macedonia, la situacin el dominio sobre la totalidad del Imperio persa. La visin
a la cual tiene que enfrentarse Alejandro al subir al tro- de una monarqua universal queda plasmada por primera
no est bsicamente influida por la recientemente esta- vez en los planes del joven monarca (Arriano, Anba-
blecida, pero an no consolidada, hegemona maced- sis 2.25; Diodoro 17.54, Plutarco, Alejandro 29.7-9). La
nica sobre la totalidad del territorio griego. Al iniciar su conquista de Egipto acontecida un ao despus (332
campaa contra Persia, Alejandro asume las prerrogati- a.C.) le aporta un nuevo ttulo, al hacerse investir en
vas de rey macedonio y de estratego de la Liga corintia al Menfis como heredero directo de la ltima dinasta fa-
mismo tiempo. De esta doble funcin se deriva su futuro ranica. Como faran egipcio Alejandro rompe el vnculo
comportamiento poltico encaminado, en principio, a sa- con la ocupacin persa, siempre impopular en el pas del
tisfacer las exigencias impuestas por esta dualidad. Nilo, y al igual que ya hiciese en Caria se inserta en la
Pasemos brevemente revista a los hechos que, a par- continuidad de las tradiciones locales. En el terreno reli-
tir de la presencia de Alejandro en Asia, se suceden gioso, tan ntimamente ligado en la Antigedad a la legiti-
con extrema intensidad, hasta la derrota definitiva de midad del poder, destaca la visita al orculo de Zeus-
Da-ro III en Gaugamela acontecida en el ao 331 a.C. Amn en el oasis de Siwah, en donde Alejandro obtiene
Ya desde su desembarco en Troya, en el ao 334 a.C., una confirmacin sobre su origen divino que va a formar
Ale-jandro no deja dudas sobre su intencin de parte de su ideologa de poder (Arriano, Anbasis 3.3, 5).
posesionar-se del continente asitico. Todos los actos No hay que menospreciar aqu la significacin de la pro-
puestos en escena a partir de aqu aluden a episodios paganda de Alejandro, que cada vez ms se enfunda ba-
mitolgicos, mediante los cuales Alejandro evoca la ma- jo una capa de motivos sacros: signos divinos en el mo-
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mento de colocar la primera piedra en el templo de Zeus mentaria y las formas de representacin de la monarqua
en Sardes, profeca del nudo gordiano, sueos premonito- persa. Se viste con las ropas reales orientales, utiliza la
rios revelando la toma de Tiro y Gaza, orculo de Amn diadema y se rodea de la etiqueta de la corte aquem-
en Siwah y otros vaticinios acontecidos en mltiples san- nida, de la cual forma parte la prosknesis. Todo esto
tuarios de Asia Menor. Toda esta cadena de prodigios, provoca la primera crisis de lealtad en el seno de las
explotada hbilmente como prueba de la conformidad de fuerzas macedonias. Ante esta situacin, Alejandro reac-
los dioses con las empresas de Alejandro, debi de ejer- ciona sin contemplaciones mandando ejecutar a Filotas
cer un fuerte atractivo no slo en su entorno inmediato. y a su padre Parmenin. Aunque por el momento los co-
Con el tiempo las figuras de Heracles y Dioniso pasarn a natos de insatisfaccin pueden ser acallados, la oposi-
ocupar un lugar relevante en el entramado de su ideolo- cin de una parte de la aristocracia macedonia no llega a
ga de conquista y poder. Alejandro los adaptar de tal calmarse (Arriano, Anbasis 3.26,27). La muerte de Clito
manera que llegarn a confundirse con l. a manos de Alejandro, acontecida en el trgico ban-
En el ao 331 a.C. las aspiraciones de Alejandro ad- quete de Maracanda (328 a.C.), provoca una de las ma-
quieren una dimensin jurdica y poltica contundente. yores crisis personales del rey. En Bactria (327 a.C.) una
Inmediatamente despus de derrotar a Daro III en Gau- parte del squito de Alejandro se resiste a saludarlo al
gamela, Alejandro es proclamado rey de Asia por su victo- modo oriental mediante la prosknesis. Calstenes, el his-
rioso ejrcito en el mismo campo de batalla, testigo del toriador de la corte y sobrino de Aristteles, es quien ma-
triunfo definitivo del ahora indiscutible rey de Oriente y yor resistencia opone. Poco despus Alejandro le pasa
Occidente. Gran relevancia tiene la acogida dispensada factura al aprovechar la llamada conjura de los pajes para
a Alejandro en Babilonia, donde se le reconoce como deshacerse de l.
soberano y se le tributa pleitesa en uno de los centros Desde su salida de Macedonia, Alejandro ha ido con-
de gravedad ms notables del Imperio persa. Asumien- virtindose paulatinamente en el personaje ms podero-
do esta funcin, Alejandro no tarda en tomar posesin de so y carismtico del mundo. La base de su privilegiada
las residencias reales persas. En Susa recupera las esta- posicin no slo se fundamenta en el dominio sobre
tuas de los tiranicidas atenienses, que en su da expolia- Grecia, hecho que era factible debido a su funcin de rey
ra Jerjes, para ser devueltas a Atenas, documentando macedonio, sino tambin, ante todo, en la acumulacin
as el comn inters griego-macedonio en la conquista del de conquistas. Aunque ambas fuentes de poder se re-
Oriente. El incendio provocado en el palacio real de Per- lacionan mutuamente, hay que reconocer que es esta
spolis es el ltimo acto en esta escenificacin de vengan- ltima la que define su extraordinaria posicin. Alejandro
zas y saldos de cuentas pendientes. Por otra parte, los es rey de Macedonia y rey de Asia al mismo tiempo, pero
honores tributados a la tumba de Ciro, el fundador de la es tambin mucho ms, por ejemplo: hegemn de la Liga
dinasta real persa, ponen de relieve una faceta distinta: corintia, faran de Egipto, heredero de la reina Ada de
la admiracin del mundo griego por este excepcional per- Caria y seor de innumerables pueblos del Imperio per-
sonaje, que desde la obra de Jenofonte, sin duda muy sa, que le juraron lealtad. Esta acumulacin sin prece-
bien conocida por Alejandro, se haba convertido en la dentes de funciones, derechos y poderes le confiere una
imagen de rey modelo. La figura de Ciro, que en el relato autoridad fuera de toda discusin, al mismo tiempo que
histrico de Herdoto aparece an como un personaje le permite disponer libremente de enormes recursos.
duro, irreductible, cruel y con cara de pocos amigos, se Tropas, vveres, dinero, territorios, flotas, ciudades,
transforma en la obra de Jenofonte en un verdadero mo- mano de obra, etc., pueden ser manejados a su antojo. A
delo de virtudes reales. Cicern nos cuenta que la Ciro- pesar de que, de vez en cuando, estallan conatos de
pedia era la lectura favorita de Escipin y aade que el oposicin, stos nunca llegan a ser un peligro grave. Su
personaje plasmado en dicha obra tiene muy poco que autoridad es indiscutible, su voluntad es siempre acata-
ver con la realidad histrica. La veneracin de Alejandro da. En este aspecto su actuacin rompe los moldes tra-
por Ciro enlaza este punto de carcter emocional con dicionales macedonios, con sus posibles restricciones
otro de cariz estrictamente poltico. Al igual que hiciera del poder real, y se acerca a la realidad de la monarqua
en Caria o en Egipto al honrar a Ciro, Alejandro reivin- oriental. Los reyes persas ejercan una soberana
dica su sucesin y lo convierte de esta manera en su prcticamente ilimitada sobre sus sbditos. Ninguna per-
pre-decesor. sona o institucin poda pedirles responsabilidades.
Si nos detenemos a revisar la imponente serie de glo- Aunque disponan de consejeros, sacerdotes y asesores
riosos antepasados que el joven Alejandro va adjudicn- de todas clases, eran siempre los reyes quienes
dose a medida que est conquistando el mundo, vemos tomaban decisiones en ltima instancia. Los reyes persas
en ella una masificacin de mortales e inmortales que eran tambin los herederos directos de los conceptos de
se confunden en una genealoga del xito: Filipo II, Zeus, sobe-rana de las antiguas monarquas orientales, cuya
Ada, Amn, los faraones egipcios y ahora Ciro, que re- princi-pal caracterstica era reivindicar el dominio sobre
presenta las virtudes de la casa real persa. Esta ltima toda la tierra. Desde el reinado de Ciro (559 al 529 a.C.)
paternidad a la que se acoge Alejandro contiene un men- la doc-trina oficial del Imperio y de la corte persas, el
saje muy claro. Daro III, su contrincante, no es digno de zoroastris-mo, influa esencialmente en la puesta en
dicha sucesin, por lo que sta recae plenamente en Ale- prctica de estos conceptos. Sin embargo, el resultado
jandro merced a su personalidad y xito. A partir de la era un mode-lo de liberalidad en los territorios
muerte de Daro III (330 a.C.) Alejandro adopta la indu- conquistados, de res-peto a las idiosincrasias locales y
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de tolerancia religiosa. De una manera semejante acta un ser sin igual digno de honores divinos. Frente a tan-
Alejandro. Muchos de sus deseos (como la integracin tos seguidores y adversarios, admiradores y crticos,
de los pueblos con-quistados en el ejrcito o la aliados y sbditos de las ms dispares partes del mundo
adaptacin de formas de gobierno orientales) no son (desde el Danubio hasta el Indo, desde el Egeo hasta el
compartidos por su entorno macedonio, que, sin Cucaso, desde Atenas hasta Babilonia), cabe destacar
embargo, salvo raras excepciones, obedece siempre que un hasta entonces nunca alcanzado grado de universa-
Alejandro lo exige. El episodio en torno a Calstenes con lidad en su proyecto de poder. La monarqua de Alejan-
motivo de la disputa que se oca-siona al pedir Alejandro dro es universal en varios sentidos. En primer lugar co-
ser saludado por sus compatriotas macedonios al modo mo herencia directa de los reyes persas, quienes a su
oriental es muy instructivo en este contexto. Parece ser vez entroncaban con la antigua aspiracin de los impe-
que existan pocos reparos en acatar a un rey absoluto rios orientales a dominar el mundo. En segundo lugar
por parte de la aristocracia macedonia. Si sta se como resultado de conectar el Occidente con el Oriente
muestra reacia a ello, es ms bien por el temor de que la bajo un lazo de soberana comn. Y no hay que olvidar la
adaptacin de costumbres extran-jeras pudiera energa, capacidad, afn y voluntad de la personalidad
desvirtuar y desligar los intensos lazos que la unan a su de Alejandro proyectada hacia el mundo entero. Esta adi-
rey, ahora convertido en monarca universal. Aqu cin de factores hace que el sistema institucional creado
llegamos a una de las preguntas cruciales, que siempre por Alejandro, tan estrechamente ligado a l, no pueda
se han formulado con miras a la enorme reper-cusin que perdurar. Sin Alejandro, su concepcin de la monarqua
tuvo Alejandro en el posterior proceso de constitucin de universal es impracticable, y despus de su muerte se
sistemas monrquicos. A partir de qu momento convierte en irrepetible. No es su sistema monrquico el
rompe Alejandro el molde de la monarqua macednica que se copiar infinitas veces en un inmediato futuro,
para convertirse en monarca universal? sino la emulacin de Alejandro, circunstancia que posibi-
Ya durante sus campaas por el Asia Menor, que culmi- litar la legitimacin de las posteriores monarquas naci-
narn con la liberacin de las ciudades griegas de la domi- das a su sombra. Alejandro es y ser un modelo personal
nacin persa, se perfilan las lneas maestras de su pos- y no institucional.
terior actuacin; pues en lugar de integrar a dichas co- Para los inmediatos sucesores de Alejandro, los dido-
munidades, ahora libres, en la Liga corintia, Alejandro les cos, pero tambin para posteriores personajes como Pi-
concede la independencia, lo que significa que a partir rro de piro, Pompeyo Magno o Marco Antonio, por slo
de este momento asume las funciones que antao ejer- citar algunos famosos ejemplos, la figura de Alejandro fue
ca el monarca persa. En esta fase inicial de la conquis- el ideal a imitar. Seguramente no es nada casual el he-
ta de Asia, Alejandro no piensa en aadir adquisiciones cho de que quienes con ms intensidad lo reclaman se
a las estructuras de poder existentes en Grecia y hallen en un contencioso permanente con su entorno na-
Mace-donia. Su intencin es ligar estos territorios a su tural. Como ste les quedaba estrecho para satisfacer
persona. No es al estratego de la Liga corintia o al rey de sus grandes ambiciones, pretendan, al igual que Alejan-
Mace-donia a quien estos primeros frutos de sus dro, proyectarse en un mbito ms amplio, cosmopolita,
xitos se sienten vinculados, es a Alejandro el de talante universal. Algunos de ellos manejarn la idea
conquistador. Esta funcin la ejerce Alejandro a ttulo de la monarqua universal como incentivo de su actua-
personal, tendencia que se ir agudizando a medida que cin poltica, pero tambin como pretexto para encubrir
se va alejando cada vez ms de su Macedonia natal. sus desmesuradas ansias de acumular un poder perso-
Son mltiples los ejem-plos que pueden ser aducidos nal sin lmites.
aqu, como evidencia de modo muy especial la segunda Y es precisamente aqu donde la figura de Alejandro
fase de la conquista del Imperio persa. En Ecbatana, desborda el marco delimitado por la historia para trans-
Alejandro licencia a las tro-pas griegas, que en nombre formarse en un mito. Todo lo que le concierne est fuera
de la Liga corintia haban participado en su empresa de lo comn. Su paso por la vida real parece inaudito, su
panhelnica. A partir de este momento su expedicin actuacin histrica insuperable, su protagonismo poltico
adquiere, ms que en el pasa-do, un marcado tinte de y militar increble. Los paradigmas interpretativos dispo-
empresa particular, destinada a satisfacer la insaciable nibles no bastan para calificarle. La discusin sobre su
ambicin de su promotor. naturaleza, que le atribuye calidades humanas o divinas,
Por primera vez en la historia del mundo antiguo se no cesa. Su biografa se confunde con el cauce de la histo-
orquesta un proceso de formacin de poder individual sin ria del mundo durante la escasa generacin que dura su
precedentes. Sus bases son el xito militar, la sumisin vida. Su muerte lo convierte en imprescindible y omnipre-
ms o menos voluntaria de los derrotados y, ante todo, la sente. Su personalidad lo absorbe todo. Personas y or-
extraordinaria y compleja personalidad del conquista- ganismos parecen ser insignificantes a su lado. Y es por
dor. Para unos es un excepcional talento militar, pleno eso por lo que la monarqua universal, que domina la l-
de fortuna y carisma. No faltan voces que lo tienen por tima fase de su reinado y que l con tanta energa quera
un autcrata de la peor especie, desptico y ensimisma- establecer, se esfuma como un espejismo despus de su
do. Otros ven en l al heredero de la monarqua legtima desaparicin. Quien quiera equiparrsele, no lo puede
que hasta entonces ostentaron los reyes aquemnidas. hacer heredando ttulos o prebendas. La nica manera
Algunos lo veneran como liberador y garante de autono- de sucederle es, emularle. El legado de Alejandro no es
mas locales, y no hay que olvidar a los que le consideran un sistema, sino un comportamiento. Este ltimo es el
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nico vehculo capaz de cambiar o crear sistemas, como quien mejor lo hubiera podido explicar, si alguien le hu-
bien saban sus imitadores o posteriores herederos. Tal biera planteado alguna vez esa pregunta.
vez fuera Augusto, el arquitecto de la monarqua romana,

BREVE HISTORIA
DE GRECIA Y ROMA
PEDRO BARCEL
Historia de Grecia
CAPITULO 6
MADRID
ALIANZA EDITORIAL
2.001

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