Educación Física
Educación Física
Educación Física
DEFINICION:
La Educación Física es una forma de intervención pedagógica que contribuye a la formación integral de niñas, niños y
adolescentes al desarrollar su motricidad e integrar su corporeidad. Para lograrlo, motiva la realización de diversas
acciones motrices, en un proceso dinámico y reflexivo, a partir de estrategias didácticas que se derivan del juego motor,
como la expresión corporal, la iniciación deportiva y el deporte educativo, entre otras. Constituye en la escuela el espacio
curricular que moviliza el cuerpo (corporeidad y motricidad) y permite fomentar el gusto por la actividad física. Al ser un
área eminentemente práctica brinda aprendizajes y experiencias para reconocer, aceptar y cuidar el cuerpo; explorar y
vivenciar las capacidades, habilidades y destrezas; proponer y solucionar problemas motores; emplear el potencial
creativo y el pensamiento estratégico; asumir valores y actitudes asertivas; promover el juego limpio; establecer
ambientes de convivencia sanos y pacíficos; y adquirir estilos de vida activos y saludables, los cuales representan
aspectos que influyen en la vida cotidiana de los estudiantes.
La finalidad formativa de la Educación Física en el contexto escolar es la edificación de la competencia motriz por medio
del desarrollo de la motricidad, la integración de la corporeidad, y la creatividad en la acción motriz.
Propósitos generales
1. Desarrollar su motricidad mediante la exploración y ajuste de sus capacidades, habilidades y destrezas al otorgar
sentido, significado e intención a sus acciones y compartirlas con los demás, para aplicarlas y vincularlas con su vida
cotidiana.
2. Integrar su corporeidad a partir del conocimiento de sí y su aceptación, y utilizar la expresividad y el juego motor para
mejorar su disponibilidad corporal.
3. Emplear su creatividad para solucionar de manera estratégica situaciones que se presentan en el juego, establecer
formas de interacción motriz y convivencia con los demás, y fomentar el respeto por las normas y reglas.
4. Asumir estilos de vida saludables por medio de la actividad física, el juego, la iniciación deportiva y el deporte
educativo.
5. Valorar la diversidad a partir de las diferentes manifestaciones de la motricidad para favorecer el respeto a la
multiculturalidad e interculturalidad.
1. Reconocer e integrar sus habilidades y destrezas motrices en situaciones de juego motor e iniciación deportiva.
2. Canalizar y demostrar su potencial expresivo y motriz al participar y diseñar juegos y actividades donde requieren
comunicarse e interactuar con sus compañeros.
3. Resolver y construir retos mediante el pensamiento estratégico y el uso creativo de su motricidad, tanto de manera
individual como colectiva.
4. Demostrar y distinguir actitudes para preservar su salud mediante la práctica de actividades físicas y la toma de
decisiones informadas sobre hábitos de higiene, alimentación y prevención de riesgos.
5. Asumir y percibir actitudes asertivas y valores que favorecen la convivencia sana y pacífica, y el respeto a los demás
en situaciones de juego e iniciación deportiva.
ENFOQUE PEDAGOGICO
La Educación Física en el nivel preescolar, desde la perspectiva de la educadora, se centra en las capacidades del
desarrollo físico de los niños: locomoción, coordinación, equilibrio y manipulación; y en la consolidación de la conciencia
corporal. Se pretende que de manera progresiva logren un mejor control y conocimiento de sus habilidades y
posibilidades de movimiento. En educación preescolar es la educadora quien diseña o elige las situaciones didácticas
para promover en sus estudiantes los Aprendizajes esperados establecidos en este Programa.
Si bien los niños en este nivel han alcanzado control en sus movimientos, las oportunidades que vivan en la escuela
harán que avancen y consoliden cada vez más sus capacidades motrices en acciones combinadas y complejas;
desplazarse a distintas direcciones y velocidades al participar en juegos y actividades como saltar con un pie, caminar
sobre líneas rectas; y en general, ejecutar movimientos corporales con coordinación y equilibrio.
Se busca que tomen conciencia y aprendan a conocer cómo es y cómo se mueven las distintas partes de su cuerpo,
reconozcan sus límites y posibilidades, comprendan la importancia de los hábitos posturales correctos, mantengan el
equilibrio en situaciones de movimiento y reposo, identifiquen a través de la respiración y relajación las sensaciones que
experimentan después de una actividad física y adquieran confianza y seguridad en la ejecución de sus movimientos.
Aunque la escuela no puede modificar de manera directa las condiciones de vida, económicas y sociales de las familias
de los alumnos —fundamentales en el estado de salud de cada uno—, sí puede contribuir a que los niños comprendan la
importancia de mantenerse saludables.
Las situaciones en el jardín de niños deben ser oportunidades que permitan a los niños:
Tener variadas experiencias dinámicas y lúdicas en las que puedan correr, saltar, brincar, rodar, girar, reptar, trepar,
marchar.
Participar en juegos y actividades que impliquen acciones combinadas y niveles complejos de coordinación como saltar
con un pie, caminar sobre líneas rectas, brincar obstáculos, brincar y atrapar, entre otras.
Manipular objetos de diversas formas (regulares e irregulares) en actividades como armar rompecabezas, construir
juguetes y estructuras; lanzar y atrapar objetos de manera segura (como bolsas rellenas, pelotas, aros, entre otros);
empujar, jalar y patear objetos de diferente peso y tamaño; y usar instrumentos y herramientas (como pinceles, pinturas,
lápices para escribir y para colorear, pinzas, lupas, destornilladores, entre otros), de tal manera que vayan mejorando su
control y precisión.
Identificar las sensaciones que experimentan después de realizar una actividad física, al describir cómo cambia el ritmo
de la respiración, la frecuencia cardiaca, la temperatura corporal, la presencia de sudoración y, en ocasiones, el tono de
la piel.
Reconocer que los niños han desarrollado capacidades motoras en su vida cotidiana con diferente nivel de logro; esto
debe ser el punto de partida para buscar el tipo de actividades con intencionalidad educativa para propiciar su
fortalecimiento, tomando en cuenta las características personales, los ritmos de desarrollo y las condiciones en que se
desenvuelven en el ambiente familiar.
Considerar que los niños con discapacidad deben ser incluidos en las actividades de juego y movimiento, y ser apoyados
para que participen en ellas a partir de sus propias posibilidades; hay que tener en cuenta que algunos necesitan
atención particular. Alentarlos a superar posibles inhibiciones y temores, así como propiciar que se sientan cada vez más
capaces y seguros de sus logros, son actitudes asertivas asertivas que han de fomentarse.
Prever actividades físicas durante la jornada diaria. No es conveniente que permanezcan sentados mucho tiempo, pues
ello se opone a las características de los niños de aprender mediante la actividad, movimiento, resolución de problemas,
exploración y manipulación de objetos.
Considerar momentos para que los niños dialoguen e intercambien puntos de vista, así como acciones que favorecen la
recuperación y relajación después de realizar actividades físicas.
Dar a los niños tiempo para persistir y aprender de sus intentos en experiencias que les permitan poner en práctica sus
acciones y movimientos.
En todos los campos y áreas hay posibilidades de realizar actividades que propician el desarrollo de las capacidades
motrices de los niños preescolares; por ejemplo, baile o dramatizaciones, la expresión plástica (mediante el dibujo, el
modelado, la pintura), juegos de exploración y ubicación en el espacio, la exploración del mundo social y la
experimentación en relación con el conocimiento del mundo natural, entre otras muchas.
El enfoque del área de desarrollo de la Educación Física, desde la perspectiva del docente especialista, está constituido
por cuatro elementos a partir de los cuales se han de clarificar las intenciones formativas de esta, y en conjunto, canalizar
las acciones motrices de niñas, niños y adolescentes. Estos elementos se describen a continuación.
El docente en Educación Física, egresado de las escuelas normales, es el profesional más capacitado e idóneo para
impartir este espacio curricular y asume un papel primordial para motivar a los estudiantes a explorar y realizar diversas
acciones motrices. De manera específica, esta área se sustenta en una orientación sistémica e integral de la
motricidad. Sistémica porque ocurre en un contexto determinado y responde de manera organizada a satisfacer los
intereses, necesidades y expectativas, por lo que el desarrollo corporal y motor se comparte y vivencia de forma
colectiva, e incide en el aprendizaje de todos los estudiantes, reafirmando su carácter incluyente; integral porque dichas
acciones responden también a procesos de crecimiento y maduración, en los que cada estudiante explora de manera
global sus capacidades, habilidades y destrezas, ya que estas no se estimulan de manera aislada.
El desarrollo de este espacio curricular y la derivación de sus aprendizajes considera, de manera específica, los
siguientes principios que le confieren una identidad propia en el contexto escolar:
La Educación Física brinda experiencias, aprendizajes y vivencias motrices que contribuyen a la formación integral de los
alumnos. La principal contribución pedagógica de esta área se refiere a la edificación de la competencia motriz,
entendida como la capacidad de un infante o adolescente para dar sentido a sus acciones y saber cómo realizarlas.
Dentro de esta capacidad destacan la percepción, interpretación, análisis y evaluación de las acciones vinculadas con
distintos saberes adquiridos en otros contextos, con procedimientos, actitudes y valores integrados a la personalidad.
Los intereses, necesidades y expectativas de las niñas, niños y adolescentes en el centro de la acción educativa. Las
actividades motrices propias de la Educación física han de ser adaptadas y adecuadas a las características y
motivaciones de los alumnos, lo que permitirá generar un sentimiento de confianza y fortalecer su creatividad y
autoestima, dejando de lado prácticas asociadas con estereotipos, cargas y esfuerzos desmedidos. Un ambiente con
estas características propicia la alegría y la satisfacción por realizar con éxito las acciones, pues se toman en cuenta
todos los puntos de vista, al canalizar el interés por proponer, explorar, diseñar y construir propuestas; en concreto, por
ser competente y fomentar el gusto de asistir a la escuela.
La Educación Física tiene un carácter práctico y eminentemente lúdico. En el contexto de las sesiones, aprender
jugando es una premisa ineludible de este espacio curricular, lo que implica destacar el componente lúdico de las
actividades, es decir, jugar con el otro y no contra el otro; deben prevalecer el placer por jugar, aprender individual y
colectivamente, la competencia sana y el juego limpio como principales características de las sesiones. Por tanto, es
necesario ofrecer a niñas, niños y adolescentes ambientes donde la motivación priorice la participación de todos. La meta
es disfrutar la práctica y pasarla bien.
De tal forma que la orientación sistémica e integral de la Educación Física se proyecta en los organizadores curriculares,
y permiten definir un amplio abanico de aprendizajes que en ocasiones destacan el desarrollo de ciertos aspectos
(motrices, expresivos, creativos o actitudinales), pero que necesariamente se conjuntan y consolidan para modificar o
impulsar nuevos desempeños; por ejemplo, durante un juego de persecución el sistema se conforma por el docente y los
estudiantes organizados en equipos, perseguidores y perseguidos.
Este sistema genera una interacción entre unos y otros porque todos se ven involucrados creando nuevas conductas y
aprendizajes. Desde la perspectiva integral, sin importar la función que desempeñen, todos ajustan su motricidad y sus
capacidades, ya sean físico–motrices —velocidades—, socio–motrices — interacciones entre compañeros y adversarios
—, o bien, sus habilidades y destrezas motrices —atrapar, esquivar o evitar ser atrapados—. En este sentido, la
intervención docente requiere:
Establecer una intención pedagógica en cada una de las sesiones, así como mecanismos de observación y mediación
para valorar el desempeño y los logros alcanzados.
Motivar la movilización de grandes grupos musculares, el compromiso individual y colectivo, así como el placer de jugar y
compartir con los demás.
Diversificar el uso de estrategias didácticas para canalizar los distintos ritmos de aprendizaje; es decir, que cada alumno
tenga la posibilidad de emplear todo su potencial motor.
Utilizar el juego motor para la enseñanza y práctica de la iniciación deportiva y el deporte educativo, con el fin de
promover estilos de vida saludables.
a) Son tres los principales factores que generan las respuestas motrices en los alumnos: movimiento, seguridad y
descubrimiento. De tal forma que el movimiento tiene un origen funcional; y otro, en la dimensión social. El funcional
requiere la movilización del cuerpo para tener al día al organismo, es decir, que aparatos y sistemas funcionen de
manera adecuada. La valorización social motiva y, en alto porcentaje, permite que las personas se muevan para
satisfacer intereses de distinta índole. En el patio escolar los niños se mueven porque:
Buscan un reconocimiento de sus pares y demostrar que pueden efectuar las mismas acciones.
Afianzan su seguridad, es decir, pueden hacer muchas cosas y sentirse bien. Por ello, insisten en el control y reiteración
de determinado patrón de movimiento, como saltar.
Exploran nuevas formas de actuar; la novedad es un potente motivante para realizar actividades, por ejemplo, lanzar a
puntos fijos, saltar la cuerda con sus amigos, expresarse con su cuerpo y bailar, andar en bicicleta o patines, entre otras.
b) La intervención del docente ha de impulsar que los alumnos se sientan seguros, que canalicen su potencial, realicen
diversas acciones motrices, y disfruten de sus movimientos y logros; por lo que propiciar las condiciones para que
interactúen por igual niños y niñas, que sean serenos ante el triunfo y tolerantes ante la derrota, que respeten al otro en
la confrontación lúdica y que incorporen su Yo en la acción, son aspectos fundamentales de la sesión.
Aliente y acompañe el aprendizaje al diseñar situaciones donde hay dificultades y avances en su desempeño.
Se base en la iniciativa, creatividad, exploración y construcción por parte de todos los estudiantes y el docente, para
valorar el desempeño individual y colectivo.
Procure la integración de la corporeidad en niñas, niños y adolescentes al reconocer sus gustos, y las motivaciones,
aficiones, necesidades, actitudes y valores que establecen con otros compañeros.
Promueva la creatividad para enfrentar y dar respuesta a los problemas que se les presentan.
Impulse, de manera permanente, los cuidados de sí y la sana convivencia como parte de los estilos de vida saludables.
En estas circunstancias los estudiantes emplean sus capacidades perceptivo–motrices, socio–motrices, y físico–
motrices, así como sus habilidades y destrezas motrices para favorecer la motricidad, la corporeidad y la creatividad.
Las capacidades perceptivo-motrices permiten a niñas, niños y adolescentes realizar un reconocimiento de sí, por el tipo
de acciones que son capaces de hacer en el entorno espacio-temporal; por la manipulación y manejo de objetos e
implementos y, de manera central, por la construcción de su imagen corporal. Estas capacidades remiten a estímulos a
partir de los cuales se adoptan distintas posturas que guarda el cuerpo y los estados de tensión– relajación, además de
favorecer el equilibrio. Estimular y consolidar estas capacidades permite a los alumnos que se reconozcan, se relacionen
de mejor manera con los demás y sean capaces de conquistar el espacio inmediato.
Las capacidades sociomotrices se caracterizan por la interacción y la posibilidad de comunicar, expresar y relacionarse
con los demás mediante el juego motor. Dentro de las actividades que despliega la Educación Física, estas interacciones
cobran importancia en situaciones asociadas con la cooperación entre los compañeros, el antagonismo con los
adversarios y la posibilidad de generar respuestas motrices divergentes, creativas e innovadoras que permiten a niñas,
niños y adolescentes poner en marcha el pensamiento y actuación estratégicos, desde los juegos sencillos en
preescolar, la iniciación deportiva en primaria y posteriormente el deporte educativo en secundaria.
Las capacidades físico-motrices están en línea directa con la estimulación de la condición física de las personas. Son
producto de la carga genética y metabólica del cuerpo, y se pueden agrupar en fuerza general, resistencia
cardiorrespiratoria, velocidad y flexibilidad general. Incentivar estas capacidades reditúa en un mejor desempeño y la
posibilidad de enfrentar la vida cotidiana de mejor manera. Se abordan a partir del último ciclo de educación primaria, ya
que durante la educación preescolar y los cuatro primeros grados de primaria se favorecen de manera indirecta mediante
las otras dos capacidades (citadas anteriormente), la exploración de las habilidades y destrezas motrices.
Las habilidades y destrezas son, por así decirlo, acciones concretas como caminar, correr, saltar, reptar, lanzar, atrapar,
patear, girar, rodar, entre otras —patrones básicos de movimiento— que paulatinamente se combinan y depuran para
realizarse con un menor esfuerzo y un mayor grado de efectividad. Se organizan en tres tipos: locomoción, manipulación
y estabilidad. El desarrollo de una habilidad parte de tres elementos: el tipo de tarea a efectuar, en la cual el estudiante
organiza cómo puede hacerla; la acción motriz que se traduce en la realización concreta que depende del contexto
donde se ejecuta; y el nivel de complejidad que supone el esfuerzo necesario para cumplir la acción. El proceso de
desarrollo de las destrezas se vincula con el placer por moverse y jugar, con percibir el movimiento al anticiparse a las
acciones, y con la disponibilidad del mismo, lo cual permite a los estudiantes superar obstáculos, vencer desafíos y
ponerse a prueba.
Por lo anterior, el tratamiento y derivación de los aprendizajes establecidos en la Educación física han de responder a las
capacidades, habilidades y destrezas motrices de niñas, niños y adolescentes, tomando en cuenta que tienen una
estrecha relación con sus intereses y necesidades, y que representan, en concreto, la oportunidad para que descubran
sus potencialidades y adapten sus desempeños a partir de los conocimientos, habilidades, valores y actitudes que ponen
en marcha en el trayecto formativo de la educación básica.
Planificar y evaluar en el proceso de intervención de la Educación Física es primordial. Son acciones que permiten
constatar cómo el docente organiza su labor, cómo motiva la realización de las acciones motrices y desempeños de los
estudiantes, y cómo verifica los logros alcanzados para concretar las intenciones pedagógicas y enfoque de esta área.
De tal forma que se requiere impulsar una visión transformadora de la planificación y la evaluación que rebase su énfasis
como proceso administrativo y deje de lado los formatos estandarizados. Es necesario encaminarla hacia una
perspectiva integral y pedagógica, donde planificar y evaluar constituyan herramientas con un alto significado que
permita establecer una progresión orientada a promover la imaginación, la resolución de problemas, la toma de
decisiones, la posibilidad de modificar las actividades y diseñar estrategias. Por lo que cada docente tiene la oportunidad
de plantear una propuesta en función de la situación particular de su contexto, escuela y estudiantes.
Para planificar se puede considerar la puesta en marcha de unidades didácticas que atiendan el proceso de construcción
de experiencias y aprendizajes que motiven el interés más que el resultado. Estas representan una propuesta que se
desarrolla en un periodo determinado e incluyen un propósito o intención didáctica, una breve introducción de las
acciones a realizar, las estrategias didácticas, así como las actividades o tareas, además de los aspectos e instrumentos
de evaluación (pautas de observación, evidencias e indicadores del logro) y los recursos necesarios, todo ello con base
en los aprendizajes establecidos en los programas de estudio. Las unidades didácticas requieren congruencia,
articulación y continuidad entre sí.
Para que cada sesión sea un espacio congruente entre todos los elementos que componen la unidad, se sugiere:
Complejizar y diversificar las estrategias didácticas, de acuerdo con la capacidad de los alumnos para resolver diversas
situaciones.
Evitar su división en tres momentos, como única forma de organización; esta decisión responde a múltiples factores:
horario, propuestas lúdicas, actividades previas o posteriores de los alumnos, etcétera.
Tomar en cuenta las ideas de los alumnos, sus habilidades, gustos y formas de realizar las tareas; y generar espacios
para el diálogo y la reflexión.
Promover, favorecer y acompañar al alumno para alcanzar aprendizajes cognitivos, motrices y afectivos.
Establecer momentos de conversación de manera permanente respecto a temas relacionados con la salud; por ejemplo,
higiene y cuidado corporal, hábitos de alimentación e hidratación adecuados, entre otros.
Vincular lo aprendido en esta área con otros espacios curriculares para que el alumno lo relacione con su vida.
La evaluación educativa se concibe como un proceso de carácter formativo, una acción permanente dentro de la
enseñanza y no un momento de comprobación de lo aprendido al final del periodo; constituye la oportunidad de mejora
continua, permite realimentar los aprendizajes logrados por los estudiantes e identificar la pertinencia de las actividades.
Durante el desarrollo de estas es importante observar y escuchar lo que hacen y dicen; cómo resuelven las tareas
motrices; cómo interactúan y asumen actitudes, y qué valoraciones hacen respecto a los resultados alcanzados.
Por ello conviene que el docente asuma el rol de observador pedagógico de los desempeños motores de sus estudiantes
y las formas en que manifiestan avances; modificando la idea de evaluar a partir de estándares de ejecución, el número
de repeticiones que realizan de un ejercicio o la vestimenta que portan, los cuales son parámetros inadecuados para
valorar los aprendizajes que se pretenden lograr en esta área.
Con el fin de determinar las experiencias previas y establecer un punto de inicio, se puede incluir dentro de una unidad
didáctica una actividad exploratoria, que permita identificar las características del grupo; determinar sus fortalezas, así
como las posibles dificultades que se pueden presentar. Al término de la unidad, se sugiere repetir esta actividad para
verificar los aprendizajes logrados.
Asimismo, es fundamental evaluar a los alumnos mediante diversas actividades y productos que den cuenta de lo
aprendido. Así, con el propósito de contar con evidencias de su desempeño, es recomendable elaborar y utilizar
propuestas como:
Producciones escritas y gráficas, en las que argumenten su postura ante situaciones que viven y expresen su
perspectiva y sentimientos.
Rúbricas que contengan los aspectos que se evalúan y nivel de desempeño logrado.
Es necesario conocer los alcances y las limitaciones de dichas propuestas para seleccionar la más adecuada en función
del momento en que se requiera utilizar y el tipo de información que se desee obtener.
En este sentido, también es importante que niñas, niños y adolescentes participen en la evaluación de sus desempeños;
reflexionen sobre lo aprendido y cómo mejorar los resultados obtenidos, a partir de brindar oportunidades de
autoevaluación y coevaluación. Esto permitirá hacer de la evaluación un elemento primordial del proceso de interacción
entre docente y alumnos, y será el referente para llevar a cabo las adecuaciones necesarias.
La salud tiene un tratamiento transversal en el currículo, ya que al ser multifactorial se requiere de la intervención de
varias asignaturas como Conocimiento del medio, Ciencias naturales y tecnología, Biología, Formación cívica y ética,
Educación socioemocional, entre otras, para incorporar temas y contenidos (conceptuales, procedimentales y
actitudinales) con una perspectiva integral y complementaria a lo largo de la educación básica.
Desde esta área se destaca una perspectiva de promoción de la salud, mediante el reconocimiento que hacen los
estudiantes de aprendizajes vinculados con la prevención, autocuidado y preservación de la misma; y con base en la
diversificación de experiencias y la realización de acciones permanentes que fomentan un gusto por la práctica
sistemática de actividades físicas que se complementa con asumir hábitos saludables, como: dieta balanceada,
hidratarse, descansar, asistir regularmente al médico, evitar esfuerzos desmedidos, etcétera, los cuales representan
alternativas para hacer frente al sobrepeso y la obesidad.
Tomando en cuenta las características y nivel de desarrollo de los alumnos, es necesario favorecer durante las sesiones
acciones como adoptar posturas adecuadas; controlar la respiración (inspiración, espiración y apnea); vivenciar aspectos
relacionados con la contracción y relajación muscular; procurar la seguridad ante posibles riesgos y lesiones; medir y
comprobar la frecuencia cardíaca y respiratoria; mejorar la condición física al dosificar el esfuerzo; impulsar hábitos (de
higiene corporal, alimentación e hidratación); así como conocer y aplicar las medidas para protegerse de factores
climáticos.
Asimismo, como parte de esta perspectiva se recomienda al inicio del ciclo escolar conocer las posibles limitaciones o
disposiciones de los alumnos por medio de un certificado médico, con la finalidad de identificar y llevar a cabo las
adecuaciones necesarias para favorecer la participación de todos. Además de evitar propuestas que contravienen los
principios pedagógicos de la atención a la salud desde la escuela, como ejercicios contraindicados (abdominales,
sentadillas, desplazarse en cuclillas, entre otros) porque se ha comprobado que provocan lesiones corporales a los
alumnos, así como la medición y comparación de capacidades físicas a partir de estándares de rendimiento, que en la
mayoría de los casos los ponen en riesgo, al exceder las posibilidades de las niñas, niños y adolescentes.
En todas las escuelas se pueden favorecer mejores prácticas de actividad física con el objeto de que los alumnos
comprendan e incorporen a su vida hábitos saludables que inciden en su bienestar físico, en un ambiente donde se
conozcan mejor, desarrollen su potencial cognitivo y motor, asuman actitudes asertivas para participar en equipo,
adquieran experiencias relacionadas con la convivencia, la no violencia y, sobre todo, las posibilidades de socialización e
interacción, al hacer de este espacio curricular una oportunidad de aprendizaje permanente y de diversión.
Organizadores curriculares
La Educación Física en la educación básica requiere de una propuesta que considere las
características del desarrollo y crecimiento de los alumnos y, al mismo tiempo, oriente la intervención
pedagógica de los docentes en cada uno de los niveles educativos. Por ello, este programa delimita,
con fines didácticos, un eje curricular: "Competencia motriz", y tres componentes pedagógico–
didácticos: Desarrollo de la motricidad, "Integración de la corporeidad", y "Creatividad en la acción
motriz", que favorecen la articulación de los conocimientos, habilidades, actitudes y valores que se
pretende que adquieran desde preescolar hasta secundaria.
La edificación de la competencia motriz, principal aportación pedagógica de la Educación física, es una adquisición o una
construcción, y no necesariamente un producto de la carga genética de las personas. Ser competente significa aprender
e identificar nuestras posibilidades y límites al momento de realizar una acción motriz o resolver una tarea; tiene que ver
con la generación, actualización y aplicación de tres tipos de conocimientos: declarativo, procedimental y estratégico,
implicados en el saber hacer, saber actuar y saber desempeñarse.
El conocimiento declarativo está conformado por toda la información verbal que define las acciones y las condiciones de
realización; por ejemplo, correr en zig-zag entre los conos sin derribarlos. En esta tarea se presentan distintas consignas
que le dan sentido y contextualizan a la propia acción: correr, hacerlo en zig-zag entre los conos y además, con una
condición: sin derribarlos. Las consignas, en conjunto, citan, estructuran y edifican cómo ha de ser la acción y proyectan
el desarrollo de habilidades y destrezas.
El conocimiento procedimental representa contrastes y vinculaciones entre aquello construido al escuchar la tarea con la
realización de la acción propiamente dicha; y el conocimiento estratégico es cuando niñas, niños y adolescentes le
asignan una forma peculiar y personal para realizarlo; por ejemplo, al inclinar el cuerpo en el momento de rodear un cono
o frenar ligeramente antes de pasar entre ellos.
En suma, estos tres conocimientos reivindican al Yo en la acción a partir del potencial motor personal, lo que permite a
los alumnos paulatinamente decidir cómo y de qué manera pueden realizar la tarea, con la intención de explorar y poner
a prueba dicho potencial al utilizar diversos implementos, al adaptarse al área de juego e incluso al modificar el tiempo.
Para impulsar la edificación de la competencia motriz es preciso que la intervención docente motive a niñas, niños y
adolescentes a tomar decisiones, resolver problemas, e implicarlos en una variabilidad de la práctica. Por ejemplo, una
actividad lúdica —circuito de acción motriz— contiene una lógica de realización —un procedimiento—y unas reglas que
determinan el tipo de acciones que requieren realizar.
Esta actividad considera distintas decisiones en torno a cómo resolver las consignas en cada estación; además, y de
manera complementaria, implica una variabilidad de la práctica, donde el patrón de movimiento es saltar y cada estación
requiere ajustarlo. De tal forma que los alumnos, al reflexionar respecto a ¿cómo es el despegue en cada
ocasión?, ¿cómo han sido los movimientos que realizaron en el aire?, ¿cómo fue volver a tocar el suelo en las distintas
acciones?, entre otras, se percatan de las diferencias en la realización de un mismo patrón, por lo que están actualizando
el conocimiento procedimental, es decir, el saber desempeñarse asociado a la edificación de su competencia motriz.
Componentes pedagógico–didácticos
Desarrollo de la motricidad
Se entiende la motricidad como el conjunto de acciones motrices que engloban una intención y un alto nivel de decisión;
implica potenciar la capacidad de cada persona para darle sentido y significado a los movimientos a partir de sus
intereses, expectativas, necesidades y motivaciones.
Considera la integración de acciones reflexionadas que edifican la actuación inteligente y se manifiesta cuando los
alumnos exploran y ponen a prueba sus posibilidades motrices en la sesión. Además, se vincula con la construcción
permanente de conceptos como espacio, tiempo y causalidad e incorpora diversas experiencias para la construcción del
Yo en la acción.
Estimular las habilidades y destrezas motrices, como base para el desarrollo y aprendizaje motor sin ajustarse a un
patrón progresivo, ya que su tratamiento depende de la interacción continua, la diversificación de situaciones, la
construcción de proyectos y la solución de retos y problemas.
Incrementar y diversificar las acciones motrices para mejorar los desempeños a partir de la variabilidad de la práctica, es
decir, provocar distintas respuestas al modificar los elementos del juego: regla, espacio, tiempo, rol de participación,
móvil, implemento y artefacto. Mientras más habilidades se empleen, mayor control de la motricidad se obtendrá.
Encauzar la expresión como forma de comunicación e interacción con los demás, donde los alumnos expliquen, en sus
propias palabras, cómo realizan las acciones motrices. Para ello, se propicia el diálogo mediante interrogantes como:
¿Qué ha sido lo más fácil de realizar?, ¿Qué actividad fue más difícil de superar? ¿Cómo pueden mejorar su
desempeño?, entre otras.
Orientar las diversas respuestas para generar una expresión motriz caracterizada por el sentimiento de confianza, de
saberse y sentirse competente para actuar.
Integración de la corporeidad
Se entiende la corporeidad como una construcción permanente que las personas hacen de sí; una unidad que fusiona la
parte física y funcional del cuerpo con lo cognitivo, afectivo, emocional, actitudinal, social y cultural. La corporeidad se
manifiesta por medio de gestos, posturas, expresiones corporales y las distintas acciones motrices, relacionadas con las
emociones y los sentimientos que cada uno experimenta.
Favorecer este componente, equivale a amalgamar las experiencias, así como asociar el conocimiento de sí con
saberes, habilidades, actitudes y recursos para la vida diaria.
Para que las diversas acciones que despliega la Educación Física contribuyan a la integración de la corporeidad, se
tienen que establecer conexiones con los procesos de decisión, anticipación y comprensión, que no son únicamente
corporales, de rendimiento o de eficiencia, sino que consideran al cuerpo de una manera integral; por ejemplo, correr,
saltar, girar, lanzar, atrapar, botar, entre otras, son acciones motrices que involucran el Yo en la acción (emocional,
mental y corporal).
Identificar las partes que constituyen la estructura del cuerpo y su funcionamiento a partir de tareas que permitan
incorporar las nociones de esquema e imagen corporal, como un proceso global; dando un mayor sentido al Yo en la
acción: estoy corriendo, voy a jugar o puedo hacerlo.
Adquirir información sobre el mundo de los objetos y las personas por medio de los sentidos y las percepciones; de tal
forma que la interacción y experiencias que obtengan los estudiantes contribuyan a la constitución de la identidad
personal.
Establecer relaciones asertivas y vínculos afectivos a partir de un marco de respeto para favorecer la interacción motriz
con los demás.
Reconocer que su historia personal y familiar los identifica y hace diferentes a los demás, por lo que es indispensable
gestionar sus sentimientos para aceptar su cuerpo y relacionarse de mejor manera.
Creatividad en la acción motriz
En este componente se entiende la creatividad, como la capacidad de elaborar diversas respuestas para afrontar las
tareas o situaciones que se presentan, mientras que la acción motriz es la suma de las distintas conductas y
desempeños que realiza una persona; representa la oportunidad para explorar sus posibilidades y tomar decisiones.
Con base en lo anterior, se busca que niñas, niños y adolescentes generen distintas propuestas, seleccionen las más
apropiadas de acuerdo con cada problema o situación, las pongan en marcha, las organicen y, en todo caso, las
reestructuren otorgándoles un toque personal, auténtico y creativo a su desempeño, lo cual implica procesos de decisión,
intención y anticipación.
Diseñar y organizar ambientes de aprendizaje, planificados con una clara intencionalidad pedagógica, que propicien
escenarios para encauzar la toma de decisiones y fomentar la creatividad; por ejemplo, modificar los juegos y actividades
tomando en cuenta los gustos, necesidades, intereses y expectativas de los alumnos.
Poner a prueba las habilidades y destrezas motrices en el contexto del juego —y no de manera aislada (enfoque
mecanicista) —para favorecer la disponibilidad corporal y la autonomía motriz, así como mejorar la autoestima y la
autorrealización.
Planificar situaciones motrices que incrementen el nivel de dificultad, de manera progresiva (de lo sencillo a lo complejo);
además de incorporar la variabilidad de la práctica: manipular objetos e implementos, tanto de manera individual como
colectiva; y adaptar las condiciones espaciales y temporales, entre otros.
Propiciar la reflexión de los alumnos con base en los conocimientos y experiencias previos, y sobre todo, los que están
adquiriendo, mediante preguntas generadoras como: ¿Qué hacer para resolver esta situación?, ¿Qué han aprendido?,
¿Qué falta por mejorar?, ¿Cómo formular una estrategia efectiva de juego?, ¿Qué funciones asumir en esta actividad?,
¿Qué resultados pueden obtener?, etcétera.
Estos componentes pedagógico-didácticos han de contribuir a que niñas, niños y adolescentes adquieran plena
conciencia de sí, mejoren su disponibilidad corporal, y alcancen mayor autonomía motriz e interactúen en ambientes de
aprendizaje que propicien el manejo creativo para solucionar problemas; en síntesis, que edifiquen su competencia
motriz.
Los Aprendizajes esperados de este espacio curricular se enmarcan en una propuesta articulada en los niveles
educativos de preescolar, primaria y secundaria, lo cual permite identificar la ruta y progresión que promueve la
Educación Física en este trayecto formativo. Con base en lo anterior, se requiere que los docentes definan la distribución
y la temporalidad con la que abordarán los aprendizajes propuestos a partir de las características y el nivel de desarrollo
motor de sus alumnos. En este proceso, se pueden considerar dos opciones: planificar un aprendizaje a partir de cierto
número de sesiones, o bien, distribuir las sesiones al integrar dos o tres aprendizajes en diferentes momentos del ciclo
escolar (complementariedad).
Es conveniente que los docentes adecuen su intervención tomando en cuenta otros factores que determinan el nivel de
avance del programa; por ejemplo, las diferentes regiones naturales del país y sus características (clima, estado del
tiempo, estación del año, entre otros). El criterio para implementar un mayor número de sesiones se establece a partir de
las facultades que poseen las autoridades educativas locales de cada entidad federativa de nuestro país, de acuerdo con
las necesidades de cobertura de cada sistema educativo y la disponibilidad de sus recursos; por lo que la Autonomía
curricular representa una oportunidad para ampliar y fortalecer las acciones que se desarrollan en Educación Física.
Orientaciones didácticas
Las orientaciones didácticas en Educación Física brindan información para que los docentes cuenten con referentes
pedagógicos y herramientas didácticas, que les permitan diseñar, organizar e implementar las sesiones con base en el
programa correspondiente de a cada grado escolar, así como de las características de los alumnos y del contexto en el
que se desenvuelven. Representan una oportunidad para guiar su labor y precisar los aspectos que han de tener en
cuenta en el desarrollo de las capacidades, habilidades y destrezas motrices que se promueven a lo largo de la
educación básica.
Estas orientaciones organizan y sugieren la utilización de estrategias didácticas como juegos cooperativos, juegos
modificados, circuito de acción motriz, cuentos motores, formas jugadas, entre otras; que se complejizan y diversifican de
acuerdo con la capacidad de los alumnos para resolver diversas situaciones.
Por medio de las estrategias didácticas se pretende que los alumnos desarrollen procesos de exploración,
reconocimiento, comprensión y valoración de sí, que les permiten poner a prueba sus posibilidades motrices, expresivas
y de relación.
En este sentido, las orientaciones didácticas se presentan y organizan por aprendizaje esperado y consideran los
siguientes elementos:
Procesos y estrategias didácticas. Enunciados que sitúan las acciones que se recomienda vivencien los alumnos y el tipo
de estrategias didácticas que los docentes pueden implementar para la consecución del Aprendizaje esperado.
Momentos de reflexión. Aspectos y preguntas que se sugiere retomar durante las sesiones para valorar los aprendizajes
y experiencias de los alumnos.
Actividades de cierre. Situaciones que permiten poner en marcha los conocimientos, habilidades, actitudes y valores
abordados durante las sesiones para verificar, modificar o consolidar los saberes de los alumnos.
Sugerencias de evaluación
Para evaluar el desempeño de los estudiantes en el área de Educación Física, se establecen una serie de indicadores, a
considerar por el docente, los cuales contribuyen a verificar el desempeño y aprendizaje de los alumnos, así como para
tomar decisiones que favorezcan la intervención educativa. Por lo anterior, se plantean dos tipos:
Pautas para observar el desempeño. Aspectos que los alumnos han de manifestar durante las actividades.
En este sentido es necesario conocer las capacidades y posibles limitaciones de los alumnos para participar en la sesión;
considerar que su participación en esta área no se circunscribe al entrenamiento deportivo; además evitar actividades en
las que se privilegia la organización de los alumnos en filas con largos tiempos de espera, porque disminuye el tiempo de
clase, dispersa su atención y los desmotiva. Se sugiere sustituir los ejercicios de orden y control por formas de
comunicación e interacción basadas en el respeto y la libertad de expresión y en todo momento cuidar la seguridad de
los alumnos al considerar aspectos como la revisión previa del área de juego y prever los posibles riesgos.
Dosificación
Ejes: Competencia motriz
Primaria
Preescolar Secundaria
Componente
Primer ciclo Segundo ciclo Tercer ciclo
Eje s
pedagógicos- 1º 2º 3º 1º 2º 3º 4º 5º 6º 1º 2º 3º
didácticos
Aprendizajes esperados
Competenci • Realiza
a motriz movimientos • Pone a
de prueba su
• Ajusta sus
locomoción, potencial
patrones • Aplica sus
manipulación • Adapta sus motor al
básicos de capacidades,
y estabilidad desempeños diseñar
movimiento a • Combina sus habilidades
por medio de • Valora sus motores al situaciones
partir de la habilidades y destrezas
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individuales y destrezas motrices situaciones iniciación
sus diversificar la el juego, la
colectivos. al participar en de juego, deportiva y
experiencias ejecución de los iniciación
Desarrollo situaciones de iniciación deporte
en las patrones básicos deportiva y
de la • Utiliza juego e iniciación deportiva y educativo
situaciones de movimiento el deporte
motricidad herramientas, deportiva, lo que deporte para
motrices en en situaciones educativo
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las que de juego, con el para
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actividades sí y autonomía
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característica salud.
de control y salud. adquisición
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precisión en de estilos de
una.
sus vida
movimientos. saludables.
• Identifica
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expresivas y
motrices en
actividades • Aprovecha • Reconoce
que implican • Relaciona sus
• Reconoce su potencial sus límites y
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sus al participar posibilidades
espacio- expresivas y • Fortalece su identidad
posibilidades en al planificar
temporal, motrices con imagen corporal corporal
expresivas y situaciones actividades
lateralidad, diferentes al diseñar mediante la
motrices al de juego y físicas,
Integración equilibrio y maneras de propuestas práctica de la
participar en expresión, expresivas y
de la coordinación. actuar y lúdicas, para actividad
situaciones que le deportivas,
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• Reconoce situaciones de potencialidades, adquisición
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que lo imagen saludables.
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diferencian
de los demás
en
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juegos.
Aprendizajes esperados
Competencia motriz