Migraciones
Migraciones
Migraciones
L os movimientos migratorios han sido uno de los factores más decisivos en la evolución de la población
española y en su distribución geográfica, incidiendo a su vez de manera diversa en el comportamiento
demográfico, económico, cultural e incluso político, tanto de las áreas emisoras como receptoras.
NAVARRA
LA RIOJA CATALUÑA
madura y Andalucía. Su destino son mayoritariamente los CASTILLA
Y LEÓN ARAGÓN
núcleos industriales de Madrid, País Vasco y Barcelona y los
turísticos de las islas y de la costa mediterránea. Asimismo, en C. DE
MADRID
BALEARES
tros industriales: Valladolid, Zaragoza, Sevilla, La Coruña, etc.
R. DE
Las consecuencias de este éxodo rural masivo se apre- ND
O MURCIA
EO
MU
TO
ANDALUCÍA
RÁN
cian tanto en el espacio urbano como en el rural: A L RE S
I T ER
D
ME
• La principal consecuencia del éxodo rural es el M A R
CEUTA
desequilibrio que se produce en la distribución MELILLA
OCÉANO ATLÁNTICO
de la población española, vaciando el interior 0 185
(“desierto central”) y congestionando la periferia y
Kilómetros
Madrid. CANARIAS
Como rasgos característicos de los movimientos migratorios actuales se pueden señalar los siguientes:
• Durante esta etapa se asiste a una reducción del éxodo rural y de la tendencia a emigrar hacia las grandes
ciudades, produciéndose, en algunos casos, una inversión de los flujos.
Desde los inicios de la crisis industrial se produce un incremento en los movimientos de “retorno” de los
antiguos emigrantes a sus lugares de origen a la hora de su jubilación. Por otra parte, también se asiste a
una “escapada” al campo desde las ciudades –protagonizada por jóvenes y adultos, con niveles de renta
medio y alto–, en función de un deseo de desarrollo rural (no agrario) del campo o de recuperación de la
naturaleza. Sin embargo, este fenómeno de los neorrurales, desencantados de la ciudad, tiene una es-
casísima incidencia desde el punto de vista cuantitativo, aunque es importante para los pequeños pue-
blos abandonados.
Se asiste asimismo a una relocalización de la población rural. En general, las zonas más alejadas de la capi-
tal siguen perdiendo población, que se concentra en los núcleos próximos a los centros urbanos.
• El movimiento migratorio interior dominante en estas últimas décadas es, por el contrario, el interur-
bano, aunque con características distintas según los casos:
• Un cambio importante es el notable descenso que experimentan las migraciones de largo recorrido
(interprovinciales e interregionales) en favor de las que se desarrollan en el interior de la misma
provincia o comunidad. Destacan los cambios residenciales desde el municipio central o capita-
lino a los municipios próximos de la periferia por razones diversas (la búsqueda de una vivienda más
barata o de un mayor contacto con la naturaleza…), lo que ha ocasionado un gran desarrollo de las
ciudades-dormitorio y todo tipo de áreas residenciales.
• El movimiento de población entre ciudades es propio de un personal cualificado perteneciente al
sector de servicios y de personal técnico, en función de la obligada movilidad profesional actual.
• Por otra parte, las ciudades medias han ido ganando protagonismo hasta convertirse en uno de
los destinos preferenciales de las nuevas migraciones.
A escala regional, teniendo en cuenta las provincias de origen y destino de las migraciones, se puede obser-
var que también se producen cambios relevantes:
• Los focos que tradicionalmente habían recibido población (País Vasco, Asturias, Barcelona ) se han convertido
en las últimas décadas en centros de emigración como consecuencia de la saturación del tejido residencial y
de la crisis industrial que ha afectado a determinadas regiones (País Vasco, Asturias).
• De igual manera, algunas zonas tradicionales de emigración son ahora zonas receptoras por los “retornos”
o por su proximidad a Madrid (Guadalajara, Toledo, Segovia…) o Barcelona (Tarragona, Gerona).
• En esta etapa se consolidan como provincias receptoras aquellas que presentan una estructura produc-
tiva más diversificada, con un papel relevante del sector servicios. Entre ellas destacan las provincias in-
sulares y mediterráneas (turismo), así como las situadas en el eje del Ebro (Álava, La Rioja, Navarra, etc.).
• Otras provincias de tradición migratoria continúan manteniendo saldos negativos como en la época an-
terior, en especial las provincias del interior peninsular situadas en los bordes de la meseta (Ávila, Burgos
y Zamora, Ciudad Real…).
En cualquier caso, estos cambios no deben crear la idea de un vaciamiento de las grandes ciudades, ya que mu-
chos de los huecos dejados por las personas que se desplazan a otros municipios españoles están siendo
ocupados por inmigrantes procedentes del extranjero. La masiva llegada de éstos durante la última década
está, en no pocos casos, compensando las pérdidas y contribuyendo a que el saldo migratorio global (inclu-
yendo migraciones interiores y exteriores) no sea tan negativo.
Hasta los años ochenta del pasado siglo, España fue tradicionalmente un país de emigrantes. A partir de enton-
ces se invierte la tendencia y se convierte en un país de inmigración.
Por otro lado, agudizaron los desequilibrios territoriales. La mayor parte de las remesas enviadas por los emigrantes
a las cajas de ahorro de sus respectivas regiones no repercutieron en el desarrollo de las mismas, ya que aquéllas
derivaban los ahorros hacia las zonas más industrializadas, donde el capital invertido daba más beneficios. Y cuando
estos emigrantes retornan, sobre todo a partir de 1975, no todos lo hicieron a su comunidad de origen. El balance
resultó claramente negativo para las comunidades autónomas con mayor número de emigrantes (Andalucía, Ga-
licia, Castilla-León, Extremadura), mientras Cataluña, Madrid o la Comunidad Valenciana fueron beneficiadas.
Como aspecto negativo, y desde el punto de vista social, hay que mencionar el desarraigo y los problemas de in-
tegración de los emigrantes en la cultura del país al que llegan, de la que les separa el muro del idioma y las cos-
tumbres. La segregación social se ve incrementada por las difíciles condiciones de vida y de trabajo en el lugar
de destino (donde realizan los trabajos de los sectores menos cualificados y con salarios más bajos).
• El otro gran contingente lo constituyen los inmigrantes del Tercer Mundo, como consecuencia de su si-
tuación de subdesarrollo y el atractivo del crecimiento económico español en los últimos años. En este
caso, los principales emisores de emigrantes hacia España son Latinoamérica (con 1,7 millones de inmi-
grantes, procedentes de Ecuador, Colombia, Bolivia, Argentina…), África (especialmente Marruecos, con
más de 700.000 inmigrantes) y el Lejano Oriente –sobre todo China, Pakistán, India y Filipinas–.
En cuanto al perfil de los inmigrantes varia mucho en función de su procedencia. Existe un cierto equilibrio de
sexos, aunque con una ligera superioridad de los varones (52 %). Los varones predominan entre los africanos y
asiáticos, mientras que las mujeres son mayoría entre los oriundos de Latinoamérica. Y en lo que respecta a la es-
tructura por edad predomina la población adulta-joven, aunque se observa un mayor nivel de envejecimiento
de la población comunitaria (debido a la importancia el establecimiento en España de jubilados europeos).
Las actividades laborales desarrolladas por los inmigrantes son, al igual que su procedencia, muy diversas. Po -
demos encontrar directivos de empresas y técnicos muy cualificados (procedentes en su mayoría de la U.E.). Sin
embargo, la mayor parte de los inmigrantes extranjeros en España se dedican principalmente a trabajos vincu-
lados a la agricultura, construcción, servicio doméstico, hostelería y economía sumergida (venta ambulante), tra-
bajos de escasa cualificación y remuneración. Muchos de ellos sufren un proceso de "proletarización", ocupando
posiciones laborales de categoría inferior a la que tenían en sus países de origen.
El análisis de la distribución espacial de la población extranjera en España nos permite comprobar un elevado
grado de concentración geográfica. Los destinos preferidos por los inmigrantes son las grandes ciudades (Ma-
drid y Barcelona), las zonas turísticas y de agricultura intensiva de la costa mediterránea y de las islas, y el valle
del Ebro. Esta distribución territorial está íntimamente ligada tanto al propio reparto espacial de la población es-
pañola –claramente conectado por su parte a los desequilibrios económicos internos– como a las particulares
características y preferencias residenciales de los extranjeros que viven en España. En el lado opuesto, las más
bajas concentraciones de población extranjera se registran en provincias del interior peninsular, coincidiendo con
las áreas menos pobladas y, en general, con menor dinamismo económico de nuestro país.
Las consecuencias derivadas de este nuevo fenómeno para España son variadas.
a) Crecimiento demográfico. La consecuencia más llamativa de la inmigración en España ha sido el aumento
de la población, el mayor de nuestra historia. Desde el año 2001, la población española ha aumentado en más
de 6 millones de personas, y más de un 75% de este incremento se ha debido a la llegada de extranjeros.
Asimismo, los inmigrantes están contribuyendo a paliar el proceso de envejecimiento de la población
española, tanto directamente ya que entre ellos predominan los adultos-jóvenes, como indirecta-
mente al elevar las tasas de natalidad.
b) Crecimiento económico: la inmigración es beneficiosa para el crecimiento económico del país, ya que los
inmigrantes proporcionan mano de obra –cada vez más necesaria por el envejecimiento progresivo de la
población española– para un tipo de trabajo que difícilmente es realizado por los trabajadores naciona-
les. Esto, junto al aumento del consumo –fundamental para incentivar la economía–, ha contribuido de ma-
nera decisiva al crecimiento del PIB español en los años anteriores a la crisis.
También es significativa su contribución a la financiación del Estado del Bienestar. Los ingresos de los in-
migrantes a la caja de la Seguridad Social son superiores a los gastos que originan.
c) Consecuencias económico-sociales. La llegada de inmigrantes ha provocado una importante diversidad
étnica, cultural, religiosa y lingüística. Ello plantea un reto para la sociedad española que se debe enfren-
tar con problemas nunca antes planteados: integración educativa, convivencia con nuevas prácticas cul-
turales, creación de guetos..., que suscitan recelos sobre las consecuencias de la inmigración sobre nuestro
bienestar colectivo, convivencia y valores.
En relación con el trabajo, es muy frecuente asociar inmigración a desempleo de la población local. Sin em-
bargo, los índices de paro de la época de crecimiento económico indican que la afluencia de extranjeros no ha
influido negativamente en el empleo. Por otro lado, los trabajos que realizan los inmigrantes son aquellos no cu-
biertos satisfactoriamente por los españoles, por su dureza o por su escaso salario: trabajos mineros, agrarios
eventuales, peonaje de la construcción, camareros muy marginales u ocasionales, asistencia a ancianos, etc.
En el terreno social da la impresión de que en España no existen brotes de racismo, entre otras razones porque
apenas existen grupos social o políticamente representativos y activos que lo estimulen, aunque lo que sí existe
es mucho clasismo: se rechaza o, al menos, se desconfía del inmigrante pobre. El riesgo de la xenofobia se puede
exacerbar en momentos de crisis económicas, en los que, al aumentar el paro, se ve al inmigrante como un com-
petidor indeseable. Esto es especialmente significativo entre los sectores sociales españoles más modestos, que
se sienten más perjudicados al competir con los inmigrantes en ayudas sociales, vivienda, instituciones educa-
tivas... Esta serie de hechos provoca reacciones xenófobas hacia los inmigrantes como si ellos fueran el problema,
pese a ser parte de los perjudicados, dando lugar a conflictos sociales más o menos graves, cuyos chispazos se
vienen manifestando periódicamente, aunque en puntos aislados.
Para evitar estas tensiones, los países desarrollados imponen políticas inmigratorias muy restrictivas (Ley de Extran-
jería y cupos de inmigración), que dificultan la llegada libre de extranjeros, y han traído como consecuencia el fuerte
aumento de los inmigrantes en situación ilegal, atrapados en las redes mafiosas de contrabando humano. Asimismo,
la Unión Europea ha aprobado (2008) el Pacto Europeo de Inmigración para regular la política común relacionada
con la inmigración y frenar la inmigración desordenada. Este Pacto propone condicionar la entrada a personas con
permiso de trabajo y potenciar las políticas de retorno a los países de origen de los inmigrantes ilegales.